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CATEQUESIS FAMILIAR EN AMÉRICA

LATINA
NDC
 

SUMARIO: I. Evolución de una situación. II. Algunas


modalidades de catequesis familiar. 1. Catequesis de
novios; 2. Meditación del embarazo en espíritu de
Adviento; 3. Catequesis prebautismal a los padres de niños
pequeños; 4. Colaboración de los padres en la catequesis
preescolar y escolar; 5. La familia en la catequesis de
perseverancia y de confirmación; 6. Catequesis familiar de
iniciación eucarística.

I. Evolución de una situación

A pesar de la tendencia persistente a la disgregación de la


familia en América latina y el Caribe, la supervivencia de
costumbres, aunque decrecientes, de casarse por la
Iglesia, de bautizar a los niños, de prepararlos para la
eucaristía, y de otras devociones, ha permitido a la Iglesia
emprender una nueva evangelización, que ha surgido por
iniciativas laicales, particularmente femeninas,
gradualmente apoyadas por religiosos, religiosas y
sacerdotes antes de su proclamación por la jerarquía
eclesiástica.

La doctrina conciliar (LG 11 b, 35c; AA 11, 30; GE 3; GS


48, 52) respaldó el paso, iniciado ya hacia 1960 en algunas
diócesis de Chile, de una catequesis parroquial de niños —
que, en general, llegaba hasta los preadolescentes– a una
evangelización y catequesis de adultos, sobre todo con
ocasión de la iniciación eucarística de los hijos.

La II Conferencia general del episcopado latinoamericano,


realizada en Medellín, Colombia, en 1968, en el rico
documento 8 de sus conclusiones, referente a catequesis,
superó la costumbre de dar catecismo al proponer
una evangelización de bautizados y nuevas formas de un
catecumenado en la catequesis de adultos (Medellín 8, 9).
Recogió algunas experiencias iniciales pero señeras, y
estableció que «las comunidades cristianas de base,
abiertas al mundo e insertadas en él, tienen que ser el fruto
de la evangelización», por lo cual «la familia... debe ser
objeto de la acción catequística, para que sea dignificada y
sea capaz de cumplir su misión», con lo cual «la
familia, Iglesia doméstica, se convierte en agente eficaz de
la renovación catequística» (Ib 8, 10).

La III Conferencia, realizada en Puebla, México, a


comienzos de 1979, valoró en la acción catequística «un
redescubrimiento de su dimensión comunitaria de tal modo
que la comunidad eclesial se está haciendo responsable
de la catequesis en todos sus niveles: la familia, la
parroquia, las comunidades eclesiales de base, la
comunidad escolar, y en la organización diocesana y
nacional» (Puebla 983). Declaró la familia «sujeto y agente
insustituible de evangelización» (Ib 602; cf 569) y «la
familia cristiana, primer centro de evangelización» (Ib 617).

En octubre de 1979, Juan Pablo II profundizó estas


opciones, comenzando por el primado de la catequesis de
adultos (CT 43), destacando el rol de los padres como
educadores de la fe desde la primera infancia (CT 36) y
dando primacía a la catequesis familiar en sus diversas
formas (CT 68).

En 1992, la IV Conferencia general del episcopado


latinoamericano, realizada en Santo Domingo, República
Dominicana, respaldó los avances logrados y señaló
nuevas metas: «Fortalecer la vida de la Iglesia y de la
sociedad a partir de la familia: enriquecerla desde la
catequesis familiar, la oración en el hogar, la eucaristía, la
participación en el sacramento de la reconciliación y el
conocimiento de la palabra de Dios, para ser fermento en
la Iglesia y en la sociedad» (Santo Domingo 225).

Los catequistas y comunidades de base, luego las


parroquias, y finalmente los equipos diocesanos y
nacionales de catequesis, se han inspirado en la Biblia
para enriquecer la catequesis familiar: se valoran
costumbres como la de bendecir a los hijos (Gén 27,1-
4.27-29; 49,1-28), de relatarles los beneficios de Dios (Sal
78,3-8), de orar a diario con ellos (Dt 6,4-9), de prevenirlos
frente al ambiente que lleva a la codicia y a la violencia
(Prov 1,8-19), de infundirles fortaleza en su fe (2Mac 7,20-
23), de hacer peregrinaciones religiosas en familia (Lc
2,41); se propone celebrar en familia la pascua liberadora
de Dios (Éx 12,21-27), tomar la familia de Nazaret como
modelo de ejercicio prudente de la autoridad educativa (Lc
2,42-52; cf Ef 6,4; Col 3,21; Tit 2,15) y de animación a la
disciplina (cf 1Tes 5,14; 2Tes 3,11-13). La familia, en el
Nuevo Testamento, es primero destinataria del evangelio
(Lc 19,9; Un 2,13s.), luego centro de vida eucarística (He
2,46; 1Cor 16,19) y, finalmente, agente de evangelización
y de formación de apóstoles (He 18,24-28; 2Tim 1,5;
3,14s). Se anima a todos en la familia a dar buen' ejemplo
en bien del evangelio y de la Iglesia (Tit 2,2-8). El
comportamiento influye en el cónyuge no creyente más
que las palabras (1Pe 3,1-4.7). Se ha de procurar la
conversión del cónyuge sin forzar la libertad (1Cor 7,15s).
Quien no atiende a su familia no es cristiano (1Tim 5,8).

II. Algunas modalidades de catequesis familiar

1. CATEQUESIS DE NOVIOS. La preparación de novios


resulta muy fructuosa y enriquecedora cuando se confía a
matrimonios catequistas. Hay variedad de experiencias de
diverso valor. Una buena fórmula consiste en que cada
pareja de novios, o bien dos y hasta tres, reciben la
atención de un matrimonio, de preferencia en su propia
casa, en entrevistas estructuradas, con un temario preciso
para sucesivos encuentros. Los catequistas casados
comunican principalmente su testimonio sincero de
vivencia del sacramento, reconociendo las dificultades de
la vida real. Este modelo promueve en la parroquia o en la
comunidad eclesial local numerosos matrimonios
catequistas de novios, que se turnan en semanas
sucesivas para atender nuevas parejas a medida que se
inscriben. La diócesis capacita a los matrimonios
catequistas de novios en procesos más breves que los
necesarios para otras formas de catequesis.
Este sistema favorece una preparación profunda y
amistosa y encamina a las jóvenes parejas a integrarse en
una comunidad eclesial que les resulta grata, fraterna y
personalizante. El ser catequista de novios puede constituir
uno de los compromisos apostólicos más abundantemente
ofrecido a los miembros activos de las parroquias que
surgen en las misiones y en otras actividades
evangelizadoras.

El proceso debe ser catequístico. La preparación


simplemente psicológica, sexológica, legal y ritual, que
algunas parroquias todavía ofrecen, carece de tres
condiciones indispensables: 1) una «preparación personal
para la celebración del matrimonio, por la cual los novios
se dispongan para la santidad y las obligaciones de su
nuevo estado» (CIC 1063.2); 2) los novios han de
reconocer que «las propiedades esenciales del matrimonio
son la unidad y la indisolubilidad, que en el matrimonio
cristiano alcanzan una particular firmeza por razón del
sacramento» (CIC 1056); 3) el contrayente católico debe
comprometerse «para que toda la prole se bautice y se
eduque en la Iglesia católica» (CIC 1125). En sucesivas
entrevistas, suponiendo en la mayoría de los novios una fe
muy poco desarrollada, se revisa brevemente el
conocimiento de Jesucristo y de su mensaje, se motiva el
concepto cristiano del amor, de la sexualidad y de la
familia, hasta llegar gradualmente al sentido del
sacramento, y a orar en forma cada vez más espontánea,
animados al principio por los catequistas.

La alta tasa actual de fracasos matrimoniales y algunas


encuestas a divorciados han sugerido incluir en estos
encuentros la motivación para contestarse mutuamente
algunas preguntas en privado: «¿Nos sentimos ambos
respetados? ¿Qué garantía de vida correcta ofrece cada
uno al otro en las maneras de actuar? ¿Cuántos y qué
aspectos de la vida tenemos y ponemos en común? ¿Qué
haremos si nos nace un hijo deforme o discapacitado?
¿Cómo pensamos educar a los hijos en diferentes
aspectos? ¿Tenemos acuerdos claros sobre la
administración del dinero? ¿Estamos dispuestos a
compartir tareas domésticas de forma equitativa? ¿Hemos
tenido tiempo suficiente para conocernos como para un
compromiso total? ¿Hemos tomado en serio las opiniones
de nuestras respectivas familias? ¿Qué muestras de
estabilidad, capacidad conciliadora y madurez de trato
ofrece cada uno? ¿Estamos dispuestos a un compromiso
definitivo ante Dios?». Las conversaciones después de los
encuentros inducen a un número significativo de novios a
postergar su matrimonio y en algunos casos a desistir de
él, lo cual es buen logro de la catequesis prematrimonial.
Los que resisten bien el proceso dan más garantía de
estabilidad.

En algunas parroquias, el presbítero o el diácono que


presidirá la celebración prepara la parte litúrgica para una
celebración, no sólo válida sino fructuosa del sacramento,
con varias parejas, en ambiente de retiro espiritual más
que de clase doctrinal, que dispone a la reconciliación
sacramental y a la eucaristía (cf CIC 1065.2).

2. MEDITACIÓN DEL EMBARAZO EN ESPÍRITU DE


ADVIENTO. No es oportuno recargar a los matrimonios
jóvenes con reuniones parroquiales. Con ocasión del
embarazo, se fomenta su diálogo en la fe con material
utilizable en el hogar en cualquier momento, tal como
posters, colecciones de oraciones para la mesa o para la
noche, volantes, folletos, audiocasetes, videogramas u
otros.

Se sugieren textos motivadores para la reflexión de los


esposos en diferentes días en ambiente de oración: ISam
1,1-20, la mujer que anhela un hijo lo ofrece a Dios con tal
de gozar de ese don; Job 10,8-12, Job invoca a Dios que
lo gestó en el vientre materno; Job 33,4.6, Elihú alega que
Dios lo modeló tal como a Job; Sab 7,1-6, Salomón declara
haber sido gestado en diez meses lunares como todo hijo
de Adán; Sal 139,13-18, el salmista alaba el misterio
prodigioso de su gestación; Qo 11,5-6, Qohélet admira el
misterio del embarazo; 2Mac 7,20-29, la madre de siete
niños hebreos mártires reconoce la obra de Dios en su
gestación; Gál 4,4-5, una mujer engendra a Jesús, que nos
hará hermanos; Lc 1,5-17, Juan Bautista recibe el Espíritu
Santo antes de nacer; Lc 1,23-25, Isabel reconoce a Dios
como autor primero de su embarazo; Lc 1,41-45, un niño
no nacido puede recibir a Dios; Lc 1,57s., el pueblo
creyente reconoce que un hijo es don de Dios; Lc 1,59-66,
los creyentes se preguntan por la vocación del niño; Lc
1,26-38, la concepción de un hijo es un don de Dios; Lc
1,39-40.56, María encinta no deja de servir al prójimo; Lc
1,46-55, María embarazada proclama la grandeza del
Señor; lSam 2,1-10, Ana alaba a Dios al dar a luz al
profeta Samuel.

La parroquia apoya la espera de la nueva vida con


celebraciones de la Palabra o de la eucaristía, con
una bendición de las madres embarazadas, de los padres
y de sus hijos en gestación; por ejemplo, una en adviento y
otra unos seis meses después, en alguna fiesta mariana.

3. CATEQUESIS PREBAUTISMAL A LOS PADRES DE


NIÑOS PEQUEÑOS. La preparación de padres y padrinos
al bautismo de los niños se propone motivar el compromiso
de los padres de educar a sus hijos en una vida cristiana
que no debe abandonarse apenas iniciada. Esta
catequesis, también breve en el uso actual, se confía a
matrimonios catequistas preparados por la diócesis. Entre
las experiencias conocidas, la mejor es atender cada vez a
una sola familia, a dos, o a lo más a tres, cuando se cuenta
con pocos catequistas en una comunidad. Para no
recargarlos, cada parroquia o capilla invita a bastantes
matrimonios a ser catequistas de prebautismales,
motivándolos para un servicio hermoso y simple, ya que
cada católico ha de definir su servicio a la Iglesia y al
mundo, más allá de su trabajo y de su hogar.

Muchas personas y parejas solteras piden el bautismo


para los hijos. Estas parejas requieren una atención muy
comprensiva y serena por parte de los representantes de
la Iglesia: secretaria parroquial, sacerdote o diácono,
catequistas prebautismales. Con tino, encaminan al
sacramento del matrimonio a quienes puedan realizarlo.
Hay que preparar al bautismo de los niños sin uso de
razón no sólo a los padres, sino además a los padrinos,
explicándoles amablemente su rol (CIC 872 y 874).
Esta catequesis también se realiza en visitas a modo de
entrevista estructurada, con apoyo en algún manual
sencillo. En sucesivos encuentros se revisa el
conocimiento que tienen de Jesucristo y de su evangelio el
o los progenitores que piden el bautismo (CIC 868) y los
padrinos, despertando el interés por su lectura asidua, ya
que generalmente traen muy poca formación cristiana.

Para continuar el crecimiento cristiano después del


bautismo y para ayudarles a iniciar en la fe a los hijos
desde muy pequeños, se suele entregar a padres y
padrinos algún material impreso o grabado, y se les
recomiendan temas de reflexión familiar que suelen
publicar determinados periódicos, revistas, programas de
radio o televisión.

4. COLABORACIÓN DE LOS PADRES EN LA


CATEQUESIS PREESCOLAR Y ESCOLAR. Los
educadores en la fe que programan, realizan o publican
materiales para la educación religiosa sistemática de los
jardines de infancia y de las escuelas tratan de obtener la
colaboración de los padres, como corresponde en toda
catequesis de niños y adolescentes. Para eso, definen
objetivos, actividades, contenidos y procedimientos. Al
menos, informan a los padres sobre los objetivos y logros
de la educación religiosa, les invitan a compartir en el
hogar determinados temas de conversación o de oración
bíblica, a introducir motivaciones y signos religiosos en las
celebraciones familiares, tales como cumpleaños, día del
padre, día de la madre, fiestas patrias. Si, al comienzo, los
padres o tutores no apoyan de hecho la formación cristiana
de los hijos, los educadores estimulan un diálogo
interesante con los niños. Fuera del horario académico, en
muchas escuelas de nivel básico y medio, se ofrece una
preparación sacramental, además de la clase de
educación religiosa.

5. LA FAMILIA EN LA CATEQUESIS DE


PERSEVERANCIA Y DE CONFIRMACIÓN. Desde los
doce años en adelante, la progresiva emancipación de los
adolescentes respecto de sus padres sustituye
gradualmente el protagonismo de los padres por el de los
hijos en la educación de la fe. A esa edad la intervención
de los padres de familia no se puede programar en forma
tan directa, sino en forma similar a la descrita para la
educación religiosa escolar.

A través de diversos sistemas, tales como la escuela para


padres en los centros educativos, o los encuentros de
generaciones en las parroquias y movimientos laicales
(días de campo familiar, vacaciones familiares), se intenta
alimentar con recursos creativos el diálogo de los padres
con los hijos mientras dura la adolescencia, hoy tan
prolongada, con la mira puesta en la evangelización de
cada miembro de la familia. Los padres de adolescentes
agradecen la ayuda que se les brinda para educarlos en
esta etapa difícil, lo cual da ocasión para motivar sus
actitudes a la luz del evangelio y del magisterio eclesial
sobre educación.

En la preparación a la confirmación, que suele constituir


una evangelización de bautizados cuando se hace a una
edad de suficiente madurez, y en los grupos juveniles de
formación en la fe, aunque no estén concebidos como una
catequesis sistemática, resulta útil alimentar un diálogo
entre padres e hijos sobre asuntos de fe, con apoyo
programado de los catequistas y animadores. En la
catequesis de confirmación se ha usado una amable carta
del catequista a los padres ál comienzo de cada tema,
para estimular su colaboración a la acción de la Iglesia, lo
cual ha constituido una evangelización para los padres.
Siempre resulta provechoso diseñar procesos y materiales
de apoyo para quien es elegido padrino o madrina de
bautismo, de confirmación o de matrimonio.

No todas estas formas de intervención de la familia en el


crecimiento en la fe de una persona se pueden llamar
propiamente catequesis familiar; lo son más bien las que
tienen por responsables a los padres, o a uno de ellos, o a
quienes hacen sus veces. La evangelización de los hijos a
los padres difícilmente adopta una forma sistemática y
programada, y más que catequesis familiar, es una
catequesis a la familia.
6. CATEQUESIS FAMILIAR DE INICIACIÓN
EUCARÍSTICA. La forma más lograda de catequesis
familiar en América latina y el Caribe es la iniciación
penitencial y eucarística de los niños, bajo la
responsabilidad de los padres, apoyados por la
comunidad. Se expande sin decretos, por convicción de
párrocos, de animadores de pastoral escolar y de obispos,
hasta diversas diócesis de Norteamérica y de Europa. Al
prolongarse por unos dos años, permite un proceso
evangelizador de los padres mientras se los motiva para
iniciar a los niños en la vida cristiana, con positivas
repercusiones en toda la vida eclesial.

a) Las características básicas de este sistema


catequético: 1) Los destinatarios principales son los padres
de familia, para asegurar a los niños un apoyo permanente
en su crecimiento cristiano. 2) Los padres de familia se
reúnen cada semana en pequeños grupos de unas diez
personas con un matrimonio que les sirve de guía de
catequesis familiar. 3) La evangelización de los padres de
familia pretende integrarlos, al término del proceso, en una
comunidad cristiana de base con su propia creatividad
social y apostólica, por lo cual las reuniones no deben ser
muy distantes en el tiempo, ni el proceso debe durar
menos de dos años. 4) Con ayuda de su reunión y de
un Cuaderno del niño, los padres comparten la reflexión
evangélica y la oración en casa con su hijo para prepararle
a participar en la eucaristía. 5) El niño trabaja en
su Cuaderno, que le motiva a dialogar con sus padres
sobre la fe y la vida de la Iglesia. 6) Cada sábado o
domingo el niño celebra lo aprendido en la semana y se
habitúa a celebrar el día del Señor, en una reunión a cargo
de un animador de celebraciones para niños o auxiliar de
catequesis familiar. 7) La diócesis forma a ambos agentes
para asegurar la calidad del proceso.

En Honduras, que desarrolló primero los celebradores de


la Palabra como animadores de comunidades de base,
estas asumieron la forma de catequesis familiar, que está
orientada a suscitar esas comunidades. Las comunidades
de base y la catequesis familiar son sistemas pastorales
que se potencian mutuamente.
b) Las personas: El sistema de catequesis familiar de
iniciación eucarística tiene tres clases
de personas: 1) Los destinatarios son los niños que se
preparan a la vida eucarística, y principalmente sus
padres. 2) Los agentes apostólicos son los guías de
catequesis familiar, con preferencia matrimonios, para los
grupos de padres que han de acudir, posiblemente en
pareja, y los auxiliares de catequesis familiar para los
grupos de niños (en cada grupo de niños se intenta contar
con un auxiliar y un ayudante que se inicia en este
apostolado, lo cual facilita la disciplina de los niños y
asegura el funcionamiento cuando el auxiliar se ve
impedido de concurrir). 3) Los formadores (generalmente
miembros del equipo diocesano o del equipo nacional) son
quienes dan cursos sistemáticos iniciales a los agentes
apostólicos; también los coordinadores locales de guías
y de auxiliares, que han ejercido estos apostolados por
más tiempo, dan formación permanente a los más nuevos,
mediante reuniones semanales de evaluación y de
preparación de las reuniones. El éxito de la catequesis
descansa en la selección, formación y acompañamiento
del personal apostólico que la realiza, lo cual depende del
párroco o del coordinador pastoral de la escuela donde
este sistema catequético se establece.

c) Los objetivos. Los objetivos permanentes son tres: 1)


Evangelizar a los padres con ocasión de la preparación de
los hijos a la vida eucarística. 1) Encaminar a las familias a
integrarse activamente en la parroquia, con preferencia en
pequeñas comunidades cristianas que se unen en
comunidades eclesiales de base más amplias, por
ejemplo, hasta tener su propia capilla. 3) Despertar en los
padres y en los hijos el compromiso social como fruto de
su adhesión a Jesucristo. El primer objetivo es imperioso
en el primer año, también llamado primer nivel (ya que en
algunos lugares se asustan si se les anuncia una duración
de dos años). El segundo y tercer objetivos se persiguen
sistemáticamente en el segundo año o segundo nivel.

Cada sesión semanal, a su vez, tiene un objetivo simple y


explícito, coherente con el objetivo de nivel o año, y
comprensible por parte de los participantes, para que
colaboren en su logro y en su evaluación.

d) Etapas. Cada uno de los dos años tiene varias etapas.


Se han mantenido más estables las del primer año, que
son: 1) Arar, o preparar a los padres y a los hijos para
acoger la palabra de Dios y transmitirla, mediante un
mejoramiento de su comunicación mutua. Culmina con la
celebración de entrega de la Biblia o del Nuevo
Testamento. 2) Sembrar la Palabra, mediante la
presentación de Jesucristo en su vida y en su pascua.
Termina con una celebración de Jesús como Señor. Sólo
hacia el final de esta etapa una parte significativa de los
padres comienzan a vivir una relación personal con
Jesucristo y a transmitir esta vivencia a sus hijos.
3) Cosechar una adhesión libre al Señor. Termina con una
celebración del sacramento del perdón.

Las etapas del segundo año, con algunas variantes en las


diferentes ediciones, son principalmente: 1) Presentación
del pueblo de Israel y de la Iglesia. Culmina con una
renovación de las promesas bautismales. 2) Presentación
de la alianza y de la pascua de Israel y de Jesucristo.
Incluye una celebración de la pascua judía y
posteriormente una eucaristía, en la que los niños más
maduros, a juicio de sus padres y animadores, comienzan
a comulgar. 3) Presentación de la Iglesia como signo del
reino de Dios, de las cinco vocaciones de especial
consagración (presbítero, diácono permanente, religioso,
consagrado en instituto secular, misionero ad gentes), de
la misión del laico y de la contribución económica a la
Iglesia. Termina con una celebración de envío al mundo.

e) Las sesiones. Cada sesión tiene también etapas. Las de


los padres se basan en el método activo de ver, juzgar,
actuar y orar tomado de José Cardijn. 1) Ver consiste en
que alguno de los participantes relate algún hecho
sucedido, relacionado con el objetivo de la reunión,
procurando elegir alguna experiencia de fe y no una simple
anécdota; se puede suscitar esta clase de relatos a partir
de un dibujo, de una foto, o incluso de un pasaje
evangélico. 2) Juzgar consiste en reflexionar ese hecho de
vida y otros similares, luego de iluminarlos con un texto
bíblico propuesto en el manual o con otro sugerido por los
guías. 3) Actuar es el compromiso libre que se toma de
comunicar esta experiencia de fe a los hijos, y de procurar
seguir a Jesús creativamente según lo descubierto de él en
la reunión. 4) Orar es un rato de oración compartida al final
de la sesión, y también el clima de atención a Dios y al
prójimo, mantenido por los guías durante todo su
transcurso.

Las reuniones de los niños también tienen etapas: a partir


de un juego o dramatización, con el intervalo de un canto
para serenarse como grupo, se llega al momento de la
reflexión bíblica aplicada a la vida mediante numerosas
preguntas del auxiliar de catequesis familiar, procurando
incorporar a todos los niños, y se logra una oración
compartida espontánea en forma verbal, y también
silenciosa y después coral, terminando con nuevos cantos,
aplausos rítmicos, gritos dialogados, cantos con gestos y
despedida personal, tal como la acogida inicial.

f) Los contenidos. Son de tres clases: testimonial,


experiencial y doctrinal. 1) El contenido testimonial de
sentirse humildemente unido al Padre da fuerza a la
palabra y acción como a Jesús (Jn 5,36-38) y a los
apóstoles (He 2,32s). La confianza en el espíritu de
Jesucristo mostrada por los guías y auxiliares es lo que
anima a los niños, a sus padres y a los propios formadores
a mantenerse en comunión con Dios y con su Iglesia. 2) El
contenido experiencial consiste en la relación entre la fe y
la vida que los catequistas guías y auxiliares procuran
establecer en las reuniones, tanto de adultos como de
niños. 3) Los contenidos doctrinales dependen de los
objetivos de cada etapa, y en diferentes ediciones han sido
modificados de acuerdo a las evaluaciones realizadas.

g) Los procedimientos. Son activos, grupales y liberadores.


1) El método activo se explicó al describir las etapas de
cada sesión. 2) Hay reuniones semanales de una hora
para los padres de familia, en casa de alguno de ellos, con
apoyo de un manual para ellos y de otro para los guías.
Conviene que el grupo no sobrepase los ocho o diez
adultos, para que todos puedan decir algo en cada sesión.
Hay celebraciones infantiles de la Palabra en el respectivo
fin de semana, con ayuda de un Cuaderno del niño y de un
manual para el auxiliar de catequesis familiar que reúne a
los hijos de los miembros de dos o tres grupos de padres,
es decir, unos diez a quince niños: son celebraciones de la
Palabra, con una parte catequística, destinada a
complementar, sin sustituir, la comunicación realizada por
los padres de familia durante la semana. 3) Se procura que
todo sea liberador. Para eso, el sistema es personalizante,
ayudando al crecimiento interior de cada adulto y de cada
niño, que han de sentirse respetados y tenidos en cuenta.
Se refuerza la autoestima de cada uno felicitando cada
aporte, cada logro y cada avance, especialmente en los
más tímidos y menos participativos, lo cual es muy
importante en los sectores más pobres. Se evita imponer,
pero se anuncia con fe la buena noticia salvadora. En los
juegos se prefiere la cooperación a la competición, o se
compite entre equipos y no entre individuos. No se rechaza
a ningún pecador, puesto que todos somos agraciados por
la misericordia de Dios. Se aceptan personas solteras con
hijos, separados casados de nuevo o no. A todos se
anuncia el evangelio completo, dejando que cada uno vaya
tomando sus decisiones. No se condena a nadie, y si
alguno tiene dificultades con las leyes canónicas, se trata
el caso en privado con respetuosa discreción. Se
desarrolla el espíritu crítico y autocrítico de catequizandos
y catequistas mediante interpelaciones evangélicas
personalizantes y mediante evaluaciones que llevan a
decisiones colectivas. Al tratar problemas de la sociedad,
se miran desde la Iglesia comprometida con los más
pobres. Si alguna vez se menciona la política de partidos,
se respetan todas las opciones y se cuestionan todas
desde el evangelio. Se pone al alcance del pobre: 1) el
material, que se puede pagar por cuotas si el grupo se
organiza; 2) el lenguaje de los manuales, y 3) la posibilidad
de asumir rotativamente responsabilidades en el grupo, en
la comunidad eclesial y en el sector local. Se fomenta por
la conversión del corazón, la alegría sana y la libertad de
los hijos de Dios en las celebraciones litúrgicas y en
sencillas convivencias festivas.
h) La retroinformación. Hay retroinformación semanal,
global, formal y externa. 1) La información sobre el logro
de los objetivos de cada sesión la obtiene el coordinador
del equipo de guías de catequesis familiar en su reunión
semanal, donde oran juntos, evalúan la sesión de la
semana anterior y preparan la próxima. También el
coordinador del equipo de auxiliares de catequesis familiar
se reúne cada semana con ellos para orar juntos, evaluar
fraternalmente la celebración de la Palabra realizada en el
fin de semana anterior y para, juntos, preparar
creativamente la próxima. La finalidad de esta
retroinformación semanal es mejorar la tarea de los
agentes y los logros en los destinatarios. 2) La
retroinformación global para los autores de los materiales,
que son formadores del personal apostólico que lo utiliza,
se obtiene tanto de los participantes en los cursos como de
los párrocos que los inscriben, y de congresos nacionales
de catequesis familiar, como los realizados en Argentina
en 1993 y 1997 (reseñados en la revista Didascalia) o el
Encuentro latinoamericano de catequesis familiar,
realizado en Santiago de Chile en 1985, por el DECAT,
Departamento de catequesis del CELAM. 3) La
retroinformación formal se organiza cada cuatro o cinco
años, al preparar cada nueva edición del material, con una
consulta escrita completada con reuniones presenciales de
los autores, con diversos grupos de formadores
diocesanos del país, y con coordinadores parroquiales de
catequesis familiar. 4) La retro-información externa se
obtiene de estudios de sociología religiosa, como los
dirigidos en Chile por Patricia Van Dorp y por Josefina
Puga.

i) Los materiales. Hay materiales oficiales y


suplementarios. En forma suplementaria se han creado
grabaciones de radioteatros breves para los padres,
casetes de cantos infantiles y litúrgicos, y comienzan a
aparecer CD-Rom multimedia, con la orientación de Javier
Díaz Tejo, autor de Algunos criterios catequéticos básicos
para la recepción y uso de la computación educativa al
servicio de la educación de la fe, tesis presentada en el
Instituto superior de pastoral catequética de
Chile, Catecheticum, Profesor-Guía: E. García Ahumada.

Los materiales oficiales son cinco: 1) El Libro de los


padres, diseñado para una reunión interfamiliar a cargo de
un matrimonio-guía, es el material más importante de esta
catequesis. En su diagramación destaca: la revisión del
diálogo realizado en la semana anterior con el niño; el
texto bíblico central; las preguntas acerca del texto bíblico
principal o acerca de alguna ilustración motivadora; las
sugerencias para comunicar vivencias e informaciones al
niño y al resto de la familia durante la semana; las pistas
para la oración; las preguntas o propuestas para el
propósito libre de la semana, y algún pensamiento
motivador para recordar. 2) El Libro de los guías orienta al
buen uso del Libro de los padres y prócura resolver las
dificultades más corrientes con que tropiezan los guías:
cómo mejorar la integración de varones, cómo crear
acogida mutua y alegría desde la primera reunión, cómo
animar a los padres a llevar a la reunión el Cuaderno del
niño para comentar el diálogo realizado con él, cómo
promover la participación evitando el monopolio de la
palabra, cómo favorecer gradualmente la vida sacramental,
cómo detectar posibles matrimonios-guías, cómo fomentar
la integración a comunidades cristianas, a la comunidad
parroquial, a la preocupación por la justicia y la solidaridad
en el trabajo y en la sociedad. 3) El Libro del auxiliar de
catequesis familiar incluye las orientaciones generales
sobre el rol de este animador, que debe dejar el
protagonismo a los padres de familia o a quienes hacen
sus veces, y pautas pedagógicas para cada celebración de
la Palabra. 4) El Cuaderno del niño despierta la curiosidad,
creatividad e iniciativa del niño, animándolo a conversar
con sus padres sobre los temas, vinculados uno a uno a
los del Libro de los padres y al de la reunión o celebración
infantil correspondiente. 5) La Metodología ofrece
contenidos globales para los cursos de iniciación de este
personal apostólico.

Cuando el sistema de catequesis familiar de iniciación


eucarística se aplica en una escuela, se organizan los
grupos de padres de familia por sectores geográficos, de
modo que sea fácil a los guías de catequesis familiar reunir
en sus casas a matrimonios de su vecindad, y que todo el
grupo se vaya vinculando a su propia parroquia, por
ejemplo, con ocasión de las confesiones y otras
celebraciones del proceso.
BIBL.: ALBERICH E.-BINz A., Formas y modelos de catequesis con
adultos. Una panorámica internacional, CCS, Madrid 1996, 90-94;
BIESINGER A., Erstkommunion als Familienkatechese. Zur Relevanz von
«catequesis familiar», Theologische Quartalschrift 174-2 (1994) 120-135;
DECAT, Catequesis familiar, CELAM, Bogotá 1987; DECKER
C., Catequesis familiar. Historia y descripción del método,  Instituto
arquidiocesano de catequesis, Santiago de Chile 19964; DÍAZ J.-
VALENZUELA E., La eucaristía. Jesús nos invita a su fiesta (CD-Rom).
Diakom Ltda, Santiago de Chile 1997; GAMBINO V., Caminos hacia Dios.
Educación cristiana en familia y en el parvulario, 2 a 6 años, San Pablo,
Santiago de Chile 1979; GARCÍA AHUMADA E., Qué es la catequesis
familiar,  San Pío X, Madrid 1998; PUGA J., Hacia una plena participación
del pueblo de Dios en la eucaristía. Esfuerzos catequísticos y litúrgicos en
parroquias,  Centro de investigaciones socioculturales CISOC-Bellarmino,
Santiago de Chile 1997; VAN DORP, Estudio evaluativo de la catequesis
familiar,  Centro Bellarmino, Santiago de Chile 1978.

Enrique García Ahumada

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