La Educación Ambiental, al ser un proceso que promueve la construcción de saberes
ambientales de la comunidad encaminados a la construcción de valores, conocimientos y
actitudes que posibilitan fortalecer las capacidades de las personas basadas en el respeto a la diversidad biológica y cultural, es un proceso que se da de manera transversal e transdisciplinar con el resto de conocimientos. En el Currículo Nacional de 2016 se procuró incluir los principios del Buen Vivir como ejes transversales de los contenidos a ser trabajados de manera integral en las distintas áreas disciplinares del currículo nacional (Ciencias Sociales, Ciencias Naturales, Matemática, Lengua y Literatura, Educación Cultural y Artística). Actualmente la propuesta consiste en abordar la educación ambiental de manera transversal en el Currículo Nacional, buscando que se pueda anclar los conocimientos ambientales con las áreas disciplinares dentro y fuera de las aulas, incluso buscando la identificación y solución de problemas reales a los que se enfrentan los educandos, promoviendo de esta manera la educación integral en el marco de un modelo pedagógico constructivista.
Cada vez es más patente entre la sociedad, la necesidad de proteger y cuidar
su patrimonio verde y el ambiente. La pieza esencial para construir una sociedad respetuosa y consecuente con el ambiente es la educación. Los niños son el mañana y su comportamiento en los distintos aspectos de la vida depende de la formación, y por qué no, también de la formación ambiental. En la actualidad existen diferentes iniciativas al respecto: Día del Árbol, donde niños y mayores plantan árboles en un acto de carácter festivo; actividades de reciclaje de residuos, donde se plantea la necesidad de separar y depositar los materiales en cada contenedor adecuado para su tratamiento, campañas de ahorro de energía doméstica, etc… La educación ambiental, independientemente de las campañas de divulgación convencionales, debe extrapolarse a otros comportamientos en el que los ciudadanos adultos debemos ser cautos a la hora de realizar nuestros hábitos de la vida diaria, pues nuestra forma de actuar es la lección que mejor aprenden los niños. Si los niños viven rodeados en su entorno social de acciones negativas como el despilfarro de energía, uso desmedido del automóvil o el maltrato de los animales, cualquier proyecto que se lleve a cabo quedará como una actividad lúdica de tantas. En los países en desarrollo la contaminación ambiental afecta a la mortalidad, discapacidad, infertilidad, abortos y a enfermedades respiratorias que repercuten en los más vulnerables, los niños. Debemos reflexionar y aportar nuestro pequeño granito de arena en la educación ambiental, que, si hoy parece ser baladí, es la pieza de la que depende nuestro bienestar en el futuro. Todo puse verdadero