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“Paz en la Iglesia del Señor”, 1era.

Tesalonicenses
5:12-13
La gente no confía en las instituciones, porque no confía en su liderazgo. ¡Y esto
suele trasladarse a la Iglesia! Pero cuando los líderes y los miembros cumplen con
sus deberes, Dios es glorificado, y hay paz en la Iglesia. Pablo presenta las
directrices que deben regular la relación entre los miembros y los ministros de la
Iglesia. Para agradar a Dios y vivir en paz, tanto los miembros como ministros,
deben asumir sus responsabilidades. El pasaje de hoy está orientado a los
miembros, y persigue el fin de que estos reconozcan y respeten a sus líderes.
Pero en forma indirecta, es una exhortación dirigida a los líderes, para que
cumplan sus responsabilidades.
“Para vivir en paz en la Iglesia precisamos, por un lado ministros que trabajen,
guíen y enseñen la Palabra de Dios a los miembros y por el otro, miembros que
aprecien, respeten y amen a los ministros”.
I.-Las responsabilidades de los pastores con las ovejas.
“Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os
presiden en el Señor” (1° Tesalonicenses 5:12). Pablo usa la expresión “Os
rogamos” para introducir temas importantes. En 1° Tesalonicenses 4:1 la usa para
hacer un llamado a una vida de santificación y pureza sexual; en 1°
Tesalonicenses 4:10 para animar a los hermanos a crecer en el amor fraternal; y
aquí, para animarnos a desarrollar relaciones sanas con los que nos presiden en
el Señor. Parece que en la mente de Pablo y en el corazón de Dios, las buenas
relaciones entre miembros y ministros de la iglesia, son tan importantes, como el
hecho de llevar una vida apartada del pecado sexual, y dedicada a amar a los
santos. Las relaciones santas entre miembros y ministros no es un tema menor.
No es simplemente moralidad elevada. Es parte del plan de Dios para la iglesia.
Para agradar a Dios y gozarnos en El, debemos tener una comunión obediente.
Para deleitarnos en el Señor, debemos desarrollar relaciones piadosas con
quienes nos presiden.
Un poco de historia: según Hechos 17:1-10, Pablo y Silas predicaron el Evangelio
en Tesalónica por espacio de tres semanas. Algunos judíos y varios griegos
piadosos creyeron en el Señor conformando la iglesia en la ciudad. Pero algunos
judíos incrédulos alteraron la ciudad contra los misioneros y contra Jasón quien les
hospedaba. Fueron apresados; liberados mediante el pago de una fianza; e
inmediatamente conducidos fuera de la ciudad. El punto es que los misioneros
tuvieron que dejar la iglesia en forma abrupta, ¿y ahora quién podría conducirla?
En respuesta a esta necesidad, Pablo hace un llamado a la iglesia a “reconocer”
como líderes espirituales, a aquellos hermanos que trabajan, presiden y
amonestan. Todavía no pide que los encomienden al pastorado, o los envíen al
campo misionero, sino que los reconozcan, los respeten y los aprecien por causa
de su servicio.
Prioridad: el plan de Dios para la fundación de iglesias exige el establecimiento de
liderazgo espiritual. Los misioneros hacían tres cosas:
1.-Predicaban el Evangelio.
2.-Hacían discípulos.
3.-Establecían pastores.
“Y después de anunciar el Evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos
discípulos, volvieron a Listra, a Iconio, y a Antioquía, confirmando el ánimo de los
discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe (…) y constituyeron
ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al
Señor en quien habían creído” (Hechos 14.21-23). ¡En la obra misionera, el
establecimiento del liderazgo piadoso es una prioridad!
Noten que Pablo usa la forma plural (“Los que trabajan…”) para describirlos. Esto
nos confirma la idea de que a pesar de ser joven, la iglesia en Tesalónica tenía
varios líderes potenciales entre sus filas. Este es otro texto que comprueba que la
pluralidad pastoral o de liderazgo en las iglesias, era el ideal de los misioneros. El
único ejemplo de liderazgo unipersonal que tenemos en el Nuevo Testamento es
Diótrefes. Y es un muy mal ejemplo. Juan nos cuenta que este hombre se
enamoró del liderazgo. Comenzó a señorear y no a servir; a mandar sin amar. Y el
liderazgo unipersonal, para un ser humano redimido pero aún caído, es un caldo
de cultivo para el pecado.
Por eso, Pablo no le pide a la iglesia que reconozca, respete y aprecie a cualquier
hermano, sino solamente a:
a.-Los que trabajan. El participio “trabajan” (kopiao) implica un azote o golpe. Con
el tiempo se usó para describir un trabajo pesado, duro, agotador, insalubre. Los
líderes siervos trabajan hasta el cansancio. La iglesia debe reconocer y apreciar a
aquellos hermanos que trabajan incansablemente en la obra del Señor. En
resumen: Los pastores y líderes espirituales deben proclamar el Evangelio (2°
Timoteo 4:5); enseñar la Palabra de Dios (1° Timoteo 3:2); estudiarla con
diligencia (2° Timoteo 2:15); aconsejar y amonestar a las ovejas (Colosenses
1:28); gobernar los asuntos de la iglesia (1° Timoteo 5:17); impartir disciplina al
descarriado (1° Corintios 5); restaurar al caído (Gálatas 6:1); cuidar y gobernar su
propia familia (1° Timoteo 3:4); proteger a la iglesia de la falsa doctrina (Tito 1:9); y
de los falsos maestros (Tito 1:10); modelar piedad (1° Timoteo 4:12); equipar a los
santos (Efesios 4:11); entrenar futuros pastores (2° Timoteo 2:2) y todo esto en un
clima de aflicciones (2° Timoteo 1:8); penalidades (2° Timoteo 2:9); y
persecuciones (2° Timoteo 3:12) por el Evangelio.
Cuando alguien dice “anhelar” este tipo de trabajo, hay una de tres posibilidades:
1.-) Es llamado por Dios al ministerio pastoral. 2.-) Tiene un concepto “Youtube o
conferencia” de la obra. 3.-) Está completamente loco.
b.-Los líderes siervos presiden (conductores, no dictadores). El participio
traducido “Presiden” (proistemi), significa “estar de pie ante”. De allí el concepto de
dirigir grupos. En Hechos 27:11 se usa para describir al timonel que pilotea un
barco, que lo guía, lo conduce y define el rumbo. El tiempo presente, nos enseña
que los líderes no pueden dejar de conducir a la iglesia con la Palabra de Dios.
Dios sabe que precisamos conducción. Las ovejas de Dios somos como el
universo: ¡tendemos al desorden! Un hogar sin liderazgo amoroso, será un caos;
una escuela, una empresa, sin conducción será un desorden. ¡Sin liderazgo
bíblico y espiritual, como en tiempo de los jueces, las ovejas haremos lo que bien
nos parezca! La palabra traducida “Señor” (kurios) significa “amo, dueño”. Se
usaba para describir a alguien que tenía la mayor autoridad. La autoridad de los
líderes comienza y culmina con la Palabra del Señor. No hay gobierno espiritual
que esté sobre la autoridad de la Palabra. ¡La de los ministros, es una autoridad
delegada por el Señor!
Los pastores y líderes espirituales debe asumir que trabajan bajo la autoridad del
Príncipe de los pastores. En 1° Pedro 5:3-4 dice: “...no como teniendo señorío
sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando
aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de
gloria”. La frase “el Príncipe de los pastores” (arquipoimen), significa “el jefe de los
pastores”. Ellos tienen un jefe en los cielos que vuelve a pedirles cuenta en
cualquier momento. Ellos son administradores, no dueños.
Pastores, líderes, siervos piensen esto: fuimos elegidos por el Señor (Efesios 1:4);
fuimos llamados y salvados por el Señor (Efesios 2:8-9); luego fuimos puestos en
el ministerio por el Señor (Efesios 4:11-12); ahora debemos cuidar de las ovejas
del Señor (1° Pedro 5:1-4); las cuáles fueron compradas a precio de la sangre del
Señor (Hechos 20:26-28).
c.-Instruyen. El participio traducido “Amonestan” (noutheteo), significa “poner en
la mente”, y lleva las ideas de “instruir, enseñar, amonestar, aconsejar”. La idea
es: poner algún principio de la Palabra de Dios en los pensamientos de los
hermanos. Esto se hace a través de la enseñanza pública o de la consejería
personal. Se trata de enseñar la verdad de Dios, y no de endulzar el oído con
mensajes terapéuticos o entretenidos. Pablo le advirtió a Timoteo: “Vendrá tiempo
cuando no sufrirán la sana doctrina” (2° Timoteo 4.3). ¡La doctrina se sufre! La
instrucción bíblica es como una vacuna, duele el pinchazo, pero los efectos del
mismo son saludables. Porque la instrucción bíblica es la vacuna que Dios usa
para erradicar del cuerpo de Cristo, el virus del pecado. El tiempo presente, nos
enseña que los líderes no pueden dejar de instruir con la Palabra a las personas.
Pablo llamó solemnemente a Timoteo a cumplir su rol de predicador
incansable: “Que prediques la Palabra; que insistas a tiempo y fuera de tiempo;
redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina” (2° Timoteo 4:2).
¿Es tan importante? Totalmente. Creemos en la “suficiencia de las Escrituras”.
Esto significa que en las manos omnipotentes y soberanas del Señor, su Palabra
es suficiente para suplir cualquier necesidad espiritual de los oyentes que la creen
y la obedecen en el poder del Espíritu Santo. La Palabra es suficiente para salvar
a los creyentes. En 1° Corintios 1:21 se nos dice que “agradó a Dios salvar a los
creyentes por la locura de la predicación”. La fe que salva, el don de Dios más
precioso para los pecadores, no crece en el vacío, sino al oír la Palabra. La
Palabra es suficiente para santificar a los redimidos. En Juan 17:17, Jesús oró al
Padre: “Santifícalos en tú verdad, tú Palabra es verdad”. Y para satisfacer sus
almas: “Dichosos los que oyen la Palabra de Dios y la guardan”. La Palabra es
poderosa para salvar al incrédulo y santificar a la Iglesia. ¿Qué otra cosa
buscamos en la iglesia? Si bien la instrucción es una responsabilidad de los
padres hacia sus hijos (Efesios 6:4) y de unos a otros (Colosenses 3:16).
¡Animemos a los hermanos que nos presiden a ser hombres que estudian,
experimentan y enseñan la Palabra! No queremos ministros que nos entretengan,
sino que nos enseñen a glorificar a dios guardando las Escrituras.
 

II.-Las responsabilidades de las ovejas con los pastores (1° Tesalonicenses


5:13.a).
1.-Reconocerlos. El verbo traducido “Reconozcáis” significa “conocer”. En este
contexto significa: “reconocer, o darse cuenta del valor que tienen”. El tiempo
perfecto habla de una acción pasada con efectos que continúan en el presente.
¡Debemos reconocer el valor que tienen los ministros y valorarlos siempre! ¿Por
qué apreciarlos? ¡Porque los líderes espirituales son un regalo de Cristo para su
Iglesia!
“Y él mismo constituyó a unos apóstoles; a otros profetas; a otros evangelistas; a
otros pastores y maestros”. El verbo “Constituyó” signfica “dar, regalar”
misioneros, pastores-maestros; son un regalo de Cristo para la Iglesia. Sin duda,
los creyentes debemos apreciar y valorar a nuestros líderes. Pero ¿A qué tipo de
líderes? “Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios;
considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe” (Hebreos
13:7). Sólo aquellos cuyo mensaje sea digno de recordar, cuya conducta sea
digna de considerar y cuya fidelidad y confianza en Dios a través de los años, sea
digna de Imitar. Sólo a ellos. Liderazgo sin amor y piedad es manipulación. ¡Pero
un liderazgo bíblico y ejemplar es una bendición de Dios!
2.-Respetarlos. La frase “Que los tengáis en mucha estima” (hegeomai huper ek
perissou), significa “que consideren darles una estima superabundante”. La Nueva
Traducción Viviente traduce: “Ténganles mucho respeto”. La Nueva Versión
Internacional: “Ténganlos en alta estima” ¿Es esa tu actitud hacia ellos?
Una forma de respetar a los ministros es sujetándonos a su ministerio. En Hebreos
13:17 leemos: “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos
velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan
con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso”. ¿Es mi actitud?
¿Por qué? ¡Porque ellos son los que van a dar cuentas a Dios por el cuidado
espiritual que dieron a su iglesia! ¿Para qué? Para que puedan hacer el ministerio
con una actitud alegre, y no con un corazón quejoso. ¿Por qué? ¡Porque un pastor
amargado, cansado, y resentido con las ovejas, no será de provecho para nadie!
Así como los pastores espirituales tendrán que dar cuentas a Dios respecto de
cómo cuidaron a la iglesia; así también las ovejas deberán rendir cuentas al
Señor, respecto de la forma en que trataron a sus pastores.
¿Cómo respetarlos? Busca el consejo de ellos. Déjate enseñar, amonestar,
corregir por ellos. Sé obediente al consejo. No los calumnies. No hables mal de
ellos. No te burles. No los ofendas. Toma nota de lo que dicen.
3.-Amarlos. Tan alta es la estima que la iglesia debe tener por sus líderes, que se
manda expresarla en amor. ¡No sólo debemos apreciar y respetar a nuestros
líderes espirituales, sino que también debemos amarlos! El respeto se demuestra
mediante un trato amoroso y no simplemente como la sujeción de un súbdito a su
jefe. ¿De qué sirve la obediencia sin amor? Piensen en la relación padre-hijo. ¡La
iglesia debe dar su aprecio, respeto, amor y sumisión sólo a aquellos líderes que
trabajan en la obra!
Cierre y aplicación final. La gente no confía en las instituciones, porque no
confía en su liderazgo. Esta tendencia suele trasladarse a la Iglesia. ¡Pero cuando
los líderes y los miembros, cumplen sus responsabilidades, Dios es glorificado en
la Iglesia! ¡Hermanos, vivan en paz! ¡Procuren vivir en armonía! ¡No peleen! ¡Haya
paz! El cumplimiento de esta exhortación es el resultado inmediato de obedecer
todas las instrucciones anteriores. Si buscamos la causa subyacente de la
división, es que miembros y/o ministros desobedecen estos mandatos. La paz
desaparece de la iglesia cuando los miembros no respetan, ni aprecian, ni aman a
los que los presiden. La paz desaparece de la iglesia cuando aparecen la crítica y
la murmuración contra los que presiden la iglesia. La paz desaparece de la iglesia
cuando los ministros no trabajan, no conducen y no instruyen con la Palabra. Los
cristianos somos llamados a “estar en paz con todos los hombres”; ¡cuánto más en
la iglesia del Señor!
Tenemos un Dios de paz (Romanos 16:20); a Cristo que nos hizo estar en paz con
El (Colosenses 1:21) y nos dió su paz; un Espíritu que produce paz. Cristo calificó
al verdadero creyente como un “dichoso pacificador” (Mateo 5:9). ¡Busca la paz y
promueve la paz!
Al Evangelio se lo describe como “el mensaje de la paz” porque anuncia que a
través de la fe en Cristo y del arrepentimiento de pecados, el pecador enemigo de
Dios, puede gozar de una relación armoniosa con Dios. Cristo vivió 33 años
demostrando tener justicia perfecta. Decidió “morir” en lugar de los injustos,
sufriendo el castigo que nuestros pecados merecían. Se hizo maldición. Sufrió la
ira del Padre. Fue tratado como si fuera el culpable de todas nuestras maldades.
Dios castigó los pecados de su pueblo, en su cuerpo, sobre el madero. Pero,
vindicando su justicia, Dios le resucitó de entre los muertos como el mismo Jesús
lo hubo anticipado y como lo confirma la tumba vacía. De ese modo el justo, murió
por los injustos, y ofrece dar su justicia a todo pecador que se vuelva de su
pecado, confíe en la obra de Cristo, y decida vivir y si es necesario, morir por El.
Sus demandas son: “arrepentíos y creed el evangelio”. ¡Te ruego que dejes tú
pecado y te vuelvas a Jesús!

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