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ANTECEDENTES
Empezando con Kardiner (6) y siguiendo de cerca con Lindemann (8), una vasta
literatura sobre el trauma de guerra, crímenes, violaciones, secuestros, desastres
naturales, accidentes y encarcelamiento ha demostrado que la respuesta al
trauma es bimodal: hipermnesia, hiperreactividad a estímulos y re-
experimentación traumática coexisten con entumecimiento psíquico, evitación,
amnesia y anhedonia (9,10,11,12). Estas respuestas a experiencias extremas son
tan consistentes en los estímulos traumáticos que esta reacción bifásica parece
ser la respuesta normativa a cualquier experiencia abrumadora e incontrolable.
En muchas personas que han sufrido de estrés severo, se desvanece la respuesta
postraumática a lo largo del tiempo, mientras persiste en otras. Queda mucho
trabajo por hacer para explicar los problemas de resiliencia y vulnerabilidad, pero
la magnitud de la exposición, el trauma previo y el apoyo social parecen ser los
tres indicadores más importantes para el desarrollo del TEPT crónico (13,14).
PSICOFISIOLOGÍA
Kolb (29) fue el primero en proponer que la estimulación excesiva del SNC en el
momento del trauma puede resultar en cambios neuronales permanentes que
tienen un efecto negativo en el aprendizaje, la habituación y la discriminación de
estímulos. Estos cambios neuronales no dependerían de la exposición real a los
recordatorios del trauma para su expresión. La respuesta anormal de sobresalto
característica del trastorno de estrés postraumático (10) es un ejemplo de dichos
cambios neuronales.
A pesar del hecho de que una respuesta de sobresalto acústico (RSA) anormal ha
sido vista como un elemento central de la respuesta al trauma durante más de
medio siglo, las exploraciones sistemáticas de la RSA en el TEPT no han hecho
más que empezar. La RSA se compone de una secuencia característica de
respuestas musculares y autonómicas suscitada por estímulos intensos y
repentinos (30,31). Las vías neuronales implicadas consisten sólo en un pequeño
número de sinapsis que median entre el receptor y el emisor y una gran
proyección a las áreas del cerebro responsables de la activación del SNC y la
evaluación de estímulos (31). La RSA está mediada por aminoácidos activadores
tales como el glutamato y el aspartato y está modulada por diversos
neurotransmisores y segundos mensajeros, tanto a nivel espinal como
supraespinal (32). La habituación a la RSA en los normales se produce después
de 3 a 5 presentaciones (30).
Mientras que el estrés agudo activa el eje HPA y aumenta los niveles de
glucocorticoides, los organismos se adaptan al estrés crónico mediante la
activación de un circuito de retroalimentación negativa que resulta en 1)
disminución de los niveles de glucocorticoides en reposo en organismos con
estrés crónico, (43) 2) disminución de la secreción de glucocorticoides en
respuesta al estrés subsiguiente (42) y 3) aumento de la concentración de los
receptores de glucocorticoides en el hipocampo (44). Yehuda ha sugerido que una
mayor concentración de receptores de glucocorticoides podría facilitar una
realimentación negativa de glucocorticoides más fuerte, lo que resulta en un eje
HPA más sensible y una recuperación más rápida del estrés agudo (45).
Puesto que hay una extensa literatura animal sobre los efectos del estrés
inevitable en la respuesta al estrés biológico de otras especies, como monos y
ratas, mucha de la investigación biológica en personas con TEPT se ha centrado
en evaluar la aplicabilidad de esos resultados a las personas con TEPT (46,47).
Las personas con TEPT, como los animales en shock de manera crónica e
inevitable, parecen sufrir de una activación persistente de la respuesta biológica
al estrés por exposición a estímulos que les recuerdan al trauma.
2) Corticoesteroides. Dos estudios han demostrado que los veteranos con TEPT
tienen baja excreción de cortisol en la orina, incluso cuando sufren de trastorno
depresivo mayor comórbido (42,53). Un estudio fracasó al replicar este hallazgo
(49). En una serie de estudios, Yehuda y colaboradores (42,54) encontraron un
mayor número de linfocitos receptores de glucocorticoides en los veteranos de
Vietnam con TEPT. Curiosamente, el número de receptores de glucocorticoides
era proporcional a la severidad de los síntomas de TEPT. Yehuda (54) también dio
a conocer los resultados de un estudio inédito de Heidi Resnick, en el que se
estudió la respuesta aguda de cortisol al trauma a partir de las muestras de
sangre de 20 víctimas de violaciones con síntomas agudos. Tres meses más
tarde, se recogió una historia de trauma previo y se evaluó la presencia de TEPT
en los sujetos. Las víctimas con una historia previa de abuso sexual fueron
significativamente más propensas a desarrollar TEPT tres meses después de la
violación que las víctimas de violación que no tenían una historia previa de abuso
sexual. Los niveles de cortisol poco después de la violación se correlacionaron con
un historial de agresiones previas: el nivel medio de cortisol inicial de los
individuos con historia previa de asalto fue de 15 ug/dl en comparación con 30
ug/dl en individuos sin dicha historia. Estos resultados pueden interpretarse para
hacer ver que la exposición previa a eventos traumáticos resulta o bien en una
respuesta de cortisol entumecida ante un trauma posterior, o bien en un retorno
más rápido del cortisol a la línea basal después del estrés. El hecho de que
Yehuda y colaboradores (45) también encontraran que los sujetos con TEPT eran
hipersensible a bajas dosis de dexametasona es un argumento a favor de una
mayor sensibilidad de la retroalimentación del HPA en pacientes traumatizados.
Hace cien años, Pierre Janet (1) sugería que las actividades mentales más
fundamentales son el almacenamiento y categorización de las sensaciones
entrantes en la memoria y la recuperación de recuerdos en circunstancias
apropiadas. Él, al igual que los investigadores contemporáneos de la memoria,
entendió que lo que ahora se llama memoria semántica, o declarativa, es un
proceso activo y constructivo y que el recuerdo depende de los esquemas
mentales existentes (3,80): una vez que un evento o algún elemento de
información se integra en los esquemas mentales actuales, ya no será accesible
como entidad independiente e inmutable, sino que se distorsionará tanto por la
experiencia previa, como por el estado emocional en el momento del realizar el
acto de recordar (3). El TEPT, por definición, viene acompañado de alteraciones
de memoria, que consisten tanto en hipermnesias como en amnesias (9,10). La
investigación sobre la naturaleza de los recuerdos traumáticos (3) indica que el
trauma interfiere con la memoria declarativa, es decir, el recuerdo consciente de
la experiencia, pero no inhibe la memoria implícita, o no declarativa, el sistema
de memoria que controla las respuestas emocionales, las habilidades y los
hábitos condicionados y las sensaciones sensoriomotoras relacionadas con la
experiencia. Ahora hay suficiente información disponible sobre la biología del
almacenamiento y la recuperación de los recuerdos para empezar a construir
hipótesis coherentes sobre los procesos psicobiológicos subyacentes implicados
en estas perturbaciones de la memoria (3, 16, 17, 25).
Se piensa que el sistema límbico es la parte del sistema nervioso central que
mantiene y dirige las emociones y los comportamientos necesarios para la auto-
preservación y la supervivencia de las especies (101), y que está involucrado de
forma crítica en el almacenamiento y la recuperación de la memoria. Durante los
estados de vigilia y sueño, las señales de los órganos sensoriales viajan
continuamente al tálamo desde donde se distribuyen a la corteza (creando una
“corriente de pensamiento”), a los ganglios basales (creando una “corriente de
desplazamiento”) y al sistema límbico, donde crean una “corriente de emociones”
(102), que determina el significado emocional de la información sensorial
entrante. Parece que la mayor parte del procesamiento de la información
sensorial se produce fuera de la conciencia, y sólo la información novedosa,
significativa o amenazante es transmitida selectivamente al neocórtex para recibir
mayor atención. Dado que las personas con TEPT parecen interpretar
exageradamente la información sensorial como una repetición del trauma pasado
y dado que estudios recientes han sugerido anormalidades del sistema límbico en
los estudios de imágenes cerebrales de los pacientes traumatizados (103,104),
una revisión de la psicobiología del trauma estaría incompleta si no se
considerase el papel del sistema límbico en el TEPT (ver también 105). Existen
dos áreas concretas del sistema límbico que se han implicado en el
procesamiento de recuerdos cargados de emociones: la amígdala y el hipocampo
(Tabla 2).
TRATAMIENTO PSICOFARMACOLÓGICO