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Testimonio doctor

Mi nombre es Daniel Cuji Vásquez, trabajo actualmente en el hospital José Carrasco Arteaga de
Cuenca, en el área de infectología, y he tratado con pacientes de coronavirus desde que llego
la pandemia a la ciudad.

Antes de que empezara esta situación el hospital ya manejaba un servicio de infectología por
lo que tuvo que ampliar y adecuar esta área cuando el COE (Comité de Operaciones de
Emergencia) activo la declaración de emergencia.

Los médicos estamos preparados para lidiar con cualquier tipo de enfermedad, sin embargo,
esto era nuevo, tanto para la ciudadanía como para nosotros, así que generalmente todo lo
nuevo suele venir con un poco de miedo, no obstante, decidimos dar un paso adelante y
empezar a manejar esta situación.

En mi primer turno tuve 6 pacientes y diariamente empezaron a llegar más, la afluencia


máxima que tuve fue de 10 en mi guardia. Algunos tenían que internarse, otros eran dados de
alta y otros lastimosamente fallecían

Empezamos a investigar e informarnos sobre que paciente necesita terapia intensiva, quien no
necesita terapia intensiva, cuál va a fallecer porque hay casos como los adultos mayores que
tienen deteriorado su sistema inmunológico y lamentablemente no hay como hacer nada con
ellos

Había pacientes que se consideraban estables hasta cierta hora, pero posteriormente en la
madrugada presentaban fallas inminentes, estos necesitaban un cuidado más intensivo y las
jornadas se volvían un poco cansadas.

(foto)

Tuve miedo de contagiar a mi familia, creo que la mayoría de médicos que trabajamos con
estos pacientes decidimos aislarnos de nuestras familias a pesar de todos los equipos y
protocolos de prevención.

Los primeros 15 días desde el 29 de febrero al no haber casos registrados en Cuenca no nos
dieron el equipo necesario y he sabido de 3 o 4 compañeros que se contagiaron. Nos dieron
mascarillas y equipo de protección personal a partir del 15 de marzo.

Con los pacientes que lamentablemente fallecieron no tuve la oportunidad de avisarles a sus
familiares, pero algunos colegas si tuvieron la necesidad de hacerlo, es una situación un tanto
ambigua porque nunca se había pasado por esto, aun así, es triste tener que decirle a alguien
que un familiar falleció y peor que haya estado sus últimas horas en aislamiento.

Fue muy dura la situación en general, la falta de datos, la presentación clínica de los pacientes,
el aislamiento que debía hacerse con los pacientes y la necesidad de seguirles recibiendo. Estas
enfermedades suelen presentarse con ciertas características, sin embargo, la percepción global
es la misma, no podemos aún con esta enfermedad.
Antes de ingresar al servicio de infectología llegue a pensar en la posibilidad de dejar este
trabajo, sin embargo, a mí la vida médica me ha gustado desde siempre y hay algo que a la
mayoría de médicos nos define y es la capacidad de enfrentarse a este peligro que a veces no
es perceptible, pero está ahí, después de todo los médicos queremos el bienestar de todos los
pacientes sean cual sean sus características.

Hay pacientes que a pesar de tener características terribles tienen las ganas de querer volver al
mundo y uno se contagia de esa energía. Si el cree yo también debo ayudarlo a creer y eso fue
lo que motivó diariamente a seguir hasta la final

No he perdido la energía ni las ganas de seguir ayudando a todas las personas que pueda
desde mi posición.

La enseñanza que me ha dejado todo esto es que los gobiernos no deben gastar en
armamento o cosas endebles que no tienen que ver con la economía y se debe priorizar
sistemas que son fácilmente colapsables como la educación o la salud.

Como mensaje final podría recomendar a las personas mantener el estado de Schrodinger
también llamado el estado doble, de tener o no tener una característica, si usted como
persona que no tiene el covid-19, tiene miedo de tenerlo o de contagiar a alguien manténgase
en ese estado utilice las medidas de desinfección y así ayudaremos a superar esta situación.

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