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miércoles, 13 de mayo de 2020

Historia de México - Siglo XX - Clase Semana #02

Las diferentes ideologías del siglo XIX: liberal y conservadora

Una vez consumada la Independencia de la Nueva España, dos posiciones


ideológicas pretendieron imponer su modelo de organización para el país: liberales y
conservadores.

Destacaron en nuestro País, por el lado liberal José María Luis Mora, quien había
sido ordenado sacerdote pero después abandonó el clero, tomando una actitud
radicalmente distinta. Estudió leyes y perteneció a la masonería. Llegó a ser el
principal pensador de los liberales.

Para él, la moral pública era la libre obediencia que los ciudadanos como individuos
prestaban a las leyes civiles y al gobierno, establecidas por los mecanismos de la
representación política. La religión no tendría nada que ver con la organización
social.

Consideraba indispensable una revolución mental en el pueblo, una obra de reforma


de las costumbres conducida por las autoridades públicas mediante la educación y
la afirmación de la prioridad de las leyes y las autoridades civiles sobre los
dogmas de la Iglesia.

Y, del otro lado, Lucas Alamán, intelectual e historiador de los conservadores, fue
uno de los políticos más influyentes en esa época, diputado en España y ministro de
Relaciones en tres gabinetes diferentes en México.

Durante este periodo hubo un importante desarrollo de la masonería yorkina en


México, partidaria del federalismo y de la amistad con Estados Unidos, en tanto que
su rival, la masonería escocesa —que existía desde la época virreinal y recibía
lineamientos europeos— optó por el centralismo.

Un grupo de masones pertenecientes al rito escocés llegó a México durante el viaje


de Juan O'Donojú, el cual contactó a la logia existente en México. Entre sus adeptos
se encontraban miembros del ejército y del Congreso. Los masones conspiraban en
contra de la posible coronación de Iturbide. Durante una discusión acalorada en donde
había más de cien concurrentes, un coronel expresó que «si faltaban puñales para
libertarse del tirano —nombre que le daban a Iturbide— ofrecía su brazo vengador a a
la patria». La noticia llegó hasta los oídos del generalísimo, o sea Iturbide.

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Algunos masones mexicanos, tratando de unir a escoceses y yorkinos y de unificar las
fuerzas políticas del país, fundaron el Rito Nacional Mexicano, pero no lograron su
cometido.

La pugna entre estas dos logias masonas se debía en gran medida a la falta de
mecanismos establecidos en este país para una participación civil en torno a las
grandes decisiones nacionales.

Simplificando, podemos decir que las posiciones ideológicas liberal y conservadora


correspondieron a proyectos de nación republicanos federalista y centralista,
respectivamente.

El Partido Liberal —por nombrarlo de alguna manera, ya que en esa época no existían
como tal los partidos políticos— estaba dividido en dos grupos, el de los radicales o
puros, que sostenían que esta doctrina debía aplicarse por encima de todo y a pesar
de todo —incluso si se debían tomar las armas para lograrlo—; y los moderados
quienes creían que la implantación debía ser por la vía de la persuasión, y de manera
gradual. Una de sus intenciones era separar a la Iglesia del Estado y establecer un
orden que protegiera las libertades del individuo.

El Partido Conservador fue fundado por Lucas Alamán, Ministro de Relaciones


Exteriores y del Interior. Participaron con él, Anastasio Bustamante, Nicolás Bravo,
Miguel Barragán y Miguel Miramón. Los cuales se mantuvieron fieles a la Iglesia y
luchaban por mantener su situación económica y social. Entre sus principales
postulados se encontraba el mantener la religión católica como la única, de todos
los mexicanos.

La llegada de Joel R. Poinsett a México

Joel Roberts Poinsett fue un botánico y estadista estadounidense. Fue miembro de la


Cámara de Representantes de los Estados Unidos, el primer Enviado Extraordinario y
Ministro Plenipotenciario de México (no se nombró un embajador para México hasta
1896). Secretario de Guerra en la presidencia de Martin Van Buren y cofundador del
Instituto Nacional para la promoción de las Ciencias (un organismo predecesor de la
Smithsonian Institution), en su honor se nombró el Condado de Poinsett y la poinsetia
(en México se le conoce como Flor de Nochebuena), una flor asociada con la Navidad.

Poinsett llego a México el 19 de octubre de 1822, siendo ya gobernante Agustín de


Iturbide, con el título de Iturbide I, quien lo recibió con gran cortesía a pesar de no

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llegar con ningún nombramiento oficial. No era cónsul ni embajador, ni tenía ningún
puesto en el gobierno de los Estados Unidos. Fue cónsul, precisamente, en Chile y
en Argentina durante su visita a estos países, pero en su primer visita a México no
llevaba ninguna representación de su gobierno.

A pesar de que Estados Unidos ya había designado agentes para el Virreinato de la


Nueva España, Poinsett sería el primer agente especial designado a México como
nación independiente por parte del gobierno de Estados Unidos, sin embargo las
relaciones de las autoridades virreinales con los anteriores agentes no fueron
satisfactorias. Se tenían antecedentes de espionaje e injerencia de Estados Unidos
en asuntos políticos del Virreinato de la Nueva España, tal es el caso de William Shaler.

William Shaler fue un agente especial de Estados Unidos que colaboró con los
insurgentes en su lucha por la independencia, y que entre sus planes visualizaba como
objetivo la anexión de Texas a territorio estadounidense —si, ya desde esas fechas
—. Reclutó filibusteros —piratas del caribe— americanos en Luisiana para la
Expedición de Gutiérrez-Magee, la cual fracasó totalmente al ser derrotada por los
realistas. En consecuencia a esto, quedaba estrictamente prohibida la entrada de
cualquier estadounidense a la provincia novohispana de Texas.

La relación con Estados Unidos en México como nación independiente se establecería


a finales de 1822, al poco tiempo de consumarse la independencia. En ese año,
Poinsett ya había regresado de América del Sur, y esta vez sería enviado por James
Monroe a México con el objetivo de analizar y persuadir al gobierno imperial y
proponerle que le vendiera una gran cantidad de estados entonces parte del norte
del Primer Imperio Mexicano.

Poinsett, tenía grandes ambiciones expansionistas y un fuerte nacionalismo. Partidario


de la doctrina Monroe, estaba convencido de que el republicanismo era la forma de
gobierno que debería establecerse en todo el continente y trató de influir en diversos
círculos al gobierno de Agustín de Iturbide, el cual comenzaba a mostrar signos de
divisionismo, creía que el Imperio Mexicano no prosperaría y estaba a punto de caer.

Intentó convencer al ministro de exterior Juan Francisco de Azcárate, de la venta a los


Estados Unidos de los territorios norteños de Texas, Nuevo México, Alta y Baja
California, Sonora (incluía parte de Arizona y la Mesilla), Coahuila y Nuevo León.

Tras fracasar en su intento por adquirir nuevos territorios para Estados Unidos, escribió
un libro, titulado "Notes on Mexico", donde hace un completo resumen de la situación
política, geográfica y social del Primer Imperio Mexicano.

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El Imperio

Cuando las cortes españolas desconocieron la independencia del territorio mexicano,


los Borbones dejaron de ser candidatos al trono de México. El sargento Pío Marcha y
su regimiento, con el fin de impulsar la candidatura de Iturbide, promovieron una
manifestación cívico-militar el 18 de mayo de 1822. Después de deliberar, el Congreso
lo proclamó emperador el 21 de julio del mismo año. A pesar del título, Iturbide tenía
menos facultades que cuando era regente de la recién independizada nación.

La acumulación de descontento de los antiguos insurgentes contra el emperador,


provocó conspiraciones. La situación se tornó tan crítica que Iturbide disolvió el
Congreso sustituyéndolo por una Junta Nacional Constituyente, aunque sus miembros
eran prácticamente los mismos.

El imperio ya pasaba grandes dificultades desde sus inicios: una difícil situación
económica del erario, descontento por sus antaño libertadores que profesaban el
federalismo como la forma ideal de gobierno para México, un Congreso dividido en
republicanos y conservadores, así como una contrarrevolución española establecida
en San Juan de Ulúa a cargo de un comandante español.

Después de la coronación, el comercio y la minería bajaron su actividad hasta que se


estableció nuevamente la confianza, aunque algunos españoles peninsulares
acaudalados, temiendo por su seguridad, prefirieron abandonar el imperio. Los
partidarios del Plan de Iguala —que otorgó la independencia de México junto a los
Tratados de Córdoba—, al sentirse defraudados, engrosaron las filas de la logia
masónica escocesa, la cual hizo sentir su influencia en la política.

El brigadier de Nuevo Santander —actual Tamaulipas—, Felipe de la Garza, al


enterarse que los Tratados de Córdoba se habían roto, propuso al Congreso adaptar
un gobierno republicano, ofreciendo una fuerza de caballería de 2000 efectivos. El
ministro plenipotenciario de Colombia, Miguel Santa María, animó a los diputados para
seguir la política republicana que había adaptado su propio país. Sin embargo, por
medio de agentes que tenía introducidos en las logias y en los círculos oposicionistas,
Iturbide se enteró de la situación. El emperador expidió sus pasaportes a Santa María
y el 26 de agosto ordenó el arresto de los diputados involucrados en estas ideas y
conspiraciones. Los reclamos del Congreso fueron inmediatos, Iturbide justificó que,
facultado por la Constitución española, había procedido a la aprehensión de los
involucrados por causa de conspiración, pidió calma y solicitó esperar la resolución de
los tribunales.

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A consecuencia de estos acontecimientos, la Asamblea Constituyente fue disuelta y en
su lugar se creo la Junta Nacional Constituyente, encargada de lograr una estabilidad
política y económica. Esta junta se encargaría de nombrar a los nuevos miembros del
Congreso. Posterior a esto, el imperio se encargo de lidiar con la contrarrevolución en.
San Juan de Ulúa y a revisar el estado del tesoro imperial. Para solucionar esto último,
la corona negocio prestamos con Inglaterra, pero nunca se concretaron, por lo que
realizó la colecta de un impuesto de 4 reales por cada individuo de ambos sexos a
partir de los catorce años hasta los 60 años de edad. Esto causo descontento en la
opinión pública.

Otra medida más aplicada para solventar el déficit económico fue autorizar a Stephen
Austin, el 3 de enero de 1823, colonizar Texas. Este fue, sin darse cuenta el imperio,
el inicio de la perdida de este territorio a manos de los Estados Unidos.

La caída del Imperio

Desde que se unió al Plan de Iguala, Antonio López de Santa Anna mantuvo una
relación estrecha con Iturbide, quien lo nombró gobernador militar de Veracruz.
Entablaron comunicación y amistad personal por medio de correspondencia durante
más de un año.

En octubre de 1822, Santa Anna, sin flota y sin artillería pesada, pretendió tomar el
fuerte de San Juan de Ulúa —el cual, recordemos, estaba aún a manos de los
contrarrevolucionarios españoles—,pero todo se trataba de una cadetada y el plan
fracasó. El 16 de noviembre, Iturbide se trasladó a Xalapa con el pretexto de tomar las
precauciones necesarias para la toma de San Juan de Ulúa, pero en realidad quería
destituir a Santa Anna y conducirlo a la Ciudad de México. Durante esos días la
emperatriz había dado a luz a un nuevo príncipe y el emperador regresó a celebrar el
acontecimiento. No obstante, requirió la presencia de Santa Anna en México, pero
este se negó a asistir.

Santa Anna, influenciado por el ministro Miguel Santa María de la Gran Colombia,
mantuvo correspondencia con Joel R. Poinsett solicitándole interceder para que en
Washington D.C. no se reconociera el gobierno de Iturbide.

Quien fuera para Santa Anna, el amadísimo general, dignísimo y particularmente


amado emperador se convirtió en el déspota más injusto, que en lugar de ser el
libertador, se había convertido en un tirano. El 2 de diciembre, Santa Anna realizó
una proclama a la población de Veracruz, entre sus enunciados destacaban:

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1. Al emanciparse el país, se trató de buscar un gobierno fundado sobre los
principios de igualdad, justicia y razón.

2. México eligió desde el principio el gobierno representativo, a través del Congreso


que ha sucumbido ante la fuerza del imperio.

3. En nombre de la nación se proclama, en consecuencia, la República, bajo las


condiciones que determine una asamblea representativa de la nación.

El día 3 de diciembre, Santa Anna lanzó un nuevo manifiesto, pero esta vez dirigido a
la Gran Nación Mexicana. En el documento expresó sus protestas por la disolución
del Congreso, por la vulneración de la inviolabilidad de los diputados y por la
incautación de bienes de propiedad privada, lo cual representaba quebrantar el
juramento que el propio emperador había hecho. El imperio consideró este acto como
una traición a la nación.

El 6 de diciembre de 1822, Guadalupe Victoria salió de su refugio —desde el inicio


del imperio era un fugitivo de la ley por no estar de acuerdo con el imperio— para
secundar el movimiento. Conociendo su reputación y popularidad, Santa Anna lo
nombró jefe del movimiento y juntos proclamaron el Plan de Veracruz, el cual estaba
conformado por diecisiete artículos principales y veintidós adicionales, entre los más
importantes se proponía:

• Tener exclusividad de la religión católica.

• Preservar la independencia.

• Radicar la soberanía en el Congreso.

• Declarar la nulidad de la investidura imperial de Iturbide por haber forzado la


voluntad del Congreso.

• Vigencia de la Constitución española hasta que el Congreso redactase una nueva.

El día 9 de diciembre, Iturbide se dio cuenta de la peligrosidad ante la posible alianza


de los rebeldes con los españoles de San Juan de Ulúa. Al día siguiente, Santa Anna
propuso al general Echávarri unirse al movimiento republicano, pero el general
consentido del emperador se negó haciendo pública su respuesta el día 16 de
diciembre, en la cual increpaba al rebelde como falso republicano desenmascarando
su intención velada de venganza contra el emperador, quien le había separado del
mando de la provincia —lo cual era verdad—.

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El movimiento armado de Santa Ana sufrió varias derrotas a manos del ejercito
imperial, pero se benefició de la popularidad de Guadalupe Victoria engrosando sus
filas con cada localidad por la que pasaba su ejercito. Todavía el 22 de enero de 1823,
Santa Anna reportó a Guadalupe Victoria haber sido atacado por los cuatro puntos
cardinales por las fuerzas imperiales. Pero un giro radical aconteció cuando los
generales Echávarri, Lobato y Cortázar (todos miembros de las fuerzas imperiales)
firmaron el 1 de febrero de 1823 el Plan de Casa Mata.

De acuerdo a Lucas Alamán la razón de este cambio de ideología obedeció a la


influencia de las logias masónicas, de acuerdo a Santa Anna se debió al apoyo de
Francisco Lemaur (el general español a cargo de San Juan de Ulúa) y de acuerdo a los
análisis de Nettie L. Benson (aclamada historiadora americana): “un trabajo
fundamental ya había sido preparado”, probablemente tras bambalinas, por Miguel
Ramos Arizpe (quien desempeño un papel importante un año después en la redacción
la Constitución de 1824) y José Mariano de Michelena (quien se desempeñaría como
líder regente después del imperio).

La Abdicación

El Plan de Casa Mata estuvo conformado por once artículos, sus principales bases
fueron:

• La formación de un nuevo Congreso —los antiguos diputados podrían ser reelectos


o sustituidos—.

• Se circularía a cada jefe del ejército una copia del plan.

• Las diputaciones provinciales ejercerían el control administrativo de las provincias.

• Se prohibió atentar contra la persona del emperador.

El documento fue enviado a todas las provincias y fue adaptado con gran celeridad.
Con la propuesta descrita en el plan para elegir nuevos miembros del Congreso,
enemigos y amigos de Iturbide estuvieron de acuerdo en dicha convocatoria.

Tras la abdicación de Iturbide, la cual realizó como una manera de prevenir mayor
conflicto y derramamiento de sangre en la recién nacida nación, cada diputación
asumió la jurisdicción administrativa y política de su área, estableciendo un sistema
federal de facto y mermando al poder central.

El 4 de marzo, Iturbide expidió un decreto para restaurar el Congreso, tres días más
tarde los diputados se reunieron. El emperador asistió a la primera reunión

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pronunciando un discurso en el que renunciaba a su poder, recomendó al Congreso
elegir el lugar conveniente para que el residiera, así como brindar recursos a las tropas
liberales y concluyó pidiendo una amnistía para olvidar los daños y errores pasados.

“La corona la admití con suma repugnancia, sólo para servir a la patria; pero desde el
momento en que entreví que su conservación podría servir si no de causa, al menos de
pretexto para una guerra intestina, me resolví dejarla. […]

[…] Mi presencia en el país sería siempre pretexto para desavenencias, y se me


atribuirían planes en que nunca pensara. Y para evitar aún las más remota sospecha,
me expatriaré gustoso y me dirigiré a una nación extraña. Sólo le pediré al Congreso
que pague la nación las deudas que he contraído con particulares amigos, que no son
de gran consideración; pues aunque el mismo Congreso dejó a mi arbitrio que tomara
para mí lo que necesitara y la Junta me hizo una asignación, yo no podía hacer uso de
lo uno ni de lo otro, cuando las necesidades de las tropas, empleados y funcionarios
públicos llegaban a mi corazón.”

Agustin de Iturbide, 19 de marzo de 1823.

Se determinó que Iturbide saliese con su familia escoltado por el general Nicolás
Bravo tal y como lo había solicitado el propio ex emperador. Aún después de realizada
la abdicación, hubo choques entre la población cuando entró el llamado Ejército
Libertador a la Ciudad de México que fue recibido en la ermita de San Antonio por
grupos armados y el populacho. Pero todo fue inútil, el fraile Aguilar, que encabezaba a
un grupo, tuvo que refugiarse en el convento de La Merced y el sargento Pio Marcha
fue apresado en el Salto del Agua.

El 7 de abril de 1823, el Congreso declaró la coronación de Agustín de Iturbide


como obra de violencia y de la fuerza y de derecho nulo. Asimismo, el Congreso
declaró que en ningún tiempo hubo derecho para obligar a la nación mexicana a
sujetarse a ninguna ley ni tratado, en consecuencia consideró no subsistentes el
Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba, quedando en absoluta libertad para
constituirse en la forma de gobierno que más le acomodase.

El 29 de marzo convocó a una reunión en la ciudad de Guatemala. El 24 de junio el


Congreso local votó su separación de México, con excepción de la provincia de
Chiapas, la cual prefirió mantenerse unida. El 1 de julio de 1823, se constituyó la

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llamada Provincias Unidas del Centro de América. La nación mexicana comienza a
tener perdida de territorios a partir de esta fecha.

Exilio y muerte de Iturbide

El Congreso asignó una pensión anual de veinticinco mil pesos a Iturbide, con la
condición de que estableciera su residencia en cualquier lugar de Italia. También su
familia tendría el derecho de la pensión que las leyes designasen en caso de muerte
del ex emperador.

El 9 de mayo, Iturbide llegó a la desembocadura del río La Antigua, en Veracruz, y


Guadalupe Victoria acudió a despedirlo; el ex emperador, como muestra de gratitud y
reconocimiento, quiso regalarle un reloj, el ex insurgente no lo quiso admitir y le dio
a cambio un pañuelo de seda, el cual guardó hasta el momento de su muerte.

El 11 de mayo de 1823, Iturbide en compañía de su esposa, ocho hijos y diecinueve


sirvientes, se embarcó en la fragata inglesa Rowllins con destino a Europa.
Asimismo, solicitó protección por temor a ser atacado por un barco pirata o un barco
español.

Después de la partida de Iturbide del territorio mexicano, en el periodo subsecuente se


presentaron levantamientos y manifestaciones en varias localidades a favor del ex
emperador y en contra de su derrocamiento. Hubo arrestos y fusilamientos, lo que
nuevamente le dio mala imagen al gobierno y el descontento aumento. Conspiraciones
y entramados de planes y estrategias de varios diputados del Congreso fueron
descubiertas y castigadas a manos de la regencia mexicana.

Mientras, Iturbide llegó a Livorno el 2 de agosto de 1823. Se alojó en la casa de campo


de Paulina Bonaparte, hermana de Napoleón Bonaparte, e intentó trasladarse a
Roma pero no se le permitió. También se entrevistó con el ex cónsul de España,
Mariano Torrente, quien mostró su interés por conocer la historia del ex emperador.
Por su parte, Iturbide escribió en Livorno, Toscana, su Manifiesto al mundo, también
conocido como Manifiesto de Liorna —fechado el 27 de septiembre de 1823— pero
no pudo publicarlo.

Debido a persecuciones y acosos, viajó por Suiza, la ribera del Rin y Bélgica hasta
llegar a Ostende. Posteriormente cruzó el canal de la Mancha para llegar a Londres, en
donde se estableció el 1 de enero de 1824. Mediante la ayuda de un amigo suyo,
llamado Quin, pudo publicar su Manifiesto. Todos los movimientos de Iturbide
fueron observados e informados por el padre José María Marchena, espía

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mexicano, que puntualmente mantuvo informado al ministro de Interior y Relaciones
Exteriores, Lucas Alamán.

Durante su estancia en Londres, el Iturbide recibió cartas de México, en la que sus


partidarios le animaban a regresar. El 13 de febrero, Iturbide envió mensaje dirigido al
Congreso, en el que notificó su salida de Italia, así como su deseo y disposición para
prestar sus servicios al gobierno de México, pues consideraba que la
independencia de la nación corría peligro por los esfuerzos que hacía España con
ayuda de la Santa Alianza para reconquistar los territorios americanos.

Pero todo iba a terminar en desgracia para el ex emperador. Desde marzo de 1824,
durante las sesiones del Congreso mexicano, fueron mencionados y discutidos los
levantamientos iturbidistas por parte del pueblo mexicano y, el 3 de abril, por sesenta y
seis votos contra dos, se declaró traidor a Agustín de Iturbide, siempre y cuando se
presentase en cualquier punto del territorio mexicano bajo cualquier título, al igual
que cualquier persona que cooperase en favorecer su regreso. El 22 de abril, se
dictaminó que si Iturbide pisaba suelo mexicano sería declarado traidor y enemigo
del Estado, por tal motivo cualquiera podría darle muerte.

Tristemente para Agustin de Iturbide, el 4 de mayo de 1824, se embarcó en el


bergantín inglés Spring, lo acompañaron su esposa y dos de sus hijos menores, u un
séquito de personas que trabajaban con él. Llevaba consigo una prensa, documentos
personales y un manifiesto que dirigiría al pueblo de México.

Fue apresado en territorio mexicano el día 16 de julio de 1824 un lugar llamado Los
Arroyos. El comandante Felipe de la Garza trasladó a Iturbide a Padilla, en donde se
encontraba sesionando el Congreso local del recién creado estado de Tamaulipas. El
gobernador era Bernardo Gutiérrez de Lara, quien había simpatizado con los
personajes insurgentes Hidalgo y Morelos, dirigiendo a un grupo de insurgentes en la
zona de Texas. En su defensa, Iturbide arguyó la posible invasión que se preparaba
con ayuda de la Santa Alianza, pero nadie le creyó. El Congreso local ordenó
cumplir el decreto federal, condenándolo a muerte.

El 19 de julio de 1824 Iturbide fue fusilado, sus últimas palabras fueron:

“¡Mexicanos!, en el acto mismo de mi muerte, os recomiendo el amor a la patria y


observancia de nuestra santa religión; ella es quien os ha de conducir a la gloria. Muero
por haber venido a ayudaros, y muero gustoso, porque muero entre vosotros: muero
con honor, no como traidor: no quedará a mis hijos y su posteridad esta mancha: no
soy traidor, no”.

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