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INDICE

INTRODUCCION
Derecho Procesal Constitucional, aborda el estudio de esta disciplina, a la cual la
doctrina le ha dado distintas denominaciones como Jurisdicción Constitucional y
Justicia Constitucional, examina los principios procesales que se encuentran en las leyes
que regulan los distintos procesos; el control constitucional en su aspecto general y el
sistema Peruano, desde la constitución de 1993 hasta la vigente.
Trata del sistema normativo del Peru y los procesos creados para la protección
de la jerarquía normativa: Inconstitucionalidad de la leyes y normas equivalentes,
conflicto de competencia; acción popular, los procesos establecidos para la protección
de los derechos constitucionales: Accion de Habeas Corpus, Accion de Amparo, Accion
de Habeas Data y el proceso creado para el cumplimiento de normas jurídicas y actos
administrativos: El Acto de Cumplimiento.
Como el articulo 205 de la Contitucion reconoce el derecho de las personas de
recurrir a los tribunales u organismos internacionales constituidos según tratados o
convenios de los que Peru es parte, se incluye un capitulo sobre jurisdicción
Internacional, que comprende el tramite ante el Comité de Derechos Humanos de las
Naciones Unidas, la comisión Interamericana de Derechos Humanos, de la
Organización de Estados Amenricanos.
Se publican los textos de las Leyes y normas jurídicas internacionales referidas a
los distintos procesos constitucionales, para facilitar el conocimiento legislativo de
dichos temas.

CAPITULO PRIMERO
NOCIONES GENERALES
1.- DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL
El derecho Procesal Constitucional es aquella disciplina que se ocupa del estudio
de las garantías constitucionales, las que consisten en instrumentos procesales que
sirven para efectivizar el respeto de la jerarquía normativa que señala la constitución y
el respeto y cumplimiento de los derechos humanos que la Carta Magna establece.
1.1.- Jurisdiccion Constitucional
La función jurisdiccional del Estado Peruano en materia constitucional esta
encargada al órgano jurisdiccional ordinario y a un órgano jurisdiccional denominado
Tribunal Constitucional.
La materia constitucional que es objeto de juzgamiento y decisión tiene dos
sectores definidos: La protección de los derechos constitucionales y la Preservacion de
la jerarquía normativa, encargándose de los primero el Poder Judicial y en ultima
instancia el Tribunal Constitucional, del segundo el Tribunal Constitucional en lo
referente a las normas con rango de Ley y el Poder Judicial para las normas
administrativas de carácter general.

Los tribunales Ordinarios o Especiales, cuando juzgan con efectos definitivos la


constitucionalidad o inconstitucionalidad de las leyes o normas generales de inferior
jerarquía, declaran la conformidad o disconformidad de las leyes con la Constitucion y
de las normas de inferior jerarquía con las leyes, mediante decisión que tiene autoridad
de cosa juzgada, ejercen jurisdicción constitucional.
Existe una jurisdicción constitucional, es decir el ejercicio de la función
jurisdiccional del Estado para resolver Litis o conflictos constitucionales.
Ademas se diferencia la jurisdicción constitucional de la jurisdicción común.
Porque la constitución reconoce la jurisdicción supranacional tratándose de procesos
que versan sobre derechos constitucionales (Art. 205°- de la constitución).
1.2.- Accion
El derecho de acción es el derecho de acudir al órgano jurisdiccional del Estado
solicitando la tutela de nuestros derechos. Es el derecho de obtener que el Estado
ejercite su función jurisdiccional para la tutela de los derechos de la persona. Este
derecho tiene notas particulares en los procesos constitucionales. Asi, no toda persona
puede pedir la inconstitucionalidad de las leyes, solamente lo pueden hacer los órganos
legitimados por la Constitucion.
Al ejercitar la acción popular no se solicita la protección de un derecho
subjetivo, que regularmente es el fin de la accion en los demás procesos, porque con la
acción popular no se busca la protección de un derecho de la persona. Sino la proteccion
acción del orden jurídico.
Las acciones de amparo y de Habeas Corpus pueden ser ejercitadas por los
afectados o por terceros. Los terceros, sin necesidad de alegar ni acreditar
representación ( Arts. 26° y 13° de la Ley N°- 23506 respectivamente).
1.3.- Principios Procesales que rigen el Derecho Procesal Constitucional
Según ALZAMORA VALDEZ “los principios son categorías de mayor
amplitud, que pertenecen a la esfera lógica jurídica y su finalidad es señalar el marco
dentro del cual debe desenvolverse la actividad procesal.
Son los grandes lineamientos que adoptan los ordenamientos procesales para
regir el desenvolvimiento del proceso. Del examen de las normas constitucionales y
leyes procesales constitucionales se establece que en el Derecho Procesal Constitucional
peruano rigen los siguientes principios procesales:
a.- Principio Dispositvo.- Se requiere instancia de parte para el inicio del proceso, por
tanto aligual que el proceso civil, es aplicable la máxima nemo iudex sine actore, es
decir no hay proceso sin demandad (Arts. 23 de la Ley N°-26435, 13|y 26 de la ley
N°23506 y 4°- de la Ley N°- 24968).
b.- Prncipio Inquisitivo
III. EL CONTENIDO PROCEDIMENTAL DE LA CONSTITUCIÓN. LA
ESENCIA DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES

Los procedimientos son esencialmente un medio y no se entienden por sí mismos, sino


en referencia a un determinado fin. Los procesos constitucionales nacen con la finalidad
de asegurar lo más posible la vigencia plena de la Constitución. Sin embargo, y en la
medida que la Constitución tampoco vale por sí misma sino en la medida que promueve
la realización plena de la Persona, por un lado, recogiendo las exigencias de justicia
natural que brotan de la Persona, y por otro, organizando al Poder como medio eficaz
para favorecer el efectivo cumplimiento de los derechos humanos, se ha de admitir que
los procesos constitucionales tienen una finalidad próxima y otra finalidad última. La
primera es la plena vigencia del total de los contenidos de la Constitución; la segunda es
la plena realización de la Persona como fin en sí misma que es13. Así, pues, forma parte
de la esencia de los procesos constitucionales su carácter de instrumental.

A partir de aquí se pueden concluir una serie de exigencias procesales tanto formales
como materiales y que han de singularizar a los procesos constitucionales. Mencionaré
al menos dos. Una es el carácter constitucional del objeto protegido. Como se sabe, la
Constitución es la norma suprema pero no es la única norma del ordenamiento jurídico.
A partir de ella y hacia abajo existen una serie de normas jurídicas que adoptan la forma
de leyes o de reglamentos. La regulación que dispongan estas leyes y reglamentos están
vinculadas con las disposiciones constitucionales, pero lo están de un modo indirecto y
derivativo. Las agresiones que se produzcan contra el nivel infraconstitucional no puede
ser objeto de atención a través de los procesos constitucionales, disponerlo sería
desnaturalizar los procesos constitucionales. Especialmente didáctico en este punto son
los derechos fundamentales. Estos cuentan con un contenido constitucional, pero
también cuentan con un contenido infraconstitucional (legal y reglamentario). La
esencia de los procesos constitucionales que defienden derechos fundamentales exige
que sólo se activen cuando está en juego el contenido constitucional del derecho
fundamental, más no cuando está en juego simplemente el contenido
infraconstitucional.

La otra exigencia atribuible a la esencia de los procesos constitucionales es la


sumariedad. Los procesos constitucionales son garantías reactivas que se activan cuando
se ha producido una agresión a la Constitución14. Debido a la importancia que para la
realización plena de la Persona representa la Constitución, exigido es que el proceso que
se destine a enfrentar la agresión constitucional permita dar una respuesta rápida y
efectiva. Piénsese en el significado de toda agresión constitucional: siempre socavará la
existencia real de un verdadero Estado de derecho; y, en ocasiones habrá que añadir,
posterga la realización plena de la Persona. Este significado obliga a configurar
procesos que en poco tiempo hagan desaparecer de modo efectivo la agresión
constitucional, por el daño intrínseco que ésta lleva consigo. Disponer procesos
constitucionales largos y poco efectivos resulta siendo contrario
Por eso acierta el legislador peruano a la hora que ha decidido que “son fines esenciales
de los procesos constitucionales garantizar la primacía de la Constitución y la vigencia
efectiva de los derechos constitucionales” (artículo II CPConst.).

Estas características esenciales singularizan a los procesos constitucionales y los


diferencian de los procesos judiciales ordinarios. En palabras del Tribunal
Constitucional, “la consagración constitucional de estos procesos les otorga un especial
carácter, que los hace diferentes de los procesos ordinarios”. Si bien es cierto a través de
los procesos ordinarios puede terminar defendiéndose la Constitución y los derechos
fundamentales, tal defensa ni es su objetivo natural, ni tiene las características de
sumariedad y eficacia reclamada por la finalidad de los procesos constitucionales. Esta
diferencia, si se quiere de carácter sustantivo, tiene necesarias consecuencias sobre la
regulación procesal en uno y otro caso.

IV. LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES EN LA CONSTITUCIÓN


PERUANA

En el artículo 200 CP, el Constituyente se limita a disponer el supuesto de procedencia


general de cada uno de los seis procesos constitucionales ahí recogidos. Esta disposición
permite resolver si el Constituyente peruano ha decidido acorde con la naturaleza o
esencia de los procesos constitucionales. No cabe duda que los términos generales en
los que se ha formulado la procedencia del hábeas corpus, del amparo y del hábeas data,
permite concluir que el Constituyente ha decidido de modo acertado en la medida que se
condice con el carácter constitucional que ha de tener el objeto de cada uno de los
mencionados procesos constitucionales. A partir de aquí la tarea decisiva es la del
intérprete constitucional que ha de concretar la disposición constitucional, pues ha de
decidir que los procesos constitucionales sólo han de atender el contenido constitucional
de los derechos fundamentales para evitar decisiones contrarias a la Constitución y a la
Justicia. Por eso, cuando el Legislador peruano, como intérprete llamado a concretar el
artículo 200 CP, decide que el amparo, el hábeas corpus y el hábeas data sólo protegen
“el contenido constitucionalmente protegido del derecho invocado” (artículo 5.1
CPConst), decide justamente (debidamente) porque decide en consonancia con la
naturaleza de los procesos constitucionales.

En lo que respecta a los procesos de inconstitucionalidad y popular, también se ha de


concluir que el Constituyente decide acertadamente, al hacer proceder ambos procesos
constitucionales sólo cuando haya infracción, por el fondo o por la forma, de la
Constitución, ya provenga tal agresión de la Ley (acción de inconstitucionalidad) o de
los Reglamentos (acción popular). A diferencia del caso de los procesos de amparo,
hábeas corpus y hábeas data, en los que el Legislador debido a la generalidad y
ambigüedad del artículo 200 CP, pudo haber leído erróneamente que lo protegido del
derecho fundamental era también su contenido infraconstitucional, en los procesos de
inconstitucionalidad y popular, el Legislador sólo tenía la posibilidad de hacer proceder
la acción constitucional cuando la Ley (artículo 77 CPConst.) o el Reglamento (artículo
76 CPConst) trasgredieran la Constitución.

En este punto se podría plantear la siguiente cuestión. Cuando tanto en la Constitución


como en el Código Procesal Constitucional se dispone la procedencia de la acción
popular contra los reglamentos que contravienen la Ley, ¿no se está apartando de la
exigencia de sólo atender cuestiones de relevancia constitucional? La respuesta sería
positiva si no es posible justificar que la ilegalidad de un Reglamento tiene relevancia
constitucional; pero tal justificación es posible darla. En efecto, debido a la jerarquía
normativa contenida en el artículo 51 CP. De modo que cuando un Reglamento
contraviene la Ley, la cuestión necesariamente adquiere relevancia constitucional.

Y, finalmente, en lo que respecta al proceso de cumplimiento, el Constituyente ha


decidido que este proceso constitucional se activa frente a renuencias de autoridades o
funcionarios públicos para aplicar o cumplir la Ley y los actos administrativos. Esta
decisión constituyente se aparta de lo que es esencial a los procesos constitucionales, en
la medida que se ha reconocido como tal a un proceso cuya finalidad no tiene relevancia
constitucional. En este punto el Constituyente ha constitucionalizado un proceso que en
sí mismo no ha de ser tenido como un proceso de defensa de la Constitución18.

V. LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO CONSTITUCIONAL

A la realización de este contenido esencial de los procesos constitucionales y, por tanto,


su empleo legítimo así como su desenvolvimiento hacia la obtención de una decisión
justa cuando se trata de la protección efectiva de la Persona como fin, ayudan de modo
manifiesto una serie de principios jurídicos que, para el caso peruano, han sido
recogidos principalmente en el artículo III CPConst.19. Se trata de principios con pleno
valor normativo20 destinados a servir de herramienta eficaz no sólo a la diferenciación
entre procesos constitucionales y procesos ordinarios, sino también a la consecución de
sus objetivos esenciales21; y es que se trata de principios que “rompen los cánones del
procesalismo ortodoxo”22 y que necesariamente sirven para interpretar las reglas
procesales de los procesos constitucionales23 y para informar “el razonamiento y la
argumentación del Juez constitucional”24. Estos principios procesales serán estudiados
brevemente a continuación.

1. El principio de dirección judicial


Este principio25 “implica el tránsito del juez–espectador al juez–director”26, y supone
el convencimiento de que “el juez no puede conservar la actitud pasiva que tuvo en el
proceso de otros tiempos”27, debido a que al Estado le interesa que “la justicia de todos
los pleitos se realice lo más rápidamente y lo mejor posible”28. No cabe duda que al
Juez constitucional se le ofrecen una serie de medios y herramientas con el objetivo de
lograr los fines esenciales de los procesos constitucionales: asegurar la supremacía de la
Constitución y asegurar el cumplimiento efectivo de los derechos fundamentales. No
cabe duda, igualmente, no sólo que esos medios no serán aprovechados, ni las
herramientas debidamente empleadas, sino que la consecución de los fines mismos
quedarán entredichos si no se concibe al Juez constitucional como un Juez partícipe,
responsable de la debida y oportuna marcha del proceso29. Y es que el principio de
dirección judicial del proceso predicado del proceso constitucional, se redimensiona,
“en la medida en que la jurisdicción constitucional no es simple pacificadora de
intereses de contenido y alcance subjetivos, sino del orden público constitucional en
conjunto”30.

Se debe coincidir, entonces, con el Tribunal Constitucional cuando afirma que este
principio “sitúa en la figura del juez constitucional el poder–deber de controlar
razonablemente la actividad de las partes, evitando una conducta procesal
obstruccionista y promoviendo la consecución de los fines del proceso de manera eficaz
y pronta”31. Consecuentemente, se ha de admitir que el Juez constitucional tiene un
deber relevante: “detectar y desvirtuar aquella conducta procesal que, intencionalmente
o no, pretenda convertir al proceso en un ritualismo de formas, antes que en un eficiente
cauce para la protección de los derechos fundamentales y el respeto por la supremacía
normativa de la Constitución”32.

2. El principio de gratuidad

El principio de gratuidad33 en la actuación del demandante significa que no es


razonable que la disponibilidad de medios económicos se convierta en un impedimento
para acceder a la justicia constitucional a través de la activación del correspondiente
proceso constitucional. El principio de gratuidad en el ámbito judicial se traduce “en
asegurar, a las personas de escasos recursos, el acceso, el planteamiento y la obtención
de un fallo judicial que resuelva sus diferencias dentro de un proceso judicial
gratuito”34, de modo que a través de la vigencia de este principio “se haría efectiva la
tutela procesal efectiva y el principio de socialización del derecho”35. La principal
consecuencia de este principio es el no pago de las tasas para acceder al aparato judicial,
es decir, de las costas que se puedan establecer por las disposiciones administrativas del
Poder Judicial. De otra forma se estaría alentando situaciones de verdadera injusticia y
desigualdad material36. Sin embargo, y en una suerte de matización del principio, se
establece en la parte final del artículo III CPConst., que el principio de gratuidad no
obsta el cumplimiento de la resolución judicial firme que disponga la condena de costas
y costos según los supuestos que prevea el Código Procesal Constitucional para el
demandante (artículos 16, 56 y 97)37. Este principio se encuentra plenamente
justificado en el hecho de que es vital que no exista ningún tipo de elemento que
obstruya el acceso a los medios de salvación de los derechos constitucionales o de los
medios que tienden a hacer efectivamente vigente el orden constitucional. Y es que este
principio contiene “un mandato constitucional que exige la remoción de los obstáculos
que impidan el ejercicio pleno de los derechos fundamentales”38.

3. El principio de economía y celeridad procesal

El principio de economía procesal surge del convencimiento de que “[e]l proceso, que
es un medio, no puede exigir un dispendio superior al valor de los bienes que están en
debate, que son el fin. Una necesaria proporción entre el fin y los medios debe presidir
la economía del proceso”39. Este principio está referido especialmente “a tres áreas
distintas: ahorro de tiempo, gasto y esfuerzo40; y está alentado por el siguiente axioma:
“debe de tratarse de obtener el mayor resultado posible con el mínimo de empleo de
actividad procesal”41

Dado el valor del objeto de protección de los procesos constitucionales que hace que su
esencia reclame una respuesta rápida que haga desaparecer la situación de
inconstitucionalidad, el principio de economía procesal juega un papel trascendental. En
palabras del Supremo intérprete de la Constitución: “si se parte de (…) los fines que
informan a los procesos constitucionales, los mismos no deben estar supeditados por
económicos”43, de modo que corresponde al Juez constitucional “detectar y desvirtuar
aquella conducta procesal que, intencionalmente o no, dilate los procesos ocasionando
un gasto innecesario de tiempo, energía y dinero”44.

El principio de economía procesal no sólo apunta a economizar los costos que pueda
suponer el proceso, y “evitar un tránsito innecesario al recurrente”45, sino también a
hacer del proceso un trámite sumario: “[e]l principio de economía procesal, como es
conocido, intenta enfrentar no sólo el tema de los costos, sino también de la duración y
de la cantidad de actos que deben realizarse en un proceso”46. Y es que muy vinculado
a este principio de economía se encuentra el principio de celeridad procesal, al punto
que el Supremo intérprete de la Constitución suele nombrarlos de manera conjunta47.
Tan vinculados están que un mismo accionar puede vulnerar a la vez uno y otro
principio48. El principio de celeridad procesal no está reconocido expresamente en el
artículo III CPConst., (como sí lo esta en el artículo V del Título Preliminar del CPC),
pero indudablemente debe inspirar el desarrollo de los procesos constitucionales, más
aún cuando algunos de ellos están dirigidos directamente a defender derechos
constitucionales, por lo que se requiere de una respuesta judicial urgente debido a la
especial importancia de su objeto de defensa: “[l]os diferentes procesos
constitucionales, y sobre todo, los vinculados con la protección de los diversos derechos
fundamentales, deben caracterizarse por buscar una tutela urgente, limitándose en lo
posible al cumplimiento de aquellas pautas y formalidades que realmente resulten
indispensables”49.

4. El principio de inmediación
El principio de inmediación50, tiene por finalidad que “el juez –quien en definitiva va a
resolver el conflicto de intereses o la incertidumbre con relevancia jurídica– tenga el
mayor contacto posible con todos los elementos subjetivos (intervinientes) y objetivos
(documentos, lugares, etc.) que conforman el proceso”51, con la finalidad de “lograr
una aproximación más exacta al mismo”52. No puede aspirarse a una solución justa al
margen del caso concreto. La justicia en abstracto no existe, lo que existe es la solución
justa de concretas controversias. Nuevamente será el valor justicia el que justifique y dé
sentido a la aplicación de este principio, pues se trata de conocer de modo cierto y
completo una situación sobre la cual se va a tomar una decisión. Y decididamente, no
habrá solución justauna serie de ritualismos procesales que, a la postre, los afecten con
dilaciones innecesarias”42. En definitiva, se trata de “aliviar en la mayor medida posible
el esfuerzo de tiempo y de medios sin un conocimiento suficiente de todos los
elementos que conformen el caso concreto53. De modo que, en palabras del Tribunal
Constitucional, “no sólo es posible, sino, en determinados casos, indispensable, que el
juez canalice ante sí la mayor cantidad de elementos que le permitan arribar a una
decisión fundada en derecho, esto es, a concretizar el valor justicia al interior del
proceso”54. Este principio cobra especial importancia durante el desarrollo de la
actividad probatoria, la cual “debe transcurrir en presencia del juez encargado de
pronunciar sentencia, puesto que sólo de esta manera se garantiza que exista un contacto
directo entre el juzgador y los medios de prueba aportados al proceso”55.

El principio de inmediación, por otro lado, no exige que uno sólo sea el Juez que
conozca y dirija un proceso, pues pueden haber sido más de uno sin que ello desacredite
este principio. Éste “garantiza que el juez encargado de sentenciar tenga contacto
directo con todas las pruebas, no resulta afectado cuando más de un juez en la etapa de
instrucción conoce del proceso”56. Tampoco “significa necesariamente la exigencia de
oralidad, pues entender la oralidad como condición sine qua non para la realización del
principio de inmediación en el proceso constitucional supondría deducir que cuando no
hay informes orales el Tribunal no puede resolver”57.

5. El principio de socialización

El principio de socialización procesal58, exige del Juez la capacidad de saber intervenir


a fin de que las desigualdades materiales que siempre acompañan a los litigantes, no
entorpezcan la labor de llegar a una solución justa. Este principio “no solo conduce al
juez –director del proceso– por el sendero que hace más asequible la oportunidad de
expedir una decisión justa, sino que lo faculta para impedir que la desigualdad en que
las partes concurren al proceso sea un factor determinante para que los actos procesales
o la decisión final tengan una orientación que repugne al valor justicia”59. En palabras
del Tribunal Constitucional, este principio “consiste en el deber del juez de evitar que
las desigualdades materiales existentes entre las partes impidan la consecución de una
decisión judicial que sea reflejo cabal de la objetividad del Derecho”60. Por eso, exige
que “se diseñen los mecanismos procesales idóneos para hacer realidad la igualdad
(procesal) de las partes del proceso”61. Es un principio asumido como manifestación
del paso del Estado liberal al Estado social de Derecho, en el que se exige que “ante los
múltiples factores que pueden situar a las partes en una evidente situación de
desigualdad, resulta imperativa la intervención judicial a efectos de tomar las medidas
correctivas que aseguren un proceso justo”62.
6. Principio de impulso de oficio

Se suele definir el impulso procesal como aquel “fenómeno por virtud del cual se
asegura la continuidad de los actos procesales y su dirección hacia el fallo definitivo”64.
Mientras que el principio de oficiosidad en el impulso se define como “la facultad que
se concede al Juez para conducir y hacer avanzar autónomamente el proceso –sin
necesidad de intervención de las partes– a fin de lograr la consecución de sus fines”65.
Según esta definición, se entiende perfectamente que vaya muy vinculado al principio
de dirección judicial del proceso, arriba comentado66. En todo caso, debe tomarse en
consideración que los decretos o resoluciones que el Juez emita en aplicación de este
principio no necesitan ser motivados. Se tratará siempre de resoluciones que no
establecen sanciones, ni resuelve pretensión alguna, sino que sencillamente tienen por
finalidad mover el proceso, se entiende, con la finalidad de – para lo que ahora importa–
afianzar la supremacía de la Constitución y la plena vigencia de los derechos
fundamentales. Ya lo ha dispuesto así la norma constitucional cuando ha recogido como
principio de la administración de justicia “[l]a motivación escrita de las resoluciones
judiciales en todas las instancias, excepto los decretos de mero trámite” (artículo 139.5
CP). Es el caso de la resolución en la que se ordena que se notifique a una de las partes
procesales para que concurra al juzgado a fin de que se realice la audiencia pública de
lectura de sentencia. En este caso, dijo el Tribunal Constitucional que “la citación a una
audiencia de lectura de sentencia no requiere de mayor fundamentación”67.

7. El principio de elasticidad

Mediante este principio68, se exige que el Juez adecue las formalidades que puedan
exigirse en el proceso constitucional a la consecución de sus fines, y los cuales no
huelga mencionar nuevamente ahora: asegurar la supremacía de la Constitución y la
vigencia efectiva de los derechos constitucionales. Una vez más cobra especial
relevancia tener en cuenta que el principio que ahora se comenta (al igual que todos los
demás principios procesales), en sí mismo no es más que un medio para alcanzar la
solución justa que involucra la garantía plena de la Constitución y de los derechos
constitucionales. En definitiva, ha de lograrse que “las exigencias que impone el Código
no deben, bajo ningún punto de vista ni criterio interpretativo, trastocar los fines
mismos de los procesos constitucionales”69.

Sin embargo, la flexibilidad que supone este principio a favor de la actuación judicial
del Juez, no significa que el juzgador quede desvinculado del Derecho. Bien dice el
Tribunal Constitucional cuando afirma, hablando del proceso de inconstitucionalidad,
afirmación que debe hacerse extensiva a los demás procesos constitucionales, que
“prima facie, no supone que la especial naturaleza del proceso de inconstitucionalidad,
autorice a este Colegiado a desvincularse de los principios procesales generales y crear
ex novo reglas procesales aplicables a tal tipo de proceso, sino tan sólo preferir los
principios procesales del artículo III del Título Preliminar del CPConst., desechando la
aplicación de todo criterio procesal que resulte incompatible con su finalidad”74. Por
eso es que la aplicación del principio de elasticidad demanda de una argumentación
suficiente por parte del Juez que lo aplica.

8. El principio pro actione

Debido, nuevamente, a la finalidad de los procesos constitucionales, se ha prescrito en


el artículo III CPConst. que, de existir duda respecto de si el proceso constitucional debe
declararse concluido o no, el Juez, Sala o el mismo Tribunal Constitucional, debe
decantarse por su continuación. Este principio suele conocerse con el nombre de
principio pro actione o principio favor processum, considerado “una de las
manifestaciones del principio pro homine en materia de interpretación de los derechos
fundamentales de orden procesal”75, y particularmente útil a la hora de determinar el
contenido constitucionalmente protegido del derecho de acceso a la justicia, declararon
fundada dicha excepción”76.

Este principio consiste “en la facultad que tiene el juez de decidir a favor de la admisión
de la demanda o de la continuación del proceso, en aquellos casos en los que tenga una
duda razonable respecto de si se está ante un caso de improcedencia de la demanda o de
conclusión del proceso”77. En particular referencia al Juez constitucional, este principio
“impone que el juez constitucional, en lugar de optar por alternativas que supongan el
estrechamiento del derecho de acceso a la justicia, máxime a la justicia constitucional,
debe acoger aquéllas que impliquen, por el contrario, una optimización o mayor eficacia
del mismo”78. Es necesario –así lo exige la efectiva protección de los derechos
constitucionales y la efectiva vigencia de la norma constitucional– que exista la certeza
de que el proceso
Constitucional no va más para recién poder declarar su conclusión. La sospecha de que
debe continuar, obliga al juzgador a proseguir el proceso. Así que “en caso de duda
debe proseguirse con el trámite del proceso constitucional”79, dicho con otras palabras,
en caso de duda “debe preferirse aquel dispositivo legal que en menor medida restrinja
el derecho del justiciable al acceso a la justicia”80.

Mediante este principio, ha dicho el mencionado Tribunal Constitucional, “se impone a


los juzgadores la exigencia de interpretar los requisitos y presupuestos procesales en el
sentido más favorable a la plena efectividad del derecho a obtener una resolución válida
sobre el fondo, con lo cual, ante la duda, la decisión debe dirigirse por la continuación
del proceso y no por su extinción”81. De modo que debe interpretarse “en sentido
favorable para posibilitar el acceso a la tutela jurisdiccional y, consiguientemente, con
exclusión de toda opción interpretativa que sea contraria a ese propósito”82; es decir,
“el operador judicial debe interpretar las restricciones impuestas a tal derecho del modo
que mejor se optimice su ejercicio”83. Y es que “el derecho de obtener una sentencia
que se pronuncie sobre una pretensión es una manifestación del derecho a la tutela
judicial y, como tal, si bien exige que el justiciable previamente satisfaga las
condiciones de la acción que la Ley establece, no puede perder de vista que ésta debe
ser interpretada y aplicada de tal forma que se haga efectivo el ‘derecho de acción’ o
‘derecho de acceso a la jurisdicción’ (principio pro actione)”84.

Si no se interpreta de esta manera, se corre el riesgo de anular la naturaleza de los


procesos constitucionales como medios de protección y aseguramiento de la
Constitución, y con ella de los derechos constitucionales. Ello debido a que
erróneamente se convertiría “una duda interpretativa respecto de las formalidades
propias del instrumento de tutela en un elemento determinante para permitir el acceso a
la tutela constitucional de los derechos, cuando, en realidad, es el instrumento procesal
el que debe ser adecuado e interpretado decididamente

–siempre y cuando no se restrinjan los derechos constitucionales de la contraparte– a fin


de consolidar una tutela constitucional más eficaz, oportuna y plena”.

9. El principio iura novit curia

Este principio viene recogido en el artículo VIII CPConst88. Como principio procesal,
su reconocimiento y aplicación se justifica sólo en la medida que se emplea para
alcanzar los fines del proceso constitucional: la supremacía de la Constitución y, en
particular, la plena vigencia de los derechos ahí reconocidos. Este principio significa “la
necesaria libertad con la que debe contar el sentenciante para subsumir los hechos
alegados y probados por las partes, dentro de las previsiones normativas que rijan el
caso. Libertad que subsiste aún en la hipótesis de que los litigantes hubieran invocado la
aplicabilidad de otras disposiciones”.

A decir del Tribunal Constitucional, se trata del “poder–deber de identificar el derecho


comprometido en la causa, aun cuando no se encuentre expresamente invocado en la
demanda. De este modo el Juez, como director del proceso, dice el derecho antes de
emitir sentencia”. Es decir, “la obligación del juzgador de aplicar correctamente el
derecho objetivo involucra, simultáneamente, la correcta adecuación del derecho
subjetivo reconocido en aquel”1. De manera que “el hecho de que no se aleguen
determinados derechos y, por tanto, que el contradictorio constitucional no gire en torno
a ellos, no es óbice para que este Tribunal pueda pronunciarse sobre esos y otros
derechos”.

¿Cuál es la fundamentación de este principio cuando de los procesos constitucionales se


trata? La razón debe encontrarse en la naturaleza jurídica del derecho que no ha sido
invocado debiéndose invocar o que ha sido mal invocado. Se trata de derechos que
vinculan al Juez constitucional no por haber sido o no invocados, sino por estar
recogidos en la norma constitucional que obliga plenamente por ser plenamente
normativa. Por eso, y con razón, ha recordado que la norma constitucional que sustenta
un derecho subjetivo constitucional “es indisponible para el Juez Constitucional y, en
consecuencia, aunque no haya sido invocada, debe aplicarse”. De modo que, “más allá
de que no hayan sido invocados, o no se hayan identificado correctamente, corresponde
decidir al juez de la constitucionalidad”.

Aunque el derecho no haya sido invocado correctamente, el Juez está en la obligación


de hacerlo y sentenciar según él. Sin embargo, esto no significa permitir y dar cobertura
constitucional a una actuación arbitraria del Juez, pues esta facultad que le depara el
principio de iura novit curia tiene límites. En efecto, el Juez está vinculado también a
los hechos y a la pretensión que plantee el demandante.

Como ha dicho el Tribunal Constitucional, los límites de la aplicación de este principio


“son los hechos alegados por las partes y el petitorio, los cuales no pueden ser
modificados”95. De modo que su aplicación “buscará no alterar ni sustituir las
pretensiones y hechos fácticos que sustentan la demanda y resulten acreditados en el
proceso” 9

10. El principio de queja deficiente

El principio de suplencia de queja deficiente o también llamado suplencia de las


deficiencias procesales98, institución de origen mexicano99, se ha definido de modo
general como aquel que obliga al Juez constitucional a subsanar los errores100 de
naturaleza fáctica en los que pueda haber incurrido las partes. Así, “el juez debe
calificar los hechos expuestos por las partes y la relación sustancial, prescindiendo de la
calificación efectuada por los litigantes. Debe determinar la causa petendi y siempre que
no se aparte de los hechos afirmados ni modifique su objeto, puede otorgar lo pedido
sobre la base de una calificación de la causa distinta a la que hicieron las partes”101.

Sin duda que se trata de no inventar hechos o de no sustituir a la parte procesal en su


pretensión, pero sí de calificar jurídicamente de un modo correcto los hechos o los
intereses de las partes. El límite, por tanto, en la aplicación de este principio es que el
Juez constitucional “únicamente podrá desvincularse de lo planteado en la demanda a
fin de otorgar una protección eficaz a los derechos constitucionales lesionados, cuando
ello devenga de una voluntad implícita del recurrente a pesar de no haberla planteado
correctamente en la demanda”102.

Se trata de un principio muy estrechamente relacionado al principio iura novit curia, que
no ha sido expresamente recogido en el texto del Código Procesal Constitucional, pero
que “sí está presente de modo implícito”103. La justificación es que un tal principio “se
infiere de la finalidad de los procesos constitucionales”104, se infiere también de “el
preeminente valor de los derechos cuya tutela se pretende y (…) el principio pro
accione”105. Ambos principios son complementarios debido a que el iura novit curia se
refiere al derecho, más precisamente, “a la invocación o no invocación de las normas
jurídicas que sirven de fundamento a las pretensiones esgrimidas por las partes dentro
de un proceso”106; mientras que el principio de queja deficiente se refiere a los hechos,
en la medida que alude a “la facultad que tienen los jueces constitucionales para adecuar
las pretensiones de los quejosos, a fin de otorgarles la protección que sus derechos
fundamentales requieran en el supuesto que se advierta un error o una omisión en el
petitorio de su demanda”107.

11. Principio de interpretación conforme a la norma internacional sobre Derechos


Humanos

Este principio está recogido en el artículo V del Título Preliminar del CPConst., al igual
que en la IV disposición final y transitoria de la Constitución. Exige este principio que a
la hora de determinar el contenido constitucionalmente protegido de un derecho
fundamental113, el intérprete debe de tomar en consideración la norma internacional
sobre derechos humanos vinculante para el Perú, así como las interpretaciones que de
esta normatividad se han recogido en las sentencias de los Tribunales Internacionales
con jurisdicción sobre el Estado peruano114. Y es que forma parte del contenido
constitucional de un derecho fundamental también lo que sobre ese derecho haya
dispuesto la norma internacional y el criterio jurisprudencial del tribunal
internacional115 debido a que conforman el ordenamiento jurídico (artículo 55 de la
Constitución)116, “posee fuerza normativa directa o aplicabilidad directa”117. Por
tanto, los derechos fundamentales reconocidos por nuestra Constitución, “deben ser
obligatoriamente interpretados de conformidad con los tratados y los convenios
internacionales sobre derechos humanos ratificados por el Perú y en concordancia con
las decisiones adoptadas por los tribunales internacionales sobre derechos humanos
constituidos según tratados de los que el Perú es parte”118.

CAPITULO III
LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES EN LACONSTITUCION PERUANA DE
1993
El análisis del modelo de los procesos constitucionales en la Constitución de
1993, no esta desvinculado del proceso que aconteció a partir del 5 de abril de 1992, es
decir la etapa en que se desarrolló el período del gobierno defacto absoluto de Fujimori,
que se inició con la clausura, entre otras instituciones, del propio Tribunal de Garantías
Constitucionales (TGC) por Decreto Ley No.25422, al cesar inconstitucionalmente a
todos sus magistrados. A su vez, el presidente defacto modificó la Ley No.23506, Ley
de Hábeas Corpus y Amparo para impedir la interposición de las garantías
constitucionales, como el hábeas corpus y sobre todo la acción de amparo, ante el Poder
Judicial. También, reformó la propia Ley Orgánica del TGC cuando ya no podía actuar
como instancia casatoria, debido a su clausura, para evitar que particulares pudiesen
ejecutar una sentencia millonaria de amparo desfavorable al Estado.
Todo esto significó, que el control constitucional de las leyes y la revisión de las
resoluciones denegatorias sobre garantías constitucionales a cargo del TGC quedaran
proscritas. Apenas los hábeas corpus y las acciones de amparo que tutelaban los
derechos fundamentales de la Constitución .de 1979, podían ser incoadas ante el Poder
Judicial; pero, su mérito era resuelto en última instancia por una pléyade de vocales y
magistrados nombrados por decretos leyes, amedrentados o sometidos al poder de facto
político y militar.

Esta realidad constitucional se vio reflejada en el debate constituyente en el Congreso


Constituyente Democrático (CCD), en tanto la mayoría constituyente oficialista eliminó
al Tribunal Constitucional en los dos anteproyectos y dictamen constitucional, hasta su
incorporación final en el pleno del CCD sin mayor debate u oposición gubernamental.
Por ello, sólo nominalmente se puede señalar que el modelo de jurisdicción
constitucional consagrado en la Constitución de 1993, continúa parcialmente la senda
iniciada en la Constitución de 1979, incorporando en su seno dos sistemas, el difuso y el
concentrado de jurisdicción constitucional, configurando un modelo dual imperfecto de
jurisdicción constitucional.

Es así que la Constitución de 1993 reconoce en el Capítulo VIII del Poder Judicial, del
Título IV De la Estructura del Estado, por un lado, la potestad del judicial review o
control difuso de la Constitución, en tanto que "en todo proceso, de existir
incompatibilidad entre una norma constitucional y una norma legal, los jueces prefieren
la primera .... ", según el artículo 138

in fine, y; por otro lado, le corresponde también al Poder Judicial resolver en primera y
segunda instancia las acciones de hábeas corpus, amparo, hábeas data y acción de
cumplimiento, mientras que en cuanto a la acción popular, la justicia ordinaria la
resuelve en todas sus instancias judiciales, de conformidad con lo dispuesto en los
artículos 200 numeral S y 202 numeral 2 de la Constitución. Pero, cabe precisar que el
Tribunal Constitucional goza de un rol prevalen te sobre el Poder Judicial, en tanto
subordina las resoluciones judiciales a sus decisiones, en materia de garantías
constitucionales y en asuntos de interpretación y en consecuencia de aplicación de la
Constitución.

En efecto, el Título V De las Garantías Constitucionales, reconoce al Tribunal


Constitucional como órgano de control de la Constitución y lo convierte en instancia de
fallo, en tanto que tiene competencia para resolver en última instancia las resoluciones
denegatorias del Poder Judicial en materia de hábeas corpus, amparo, hábeas data y
acción de cumplimiento, según el artículo 200, incisos 2, 3, 4 y 6; como también, lo
faculta para declarar la inconstitucionalidpd de las normas legales con rango de ley, y
para resolver los conflictos de competencias y atribuciones entre los poderes y
organismos constitucionales Constitucional es de siete, correspondiéndole al Congreso
de la República la nominación de todos los magistrados constitucionales, con el voto
favorable de los dos tercios del número legal de congresistas, es decir con ochenta votos
de los ciento veinte representantes. Si bien una de las pocas críticas gubernamentales
fundamentales al TGC fue su excesiva politización, sobretodo en la primera etapa del
gobierno de Fujimori -1990 a 1992-, la Constitución abandona el sistema de la
designación tripartita por parte del Poder Ejecutivo, Poder Judicial y Poder Legislativo
de sus nueve magistrados, según la Constitución de 1979, por un sistema cien por ciento
político de elección de los siete magistrados por el Congreso.
Sin embargo, el actual sistema de elección concentrado en el congreso unicameral,
requiere de una mayoría de dos tercios que obliga al pacto entre los grupos
parlamentarios; con lo cual la mayoría y las minorías parlamentarias quedan tácitamente
obligadas a votar en conjunto. Pero, es del caso señalar que el congreso unicameral
integrado por 120 parlamentarios, en el período 1995 al2000, donde el gobierno cuenta
con 67 escaños y la oposición con 53 escaños, no llegaron pacíficamente a elegir a los
magistrados del Tribunal Constitucional, durante 1995 y 1996, debido a la falta de
acuerdo de la mayoría y las minorías parlamentarias sobre sus candidatos.

Sin perjuicio de los alcances y límites de la nominación de los magistrados


constitucionales, corresponde perfilar las características o elementos fundamentales de
los procesos constitucionales.

CAPITULO II
GARANTIAS CONSTITUCIONALES
DISPOSICIONES GENERALES DE LOS PROCESOS DE HABEAS CORPUS,
AMPARO, HABEAS DATA Y CUMPLIMIENTO.
Finalidad de los Procesos:
Los procesos a los que se refiere el presente título tienen por finalidad proteger los
derechos constitucionales, reponiendo las cosas al estado anterior a la violación o
amenaza de violación de un derecho constitucional, o disponiendo el cumplimiento de
un mandato legal o de un acto administrativo.

Si luego de presentada la demanda cesa la agresión o amenaza por decisión voluntaria


del agresor, o si ella deviene en irreparable, el Juez, atendiendo al agravio producido,
declarará fundada la demanda precisando los alcances de su decisión, disponiendo que
el emplazado no vuelva a incurrir en las acciones u omisiones que motivaron la
interposición de la demanda, y que si procediere de modo contrario se le aplicarán las
medidas coercitivas previstas en el artículo 22 del presente Código, sin perjuicio de la
responsabilidad penal que corresponda.

Procedencia

Los procesos constitucionales de hábeas corpus, amparo y hábeas data proceden cuando
se amenace o viole los derechos constitucionales por acción u omisión de actos de
cumplimiento obligatorio, por parte de cualquier autoridad, funcionario o persona.
Cuando se invoque la amenaza de violación, ésta debe ser cierta y de inminente
realización. El proceso de cumplimiento procede para que se acate una norma legal o se
ejecute un acto administrativo.

Procedencia frente a actos basados en normas

Cuando se invoque la amenaza o violación de actos que tienen como sustento la


aplicación de una norma autoaplicativa incompatible con la Constitución, la sentencia
que declare fundada la demanda dispondrá, además, la inaplicabilidad de la citada
norma.

Son normas autoaplicativas, aquellas cuya aplicabilidad, una vez que han entrado en
vigencia, resulta inmediata e incondicionada.

Las decisiones jurisdiccionales que se adopten en aplicación del control difuso de la


constitucionalidad de las normas, serán elevadas en consulta a la Sala Constitucional y
Social de la Corte Suprema de Justicia de la República, si no fueran impugnadas. Lo son
igualmente las resoluciones judiciales en segunda instancia en las que se aplique este
mismo precepto, aun cuando contra éstas no proceda medio impugnatorio alguno.

En todos estos casos, los Jueces se limitan a declarar la inaplicación de la norma por
incompatibilidad inconstitucional, para el caso concreto, sin afectar su vigencia,
realizando interpretación constitucional, conforme a la forma y modo que la
Constitución establece.

Cuando se trata de normas de menor jerarquía, rige el mismo principio, no


requiriéndose la elevación en consulta, sin perjuicio del proceso de acción popular. La
consulta a que hace alusión el presente artículo se hace en interés de la ley
Procedencia respecto de resoluciones judiciales

El amparo procede respecto de resoluciones judiciales firmes dictadas con manifiesto


agravio a la tutela procesal efectiva, que comprende el acceso a la justicia y el debido
proceso. Es improcedente cuando el agraviado dejó consentir la resolución que dice
afectarlo.

El hábeas corpus procede cuando una resolución judicial firme vulnera en forma
manifiesta la libertad individual y la tutela procesal efectiva.

Se entiende por tutela procesal efectiva aquella situación jurídica de una persona en la
que se respetan, de modo enunciativo, sus derechos de libre acceso al órgano
jurisdiccional, a probar, de defensa, al contradictorio e igualdad sustancial en el proceso,
a no ser desviado de la jurisdicción predeterminada ni sometido a procedimientos
distintos de los previstos por la ley, a la obtención de una resolución fundada en
derecho, a acceder a los medios impugnatorios regulados, a la imposibilidad de revivir
procesos fenecidos, a la actuación adecuada y temporalmente oportuna de las
resoluciones judiciales y a la observancia del principio de legalidad procesal penal.
Causales de improcedencia

No proceden los procesos constitucionales cuando:

1. Los hechos y el petitorio de la demanda no están referidos en forma directa al


contenido constitucionalmente protegido del derecho invocado;

2. Existan vías procedimentales específicas, igualmente satisfactorias, para la


protección del derecho constitucional amenazado o vulnerado, salvo cuando se trate del
proceso de hábeas corpus2;

3. El agraviado haya recurrido previamente a otro proceso judicial para pedir tutela
respecto de su derecho constitucional;

4. No se hayan agotado las vías previas, salvo en los casos previstos por este
Código y en el proceso de hábeas corpus;

5. A la presentación de la demanda ha cesado la amenaza o violación de un derecho


constitucional o se ha convertido en irreparable;

6. Se cuestione una resolución firme recaída en otro proceso constitucional o haya


litispendencia;
7. Se cuestionen las resoluciones definitivas del Consejo Nacional de la
Magistratura en materia de destitución y ratificación de jueces y fiscales, siempre que
dichas resoluciones hayan sido motivadas y dictadas con previa audiencia al interesado;

8. Se cuestionen las resoluciones del Jurado Nacional de Elecciones en materias


electorales, de referéndum o de otro tipo de consultas populares, bajo responsabilidad.

Resoluciones en contrario, de cualquier autoridad, no surten efecto legal alguno.


La materia electoral comprende los temas previstos en las leyes electorales y aquellos
que conoce el Jurado Nacional de Elecciones en instancia definitiva3.

9. Se trate de conflictos entre entidades de derecho público interno. Los conflictos


constitucionales surgidos entre dichas entidades, sean poderes del Estado, órganos de
nivel o relevancia constitucional, gobiernos locales y regionales, serán resueltos por las
vías procedimentales correspondientes;

10. Ha vencido el plazo para interponer la demanda, con excepción del proceso de
hábeas corpus.

Cosa Juzgada

En los procesos constitucionales sólo adquiere la autoridad de cosa juzgada la decisión


final que se pronuncie sobre el fondo.

Representación Procesal del Estado

La defensa del Estado o de cualquier funcionario o servidor público está a cargo del
Procurador Público o del representante legal respectivo, quien deberá ser emplazado con
la demanda. Además, debe notificarse con ella a la propia entidad estatal o al
funcionario o servidor demandado, quienes pueden intervenir en el proceso. Aun
cuando no se apersonaran, se les debe notificar la resolución que ponga fin al grado. Su
no participación no afecta la validez del proceso.

Las instituciones públicas con rango constitucional actuarán directamente, sin la


intervención del Procurador Público. Del mismo modo, actuarán directamente las
entidades que tengan personería jurídica propia4.

El Procurador Público, antes de que el proceso sea resuelto en primer grado, está
facultado para poner en conocimiento del titular de la entidad su opinión profesional
motivada cuando considere que se afecta el derecho constitucional invocado.
Si el demandante conoce, antes de demandar o durante el proceso, que el funcionario
contra quien dirige la demanda ya no ocupa tal cargo, puede solicitar al Juez que este no
sea emplazado con la demanda.
Responsabilidad del agresor
Cuando exista causa probable de la comisión de un delito, el Juez, en la sentencia que
declara fundada la demanda en los procesos tratados en el presente título, dispondrá la
remisión de los actuados al Fiscal Penal que corresponda para los fines pertinentes. Esto
ocurrirá, inclusive, cuando se declare la sustracción de la pretensión y sus efectos, o
cuando la violación del derecho constitucional haya devenido en irreparable, si el Juez
así lo considera.

Tratándose de autoridad o funcionario público, el Juez Penal podrá imponer como pena
accesoria la destitución del cargo.

El haber procedido por orden superior no libera al ejecutor de la responsabilidad por el


agravio incurrido ni de la pena a que haya lugar. Si el responsable inmediato de la
violación fuera una de las personas comprendidas en el artículo 99 de la Constitución,
se dará cuenta inmediata a la Comisión Permanente para los fines consiguientes.

Ausencia de etapa probatoria

En los procesos constitucionales no existe etapa probatoria. Sólo son procedentes los
medios probatorios que no requieren actuación, lo que no impide la realización de las
actuaciones probatorias que el Juez considere indispensables, sin afectar la duración del
proceso. En este último caso no se requerirá notificación previa.

Excepciones y defensas previas

Las excepciones y defensas previas se resuelven, previo traslado, en el auto de


saneamiento procesal. No proceden en el proceso de hábeas corpus5.

Integración de decisiones

Los jueces superiores integrarán las decisiones cuando adviertan alguna omisión en la
sentencia, siempre que en ella aparezcan los fundamentos que permitan integrar tal
omisión.

Turno

El inicio de los procesos constitucionales se sujetará a lo establecido para el turno en


cada distrito judicial, salvo en los procesos de hábeas corpus en donde es competente
cualquier juez penal de la localidad.

Tramitación preferente
Los jueces tramitarán con preferencia los procesos constitucionales. La responsabilidad
por la defectuosa o tardía tramitación de estos, será exigida y sancionada por los
órganos competentes.
Notificaciones

Todas las resoluciones serán notificadas oportunamente a las partes, con excepción de
las actuaciones a que se refiere el artículo 9 del presente Código.

Medidas Cautelares

Se pueden conceder medidas cautelares y de suspensión del acto violatorio en los


procesos de amparo, hábeas data y de cumplimiento, sin transgredir lo establecido en el
primer párrafo del artículo 3 de este Código. Para su expedición se exigirá apariencia
del derecho, peligro en la demora y que el pedido cautelar sea adecuado o razonable
para garantizar la eficacia de la pretensión. Se dictan sin conocimiento de la contraparte
y la apelación sólo es concedida sin efecto suspensivo; salvo que se trate de
resoluciones de medidas cautelares que declaren la inaplicación de normas legales
autoaplicativas, en cuyo caso la apelación es con efecto suspensivo.

Su procedencia, trámite y ejecución dependerán del contenido de la pretensión


constitucional intentada y del adecuado aseguramiento de la decisión final, a cuyos
extremos deberá limitarse. Por ello mismo, el Juez al conceder en todo o en parte la
medida solicitada deberá atender a la irreversibilidad de la misma y al perjuicio que por
la misma se pueda ocasionar en armonía con el orden público, la finalidad de los
procesos constitucionales y los postulados constitucionales.

Cuando la solicitud de medida cautelar tenga por objeto dejar sin efecto actos
administrativos dictados en el ámbito de aplicación de la legislación municipal o
regional, se correrá traslado por el término de tres días, acompañando copia certificada
de la demanda y sus recaudos, así como la resolución que la da por admitida, tramitando
el incidente por cuerda separada, con intervención del Ministerio Público. Con la
contestación expresa o ficta, el Juez resolverá dentro del plazo de tres días, bajo
responsabilidad.

En todo lo no previsto expresamente en el presente Código, será de aplicación supletoria


lo dispuesto en el Título IV de la Sección Quinta del Código Procesal Civil, con
excepción de los artículos 618, 621, 630, 636 y 642 al 672.
Extinción de la medida cautelar

La medida cautelar se extingue de pleno derecho cuando la resolución que concluye el


proceso ha adquirido la autoridad de cosa juzgada.
Si la resolución final constituye una sentencia estimatoria, se conservan los efectos de la
medida cautelar, produciéndose una conversión de pleno derecho de la misma en
medida ejecutiva. Los efectos de esta medida permanecen hasta el momento de la
satisfacción del derecho reconocido al demandante, o hasta que el juez expida una
resolución modificatoria o extintiva durante la fase de ejecución.

Si la resolución última no reconoce el derecho reclamado por el demandante, se procede


a la liquidación de costas y costos del procedimiento cautelar. El sujeto afectado por la
medida cautelar puede promover la declaración de responsabilidad. De verificarse la
misma, en modo adicional a la condena de costas y costos, se procederá a la liquidación
y ejecución de los daños y, si el juzgador lo considera necesario, a la imposición de una
multa no mayor de diez Unidades de Referencia Procesal.

La resolución que fija las costas y costos es apelable sin efecto suspensivo; la que
establece la reparación indemnizatoria y la multa lo es con efecto suspensivo.

En lo que respecta al pago de costas y costos se estará a lo dispuesto por el artículo 56.

Sentencia

La sentencia que resuelve los procesos a que se refiere el presente título, deberá
contener, según sea el caso:

1) La identificación del demandante;

2) La identificación de la autoridad, funcionario o persona de quien provenga la


amenaza, violación o que se muestre renuente a acatar una norma legal o un acto
administrativo;

3) La determinación precisa del derecho vulnerado, o la consideración de que el


mismo no ha sido vulnerado, o, de ser el caso, la determinación de la obligación
incumplida;

4) La fundamentación que conduce a la decisión adoptada;

5) La decisión adoptada señalando, en su caso, el mandato concreto dispuesto.


Recurso de agravio constitucional

Contra la resolución de segundo grado que declara infundada o improcedente la


demanda, procede recurso de agravio constitucional ante el Tribunal Constitucional,
dentro del plazo de diez días contados desde el día siguiente de notificada la resolución.
Concedido el recurso, el Presidente de la Sala remite al Tribunal Constitucional el
expediente dentro del plazo máximo de tres días, más el término de la distancia, bajo
responsabilidad.
Recurso de queja

Contra la resolución que deniega el recurso de agravio constitucional procede recurso de


queja. Este se interpone ante el Tribunal Constitucional dentro del plazo de cinco días
siguientes a la notificación de la denegatoria. Al escrito que contiene el recurso y su
fundamentación, se anexa copia de la resolución recurrida y de la denegatoria,
certificadas por abogado, salvo el caso del proceso de hábeas corpus. El recurso será
resuelto dentro de los diez días de recibido, sin dar lugar a trámite. Si el Tribunal
Constitucional declara fundada la queja, conoce también el recurso de agravio
constitucional, ordenando al juez superior el envío del expediente dentro del tercer día
de oficiado, bajo responsabilidad.

Pronunciamiento del Tribunal Constitucional

Dentro de un plazo máximo de veinte días tratándose de las resoluciones denegatorias


de los procesos de hábeas corpus, y treinta cuando se trata de los procesos de amparo,
hábeas data y de cumplimiento, el Tribunal Constitucional se pronunciará sobre el
recurso interpuesto.

Si el Tribunal considera que la resolución impugnada ha sido expedida incurriéndose en


un vicio del proceso que ha afectado el sentido de la decisión, la anulará y ordenará se
reponga el trámite al estado inmediato anterior a la ocurrencia del vicio. Sin embargo, si
el vicio incurrido sólo alcanza a la resolución impugnada, el Tribunal la revoca y
procede a pronunciarse sobre el fondo.

Incorporación de medios probatorios sobre hechos nuevos al proceso


Los medios probatorios que acreditan hechos trascendentes para el proceso, pero que
ocurrieron con posterioridad a la interposición de la demanda, pueden ser admitidos por
el Juez a la controversia principal o a la cautelar, siempre que no requieran actuación. El
Juez pondrá el medio probatorio en conocimiento de la contraparte antes de expedir la
resolución que ponga fin al grado.
Actuación de Sentencias

La sentencia que cause ejecutoria en los procesos constitucionales se actúa conforme a


sus propios términos por el juez de la demanda. Las sentencias dictadas por los jueces
constitucionales tienen prevalencia sobre las de los restantes órganos jurisdiccionales y
deben cumplirse bajo responsabilidad.

La sentencia que ordena la realización de una prestación de dar, hacer o no hacer es de


actuación inmediata. Para su cumplimiento, y de acuerdo al contenido específico del
mandato y de la magnitud del agravio constitucional, el Juez podrá hacer uso de multas
fijas o acumulativas e incluso disponer la destitución del responsable. Cualquiera de
estas medidas coercitivas debe ser incorporada como apercibimiento en la sentencia, sin
perjuicio de que, de oficio o a pedido de parte, las mismas puedan ser modificadas
durante la fase de ejecución.

El monto de las multas lo determina discrecionalmente el Juez, fijándolo en Unidades


de Referencia Procesal y atendiendo también a la capacidad económica del requerido.

Su cobro se hará efectivo con el auxilio de la fuerza pública, el recurso a una institución
financiera o la ayuda de quien el Juez estime pertinente.

El Juez puede decidir que las multas acumulativas asciendan hasta el cien por ciento por
cada día calendario, hasta el acatamiento del mandato judicial.

El monto recaudado por las multas constituye ingreso propio del Poder Judicial, salvo
que la parte acate el mandato judicial dentro de los tres días posteriores a la imposición
de la multa. En este último caso, el monto recaudado será devuelto en su integridad a su
titular.

Procedencia durante los regímenes de excepción

Razonabilidad y proporcionalidad.- Los procesos constitucionales no se suspenden


durante la vigencia de los regímenes de excepción. Cuando se interponen en relación
con derechos suspendidos, el órgano jurisdiccional examinará la razonabilidad y
proporcionalidad del acto restrictivo, atendiendo a los siguientes criterios:

1) Si la demanda se refiere a derechos constitucionales que no han sido


suspendidos;
2) Si tratándose de derechos suspendidos, las razones que sustentan el acto
restrictivo del derecho no tienen relación directa con las causas o motivos que
justificaron la declaración del régimen de excepción; o,

3) Si tratándose de derechos suspendidos, el acto restrictivo del derecho resulta


manifiestamente innecesario o injustificado atendiendo a la conducta del agraviado o a
la situación de hecho evaluada sumariamente por el juez.

La suspensión de los derechos constitucionales tendrá vigencia y alcance únicamente en


los ámbitos geográficos especificados en el decreto que declara el régimen de
excepción.

Agotamiento de la jurisdicción nacional

La resolución del Tribunal Constitucional que se pronuncie sobre el fondo agota la


jurisdicción nacional.

La Constitución de 1993 ha establecido en el Título V, De las Garantías


Constitucionales, un conjunto de normas que regulan no sólo los procesos
constitucionales, sino también lo relativo a la naturaleza, composición y competencias
del Tribunal Constitucional. Pero es el caso que nos ocupa realizar un breve comentario
a las llamadas garantías constitucionales -distintas a la acción de inconstitucionalidad ya
analizada- en la medida que ellas configuran el quehacer judicial constitucional
ordinario:

HABEAS CORPUS

La Constitución de 1993 ha consagrado el hábeas corpus como una garantía


constitucional, que procede contra el hecho u omisión, por parte de cualquier autoridad,
funcionario o persona, que vulnera o amenaza la libertad individual o los derechos
constitucionales conexos a ella (artículo 200 numeral 1). El modelo del hábeas corpus se
innova en relación a la Constitución anterior, en tanto reconoce como el núcleo duro a
tutelar la libertad individual, pero también incorpora implícitamente a los derechos
vinculados directamente con ella.

Esta ampliación de la tutela de los derechos de la libertad a través del hábeas corpus,
supone la existencia de un núcleo duro de derechos fundamentales en torno a la libertad
individual, directamente tutelados por el hábeas corpus, como la libertad y seguridad
personal, la integridad personal y la libertad de tránsito -ius movendi e ius ambulandi-,
las cuáles muchas veces son vulneradas en conexión con otros derechos fundamentales,
como el derecho a la vida, el derecho de residencia, la libertad de comunicación o
inclusive el derecho al debido proceso sustantivo.

La experiencia judicial de los hábeas corpus en el Perú a un nivel práctico antes que
teórico, ha sido asumir una interpretación restringida de la libertad individual, en
particular de la libertad física, seguridad personal y libertad de tránsito, básicamente; a
pesar que el artículo 12 de la Ley de Hábeas Corpus y Amparo establece
enunciativamente los supuestos de la procedencia de dicha garantía. Habiendo quedado
desprotegida la libertad en la mayoritaria jurisprudencia nacional, en los casos
vinculados al derecho a la vida en las demandas por detenidos y desaparecidos; a la
integridad física; psíquica y moral; a no ser incomunicado, y; a la excarcelación en el
caso del reo absuelto, entre otros supuestos.

Sin embargo, con la entrada en funcionamiento del Tribunal Constitucional, la


jurisprudencia en materia de protección de la libertad personal y derechos conexos a
ella, fue mayoritariamente tutelar, aunque ha ido variando ostensiblemente. En ese
sentido, no obstante que los hábeas corpus tengan un escaso desarrollo jurisprudencia!,
se puede encontrar jurisprudencia minoritaria innovadora, que tiende a resolver en
términos generales por el indubio pro libertatis y no por un indubio pro stato; en virtud
de lo cual -siguiendo a Volpe- "los jueces controlan al legislador como resultado lógico
del Volks-gemeinschaft: hay que decir que el derecho no está en el derecho positivo
sino en el espíritu y en la historia del pueblo".

TIPOS DE HABEAS CORPUS

En ese marco conceptual, se puede señalar que la nueva normativa constitucional abre la
opción de entender el hábeas corpus no de manera restringida, sino con una variada
gama de matices jurídicos especiales, en función de la libertad fundamental reclamada.
En tal sentido:

a) Hábeas corpus reparador: Frente a la privación arbitraria o ilegal de la libertad


física, por orden policial, mandato judicial común o del fuero militar, o decisión de un
particular; procedería el habeas corpus reparador, en cuanto busca reponer las cosas al
estado anterior de la violación (artículo 1 de la Ley No.23506). Este hábeas corpus es la
clásica institución romana del interdictum homine libero exhibendo.

b) Hábeas corpus restringuido: Ante una continua y pertinaz limitación de la


libertad personal, como las restricciones a la libertad de tránsito por un particular o
autoridad, las reiteradas citaciones policiales infundadas o las permanentes retenciones
por control migratorio, cabría postular un hábeas corpus restringido, que busque el cese
de la afectación continúa en tanto esté conexa a la vulneración o amenaza de la libertad
individual.
c) Hábeas corpus correctivo: En los casos de actos lesivos a la integridad personal
-física,

sicológica o moral-, procedería un hábeas corpus correctivo, en tanto se busca que cesen
los maltratos contra un detenido, reo en cárcel, preso, o interno de instituciones totales
-privadas o públicas-, como centros educativos en calidad de internados, entidades
encargadas del tratamiento de toxicómanos, enfermos mentales, etc. Incluso este hábeas
corpus sería extensible al caso de retención por violencia doméstica familiar hacia las
mujeres, menores de edad, ancianos y otros dependientes.

d) Hábeas corpus preventivo: Cuando se amenace de manera cierta y concreta la


libertad personal, la libertad de tránsito o la integridad personal, cabe interponer un
hábeas corpus preventivo. La amenaza real es un asunto casuístico, que debe valorar el
juez, en base al principio constitucional de la presunción de inocencia, a la
interpretación extensiva de la defensa de la libertad y a la interpretación restrictiva de la
limitación de la misma, según se desprende el artículo 1 de la Constitución, según el
cual "la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de
la sociedad y del Estado".

e) Hábeas corpus traslativo: Si se produjese mora en el proceso judicial u otras


graves violaciones
al debido proceso y a la tutela judicial efectiva<52), en virtud de lo cual continuase
detenido un reo, luego del plazo límite previsto en la ley para la audiencia oral donde se
resuelva sobre su culpabilidad o inocencia, o si ya hubiese cumplido su condena y
continuase en prisión, correspondería plantear un hábeas corpus traslativo, para que sea
llevado inmediatamente a la instancia judicial correspondiente o sea liberado. En este
caso, como es evidente, se busca proteger la libertad o la condición jurídica del status

de la libertad de los procesados o condenados, afectadas por las burocracias judiciales y


penitenciarias, que indebidamente pudieran estar extendiendo la restricción o privación
de la libertad de los detenidos en un proceso judicial o de los reos que ya han cumplido
su condena pero siguen en cárcel.

f) Hábeas corpus innovativo: A pesar de haber cesado o haberse convertido en


irreparable la violación de la libertad individual, sería legítimo que se plantée un hábeas
corpus innovativo, siempre que el afectado de esa manera no vea restringido a futuro su
libertad y derechos conexos. En efecto, "el hábeas corpus debe interponerse contra la
amenaza y la violación de este derecho, aun cuando éste ya hubiese sido consumado".
Este sería el caso de una persona que es detenida arbitrariamente por la policía y
expulsada inmediatamente del país, en el que el hábeas corpus por ser extemporáneo
podría ser declarado improcedente por sustracción de la materia; pero, como fue
expulsado ilegalmente se entendería fundado su habeas corpus, para que tenga el
derecho de regresar libremente y no encontrar una ficha policial, que restrinja o afecte
su libertad personal por haber sido expulsado del país.

g) Hábeas corpus instructivo: Ante el caso de una persona detenida y desaparecida


por autoridad o particular que niega la detención y por eso sea imposible ubicarla, se
ocasiona a la persona afectada la violación de sus derechos a la libertad, a la
comunicación, derecho de defensa y por lo general a la vida y a la integridad personal;
situación perversa frente á la cual sólo quedaría la posibilidad de utilizar un hábeas
corpus instructivo; en virtud del cual, el juez del hábeas corpus a partir de las
indagaciones sobre el paradero del detenido-desaparecido, busque identificar a los
responsables de la violación constitucional, para su posterior proceso y sanción penal en
la vía ordinaria, en base al artículo 11 de la Ley No.23506. Ello es posible, en base a
que "el hábeas corpus tiene como finalidad, no solamente garantizar la libertad y la
integridad personales, sino también prevenir la desaparación o indeterminación del
lugar de detención y, en última instancia, asegurar el derecho a la vida". De otro lado,
un cambio significativo operado en el artículo 200 in fine de la Constitución de 1993, es
el reconocimiento de las acciones de hábeas corpus y de amparo, no obstante que se
hayan declarado los estados de excepción en un ámbito territorial. En virtud de esta tesis
del control judicial parcial, los jueces quedan facultados para examinar la razonabilidad
y la proporcionalidad del acto restrictivo de las libertades suspendidas, no
correspondiéndole cuestionar la propia declaración del estado de excepción, propio de la
tesis del control judicial total, sino tan sólo los actos de ejecución de la misma que
afecten los derechos fundamentales. Sobre el particular, se puede señalar que "la
razonabilidad: (1) Es un reconocimiento implícito que la subsión del supuesto de hecho
en la norma fundamental no es automática, significa que el resultado posible de una
deducción del tipo constitucional es, cuando menos, de un amplio espectro; (2) Asegura
que ninguna actuación política que se mueva dentro del sistema constitucional va a estar
exenta del control del TC; (3) Posibilita que este control no suponga una usurpación de
poderes constitucionalmente otorgados al resto de los órganos del Estado". Por otro
lado, cabe precisar que "el principio de proporcionalidad exige que los medios
empleados para alcanzar el fin perseguido sean adecuados".

Esta disposición constitucional, supone reconocer que en mérito de la suspensión de los


derechos constitucionales bajo los estados de excepción éstos no queden anulados, sino
tan sólo restringidos en la medida de lo necesario; necesidad que será examinada
preventivamente o posteriormente por el juez, a través de los hábeas corpus o acciones
de amparo que planteen los afectados por los agentes del Estado durante los estados de
excepción. Se constitucionaliza asíla tesis del control judicial parcial; contradiciendo la
generalizada práctica judicial de la década del ochenta, en la cual se desestimaban los
habeas corpus en estados de emergencia, con algunas excepciones jurisprudenciales. En
efecto, en virtud de la vieja tesis del poder político discrecional, se entendía la
suspensión de los derechos fundamentales en estados de excepción, como una anulación
temporal y territorial de los mismos, en base a la no justiciabilidad de las decisiones
políticas del gobierno por "razón de estado.
En consecuencia, en el actual modelo constitucional, el hábeas corpus es factible de
interponer contra actos y decisiones no sólo de una autoridad policial o de un particular,
sino también contra resoluciones de un juez común o juez militar, siempre que dichas
resoluciones judiciales sean contrarias abiertamente a la libertad individual
constitucional, que la afectación de la libertad se haya producido o sea inminente, que el
daño sea irreparable y que se viole el debido proceso del detenido. Al respecto, dado
que el hábeas corpus cubre no sólo a la libertad individual sino a los derechos conexos a
ella, según dispone el artículo 20 numeral 1 de la Constitución, resulta evidente que la
libertad de una persona puede ser y es afectada usualmente por resoluciones en los
procesos judiciales que no cumplan con los requisitos fundamentales del debido
proceso, que a continuación se identifican.

Derechos protegidos
Procede el hábeas corpus ante la acción u omisión que amenace o vulnere los siguientes
derechos que, enunciativamente, conforman la libertad individual:
1) La integridad personal, y el derecho a no ser sometido a tortura o tratos
inhumanos o humillantes, ni violentado para obtener declaraciones.

2) El derecho a no ser obligado a prestar juramento ni compelido a declarar o


reconocer culpabilidad contra sí mismo, contra su cónyuge, o sus parientes dentro del
cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad.

3) El derecho a no ser exiliado o desterrado o confinado sino por sentencia firme.

4) El derecho a no ser expatriado ni separado del lugar de residencia sino por


mandato judicial o por aplicación de la Ley de Extranjería.

5) El derecho del extranjero, a quien se ha concedido asilo político, de no ser


expulsado al país cuyo gobierno lo persigue, o en ningún caso si peligrase su libertad o
seguridad por el hecho de ser expulsado.

6) El derecho de los nacionales o de los extranjeros residentes a ingresar, transitar o


salir del territorio nacional, salvo mandato judicial o aplicación de la Ley de Extranjería
o de Sanidad.

7) El derecho a no ser detenido sino por mandato escrito y motivado del Juez, o por
las autoridades policiales en caso de flagrante delito; o si ha sido detenido, a ser puesto
dentro de las 24 horas o en el término de la distancia, a disposición del juzgado que
corresponda, de acuerdo con el acápite “f” del inciso 24) del artículo 2 de la
Constitución sin perjuicio de las excepciones que en él se consignan.
8) El derecho a decidir voluntariamente prestar el servicio militar, conforme a la
ley de la materia.

9) El derecho a no ser detenido por deudas.

10) El derecho a no ser privado del documento nacional de identidad, así como de
obtener el pasaporte o su renovación dentro o fuera de la República.

11) El derecho a no ser incomunicado sino en los casos establecidos por el literal “g”
del inciso 24) del artículo 2 de la Constitución.

12) El derecho a ser asistido por un abogado defensor libremente elegido desde que
se es citado o detenido por la autoridad policial u otra, sin excepción.

13) El derecho a retirar la vigilancia del domicilio y a suspender el seguimiento


policial, cuando resulten arbitrarios o injustificados.

14) El derecho a la excarcelación de un procesado o condenado, cuya libertad haya


sido declarada por el juez.
15) El derecho a que se observe el trámite correspondiente cuando se trate del
procedimiento o detención de las personas, a que se refiere el artículo 99 de la
Constitución.

16) El derecho a no ser objeto de una desaparición forzada.

17) El derecho del detenido o recluso a no ser objeto de un tratamiento carente de


razonabilidad y proporcionalidad, respecto de la forma y condiciones en que cumple el
mandato de detención o la pena.

También procede el hábeas corpus en defensa de los derechos constitucionales conexos


con la libertad individual, especialmente cuando se trata del debido proceso y la
inviolabilidad del domicilio.
Procedimiento:
 La demanda puede ser interpuesta por la persona perjudicada o por cualquier
otra en su favor, sin necesidad de tener su representación. Tampoco requerirá
firma del letrado, tasa o alguna otra formalidad. También puede interponerla la
Defensoría del Pueblo.

 La demanda puede presentarse por escrito o verbalmente, en forma directa o por


correo, a través de medios electrónicos de comunicación u otro idóneo. Cuando
se trata de una demanda verbal, se levanta acta ante el Juez o Secretario, sin otra
exigencia que la de suministrar una sucinta relación de los hechos.
 Competencia; La demanda de hábeas corpus se interpone ante cualquier Juez
Penal, sin observar turnos.

Competencia del Juez de Paz; Cuando la afectación de la libertad individual se realice


en lugar distinto y lejano o de difícil acceso de aquel en que tiene su sede el Juzgado
donde se interpuso la demanda este dictará orden perentoria e inmediata para que el
Juez de Paz del distrito en el que se encuentra el detenido cumpla en el día, bajo
responsabilidad, con hacer las verificaciones y ordenar las medidas inmediatas para
hacer cesar la afectación.

Trámite en caso de detención arbitraria; Tratándose de cualquiera de las formas de


detención arbitraria y de afectación de la integridad personal, el Juez resolverá de
inmediato. Para ello podrá constituirse en el lugar de los hechos, y verificada la
detención indebida ordenará en el mismo lugar la libertad del agraviado, dejando
constancia en el acta correspondiente y sin que sea necesario notificar previamente al
responsable de la agresión para que cumpla la resolución judicial.

Trámite en casos distintos

Cuando no se trate de una detención arbitraria ni de una vulneración de la integridad


personal, el Juez podrá constituirse en el lugar de los hechos, o, de ser el caso, citar a
quien o quienes ejecutaron la violación, requiriéndoles expliquen la razón que motivó la
agresión, y resolverá de plano en el término de un día natural, bajo responsabilidad.

La resolución podrá notificarse al agraviado, así se encontrare privado de su libertad.


También puede notificarse indistintamente a la persona que interpuso la demanda así
como a su abogado, si lo hubiere.

Trámite en caso de desaparición forzada

Sin perjuicio del trámite previsto en los artículos anteriores, cuando se trate de la
desaparición forzada de una persona, si la autoridad, funcionario o persona demandada
no proporcionan elementos de juicio satisfactorios sobre su paradero o destino, el Juez
deberá adoptar todas las medidas necesarias que conduzcan a su hallazgo, pudiendo
incluso comisionar a jueces del Distrito Judicial donde se presuma que la persona pueda
estar detenida para que las practiquen. Asimismo, el Juez dará aviso de la demanda de
hábeas corpus al Ministerio Público para que realice las investigaciones
correspondientes.

Si la agresión se imputa a algún miembro de la Policía Nacional o de las Fuerzas


Armadas, el juez solicitará, además, a la autoridad superior del presunto agresor de la
zona en la cual la desaparición ha ocurrido, que informe dentro del plazo de veinticuatro
horas si es cierta o no la vulneración de la libertad y proporcione el nombre de la
autoridad que la hubiere ordenado o ejecutado.

Normas especiales de procedimiento

Este proceso se somete además a las siguientes reglas:

1) No cabe recusación, salvo por el afectado o quien actúe en su nombre.

3) No caben excusas de los jueces ni de los secretarios.

4) Los jueces deberán habilitar día y hora para la realización de las actuaciones
procesales.

5) No interviene el Ministerio Público.

6) Se pueden presentar documentos cuyo mérito apreciará el juez en cualquier


estado del proceso.

7) El Juez o la Sala designará un defensor de oficio al demandante, si lo pidiera.


8) Las actuaciones procesales son improrrogables.

Contenido de sentencia fundada

La resolución que declara fundada la demanda de hábeas corpus dispondrá alguna de las
siguientes medidas:

1) La puesta en libertad de la persona privada arbitrariamente de este derecho; o


2) Que continúe la situación de privación de libertad de acuerdo con las
disposiciones legales aplicables al caso, pero si el Juez lo considerase necesario,
ordenará cambiar las condiciones de la detención, sea en el mismo establecimiento o en
otro, o bajo la custodia de personas distintas de las que hasta entonces la ejercían; o

3) Que la persona privada de libertad sea puesta inmediatamente a disposición del


Juez competente, si la agresión se produjo por haber transcurrido el plazo legalmente
establecido para su detención; o

4) Que cese el agravio producido, disponiendo las medidas necesarias para evitar
que el acto vuelva a repetirse.

Apelación

Sólo es apelable la resolución que pone fin a la instancia. El plazo para apelar es de dos
días.

Trámite de Apelación

Interpuesta la apelación el Juez elevará en el día los autos al Superior, quien resolverá el
proceso en el plazo de cinco días bajo responsabilidad. A la vista de la causa los
abogados podrán informar.

ACCION DE AMPARO
La Constitución de 1993 ha mantenido la garantía constitucional de la acción de amparo
reconocida constitucionalmente por vez primera en la Constitución de 1979. Procede la
acción de amparo contra el hecho u omisión, por parte de cualquier autoridad,
funcionario o persona, que vulnera o amenaza los derechos fundamentales, distintos a
los de la libertad individual o conexos a ella, así como también distintos a los
derechos al acceso a la computarizado no suministre datos que afecten el derecho a la
intimidad personal y familiar; tampoco procede contra normas legales ni contra
resoluciones judiciales emanadas de un procedimiento regular, señala el numeral2 del
artículo 200 de la Constitución.
Amparo contra normas y resoluciones judiciales.
La relativa novedad constitucional en materia del amparo es que no procede esta acción
contra las normas legales ni contra resoluciones judiciales emanadas de un
procedimiento regular, disposición que ya se encontraba recogida indirecta y
directamente en el artículo 3 y en el artículo 6, numeral 2 de la Ley No.23506, Ley de
Hábeas Corpus y Amparo, respectivamente.
En ese entendido, si bien la acción de amparo no cabe plantearla contra las normas
generales, en cambio sí cabe accionarla, en todo caso, contra los actos violatorios de los
derechos constitucionales que se ocasionen con motivo de la aplicación de dichas
normas, de modo que el impedimento constitucional es de interponer la acción de
amparo contra una norma legal en abstracto -abstrake Normenkontrolle-, mas no en vía
incidental-konkrete Normenkontrolle-, ni mediante una acción de amparo -
Verfassungs- beschswerde-, cuando se viola un derecho fundamental líquido y concreto.
Sin embargo, la práctica legislativa peruana ha dado lugar a la dación de leyes que no
siempre emanan de un procedimiento regular, ni que respondan al principo de la
generalidad, abstracción, impersonalidad y atemporalidad, debido a las exigencias
propias del Estado contemporáneo. Por el contrario, en las últimas décadas los
gobiernos han expedido innumerables leyes medida o concretas, con destinatarios
particulares y de aplicación inmediata00l; lo que ha afectado derechos actos materiales
de ejecución de las normas legales. Si bien estas leyes-medida pueden afectar derechos
fundamentales de una persona, esta no puede interponer directamente una
acciónde inconstitucionalidad, ya que no tiene legitimidad procesal activa para
demandar directamente la inconstitucionalidad de dicha ley, salvo que reúna cincuenta
mil firmas; lo cual plantea la cuestión de la procedencia o no de la interposición de una
acción de amparo contra una ley de contenido particular, admitida en el derecho
constitucional comparado.
Al respecto, cabe recordar el uso y abuso gubernamental en la afectación de los
derechos fundamentales a particulares mediante ley, como fueron los casos de las leyes
de expropiación en favor del Club Yurimaguas o la expropiación de un predio en
Chanchamayo, accionadas por el fiscal de la nación y resueltas por el Tribunal de
Garantías Constitucionales, o los decretos leyes dictados en 1992, mediante los cuales
se destituyeron a magistrados judiciales y demás funcionarios negándoles en la ley el
derecho a interponer acciones de amparo; asimismo, los decretos leyes que resolvieron
legislativamente contratos del Estado con particulares, prohibiéndoles a los afectados
también la interposición de acciones de amparo. De otro lado, en estado de normalidad
constitucional, también hay ejemplos de las leyes ordinarias dictadas por el Congreso,
que han afectado legislativamente a personas en concreto, como la intervención
gubernamental de la Universidad Particular San Martín de Porres, el receso de la
Universidad Privada Los Angeles, o la modificación de los contratos de estabilidad
tributaria celebrados por empresas particulares con el Estado. No cabe duda que, si
bien la Constitución de 1993 impide expresamente la procedencia del amparo contra
normas legales; esta disposición debería ser interpretada restrictivamente, en tanto que
la ley tiene un valor democrático y constitucional que no puede ser vulnerado, por vías
paralelas, mediante leyes-medida que vulneren derechos fundamentales de los
ciudadanos en particular. Si bien la Constitución peruana ha tomado partido por una
concepción formal de ley, que hace depender su validez del órgano y el cumplimiento
de los procedimientos competentes; ello no garantiza que la ley sea siempre general,
abstracta e intemporal, sino que, por el contrario, puede vulnerar cualquier derecho
fundamental de las personas, como lo han venido haciendo, sin posibilidad de accionar
directamente en la vía judicial contra ellas, a pesar de que dicha ley asume un carácter
personal, concreto y temporal.

De modo que no resulta constitucionalmente razonable que el afectado no pueda incoar


directamente mediante acción de amparo contra una ley autoaplicativa que no requieren
mediación de actos para vulnerar sus derechos fundamentales, legitimidad procesal
activa que sí existe en otras experiencias comparadas, no tan lejanas, como en el caso
mexicano del juicio de amparo contra leyes.

Entre tanto, bien podría el defensor del pueblo, como uno de los titulares de la acción de
inconstitucionalidad y encargado de proteger los derechos fundamentales y
constitucionales de la persona y la comunidad, plantear acciones de inconstitucionalidad
ante el Tribunal Constitucional, a fin de salvar la indefensión en la que se encontraría el
afectado, sin perjuicio que el afectado interponga una acción de amparo como control
concreto contra los actos derivados de la aplicación de la norma legal violatoria, en
función del principio del preferred position de los derechos fundamentales sobre las
leyes medida de carácter patrimonial, por ejemplo.

Pero este no es el único supuesto concebido para la interposición del amparo, sino
también que las acciones de garantía proceden si una autoridad judicial, fuera de un
procedimiento de su competencia, emite resolución o disposición que lesione un
derecho constitucional. Si bien "la intangibilidad de la cosa juzgada está condicionada
por la regularidad del proceso (entendiendo por regularidad el debido proceso legal), se
da la excepción de la procedencia de la acción de amparo contra las resoluciones
judiciales, siempre que este proceso judicial se haya realizado incumpliendo los
principios constitucionales de la tutela judicial y el debido proceso.

De esta suerte, "el amparo se ha convertido en un juicio contradictorio del juicio


ordinario, como una cuarta instancia (en un país que sólo tiene tres) o como una
articulación no prevista dentro de las causales de nulidad procesal". Lo que supone que
el Tribunal Constitucional por vía directa del amparo o vía indirecta de contradicción de
un proceso judicial ordinario -demandada también a través de la acción de amparo
resuelva en la práctica acerca de las resoluciones judiciales que han violado los
derechos fundamentales, y en particular de la tutela judicial y el debido proceso.
Garantías de la tutela judicial.

Resulta importante delinear los principios y derechos que tutelan un proceso judicial,
debido a que la mayoría de las acciones de amparo recaen contra sentencias judiciales.
En tal sentido se puede señalar que en. nuestro sistema constitucional se encuentran
sentadas enunciativamente las garantías de un proceso litigioso, en función del cual toda
persona tiene derecho a la tutela jurisdiccional, sin perjuicio de las garantías del debido
proceso.

Si se parte de concebir constitucionalmente que el Poder Judicial es el organismo


encargado de administrar justicia en nombre del pueblo, le corresponde entonces
asegurar el derecho que reclamen los justiciables, para lo cual es necesario delimitar un
conjunto de principios y garantías jurisdiccionales básicas. En virtud de lo cual, se
pueden ejercer enunciativamente los siguientes principios y derechos implícitos o
explícitos:

a) Derecho de acceso a la justicia: Es el derecho de poder recurrir ante los jueces y


tribunales, para obtener de ellos una sentencia o mandamiento judicial. El derecho a la
acción viabiliza este derecho a la jurisdicción, que también es un deber, porque el
ciudadano esta vinculado al ordenamiento jurídico, según el artículo 38 de la
Constitución. En consecuencia, "si una ley incurre en cualquier violación del derecho a
la tutela judicial efectiva será una ley inconstitucional".

b) Derecho a la instancia plural: Aquí radica el derecho a recurrir razonablemente


de las resoluciones judiciales, ante instancias superiores de revisión final; para lo cual,
se ha consagrado la pluralidad de instancias en el artículo 139 numeral6 de la
Constitución. Así por ejemplo, el Tribunal Constitucional es la instancia de fallo final
de las resoluciones denegatorias de las garantías constitucionales, según el artículo 202
numeral 2.

c) Principio de igualdad procesal: En virtud del cual en todo proceso se debe


garantizar la paridad de condiciones entre las partes, los abogados, el fiscal, el abogado
de oficio; en función del derecho fundamental a la igualdad ante la ley, del artículo 2,
numeral 2 de la Constitución.

d) Derecho a un proceso sin dilaciones indebidas: Se trata de administrar justicia


rápida dentro de lo razonable: lo razonable será establecido por el juez en la medida del
tipo de proceso en retraso, por que es muy diferente que se trate de una violación grave
de derechos fundamentales o de un proceso administrativo no contencioso. También
cabe advertir que la justicia rápida como la que realiza el fuero privativo militar, no
siempre es garantía de que respeten los derechos del procesado que toda jurisdicción
debe asegurar.

e) Deber judicial de producción de pruebas: Los magistrados deben extremar sus


cuidados para obtener las pruebas, diligenciarlas y darles su mérito probatorio en la
sentencia.

Medida cautelar.

Un tema que hacía potencialmente eficaz a la acción de amparo es la potestad de


solicitar con la demanda una medida cautelar, para que se ordene judicialmente la
suspensión provisional del acto reclamado, en la medida que se busque evitar que se
consume ·el daño, según disponía la Ley No.23506. En efecto, la concesión de la
medida cautelar con la demanda, supuso que se adelantaba un juicio sobre la
comprobación de un hecho, que si bien era discutido en el proceso del amparo, quedaba
a resultas de una posterior y definitiva resolución; siempre que a juicio interpretativo del
magistrado, la demanda se hubiese interpuesto para evitar que se cause un daño,
satisfacer una necesidad urgente o evitar perjuicios a las personas, y que la medida
cautelar estuviese dirigida a impedir que el fallo definitivo termine siendo inejecutable.

Sin embargo, en virtud del Decreto Ley No.25433 se ha procedimentalizado la medida


cautelar, disponiendo el traslado de la demanda cautelar a la otra parte, la intervención
del fiscal, la apelación del auto concesorio en doble efecto y, finalmente, que la medida
de suspensión ordenada no debe implicar la ejecución de lo que es materia del fondo de
la acción de amparo; con lo cual prácticamente la eficacia e inmediatez del amparo
desde entonces ha quedado cercenada.

Esta anulación de la medida cautelar del amparo se ha debido al abuso judicial del
mismo. Sin embargo, la medida cautelar no busca entorpecer l las normas o la ejecución
de las sentencias judiciales, aún cuando se haya hecho ese uso en materia de
resoluciones judiciales y de manera extraordinaria para la inaplicación de leyes
autoaplicativas e inclusive proyectos de leyes; sino asegurar la protección antelada de
un derecho fundamental. En la actualidad, las virtudes originales de la medida cautelar
del amparo han sido introducidas a las normas del proceso civil.
Derechos Protegidos

1) De igualdad y de no ser discriminado por razón de origen, sexo, raza,


orientación sexual, religión, opinión, condición económica, social, idioma, o de
cualquier otra índole;

2) Del ejercicio público de cualquier confesión religiosa;


3) De información, opinión y expresión;

4) A la libre contratación;

5) A la creación artística, intelectual y científica;

6) De la inviolabilidad y secreto de los documentos privados y de las


comunicaciones;

7) De reunión;

8) Del honor, intimidad, voz, imagen y rectificación de informaciones inexactas o


agraviantes;

9) De asociación;

10) Al trabajo;

11) De sindicación, negociación colectiva y huelga;

12) De propiedad y herencia;

13) De petición ante la autoridad competente;

14) De participación individual o colectiva en la vida política del país;

15) A la nacionalidad;

16) De tutela procesal efectiva;

17) A la educación, así como el derecho de los padres de escoger el centro de


educación y participar en el proceso educativo de sus hijos;
18) De impartir educación dentro de los principios constitucionales;

19) A la seguridad social;

20) De la remuneración y pensión;

21) De la libertad de cátedra;

22) De acceso a los medios de comunicación social en los términos del artículo 35
de la Constitución;

23) De gozar de un ambiente equilibrado y adecuado al desarrollo de la vida;

24) A la salud; y
25) Lo demás que la constitución reconoce.

Derechos no Protegidos.- No procede el amparo en defensa de un derecho que


carece de sustento constitucional directo o que no esta referido a los aspectos
constitucionalmente protegidos del mismo.
Procedimiento:
Legitimación

El afectado es la persona legitimada para interponer el proceso de amparo.

Representación Procesal.- EI afectado puede comparecer por medio de representante


procesal. No es necesaria la inscripción de la representación otorgada.

Tratándose de personas no residentes en el país, la demanda será formulada por


representante acreditado. Para este efecto, será suficiente el poder fuera de registro
otorgado ante el Cónsul del Perú en la ciudad extranjera que corresponda y la
legalización de la firma del Cónsul ante el Ministerio de Relaciones Exteriores, no
siendo necesaria la inscripción en los Registros Públicos.

Asimismo, puede interponer demanda de amparo cualquier persona cuando se trate de


amenaza o violación del derecho al medio ambiente u otros derechos difusos que gocen
de reconocimiento constitucional, así como las entidades sin fines de lucro cuyo objeto
sea la defensa de los referidos derechos.

La Defensoría del Pueblo puede interponer demanda de amparo en ejercicio de sus


competencias constitucionales.

Procuración Oficiosa

Cualquier persona puede comparecer en nombre de quien no tiene representación


procesal, cuando esta se encuentre imposibilitada para interponer la demanda por sí
misma, sea por atentado concurrente contra la libertad individual, por razones de
fundado temor o amenaza, por una situación de inminente peligro o por cualquier otra
causa análoga. Una vez que el afectado se halle en posibilidad de hacerlo, deberá
ratificar la demanda y la actividad procesal realizada por el procurador oficioso.

Demanda.- La demanda escrita contendrá, cuando menos, los siguientes datos y


anexos:

1) La designación del Juez ante quien se interpone;

2) El nombre, identidad y domicilio procesal del demandante;


3) El nombre y domicilio del demandado, sin perjuicio de lo previsto en el artículo
7 del presente Código;

4) La relación numerada de los hechos que hayan producido, o estén en vías de


producir la agresión del derecho constitucional;

5) Los derechos que se consideran violados o amenazados;

6) El petitorio, que comprende la determinación clara y concreta de lo que se pide;

7) La firma del demandante o de su representante o de su apoderado, y la del


abogado.

En ningún caso la demanda podrá ser rechazada por el personal administrativo del
Juzgado o Sala correspondiente.
Plazo de interposición de la demanda

El plazo para interponer la demanda de amparo prescribe a los sesenta días hábiles de
producida la afectación, siempre que el afectado hubiese tenido conocimiento del acto
lesivo y se hubiese hallado en posibilidad de interponer la demanda. Si esto no hubiese
sido posible, el plazo se computará desde el momento de la remoción del impedimento.

Tratándose del proceso de amparo iniciado contra resolución judicial, el plazo para
interponer la demanda se inicia cuando la resolución queda firme. Dicho plazo concluye
treinta días hábiles después de la notificación de la resolución que ordena se cumpla lo
decidido.

Para el cómputo del plazo se observarán las siguientes reglas:

1) El plazo se computa desde el momento en que se produce la afectación, aun


cuando la orden respectiva haya sido dictada con anterioridad.

2) Si la afectación y la orden que la ampara son ejecutadas simultáneamente, el


cómputo del plazo se inicia en dicho momento.

3) Si los actos que constituyen la afectación son continuados, el plazo se computa


desde la fecha en que haya cesado totalmente su ejecución.

4) La amenaza de ejecución de un acto lesivo no da inicio al cómputo del plazo.


Sólo si la afectación se produce se deberá empezar a contar el plazo.

5) Si el agravio consiste en una omisión, el plazo no transcurrirá mientras ella


subsista.

6) El plazo comenzará a contarse una vez agotada la vía previa, cuando ella
proceda.
Agotamiento de las vías previas

El amparo sólo procede cuando se hayan agotado las vías previas. En caso de duda
sobre el agotamiento de la vía previa se preferirá dar trámite a la demanda de amparo.
Excepciones al agotamiento de las vías previas
No será exigible el agotamiento de las vías previas si:

1) Una resolución, que no sea la última en la vía administrativa, es ejecutada antes


de vencerse el plazo para que quede consentida;

2) Por el agotamiento de la vía previa la agresión pudiera convertirse en


irreparable;

3) La vía previa no se encuentra regulada o ha sido iniciada innecesariamente por el


afectado; o

4) No se resuelve la vía previa en los plazos fijados para su resolución.

Improcedencia liminar

Si el Juez al calificar la demanda de amparo considera que ella resulta manifiestamente


improcedente, lo declarará así expresando los fundamentos de su decisión. Se podrá
rechazar liminarmente una demanda manifiestamente improcedente en los casos
previstos por el artículo 5 del presente Código. También podrá hacerlo si la demanda se
ha interpuesto en defensa del derecho de rectificación y no se acredita la remisión de
una solicitud cursada por conducto notarial u otro fehaciente al director del órgano de
comunicación o, a falta de éste, a quien haga sus veces, para que rectifique las
afirmaciones consideradas inexactas o agraviantes.

Si la resolución que declara la improcedencia fuese apelada, el Juez pondrá en


conocimiento del demandado el recurso interpuesto.

Inadmisibilidad
Si el Juez declara inadmisible la demanda, concederá al demandante tres días para que
subsane la omisión o defecto, bajo apercibimiento de archivar el expediente. Esta
resolución es apelable.

Reconvención, abandono y desistimiento

En el amparo no procede la reconvención ni el abandono del proceso. Es procedente el


desistimiento.
Juez Competente y plazo de resolución en Corte

Es competente para conocer del proceso de amparo, del proceso de hábeas data y del
proceso de cumplimiento el Juez civil o mixto del lugar donde se afectó el derecho, o
donde tiene su domicilio principal el afectado, a elección del demandante.

En el proceso de amparo, hábeas data y en el de cumplimiento no se admitirá la


prórroga de la competencia territorial, bajo sanción de nulidad de todo lo actuado.

Promovida la excepción de incompetencia, el Juez le dará el trámite a que se refieren los


artículos 10 y 53 de este Código.

De comprobarse malicia o temeridad en la elección del Juez por el demandante, éste


será pasible de una multa no menor de 3 URP ni mayor a 10 URP, sin perjuicio de
remitir copias al Ministerio Público, para que proceda con arreglo a sus atribuciones.

Si la afectación de derechos se origina en una resolución judicial, la demanda se


interpondrá ante la Sala Civil de turno de la Corte Superior de Justicia de la República
respectiva, la que designará a uno de sus miembros, el cual verificará los hechos
referidos al presunto agravio7.

La Sala Civil resolverá en un plazo que no excederá de cinco días desde la interposición
de la demanda.
Impedimentos

El Juez deberá abstenerse cuando concurran las causales de impedimento previstas en el


Código Procesal Civil. En ningún caso será procedente la recusación.

El Juez que intencionalmente no se abstiene cuando concurre una causal de


impedimento, o lo hace cuando no concurre una de ellas, incurre en responsabilidad de
naturaleza disciplinaria y penal.

Trámite

En la resolución que admite la demanda, el Juez concederá al demandado el plazo de


cinco días para que conteste. Dentro de cinco días de contestada la demanda, o de
vencido el plazo para hacerlo, el Juez expedirá sentencia, salvo que se haya formulado
solicitud de informe oral, en cuyo caso el plazo se computará a partir de la fecha de su
realización. Si se presentan excepciones, defensas previas o pedidos de nulidad del auto
admisorio, el Juez dará traslado al demandante por el plazo de dos días; con la
absolución o vencido el plazo para hacerlo, dictará un Auto de Saneamiento Procesal en
el que se anule lo actuado y se dé por concluido el proceso, en el caso de que se
amparen las excepciones de incompetencia, litispendencia, cosa juzgada y caducidad.
La apelación de la resolución que ampare una o más de las excepciones propuestas es
concedida con efecto suspensivo. La apelación de la resolución que desestima la
excepción propuesta es concedida sin efecto suspensivo.

Si el Juez lo considera necesario, realizará las actuaciones que considere indispensables,


sin notificación previa a las partes. Inclusive, puede citar a audiencia única a las partes y
a sus abogados para realizar los esclarecimientos que estime necesarios.

El Juez expedirá sentencia en la misma audiencia o, excepcionalmente, en un plazo que


no excederá los cinco días de concluida ésta.

El Juez en el auto de saneamiento, si considera que la relación procesal tiene un defecto


subsanable, concederá un plazo de tres días al demandante para que lo subsane, vencido
el cual expedirá una sentencia. En los demás casos, expedirá sentencia pronunciándose
sobre el mérito.

Los actos efectuados con manifiesto propósito dilatorio, o que se asimilen a cualquiera
de los casos previstos en el artículo 112 del Código Procesal Civil, serán sancionados
con una multa no menor de diez ni mayor de cincuenta Unidades de Referencia
Procesal. Dicha sanción no excluye la responsabilidad civil, penal o administrativa que
pudiera derivarse del mismo acto9.

Intervención litisconsorcial

Quien tuviese interés jurídicamente relevante en el resultado de un proceso, puede


apersonarse solicitando ser declarado litisconsorte facultativo. Si el Juez admite su
incorporación ordenará se le notifique la demanda. Si el proceso estuviera en segundo
grado, la solicitud será dirigida al Juez superior. El litisconsorte facultativo ingresa al
proceso en el estado en que éste se encuentre. La resolución que concede o deniega la
intervención litisconsorcial es inimpugnable.
Contenido de la Sentencia fundada
La sentencia que declara fundada la demanda de amparo contendrá alguno o algunos de
los pronunciamientos siguientes:

1) Identificación del derecho constitucional vulnerado o amenazado;


2) Declaración de nulidad de decisión, acto o resolución que hayan impedido el
pleno ejercicio de los derechos constitucionales protegidos con determinación, en su
caso, de la extensión de sus efectos;

3) Restitución o restablecimiento del agraviado en el pleno goce de sus derechos


constitucionales ordenando que las cosas vuelvan al estado en que se encontraban antes
de la violación;

4) Orden y definición precisa de la conducta a cumplir con el fin de hacer efectiva


la sentencia.

En todo caso, el Juez establecerá los demás efectos de la sentencia para el caso
concreto.

Costas y Costos

Si la sentencia declara fundada la demanda, se impondrán las costas y costos que el Juez
establezca a la autoridad, funcionario o persona demandada. Si el amparo fuere
desestimado por el Juez, éste podrá condenar al demandante al pago de costas y costos
cuando estime que incurrió en manifiesta temeridad.

En los procesos constitucionales el Estado sólo puede ser condenado al pago de costos.

En aquello que no esté expresamente establecido en la presente Ley, los costos se


regulan por los artículos 410 al 419 del Código Procesal Civil.

Apelación.- La sentencia puede ser apelada dentro del tercer día siguiente a su
notificación. El expediente será elevado dentro de los tres días siguientes a la
notificación de la concesión del recurso.
Trámite de la apelación

El superior concederá tres días al apelante para que exprese agravios. Recibida la
expresión de agravios o en su rebeldía, concederá traslado por tres días, fijando día y
hora para la vista de la causa, en la misma resolución. Dentro de los tres días siguientes
de recibida la notificación, las partes podrán solicitar que sus abogados informen
oralmente a la vista de la causa. El superior expedirá sentencia dentro del plazo de cinco
días posteriores a la vista de la causa, bajo responsabilidad.
Ejecución de Sentencia

Sin perjuicio de lo establecido en el artículo 22 del presente Código, la sentencia firme


que declara fundada la demanda debe ser cumplida dentro de los dos días siguientes de
notificada. Tratándose de omisiones, este plazo puede ser duplicado.
Si el obligado no cumpliera dentro del plazo establecido, el Juez se dirigirá al superior
del responsable y lo requerirá para que lo haga cumplir y disponga la apertura del
procedimiento administrativo contra quien incumplió, cuando corresponda y dentro del
mismo plazo. Transcurridos dos días, el Juez ordenará se abra procedimiento
administrativo contra el superior conforme al mandato, cuando corresponda, y adoptará
directamente todas las medidas para el cabal cumplimiento del mismo. El Juez podrá
sancionar por desobediencia al responsable y al superior hasta que cumplan su mandato,
conforme a lo previsto por el artículo 22 de este Código, sin perjuicio de la
responsabilidad penal del funcionario.

En todo caso, el Juez establecerá los demás efectos del fallo para el caso concreto, y
mantendrá su competencia hasta que esté completamente restablecido el derecho.

Cuando el obligado a cumplir la sentencia sea un funcionario público el Juez puede


expedir una sentencia ampliatoria que sustituya la omisión del funcionario y regule la
situación injusta conforme al decisorio de la sentencia. Para efectos de una eventual
impugnación, ambas sentencias se examinarán unitariamente.

Cuando la sentencia firme contenga una prestación monetaria, el obligado que se


encuentre en imposibilidad material de cumplir deberá manifestarlo al Juez quien puede
concederle un plazo no mayor a cuatro meses, vencido el cual, serán de aplicación las
medidas coercitivas señaladas en el presente artículo.

HABEAS DATA
La Constitución de 1993 incorpora por vez primera la garantía constitucional del hábeas
data, tomado del derecho constitucional comparado pero de manera singular, por cuanto
la protección del "derecho a la autodeterminación informativa" ha aparecido a finales de
los años sesenta en los países informatizados o computarizados como una manifestación
de la tutela del derecho a la intimidad frente a la vorágine de la obtención, registro y
procesamiento de datos personales de los sistemas informáticos públicos y privados.
Sin embargo, en la Constitución de 1993, se incorporó el hábeas data fundamentalmente
como una garantía tutelar del derecho a la información de los ciudadanos, y de la
defensa del derecho a la intimidad; motivo por el cual, el hábeas data podía ser invocado
en los siguientes supuestos:

a) El derecho a solicitar información de las personas naturales y jurídicas a


cualquier entidad pública, con excepción de informaciones relativas a la intimidad,
seguridad nacional u otros límites que establezca la ley (artículo 2, numeral5).

b) El derecho de las personas naturales y jurídicas a que los servicios informáticos


o no, públicos o privados, no suministren informaciones que afecten la intimidad
personal y (miliar (artículo 2, numeral 6).
c) El derecho al honor y a la buena reputación, a la intimidad personal y familiar,
así como a la voz y a la imagen propias (primer párrafo del artículo 2, numeral?).

d) El derecho de rectificación de forma gratuita, inmediata y proporcional en los


medios de comunicación, por afirmaciones inexactas o agraviantes contra una persona
(segundo párrafo del artículo 2, numeral 7).

Estos derechos consagrados en el artículo 2, numerales 5, 6 y 7 de la Constitución, con


caracteres de valores y principios constitucionales, eran pasibles de protección mediante
el habeas data, en virtud de lo dispuesto en el artículo 200, numeral 3 de la
Constitución. Sin embargo, en 1995 la Constitución fue rápidamente reformada por Ley
No.26470, como se explica a continuación, eliminando el numeral 7 del artículo 2 de la
Constitución de la protección del habeas data, relativo al derecho a la rectificación en
los medios de comunicación; desvinculando así el habeas data de la tutela del derecho a
la intimidad cuando es afectada por los medios de comunicación.

En efecto, en 1994 el Poder Judicial admitió las dos primeras acciones de hábeas data,
procesándolas y desestimándolas ante la falta de la ley orgánica de garantías
constitucionales que normase ese nuevo proceso constitucional. Estos procesos, no
obstante, pusieron en el debate de los medios de comunicación, los alcances peligrosos
del hábeas data en relación al derecho a la libertad de expresión; como también, los
peligros al derecho a la intimidad personal y familiar de algunos medios de
comunicación social que abusan de la libertad de expresión.

En ese entonces, los hábeas datas se inter-pusieron ante juzgados penales. El primero
por la negativa del pedido del abogado Paz de la Barra, para que un programa político
del Canal 4 de televisión rectificase la información vertida en una de sus emisiones, en
la cual se le involucraba como asesor virtual en la adquisición de unos bonos para el
Centro Latinoamericano de Asesoría Empresarial (CLAE), dirigido por el empresario
Carlos Manrique, en ese entonces prófugo de la justicia nacional, lo cual Paz negaba
enfáticamente.
El segundo caso de habeas data se originó por la negativa de los diarios El Comercio,
La República, Expreso y otros, de publicar una carta en calidad de réplica del abogado
Sanguinetti -ya publicado una primera carta rectificatoria , en relación a los supuestos
comentarios críticos que realizaron dichos diarios al informar que "la Novena Sala
Penal Superior había revocado su acción de habeas corpus contra un grupo de alcaldes
distritales por ocupación de la vía pública". Estas dos acciones de hábeas data, fueron
deses-timadas judicialmente, por no ser la vía penal la adecuada, al no haberse agotado
la vía previa del pedido de rectificación y por no existir una ley que desarrolle dicha
garantía constitucional<87 l. Estas razones y la presión de los medios de comunicación,
movilizaron urgentemente a la mayoría parlamentaria a dictar la Ley No.26301, Ley de
Hábeas Data y Acción de Cumplimiento; por un lado, dirigida funda-mentalmente a
regular que el trámite de dichas acciones sea la vía civil, así como también que en caso
el hábeas data se plantease contra un medio de comunicación, se permita el
apersonamiento del apoderado, y; por otro lado, para que la acción de hábeas data se
procese siguiendo los trámites para la acción de amparo, en lo que fuere aplicable.

De otro lado, mediante reforma constitucional realizada el 12 de Abril de 1995, por Ley
No.26470 del Congreso Constituyente Democrático, se modificó el artículo 200,
numeral 3 de la Constitución, que regula al hábeas data, eliminándose el supuesto de la
protección del derecho a la intimidad y/o el derecho a la rectificación que tiene "toda
persona afectada por afirmaciones inexactas o agraviada en cualquier medio de
comunicación social...", establecido en el artículo 2, numeral 7 de la Constitución.
Cerrando así la posibilidad de que mediante el artículo 2, numeral 7 vuelvan a colisionar
concretamente el derecho a la rectificación con el derecho a la libertad de expresión,
cuando ese fuese reclamado preventivamente; habida cuenta que en materia de libertad
de expresión la Constitución prohibe (artículo 2, numeral4) cualquier tipo de censura o
impedimento previo alguno
En efecto, ante la amenaza de violación del derecho al honor por un medio de
comunicación social, podía interponerse un hábeas data preventivo para impedir que se
propale dicha información; sin embargo, esta postura entraba en confrontación con lo
establecido en el artículo 2, numeral 4 de la Constitución, que garantiza el ejercicio de
"las libertades de información, opinión, expresión y difusión del pensamiento mediante
la palabra oral o escrita o la imagen, por cualquier medio de comunicación social, sin
previa autorización ni censura ni impedimento algunos, bajo las responsabilidades de
ley. Los delitos cometidos por medio del libro, la prensa y demás medios de
comunicación social se tipifican en el Código Penal y se juzgan en el fuero común.
Es delito toda acción que suspende o clausura algún órgano de expresión o lo impide
circular libremente. Los derechos de informar y opinar comprenden Jos de fundar
medios de comunicación".

Pero, es del caso mencionar que el derecho a la intimidad del artículo 2, numeral 7 no
queda en indefensión por la reforma constitucional dictada, sino que a nivel de su
protección constitucional cabría plantear residualmente una acción de amparo, inclusive
de carácter preventivo, según dispone el artículo 200, numeral 4 de la Constitución,
dejando a salvo el ejercicio de las acciones judiciales ordinarias del presunto afectado, a
fin de que el juez determine las responsabilidades civiles de ley. Más aún, el agravio o
la afectación mencionada podría tornarse en un supuesto de responsabilidad penal
contra el autor y/o responsables de la información del medio de comunicación, si se
determinase judicialmente que hubo difamación o injuria grave, mediante la difusión de
la información denunciada.

En consecuencia, si la Constitución ofrece el derecho de rectificación, y en todo caso la


responsabilidad penal por los delitos de prensa, es lógico entender que para la libertad
de información no exista ningún tipo de limitación o censura previa, sino
responsabilidad posterior, en caso que el ejercicio de esa libertad vulnere derechos
fundamentales de las personas. De lo contrario, entender que antes el hábeas data o
ahora la acción de amparo protege el derecho de rectificación, incluso de manera
preventiva según se desprendería del artículo 200, numeral 4 de la Constitución,
significaría consagrar virtualmente en la Constitución de 1993la posibilidad del
impedimento o censura previa de la libertad de expresión, situación que se encuentra
expresamente prohibida en el artículo 2, numeral 4 de la propia Constitución. Más aún
si puede ser exigido que se respete en los medios de comunicación el derecho a la
intimidad y al honor personal y familiar, mediante la vía del amparo correctivo o
mediante procesos ordinarios civiles y penales.

En ese sentido, el proceso constitucional del hábeas data se presenta sólo como una
garantía constitucional que protege el derecho a la "autodeterminación informativa",
compuesta del derecho al acceso a la información pública y el derecho a que la
información computarizada no suministre datos que afecten el derecho a la intimidad
personal y familiar, establecidos en el artículo 2, numerales 5 y 6 de la Constitución y
los tratados internacionales de los que el Perú es parte. Entonces, desde una perspectiva
analítica y reflexiva, se puede señalar que los objetivos del habeas data son:

a) Acceder a la información: Se garantiza el derecho de cualquier persona a


conocer los datos o registros, no sólo respecto de ella, que se encuentren en archivos
estatales o en bancos de datos informatizados públicos o privados, que sean factibles de
publicidad a terceros.

b) Actualizar la información: Se permite que la persona no solamente conozca los


datos, sino que ponga al día la información registrada, corrigiendo la información
caduca u obsoleta referida a ella.

c) Rectificar la información: Se busca enmendar la información inexacta, errónea o


inapropiada, tanto por que afecta directamente el derecho a la intimidad del interesado,
como por que afecta el derecho a la verdad de los ciudadanos.

d) Excluir información: Se trata de borrar o impedir la difusión de información


sensible que afecte el derecho a la intimidad; como son los datos sobre el origen racial,
opiniones políticas, convicciones religiosas, estado de salud, vida sexual e inclusive
condenas penales.

Finalmente, el proceso constitucional del habeas data se estructura básicamente


conforme a las normas de la acción de amparo, según la Ley No.2630 1; de ahí que la
legitimidad para obrar requiere de legítimo interés informativo, que puede ser moral,
económico o estadístico. Sin embargo, antes de iniciar el proceso constitucional del
hábeas data, se debe requerir extra-judicialmente a la persona natural jurídica o
autoridad, para que cumpla notarialmente con lo solicitado. Si se tratase de una persona
natural podrá ser emplazado directamente ante el juez civil de turno.
Derechos Protegidos

El hábeas data procede en defensa de los derechos constitucionales reconocidos por los
incisos 5) y 6) del artículo 2 de la Constitución. En consecuencia, toda persona puede
acudir a dicho proceso para:

1) Acceder a información que obre en poder de cualquier entidad pública, ya se


trate de la que generen, produzcan, procesen o posean, incluida la que obra en
expedientes terminados o en trámite, estudios, dictámenes, opiniones, datos estadísticos,
informes técnicos y cualquier otro documento que la administración pública tenga en su
poder, cualquiera que sea la forma de expresión, ya sea gráfica, sonora, visual,
electromagnética o que obre en cualquier otro tipo de soporte material.

2) Conocer, actualizar, incluir y suprimir o rectificar la información o datos


referidos a su persona que se encuentren almacenados o registrados en forma manual,
mecánica o informática, en archivos, bancos de datos o registros de entidades públicas o
de instituciones privadas que brinden servicio o acceso a terceros. Asimismo, a hacer
suprimir o impedir que se suministren datos o informaciones de carácter sensible o
privado que afecten derechos constitucionales.

Requisito especial de la demanda

Para la procedencia del hábeas data se requerirá que el demandante previamente haya
reclamado, por documento de fecha cierta, el respeto de los derechos a que se refiere el
artículo anterior, y que el demandado se haya ratificado en su incumplimiento o no haya
contestado dentro de los diez días útiles siguientes a la presentación de la solicitud
tratándose del derecho reconocido por el artículo 2 inciso 5) de la Constitución, o dentro
de los dos días si se trata del derecho reconocido por el artículo 2 inciso 6) de la
Constitución. Excepcionalmente se podrá prescindir de este requisito cuando su
exigencia genere el inminente peligro de sufrir un daño irreparable, el que deberá ser
acreditado por el demandante. Aparte de dicho requisito, no será necesario agotar la vía
administrativa que pudiera existir.
Ejecución Anticipada

De oficio o a pedido de la parte reclamante y en cualquier etapa del procedimiento y


antes de dictar sentencia, el Juez está autorizado para requerir al demandado que posee,
administra o maneja el archivo, registro o banco de datos, la remisión de la información
concerniente al reclamante; así como solicitar informes sobre el soporte técnico de
datos, documentación de base relativa a la recolección y cualquier otro aspecto que
resulte conducente a la resolución de la causa que estime conveniente. La resolución
deberá contener un plazo máximo de tres días útiles para dar cumplimiento al
requerimiento expresado por el Juez.
Acumulación

Tratándose de la protección de datos personales podrán acumularse las pretensiones de


acceder y conocer informaciones de una persona, con las de actualizar, rectificar,
incluir, suprimir o impedir que se suministren datos o informaciones.

Normas aplicables

El procedimiento de hábeas data será el mismo que el previsto por el presente Código
para el proceso de amparo, salvo la exigencia del patrocinio de abogado que será
facultativa en este proceso. El Juez podrá adaptar dicho procedimiento a las
circunstancias del caso.

ACCION DE CUMPLIMIENTO

El artículo 200, numeral 6 de la Constitución Peruana de 1993 señala que la acción de


cumplimiento procede "contra cualquier autoridad o funcionario renuente a acatar una
norma legal o un acto administrativo, sin perjuicio de las responsabilidades de ley".

La acción de cumplimiento es una garantía constitucional que actúa sobre la base de dos
derechos constitucionales objetivos: primero, la constitucionalidad de los actos
legislativos y, segundo, la legalidad de los actos administrativos. Pero no basta que una
norma de rango legal o un acto administrativo sean aprobados cumpliendo los requisitos
formales de la norma, y que además estén conforme a las disposiciones sustantivas
establecidas en la Constitución y en la ley; sino que tengan vigencia. En este sentido, la
acción de cumplimiento esencialmente busca asegurar la eficacia de las normas legales
y los actos administrativos, convirtiendo el cumplimiento de las normas legales y actos
administrativos por parte de la autoridad en un derecho fundamental de los ciudadanos.
Esta nueva garantía constitucional pretende que el Estado de Derecho, consagrado en la
Constitución -según los artículos 38, relativo al deber de los ciudadanos de respetar el
ordenamiento jurídico; 51, referido a la supremacía de la Constitución sobre la ley, y de
ésta sobre los decretos; y 138, concebido para que lo jueces puedan hacer el control
judicial de las leyes-, no sea un conjunto de normas meramente declarativas que
reconocen la existencia de un sistema de fuentes del derecho, sino que el mismo sea
eficaz creando un proceso constitucional especial en caso de incumplimiento.

No obstante, la Ley No.26301, Ley de Hábeas Data y de la Acción de Cumplimiento,


consagra apenas dos disposiciones procesales para su ejecución judicial, relativas al
requerimiento notarial a la autoridad pertinente, para el cumplimiento de la norma legal
que se considera debida, el cumplimiento del correspondiente acto administrativo o
hecho de la administración, con una antelación no menor de quince días, antes de
interponer la acción de garantía, sin perjuicio de las responsabilidades de ley.

La acción de cumplimiento incorporada por vez primera en nuestro sistema


constitucional fue tomada del sistema colombiano, pero encuentra sus antecedentes en
el derecho contitucional comparado, en particular en el derecho anglosajón, donde
según el viejo derecho inglés, el writ of mandamus, "se expide por las cortes a cualquier
individuo o entidad que tenga un cargo público, para que cumpla con sus funciones en
caso de pasarlas por alto".

En tal sentido, el cumplimiento de los mandatos legales y administrativos, si bien es una


obligación jurídica concreta de las autoridades y funcionarios estatales, se convierte
ahora también en un derecho subjetivo de los ciudadanos, con la suficiente validez
como para demandar judicialmente la expedición de una orden o mandato judicial de
cumplimiento que compela, tanto a las autoridades y funcionarios públicos como a los
particulares que prestan servicios públicos, cuando estas se resistan a cumplir las
normas legales y los actos administrativos que correspondan.

La ley orgánica que reglamente plenamente esta nueva garantía constitucional o la


jurisprudencia que sobre la materia se dicte sin perjuicio de los contenidos básicos del
proceso de acción de cumplimiento podría tomar en cuenta lo siguiente:
a) Definir taxativa o enunciativamente los tipos de normas legales y actos
administrativos específicos, cuyo incumplimiento baste para la interposición de esta
garantía constitucional, y no sólo mencionar de manera genérica a éstos, como lo ha
hecho la ley comentada.

b) No debería exigirse a los accionantes el agotamiento de las vías previas, salvo


que se trate de actos administrativos, ya que en estos supuestos se cuenta con los
recursos impugnatorios que confieren las normas generales sobre procedimientos
administrativos; pero, en el caso del manifiesto incumplimiento de una norma legal por
parte de la autoridad o funcionario, podría accionarse directamente la acción de
cumplimiento, es decir que si bien la acción de cumplimiento debe ser una acción
residual, excepcionalmente no se debería requerir el agotamiento de las vías previas.

c) Otorgar medidas cautelares provisionales, siempre que la demanda se haya


interpuesto, para evitar que se cause un daño, satisfacer una necesidad urgente o evitar
perjuicios. Pero, en cualquier caso, debería instaurarse la cautela o contracautela, pero
con fianzas patrimoniales, que disuadan los recursos obstruccionistas de la justicia
constitucional.

d) Si la acción de cumplimiento fuese declarada fundada, demostraría en principio


la responsabilidad de la autoridad o funcionario en el incumplimiento de las normas
legales; por lo que, salvo falsa o errónea interpretación o inaplicación de las normas,
habría responsabilidad del funcionario o autoridad. Es decir que el desconocimiento, el
abuso o desviación de poder, debería ser materia de sanción legal en el procedimiento
judicial que corresponda, a nivel penal, civil o administrativo.

Finalmente, es interesante vincular la acción de cumplimiento y la acción de amparo


desde dos perspectivas: una como vías paralelas, otra como vías en conflicto. En tal
sentido, se puede concebir la acción de cumplimiento como una vía paralela de la
acción de amparo, por cuanto esta protege directamente derechos fundamentales
subjetivos y concretos de rango constitucional y, en todo caso, se interpone para impedir
que los efectos de una norma se apliquen a una persona por lesionar derechos
constitucionales; en tanto que la acción de cumplimiento protege derechos
infraconstitucionales, como es la eficacia de las normas legales y actos administrativos,
que se caracterizan básicamente por ser un derecho objetivo, pero con un componente
subjetivo subsidario y no menos importante, en tanto que el incumplimiento de dichas
normas y actos afecta derechos líquidos y concretos de los ciudadanos.
Sin embargo, se podría presentar el caso de vías en conflicto cuando una persona
demande en vía de acción de amparo que no se aplique una norma legal que afecta sus
derechos fundamentales, mientras que la persona demandada podría interponer una
acción de cumplimiento, para que la autoridad o funcionario cumpla o no sea renuente
de cumplir con dicha norma o acto administrativo, que seguramente le otorga o
reconoce un derecho. Por ejemplo, en el caso de la intervención del gobierno a la
Universidad Particular San Martín de Porres mediante Ley No.26251 del Congreso, la
Comisión Interventora creada por ley no pudo ocupar ni cumplir sus funciones, por
impedimento de las autoridades destituidas, pues sucedió que las autoridades plantearon
una acción de amparo para que no se aplique la norma legal en tanto violaba el derecho
constitucional a la autonomía universitaria. La Comisión Interventora al parecer evaluó
plantear una acción de cumplimiento, para que se aplique la ley en Mención por los
funcionarios universitarios.
Pues bien, de haberse concretado la acción de cumplimiento sobre el mismo bien
jurídico en conflicto, podrían haber habido sendas sentencias estimatorias; las cuales
luego de las apelaciones correspondientes sólo hubieran podido ser integradas
uniformemente ante el Tribunal Constitucional, si es que hubiesen recibido en segunda
instancia sentencias desestimatorias a sus respectivas demandas. En virtud de lo cual,
el Tribunal Constitucional como instancia final de fallo de las resoluciones denegatorias
de las acciones de amparo y de cumplimiento, entre otras, hubiera podido integrar
jurisprudencialmente ambas acciones llegadas con resoluciones judiciales en contra. Lo
cierto es que la Universidad San Martín de Porres obtuvo sentencia favorable del Poder
Judicial a su acción de amparo y la comisión gubernamental no pudo intervenir la
mencionada universidad particular.
Objeto.- Es objeto del proceso de cumplimiento ordenar que el funcionario o autoridad
publica renuente:
1) Dé cumplimiento a una norma legal o ejecute un acto administrativo firme; o

2) Se pronuncie expresamente cuando las normas legales le ordenan emitir una


resolución administrativa o dictar un reglamento.
Legitimación y representación

Cualquier persona podrá iniciar el proceso de cumplimiento frente a normas con rango
de ley y reglamentos. Si el proceso tiene por objeto hacer efectivo el cumplimiento de
un acto administrativo, sólo podrá ser interpuesto por la persona a cuyo favor se expidió
el acto o quien invoque interés para el cumplimiento del deber omitido.

Tratándose de la defensa de derechos con intereses difusos o colectivos, la legitimación


corresponderá a cualquier persona. Asimismo, la Defensoría del Pueblo puede iniciar
procesos de cumplimiento.
Legitimación pasiva

La demanda de cumplimiento se dirigirá contra la autoridad o funcionario renuente de la


administración pública al que corresponda el cumplimiento de una norma legal o la
ejecución de un acto administrativo.

Si el demandado no es la autoridad obligada, aquél deberá informarlo al juez indicando


la autoridad a quien corresponde su cumplimiento. En caso de duda, el proceso
continuará con las autoridades respecto de las cuales se interpuso la demanda. En todo
caso, el juez deberá emplazar a la autoridad que conforme al ordenamiento jurídico,
tenga competencia para cumplir con el deber omitido.
Requisito especial de la demanda

Para la procedencia del proceso de cumplimiento se requerirá que el demandante


previamente haya reclamado, por documento de fecha cierta, el cumplimiento del deber
legal o administrativo, y que la autoridad se haya ratificado en su incumplimiento o no
haya contestado dentro de los diez días útiles siguientes a la presentación de la solicitud.
Aparte de dicho requisito, no será necesario agotar la vía administrativa que pudiera
existir.
Causales de Improcedencia

No procede el proceso de cumplimiento:

1) Contra las resoluciones dictadas por el Poder Judicial, Tribunal


Constitucional y Jurado Nacional de Elecciones;
2) Contra el Congreso de la República para exigir la aprobación o la insistencia de
una ley;

3) Para la protección de derechos que puedan ser garantizados mediante los


procesos de amparo, hábeas data y hábeas corpus;

4) Cuando se interpone con la exclusiva finalidad de impugnar la validez de un acto


administrativo;

5) Cuando se demanda el ejercicio de potestades expresamente calificadas por la


ley como discrecionales por parte de una autoridad o funcionario;

6) En los supuestos en los que proceda interponer el proceso competencial;

7) Cuando no se cumplió con el requisito especial de la demanda previsto por el


artículo 69 del presente Código; y,

8) Si la demanda se interpuso luego de vencido el plazo de sesenta días contados


desde la fecha de recepción de la notificación notarial.

Desistimiento de la pretensión

El desistimiento de la pretensión se admitirá únicamente cuando ésta se refiera a actos


administrativos de carácter particular.

Contenido de la Sentencia fundada


La sentencia que declara fundada la demanda se pronunciará preferentemente respecto
a:

1) La determinación de la obligación incumplida;

2) La orden y la descripción precisa de la conducta a cumplir;

3) El plazo perentorio para el cumplimiento de lo resuelto, que no podrá exceder de


diez días;

4) La orden a la autoridad o funcionario competente de iniciar la investigación del


caso para efecto de determinar responsabilidades penales o disciplinarias, cuando la
conducta del demandado así lo exija.
Ejecución de la Sentencia

La sentencia firme que ordena el cumplimiento del deber omitido, será cumplida de
conformidad con lo previsto por el artículo 22 del presente Código.
Normas aplicables

El procedimiento aplicable a este proceso será el mismo que el previsto por el


presente Código para el proceso de amparo, en lo que sea aplicable. El Juez podrá
adaptar dicho procedimiento a las circunstancias del caso.

DISPOSICIONES GENERALES DE LOS PROCESOS DE ACCION POPULAR E


INCONSTITUCIONALIDAD
Finalidad.-Los procesos de acción popular y de inconstitucionalidad tienen por
finalidad la defensa de la Constitución frente a infracciones contra su jerarquía
normativa. Esta infracción puede ser, directa o indirecta, de carácter total o parcial,
y tanto por la forma como por el fondo.

Por contravenir el artículo 106 de la Constitución, se puede demandar la


inconstitucionalidad, total o parcial, de un decreto legislativo, decreto de urgencia o
ley que no haya sido aprobada como orgánica, si dichas disposiciones hubieren
regulado materias reservadas a ley orgánica o impliquen modificación o derogación
de una ley aprobada como tal.

Procedencia de la demanda de acción popular


La demanda de acción popular procede contra los reglamentos, normas administrativas
y resoluciones de carácter general, cualquiera que sea la autoridad de la que emanen,
siempre que infrinjan la Constitución o la ley, o cuando no hayan sido expedidas o
publicadas en la forma prescrita por la Constitución o la ley, según el caso.
Procedencia de la demanda de inconstitucionalidad

La demanda de inconstitucionalidad procede contra las normas que tienen rango de ley:
leyes, decretos legislativos, decretos de urgencia, tratados que hayan requerido o no la
aprobación del Congreso conforme a los artículos 56 y 57 de la Constitución,
Reglamento del Congreso, normas regionales de carácter general y ordenanzas
municipales.

Inconstitucionalidad de normas conexas

La sentencia que declare la ilegalidad o inconstitucionalidad de la norma impugnada,


declarará igualmente la de aquella otra a la que debe extenderse por conexión o
consecuencia.
Principios de interpretación

Para apreciar la validez constitucional de las normas el Tribunal Constitucional


considerará, además de las normas constitucionales, las leyes que, dentro del marco
constitucional, se hayan dictado para determinar la competencia o las atribuciones de
los órganos del Estado o el ejercicio de los derechos fundamentales de la persona.
Relaciones institucionales con ocasión a los procesos de control de normas

Los Jueces deben suspender el trámite de los procesos de acción popular sustentados en
normas respecto de las cuales se ha planteado demanda de inconstitucionalidad ante el
Tribunal, hasta que éste expida resolución definitiva.

Efectos de la Sentencia fundada

Las sentencias fundadas recaídas en el proceso de inconstitucionalidad dejan sin efecto


las normas sobre las cuales se pronuncian. Tienen alcances generales y carecen de
efectos retroactivos. Se publican íntegramente en el Diario Oficial El Peruano y
producen efectos desde el día siguiente de su publicación.

Cuando se declare la inconstitucionalidad de normas tributarias por violación del


artículo 74 de la Constitución, el Tribunal debe determinar de manera expresa en la
sentencia los efectos de su decisión en el tiempo. Asimismo, resuelve lo pertinente
respecto de las situaciones jurídicas producidas mientras estuvo en vigencia.

Las sentencias fundadas recaídas en el proceso de acción popular podrán determinar la


nulidad, con efecto retroactivo, de las normas impugnadas. En tal supuesto, la sentencia
determinará sus alcances en el tiempo. Tienen efectos generales y se publican en el
Diario Oficial El Peruano.
Cosa juzgada

Las sentencias del Tribunal Constitucional en los procesos de inconstitucionalidad y las


recaídas en los procesos de acción popular que queden firmes tienen autoridad de cosa
juzgada, por lo que vinculan a todos los poderes públicos y producen efectos generales
desde el día siguiente a la fecha de su publicación.

Tiene la misma autoridad el auto que declara la prescripción de la pretensión en el caso


previsto en el inciso 1) del artículo 104.

La declaratoria de inconstitucionalidad o ilegalidad de una norma impugnada por vicios


formales no obsta para que ésta sea demandada ulteriormente por razones de fondo,
siempre que se interponga dentro del plazo señalado en el presente Código.

Efectos de la irretroactividad

Las sentencias declaratorias de ilegalidad o inconstitucionalidad no conceden derecho a


reabrir procesos concluidos en los que se hayan aplicado las normas declaradas
inconstitucionales, salvo en las materias previstas en el segundo párrafo del artículo 103
y último párrafo del artículo 74 de la Constitución.

Por la declaración de ilegalidad o inconstitucionalidad de una norma no recobran


vigencia las disposiciones legales que ella hubiera derogado.

ACCION POPULAR

La Constitución de 1993 ha regulado en el artículo 200, numeral 5, la acción popular


dentro de las garantías constitucionales. Al respecto, el mencionado artículo señala que
"la acción popular procede, por infracción de la Constitución y de la ley, contra los
reglamentos, normas administrativas y resoluciones y decretos de carácter general,
cualquiera sea la autoridad de la emanen". Si bien las demás garantías constitucionales
son resueltas en última instancia por el Tribunal Constitucional, la Constitución ha
omitido indicar que este proceso constitucional sea de competencia del Tribunal
Constitucional o del Poder Judicial, como a este poder se le otorgó en la Constitución de
1979 y en la Ley No.24968, Ley Procesal de la Acción Popular, aún vigente.

La acción popular por sus orígenes históricos, que se remontan al siglo XIX, ha sido
usualmente entendida como el recurso para formular denuncias contra las autoridades
que cometían infracciones y delitos contra los deberes de función, a fin de que fueran
procesadas y sancionadas. Al respecto se pueden ver el artículo 157 de la Constitución
de 1920 y el artículo 231 de la Constitución de 1933 como últimos antecedentes, pero
en estos casos la acción popular tenía un carácter procesal penal. Sin embargo, será a
partir del artículo 133 de la Constitución de 1933, el artículo 295 de la Constitución de
1979 y el artículo 200, numeral 5 de la Constitución de 1993, que se regulará la acción
popular como una garantía constitucional.

La acción popular como garantía constitucional cabe definirla como un proceso


constitucional de tipo jurisdiccional encargado del control constitucional y legal, contra
las normas reglamentarias o administrativas contrarias a la Constitución y a la ley. Es
decir que como garantía constitucional tiene una serie de características sustantivas y
procesales que permiten delimitar sus alcances y eficacia normativa.

Desde el punto de vista sustantivo, la acción popular esta estrechamente vinculada a la


acción de inconstitucionalidad contra las leyes, en la medida que su objeto también es
asegurar el orden constitucional objetivo, además del legal, pero examinando las normas
inferiores a la ley. En ese sentido, mediante la acción popular los jueces pueden declarar
la inconstitucionalidad con carácter general de la norma infralegal que sea contraria a la
Constitución y a las leyes. Este control abstracto de constitucionalidad y legalidad, sin
embargo, no concluye en la expulsión judicial de la norma infractora del ordenamiento
jurídico, sino que los jueces sólo pueden declararla inaplicable parcial o totalmente,
pero con efectos generales, que casi es lo mismo a declararla nula.

Al respecto, cabe mencionar que el control de los decretos, reglamentos y demás


normas administrativas, debe realizarse no sólo en relación a las normas
constitucionales y legales, sino también a las sentencias del Tribunal Constitucional que
hayan desde luego estimado, o también desestimado, la declaración de una ley como
inconstitucional. Es tan necesaria la unidad jurisprudencia! en materia constitucional,
que el artículo 39 de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional establece que "los
jueces suspenden la tramitación de los procesos de acción popular sustentados en
normas respecto de las cuales se ha planteado demanda de inconstitucionalidad ante el
Tribunal, hasta que éste expida su resolución".
En cuanto los aspectos procesales, cabe mencionar que, siendo la protección del
orden constitucional y legal ·valores supremos no sólo del Estado, sino también de la
sociedad; la legitimidad procesal activa es aformal y material, es decir que cualquier
ciudadano puede incoar disposiciones reglamentarias y administrativas ante el Poder
Judicial por inconstitucionales e ilegales, incluso los ciudadanos extranjeros residentes
en el país pueden ser titulares de esta acción. el Poder Judicial debe tutelar ese derecho a
la acción de cualquier ciudadan.

A diferencia de la acción de inconstitucionalidad, con la acción popular se puede dar el


control previo de constitucionalidad contra las normas reglamentarias y administrativas
que no han entrado en vigencia; es decir que no habiendo sido aún publicadas en el
diario oficial se puede interponer un proceso de acción popular. Esta disposición del
artículo 5 de la Ley No.24968 permitirá el control constitucional y legal contra normas
administrativas secretas. Sin embargo, esta posibilidad no significa en la práctica que
preventivamente cualquier ciudadano pueda iniciar una acción popular, en la medida
que no existe ley que obligue a las autoridades administrativas a la pre-publicación de la
normas que van a dictar, para conocimiento, opinión o críticas de los interesados; sino
que depende del conocimiento de dicho proyecto de norma secreta, que a pedido de
conocimiento oficial del juez deja de tener ese carácter.

Como quiera que el plazo para incoar la acción popular contra las normas
administrativas prescribe a los cinco años si se trata de normas constitucionales y a los
tres años si se trata de normas legales, según dispone el artículo 6 de la Ley No.24968,
eso no impide que luego de la prescripción los jueces puedan hacer uso del artículo 138
de la Constitución. Es decir que en caso de conflicto entre una norma constitucional y
otra legal, así como entre una norma legal y una norma administrativa, los jueces
prefieren la norma superior sobre toda otra norma de rango inferior; es decir que
podrían inaplicar normas administrativas contrarias a la Constitución y a la ley, vencido
el plazo prescriptorio, pero en vía incidental en un proceso judicial ordinario, ya no en
un proceso de acción popular.

Finalmente, resulta incongruente que la acción popular siga siendo competencia de la


justicia ordinaria, cuando es a la jurisdicción constitucional a quien le corresponde la
función del control constitucional, y eventualmente legaL En este sentido, la acción
popular si bien podría tramitarse en sede judicial, debería en última instancia ser
resuelta en sede constitucional, a fin de integrar las decisiones judiciales dentro de la
supremacía de interpretación de la Constitución a cargo del Tribunal Constitucional.

Legitimacion.- La demanda de acción popular puede ser interpuesta por cualquier


persona.
Competencia
La demanda de acción popular es de competencia exclusiva del Poder Judicial. Son
competentes:

1) La Sala correspondiente, por razón de la materia de la Corte Superior del


Distrito Judicial al que pertenece el órgano emisor, cuando la norma objeto de la acción
popular es de carácter regional o local; y

2) La Sala correspondiente de la Corte Superior de Lima, en los demás casos.

Demanda.- La demanda escrita contendrá cuando menos, los siguientes datos y anexos:

1) La designación de la Sala ante quien se interpone.

2) El nombre, identidad y domicilio del demandante.

3) La denominación precisa y el domicilio del órgano emisor de la norma objeto


del proceso.

4) El petitorio, que comprende la indicación de la norma o normas constitucionales


y/o legales que se suponen vulneradas por la que es objeto del proceso.

5) Copia simple de la norma objeto del proceso precisándose el día, mes y año de
su publicación.

6) Los fundamentos en que se sustenta la pretensión.

7) La firma del demandante, o de su representante o de su apoderado, y la del


abogado.

Plazo.- El plazo para interponer la demanda de acción popular prescribe a los cinco
años contados desde el día siguiente de publicación de la norma.
Admisibilidad e improcedencia

Interpuesta la demanda, la Sala resuelve su admisión dentro de un plazo no mayor de


cinco días desde su presentación. Si declara la inadmisibilidad, precisará el requisito
incumplido y el plazo para subsanarlo. Si declara la improcedencia y la decisión fuese
apelada, pondrá la resolución en conocimiento del emplazado.

Emplazamiento y publicación de la demanda


Admitida la demanda, la Sala confiere traslado al órgano emisor de la norma objeto del
proceso y ordena la publicación del auto admisorio, el cual incluirá una relación sucinta
del contenido de la demanda, por una sola vez, en el Diario Oficial El Peruano si la
demanda se promueve en Lima, o en el medio oficial de publicidad que corresponda si
aquella se promueve en otro Distrito Judicial.

Si la norma objeto del proceso ha sido expedida con participación de más de un órgano
emisor, se emplazará al de mayor jerarquía. Si se trata de órganos de igual nivel
jerárquico, la notificación se dirige al primero que suscribe el texto normativo. En el
caso de normas dictadas por el Poder Ejecutivo, el emplazamiento se hará al Ministro
que la refrenda; si fuesen varios, al que haya firmado en primer término.

Si el órgano emisor ha dejado de operar, corresponde notificar al órgano que asumió sus
funciones.
Contestación de la demanda.- La contestación deberá cumplir con los mismos
requisitos de la demanda, en lo que corresponda. El plazo para contestar la demanda es
de diez días.

Vista de la Causa

Practicados los actos procesales señalados en los artículos anteriores, la Sala fijará día y
hora para la vista de la causa, la que ocurrirá dentro de los diez días posteriores a la
contestación de la demanda o de vencido el plazo para hacerlo.

A la vista de la causa, los abogados pueden informar oralmente. La Sala expedirá


sentencia dentro de los diez días siguientes a la vista.
Apelación y trámite

Contra la sentencia procede recurso de apelación el cual contendrá la fundamentación


del error, dentro de los cinco días siguientes a su notificación. Recibidos los autos, la
Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema dará traslado del recurso concediendo
cinco días para su absolución y fijando día y hora para la vista de la causa, en la misma
resolución. Dentro de los tres días siguientes de recibida la notificación las partes
podrán solicitar que sus abogados informen oralmente a la vista de la causa.
ACCION DE INCONSTITUCIONALIDAD

1.1 Legitimidad procesal.

La legitimidad procesal activa para interponer extensivamente al presidente de la


república, al fiscal de la nación, al defensor del pueblo, a veintiocho congresistas, a
cinco mil ciudadanos, y a los colegios profesionales en los asuntos de su especialidad;
pero si se tratase de incoar ordenanzas municipales puede demandar el uno por ciento de
los ciudadanos del respectivo ámbito municipal, siempre que ese número no exceda de
las cinco mil firmas comprobadas por el Jurado Nacional de Elecciones, y por los
presidentes de región con acuerdo del Consejo Regional, o los alcaldes provinciales con
acuerdo de su consejo, en materia de su competencia, según dispone el artículo 20 de la
Constitución.

Sin embargo, por un lado, cabe precisar que la máxima autoridad regional goza de
capacidad para interponer una acción de inconstitucionalidad contra las normas
regionales de carácter general, según el artículo 200 numeral 4 de la Constitución,
aunque hubiera sido coherente también otorgar legitimidad procesal activa a un
porcentaje determinado de ciudadanos regionales interesados, para interponer una
acción de inconstitucionalidad contra las normas legales regionales. Por otro lado, en
comparación con el sistema anterior que exigía cincuenta mil firmas de ciudadanos y no
distinguía si se trataba de normas locales, regionales o sectoriales, lo cual fue criticado
en su momento; esta Constitución amplía nominalmente la base social para las
demandas ciudadanas en busca de control y límite constitucional de las normas con
rango de ley.

La Constitución, asimismo, innova al ampliar la legitimación constitucional a los


gremios profesionales, a los cuales la Constitución también les ha reconocido una
participación social más activa, en otras instituciones como en la conformación del
Consejo Nacional de la Magistratura; facultando que un representante de los colegios de
abogados del país y otro de los demás colegios profesionales, integren dicho consejo
(artículo 155, numerales 3 y 4), así como también otorgando al Colegio de Abogados de
Lima la atribución de elegir a un representante ante el Jurado Nacional de Elecciones
(artículo 179, numeral3).

No obstante lo señalado, la democratización de la legitimidad procesal activa, ha


recibido critica: "A nuestro entender la legitimación comentada ha sido regulada por la
nueva Constitución con una, a todas luces, desmedida amplitud". Pero, es del caso
ponderar lo citado, considerando que la paupérrima experiencia del TGC en materia de
expedición de resoluciones sobre inconstitucionalidad de las leyes, en parte se debió a
esta falta de democratización de la legitimación ciudadana e institucional de la acción
de inconstitucionalidad.
Es preciso mencionar que, dada por un lado la nueva estructura unicameral<9), con una
composición, organización interna y funcionamiento de una mayoría absoluta sin el
concurso de la oposición parlamentaria, como, por otro lado, un presidencialismo que
ha dado muestras de ser capaz de quebrar el orden constitucional; las posibilidades de la
aprobación unilateral de leyes, tratados, reglamentos del Congreso, decretos legislativos
y decretos de urgencia, se convierte en una realidad no virtual sino concreta. Este
desbalance del poder gubernamental requiere equilibrarse con el ejercicio de los
derechos de las minorías -parlamentarias, municipales y regionales- y de la propia
sociedad civil -ciudadanos y sus asociaciones profesionales- para salvaguardar el
principio de la supremacía constitucional de las leyes y el respeto de los valores
democráticos0°).

Por ello, es del caso resaltar la disminución del número de firmas de Jos congresistas
para incoar una acción de inconstitucionalidad, por cuanto en el sistema anterior el
requisito era de un tercio de los miembro de la Cámara de Diputados -sesenta- o de
Senadores-veinte-, que las minorías parlamentarias lograron reunir para plantear
diversas acciones de inconstitucionalidad; en tanto que ahora, al reducirse al veinticinco
por ciento de las firmas de los congresistas, se amplía también la protección de la
justicia constitucional hacia la oposición y las minorías sociales, ya que sumando
veintiocho firmas los congresistas pueden incoar ante el Tribunal Constitucional normas
con rango de ley.

La ampliación de la legitimación procesal al Defensor del Pueblo, institución creada


específica-mente en la Constitución de 1993, aparece como necesaria y refuerza las
atribuciones constitucionales de defender los derechos fundamentales de la persona y de
la comunidad, y supervisar el cumplimiento de los deberes de la administración estatal y
la prestación de los servicios públicos que ofrece a la ciudadanía, según dispone el
artículo 162 de la Constitución.

Finalmente, si bien "la legitimación procesal activa es muy vasta"0 1l, resulta
paradójico que a la Corte Suprema, titular en última instancia del control judicial de la
leyes, se le haya excluido la potestad de plantear acciones de inconstitucionalidad, como
le estaba reconocido en la Constitución de 1979. Lo que puede interpretarse como una
clara ponderación de las funciones judiciales sobre las funciones constitucionales de la
Corte Suprema, pero también supone una reserva casi absoluta del control
constitucional de las leyes en torno al Tribunal Constitucional, en la medida que los
jueces ordinarios si bien están facultados constitucionalmente a, en caso de colisión
entre una norma constitucional y una legal, preferir a la primera; es el control
constitucional directo, mediante la acción de inconstitucionalidad, la garantía que
caracteriza a la jurisdicción constitucional.

1.2 Funciones del control constitucional.


El control constitucional de la ley tiene como finalidad el examen de constitucionalidad
de textos legal sometido a jurisdicción constitucional -función de valoración-; pero, el
efecto más notorio de dicho proceso es la eliminación de la norma incoada por
inconstitucional -función pacificadora- del ordenamiento jurídico; decisión que tiene
efectos vinculantes para todos los aplicadores -públicos y privados- de las normas
jurídicas -función ordenadora. Sin embargo, la experiencia constitucional peruana,
caracterizada por las emergencias y vaciamientos constitucionales, exige cuando menos
otorgar algunas funciones adicionales a la acción de inconstitucionalidad, en el marco
constitucional establecido.

Para tal efecto, hay que partir de señalar que la Constitución de 1993 profundiza el
esquema del siste-ma del control de constitucionalidad de la Constitución de 1979; en
tanto reconoce al Tribunal como el órgano de control constitucional, encargado de
resolver en única y definitiva instancia las acciones de inconsti-tucionalidad contra las
normas con rango de ley; también, le faculta a resolver en última instancia las
resoluciones denegatorias del Poder Judicial en materia de habeas corpus, amparo,
habeas data y acción de cumplimiento, y; asimismo, le autoriza a decidir sobre los
conflictos de competencia o de atribuciones, según dispone el artículo 202 de la
Constitución< 13l.

El control constitucional de las normas con rango de ley: leyes, decretos legislativos,
decretos de urgencia, reglamentos del Congreso, tratados, normas regionales de carácter
general y ordenanzas municipales que contravengan la Constitución por el fondo o por
la forma, es un control represivo y no preventivo; es decir que las normas legales sólo
pueden ser incoadas por inconstitucionales, una vez que hayan entrado en vigencia, o
sea al día siguiente de su publicación. Pero, en base a la función de la fuerza normativa
de la Constitución° 4l, la no publicación de leyes o decretos de urgencia por que el
gobierno los considera "secretos", no es óbice para demandar su inconstitucionalidad
cuando menos por violación formal de la Constitución, al tener conocimiento extra-
oficial de Jos mismos; lo cual es posible en el proceso de la acción popular contra
normas administrativas que aún no han sido publicadas.

Otro tema sobre el cual guarda silencio la Constitución, es el control constitucional por
omisión, previsto en otros ordenamientos constitucionales; debido a que es usual que
diversos mandatos constitucionales expresos y con plazo fijo no sean desarrollados
legislativamente por el Congreso. Tal es el caso de la Octava Disposición Final y
Transitoria de la Constitución, que estableció como primera prioridad de leyes de
desarrollo: "las normas de descentralización y, entre ellas, las que permitan tener nuevas
autoridades elegidas a más tardar en 1995"; sin embargo, no se dictó dicha ley, ni se
renovaron las autoridades regionales. En este sentido, entre otros, la omisión en strictu
sensu del expreso mandato del constituyente, es una transgresión de la norma
constitucional, debido a la inercia del legislador, constituyendo una auténtica violación
a la Constitución0 6l. En ese sentido, se puede decir que la función del control
constitucional no debe reducirse sólo al examen de la ley, sino que la acción de
inconstitucionalidad también debe cumplir una función integradora de la Constitución,
mediante la acción de inconstitucionalidad por omisión.
Por otro lado, dado el uso frecuente de la legislación de emergencia, que opera en los
bordes de las fronteras constitucionales, para no aludir al quebrantamiento directo de las
mismas, cabe pensar que la acción de inconstitucionalidad cumpla una función de
eficacia integradorac1s¡ de la Constitución derivada de Jo anterior, pero orientada a
hacer respetar la unidad o núcleo constitucional, promoviendo la superación de las
situaciones reales de emergencia a través del respeto de las normas constitucionales per-
manentes y estables, antes que otorgar normalidad y continuidad a leyes basadas en las
emergencias consti-tucionales. En razón de Jos distintos roles que ocupan las funciones
de la Constitución, se puede identificar y plantear diversos tipos de sentencias
constitucionales.

1.3 Tipos de sentencias de inconstitucionalidad.

La identidad entre norma legal y contenido de la ley, ha situado a los magistrados


constitucionales en la corta perspectiva de mantener o la plena validez de una ley o
declararla inconstitucional, ya sea parcial o totalmente; dejando de lado la labor de
interpretación constitucional que va más allá de una maniquea opción: constitucional o
inconstitucional. Precisamente, es del caso observar atentamente el modelo de
jurisdicción constitucional europeo, que ha delineado un sistema de control
constitucional abierto, permitiendo a sus tribunales constitucionales desarrollar dentro
del género de sentencias de inconstitucionalidad una variedad de tipos de sentencias,
que se van ajustando a las necesidades del caso concreto, al fortalecimiento de sus
vínculos con los poderes públicos y a la obtención de la legitimidad social necesaria en
sus decisiones.
En tal entendido, se puede señalar un abanico de sentencias de inconstitucionalidad,
planteadas en el derecho alemán, español e italiano, que se presentan adaptadas para el
desarrollo de la jurisdicción constitucional peruana, en función al grado de infracción
constitucional cometido y a las necesidades y posibilidades del modelo constitucional.

1.3.1 Infracción grave a la Constitución.

La jurisdicción constitucional tiene como regla última declarar la inconstitucionalidad


de las normas legales, siempre que estas violen material o formalmente de manera grave
la Constitución in toto. Lo que supone que el Tribunal Constitucional desarrolle el
control de la constitucionalidad de las normas incoadas, pero considerando la
presunción de constitucionalidad de las leyes aprobadas democráticamente. Esto
supone, que para declarar la nulidad de una ley, basta que dicha norma se haya
aprobado abiertamente en contra de la Constitución y de los principios democráticos
que ella contempla.

Pero es cierto que la infracción grave presenta aristas que es necesario perfilar. Así, si se
considera que la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) tiene validez análoga a la
ley por mandato constitucional, la aplicación de la resolución del TC en el tiempo es un
tema homologable al de la ley. En efecto, se debe recordar que el artículo 204 de la
Constitución señala que la "sentencia del Tribunal que declara una norma legal
inconstitucional se publica en el diario oficial. Al día siguiente de la publicación, dicha
norma queda sin efecto"; el artículo 103 de la Constitución es claro y expreso: "ninguna
ley tiene fuerza ni efectos retroactivos, salvo en materia penal, cuando favorece al reo";
asimismo, el artículo 109 dice que "la ley es obligatoria desde el día siguiente de su
publicación en el diario oficial, salvo disposición contraria de la misma ley que posterga
su vigencia en todo o en parte".
De lo contrario, resulta indiscutible que si bien la sentencia que declara inconstitucional
una norma legal, sólo tiene efectos a futuro -ex nunc- y no efectos retroactivos -ex
tune-, presenta excepciones de aplicación retroactiva de la ley benigna, prevista en la
Constitución. De modo que los efectos de las normas son sólo hacia futuro y sólo por
excepción se aplica retroactivamente; cuando estas, de forma benigna, favorecen al reo,
señala el artículo 103 de la Constitución mencionado<22l. Sin embargo, ésta al parecer
no es la única excepción constitucional.

Si bien las sentencias de inconstitucionalidad no tienen efectos retroactivos -salvo para


el caso mencionado- es evidente que la nonna legal que ha quedado sin efectos es
inválida por ineficaz. Pero, los efectos de la sentencia no anulan todos los actos y
consecuencias jurídicas producidas por la norma legal, antes de que sea declarada
inconstitucional; salvo que hayan afectado derechos fundamentales, garantizados
especialmente en la Constitución< 23l.

En tal entendido, por un lado, se puede plantear que las normas legales tributarias que
violan los derechos fundamentales, la igualdad y el principio de reserva de ley,
establecidos en el artículo 74 de la Constitución, no surten efectos algunos, es decir
dicha ley es nula. En ese sentido, el artículo 40 de la Ley Orgánica del TC (LOTC), ha
dispuesto que "las sentencias declaratorias de inconstitucionalidad no permiten revivir
procesos fenecidos en los que se haya hecho aplicación de las normas declaradas
inconstitucionales, salvo en las materias previstas en el segundo párrafo del artículo 103
y último párrafo del artículo 74 de la Constitución". Pero, por otro lado, también se
encuentran las normas constitucionales que sancionan el carácter irrenunciable de los
derechos laborales constitucionales -artículo 26, numeral2-. En estos casos la sentencia
del TC también podría tener efectos retroactivos, a fin de no convalidar normas nulas
desde su origen<24l. En consecuencia, la nulidad de la ley por inconstitucional es a
futuro, y sólo por de la ley por inconstitucional es a futuro, y sólo por excepción la
nulidad puede ser retroactiva.

1.3.2 Incompatibilidad constitucional de la ley.


Si bien los fundamentos de la demanda de inconstitucionalidad deben producir como
conse- cuencia lógica un fallo de nulidad, esto no siempre debería ser así. Es decir que
la fundamentación válida para considerar una ley inconstitucional, en muchos casos
podría generar un perjuicio mayor si el fallo fuera anulatorio<25l. Este tipo de
sentencia esta vinculado a los casos de inconstitucionalidad parcial de la norma, donde
en particular es importante que con la anulación in toto de una ley, no se perjudique un
grupo ciudadano, dando tiempo al Congreso en dar una nueva ley que integre a todas las
personas por igual.
Con un ejemplo se verá más clara la propuesta. Pongamos el caso hipotético de una ley
de impuestos que concede una exoneración tributaria a las comunidades campesina
por la venta de sus tierras protegidas en la Constitución, pero olvidando a las
comunidades nativas. En este supuesto, la declaratoria de nulidad de la ley tributaria por
discriminatoria perjudicaría a los campesinos, pero no se trata de eliminar la
exoneración tributaria que la ley ha establecido, sino ampliarla a los nativos de la selva
que están en igualdad de condiciones y de protección constitucional.
El TC para evitar una decisión que afecte a los campesinos y en vez de declarar nula la
ley, no obstante los fundamentos por la inconstitucionalidad, podría declarar a la ley
incompatible con la Constitución, dejando así al Congreso la oportunidad de corregir en
la ley su falta de una correcta apreciación constitucional de los grupos campesinos y
nativos a promover.
Esta constatación de una incompatibilidad constitucionalidad es cierto que podría
generar ciertas incertidumbres sobre Jo que debe ser válido; por eso los fundamentos del
fallo deben ser asumidos por elCongreso con la fuerza de ley de toda sentencia del TC.
No obstante, "mientras la anulación no se produzca, el juez ordinario sigue estando
sujeto sólo a la ley, que interpreta con libertad".
Es evidente que en este tipo de sentencia, la mayoría del Congreso debe ser receptiva a
la opinión del Tribunal, para que los legisladores configuren mejor la norma
cuestionada, que aún sigue vigente. Considerando que si el TC declarase la nulidad
de la ley se produciría una mayor incompatibilidad con el ordenamiento constitucional,
por el daño que causaría.
1.3.4 Interpretación de la ley conforme a la Constitución.

Cuando una norma legal da lugar a ser interpretada de varias maneras, una
inconstitucional y otra constitucional, señala la doctrina que debería preferirse la
interpretación que esté totalmente acorde con la Constitución< 30>. En ese sentido, la
ley no debe ser declarada nula si puede ser interpretada conforme a la Constitución, en
razón a que se parte de la presunción a favor de la constitucionalidad de la ley en caso
de duda. Pero, en un sistema democrático débil, con una peligrosa mayoría
parlamentaria y un presidente autocrático, que niegan un proceso democrático abierto,
dicha presunción considero que es iuris tantum y no iure et de iure<31 >. Por eso, sólo
"en los Estados con una jurisdicción constitucional consolidada se considera superada la
contraposición legislador democrático- Tribunal Constitucional.

No obstante lo señalado, la variante de la interpretación de la ley conforme a la


Constitución fue utilizada defectuosamente por el Tribunal Constitucional peruano en la
revisión del artículo 4 de su propia ley orgánica, en lo relativo a la exigencia de seis
votos de los siete magistrados para declarar una ley inconstitucional. En efecto, el fallo
que se analiza más adelante se basó en que "toda norma o acto público debe presumirse
como constitucional en tanto y en cuanto mediante una interpretación razonable de la
norma fundamental, puedan ser armonizadas con aquella.
Sin embargo, fue un argumento retórico sólo para declarar infundada la demanda y no
para otorgar una interpretación constitucionalmente adecuada al sistema de votación del
Tribunal que dificulta la de-claración de inconstitucionalidad de las leyes.
Desconociendo que la interpretación conforme a la Constitución reduce o modifica su
aplicación, sin llegar a inconstitucionalizar el texto de la ley.

En tal sentido, la interpretación conforme a la Constitución parece razonable aplicarla


sólo en las controversias de índole puramente políticas, distintas
de los conflictos de contenido político y planteamiento jurídico04l, como fue el caso de
la sentencia del TC sobre el artículo 4 de la LOTC; sobretodo, si la presunción de
constitucionalidad de las leyes está a condición de la existencia previa de un ejercicio
democrático del poder.

1.4 Efectos de las sentencias.

Las sentencias de inconstitucionalidad de una norma legal tiene efectos para todos erga
omnes- y para el futuro -ex-nunc-. Es decir que al día siguiente de la publicación de la
sentencia del Tribunal, queda sin efecto la norma legal; a diferencia de la Constitución
de 1979, en la cual el TGC comunicaba al Congreso para que derogase la norma legal y,
si en el plazo de cuarenta y cinco días naturales no lo había hecho, dicha norma quedaba
derogada con la publicación de la resolución en el diario oficial.

Ahora, las sentencias del Tribunal Constitucional, según el artículo 35 de la LOTC,


"tienen autoridad de cosa juzgada, vinculan a todos los poderes públicos y producen
efectos generales desde el día siguiente de su publicación". En este sentido, se puede
señalar que las sentencias del TC se caracterizan por gozar de una triple identidad:
fuerza de ley, cosa juzgada y efecto vinculante para terceros:

1.4.1 Fuerza de ley.

Se parte de romper con el principio positivista de que una ley sólo puede ser derogada
por otra ley, por cuanto también una sentencia del TC declarando inconstitucional una
ley tiene fuerza de ley -Gesetzeskraft- para dejar sin efectos generales a una ley. En
efecto, "la ley se deroga sólo por otra ley. También queda sin efecto por sentencia que
declara su inconstitucionalidad", como señala el artículo 103 de la Constitución.

Dejar sin efectos una norma legal, supone no sólo que ya no es eficaz, sino que tampoco
es válida,
por una declaración judicial de siete jueces y no por un acto legislativo de los poderes
políticos representativos -Parlamento o Poder Ejecutivo-. Pero no hay que entender a
esta potestad de la justicia constitucional de manera excluyente de los otros poderes,
sino más bien integradora; por ese motivo, como señala Kelsen "el acto de jurisdicción
es creación, producción o posición de Derecho como el acto legislativo, y uno y otro no
son sino dos etapas diferentes del proceso de creación jurídica<35 l". Esta función de
perfeccionamiento judicial de la ley por parte del Tribunal Constitucional, le otorga
pues, una facultad como organismo constitucional de coope-ración en la formación del
ordenamiento jurídico<36l.

De otro lado, se puede señalar que la fuerza de ley de la sentencia que declara
inconstitucional una ley por el Tribunal Constitucional, goza de un doble carácter:
fuerza pasiva, en tanto no puede ser revocada por otra sentencia judicial o derogada por
otra norma legal, salvo por otra sentencia del propio Tribunal; así como, también, fuerza
activa, en tanto deja sin efecto a la norma legal que haya sido declarada incons-
titucional y a todas las demás que se opongan al fallo07l.

1.4.2 Cosa juzgada.

Sobre la base del precepto constitucional que otorga a una sentencia del TC la eficacia
derogatoria de una ley sobre otra, se deriva el carácter de cosa juzgada de las sentencias
que declaran inconstitucional una ley -Rechtskraft-. Es en mérito de haber pasado en
autoridad de cosa juzgada, según el artículo 37 de la LOTC, propio de las sentencias
firmes de todo tribunal, según el artículo 139 numeral 2 de la Constitución, que dicho
fallo constitucional no puede ser contradicho por razón procesal de forma -cosa juzgada
formal- o por razón sustantiva del fallo -cosa juzgada material- en sede judicial
ordinaria o especial, ni modificarse por una nueva ley del Congreso o del Poder
Ejecutivo<38l. Más aún, el mencionado artículo 37 de la LOTC, lleva al extremo el
hecho de que la "sentencia denegatoria de la inconstitucionalidad de una norma impide
la interposición de nueva acción, fundada en idéntico precepto constitucional"; es decir
que consagra la cosa juzgada material y formal.

Lo postulado no obsta para que, si varían ostensiblemente las situaciones de hecho, el


Tribunal pueda estimar una nueva acción de inconstitucionalidad sobre una nueva ley
que norma idéntica materia que la anterior; cambiando su precedente jurisprudencia!, de
acuerdo a la mayoría super calificada de seis votos sobre siete magistrados, que
demanda el artículo 55 de la LOTC; lo cual, ciertamente, garantiza el poder de veto a
los magistrados de la minoría en el seno del Tribunal.
El carácter mutable de una sentencia lleva a señalar que "la cosa juzgada no crea ni una
presunción ni una ficción de verdad<39>", de ahí que una nueva acción contra dicha
norma legal, sólo ante el Tribunal Constitucional, fundada en idéntico precepto
constitucional, no sería inconstitucional, si la interpretación que se haga de la ley y de la
norma constitucional se basa en nuevos elementos de juicio, derivados del cambio de
circunstancias sociales, políticas o económicas, que deberían ser materia de evaluación
concreta de los magistrados del Tribunal.

1.4.3 Aplicación vinculante a los poderes públicos.

La afirmación de que la sentencia del Tribunal Constitucional que declara


inconstitucional una ley, por su carácter de cosa juzgada, tiene efectos vinculantes

u obligatorios -Bindunswirkung- para los poderes públicos, se deriva del carácter


general que produce los efectos derogatorios de su sentencia. En efecto, como señala el
artículo 204 de la Constitución, "la sentencia del Tribunal que declara la
inconstitucionalidad de una norma se publica en el diario oficial. Al día siguiente de la
publicación, dicha norma queda sin efecto".

Es decir que el carácter vinculante de la sentencia del TC tiene consecuencias más allá
de los efectos de la cosa juzgada formal, por que es exigible no sólo a las partes del
proceso, sino a todos los órganos constitucionales y para todos lo casos futuros, no sólo
por lo dispuesto en el fallo de la sentencia, sino también en los fundamentos y
consideraciones de la misma<40>. Como en el caso de la cosa juzgada, el TC es el
único que no queda vinculado a su sentencia, sea esta estimatoria o desestimatoria de la
demanda de inconstitucionalidad de una ley.

En particular, los jueces y tribunales ordinarios y demás autoridades administrativas, se


encuentran sometidos a la jurisprudencia del TC, tanto si se declara la
inconstitucionalidad de la norma legal, como si se desestima la demanda. En este
sentido, el artículo 39 de la LOTC dispone que "los jueces deben aplicar una norma
cuya constitucionalidad haya sido confirmada por el Tribunal".

1.5 Supremacía de la interpretación constitucional.


La prevalencia de la interpretación del TC en materia de declaración de la
inconstitucionalidad de las leyes y, en consecuencia, de su inaplicación por el Poder
Judicial es incuestionable<41 >; pero se pone a debate el tema de la supremacía de
dicha interpretación constitucional, cuando habiéndose desestimado la
inconstitucionalidad de una ley, es decir cuando ha quedado confirmada su
constitucionalidad, el Poder Judicial y los demás entidades con atribuciones
jurisdiccionales, a través del control difuso de constitucionalidad de esa misma ley,
pretenden inaplicada en un caso concreto.

Si bien hay mandato expreso de la LOTC (artículo 39) de que "los jueces deben aplicar
una norma cuya constitucionalidad haya sido confirmada por el Tribunal", por otro lado
se encuentra el artículo 138 de la Constitución, por el cual "en todo proceso, de existir
incompatibilidad entre una norma

constitucional y una norma legal, los jueces prefieren la primera( ... )". Es en mérito a la
supremacía normativa constitucional sobre la legal, que algunos tribunales, como en el
caso de la acción de amparo contra la sentencia del TGC sobre ~a Ley de la Bolsa de
Trabajo en 1991, o la acción de amparo contra la sentencia del TC que declaró
inconstitucional la ley de la reelección presidencial en 1997, han pretendido desmontar
el sistema de control abstracto, mediante el control concreto.

El problema aparece por que la Constitución no ha establecido formalmente que el


Tribunal Constitucional sea el supremo intérprete de la Constitución, lo que obviamente
no quiere decir que siéndolo materialmente, pretenda ser el único; por que la
interpretación en un sentido jurisdiccional, como ya se ha señalado, la comparte con el
Poder Judicial y el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), pero subordinándolos a la
interpretación constitucional de la ley que realice el propio Tribunal Constitucional.

Más aún, el Tribunal Constitucional al operar como última instancia de fallo en materia
de acciones de garantías, somete las resoluciones denegatorias en materia de garantías
constitucionales que hayan resuelto previamente los jueces y cortes ordinarias, al fallo
final de los magistrados constitucionales. Sin embargo, como no existe revisión judicial
de las decisiones electorales del JNE, no hay un mecanismo de control directo, lo que
no obsta para que en las resoluciones que emita el Jurado Nacional de Elecciones se
encuentren sometidas a las resoluciones estimatorias o desestimatorias de
constitucionalidad de una ley por el TC, debido a que estas resoluciones
constitucionales son cosa juzgada, tienen fuerza de ley y vinculan a todo los poderes
públicos.

En ese sentido, la integración de las decisiones del Poder Judicial y concretamente del
Jurado Nacional de Elecciones a las sentencias del Tribunal Constitucional, no es un
tema constitucionalmente interpretable, sino de eficacia de su ejecución; en razón a que
el Tribunal Constitucional es el guardián de la Constitución y supremo intérprete de la
misma.
demandado por inaplicación de una ley, estos deban ser resueltos en última instancia en
forma de casación y usando la vía del certiorari por el Tribunal Constitucional.

Finalmente, la tarea del Tribunal Constitucional como supremo intérprete de la


Constitución, también tiene por finalidad la protección de los derechos fundamentales,
como el parámetro básico de la labor jurídico-política concreta de la justicia
constitucional. En ese sentido, las garantías constitucionales incorporadas en la
Constitución de 1993, deben ser entendidos como instrumentos procesales que permiten
de manera directa la defensa de los derechos fundamentales que la Constitución ha
establecido de manera abierta, cuando éstos sean afectados.

Competencia y legitimación.- La demanda de inconstituconalidad se interpone ante el


Tribunal Constitucional solo puede ser presentada por los órganos y sujetos indicados
en el articulo 203 de la constitución.
Estan facultados para interponer acción de inconstituconalidad:
1.- El presidente de la Republica.
2.- El fiscal de la Nacion.
3.- El defensor del pueblo.
4.- El veinticinco por ciento del numero legal de congresistas.
5.- Cinco mil ciudadanos con firmas comprobadas por el Jurado Nacional de
Elecciones. Si la norma es una ordenanza municipal, esta facultado para impugnarla el
uno por ciento de los ciudadanos del respectivo ámbito territorial, siempre que este
porcentaje no exceda del numero de firmas anteriomente señalado
6.- Los presidentes de región (gobernadores regionales) con acuerdo del Consejo de
Coodinacion Regional, o los alcaldes provinciales con acuerdo de su consejo, en
materia de su competencia.
7.- Los colegios profesionales, en materias de su especialidad.
Representación Procesal Legal

Para interponer una demanda de inconstitucionalidad el Presidente de la República


requiere del voto aprobatorio del Consejo de Ministros. Concedida la aprobación,
designa a uno de sus Ministros para que presente la demanda de inconstitucionalidad y
lo represente en el proceso. El Ministro designado puede delegar su representación en
un Procurador Público.

-El Fiscal de la Nación y el Defensor del Pueblo interponen directamente la demanda.

-Pueden actuar en el proceso mediante apoderado.


-Los Congresistas actúan en el proceso mediante apoderado nombrado al efecto.
- Los ciudadanos referidos en el inciso 5) del artículo 203 de la Constitución deben
actuar con patrocinio de letrado y conferir su representación a uno solo de ellos.

Los Presidentes de Región con acuerdo del Consejo de Coordinación Regional o los
Alcaldes Provinciales con acuerdo de su Concejo, actúan en el proceso por sí o
mediante apoderado y con patrocinio de letrado.

Para interponer la demanda, previo acuerdo de su Junta Directiva, los Colegios


Profesionales deben actuar con el patrocinio de abogado y conferir representación a su
Decano.

El órgano demandado se apersona en el proceso y formula obligatoriamente su alegato


en defensa de la norma impugnada, por medio de apoderado nombrado especialmente
para el efecto.

Plazo prescriptorio.- La demanda de inconstitucionalidad de una norma debe


interponerse dentro del plazo de seis años contado a partir de su publicación, salvo el
caso de los tratados en que el plazo es de seis meses. Vencido los plazos indicados,
prescribe la pretensión, sin perjuicio de lo dispuesto por el artículo 51 y por el segundo
párrafo del artículo 138 de la Constitución.
Demanda.- La demanda escrita contendrá, cuando menos, los siguientes datos y
anexos:

1) La identidad de los órganos o personas que interponen la demanda y su


domicilio legal y procesal.

2) La indicación de la norma que se impugna en forma precisa.

3) Los fundamentos en que se sustenta la pretensión.

4) La relación numerada de los documentos que se acompañan.

5) La designación del apoderado si lo hubiere.


6) Copia simple de la norma objeto de la demanda, precisándose el día, mes y año
de su publicación.
Anexos de la Demanda.- A la demanda se acompañan, en su caso:

1) Certificación del acuerdo adoptado en Consejo de Ministros, cuando el


demandante sea el Presidente de la República;

2) Certificación de las firmas correspondientes por el Oficial Mayor del Congreso


si los actores son el 25% del número legal de Congresistas;
3) Certificación por el Jurado Nacional de Elecciones, en los formatos que
proporcione el Tribunal, y según el caso, si los actores son cinco mil ciudadanos o el
uno por ciento de los ciudadanos del respectivo ámbito territorial, conforme al artículo
203 inciso 5) de la Constitución;

4) Certificación del acuerdo adoptado en la Junta Directiva del respectivo Colegio


Profesional; o

5) Certificación del acuerdo adoptado en el Consejo de Coordinación Regional o en


el Concejo Provincial, cuando el actor sea Presidente de Región o Alcalde Provincial,
respectivamente.
Inadmisibilidad de la Demanda.- Interpuesta la demanda, el Tribunal resuelve su
admisión dentro de un plazo que no puede exceder de diez días.

El Tribunal resuelve la inadmisibilidad de la demanda, si concurre alguno de los


siguientes supuestos:

1) Que en la demanda se hubiera omitido alguno de los requisitos previstos en el


artículo 101; o

2) Que no se acompañen los anexos a que se refiere el artículo 102.

El Tribunal concederá un plazo no mayor de cinco días si el requisito omitido es


susceptible de ser subsanado. Si vencido el plazo no se subsana el defecto de
inadmisibilidad, el Tribunal, en resolución debidamente motivada e inimpugnable,
declara la improcedencia de la demanda y la conclusión del proceso.
Improcedencia liminar de la demanda
El Tribunal declarará improcedente la demanda cuando concurre alguno de los
siguientes supuestos:

1) Cuando la demanda se haya interpuesto vencido el plazo previsto en el artículo


100;

2) Cuando el Tribunal hubiere desestimado una demanda de inconstitucionalidad


sustancialmente igual en cuanto al fondo; o

3) Cuando el Tribunal carezca de competencia para conocer la norma impugnada.

En estos casos, el Tribunal en resolución debidamente motivada e inimpugnable declara


la improcedencia de la demanda.

Improcedencia de Medidas Cautelares.- En el proceso de inconstitucionalidad no se


admiten medidas cautelares.
Efecto de la Admisión e Impulso de oficio.- Admitida la demanda, y en atención al
interés público de la pretensión discutida, el Tribunal Constitucional impulsará el
proceso de oficio con prescindencia de la actividad o interés de las partes.
- El proceso sólo termina por sentencia.
Tramitación.- El auto admisorio concede a la parte demandada el plazo de treinta días
para contestar la demanda. El Tribunal emplaza con la demanda:

1) Al Congreso o a la Comisión Permanente, en caso de que el Congreso no se


encuentre en funciones, si se trata de Leyes y Reglamento del Congreso.

2) Al Poder Ejecutivo, si la norma impugnada es un Decreto Legislativo o Decreto


de Urgencia.

3) Al Congreso, o a la Comisión Permanente y al Poder Ejecutivo, si se trata de


Tratados Internacionales.

4) A los órganos correspondientes si la norma impugnada es de carácter regional o


municipal.

Con su contestación, o vencido el plazo sin que ella ocurra, el Tribunal tendrá por
contestada la demanda o declarará la rebeldía del emplazado, respectivamente. En la
misma resolución el Tribunal señala fecha para la vista de la causa dentro de los diez
días útiles siguientes. Las partes pueden solicitar que sus abogados informen oralmente.

Plazo para dictar sentencia.- El Tribunal dicta sentencia dentro de los treinta días
posteriores de producida la vista de la causa.n el proceso de inconstitucionalidad no se
admiten medidas cautelares

PROCESO COMPETENCIAL
Conflictos constitucionales.- Como una innovación dentro de las facultades clásicas
del Tribunal Constitucional, el artículo 202, numera13 de la Constitución Peruana de
1993 señala que corresponde al Tribunal Constitucional "conocer los conflictos de
competencia o de atribuciones asignados por la Constitución conforme a ley”. Al
respecto, la Ley No.26435, Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, ha regulado en
siete artículos el conflicto constitucionaL Este supuesto se materializa cuando los
poderes y organismos constitucionales autónomos disputen entre sí una competencia o
atribución constitucional, mediante la emisión de actos, disposiciones, resoluciones o
inclusive normas legales. El antecedente más cercano del conflicto constitucional lo
encontramos en el debate de la Constitución de 1979 y en el desarrollo legislativo de la
regionalización. El novedoso -aunque ciertamente tímido, esquema descentralista que
asumió dicha Constitución, provocó inevitables conflictos entre el gobierno central y los
gobiernos locales o regionales, lo que se intentó solucionar con la institución del
"conflicto de competencia territorial a nivel legal".
De esta manera, el artículo 71 de la Ley No.24650, Ley de Bases de la
Regionalización seña-laba que "los conflictos entre un gobierno regional y un gobierno
local, entre gobiernos regionales y entre un gobierno regional y el gobierno central son
resueltos por la Corte Suprema, tramitándose el proceso en primera instancia ante la
Segunda Sala Civil y en segunda instancia ante la Primera Sala Civil de la Corte
Suprema". Sin embargo, por diversos motivos, esta institución no tuvo el desarrollo
jurisprudencia! deseado.

Pero, en base a estos escarceos normativos, la Constitución de 1993 incorporó esta


nueva garantía o proceso constitucional denominado "conflicto de competencias y
atribuciones"; que se manifiesta en los conflictos competenciales entre poderes y
organismos constitucionales de rango constitucional, como en conflictos territoriales
entre los organismos constitucionales descentralizados entre sí o contra el gobierno
central, como señala el artículo 46 de la LOTC.

Esta garantía constitucional protege fundamentalmente dos principios: uno, la


separación de poderes y de organismos constitucionales -división horizontal- y; dos, la
redistribución territorial del poder -división vertical-, postulados en los artículos 43 y 44
de la LOTC.
Aunque la Constitución no define la noción de conflicto de competencia y atribuciones,
podemos aproximarnos -en virtud de la LOTC- a diferenciarla de otros tipos de
conflicto:

a) Conflicto jurisdiccional, que genera una "contienda de competencia" que es


resuelta por la Corte Suprema.

b) Conflicto in ter-orgánico infraconstitucional, o sea cuando éste se produce entre


distintas administraciones públicas del Estado, pero de un rango legislativo o
administrativo, es decir infraconstitucional.
e) Conflicto intraorgánico de jerarquía, cuando se produce al interior de un mismo
ente, cuya resolución le corresponde al organismo superior.

Descartados esos tipos de conflictos, se puede reconocer el conflicto de competencias y


atribuciones por dos elementos fundamentales: uno, subjetivo, que el conflicto importe
la competencia de por lo menos un órgano constitucional; otro, objetivo, que verse en
torno a la aplicación o interpretación de normas constitucionales relativas a la
distribución de competencias. De aquí se desprende que, en primer lugar, no basta que
exista un conflicto de competencia y atribuciones, sino que es necesario que éste sea de
rango constitucional, es decir que la materia o atribución en conflicto goce del
reconocimiento constitucional-elemento objetivo- y que por lo menos uno de los sujetos
en conflicto tenga jerarquía constitucional-elemento subjetivo-. En segundo lugar, por la
imprecisión en la terminología constitucional, será necesario acudir a principios y
métodos de interpretación, inspirados en el derecho y en la doctrina constitucional
comparada, para definir los casos de conflictos de atribuciones y competencias, tanto
funcionales como territoriales.

Ahora bien, cabe señalar que el conflicto constitucional puede ser de dos clases:

a) Conflicto positivo, cuando dos o más entidades constitucionales se disputan


entre sí una competencia o atribución constitucional.

b) Conflicto negativo, cuando dos o más entidades constitucionales, se niegan a


asumir una competencia o atribución constitucional.

En el primer caso la legitimidad procesal para actuar recaerá en el o los organismos que
se consideren afectados por la intromisión de otro organismo en sus competencias o
atribuciones, mientras que en el segundo caso la legitimidad procesal activa podrá
reposar en un particular -persona natural o jurídica-afectado por la negativa de la
entidad estatal para asumir una competencia o atribución por otro órgano del Estado,
según señala el artículo 49 de la LOTC. En cuanto a la oportunidad de accionar, el
conflicto constitucional de competencia y atribuciones aparecerá, cuando haya una
aplicación errónea o falsa de las normas constitucionales, en torno a la distribución de
competencias y atribuciones constitucionales, entre dos poderes u organismos
autónomos constitucionales, y en la medida que éste se materialice en un acto,
disposición o resolución que incluso puede ser una ley, señala la LOTC apartándose de
la doctrina comparada, que excluye a las normas legales. Además, no debería existir una
relación jerárquica entre los sujetos constitucionales en conflicto.

Para resolver el conflicto, el Tribunal Constitucional, como supremo intérprete de la


Constitución debería utilizar los criterios antes mencionados e interpretar la
Constitución sobre la base del concreto conflicto de competencias que se le presente
para resolver; de modo que la resolución se estructure sobre realidades concretas y no
sobre silogismos jurídicos, en el marco de las técnicas de interpretación constitucional.

Ahora bien, la Constitución peruana no es particularmente precisa en lo relativo a la


asignación de competencias y atribuciones, pudiendo generar así conflictos
constitucionales por vacíos normativos. En ese sentido, cuando el Tribunal
Constitucional deba verificar a quien le corresponde la competencia o atribución
constitucional, muchas veces no bastará con el propio texto constitucional, sino que será
necesario interpretar la Constitución conforme a la ley - Gesetzkonforme Auslegung der
Verfassung-, tal como lo preveen los artículos 22 y 46 de la propia LOTC. Sin embargo,
ante la falta de leyes que desarrollen la norma constitucional, u oscuridad de las mismas
en la delimitación de competencias de cada organismo constitucional en conflicto, el
Tribunal Constitucional podría apelar en lo que fuese factible al concepto de bloque de
constitucionalidad (recogido en los artículos 46 y 4 7 de la LOTC; pero, en cualquier
caso, el Tribunal Constitucional sí tendrá que interpretar la Constitución, de
conformidad con los principios y técnicas para la delimitación de las competencias que
se condensan en una suerte de test de la competencia.
Éstos, de manera sintética son:

a) El principio de unidad constitucional dentro de la diversidad, que supone


subordinar el principio de jerarquía al de la competencia, generando una preminencia de
los intereses generales del Estado sobre los intereses de los poderes y organismos
constitucionales, pero en el marco de las competencias y atribuciones establecidas
dentro del bloque de constitucionalidad. Vale decir que existiendo duda sobre el titular
de la competencia o atribución se deberá apelar al contenido esencial de las
atribuciones.

b) El principio de la competencia, que se expresa en la lista de materias asignadas a


los sujetos constitucionales, en las cláusulas generales, en las competencias exclusivas
positivas, en las competencias exclusivas negativas, en las competencias compartidas y
en las concurrentes, relativas a materias y a funciones, respectivamente.

Finalmente, en virtud del bloque de constitucionalidad y el test de la competencia, el


Tribunal Constitucional deberá realizar una función creativa y técnica de interpretación
constitucional, pero no especulando dogmáticamente con las normas sino
concretizándolas al problema planteado, de acuerdo con los principios y métodos
constitucionales, para hallar razonablemente la delimitación competencial
correspondiente.

Legitimacion y representación
El Tribunal Constitucional conoce de los conflictos que se susciten sobre las
competencias o atribuciones asignadas directamente por la Constitución o las leyes
orgánicas que delimiten los ámbitos propios de los poderes del Estado, los órganos
constitucionales, los gobiernos regionales o municipales, y que opongan:
1) Al Poder Ejecutivo con uno o más gobiernos regionales o municipales;

2) A dos o más gobiernos regionales, municipales o de ellos entre sí; o

3) A los poderes del Estado entre sí o con cualquiera de los demás órganos
constitucionales, o a éstos entre sí.

Los poderes o entidades estatales en conflicto actuarán en el proceso a través de sus


titulares. Tratándose de entidades de composición colegiada, la decisión requerirá contar
con la aprobación del respectivo pleno.

Pretensión

El conflicto se produce cuando alguno de los poderes o entidades estatales a que se


refiere el artículo anterior adopta decisiones o rehuye deliberadamente actuaciones,
afectando competencias o atribuciones que la Constitución y las leyes orgánicas
confieren a otro.

Si el conflicto versare sobre una competencia o atribución expresada en una norma con
rango de ley, el Tribunal declara que la vía adecuada es el proceso de
inconstitucionalidad.

Medida Cautelar

El demandante puede solicitar al Tribunal la suspensión de la disposición, resolución o


acto objeto de conflicto. Cuando se promueva un conflicto constitucional con motivo de
una disposición, resolución o acto cuya impugnación estuviese pendiente ante cualquier
juez o tribunal, éste podrá suspender el procedimiento hasta la resolución del Tribunal
Constitucional.
Admisibilidad y procedencia

Si el Tribunal Constitucional estima que existe materia de conflicto cuya resolución sea
de su competencia, declara admisible la demanda y dispone los emplazamientos
correspondientes.

El procedimiento se sujeta, en cuanto sea aplicable, a las disposiciones que regulan el


proceso de inconstitucionalidad.

El Tribunal puede solicitar a las partes las informaciones, aclaraciones o precisiones que
juzgue necesarias para su decisión. En todo caso, debe resolver dentro de los sesenta
días hábiles desde que se interpuso la demanda.

Efectos de las Sentencias

La sentencia del Tribunal vincula a los poderes públicos y tiene plenos efectos frente a
todos. Determina los poderes o entes estatales a que corresponden las competencias o
atribuciones controvertidas y anula las disposiciones, resoluciones o actos viciados de
incompetencia. Asimismo resuelve, en su caso, lo que procediere sobre las situaciones
jurídicas producidas sobre la base de tales actos administrativos.

Cuando se hubiera promovido conflicto negativo de competencias o atribuciones, la


sentencia, además de determinar su titularidad, puede señalar, en su caso, un plazo
dentro del cual el poder del Estado o el ente estatal de que se trate debe ejercerlas.
JURISDICCIÓN INTERNACIONAL
Organismos internacionales competentes

Para los efectos de lo establecido en el artículo 205 de la Constitución, los organismos


internacionales a los que puede recurrir cualquier persona que se considere lesionada en
los derechos reconocidos por la Constitución, o los tratados sobre derechos humanos
ratificados por el Estado peruano, son: el Comité de Derechos Humanos de las Naciones
Unidas, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de
Estados Americanos y aquellos otros que se constituyan en el futuro y que sean
aprobados por tratados que obliguen al Perú.

Ejecución de resoluciones
Las resoluciones de los organismos jurisdiccionales a cuya competencia se haya
sometido expresamente el Estado peruano no requieren, para su validez y eficacia, de
reconocimiento, revisión, ni examen previo alguno. Dichas resoluciones son
comunicadas por el Ministerio de Relaciones Exteriores al Presidente del Poder Judicial,
quien a su vez, las remite al tribunal donde se agotó la jurisdicción interna y dispone su
ejecución por el juez competente, de conformidad con lo previsto por la Ley Nº 27775,
que regula el procedimiento de ejecución de sentencias emitidas por tribunales
supranacionales.

Obligación de proporcionar documentos y antecedentes

La Corte Suprema de Justicia de la República y el Tribunal Constitucional deberán


remitir a los organismos a que se refiere el artículo 114, la legislación, las resoluciones
y demás documentos actuados en el proceso o los procesos que originaron la petición,
así como todo otro elemento que a juicio del organismo internacional fuere necesario
para su ilustración o para mejor resolver el asunto sometido a su competencia

CONCLUSIONES
La Constitución de 1993 constituye la consagración del constitucionalismo
nominal y semántico del gobierno de Fujimori. Pero, a su vez, la Constitución como
norma jurídica suprema puede servir de pieza clave en el pleno restablecimiento del
Estado democrático y constitucional, proceso que tiene en el respeto a los derechos
fundamentales y a los procesos constitucionales que los protegen, el indicador del
avance o retroceso de la eficacia normativa de la Constitución.

Pero la Constitución no sólo es un texto jurídico al cual se debe someter la


autoridad o injertar en la sociedad peruana, sino que la norma suprema late vida cuando
la ciudadanía se siente reflejada en ella y actúa de manera natural a base de ella
-sentimiento constitucional- mediante su participación en el proceso constitucional.
Participación que no se reduce a un momento electoral, sino al desarrollo de las
funciones constitucionales de valoración, pacificación y ordenación constitucionales,
que se logran a través del ejercicio de los derechos y procesos constitucionales, creando
así estabilidad, racionalización y sobretodo limitación al poder. En este sentido, con
patriotismo constitucional, las llamadas garantías constitucionales pueden contribuir a
extender el contenido material de la Constitución, mediante la transformación
democrática de la realidad social peruana; que no es otra que el establecimiento de un
Estado democrático y constitucional basado en el respeto a los derechos fundamentales
y a los procesos constitucionales judiciales que los tutelan.

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