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“No nacimos para leer. Los seres humanos inventamos la lectura hace apenas
unos milenios. Y con este invento modificamos la propia organización de nuestro
cerebro, lo que amplió nuestra capacidad de pensar, que por su parte alteró la
evolución intelectual de nuestra especie. (…) Las próximas décadas presenciarán
transformaciones de nuestra capacidad para comunicarnos mientras establecemos
nuevas conexiones cerebrales que impulsarán nuestro desarrollo intelectual de
nuevas y diferentes maneras.”
Cada nuevo lector debe crear un nuevo circuito de lectura a partir de las
estructuras cognitivas y lingüísticas más antiguas de la visión y el lenguaje,
generando nuevas conexiones para adquirir esta nueva habilidad. (Dehaene, 2009)
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Abordaje psicopedagógico de la lectoescritura
Esta construcción cultural permite con tan solo 27 símbolos (letras) expresar las
unidades mínimas de sonido de una lengua y que haya una correspondencia entre
cada letra y el sonido que representa. De esta manera, a partir del uso el alfabeto, se
pueden escribir y leer todas las palabras y pseudopalabras posibles en nuestro
idioma y además, permite la creación de nuevas e innumerables palabras.
Justamente este es el principio que deben descubrir los niños entre los 5 y 6
años para poder leer, a partir de su conocimiento del lenguaje oral, el conocimiento
de los símbolos gráficos o sea las letras, sus correspondientes sonidos, y su
capacidad creciente para segmentar el continuo representado por el lenguaje oral, en
los fonemas que lo componen. Lo que se expresa en una dimensión temporal (palabra
hablada) pasa a representarse en una dimensión espacial (palabra escrita). Para
realizar estos aprendizajes los niños requieren de entornos educativos graduados y
sistemáticos que posibilitan que ellos aprendan cientos de palabras y conceptos
además de percibir miles de impulsos auditivos y visuales a partir de los que se
desarrollan los principales componentes de la lectura. La escuela pasa a constituirse
en el espacio crucial para la alfabetización. Los niños, a partir de sus conocimientos
previos, encuentran allí, las experiencias de aprendizaje que hacen posible una mayor
toma de conciencia de las estructuras que subyacen al lenguaje oral, (conciencia del
habla, conciencia silábica, conciencia fonológica, etc.) y las oportunidades para que
estos conocimientos se construyan y se automaticen, permitiendo más adelante, una
lectura fluida y comprensiva.
Pero cuales son los principios del diseño cerebral o sea de nuestro sistema
nervioso, qué lo hacen capaz de sostener éstas invenciones culturales:
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Abordaje psicopedagógico de la lectoescritura
Pero cuál es la razón de que muchos niños a pesar de contar con contextos
estimulantes o experiencias de aprendizaje adecuadas, no logran aprender a leer y
escribir de la misma manera que otros más hábiles.
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Abordaje psicopedagógico de la lectoescritura
Pero la pregunta fundamental que nos hacemos tanto desde los sistemas de
salud como desde el sistema educativo es: ¿Por qué esperar a que los niños
fracasen?
“Hacer mucha lectura fácil, más que luchar con libros que son demasiado
desafiantes, parecía ser una clave para la creciente capacidad de lectura de
nuestros alumnos. Descubrimos que el número de palabras leídas, y no la
dificultad en el texto, se vinculaban con el avance en la lectura.”
Gaskin I. (1999)
Orellana, 2006). Ana María Borzone explica que la lectura frecuente de cuentos es
de especial relevancia, ya que amplía el vocabulario, la construcción de estrategias
de comprensión y el mundo conceptual (Borzone, 2005) .
Hollis Scarborough, investigadora americana, utiliza la metáfora del lazo para
explicar el proceso lector. En primer lugar, enlaza la conciencia fonológica como el
conocimiento explícito de las unidades de sonido con valor lingüístico, por ejemplo:
las sílabas y los fonemas. Luego, sigue la decodificación, que alude al principio
alfabético, es decir, el conocimiento de la correspondencia entre fonema-grafema.
Además, el reconocimiento visual de palabras familiares que luego pueden asociarse
al contexto, entrelazándose con una cuerda más gruesa, que sería el incremento de
la automatización de la capacidad de decodificación.
Otro enlace significativo es el que se establece entre el conocimiento del mundo
(hechos, conceptos), el vocabulario, las estructuras propias de la expresión verbal de
la lengua (sintaxis, pragmática, semántica), el razonamiento verbal (inferencias,
metáforas) y el conocimiento del contexto de la cultura escrita. Al crecer
conjuntamente, estas cuerdas conforman una soga más gruesa como resultado del
incremento de las estrategias que permiten el proceso de comprensión lectora
(Scarborough & Brady, 2002).
Muchos niños a pesar de haber atravesado experiencias de comunicación
estimulantes y una enseñanza adecuada, no aprenden a leer de la manera que se
espera. Maryanne Wolf sostiene que las causas de estas dificultades específicas, se
vinculan con distintos aspectos de este proceso: Por ejemplo, los niños pueden
presentar alteraciones de procesamiento en las estructuras más antiguas vinculadas
a la visión y la audición (alteraciones visoperceptuales o auditivas), sin embargo la
causa más frecuente en la mayoría de los casos es el déficit fonológico o la dificultad
para segmentar las palabras en los sonidos que la componen. Otro aspecto
significativo vinculado a las dificultades de lectura es la incapacidad para conseguir
el automatismo, estableciendo conexiones entre estructuras a la velocidad adecuada.
Los niños que presentan las dificultades más significativas para aprender a leer
presentan en muchos casos dificultades en la denominación rápida y automática de
dibujos, colores, letras y números. Otros logran aprender a decodificar pero a veces
sin alcanzar la fluidez necesaria para llegar a la comprensión. También hay niños y
adultos que presentan fallas en las conexiones y circuitos entre estructuras cuyo
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Abordaje psicopedagógico de la lectoescritura
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Abordaje psicopedagógico de la lectoescritura
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Abordaje psicopedagógico de la lectoescritura
• Vocabulario
• Comprensión
Cuando los niños tienen 5 o 6 años, todos los elementos precursores de la lectura
se reúnen en el mundo del jardín de infantes. Los buenos maestros no desperdician
ninguna oportunidad para señalar, realzar los conceptos, las letras, sus sonidos y las
palabras. El aprendizaje temprano se convierte en el elemento básico de la
introducción al mundo del lenguaje escrito (Borzone, 1996).
El aprendizaje de la lectura requiere del aprendizaje del principio alfabético y el
conocimiento de las letras. El primer paso en este proceso es el trabajo sistemático a
través de experiencias lúdicas que les permita a los niños reconocer, identificar,
manipular y trabajar con los sonidos que componen las palabras (clasificar palabras
por su sonido inicial, por la sílaba final o rima, si a la palabra faro le saco la F que me
queda), y un sinnúmero de juegos sumamente entretenidos a través de los cuales se
trabaja la conciencia fonológica.
El aprendizaje de la lectura, especialmente para los niños que presentan
dificultades de aprendizaje, también supone un proceso gradual que parte de la unión
silábica de una consonante y una vocal. Las consonantes con las que trabajamos son
aquellas más fáciles de diferenciar como por ejemplo m, s, l. A partir de ese proceso
más simple, el trabajo con las múltiples combinaciones que me permiten leer un
sinnúmero de palabras primero bisílabas (pala, malo, etc.) y luego cada vez más
complejas, que van dando al niño cierta conciencia de dominar el objeto de
conocimiento, el niño se va sintiendo un experto y se anima a vincularse con palabras
de complejidad creciente. Primero simples, luego simples y largas (paloma,
mariposa) o con sílabas inversas (el,) con dígrafos (chiste) o grupos consonánticos
(gracias),(Monfort & Sánchez, 2004). Este proceso permite que se consolide el
reconocimiento grafema-fonema, pero no alcanza para la lectura experta, también
hace falta una lectura que tenga un ritmo adecuado y que posibilite la comprensión.
La fluidez no es una cuestión de rapidez, sino que tiene que ver con ser capaz de
utilizar todo el conocimiento que un niño tiene sobre la palabra, letras, combinaciones
de letras, función gramatical, raíz y desinencia, con la suficiente rapidez para tener
tiempo de pensar y comprender. La lectura en voz alta es una herramienta privilegiada
para afianzar este proceso (Zapata, Defior, & Serrano, 2011).
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Abordaje psicopedagógico de la lectoescritura
y conocer más, acerca de los cambios que se están produciendo en nuestro modos
atención, de la misma manera que los sistemas de escritura generaron, hace miles
con grandes conjuntos de datos. Los cambios que observamos en la atención de los
parcial continua. Prestamos cada vez más atención a lo visual, y ponemos menos
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