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Si un observador occidental visita una fábrica que aplique los sistemas de producción
japoneses, sin duda destacará tres aspectos diferenciales: El impresionante orden y limpieza
de la planta, una falta total de existencia por los pasillos con unos almacenes ridículos en
comparación con homologas occidentales, y un sentimiento de calidad que flota en el
ambiente.
Tal reto los japoneses lo califican como un buen mantenimiento, aunque existe un
slogan muy común que es el mas de las “6 S” de las palabras: Seiri – Seiton – Seiketsu –
Seiso – Shitsuke – Shukan, que significan cada cosa en su sitio, un sitio para cada cosa,
limpieza, lavado y barrido, disciplinado, y, segunda naturaleza. Este principio es válido
para los productos, la información y el utillaje.
B) Disminución de activos:
En un entorno JIT se detecta una ausencia casi total de exigencias en las plantas de
fabricación. La típica imagen de una fabrica occidental donde los pasillos y los
alrededores de las maquinas están llenos de contenedores repletos de piezas
semielaboradas es el polo totalmente opuesto a las fabricas japonesas.
Las materas primas se destruyen en pequeñas cantidades a medida que son
necesarias. Los proveedores suelen entregar los productos varias veces al día, al
contrario de una o dos veces al mes como ocurre en Estados unidos y en Europa. Es
muy usual que el propio transportista deposite las materias primas de los proveedores
al pie de la línea de producción que los utilizara, en lugar de mandaros al almacén de
entrada.
Existe una total confianza con los proveedores adquirida a lo largo del tiempo. Así
pues, los primeros pedidos de un proveedor pasan por un exhaustivo control de
calidad donde no es raro que se comprueben hasta el 100% de los productos hasta
que se demuestra la calidad de los productos recibidos. Una vez pasado este periodo
de “prueba” los materiales se depositarán en las líneas de producción teniendo
absoluta confianza sobre su calidad. Además, los pedidos del proveedor no solamente
han de conllevar calidad en los productos, sino calidad en el servicio, sobre todo en los
horarios de entrega.
Los retrasos y las diferencias entre lo pedido y lo recibido tan usuales en occidente,
serian un fallo imperdonable y de graves consecuencias si se produce en Japón. En
contrapartida los proveedores tienen una absoluta fidelidad por parte de la empresa
cliente, tanto en las épocas de mas trabajo como en casos de crisis, así como una
estrecha colaboración de cualquiera de los departamentos de la empresa cliente que
sea necesario para resolver algún problema del proveedor.
C) Calidad Total:
Las empresas japonesas piensan, hasta llegar a la obsesión, en la calidad como fuente
primordial de la ventaja competitiva. Actualmente se puede identificar un producto
japonés como un producto preciso fiable y duradero, en contraposición con los
productos japoneses de la década de los 50, cuando la etiqueta de Made in Japan solía
conllevar la imagen de un producto barato de poca calidad. Este cambio no se debe a
que los japoneses hayan descubierto la piedra filosofal, sino al duro esfuerzo de casi 60
años desde que se aprobó un Plan Nacional Largo Plazo sobre la calidad en 1946, como
ya hemos comentado.
Para los japoneses la calidad no significa solamente que un producto cumple los
estándares previamente fijados, sino que la calidad es un proceso sin errores Citado a
Hayes: “cuando un directivo japonés habla de un problema de calidad en una
explotación es tan probable que se refiera a un problema de diseño, de productividad
de entregas o de existencias, como que aluda a los productos defectuosos”.
INCORPORAR LA CALIDAD:
Para conseguir el mínimo numero de defectos a que nos tienen acostumbrados las
empresas japonesas, parten de la base de que la calidad de un producto no se
inspecciona, sino que se incorpora y antes de incorporarla, hay que pensarla.
Una vez iniciada la fase de fabricación los directivos forman a los trabajadores para
que los productos resultantes incorporen un nivel uniforme de alta calidad. Cuando el
sistema funciona bien, el resultado son productos de alta calidad y se convierte en
motivo de orgullo, y las actitudes y acciones de la dirección tiende constantemente a
reforzar este sentimiento.
Finalmente podemos decir que los directivos japoneses son plenamente conscientes
de que el proceso mejor diseñado con los trabajadores mas competentes no será
capaz de producir productos de alta calidad si las materias primas que se incorporan
no son de alta calidad. De esta manera se crea una relación muy particular con los
proveedores, trabajando en conjunto para detectar los productos y cuidándoles a
resolverlos.