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Historia de los Servicios Sociales

Seminario 1
Nerea López Merino

Revista de Trabajo Social nº212 - Abril 2018

En esta reflexión crítica de la ​Revista de Trabajo Social ​consideramos que, históricamente, la sociedad se rige
en base dos pilares que pueden considerarse históricamente fundamentales: ​Poder y Necesidades.

El concepto de ‘poder’ no es algo nuevo, sino que se establece como un término jerarquizante, es decir, el que
tiene el poder tiene el control. Ya sea en el reino animal o en la sociedad humana, siempre ha existido la
necesidad de establecer un orden jerárquico, en el caso del reino animal, por ejemplo, en una manada de leones,
existe uno que es el líder de la manada; En las sociedades humanas también se contempla esta necesidad de que
exista un individuo que “controle” o “dirija” al resto de ciudadanos, como la figura del rey, del presidente del
gobierno, del alcalde, etc. Estas jerarquías se dan en mayor y menor escala, desde la figura de más contundencia
social, en España por ejemplo es el presidente de gobierno, hasta la figura del supervisor en una empresa, del
director y profesorado en un centro educativo… El ​poder se caracteriza por ser algo que se desea y hasta
codicia, puesto que se concibe que quien tiene el ​poder​, tiene también el control sobre otros. Hemos de
clarificar que este concepto no conlleva una gran cuantía económica, puesto que una persona puede ser muy
rica pero no tener influencia social ni poder; O puede ser una figura poderosa, por ejemplo a nivel histórico, una
influencia de masas quizás, pero no poseer riquezas ni medios económicos abundantes.
Volviendo a esta base jerárquica, entrados en el siglo XIX, la sociedad de la época industrial se caracterizó por
el proceso de civilización así como por los procesos de individualización de los individuos. Las sociedades
occidentales del siglo poseían una base jerárquica medida por dos conceptos, que podían o no presentarse a la
par en un individuo, y que por tanto, podrían estar relacionados en según qué aspectos. Estos conceptos son
‘poder’ y ‘economía’ (o nivel económico). El poder y, podría decirse que también la economía, eran selectivos,
esto quiere decir que se les atribuía a una parte de la población como un “privilegio” si cumplía una serie de
características: varones blancos, occidentales y de buena posición económica asociada al capital (económico,
cultural y social) del individuo.

El segundo pilar fundamental nace en el seno de este siglo marcado por el egoísmo, es el concepto de
necesidad​, que también juega un papel de suma importancia en el ser humano, esto es porque, como el propio
concepto indica, representa lo que la persona necesita. A lo largo de la historia se han ido produciendo sucesos
que marcan el nacimiento y desarrollo de nuevas necesidades. A su vez, también se han ido desarrollando los
caprichos y deseos, que a menudo se confunden con las necesidades. El ser humano es caprichoso e impaciente
por naturaleza, lo que implica que, ya sean necesidades, deseos o caprichos, han de satisfacerse en el menor
tiempo posible y lo más fácilmente posible también. En este mismo seno se denota un gran impulso en lo
referente al trabajo social, que adquiere un papel fundamental con la aparición de estas nuevas necesidades
resultantes de la bipolarización de las clases sociales. Algunas de estas necesidades para satisfacer se
consideran básicas, como son alimentarse, mantener una higiene adecuada y tener un techo bajo el que dormir,
entre otras. Los trabajadores y trabajadoras sociales procuran ayudar a satisfacer dichas necesidades, ya sean,
básicas o no, y les dotan de una ayuda social y herramientas para satisfacer dichas necesidades.
Con el transcurso de la historia, en el ámbito del trabajo social se han ido desarrollando nuevas técnicas,
metodologías y herramientas, cada vez más complejas y avanzadas, para dotar de una ayuda más eficaz y
eficiente a los usuarios y/o demandantes de ayuda.

El filósofo ​Michel Foucault (1970) d​ efinió a las sociedades de la época como una gubernamentalización del
Estado, es decir, las sociedades estaban gobernadas por los poderes disciplinarios del Estado, lo que significa
que el Estado posee una economía específica de poder, la cual podría llegar a ser absoluta. Lo que sería mandar
sobre todos y todo. Aquí podemos contemplar claramente, una vez más, las ansias de poder del ser humano, el
capricho económico de los que manejan el Estado.
Con las ​Revoluciones Burguesas (Revolución Francesa, Revolución Industrial…) se lleva a cabo la redacción y
publicación del primer documento oficial y legal de los derechos humanos: Declaración de los Derechos del
Hombre y el Ciudadano. Pero en esta declaración únicamente se incluyeron los hombres y del ciudadano, sin
incluir a la mujer y la ciudadana. Esto es porque el hombre se consideraba un ser humano que debía tener
derechos como tal, pero a la mujer no se le incluyó. Es por esto que ​Olympe de Gouges (1791) decidió redactar
la ​Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana​, pero como el hombre en aquella época no
consideraba esa igualdad, la consideraron desertora y defendieron que ​Olympe estaba en contra de la
Revolución Francesa y lo que ésta contemplaba, es por esto que acabaron ahorcándola. Una vez más, a nivel
histórico se nos muestra que el poder no funciona solo a través de las clases sociales, sino que se marca en el
sexo del individuo. Es un gran contraste que, a nivel género, se ha ido despolarizando, conformando una
igualdad que aún no se alcanza pero que es posible.
A finales del siglo XIX e inicios del XX, surgieron una gran cantidad de figuras sociales que influyeron de
manera significativa en el ámbito del trabajo social, como son: Jane Addams, Elen Gates, el matrimonio Barnett
(Henrietta Octavia y Samuel Barnett), Octavia Hill, Judith Walkowitz… Todas trabajadoras sociales,
sociólogas… Que contribuyeron a una sociedad menos centrada en el poder y más centrada en la humanidad de
los individuos, en sus necesidades, en sus aspiraciones, etc. Términos que una mujer, por su sentido
históricamente doméstico, posee a diferencia del hombre, que no contempla esta faceta de necesidades.

De este artículo extraemos, por tanto, una serie de conclusiones:


- La sociedad, históricamente, está jerarquizada. En la punta se encuentra aquel o aquellos que gobiernan,
mandan y dirigen sobre el pueblo, sobre el resto de los ciudadanos, como es el Estado;
- El hombre, sobretodo el hombre blanco, occidental y económicamente bien posicionado, se muestra
históricamente como una figura de poder sobre la mujer. Tanto a nivel social, como familiar y laboral, y
aunque se haya ido desarrollando a favor de la igualdad, a día de hoy siguen habiendo matices de
desigualdad social entre hombres y mujeres;
- Las necesidades van evolucionando y van creándose conforme al crecimiento y desarrollo que se
producen en la población por avances médicos y tecnológicos. El caso es que el ser humano se encuentra
generando necesidades constantemente (comer, beber, ir al servicio, mantenerse en calor, tener un techo
bajo el que dormir, etc.)
- El ser humano busca el poder como algo que le dará una mayor satisfacción y una mayor posición social,
lo mismo ocurre con el nivel económico. El ser humano es caprichoso por naturaleza y ello conlleva
general más caprichos, necesidades… Constantemente para poder realizarse como persona.

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