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Volar no es un camino de rosas, pero por la diversión vale la pena el precio.

Amelia Earhart
1
Nacimos para ser libres, me esfuerzo lo suficiente y soy valiente como cualquier mujer
frente a la vida. Se que la libertad es algo que pocos conseguimos, pero mi trabajo, como
azafata de la aerolínea Amul, me da esa vibra, esa chispa adecuada. Algunos se
preguntarán cuál es mi prioridad dentro de mi profesión, y yo siempre digo el pasajero,
al menos es lo que yo hago. No todos conocen lo que hago. Algunas personas son
amables y te tratan con mucho respeto, y hay otras que te tratan como si fueras una
donnadie. El otro día un pasajero se sobresaltó, llegó tarde al momento de abordar, y
reclamaba que le dejen entrar al avión.
-Déjenme ingresar, tengo negocios muy importantes que realizar en la ciudad de Quito.
Mi compañera Sandra, una mujer muy paciente, le dijo:
-Lo siento caballero, pero son órdenes del capitán, y no puede usted ingresar. Le pido
que espere hasta el próximo vuelo.
Aquel señor de negocios escupió en el suelo.
-Ustedes, señoritas, solo están aquí para servirnos el café mientras volamos.
Al final se reportó el problema al comandante, capitán del avión, y lo llevaron preso por
15 días. Frente a estos acontecimientos, hay leyes que existen frente a estos disturbios.
Al final el señor de altos negocios pagó una gran multa y aprendió una gran lección. Si
yo fuera hombre le hubiese golpeado todo ese feo rostro. Esto no era una opción, sabía
que no podía poner en riesgo mi trabajo. Las azafatas hacemos más que servir café en
los aviones. De hecho, hay cosas que arriesgamos a tal punto que somos cosmopolitas
en este pequeño mundo. Incluso hay días en que prendo la televisión para ver el
noticiero de las 6am, y uno observa y escucha mientras se prepara para ir a trabajar: “el
avión que viajaba con destino España- Ecuador se estrelló en la ciudad de Cali, una falla
de uno de los turborreactores sería la causa principal, hasta el momento existen 10
fallecidos y más de 100 heridos”. Cosas como están asustan, pero en realidad, sé que
parece algo tonto, -por decirlo de esta forma-, pero, ¿estaría dispuesta a morir?;
¿Cuántas personas en esta ciudad amaremos nuestra profesión?

2
Hoy tengo que empacar todo: mi uniforme, mi gafete, mi ropa, mis maquillajes, etc.
Será un viaje largo. La ruta del día de hoy es Ecuador-Japón. Una ruta que rara vez se
realiza. Mi sección del día de hoy es atender a la clase ejecutiva dentro del avión. Tomo
un taxi, quiero llegar pronto al aeropuerto, hasta mi trabajo: el aeropuerto internacional
Mariscal Sucre.
-Gracias caballero, ¿Cuánto le debo?
- Serían $5, 80.
Tengo dolores de cabeza constantemente, algunos dicen que es migraña, otros dicen
que es por el estrés laboral y otros porque rara vez las azafatas logramos dormir las
horas correctas mientras volamos en esas enormes máquinas llamadas aviones.
-¿Dormiste bien…? Me pregunta Carlos. -Carlos es el capitán del avión, un hombre que
lleva más de 15 años pilotando.
-Mas o menos, pero dormí lo suficiente. 5 horas no están mal.
-Me alegro. Revisa, por favor, que cada pasajero ingresó con el equipaje necesario. No
quiero tener que retrasar mi vuelo, por estos motivos.
-Sí Capitán.
-Bien. Avisa a control dos que los pasajeros pueden empezar a abordar el avión.
Imagínate, tener que ver que cada pasajero pasa por su escánner, revisar que no traiga
algún tipo de arma o enfermedad -que es peor en estas temporadas de invierno-, y ver
su manera de comportamiento al momento de abordar. Si yo fuera ellos, llevaría una
sonrisa en los labios, pero parece que cada uno viaja solo por ir de un lado a otro, ya no
existe ese aire de libertad para las personas, somos víctimas de nuestras propias
maldades.
-Mami, -dice una niña de unos ojos tristes- ¿los aviones tienen alas como el cóndor?
-No hija, tienen motores.
- ¿Entonces, es posible que podamos caer mientras el avioncito vuela?
- Pero ¡qué dices Karen! Calla, calla ve. Mejor dale la mano a tu hermano, no quiero
hijos perdidos.
Cosas como estas las he escuchado por años. Y nunca ha pasado algo como eso.

3
-Buenas noches estimados pasajeros, sean ustedes bienvenidos a su línea Amul,
pedimos de la manera más cordial que escuche atentamente las instrucciones que la
Azafata Rupella les indicará a continuación.
Aquí empieza mi vida …
-Buenas noches. Por favor, se solicita a la tripulación seguir las siguientes indicaciones:
Absténgase de no fumar o ingerir bebidas alcohólicas, apagar su celular o cualquier otro
dispositivo al momento de iniciar el vuelo. Abrocharse el cinturón de seguridad con la
debida responsabilidad. Revisar que su equipaje está asegurado correctamente. En caso
de una pérdida de presión en la cabina, durante el vuelo, caerán automáticamente
máscaras para llevar a cabo el “último recurso”. Si fuera necesario, tiren de una máscara
y aplíquensela sobre nariz y boca, ajusten la máscara con la cinta elástica y a cantar.
Chequear que está situado en su debido puesto con relación al número asignado en su
boleto. Debajo de cada asiento ustedes pueden visualizar que existe un chaleco
salvavidas en caso de emergencia. Para utilizar este chaleco ustedes deberán introducir
la cabeza por esta abertura, cubrir esta cinta de color amarillo por la cintura. Si se fijan,
cada uno de estos objetos posee una linterna led. Si alguna persona desea comunicar
algo o necesita algo, sobre su cabeza está un botón de color azul que dice servicio.
Gracias por su atención, Amul les desea un feliz viaje.
Parece algo aburrido, he dicho estos enunciados por más de 15 años, y no me cansaré de
hacerlo. Ahora, tengo que revisar que mi tripulación esté a salvo y que se sientan
seguros dentro del avión, ese es mi objetivo primordial, asegurar la seguridad de la
tripulación. En esta sección la mayoría usan perfumes fuertes, parece que se hubieran
echado todo el frasco encima. Creen que son como los europeos. No me agrada esta
sección, a pesar de no ser como el área de primera clase, pero tiene sus beneficios, o sus
extra beneficios. El dinero lo mueve y controla todo.
- ¿Qué información me tiene, Rupella?
-Estamos listos para volar, Capitán.
-Listo. Señores pasajeros, les habla su Capitán y piloto Carlos Ramírez. Por favor
abrocharse los cinturones de seguridad. Estamos pronto a despegar. Gracias.
Aquí es donde me recuerda mi infancia, junto con mi padre; verás, vivíamos cerca de un
aeropuerto y detrás de unas mallas en forma de rombos y me enamoré. Me enamoré de
esos aviones. Su forma, como si fuera un dios que atraviesa los cielos. Su color,
recuerdo que tenían mi color favorito, azul y blanco. Y los veía cómo en menos de 5
minutos estaban por los aires, y sentir todo ese cosquilleo por todo el cuerpo. Esta
sensación la hacía todos los días, era como si dependiera de eso para poder sonreír, así
sea un momento en una mínima parte del día. Hasta recuerdo que falté algunas veces a
la escuela por ir a ver ese pequeño arte. Lamentablemente, un día de verano empezaron
a construir un muro. Ya no existían las mallas, eso sí me rompió el corazón y la angustia
parecía impregnarse en mí. No paraba de llorar. Por otra parte, la primera vez que volé
en un avión, me aseguré que siempre elegiría volar por sobre todas las cosas. Empecé
como tripulante y quiero ser piloto. Los sueños son algo que se pueden mantener si la
inteligencia y la voluntad se mantienen firmes. Hay cosas que pueden ser muy
necesarias, pero pocas son las que te hacen feliz.

4
Es mi momento de descanso, en donde el cuerpo se puede relajar por 5 minutos, pero ni
siquiera he podido relajar mi cuello sobre la butaca y escucho el timbre de la sección
que tengo a cargo. No me importa, supongo que necesitará alguna revista o alimento.
La persona que requiere mis servicios es una señora de alrededor de unos 54 años de
edad, muy rubia, con un rostro esbelto y muy fino. Con una nariz respingada, y lleva
puesta un saco de color beige.
-Buenas noches, en qué le puedo ayudar.
-Señorita… Rupella es usted ¿verdad?, según veo en su gafete.
-Sí señora. Dígame…
-Que nombre tan extraño, verá, a lo que voy es que ya llevo dos horas de vuelo y este
señor que está a mi lado, no para de roncar, es un sinvergüenza y un maleducado.
Puede usted ayudarme, porque, créame, ya le muevo, ya le codeo, pero sus sueños son
más importantes que mi comodidad.
-Lamento mucho lo sucedido. Pero puedo buscarle otro asiento que esté disponible ¿le
parece bien?
-Pues sí, aunque yo quería que este malcriado se fuera a otro puesto. Pero me da igual.
Informo al capitán de lo sucedido en mi sección, y le digo que no hay asientos en clase
ejecutiva, pero sí hay uno en turista.
-No creo que la señora quiera ir a turista, ya sabes cómo son. Comenta Carlos.
-Sabrá comprenderme…
-Espero que sea así. Vaya y coméntele cómo se arreglará esto.
Voy con toda tranquilidad para que no existan malos entendidos. Recuerdo que mi
profesor siempre me decía: “el pasajero es nuestra prioridad y siempre debemos de
estar atentos a sus necesidades”.
-Señora, venga conmigo, yo le llevo sus pertenencias hasta la otra sección.
- ¿Cuál sección?
-A la de turista, existe un asiento libre en el cual usted pueda disfrutar de su vuelo con
toda tranquilidad y sobre todo pueda descan…
-Está usted mal de la cabeza señorita. ¡cómo cree que yo, de apellido Elmuri, me voy a
juntar con esa clase de gente en el área de turista!
Quería explotar por un momento, porque mi dolor de cabeza aún resonaba dentro de
mi cerebro.
-O me busca usted otro puesto, que no sea el de turist,a o el señor, se va de este asiento.
-Señor, señor, ¡señor!. -el hombre despertó, bendito los santos.
-Siii…
- Podría usted no roncar, está usted incomodando a la tripulación.
-Lo lamento señorita, me disculpo por mis ronquidos. Lo que pasa es que estoy mal
posicionado, es todo.
-Necesita algo…
-Sí por favor, un vaso de agua y una menta, y le aseguro, que mis ronquidos serán un
silencio.
-No se preocupe ahora mismo lo traigo. Señora, está bien, o puedo hacer algo más por
usted.
-Por lo menos, el señor dejó de roncar, pero si lo vuelve hacer me veré obligada a que
me den un mejor puesto.
No es la primera vez que me pasa esto, hace unos años atrás un pasajero viajaba en
primera clase, y alguien de la sección de turismo se tuvo que pasar a primera clase.
Recuerdo bien, era un hombre que llevaba puesto un ponchito y unas alpargatas. Y el
señor, fue y le reclamó a mi excompañera de trabajo diciendo que cómo es posible que
admitan a esta clase de gente en primera clase: al final, cuando aterrizó el avión, el
pasajero que realizó todo ese bochornoso y acto racista fue llevado preso. Supongo que
eso fue una gran lección para todos.
Ingreso a la cabina …
- ¿Lo solucionó? -Preguntó el capitán.
- Sí, lo solucione. No hubo mayor problema con la señora.
-Me alegro. Puede tomar su descanso. Será un viaje largo.
-Gracias, Capitán.

Ya han pasado 9 de las 18 horas aproximadas de vuelo. Algunos me han solicitado,


revistas, películas, audífonos, libros, y la señora, la que tenía el problema con los
ronquidos, duerme como la bella durmiente. Tengo un dolor increíble en mi espalda y
en mi cuello; siento como un peso que no puedo quitarme y encima mi dolor de cabeza.
Debería de existir un masajeador de azafatas para que nos minimice el estrés. Las
pastillas no son suficientes. Pero eso son aspectos secundarios, lo que a todos nos
preocupa son las turbulencias que existen, debido a la tormenta que enfrentamos desde
las costas del sur de la India. Cada rayo que emite el poderoso dios parece que fueran
disparos al aire. Realmente el miedo se impregna en cada célula de mi persona. No
obstante, soy yo la que debe contagiar la calma dentro de este avión, junto con mis
compañeras de trabajo. Para algunos, todo este suceso de la tormenta, parece no
importarles en lo absoluto. Algunos duermen, otros se deleitan del mini bufet, y a otros
les da por leer cosas aburridas. Por ejemplo, la culpa es de la…
-Atención señores pasajeros, seguimos experimentando turbulencias desde hace 20
minutos, por la cual le pedimos a ustedes de la manera más amable abrocharse los
cinturones, debido a que descenderemos unos 1500 pies de altura, para contrarrestar
un poco la tormenta. Muchas gracias.
-Por favor abróchese el cinturón, por favor abróchese el cinturón, por favor abroche el
cinturón de cada uno de sus hijos… -y de repente mi memoria empieza a recordar las
palabras de la niña: “¿Entonces, es posible que podamos caer mientras el avioncito
vuela?” Parece chistoso, pero prefiero que la niña haya mencionado aquellas palabras
fuera del avión y no en estos momentos. Imagina ver a una niña que espanta con esas
preguntas dentro del avión. Sería una niña que corretea y no para de llorar. No he sido
madre, pero tengo un sobrinito y entiendo el comportamiento que ellos emiten frente a
sus miedos.
Vamos descendiendo poco a poco hasta alcanzar la altura necesaria. De repente…
6
Es hora de levantarse… Vamos cariño sé que estás cansada, y tienes que irte a clases,
son las 11 de la mañana y tu padre tiene que viajar hoy en su cabezal. Ya sabes que tu
señor padre puede llegar tarde a donde sea, menos a su trabajo. – Voy mamá. -Por
cierto, tu uniforme está listo en la lavandería ve a recogerlo, y no olvides tus llaves, y
revisa que tu teléfono esté cargado. Hija, con quién hablas a altas horas de la
madrugada, ¿no tienes sueño, o qué te pasa? – con nadie, solo era un amigo que me
llama cada que vez que le da la gana. Está bien, me voy, tu hermano debe estar afuera
esperándome; ve hacer todo lo que te dije. ¡Te quiero Rupella! – ¡Y yo a ti mamá!... Voy
a extrañarlos mucho.
Las clases empiezan a las 5:00pm y terminan a las 9:00pm. Veamos que tengo para hoy
viernes…
• Asistencia a los pasajeros y vigilancia en la cabina, no
• Aspectos generales de seguridad en aviación, sí
• Servicio a bordo, sí
• Protocolo en la aviación e imagen personal, no
• Lucha contra incendio y humos, no
• Normativa, sí
• Conocimientos generales de la aviación, no
• Mercancías peligrosas, sí
• Factores humanos, no
• Medicina aeronáutica, sí.
• Idiomas, no.
Mierda mierda, me olvidé que tengo deber de mercancías peligrosas (aquí aprendí que,
si tu intentas llevar tu bolsita de marihuana, mota, o como la llames, no podrá pesar
más de 20gm, y necesitas permiso de un doctor para poder portarla). Maldita llamada
de madrugada.
3:59pm
Estoy a tiempo para mis clases y espero no perder otra vez el autobús; y para mayor
seguridad llevaré un paraguas. Cuenca es una ciudad en donde llueve, hace sol, y mal
clima. A la salida de mi casa está la parada de autobús, y un mamarracho, a lo lejos- no
puedo ver a lo lejos, esta miopía de infancia me acompaña a diario-, que le grita a su
mujer.
- ¡Eres una perra, eso eres! ¡Tú y la puta de tu madre son así!
Sin pensarlo dos veces me voy acercando, y distingo que es Carmen, mi compañera de
estudios, pero llegué tarde y el tipo la había golpeado en el rostro. Y rompo en llanto,
mientras el abusador ese se va en su carcacha.
- ¡Carmen! -le grito. Su rostro ya hacía golpeado. Los moretones y la sangre de su labio
inferior desfiguraban su rostro. La miré: un ojo era todo de color morado, y las marcas
de los golpes, formaban una hinchazón.
- ¡Por qué te pegó ese imbécil! -digo esto mientras que trato de limpiarle la sangre con
unos paños húmedos que llevo siempre en mi mochila. -Esto tiene que saber la policía,
ahora mismo les llamo para que lo lleven preso.
-No lo hagas, por favor. No quiero tener problemas.
Mi mente hizo un quiebre, por no entender esas palabras. Es algo totalmente ilógico
que alguien diga eso, después de que su pareja la golpea sin pena alguna. Al instante, se
levantó como si ni un rasguño la hubiera tocado.
-Vamos, te llevo a mi casa para curarte las heridas.
-Déjalo así, ya lo hago yo. Gracias por ayudarme.
- No vas a ir a clases de esa forma ¿o sí?
-Tú lo has dicho, no voy. Avísame de las tareas que los profes envíen para el lunes.
Me pareció como si fuera una escena grabada en el cine, en donde existe una bronca
entre parejas, y el director de pronto grita “¡corte! Escena perfecta, pueden irse para sus
hogares. Mañana seguimos con la otra parte del conflicto. No olviden que los golpes
deben ser perfectos”. Parecen que las mujeres hemos sido silenciadas frente a la
brutalidad de los golpes que los hombres nos dan. Y no hablo solo de golpes físicos, sino
de golpes en donde las palabras ofenden. Callamos porque tenemos miedo de que nos
vuelvan a golpear, o que la vuelvan a golpear. Mi madre siempre me recuerda de que no
tengo que meterme en problemas que no son de mi incumbencia, y que al final entre
ellos se arreglan y quien queda mal soy yo por eso, por metida, por sapa. Esto es algo
estúpido, si fuera yo a quien golpean, primero, no dejaría que me golpeen, tomaría
cualquier objeto para evitar ser lastimada, gritar para solicitar ayuda; actuar en el
momento y llamar a la policía las veces que sean necesarias hasta que el agresor esté
tras las rejas. Hace mucho tiempo que las mujeres hemos tomado posesión frente a
estos actos, pero hay mujeres, como mi compañera Carmen, que aún no han tomado las
agallas suficientes frente a estos actos salvajes. Mi padre siempre me ha recomendado
golpear en donde más duele, que ningún hombre tiene porqué tratarme mal, y que le
avise si alguien lo hace, que él no tardará en sacarle la mierda y romperle las dientes
para que en su vida vuelva a pronunciar una palabra. No deberíamos callarnos. Es hora
de irme, la línea 16 ya está por llegar.

6.1
Rafael Andrade, Bryan Sánchez, Andrea Rivadeneira, Carmen Guzmán, Rupella
Cobos…
Es el día de la investidura, el día que tanto anhelé, y por el que tanto sufrí y me esforcé,
ha llegado y no tengo que llorar, o el maquillaje, se me vendrá abajo.
-Felicidades, mija. -Me dice mi profesora, aquella que me demostró que el hecho de ser
una azafata también me convierte en médico. Aquella que me instruyó desde lo
necesario qué debe llevar un botiquín, hasta primeros auxilios.
-Mis sinceras felicitaciones, señorita Cobos. -El ángel Gabriel, le llamamos así porque es
uno de los jefes de los bomberos de la zonal 6, y fue quien nos enseñó Lucha contra
incendio y humos. Vaya que realmente es un infierno cuando estás dentro de un
incendio, el corazón te palpita como cuy en saquillo, y las piernas te tiemblan. Una vez
escribió en mi prueba, todo fuego debe ser apagado con inteligencia.
Es el momento de las fotos, solo sé que la sonrisa en el rostro se me impregna y que mis
padres lloran de alegría. Mientras que mi hermano está de fotógrafo.
-Sonríe Rupe. Di Whisky o zhumir.
-Zhumiiiir. Qué foca jaja.
-Listo, esta foto hay que mandar a revelarla mañana mismo donde don Pachi.
Después de posar para las fotos con mis compañeros y profesores, diviso al fondo, en la
entrada principal del auditorio: un chico alto, lleva lentes, y me aplaude, nos miramos,
sonreí … sabía que era él, el de las llamadas de madrugada; lo podía distinguir a pesar
de mi miopía. Intenté salir de la multitud, entre empujones y pisotones. -A dónde vas
hija… -el Javi está aquí. - ¿de cuál Javi me estás hablando? Cuando llegué a la entrada
ya no estaba, lo busqué por todos lados, pero se esfumó, lo llamé a su celular…
- ¿Dónde estás?
- Hola Rupella,
-Dije, ¿Dónde estás? No te veo en la entrada.
-Ya salí de ahí. Siento huir de esa forma.
Sabía que solo sería una visita momentánea. Siempre fuimos buenos amigos, aunque
rara vez nos veíamos. Alguna que otra vez, él se enojaba, era un odioso. Pero de alguna
forma tonta nos queríamos.
-Está bien.
-Lo lograste, me siento orgulloso, de todo corazón.
-Gracias Javi. Espero que tú también te puedas graduar muy pronto.
-Muchas gracias, volveré, lo prometo.
- Ok, cuídate.
- Espero que te guste tu regalo.
-De qué hablas. Alo, alooo. Me asentó. Lo llamé de nuevo.
“Soy Javier, deja tu mensaje”.
Odio que me haga esto…
Cuando llegamos a casa, mi mamá llamó y pidió comida. Todos teníamos un hambre de
león. Díganme, quién no tiene hambre después de estar sentado como 3 horas durante
el medio día y sin probar bocado.
-Hoy no cocino, estoy molida. ¡Carlos, que quieres de comer!
- ¡Chaulafán!
- ¡Guillermo!
- ¡Encebollado, mujer!
- ¡Rupella!
- ¡Chaulafán y unos camarones crugientes!
Eran mis favoritos.
- ¡La comida llega en 20 minutos
, escucharán el timbre!
-YAAAA.
Fui la primera en bañarme, realmente volví a la vida, y solo deseaba comer y dormir.
Suena el timbre
- ¡La comida! -grita mi madre.
- ¡Voy! Grité. En mi casa es normal que nos comuniquemos de esa forma. Los
dormitorios son en la planta alta y la sala y la cocina en la planta baja.
- ¡El dinero está debajo de la cajita china!
Tomé el dinero y abrí la puerta. Cuando la abrí por completo, no había ningún olor a
comida, al contrario, llegó un camión de servirápido.
-Buenas tardes. La señorita Rupella Cobos. -Soy yo, -respondí. Me sentía extraña.
-Tengo un paquete del señor … ¿lo conoce?
-Sí, lo conozco.
-Por favor firme aquí para aclarar que usted ha recibido el producto sin ningún
problema.
Entré a casa toda fría. Parece que el viento cuencano congeló parte de mí. Tenía forma
de caja de zapatos, pero no eran zapatos. Rompí las cintas con mis propias uñas y con
unas tijeras que encontré en el segundo cajón de la aparador de platos de la cocina.
Todos bajaron rápido. Pensaban que era la comida que había llegado.
- ¿Y la comida? ¿Dónde está la comida? -preguntó mi hermano.
-No ha llegado ninguna comida.
- ¿Qué es eso? Pregunta mamá.
-Es un paquete que me acaba de llegar.
-Deja ver qué te han dado. Y quién lo envía. (mi hermano era un sapo).
-En ese papel blanco está quién lo envía. Pueden ver si quieren.
Una vez abierto, había dos cosas: un libro que decía, Pequeñas grandes historias y
había un Boeing 777-200 en miniatura.
-Genial. Consérvalo hija, talvez no se vuelva a repetir este tipo de actos en la vida.
Después de 5 minutos la comida llegó.
- ¡Cuidado! - Choco bruscamente con mi hermano al intentar subir las gradas - ¡Fíjate!
El libro cae sobre el suelo, y una hoja de papel salió de su interior.
La abrí con mucha delicadeza.
Querida Rupella…

7
…la turbina derecha del avión empieza a incendiarse. Un rayo fue la causa. Hay que
recordar que en aviones comerciales existe alrededor de 200.000 litros de combustible,
y en este avión lleva puesto 40000 litros. Lo suficiente como para incendiar un edificio
de unos 50 pisos, o unas 500 hectáreas de sembríos, lo suficiente como para que el
avión estalle en el aire. Las máscaras de oxígeno empezaron a desprenderse de su área
de seguridad. Los gritos no cesaban, y el avión empezó a perder equilibrio al igual que
yo. Corro lo más rápido que puedo hasta la cabina principal, de tal forma que mi cuerpo
perdió equilibrio y un golpe en la cabeza, contra la puerta de un baño, forma un
pequeño corte. Nada grave. Una vez dentro de la cabina, Carlos intenta aplicar toda su
experiencia posible. Él sabe que la vida de todos nosotros está en sus manos, a estos
16000 pies de altura que poco a poco van disminuyendo. Su copiloto hace lo que el
capitán ordena, mientras yo anuncio a todos los pasajeros “permanecer en calma,
mantenga sus cabezas abajo, y cúbranse”
- ¡Fuego en motor derecho!
-Apágalo…
- ¡Perdemos altitud, estamos en 14000 pies!
-Mayday, Mayday, Mayday, aquí Amul 55-65 con destino a Japón, nos declaramos en
emergencia, solicito aterrizar en su aeropuerto. Tenemos una pérdida de empuje de
ambos motores. Perdí control automático y paso a manual.
-Aquí torre de control. Permiso concedido. ¿Están volando a 8000 pies, es correcto?
-Afirmativo. Su aeropuerto está a menos de 5 millas, lo lograremos.
-Enterado… ¡Quiero que den aviso a control 3 para que ni un solo avión se encuentre en
pista! ¡Ahora! - Amul 55-65 intente aterrizar en la pista 1.1.3.
-Entendido.
- Ahora gire a la izquierda, hacia 2.2.6.
-Tenemos que descender a 600 pies, cuando estemos a una milla antes de la pista. Dice
Carlos a su copiloto.
-Sí capitán.
-Por favor, todos los pasajeros adoptar la posición de emergencia, repito, adoptar la
posición de emergencia.
Solo pensaba en mi familia, y rezaba a todos los dioses y santos posibles. Las manos me
sudaban, las piernas me temblaban, la respiración se me aceleraba (las taquicardias
volvieron) y la muerte parecía que estaba más cerca de nosotros.
- ¿Alguna otra idea capitán?
- Sí, pedir a dios que podamos llegar a la pista, caso contrario los ríos de Bombay serán
nuestra última opción.
6.2
Me dirijo a una librería ubicada en el centro de la ciudad, cerca de uno de los bancos
más poderosos del país. Acudí a este lugar por razones de estudio, entre otras. Primero,
tengo que comprar un libro que esté relacionado a la historia de la aviación, otro que
hable sobre las nuevas tecnologías que se incorporan dentro de la estructura
aeroportuaria, y, por último, uno que me recomendaron, lo anoté en mi celular, su
nombre es La literatura Nazi en América. Ingresar a estos lugares, hacen que mis
papilas gustativas y mi olfato dibujen en mi memoria: el olor y sabor de un buen café
por la tarde y el olor de un libro que aún no ha sido leído. En este último, es algo que
pocos lectores (no soy una lectora profesional, o compulsiva, por si las dudas) podemos
entender, debido a que, cada libro tiene un aroma diferente, es parecido como a una
perfumería en donde las fragancias -familia de perfumes- son totalmente distintas:
rosas, violetas, jazmín, vainilla, chocolate, cítricos, acaramelados, entre otros. Lo mismo
sucede con los libros, la única diferencia es que NO hay un olor definido, todo es
infinito, y cada vez que tomas uno nuevo, tratas de asociarlo…error, estos olores son
aquellos que te hacen suspirar, aquellos olores que te hacen cerrar los ojos y te hacen
sentir vivo. Esa es la sensación de estar dentro de una librería, cuando compras un libro
nuevo y tomas con los dedos índice y pulgar, y sin importar la dichosa página, la llevas a
tu rostro.
- ¿Le puedo ayudar en algo señorita?
- Buenas tardes, sí por favor necesito estos tres textos.
- Claro, déjeme revisar…
Mientras observo las estanterías, determino que hay un bagaje enorme de libros, si él
estuviera aquí de seguro diría “este autor escribe como un verdadero payaso, pero no
deja de ser un maldito escritor…ah, pero, este tiene una escritura que rompe esquemas;
este lo necesito, no sé por qué, pero lo necesito” la última vez había dejado un mensaje
en su perfil de nicebook en donde solicitaba de manera urgente que alguien le pudiera
traer un libro que solo había en España. Era medio loquito al momento de decidir por
sus lecturas, pero siempre me decía, “jamás digas que este libro es bueno o malo, a
veces los escritores hacemos lo posible para hacer llegar nuestro mensaje de la forma
más clara posible ante cerebros que tienen demasiadas tejas”. Siempre he pensado que
las dos cosas más fáciles que podemos hacer son: leer y comprar, pero el ejercicio de la
escritura, y el ser escritor: es un acto de valentía, e inteligencia. No todos son capaces de
desnudarse frente al mundo. Ya hasta me parezco hablando como él.
-Lo lamento, el de Bolaño se lo llevaron recién.
- No se preocupe.
Salí, hacía un pacheco de esos que te congelan hasta el infierno, no exagero, aquí hay
días que por más que el sol esté a 40 grados, las sombras que emiten las casas son
árticos, árticos que hacen que un resfriado sea parte de tu vida… Ahora, dónde consigo
ese libro. Fue una recomendación, de vez en cuando sigo recomendaciones. Veamos si
logro obtener ese libro, de seguro, es porque algún amigo de afuera me ayuda. Las
azafatas también leemos, también escribimos, y nos pasamos noches en vela como si
fuera parte de nosotras, como una tarea adicional. Camino con precaución, con hambre
de gato, y con un pequeño dolor de cabeza, que recién empiezo a entender gracias a una
consulta en línea, creo, según esta información que tengo migraña. Desde cuándo, ni la
más remota idea.
Que rico se siente estar en casa… con café calientito de mamá sobre la mesa…
- Cómo te fue -mamá parece extraña el día de hoy.
- Bien mami, solo que aburrida de la ciudad, ya sabes odio el tráfico y la gente
gritando.
- ¿Conseguiste lo que buscabas?
- Pues, sí, solo que el clima es terrible.
- Ha llamado tu amiga Sandra.
- ¿Te dijo algo?
- Sí, que te espera hoy a las 11 en un taj malal ni se que…
Mierda, olvidé que hoy celebrábamos su cumpleaños, y yo sin regalo, sin una llamada,
sinvergüenza que soy.
Estoy sentada, en la primera mesa del fondo, junto a la ventana. El local estaba algo
lleno. No veía a ninguna mujer que se pareciera a mi amiga.
-Rupella -era la voz ronca de mi amiga, parecía como la de un narrador de partidos de
fútbol-
- ¡Sandrita! ¡Feliz cumpleaños! Toma, es para ti. No es mucho, espero sea de tu agrado.
(Realmente era mucho, le compré un viaje, con todo pagado, para dos personas a
Montañita, y ella ama viajar). - ¡ábrelo!
Su sonrisa venía acompañada de unas lágrimas. Parecería como si el regalo fuera
demasiado bonito, o porque ella…
-Amiga, me voy del país.
(Mierda)
- ¡Por qué! A dónde, y con quién…
- Me voy a Brasil por cuestiones de maestría, y necesito hacerlo por mi propio bien.
Me voy sola.
Parece que en estos últimos tiempos las personas han empezado por abandonarme, y
por abandonar sus vidas. Es normal, la vida te enseña también a tener amigos lejanos,
duele, pero no dejan de ser tus amigos. No tenía que estar amargada, era su
cumpleaños.
- Felicitaciones, me alegro mucho que busques mejorar en nuestra profesión, (lo
dije de corazón) ¿Cuánto tiempo dura tu maestría?
- Son dos años. Para el próximo mundial de fútbol, estaré aquí, lo prometo.
Ambas reímos iguales, me dolía en la boca del estómago, pero reímos sin parar, ella con
su risa de chancha y yo con mi risa de bruja.
No recuerdo cuantos tragos habíamos impregnado en nuestra sangre, solo sé que los
boletos están en mi bolsillo, todos apachurrados de tanto marroneo, y mi cabeza da
vueltas, miento miento, todo me daba vueltas, hasta mi cama. Sabes, me gusta todo,
menos la cerveza, no digo que sea fina, solo que eso me provoca náusea, y no quiero
visitar al doctor, para que me repita lo que le ha dicho siempre a mi hermano, “tómese
este complejo B, dos terminín forte, y un buen encebollado, y estará como nuevo”.

6.3
- Por favor señorita firme aquí, aquí, y en esta X.
Es el día de mi boda, estoy vestida de blanco, todo es tan bonito, la iglesia, el cura. No es
cierto, acabo de terminar mi maestría, era una parecida a la de Sandra, solo que la mía
la realicé en Argentina, gracias al banco y al apoyo de mis padres, nunca se llega lejos
sola. Aparentemente, esto me servirá para aumentar de rango y de sueldo. Hay que ser
realistas, directos, sin miedo al qué dirán. Ahora, en este lapsus de tiempo, desearía
volver a casa, estar en mi habitación, pero los vuelos se retrasaron hasta nuevo aviso,
¿por qué? Porque es invierno y la nieve cubre todo Buenos Aires, desde Palermo, hasta
llegar cerca de San Martín. Supongo que tendremos que regresar al hotel. No estoy sola,
estoy, entre comillas, como les llaman aquí, “pololo” (novio). Es un tipo realmente
fascinante, lo conocí cuando un día el muy shunsho quiso quitarme la única leche
semidescremada que había en el refri del supermercado, dijo que la vio primero, yo dije
que no. Al final de un solo jalón la leche se derramó en su chaqueta, no pare de reír por
media hora. Recién llevamos 6 meses “juntos” (rara vez nos veíamos, era doctor)
-Vamos comprando algo de comer, amor.
-Sí mi cielo (soy bien cursi, lo siento). Me comería un elefante si fuera posible. Era una
mujer que comía, pero no engordaba. Vaya suerte de esta postmodernidad.
-Venite a mi casa, y si querés vemos alguna peli, no se, o si no tomamos unas cuantas
birras. Dale, dale, es viernes, y acabás de hacer una maestría.
-Está bien. No hay problema amor. Pero primero comamos.
- ¿O nos comemos? (era un boludo, y un atrevido, me gustaba, al amor hay que quitarle
de vez en cuando lo angelito, y dejar que el placer y la lujuria se desborden)
-Si puedes, por supuesto.
El resto ya es historia. Es mi vida privada, hay cosas que los libros no cuentan, así que
me ahorraré los detalles. Pero vaya que sí sabía cómo hacerme sudar y gemir, como
perra en celo. Ahora, no traigo buenas noticias, algo va a pasar, ya saben, amor de
lejos…
-Amorcito, ven conmigo a Ecuador.
Me miró horrible, a pesar de que era un hombre de rostro fino y ojos azulitos como el
color de su Mercedes.
- Vos estás loca nenaaa, no me hinches las pelotas, más de lo que ya están. Shoo
(yo), ni loco, me muevo de aquí, aquí están mis amigos, mi familia, está Bocaaa, está la
bombonera, y está mi selección, Messi, y el buen tango. Mejor quedate tú conmigo,
vamos a vivir juntos, aquí en mi casa.
En estos momentos, me di cuenta que hay pocas personas que renuncian. Si te vas a
enamorar tenés, que mierda pronuncio, tienes que renunciar a algo. No se puede
enamorar solo porque te palpita ese dichoso corazoncito de mierda. Soy una estúpida,
mientras decía sus babosadas de Bocaa y ni se que, ya concluía que no iba a querer irse
conmigo. Lloraba por dentro, sí, solo que hace mucho tiempo que ya no soy una niña
para andar rogando a ningún cabrón. El amor no se ruega, ni por error, anoten. Así que
yo, Rupella, mujer que acaba de hacer un sueño, algo palpable y real, no iba a dejar que
cosas como estas me arruinen la vida. La vida no se hizo para que la gente te joda, me
entienden, la vida se creó, o la crearon, como sea, para hacer de nosotros lo que ella
queramos, pero con un sentido común (hacer las cosas bien). Las azafatas solo lloramos
por nuestra familia, y por nuestra tripulación, no por un cabrón que quiera estar en su
bendita bombonera. Además, no sería la primera vez que alguien se aparta de mi vida,
uno siempre tiene que perder algo para salir ganando, creo que lo escuché en alguna
radio. Ahora Rico y todo, pero papito, amo mi profesión, a ti no sé… Ya no estamos en
tiempo de buscar príncipes, ojo. En ese momento, salí sin rogarle, ni suplicarle, tomé
mis cosas, incluyendo, mi maestría, y esperé en el aeropuerto hasta que el próximo
avión pueda volar a mi destino.
Me duele todo, a pesar de que el viaje fue rápido y cómodo. Todos me reciben con
bombos y platillos, pero solo pienso en dormir. Todo está igual, limpio, pero igual. Me
recuesto en mi cama. Me saco mis aretes y los pongo sobre el velador, junto a la
fotografía que mi hermano mandó a revelarla. Ese día, todo volvió a mi mente,
incluyendo él.

8
Recordé una buena parte de mi vida. Ahora solo espero que todos salgamos vivos de
este incendio de los cielos…
- ¿Capitán?
- Lo lograremos, me entiendes, lo lograremos, maldita sea. No voy a dejar que
mueran. (El capitán, llevaba la foto de su nena de 5 años, una niña con los churitos de
oro, y una sonrisa como la de una sirena)
Saldremos de esta, saldremos de esta, saldremos de esta, saldremos de esta, saldremos
de esta saldremos de esta, saldré de esta. ¡Ayúdanos Dios! Mi corazón palpitaba, se me
iba a salir, jamás me ha pasado eso en toda mi vida como azafata. No me arrepiento de
nada. Solo recuerdo todo lo que él me había puesto en esa carta…

Querida Rupella

Recibirás este regalo una vez que estés en tu casa, totalmente muerta del cansancio; de seguro ya tomaste
un baño de agua caliente, con la espuma a tope. Siento mucho el haberte abandonado, o el salir corriendo
de tu graduación. Ahora, espero que estos dos regalos los conserves. El primero, es un libro mío que no se
ha publicado, ni tampoco espero hacerlo: ya sabes lo que pienso de las editoriales. Y pienso que le faltan
más historias dentro de ese libro, historias que aún no han sido contadas. No soy escritor ni nada por el
estilo. El segundo es un avión en miniatura que tu alguna vez lo habías mencionado en nuestras llamadas,
llamadas que ahora solo las tengo grabadas a puño de memoria en mi cerebro. Mis mejores deseos para ti
Rupella, has de tu profesión una forma de amar a la vida.

Pd: trabajo en el colegio de las monjitas.


Hasta un buen tiempo.
Con cariño y estima

Javi

Atención, televidentes, un avión de la línea Amul, que salió desde nuestro país con
destino a Japón acaba de estrellarse en el Aeropuerto Internacional Chhatrapati Shivaji
de la ciudad de Mumbai, al parecer el avión había solicitado un aterrizaje de
emergencia, debido a que una de las turbinas había fallado. Lamentablemente, el avión
había perdido pista, como ustedes lo pueden ver en imágenes. El cuerpo de bomberos y
ambulancias se acercaron al lugar de la escena. Hasta el momento según reportes se
estima que hay 170 muertos y 25 heridos. Una noticia lamentable para nuestros
compatriotas y para quienes viajaban; esperamos tener un mayor reporte en nuestra
emisión de las 7 de la noche.

9
7:50am
Hoy será un día maravilloso, el sol a su máximo esplendor, y yo al máximo de libros y
tareas por revisar, y formularios que llenar.
9:20am
-Escuchen bien lo que les voy a decir, anótenlo en su celular, en su cuaderno, donde
ustedes deseen. La literatura, por más que sea cansada y llena de mundos, es, y sirve,
para generar personas con un mayor sentido de sensibilidad, para ser un poco más
humanos. Chicos recuerden que esto les va a servir de mucho…
-Profe Javi
-Sí Camila. ¿alguna duda?
- Le buscan afuera…
A primer ojo reconozco a la mujer que está fuera del aula. La reconozco por fotografías
jamás se me olvidan los rostros, y mucho más si se trata de alguien importante. Dígame
señora en qué la puedo ayudar, estoy impartiendo mis clases, y no puedo perder mucho
tiempo. Sus ojos ya habían derramado demasiado rímel sobre el rostro, me abrazó, a tal
punto que sentía que mi iba a desarmar por completo. Los gritos no cesaron, intenté
alejarla, para que ella se calmara, era imposible.
-Señora …
- ¡Mi hija, Javier, mi hija, ya no está!
Esas palabras, que parecen decir poco, pero que hablan mucho, me rompieron,
inmediatamente aflojé la llave de agua que tenía en mis ojos. La abracé, ambos
necesitábamos desfogar la pena que ya hacía en nuestros corazones. Vi salir a la
inspectora de piso, se acercó y, no tengo claro el panorama de ese momento. Solo la
recordé, su mirada, su sonrisa, que tenía un par de estúpidos huecos, capaces de
enamorar a cualquier bestia sin sentimientos, así era Rupella. El dolor se había
impregnado: en mi cabeza, en mi corazón, en mis huesos, en la sangre, en mis manos,
en mis ojeras. Saben algo, no veo las noticias (odio la mentira, pero esta vez era real),
por eso no tenía ni la más remota puta idea de lo que había sucedido en ese vuelo. Tomé
mi mochila, mis libros y mis formularios por llenar, y salí del salón de clases…
-Profe, qué le pasa,
-Profe, ¿necesita ayuda?
-Profe, ¿quiere que le traiga algo?
-Profe, tome aguita...
Ingerí media botella de golpe. Y cada gota que ingerí, era un recuerdo de ella en mi
mente.
-Chicos, tengo una emergencia, solo continúen con su tarea, yo vuelvo pronto.
No había forma de conversar con la señora, me dijo tantas cosas, que lo único que
recuerdo, “está siendo velada en el campo santo, cerca de la iglesia”. No salía del shock,
solo tenía pensamientos estúpidos, lágrimas en el rostro, y las llaves de mi moto en la
mano. El cielo se tornó gris, amenazaba con dejar mojada toda la ciudad. Los truenos
eran más cercanos a mi oído, y los rayos no paraban de cesar. A si son los días cuando
alguien muere hijo, no importa si es primavera o verano, el cielo también llora, hijo
mío. Palabras sabias de mi madre. Aceleré a todo lo que daba, no hay señal de tránsito
que haya respetado, y tampoco me importaba, solo quería llegar a mi departamento y
llorar hasta que las lágrimas se conviertan en sangre. En sangre viva, en sangre que
amenace con matarme a mí, no a ella. Subí las gradas, la moto había caído, no me daba
con la llave del departamento. -Dorada, dorada, ¡mierdaaaaa, llave hija de la
granputaaaaa, donde te metiste, dónde, a dóndeee te fuisteeeee! Me arrimé a la puerta
y caí como en verdadero soldado débil, disparado al pecho con una M-50. Todo ya hacía
en el suelo. Te has preguntado ¿por qué la muerta es tan horrible? La mierda esa es
cobarde. Trataba de recordar todo lo que había en los libros para zacear mi dolor, nada,
absolutamente nada, todo está vacío. Llamé a mi mejor amigo como unas 10 veces,
nadie me contestó, nadie. Creo que me voy a morir por un instante...
- Joven, repire mijo, repire mijoo.
Era un olor fuerte, parecía colonia para bebé.
Estaba en mi cama rodeado de mi vecina, la guayaquileña, y de una niña de unos 8 años
a lo mucho.
- Mamita Susi, ¿Qué le pasó al señor?
- Se demayoo mija. Joven ¿Se siente mejor? ¿quiere que le llame a un doctor?
- No vecina, gracias, estoy bien. (No estaba bien, estaba muerto en vida).
- Mire, sus cosas, y las llaves de su departamento están sobre el escritorio. Yo me
tengo que ir a dejar a mi nieta donde su mamá.
- Tranquila, ya me ayudado mucho. Que Dios la bendiga.
No me moví de la cama, por unas horas, solo miraba al tumbado en busca de
respuestas, y para que quería yo respuestas, esto no se trata de resolver casos. Fui saqué
una caja llena de polvo, (el tiempo se había impregnado) que estaba guardada en mi
armario. Al abrirla saqué una foto de ella de algunos años atrás cuando un día salimos a
conversar, y a tomar un café cerca del parque San Sebastián. Ese día me habló de lo
mucho que le gustaba su carrera como azafata. Dijo que daría la vida, y vaya que la dio,
hasta el último segundo de este envejecido tiempo. “Sabes, escribes bien, de hecho, tus
poesías son de lo más dulce que probado con mi vista, gracias Amuleto” (apodo,
sobrenombre que ella me inscribió en una noche de diciembre) “Eres un odioso, solo te
gusta verme tragar”. Tomé mi terno negro, lo sacudí, y me lo puse, me pesaba tanto,
pero no sabía si era el terno, o el dolor de su partida. A cada minuto la recordarla, un
día, ahora que lo recuerdo, intenté besarla, solo fueron intentos, jamás ocurrió, no
sabíamos que éramos: amigos, amantes, conocidos, amor prohibido, amigos con
derecho, locos enamorados, no sabíamos, solo sabía que tenía que levantar mi moto del
suelo, limpiarla, y ponerme mi casco. Ahora solo lloviznaba. Parece que el cielo y yo,
habíamos dejado de llorar al mismo tiempo. Solo su madre fue quién me reconoció en
todo el velorio, el resto eran totalmente desconocidos. Parecía un extraño bicho en
medio de la multitud. A cada uno les fui entregando mis condolencias. No me acerque a
ella para nada, no quería hacer el ridículo frente a esta gente. Al final, ni saben quien
mierda soy, ni lo que yo sentía por Rupella. Las flores, eran las únicas que me veían y
entendían a mi ser, eran de un color blanco, ¿Por qué el blanco? La paz no se consigue
con flores, ni con adornos, ni con lágrimas, ni con la misa que está dando este patético
cura, ni con rezos, de “por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa”. Ciegos, aún
tienen demasiadas tejas en la cabeza, aún creen en un paraíso, qué paraíso ni nada
señoras, y señores, el paraíso y el infierno están aquí mismo, si ustedes no
aprovecharon su vida aquí, salados, sa-la-dos. No, no soy pesimista, solo digo lo que me
parece correcto, y al que no le guste, pues que pena, que se aguante, porque yo no
aguanto estar aquí, recordándola, yo no aguanto, tener que decir todo esto, ¿Quién
escribe, con las manos cortadas, quién habla sin tener un lenguaje? Yo. Sí, yo lo hago.
Ella ya no pertenece aquí, yo tampoco debería, pero mis chicos esperan que vuelva
pronto al colegio.

10
Empezaré por el final. Mira, no soy un escritor perfecto, pero la memoria es lo más
valioso que alguien puede poseer, es una máquina abstracta perfecta, no hay margen de
comparación, la memoria es la cosa más infinita y bella en nuestro armazón. Desearía,
asi sea por unos 5 segundos, haber volado en una de esas máquinas contigo, surcar
cielos, que me demuestres que ser azafata: implica respeto, coraje, valentía, agallas,
ovarios, muchos ovarios, y, sobre todo, significa amor, eso, amor por lo que haces. A
ver, quién se atreve a pasar malas noches, fuera de su nido, fuera de su familia, amigos,
conocidos, enemigos, fuera de tu región, revisando de pies a cabeza que algún hijoputa
como Osama bin Laden, envíe a un terrorista a explotar el avión con una bomba metida
en el culo… pocos se atreven, amigos, pocos. Rupella, me enseñó lo suficiente sobre su
vida profesional, su vida personal, pero jamás me enseñó a cómo llevar la vida sin su
presencia, sin sus niñerías, sin sus caprichos. Eso se te olvidó, ese fue el único error que
has cometido conmigo. Ustedes, lectores, contadores, borrachos, periodistas,
bomberos, médicos, odontólogos, albañiles, enfermeros, astronautas, profesores,
conductores, pilotos, deportistas, y tú también, cómo se mantiene vivo el recuerdo de
una persona, ¿no lo saben? Yo sí, y no es nada nuevo lo que hago, algunos ya lo han
hecho, y han ganado grandes premios, el agua tibia hace rato que el hombre la
descubrió. La respuesta está en escribir sobre aquella persona, y sabes algo Rupella,
todos van a saber tu historia, todos, enviaré esto a Roma, a México, a Singapur, a
Argentina, a París, a China a dónde más pueda. Y me doy cuenta, ahora que estoy aquí
sentado junto a tu lápida, y con mi tabaco en mano, de que esta es la historia que
faltaba en el libro que algún día te obsequié. No creí que fueras tú. Volaste muy alto esta
vez, ni 100 escaleras de bomberos juntas me harán llegar al cosmos en el que tu te
encuentras ahora refugiada. Han pasado solo 8 días desde que decidiste dejarme, o
dejarnos, para mí, creo que ya van como 127 visitas que te hago, y en ninguna me
respondes, asi son las mujeres, calladas cuando les conviene. Traje mi guitarra, ¿crees
que me manden sacando?, no digo por el panzón ese del guardia, ese es un miedoso que
solo le gusta dormir encerrado en su garita, sino por los muertos que están durmiendo
aquí. “Ojalá pase algo que te borre de pronto: una luz cegadora, un disparo de nieve,
ojalá por lo menos que me lleve la muerte, para no verte tanto, para no verte
siempre…”. No he cambiado de guitarra Rupella, sin embargo, suena mejor que una
Gibson. Ya es tarde, tengo, y tenemos que irnos de aquí. Mira, que coincidencia más
extraña, ya va a salir el sol, y yo tengo que ir a dar clases. Hoy les contaré, a todos, sobre
ti, y usaré esa laptop vieja, para escribir todas tus locuras y metas. Hasta un buen
tiempo.

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