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Aportes del positivismo al tratamiento de la locura en Argentina en al ámbito


carcelario. De la represión a la prevención

Introducción

El presente informe se propone abordar el tema de la locura y su tratamiento en


Argentina en el período comprendido entre 1880-1916 haciendo hincapié en el
tratamiento de la población carcelaria. Se hará una breve contextualización histórica
del mencionado momento para luego centrarnos en el escrito “Criminología” uno de
los trabajos de José Ingenieros, prestigioso médico psiquiatra, nacido en Italia
(1877-1925).

Hipótesis

Las ideas positivistas aplicadas al campo legal contribuyeron a la mejorar la calidad


de vida de la población carcelaria; sin embargo, los beneficios de esta nueva
doctrina no se pudieron extender a todas las ramas del Derecho.

Contexto socio-político

Entre 1880 y 1916 Argentina atravesó un período de democracia de participación


restringida en el marco político de un estado conservador. Al sujeto, dentro de este
contexto, se lo puede caracterizar como pasivo en su rol político y social. En esa
época Argentina recibió una gran corriente inmigratoria que se focalizó
principalmente en Buenos Aires. Esta población, proveniente, en su gran mayoría,
de Europa, estaba acostumbrada a trabajar la tierra, carecía de cultura, por este
motivo se le hacía difícil su inserción laboral. Sumado a ello tampoco tenían
derechos políticos. En ese momento histórico el énfasis está puesto en los
problemas e imposibilidades de los individuos y se hace hincapié en la necesidad de
brindarle asistencia pero el Estado desatiende a esta población; no diseña políticas
sociales y delega en la medicina y la justicia la función de contención y control
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social. Se comienza a tratar de diferenciar lo normal de lo patológico. El individuo


que podía adaptarse era considerado normal y se integraba al trabajo y el que no lo
lograba era rotulado como anormal, enfermo moral (loco-delincuente). En este
contexto se hace necesario poder diferenciar lo clínico de lo criminológico para
poder derivar a estas personas a la cárcel o al hospicio según la condición que
presentaran. La psicología de esa época estaba fuertemente influenciada por el
positivismo, el cual valoraba el conocimiento científico como medio para transformar
la sociedad. La psicología experimental en Argentina tuvo influencia en varios áreas:
la educativa, la criminológica y la atención pública de la salud mental.

José Ingenieros

Médico psiquiatra figura destacada del positivismo argentino. Dirigió entre 1902 y
1913 los Archivos de Criminología y Psiquiatría. Fue autor, entre otros, del libro
“Criminología”. En el mismo, comienza afirmando que el libro está inspirado en la
manera naturalista o experimental de abordar los problemas que presenta el
derecho. Se interesa en buscar una nueva definición del delito tratando de distinguir
la delincuencia natural de la jurídica. La psicología desarrollada por Ingenieros era
una psicología científica, afirmaba que para el estudio de las funciones psíquicas era
necesario tener conocimientos de biología y de fisiología cerebral.

La legislación penal de aquel momento era ineficaz y era una necesidad práctica
reformarla. Se abocó a realizar una nueva clasificación de los delincuentes utilizando
para ello observaciones clínicas. Se ocupó de la defensa social contra el delito,
desarrolló un un programa social que incluía “prevención profiláctica, reforma
educativa, readaptación social de los reformados y secuestración definitiva de los
inadaptables” (Ingenieros, 1913, p.10).

En ese proyecto de reforma del Derecho Penal el objetivo era lograr la defensa ante
las personas que podían representar algún tipo de peligro y, asimismo, permitir la
rehabilitación de quienes se consideraban aptos para su readaptación social.
Describe un giro en la concepción del delito y su castigo. Tradicionalmente el delito
era conceptualizado como la violación de una ley y se apelaba al castigo ya que se
consideraba que el hombre era un ser racional que tenía la libertad de elegir entre el
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bien el mal. La función del Derecho Penal era la responsabilizar y castigar. En esta
nueva etapa se considera que el delito obedece al temperamento y a las
circunstancias del ambiente en el cual vive.

Y el Derecho Penal, ahora, tiene como objetivo la defensa de la sociedad de las


personas inadaptadas. Señala que hay un pasaje de lo individual a lo colectivo
como manera de preservar al grupo: “las sociedades humanas tienden a socializar
las funciones individuales de defensa y adaptación, adquieren hábitos colectivos,
que son costumbres y acaban por organizarse sistemáticamente en instituciones
sociales las más favorables para la conservación del grupo” (Ingenieros, p.20).
Sostiene que la moral es una función psíquica y la define como “un conjunto de
creencias colectivas”. (Ingenieros, 1913, p.21).

Con relación a la bondad o maldad que podemos encontrar en los seres humanos
dice que depende de la herencia biológica y de la influencia que pueda en encontrar
en el medio en al cual se desarrolla. Define entonces al delito como “una
transgresión de las limitaciones impuestas por la sociedad al individuo en la lucha
por la existencia” (Ingenieros, 1913, p.. 25) y habla de dos tipos de delitos: uno lo
define como natural, es el que depende de la opinión moral y define al otro como
delito legal que responde a la estructura jurídica de la sociedad. Sobre el delincuente
que no recae el peso de la ley pero sí la sanción moral del grupo en el cual está
inserto en la sociedad.

Afirma también que hay individuos que no se pueden encuadrar en la categoría ni de


normales ni de locos, son los anormales y desequilibrados. Son aquellos que en la
lucha por la vida “intensifican un carácter determinado, exaltando un vicio o una
virtud” (Ingenieros, 1913, p. 27).

Le otorga un papel importante a la influencia de la moral en la alteración de la buena


conducta. Los individuos cuya moral es débil, no llegan a delinquir por tal motivo no
son tildados de delincuentes pero sí los tilda de deshonestos.
Se encuentran entre la honestidad y el delito “la ley no los alcanza y la cárcel no los
recibe; pero la moral los condena” (Ingenieros, 1913, p.. 28) y agrega que no pueden
se considerados criminales pero lo son ante la ética de la sociedad en la cual están
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insertos. Ingenieros nos habla del derecho que tiene la sociedad de defenderse de
los alienados asegurándose que se los recluya. La psicopatología criminal establece
una clasificación de los delincuentes por tipos (puros, combinados, completos). Se
los diferencia para poder clasificarlos según sea la anomalía: congénita, adquirida o
accidental.

Todos los tipos nombrados son antisociales pero la clasificación psicológica le


permitía caracterizar cuán temible era ese sujeto y si había posibilidad de reformarlo.
El positivismo postulaba que la pena se aplicaba con el objetivo de reformar al
individuo y defender a la población y era proporcional a la peligrosidad del
delincuente.

A raíz de lo anterior el positivismo penal cambió la fórmula “a tanto delito, tanta pena
por a tanto peligro, tanta secuestración” (Ingenieros, 1913, p. 211). Ingenieros nos
habla de la la falta de libertad y responsabilidad que tienen los hombres en relación
con sus actos y pone en la misma línea al cuerdo, al loco, al criminal, al demente y al
idiota. Lo justifica diciendo que existe: “un determinismo psicológico, que es el único
científico” (Ingenierios, 1913, p. 212).

El positivismo postula que si la pena se aplica como venganza colectiva es síntoma


de una “moralidad social inferior” ya que el que comete un delito no tiene conciencia
y voluntad de delinquir. El positivismo caracteriza al delito como un fenómeno
relacionado con la organización bio-social del individuo, dejando atrás, de esta
manera la concepción de responsabilidad y castigo. Se trata de recuperar al
individuo, en caso de ser posible y a la reparación de los daños que podría haber
causado. En esta línea de pensamiento sostiene que “la defensa social es, pues, la
base racional de un sistema punitivo científico, exclusivamente proporcionado a la
temibilidad del delincuente” (Ingenieros,1913, p. 214).
La sociedad al verse agredida reacciona de diversas maneras: en forma profiláctica
o represiva y pasa a enumerar distintas categorías: prevención, reparación,
represión y eliminación. Postula estudiar el temperamento del delincuente, y propone
sustituir las consideraciones jurídicas por un estudio clínico-psicológico para
determinar el grado de peligrosidad de un individuo y si puede llegar a adaptarse a la
sociedad.
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La escuela positiva enumera diferentes categorías de delincuentes (natos, locos,


habituales, pasionales, de ocasión) y cada una de ellas recibe un grado de represión
distinto. Los delincuentes natos y locos reciben mayor represión; en los habituales la
represión depende del grado de degeneración psíquica y de posibilidad de ser
readaptados y por último, los ocasionales, pasionales y criminaloides son los que
reciben la mínima represión. Ingenieros señala que, de esta manera, hay una fusión
de criterios, el clínico y el jurídico, lográndose transformar la justicia penal en un
organismo de profilaxis y defensa social.

Ingenieros entiende que hay un nuevo Derecho Penal que se está gestando cuya
característica principal es la adopción de los postulados del positivismo.
Se trata de dejar de hacer foco en el castigo por la acción cometida y pasar a tratar
de asegurar la defensa de la sociedad. Continúa comentando la diferencia entre el
Derecho Penal en formación y el Derecho Penal clásico. Las novedades que se
intentan introducir son la condena condicional, la indeterminación del tiempo de la
pena y la libertad condicional.

El Derecho Penal clásico hablaba de castigo del delito, por el contrario el nuevo
Derecho Penal habla de la defensa social y la reeducación del que delinque. Se trata
de una concepción científica de la lucha contra la delincuencia que se logra con la
utilización del método objetivo y experimental. La defensa social debe contemplar
varios aspectos: la previsión del delito, la educación del delincuente y su
readaptación a la sociedad cuando es puesto en libertad.
Entiende que hay motivos que predisponen al delito y nombra como responsables al
medio social y al carácter del individuo. Hace énfasis en que es más importante
prevenir que reprimir. La prevención se debe dirigir hacia las causas de la
inadaptación moral y pasa a enumerar las distintas acciones que deben llevarse a
cabo: reformas sociales para mejorar la calidad de vida de las clases más carentes
de la sociedad. Entiende que la miseria induce a la criminalidad y también nos habla
de la “profilaxia de la inmigración” que se podría lograr dictaminando leyes sociales
para las clases obreras.
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También ubica como importante la educación de los niños, habla de la protección de


la infancia como manera de prevenir la delincuencia. “Hacia la infancia enfermiza,
física o moralmente deben converger los mayores esfuerzos de una generosa
protección social” Ingenieros, 1913, p. 247). Por último se refiere a la readaptación
social de los “malvivientes”. Enfatiza lo anterior diciendo que “Las instituciones
organizadas de acuerdo con esos criterios serán más útiles a la defensa social que
las prisiones, las cárceles y los presidios”. (Ingenieros, 1913, p. 251).

Conclusión

A lo largo del presente informe he intentado dar cuenta del aporte del positivismo a
la mejora de la calidad de población carcelaria. Sin embargo, estas ideas no
pudieron aplicarse para mejorar la calidad de vida de la mujer. La mayoría de las
mujeres en el período abordado estaba confinada a vivir dentro del ambiente
familiar.

El estereotipo de género era la de buena esposa y madre capaz de procrear hijos


sanos para la Nación. La mujer que no cumplía con ese mandato era objeto de
sospecha. Tal es el caso de Cornelia Zubiaurre, mujer soltera, de 22 años y de
posición acomodada, ella podía administrar sus bienes ya que el El Código Civil de
1871 no le impedía hacerlo. El mencionado Código establecía que la mujeres al
casarse perdían su independencia y dependían de su marido para realizar todo tipo
de trámites. Sin embargo, sí podían hacerlo las mujeres mayores de edad, las
viudas y divorciadas, al constituir éstas una minoría no se había legislado al
respecto. Parecería ser que en el caso de Cornelia ese bache legal se pudo
subsanar luego de que su hermano la hiciera examinar por el médico de la familia.
Fue diagnosticada como “loca histérica” con tendencias suicidas. Luego en 1890 se
le hizo un juicio por insanía decretando la incapacidad civil a raíz del peritaje médico
realizado en Buenos Aires por Lucio Meléndez, Director del Hospicio de las
Mercedes.
Podría conjeturarse que Cornelia no encajaba en el estereotipo de mujer normal.
Una patología que se diagnosticaba en esa época era la locura moral en mujeres
que no unian el amor con el instituto reproductivo, al desviarse de lo biológico se
hablaba de patología. Por tal motivo se podría llegar a pensar que los avances
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propiciados por Ingenieros en el tratamiento de la locura fueron beneficiosos para el


conjunto de la sociedad; sin embargo el discurso médico-legal de la época se podía
llegar a aplicar también para cercenar los derechos civiles de la mujer, avalando de
esta manera la dominación del hombre sobre la mujer.

BIBLIOGRAFIA

Fuente primaria

Ingenieros, J. (1913). “Criminología”. Madrid: Daniel Jorro, Editor. Calle de la Paz 23.

Fuentes secundarias
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Di Liscia, Silvia.”Mujeres, Locura e Incapacidad Civil en Argentina, 1890-1920”.


Aljaba, Nueva Epoca 8 (2003): 89-105

Lobato, M. (2007). Historia de las trabajadoras en la Argentina (1869-1960). Buenos


Aires: Edhasa

Navarlaz, Vanesa Eva, & Jardon, Magalí. (2010). Los diagnósticos y las historias
clínicas de mujeres en los hospicios de Buenos Aires entre 1900-1930. Anuario de
investigaciones, 17, 393-400. Recuperado en 14 de junio de 2017, de
http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1851-
16862010000100040&lng=es&tlng=es.

Rossi, L. (2008), “Cambios políticos y psicología en Argentina”. Revista e Historia de


la Psicología en Argentina N° 1, (p 52-62) Facultad de Psicología, Universidad de
Buenos Aires.

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