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de Pueb…
Nombres nahuas en documentos de tradición indígena de Ficha n° 4439
Puebla – Tlaxcala Creada: 19 febrero 2017
Editada: 19 febrero 2017
Modificada: 21 febrero 2017
Publicado en:
Boletín n° : 71 (?
action=bul_aff&id=71)
ISSN 1954-3891
Palabras claves :
Nombres nahuas, Clasificación de nombres, Antropónimos, Topónimos, Puebla-Tlaxcala
Autor(es):
Norma Angélica Castillo Palma y Ma. del Carmen Herrera M.
Fecha:
Diciembre de 2016
Texto íntegral:
Introducción
2 En la actualidad, la valoración implícita en el empleo de los nombres de origen náhuatl en el
área compartida por Puebla y Tlaxcala lleva a sostenter que “los habitantes de la región
distinguen de inmediato, por los apellidos, el origen de la gente”. Los nombres de los “auténticos
habitantes originarios”, en el caso de Cholula, serían, Cuautle, Moyotl, Coyopol, Ocotl, Quechol
que se oponen, de acuerdo con Merlo, a Tototzintle, Tlapalli, Totoltzin, Tolama1. Esta
observación, que coincide con las que se han hecho para Tlaxcala, no explica a qué grupos
corresponderían estos nombres, excepto el genérico de ser nombres en náhuatl, de indudable
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estirpe indígena. Mucho menos toca la profundidad, ni el proceso histórico que desembocó en el
uso de este conjunto de apellidos entre la población de esta región, tema que nos ocupará en este
trabajo.
3 Para abordar estos temas nos valdremos de documentos que utilizan tanto la gráfica
indígena, como la escritura alfabética. Los padrones de tributarios y registros parroquiales de
bautismos, matrimonios y entierros del corredor poblano tlaxcalteca en los siglos XVI y XVII.
Tales fuentes son un tipo de documentación que está lejos de formar parte de las prácticas
culturales indígenas, porque fueron resultado de las necesidades de control de la Corona. A pesar
de que son géneros de formato español, elaborados para satisfacer sus propios fines, en esta
documentación se exhiben formas de organización de estos pueblos nahuas.
4 En los padrones de tributarios los individuos registrados se agrupan a partir de un
ordenamiento territorial. Un glifo topónimo con su glosa alfabética inicia, a manera de portada,
las fojas de un número variable de barrios incluidos en las cabeceras comprendidas en la
circunscripción inscrita en la Matrícula de Huexotzinco;; y los potenciales tributarios de las
secciones relativas a los macehuales se enlistaron por veintenas. Esto sugiere que este segmento
de la población se anotó por cuadrillas de trabajo sin que quede claro cuál es la relación de este
arreglo con otros sentidos del calpolli, más allá de apuntar a una corporación de trabajo. En los
Padrones de Tlaxcala en cambio, el número de tributarios cambia en cada unidad, pues se trata
de veintenas de casas comprendidas en un pueblo, agrupados en un tequitl, “tributo u obra de
trabajo”, que a su vez se integran a un teccalli o “casa señorial”. En ambos padrones se mantiene
la distinción entre los señores o pipiltin, de los macehualtin, el “común indiferenciado”, como
llaman a este segmento las editoras de los Padrones de Tlaxcala. En algunos calpolli de
Huexotzinco o tequitl de Tlaxcala se señalaron tanto los mandones de hombres, centecpanpixque,
como los especialistas en algún oficio extractivo o artesanal.
5 Es precisamente la materia de los signos plasmados en esta documentación, más que la
historia de los individuos a los que remiten los nombres inscritos, el tema en el que nos
detendremos en este comunicado. Quiénes eran, qué lugares ocupaban en sus respectivos barrios,
cuáles fueron sus fortunas y sus jerarquías, sólo se tocará en la medida en que algo de esto haya
quedado cifrado en el nombre. Nuestro objeto de análisis son los nombres propios en tanto
fórmulas lingüísticas y cómo esto se transformó a partir del interés de españoles para
identificarlos. Ante todo, nos interesa exponer qué resortes movían la selección del léxico
empleado para designar a los hombres y mujeres que vivieron las décadas de la transición de
costumbres e identidades definidas desde la llegada de los españoles.
En una definición tan sintética como sugerente, Roman Jakobson formuló que “la significación
general de un nombre propio no puede definirse sin referencia al código. En el código del inglés,
Jerry significa una persona llamada Jerry. La circularidad es patente: el nombre significa
cualquier persona a la que se haya atribuido este nombre.” Entre las implicaciones que se derivan
de aquí surge la pregunta ¿es sólo el código lingüístico el que proporciona el significado general
del nombre? y ¿qué hay del carácter individualizador de este signo? ¿cómo intervienen el resto de
sistemas culturales involucrados en la práctica de dar un nombre?
6 Entre los nahuas es ampliamente conocido que las creencias religiosas y su enigmática
intervención en el calendario, proporcionaba el primer nombre de todo individuo. Las
prescripciones del sistema de parentesco, las actividades económicas, la procedencia de los
individuos, las funciones sociales y las dignidades instituidas en una sociedad son otros de los
códigos involucrados en el sistema nominativo, aunque no sea claro el peso de cada uno de estos
ordenamientos en tiempos prehispánicos.
7 Los usuarios del náhuatl, como en cualquier otra lengua, seleccionan un subconjunto léxico
para nombrar a los miembros de su comunidad, sea porque son recién nacidos, o porque cambia
su condición social en aquellas circunstancias en las que se impone marcar la nueva identidad
con otro apelativo. Pero no se trata de una clase cerrada de palabras, pues la apertura a la
creación de nuevos nombres siempre es posible a través de la composición de palabras o de
frases únicas, ajustándose a la estructura admitida por el grupo social.
8 El sistema de denominación entre los nahuas del centro de México dejó huellas, pero como
su silenciamiento fue muy temprano, sólo se tienen indicios en crónicas y en la documentación
que aquí analizamos de cuáles eran las estructuras nominativas en tiempos prehispánicos. La
imposición del santoral cristiano fue una de las primeras medidas instrumentadas, pues la
convicción compartida del lugar devocional del nombre les permitió a los misioneros identificar
de inmediato que entre los nahuas también era un índice cotidiano de prácticas religiosas, por lo
que se buscó erradicar.
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9 Esta actitud permite ver que los nombres constituyen un sistema general de clasificación
cultural, aunque es su límite, porque más allá no se necesita ninguna clasificación;; son, de
acuerdo con la fórmula de Lévi-Strauss, quanta de significación2. En este caso, la significación se
presenta como un proceso distinto al vínculo de la palabra con su denotación, al incluirla en las
operaciones clasificatorias propias de cada grupo. El nombre personal es visto como un término a
la vez elemental y extremo, en el límite del lenguaje, al expresar la pertenencia a una clase, al
tiempo que bordea el acto de señalar. El nombre sustenta la última clase posible, la de los
individuos. El acto de nombrar no es simplemente afirmar la relación entre una palabra y un
individuo, sino la puesta en juego de un sistema general de clasificación definido y conformado
dentro de cada cultura. Lévi-Strauss llega a afirmar que nunca se nombra, sólo se clasifica o a
quien otorga el nombre, o a quien lo recibe.
10 No todos los subsistemas nominativos tienen una fuerza clasificatoria tan clara, pero sin duda
el fundamento del primer nombre que recibía un recién nacido nahua tenía tal cualidad, ya que es
inequívoco el orden del tiempo y las influencias que introduce la cuenta de los días, el
tonalpohualli, un ordenamiento inequívoco al que se ajustaban todos los seres, fueran divinidades
o plantas.
15 Por su parte, Fernando Horcasitas6, realizó un análisis de los nombres nahuas con fuentes
disímiles, incluido el trabajo de campo. Otra de sus aportaciones consiste en identificar la
sucesión de nombres a lo largo de la vida de cada individuo a partir de fuentes antiguas. Su
trabajo incluye una bitácora de nombres de pueblos nahuas del centro de México (Puebla,
Morelos, Tlaxcala), los cuales contrastó con el Diccionario de nombres nahuas de García
Granados.
16 En otras latitudes, Ximena Medinacelli emprendió el análisis de los nombres aymarás a partir
de las visitas o Revisitas para empadronamiento con el fin de elaborar matrículas y realizó un
cruce con los registros parroquiales de Sakaka en Bolivia7. La autora logra correlacionar el
nombre de los individuos con el de sus ayllus (equivalentes de tlaxillacalli o calpulli), al igual
que su relación con el nombre de su kuraca o señor.
Las fuentes
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17 Para este trabajo se han utilizado los nombres nahuas que se registraron en diversas fuentes
de la región de Puebla-Tlaxcala. Entre ellas sobresalen los listados en la Matrícula de
Huexotzinco de 1560, los incluidos en los Padrones de Tlaxcala del siglo XVI, los contenidos en
los protocolos de Notarías de Cholula de 1590-1600, los nombres de los señores de la cabeceras
de Cholula de 1552-55, y los de los miembros del Cabildo indio de los siglos XVI-XVIII, los
capturados de los archivos parroquiales de San Andrés Cholula, del siglo XVII y los de la
Parroquia de San Pedro Cholula de 1650-1790, así como los de los padrones del curato de San
Pedro, en lo referente a sus barrios indios y pueblos sujetos de 1786.
18 Las fuentes antes descritas, si bien pertenecen a géneros documentales y propósitos distintos,
comparten el hecho de que contienen los nombres de los individuos que se registran en ellos. Las
matrículas de tributarios inscriben detalladamente el nombre completo, nombre de pila y nombre
nahua, y la adscripción territorial de cada uno de los individuos enlistados con el fin de
identificarlos para el momento de realizar los cobros. De la misma forma, los padrones son una
fuente que contiene nombres y domicilios. En muchos casos estos padrones eran la materia prima
para la elaboración de las matrículas.
19 En el caso de los registros parroquiales, en las partidas de bautizos, matrimonios y entierros
se inscriben los nombres completos de los adultos y su dirección o barrio. Para los frailes o
párrocos los apelativos nahuas funcionaban como nombres de familia, es decir se constituían en
un identificador más. De esta forma hemos podido realizar una comparación para seleccionar los
que se encuentran en estas fuentes y que resultan representativos de los que sobrevivieron desde
la llegada de los españoles hasta los albores del siglo XIX.
20 El proceso de evangelización convirtió la cuestión de cómo nombrar a los individuos en la
sociedad indígena en un tema nodal, pues revelaba el mantenimiento de prácticas de idolatría. El
bautizo significaba la conversión del infiel al pasar por el tamiz de la limpieza obtenida gracias a
la santificación con un nombre de pila bautismal en la que algún santo sería la nueva entidad
protectora del recién convertido. Los nombres del santoral católico se convirtieron en la marca de
la cristianización. Así nos encontramos con la regulación sobre la adscripción de nombres y el
uso de insignias que pudieran exhibir la creencia en las antiguas deidades, no siempre tan
evidente si éstas eran nombradas mediante los tonaltoca o nombres calendáricos, entre otros. Esta
práctica podemos observarla mediante la siguiente ordenanza:
26 La forma como está registrado el nombre por escrito depende en buena medida del género
del documento.
27 En las sociedades modernas el deseo de precisar la identificación de los individuos es una
necesidad creciente cuando la homonimia puede causar conflictos. Por el contrario, en
comunidades donde la población se reconoce, la necesidad de un identificador es suficiente, como
es el caso de los mandones o centecpanpixque quienes conocían a la veintena de trabajadores
bajo su cuidado. Así, los nombres inscritos en la matrícula son resultado de una “prueba oral,
basada en el testimonio de hombres probos”. Sin embargo, fue necesario pasar de la referencia
oral al testimonio escrito para darle una nueva dimensión, más adelante jurídica, a través de una
promesa de fijación por medio de la escritura. A partir de entonces se hizo indispensable fijar el
nombre a cada individuo con el fin de identificarlo.
28 Cuadro N° 1. Estructura del nombre 1
29
forma del nombre cristiano + nombre náhuatl (+ nombre cristiano + nombre náhuatl (+
nombre condición u oficio) condición u oficio)
30 Esta fórmula contrasta con lo que sucede con los pipiltin de Calpan en 15809. En ese
momento se recuerdan ante todo los títulos y sólo algunos de ellos van acompañados del nombre
individualizador. El título más frecuente en la Confirmación de elecciones en Calpan (BnF,
núm.73) es Chichimecateuctli, ya que de los 141 nobles inscritos en ese documento, 23 se
registraron bajo esa denominación. Véase en el siguiente cuadro cómo difiere la fórmula en
Cholula:
31 Cuadro N° 2. Estructura del nombre 2
32
Confirmación de
- Ordenanzas y Capítulos
Elecciones de Calpan
forma del nombre nombre cristiano + t. de tratamiento + nombre cristiano + nombre
en los padrones título + nombre náhuatl de familia castellano + título nahua
Simón
Ejemplo Chichimecatecuhtli Don Diego de Paredes Tecpanecatl
Xayatzin
33 En las Confirmaciones de las elecciones de Calpan hay 130 pipiltin o nobles que tienen
asociada una glosa con su nombre y título, ambos no se expresan glíficamente, sin embargo, casi
todos ellos están identificados con su antiguo título y su antropónimo de manera alfabética. El
título es reconocible porque va calificado por la dignidad Teuctli, “señor”, el único elemento que
sí se marca con los cánones de la tradición indígena al ir cada una de las cabezas rematada con su
diadema azul o xiuhuitzolli propia de los hombres principales, como el ejemplo del Cuadro
número 2, o uno de los señores del barrio de Ayapanco, con su título de Chichimecateuctli y un
segundo identificador, su antropónimo Totomihuatzin.
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Apelativos nahuas
35 Sabemos que entre los nahuas del centro de México la sociedad indígena se usaban varios
nombres a lo largo de la vida. El itonaltoca, conocido en español como nombre calendárico, es el
nombre otorgado desde la cuenta de los destinos, o tonalpohualli. De acuerdo con el relato de
Sahagún, el tonalli del ser humano, su alma-destino, se colocaba o introducía en el cuerpo del
niño por medio del baño ritual. De acuerdo con López Austin, “Los destinos eran las fuerzas
divinas que el Sol irradiaba cada día… se introducía en la criatura por medio del rito y se
convertía en parte de su ser anímico9”. Este autor interpreta que la idea de introducción del
tonalli al cuerpo se deriva de que los padres tenían la posibilidad de escoger el mejor destino que
pudieran dentro del ciclo de 13 días en el que había nacido. Por la identidad entre el tonalli, o
alma del niño y su nombre, el tonaltoca debía permanecer oculto para que nadie dañara su tonalli
a través de conjuros o hechizos. Quizás esta prescripción tuvo algunas excepciones, porque en las
fuentes estudiadas se encuentran nombres calendáricos, un número limitado de ellos, pero esto
revela que quizás hubo distintas estrategias de uso de estos apelativos.
36 Otro tipo de nombre era el tlalticpactoca, que a la letra significa “nombre de la tierra o
mundano”, al que se refiere Sahagún cuando narra que:
37 Acabadas todas estas ceremonias [del bautismo], ponen nombre al niño,
de alguno de sus antepasados, para que levante la fortuna y suerte de
aquel cuyo nombre le dan. Este nombre le pone la partera o sacerdotisa
que le baptizo10.
quitōcāmāmāz le dan su nombre mundano, quien quizás cargará el nombre de su abuelo”. Con
esto se deja claro que la regla de transmisión del tlalticpactoca vinculaba al nuevo miembro con
la familia, pero no se indica si el antepasado del que cargaría el nombre era de la familia materna,
o paterna.
39 Algunos individuos habrían tenido un tercer nombre: el título, o el nombre de oficio. En
Huexotzinco el oficio aparece con glifos, pero la disposición gráfica indica que no se trata de un
apelativo distintivo de su portador, sino que más bien sirve para agruparlos. En las fuentes
trabajadas se registró el nombre de los individuos en un momento de su vida por lo que no
tenemos la secuencia de los tres primeros tipos de nombres que habrían podido tener de acuerdo
con la tradición mexica. El ejemplo más conocido de esta secuencia nominativa es el sacerdote
Ce Acatl Topiltzin Quetzalcoatl “Uno Caña, Nuestro hijito – nuestro noble–, Serpiente
emplumada”.
40 Algunos nombres revelan el origen multiétnico de la población de la región Puebla –
Tlaxcala, notoriamente los olmeca-xicalanca, otomíes, acolhua-chichimecas y teochichimecas. Sin
embargo, la única huella de su presencia son algunos nombres de la gente de estos y otros
pueblos tal como eran llamados por los nahuahablantes. Se estaba muy lejos de registrar la forma
como ellos se nombraban a sí mismos.
41 Pero si se salvan los obstáculos que presenta la variación gráfica y sus inconsistencias, que
dificultan reconocer el origen de las palabras, casi todos los apelativos están en náhuatl. No es
posible saber si tal uniformidad es previa a la necesidad de escribirlos, o si fueron las exigencias
del padrón a las que debemos la unificación del formato y de la fórmula apelativa.
42 Así pues, es factible identificar otras procedencias por los nombres que se derivan de los
locativos, a los que se llama nombres gentilicios, caracterizados por tener el sufijo e catl, de
utilidad para detectar el origen multiétnico de los señoríos aquí tratados.
43 La importancia de la guerra y la jerarquía militar se puede seguir mediante los nombres
nahuas que corresponden a las dignidades militares. Tanto nombres gentilicios, como los nombres
de oficios se ligaban míticamente a una deidad, o a un héroe epónimo, pero en contados casos se
tienen los relatos que los vinculan. La designación de los términos que componen el nombre son
una pista, aunque para la mayoría se mantiene el misterio.
- Yaochihualoque Tepoz
- Yaotl Pochitl
Yaochotl – Cuica
Atonal – Tlaylotla
Macuil – Tlacuilo
Macuitltoz – Acxotlan
Chicome – Tianguistlatoa
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- – Petlachiuhque
47 Se han incluido dentro de las dignidades militares todos los nombres que tienen como raíz
modificadora (que suele ser la primera parte de la palabra) el lexema Yao(–tl) “guerrero”.
48 continuación Cuadro número 3
49
Cuauhtle – – – – -
Moyotl Colloztli – – – -
Mazatl – – – -l -
50 Fuente: Matrícula de Huexotzingo, C. Reyes, Protocolos de notarias de Cholula, 1590-1600,
op. cit., Hayward, Nombres a partir de las actas de bautizos de San Pedro Cholula, archivo
parroquiel de San Pedro Cholula, libros de batizos, entierrros y matrimonios y Padrón de la
ciudad de San Pedro Cholula y sus barrio 1786.
51 Las preferencias nominales son la muestra de filiaciones comunes por que se comparte el
culto a deidades o héroes. Por esta razón la selección que se hizo de las entidades de la región
muestra su relevancia en las prácticas rituales, sociales y económicas. Asimismo, en estos
antroponimos se revelan las cualidades físicas y morales de los individuos que destacaban, por no
hablar de los gustos estéticos de las descripciones y metáforas.
52 Como la denominación en náhuatl era particularmente creativa, resulta significativo
encontrar coincidencias nominales en las distintas localidades estudiadas, es decir, antropónimos
idénticos. Prueba de ello es que de los más de once mil individuos registrados en la Matrícula de
Huexotzinco (11,934) por ejemplo, tan sólo setecientos nombres aparecen más de una vez (704),
y como dos mil quinientos individuos no tienen un tocayo (2,557), son poco más de tres mil
glifos antropónimos distintos (3,261). Si bien, estos números podrían precisarse, no es tan fácil
realizar la misma contabilidad en las fuentes alfabéticas, por la variación ortográfica de los
nombres12. Por esta razón para Cholula estos conteos están inacabados.
53 En contraste con esta fuerte diferenciación nominal, el nombre correspondiente a “guerrero”
o literalmente, “enemigo”, Yaotl, aparece con una frecuencia altísima, como adelante se verá tanto
en Huexotzingo como en Cholula. La variación gráfica en las fuentes alfabéticas impide, en
muchos casos, saber a qué raíz léxica corresponde el nombre, dificultad que en la gráfica
indígena queda salvada por las cualidades mismas de esta forma de escritura.
Los tonaltoca
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58 Sin embargo, la práctica de atribución del nombre de acuerdo con el tonalpohualli se perdió
conforme avanzó la conquista espiritual y la vigilancia de los frailes descrita por Durán.
59 De esta manera los tonaltoca se transformaron simplemente en apelativos que ya no
correspondían con el día de nacimiento de los individuos y en algunos casos se convirtieron en
nombres de familia.
Dioses
60 Hay dos nombres en la Matrícula de Huexotzinco que claramente corresponden a los dos
principales dioses tutelares de ese señorío que son Yaotl, como uno de los apelativos de
Tezcatlipoca, y Mixcoatl.
En Cholula también aparecen Yaotl y Mixcoatl además de otros nombres derivados de las
deidades de culto local como: Ehecatl, Ecatzintli, Xipe, Toci, Tozin, Coatlihue, Xochipili, Yopi.
Cabe aclarar que Tozin puede ser otra forma de escribir Toci, con una /n/ final por la consonante
glotal, o menos probablemente, To-cin “nuestra-mazorca”, en cuyo caso sólo aparece en Cholula
y no en Huexotzinco.
61 En las dos localidades aparecieron variaciones de los nombres de Tezcatlipoca: Tezca,
Tezcapoc, Tezcatzon, Tezcacoatl. Aunque con poca frecuencia, incluso hay individuos llamados
Xipe, Coatlicue y como título Yopitecuhtli.
Títulos
62 Algunos de ellos corresponden a los antiguos apelativos de las casas nobles o de los
privilegios o funciones que los miembros de esa casa de pipiltin, término que podría hacerse
equivaler a “hidalgos”, ocupaban dentro de las funciones políticas del altepetl. James Lockhart y
otros etnohistoriadores también consideran que con la alteración del mundo indio estos apelativos
de títulos, dignidades o cargos pasaron a convertirse en simples apellidos15. Luis Reyes ha
anotado los principales títulos de los señores en la vecina Cuauhtinchan. Entre ellos se
encuentran, además de los anteriores, otros bajo las siguiente nominaciones: Tlacateuhtli,
Couatecatl, Calmecahua, Cihuacoatl, Tecamecatl, Teohuateuhlti, Tezcacoacatl, Tlacochcalcatl,
Tlamacazqui, Atepanecatl, Tlaupanecatl, Apanecatl, Tlamayocatl, Uitznahuatl, Teuhçouatl,
Xicotencatl, Tizapanecatl, Xiloxochcatl y Tocuiltecatl16. Algunos de estos títulos, como el de
Tlacochcalcatl, se aplicaba a altos cargos militares prehispánicos.
63 Para el caso de Tepeaca, Hildeberto Martínez encontró algunos títulos como Tecpanecatl,
Tecpanecatecutli, ambos derivados de tecpan “casa del señor” o como Molina lo traduce
“palacio”, Tlachichtecutli, Tecutli o Tlacochcaltcatl. En Cholula y Huexotzinco encontramos
algunos títulos o dignidades como Chichimecatecutli, Tecpanecatecutli, Tecpanecatl,
Tlacochcaltcatl, Tecamecatl, Teuctli, Tocuiltecatl, Xicotencatl y Apanecatl. Para Tecali, se
mantuvieron los topónimos relacionados con los antiguos títulos como Chichimecatecpan. Miguel
Galicia encontró que “Don Martín Yztacquauhtzin (quien era el señor de Tecali al momento de la
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conquista17). Sus hijos muy posiblemente adoptaron nuevos identificadores, especialmente Don
Martín de Santiago. De este modo en Tecali sólo una dignidad de título se mantuvo algunas
décadas, fue el caso del primer gobernador de Tecali don Juan García Chichimecateuctli, hijo de
Don Martín de Santiago y sobrino de don Miguel de Santiago. Éste “ejerció el cargo en el año de
1596 y posteriormente fue desterrado18”. El resto de la nobleza de Tecali no utilizó más los
antiguos títulos como patronímicos.
64 En tanto, en Cholula dignidades emblemáticas como Tlalchiach y Aquiach aparecieron como
apellidos o segundos identificadores en la documentación del siglo XVII.
Gentilicios
65 Las huellas de la procedencia étnica de los individuos se marcan formalmente con el sufijo –
catl, aunque dependiendo del sufijo locativo con el que se componga el topónimo, los nombres
de los pueblos pueden terminar en saltillo o se les pudo agregar el término genérico de tlaca,
como los cuauhtinchantlaca “gente de Cuauhtinchan”.
66 Hay que notar que la terminación – catl también se utilizó para los títulos, lo que permite
suponer que gente de ciertos pueblos tenían oficios preferentes, por ejemplo el caso de los
acxoteca, caracterizados por ejecer el oficio del comercio, o los tlaylotlaca, reputados pintores y
comerciantes. Como los gentilicios pueden estar relacionados con oficios debieron tener mitos
explicativos que los relacionaran con sus deidades protectoras o las que justificaban su origen.
Los nombres de origen que aparecieron de manera común en las fuentes fueron: Tenochcatl, Mexi
o Mexicatl, Ayapan, Colomochcatl, Mixteco, Acxotlan, Amaquemi, Texcucano en Cholula y
Acolhua en Huexotzinco.
Oficios
68 Como se dijo antes, el tonaltoca era el nombre que se daba al nacimiento, mientras que el
jtlalticpactoca o “nombre mundano” es el nombre que daba a los siete años. Aquellos nombres
cuya morfología, sentido, no está relacionado con nombres calendáricos, deidades, funciones,
oficios y que refieren a nombres de plantas, animales, objetos o características físicas, suponemos
que eran los nombres mundanos más habituales.
69 De ellos, los más comunes en Cholula fueron: Chimali, relacionado con la guerra, Tepon
relacionado con el Teponaztli, Mopohua, probablemente con las narraciones, Tozqui, relacionado
con el canto o el grito de guerra, etc. Por otra parte, se encuentran a menudo los nombres de
pájaros, cuentas preciosas como Tototzintle, Xiutotol, Xiucozcatl, algunos de los cuales eran
objetos valiosos del comercio indígena o para realizar su transporte. Xiqui, (Xiquipilli),
Descripciones y metáforas
70 Sería necesario referirse a las anécdotas, las características físicas, las modalidades de
comportamiento, habituales o excepcionales, de los individuos para entender las razones que
motivaron darles un nombre distinto a las subclases de nombres arriba consideradas. Pero como
se ha señalado, las fuentes consultadas son listas de nombres y carecemos de pasajes en los que
se aclaren las razones por las que un individuo era llamado de determinada manera.
71 Para distinguir estas dimensiones, también se podría explorar un camino estrictamente
lingüístico y revisar si las imágenes expresadas por las palabras y frases como nombres propios
aluden a universos de significados que, eventualmente habrían servido para calificar el
comportamiento, el lugar social o la fisonomía de los individuos20.
72 Observamos el caso de ciertos nombres relacionados con poc-tli, “humo”, que tiene una
presencia destacada en la Matrícula de Huexotzinco, como formativo de varios nombres. Llama
la atención su presencia en un documento de Izúcar, pues se presenta, un tanto inesperadamente
en su forma de verbo, Popoca, que quiere decir “humear, echar humo, hacer humo, ahumar”.
73 El proceso al indio Tomás Tunalt (Tonal), vecino de Izúcar en 1605, refiere que un indio
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principal lo denunció, utilizando la información que le proveyó alguien a quien identificó como
“un Popoca ”, al que definió como “sahumador de ídolos”. El alcalde indio se apoyó en que el
Popoca le dijo que Tezcatlipoca «era igual a San Gabriel» en su advocación de Telpochtli “joven
(el joven que era el ixiptla “la imagen de” Tezcatlipoca21). Así en este caso, un sahumador puede
referirse tanto al instrumento – el copalero prendido –, como a quien purifica los objetos de culto
humeándolos – popoca “echar humo”–, esto es, el individuo que sahuma. Con esta cita se abren
las puertas para reflexionar en que muchos nombres tienen al menos dos interpretaciones: la
indicativa –señalar de qué individuo se trata– y otra metafórica o alusiva a un significado abierto,
explotando, en este ejemplo, la figura metonímica del efecto por su causa.
Análisis diacrónico
Conclusión
Bibliografía
Fuentes
101 Archivo Parroquial de San Pedro Cholula, Libros de Bautizos, Matrimonios y defunciones de
1650-1796.
Archivo Parroquial de San Pedro Cholula, Padrón del curato de San Pedro Cholula 1786. Incluye
barrios indios y pueblos sujetos.
102 Cayetano Reyes García, [1590-1600] Índices y extractos de los protocolos de la Notaría de
Cholula (1590-1600), México, INAH (Colección científica, 8), 1973.
Archivo Judicial de Puebla, Fondo Cholula.
103 “Confirmación de las elecciones de Calpan”, BNF, Ms. 73, Perla Valle edición y estudio
preliminar en, CEN, México, INAH, 2011. Disponible en línea [2016]: http://tlachia.iib.unam.mx
104 “Matrícula de Huexotzinco”, Ma. del Carmen Herrera M. y Marc Thouvenot, edición y
estudio preliminar, en CEN, México, INAH, 2011 Disponible en línea [2016]:
http://tlachia.iib.unam.mx
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105 “Mapa de Cuauhtinchan núm.2”, Tomás Jalpa, edición y estudio preliminar, en CEN,
México, INAH, 2011. Disponible en línea [2016]: http://tlachia.iib.unam.mx
106 Notas de pie de página
107
1 Arqueología Mexicana, No. 115, pág. 30.
108
2 Claude Lévi-Strauss, El pensamiento salvaje, (México: FCE, 1964), págs. 278-314.
109
3 Ralph Roys, “Personal Names of the Maya of Yucatan” en Contributions to American
Archaeology and Ethnology, 31, Washington 1940, págs. 35-48. Carnegie, Institution of
Washington pub. 523.
110
4 John V. Baroco, “Notas sobre el uso de los nombres calendáricos durante el siglo XVI” en,
McQuown y Julian Pitt-Rivers, eds, Ensayos de antropología en la zona de Chiapas, (México:
INAH, 1970), págs. 135-148.
111
5 Pedro Carrasco, “Los nombres de persona en la Guatemala antigua”, en Estudios de
Cultura Maya, V. 4, págs. 323-334.
112
6 Fernando Horcasitas, “Cambio y evolución en la antroponimia náhuatl” en Anales de
Antropología,
vol. X, 1973.
113
7 Ximena Medinacelli, ¿Nombres o apellidos? El sistema nominativo aymara sacaca – Siglo
XVII, (La Paz: Instituto de Estudios Bolivianos- Instituto Francés de Estudios Andinos, 2003).
114
8 «Una ordenanza para el gobierno de los indios de 1546» citada en Hildeberto Martínez, «
Teucyotl… op.cit., pág. 153, passim. Hildeberto Martínez, “Teucyotl. El gobierno señorial en
Tecamachalco Puebla en el siglo XVI” en The Journal of Intercultural Studies, no. 30, 2003,
págs. 1-13.
115
9 “Confirmación de las elecciones de Calpan”, BNF, Ms. 73, Perla Valle edición y estudio
preliminar en, CEN, México, INAH, 2011.
116
10 Alfredo López Austin, Cuerpo humano e ideología. Las concepciones de los antiguos
nahuas. (México: UNAM, 1996, Serie Antropológica 39), pág. 228.
117
11 Códice Florentino, Libro 6, Capítulo 37, pág. 646
118
12 Este cuadro es una selección de los nombres frecuentes en la Matrícula de Huexotzinco, y
en las fuentes, de Cholula.
119
13 Estas cifras se obtuvieron del “Diccionario de elementos constitutivos de los glifos y
personajes de la Matrícula de Huexotzinco ”, elaborado por Ma. del Carmen Herrera y Marc
Thouvenot en Tlachia incluido en CEN ( Compendio Enciclopédico del Náhuatl ), dvd, México,
INAH. Disponible en línea [2016]: http://tlachia.iib.unam.mx
120
14 Alfredo López Austin, Cuerpo humano e ideología. Las concepciones de los antiguos
nahuas. (México: UNAM, 1996, Serie Antropológica 39), pág. 223.
121
15 Fray Diego Durán, Historia de las Indias de Nueva España e islas de la Tierra Firme,
(México, Conaculta, Cien de México, V. I., 2002), pág. 236
122
16 James Lockhart, Los nahuas después de la conquista, (México: FCE, 1995), págs. 47-75 y
162-190;; Mercedes Olivera, Pillis y macehuales. Las formaciones sociales y los modos de
producción de Tecali del siglo XII-XVI, (México: Ciesas, Ediciones de la Casa Chata, 1978).
123
17 Luis Reyes García, Cuauhtinchan de los siglos XII al XVI. Formación y desarrollo
histórico de un señorío prehispánico, (México: FCE-Ciesas-Gobierno del Estado de Puebla,
1988), pág. 95. Carmen Herrera y Bertina Olmedo, “Divergencias entre imagen y glosa de
topónimos: el caso de Tocuilan y Tocuiltecatl”. INAH 2009. Ms. Inédito.
124
18 Miguel Galicia Orozco, Las congregaciones de pueblos de indios en tecali, 1599-1606:
una perspectiva político-territorial, Tesis de licenciatura en Historia, (México: Universidad
Autónoma Metropolitana, 2014), pág. 138.
125
19 Miguel Galicia Orozco, Las congregaciones de pueblos, pág. 133
126
20 Norma Castillo, “Las huellas del oficio y de los sagrado en los nombres nahuas de
Cholula”, en Dimensión Antropológica, (2016), en prensa.
http://afehc-historia-centroamericana.org/index.php?action=fi_aff&id=4439 13/14
1/3/2017 AFEHC : articulos : Nombres nahuas en documentos de tradición indígena de Puebla – Tlaxcala : Nombres nahuas en documentos de tradición indígena de Pueb…
127
21 Carmen Herrera, “Valores metafóricos de poc-tli humo en los antropónimos nahuas”, en
Mercedes Montes de Oca, La metáfora en Mesoamérica, (México, 2004), pág. 96.
128
22 AGN, Inquisición, Vol. 42 Exp.20, tomado de Nicola Kuehne Heyder, “La Religión en la
Nueva España del siglo XVI”, en Quinto Centenario, Revista de la Universidad Complutense,
Madrid, (1989), Vol. 15, págs. 161-162.
129
Norma Angélica Castillo Palma y Ma. del Carmen Herrera M., « Nombres nahuas en
documentos de tradición indígena de Puebla – Tlaxcala », Boletín AFEHC N°71, publicado el 04
diciembre 2016, disponible en: http://afehc-historia-centroamericana.org/index.php?
action=fi_aff&id=4439
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http://afehc-historia-centroamericana.org/index.php?action=fi_aff&id=4439 14/14