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Anotaciones de Santa Teresa de Jesús

En esta ocasión, más que hacer unos comentarios sobre ciertos fragmentos de la obra de
la autora (cosa que hice con Fray Luis de León), pretendo poner en este reporte mis
apuntes acerca de la introducción, la primera y cuarta morada del material de lectora que
corresponde a Santa Teresa de Jesús. No es una lectura especializada (tantas qué no
siento que yo pueda aportar algo especial), pero si son ciertos detalles en los cuales caí en
cuenta.

 Lo primero que quiero mencionar, un detalle, es que el hecho de que la obra no


sea “poética” como tal representó para mí un respiro. Los dos autores anteriores
escribieron en la intimidad, haciendo uso de formas intrincadas, complejas y
preciosas para componer sus poemas, plasmando las corrientes de pensamiento que
tenían, sin embargo, aunque “Las Moradas” comparte ciertas características con
anteriores materiales de estudio, es tanto más accesible que otros al haber sido
objeto de devoción para una comunidad de monjas, es decir, al ser oral para el
Otro el esfuerzo que uno como lector hace para interpretar es más
“descansado”.
 Me llama la atención que mientras otros poetas mencionaban a aristócratas
para salvaguardar sus obras, o en la época medieval se acudía al sueño para
justificar posibles herejías, en este caso Santa Teresa le pide al Espíritu Santo
que se haga cargo de su alma e intelecto ante las escrituras que va a relatar. Es
de hacer notar el hecho de que probablemente la autora no temiera las represalias de
la inquisición, sino hacerle saber a sus receptores que su talento no es suyo sino
divino, cualquier logro que ella haya hecho es obra y gracia de Dios, puesto que él
tiene un plan para todos nosotros: de este modo podemos vernos como herramientas
para cumplir sus planes, que nuestras desgracias no tienen que ser una respuesta a
pecados nuestros o de nuestros antepasados, bien puede ser una vía para que se obre
un milagro que glorifique a Dios, es una forma bastante optimista y humilde de ver
la vida y darle un sentido a nuestra propia existencia; Dios se convierte en un gran
titiritero que nos usa a su antojo para obrar en un plan mayor, como el caso de
Santa Teresa, que al principio del libro expresa su poca “voluntad” de escribir
las moradas, pero acepta que la voluntad divina es mucho mayor
 Aunque la voluntad de Dios es esencial en la lógica de Santa Teresa, también lo es
la voluntad que ha de tener el fiel. Me gusta mirar este detalle como una suerte de
pulla que le hace Santa Teresa a aquellos que solo mantienen una relación con el
Espíritu Santo para obtener un beneficio o por temor a lo que haya tras la muerte.
Sostiene que la relación con Dios ha de ser sincera y con voluntad de alabarlo por
amor hacia él mismo. (Esta reflexión calza muy bien con la forma en la que se
mueven las comunidades religiosas hoy en día).
 La imagen del castillo del alma es muy poderosa. Es una bella metáfora para
referirse al espíritu de cada quien, un lugar enorme, complejo y lleno de
recovecos donde nace la relación con lo divino (sin embargo su enormidad
propicia la entrada de la maldad). Por otro lado la insistencia de Santa Teresa por
entrar nosotros a nuestra propia alma, por extraño e imposible que pueda sonar,
equivale al complejo acto de conocernos a nosotros mismos, lo cual, evidentemente,
es un arduo proceso. Nuestra alma somos nosotros, el cuerpo solo es una vasija
de carne, sin el ánima, solo somos carne destinada a la corrupción.
 Me llama mucho la atención que este es primer texto que hayamos leído en el curso
que no tenga referencias explícitas al panteón grecolatino. Supongo (y de hecho,
estoy seguro de ello) que es porque es de carácter exclusivamente religioso, después
de todo, cualquier otro tipo de creencia correspondería a una herejía.
 Por último, y quizá un poco superficial, es que Santa Teresa es la lectura que
más me ha gustado. No soy creyente, sin embargo me parece muy… bonito lo
que expresa en las moradas.

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