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El nuevo paradigma jurisprudencial de la carga probatoria I, por Luis Ramirez

Con ocasión a la Sentencia Magistral del Dr. Guillermo Blanco Vázquez,


número 292 de la Sala de Casación Civil del T.S.J de fecha 3 de mayo del
2016, a través de la cual fija criterio jurisprudencial y un nuevo enfoque
paradigmático sobre la carga de la prueba estableciendo lo que sigue “…la
Sala (…), reexaminó lo concerniente al establecimiento de los elementos
correspondientes a la Carga de la Prueba u Onus Probandi de las partes y en
tal sentido, busca armonizar para casos futuros dicha carga con la actividad del
juez en la búsqueda de la verdad y con la finalidad del proceso, aspectos
propios de un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, tal como
quedó diseñado en el artículo 2 de la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela, dando un enfoque mucho más amplio y justo al proceso civil en
el hallazgo de la justicia…” ello para alejarse de los análisis pragmáticos de
rigidez que contrasta con el dinamismo del derecho la Sala dejo establecido
que el “Derecho y la Carga de Probar” se traducen en defenderse probando,
formando parte de la cabal y plena caracterización de la defensa y del fin del
proceso (Justicia y Verdad)” que las partes deben colaborar con la justicia y
este que “el rígido esquema positivista de la actual carga de la prueba, pesada
atadura formal y de ficciones que “ahogan” y “ocultan” la verdadera verdad”
ante un Juez que debe resolver en la estática posición de quien alega debe
probar sin poder materializar la “…construcción del Estado Social de Derecho y
de Justicia, del artículo 257 que consagra al proceso una naturaleza
meramente “instrumental”, para conseguir el fin: “La Justicia”, enfrentadas
éstas al paradigma procesal de los hechos, la verdad y el proceso civil…”

PARTE II

on la Sentencia Magistral del Dr. Guillermo Blanco Vázquez, número 292 de la


Sala de Casación Civil del TSJ de fecha 3 de mayo del 2016, ha querido
significar la Sala que “…en materia del Proceso Civil, bajo la óptica
constitucional, en determinadas situaciones ponderables, el viejo aforismo de
que prueba quien dice (quidicet, qui prueba), se rompe para dar paso a la
Doctrina de la “Colaboración y Solidarismo Probatorio”, que no es otra cosa
que entender que si bien ambas partes deben llevar a la convicción del
juzgador la verdad de sus dichos, en mayor grado, ello corresponde a quien
cuenta con más elementos materiales para probar la veracidad de sus
argumentos…”.

Ello es porque el fin del proceso es la justicia y el proceso debe desarrollarse


dentro del marco constitucional por lo que dicho fallo asume que “…quien tiene
la mejor posibilidad de acreditar la verdad de los hechos, lo que, a pesar de la
existencia de las normas de carga probatoria, que deben desaplicarse al caso
en concreto, obligan a desplegar la actividad procesal necesaria para probar el
hecho en cuestión, por lo que cobra importancia el principio del equilibrio
procesal de las partes (artículo 15 del Código Adjetivo Procesal) que involucra
el deber de probar a quien mejor puede hacerlo, “favor probationis” o Teoría de
las Cargas Probatorias Dinámicas, que hace recaer la carga de la prueba en
quien se halla en mejor condición de aportarla, a los fines de obtener la verdad
objetiva”.

Por todo lo anterior concluye que “existe una complejísima variedad de factores
que intervienen en determinadas relaciones para desaplicar en cada caso
concreto una norma como la de la carga de la prueba, por ello el constituyente
atribuyó el control difuso (artículo 334 constitucional) en cada uno de los
jueces, para que, ante cada situación conjugue con los elementos de ésta
principios constitucionales y obtenga la solución justa en un Estado Social de
Derecho y Justicia”.

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Derecho Procesal Civil

SCC fijó nuevo criterio en materia de las formalidades del acto de promoción de
pruebas en orden a su validez

Mediante sentencia de fecha 16 de noviembre de 2001, la Sala de Casación


Civil con ponencia del Magistrado Dr. Franklin Arrieche G., estableció
novedoso criterio en relación con el objeto de las pruebas, particularmente, en
cuanto a la validez del acto de su promoción en correspondencia con la carga
que recae sobre el promovente de indicar el objeto de las pruebas ofrecidas.

La decisión acoge el criterio que venía sosteniendo la Sala Plena del Tribunal
Supremo de Justicia, pero con una importante ampliación. Aún cuando venía
siendo criterio pacífico la necesidad de establecer el objeto de la prueba a los
fines del control y validez de la actuación con la cual se produce el medio
probatorio, sin embargo, la decisión que se comenta, no sólo remarcó el
carácter obligante del cumplimiento de tal formalidad sino que además la
extendió a las pruebas de testigos y de confesión.

Con anterioridad al fallo del 16 de noviembre de 2001, había expresado el


Magistrado Dr. Jesús Eduardo Cabrera Romero en su obra “Contradicción y
Control de la Prueba Legal y Libre” que:

“...En la mayoría de los medios de prueba, el promovente, al momento de


anunciarlos, debe indicar que hechos trata de probar con ellos, por lo que
resulta fácil comparar lo que se pretende probar, con los hechos alegados
controvertidos y por tanto, calificar o no la pertinencia o la impertinencia
manifiesta. Por tratar el objeto de la prueba de afirmaciones sobre cuestiones
fácticas que cursan en autos (hechos alegados en la demanda y la
contestación), al juez le es atribuida la calificación oficiosa de la pertinencia,
medie o no oposición formal, lo que decidirá en el auto de admisión o negativa
de prueba, que se dicta como consecuencia de la promoción.

Existen medios que pueden ser propuestos sin necesidad de señalar su objeto,
tales como la confesión judicial, que se trata de provocar mediante posiciones
juradas y en el CPC de 1987, la prueba de testigos. Con ambos medios y otros
semejantes, la oposición por impertinencia no funciona a priori y debe
interponerse con motivo de la evacuación de la prueba, para que no se reciba
toda ella o sectores de la misma. La oposición por esta causa queda deferida al
instante de su evacuación....”

Tal parecer fue acogido en sentencia del 8 de junio de 2001 por la Sala Plena
Accidental del Tribunal Supremo de Justicia, sin embargo, en la doctrina
sentada por la Sala de Casación Civil en fecha 16 de noviembre de 2001, se
extendió la necesidad de señalar el objeto de la prueba a la de testigos y la de
confesión judicial provocada (posiciones juradas) en orden a su validez. Sólo
de esa manera –sostiene la Sala- puede explicarse el contenido del artículo
398 del Código de Procedimiento Civil, el cual obliga al juez a: “...que se omita
toda declaración o prueba sobre aquellos hechos en que aparezcan claramente
convenidas las partes.

Aclara la jurisprudencia que el nuevo criterio no significa que al momento de


hacerse la oferta de las pruebas, el promovente (en el caso de los testigos y la
confesión) deba consignar el interrogatorio que se formulará al testigo o a la
parte que habrá de absolver las posiciones; debiendo cumplir únicamente con
la carga de “...exponer la materia u objeto sobre la cual versará la declaración ,
permitiendo de esa manera saber si lo que se trata de probar, con la prueba de
testigos, es una obligación superior a dos mil bolívares o lo contrario a lo que
contiene un documento público, o si la confesión versará sobre hechos
pertinentes de los cuales la parte tenga conocimiento personal o si se trata de
hechos realizados por el apoderado en nombre de su poderdante.”

La sanción establecida el promovente de la prueba, conforme lo prevé la


sentencia que se comenta, será la consideración por parte del Juez de la causa
de que la prueba no ha sido válidamente promovida reputándose inexistente.
De aceptar y valorar el Juez las pruebas promovidas sin indicación de su objeto
específico, quebrantaría de la obligación de sentenciar conforme a lo alegado y
en violación franca del principio de igualdad procesal (i.e. Art. 15 CPC) por
sacar elementos de convicción fuera del proceso.

Especial relevancia tiene el nuevo criterio de la casación en relación con el


vicio de “silencia de pruebas”, ya que para éste se configure es menester que
quien recurra en casación , haya cumplido con la carga de señalar el objeto de
las pruebas promovidas y no valoradas por el fallo recurrido, ya que para pueda
dejarse de valorar la prueba -silencio de pruebas- debe existir una prueba
válidamente promovida, es decir, aquella en la que se hubiere señalado su
objeto con precisión.

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