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Título: Juicio de alimentos en el Código Civil y Comercial


Autor: Guahnon, Silvia V.
Publicado en: LA LEY 25/03/2015, 25/03/2015, 1 - LA LEY2015-B, 758
Cita Online: AR/DOC/757/2015

Sumario: I. Introducción. - II. Reglas procesales comunes de los juicios de alimentos, cualquiera sea la
fuente de la obligación alimentaria. - III. Disposiciones especiales de acuerdo a las fuentes de la obligación
alimentaria. - IV. Palabras finales.

El Código sancionado introduce de modo expreso el modo de cumplimiento de la obligación alimentaria,


siendo la regla general la del pago de una renta en dinero en forma mensual, anticipada y sucesiva, aunque se
faculta a cumplirla de otro modo y asimismo a fijarla por períodos más cortos, siempre que existan razones
fundadas. De esta forma se incorpora una norma que abre la posibilidad de adecuar el modo de cumplimiento de
la obligación alimentaria a la situación real imperante, de acuerdo a las características del caso y a la situación
específica de cada familia.
I. Introducción.
La inminente entrada en vigencia del Código Civil y Comercial de la Nación (en adelante, CCCN), que se
produciría el 1° de agosto del año 2015 (según adelantamiento dispuesto por la ley 27.077), nos pone a quienes
operamos día a día con sus normas ante el desafío de tener que estudiar, interpretar y próximamente aplicar un
cuerpo normativo nuevo que es, ni más ni menos, que uno de los pilares sobre los que se asienta nuestro
derecho.
Y tal es la fuerza expansiva de dicho cuerpo que afecta y opera sobre terrenos y materias que, a primera vista
y a la luz de lo que disponen los artículos 75, inciso 12 y 121 de la Constitución Nacional, no deberían sufrir
modificaciones, como por ejemplo, la materia procesal.
Ahora bien, sin desconocer ni escapar a las discusiones sobre la validez constitucional o no de la inclusión
de normas de carácter procesal en un código de fondo (1), pero considerando que, a priori, no se produce
violación alguna de competencias legislativas —lo que eventualmente deberá constatarse en cada caso—, nos
proponemos en este trabajo efectuar una primera aproximación y estudio de cómo será el juicio de alimentos a
la luz del nuevo Código, principalmente, en las instituciones más relevantes y que habrían recibido
modificaciones, y en las innovaciones que se producirán.
Para un mejor orden expositivo, abordaremos en primer término cuestiones procesales comunes a todos los
juicios de alimentos —sea cual fuere la fuente de la obligación—, para luego exponer las particularidades que
presentarán tales juicios respecto de cada fuente de obligación en especial, con la necesaria aclaración de que
nos guía en este trabajo un criterio de mesura y prudencia, por la evidente dificultad que entraña la
interpretación de un cuerpo normativo totalmente nuevo, con principios y espíritu propios
II. Reglas procesales comunes de los juicios de alimentos, cualquiera sea la fuente de la obligación
alimentaria
a) Trámite y aspectos normativos.
Como ya adelantáramos, el Código Civil y Comercial de la Nación mantiene la inclusión de normas
procesales en materia alimentaria pero, al igual que su predecesor, no regula específicamente el juicio de
alimentos —puesto que ello sí sería de dudosa constitucionalidad—, sino que establece que "la petición de
alimentos tramita por el proceso más breve que establezca la ley local, y no se acumula a otra pretensión" (art.
543).
Si bien este artículo se encuentra ubicado en el Sección 1ª del Capítulo 2° del Título IV, referido a los
alimentos derivados del parentesco, entendemos que, a la luz de la línea interpretativa trazada por los artículos
1° y 2° del CCCN, resultará aplicable a todo proceso de alimentos cualquiera sea la fuente de la obligación
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alimentaria.
De acuerdo a ello, cada jurisdicción va a determinar el trámite procedimental aplicable al juicio de
alimentos, el que tiene que ajustarse al más breve que determine la legislación procesal local. Vale decir que la
mayoría de las provincias y la Ciudad de Buenos Aires lo regulan como un proceso especial que, si bien es un
verdadero proceso de conocimiento, se encuentra abreviado en el trámite por la naturaleza de la obligación y los
intereses y derechos que se tutelan mediante la pretensión alimentaria.
Destacamos, con referencia a lo dicho párrafos arriba, que no existe en el nuevo Código, salvo el caso de los
artículos 432, última parte, 586 (con respecto a los alimentos provisorios en juicios de filiación) y 670
indirectamente, disposiciones expresas que establezcan la aplicación subsidiaria y/o en lo pertinente  a normas
relacionadas con determinada obligación alimentaria junto a otras vinculadas a otras fuentes de obligación
alimentaria; aunque sería prudente una inclusión de tal tipo para evitar lagunas en algunos temas o disparidad de
soluciones, quizá, a fin de cuentas, ello resulte innecesario por el modo en cómo los artículos 1° y 2° mandan
interpretar la ley.
De este modo, además de tener en cuenta la finalidad de la norma (art. 1°), se debe interpretar la ley
teniendo en cuenta, entre otros aspectos, las leyes análogas, y los principios y valores jurídicos, de modo
coherente con todo el ordenamiento (art.2). Así, entendemos, el nuevo Código sabiamente casi cierra la
posibilidad de que existan lagunas normativas, lo que en el caso significa que, en lo pertinente y en lo que no
fuere incompatible, podrá recurrirse a normas de las distintas fuentes alimentarias.
b) Retroactividad
Una de las modificaciones de gran importancia en los juicios de alimentos se produce con respecto a la
retroactividad de la sentencia que los determina.
En efecto, a partir de lo dispuesto por los artículos 548 CCCN referido a los alimentos entre parientes y 669
vinculado a los alimentos derivados de la responsabilidad parental (2), los alimentos se deben desde el día de la
interposición de la demanda o desde la mediación en el ámbito de la Nación (lo que no traería en principio
modificaciones con el régimen actual) o desde la interpelación al obligado por medio fehaciente, siempre que la
demanda se presente dentro de los seis meses de la interpelación, aspecto éste último que constituye una
verdadera novedad.
Entendemos que la interpelación por medio fehaciente puede estar dada por la remisión de un telegrama
colacionado, de una carta-documento, de un acta notarial, del requerimiento de mediación (siempre que la
pretensión conste en el objeto del acta labrada por el Mediador) o, en definitiva, de cualquier medio fehaciente
de notificación, lo que por lo pronto nos indica que no tiene tal virtualidad una nota escrita, un correo
electrónico o cualquier documento electrónico que no contenga firma digital (arg. art. 288, segundo párrafo
CCCN), etc.
Adviértase que la retroactividad que imponen las normas citadas operará siempre y cuando se inicie la
demanda —o, al menos en el ámbito nacional también la mediación (conf. art. 644 del Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación —en adelante CPCCN—, luego de la reforma de la ley 26.589)—, dentro del plazo de
seis meses desde la interpelación, lo que configuraría una suerte de plazo de caducidad, que en nuestra opinión,
tendría su justificación tal vez en la finalidad de evitar el engrosamiento de las liquidaciones en caso de que el
acreedor alimentario dilatara la iniciación del proceso de alimentos respectivo. Debe resaltarse que el trascurso
del plazo antedicho sin promover la demanda o iniciar el trámite de mediación (3) no impide de ningún modo
que la parte inicie el proceso; la única consecuencia que tendrá es la pérdida (caducidad) del derecho a reclamar
la retroactividad que indica la norma, es decir, y como lo indica el artículo 2.566, extingue el derecho (a la
retroactividad) no ejercido.
Vale decir que se utiliza en este trabajo el término "retroactividad" tal y como se prevé en el texto del nuevo
Código, aunque bien cabe señalar que lo es en un sentido impropio puesto que la sentencia lo que en rigor hace
es declarar la existencia o nacimiento del derecho o crédito, desde el momento antes referido.
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c) Incumplimiento de la obligación alimentaria


Previamente, y antes de adentrarnos al incumplimiento de la obligación alimentaria, se advierte que el
Código sancionado introduce de modo expreso el modo de cumplimiento de la obligación alimentaria, siendo la
regla general la del pago de una renta en dinero en forma mensual, anticipada y sucesiva, aunque se faculta a
cumplirla de otro modo y asimismo a fijarla por períodos más cortos, siempre que existan razones fundadas
(conf. art. 542 CCCN).
De esta forma se incorpora una norma que abre la posibilidad de adecuar el modo de cumplimiento de la
obligación alimentaria a la situación real imperante, de acuerdo a las características del caso y a la situación
específica de cada familia.
En cuanto al grave problema del incumplimiento de la obligación alimentaria, el Código sancionado
incorpora normas específicas para paliar el perjuicio que ello acarrea a los beneficiarios.
Es así que específicamente se establece en los artículos 551 y 552, por un lado, la responsabilidad solidaria
de quien no cumple con la orden judicial de retención de haberes o —pareciera, según la redacción de la norma
— de cualquier otro crédito a favor del deudor alimentario, conforme lo hubiera ordenado el juez; por el otro, se
prevé la fijación de intereses que se devengarán por las sumas debidas, en la tasa más alta que cobren los bancos
a sus clientes, como se dirá más adelante.
En cuanto al primero de los supuestos explicitados (responsabilidad solidaria del encargado de retener y
depositar la suma ordenada por el juez), se recoge lo que viniéramos sosteniendo (4), pues no se puede frustrar
el derecho alimentario como consecuencia, no sólo del incumplimiento del deudor alimentario sino también del
aquellos que están obligados a la retención y depósito de la cuota alimentaria.
De esta forma responde por incumplimiento el deudor alimentario y también y en forma solidaria (régimen
de los artículos 827 a 843del CCCN), aquellos que no cumplan con la orden judicial de retención y/o depósito
de los salarios o parte de ellos, de sus dependientes. Ello, pues dicho incumplimiento se puede deber asimismo a
la connivencia entre los alimentantes y los responsables de las firmas o empresas requeridas.
Vale aclarar que esta responsabilidad se prevé más allá de las multas o sanciones conminatorias que a su vez
pueda imponer el juez a las personas y/o entidades requeridas como consecuencia del incumplimiento de una
orden judicial y precisamente para constreñirlas a cumplir, como se verá luego, o de las consecuencias que
pueda acarrear tal conducta en orden al delito de desobediencia en materia penal.
Con relación a la tasa de interés que devengarán las cuotas, se fija una tasa legal equivalente a la más alta
que cobren los bancos a sus clientes según las reglamentaciones del Banco Central, a la que se puede adicionar
la que el juez fije según las circunstancias del caso.
Pareciera que la finalidad de la norma en cuestión es, por una parte, unificar la tasa de interés que venía
siendo fijada de un modo dispar en la jurisprudencia nacional y provincial, entre sí y entre ellas; por la otra,
disuadir el incumplimiento, agravándose sus consecuencias al engrosar el crédito alimentario con tal tasa de
interés; finalmente, y aunque estimamos que esta es una finalidad secundaria, que en períodos inflacionarios, la
tasa sea retributiva por la imposibilidad del disponer el capital (además de moratoria).
Más allá de lo expuesto hasta aquí, el artículo 553, de un modo amplio, deja librado al arbitrio judicial otras
medidas para asegurar el cumplimiento de la obligación alimentaria, disponiendo: "Otras medidas para asegurar
el cumplimiento. El juez puede imponer al responsable del incumplimiento reiterado de la obligación
alimentaria medidas razonables para asegurar la eficacia de la sentencia".
Sobre esta norma, merecen realizarse las siguientes apreciaciones.
En primer lugar, se hace mención de incumplimientos reiterados, por lo que no bastaría un solo
incumplimiento para su aplicación; es decir, podríamos considerar a esta norma subsidiaria (o, depende el caso,
complementaria) de todo el otro abanico de medidas expresamente previstas para tales fines.
En segundo lugar, no se tratan de sanciones o castigos para el incumplidor, sino de medidas, que propendan
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a efectivizar o facilitar el cumplimiento de la sentencia dictada.


En tercer lugar, a pesar de referirse al incumplimiento reiterado de "la obligación alimentaria" a secas, puede
ser comprensiva de los alimentos provisorios.
Finalmente, entendemos que entre estas medidas razonables se encontrarían la imposición de sanciones
conminatorias (también denominadas "astreintes"), la inscripción del alimentante en los Registros de Deudores
Alimentarios Morosos (leyes 269 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y sus correlativas provinciales), hasta
en algún supuesto excepcional y grave, la prohibición de salida del país del incumplidor por tiempo limitado (5).
Con relación a las sanciones conminatorias, y más allá de su discusión en cuanto a su naturaleza procesal o
de fondo y a que generalmente se encuentran previstas en los Código Procesales (v. gr., art. 37 CPCCN y
analógicas en los Códigos Procesales provinciales) el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación las regula
en el artículo 804 y salvo un leve cambio en la redacción, de un modo idéntico al artículo 666 bis del Código
Civil, pero con una importante salvedad que fuera introducida por el Poder Ejecutivo al momento de remitir el
Proyecto al Congreso de la Nación y que, en esta materia, tendría trascendencia por ejemplo, en caso de que un
juez ordenara a una autoridad pública (Estado Nacional, Provincial, Municipal, ente centralizado o
descentralizado, etc.) que retuviera y depositara a la orden del Tribunal un porcentaje del salario del deudor
alimentario —o algún crédito a su favor— y ésta fuere reticente en cumplir o, lisa y llanamente, incumplidora.
En tal caso, el último párrafo del artículo 804 citado dispone que "la observancia de los mandatos judiciales
impartidos a las autoridades públicas se rige por las normas propias del derecho administrativo".
d) Medidas cautelares. Alimentos provisorios
El nuevo Código Civil y Comercial en esta materia recepta los caracteres propios y específicos de las
medidas cautelares en este tipo de procesos, adoptando un criterio de amplitud y flexibilidad para su adopción,
criterios que también son dispuestos en líneas generales en los artículos 705 y siguientes.
En este sentido, se incorpora una norma que expresamente habilita la solicitud y disposición de medidas
cautelares para asegurar el pago de alimentos futuros (es decir los que aún no fueron fijados), lo que modifica el
criterio general imperante en la jurisprudencia, que establecía el carácter restrictivo para su dictado (6).
El artículo 550 establece: "Puede disponerse la traba de medidas cautelares para asegurar el pago de
alimentos futuros, provisionales, definitivos o convenidos. El obligado puede ofrecer en sustitución otras
garantías suficientes".
De esta forma, cualquiera haya sido el origen de la deuda alimentaria —se trate de alimentos futuros,
provisionales, alimentos establecidos en la sentencia definitiva o alimentos convenidos—, se puede asegurar su
eficacia por medio de distintas medidas cautelares como el embargo preventivo sobre bienes o ingresos del
demandado, inhibición general de bienes, designación de un interventor judicial, entre otras, previstas en los
códigos procesales, todas estas medidas de carácter netamente instrumental para asegurar, como dijéramos, la
eficacia de la resolución provisoria o definitiva (objeto inmediato de la pretensión) y el objeto mediato de la
pretensión, es decir, los alimentos en sí (en especie o en sumas de dinero).
Su procedencia no será automática, sino que deberán acreditarse los presupuestos clásicos (o particulares de
las medidas cautelares en el derecho de familia) (7) de tales medidas cautelares, esto es, la verosimilitud del
derecho y el peligro en la demora. En cuanto a la contracautela, entendemos que, atendiendo al carácter de la
obligación que tiende a asegurar, en principio no sería exigible —al menos no con carácter real o personal.
Atendiendo al carácter mutable y/o sustituible de las medidas cautelares, se incorpora expresamente la
posibilidad para el deudor de ofrecer otras garantías en sustitución de las medidas ordenadas aunque,
agregamos, siempre que se cumpla con la función de garantía a la que están destinadas (conf. art. 203 del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación).
En cuanto a los alimentos provisorios, el artículo 544 dispone: "Desde el principio de la causa o en el
transcurso de ella, el juez puede decretar la prestación de alimentos provisionales, y también las expensas del
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pleito, si se justifica la falta de medios."


Esta norma se refiere a los alimentos provisorios durante el juicio de alimentos, de manera similar a como lo
hace el artículo 375 del Código Civil, y si bien —como también ocurre con esta última norma— se encuentra
ubicada en el Capítulo dedicado a los alimentos derivados del parentesco, como dijéramos "supra", se aplica a
todo juicio de alimentos cualquiera fuere la fuente de la obligación, máxime cuando el artículo 721 ("Medidas
provisionales relativas a las personas en el divorcio y en la nulidad del matrimonio"), establece en el inciso d)
que el juez puede, especialmente, "disponer un régimen de alimentos y ejercicio y cuidado de los hijos conforme
con lo establecido en el Título VII del Libro II,, es decir, conforme al título que regula la Responsabilidad
parental. También se establece que se podrán imponer las expensas del pleito, sólo si se justifica la falta de
medios.
Por otra parte, se incorporan expresamente en el nuevo Código dos institutos de gran trascendencia, que ya
venían siendo admitidos por la jurisprudencia.
Uno de ellos, se refiere a los alimentos provisorios en los juicios de filiación respecto del hijo
extramatrimonial no reconocido (arts. 586 y 664) (8), y el otro a los alimentos provisorios que puede solicitar la
mujer embarazada (art. 665) (9).
Así, cuando se reclaman alimentos provisorios antes o durante el juicio de filiación (10), el legitimado activo
sería el hijo extramatrimonial presuntamente no reconocido, por si o por medio de sus representantes, con la
representación promiscua y necesaria del Defensor de Menores e Incapaces; y para su procedencia aquí sí se
exigirá la acreditación sumaria de la verosimilitud del derecho invocado
Ahora bien, si los alimentos provisorios se fijan con anterioridad a la demanda de filiación, están sujetos a
un plazo de caducidad que fijará el juez al disponerlos, lo que significa que de no iniciarse la acción en ese
plazo, cesará automáticamente la cuota provisoria fijada.
También, como adelantáramos, y siguiendo los lineamientos del moderno derecho comparado (11) y de las
leyes de protección de los derechos de los niños, niñas y adolescentes (arts. 18 y 37, inciso c)de la ley 26.061),
el nuevo Código prevé que la mujer embarazada está legitimada para reclamar alimentos al progenitor presunto,
debiendo acreditar la verosimilitud del derecho invocado mediante la información sumaria de la filiación
alegada, la que —estimamos— podrá estar orientada a la acreditación de la convivencia de aquella con el
presunto progenitor al momento de la concepción, mediante testigos, documentos y/o informes.
e) Incidentes de modificación o cesación de cuota alimentaria
Al igual que con el juicio de alimentos, el artículo 554, último párrafo, dispone que "la pretensión de cese,
aumento o reducción de los alimentos tramita por el procedimiento más breve que prevea la ley local".
Es importante señalar que a diferencia del juicio de alimentos que cuenta, como dijéramos, con un trámite
especial de procedimiento, estos procesos de modificación de cuota alimentaria se sustancian por las normas de
los incidentes (conf. art. 650 del CPCCN), salvo que existiera un procedimiento más breve en la legislación
procesal local.
f) Cuestiones probatorias. La carga de la prueba
El artículo 710 del nuevo Código establece: "Principios relativos a la prueba. Los procesos de familia se
rigen por los principios de libertad, amplitud y flexibilidad de la prueba. La carga de la prueba recae, finalmente,
en quien está en mejores condiciones de probar".
Se recepta de este modo el principio de "favor probationes" que significa que, en casos de objetivas dudas en
torno a la producción, admisión, conducencia o eficacia de las pruebas, habrá de estarse por un criterio amplio
en favor de ella (12), máxime en juicios como el de alimentos donde, como se ha dicho, si no es posible
acreditar el caudal económico del alimentante, mediante la prueba directa de sus haberes, debe estarse a lo que
resulta de las pautas que permiten una apreciación de su capacidad patrimonial, a través de sus actividades,
forma y medios de vida; además, las presunciones e indicios en punto a la entidad de los ingresos del
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alimentante deben considerarse con un criterio amplio y favorable a las aspiraciones legítimas de la parte
reclamante (13).
Por otra parte, la norma citada al comienzo consagraría la figura de las "cargas dinámicas" en virtud de la
cual, si bien ambas partes deben llevar a consideración del juzgador la prueba sobre la verdad de sus
argumentos, dicha carga se encuentra en mayor grado en cabeza de la parte que cuenta con mayores elementos
materiales para hacerlo (14) o que se encuentra en mejores condiciones de probar determinado hecho (15). Ello,
en los procesos de familia produciría una atemperación del principio contenido en el artículo 377 CPCCN (16).
No obstante, es menester recalcar que ello no exime a la parte "ab initio" del esfuerzo probatorio o al menos
de la intención de probar, aspecto que tiene suma importancia en materia de valoración de su conducta en el
proceso (art. 163, inciso 5°, tercer párrafo del CPCCN); en otras palabras, las partes igualmente deben intentar
probar los presupuestos de hecho de las normas en las que fundan sus pretensiones, pues la valoración de quién
estaba en mejores condiciones de probar será algo que el juez eventualmente efectuará al momento de resolver y
en base a todos los elementos reunidos y los que, precisamente, no pudieron reunirse por imposibilidad o
dificultad probatoria, marcándose de este modo una notoria diferencia con el supuesto contemplado en los
artículos 1.734 y 1.735, en cuanto a la carga de la prueba de los factores de atribución de la responsabilidad
civil.
En el caso del juicio de alimentos, en no pocos supuestos las normas exigen la prueba cabal de determinado
hecho o directamente ponen la actividad probatoria a cargo de una parte, como sucede por ejemplo con los
supuestos del artículo 545, 663, último párrafo o 668, segunda parte. En estos casos, deberá afinarse el análisis y
tener muy en cuenta las circunstancias del caso para ajustar el campo de aplicación de la teoría de las cargas
dinámicas que consagra el artículo 710 del CCCN.
Por último, el artículo 711 dispone que "Los parientes y allegados a las partes pueden ser ofrecidos como
testigos.
Sin embargo, según las circunstancias, el juez está facultado para no admitir la declaración de personas
menores de edad, o de los parientes que se niegan a prestar declaración por motivos fundados".
g) Intervención del demandado en el proceso. Advertencia sobre determinados supuestos.
Aunque evidentemente resulta prematuro sentar criterios rígidos en la materia, no podemos dejar de llamar
la atención sobre una cuestión que nos parece fundamental.
Y es que, evidentemente el proceso de alimentos en el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación
(artículos 638 y siguientes), ha sido previsto como un proceso especial y abreviado, por la naturaleza de la
pretensión que allí se ventila: esto es, la prestación alimentaria.
De tal modo, y en concordancia con la normativa de fondo (Código Civil y leyes complementarias), se
estableció un proceso donde la intervención del demandado es sumamente restringida, no sólo en virtud de la
etapa en la que interviene (v.gr., directamente en la audiencia preliminar y quizá con la prueba de la parte actora
produciéndose —art. 639, primera parte del CPCCN-), sino también por las limitadas facultades procesales que
se le otorgan para controvertir la pretensión de la actora (como regla, sólo puede demostrar la falta de título o
derecho de quien pretende los alimentos, así como la situación patrimonial propia o de la parte actora —art. 643,
primer párrafo-) y para probar los hechos por él invocados (en principio, sólo puede acompañar prueba
instrumental y solicitar informes cuyo diligenciamiento no podrá postergar, en ningún caso, el plazo fijado en el
artículo 644 del Código Procesal).
Por tal razón, la doctrina y la jurisprudencia siempre se han preocupado por buscar un equilibrio entre la
celeridad que debe guiar la pretensión que se deduce y el derecho de defensa en juicio del demandado (17), que
también tiene anclaje constitucional (art. 18), propiciando una intervención más amplia, con mayores
posibilidades de controvertir la pretensión de la actora y de ofrecer otros medios probatorios, con el límite de no
desnaturalizar el sistema previsto.

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Vale decir que a las razones dadas, cabe agregar la premisa fundamental que permite instaurar un proceso de
ese tipo: la poca probabilidad de controversia del título de quien reclama. En otras palabras, el título del
reclamante estará dado, salvo casos excepcionales, por alguna partida que acredite la calidad de hijo, pariente,
cónyuge, entre muchos otros supuestos, más allá de que después deberá acreditarse el monto, y en algunos casos
algún otro u otros presupuestos (v. gr., la necesidad del alimentado en el caso del reclamo contra parientes, o en
los alimentos de toda necesidad del artículo 209 del Código Civil de Vélez).
Así las cosas, el nuevo Código prevé algunos supuestos en los cuales la escasa intervención que el Código
procesal le impone al demandado, podría resultar violatoria de su derecho de defensa en juicio, teniendo en
cuenta que el título de quien reclama no sería tan incontrovertible; y aun cuando así no fuera, los presupuestos
de hecho que debe probar el demandado —por el sólo hecho de ser demandado—, conllevan cierta dificultad
probatoria que no podría ser llevada a cabo con las facultades que le otorga el artículo 643 del Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación, ni tampoco con las mayores facultades que le suelen reconocer la doctrina y la
jurisprudencia antes referida.
Nos referimos particularmente a los supuestos de los artículos 434, inciso b) (alimentos posteriores al
divorcio que solicita un ex cónyuge al otro), 666 (cuidado personal compartido) y 676 (reclamo al progenitor
afín), donde deberá estudiarse cuidadosamente la cuestión a fin de contemplar y preservar del mejor modo
posible todos los derechos en juego.
III. Disposiciones especiales de acuerdo a las fuentes de la obligación alimentaria
Sentado lo expuesto en cuanto a las cuestiones comunes a todos los juicios de alimentos, nos referiremos
seguidamente a las disposiciones procesales específicas de acuerdo a las distintas fuentes de obligación
alimentaria, aclarándose desde ya que, si bien lo que hace a la reforma de fondo en materia alimentaria excede
ampliamente el marco de este trabajo (que versa sobre los aspectos procesales), para un mejor entendimiento de
la temática se hará una somera referencia a ella, detallando brevemente el contenido y los presupuestos básicos
de cada fuente de obligación alimentaria.
a) Alimentos derivados del matrimonio.
Estos alimentos están previstos expresamente en el art. 432 que dispone: "Los cónyuges se deben alimentos
entre sí durante la vida en común y la separación de hecho. Con posterioridad al divorcio, la prestación
alimentaria sólo se debe en los supuestos previstos en este Código, o por convención de las partes. Esta
obligación se rige por las reglas relativas a los alimentos entre parientes en cuanto sean compatibles."
De acuerdo a ello, en lo que hace a los alimentos entre cónyuges y ex cónyuges podemos hablar de dos
etapas o períodos:
-Durante el matrimonio y la separación de hecho
El Código Civil y Comercial de la Nación, a diferencia del Código Civil, define expresamente el régimen
que tendrá la obligación alimentaria entre cónyuges durante la separación de hecho y hasta el divorcio.
En este sentido, sujeta dicha obligación a los mismos presupuestos y alcances que la originada durante la
vida conyugal (arts. 432 y 433) —las que se regirán por el principio de igualdad entre los cónyuges (18) e
incorpora pautas orientadoras para su fijación en los casos en que proceda.
Así, el artículo 433 CCCN establece: "Pautas para la fijación de los alimentos. Durante la vida en común y
la separación de hecho, para la cuantificación de los alimentos se deben tener en consideración, entre otras, las
siguientes pautas: a) el trabajo dentro del hogar, la dedicación a la crianza y educación de los hijos y sus edades;
b) la edad y el estado de salud de ambos cónyuges; c) la capacitación laboral y la posibilidad de acceder a un
empleo de quien solicita alimentos; d) la colaboración de un cónyuge en las actividades mercantiles, industriales
o profesionales del otro cónyuge; e) la atribución judicial o fáctica de la vivienda familiar; f) el carácter
ganancial, propio o de un tercero del inmueble sede de esa vivienda. En caso de ser arrendada, si el alquiler es
abonado por uno de los cónyuges u otra persona; g) si los cónyuges conviven, el tiempo de la unión
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matrimonial; h) si los cónyuges están separados de hecho, el tiempo de la unión matrimonial y de la separación;
i) la situación patrimonial de ambos cónyuges durante la convivencia y durante la separación de hecho.
El derecho alimentario cesa si desaparece la causa que lo motivó, el cónyuge alimentado inicia una unión
convivencial, o incurre en alguna de las causales de indignidad".
-Posteriores al divorcio
Este caso en rigor se trata de los alimentos posteriores al dictado de la sentencia de divorcio que es la que
disuelve el vínculo (conf. art. 435, inciso c) CCCN). A partir de allí, sólo se deben alimentos en dos supuestos:
a) A favor de quien padece una enfermedad grave preexistente al divorcio que le impide autosustentarse; y b) A
favor de quien no tiene recursos suficientes ni posibilidad de procurárselos. En este supuesto la obligación no
puede tener una duración mayor que el número de años del matrimonio y no procede a favor del que recibe la
compensación económica (conf. art. 434).
No resulta ocioso resaltar que ésta última figura (compensaciones económicas), cuyos recaudos de
procedencia se encuentran previstos en los artículos 441 y 442 CCCN (19), constituye una obligación que, si
bien presenta algunas semejanzas con la obligación alimentaria, tiene distinta naturaleza y debe ser
cuidadosamente diferenciada, para evitar equívocos (20).
Ahora bien, retomando la línea de análisis, dispone el artículo 434 del CCCN: "Las prestaciones
alimentarias pueden ser fijadas aun después del divorcio:
a) A favor de quien padece una enfermedad grave prexistente al divorcio que le impide autosustentarse. Si el
alimentante fallece, la obligación se transmite a sus herederos.
b) A favor de quien no tiene recursos propios suficientes ni posibilidad razonable de procurárselos. Se tienen
en cuenta los incisos b), c) y e) del artículo 433. La obligación no puede tener una duración superior al número
de años que duró el matrimonio y no procede a favor del que recibe la compensación económica del artículo 441
En los dos supuestos previstos en este artículo, la obligación cesa si: desaparece la causa que la motivó, o si
la persona beneficiada contrae matrimonio o vive en unión convivencial, o cuando el alimentado incurre en
alguna de las causales de indignidad.
Si el convenio regulador del divorcio se refiere a los alimentos, rigen las pautas convenidas."
De acuerdo a lo dispuesto en la norma citada no existiría obligación alimentaria del ex cónyuge a favor del
que recibe una compensación económica sólo en el supuesto del inc. b), es decir cuando el ex cónyuge no tiene
recursos propios suficientes ni posibilidad de procurárselos, por lo que a "contrario sensu" nada impediría que se
peticionara y fijara una cuota alimentaria a favor de quien padece una enfermedad grave preexistente aunque
reciba una compensación económica.
En la faz procedimental, entendemos que el pedido de alimentos tramitará por las normas del juicio de
alimentos, con las modificaciones generales ya descriptas en el punto II de este trabajo.
La vía procesal para declarar el cese de la obligación alimentaria será, a la luz de lo dispuesto por el artículo
554, último párrafo —aplicable por la remisión efectuada por el artículo 432, segundo párrafo, ambos del CCCN
—, y como se dijera más arriba, la incidental, en donde se tendrán que invocar y acreditar las circunstancias de
cese apuntadas precedentemente.
c) Alimentos derivados de la responsabilidad parental.
En esta materia se registran numerosas e importantes modificaciones, tanto sustanciales como procesales
con respecto al régimen actual, las que iremos analizando en el presente acápite en forma general, refiriéndonos
luego a su influencia en los procesos alimentarios y específicamente en cuanto a la legitimación.
- Cuestiones generales
Se mantiene como regla general que ambos progenitores tienen la obligación de alimentar a sus hijos hasta
los 21 años (art. 658 CCCN) —es decir, aunque sean éstos mayores de edad en los términos del artículo 25 del
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nuevo Código—, salvo que el obligado acredite que el hijo mayor de 18 años cuenta con recursos suficientes
para proveérselos por sí mismo.
La referencia al obligado pareciera apuntar al progenitor o al pariente que tuviera el deber alimentario, y no
al alimentado, lo que a primera vista supondría modificar el criterio del artículo 265 del Código Civil de Vélez
Sarsfield (texto según ley 26.579), que en expresión poco feliz, prevé que el propio hijo puede acreditar que
cuenta con recursos suficientes, supuesto casi inaplicable en la práctica. No obstante, no se descarta ni que el
hijo pueda participar en el proceso —ya sea en calidad de tercero adhesivo simple o litisconsorcial—
defendiendo la postura de cualquiera de los progenitores. Obviamente, ello no es habitual en la práctica, ni
tampoco es deseable.
La obligación alimentaria que prevé el artículo 658 citado (es decir, la derivada de la responsabilidad
parental), es amplia, lo que significa que comprende la satisfacción de las necesidades de los hijos de
manutención, educación, esparcimiento, vestimenta habitación, asistencia, gastos de enfermedad, agregándose
expresamente los gastos necesarios para adquirir una profesión u oficio, rubro que no se encontraba previsto en
el artículo 267 del Código de Vélez.
Una modificación de gran trascendencia prevista por el artículo 663 del nuevo Código, que ya venía siendo
admitida por la jurisprudencia, es la extensión de la obligación alimentaria de los progenitores respecto del hijo
mayor que se capacita hasta los 25 años, siempre que la prosecución de los estudios o la preparación profesional
de un arte u oficio le impida a aquél proveerse de los medios necesarios para sostenerse independientemente. El
reclamo, podrá efectuarlo el hijo o el progenitor con quien convive, pero siempre debiendo acreditar la
viabilidad del pedido.
Vale decir que, al no aclarárselo (sólo se refiere a la obligación de proveer "recursos"), el contenido sería el
que dispone el artículo 659 antes referido, más allá de que habrá que ponderar la edad del beneficiario y la
mayor o menor entidad de lo que fuera que le impide proveerse los recursos por sí mismo.
En todos los supuestos mencionados se establece que los alimentos pueden consistir en prestaciones
monetarias o en especie y deben ser proporcionales a las necesidades de los alimentados y las posibilidades
económicas de los obligados al pago (art. 659, segunda parte).
El nuevo Código también aquí recepta un consolidado criterio jurisprudencial, estableciendo expresamente
en el artículo 660, que las tareas cotidianas que realiza el progenitor que ha asumido el cuidado personal del hijo
tienen un valor económico y constituyen un aporte a la manutención.
- Supuesto del cuidado personal compartido
También, y en consonancia con el nuevo régimen de responsabilidad parental, en el artículo 666 se
establece, para el supuesto de cuidado personal compartido con la modalidad alternada (previsto en los artículos
650, 651 y siguientes del CCCN), que si ambos progenitores cuentan con recursos equivalentes, cada uno debe
hacerse cargo de la manutención del hijo cuando está bajo su cuidado, pero si los recursos no son equivalentes,
entonces el que cuenta con mayores ingresos debe pasar alimentos al otro, de modo tal que el hijo pueda
mantener el mismo nivel de vida en ambos hogares, debiendo los gastos comunes ser solventados por ambos
progenitores, de acuerdo a su condición y fortuna.
De acuerdo con este texto, entonces, aunque el cuidado personal del hijo sea compartido y por tiempo
similar, podrá un progenitor iniciar reclamo alimentario contra el otro en caso de que éste último contara con
mayores recursos, debiendo en el proceso acreditar que éstos no son equivalentes. Cabe destacar que la norma
en ningún momento menciona la necesidad como presupuesto del otorgamiento de la cuota, sino la falta de
equivalencia, precisamente porque tiene como finalidad que el hijo mantenga el estilo de vida en ambo hogares.
Adelantamos que, quizá adrede, no se define a qué se refiere la norma citada con la palabra "recursos", por
lo que aquí, como en tantas otras cosas, serán la práctica, la doctrina y la jurisprudencia las que irán delineando
su campo de aplicación.

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- La obligación del progenitor afín.


Como verdadera novedad se incorpora en el nuevo Código la figura del progenitor afín, que es el "cónyuge o
conviviente que vive con quien tiene a su cargo el cuidado personal del niño o adolescente" (art. 672 CCCN).
Entre los diversos deberes que se le imponen al progenitor afín (algunos de ellos enumerados en el artículo
673), se encuentra el alimentario, previsto por el artículo 676.
No obstante, es preciso resaltar que la obligación alimentaria del progenitor afín tiene carácter subsidiario, y
cesa en los casos de disolución del vínculo conyugal o ruptura de la convivencia (art. 676) (21).
Más allá de que no se especifica el contenido de la obligación, es de suponer por la ubicación de la norma
dentro del Título VII ("Responsabilidad parental"), que es el amplio que establece el artículo 659.
Por otra parte, y a pesar de que se indica su carácter subsidiario, no se precisa respecto de qué obligado es
subsidiaria, lo que reviste importancia a los efectos de establecer los grados de coparticipación. Entendemos que
esta obligación es subsidiaria de la de los progenitores, y que tendrá entonces igual rango que la de los
ascendientes de los progenitores (v. gr., abuelos), más allá de la diversidad de contenido entre una y otra, toda
vez que el artículo 668 remite al Título del parentesco a los fines de evaluar los presupuestos y el contenido de
la cuota, y como dijéramos la del progenitor afín pareciera remitir a la derivada de la responsabilidad parental.
- Legitimación activa
En cuanto a la legitimación activa para iniciar o continuar un juicio de alimentos cuya fuente es la
responsabilidad parental, deben distinguirse tres situaciones.
La primera, el reclamo de alimentos a favor de un menor de 18 años, que lo pueden hacer por medio de sus
representantes legales, o por sí cuando cuente con edad y grado de madurez suficiente —de acuerdo a los
criterios de capacidad progresiva (22)—, aunque siempre con asistencia letrada; subsidiariamente, puede ser
iniciado por cualquiera de los parientes o por el Ministerio Público.
En este sentido, dispone el artículo 661 del nuevo Código: "El progenitor que falte a la prestación de
alimentos puede ser demandado por:
a) el otro progenitor en representación del hijo;
b) el hijo con grado de madurez suficiente con asistencia letrada;
c) subsidiariamente, cualquiera de los parientes o el Ministerio Público".
La segunda, el reclamo de alimentos a favor del hijo mayor de edad, materia sobre la cual se introdujeron
importantes modificaciones. En efecto, se establece expresamente que el progenitor conviviente tiene
legitimación para solicitar alimentos hasta que el hijo cumpla 21 años, pudiendo no sólo iniciar el proceso sino
también continuarlo en caso de que durante el transcurso del mismo alcanzare la mayoría de edad.
Adviértase que según la nueva norma sancionada no sólo el hijo mayor de dieciocho años y menor de 21
años tiene legitimación para iniciar un juicio de alimentos contra su progenitor, sino que también el progenitor
con quien el hijo convive está habilitado para iniciar el proceso o continuarlo con la conformidad de éste o no.
Así, dispone el artículo 662 que "El progenitor que convive con el hijo mayor de edad tiene legitimación
para obtener la contribución del otro hasta que el hijo cumpla veintiún años. Puede iniciar el juicio alimentario
o, en su caso, continuar el proceso promovido durante la minoría de edad del hijo para que el juez determine la
cuota que corresponde al otro progenitor. Tiene derecho a cobrar y administrar las cuotas alimentarias
devengadas. Las partes de común acuerdo, o el juez, a pedido de alguno de los progenitores o del hijo, pueden
fijar una suma que el hijo debe percibir directamente del progenitor no conviviente. Tal suma, administrada por
el hijo, está destinada a cubrir los desembolsos de su vida diaria, como esparcimiento, gastos con fines
culturales o educativos, vestimenta u otros rubros que se estimen pertinentes"
El problema se puede suscitar si el hijo mayor de edad no quiere iniciar el proceso contra su progenitor no
conviviente y el conviviente lo inicia.
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Creemos que aquí deben efectuarse algunas consideraciones.


De lo dispuesto por los artículos 646, inciso a), 658, primer párrafo, 660, 661, 662 y 666, se desprende que
inicialmente la obligación de alimentos recae sobre ambos progenitores y en partes iguales; que el progenitor
que tiene a su cargo el cuidado personal o, en mejores términos, que convive con el hijo, realiza una tarea que
por sí misma tiene un valor económico, más allá de que es probable (depende el caso) que también sea quien
solvente la mayoría de las actividades y gastos cotidianos; que esto último determina que se le otorgue la
legitimación para el reclamo judicial de alimentos; y que todo ello será así, salvo que con respecto al hijo mayor
de edad se demuestre que cuenta con recursos suficientes para proveérselos por sí mismo.
De lo expuesto, se deduce que el progenitor conviviente, en principio, reclamaría por un derecho propio —
aunque el beneficiario final fuera el hijo—, lo que significa un derecho a exigir la contribución del otro
progenitor en la manutención del hijo.
Es por eso que —creemos—, el hijo mayor —entre 18 a 21 años, o hasta los 25 si se capacita—, sólo podrá
disponer de esa cuota (renunciar, desistir, etc.) en tanto se acredite que el progenitor reclamante en rigor no
contribuye con tarea cotidiana alguna, ni abona gastos o actividades del hijo, o bien que ambos obligados
participan de forma equivalente en el pago de las necesidades de aquel.
También por eso es que se autoriza al progenitor conviviente a administrar y cobrar las cuotas alimentarias
devengadas y a devengarse en los períodos antes referidos, sin perjuicio de que por acuerdo de partes o por
disposición del juez a pedido de algunos de los progenitores o del hijo, se fije una suma a percibir directamente
por éste (art. 662 CCCN), suma que está destinada a cubrir los desembolsos de su vida diaria, como
esparcimiento, gastos con fines culturales o educativos, vestimenta u otros rubros que se estimen pertinentes
(art. 662, segundo párrafo) y que sí será de entera disposición y administración del hijo.
En otro orden de ideas, y aunque algo ya se adelantara, se incorpora la obligación alimentaria de los
progenitores del hijo mayor de edad hasta los 25 años cuando éste se capacita, es decir, cuando para la
prosecución de los estudios o preparación profesional de una arte u oficio no pueda contar con los recursos o
medios necesarios para sostenerse (art. 663 CCCN).
Estos alimentos pueden ser solicitados por el hijo y también tiene legitimación el progenitor conviviente,
pero deberá acreditarse la viabilidad del pedido. Es decir deberá acreditarse sumariamente, ya sea por testigos o
documental fehaciente el derecho que se invoca para solicitar los alimentos (por ejemplo certificados de
estudios, gastos necesarios para desarrollar un oficio o arte determinados, etc.), sin perjuicio de la eventual
aplicación de la teoría de las cargas probatorias dinámicas, de acuerdo a la facilidad para probar determinado
hecho (conf. art. 710 CCCN), tal como lo explicáramos más arriba.
d) Alimentos derivados del parentesco:
Cabe aclarar liminarmente que en este acápite se tratarán las modificaciones específicas en el régimen
alimentario entre parientes que no hayan sido analizadas en el punto II, sobre las disposiciones procesales
generales en todo juicio de alimentos, pues, como se dijera allí, en este Capítulo se establecen normas procesales
generales aplicables, en lo pertinente y salvo disposición en contrario, a todo proceso de alimentos, y no sólo los
derivados del parentesco.
Ya ingresando en el análisis particular, cabe decir que si bien en el nuevo Código se mantiene el orden
subsidiario de los parientes obligados, es decir los ascendientes y descendientes y los hermanos bilaterales o
unilaterales, se establece expresamente que en estos supuestos los alimentos son debidos por aquellos que estén
en mejores condiciones de proporcionárselos y si no fuera así, en partes iguales. A su vez el juez está facultado
para fijar cuotas diferentes según la situación familiar y patrimonial de cada uno (art. 537).
Por otra parte, se mantiene la extensión de la obligación alimentaria entre parientes, que comprende lo
necesario para la subsistencia, habitación, vestuario, asistencia médica y, en el caso de alimentos debidos por los
ascendientes a menores de edad (por ejemplo el caso de los abuelos), se agrega los de educación (art. 541).
Asimismo se mantiene la obligación alimentaria de los parientes por afinidad, pero únicamente los que estén
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vinculados en línea recta de primer grado (arts. 538 y 538, es decir, suegro, suegra, yerno y nuera).
Se introduce aquí una norma de gran trascendencia en materia probatoria, pues expresamente se establece
que el pariente que pide alimentos debe probar que le faltan los medios económicos suficientes y la
imposibilidad de adquirirlos con su trabajo, cualquiera haya sido la causa que haya generado tal estado (art.
545). Asimismo, incumbe al demandado la carga de probar que existe otro pariente, de grado más próximo o de
igual grado, que estén en condiciones de prestar los alimentos, a fin de ser desplazado o concurrir con él (art.
546).
Se prevé en esta última norma que si el pariente reclama a varios obligados al pago, el accionado puede citar
a juicio a todos o parte de los restantes, a fin de que la condena los alcance.
También, recuérdese que, tal como se dijera más arriba, el artículo 668, permite el reclamo en un mismo
proceso al progenitor obligado y a los ascendientes (v. gr., abuelos).
Advertimos pues, que aquí se introduce expresamente la posibilidad de la citación de terceros y, en
definitiva, se admite la presencia un litisconsorcio en este tipo de procesos, cuestiones ambas que hasta la
actualidad la doctrina y la jurisprudencia admitían con muchas reservas, o bien no lo admitían.
Creemos que deberá determinarse en cada caso el carácter de la intervención (adhesiva simple,
litisconsorcial) y los planteos de las partes, pero por lo pronto imaginamos que pueden darse tres situaciones.
Por un lado, el pedido de citación de tercero a instancias del obligado al pago, a fin de que un pariente de
igual grado coparticipe con él en el pago de la cuota. En este caso, teniendo en cuenta lo dispuesto por los
artículos 94 y 639 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, se tratará de una intervención obligada
que deberá ser requerida hasta el momento de la audiencia preliminar del juicio de alimentos, puesto que ésta
resultaría la primera intervención del demandado en el juicio (art. 643 CPCCN).
Ahora bien, debe destacarse que históricamente no se admitía este tipo de intervención por la especialidad
del trámite del juicio de alimentos que, a su vez, tiene su justificación en el carácter de los derechos en juego.
Empero, en el caso se habilita expresamente tal figura, por lo que deben coordinarse dos normas que, prima
facie, estarían en contradicción, y que son el artículo 95 y el artículo 639, primera parte, ambos del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación. Ello, por cuanto mientras el primero dispone que la citación de un
tercero suspende el procedimiento hasta su comparecencia o hasta el vencimiento del plazo que se le hubiere
señalado para comparecer, el segundo establece que el juez debe ordenar inmediatamente las medidas
probatorias que fueren solicitadas por la actora.
Por otra parte, debe analizarse en qué términos se citará a ese tercero, si se toma en cuenta que la audiencia
preliminar ya se habría celebrado y que, más allá de lo dicho en el párrafo anterior, en principio "cuando en la
oportunidad prevista en el artículo 639 no se hubiere llegado a un acuerdo, el juez, sin necesidad de petición de
parte, deberá dictar sentencia dentro de cinco días, contados desde que se hubiese producido la prueba ofrecida
por la parte actora" (art. 644, primera parte, del CPCCN).
Por otro lado, la segunda situación que imaginamos, es la petición del demandado para que se cite a un
pariente de grado más próximo al alimentado y/o que está en mejores condiciones económicas para prestar los
alimentos.
Aquí cabe destacar que la situación se resolverá del mismo modo que la anterior, puesto que no opera en este
caso la exclusión del pariente de grado más lejano por la existencia de uno de grado más próximo, como ocurre
por ejemplo con el derecho sucesorio, por lo que no se encuentra en discusión la falta de legitimación para obrar
de aquel pariente (podría encontrarse en juego, pero en un grado muy remoto si se probara las "mejores
condiciones"), sino la preferencia de un obligado por sobre otro que no por eso lo excluye como tal, pero que
por razones humanitarias y sociales, el Código lo exime de responder en ese caso.
Finalmente, la última situación que puede darse que a nuestro juicio no sería tan conflictiva como las
descriptas, es la presencia de un litisconsorcio pasivo originario, que creemos, tendrá carácter facultativo (art. 89
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del CPCCN). El ejemplo, es el caso de que el alimentado reclame desde el inicio a dos parientes en el mismo
proceso, o bien reclame al progenitor y también al ascendiente (más allá de que, desde ya, esto no le hace perder
el carácter subsidiario de la obligación).
Entendemos que, en este último caso, cuando se dicte sentencia obligando a ambos —progenitores y
ascendiente/s—, deberá discriminarse el monto con respecto a cada cual por la distinta fuente de la obligación
alimentaria y, por ende, al distinto contenido; es decir, con respecto a los padres el monto (contenido) será
mayor, y con respecto a los ascendientes, menor
Nos parece oportuno resaltar que no deben confundirse estas situaciones con la prohibición de acumular
pretensiones dispuesta por el artículo 543, puesto que ello se refiere al supuesto de acumulación objetiva de
pretensiones del artículo 87 del Código Procesal, es decir, lo que impide la norma es, por ejemplo, la
acumulación de una pretensión de alimentos con una de régimen de visitas o de cuidado personal.
IV. Palabras finales
Nuestra pretensión con estas líneas, teniendo en cuenta la inminente entrada en vigencia del nuevo Código
Civil y Comercial de la Nación, ha sido difundir y concordar algunos aspectos relevantes de la nueva normativa
de fondo en materia alimentaria con relación al juicio donde se canalizarán dichas pretensiones, que es la sede
donde se controvertirán los reclamos que no puedan ser zanjados de común acuerdo entre las partes o en las
instancias de mediación y conciliación.
Reiterando la aclaración inicial acerca de la mesura con la que cabe efectuar el análisis de un cuerpo
normativo totalmente nuevo, con principios y espíritu propios, nos parece que estos aportes pueden ayudar a
comprender la temática y también pueden funcionar como disparadores de ideas y debates que, finalmente y con
el correr del tiempo y los sucesivos aportes doctrinarios y jurisprudenciales, terminen por consolidar criterios, o
incluso generar nuestra propia rectificación de algunos aquí volcados.
 (1) Véanse algunas nociones en el punto IV.a en GUAHNON, Silvia V. - SELTZER, Martín E., "Los
parientes como testigos en los procesos de familia y el Proyecto de Código", LL 2014-B, 832 - DFyP 2014
(agosto), 3.
 (2) Llamativamente los artículos presentan una redacción disímil aunque, entendemos, sin discordancias en
cuanto a sus alcances, razón por la cual son pasibles de ser tratados conjuntamente.
 (3) Que, a todo evento, no sería causal de interrupción del plazo antedicho, sino de suspensión, en los
términos del artículo 18 de la ley N° 26.589 de mediación y conciliación; suspensión que se encontraría
habilitada por el artículo 2.567 CCCN que establece que "los plazos de caducidad no se suspenden ni se
interrumpen, excepto disposición legal en contrario".
 (4) Ver proyecto de ley de "Organización y procedimiento de familia de la Nación", el que fuera elaborado
por los doctores Jorge L Kielmanovich, Nelly Minyersky, Angelina Ferreyra De la Rua, y Eduardo Cárdenas, y
en el cual tuve el honor de ser Secretaria de Comisión.
 (5) BELLUSCIO, Claudio, "Prohibición de salir del país ante el incumplimiento alimentario", DFyP, La
Ley 2011 —enero Febrero—; VELAZQUEZ, Alejandra, "El deber de asistencia paterno: Medidas judiciales
tendientes a su cumplimiento", DFyP, La Ley 2011 —abril—; KEMELMAJER DE CARLUCCI, Aida
"Principios Procesales. Informe de la parte especial", Ponencia presentada en el XXVI Congreso Nacional de
Derecho Procesal, Santa Fe, junio de 2.011, disponible en la web de la Asociación Argentina de Derecho
Procesal; conf. CNCiv., sala C, 5/11/14, "G., P. D. c/ L., D. G. S/ Medidas precautorias").
 (6) "Debe rechazarse el pedido de embargo por alimentos futuros formulado si, la actora aún no ha obtenido
la fijación de una cuota alimentaria provisoria ni ha promovido el juicio de alimentos y pretende, por el solo
hecho de haber fracasado la mediación, embargar el vehículo del padre del menor titular del derecho alimentario
pues, si bien excepcionalmente puede decretarse la traba de embargo en garantía de la percepción de cuotas
alimentarias futuras, para que ello proceda es necesaria la existencia de condena al pago de una prestación
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alimentaria" (CNCiv., sala L, 29/12/98, "B.O.M.M. c. A.M.E.A.", ED 238, 714). En similar sentido, CNCiv.,
sala D, 11/02/1997, "P., P. M. c. M., J. O.", La Ley Online AR/JUR/2052/1997. En contra: "Procede
excepcionalmente el embargo por alimentos futuros cuando existiere el riesgo de que el obligado enajene sus
bienes para eludir el pago de las cuotas futuras, o cuando, ante las reiteradas faltas de cumplimiento del
alimentante, pueda presumirse que el deudor eludirá el pago de la cuota a su cargo" (CNCiv., sala B,
02/04/1997, "C., M. C. c. F., G. R.", La Ley Online AR/JUR/1323/1997).
 (7) Véase para un mayor desarrollo del tema GUAHNON, Silvia, Medidas cautelares en el derecho de
familia, 2ª edición, Ed. La Rocca, 2011.
 (8) Art. 586.- "Alimentos provisorios. Durante el proceso de reclamación de la filiación o incluso antes de
su inicio, el juez puede fijar alimentos provisorios contra el presunto progenitor, de conformidad a lo establecido
en el Título VII del Libro Segundo". Art. 664.— "El hijo extramatrimonial no reconocido tiene derecho a
alimentos provisorios mediante la acreditación sumaria del vínculo invocado. Si la demanda se promueve antes
que el juicio de filiación, en la resolución que determina alimentos provisorios el juez debe establecer un plazo
para promover dicha acción, bajo apercibimiento de cesar la cuota fijada mientras esa carga esté incumplida".
 (9) Art. 665.- "La mujer embarazada tiene derecho a reclamar alimentos al progenitor presunto con la
prueba sumaria de la filiación alegada".
 (10) Lo que ya venía siendo admitido por la jurisprudencia: Conf. CNCiv., sala "A", LL 1986-B-621
(37.247-S); id. LL 1989-B-127, id., sala C, "R., M. E. c/ M., C. M. s/ Suc.", ED 93-415; id., sala M, "S., M. s/
art. 250", JA 1999-II-454; id., sala H, 28/2/92, ED 148-435; id., sala E, 13/6/83, LL 1984-A-46; id., sala C.,
27/11/97, ED 248-98.
 (11) Ver Código Civil de España (art.142);Código de la Niñez y Adolescencia de Paraguay (arts. 9 y 97);
Código de Familia de El Salvador (art.249), Código de los niños y adolescentes de Perú (art.92), Código de la
Niñez y Adolescencia de Honduras (art. 97), Código del Menor de Colombia (art. 133), entre otros, citados en
BELLUSCIO, Claudio A., Alimentos debidos a los Menores de Edad, Ed. García Alonso, 2009, p. 220 y ss.
 (12) KIELMANOVICH, Jorge, Derecho Procesal de Familia, 3ª edición, Abeledo Perrot, 2009, p. 15.
 (13) CNCiv., sala D, 29/07/1980, "V. de A., M. B. c. A., J. C.", LL 1981-A, 99.
 (14) Superior Tribunal de Justicia de Corrientes, 23/03/11, "M., M. S. c. C/ María Mercedes Vázquez, Silvio
Valenzuela y Jorge Félix Gómez", LLLitoral 2011 (mayo), 437.
 (15) Sobre este tema, no cabe más que remitirse a los profundos estudios de PEYRANO, Jorge W., "La
carga de la prueba", LL 19/12/2013, 1 - LL 2013-F, 1205; del mismo autor "Doctrina de las cargas probatorias
dinámicas", LL 1991-B , 1034; véase también los brillantes aportes de ARAZI, Roland, BERIZONCE, Roberto
O., PEYRANO, Jorge W., "Cargas probatorias dinámicas" (Diálogos de doctrina), LL 01/08/2011, 3 - LL 2011-
D, 1038.
 (16) Art. 377 CPCCN: "Incumbirá la carga de la prueba a la parte que afirme la existencia de un hecho
controvertido o de un precepto jurídico que el juez o el tribunal no tenga el deber de conocer. Cada una de las
partes deberá probar el presupuesto de hecho de la norma o normas que invocare como fundamento de su
pretensión, defensa o excepción..."
 (17) ESCRIBANO, Carlos y ESCRIBANO, Raúl, "Indefensión del alimentante", LL 1985-B, 938;
BOSSERT, Gustavo "Sobre la actuación del demandado en el juicio de alimentos", LL 1993-B, 606; Conf.
CNCiv., sala I, 23/10/91, R. 83.029.
 (18) BELLUSCIO, Claudio A., Incumplimiento de la cuota alimentaria, Ed. Tribunales, 2013, p. 73.
 (19) ARTICULO 441: "Compensación económica. El cónyuge a quien el divorcio produce un desequilibrio
manifiesto que signifique un empeoramiento de su situación y que tiene por causa adecuada el vínculo
matrimonial y su ruptura, tiene derecho a una compensación. Esta puede consistir en una prestación única, en
una renta por tiempo determinado o, excepcionalmente, por plazo indeterminado. Puede pagarse con dinero, con
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el usufructo de determinados bienes o de cualquier otro modo que acuerden las partes o decida el juez".
ARTICULO 442: "Fijación judicial de la compensación económica. Caducidad. A falta de acuerdo de los
cónyuges en el convenio regulador, el juez debe determinar la procedencia y el monto de la compensación
económica sobre la base de diversas circunstancias, entre otras: a) el estado patrimonial de cada uno de los
cónyuges al inicio y a la finalización de la vida matrimonial; b) la dedicación que cada cónyuge brindó a la
familia y a la crianza y educación de los hijos durante la convivencia y la que debe prestar con posterioridad al
divorcio; c) la edad y el estado de salud de los cónyuges y de los hijos; d) la capacitación laboral y la posibilidad
de acceder a un empleo del cónyuge que solicita la compensación económica; e) la colaboración prestada a las
actividades mercantiles, industriales o profesionales del otro cónyuge; f) la atribución de la vivienda familiar, y
si recae sobre un bien ganancial, un bien propio, o un inmueble arrendado. En este último caso, quién abona el
canon locativo. La acción para reclamar la compensación económica caduca a los seis meses de haberse dictado
la sentencia de divorcio".
 (20) Con respecto a este tema, puede consultarse con provecho los trabajos de MEDINA, Graciela
"Compensación económica en el Proyecto de Código", LL 2013-A, 472 - DFyP 2013 (enero-febrero), 3; y,
PELLEGRINI, María Victoria, "El convenio regulador del divorcio en el Código Civil y Comercial",
Suplemento Especial Código Civil y Comercial de la Nación. Familia, Ed. La Ley, diciembre, 2014, p. 75.
 (21) Sin embargo, señala el mismo artículo 676 que "...si el cambio de situación puede ocasionar un grave
daño al niño o adolescente y el cónyuge o conviviente asumió durante la vida en común el sustento del hijo del
otro, puede fijarse una cuota asistencial a su cargo con carácter transitorio, cuya duración debe definir el juez de
acuerdo a las condiciones de fortuna del obligado, las necesidades del alimentado y el tiempo de la
convivencia".
 (22) Debemos advertir que la participación del menor como parte en el proceso (es decir, su capacidad
procesal), es un tema por demás complejo y que excede con creces el marco del presente aporte.

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