Sunteți pe pagina 1din 3

Cuentan que una empresa de calzado mandó a dos vendedores a

un país del norte de Africa con el encargo de estudiar la situación y ver


ver si allí podía tener algún futuro la empresa.
Uno de ellos, que era de MIRADA pesimista, dijo a sus jefes:
"aquí no hay posibilidades porque nadie usa zapatos, todos van
descalzos. Aquí no hay nada que hacer".

El otro, VEÍA las cosas de otra manera, vio el mismo país y la


misma gente, pero lo interpretó todo de manera completamente
distinta y dijo: "VEO un mercado con gran futuro e inmensas
posibilidades porque aquí nadie usa zapatos, todos van descalzos.
Aquí tenemos todo por hacer".

Donde uno sólo vio mil problemas, el otro vio otras tantas
oportunidades, y es que en la vida vemos según hayamos decidido
ver.

Tomás es ese que dice: “ sólo si veo, creeré”.


PERO lo primero no es ver, probar.
Lo primero es creer, aceptar, confiar en ALGUIEN, estar
preparados para acoger.
Y así se abren todas las puertas

Un periodista francés de cierta fama pidió que, cuando muriera,


en su tumba pusieran una cruz y, al lado, estas sencillas palabras: "
Creyó y ahora ve". PORQUE sólo consiguió la vista cuando aceptó
creer, porque reconocía que durante mucho tiempo no había
creído y por eso no podía ver,

Si lo que uno quiere son pruebas, nunca tendrá las suficientes,


nunca se conformará con ninguna,
todas le parecerán muy limitadas y todos los días querrá más y más
pruebas y evidencias, porque estará instalado en la desconfianza y
cualquier detalle le servirá para decir, “ves cómo no se puede confiar
ni creer”.

Pero cuando uno acepta creer, cuando confía, no necesita ya más


pruebas.
Hoy se multiplican por mil los que piensan como Tomás: no lo creo.
Es el santo de moda, el patrón de la actualidad, aquél cuyas palabras se
oyen tanto:
si no veo no puedo creer, y ni siquiera quiero ver.
No están para ver, ni les interesa nada ni la cruz ni la resurrección, ni
los once, ni la presencia del resucitado. Ahí están los que nunca han
oído hablar ni de Cristo muerto ni del que vive.

A nadie se le puede imponer una verdad.


A nadie se le puede cargar con una doctrina.
Sólo es cuestión de confiar en que somos capaces de encontrar al
Resucitado y poner, como Tomás, el dedo en la llaga.

CREER….
Entre nosotros,
no pensemos en otros
en los de fuera
o en lejanos.

El problema de una familia – país- pueblo… no es cuando desde fuera


se crea o no en ella, porque si está unida, saldrá adelante.

El problema es que entre ellos haya gente que se dedique a NO


CREER, y entonces se comienza
a criticar a las espaldas, a sacar todo de quicio, a ser del equipo de los
que dicen siempre que “no” a todo por definición.

No a dar un paso,
no a las personas,
no a todo menos a lo que “toda la vida ha sido así”, aunque ni toda ni
así ha sido nunca de esas maneras.

No creer, desde dentro,


no querer, desde dentro,
no a todo, desde dentro,
no voy, pero tampoco vengo,
no hablo, pero tampoco me callo,
no digo ni hago, menos para poner obstáculos….
Nadie puede entrar allí, tampoco Dios, donde están los cerrojos
echados y donde hay miedo, donde hay desconfianza y uñas tiesas,
donde se le niega cordialmente, donde se le corta la hierba a los pies.

¿EN QUÉ EQUIPO JUGAMOS?

¿EN EL DE LOS QUE DICEN A TODO – O CASI TODO- QUE


NO, EN EL EQUIPO QUE NO VE MÁS QUE DERROTAS Y
PROBLEMAS Y TODAS LAS SOMBRAS?

¿O EN EL QUE CREE Y VE QUE ESTÁ TODO POR HACER Y


HAY MUCHO CAMINO POR DELANTE?

¿JUEGO EN EL EQUIPO QUE LO TIENE TODO CLARÍSIMO Y


YA ESTÁ TODO DEFINIDO Y NADA SE MUEVE?

¿O EN EL QUE QUIERE DECIR “CREO SEÑOR”?

Miramos hoy hacia el resucitado y le pedimos que entre también en


nuestras casas a pesar de que puedan estar tan bien cerradas y con
muchos obstáculos; que entre en nuestras mentes y en nuestros
corazones; que nos habite y nos ofrezca su presencia, su perdón y su
paz.

S-ar putea să vă placă și