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BIBLIA Y TEOLOGÍA

La religión vs. el
evangelio
2 FEBRERO, 2015  |  STEVEN MORALES

MÁS DE STEVEN MORALES


¿Es pecado dudar?
Sufrir está bien
Extraño a mi iglesia
Escucha a Jesús
Sexo, relaciones y noviazgos
“La verdad del evangelio es el principal artículo de toda doctrina
cristiana… Más necesario aún es que conozcamos bien esta
doctrina, que se la enseñemos a los otros y que la metamos en
su cabeza continuamente”,  Martín Lutero
 
Muchas veces, he escuchado a la gente decir, “Yo no quiero una religión,
quiero solo estar con Jesús.” o también, “La religión no salva, ¡solo Cristo
salva!”. No creo que hay muchos cristianos que al escuchar esto
estarían en desacuerdo. Pero sí hay muchos que afirman querer a Cristo
sobre una religión y siguen siendo religiosos. 

Ahora, es importante clarificar que cuando nos referimos a “religión” en


este contexto, no estamos hablando de la Iglesia ni de lo que enseña la
Biblia como necesaria para una vida cristiana. De hecho, fue Jesús quien
estableció la Iglesia y él es en sí mismo la Palabra encarnada. A lo que
nos referimos entonces es a las tradiciones, actitudes, y expectativas
que le hemos añadido a las Escrituras como necesarias para vivir de una
forma cristiana.

Entonces, ¿cuál es la diferencia entre vivir una vida a la luz del evangelio
y una vida motivada por la religión? 

En su libro, Iglesia Centrada, Tim Keller usa esta tabla para explicar esta
diferencia: 
RELIGIÓN  EVANGELIO
1. «Obedezco; luego soy aceptado.»  1. «Soy aceptado; luego obedezco.»

2. La motivación se basa en el miedo y la 2. La motivación se basa en un gozo agradecido.


inseguridad.
3. Obedezco a Dios para conseguir a Dios, deleitarme en
3. Obedezco a Dios para conseguir cosas de él. él y parecerme a él.

4. Cuando las circunstancias de mi vida no van bien, 4. Cuando las circunstancias de mi vida no van bien,
me enojo con Dios o conmigo mismo porque creo, lucho, pero sé que si bien Dios puede permitir que eso m
como los amigos de Job, que todo el que es bueno suceda para capacitarme, me hará sentir su amor paterna
merece vida placentera. durante mi sufrimiento.

5. Cuando me critican, me siento enojado o 5. Cuando me critican, aunque lucho, no es esencial que
devastado porque para mí es esencial pensar que soy piense que soy una «persona buena». Mi identidad no se
una «persona buena». Las amenazas a esa imagen de fundamenta en mi actuación sino en el amor que Dios m
mí mismo deben ser destruidas a toda costa. tiene en Cristo.

6. Mi vida de oración consiste principalmente en 6. Mi vida de oración consiste en momentos abundantes


peticiones y solo soy ferviente cuando estoy en de alabanza y adoración. El objetivo principal de mi
necesidad. El objectivo principal de mi oración es oración es tener comunión con él.
controlar las condiciones que me rodean.
7. La visión de mí mismo no se basa en una visión prop
7. La visión de mí mismo oscila entre dos polos. Si como alguien que alcanza logros morales. En Cristo soy
-y cuando- vivo a la altura de mis estándares me pecador y perdido a la vez, pero aceptado. Soy tan malo
siento seguro, pero entonces tiendo a ser orgulloso y que él tuvo que morir por mí, y soy tan amado que él
antipático con la gente que fracasa. Si -y cuando- no gustosamente murió por mí. Esto me hace ser más
vivo a la altura de los estándares, me siento humilde humilde y sentirme más seguro, sin ser llorón ni
aunque inseguro me siento fracasado.  jactancioso.

8. Mi identidad y valía propias se basan 8. Mi identidad y autoestima se centran Él que murió po


principalmente en lo arduo que trabajo o cuán sus enemigos, incluido yo. Solo por pura gracia soy lo
íntegro soy, por eso debo menospreciar a quiénes que soy, por eso no puedo menospreciar a quienes creen
percibo como perezosos o inmorales. Los desdeño y practican otra cosa. No tengo ninguna necesidad interior
me siento superior a los demás. de ganar argumentos.

9. Como miro a mi propia calidad o actuación para 9. Tengo muchas cosas buenas en la vida: familia, traba
mi aceptabilidad espiritual, mi corazón fabrica etcétera, pero ninguna de ellas son fundamentales para
ídolos. Pueden ser mis talentos, mi registro moral, mi mí. No son cosas que definitivamente tengo que tener, p
disciplina personal, condición social, etcétera. eso hay un límite en cuanto a la cantidad de ansiedad,
Definitivamente necesito tenerlos para que sean mi amargura o depresión que pueden producirme cuando se
mayor esperanza, significado, felicidad, seguridad, y ven amenazadas o las pierdo.
fundamento, diga lo que diga que creo acerca de
Dios. 

Las religiones y El evangelio


¿Concierne el evangelio sólo a los cristianos?

Según las palabras de Cristo, el evangelio es para toda la humanidad: «Id


por todo el mundo y anunciad el evangelio a toda la creación» (Marcos
16,15). Pero hoy la idea de misión resulta difícil. ¿Acaso todo el mundo
tendría que adoptar nuestra religión cristiana? ¿No esconde la misión un
deseo de dominación? La expansión del cristianismo a veces ha ido de la
mano con guerras de conquista. Jesús envió a sus discípulos «como
corderos en medio de lobos» (Lucas 10,3), y algunos cristianos a veces se
han comportado como lobos en medio de corderos.

Quizás sea por esta razón que muchos cristianos se han vuelto prudentes.
Aprendemos a no enjuiciar las demás religiones. Y el evangelio, somos
primeramente nosotros, los cristianos, quienes debemos tomarlo a pecho.
Algunos entonces llegan incluso a plantearse la siguiente pregunta: como
la paz en el mundo depende en gran parte de una coexistencia respetuosa
de las diferentes comunidades religiosas, ¿no sería mejor que cada uno
guardara sus creencias para sí mismo y deje que los demás encuentren su
camino en sus respectivas tradiciones?

El evangelio, en su sentido primero, no es una doctrina religiosa. Evangelio


significa «buena noticia». Una noticia no es enseñada, sino comunicada. En
la Antigüedad era, por ejemplo, el nacimiento o el advenimiento al poder
de un emperador que eran anunciados como «evangelio». También en la
Biblia el evangelio anuncia el comienzo de un reino. Pero aquí, el rey es
Dios. Jesús y los apóstoles anunciaron el reino de Dios. El evangelio es la
«buena noticia del reino» (Mateo 4,23; 9,35; 24,14).
Dios reina: esa es la buena noticia de un porvenir de paz para todos los
pueblos de la tierra. Si es Dios quien reina, la ley del más fuerte y la
desesperanza no tendrá la última palabra. El reino de Dios es un misterio
(Marcos 4,11), pero no un concepto abstracto. Los primeros cristianos lo
reconocieron en Jesús que dio su vida en la cruz: «Ya está aquí el reinado
de nuestro Dios y la potestad de su Cristo» (Apocalipsis 12,10). El reino de
Dios es el amor con el que Jesús amó. Es el Espíritu de Dios que infunde
ese mismo amor en los corazones humanos (ver Romanos 5,5). El
evangelio asegura que, a pesar de las apariencias inmediatas, el porvenir
pertenece a los que aman y perdonan.

Esta esperanza concierne a toda la humanidad. Es por eso que los primeros
cristianos no pudieron guardarla solamente para ellos. Eran testigos
públicos de dicha esperanza, «ante las autoridades y los reyes» (Marcos
13,9), y «hasta el extremo de la tierra» (Hechos 1,8) Anunciar el evangelio
no significa intentar que se propague una religión superior a las demás.
Simplemente significa no callar nuestra esperanza de paz.

¿Qué actitud nuestra fe cristiana nos invita a tener respecto a las


demás religiones?

Hoy en día, muchos cristianos viven codo a codo con quienes practican
otra religión. Cuando un pueblo, una ciudad o todo un país eran cristianos,
la relación con las demás religiones era una cuestión más bien teórica.
Ahora ésta se plantea cada vez más a menudo en la vida de todos los días.

En tiempos del apóstol Pablo, los cristianos de Roma tampoco vivían en


una sociedad cristiana. Les escribía: «Haced lo posible, en cuanto de
vosotros dependa, por vivir en paz con todos» (Romanos 12,18). Estas
palabras nos animan a hacer todo lo posible para desactivar tensiones y
evitar conflictos. Una coexistencia apacible nunca dependerá de una parte
únicamente. Pero Pablo insiste para decir que en vista a la paz, los
cristianos deberían hacer al menos todo lo que depende de ellos.

Para vivir juntos en paz en el tiempo, no basta la tolerancia. Respetar a los


demás no es solamente dejarlos tranquilos. Significa también interesarse a
ellos. Afirmar que cada uno tienes sus creencias, y que no se discute sobre
eso, quizás sea una manera sutil de desprecio. ¿Sería verdaderamente
posible un encuentro auténtico si cada uno excluyera en dicho encuentro lo
que para él es lo más precioso? Entre amigos compartimos lo que nos hace
esperar y vivir a cada uno. Un cristiano no puede callar que su esperanza y
su vida es Cristo. «Estad siempre dispuestos a dar razón de vuestra
esperanza a todo el que os pida explicaciones» (1 Pedro 3,15).

Como en cada religión hay un absoluto, y que ese absoluto no es el mismo


para una religión que para otra, las religiones comportan un potencial de
conflicto. ¿Acaso habría que, por amor a la paz, intentar armonizar las
religiones y retener de cada una solamente en lo que todo el mundo puede
estar de acuerdo? La preocupación por la armonía no es extraña a la Biblia:
«Procurad hacer el bien ante todos los hombres» (Romanos 12,17). El
diálogo interreligioso contribuye en esta búsqueda del bien común.
Cuando existe la confianza entre responsables de diferentes religiones,
éstos pueden oponerse juntos a la violencia y a las injusticias.

Pero el diálogo no resultaría sincero si obligara a las partes a renunciar al


absoluto que caracteriza las religiones que son. Por lo que respecta a los
cristianos, no podemos negar que en el corazón de nuestra fe se encuentra
Cristo Jesús, «único mediador entre Dios y los hombres» (1 Timoteo 2,5).
Pero en vez de prohibir un verdadero diálogo, dicho absoluto nos
compromete a ello, pues si Jesús es único, es debido a su humildad. Él se
hizo servidor de todos. Tomó el último lugar. Por ello nunca podremos, en
su nombre, mirar a los demás desde arriba, sino únicamente acogerles y
dejarnos acoger por ellos.

Carta de Taizé: 2005/3

El Evangelio vs la Religión
Isangel Alcántara Falcon Jul 31, 2015 Reflexiones 3,507

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Juan
14:6
Muchos y pudiera decir que la gran mayoría piensa que el evangelio o las buenas noticias de
salvación se refiere a una religión que debemos llevar por cultura al país o nación a la que
pertenecemos. El ser humano fue creado para adorar a algo o a alguien, por eso vemos que
muchos cuando no adoran a un dios pues se adoran a sí mismos. El mundo en su manera de
pensar ha convertido el evangelio de salvación en una religión o tradición llevados por los
hombres. Los hombres tienden a seguir la religión que más prevalece en su país sin tener la
expectativa de tener una experiencia personal con la verdad o el verdadero Dios, solo la
siguen por costumbres de sus antiguas generaciones. Agradar a Dios no es servir al dios
equivocado, servir al dios equivocado es Idolatría. Dios no mandó a Jesús para que tengas un
encuentro con la religión sino para que tengas un encuentro con Dios a través del mismo
Jesús. Las religiones se crearon producto a la desviación del verdadero evangelio, sin
embargo a la luz de las escrituras nos damos cuenta que solo hay un solo evangelio y el que
sigue otro evangelio sea Anatema o maldito como enseña la palabra Gálatas 1:8-9.
Puedes saber la palabra pero solo vivirla te transforma

El hombre tomó la idea de estar bien con Dios sin nunca renunciar a sus malos deseos por
eso han intentado adaptar la palabra de Dios a sus vidas, desviando así el verdadero
evangelio, sin entender que la palabra fue dada para cambiarnos a nosotros no nosotros
cambiarla a ella, ¿Qué es lo que nos cambia? Vivir la palabra tal y como está escrita. La
mayoría de religiosos viven de una apariencia por falta de entendimiento a lo que es el
verdadero evangelio como era el caso de los fariseos descritos en los evangelios. Ellos fueron
confrontados por Jesús porque hablaban de lo que no Vivian Mateo 23:3. Ellos llevaban la ley
de Moisés sin embargo era como arboles sin frutos, no había cambios en sus corazones, no
conocían el amor de Dios, ¿Por qué? Porque quisieron hacer las cosas a su manera, llevar la
ley a su manera sin la dirección del Espíritu Santo. Cuando Jesús vino al mundo el no formó
un secta de religiosos, a los discípulos lo llamaron cristianos porque seguían a Jesús Hechos
11:26, el no trajo una religión al mundo, el predicó el evangelio del reino basado en el amor
generando cambios en el corazón de las personas.

El cambio es la evidencia de que sigues a un Dios vivo no a una


denominación religiosa

Jesús vino al mundo a restaurar la relación del hombre con Dios y si vino a restaurar la
relación del hombre con Dios entonces tener una relación con el verdadero Dios es el
fundamento número uno del verdadero evangelio. Si una religión no te exige tener una
relación con el verdadero Dios descrito por las escrituras entonces es un indicio de que sigues
un evangelio equivocado. Si cuando quieres acercarte a Dios piensas en una religión y no
en Jesús pues tu vida nunca generará cambios.
La religión no te enseñará a negarte a ti mismo. La religión nunca te enseñará a amar a tu
prójimo como a ti mismo sino solo a juzgarlo sin estrechar tu mano para ayudarlo, la religión
nunca te enseñara a tener una relación con Dios por medio de Jesucristo, la religión nunca te
enseñara a llevar la palabra tal y como está escrita. Quiero que sepas que el evangelio del
reino es algo más allá que palabras, es poder de Dios para salvación a todo aquel que
cree, el evangelio es sanidad a tu cuerpo y a tu corazón, el evangelio es consuelo, es
fortaleza, es la verdad absoluta, es la solución a todos tus problemas y dificultades, el
evangelio es amor, gozo, paz, justicia y todo esto es posible por medio de Jesucristo a
través de su Espíritu Santo.
Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder 1 Corintios 4:20

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