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Matricula: 201621535
SISTEMAS DE FUERZAS Y
ESFUERZOS
TECNOLÓGICO DE ESTUDIOS SUPERIORES DE COACALCO
FUNDAMENTOS DE MECANICA DE LOS MEDIOS
9411
MORALES HERNANDEZ SALMA GUISELLE.
Tema 8: FALLOS EN LA
ESTRUCTURA
Una fuerza puede definirse como todo aquello que causa una modificación el
estado de quietud o movimiento de un cuerpo. Los cuerpos en la superficie terrestre
están sujetos a la gravitación terrestre que, junto con la masa del cuerpo, determina su
peso. Por tanto, en ausencia de otras fuerzas, un cuerpo está sujeto a la fuerza de su
propio peso, llamada peso-fuerza.
Cuando un cuerpo se superpone a otro, le transfiere su peso. Así, mientras el
cuerpo suprayacente está sujeto a su propio peso, el los cuerpos infrayacentes reciben
la suma de todos los pesos-fuerza de los cuerpos superiores.
Si un cuerpo descansa sobre un área relativamente pequeña del cuerpo
subyacente, la carga se denomina concentrada. En caso contrario, si el área es
relativamente amplia, la carga se denomina repartida.
Cada cuerpo reacciona a la fuerza transferida por el cuerpo suprayacente con una
fuerza de reacción igual y de sentido contrario, que resulta de la resistencia mecánica
del cuerpo que sufre el peso. Si esta fuerza no existiese, sería imposible que un
apilamiento de cuerpos fuese estable estructuralmente.
El peso de un cuerpo es representado por un vector aplicado a su baricentro, que
como todos los vectores se caracteriza por un módulo, una dirección y un sentido.
Los vectores se representa por flechas orientadas en el espacio. El módulo es la
magnitud del vector, y viene definido por la longitud de la flecha. La dirección es la
orientación del vector en el espacio, y viene definida por la ecuación de la recta
directora a lo largo de la cual se aplica el vector, esto es, en la que está contenida la
flecha. El sentido es la orientación del vector dentro de la recta directora en la que está
contenida. Cuando un vector se localiza en un punto determinado, o punto de
aplicación, se dice que es un vector aplicado, y la recta sobre la que yace (dirección)
es la recta de aplicación. En ausencia de punto de aplicación, la dirección del vector
puede ser cualquiera de las infinitas rectas paralelas a la flecha.
Un vector puede expresarse como la resultante de la suma de dos o más
vectores, teniendo en cuenta que la suma de vectores incluye no solo sus módulos sino
también las direcciones y el sentidos. En el caso más simple, i.e., cuando los vectores
no son aplicados o tienen el mismo punto de aplicación, la resultante (R) también tiene
el mismo punto de aplicación. Geométricamente, esto se ilustra en la Figura 1 para la
suma de dos vectores (f 1 y f2), donde puede apreciarse que el resultado final no
depende del orden en que se sumen los vectores.
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Figura 2.- Resultante de dos esfuerzos verticales (pesos) con puntos de aplicación
distintos.
Puesto que los dos vectores de pesos-fuerza tienen la misma dirección y el mismo
sentido, la resultante (R) tendrá la misma dirección y el mismo sentido que ellos, y su
módulo será la suma algebraica de los módulos de los dos vectores de peso-fuerza. El
punto de aplicación de la fuerza resultante está contenido en la recta que une los
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Figura 3.- Resultante de más de dos vectores de magnitud, dirección, sentido y puntos
de aplicación diversos.
ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS
MUROS
Los muros están constituidos por la yuxtaposición de elementos naturales
(piedras) y/o artificiales (ladrillos, hormigones) con elevada resistencia mecánica.
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Cuando los elementos son discretos (piedras y ladrillos) están unidos generalmente por
morteros que cumplen la función de unión entre los mismos. No obstante, cuando los
elementos discretos son de grandes dimensiones, pueden colocarse en obra sin
morteros de unión, i.e., a hueso, siempre y cuando presenten una buena calidad de
labra. Esto es posible debido al elevado peso de los elementos, que se transfiere a lo
largo de los muros y confiriendo estabilidad estructural a los mismos. No obstante, la
construcción a hueso se realiza generalmente con la ayuda de anclajes entre los
elementos constructivos, introduciendo piezas de metal, madera, piedra, etc. entre los
mismos (a veces la función de anclaje la ejercen los encajes entre partes rehundidas y
sobresalientes de los propios elementos constructivos).
Las características mecánicas de un muro son distintas de las de los elementos
constructivos aislados (ladrillos o piedras), ya que estas características dependen del
funcionamiento de las conexiones difusas en todo el cuerpo de la estructura. En los
muros con morteros de unión, el comportamiento mecánico del muro depende
esencialmente de las características mecánicas (resistencia y deformabilidad) del
mortero, que generalmente representa el elemento con menor competencia (i.e.,
resistencia) mecánica. En los muros a hueso la transmisión de los esfuerzos se verifica
a través de un número elevado, pero limitado, de puntos de contacto entre los
elementos constructivos. Por esto, deviene importante el desarrollo de aplastamiento
locales y la posibilidad de transmitir esfuerzos a través de planos inclinados respecto
de la direcciones de los esfuerzos.
Las principales características mecánicas de los muros son:
Resistencia a la compresión alta
Resistencia a la tracción muy baja (prácticamente nula)
Resistencia al flujo modesta (aunque no desdeñable).
Rigidez elevada (poca deformabilidad bajo carga).
De estas características dependen los esquemas estáticos de las construcciones
con muros, cuya concepción se basa esencialmente sobre dos prestaciones técnicas
fundamentales:
Posibilidad de soportar cargas verticales de compresión elevadas (paredes,
pilastras, columnas,...).
Imposibilidad de realizar cubrimientos horizontales resistentes a la flexo-
tracción (placas, vigas,...).
Por lo que se refiere al segundo punto, las soluciones técnicas implican la
utilización de otros materiales resistentes a la flexo-tracción (e.g., maderas) o la
construcción de arcos y bóvedas, típico de las estructuras murales.
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ARCOS Y BOVEDAS
Arcos
El esquema más sencillo de un arco es el constituido por dos vigas (supuestas sin
peso) apoyadas mútuamente (Figura 4). En este esquema, puede apreciarse que el
peso (P en la Figura 4) se descompone en dos vectores oblicuos (R) que deben
contrarrestarse por la reacción de la base. Esta reacción tiene en cada base una
componente vertical de sentido opuesto al peso P y cuyo valor es la mitad del mismo
(P/2), y una componente horizontal (S), necesaria para mantener el equilibrio. Por
tanto, la estructura de un arco simple como el de la Figura 4, o de uno complejo, puede
mantenerse estable bajo el efecto compresivo de cargas verticales siempre que se
aseguren los correspondientes componentes de reacción horizontales (spinta). Estos
componentes pueden ser, por ejemplo, el propio muro de carga donde se enmarca el
arco aislado, u otros arcos adyacentes como en las estructuras porticadas.
Clásicamente, los contrafuertes han ejercido esta función de contrarrestar los esfuerzos
horizontales creados por arcos y bóvedas. Otros sistemas de estabilización de los
arcos son de entibe, ya sea con tirantes metálicos o con soluciones más complejas y
estéticamente más bellas como sistemas de arquería múltiple. Este es el caso de la
doble arquería de la mezquita de Córdoba, donde el arco de herradura inferior ejerce
de entibe para sostener unos arcos superiores de medio punto demasiado altos.
Figura 4.- Esquema simplificado de un arco. Se suponen dos elementos sin peso
apoyados mútuamente que soportan y reparten el peso suprayacente (P). El peso se
transmite hacia cada lado en dos esfuerzos oblícuos paralelos a las reacciones (R) que
deben constar de una reacción vertical (P/2) y una horizontal (S) para permitir la
estabilidad del arco.
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Figura 5.- Distribución de esfuerzos que pueden resistir arcos de medio punto (un
centro), apuntado (dos centros) y carpanel (de tres centros).
Si la curvatura del arco está mal diseñada, nace una excentricidad de la fuerza de
compresión y a la compresión misma se une una solicitación de flexión. Estas dos
solicitaciones pueden producir esfuerzos de tracción. Se comprende así que un arco es
una estructura óptima para soportar cargas repartidas de manera regular (i.e., el peso
de una cubierta más el suyo propio), pero no es apropiado para soportar cargas
concentradas en un punto cualquiera no anguloso, ni cargas repartidas de manera
asimétrica.
Bóvedas
El comportamiento de las bóvedas, aunque más complicado debido a su aspecto
tridimensional, se basa en los mismos principios que el de los arcos. Así, el
comportamiento de la bóveda de cañón es idéntico al de los arcos ya que puede
considerarse como una serie continua de arcos unidos, y en consecuencia la reacción
vertical y horizontal viene distribuida a lo largo de todo el muro de apoyo (Figura 6).
Dependiendo del tipo de sección de la bóveda de cañón, esto es, si es de sección
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circular o de un centro (i.e., de cañón s.s.), de sección apuntada o de dos centros (i.e.,
de cañón apuntado), condicionará el tipo de distribución de cargas que puede soportar.
La bóveda de crucería, resultante de la intersección de dos bóvedas de cañón,
está formada por cuatro bovedillas, cada una de las cuales puede conceptualizarse
como una serie de arcos continuos que descargan en la línea de compluvio (Figura 7).
Si la bóveda es de planta cuadrada, las componentes horizontales generadas por cada
bovedilla son idénticas, mientras que si la planta es rectangular existirán componentes
horizontales mayores resultantes del peso de las bovedillas mayores.
CONTRAFUERTES
Para poder equilibrar la componente horizontal de la fuerza transmitida por arcos
y bóvedas, y ante la ausencia elementos como tirantes la eliminen, no es suficiente que
el apoyo esté constituido por un simple pilar, columna o muro verticales. Por contra, es
necesario que el apoyo sea más amplio en su base, para garantizar que la resultante
de la fuerza transmitida, oblicua a la vertical, se proyecte sobre la misma. En estos
casos, el muro o pilar funciona como contrafuerte. Hay que tener en cuenta que,
además de la reacción transmitida por el arco o bóveda, las partes inferiores de los
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apoyos también soportan el peso de las partes suprayacentes del apoyo (contrafuerte)
mismo. El resultado de esta situación es que la base del contrafuerte soporta más
carga, pero esta resultante del peso del contrafuerte y de la carga transmitida por el
arco o bóveda presentará una dirección más próxima a la vertical que si estuviese
formada exclusivamente por la componente transmitida por el arco o bóveda. Dado que
la excentricidad de la carga genera solicitaciones de flexión, su disminución es
beneficiosa para la estabilidad estructura, ya que los muros son capaces de resistir
fuertes solicitaciones de compresión pero no tanto de flexión. Por tanto, el contrafuerte
será más efectivo cuanto más pesado sea. Por este mismo motivo, la existencia de
pináculos son beneficiosos para la estabilidad de la estructura, al producir una
reducción aún mayor de la excentricidad de la carga transmitida por los arcos o
bóvedas. Sobre estos principios se concebía la arquitectura de las catedrales góticas,
basada sobre el sistema de arcos rampantes y pináculos con los que se transmitía a
tierra el peso de las cubiertas.
APERTURAS EN MUROS
La apertura de ventanas y puertas en los muros introduce un problema que
presenta dos aspectos. En primer lugar, deben usarse elementos localizados por
encima de la apertura que desvíen la carga del muro suprayacente hacia los lados de
la propia apertura. Estos elementos son arcos, eventualmente cegado en la misma
pared, y arquitrabes de materiales que puedan soportar por flexión la carga del muro
sobre la luz de la apertura (vigas de piedra, madera). El segundo aspecto del problema
es que, en ambos casos, se genera una situación de esfuerzos concentrados en los
lados de la apertura, que pueden llegar a ser mayores del doble de la carga soportada
por el muro sin apertura. En estos flancos o jambas se disponen elementos de
refuerzo, como largueros de piedra resistente de una sola pieza y tan altos como la luz
del vano.
CIMIENTOS DE MUROS
Mientras el comportamiento de una estructura puede abordarse mediante
consideraciones derivadas sobre todo de la teoría de la elasticidad, el comportamiento
del terreno de cimentación se aleja de un comportamiento elástico. Más bien, de hecho,
su comportamiento es plástico, siendo importante parámetros como deformación
plástica, flujo viscoso, etc.
De forma general, puede decirse que la capacidad sustentativa del terreno
depende de su:
grado de compactación, ya sea original del terreno o debido a la presión
ejercida en el pasado por otros pesos suprayacentes (i.e., otros edificios). En la
generalidad de los casos, el peso de los edificios compacta el terreno y mejora
sus propiedades mecánicas.
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CESIÓN DE LA CIMENTACIÓN
Esta es probablemente la causa más frecuente de fallos en las fábricas de todo
tipo. Por lo dicho hasta ahora, puede comprenderse que si una fábrica antigua presenta
problemas de cimentación en la actualidad, es raro que se deban a circunstancias
igualmente antiguas, sino más bien a modificaciones de las circunstancias que rodean
al edificios. Se deberá así constatar estas circunstancias nuevas que puedan modificar
el régimen estático del terreno de cimentación consolidado en el tiempo, y que, entre
otras, pueden ser:
Obras de excavación cercanas (otras cimentaciones, galerías, cuevas,...).
Variaciones en la cantidad de agua del terreno (daños y pérdidas de
conducciones de agua, acueductos, alcantarillado,...).
Explosiones cercanas u otras causas de fuertes vibraciones (terremotos,
vehículos,...)
Labores realizadas en el edificio que hayan aumentado, o en todo caso
modificado, el estado de solicitaciones precedente. Esta última circunstancia es
importante en el caso de edificios viejos, ya que en pocos casos las obras
nuevas profundizan sus cimientos.
Los fallos debidos a la cesión del terreno se manifiestan por:
hundimiento diferencial de una o varias partes del edificio
rotación al nivel de la base de la estructura, producida por condiciones de carga
excéntrica.
OBRAS DE REMODELACIÓN
No es difícil comprender que ésta sea una frecuente causa de fallos estructurales.
Pueden presentarse situaciones numerosísimas, pudiéndose señalar las siguientes:
Ampliación de la construcción con elevación de pisos adicionales, con el
consiguiente aumento de peso que puede no estar repartido uniformemente.
Adición/eliminación de tabiques de nuevos/viejos, que pueden crear situaciones
de carga concentrada y hundimiento de suelos, respectivamente.
Eliminación arcos o bóvedas, cuando éstos ejercen una función de contrarresto
mutuo con otros arcos o bóvedas
Aperturas de ventanas, pasajes, etc.
Por otra parte, la aparición de lesiones representa una advertencia de que las
cosas no funcionan según lo previsto. En cada caso, el juicio sobre su grado de
peligrosidad puede constituir un problema complejo, que puede ser resuelto por
personal experto tras un profundo análisis de los hechos.
Cesión de la cimentación
Si la cesión se concentra en una zona central del muro, se producen sistemas de
lesiones como las indicadas en la Figura ???, manifestándose la tendencia al
desprendimiento de una parte del muro. Si la cesión se concentra en una parte lateral
del muro, se produce un movimiento de rotación que genera lesiones más importantes
hacia las partes superiores del muro.
Apertura de un vano
Pueden producirse lesiones de dos tipos. En el muro suprayacente se produce
una situación similar a la de cedimiento de la cimentación. Más raro, aunque más
peligroso, es el desplazamiento de las jambas, debido a la concentración de los
esfuerzos compresivos discutida más arriba.
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Solicitaciones sísmicas
La acción de un terremoto puede ser concebida como la aplicación de fuerzas
horizontales que actúan en sentido contrario, generando una situación de cizalla. Esta
situación es oscilante, de manera que el sentido de las fuerzas horizontales cambia con
el tiempo (i.e., temblor).
En un esquema muy simplificado, se puede considerar que el muro es sometido a
dos esfuerzos diagonales, uno de tracción y otro de compresión, con direcciones
perpendiculares entre sí y ambos formando 45 º respecto de la vertical. La componente
de tracción produce por tanto una fisuración perpendicular a la dirección de la tracción
(paralela a la compresión) e inclinada aproximadamente a 45 º respecto de la vertical.
Cuando se invierte el sentido de las fuerzas horizontales, las direcciones de los
esfuerzos de compresión y tracción también cambian, por lo que se generan nuevas
fracturas por tracción que presentan una traza ortonormal (i.e., perpendicular) respecto
de la traza de las anteriores. Esto da lugar a sistemas de fracturas en cruz de San
Andrés.
Este tipo de fracturas se encontrará preferentemente entre vanos en los muros, ya
que es ahí donde se da una concentración de los esfuerzos de tracción.
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