Godelier, Maurice (1974). Economía, fetichismo y religión en las
sociedades primitivas. Siglo XXI de España Editores: Madrid.
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I. El pensamiento de Marx y Engels sobre las sociedades
primitivas: intento de balance crítico.
Godelier –antropólogo especialista en las sociedades pre-capitalistas–
intenta realizar un balance crítico de la evolución del pensamiento de Marx y Engels sobre las sociedades primitivas. No plantea una visión doctrinaria sino que abre la puerta hacia críticas una crítica interna al marxismo, que rescata los grandes aportes y sus transformaciones a lo largo de varias décadas de expansión investigativa, y se pregunta, en última instancia, sobre la fuerza de la validez de las propuestas teóricas decimonónicas a la luz de los novedosos descubrimientos y planteamientos científicos del siglo XX –de vigencias y caducidades. Entre tantos aspectos, se trata específicamente sobre las sociedades primitivas sin clases y la aparición del Estado y las clases sociales. Los problemas de la propiedad tribal, diferencias ciudad- campo y la desigualdad en el seno de las sociedades primitivas fueron planteados desde 1845 y se enriquecen sin cesar hasta 1884. Se concluye en algún punto que la vida social es el fundamento último en las formas y estructuras de los diversos modos de producción. Así, son, en principio, cuatro los modos de producción sociales que se plantean: la comunidad tribal, la comunidad greco-latina, la sociedad feudal y la sociedad burguesa. Esto es clave para rastrear el paso de la comunidad tribal a la civilización. Es respecto a esto que el pensamiento de Marx y Engels no se agota por décadas. En 1858, Marx descubre plusvalía y la formación del beneficio. Surge, pues, el planteamiento del problema de las condiciones históricas de la aparición del capitalismo y se constituye un nuevo esquema de evolución histórica. La propiedad común de la tierra y el trabajo en común resultan el punto de partida de la evolución de la formación económica de la sociedad. Y el origen de la sociedad se encuentra en relaciones basadas en el parentesco de sus miembros, con gran importancia del continente asiático, donde Marx y Engels giran sus miradas para ampliar su horizonte de sociedades primitivas –y es de ahí donde yace la idea del modo de producción asiático. Las sociedades pueden evolucionar en varias formas: 1) despotismo oriental, con la explotación de hombre por hombre pero sin romper viejas estructuras; y 2) el surgimiento de formas de propiedad que contradicen las primitivas pero que siguen sobre la misma base de organización tribal: la comunidad antigua reconoce derechos de propiedad privada junto a los derechos de posesión comunal de las tierras del Estado. Se constituye punto de partida de explotación del hombre por el hombre, y, al desarrollarse, destruyen las antiguas relaciones comunitarias y configuran el origen de las clases antagónicas y el Estado. De 1858 a 1877 se enriquecen los temas con el comienzo de la producción de la obra magma El Capital de Marx y el Anti-Dühring de Engels, mientras se hace análisis de la renta-impuesto, cuando el Estado es propietario de la tierra; y de las dos vías de transición al Estado: las formas despóticas y las formas occidentales basadas en forma de propiedad privada antigua y feudal, y sobre esclavitud o servidumbre. En 1883-1884 se descubre la obra de Morgan, que viene a transformar por completo el esquema de la historia primitiva. La perspectiva y balance críticos del pensamiento marxista “no consiste en «creerle« bajo palabra ni transformar sus hipótesis provisionales en dogmas eterno” (p.22). La importancia radica en la evolución de su pensamiento: su continuidad, ampliación y apertura a permanentes informaciones y problemas nuevos. La reflexión de Marx y Engels se permitía recoger elementos de las más diversas disciplinas, enriqueciéndolos, porque eran analizados a la luz del materialismo histórico y la economía política, revoluciones teóricas. Finalmente, todo resulta un gran avance de la reflexión sobre la historia primitiva: análisis de las comunidades agrícolas primitivas, del modo de producción asiático y de la existencia de varias vías de evolución a partir del comunismo primitivo hacia las sociedades de clase y Estado.
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IX. La «moneda de sal» y la circulación de mercancías en los
Baruya de Nueva Guinea.
A través de un caso tan ilustrativo como el de los Baruya de Nueva
Guinea es que Godelier se permite plantear, entre líneas, algunos preceptos de la circulación de mercancías en las sociedades primitivas: en principio, como formas primitivas de competencia mercantil, incorporando conceptos de la economía política. Frecuentemente, los objetos preciosos que se encuentran en las sociedades primitivas tienen una naturaleza doble, que cambia de función: mercantil y no mercantil, moneda o trueque para dar. Sin embargo, los objetos preciosos fueron despojándose, paulatinamente, de su carácter dominante de su objeto para dar y se han especializado de forma dominante como objetos de comercio. Respecto al análisis de la “moneda de sal” de los Baruya, resulta un objeto precioso, de una naturaleza particular, que entra, junto a la carne de cerdo, en las cosas para comer pero escasas y esenciales. Un objeto precioso no solo porque satisface una necesidad biológica esencial, sino porque se consume únicamente en los momento esenciales de la vida: iniciación, matrimonio, en el marco de las ceremonias y rituales. Tal es la importancia de la sal, que se encuentra ligada a los momentos más importantes de la vida de los individuos. Es un producto precioso porque solo puede realizarse con el trabajo de especialistas que poseen el saber técnico y el poder mágico – de alta importancia en las sociedades primitivas y la circulación mercantil– para su cristalización. Así, la sal, con el poder mágico, les permite superar los límites de sus recursos materiales impuestos por su ecología y su economía fáctica. La sal es mercancía y no mercancía: un objeto que producen para otros y un objeto que los miembros se dan entre sí. Sirve, es más, como el papel privilegiado de la moneda.