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Co-ponencia: Sobre la mentira de la veracidad moral

Andrés Montenegro
Universidad Nacional de Colombia
4 de abril de 2018

En primer lugar, quisiera dividir mi comentario en dos partes. Una parte inicial encaminada a mostrar los puntos
de acuerdo y desacuerdo que tuvimos con respecto a la sinopsis del texto de Williams; y la otra parte orientada
a resaltar unas formulaciones muy provechosas del texto de Zamudio, con el fin de presentar, al seminario, un
interrogante que surge desde la ponencia.

1. Me parece que Zamudio (2018) identifica y enuncia acertadamente el sentido general del texto, cuando
afirma que éste consiste en “mostrar que entre la mentira y otras clases de discurso engañoso no hay diferencia
alguna, en términos morales.”(p.1). Sin embargo, cuando hace la propuesta de división del capítulo de Williams
y de la articulación entre las partes que resultan de dicha división, creo que no toma en consideración la
intención de aproximación genealógica que tiene el texto. En efecto, Zamudio (2018) capta y expone bien los
argumentos presentados por el autor, hasta antes de la tercera parte. Me refiero propiamente a cuatro
momentos argumentativos expuestos en la ponencia: 1. Presenta la aserción como fetiche cuando dice que,
aunque la naturaleza de la aserción sea comunicar cosas verdaderas, no podemos atribuirles valor moral a éstas
debido a que, tomadas aisladamente, pueden tener implicaturas (p.2); 2. Expone la refutación del subterfugio,
al mencionar las ambigüedades semánticas de las aserciones por fuera de contexto (p.3); 3. Muestra que la
reserva mental se desvirtúa cuando ponemos de manifiesto que el engaño sólo tiene sentido en el campo de los
asuntos humanos (p.3); y 4. Aclara que existe una evasión de la responsabilidad al engañar, para contradecir la
supuesta libertad que se les deja a quiénes decimos proposiciones ambiguas (p.4). No obstante, cuando
Zamudio (2018) propone una tercera sección en la que “se adopta una postura donde se aísla toda aserción de
un contexto” (p.1) me parece que erra identificando el sentido unitario de la parte, y en consecuencia acaba
dejando desarticulada esta tercera parte, por ende acaba dejando inconcluso el ejercicio genealógico que se
venía llevando a cabo en la segunda parte. Ya que, ciertamente, la tercera parte tiene su rol dentro del proceder
genealógico que se había venido realizando desde la segunda sección 1; pues de lo que se trata, en la tercera
sección, es de investigar ¿Qué condiciones permiten trazar una diferencia significativa entre la mentira y otras
formas de discurso engañoso? Esto, con el fin de ser conscientes de los prejuicios desde los cuales la “tradición”
pudo formular la diferencia que Williams desvirtuó; “Quizá la tradición se apoyaba en una imagen del mundo en
la que toda situación era, en última instancia, de confrontación pero sujeta a reglas” (Williams, 2006, p.114). Así,
Williams busca superar la argumentación en paralelo y ganar, con esto, una posición de comprensión en la cual
abarca el punto de vista de la llamada tradición y es capaz de quitarle ese peso apodíctico con el que la tradición
presentaba la distinción.
En síntesis, estamos de acuerdo respecto a cuál es el sentido del texto, y a la mayoría de momentos
argumentativos considerados aisladamente. Pero, estoy en desacuerdo acerca de omitir la aproximación

1
Nos podemos dar cuenta del proceder genealógico del texto en el hecho de que, la argumentación no sólo
se preocupa por presentar argumentos que soporten la antítesis de la tesis que se quiere refutar, sino que
se esfuerza por sacar a la luz, el horizonte hermenéutico desde el cual tiene sentido la tesis que se quiere
refutar. Tal procedimiento fue el que nos llevó a esclarecer los prejuicios desde los cuales se fetichizó la
aserción, con el fin de comprehender su origen situacional, y por lo tanto su carencia de necesidad.
genealógica del texto, pues deja los argumentos desarticulados del recurso argumentativo principal y pierde de
vista el rol que juega la tercera parte, oscureciendo así el sentido de dicha parte.
Por otro lado, quisiera mencionar una imprecisión importante que Zamudio (2018) realiza en la página tres de
su ponencia, “También parece que no hay una distinción puntual entre verdad y veracidad, pues pueden
significar lo mismo”. Me parece que no es una imprecisión menor, ya que, justamente, es esta distinción aquella
que explica el fetichismo de la aserción, “La mentada doctrina convierte a la aserción en un fetiche al sacarla del
contexto en el que desempeña su papel y proyectar sobre ella aisladamente toda la fuerza de la demanda de
veracidad” (Williams, 2006, 112). La aserción puede ser verdadera en la medida que sus palabras pueden
orientarnos a algo que se corresponde con los hechos; sin embargo, si es o no veraz, depende enteramente del
contexto en el que se pronuncia la aserción y no de las palabras aisladamente consideradas. Creo que Williams
(2006) nos ofrece un ejemplo muy ilustrativo, en el que vuelve a considerar la situación en la que, siendo
interrogados por el soldado que quiere matar a quien está en la casa, podemos responder: “Él no está aquí” sin,
supuestamente, incurrir en mentira alguna. Ya que la afirmación tomada aisladamente podría ser verdadera, en
la medida en que la expresión “aquí” se refiere, en su sentido más originario, al mismo punto espacial desde el
que habla el emisor. No obstante, esta afirmación, claramente, no cumple con la demanda de veracidad; debido
a que, el contexto induce irremediablemente al soldado a interpretar la expresión “aquí” como “dentro de la
casa”.

2. Con respecto al propósito de la ponencia, el ponente no indica explícitamente cuál es problema o


interrogante que va a ofrecer al seminario. No obstante, formula la conclusión y la reflexión final del texto de
Williams de manera tal, que puede ser aprovechada para la discusión en nuestro seminario, pues al plantearlas
en términos de responsabilidad y deber logra resaltar la discusión con Kant (quien ha sido nuclear en nuestro
seminario) que está presente en el texto de Williams.
En efecto, Zamudio (2018) presenta, por un lado, la conclusión del texto de Williams como, “En resumidas
cuentas, la veracidad proposicional no exonera de responsabilidad cuando se engaña a través de equívocos,
reservas mentales, etc.” (p.4). Esta conclusión nos sirve para reconstruir la lectura que hace Williams de Kant en
la página 112 de su texto, y mirar si esta réplica ataca, con justicia, los argumentos Kantianos que hemos venido
trabajando en el seminario. Por otro lado, Zamudio formula la reflexión que nos deja Williams al final de su texto
como, “La reflexión final es concluyente: ¿se cumple mi deber con el otro, si me atengo únicamente a la
verdad?” (p. 2) Me parece que Zamudio logra mostrarnos que, a partir de examinar la distinción moral entre
mentira y otras formas de discurso engañoso, podemos llegar a cuestionar la relación entre deber y verdad.

Finalmente, a partir de las consideras hechas, quisiera proponer al seminario un interrogante que surge a partir
de la relevancia le da el ponente a la discusión con Kant y es, ¿Cuál es concepto de verdad que le da sentido al
planteamiento de Kant? ¿Decimos la verdad, en sentido Kantiano, si las palabras enunciadas sencillamente se
corresponden con un estado de cosas?

Bibliografía:

Williams, B. (2006). "El fetichismo de la aserción" en Verdad y Veracidad. Tusquets Editores .


Zamudio, J. (2018). Sobre la mentira de la veracidad moral. Bogotá.

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