Carlos Fuentes: Ixca Cienfuegos cruzo el pavimento y llego hasta el centro
del zócalo, girando sobre sí mismo bebió con la sangre los cuatro costados de la gran plaza, estaba desierta el ultimo rayo oblicuo del sol se perfilaba como un escudo. Cienfuegos se detuvo la cara abierta hacia ese último rayo, el palacio catedral, el edificio del ayuntamiento, y el lado desigual de piernas arqueadas dejaban que la penumbra constituyera una región de luz pasajera opaca entre la sombra natural de sus piedras rojizas y de marfil gastado, por los ojos violentos y en fuga de Ixca corría otra imagen, en el sur el flujo de un canal oscuro poblado de túnicas blancas, en el norte una esquina en la cual la piedra se rompía en signos de bastones ardientes, cráneos rojas y mariposas rígidas, muralla de serpientes bajo los techos gemelos de la lluvia, del fuego, en el oeste el palacio secreto de albinos y jorobados colas de pavo real y cabezas de águilas disecadas las dos imágenes dinámicas en los ojos de Cienfuegos se disolvían la una en la otra cada uno un espejo sin fondo del anterior o de la nueva, sobre el cielo solo el escudo mínimo de luz permanecía igual, reaparecerá, murmuro Ixca envuelto y arrastrado por la doble imagen, bajo la cabeza cerro los ojos, la cabeza le nadaba en el sabor de la sangre y la sangre le zumbaba en las orejas como una doble respiración la que se une en la hora del terror la respiración del hombre y la del fantasma el uno frente al otro pero invisibles, Ixca abrió los ojos a la noche el sol se había puesto, en la oscuridad con la mirada azorada el hombre sentía correr una multitud de sombras por su pecho, quiero otra noche no está murmuro, otra noche no está, una noche en que se puedan recoger los fragmentos de la luna, todos los fragmentos rotos del origen y volver a tocar los íntegros, otra noche el alumbrado del zócalo se encendió. Quería leer esto porque estuvimos recorriendo (ehh, la…) las excavaciones del templo mayor del zócalo de México en septiembre o en agosto, septiembre del 81 verdad. Me llama la atención que esto lo escribí en la región más transparente en 1958 cuando yo cruzaba el zócalo todos los días para ir a la facultad de derecho de la Universidad de México y me imaginaba que mis pies iban caminando sobre lo que fue la gran Tenochtitlan, decía aquí voy caminando y aquí debajo estaba el muro de serpientes del coatepantli, y aquí estaba el templo de Huitzilopochtli, aquí estaba (ehh…, la…) palacio de Moctezuma y nunca los volveré a ver, pero un buen día como sucede en esa ciudad mágica que es México estaban excavando (el…) el zócalo para hacer el metro, subway de México y claro encontraron la imagen de la diosa de la luna y la Coyolxauhqui, una diosa desmembrada por que el origen antiguo de México nace del desmembramiento de la ruptura de la realidad en este caso una madre (ehh…) totalmente desmembrada por sus hijos, sus pedazos lanzados al universo, al cosmos, al vacío y de ahí la obligación humana de reconstruir el origen de reconstruir la unidad, bueno ahora lo vimos tu y yo estaba ahí todo lo que yo había soñado, lo que creía muerto estaba vivo, estaba vivo lo que yo creía muerto, entonces.
Silvia Lemus: ¿Cuál fue tu reacción?
Carlos Fuentes: Óyeme, es que siempre (ehh…) he pensado que en
México hay subterráneos de la memoria, de la imaginación, de la realidad y de repente resulta que es cierto que es (ahh… ahh…) verídico en el sentido de la exactitud, porque yo creo que la verdad es la verdad de la imaginación también, no solo la verdad de lo que se puede medir y contar.
Silvia Lemus: Uno de sus signos ha sido el de viajar, comenzaste a
viajar desde los dos meses de edad y viviste en diferentes ambientes y países durante diferentes episodios de tu vida, pero tu primera formación la hiciste en Washington cuando tu padre trabajaba en la embajada de México pero ¿cuál es tu relación con Estados Unidos?
Carlos Fuentes: Bueno (ehh…) yo (yo…, emm…) llegue a los Estados
Unidos cuando tenía cuatro años y lo deje cuando tenía once años de manera que es una época muy importante de la niñez, estuve yendo a la escuela pública en Washington DC (y… ahh…) los veranos iba a México a estudiar en una escuela Mexicana, así que tuve una niñez en un sentido un poco siniestra porque nunca tuve vacaciones, mientras mis condiscípulos iban a jugar béisbol yo iba aprenderme los nombres de los reyes aztecas a México, es muy sombrío el asunto, pero gracias me sirvió mucho porque nunca deje de sentirme mexicano, nunca deje de sentirme mexicano, pero igual el idioma, el español se hablaba en la casa, mi padre era representante del gobierno de Lazaro Cárdenas, eso tenía su importancia, estaba siempre en su actividad diplomática en la defensa de un gobierno revolucionario amenazado, con presiones (ahh…) internacionales sobre todo de parte de intereses privados norteamericanos no tanto del gobierno de Roosevelt que era un gobierno democrático y comprensivo sino de intereses privados afectados por (ahh…) la política revolucionaria mexicana de Cárdenas, entonces siempre tuve una idea muy (muy…) cierta de que pertenecía a una cultura a una nacionalidad que era la de México sin embargo estaba yo inserto para mi vida cotidiana en la cultura de los Estados Unidos, esto creaba un conflicto que como lo he contado otras veces si tú lo sabes exploto se agudizó en el momento de la expropiación petrolera en 1938, porque hasta ese momento yo había sido un niño simpático, amable (ehh…),popular, popular entre la tropa como la Adelita de mis (ahh…) condiscípulos de la escuela, (ehh…) escribía yo obras de teatro, actuaba en ellas, dibujaba, tenía muchos chistes y el día de la expropiación del petróleo esa actitud cambio radicalmente abrió los grandes titulares en la prensa americana diciendo los comunistas mexicanos nos roban nuestro petróleo, el presidente Cárdenas (ehh…) es un rojo (ehh…) hay que invadir México, las cosas que seguimos viendo mucho en la prensa de hoy con relación a otros países de América Latina, entonces (ehh…) todo el mundo me dio la espalda en la escuela, mis amigos dejaron de serlo, deje de ser popular y me di cuenta de que en efecto yo era Mexicano y que era sin embargo un mexicano que conocía suficientemente los Estados Unidos como para intentar siempre una comunicación con el pueblo de los Estados Unidos con (ahh…) emplear las tribunas de los Estados Unidos que tanto nos importan para dar a conocer nuestra posición, nuestras ideas y para que no haya una ruptura de comunicación que a veces puede ser fatal para ambas partes verdad, de manera que mi relación con los Estados Unidos viene de ese origen infantil
Silvia Lemus: Después tu juventud la pasaste en América del Sur y parte
en México ¿hubo algún shock en esa transición de Estados Unidos a estos países?
Carlos Fuentes: Todo, todo porque luego al irme de Washington a Santiago
de Chile pues fue volver o realmente ingresar por primera vez de lleno a un de lengua española y no cualquier país de lengua española sino a un país que era evidentemente el país de los grandes poetas, un país con una gran capacidad para producir poetas tan grandes como su capacidad para producir uvas verdad, entonces (ehh…) el país de Neruda, el país de Gabriela Mistral era el país de Vicente Huidobro y llegar a él y reencontrar la lengua española pero una lengua española muy vigorosa para mí fue muy impresionante y claro decidió mi (aaahh…) mi vocación como escritor en lengua española porque a veces me pregunto porque no escribo novelas en inglés y para mí el inglés es lo mismo que el español en cuanto a facilidad de expresión y mi respuesta está en Chile, está en la conciencia de que (ehh…) no le hace falta a la lengua inglesa un escritor mas no es de menor falta la lengua inglesa tiene una continuidad muy grande una continuidad (ahh…) que en la ficción en la novela viene desde Daniel Defoe con su Robinson Crusoe de una manera ininterrumpida y si a veces desfallece la lengua inglesa enseguida se aparece un irlandés y la resucita verdad, llámese Jonathan Swift o James Joyce en cambio la lengua española lo que tiene es una serie de vacíos espantosos, de vacíos tremendos hay que pensar que no hay una gran novela en la lengua castellana después de Cervantes prácticamente hasta bien entrado el siglo XIX hasta que encontramos la regenta de Clarín y las novelas de Pérez Galdós