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La energía constituye un insumo vital para el desarrollo del país. Sin embargo, su producción,
transporte y consumo trae como consecuencia impactos en el medio natural y social, cuyos
efectos pueden ser de carácter local o global.
La mayoría de los alimentos contienen carbohidratos, que son la fuente de energía más
disponible e importante del cuerpo humano. Nuestro organismo los descompone en glucosa,
que es el combustible que nos da la energía necesaria para realizar nuestras actividades diarias.
La glucosa es la principal fuente de energía de las células, tejidos y órganos. El cuerpo puede
utilizarla inmediatamente o depositarla en el hígado y en los músculos para cuando sea
necesario. Aunque los carbohidratos se han ganado una mala reputación en los últimos años y
frecuentemente han sido culpados de ser los causantes de la epidemia de obesidad, son
esenciales en la dieta saludable tanto de niños como de adultos.
Energía y agricultura
La capacidad de los cultivos para utilizar energía solar se puede medir valorizando en términos
de energía incorporada, la biomasa acumulada en los campos, multiplicando su peso seco por
su contenido energético que para los vegetales es de alrededor 20KJ/g de materia seca y
relacionándola como porcentaje del insumo de energía solar por el cultivo correspondiente en
el periodo de su época de crecimiento. El valor obtenido corresponde a la eficiencia
fotosintética del cultivo, es decir a su capacidad de conversión de energía solar en biomasa
vegetal que aún para los casos más eficientes raramente supera 1%.
Del análisis anterior, se desprende que la renovabilidad del recurso suelo está cada vez más
condicionada por cuatro tendencias. Una es la asignación de tierra a usos alternativos
irreversibles, que implican la pérdida neta del recurso tierra para fines de producción
alimentaria. Otra tendencia deriva los estilos de vida y patrones de consumo que orientan la
conversión y el uso del suelo a sistemas de producción alimentarios ineficientes, desde el punto
de vista energético, y altamente demandantes con respecto al sistema natural, lo que a
menudo se traduce en efectos negativos sobre este último. La tercera tendencia se relaciona
con una práctica agrícola intensiva para maximizar la productividad económica y la extracción o
cosecha de la productividad biológica, práctica que a veces asume un carácter predatorio. Las
dos últimas tendencias se refuerzan mutuamente en una dinámica cada vez más exigente con
respecto al sistema natural, mismo que se ve sometido a presiones crecientes. La consecuencia
de estas tendencias es la mayor artificialización de los sistemas naturales y la intensificación
energética de los agroecosistemas. Finalmente, la cosecha intensiva de la productividad
biológica y los deterioros que sufre el suelo obligan a nuevas intervenciones antrópicas, en
forma de prácticas y subsidios energéticos adicionales, ya sea para restituir al suelo su fertilidad
o para compensar y corregir las alteraciones estructurales y funcionales que sufre por la mala
gestión o las presiones a que se ve sometido. Con lo cual, la espiral de artificialización del
sistema natural se acelera.
Los carbohidratos
Las proteínas.
– Las proteínas de alto valor biológico proveen todos los aminoácidos esenciales. Los alimentos
de origen animal como el pollo y el huevo contienen estas proteínas.
– Algunas combinaciones de vegetales forman proteínas de alto valor biológico, por ejemplo:
frijoles – maíz.
Las grasas.
– Están compuestas por ácidos grasos que contienen carbono, oxígeno e hidrógeno.
– Algunos de estos ácidos grasos pueden ser fabricados por nuestro organismo.
– Los ácidos grasos que no pueden ser fabricados en nuestro organismo son llamados
esenciales y deben ser consumidos a través de los alimentos.
– Ácidos grasos saturados: contienen todo el hidrógeno que pueden guardar. Las grasas
saturadas son sólidas a temperatura ambiente, están contenidas es los alimentos de origen
animal y en algunas grasas vegetales como el coco.
– Proveen los ácidos grasos esenciales, necesarios para una piel saludable, para el sistema
nervioso, hormonal y otros procesos químicos.
– Proveen energía.
– Las grasas deben aportar entre un 20 a 30% del total de calorías de la dieta.
La nutrición consiste en obtener los nutrientes que hay en los alimentos, mediante un conjunto
de procesos físicos y químicos, y hacerlos llegar a todas las células, para que éstas puedan
funcionar.
Reguladora: controlan ciertas reacciones químicas que se producen en las células. Para que
todo funcione bien en nuestro organismo necesitamos de unos nutrientes que hacen que esto
sea posible.
Desde hace tal vez medio millón de años, los seres humanos hemos utilizado el fuego para
mejorar el sabor de los alimentos.
La cocina ha sido tradicionalmente el más importante uso doméstico de la energía, junto con la
calefacción. Ambos usos estaban unidos en las cocinas económicas, que había en muchas
viviendas hasta hace pocas décadas.
Hoy supone un porcentaje pequeño del gasto energético de los hogares, aproximadamente un
10%, y en descenso. La energía que utilizan es principalmente butano, gas natural y
electricidad.
Las cocinas eléctricas no son una buena opción por el poco rendimiento de la conversión de
energía térmica en electricidad y luego en energía térmica otra vez. Si no hay más remedio que
usarlas, hay que recordar aprovechar el calor remanente de las placas.
Las cocinas solares son una manera curiosa de mostrar la fuerza del sol. Se pueden fabricar con
cartón y papel de aluminio y funcionan sin gastar una gota de energía comercial. Consisten en
una superficie parabólica cubierta de material reflectante. La cazuela se coloca en el foco y
funciona.
Conciencia alimentaria