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Del libro de Josué.

Emma: Este es un intento sencillo de comentar el libro, desde mi humilde lugar, sin haber
recurrido más que a la oración y la Sagrada Escritura, dejando en claro que conozco que la misma
se ha escrito con único Espíritu, y con un único Espíritu debe ser interpretada. Si en algo
contradijera la interpretación que por tradición se recoge de los santos padres, o fuera en
dirección contraria al magisterio Católico de siempre, que sea suprimido (lo mío). Y si es suprimido
en su totalidad, que por lo menos sirva de modelo de lo que jamás deba decirse al respecto.
Cuento también, en este ejercicio que nos hemos propuesto, con tu devolución.

Santiago.

(Cap. 1 al 4,18):

-Josué, hijo de Nun, estaba lleno del “espíritu de sabiduría”, como nos muestra el final
Deuteronómico, luego de recibir la imposición de manos de parte de su predecesor Moisés, por
eso los Israelitas le obedecían (Deut. 34, 9).
Las primeras palabras que Dios dirige a Josué intentan dejarle en claro que ya no debe
temer a nada ni nadie: -“sé valiente y firme” (Jos. 1,6).
Pero como máxima irremplazable, para que mediante él Dios mismo pudiese obrar, debe
este observar rigurosamente la Ley que el mismo Moisés le había heredado:-“basta que seas
fuerte y valiente, para obrar en todo según la ley que te dio Moisés, mi servidor: No te dejaré, ni te
abandonaré”(…)”no te apartes de ella ni a la derecha ni a la izquierda”(Jos. 1,7).
Aquí lo importante de remarcar: Dios brinda seguridad al hombre, Él es su auxilio, a cambio
pide fidelidad, perseverancia en la vida buena, enmarcada necesariamente en la Ley divina
otorgada al pueblo elegido.

Comienza lo que entiendo como una especie de “pasaje” representativo del “día del Señor”,
casi en su totalidad, con múltiples figuras, que llegará por lo menos hasta el capítulo 4 versículo
18.

Josué debe tomar en posesión la tierra prometida por Dios, podríamos decir a modo grosero
que es aquella situada entre el Mar Grande (Mar Mediterraneo) a occidente, y el Mar Muerto, el
Rio Jordán, y lago de Genesaret a oriente. Para ello pedirá el auxilio de las tribus de transjordania,
Gad, Rubén, y Manasés.
Josué, en esta prefiguración apocalíptica, se me representa como la figura del Padre. Los
colaboradores de las tribus de transjordania, que ya poseen la tierra, como la “Iglesia Triunfante”;
los espías de Josué en Jericó, como figuras del Hijo y del Espíritu Santo; la figura de Rajab y sus
familiares, como todos aquellos que han de guardar la Ley hasta el final de los tiempos.

El pacto entre Rajab y los espías, alude a la segunda venida del Señor. El único pacto posible con
Dios, es él propuesto a Josué en el capítulo uno, “guardar los mandamientos”. En el día del Señor,
la ira y la justicia divina arrasará la tierra, se salvarán aquellos que guarden celosamente los
mandamientos por Él dados. Pero:-“cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?
(…)”(Lc. 18,8).

Los espías, figuras de la segunda y tercera persona divina, esperan tres días ocultos, como el
Señor muerto en el sepulcro, y van hacia Josué a informar lo acontecido antes de volver a tomar
posesión de la tierra, como el mismo que Subió a los cielos y está sentado a la derecha del Padre, y
de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.

En el capítulo tres es el Arca la que lleva la delantera. El Arca es Figura de Cristo; que en Apoc.
11,18 relata:-“llegó el tiempo (el día de la ira de Dios” (…)”y el momento de exterminar a los que
corrompían la tierra”. Luego de esta imagen apocalíptica aparece llevando la delantera, igual que
por el Jordán, el Arca, capitulo 11,19:-“En ese momento se abrió el templo de Dios que está en el
cielo, y quedó a la vista el Arca dela Alianza”, que es Cristo mismo.

Josué, que es imagen del padre, les dice a su pueblo en 3,4:-“Porque ustedes nunca pasaron por
este camino”. Esto alude a la realidad virginal, única e irrepetible del juicio final. El pueblo que
sigue al Arca es figura de la “Iglesia Triunfante”.

En Hech. 1,11 vemos la ascensión del Señor, y nos dice que “unos hombres vestidos de blanco”
se aparecieron a los discípulos y les dijeron.-“este Jesús que les ha sido quitado, vendrá de la
misma manera que lo han visto partir”. Tranquilamente, y de manera no menos lógica, podríamos
pensar que no solo lo veremos volver de la manera que lo vieron, sino en el mismo sitio.
En Lc. 24,50 vemos que el Señor en el momento de la ascensión llevó a sus discípulos hasta las
proximidades de Betania, momentos previos a elevarse por los cielos y perderse de sus miradas.
Este es el mismo sitio, que en el antiguo testamento encontramos con el nombre de Jericó,
allá donde fueron enviados los espías, donde atravesando el Jordán Josué y el pueblo elegido está
por expulsar a Cananeos, Hititas, Jivitas, Perizitas, Guirgazitas, Amorreos y Jebuseos, figuras todas
de los malditos que serán expulsados al infierno en el juicio final.

Nótese: “el Arca de la alianza del Señor de toda la tierra” (Jos. 3,11), no dice “del Señor de los
israelitas”. Esto evidencia el carácter católico prefigurado en el Arca de la alianza, figura de
Jesucristo, Dios y Señor del universo.

La toma de posesión definitiva de la tierra prometida por las tribus de Israel, es la toma de
posesión definitiva del mundo venidero por los santos, a través del juicio final en el día del
Señor:-“Ahora elijan a doce hombres entre las tribus de Israel, uno por cada tribu” (Jos. 3,12); y
Apocalipsis 7, hablando de los elegidos de Dios:-“oí entonces el número de los elegidos que habían
sido marcados: eran 144.000 pertenecientes a todas las tribus de Israel. Doce mil de la tribu de
Judá. Doce mil de la tribu de Rubén(…).” Y así doce mil de cada tribu.

Finalmente la Sagrada escritura funde en uno ambos eventos…

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