El caso seleccionado es la escena número uno que hace referencia a la importancia
del manejo del discurso del docente en el aula. En primer lugar, considero que no conviene generalizar y asumir que los estudiantes responden “bien” a las propuestas de trabajo que le presentamos, ya que el aprendizaje es un proceso de gran complejidad, que involucra dimensiones cognitivas, emocionales y psicosociales. Si partimos del punto de vista cognitivo, el aprendizaje consiste en un proceso que se produce de manera paulatina y solo parcialmente consciente, en el cual el nuevo saber se incorpora en relación con los conocimientos previos y que luego sufren cierta modificación. Para que se active este proceso, el aprendizaje requiere de una disposición emocional que se da de una manera particular en cada persona. En la situación planteada, es evidente que el estudiante, Daniel, tenía intenciones de expresar sus ideas, pero las palabras del docente lo llevaron a sentir inseguridad y enmudeció. Aquí, observamos que el aprendizaje se ve intervenido por factores emocionales. Tanto el proceso cognitivo como la disposición emocional, dependen de un tercer factor, los factores internos y el contexto en que se da el aprendizaje. Queda claro, en el ejemplo del caso, que no se establece una relación positiva, aunque así sean las intenciones del docente, al contrario, el ambiente no es emocionalmente confiable, el clima resulta un tanto hostil, lo cual influye negativamente en el aprendizaje, y lo condiciona no solo en su presente sino también en su futuro académico. Por otra parte, cabe mencionar que aprender en la escuela implica ser objeto de expectativas por parte del docente. En la escena número uno, se demuestran las representaciones que tiene el docente sobre el estudiante, por ello es que debemos considerar nuestro discurso en el aula. Es necesario manejarnos con neutralidad, sensibilidad y sutileza, para evitar influir de manera negativa en las emociones de los estudiantes. Como menciona el docente, en su discurso quedo un mensaje no expresado, pero que puede ser evidente para algunos y en este sentido, los etiquetamientos marcan negativamente al estudiante, quien está en proceso de construcción de la autoestima y la identidad. Además, aprender en la escuela también implica saber manejarse en la cultura escolar y dominar el curriculum oculto. Existe un conjunto de saberes que organizan la vida cotidiana, es lo que se llama la cultura escolar. Una de las maneras en que la mayoría de los estudiantes desempeñan su oficio es a través de expresar sus ideas a viva voz sobre un determinado contenido. Otro aspecto de aprendizaje oculto en este escenario, se relaciona con satisfacer las expectativas del maestro al participar en clase, por consiguiente, el resto de los estudiantes también esperan expectantes a la respuesta de Daniel, en busca de la estima de su profesora y compañeros. De este modo, existe una asimetría en el vínculo pedagógico que involucra al docente y los estudiantes. En principio porque es el docente quien introduce a los estudiantes al universo cultural, ejerce el poder y espera que el estudiante aprenda. Esta relación pedagógica implica que el educando acepte someterse al poder del educador. Finalmente, Daniel no cumple con las expectativas del docente, queda en silencio. Sin embargo, la reflexión que realiza el docente es fundamental, porque dio cuenta de que algo se interpuso en la comunicación docente-alumno. Por último, en relación a la asimetría en el contexto escolar, es notable que implica emociones que intervienen tanto de quien aprende como de quien enseña. Lidia Fernández (1998, p.104) sostiene que al ser el docente responsable del vínculo debe saber manejar sus emociones, para no afectar negativamente la relación con el estudiante, además ayudar a que los estudiantes manejen sus propias emociones y que estas no obstaculicen el aprendizaje. De lo anterior, se puede agregar que aprender en la escuela implica “aprender en público” donde los vínculos personales deben analizarse a partir del rol de cada actor. Marta Souto (1996) plantea que la clase escolar se produce en relación a las interacciones en torno al saber, destaca, además, las paradojas en la comunicación. En síntesis, se advierte que el proceso de aprendizaje es complejo y variable, de acuerdo al contexto y momento que llevan al estudiante sentir inseguridad o bien confianza. En la complejidad del aprendizaje influyen diversas dimensiones que pueden favorecer u obstaculizar el aprendizaje. En este sentido el título de este análisis, pienso luego existo del filósofo francés René Descartes (1596-1650) resume a mi entender el proceso cognitivo que como docentes debemos poner en práctica. Si bien, soy reticente a pensar que existe una única verdad, creo que mediante la razón podemos encontrar el camino hacia la tan anhelada verdad con el objetivo de favorecer las prácticas educativas.