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AUTOESTIMA INFANTIL –

10 claves para fomentarla

La Autoestima es la valoración que hacemos de


nosotros mismos como personas, de nuestra forma de ser,
nuestra personalidad, nuestros rasgos físicos, mentales,
comportamentales e incluso morales.  No se trata de un
concepto inmutable y estable que nos defina de por vida, sino
que es algo que se aprende, se desarrolla y se puede mejorar.
La infancia es una etapa fundamental en la que se forjan las
bases de la autoestima. El periodo de 0 a 6 años es
especialmente sensible, ya que el niño irá absorbiendo e
integrando todas y cada una de las experiencias que vivencie,
y éstas tendrán una importante influencia en la forma que
tenga de ver y sentir la vida en etapas posteriores.  Es en este
periodo en el que se construyen e interiorizan a nivel
subconsciente toda una serie de creencias que guiarán la
interpretación y vivencia subjetiva de sus experiencias
posteriores. No obstante, si bien este periodo es
particularmente crítico, la autoestima está en construcción a
lo largo de todo el ciclo vital.

Factores que contribuyen a la formación de la


Autoestima Infantil
La autoestima se conforma en base a la influencia de factores
de distinto tipo:

 Personales: capacidades intelectuales y físicas, imagen


corporal etc.

 Sociales: valores de la sociedad, cultura dominante,


creencias etc.

 Personas significativas: interacciones con padres,


hermanos, maestros, iguales etc.
En definitiva, el desarrollo de la autoestima está
estrechamente relacionado, por un lado, con los valores
predominantes en la cultura en la que se encuentre el/la
niño/a. Así, por ejemplo, si la sociedad privilegia la delgadez
femenina o las habilidades deportivas en los hombres  y el/la
niño/a los cumple, es probable que su autoestima se vea
reforzada. Por el contrario, si no lo hace, puede menoscabarse
su autoconcepto, con la consiguiente repercusión en su
estado de ánimo. Por otro lado, es fundamental el trato,
consideración y crítica que reciba por parte de los adultos
significativos para él/ella, especialmente padres y profesores
o incluso entrenadores, ya que la opinión que se construya de
sí mismo/a dependerá en gran medida de la percepción de la
opinión que reciba de ellos. Los iguales adquieren especial
importante a finales de la pubertad y en la adolescencia,
donde la influencia llegará a ser incluso superior a la de los
adultos.

Cómo fomentar la autoestima de los niños.


Consejos para Padres y Educadores

1. Evitar comparaciones
 Siempre que hay una comparación, hay alguien
que sale perdiendo. Es importante no comparar a los
niños ni con sus hermanos ni con sus amigos ni con
ningún adulto. Debemos transmitirles que cada persona
es única e irrepetible y tiene valor por sí misma, con
independencia de las características de los demás.

2. No etiquetar
 Adjetivos como “malo”, “tonto” o torpe” pueden
generar estigmas en los niños e incluso pueden llegar a
utilizarlos ellos mismos para justificar su conducta. “No
me sale porque soy tonto”, “Me han castigado porque
soy malo” etc. Es importante que aprendan a no
identificarse con etiquetas limitantes.

3. No pedirles perfección
 Todos sabemos que nadie es perfecto, pero a veces
no podemos evitar exigirles excelencia a los niños en los
aspectos que nosotros consideramos más importantes
(estudios, deportes etc.). Estos estándares tan elevados
pueden generarles ansiedad y sentimientos de fracaso si
se sienten incapaces de cumplirlos. Deben saber que les
aceptamos tal y como son, con sus virtudes y sus fallos,
ya que sólo así podrán sentirse seguros de sí mismos y
desarrollar una autoimagen positiva.

4. Elogiarles, valorar sus esfuerzos


 Los niños necesitan que sus esfuerzos sean
reconocidos, y el elogio es una buena manera de hacerlo
si se lleva a cabo de la forma adecuada. Los elogios
deben ser específicos y acordes con la conducta o el
rasgo que se pretende reforzar. Si se llevan a cabo de
manera excesiva o descontextualizada podrían tener el
efecto contrario al deseado.

5. Corregirles desde el respeto y el cariño


 Indudablemente tenemos que corregir a los niños
para que aprendan a reconducir sus acciones. Debemos
evitar adoptar actitudes que les culpabilicen, como
gritos o reproches, y darles a entender que, si bien lo
que han hecho no es adecuado, pueden hacer las cosas
bien y nosotros estamos ahí para ayudarles y aprender
con ellos. Siempre es mejor que les demos indicaciones
positivas de cómo deben hacer las cosas, más que
centrarnos exclusivamente en lo que no deben hacer.
6. Dedicarles tiempo de manera exclusiva
 Los niños necesitan confiar en nuestra
disponibilidad y disposición para ellos para poder
sentirse seguros y desarrollar una imagen de sí mismos
como seres valiosos y dignos de cuidado y atención.
Para ello, debemos transmitirles que les tenemos en
cuenta y dedicarles tiempo en exclusiva, en el que ellos
se sientan protagonistas. Esto es especialmente
importante cuando hay hermanos, pero debemos
cuidarlo en todos los casos.

7. Fomentar su autonomía. Darles responsabilidades


 Enseñarles a asumir ciertas responsabilidades
desde pequeños es fundamental para que maduren y
desarrollen su percepción de autoeficacia. Delegar en
ellos pequeñas tareas diarias (poner la mesa, doblar su
ropa, recoger su cuarto etc. ) les ayudará a confiar en su
capacidad para manejarse de forma autónoma y confiar
en sí mismos.

8. Enseñarles a tomar decisiones por sí mismos y


resolver sus problemas
 Muchas veces tratamos de evitar que los niños
fracasen y se frustren, y les sobreprotegemos para
alejarlos del sufrimiento o tomamos decisiones en su
lugar porque pensamos que es lo mejor para ellos. Sin
embargo, es importante enseñarles que el fracaso forma
parte de la vida y del crecimiento, y que aprender a
manejar las desilusiones propias del día a día puede
ayudarles a salir fortalecidos y aprender grandes
lecciones. Deben saber que un fallo, rechazo o
frustración no pone en tela de juicio su valía personal. Es
fundamental enseñarles a hacer atribuciones ajustadas
para que desarrollen tolerancia a la frustración y no se
dejen hundir.

9. Validar sus emociones


 Cuando un niño está triste, enfadado, asustado o
siente alguna emoción que juzgamos como negativa,
tendemos a recurrir al típico “No pasa nada”. No
obstante, ignorar sus sentimientos les transmite que no
son importantes o no merecen atención. Si algo les hace
sentir mal, es conveniente que les hagamos ver que
comprendemos su malestar, que les validemos.

10. Establecer límites claros


 Es indispensable marcar ciertos límites y ser
consistentes con ellos. Un ambiente ordenado, unos
horarios marcados y ciertas normas de conducta son
necesarias para que el niño adquiera una serie de
rutinas que pueda prever y que le darán seguridad. Una
vez establecidas las reglas o condiciones, es importante
que las cumplan y que, en caso contrario, seamos
consistentes en las consecuencias.

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