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Derecho Sucesorio
DERECHO SUCESORIO:
MÓDULO 1
Principios generales:
La sucesión mortis causa tiene como presupuesto necesario y determinante la muerte del
sujeto a quien se habrá de suceder y comprende los siguientes elementos: 1) el difunto, de
quien dimana la sucesión; 2) el sucesor llamado por ley o por testamento, que puede ser
universal o particular; 3) y los derechos y obligaciones del causante que constituyen la
herencia.
1. apertura de la sucesión;
3. la aceptación.
Es decir, el sucesor ocupa la posición jurídica del causante en los derechos transmisibles;
en consecuencia, en principio, adquiere sus bienes y asume sus deudas. Esta regla general
contiene excepciones, pues hay posiciones jurídicas patrimoniales que no se transmiten al
heredero y hay otras que nacen en cabeza de éste con motivo de la muerte del autor de la
sucesión. En tal sentido, el art. 2280 prescribe que “desde la muerte del causante, los
herederos tienen todos los derechos y acciones de aquél de manera indivisa, con
excepción de los que no son transmisibles por sucesión, y continúan en la posesión de lo
que el causante era poseedor”.
Una consecuencia del principio que el sucesor asume la posición jurídica del causante es
que en la adquisición de la herencia no se altera el título por el cual es recibida. Esto
significa que el heredero sigue siendo comprador, permutante, etcétera, del derecho que
le transfirió el difunto. En la sucesión universal, se transmite la universalidad o una parte
indivisa de la herencia.
Así, distinguimos dos aspectos en esta sucesión: 1) el sustantivo: dado por la sucesión en la
posición jurídica del causante, que justifica la continuación de las relaciones jurídicas del
causante, con las consecuencias descriptas precedentemente; 2) el adquisitivo: que se
refiere a que el heredero adquiere la universalidad o parte alícuota de la herencia.
El sucesor particular no ocupa la posición del causante, ni responde por las deudas de éste,
salvo que no haya bienes suficientes en la herencia, en cuyo caso su responsabilidad se
limita al valor de lo que recibe; asimismo, responde por ellas en el supuesto que le sean
atribuidas como carga del legado. Un sector de la doctrina, sostiene que en la adquisición
a título particular no sólo cambia el sujeto de la relación jurídica, sino también “el título
constitutivo, que es el acto que sirve para transmitir el derecho”. Es decir, el legatario
adquiere el derecho de un acto diferente del realizado entre el causante y el
causahabiente.
La sucesión mortis causa puede ser legítima (intestada, legal) o testamentaria, según la
naturaleza de la fuente del llamamiento, es decir, según si la sucesión proviene de la ley o
de la voluntad del sujeto expresada en testamento. Nuestro sistema legal recepta ambas
categorías.
Así, el art. 2277 del Código establece que “la muerte real o presunta de una persona causa
la apertura de su sucesión y la transmisión de su herencia a las personas llamadas a
sucederle por el testamento o por la ley”. La sucesión intestada es la deferida por la ley al
cónyuge y a los parientes más próximos del causante, conforme a un determinado orden
establecido por la misma ley; la testamentaria, en cambio, responde a la voluntad del
causante manifestada en el testamento.
El art. 2424 del Código, cuando define a los herederos legítimos, prescribe que “las
sucesiones intestadas se defieren a los descendientes del causante, a sus ascendientes, al
cónyuge supérstite, y a los parientes colaterales dentro del cuarto grado inclusive, en el
orden y según las reglas establecidas en este Código”. El fundamento de este tipo de
sucesión está basado en el respeto a la voluntad presunta del difunto, dado por el
reconocimiento del orden natural de sus afectos y la protección del interés familiar.
Respecto a las sucesiones testamentarias, el art. 2462 establece que “las personas
humanas pueden disponer libremente de sus bienes para después de su muerte,
respetando las porciones legítimas”. Su fundamento reposa en el respeto a la libre
voluntad del causante expresada en su testamento, que en nuestro ordenamiento jurídico
se encuentra limitada en caso de existir legitimarios, pero que alcanza su plena expresión a
falta de éstos. En consecuencia, los sucesores pueden ser llamados por la ley, por la
voluntad del causante o en parte por la ley y en parte por voluntad del causante. Esta
compatibilidad entre ambos tipos de sucesiones ha sido receptada por el art. 2277, que
establece: “Si el testamento dispone sólo parcialmente de los bienes, el resto de la
herencia se defiere por la ley”.
Pactos sucesorios: El pacto sucesorio es el contrato cuyo objeto es todo o la parte de una
herencia futura y cuyo contenido concierne a su organización o a un aspecto de esa
organización por referirse a disposiciones o transferencia de derechos sucesorios
eventuales, a reglas de distribución de la herencia o a otras cuestiones sucesorias. El
Código Civil y Comercial, no admite la sucesión contractual. Expresamente, establece en el
art. 1010 que: La herencia futura no puede ser objeto de los contratos ni tampoco pueden
serlo los derechos eventuales sobre objetos, excepto lo dispuesto en el párrafo siguiente u
otra disposición legal expresa. Los pactos relativos a una explotación productiva o a
participaciones societarias de cualquier tipo, con miras a la conservación de la unidad de la
gestión empresarial o a la prevención o solución de conflictos, pueden incluir disposiciones
referidas a futuros derechos hereditarios y establecer compensaciones a favor de otros
legitimarios. Estos pactos son válidos, sean o no parte el futuro causante y su cónyuge, si
no afectan la legítima hereditaria, los derechos del cónyuge, ni los derechos de terceros.
bajo reserva de usufructo, uso, habitación o bajo renta vitalicia, se presume iuris et de iure
la gratuidad del acto y la intención de mejorar al beneficiario. El valor de los bienes debe
ser imputado a la porción disponible y el exceso debe ser colacionado. Si la donación o el
testamento otorgaran dispensa o estableciera una cláusula de mejora, el cónyuge y los
descendientes del causante están exentos del deber de colacionar el valor de los bienes
recibidos.
Sucesores: Dentro de los sucesores mortis causa, nuestro Código distingue a los herederos
y a los legatarios. A su vez, los primeros pueden ser universales o de cuota. Ambas
categorías de sucesores son conceptualizadas por el art. 2278 del Código Civil y Comercial
en cuanto establece que “se denomina heredero a la persona a quien se transmite la
universalidad o una parte indivisa de la herencia; legatario, al que recibe un bien particular
o un conjunto de ellos.
El heredero se subroga en la posición jurídica del causante y así recibe los bienes del
causante y asume las deudas. Sin embargo, el heredero ocupa una posición compleja que
no es coincidente en su totalidad con la del causante, pues hay relaciones jurídicas de este
que le son sustraídas a aquel, ya que muchos de los derechos y obligaciones del causante
desaparecen con él (derechos y obligaciones intransmisibles), así como dentro de los
derechos transmisibles, algunos se destinan a los legatarios y se sustraen de la esfera
patrimonial del heredero. Asimismo, hay derechos y obligaciones que nacen en cabeza del
heredero de manera originaria, pero con motivo de la muerte del autor de la sucesión
(derecho de colacionar, cumplir con los legados, etc.). La ocupación, por parte del
heredero, de la posición jurídica del causante que le otorga la calidad de tal y la
adquisición de la propiedad de los bienes de aquel se producen de manera simultánea. La
asunción de las deudas del causante se limita a los bienes o a su valor. El heredero se
encuentra habilitado a ejercer las acciones posesorias que le hubieren pertenecido al
causante. Excepcionalmente, puede ejercer acciones o excepciones tendientes a reclamar
o impugnar determinadas situaciones jurídico-familiares del difunto.
Luego, el art. 2488 instituye: Herederos de cuota: Los herederos instituidos en una fracción
de la herencia no tienen vocación a todos los bienes de ésta, excepto que deba entenderse
que el testador ha querido conferirles ese llamado para el supuesto de que no puedan
cumplirse, por cualquier causa, las demás disposiciones testamentarias.
La diferencia entre ambas categorías de herederos está dada porque los universales tienen
derecho a acrecer, esto es, vocación a heredar todos los bienes de la herencia a los que no
les hubiesen asignado un destino distinto; mientras que los de cuota carecen de tal
derecho, salvo en los casos que la ley o el testamento lo determine.
Legatario: El legatario es aquel que recibe un bien particular o un conjunto de bienes que
componen la herencia. El legado responde a la facultad otorgada al testador para atribuir a
alguna persona ventajas patrimoniales determinadas, en virtud de afectos familiares, de
amistad o de gratitud, entre otros. No sucede en la posición jurídica del causante, por el
contrario, sólo se trata de una adquisición y allí se agota la relación con el heredero o la
sucesión del causante.
Una de las diferencias entre el heredero y el legatario está dada por el modo de adquirir
los bienes, pues el primero recibe la universalidad de los bienes del causante o una parte
alícuota, en tanto que el segundo recibe bienes concretos. Desde otro costado, el primero
responde por las deudas del causante y su responsabilidad es intra vires (art. 2280: con los
bienes que recibe o con su valor si los enajenó), la que puede convertirse en ultra vires en
determinados casos (art. 2321); por el contrario, el legatario no responde por las deudas
del difunto, a no ser que se le impongan como cargas que acompañan la atribución del
legado, no haya bienes suficientes en la herencia o se trate del legado particular de una
universalidad (arts.2318, 2319, 2500) y hasta el valor de lo recibido.
Por último, el legatario sólo obtiene la posesión material del objeto de su legado en virtud
de la entrega que efectúa el heredero, el administrador de la herencia o albacea.
Contenido de la herencia: El artículo 2280 prescribe que: Desde la muerte del causante,
los herederos tienen todos los derechos y acciones de aquél de manera indivisa, con
excepción de los que no son transmisibles por sucesión, y continúan en la posesión de lo
que el causante era poseedor. Si están instituidos bajo condición suspensiva, están en esa
situación a partir del cumplimiento de la condición, sin perjuicio de las medidas
conservatorias que corresponden.
Conforme a ello, la herencia está compuesta por los derechos y obligaciones de carácter
patrimonial que se transmiten a los sucesores del causante, pero la herencia no es idéntica
al patrimonio del difunto, pues excepcionalmente hay derechos y obligaciones
patrimoniales que se extinguen con la muerte de su titular y otros derechos que nacen
derivados de la muerte, pero de manera originaria en el heredero.
El art. 2277 del Código Civil y Comercial, en su último párrafo, expresa que “la herencia
comprende todos los derechos y obligaciones del causante que no se extinguen con la
muerte”. Los herederos legitimarios –ascendientes, descendientes, cónyuge– son
investidos de pleno derecho, pues alcanzan la calidad de tales desde el día de la muerte
del causante, sin formalidad alguna y aun cuando ignoren la apertura de la sucesión; salvo
para los derechos registrales en los que se exige que para transferirlos les haya sido
reconocida su investidura por medio de la declaratoria judicial de herederos. En cuanto a
los colaterales, deben ser investidos de su calidad de herederos por el juez del proceso
sucesorio. En las sucesiones testamentarias, la calidad de heredero “resulta de la
declaración de validez formal del testamento”.
Derechos reales: En principio y salvo disposición legal en contrario, todos los derechos
reales se transmiten por herencia. También se transmite el aspecto patrimonial de la
propiedad intelectual. En cuanto a la posesión, el heredero continúa la del causante con
las mismas características que tenía. Así, para ejercer la acción por prescripción
adquisitiva del inmueble habitado por el autor de la sucesión, si existen varios herederos,
debe ser promovida por todos, pues cada uno tiene derechos del difunto de manera
indivisible.
Estado de familia y acciones que la protegen: Sólo pasan a los herederos ciertas acciones
de filiación. Los legitimados para actuar son aquellos que tienen vocación hereditaria
actual o eventual, es decir, que concurren a la herencia con el presunto hijo o resultan
desplazados o traídos a la herencia por él. Los recuerdos de familia (retratos, diplomas)
que no tienen prácticamente valor económico, pero pueden tener un importante valor
afectivo, son objeto de transmisión hereditaria. En cuanto a los sepulcros, forman parte
del caudal relicto y son transmisibles mortis causa.
Derechos y obligaciones que nacen con motivo de la muerte pero de manera originaria en
los herederos:
Se refiere a las situaciones jurídicas que no existían en cabeza del causante, sino que nacen
originariamente en el heredero, como consecuencia de su condición de tal. Estas no
integran el caudal relicto, ya que no estaban en el patrimonio del causante. Son aquellas
que nacen con motivo de la muerte, están vinculadas al fenómeno sucesorio, pero crean
situaciones originarias en el heredero.
Entre ellas, se pueden mencionar, desde el punto de vista de los derechos (aspecto activo)
que los sucesores pueden ejercer: acción de colación; acción de indignidad; acciones
de protección de la legítima; acción de partición; acción de petición de herencia. Desde
el punto de vista de obligaciones (aspecto pasivo): deben responder por las cargas de la
herencia; tienen la obligación de la entrega de los legados. También hay derechos y
obligaciones que nacen con ocasión de la muerte de una persona, pero que están
desvinculados del fenómeno sucesorio; entre ellos, podemos mencionar: el derecho de
pensión, la indemnización por la muerte del trabajador, seguro de vida, derecho real de
habitación del cónyuge supérstite y la atribución de la vivienda en caso de muerte de uno
de los convivientes.
Apertura de la sucesión: El art. 2277 expresa que “la muerte real o presunta de una
persona causa la apertura de su sucesión y la transmisión de su herencia a las personas
llamadas a sucederle por el testamento o por la ley”.
La muerte real o presunta es el hecho jurídico que causa de manera simultánea la apertura
de la sucesión de la persona fallecida y la transmisión de la herencia a los llamados a
recibirla por ley o por testamento. Una vez sucedida la muerte, la ley o la voluntad del
causante producirán el llamamiento a una o más personas para que reciban la herencia.
Supuesto de conmoriencia: Se refiere al caso en que dos o más personas que tienen
derechos hereditarios entre sí fallecen en un mismo desastre o acontecimiento o en
cualquier otra circunstancia. El Código Civil y Comercial, en su art. 95, presume la
contemporaneidad de los fallecimientos; esto es, que se considera que todas murieron en
el mismo instante si no es posible precisar quién falleció primero; en consecuencia, no se
puede alegar transmisión alguna de derechos entre ellos.
Por su parte, el art. 92 preceptúa que la prenotación queda sin efecto luego de
transcurridos cinco años desde la fecha presuntiva del fallecimiento u ochenta años desde
el nacimiento de la persona. Desde ese momento, puede disponerse libremente de los
bienes, y si sucediera que el ausente reaparece, éste podrá reclamar:
Efectos de la transmisión:
La ley que rige la sucesión es la vigente al tiempo del fallecimiento del causante,
correspondiente a su último domicilio.
Personas que pueden suceder: La capacidad es la aptitud legal para ser titular del derecho
a recibir por sucesión los derechos activos y pasivos transmisibles del causante. Tal
capacidad es la de derecho y debe acreditarse al momento de la muerte del autor de la
sucesión, salvo en el caso de las fundaciones creadas por testamento que obtengan la
autorización del Estado para funcionar. La capacidad para suceder ser rige por la ley del
domicilio del causante al tiempo de su fallecimiento. Debemos distinguir la capacidad, de
la vocación y la delación hereditaria. La vocación implica un llamamiento virtual de todos
los posibles herederos, hecho por la ley o por el testador; la delación es el llamamiento
concreto de quien no tiene impedimento para adquirir la herencia; por ello, la capacidad
es un presupuesto subjetivo de la delación. Para que el heredero con vocación tenga
delación, es decir, el concreto y efectivo llamamiento de la herencia y pueda adquirirla,
debe ser una de las personas autorizadas por la ley para suceder.
El art. 2279 del Código Civil y Comercial establece que: Pueden suceder al causante: a) las
personas humanas existentes al momento de su muerte; b) las concebidas en ese
momento que nazcan con vida; c) las nacidas después de su muerte mediante técnicas de
reproducción humana asistida, con los requisitos previstos en el artículo 561; d) las
personas jurídicas existentes al tiempo de su muerte y las fundaciones creadas por su
testamento.
Indignidad: es una sanción legal impuesta en una sentencia judicial, en virtud de la cual el
heredero o legatario que ha incurrido en determinadas ofensas contra el difunto
tipificadas por la ley, queda privado de la herencia.
Respecto a quienes pueden ejercer la acción, el art. 2283 prescribe: La exclusión del
indigno sólo puede ser demandada después de abierta la sucesión, a instancia de quien
pretende los derechos atribuidos al indigno. También puede oponerla como excepción el
demandado por reducción, colación o petición de herencia. La acción puede ser dirigida
contra los sucesores a título gratuito del indigno y contra sus sucesores particulares a
título oneroso de mala fe. Se considera de mala fe a quien conoce la existencia de la causa
de indignidad.
Con relación a la legitimación pasiva, pueden ser declarados indignos los herederos
llamados por ley o testamento y los legatarios. Cabe la acción contra los herederos del
indigno siempre que no hereden por representación.
El art. 2284 prescribe que: Caduca el derecho de excluir al heredero indigno por el
transcurso de tres años desde la apertura de la sucesión, y al legatario indigno por igual
plazo desde la entrega del legado. Sin embargo, el demandado por el indigno por
reducción, colación o petición de herencia, puede invocar la indignidad en todo tiempo.
Causales. Consecuencias:
El art. 2281 enuncia las siguientes causas de indignidad: Son indignos de suceder:
c) los que hayan acusado o denunciado al causante por un delito penado con prisión o
reclusión, excepto que la víctima del delito sea el acusador, su cónyuge o conviviente, su
descendiente, ascendiente o hermano, o haya obrado en cumplimiento de un deber legal;
d) los que omiten la denuncia de la muerte dolosa del causante, dentro de un mes de
ocurrida, excepto que antes de ese término la justicia proceda en razón de otra denuncia o
de oficio. Esta causa de indignidad no alcanza a las personas incapaces ni con capacidad
restringida, ni a los descendientes, ascendientes, cónyuge y hermanos del homicida o de
su cómplice;
g) el padre o la madre del causante que haya sido privado de la responsabilidad parental;
h) los que hayan inducido o coartado la voluntad del causante para que otorgue
testamento o deje de hacerlo, o lo modifique, así como los que falsifiquen, alteren,
sustraigan, oculten o sustituyan el testamento;
i) los que hayan incurrido en las demás causales de ingratitud que permiten revocar las
donaciones.
El art. 1571 detalla las causas de ingratitud que autorizan a revocar las donaciones:
Efectos de la indignidad:
2) Efectos respecto los descendientes del indigno: Los hijos del indigno vienen a la sucesión
[del causante de éste] por derecho de representación.
3) Efectos respecto de terceros: Las enajenaciones de los bienes hereditarios que el indigno
haya realizado antes de la declaración de indignidad son en principio válidas, sin perjuicio
de que los herederos puedan accionar contra el indigno por daños y perjuicios. El art. 2283
del Código Civil y Comercial, en el segundo párrafo, sienta el principio de protección a los
terceros adquirentes a título oneroso y de buena fe.
Perdón: El artículo 2282 regula que “el perdón del causante hace cesar la indignidad. El
testamento en que se beneficia al indigno, posterior a los hechos de indignidad, comporta
el perdón, excepto que se pruebe el desconocimiento de tales hechos por el testador”. De
la norma se desprende que el perdón puede hacerse por testamento; sin embargo,
algunos autores señalan que esto no impide receptar otros medios. Por otra parte, no es
necesario que en el testamento conste de manera expresa el perdón; se aceptan también
los casos en que el testador instituyó heredero o legatario a quien incurrió en una causal
de indignidad, pues se presume iuris et de iure que ha tenido conocimiento de ese hecho y
lo ha perdonado.
Proceso sucesorio: tiene por fin “la distribución del haber líquido hereditario entre los
herederos o beneficiarios, previa aprobación judicial del testamento o previo
reconocimiento de la calidad de heredero ab intestato”. Es de carácter universal, pues
salvo exclusiones establecidas por la ley con relación a algunos bienes, en éste se liquidará
el total del patrimonio del causante.
El art. 2335 señala que “el proceso sucesorio tiene por objeto identificar a los sucesores,
determinar el contenido de la herencia, cobrar los créditos, pagar las deudas, legados y
cargas, rendir cuentas y entregar los bienes”.
Caracteres:
Es un proceso voluntario, pues no está destinado a resolver controversias, sino que está
destinado a dar certeza a determinadas situaciones jurídicas. Esto no implica que no
puedan presentarse conflictos de intereses que se plasmen en impugnaciones, por
ejemplo, en la etapa de inventario, avalúo y partición.
Juez competente: el art. 2336 prescribe que: La competencia para entender en el juicio
sucesorio corresponde al juez del último domicilio del causante, sin perjuicio de lo
dispuesto en la Sección 9ª, Capítulo 3, Título IV del Libro Sexto. El mismo juez conoce de
las acciones de petición de herencia, nulidad de testamento, de los demás litigios que
tienen lugar con motivo de la administración y liquidación de la herencia, de la ejecución
de las disposiciones testamentarias, del mantenimiento de la indivisión, de las operaciones
de partición, de la garantía de los lotes entre los copartícipes y de la reforma y nulidad de
la partición.
En su parte final, el art. 2336 del Código Civil y Comercial recepta la excepción a la regla
general de la competencia que procede cuando hay un único heredero: “Si el causante
deja sólo un heredero, las acciones personales de los acreedores del causante pueden
dirigirse, a su opción, ante el juez del último domicilio del causante o ante el que
corresponde al domicilio del heredero único”.
La regla del fuero de atracción deriva del carácter universal del proceso, y su fundamento
reside en la necesidad de radicar ante un mismo juez todas las cuestiones que involucren
bienes que conforman el acervo hereditario, lo que responde a la conveniencia práctica, al
interés general de la justicia y a la economía procesal dada por la concentración en un solo
juez de todo lo relativo a la liquidación y transmisión del patrimonio del causante. Además,
los acreedores deberán acudir a un único juez, ante el cual los herederos podrán hacer
valer sus defensas. Pero esta regla no es absoluta, pues: no comprende las acciones
reales (reivindicatoria, interdictos, etc.); sólo se ejerce cuando los herederos son
demandados, ya que se ha creado para beneficio de los acreedores de la sucesión; no
procede respecto a algunas acciones personales (relacionadas con el contrato de trabajo,
sociedades).
MÓDULO 2:
4) Procede cuando por testamento sólo se ha dispuesto de una parte de los bienes, o
aquel resulta parcialmente ineficaz: en este caso, se abre la sucesión intestada con
relación al resto de bienes, es decir, a los que no estén alcanzados por el testamento. Así,
la sucesión será en parte intestada y en parte testamentaria. Esta solución es receptada
por el art. 2277, cuando regula la apertura de la sucesión, pues establece que: “si el
testamento dispone sólo parcialmente de los bienes, el resto de la herencia se defiere por
la ley”.
Principios que rigen las sucesiones mortis causa deferidas por la ley:
Prioridad entre los órdenes sucesorios: encontramos en los órdenes hereditarios: los
parentales y el orden del cónyuge. La ley convoca primero a los descendientes; no
habiéndolos, llama a los ascendientes. Ambos órdenes concurren con el cónyuge
supérstite que, a su vez, hereda como único sucesor cuando no hay descendientes o
ascendientes y excluye a los colaterales. Por último, los colaterales sólo son llamados en
ausencia de descendientes, ascendientes y cónyuge. En definitiva, la sucesión intestada se
defiere a los descendientes, ascendientes, cónyuge supérstite y a los colaterales.
En tal sentido, el art. 2424 del Código Civil y Comercial enuncia que: Las sucesiones
intestadas se defieren a los descendientes del causante, a sus ascendientes, al cónyuge
supérstite, y a los parientes colaterales dentro del cuarto grado inclusive, en el orden y
según las reglas establecidas en este Código. A falta de herederos, los bienes
corresponden al Estado nacional, provincial o a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
según el lugar en que están situados.
Proximidad de grado: La regla de proximidad de grado sólo tiene sentido respecto a los
parientes de un mismo orden (por ejemplo, los hijos excluyen a los nietos). Para
determinar el grado de parentesco por consanguinidad, es necesario distinguir la línea
directa de la línea colateral. En la primera, que es la que se forma entre ascendientes y
descendientes, el grado equivale a la generación; así, habrá tantos grados como
generaciones. En cambio, en la línea colateral, debemos remontarnos desde la persona
cuyo grado de parentesco se quiere conocer hasta el tronco común, y de ahí descender
hasta el otro pariente. A su vez, cada orden es excluyente de los ulteriores. Ello interesa
pues permite afirmar que mientras existan parientes con vocación actual o eventual que
integran un orden preferente, no actualizan su vocación los parientes del orden
subsiguiente.
Indistinción del origen y naturaleza de los bienes: El art. 2425 del Código Civil y Comercial
prescribe que “en las sucesiones intestadas no se atiende a la naturaleza ni al origen de los
bienes que componen la herencia, excepto disposición legal expresa en contrario”. El
patrimonio hereditario, al momento de la muerte del causante, forma una unidad en la
que no se distinguen categorías de bienes en función de las cuales asignarlos a
determinados herederos o sucesores. Es decir, en principio la distribución de los bienes del
causante se realiza con independencia de su origen.
El derecho de representación:
Hay vocación referida cuando el llamamiento a ciertos herederos se hace con referencia a
la posición jurídica que hubieran ocupado otros herederos, pero que atentos a distintas
circunstancias, no efectivizaron esa ocupación. Cuando la vocación es referida a otra
posición hereditaria por disposición de la ley, estamos ante el derecho de representación.
La esencia del derecho de representación está en que los derechos sucesorios de ciertos
herederos (representantes) se determinan por referencia al grado, calidad parental y
cuantía que hubieran tenido otros herederos (representados), que los hubieran excluido
de haber heredado.
Al momento de la muerte hay una vocación que falla, que es la del representado. En este
caso, los representantes heredan en su lugar y ejercen los derechos hereditarios
directamente por disposición de la ley.
Los sujetos que suceden por representación son: a) los descendientes de hijos del
causante, sin límites. Esta procede en la línea recta a favor de los nietos y descendientes
de grado inferior; en tal sentido, el art. 2427 sostiene: “Sucesión de los demás
descendientes. Los demás descendientes heredan por derecho de representación, sin
limitación de grados”. Respecto al parentesco por adopción: la adopción plena le confiere
al adoptado la condición de hijo, con lo cual se crea un parentesco igual que el
consanguíneo entre adoptado y familia del adoptante. Por lo tanto, el derecho de
representación se da en los mismos casos que en el parentesco por consanguinidad. En la
adopción simple, el adoptado y sus descendientes no heredan en la sucesión de los
ascendientes del adoptante. Respecto a éste último, tiene los mismos derechos
hereditarios que el hijo y sus descendientes por naturaleza.
b) los descendientes de hermanos del causante hasta el cuarto grado. Preceptúa el art.
2439: “Orden. Los colaterales de grado más próximo excluyen a los de grado ulterior,
excepto el derecho de representación de los descendientes de los hermanos, hasta el
cuarto grado en relación al causante”
Requisitos del representante: 1) debe tener vocación hereditaria del causante; 2) debe
tener delación hereditaria, es decir, llamamiento efectivo que presupone deben tener
habilidad para suceder y no ser indigno del causante; 3) aunque no reciba la herencia del
representado, no debe haber sido declarado indigno por aquel.
Requisitos del representado: 1) Debe tener el grado parental necesario para ser
considerado ab initio heredero legítimo. La representación sólo funciona en la línea recta
descendiente, respecto de la descendencia de los hijos, y en la línea colateral la
representación sólo tiene lugar a favor de los hijos y descendientes de los hermanos. No
gozan de esta prerrogativa los ascendientes ni el cónyuge del difunto, tampoco sus
colaterales que no fueran descendientes de sus hermanos.
Efectos de la representación:
Si concurren hijos con descendientes de otros hijos: se distribuye por estirpe, atento al
principio de representación
Si concurren con cónyuge sujeto al régimen de separación de bienes: éste recibe una
parte igual a la de cada hijo.
Si concurren con el cónyuge: la herencia se divide por mitades; una es para el cónyuge y
la otra es para los ascendientes, cualquiera sea su número.
Adopción: El art. 2432 prescribe que: Los adoptantes son considerados ascendientes. Sin
embargo, en la adopción simple, ni los adoptantes heredan los bienes que el adoptado
haya recibido a título gratuito de su familia de origen, ni ésta hereda los bienes que el
adoptado haya recibido a título gratuito de su familia de adopción. Estas exclusiones no
operan si, en su consecuencia, quedan bienes vacantes. En los demás bienes, los
adoptantes excluyen a los padres de origen.
Sucesión del cónyuge: Respecto a la concurrencia con los descendientes, el art. 2433
expresa que: Concurrencia con descendientes. Si heredan los descendientes, el cónyuge
tiene en el acervo hereditario la misma parte que un hijo. En todos los casos en que el
viudo o viuda es llamado en concurrencia con descendientes, el cónyuge supérstite no
tiene parte alguna en la división de bienes gananciales que corresponden al cónyuge
prefallecido.
Así, el cónyuge supérstite hereda como un hijo más cuando concurre con ellos a la
sucesión de su cónyuge. Esto se aplica cuando el régimen patrimonial elegido entre los
esposos es el de separación de bienes. Asimismo, cuando se trate de un régimen de
comunidad, rige respecto a los bienes propios del causante. En cuanto a los bienes
gananciales, el cónyuge supérstite no hereda sobre los gananciales que le correspondiesen
al cónyuge fallecido. En consecuencia, respecto a los bienes gananciales, el cónyuge
supérstite retira la mitad, atento a su calidad de integrante de la comunidad de ganancias,
y la mitad que le corresponde al causante se distribuye entre sus descendientes.
Cuando el cónyuge concurre con los ascendientes, el art. 2434 regula: “Concurrencia con
ascendientes. Si heredan los ascendientes, al cónyuge le corresponde la mitad de la
herencia”. En este supuesto, la herencia se divide por mitades: una es para el cónyuge y la
otra es para los ascendientes, cualquiera sea su número. Esto se aplica tanto para el
régimen de separación de bienes como para el de comunidad.
Matrimonio in extremis, regulado en el art. 2436, señala que: La sucesión del cónyuge no
tiene lugar si el causante muere dentro de los treinta días de contraído el matrimonio a
consecuencia de enfermedad existente en el momento de la celebración, conocida por el
supérstite, y de desenlace fatal previsible, excepto que el matrimonio sea precedido de
una unión convivencial.
Sucesión de los colaterales: Los herederos colaterales hasta el cuarto grado inclusive
heredan a falta de descendientes, ascendientes y cónyuge. Los colaterales llamados a la
herencia no son herederos forzosos o legitimarios; es decir, son herederos legítimos
porque son llamados a la sucesión por la ley, pero no son legitimarios pues no gozan de
legítima. Respecto al orden en que son llamados, los colaterales de grado más próximo
excluyen a los de grado más remoto, excepto el derecho de representación que existe a
favor de los descendientes de los hermanos. Además, los hermanos y descendientes de
hermanos desplazan a los demás colaterales.
1) Los hermanos y sus descendientes (que heredan por derecho de representación) son
colaterales preferentes. En este grupo, el heredero más próximo desplaza al más remoto,
salvo representación. Los hermanos dividen la herencia por partes iguales; si concurren
descendientes de los hermanos, reciben por estirpe; dentro de cada estirpe, la subdivisión
es por cabezas.
2) Demás colaterales: tíos abuelos, tíos y primos hermanos del causante (no heredan por
representación) son colaterales ordinarios. Heredan a falta de los colaterales preferentes.
El de grado más próximo desplaza al más remoto. Si hay varios herederos, reciben la
herencia por partes iguales. La consecuencia más importante es que los primeros
desplazan a los segundos.
El art. 2440 expresa que: “en la concurrencia entre hermanos bilaterales y hermanos
unilaterales, cada uno de éstos hereda la mitad de lo que hereda cada uno de aquéllos. En
los demás casos, los colaterales que concurren heredan por partes iguales”.
Supuestos ante los cuales se puede reputar vacante la herencia: no existen herederos
legítimos o testamentarios; el testamento que instituía herederos fue revocado o
anulado y no hay herederos legítimos; el testamento no instituye herederos, sino que
sólo se limita a otorgar legados que no cubren todos los bienes del causante o contiene
disposiciones testamentarias patrimoniales particulares a título de legado y han caducado
tales disposiciones; los herederos renunciaron a la herencia.
publicado por un día en el diario de publicaciones oficiales, para que lo acrediten dentro
de los treinta días.
Debe designarse un curador, y el art. 2442 regula expresamente sus funciones; estas son:
Debe recibir los bienes bajo inventario. Debe proceder al pago de las deudas y legados,
previa autorización judicial. A tal efecto, a falta de dinero suficiente en la herencia, debe
hacer tasar los bienes y liquidarlos en la medida necesaria. Debe rendir cuentas al Estado
o a los Estados que reciben los bienes.
Si luego de entregado los bienes al Estado aparece un heredero, éste podrá promover la
acción de petición de herencia a fin de reclamar sus derechos hereditarios. En caso de que
se reconozca su vocación hereditaria, tomará los bienes en la situación en que se
encuentran, pues se considera al Estado como poseedor de buena fe y, en consecuencia,
no podrá reclamar los frutos percibidos por el Fisco, ni los daños y perjuicios.
Caracteres:
3) Instituto de orden público: es inconmovible por la voluntad del propio titular de los
bienes.
4) Limitación legal: constituye un freno a la libertad de testar que es impuesto por la ley.
Legitimarios: son los titulares de la porción legítima: son: los ascendientes, descendientes
y el cónyuge.
En cuanto a quienes tienen derecho a la legítima, el Código Civil y Comercial los llama
legitimarios, salvo en el art. 2493, que se relaciona con el fideicomiso testamentario, en el
que se los llama “herederos forzosos”.
Porciones legítimas:
El Código, en el art. 2445, distingue las porciones legítimas según el orden sucesorio; así,
los hijos tienen una legítima de 2/3; los ascendientes, de ½, y el cónyuge, también de ½. En
consecuencia, la porción disponible en el caso de los hijos es de 1/3, y en el de los
ascendientes y el cónyuge es de ½.
Por otra parte, el Código Civil y Comercial prevé la posibilidad de mejorar la legítima de los
herederos descendientes o ascendientes con discapacidad, así el causante puede disponer
de hasta 1/3 de la legítima que corresponde a los demás legitimarios.
Regula el art. 2448 que: Mejora a favor de heredero con discapacidad. El causante puede
disponer, por el medio que estime conveniente, incluso mediante un fideicomiso, además
de la porción disponible, de un tercio de las porciones legítimas para aplicarlas como
mejora estricta a descendientes o ascendientes con discapacidad. A estos efectos, se
considera persona con discapacidad, a toda persona que padece una alteración funcional
permanente o prolongada, física o mental, que en relación a su edad y medio social
implica desventajas considerables para su integración familiar, social, educacional o
laboral.
Cargas y condiciones:
Señala el art. 2447 del Código Civil y Comercial que “el testador no puede imponer
gravamen ni condición alguna a las porciones legítimas; si lo hace, se tienen por no
escritas”
Tal regla admite excepciones, estas son: 1) Referidas a la vivienda: afectación del inmueble
destinado a vivienda al régimen previsto en el capítulo 3: “Vivienda”, del Título III:
“bienes”, del Libro Primero. 2) Indivisión forzosa. 3) Derecho real de habitación del
cónyuge supérstite.
Calculo de la legítima: El art. 2445, en su segundo párrafo, prescribe que: Dichas porciones
se calculan sobre la suma del valor líquido de la herencia al tiempo de la muerte del
causante más el de los bienes donados computables para cada legitimario, a la época de la
partición según el estado del bien a la época de la donación. Para el cómputo de la porción
de cada descendiente se toman en cuenta las donaciones colacionables o reducibles,
efectuadas a partir de los trescientos días anteriores a su nacimiento o, en su caso, al
nacimiento del ascendiente a quien representa y, para el del cónyuge, las hechas después
del matrimonio.
La legítima se calcula teniendo en cuenta el valor de los bienes que quedaron al momento
de la muerte del testador, a lo que se restan las deudas. Al valor que resulte, se adicionan
las donaciones realizadas por el causante.
El caudal relicto está compuesto por los bienes y derechos que ha dejado el causante y
que no se han extinguido con su muerte. La valoración del activo debe referirse al
momento de la muerte del testador, a fin de determinar en ese instante las disposiciones
que resultan inoficiosas y el complemento que podrá reclamar el legitimario. El pasivo
estará integrado por las deudas del causante que no se extinguieron con su muerte. No
comprende las cargas de la sucesión, que son obligaciones que surgen luego del
fallecimiento. Al activo neto que resulte de restar las deudas al activo bruto, deben
sumársele las donaciones hechas en vida por el causante, tanto las efectuadas a favor de
los legitimarios como a favor de terceros.
Si deducidas las deudas, no resulta activo líquido, la masa de cálculo será determinada por
el valor de las donaciones, y si afectaran la legítima, serán pasibles de reducción. Una vez
realizadas esas operaciones, se obtendrá un monto total sobre el que se aplicará el
porcentaje que establece la ley y, de esta manera, quedará conformada la legítima global;
la porción que reste es de libre disposición.
El Código Civil y Comercial establece que el momento para determinar dicho valor es el de
la partición, según el estado del bien a la época de la donación. Esto implica que el estado
del bien, sea físico o jurídico, quedó determinado por el momento de la donación, siendo
indiferentes los cambios que tuviere con posterioridad; por otra parte, el valor económico
quedará determinado en el momento particional.
La porción legítima a la que tienen derecho los legitimarios, según la clase a la que
pertenecen, es intangible; en consecuencia, tienen derecho a reclamarla íntegramente.
Cada uno, de acuerdo con la cuota de concurrencia, goza así de las acciones tendientes a
obtener su legítima la cual es protegida con diversos remedios, dentro de los cuales
tenemos, entre otros: a) la opción conferida al heredero en el supuesto de legados o
donaciones de usufructo, uso o habitación o de renta vitalicia; b) la presunción de
gratuidad de determinadas transmisiones hechas por el causante a favor de sus
legitimarios. Dentro de las acciones, el CCYC distingue tres:
Tal norma regula dos situaciones: la del legitimario preterido; cuando el causante no
deja bienes, pero ha efectuado donaciones.
Carga de la prueba: el preterido debe probar que fue omitido en el testamento y que es
un heredero forzoso. Asimismo, es conveniente que manifieste en la demanda que no es
donatario del causante, pues de lo contrario podría suceder que lo donado cubriera su
legítima y no proceda la acción.
Acción de complemento: regulada por el art. 2451: “el legitimario a quien el testador le ha
dejado, por cualquier título, menos de su porción legítima, sólo puede pedir su
complemento”. Está dirigida a integrar la legítima. Se plantea como acción, puede
Con relación a la reducción de las disposiciones testamentarias, el art. 2452 postula que: A
fin de recibir o complementar su porción, el legitimario afectado puede pedir la reducción
de las instituciones de herederos de cuota y de los legados, en ese orden. Los legados se
reducen en el mismo orden establecido en el segundo párrafo del artículo 2358.
Por lo tanto, la acción de reducción puede ser ejercida contra los herederos instituidos por
testamento y contra los legatarios de cosa cierta. De la norma se desprende que la
reducción se realiza en el siguiente orden: 1. las instituciones de herederos de cuota; 2. los
legados.
Dentro de los legados, la reducción se realiza conforme a lo establecido en el art. 2358. Allí
se observa el siguiente orden: a) “los que tienen preferencia otorgada por el testamento;
b) los de cosa cierta y determinada; c) los demás legados”.
En cuanto a la reducción de las donaciones, expresa el art. 2453 que: Si la reducción de las
disposiciones testamentarias no es suficiente para que quede cubierta la porción legítima,
el heredero legitimario puede pedir la reducción de las donaciones hechas por el causante.
Se reduce primero la última donación, y luego las demás en orden inverso a sus fechas,
hasta salvar el derecho del reclamante. Las de igual fecha se reducen a prorrata.
disponible del patrimonio del donante. A este respecto, se aplican los preceptos de este
Código sobre la porción legítima”
Por otra parte, “el donatario es deudor desde la notificación de la demanda, de los frutos
o, en caso de formular la opción [de entregar el dinero para completar la legítima], de
intereses”.
Perecimiento del bien donado: art. 2455: Si el bien donado perece por culpa del donatario,
éste debe su valor. Si perece sin su culpa, el valor de lo donado no se computa para el
cálculo de la porción legítima. Si perece parcialmente por su culpa, debe la diferencia de
valor; y si perece parcialmente sin su culpa, se computa el valor subsistente.
Por otra parte, en caso de insolvencia del donatario e imposibilidad de ejercer la acción
reipersecutoria a que se refiere el artículo 2458, la acción de reducción puede ser ejercida
contra los donatarios de fecha anterior.
Acción reipersecutoria: “El legitimario puede perseguir contra terceros adquirentes los
bienes registrables. El donatario y el subadquirente demandado, en su caso, pueden
desinteresar al legitimario satisfaciendo en dinero el perjuicio a la cuota legítima”.
Prescripción adquisitiva: el art. 2459 expresa: “La acción de reducción no procede contra el
donatario ni contra el subadquirente que han poseído la cosa donada durante diez años
computados desde la adquisición de la posesión. Se aplica el artículo 1901”
La acción no puede ser ejercida antes de la muerte del causante, pues se trata de un
derecho que nace originariamente en los legitimarios con motivo de la muerte del
causante.
La acción de reducción prescribe a los cinco años desde la muerte del autor de la
sucesión.
Opción del legitimario en los casos de constitución de usufructo, uso, habitación o renta
vitalicia: Puede ocurrir que el causante haya realizado una donación o un legado de
usufructo, uso, habitación o de renta vitalicia. Dispone el art. 2460: Constitución de
usufructo, uso, habitación o renta vitalicia. Si la disposición gratuita entre vivos o el legado
son de usufructo, uso, habitación, o renta vitalicia, el legitimario o, en su caso, todos los
legitimarios de común acuerdo, pueden optar entre cumplirlo o entregar al beneficiario la
porción disponible.
El artículo permite a los herederos poder evaluar la opción que estimen más conveniente;
esto es, elegir entre entregar la porción disponible y desobligarse del pago de la renta o
del usufructo, uso o habitación, o bien esperar a que estos derechos se extingan. No se
prevé un plazo para realizar la opción, por lo tanto, los herederos conservarán este
derecho hasta tanto sean intimados por el beneficiado para que lo ejerzan. Si son varios
los herederos, puede suceder que estén de acuerdo en la opción; en ese caso, no se
produce ninguna dificultad. Pero también puede suceder que algunos herederos quieran
ejecutar la disposición testamentaria y otros entregar la porción disponible. Si los
herederos fueran varios, la opción y su ejercicio deberán adoptarse por unanimidad.
Parte de considerar que el silencio del autor de la sucesión respecto a las donaciones que
realizó a favor de sus descendientes o cónyuge implica interpretar que ha sido efectuado
como anticipo de herencia. El anticipo de herencia surge por donaciones hechas por el
causante en vida a determinados legitimarios.
Acción de colación: es una acción personal que termina en una resolución que fija la suma
colacionable, la que se hará valer en el juicio sucesorio, en el acto de partición. Se trata de
una acción divisible, pues cada heredero puede ejercerla o renunciarla. En consecuencia,
la interrupción de la prescripción por uno de los herederos que demandó por colación no
aprovecha a los demás que no la reclamaron.
Los presupuestos subjetivos son los siguientes: quien colaciona debe ser descendiente o
cónyuge; el descendiente o cónyuge que recibió la donación debe concurrir con otros a
la herencia.
Esta acción no puede ser ejercida antes de la muerte del causante, pues se trata de un
derecho que nace originariamente en los legitimarios con motivo de la muerte del
causante. Se puede renunciar a la acción de manera expresa o tácita. La acción de colación
prescribe a los cinco años desde la muerte del autor de la sucesión (aplica el art.2560, pues
no hay disposición especial).
El artículo 2385 prescribe: Los descendientes del causante y el cónyuge supérstite que
concurren a la sucesión intestada deben colacionar a la masa hereditaria el valor de los
bienes que les fueron donados por el causante, excepto dispensa o cláusula de mejora
expresa en el acto de la donación o en el testamento. Dicho valor se determina a la época
de la partición según el estado del bien a la época de la donación. También hay obligación
de colacionar en las sucesiones testamentarias si el testador llama a recibir las mismas
porciones que corresponderían al cónyuge o a los descendientes en la sucesión intestada.
Por otra parte, el descendiente o cónyuge que renuncia a la herencia puede conservar el
bien donado o reclamar el legado hasta el límite de la porción disponible.
Heredero que no era tal al momento de la donación: Apunta el art. 2388 a que: “el
descendiente que no era heredero presuntivo al tiempo de la donación, pero que resulta
heredero, no debe colación. El cónyuge no debe colación cuando la donación se realiza
antes del matrimonio”.
Se infiere de la norma que no son legitimados pasivos aquellas personas que al momento
de recibir la donación no eran legitimarios, si no que adquirieron con posterioridad tal
calidad. Es decir, no deben colacionar.
Por otra parte, expresa el art. 2395 que a la colación solo puede pedirla quien era
heredero presuntivo al momento de la donación. Asimismo, el cónyuge no puede pedir la
colación respecto a las donaciones hechas por el difunto antes de celebrado el
matrimonio. De ello se desprende que para poder estar legitimado activamente para
ejercer la acción, se debe tener la calidad de legitimario al momento de la donación y
mantenerla a la apertura de la sucesión.
Modo de hacer la colación: postula el art. 2396 que “la colación se efectúa sumando el
valor de la donación al de la masa hereditaria después de pagadas las deudas, y
atribuyendo ese valor en el lote del donatario”. Por lo tanto, la masa que sirve de base a la
colación se forma con los bienes dejados por el causante, una vez deducidas las deudas, y
por las donaciones efectuadas en vida por aquel a determinados legitimarios.
2) los descendientes que concurran por representación a la sucesión del causante deben
colacionar las donaciones hechas por éste a su ascendiente.
Ello responde a los efectos propios de la representación. Si bien el art. 2389 se refiere a las
donaciones a los ascendientes o descendientes, en su desarrollo se limita a estos últimos;
sin embargo, en un análisis armónico con el art. 2388, debe entenderse que el ascendiente
que al momento de la donación no es heredero presuntivo, no debe colacionar.
Donación al cónyuge del heredero: El art. 2390 contempla dos situaciones, a saber:
1) donaciones hechas al cónyuge del heredero: no deben ser colacionadas por éste.
Esto responde al principio de que no es posible colacionar por otro. El cónyuge del
heredero, no es heredero forzoso en el sistema previsto por el Código Civil y en
consecuencia, por disposición de la ley, no tiene obligación de colacionar las donaciones
que el causante le hubiera hecho en vida, salvo que se tratara de un acto simulado y fuera
probado en juicio.
La solución del segundo supuesto guarda armonía con lo expresado, en cuanto que solo el
heredero es pasible de colacionar, si correspondiere.
Respecto a los beneficios que deben colacionarse: El art. 2391 regula que: Los
descendientes y el cónyuge supérstite obligados a colacionar también deben colacionar los
beneficios recibidos a consecuencia de convenciones hechas con el difunto que tuvieron
por objeto procurarles una ventaja particular, excepto dispensa y lo dispuesto para el
heredero con discapacidad en el artículo 2448.
Con esta norma se amplía el alcance de las liberalidades –que no son donaciones– que
deben colacionarse. Es decir, esta solución se debe a que la exclusión de colacionar esas
liberalidades implica un detrimento para los demás herederos.
Además, se regulan dos supuestos en los que no procede la colación: dispensa; mejora
al heredero con discapacidad
En cuanto a los frutos e intereses: Afirma el art. 2394 que “el heredero obligado a
colacionar no debe los frutos de los bienes sujetos a colación, pero debe los intereses del
valor colacionable desde la notificación de la demanda”. En consecuencia, los frutos de los
bienes colacionables pertenecen al heredero donatario y no se colacionan. Pero el valor
colacionable del bien genera intereses. Estos se deben desde la notificación de la
demanda.
Cálculo del valor colacionable: Al referirse al valor del bien donado, establece el art. 2385
que “dicho valor se determina a la época de la partición según el estado del bien a la
época de la donación”.
Dispensa: El art. 2385 prescribe excepciones a la obligación de colacionar; estas son, por
dispensa o cláusula de mejora dispuesta en el acto de donación o en el testamento. La
dispensa marca el carácter dispositivo de las normas que regulan la colación, pues si el
causante no quiere realizar un anticipo de herencia con la donación, sino que quiere
mejorar a un heredero, puede dispensar a éste último de colacionar. No se exigen
fórmulas sacramentales respecto a la dispensa; basta con que conste de manera
inequívoca la voluntad del causante de mejorar a ese heredero forzoso.
Establece expresamente el art. 2397: “Se colacionan a la masa las deudas de uno de los
coherederos en favor del causante que no fueron pagadas voluntariamente durante la
indivisión, aunque sean de plazo no vencido al tiempo de la partición”.
Las deudas de plazo no vencido al tiempo de la partición; por lo tanto, caen los plazos
pendientes.
En esta misma línea, el art. 2398 postula que los coherederos no pueden exigir el pago de
tales deudas antes de la partición. Al tratarse de un procedimiento de liquidación, el
momento oportuno para imputar la deuda, es la partición, que es un conjunto complejo de
actos jurídicos encaminados a poner fin al estado de indivisión, de modo que los
copartícipes materializan la porción ideal que en la herencia les corresponde,
transformándola en bienes concretos sobre los que tienen un derecho exclusivo.
En las deudas contraídas durante la indivisión (es decir, con posterioridad a la muerte del
causante), se aplica la colación de deudas cuando se trata de sumas de las cuales un
coheredero se hace deudor hacia los otros en ocasión de la indivisión, siempre que el
crédito esté relacionado a bienes indivisos. Se establece como excepción que se realice el
pago antes de la partición.
Las sumas colacionables producen intereses con anterioridad al fallecimiento del autor
de la sucesión (los intereses se deben desde su origen);
Por otra parte, si el valor de los bienes recibidos por el legitimario excede la porción
disponible, el excedente debe ser traído a la masa o acervo, pues se encuentra sujeto a
colación. Se contempla la posibilidad de que si el acto no es absolutamente gratuito, el
adquirente pueda demostrar que ha abonado algunas sumas, las que podrán deducirse del
valor de lo donado. Este artículo se aplica a las transmisiones a título oneroso, ya que en
las gratuitas rigen las normas relativas a la colación. En definitiva, las enajenaciones hechas
por el causante a cualquiera de los legitimarios en las condiciones expuestas son reputadas
a título gratuito. Por último, se establece que tanto la imputación a la porción disponible
como la colación (del excedente) no pueden ser demandadas por el legitimario que
hubiese prestado su consentimiento al acto.