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INTRODUCCION
Derecho Procesal Constitucional, aborda el estudio de esta disciplina, a la cual la
doctrina le ha dado distintas denominaciones como Jurisdicción Constitucional y
Justicia Constitucional, examina los principios procesales que se encuentran en las leyes
que regulan los distintos procesos; el control constitucional en su aspecto general y el
sistema Peruano, desde la constitución de 1993 hasta la vigente.
Trata del sistema normativo del Peru y los procesos creados para la protección
de la jerarquía normativa: Inconstitucionalidad de la leyes y normas equivalentes,
conflicto de competencia; acción popular, los procesos establecidos para la protección
de los derechos constitucionales: Accion de Habeas Corpus, Accion de Amparo, Accion
de Habeas Data y el proceso creado para el cumplimiento de normas jurídicas y actos
administrativos: El Acto de Cumplimiento.
Como el articulo 205 de la Contitucion reconoce el derecho de las personas de
recurrir a los tribunales u organismos internacionales constituidos según tratados o
convenios de los que Peru es parte, se incluye un capitulo sobre jurisdicción
Internacional, que comprende el tramite ante el Comité de Derechos Humanos de las
Naciones Unidas, la comisión Interamericana de Derechos Humanos, de la
Organización de Estados Amenricanos.
Se publican los textos de las Leyes y normas jurídicas internacionales referidas a
los distintos procesos constitucionales, para facilitar el conocimiento legislativo de
dichos temas.
CAPITULO PRIMERO
NOCIONES GENERALES
1.- DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL
El derecho Procesal Constitucional es aquella disciplina que se ocupa del estudio
de las garantías constitucionales, las que consisten en instrumentos procesales que
sirven para efectivizar el respeto de la jerarquía normativa que señala la constitución y
el respeto y cumplimiento de los derechos humanos que la Carta Magna establece.
1.1.- Jurisdiccion Constitucional
La función jurisdiccional del Estado Peruano en materia constitucional esta
encargada al órgano jurisdiccional ordinario y a un órgano jurisdiccional denominado
Tribunal Constitucional.
La materia constitucional que es objeto de juzgamiento y decisión tiene dos
sectores definidos: La protección de los derechos constitucionales y la Preservacion de
la jerarquía normativa, encargándose de los primero el Poder Judicial y en ultima
instancia el Tribunal Constitucional, del segundo el Tribunal Constitucional en lo
referente a las normas con rango de Ley y el Poder Judicial para las normas
administrativas de carácter general.
A partir de aquí se pueden concluir una serie de exigencias procesales tanto formales
como materiales y que han de singularizar a los procesos constitucionales. Mencionaré
al menos dos. Una es el carácter constitucional del objeto protegido. Como se sabe, la
Constitución es la norma suprema pero no es la única norma del ordenamiento jurídico.
A partir de ella y hacia abajo existen una serie de normas jurídicas que adoptan la forma
de leyes o de reglamentos. La regulación que dispongan estas leyes y reglamentos están
vinculadas con las disposiciones constitucionales, pero lo están de un modo indirecto y
derivativo. Las agresiones que se produzcan contra el nivel infraconstitucional no puede
ser objeto de atención a través de los procesos constitucionales, disponerlo sería
desnaturalizar los procesos constitucionales. Especialmente didáctico en este punto son
los derechos fundamentales. Estos cuentan con un contenido constitucional, pero
también cuentan con un contenido infraconstitucional (legal y reglamentario). La
esencia de los procesos constitucionales que defienden derechos fundamentales exige
que sólo se activen cuando está en juego el contenido constitucional del derecho
fundamental, más no cuando está en juego simplemente el contenido
infraconstitucional.
Se debe coincidir, entonces, con el Tribunal Constitucional cuando afirma que este
principio “sitúa en la figura del juez constitucional el poder–deber de controlar
razonablemente la actividad de las partes, evitando una conducta procesal
obstruccionista y promoviendo la consecución de los fines del proceso de manera eficaz
y pronta”31. Consecuentemente, se ha de admitir que el Juez constitucional tiene un
deber relevante: “detectar y desvirtuar aquella conducta procesal que, intencionalmente
o no, pretenda convertir al proceso en un ritualismo de formas, antes que en un eficiente
cauce para la protección de los derechos fundamentales y el respeto por la supremacía
normativa de la Constitución”32.
2. El principio de gratuidad
El principio de economía procesal surge del convencimiento de que “[e]l proceso, que
es un medio, no puede exigir un dispendio superior al valor de los bienes que están en
debate, que son el fin. Una necesaria proporción entre el fin y los medios debe presidir
la economía del proceso”39. Este principio está referido especialmente “a tres áreas
distintas: ahorro de tiempo, gasto y esfuerzo40; y está alentado por el siguiente axioma:
“debe de tratarse de obtener el mayor resultado posible con el mínimo de empleo de
actividad procesal”41
Dado el valor del objeto de protección de los procesos constitucionales que hace que su
esencia reclame una respuesta rápida que haga desaparecer la situación de
inconstitucionalidad, el principio de economía procesal juega un papel trascendental. En
palabras del Supremo intérprete de la Constitución: “si se parte de (…) los fines que
informan a los procesos constitucionales, los mismos no deben estar supeditados por
económicos”43, de modo que corresponde al Juez constitucional “detectar y desvirtuar
aquella conducta procesal que, intencionalmente o no, dilate los procesos ocasionando
un gasto innecesario de tiempo, energía y dinero”44.
El principio de economía procesal no sólo apunta a economizar los costos que pueda
suponer el proceso, y “evitar un tránsito innecesario al recurrente”45, sino también a
hacer del proceso un trámite sumario: “[e]l principio de economía procesal, como es
conocido, intenta enfrentar no sólo el tema de los costos, sino también de la duración y
de la cantidad de actos que deben realizarse en un proceso”46. Y es que muy vinculado
a este principio de economía se encuentra el principio de celeridad procesal, al punto
que el Supremo intérprete de la Constitución suele nombrarlos de manera conjunta47.
Tan vinculados están que un mismo accionar puede vulnerar a la vez uno y otro
principio48. El principio de celeridad procesal no está reconocido expresamente en el
artículo III CPConst., (como sí lo esta en el artículo V del Título Preliminar del CPC),
pero indudablemente debe inspirar el desarrollo de los procesos constitucionales, más
aún cuando algunos de ellos están dirigidos directamente a defender derechos
constitucionales, por lo que se requiere de una respuesta judicial urgente debido a la
especial importancia de su objeto de defensa: “[l]os diferentes procesos
constitucionales, y sobre todo, los vinculados con la protección de los diversos derechos
fundamentales, deben caracterizarse por buscar una tutela urgente, limitándose en lo
posible al cumplimiento de aquellas pautas y formalidades que realmente resulten
indispensables”49.
4. El principio de inmediación
El principio de inmediación50, tiene por finalidad que “el juez –quien en definitiva va a
resolver el conflicto de intereses o la incertidumbre con relevancia jurídica– tenga el
mayor contacto posible con todos los elementos subjetivos (intervinientes) y objetivos
(documentos, lugares, etc.) que conforman el proceso”51, con la finalidad de “lograr
una aproximación más exacta al mismo”52. No puede aspirarse a una solución justa al
margen del caso concreto. La justicia en abstracto no existe, lo que existe es la solución
justa de concretas controversias. Nuevamente será el valor justicia el que justifique y dé
sentido a la aplicación de este principio, pues se trata de conocer de modo cierto y
completo una situación sobre la cual se va a tomar una decisión. Y decididamente, no
habrá solución justauna serie de ritualismos procesales que, a la postre, los afecten con
dilaciones innecesarias”42. En definitiva, se trata de “aliviar en la mayor medida posible
el esfuerzo de tiempo y de medios sin un conocimiento suficiente de todos los
elementos que conformen el caso concreto53. De modo que, en palabras del Tribunal
Constitucional, “no sólo es posible, sino, en determinados casos, indispensable, que el
juez canalice ante sí la mayor cantidad de elementos que le permitan arribar a una
decisión fundada en derecho, esto es, a concretizar el valor justicia al interior del
proceso”54. Este principio cobra especial importancia durante el desarrollo de la
actividad probatoria, la cual “debe transcurrir en presencia del juez encargado de
pronunciar sentencia, puesto que sólo de esta manera se garantiza que exista un contacto
directo entre el juzgador y los medios de prueba aportados al proceso”55.
El principio de inmediación, por otro lado, no exige que uno sólo sea el Juez que
conozca y dirija un proceso, pues pueden haber sido más de uno sin que ello desacredite
este principio. Éste “garantiza que el juez encargado de sentenciar tenga contacto
directo con todas las pruebas, no resulta afectado cuando más de un juez en la etapa de
instrucción conoce del proceso”56. Tampoco “significa necesariamente la exigencia de
oralidad, pues entender la oralidad como condición sine qua non para la realización del
principio de inmediación en el proceso constitucional supondría deducir que cuando no
hay informes orales el Tribunal no puede resolver”57.
5. El principio de socialización
Se suele definir el impulso procesal como aquel “fenómeno por virtud del cual se
asegura la continuidad de los actos procesales y su dirección hacia el fallo definitivo”64.
Mientras que el principio de oficiosidad en el impulso se define como “la facultad que
se concede al Juez para conducir y hacer avanzar autónomamente el proceso –sin
necesidad de intervención de las partes– a fin de lograr la consecución de sus fines”65.
Según esta definición, se entiende perfectamente que vaya muy vinculado al principio
de dirección judicial del proceso, arriba comentado66. En todo caso, debe tomarse en
consideración que los decretos o resoluciones que el Juez emita en aplicación de este
principio no necesitan ser motivados. Se tratará siempre de resoluciones que no
establecen sanciones, ni resuelve pretensión alguna, sino que sencillamente tienen por
finalidad mover el proceso, se entiende, con la finalidad de – para lo que ahora importa–
afianzar la supremacía de la Constitución y la plena vigencia de los derechos
fundamentales. Ya lo ha dispuesto así la norma constitucional cuando ha recogido como
principio de la administración de justicia “[l]a motivación escrita de las resoluciones
judiciales en todas las instancias, excepto los decretos de mero trámite” (artículo 139.5
CP). Es el caso de la resolución en la que se ordena que se notifique a una de las partes
procesales para que concurra al juzgado a fin de que se realice la audiencia pública de
lectura de sentencia. En este caso, dijo el Tribunal Constitucional que “la citación a una
audiencia de lectura de sentencia no requiere de mayor fundamentación”67.
7. El principio de elasticidad
Mediante este principio68, se exige que el Juez adecue las formalidades que puedan
exigirse en el proceso constitucional a la consecución de sus fines, y los cuales no
huelga mencionar nuevamente ahora: asegurar la supremacía de la Constitución y la
vigencia efectiva de los derechos constitucionales. Una vez más cobra especial
relevancia tener en cuenta que el principio que ahora se comenta (al igual que todos los
demás principios procesales), en sí mismo no es más que un medio para alcanzar la
solución justa que involucra la garantía plena de la Constitución y de los derechos
constitucionales. En definitiva, ha de lograrse que “las exigencias que impone el Código
no deben, bajo ningún punto de vista ni criterio interpretativo, trastocar los fines
mismos de los procesos constitucionales”69.
Sin embargo, la flexibilidad que supone este principio a favor de la actuación judicial
del Juez, no significa que el juzgador quede desvinculado del Derecho. Bien dice el
Tribunal Constitucional cuando afirma, hablando del proceso de inconstitucionalidad,
afirmación que debe hacerse extensiva a los demás procesos constitucionales, que
“prima facie, no supone que la especial naturaleza del proceso de inconstitucionalidad,
autorice a este Colegiado a desvincularse de los principios procesales generales y crear
ex novo reglas procesales aplicables a tal tipo de proceso, sino tan sólo preferir los
principios procesales del artículo III del Título Preliminar del CPConst., desechando la
aplicación de todo criterio procesal que resulte incompatible con su finalidad”74. Por
eso es que la aplicación del principio de elasticidad demanda de una argumentación
suficiente por parte del Juez que lo aplica.
Este principio consiste “en la facultad que tiene el juez de decidir a favor de la admisión
de la demanda o de la continuación del proceso, en aquellos casos en los que tenga una
duda razonable respecto de si se está ante un caso de improcedencia de la demanda o de
conclusión del proceso”77. En particular referencia al Juez constitucional, este principio
“impone que el juez constitucional, en lugar de optar por alternativas que supongan el
estrechamiento del derecho de acceso a la justicia, máxime a la justicia constitucional,
debe acoger aquéllas que impliquen, por el contrario, una optimización o mayor eficacia
del mismo”78. Es necesario –así lo exige la efectiva protección de los derechos
constitucionales y la efectiva vigencia de la norma constitucional– que exista la certeza
de que el proceso
Constitucional no va más para recién poder declarar su conclusión. La sospecha de que
debe continuar, obliga al juzgador a proseguir el proceso. Así que “en caso de duda
debe proseguirse con el trámite del proceso constitucional”79, dicho con otras palabras,
en caso de duda “debe preferirse aquel dispositivo legal que en menor medida restrinja
el derecho del justiciable al acceso a la justicia”80.
Este principio viene recogido en el artículo VIII CPConst88. Como principio procesal,
su reconocimiento y aplicación se justifica sólo en la medida que se emplea para
alcanzar los fines del proceso constitucional: la supremacía de la Constitución y, en
particular, la plena vigencia de los derechos ahí reconocidos. Este principio significa “la
necesaria libertad con la que debe contar el sentenciante para subsumir los hechos
alegados y probados por las partes, dentro de las previsiones normativas que rijan el
caso. Libertad que subsiste aún en la hipótesis de que los litigantes hubieran invocado la
aplicabilidad de otras disposiciones”.
Se trata de un principio muy estrechamente relacionado al principio iura novit curia, que
no ha sido expresamente recogido en el texto del Código Procesal Constitucional, pero
que “sí está presente de modo implícito”103. La justificación es que un tal principio “se
infiere de la finalidad de los procesos constitucionales”104, se infiere también de “el
preeminente valor de los derechos cuya tutela se pretende y (…) el principio pro
accione”105. Ambos principios son complementarios debido a que el iura novit curia se
refiere al derecho, más precisamente, “a la invocación o no invocación de las normas
jurídicas que sirven de fundamento a las pretensiones esgrimidas por las partes dentro
de un proceso”106; mientras que el principio de queja deficiente se refiere a los hechos,
en la medida que alude a “la facultad que tienen los jueces constitucionales para adecuar
las pretensiones de los quejosos, a fin de otorgarles la protección que sus derechos
fundamentales requieran en el supuesto que se advierta un error o una omisión en el
petitorio de su demanda”107.
Este principio está recogido en el artículo V del Título Preliminar del CPConst., al igual
que en la IV disposición final y transitoria de la Constitución. Exige este principio que a
la hora de determinar el contenido constitucionalmente protegido de un derecho
fundamental113, el intérprete debe de tomar en consideración la norma internacional
sobre derechos humanos vinculante para el Perú, así como las interpretaciones que de
esta normatividad se han recogido en las sentencias de los Tribunales Internacionales
con jurisdicción sobre el Estado peruano114. Y es que forma parte del contenido
constitucional de un derecho fundamental también lo que sobre ese derecho haya
dispuesto la norma internacional y el criterio jurisprudencial del tribunal
internacional115 debido a que conforman el ordenamiento jurídico (artículo 55 de la
Constitución)116, “posee fuerza normativa directa o aplicabilidad directa”117. Por
tanto, los derechos fundamentales reconocidos por nuestra Constitución, “deben ser
obligatoriamente interpretados de conformidad con los tratados y los convenios
internacionales sobre derechos humanos ratificados por el Perú y en concordancia con
las decisiones adoptadas por los tribunales internacionales sobre derechos humanos
constituidos según tratados de los que el Perú es parte”118.
CAPITULO III
LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES EN LACONSTITUCION PERUANA DE
1993
El análisis del modelo de los procesos constitucionales en la Constitución de
1993, no esta desvinculado del proceso que aconteció a partir del 5 de abril de 1992, es
decir la etapa en que se desarrolló el período del gobierno defacto absoluto de Fujimori,
que se inició con la clausura, entre otras instituciones, del propio Tribunal de Garantías
Constitucionales (TGC) por Decreto Ley No.25422, al cesar inconstitucionalmente a
todos sus magistrados. A su vez, el presidente defacto modificó la Ley No.23506, Ley
de Hábeas Corpus y Amparo para impedir la interposición de las garantías
constitucionales, como el hábeas corpus y sobre todo la acción de amparo, ante el Poder
Judicial. También, reformó la propia Ley Orgánica del TGC cuando ya no podía actuar
como instancia casatoria, debido a su clausura, para evitar que particulares pudiesen
ejecutar una sentencia millonaria de amparo desfavorable al Estado.
Todo esto significó, que el control constitucional de las leyes y la revisión de las
resoluciones denegatorias sobre garantías constitucionales a cargo del TGC quedaran
proscritas. Apenas los hábeas corpus y las acciones de amparo que tutelaban los
derechos fundamentales de la Constitución .de 1979, podían ser incoadas ante el Poder
Judicial; pero, su mérito era resuelto en última instancia por una pléyade de vocales y
magistrados nombrados por decretos leyes, amedrentados o sometidos al poder de facto
político y militar.
Es así que la Constitución de 1993 reconoce en el Capítulo VIII del Poder Judicial, del
Título IV De la Estructura del Estado, por un lado, la potestad del judicial review o
control difuso de la Constitución, en tanto que "en todo proceso, de existir
incompatibilidad entre una norma constitucional y una norma legal, los jueces prefieren
la primera .... ", según el artículo 138
in fine, y; por otro lado, le corresponde también al Poder Judicial resolver en primera y
segunda instancia las acciones de hábeas corpus, amparo, hábeas data y acción de
cumplimiento, mientras que en cuanto a la acción popular, la justicia ordinaria la
resuelve en todas sus instancias judiciales, de conformidad con lo dispuesto en los
artículos 200 numeral S y 202 numeral 2 de la Constitución. Pero, cabe precisar que el
Tribunal Constitucional goza de un rol prevalen te sobre el Poder Judicial, en tanto
subordina las resoluciones judiciales a sus decisiones, en materia de garantías
constitucionales y en asuntos de interpretación y en consecuencia de aplicación de la
Constitución.
CAPITULO II
GARANTIAS CONSTITUCIONALES
DISPOSICIONES GENERALES DE LOS PROCESOS DE HABEAS CORPUS,
AMPARO, HABEAS DATA Y CUMPLIMIENTO.
Finalidad de los Procesos:
Los procesos a los que se refiere el presente título tienen por finalidad proteger los
derechos constitucionales, reponiendo las cosas al estado anterior a la violación o
amenaza de violación de un derecho constitucional, o disponiendo el cumplimiento de
un mandato legal o de un acto administrativo.
Procedencia
Los procesos constitucionales de hábeas corpus, amparo y hábeas data proceden cuando
se amenace o viole los derechos constitucionales por acción u omisión de actos de
cumplimiento obligatorio, por parte de cualquier autoridad, funcionario o persona.
Cuando se invoque la amenaza de violación, ésta debe ser cierta y de inminente
realización. El proceso de cumplimiento procede para que se acate una norma legal o se
ejecute un acto administrativo.
Son normas autoaplicativas, aquellas cuya aplicabilidad, una vez que han entrado en
vigencia, resulta inmediata e incondicionada.
En todos estos casos, los Jueces se limitan a declarar la inaplicación de la norma por
incompatibilidad inconstitucional, para el caso concreto, sin afectar su vigencia,
realizando interpretación constitucional, conforme a la forma y modo que la
Constitución establece.
El hábeas corpus procede cuando una resolución judicial firme vulnera en forma
manifiesta la libertad individual y la tutela procesal efectiva.
Se entiende por tutela procesal efectiva aquella situación jurídica de una persona en la
que se respetan, de modo enunciativo, sus derechos de libre acceso al órgano
jurisdiccional, a probar, de defensa, al contradictorio e igualdad sustancial en el proceso,
a no ser desviado de la jurisdicción predeterminada ni sometido a procedimientos
distintos de los previstos por la ley, a la obtención de una resolución fundada en
derecho, a acceder a los medios impugnatorios regulados, a la imposibilidad de revivir
procesos fenecidos, a la actuación adecuada y temporalmente oportuna de las
resoluciones judiciales y a la observancia del principio de legalidad procesal penal.
Causales de improcedencia
3. El agraviado haya recurrido previamente a otro proceso judicial para pedir tutela
respecto de su derecho constitucional;
4. No se hayan agotado las vías previas, salvo en los casos previstos por este
Código y en el proceso de hábeas corpus;
10. Ha vencido el plazo para interponer la demanda, con excepción del proceso de
hábeas corpus.
Cosa Juzgada
La defensa del Estado o de cualquier funcionario o servidor público está a cargo del
Procurador Público o del representante legal respectivo, quien deberá ser emplazado con
la demanda. Además, debe notificarse con ella a la propia entidad estatal o al
funcionario o servidor demandado, quienes pueden intervenir en el proceso. Aun
cuando no se apersonaran, se les debe notificar la resolución que ponga fin al grado. Su
no participación no afecta la validez del proceso.
El Procurador Público, antes de que el proceso sea resuelto en primer grado, está
facultado para poner en conocimiento del titular de la entidad su opinión profesional
motivada cuando considere que se afecta el derecho constitucional invocado.
Si el demandante conoce, antes de demandar o durante el proceso, que el funcionario
contra quien dirige la demanda ya no ocupa tal cargo, puede solicitar al Juez que este no
sea emplazado con la demanda.
Responsabilidad del agresor
Cuando exista causa probable de la comisión de un delito, el Juez, en la sentencia que
declara fundada la demanda en los procesos tratados en el presente título, dispondrá la
remisión de los actuados al Fiscal Penal que corresponda para los fines pertinentes. Esto
ocurrirá, inclusive, cuando se declare la sustracción de la pretensión y sus efectos, o
cuando la violación del derecho constitucional haya devenido en irreparable, si el Juez
así lo considera.
Tratándose de autoridad o funcionario público, el Juez Penal podrá imponer como pena
accesoria la destitución del cargo.
En los procesos constitucionales no existe etapa probatoria. Sólo son procedentes los
medios probatorios que no requieren actuación, lo que no impide la realización de las
actuaciones probatorias que el Juez considere indispensables, sin afectar la duración del
proceso. En este último caso no se requerirá notificación previa.
Integración de decisiones
Los jueces superiores integrarán las decisiones cuando adviertan alguna omisión en la
sentencia, siempre que en ella aparezcan los fundamentos que permitan integrar tal
omisión.
Turno
Tramitación preferente
Los jueces tramitarán con preferencia los procesos constitucionales. La responsabilidad
por la defectuosa o tardía tramitación de estos, será exigida y sancionada por los
órganos competentes.
Notificaciones
Todas las resoluciones serán notificadas oportunamente a las partes, con excepción de
las actuaciones a que se refiere el artículo 9 del presente Código.
Medidas Cautelares
Cuando la solicitud de medida cautelar tenga por objeto dejar sin efecto actos
administrativos dictados en el ámbito de aplicación de la legislación municipal o
regional, se correrá traslado por el término de tres días, acompañando copia certificada
de la demanda y sus recaudos, así como la resolución que la da por admitida, tramitando
el incidente por cuerda separada, con intervención del Ministerio Público. Con la
contestación expresa o ficta, el Juez resolverá dentro del plazo de tres días, bajo
responsabilidad.
La resolución que fija las costas y costos es apelable sin efecto suspensivo; la que
establece la reparación indemnizatoria y la multa lo es con efecto suspensivo.
En lo que respecta al pago de costas y costos se estará a lo dispuesto por el artículo 56.
Sentencia
La sentencia que resuelve los procesos a que se refiere el presente título, deberá
contener, según sea el caso:
Su cobro se hará efectivo con el auxilio de la fuerza pública, el recurso a una institución
financiera o la ayuda de quien el Juez estime pertinente.
El Juez puede decidir que las multas acumulativas asciendan hasta el cien por ciento por
cada día calendario, hasta el acatamiento del mandato judicial.
El monto recaudado por las multas constituye ingreso propio del Poder Judicial, salvo
que la parte acate el mandato judicial dentro de los tres días posteriores a la imposición
de la multa. En este último caso, el monto recaudado será devuelto en su integridad a su
titular.
HABEAS CORPUS
Esta ampliación de la tutela de los derechos de la libertad a través del hábeas corpus,
supone la existencia de un núcleo duro de derechos fundamentales en torno a la libertad
individual, directamente tutelados por el hábeas corpus, como la libertad y seguridad
personal, la integridad personal y la libertad de tránsito -ius movendi e ius ambulandi-,
las cuáles muchas veces son vulneradas en conexión con otros derechos fundamentales,
como el derecho a la vida, el derecho de residencia, la libertad de comunicación o
inclusive el derecho al debido proceso sustantivo.
La experiencia judicial de los hábeas corpus en el Perú a un nivel práctico antes que
teórico, ha sido asumir una interpretación restringida de la libertad individual, en
particular de la libertad física, seguridad personal y libertad de tránsito, básicamente; a
pesar que el artículo 12 de la Ley de Hábeas Corpus y Amparo establece
enunciativamente los supuestos de la procedencia de dicha garantía. Habiendo quedado
desprotegida la libertad en la mayoritaria jurisprudencia nacional, en los casos
vinculados al derecho a la vida en las demandas por detenidos y desaparecidos; a la
integridad física; psíquica y moral; a no ser incomunicado, y; a la excarcelación en el
caso del reo absuelto, entre otros supuestos.
En ese marco conceptual, se puede señalar que la nueva normativa constitucional abre la
opción de entender el hábeas corpus no de manera restringida, sino con una variada
gama de matices jurídicos especiales, en función de la libertad fundamental reclamada.
En tal sentido:
sicológica o moral-, procedería un hábeas corpus correctivo, en tanto se busca que cesen
los maltratos contra un detenido, reo en cárcel, preso, o interno de instituciones totales
-privadas o públicas-, como centros educativos en calidad de internados, entidades
encargadas del tratamiento de toxicómanos, enfermos mentales, etc. Incluso este hábeas
corpus sería extensible al caso de retención por violencia doméstica familiar hacia las
mujeres, menores de edad, ancianos y otros dependientes.
Derechos protegidos
Procede el hábeas corpus ante la acción u omisión que amenace o vulnere los siguientes
derechos que, enunciativamente, conforman la libertad individual:
1) La integridad personal, y el derecho a no ser sometido a tortura o tratos
inhumanos o humillantes, ni violentado para obtener declaraciones.
7) El derecho a no ser detenido sino por mandato escrito y motivado del Juez, o por
las autoridades policiales en caso de flagrante delito; o si ha sido detenido, a ser puesto
dentro de las 24 horas o en el término de la distancia, a disposición del juzgado que
corresponda, de acuerdo con el acápite “f” del inciso 24) del artículo 2 de la
Constitución sin perjuicio de las excepciones que en él se consignan.
8) El derecho a decidir voluntariamente prestar el servicio militar, conforme a la
ley de la materia.
10) El derecho a no ser privado del documento nacional de identidad, así como de
obtener el pasaporte o su renovación dentro o fuera de la República.
11) El derecho a no ser incomunicado sino en los casos establecidos por el literal “g”
del inciso 24) del artículo 2 de la Constitución.
12) El derecho a ser asistido por un abogado defensor libremente elegido desde que
se es citado o detenido por la autoridad policial u otra, sin excepción.
Sin perjuicio del trámite previsto en los artículos anteriores, cuando se trate de la
desaparición forzada de una persona, si la autoridad, funcionario o persona demandada
no proporcionan elementos de juicio satisfactorios sobre su paradero o destino, el Juez
deberá adoptar todas las medidas necesarias que conduzcan a su hallazgo, pudiendo
incluso comisionar a jueces del Distrito Judicial donde se presuma que la persona pueda
estar detenida para que las practiquen. Asimismo, el Juez dará aviso de la demanda de
hábeas corpus al Ministerio Público para que realice las investigaciones
correspondientes.
4) Los jueces deberán habilitar día y hora para la realización de las actuaciones
procesales.
La resolución que declara fundada la demanda de hábeas corpus dispondrá alguna de las
siguientes medidas:
4) Que cese el agravio producido, disponiendo las medidas necesarias para evitar
que el acto vuelva a repetirse.
Apelación
Sólo es apelable la resolución que pone fin a la instancia. El plazo para apelar es de dos
días.
Trámite de Apelación
Interpuesta la apelación el Juez elevará en el día los autos al Superior, quien resolverá el
proceso en el plazo de cinco días bajo responsabilidad. A la vista de la causa los
abogados podrán informar.
ACCION DE AMPARO
La Constitución de 1993 ha mantenido la garantía constitucional de la acción de amparo
reconocida constitucionalmente por vez primera en la Constitución de 1979. Procede la
acción de amparo contra el hecho u omisión, por parte de cualquier autoridad,
funcionario o persona, que vulnera o amenaza los derechos fundamentales, distintos a
los de la libertad individual o conexos a ella, así como también distintos a los
derechos al acceso a la computarizado no suministre datos que afecten el derecho a la
intimidad personal y familiar; tampoco procede contra normas legales ni contra
resoluciones judiciales emanadas de un procedimiento regular, señala el numeral2 del
artículo 200 de la Constitución.
Amparo contra normas y resoluciones judiciales.
La relativa novedad constitucional en materia del amparo es que no procede esta acción
contra las normas legales ni contra resoluciones judiciales emanadas de un
procedimiento regular, disposición que ya se encontraba recogida indirecta y
directamente en el artículo 3 y en el artículo 6, numeral 2 de la Ley No.23506, Ley de
Hábeas Corpus y Amparo, respectivamente.
En ese entendido, si bien la acción de amparo no cabe plantearla contra las normas
generales, en cambio sí cabe accionarla, en todo caso, contra los actos violatorios de los
derechos constitucionales que se ocasionen con motivo de la aplicación de dichas
normas, de modo que el impedimento constitucional es de interponer la acción de
amparo contra una norma legal en abstracto -abstrake Normenkontrolle-, mas no en vía
incidental-konkrete Normenkontrolle-, ni mediante una acción de amparo -
Verfassungs- beschswerde-, cuando se viola un derecho fundamental líquido y concreto.
Sin embargo, la práctica legislativa peruana ha dado lugar a la dación de leyes que no
siempre emanan de un procedimiento regular, ni que respondan al principo de la
generalidad, abstracción, impersonalidad y atemporalidad, debido a las exigencias
propias del Estado contemporáneo. Por el contrario, en las últimas décadas los
gobiernos han expedido innumerables leyes medida o concretas, con destinatarios
particulares y de aplicación inmediata00l; lo que ha afectado derechos actos materiales
de ejecución de las normas legales. Si bien estas leyes-medida pueden afectar derechos
fundamentales de una persona, esta no puede interponer directamente una
acciónde inconstitucionalidad, ya que no tiene legitimidad procesal activa para
demandar directamente la inconstitucionalidad de dicha ley, salvo que reúna cincuenta
mil firmas; lo cual plantea la cuestión de la procedencia o no de la interposición de una
acción de amparo contra una ley de contenido particular, admitida en el derecho
constitucional comparado.
Al respecto, cabe recordar el uso y abuso gubernamental en la afectación de los
derechos fundamentales a particulares mediante ley, como fueron los casos de las leyes
de expropiación en favor del Club Yurimaguas o la expropiación de un predio en
Chanchamayo, accionadas por el fiscal de la nación y resueltas por el Tribunal de
Garantías Constitucionales, o los decretos leyes dictados en 1992, mediante los cuales
se destituyeron a magistrados judiciales y demás funcionarios negándoles en la ley el
derecho a interponer acciones de amparo; asimismo, los decretos leyes que resolvieron
legislativamente contratos del Estado con particulares, prohibiéndoles a los afectados
también la interposición de acciones de amparo. De otro lado, en estado de normalidad
constitucional, también hay ejemplos de las leyes ordinarias dictadas por el Congreso,
que han afectado legislativamente a personas en concreto, como la intervención
gubernamental de la Universidad Particular San Martín de Porres, el receso de la
Universidad Privada Los Angeles, o la modificación de los contratos de estabilidad
tributaria celebrados por empresas particulares con el Estado. No cabe duda que, si
bien la Constitución de 1993 impide expresamente la procedencia del amparo contra
normas legales; esta disposición debería ser interpretada restrictivamente, en tanto que
la ley tiene un valor democrático y constitucional que no puede ser vulnerado, por vías
paralelas, mediante leyes-medida que vulneren derechos fundamentales de los
ciudadanos en particular. Si bien la Constitución peruana ha tomado partido por una
concepción formal de ley, que hace depender su validez del órgano y el cumplimiento
de los procedimientos competentes; ello no garantiza que la ley sea siempre general,
abstracta e intemporal, sino que, por el contrario, puede vulnerar cualquier derecho
fundamental de las personas, como lo han venido haciendo, sin posibilidad de accionar
directamente en la vía judicial contra ellas, a pesar de que dicha ley asume un carácter
personal, concreto y temporal.
Entre tanto, bien podría el defensor del pueblo, como uno de los titulares de la acción de
inconstitucionalidad y encargado de proteger los derechos fundamentales y
constitucionales de la persona y la comunidad, plantear acciones de inconstitucionalidad
ante el Tribunal Constitucional, a fin de salvar la indefensión en la que se encontraría el
afectado, sin perjuicio que el afectado interponga una acción de amparo como control
concreto contra los actos derivados de la aplicación de la norma legal violatoria, en
función del principio del preferred position de los derechos fundamentales sobre las
leyes medida de carácter patrimonial, por ejemplo.
Pero este no es el único supuesto concebido para la interposición del amparo, sino
también que las acciones de garantía proceden si una autoridad judicial, fuera de un
procedimiento de su competencia, emite resolución o disposición que lesione un
derecho constitucional. Si bien "la intangibilidad de la cosa juzgada está condicionada
por la regularidad del proceso (entendiendo por regularidad el debido proceso legal), se
da la excepción de la procedencia de la acción de amparo contra las resoluciones
judiciales, siempre que este proceso judicial se haya realizado incumpliendo los
principios constitucionales de la tutela judicial y el debido proceso.
Resulta importante delinear los principios y derechos que tutelan un proceso judicial,
debido a que la mayoría de las acciones de amparo recaen contra sentencias judiciales.
En tal sentido se puede señalar que en. nuestro sistema constitucional se encuentran
sentadas enunciativamente las garantías de un proceso litigioso, en función del cual toda
persona tiene derecho a la tutela jurisdiccional, sin perjuicio de las garantías del debido
proceso.
Medida cautelar.
Esta anulación de la medida cautelar del amparo se ha debido al abuso judicial del
mismo. Sin embargo, la medida cautelar no busca entorpecer l las normas o la ejecución
de las sentencias judiciales, aún cuando se haya hecho ese uso en materia de
resoluciones judiciales y de manera extraordinaria para la inaplicación de leyes
autoaplicativas e inclusive proyectos de leyes; sino asegurar la protección antelada de
un derecho fundamental. En la actualidad, las virtudes originales de la medida cautelar
del amparo han sido introducidas a las normas del proceso civil.
Derechos Protegidos
4) A la libre contratación;
7) De reunión;
9) De asociación;
10) Al trabajo;
15) A la nacionalidad;
22) De acceso a los medios de comunicación social en los términos del artículo 35
de la Constitución;
24) A la salud; y
25) Lo demás que la constitución reconoce.
Procuración Oficiosa
En ningún caso la demanda podrá ser rechazada por el personal administrativo del
Juzgado o Sala correspondiente.
Plazo de interposición de la demanda
El plazo para interponer la demanda de amparo prescribe a los sesenta días hábiles de
producida la afectación, siempre que el afectado hubiese tenido conocimiento del acto
lesivo y se hubiese hallado en posibilidad de interponer la demanda. Si esto no hubiese
sido posible, el plazo se computará desde el momento de la remoción del impedimento.
Tratándose del proceso de amparo iniciado contra resolución judicial, el plazo para
interponer la demanda se inicia cuando la resolución queda firme. Dicho plazo concluye
treinta días hábiles después de la notificación de la resolución que ordena se cumpla lo
decidido.
6) El plazo comenzará a contarse una vez agotada la vía previa, cuando ella
proceda.
Agotamiento de las vías previas
El amparo sólo procede cuando se hayan agotado las vías previas. En caso de duda
sobre el agotamiento de la vía previa se preferirá dar trámite a la demanda de amparo.
Excepciones al agotamiento de las vías previas
No será exigible el agotamiento de las vías previas si:
Improcedencia liminar
Inadmisibilidad
Si el Juez declara inadmisible la demanda, concederá al demandante tres días para que
subsane la omisión o defecto, bajo apercibimiento de archivar el expediente. Esta
resolución es apelable.
Es competente para conocer del proceso de amparo, del proceso de hábeas data y del
proceso de cumplimiento el Juez civil o mixto del lugar donde se afectó el derecho, o
donde tiene su domicilio principal el afectado, a elección del demandante.
La Sala Civil resolverá en un plazo que no excederá de cinco días desde la interposición
de la demanda.
Impedimentos
Trámite
Los actos efectuados con manifiesto propósito dilatorio, o que se asimilen a cualquiera
de los casos previstos en el artículo 112 del Código Procesal Civil, serán sancionados
con una multa no menor de diez ni mayor de cincuenta Unidades de Referencia
Procesal. Dicha sanción no excluye la responsabilidad civil, penal o administrativa que
pudiera derivarse del mismo acto9.
Intervención litisconsorcial
En todo caso, el Juez establecerá los demás efectos de la sentencia para el caso
concreto.
Costas y Costos
Si la sentencia declara fundada la demanda, se impondrán las costas y costos que el Juez
establezca a la autoridad, funcionario o persona demandada. Si el amparo fuere
desestimado por el Juez, éste podrá condenar al demandante al pago de costas y costos
cuando estime que incurrió en manifiesta temeridad.
En los procesos constitucionales el Estado sólo puede ser condenado al pago de costos.
Apelación.- La sentencia puede ser apelada dentro del tercer día siguiente a su
notificación. El expediente será elevado dentro de los tres días siguientes a la
notificación de la concesión del recurso.
Trámite de la apelación
El superior concederá tres días al apelante para que exprese agravios. Recibida la
expresión de agravios o en su rebeldía, concederá traslado por tres días, fijando día y
hora para la vista de la causa, en la misma resolución. Dentro de los tres días siguientes
de recibida la notificación, las partes podrán solicitar que sus abogados informen
oralmente a la vista de la causa. El superior expedirá sentencia dentro del plazo de cinco
días posteriores a la vista de la causa, bajo responsabilidad.
Ejecución de Sentencia
En todo caso, el Juez establecerá los demás efectos del fallo para el caso concreto, y
mantendrá su competencia hasta que esté completamente restablecido el derecho.
HABEAS DATA
La Constitución de 1993 incorpora por vez primera la garantía constitucional del hábeas
data, tomado del derecho constitucional comparado pero de manera singular, por cuanto
la protección del "derecho a la autodeterminación informativa" ha aparecido a finales de
los años sesenta en los países informatizados o computarizados como una manifestación
de la tutela del derecho a la intimidad frente a la vorágine de la obtención, registro y
procesamiento de datos personales de los sistemas informáticos públicos y privados.
Sin embargo, en la Constitución de 1993, se incorporó el hábeas data fundamentalmente
como una garantía tutelar del derecho a la información de los ciudadanos, y de la
defensa del derecho a la intimidad; motivo por el cual, el hábeas data podía ser invocado
en los siguientes supuestos:
En efecto, en 1994 el Poder Judicial admitió las dos primeras acciones de hábeas data,
procesándolas y desestimándolas ante la falta de la ley orgánica de garantías
constitucionales que normase ese nuevo proceso constitucional. Estos procesos, no
obstante, pusieron en el debate de los medios de comunicación, los alcances peligrosos
del hábeas data en relación al derecho a la libertad de expresión; como también, los
peligros al derecho a la intimidad personal y familiar de algunos medios de
comunicación social que abusan de la libertad de expresión.
En ese entonces, los hábeas datas se inter-pusieron ante juzgados penales. El primero
por la negativa del pedido del abogado Paz de la Barra, para que un programa político
del Canal 4 de televisión rectificase la información vertida en una de sus emisiones, en
la cual se le involucraba como asesor virtual en la adquisición de unos bonos para el
Centro Latinoamericano de Asesoría Empresarial (CLAE), dirigido por el empresario
Carlos Manrique, en ese entonces prófugo de la justicia nacional, lo cual Paz negaba
enfáticamente.
El segundo caso de habeas data se originó por la negativa de los diarios El Comercio,
La República, Expreso y otros, de publicar una carta en calidad de réplica del abogado
Sanguinetti -ya publicado una primera carta rectificatoria , en relación a los supuestos
comentarios críticos que realizaron dichos diarios al informar que "la Novena Sala
Penal Superior había revocado su acción de habeas corpus contra un grupo de alcaldes
distritales por ocupación de la vía pública". Estas dos acciones de hábeas data, fueron
deses-timadas judicialmente, por no ser la vía penal la adecuada, al no haberse agotado
la vía previa del pedido de rectificación y por no existir una ley que desarrolle dicha
garantía constitucional<87 l. Estas razones y la presión de los medios de comunicación,
movilizaron urgentemente a la mayoría parlamentaria a dictar la Ley No.26301, Ley de
Hábeas Data y Acción de Cumplimiento; por un lado, dirigida funda-mentalmente a
regular que el trámite de dichas acciones sea la vía civil, así como también que en caso
el hábeas data se plantease contra un medio de comunicación, se permita el
apersonamiento del apoderado, y; por otro lado, para que la acción de hábeas data se
procese siguiendo los trámites para la acción de amparo, en lo que fuere aplicable.
De otro lado, mediante reforma constitucional realizada el 12 de Abril de 1995, por Ley
No.26470 del Congreso Constituyente Democrático, se modificó el artículo 200,
numeral 3 de la Constitución, que regula al hábeas data, eliminándose el supuesto de la
protección del derecho a la intimidad y/o el derecho a la rectificación que tiene "toda
persona afectada por afirmaciones inexactas o agraviada en cualquier medio de
comunicación social...", establecido en el artículo 2, numeral 7 de la Constitución.
Cerrando así la posibilidad de que mediante el artículo 2, numeral 7 vuelvan a colisionar
concretamente el derecho a la rectificación con el derecho a la libertad de expresión,
cuando ese fuese reclamado preventivamente; habida cuenta que en materia de libertad
de expresión la Constitución prohibe (artículo 2, numeral4) cualquier tipo de censura o
impedimento previo alguno
En efecto, ante la amenaza de violación del derecho al honor por un medio de
comunicación social, podía interponerse un hábeas data preventivo para impedir que se
propale dicha información; sin embargo, esta postura entraba en confrontación con lo
establecido en el artículo 2, numeral 4 de la Constitución, que garantiza el ejercicio de
"las libertades de información, opinión, expresión y difusión del pensamiento mediante
la palabra oral o escrita o la imagen, por cualquier medio de comunicación social, sin
previa autorización ni censura ni impedimento algunos, bajo las responsabilidades de
ley. Los delitos cometidos por medio del libro, la prensa y demás medios de
comunicación social se tipifican en el Código Penal y se juzgan en el fuero común.
Es delito toda acción que suspende o clausura algún órgano de expresión o lo impide
circular libremente. Los derechos de informar y opinar comprenden Jos de fundar
medios de comunicación".
Pero, es del caso mencionar que el derecho a la intimidad del artículo 2, numeral 7 no
queda en indefensión por la reforma constitucional dictada, sino que a nivel de su
protección constitucional cabría plantear residualmente una acción de amparo, inclusive
de carácter preventivo, según dispone el artículo 200, numeral 4 de la Constitución,
dejando a salvo el ejercicio de las acciones judiciales ordinarias del presunto afectado, a
fin de que el juez determine las responsabilidades civiles de ley. Más aún, el agravio o
la afectación mencionada podría tornarse en un supuesto de responsabilidad penal
contra el autor y/o responsables de la información del medio de comunicación, si se
determinase judicialmente que hubo difamación o injuria grave, mediante la difusión de
la información denunciada.
En ese sentido, el proceso constitucional del hábeas data se presenta sólo como una
garantía constitucional que protege el derecho a la "autodeterminación informativa",
compuesta del derecho al acceso a la información pública y el derecho a que la
información computarizada no suministre datos que afecten el derecho a la intimidad
personal y familiar, establecidos en el artículo 2, numerales 5 y 6 de la Constitución y
los tratados internacionales de los que el Perú es parte. Entonces, desde una perspectiva
analítica y reflexiva, se puede señalar que los objetivos del habeas data son:
El hábeas data procede en defensa de los derechos constitucionales reconocidos por los
incisos 5) y 6) del artículo 2 de la Constitución. En consecuencia, toda persona puede
acudir a dicho proceso para:
Para la procedencia del hábeas data se requerirá que el demandante previamente haya
reclamado, por documento de fecha cierta, el respeto de los derechos a que se refiere el
artículo anterior, y que el demandado se haya ratificado en su incumplimiento o no haya
contestado dentro de los diez días útiles siguientes a la presentación de la solicitud
tratándose del derecho reconocido por el artículo 2 inciso 5) de la Constitución, o dentro
de los dos días si se trata del derecho reconocido por el artículo 2 inciso 6) de la
Constitución. Excepcionalmente se podrá prescindir de este requisito cuando su
exigencia genere el inminente peligro de sufrir un daño irreparable, el que deberá ser
acreditado por el demandante. Aparte de dicho requisito, no será necesario agotar la vía
administrativa que pudiera existir.
Ejecución Anticipada
Normas aplicables
El procedimiento de hábeas data será el mismo que el previsto por el presente Código
para el proceso de amparo, salvo la exigencia del patrocinio de abogado que será
facultativa en este proceso. El Juez podrá adaptar dicho procedimiento a las
circunstancias del caso.
ACCION DE CUMPLIMIENTO
La acción de cumplimiento es una garantía constitucional que actúa sobre la base de dos
derechos constitucionales objetivos: primero, la constitucionalidad de los actos
legislativos y, segundo, la legalidad de los actos administrativos. Pero no basta que una
norma de rango legal o un acto administrativo sean aprobados cumpliendo los requisitos
formales de la norma, y que además estén conforme a las disposiciones sustantivas
establecidas en la Constitución y en la ley; sino que tengan vigencia. En este sentido, la
acción de cumplimiento esencialmente busca asegurar la eficacia de las normas legales
y los actos administrativos, convirtiendo el cumplimiento de las normas legales y actos
administrativos por parte de la autoridad en un derecho fundamental de los ciudadanos.
Esta nueva garantía constitucional pretende que el Estado de Derecho, consagrado en la
Constitución -según los artículos 38, relativo al deber de los ciudadanos de respetar el
ordenamiento jurídico; 51, referido a la supremacía de la Constitución sobre la ley, y de
ésta sobre los decretos; y 138, concebido para que lo jueces puedan hacer el control
judicial de las leyes-, no sea un conjunto de normas meramente declarativas que
reconocen la existencia de un sistema de fuentes del derecho, sino que el mismo sea
eficaz creando un proceso constitucional especial en caso de incumplimiento.
Cualquier persona podrá iniciar el proceso de cumplimiento frente a normas con rango
de ley y reglamentos. Si el proceso tiene por objeto hacer efectivo el cumplimiento de
un acto administrativo, sólo podrá ser interpuesto por la persona a cuyo favor se expidió
el acto o quien invoque interés para el cumplimiento del deber omitido.
Desistimiento de la pretensión
La sentencia firme que ordena el cumplimiento del deber omitido, será cumplida de
conformidad con lo previsto por el artículo 22 del presente Código.
Normas aplicables
La demanda de inconstitucionalidad procede contra las normas que tienen rango de ley:
leyes, decretos legislativos, decretos de urgencia, tratados que hayan requerido o no la
aprobación del Congreso conforme a los artículos 56 y 57 de la Constitución,
Reglamento del Congreso, normas regionales de carácter general y ordenanzas
municipales.
Los Jueces deben suspender el trámite de los procesos de acción popular sustentados en
normas respecto de las cuales se ha planteado demanda de inconstitucionalidad ante el
Tribunal, hasta que éste expida resolución definitiva.
Efectos de la irretroactividad
ACCION POPULAR
La acción popular por sus orígenes históricos, que se remontan al siglo XIX, ha sido
usualmente entendida como el recurso para formular denuncias contra las autoridades
que cometían infracciones y delitos contra los deberes de función, a fin de que fueran
procesadas y sancionadas. Al respecto se pueden ver el artículo 157 de la Constitución
de 1920 y el artículo 231 de la Constitución de 1933 como últimos antecedentes, pero
en estos casos la acción popular tenía un carácter procesal penal. Sin embargo, será a
partir del artículo 133 de la Constitución de 1933, el artículo 295 de la Constitución de
1979 y el artículo 200, numeral 5 de la Constitución de 1993, que se regulará la acción
popular como una garantía constitucional.
Como quiera que el plazo para incoar la acción popular contra las normas
administrativas prescribe a los cinco años si se trata de normas constitucionales y a los
tres años si se trata de normas legales, según dispone el artículo 6 de la Ley No.24968,
eso no impide que luego de la prescripción los jueces puedan hacer uso del artículo 138
de la Constitución. Es decir que en caso de conflicto entre una norma constitucional y
otra legal, así como entre una norma legal y una norma administrativa, los jueces
prefieren la norma superior sobre toda otra norma de rango inferior; es decir que
podrían inaplicar normas administrativas contrarias a la Constitución y a la ley, vencido
el plazo prescriptorio, pero en vía incidental en un proceso judicial ordinario, ya no en
un proceso de acción popular.
Demanda.- La demanda escrita contendrá cuando menos, los siguientes datos y anexos:
5) Copia simple de la norma objeto del proceso precisándose el día, mes y año de
su publicación.
Plazo.- El plazo para interponer la demanda de acción popular prescribe a los cinco
años contados desde el día siguiente de publicación de la norma.
Admisibilidad e improcedencia
Si la norma objeto del proceso ha sido expedida con participación de más de un órgano
emisor, se emplazará al de mayor jerarquía. Si se trata de órganos de igual nivel
jerárquico, la notificación se dirige al primero que suscribe el texto normativo. En el
caso de normas dictadas por el Poder Ejecutivo, el emplazamiento se hará al Ministro
que la refrenda; si fuesen varios, al que haya firmado en primer término.
Si el órgano emisor ha dejado de operar, corresponde notificar al órgano que asumió sus
funciones.
Contestación de la demanda.- La contestación deberá cumplir con los mismos
requisitos de la demanda, en lo que corresponda. El plazo para contestar la demanda es
de diez días.
Vista de la Causa
Practicados los actos procesales señalados en los artículos anteriores, la Sala fijará día y
hora para la vista de la causa, la que ocurrirá dentro de los diez días posteriores a la
contestación de la demanda o de vencido el plazo para hacerlo.
Sin embargo, por un lado, cabe precisar que la máxima autoridad regional goza de
capacidad para interponer una acción de inconstitucionalidad contra las normas
regionales de carácter general, según el artículo 200 numeral 4 de la Constitución,
aunque hubiera sido coherente también otorgar legitimidad procesal activa a un
porcentaje determinado de ciudadanos regionales interesados, para interponer una
acción de inconstitucionalidad contra las normas legales regionales. Por otro lado, en
comparación con el sistema anterior que exigía cincuenta mil firmas de ciudadanos y no
distinguía si se trataba de normas locales, regionales o sectoriales, lo cual fue criticado
en su momento; esta Constitución amplía nominalmente la base social para las
demandas ciudadanas en busca de control y límite constitucional de las normas con
rango de ley.
Por ello, es del caso resaltar la disminución del número de firmas de Jos congresistas
para incoar una acción de inconstitucionalidad, por cuanto en el sistema anterior el
requisito era de un tercio de los miembro de la Cámara de Diputados -sesenta- o de
Senadores-veinte-, que las minorías parlamentarias lograron reunir para plantear
diversas acciones de inconstitucionalidad; en tanto que ahora, al reducirse al veinticinco
por ciento de las firmas de los congresistas, se amplía también la protección de la
justicia constitucional hacia la oposición y las minorías sociales, ya que sumando
veintiocho firmas los congresistas pueden incoar ante el Tribunal Constitucional normas
con rango de ley.
Finalmente, si bien "la legitimación procesal activa es muy vasta"0 1l, resulta
paradójico que a la Corte Suprema, titular en última instancia del control judicial de la
leyes, se le haya excluido la potestad de plantear acciones de inconstitucionalidad, como
le estaba reconocido en la Constitución de 1979. Lo que puede interpretarse como una
clara ponderación de las funciones judiciales sobre las funciones constitucionales de la
Corte Suprema, pero también supone una reserva casi absoluta del control
constitucional de las leyes en torno al Tribunal Constitucional, en la medida que los
jueces ordinarios si bien están facultados constitucionalmente a, en caso de colisión
entre una norma constitucional y una legal, preferir a la primera; es el control
constitucional directo, mediante la acción de inconstitucionalidad, la garantía que
caracteriza a la jurisdicción constitucional.
Para tal efecto, hay que partir de señalar que la Constitución de 1993 profundiza el
esquema del siste-ma del control de constitucionalidad de la Constitución de 1979; en
tanto reconoce al Tribunal como el órgano de control constitucional, encargado de
resolver en única y definitiva instancia las acciones de inconsti-tucionalidad contra las
normas con rango de ley; también, le faculta a resolver en última instancia las
resoluciones denegatorias del Poder Judicial en materia de habeas corpus, amparo,
habeas data y acción de cumplimiento, y; asimismo, le autoriza a decidir sobre los
conflictos de competencia o de atribuciones, según dispone el artículo 202 de la
Constitución< 13l.
El control constitucional de las normas con rango de ley: leyes, decretos legislativos,
decretos de urgencia, reglamentos del Congreso, tratados, normas regionales de carácter
general y ordenanzas municipales que contravengan la Constitución por el fondo o por
la forma, es un control represivo y no preventivo; es decir que las normas legales sólo
pueden ser incoadas por inconstitucionales, una vez que hayan entrado en vigencia, o
sea al día siguiente de su publicación. Pero, en base a la función de la fuerza normativa
de la Constitución° 4l, la no publicación de leyes o decretos de urgencia por que el
gobierno los considera "secretos", no es óbice para demandar su inconstitucionalidad
cuando menos por violación formal de la Constitución, al tener conocimiento extra-
oficial de Jos mismos; lo cual es posible en el proceso de la acción popular contra
normas administrativas que aún no han sido publicadas.
Otro tema sobre el cual guarda silencio la Constitución, es el control constitucional por
omisión, previsto en otros ordenamientos constitucionales; debido a que es usual que
diversos mandatos constitucionales expresos y con plazo fijo no sean desarrollados
legislativamente por el Congreso. Tal es el caso de la Octava Disposición Final y
Transitoria de la Constitución, que estableció como primera prioridad de leyes de
desarrollo: "las normas de descentralización y, entre ellas, las que permitan tener nuevas
autoridades elegidas a más tardar en 1995"; sin embargo, no se dictó dicha ley, ni se
renovaron las autoridades regionales. En este sentido, entre otros, la omisión en strictu
sensu del expreso mandato del constituyente, es una transgresión de la norma
constitucional, debido a la inercia del legislador, constituyendo una auténtica violación
a la Constitución0 6l. En ese sentido, se puede decir que la función del control
constitucional no debe reducirse sólo al examen de la ley, sino que la acción de
inconstitucionalidad también debe cumplir una función integradora de la Constitución,
mediante la acción de inconstitucionalidad por omisión.
Por otro lado, dado el uso frecuente de la legislación de emergencia, que opera en los
bordes de las fronteras constitucionales, para no aludir al quebrantamiento directo de las
mismas, cabe pensar que la acción de inconstitucionalidad cumpla una función de
eficacia integradorac1s¡ de la Constitución derivada de Jo anterior, pero orientada a
hacer respetar la unidad o núcleo constitucional, promoviendo la superación de las
situaciones reales de emergencia a través del respeto de las normas constitucionales per-
manentes y estables, antes que otorgar normalidad y continuidad a leyes basadas en las
emergencias consti-tucionales. En razón de Jos distintos roles que ocupan las funciones
de la Constitución, se puede identificar y plantear diversos tipos de sentencias
constitucionales.
Pero es cierto que la infracción grave presenta aristas que es necesario perfilar. Así, si se
considera que la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) tiene validez análoga a la
ley por mandato constitucional, la aplicación de la resolución del TC en el tiempo es un
tema homologable al de la ley. En efecto, se debe recordar que el artículo 204 de la
Constitución señala que la "sentencia del Tribunal que declara una norma legal
inconstitucional se publica en el diario oficial. Al día siguiente de la publicación, dicha
norma queda sin efecto"; el artículo 103 de la Constitución es claro y expreso: "ninguna
ley tiene fuerza ni efectos retroactivos, salvo en materia penal, cuando favorece al reo";
asimismo, el artículo 109 dice que "la ley es obligatoria desde el día siguiente de su
publicación en el diario oficial, salvo disposición contraria de la misma ley que posterga
su vigencia en todo o en parte".
De lo contrario, resulta indiscutible que si bien la sentencia que declara inconstitucional
una norma legal, sólo tiene efectos a futuro -ex nunc- y no efectos retroactivos -ex
tune-, presenta excepciones de aplicación retroactiva de la ley benigna, prevista en la
Constitución. De modo que los efectos de las normas son sólo hacia futuro y sólo por
excepción se aplica retroactivamente; cuando estas, de forma benigna, favorecen al reo,
señala el artículo 103 de la Constitución mencionado<22l. Sin embargo, ésta al parecer
no es la única excepción constitucional.
En tal entendido, por un lado, se puede plantear que las normas legales tributarias que
violan los derechos fundamentales, la igualdad y el principio de reserva de ley,
establecidos en el artículo 74 de la Constitución, no surten efectos algunos, es decir
dicha ley es nula. En ese sentido, el artículo 40 de la Ley Orgánica del TC (LOTC), ha
dispuesto que "las sentencias declaratorias de inconstitucionalidad no permiten revivir
procesos fenecidos en los que se haya hecho aplicación de las normas declaradas
inconstitucionales, salvo en las materias previstas en el segundo párrafo del artículo 103
y último párrafo del artículo 74 de la Constitución". Pero, por otro lado, también se
encuentran las normas constitucionales que sancionan el carácter irrenunciable de los
derechos laborales constitucionales -artículo 26, numeral2-. En estos casos la sentencia
del TC también podría tener efectos retroactivos, a fin de no convalidar normas nulas
desde su origen<24l. En consecuencia, la nulidad de la ley por inconstitucional es a
futuro, y sólo por de la ley por inconstitucional es a futuro, y sólo por excepción la
nulidad puede ser retroactiva.
Cuando una norma legal da lugar a ser interpretada de varias maneras, una
inconstitucional y otra constitucional, señala la doctrina que debería preferirse la
interpretación que esté totalmente acorde con la Constitución< 30>. En ese sentido, la
ley no debe ser declarada nula si puede ser interpretada conforme a la Constitución, en
razón a que se parte de la presunción a favor de la constitucionalidad de la ley en caso
de duda. Pero, en un sistema democrático débil, con una peligrosa mayoría
parlamentaria y un presidente autocrático, que niegan un proceso democrático abierto,
dicha presunción considero que es iuris tantum y no iure et de iure<31 >. Por eso, sólo
"en los Estados con una jurisdicción constitucional consolidada se considera superada la
contraposición legislador democrático- Tribunal Constitucional.
Las sentencias de inconstitucionalidad de una norma legal tiene efectos para todos erga
omnes- y para el futuro -ex-nunc-. Es decir que al día siguiente de la publicación de la
sentencia del Tribunal, queda sin efecto la norma legal; a diferencia de la Constitución
de 1979, en la cual el TGC comunicaba al Congreso para que derogase la norma legal y,
si en el plazo de cuarenta y cinco días naturales no lo había hecho, dicha norma quedaba
derogada con la publicación de la resolución en el diario oficial.
Se parte de romper con el principio positivista de que una ley sólo puede ser derogada
por otra ley, por cuanto también una sentencia del TC declarando inconstitucional una
ley tiene fuerza de ley -Gesetzeskraft- para dejar sin efectos generales a una ley. En
efecto, "la ley se deroga sólo por otra ley. También queda sin efecto por sentencia que
declara su inconstitucionalidad", como señala el artículo 103 de la Constitución.
Dejar sin efectos una norma legal, supone no sólo que ya no es eficaz, sino que tampoco
es válida,
por una declaración judicial de siete jueces y no por un acto legislativo de los poderes
políticos representativos -Parlamento o Poder Ejecutivo-. Pero no hay que entender a
esta potestad de la justicia constitucional de manera excluyente de los otros poderes,
sino más bien integradora; por ese motivo, como señala Kelsen "el acto de jurisdicción
es creación, producción o posición de Derecho como el acto legislativo, y uno y otro no
son sino dos etapas diferentes del proceso de creación jurídica<35 l". Esta función de
perfeccionamiento judicial de la ley por parte del Tribunal Constitucional, le otorga
pues, una facultad como organismo constitucional de coope-ración en la formación del
ordenamiento jurídico<36l.
De otro lado, se puede señalar que la fuerza de ley de la sentencia que declara
inconstitucional una ley por el Tribunal Constitucional, goza de un doble carácter:
fuerza pasiva, en tanto no puede ser revocada por otra sentencia judicial o derogada por
otra norma legal, salvo por otra sentencia del propio Tribunal; así como, también, fuerza
activa, en tanto deja sin efecto a la norma legal que haya sido declarada incons-
titucional y a todas las demás que se opongan al fallo07l.
Sobre la base del precepto constitucional que otorga a una sentencia del TC la eficacia
derogatoria de una ley sobre otra, se deriva el carácter de cosa juzgada de las sentencias
que declaran inconstitucional una ley -Rechtskraft-. Es en mérito de haber pasado en
autoridad de cosa juzgada, según el artículo 37 de la LOTC, propio de las sentencias
firmes de todo tribunal, según el artículo 139 numeral 2 de la Constitución, que dicho
fallo constitucional no puede ser contradicho por razón procesal de forma -cosa juzgada
formal- o por razón sustantiva del fallo -cosa juzgada material- en sede judicial
ordinaria o especial, ni modificarse por una nueva ley del Congreso o del Poder
Ejecutivo<38l. Más aún, el mencionado artículo 37 de la LOTC, lleva al extremo el
hecho de que la "sentencia denegatoria de la inconstitucionalidad de una norma impide
la interposición de nueva acción, fundada en idéntico precepto constitucional"; es decir
que consagra la cosa juzgada material y formal.
Es decir que el carácter vinculante de la sentencia del TC tiene consecuencias más allá
de los efectos de la cosa juzgada formal, por que es exigible no sólo a las partes del
proceso, sino a todos los órganos constitucionales y para todos lo casos futuros, no sólo
por lo dispuesto en el fallo de la sentencia, sino también en los fundamentos y
consideraciones de la misma<40>. Como en el caso de la cosa juzgada, el TC es el
único que no queda vinculado a su sentencia, sea esta estimatoria o desestimatoria de la
demanda de inconstitucionalidad de una ley.
Si bien hay mandato expreso de la LOTC (artículo 39) de que "los jueces deben aplicar
una norma cuya constitucionalidad haya sido confirmada por el Tribunal", por otro lado
se encuentra el artículo 138 de la Constitución, por el cual "en todo proceso, de existir
incompatibilidad entre una norma
constitucional y una norma legal, los jueces prefieren la primera( ... )". Es en mérito a la
supremacía normativa constitucional sobre la legal, que algunos tribunales, como en el
caso de la acción de amparo contra la sentencia del TGC sobre ~a Ley de la Bolsa de
Trabajo en 1991, o la acción de amparo contra la sentencia del TC que declaró
inconstitucional la ley de la reelección presidencial en 1997, han pretendido desmontar
el sistema de control abstracto, mediante el control concreto.
Más aún, el Tribunal Constitucional al operar como última instancia de fallo en materia
de acciones de garantías, somete las resoluciones denegatorias en materia de garantías
constitucionales que hayan resuelto previamente los jueces y cortes ordinarias, al fallo
final de los magistrados constitucionales. Sin embargo, como no existe revisión judicial
de las decisiones electorales del JNE, no hay un mecanismo de control directo, lo que
no obsta para que en las resoluciones que emita el Jurado Nacional de Elecciones se
encuentren sometidas a las resoluciones estimatorias o desestimatorias de
constitucionalidad de una ley por el TC, debido a que estas resoluciones
constitucionales son cosa juzgada, tienen fuerza de ley y vinculan a todo los poderes
públicos.
En ese sentido, la integración de las decisiones del Poder Judicial y concretamente del
Jurado Nacional de Elecciones a las sentencias del Tribunal Constitucional, no es un
tema constitucionalmente interpretable, sino de eficacia de su ejecución; en razón a que
el Tribunal Constitucional es el guardián de la Constitución y supremo intérprete de la
misma.
demandado por inaplicación de una ley, estos deban ser resueltos en última instancia en
forma de casación y usando la vía del certiorari por el Tribunal Constitucional.
Los Presidentes de Región con acuerdo del Consejo de Coordinación Regional o los
Alcaldes Provinciales con acuerdo de su Concejo, actúan en el proceso por sí o
mediante apoderado y con patrocinio de letrado.
Con su contestación, o vencido el plazo sin que ella ocurra, el Tribunal tendrá por
contestada la demanda o declarará la rebeldía del emplazado, respectivamente. En la
misma resolución el Tribunal señala fecha para la vista de la causa dentro de los diez
días útiles siguientes. Las partes pueden solicitar que sus abogados informen oralmente.
Plazo para dictar sentencia.- El Tribunal dicta sentencia dentro de los treinta días
posteriores de producida la vista de la causa.n el proceso de inconstitucionalidad no se
admiten medidas cautelares
PROCESO COMPETENCIAL
Conflictos constitucionales.- Como una innovación dentro de las facultades clásicas
del Tribunal Constitucional, el artículo 202, numera13 de la Constitución Peruana de
1993 señala que corresponde al Tribunal Constitucional "conocer los conflictos de
competencia o de atribuciones asignados por la Constitución conforme a ley”. Al
respecto, la Ley No.26435, Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, ha regulado en
siete artículos el conflicto constitucionaL Este supuesto se materializa cuando los
poderes y organismos constitucionales autónomos disputen entre sí una competencia o
atribución constitucional, mediante la emisión de actos, disposiciones, resoluciones o
inclusive normas legales. El antecedente más cercano del conflicto constitucional lo
encontramos en el debate de la Constitución de 1979 y en el desarrollo legislativo de la
regionalización. El novedoso -aunque ciertamente tímido, esquema descentralista que
asumió dicha Constitución, provocó inevitables conflictos entre el gobierno central y los
gobiernos locales o regionales, lo que se intentó solucionar con la institución del
"conflicto de competencia territorial a nivel legal".
De esta manera, el artículo 71 de la Ley No.24650, Ley de Bases de la
Regionalización seña-laba que "los conflictos entre un gobierno regional y un gobierno
local, entre gobiernos regionales y entre un gobierno regional y el gobierno central son
resueltos por la Corte Suprema, tramitándose el proceso en primera instancia ante la
Segunda Sala Civil y en segunda instancia ante la Primera Sala Civil de la Corte
Suprema". Sin embargo, por diversos motivos, esta institución no tuvo el desarrollo
jurisprudencia! deseado.
Ahora bien, cabe señalar que el conflicto constitucional puede ser de dos clases:
En el primer caso la legitimidad procesal para actuar recaerá en el o los organismos que
se consideren afectados por la intromisión de otro organismo en sus competencias o
atribuciones, mientras que en el segundo caso la legitimidad procesal activa podrá
reposar en un particular -persona natural o jurídica-afectado por la negativa de la
entidad estatal para asumir una competencia o atribución por otro órgano del Estado,
según señala el artículo 49 de la LOTC. En cuanto a la oportunidad de accionar, el
conflicto constitucional de competencia y atribuciones aparecerá, cuando haya una
aplicación errónea o falsa de las normas constitucionales, en torno a la distribución de
competencias y atribuciones constitucionales, entre dos poderes u organismos
autónomos constitucionales, y en la medida que éste se materialice en un acto,
disposición o resolución que incluso puede ser una ley, señala la LOTC apartándose de
la doctrina comparada, que excluye a las normas legales. Además, no debería existir una
relación jerárquica entre los sujetos constitucionales en conflicto.
Legitimacion y representación
El Tribunal Constitucional conoce de los conflictos que se susciten sobre las
competencias o atribuciones asignadas directamente por la Constitución o las leyes
orgánicas que delimiten los ámbitos propios de los poderes del Estado, los órganos
constitucionales, los gobiernos regionales o municipales, y que opongan:
1) Al Poder Ejecutivo con uno o más gobiernos regionales o municipales;
3) A los poderes del Estado entre sí o con cualquiera de los demás órganos
constitucionales, o a éstos entre sí.
Pretensión
Si el conflicto versare sobre una competencia o atribución expresada en una norma con
rango de ley, el Tribunal declara que la vía adecuada es el proceso de
inconstitucionalidad.
Medida Cautelar
Si el Tribunal Constitucional estima que existe materia de conflicto cuya resolución sea
de su competencia, declara admisible la demanda y dispone los emplazamientos
correspondientes.
El Tribunal puede solicitar a las partes las informaciones, aclaraciones o precisiones que
juzgue necesarias para su decisión. En todo caso, debe resolver dentro de los sesenta
días hábiles desde que se interpuso la demanda.
La sentencia del Tribunal vincula a los poderes públicos y tiene plenos efectos frente a
todos. Determina los poderes o entes estatales a que corresponden las competencias o
atribuciones controvertidas y anula las disposiciones, resoluciones o actos viciados de
incompetencia. Asimismo resuelve, en su caso, lo que procediere sobre las situaciones
jurídicas producidas sobre la base de tales actos administrativos.
Ejecución de resoluciones
Las resoluciones de los organismos jurisdiccionales a cuya competencia se haya
sometido expresamente el Estado peruano no requieren, para su validez y eficacia, de
reconocimiento, revisión, ni examen previo alguno. Dichas resoluciones son
comunicadas por el Ministerio de Relaciones Exteriores al Presidente del Poder Judicial,
quien a su vez, las remite al tribunal donde se agotó la jurisdicción interna y dispone su
ejecución por el juez competente, de conformidad con lo previsto por la Ley Nº 27775,
que regula el procedimiento de ejecución de sentencias emitidas por tribunales
supranacionales.
CONCLUSIONES
La Constitución de 1993 constituye la consagración del constitucionalismo
nominal y semántico del gobierno de Fujimori. Pero, a su vez, la Constitución como
norma jurídica suprema puede servir de pieza clave en el pleno restablecimiento del
Estado democrático y constitucional, proceso que tiene en el respeto a los derechos
fundamentales y a los procesos constitucionales que los protegen, el indicador del
avance o retroceso de la eficacia normativa de la Constitución.