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ENTREVISTA A CARLOS FUENTES POR SILVIA LEMUS 1983

Carlos Fuentes: Ixca Cienfuegos cruzo el pavimento y llego hasta el centro


del zócalo, girando sobre sí mismo bebió con la sangre los
cuatro costados de la gran plaza, estaba desierta el ultimo
rayo oblicuo del sol se perfilaba como un escudo.
Cienfuegos se detuvo la cara abierta hacia ese último
rayo, el palacio catedral, el edificio del ayuntamiento, y el
lado desigual de piernas arqueadas dejaban que la
penumbra constituyera una región de luz pasajera opaca
entre la sombra natural de sus piedras rojizas y de marfil
gastado, por los ojos violentos y en fuga de Ixca corría otra
imagen, en el sur el flujo de un canal oscuro poblado de
túnicas blancas, en el norte una esquina en la cual la
piedra se rompía en signos de bastones ardientes,
cráneos rojas y mariposas rígidas, muralla de serpientes
bajo los techos gemelos de la lluvia, del fuego, en el oeste
el palacio secreto de albinos y jorobados colas de pavo
real y cabezas de águilas disecadas las dos imágenes
dinámicas en los ojos de Cienfuegos se disolvían la una en
la otra cada uno un espejo sin fondo del anterior o de la
nueva, sobre el cielo solo el escudo mínimo de luz
permanecía igual, reaparecerá, murmuro Ixca envuelto y
arrastrado por la doble imagen, bajo la cabeza cerro los
ojos, la cabeza le nadaba en el sabor de la sangre y la
sangre le zumbaba en las orejas como una doble
respiración la que se une en la hora del terror la
respiración del hombre y la del fantasma el uno frente al
otro pero invisibles, Ixca abrió los ojos a la noche el sol se
había puesto, en la oscuridad con la mirada azorada el
hombre sentía correr una multitud de sombras por su
pecho, quiero otra noche no está murmuro, otra noche no
está, una noche en que se puedan recoger los fragmentos
de la luna, todos los fragmentos rotos del origen y volver a
tocar los íntegros, otra noche el alumbrado del zócalo se
encendió.
Quería leer esto porque estuvimos recorriendo (ehh, la…)
las excavaciones del templo mayor del zócalo de México
en septiembre o en agosto, septiembre del 81 verdad. Me
llama la atención que esto lo escribí en la región más
transparente en 1958 cuando yo cruzaba el zócalo todos
los días para ir a la facultad de derecho de la Universidad
de México y me imaginaba que mis pies iban caminando
sobre lo que fue la gran Tenochtitlan, decía aquí voy
caminando y aquí debajo estaba el muro de serpientes del
coatepantli, y aquí estaba el templo de Huitzilopochtli, aquí
estaba (ehh…, la…) palacio de Moctezuma y nunca los
volveré a ver, pero un buen día como sucede en esa
ciudad mágica que es México estaban excavando (el…) el
zócalo para hacer el metro, subway de México y claro
encontraron la imagen de la diosa de la luna y la
Coyolxauhqui, una diosa desmembrada por que el origen
antiguo de México nace del desmembramiento de la
ruptura de la realidad en este caso una madre (ehh…)
totalmente desmembrada por sus hijos, sus pedazos
lanzados al universo, al cosmos, al vacío y de ahí la
obligación humana de reconstruir el origen de reconstruir
la unidad, bueno ahora lo vimos tu y yo estaba ahí todo lo
que yo había soñado, lo que creía muerto estaba vivo,
estaba vivo lo que yo creía muerto, entonces.

Silvia Lemus: ¿Cuál fue tu reacción?

Carlos Fuentes: Óyeme, es que siempre (ehh…) he pensado que en


México hay subterráneos de la memoria, de la
imaginación, de la realidad y de repente resulta que es
cierto que es (ahh… ahh…) verídico en el sentido de la
exactitud, porque yo creo que la verdad es la verdad de la
imaginación también, no solo la verdad de lo que se puede
medir y contar.

Silvia Lemus: Uno de sus signos ha sido el de viajar, comenzaste a


viajar desde los dos meses de edad y viviste en diferentes
ambientes y países durante diferentes episodios de tu
vida, pero tu primera formación la hiciste en Washington
cuando tu padre trabajaba en la embajada de México pero
¿cuál es tu relación con Estados Unidos?

Carlos Fuentes: Bueno (ehh…) yo (yo…, emm…) llegue a los Estados


Unidos cuando tenía cuatro años y lo deje cuando tenía
once años de manera que es una época muy importante
de la niñez, estuve yendo a la escuela pública en
Washington DC (y… ahh…) los veranos iba a México a
estudiar en una escuela Mexicana, así que tuve una niñez
en un sentido un poco siniestra porque nunca tuve
vacaciones, mientras mis condiscípulos iban a jugar
béisbol yo iba aprenderme los nombres de los reyes
aztecas a México, es muy sombrío el asunto, pero gracias
me sirvió mucho porque nunca deje de sentirme mexicano,
nunca deje de sentirme mexicano, pero igual el idioma, el
español se hablaba en la casa, mi padre era representante
del gobierno de Lazaro Cárdenas, eso tenía su
importancia, estaba siempre en su actividad diplomática en
la defensa de un gobierno revolucionario amenazado, con
presiones (ahh…) internacionales sobre todo de parte de
intereses privados norteamericanos no tanto del gobierno
de Roosevelt que era un gobierno democrático y
comprensivo sino de intereses privados afectados por
(ahh…) la política revolucionaria mexicana de Cárdenas,
entonces siempre tuve una idea muy (muy…) cierta de
que pertenecía a una cultura a una nacionalidad que era la
de México sin embargo estaba yo inserto para mi vida
cotidiana en la cultura de los Estados Unidos, esto creaba
un conflicto que como lo he contado otras veces si tú lo
sabes exploto se agudizó en el momento de la
expropiación petrolera en 1938, porque hasta ese
momento yo había sido un niño simpático, amable
(ehh…),popular, popular entre la tropa como la Adelita de
mis (ahh…) condiscípulos de la escuela, (ehh…) escribía
yo obras de teatro, actuaba en ellas, dibujaba, tenía
muchos chistes y el día de la expropiación del petróleo esa
actitud cambio radicalmente abrió los grandes titulares en
la prensa americana diciendo los comunistas mexicanos
nos roban nuestro petróleo, el presidente Cárdenas
(ehh…) es un rojo (ehh…) hay que invadir México, las
cosas que seguimos viendo mucho en la prensa de hoy
con relación a otros países de América Latina, entonces
(ehh…) todo el mundo me dio la espalda en la escuela,
mis amigos dejaron de serlo, deje de ser popular y me di
cuenta de que en efecto yo era Mexicano y que era sin
embargo un mexicano que conocía suficientemente los
Estados Unidos como para intentar siempre una
comunicación con el pueblo de los Estados Unidos con
(ahh…) emplear las tribunas de los Estados Unidos que
tanto nos importan para dar a conocer nuestra posición,
nuestras ideas y para que no haya una ruptura de
comunicación que a veces puede ser fatal para ambas
partes verdad, de manera que mi relación con los Estados
Unidos viene de ese origen infantil

Silvia Lemus: Después tu juventud la pasaste en América del Sur y parte


en México ¿hubo algún shock en esa transición de
Estados Unidos a estos países?

Carlos Fuentes: Todo, todo porque luego al irme de Washington a Santiago


de Chile pues fue volver o realmente ingresar por primera
vez de lleno a un de lengua española y no cualquier país
de lengua española sino a un país que era evidentemente
el país de los grandes poetas, un país con una gran
capacidad para producir poetas tan grandes como su
capacidad para producir uvas verdad, entonces (ehh…) el
país de Neruda, el país de Gabriela Mistral era el país de
Vicente Huidobro y llegar a él y reencontrar la lengua
española pero una lengua española muy vigorosa para mí
fue muy impresionante y claro decidió mi (aaahh…) mi
vocación como escritor en lengua española porque a
veces me pregunto porque no escribo novelas en inglés y
para mí el inglés es lo mismo que el español en cuanto a
facilidad de expresión y mi respuesta está en Chile, está
en la conciencia de que (ehh…) no le hace falta a la
lengua inglesa un escritor mas no es de menor falta la
lengua inglesa tiene una continuidad muy grande una
continuidad (ahh…) que en la ficción en la novela viene
desde Daniel Defoe con su Robinson Crusoe de una
manera ininterrumpida y si a veces desfallece la lengua
inglesa enseguida se aparece un irlandés y la resucita
verdad, llámese Jonathan Swift o James Joyce en cambio
la lengua española lo que tiene es una serie de vacíos
espantosos, de vacíos tremendos hay que pensar que no
hay una gran novela en la lengua castellana después de
Cervantes prácticamente hasta bien entrado el siglo XIX
hasta que encontramos la regenta de Clarín y las novelas
de Pérez Galdós

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