Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Elogio de Eneas
Virgilio y la Retórica Epideíctica en el
Temprano Renacimiento Italiano
editores
Título del libro
1
Nombre del autor
RIL® editores,
por la
bibliodiversidad
2
Título del libro
ELOGIO DE ENEAS
3
Nombre del autor
4
Título del libro
Craig Kallendorf
Elogio de Eneas
Virgilio y la Retórica Epideíctica
en el Temprano Renacimiento Italiano
5
Nombre del autor
282 p. ; 21 cm.
ISBN: 956-284-419-6
Primera edición:
University Press of New England
Hanover and London
1989
ISBN 956-284-419-6
RIL® editores
Alférez Real 1464
750-0960, Providencia
Santiago de Chile
Tel. (56-2) 2238100 - Fax 2254269
ril@rileditores.com / www.rileditores.com
6
Título del libro
Elogio de la lectura
7
Susana Cella
Destaco el aspecto narrativo porque este texto logra una vívida re-
construcción de la época, emplaza la ciudad italiana con sus institu-
ciones y sus colores, define con exactitud a cada uno de los autores
que trata con la nitidez propia de un personaje realista, es decir, los
vemos actuando en su ámbito, forjando sus escritos, leyendo.
La lectura es una de las claves del trabajo de Kallendorf, que en
este sentido constituye una puesta en acto de lo que entre las co-
rrientes de crítica literaria se conoce como Estética de la Recepción
de la Escuela de Constanza. Al poner el acento en la lectura como
la instancia que permite vincular a la literatura con el espesor histó-
rico y social, se hace énfasis en la experiencia de quien lee referida
esta a un conjunto de saberes de vida y de lecturas. En el Elogio de
Eneas, ese valor se aprecia doblemente porque al tiempo que se va
relatando la lectura de cada uno de los humanistas, incluyendo con-
troversias o coincidencias con otros, se pone de manifiesto la que
efectúa el autor del Elogio al mostrarse él mismo leyendo y al hacer-
lo, configurando su análisis, que bien puede considerarse un elabo-
rado trabajo comparatístico capaz de enlazar en simultaneidad clá-
sicos y contemporáneos y de instaurar un diálogo que no sólo apela
a los especialistas citados –respecto de los cuales hace observacio-
nes, polemiza o destaca hipótesis– sino también al más amplio arco
de lectores a que está destinado el libro, un libro especializado pero
no sólo para especialistas.
Pienso que este es otro mérito que vale la pena destacar, una
condición que hace pensar en memorables textos como ese tam-
bién diacrónico estudio acerca de la representación literaria desde
Homero a Joyce, que es Mímesis de Eric Auerbach. El recorrido
aquí es más acotado, no menos intensivo. Kallendorf cuida afano-
samente, como si midiera cada paso de su trayecto y sopesara cada
palabra, de precisar los parámetros en que se ubica. De ahí que
introduzca el tema que va a tratar en cada capítulo a partir de una
presentación –que a veces asume la forma de la irrupción de un
personaje en una circunstancia determinada– para luego encarar
su peculiaridad y explicitar la propia estrategia de la indagación
que a continuación desata. No pocas son las interrogaciones que
8
Prólogo | Elogio de la lectura
9
Susana Cella
10
Prólogo | Elogio de la lectura
11
Susana Cella
Susana Cella
12
Prólogo | Elogio de la lectura
13
Susana Cella
14
Título del libro
Prefacio
15
Craig Kallendorf
16
Prefacio | Elogio de Eneas
17
Craig Kallendorf
18
Título del libro
CAPÍTULO 1
De la Antigüedad al Renacimiento
Modos de leer la Eneida de Virgilio
1
Una buena introducción general a la historia crítica de la Eneida puede encon-
trarse en R. D. Williams y T. S. Pattie, Virgil: His Poetry through the Ages (London:
The British Library, 1982); también puede hallarse valiosa información en
Gilbert Highet, The Classical Tradition: Greek and Roman Influences on Western
Literature (London: Oxford University Press, 1949), y en el catálogo de una
exhibición realizada en 1981 en la Biblioteca Nazionale Centrale de Roma,
Virgilio nell’ arte e nella cultura europea, ed. Marcello Fagiolo (Roma: De Luca,
1981). Más adelante se citan estudios más especializados. Sumado al material
recogido cada año en L’année philologique, estudios recientes acerca de Virgilio y
su influencia se analizan en The Classical World Bibliography of Vergil, ed. Walter
Donlan (New York: Garland Publishing, 1978) y en el anuario «Vergilian
Bibliography», que aparece en Vergilius.
19
Elogio de Eneas
2
Michael C. J. Putnam, «Possessiveness, Sexuality and Heroism in the Aeneid»,
Vergilius 31 (1985): 18-19; cf. del mismo autor: The Poetry of the Aeneid (Cambridge,
Mass: Harvard University Press, 1965).
3
Eneas Silvio Piccolomini, Opera quae extant omnia (Basel: H. Petrus, 1551), p.
596 (epístola 104); cf. p. 943 (epístola 402) en esta misma edición.
20
Capítulo 1 | De la Antigüedad al Renacimiento
4
Tuscans and Their Families: A Study of the Florentine Catasto of 1427 (New Haven:
Yale University Press, 1985), pp. 16-17, 168-69.
5
Aristóteles había señalado «los hombres como deberían ser» como temas apro-
piados para la poesía (Poética, 25 (60b32)), y esto llegó a ser un lugar común
para la crítica renacentista. Para ver la que probablemente sea su más famosa
aplicación, consultar Sir Philip Sidney, «The Defense of Poesie», en Literary
Criticism: Plato to Dryden, ed. Allan H. Gilbert (Detroit: Wayne State University
Press, 1962), pp. 415-420.
6
Esta anécdota ha sido ampliamente referida en las historias corrientes del humanis-
mo: ver Rudolf Pfeiffer, History of Classical Scholarship, 1300-1550 (Oxford: Clarendon
Press, 1976), pp. 59-60, con bibliografía agregada.
21
Elogio de Eneas
Este libro trata de la Eneida del Papa Pío II; es decir, se refiere al
modo en que el gran poema épico de la antigua Roma fue leído e
interpretado en la cultura italiana durante los siglos catorce y quin-
ce. Para establecer la fundamentación de este estudio, comenzaré
por revisar los principales abordajes al poema desde la antigüedad
tardía hasta la Edad Media. Luego describiré en términos bastante
generales la aproximación retórica favorecida por cierto número
de los más importantes estudiosos clásicos y de autores del tempra-
no Renacimiento italiano. Finalmente, ofreceré algunos pocos co-
mentarios acerca de cómo los procedimientos adoptados aquí se
ajustan a lo que otros han dicho acerca de la literatura del Renaci-
miento en general y acerca del estudio renacentista de Virgilio en
particular.
7
Domenico Comparetti, Virgilio nel Medioevo, ed. Giorgio Pasquali, 2 vols.
(Florencia: La Nuova Italia, 1981; reimpreso de la edición de Florencia, 1867);
traducido al inglés como Vergil in the Middle Ages, trad. E. F. M. Benecke (Hamden,
Conn.: Archon Books, 1966; reimpreso de la edición de Londres, 1985), p.
322. La obra de Comparetti está teñida de un sorprendente disgusto por la
Edad Media y de un intenso nacionalismo italiano, junto con la decisión de
encontrar en la leyenda de Virgilio una tradición popular napolitana que la
academia moderna no reconoce (ver el prefacio de Pasquali, pp. XV-XXXIV
de la edición revisada italiana); sin embargo ningún estudioso puede dejar de
lado la cantidad de material recogido y analizado en ella.
22
Capítulo 1 | De la Antigüedad al Renacimiento
8
Acerca de la educación en la Antigüedad, ver Henri-Irénée Marrou, A History
of Education in Antiquity, trad. George Lamb (New York: Sheed and Ward, 1956);
y Robert A. Kaster, Guardians of Language: The Grammarian and Society in Late
Antiquity (Berkeley: University of California Press, 1988).
23
Elogio de Eneas
24
Capítulo 1 | De la Antigüedad al Renacimiento
25
Elogio de Eneas
26
Capítulo 1 | De la Antigüedad al Renacimiento
27
Elogio de Eneas
28
Capítulo 1 | De la Antigüedad al Renacimiento
29
Elogio de Eneas
Routledge and K. Paul, 1969), pp. 94-118, y «Dante and Virgil», en Dante and
Virgil (Oxford: Oxford University Press, 1949), pp. 61-106. Las citas de Virgilio
en las obras de Dante han sido recogidas por Edward Moore, Studies in Dante.
First Series. Scripture and Classical Authors in Dante (New York: Haskell House,
1968; reimpresión de la edición de Oxford, 1896), pp. 166-97; mientras que
una buena exposición acerca de las tendencias críticas con bibliografía a lo
largo de 1965 aparece en Mario Santoro, «Virgilio personaggio della ´Divina
Commedia´», en Dante nella critica d’oggi: Risultati e prospettive, ed. Umberto
Bosco (Florencia: Le Monnier, 1965), pp. 343-55. Actualmente se desarrolla un
trabajo muy interesante acerca de la relación intertextual entre la Eneida y la
Divina Comedia, con sólidas tendencias críticas provistas por Rachel Jacoff,
«Models of Literary Influence in the Commedia,» en Medieval Texts and
Contemporary Readers, ed. Laurie Finke y Martin Shichtman (Ithaca: Cornell
University Press, 1987), pp. 158-76. Cf. Robert Hollander, Il Virgilio dantesco:
Tragedia nella «Commedia» (Florence: Olschki, 1983); Teodolinda Barolini, Dante’s
Poets: Textuality and Truth in the Comedy (Princeton: Princeton University Press,
1984), pp. 201-56; y Giuseppe Mazzotta, Dante, Poet of the Desert: History and
Allegory in the Divine Comedy (Princeton: Princeton University Press, 1979), pp.
147-91. Leo Ulrich, «The Unfinished Convivio and Dante’s Re-reading of the
Aeneid,» Mediaeval Studies 13 (1951): 55-61, sugiere que Dante comenzó a traba-
jar en la Divina Comedia como resultado de su estudio sobre la Eneida VI.
18
Inferno I. 85-87. Para una breve exposición acerca de lo que este concepto signi-
fica para el desarrollo de Dante como poeta, ver La Divina Commedia, ed. Natalino
Sapegno (Florencia: «La Nuova Italia» Editrice, 1955) en I. 87 (p. 12).
19
Comparetti, Vergil, pp. 211-12; y Robert Hollander, Allegory in Dante’s Commedia
(Princeton: Princeton University Press, 1969), pp. 75-103. El argumento de
Hollander de que Dante se apoyó primariamente en el texto de Virgilio va
contra el de H. T. Silverstein, «Dante and Vergil the Mystic,» Harvard Studies
and Notes in Philology and Literature 14 (1932): 51-82; y del de David Thompson,
Dante’s Epic Journeys (Baltimore: The Johns Hopkins University Press, 1974), pp.
20-28, 75-83.
30
Capítulo 1 | De la Antigüedad al Renacimiento
31
Elogio de Eneas
22
Eugenio Garin ha desarrollado este tema en muchos lugares a lo largo de una
larga y distinguida carrera: un acotado resumen de su postura se encuentra en
Italian Humanism: Philosophy and Civic Life in the Renaissance, trad. Peter Munz
(Oxford: Basil Blackwell, 1965), pp. 1-17, y en la introducción del traductor,
pp. xvii-xxiv.
32
Capítulo 1 | De la Antigüedad al Renacimiento
33
Elogio de Eneas
34
Capítulo 1 | De la Antigüedad al Renacimiento
31
Hardison, The Enduring Monument, pp. 19-23. La «Epístola a Can Grande della
Scala» puede encontrarse en Literary Criticism, ed. Gilbert, p. 205; y el marco
crítico desde el cual Boccaccio interpretó a Dante aparece en Il comento, I. 126.
35
Elogio de Eneas
Un crítico del siglo veinte podría muy bien objetar que esto no es en
absoluto lo que dice el texto de Horacio, pero está claro que Salutati,
uno de los más destacados estudiosos de su tiempo y un personaje
influyente en la historia del humanismo, estaba tan pendiente de los
topos del elogio y la condena que veía todo bajo esa lente.
Aun más sorprendente para un lector moderno es el proceso
por el cual Salutati encontró los mismos topos encerrados en
Aristóteles. Como cierto número de estudiosos han demostrado, el
florecimiento de Aristóteles en Occidente se debió en gran medida
a los árabes, quienes preservaron sus obras, las tradujeron al sirio y
al árabe y proveyeron copias a los estudiosos europeos, copias que
influyeron fuertemente en su comprensión de Aristóteles desde el
siglo XIII al XVI. La traducción al latín de Hermannus Alemannus
de la paráfrasis-comentario de Averroes de la Poética disfrutó de
una modesta popularidad durante este período, y la versión de
Aristóteles que ella presenta es relevante aquí. Siguiendo a Al-farabi
32
De laboribus Herculis, ed. B. L. Ullman (Zurich: Thesaurus Mundi, 1951), I. 68;
cf. la carta a Giovanni Dominici en Epistolario di Coluccio Salutati, ed. Francesco
Navati (Roma: Istituto Storico Italiano, 1891-1911), IV. 231. El contexto en el
cual este pasaje debería ser analizado es expuesto en Hardison, The Enduring
Monument, pp. 7-10.
36
Capítulo 1 | De la Antigüedad al Renacimiento
37
Elogio de Eneas
34
Las citas de Donato son de Interpretationes Vergilianae, ed. Henricus Georgii
(Leipzig: Teubner, 1905-1906), I. 2-5. Otras referencias a este comentario serán
incluidas en el texto de este párrafo. Aunque los estudiosos modernos han ten-
dido a cuestionar el valor de la crítica de Donato, Marisa Squillante Saccone
recientemente argumentó que en muchos lugares Donato logra una lectura de
la Eneida que es verdaderamente virgiliana (Le Interpretationes Virgilianae di Ti-
berio Claudio Donato (Nápoles: Società Editrice Napoletana, 1985), p. 119).
38
Capítulo 1 | De la Antigüedad al Renacimiento
39
Elogio de Eneas
35
Fulgencio, Opera, ed. Helm, p. 87. Otras citas serán incluidas en el texto de este
párrafo.
36
Italian Humanism, pp. 1-17.
40
Capítulo 1 | De la Antigüedad al Renacimiento
37
Aunque el comentario de Fulgencio era conocido por muchos estudiosos del
período, incluidos Petrarca, Boccaccio y Salutati, la extensión precisa de su
difusión en el temprano Renacimiento sigue siendo desconocida. Actualmente
trabajo en un artículo sobre Fulgencio para el Catalogus translationum et
commentariorum, y espero que los resultados de este proyecto nos permitan ha-
blar del problema con más precisión.
38
Como señaló Roberto Cardini en su edición de las obras de Cristóforo Landino,
Scrtti critici e teorici (Roma: Bulzoni, 1974), II. 292-94, la hipótesis de Vladimiro
Zabughin (Vergilio nel Rinascimento italiano, I. 189) acerca de que el comentario
de Donato tuvo poca influencia entre los humanistas, debe ser seriamente revi-
sada y corregida. Remigio Sabbadini, Le scoperte dei codici latini e greci ne’secoli
XIV e XV (Florencia: Sansoni, 1967; reimpreso de la edición de Florencia de
1905-1914), I. 194, nota 53, cree que Landino extrajo este epítome de un ma-
nuscrito del comentario de los primeros cinco libros que es ahora Florencia,
Biblioteca Medicea Laurenziana 45.15, también usado por Poliziano. Battista
Guarino parece haber conocido este texto fragmentario, puesto que lo halla-
mos solicitando a Poggio en 1456 que encuentre una copia completa. El ma-
nuscrito estaba en Florencia en 1438, ya que Traversari escribió desde Ferrara
en ese entonces para obtener una copia; parece de hecho haber sido llevado a
Italia desde Francia por Jean Jouffroy de Luxeuil (c. 1412-1473) y haber entrado
en la biblioteca de Piero de’Medici (Scoperte, I. 206, nota C; II. 220). El manus-
crito que contiene el comentario a los últimos libros, ahora Ciudad del Vatica-
no, Biblioteca Apostólica Vaticana, Vat. Lat. 1512, habría llegado a Italia hacia
1466, ya que en ese año el texto fue copiado por Francesco di ser Nicola da S.
Gimignano (ibid. I. 132 y nota 25). El manuscrito usado por Pontano no se
conserva, aunque probablemente estaba formado por la unión de los manus-
critos laurenciano y vaticano, de los cuales deriva también hoy nuestro texto de
Donato. El Commentarium de Niccoli también registra un manuscrito visto por
Poggio durante el Concilio de Constanza en el monasterio de San Marco en
Reichenau, pero este se ha perdido (ver R. P. Robinson, «Inventory of Niccolò
Niccoli», Classical Philology 16 (1921): 251-55). Acerca del papel jugado por
41
Elogio de Eneas
42
Capítulo 1 | De la Antigüedad al Renacimiento
39
Los estudios básicos acerca de la retórica en la cultura antigua son dos libros de
George Kennedy: The Art of Persuasion in Greece (Princeton: Princeton University
Press, 1963), y The Art of Rhetoric in the Roman World, 300 B.C.-A.D. 300
(Princeton: Princeton University Press, 1972).
43
Elogio de Eneas
40
Pastoral e ideología: desde Virgilio a Valéry. N. de la T.
41
(Berkeley: University of California Press, 1987).
42
Un buen panorama acerca de los objetivos y metodología del nuevo historicismo
puede hallarse en Herbert Lindenberger, «Toward a New History in Literary
Study», Profession 84, n. v. (1984); y Jean Howard, «The New Historicism in
Renaissance Studies», en Renaissance Historicism: Selections from English Literary
Renaissance, ed. Arthur F. Kinney y Dan S. Collins (Amherst, Mass. : University
of Massachusetts Press, 1987), pp. 3-33; con interesantes críticas desarrolladas
por Edward Pechter, «The New Historicism and Its Discontents: Politicizing
Renaissance Drama», Publications of the Modern Language Association 102 (1987):
292-303; y Lee Patterson, Negotiating the Past: The Historical Understanding of
Medieval Literature (Madison: The University of Wisconsin Press, 1987), pp. 57-
74. El más importante crítico del neohistoricismo es tal vez Stephen Greenblatt;
ver su Renaissance Self-Fashioning: From More to Shakespeare (Chicago: University
of Chicago Press, 1980), y Shakespearean Negotiations: The Circulation of Social
Energy in Renaissance England (Berkeley: The University of California Press, 1988).
44
Capítulo 1 | De la Antigüedad al Renacimiento
43
«The Fig Tree and the Laurel: Petrarch’s Poetics», Diacritics 5, no. 1 (1975): 34-
40. Petrarca también se ocupa de las complejidades de la vida moral en su
Secretum, donde se imagina a sí mismo en un diálogo con Agustín acerca de la
naturaleza del bien y de cómo el hombre puede llegar a conducirse para actuar
virtuosamente.
44
«Petrarch’s ‘Giovene donna sotto un verde lauro’», MLN 86 (1971): 1-20.
45
Elogio de Eneas
45
The World at Play in Boccaccio’s Decameron (Princeton: Princeton University Press,
1986), pp. 242, 261.
46
The Writer as a Liar: Narrative Technique in the Decameron (Boston: Routledge and
Kegan Paul, 1975), p. 147.
47
An Allegory of Form: Literary Self-Consciousness in the Decameron, Stanford French
and Italian Studies, 18 (Saratoga, California: Anma Libri, 1979), pp. 8, 24, 108.
46
Capítulo 1 | De la Antigüedad al Renacimiento
48
Esta tendencia a rechazar la ambigüedad va contra otra tendencia de la retóri-
ca del Renacimiento descripta por Victoria Kahn, Rhetoric, Prudence, and
Skepticism in the Renaissance (Ithaca: Cornell University Press, 1985). En este
libro Kahn muestra cómo la tradición del escepticismo académico presiona
sobre el humanismo para que se acepten argumentaciones desde ambos lados
de una cuestión (in utramque partem), pero esta presión se asocia con una parte
diferente de la tradición retórica, la parte deliberativa o prudencial. No es sor-
prendente entonces que Virgilio no juegue un papel significativo en el estudio
de Kahn.
47
Elogio de Eneas
48
Título del libro
CAPÍTULO II
Francesco Pretrarca
Escipión, Eneas y la épica del elogio
49
Elogio de Eneas
2
Para confirmar cuáles eran los autores clásicos conocidos por Petrarca, ver Pierre
de Nolhac, Pétrarque et l’humanisme. 2 vols. (Turín: Bottega d’Erasmo, 1959;
reimpreso de la edición de París, 1907); B. L. Ullman, «Petrarch’s Favorite
Books», en Studies in the Italian Renaissance, 2ª. ed. (Roma: Edizioni di Storia e
Letteratura, 1973), pp. 113–33; y Remigio Sabbadini, Le scoperte dei codici latini e
greci ne’secoli XIV e XV (Florencia: Sansoni, 1967, reimpreso de la edición de
Florencia, 1905), pp. 23–28.
3
Grant, Neo-Latin Literature, p. 87.
4
En un interesante artículo, «Petrarch’s Attitude toward Dante,» PMLA 70 (1955),
Aldo Bernardo encuentra que la verdadera poesía discutida en la «Egloga Pri-
mera» y Fam. X. 4 está entre las posiciones extremas presentadas por Silvio y
Mónico. Esta percepción señala el peligro de identificar demasiado fácilmente
los puntos de vista de un personaje literario con los de su creador. Sin embargo,
50
Capítulo 2 | Francesco Petrarca
en este caso pienso que podemos seguramente extraer de las aserciones de Silvio
las concepciones de Petrarca acerca de la época: al comentar el poema, Fam. X.
4 explícitamente identifica las dos figuras (“ego Silvius”, “yo, Silvio”), y sabemos
que el Africa estaba de hecho ya en marcha cuando Petrarca se dedicó a su Bucolicum
carmen (ver Posteritati, en Prose, ed. G. Martellotti, P. G. Ricci, E. Carrara, y E.
Bianchi (Milán: Ricciardi, n. D.), pp. 12–13 y notas 5, 8 y 9; y E. H. Wilkins, Life
of Petrarch (Chicago: University of Chicago Press, 1961), pp. 19, 30, 57).
51
Elogio de Eneas
52
Capítulo 2 | Francesco Petrarca
Aldo. S. Bernardo, Petrarch, Scipio, and the ’Africa’: The Birth of Humanism’s Dream
(Baltimore: The Johns Hopkins University Press, 1962), pp. 185–98. Las refe-
rencias a la obra desde esa fecha pueden encontrarse en la Bibliographie
internationale de l’ Humanisme et de le Renaissance y en los estudios bibliográficos
que aparecen en Studi petrarcheschi. Las referencias específicas en este párrafo
son a G. Billanovich, «Petrarch and the Textual Tradition of Livy», Journal of the
Warburg and Courtauld Institutes 14 (1951): 198; Bernardo, Petrarch, Scipio and
the» Africa», pp. 199–200; Armando Carlini, Studio su «l’Africa» (Florence:
Succesori Le Monnier, 1902), pp. 133–34 (cf. el análisis del poema en pp. 57–
128 y pp. 160–63); Francesco Corradini, «Adnotata ad Africae libros», en Padova
a Francesco Petrarca nel quinto centenario dalla sua morte (Padua: Premiata Tipogra-
fía del Seminario, 1874), pp. 407–74; Vincenzo Fera, «Annotazioni inedite del
Petrarca al testo dell’ ‘Africa’» Italia medioevale e umanistica 23 (1980): 1–25, y La
revisione petrarchesca dell’Africa, Università degli Studi di Messina, Facoltà di Lettere
e Filosofia, Centro di Studi Umanistici, Studi e Testi, n.s. 3 (Messina: Centro di
Studi Umanistici, 1984); Nicola Festa, Saggio sull’ «Africa» del Petrarca (Palermo:
Remo Sandron, 1926), pp. 76–77; y R. W. A. Seagraves, «The Influence of
Vergil on Petrarch’s Africa», disertación doctoral, Columbia University, 1976,
esp. pp. 132–83. Una edición facsímil del Virgilio Ambrosiano (Milán, Biblio-
teca Ambrosiana, Sala dal Prefetto, Scaf. 10 nº. 27, olim A.49.inf.) fue prepara-
da por J. Galbiati y publicada como Francisci Petrarcae Vergilianus codex ad Publii
Vergilii Maronis diem natalem bis millesimum celebrandum quam simillime expressus
atque in lucem editus (Milán: In Aedibus Hoeplianis, 1930). A la bibliografía listada
por Michele Feo, «Inquietudini filologiche del Petrarca: Il luogo della discesa agli
inferi (storia di una citazione)», Italia medioevale e umanistica 17 (1974): 120 n. 1;
debería agregarse: Mary Louise Lord, «Petrarch and Vergil’s First Eclogue: The
Codex Ambrosianus», Harvard Studies in Classical Philology 86 (1982): 253–76);
Joel Brink, «Simone Martini, Francesco Petrarca and the Humanistic Program of
the Virgil Frontispiece», Mediaevalia 3 (1977): 83–117; y G. Billanovich, «Il Virgilio
del Petrarca da Avignone a Milano», Studi petracheschi, n. s. 2 (1985): 15–52. Las
referencias al Virgilio Ambrosiano aparecerán en el texto.
53
Elogio de Eneas
6
De Nolhac, Pétrarque et l’humanisme, pp. 123–61 (cf. también de Nolhac, «Virgile
chez Pétrarque», Studi medievali, n. s. 5 (1932): 217–25); Vladimiro Zabughin,
Vergilio nel Rinascimento italiano da Dante a Torquato Tasso (Bolonia: N. Zanichelli,
1921–1923), I. 25–28; Remigio Sabbadini, «Sull’allegoria dei poeti, specialmente
di Vergilio», en Storia del ciceronianismo e di altre questioni letterarie nell’ età della
Rinascenza (Turín: Loescher, 1885), pp. 103–4; Seagraves, «The Influence of
Vergil», pp. 90–97; y Don Cameron Allen, Mysteriously Meant: The Rediscovery of
Pagan Symbolism and Allegorical Interpretation in the Renaissance (Baltimore: The
Johns Hopkins University Press, 1970), pp. 139-40. Como A. Petrucci ha mos-
trado, Petrarca trabajó con intervalos en las notas al Virgilio Ambrosiano du-
rante treinta y seis años, desde 1338 a 1374 (La scrittura di Francesco Petrarca
[Ciudad del Vaticano: Biblioteca Apostolica Vaticana, 1967], pp. 39–51), ade-
más pueden encontrarse referencias a la Eneida en casi todas sus obras en latín
e italiano.
54
Capítulo 2 | Francesco Petrarca
7
Todas las referencias al Africa son de la Edizione Nazionale delle Opere di
Francesco Petrarca, vol. 1, ed. Nicola Festa (Florencia: Sansoni, 1926); los nú-
meros de los versos serán incluidos en el texto. Una traducción inglesa puede
hallarse en Petrarch’s Africa, trad. y anotada por Thomas G. Bergin y Alice S.
Wilson (New Haven: Yale University Press, 1977).
55
Elogio de Eneas
CURRENTIBUS ANNIS
Nascetur forsan digno qui carmine celo
Efferat emeritas laudes et fortia facta
Et cui mellifluo melius resonantia plectro
Calliope det fila lire vocemque sonoram.
8
Probablemente Petrarca leyó esta historia en la obra de Cicerón Pro Archia 10.24,
que descubrió en 1333 en Lieja; ver Rudolf Pfeiffer, History of Classical Scholarship
from 1300 to 1850 (Oxford: Clarendon Press, 1976), p. 9.
56
Capítulo 2 | Francesco Petrarca
Para ilustrar este punto, Lelio elige dos ejemplos: Escipión salvó la
vida de su propio padre en la batalla de Ticino (pietas hacia su pa-
dre) y frustró la rebelión de Metello contra Cannae (pietas hacia la
patria, hacia la tierra de su padre, II. 168–240). Después de iniciar
la campaña sobre España, Escipión toma Cartagena en el asedio
más corto que se haya registrado, pero lo que hace después de la
batalla es igualmente importante: inmediatamente agradece a los
dioses por medio de los cuales Roma rige al mundo y usa su elo-
cuencia para discutir acerca de quién ha ganado la corona muralis
(II. 240–374). 9 Un clamor de la ciudad tomada lleva a Roma
9
Festa (Saggio, p. 72) observó un parecido general entre Lelio como una figura-
ción de Acates y de Escipión como otro pius Aeneas, pero vale la pena destacar
que este discurso es especialmente rico en ecos virgilianos. La referencia explí-
cita de Petrarca a la pietas de Escipión no requiere mayor discusión, sin embar-
go cada uno de sus ejemplos está enriquecido por una alusión virgiliana. La
situación después de Cannae es comparada con una barca agitada por la tor-
57
Elogio de Eneas
menta cuyos marineros se desesperan hasta que la elocuencia del capitán resta-
blece su confianza (II. 184–93), lo que trae a la mente la famosa escena de la
tormenta cerca del comienzo de la Eneida I (respecto de la moralización de
Petrarca de esta escena, ver Seniles IV. 5). Luego, cuando Escipión decide la
disputa entre los dos contendientes por la corona muralis, pensamos acerca de
cómo el anterior “pius ... iuvenis” (“joven recto”, Africa IV. 377) decidía las
disputas y acordaba premios al valor en los juegos fúnebres de Anquises. Así
Petrarca agrega profundidad a su elogio a Escipión al aludir a Eneas en tanto
modelo que sirve como base para referirse a la virtud romana.
10
El Africa quedó sin terminar a la muerte de Petrarca, y la lacuna que sigue es la
más larga de varias. En una carta a Francescuolo da Brossano, Coluccio Salutati
consideraba que la lacuna tendría por lo menos la extensión de tres libros lo
cual llevaría al Africa a los doce libros de la Eneida (Epistolario di Coluccio Salutati,
ed. Francesco Novati [Roma: Istituto Storico Italiano, 1891-1911], I. 253), y
Bindo Chiurlo («Africa», en el Dizionario letterario Bompiani [Milán: Valentino
Bompiani, 1947], I. 39) acepta esta sugerencia; sin embargo Ettore Paratore,
«L’elaborazione padovana dell’ Africa», en Petrarca, Venezia e il Veneto, ed. Giorgio
Padoan (Florencia: Leo Olschki, 1976), pp. 61–62, 76, ve a Lucano como un
modelo posible y así siembra cierta duda acerca de la sugerencia de Salutati.
En una nota a su traducción, Bergin y Wilson ofrecen un examen muy útil de
las opiniones respecto de por qué Petrarca tuvo dificultades específicamente
con esta parte del poema. La opción más interesante es la que destacan al prin-
cipio: que estas acciones de Escipión registradas por Livio no son ni remota-
mente tan admirables como sus acciones en general. Es interesante que el pri-
mero en proponer que esta parte del poema causó dificultades para la visión
epideíctica de la poesía en Petrarca fue nuevamente Salutati, quien pensó que
Petrarca dejó esos tres libros sin terminar “ne viri famam, quem laudandum
assumpserat, denigraret” (“para no difamar la reputación de un hombre a quien
había tomado como merecedor de elogios”; Epistolario, I. 253).
11
En The Enduring Monument: A Study of the Idea of Praise in Renaissance Literary
Theory and Practice (Westport, Conn.: Greenwood Press, 1973; reimpreso de la
58
Capítulo 2 | Francesco Petrarca
edición de Chapel Hill, N.C., 1962), pp. 35–36, O. B. Hardison, Jr., cita los
versos de la carta a Horacio, citados luego como prefacio para su análisis del
Canzoniere como sonetos en elogio de Laura (pp. 98-101, 145-55), pero esto
constituye un reconocimiento mayor del que el tema habitualmente tiene. Para
Karl Vossler, Poetische Theorien in der italienischen Frührenaissance (Berlín: Emil
Felber, 1900), pp. 44–45, la “retórica” en la teoría literaria petrarquesca se mez-
cla con el “estilo”. Para Ciro Trabalza, La critica letteraria dai primordi dell’
Umanesimo all’età nostra (Milan: F. Vallardi, 1913-1915), pp. 3-6, la teoría literaria
humanista está signada por un cambio gradual que va del poeta theologus al poeta
rhetor et philologus, pero nuevamente Trabalza está interesado en rastrear la re-
cuperación de un estilo clasicizante en Petrarca y sus seguidores. Orazio Bacci,
La critica letteraria dall’ Antichità classica al Rinascimento, Storia dei Generi Letterari
Italiani, 8 (Milán: Francesco Vallardi, 1910); y Concetta Greenfield, Humanist
and Scholastic Poetics, 1250-1500 (Lewisburg, Penn.: Bucknell University Press,
1979), pp. 95–109, tampoco desarrollan el papel de la retórica epideíctica en la
teoría literaria de Petrarca. Ver también Aldo Bernardo, «Petrarch and the Art
of Literature», in Petrarch to Pirandello, ed. J. A. Molinaro (Toronto: University
of Toronto Press, 1973), pp. 27–32.
12
Ed. Pier Giorgio Ricci (Roma: Storia e Letteratura, 1950), p. 66; Petrarca hace
el mismo señalamiento en Sen. XIV. 11.
59
Elogio de Eneas
60
Capítulo 2 | Francesco Petrarca
15
En Francesco Petrarca, Prose, p. 218; cf. también p. 224.
61
Elogio de Eneas
16
Esta citación del Dialogi puede encontrarse en Prosatori latini del Quattrocento,
ed. Eugenio Garin (Milán: Ricciardi, s.d.), p. 92. El problema central en la
interpretación de esta obra implica la pregunta acerca de por qué Niccoli cen-
sura a Dante, Petrarca y Boccaccio en el primer diálogo y los elogia en el segun-
do. Un excelente panorama de estudios especializados en la cuestión puede
hallarse en David Quint, «Humanism and Modernity: A Reconsideration of
Bruni’s Dialogues», Renaissance Quarterly 38 (1985): 425-31. Para nuestros propó-
sitos, no importa si Bruni mismo creía en el talentoso Petrarca de este extracto
o en el fallido Petrarca a quien su personaje Niccoli ha descripto el día anterior,
lo que sí importa es que la imagen de Petrarca como un maestro en el elogio y
la condena era un tema que valía la pena discutir en el período apenas poste-
rior a su muerte.
62
Capítulo 2 | Francesco Petrarca
63
Elogio de Eneas
64
Capítulo 2 | Francesco Petrarca
65
Elogio de Eneas
66
Capítulo 2 | Francesco Petrarca
67
Elogio de Eneas
68
Capítulo 2 | Francesco Petrarca
69
Elogio de Eneas
(Afanoso en el estudio,
cantaría las glorias de los hombres de antaño
y rastrearía hasta los primeros orígenes a los hijos
de Rómulo.)
(II. 257–59; cf. I. 237)
26
Como un ejemplo del interés de los estudiosos de la Eneida durante el
Quattrocento que también asocia el poema de Virgilio con la visión del sueño
de Macrobio, la profesora Mary Louise Lord llama la atención acerca del co-
mentario de Zonus de Magnali en la introducción del Libro VI. Este pasaje
puede encontrarse en Viena, Österreichische Nationalbibliothek, Pal. lat. 28,
fol. 128v, con la fuente de Macrobio, Com. in somn. Scip., I.xii. 13–14; ver M.
Lord, «A Commentary on Aeneid 6: Ciones de Magnali, not Nicholas Trevet,»
Medievalia et Humanistica, n.s. 15 (1987): 149.
27
Petrarch, Scipio, and the “Africa”, p. 113; cf. pp. 110–26.
71
Elogio de Eneas
72
Capítulo 2 | Francesco Petrarca
73
Elogio de Eneas
Que licet pro scribentis arbitrio ficta sint, non tamen talia tantus
ille vir fingeret nisi opinione insita pro varietate studiorum
vite huius alium atque alium animarum statum superesse post
mortem.
29
Las referencias son a Sap. Xl. I7, En. Vl. 444, y En. Vl. 652-55. Esta misma
visión moralizada del descensus ad inferos virgiliano aparece en Liber sine nomine
de Petrarca, encontrado en Petrarcas “Buch ohne Namen” und die päpstliche Kurie,
ed. Paul Piur (Halle/ Saale: Max Niemeyer, 925), pp. 235–36.
74
Capítulo 2 | Francesco Petrarca
75
Elogio de Eneas
76
Capítulo 2 | Francesco Petrarca
77
Elogio de Eneas
32
Una nota en el Virgilio Ambrosiano, donde Macrobio expone los cuatro gra-
dos de la virtud y su enlace con las pasiones de Plotino, confirma el interés de
Petrarca en este asunto. El conflicto entre el espíritu y la carne es un motivo
recurrente en los escritos de Petrarca y es interesante notar que en De otio reli-
gioso (en Opere latine, pp. 720–22), los versos en los cuales Palinuro sin enterrar
clama por la ayuda de Eneas (En. VI. 365, 370–71) están citados en analogía
con el clamor cristiano a Dios pidiendo ayuda en la mortificación de la carne.
33
Bernardo, Petrarch, Scipio, and the “Africa”, pp. 114–26.
34
La concepción de Petrarca de la imitación favorece la reelaboración creativa.
Como escribió en Fam. I.8: “Neve diutius apud te qualia decerpseris maneant,
cave: nulla quidem esset apibus gloria, nisi in aliud et in melius inventa conver-
terent. Tibi quoque, siqua legendi meditandique studio repperis, in favum stilo
redigenda suadeo”. (“Cuidado, que lo que hayas acopiado permanezca mucho
tiempo contigo en su forma original, porque verdaderamente las abejas no logra-
rían la gloria si no transformasen lo que han encontrado en algo diferente y me-
jor. También te persuado, si has encontrado algo a través de tu devoción a la
lectura y el pensamiento, que lo lleves al panal de miel a través de tu modo de
escribir”; citado por Greene, The Light in Troy, p. 99; cf. Fam. X.xii. 2 y xxiii. 19.)
78
Capítulo 2 | Francesco Petrarca
35
Petrarca dio al menos a los últimos de estos versos una lectura fuertemente
positiva. En su «Oración de la Coronación» (en Opere latine, p. 1264), Petrarca
describe las dificultades que perturban a los poetas, a las cuales se ve estimula-
do a derrotar por medio del patriotismo, la gloria y el trabajo. Como justifica-
ción para los dos primeros, cita En. Vl. 823, y la cita es de cierta importancia
como un hito respecto del poder de la épica para animar a su lector a emular
sus objetivos.
79
Elogio de Eneas
(indolente lujuria
y cruel orgullo al Cielo nunca llegan.
Sus crímenes indecibles, su maldad,
su fama de violento lo han precipitado
al más profundo Infierno. Pero ya que preguntas acerca de él
quien por última vez sostiene el cetro, te digo
que fue un rey extremadamente cruel...)
(II. 541–45)
80
Capítulo 2 | Francesco Petrarca
81
Elogio de Eneas
37
La frase es de Bernardo, tomada de una descripción a los Triunfos de Petrarca
(«Petrarch’s Attitude toward Dante», p. 500), pero es aplicable también aquí.
82
Capítulo 2 | Francesco Petrarca
83
Elogio de Eneas
cepciones y desgracias que llevan a la gente hasta ese sitio (Africa VI.
45 sigs.; cf. En. VI. 445 sigs.). Aquí Sofonisba ocupa su lugar, del
mismo modo que lo había hecho Dido en la Eneida.
La cercanía de los paralelismos en las dos historias no deja du-
das de que Sofonisba debe ser considerada como una segunda Dido,
cuya historia Petrarca cuenta en detalle en el Libro V del Africa. El
problema es que en los Libros III y IV Dido misma aparece en la
narración de Petrarca, pero es un ejemplo de castidad. Para explicar
por qué Petrarca rechazaría explícitamente el relato de Virgilio acer-
ca de Dido y luego se afanaría por componer una inconfundible
imitación de éste a través de Sofonisba, requiere de una mirada
más atenta a lo que Dido representaba en otros escritos de Petrarca
y a cómo sus ideas acerca de la épica y la historia sostenían sus
elecciones en el tratamiento de Eneida IV.
La historia de Dido aparece primero en el Libro III del Africa,
en el punto en que Lelio ha ido a buscar una alianza con Sífax, un
rey numidio cuyo apoyo desea Escipión. Sífax ofrece un banquete
a su invitado y en este banquete un bardo cuenta la historia de
cómo Dido fue a habitar la región cercana:
84
Capítulo 2 | Francesco Petrarca
Iniuria quanta
Huic fiat, si forte aliquis –quod credere non est–
Ingenio confisus erit, qui carmine sacrum
Nomen ad illicitos ludens traducat amores!
85
Elogio de Eneas
38
Ed. Mario Apollonio y Lina Ferro (Brescia: Editrice La Scuola, 1972); cf.
«Triumphus Pudicitie» 10–12.
86
Capítulo 2 | Francesco Petrarca
39
Las referencias son a Saturnalia V.xvii. 4–6, Adversus Iovinianum I. 43, Confesio-
nes I.xiii. 22, y el epítome de Justino de Pompeyo Trago, XV.iii. 4–6.
40
«Didone nella letteratura latina d’ Africa», Athenaeum 5 (1917): 285–93; las refe-
rencias son a Tertuliano, De exhortatione castitatis, c. 13, De monogamia 17, Ad martyres
4, y Apol. 50; Servio sobre En. I. 340, IV. 36, 335, y 674; y Prisciano, Periegesis V.
184–86. Otra evidencia está citada en Corradini, «Adnotata», pp. 428–29.
41
«Dido as an Example of Chastity: The Influence of Example Literature», Harvard
Library Bulletin 17 (1969): 22–24 y 216–32, esp. 22–23.
87
Elogio de Eneas
42
Merece la pena notar que Hércules cumple una función similar en la Eneida,
donde Evandro le dice a Eneas de qué modo su pueblo celebra cada año la
victoria de Hércules sobre el ladrón Caco (En. VIII. 184 sigs.); acerca del rol
de Hércules en el concepto de virtus de Petrarca, ver más arriba, nota 28.
88
Capítulo 2 | Francesco Petrarca
Lelio concluye su elogio a las virtudes de Roma con una larga his-
toria acerca de Lucrecia (II. 645–772), y los paralelismos con la de
Dido son sorprendentes. Ambos exempla conciernen a mujeres,
ambos presentan heroínas que mueren para preservar su honor, y
ambos se encuentran casi al final del desfile de los héroes de su
pueblo.43 Sífax se hace cargo del asunto con perspicacia ni bien Lelio
termina su relato:
89
Elogio de Eneas
90
Capítulo 2 | Francesco Petrarca
91
Elogio de Eneas
92
Capítulo 2 | Francesco Petrarca
ve tiempo, luego hace los preparativos para dejar Cartago atrás (En.
IV. 279–87). En contraste, el tormento de Massinissa parece ser in-
terminable, le lleva más de doscientos cincuenta versos (II. 442–
718) llegar a la conclusión de que la muerte de Sofonisba es la única
solución, y su decisión final está motivada tanto por el temor al
gran poder de Escipión como por haber recobrado el sentido de la
virtud (II. 693–700; 710–13). Esto conduce a Sofonisba a quitarse la
vida maldiciendo a Escipión como Dido había maldecido a Eneas
(Africa V. 748–58; cf. En. IV. 607 sigs.) y restaurando el orden del
universo moral de Petrarca.
Una comparación del relato de Petrarca con su modelo virgilia-
no nos permite de inmediato situar el Libro V en la estructura
epideíctica del poema en su conjunto, porque Petrarca ha hecho un
cambio importante en el relato de Virgilio. Aunque Sofonisba es
similar a la Dido de Virgilio en muchos aspectos, Massinissa, y no
Escipión, es su amante; Escipión es en cambio el nuevo Mercurio,
un héroe moral cuyo dominio de sí, como nota Massinissa, es dig-
no de los dioses:
(II. 555–56)
93
Elogio de Eneas
Los últimos cuatro libros del Africa nos ofrecen una serie de con-
frontaciones tanto diplomáticas como militares que llevan al triun-
fo final de Escipión sobre Aníbal. Este es el contenido habitual de
la épica antigua –la “res gestae regumque ducumque et tristia bella”
de Horacio (“las hazañas de los reyes y jefes y las tristes guerras”,
Ars poetica 73)– y lo que se esperaría encontrar en un poema a imi-
tación de la Eneida. Así como los libros finales del poema de Virgilio
son su Eneida iliadica,44 las batallas y tratados entre los comandantes;
así los libros finales del poema de Petrarca presentan y resuelven las
colisiones cuya inevitabilidad han establecido los Libros I a IV.
44
Respecto de una discusión moderna acerca de la Eneida I–VI como la Odisea
de Virgilio y de Eneida VII-XII como su Ilíada, ver Brooks Otis, Virgil, A Study
in Civilized Poetry (Oxford: Oxford University Press, 1963), pp. 215–382. El
concepto general había sido observado también por los humanistas; ver la co-
pia de la Eneida de Poliziano (París, Bibliothèque Nationale, Rés. g. Yc. 236, fol.
60v): “Iam vero Aeneis ipsa ab homero sibi mutuata est errorem primum ab ex
odyssaea, deinde ex iliade pugnas”. (“Con certeza, la Eneida se inspiró en
Homero, primero el viaje, tomado de la Odisea y luego, las batallas de la Ilíada”.)
94
Capítulo 2 | Francesco Petrarca
95
Elogio de Eneas
96
Capítulo 2 | Francesco Petrarca
45
Concuerdo con Seagraves, «The Influence of Vergil», p. 177, acerca de que el
paralelismo apropiado no es la En. I. 229–96, como ha sugerido Corradini,
sino la En. X. 1–117, como ha sostenido W. P. Mustard, «Petrarch’s Africa»,
American Journal of Philology 42 (1921): 113.
97
Elogio de Eneas
46
Thomas Greene, The Light in Troy, p. 91, sugiere que el lector de Petrarca vería
aquí una línea del florecimiento a la declinación que va de la Roma de los días
de Evandro hasta la Roma de los días de Escipión, a la Roma del siglo XIV.
Esto bien puede ser así, pero pienso que los valores morales y literarios de la
Eneida VIII también atrajeron directamente a Petrarca; K. W. Gransden, Aeneid:
Book Vlll (Cambridge, Inglaterra: Cambridge University Press, 1976), pp. 24–
29, ofrece ciertos comentarios sugestivos acerca de cómo Evandro, y lo que
representa, influyeron en la poesía renacentista.
98
Capítulo 2 | Francesco Petrarca
47
Boccaccio, Genealogie deorum gentilium libri, ed. Vincenzo Romano, Scrittori
d’ltalia, 201, Giovanni Boccaccio Opere, 11 (Bari: Laterza, 1951), Vl. 53, y
Salutati, Epistolario, I. 250 sigs. Acerca de la suerte crítica del Africa, ver la edi-
ción de Festa, pp. xxxv–lx; Bernardo, Petrarch, Scipio and the “Africa”, pp. 168–
85; y Vincenzo Fera, Antichi editori e lettori dell’ Africa, Università degli Studi di
Messina, Facoltà di Lettere e Filosofia, Centro di Studi Umanistici, Itinerari
Eruditi (Messina: Centro di Studi Umanistici, 1984).
99
Elogio de Eneas
48
En Prosatori, pp. 72, 94; cf. Giuseppe Piazza, Il poema dell’ Umanesimo: Studio
critico sull’ “Africa” di Francesco Petrarca (Roma: Editrice «La Vita Letteraria,»
1906), pp. 39–41.
49
Belloni, Il poema epico e mitologico, pp. 77–84; y Bonaventura Zumbini, «L’Africa
del Petrarca», Nuova antologia di scienze, lettere ed arti, ser. II, 8 (1878): 42–43.
50
Vol. I, p. 39.
51
The Civilization of the Renaissance in Italy (New York: Harper and Row, 1958), I. 261.
100
Capítulo 2 | Francesco Petrarca
101
Elogio de Eneas
del placer de leer el Africa surge de notar cuáles partes del discurso
de Anquises a Eneas están suprimidas y cuáles están expandidas, o
de rastrear las peregrinaciones de la Dido de Virgilio a través del
poema de Petrarca. Al leer los textos en comparación se puede ver
que Petrarca a menudo logra una transformación creativa a través
de una visión poética que lo lleva a aceptar algunas cosas de sus
fuentes y a rechazar otras de acuerdo con el plan de conjunto de su
propia obra.
Como sea, en el que es indudablemente el más sutil análisis re-
ciente de la imitación petrarquesca, Thomas Greene nos advierte
contra la tendencia de ir demasiado lejos en este aspecto. Obser-
vando con inteligencia que los escritos de Petrarca preservan su
parte de “pseudo–imitación” y de “imitación obligada”, Greene nota
que en relación con sus subtextos, el Africa está afectado por un
doble fracaso: “Primero, aferrar la sustancia extraña de la épica
antigua en su completud artística; y segundo, calibrar lúcidamente
el carácter de la propia vocación poética del escritor”.55 Aunque
sospecho que hay buena parte de verdad en estas observaciones,
creo que la discusión se enriquece cuando agregamos un tercer ele-
mento al análisis del texto de Petrarca y a su subtexto virgiliano –la
interpretación epideíctica de ese subtexto, lo que se ubica entre la
fuente y la imitación. Si podemos recobrar esa interpretación, como
creo que hemos hecho al rastrear las líneas principales de la lectura
de Petrarca de la Eneida, entonces podemos explicar por qué la
Dido virgiliana sólo puede aparecer en el Africa bajo otro nombre,
o por qué Petrarca expande el desfile de los héroes de Anquises en
el sueño de Escipión para magnificar el elogio de la virtus romana.
Por cierto, señalar el diseño interpretativo intermediario que se
102
Capítulo 2 | Francesco Petrarca
103
Elogio de Eneas
104
Título del libro
CAPÍTULO III
1
Teseida delle nozze d’Emilia, ed. Aurelio Roncaglia, Scrittori d’ltalia, 185, Giovanni
Boccaccio Opere, 3 (Bari: Laterza, 1941), p. 365, y notas explicativas de
Boccaccio, p. 465.
2
L’elegia di Madonna Fiammetta, con le chiose inedite, ed. Vincenzo Pernicone, Scrittori
d’ltalia, 171, Giovanni Boccaccio Opere, 4 (Bari: Laterza, 1939), pp. 153–54.
Una discusión acerca del papel de Dido en esta obra y su relación con la cultura
medieval puede hallarse en Eberhard Leube, Fortuna in Karthago: Die Aeneas–
Dido–Mythe Vergils in den romanischen Literaturen vom 14. bis zum 16. Jahrhundert
(Heidelberg: Carl Winter, 1969), pp. 149–65.
105
Elogio de Eneas
Así, Dido se suma a las figuras literarias que, desde Biblis y Hero
hasta Tristán e Isolda, personifican la pena de amor.
Dido ha cumplido la misma función en los romances y la poesía
compuesta en italiano anteriores a la Fiammetta3. En el Filocolo, Florio
declara su amor por Biancofiore diciéndole a sus amigos que todos
ellos han sentido la pasión amorosa al igual que Dido.4 Una de las
ninfas en el Ameto cuenta una historia de amor en la cual una joven
viuda, como Dido, conoce a un apuesto joven y, al enamorarse de
él, se olvida de su esposo muerto.5 El Canto XXVIII y el comienzo
del Canto XXIX de la Amorosa visione presentan una sinopsis de 118
versos de la Eneida IV, comenzando con la llegada de Dido al Afri-
ca y finalizando con el abandono de Eneas y el suicidio de ella. La
historia, concluye Boccaccio, llevaría al más frío de los lectores al
borde de las lágrimas y a la compasión: “Non so chi sì crudel si
fosse stato / che ... / di pietà non avesse lagrimato” (“No sé quién
tan cruel fuera que de piedad no llorase”; 1. 3).6 Inclusive en las
Rime hay una referencia a Dido, en la cual la persona lírica describe
de qué modo Cupido lo conmovió ante la presencia de una hermo-
sa dama igual que había conmovido a Dido ante la presencia de
Eneas.7 En cada caso, el relato concuerda con la Eneida IV en que
Dido se enamoró de Eneas, fue abandonada por él y se mató.
3
Vittore Branca, Boccaccio: The Man and His Works, trad. Richard Monges, cotrad. y ed.
Dennis McAuliffe (New York: New York University Press, 1976), p. 67 y p. 80 n. 16.
4
Il Filocolo, ed. Salvatore Battaglia, Scrittori d Italia, 167, Giovanni Boccaccio
Opere, 1 (Bari: Laterza, 1938), p. 267. Cf. pp. 83, 302–3.
5
L’Ameto, Lettere, Il Corbaccio, ed. Nicola Bruscoli, Scrittori d’Italia, 182, Giovanni
Boccaccio Opere, 5 (Bari: Laterza, 1940), p. 62.
6
Amorosa visione, ed. Vittore Branca (Florencia: Sansoni, 1944), pp 126–31. El
mismo relato se encuentra en el así llamado texto B del poema, pp. 303–7; el
comentario de Branca, pp. 557–61, también es valioso.
7
Rime, Caccia di Diana, ed. Vittore Branca (Padua: Liviana, 1958), pp. 99–100
(Parte I, poema 82, versos 9–11). Cf. p. 209 (Parte II, poema 38, verso 74). El
relato virgiliano de Dido y Eneas, de hecho, se había convertido en un lugar
común para Boccaccio; en una carta a su amigo Niccolò Acciaiuoli en 1341,
escribió, “Niccola, se a’ miseri alcuna fede se dée, io vi giuro per la dolente
anima mia che non altrimenti alla cartaginese Didone la partita del troiano
Enea fu grave, che fosse a me la vostra” (“Niccola, si uno puede confiar en algo
de lo que dice alguien que sufre, te juro por mi alma doliente que tu partida me
106
Capítulo 3 | Las dos Didos de Bocaccio
pesa tanto como la de Eneas pesó a la cartaginesa Dido”; Opere latine minori, ed.
Aldo Francesco Massera, Scrittori d’ltalia, 111, Giovanni Boccaccio Opere, 9
[Bari: Laterza, 1928], p. 125 [Epístóla 5].)
8
Genealogie deorum gentilium libri, ed. Vincenzo Romano, Scrittori d’ Italia, 201,
Giovanni Boccaccio Opere, 11 (Bari: Laterza, 1951), vol. I, p. 106. Acerca del
tratamiento de Boccaccio de la Dido histórica, ver Giorgio Padoan, L’ultima
opera di Giovanni Boccaccio: Le «Esposizioni sopra il Dante» (Padua: Cedam, 1959),
p. 29 y n. 3.
9
De claris mulieribus, ed. Herbert G. Wright, EETS (Forty-Six Lives Translated by Henry
Parker, Lord Morley) (Londres: Oxford University Press, 1943), pp. 138, 133.
107
Elogio de Eneas
10
De casibus virorum illustrium, ed. Louis B. Hall (Gainesville, Fla.: Scholars’
Facsimiles and Reprints, 1962; reimpreso de la edición de París, 1520), fol.
XVIIv.
11
Para que la distinción entre la Dido de la poesía italiana y los romances de
Boccaccio y la Dido casta, histórica no aparezca demasiado tajante, debería-
mos notar que hay una referencia a la Dido histórica en la Fiammetta. En las
notas del apéndice al libro, Boccaccio mismo explica quién fue Dido dando la
versión de Virgilio y concluyendo sin más comentario: “la verdad histórica fue
otra, como muestra Justino” (“la veritá della storia fu altramente, come pone
Iustino”; p. 210). Deberíamos notar, sin embargo, que el hecho de relegar este
breve comentario a la conclusión de una nota sugiere que en este momento
Boccaccio consideraba más importante la otra versión, y las notas mismas, como
las de la Teseida, parecen señalar un temprano intento por imitar el aparato
erudito que acompañaba las grandes obras de la antigüedad. Así podríamos
querer ver esta alusión a Justino como un paso preliminar hacia la producción
de los afanes eruditos de Boccaccio en latín.
12
Giuseppe Billanovich, Restauri boccacceschi (Roma: Edizioni di «Storia e
Letteratura,» 1945), pp. 135–43, y Petrarca letterato, I: Lo scrittoio del Petrarca
108
Capítulo 3 | Las dos Didos de Bocaccio
109
Elogio de Eneas
13
Branca, Boccaccio, pp. 41–70, 108–9, 144. Robert Hollander, Boccaccio’s Two Venuses
(New York: Columbia University Press, 1977), provee una rica información
acerca de las opere minori, incluyendo problemas de datación (ej., pp. 1–2).
110
Capítulo 3 | Las dos Didos de Bocaccio
14
Branca, Boccaccio, pp. 50–52 (donde está impresa la Genealogie, Libro XIV, sec-
ción 22); Billanovich, Restauri boccacceschi, p. 62 n. 1, y Petrarca letterato, pp. 59–
74. El estudio fundamental sobre la relación entre Petrarca y Boccaccio sigue
siendo Petrarca letterato, pp. 57–294, del cual ha sido tomada la mayor parte de
la información de este párrafo y el siguiente.
111
Elogio de Eneas
15
Branca, Boccaccio, p. 110.
16
Ibid., p. 188.
17
Ibid., pp. 93–94; cf. Hollander, Boccaccio’s Two Venuses, p. 122. Vale la pena
notar que este cambio de dirección tiene lugar una década antes y es diferente
de la “crisis” religiosa de 1362 causada por el ataque a Boccacio por parte de
Pietro Petroni por dedicarse demasiado exclusivamente a asuntos mundanos.
Aunque Boccacio parece haberse sentido temporalmente conmovido y haber
pensado en abandonar su carrera literaria, Petrarca logró que se aquietara su
ánimo (ver Seniles I. 5), y los efectos a largo plazo parecen haber sido menos
significativos de lo que alguna vez se creyó; ver Branca, Boccaccio, pp. 129–31, y
Hollander, Boccaccio’s Two Venuses, pp. 121-22.
18
Restauri boccacceschi, pp. 137-38.
112
Capítulo 3 | Las dos Didos de Bocaccio
19
Petrarca letterato, p. 107. Ver también A. Hortis, M. T. Cicerone nelle opere del Petrarca
e del Boccaccio (Trieste: Herrmanstorfer, 1878), pp. 67–69, 75–78, y Studi sulle
opere latine del Boccaccio (Trieste: J. Dase, 1879), pp. 438, 441–44.
20
Billanovich, Petrarca letterato, pp. 144–56; ver más arriba, capítulo 2, pp. 82-94, y
Vittore Branca, «Petrarch and Boccaccio», en Francesco Petrarca: Citizen of the World
(Proceedings of the World Petrarch Congress, Washington, D.C., abril 6–13, 1974),
ed. Aldo S. Bernardo (Padua: Editrice Antenore, 1980), pp. 196–98, 208.
113
Elogio de Eneas
114
Capítulo 3 | Las dos Didos de Bocaccio
22
Este extracto de la Genealogie aparece en el vol. II, pp. 699–701; pueden hallar-
se notas muy útiles en Charles G. Osgood, Boccaccio On Poetry, The Library of
Liberal Arts (Indianápolis, Ind.: Bobbs–Merrill, 1956; reimpresión de la edi-
ción de Princeton, 1930). Ver también Hortis, Studi sulle opere latine, pp. 155–
227. La exposición de Boccaccio debería ser situada en la historia fundamental
115
Elogio de Eneas
Este pasaje, desde luego, toca una cantidad de temas caros a los
sucesivos teóricos del Trecento: la ligazón entre la poesía y la teolo-
gía, el número limitado de auténticos poetas, la teoría neoplatónica
de la inspiración, y otros. Pero lo que es sorprendente acerca de
esto es el condimento fuertemente retórico. Si la poesía es una pa-
sión por la “invención” (“inveniendi”) y por poner palabras a lo
que ha sido inventado, entonces suena mucho a retórica; y los “efec-
tos” de esta pasión sugieren lo mismo. Primero, el poeta “hace sur-
gir de la mente creaciones extrañas y nunca oídas”, luego “dispone
sus pensamientos en un orden fijo”, después “adorna toda la com-
posición con un inusual tejido de palabras y pensamientos” –tal
como las tres funciones tradicionales del orador (officia oratoris) es-
tas mismas cosas pueden ser llamadas invención (inventio), disposi-
ción (dispositio) y estilo (elocutio). Son las tres funciones del orador
que la teoría clásica considera las más importantes, de manera que
al asignarlas del modo en que lo hace al poeta, Boccaccio se acerca
a la confluencia de dos artes. Solo el agregado de un “velamentum”,
una “cobertura” o “velo”, separa a la poesía de la retórica, porque
como paso final el poeta “vela la verdad con los agradables y preci-
sos soportes de la ficción” (Genealogie II. 699).23
A primera vista, la vinculación entre poesía y retórica en el siglo
XIV podría no ser digna de mención. Después de todo, como James
J. Murphy ha señalado, el ars poetriae (el arte de escribir versos) era
116
Capítulo 3 | Las dos Didos de Bocaccio
24
James J. Murphy, Rhetoric in the Middle Ages: A History of Rhetorical Theory from
St. Augustine to the Renaissance (Berkeley: University of California Press, 1974),
pp. 135–93. Más información acerca de la retórica medieval en general y de las
artes poetriae específicamente, puede hallarse en Charles Sears Baldwin, Medie-
val Rhetoric and Poetic (to 1400) (Gloucester, Mass.: Peter Smith, 1959; reimpreso
de la edición de Nueva York, 1928), pp. ix–x, 151, 181–82, 195–96; Edmond
Faral, Les arts poétiques du XIIe. et du XIIIe. siècle, Bibliothèque de l’ École des
Hautes Études, 238 (París: Librairie Ancienne Édouard Champion, 1923), pp.
55–103; Alex Preminger, O. B. Hardison, Jr., y Kevin Kerrane, eds., Classical
and Medieval Literary Criticism: Translations and Interpretations (New York: Frederick
Ungar, 1974), pp. 263–64, 270–74; y dos ensayos de Marjorie Woods, «Literary
Criticism in an Early Commentary on Geoffrey of Vinsauf’s Poetria Nova», en
Acta Conventus Neo–Latini Bononiensis, ed. R. J. Schoeck (Binghamton, N.Y.:
Medieval and Renaissance Texts and Studies, 1985), pp. 667–73, y «Some
Techniques of Teaching Rhetorical Poetics in the Schools of Medieval Europe»,
presentado en el encuentro bienal de la International Society for the History of
Rhetoric, en Tours, Francia, el 21 de julio de 1987.
117
Elogio de Eneas
118
Capítulo 3 | Las dos Didos de Bocaccio
27
Il comento di Giovanni Boccaccio sopra la Commedia, ed. Gaetano Milanesi
(Florencia: Le Monnier, 1863), I. 126.
28
Boccaccio, pp. 223–75. Branca también observa los efectos del dictamen en las
cuatro primeras epístolas de Boccaccio, datadas durante su aprendizaje litera-
rio en Nápoles (ibid., pp. 47–48).
119
Elogio de Eneas
29
Billanovich, Petrarca letterato, pp. 93–96, 119–24, 208–9, 236–38.
30
Greenfield, Humanist and Scholastic Poetics, p. 124. Orazio Bacci en La critica
letteraria dall’ Antichità classica al Rinascimento, Storia dei Generi Letterari Italiani,
8 (Milán: Francesco Vallardi, 1910), pp. 189–200; y O. B. Hardison, Jr., escri-
biendo en Classical and Medieval Literary Criticism, pp. 448–49, llegan esencial-
mente a la misma conclusión. La única excepción visible al modelo que hemos
estado observando es el trabajo de Boccaccio sobre Dante, en particular su
comentario sobre la Commedia. Si bien escrita en italiano, esta obra se asemeja
a lo que Boccaccio escribió acerca de la poesía en sus escritos latinos, porque
Dante fue el único poeta en lengua vernácula que más se acerca a la alta visión
establecida antes en la Genealogie. Sin embargo, en tanto la relación humanística
entre Dante y Virigilio alcanza un punto culminante en la obra de Cristóforo
Landino, dejaré el tratamiento de este punto para el capítulo sexto.
120
Capítulo 3 | Las dos Didos de Bocaccio
121
Elogio de Eneas
31
The Poetry of the Aeneid: Four Studies in Imaginative Unity and Design (Cambridge,
Mass.: Harvard University Press, 1965), pp. 151–201.
122
Capítulo 3 | Las dos Didos de Bocaccio
32
Ver también II. 402 sobre Cerbero, I. 154–57 sobre los Titanes, I. 262 sobre
Ticio, II. 667 sobre Sísifo, y II. 467–68 sobre Flegias. No deberíamos, desde
luego, suponer que Boccaccio es el que originó todas estas explicaciones; aun-
que los autores de este período no son muy escrupulosos en cuanto a la cita de
sus fuentes, Boccaccio fue muy ampliamente leído y reconoce a Servio, Macrobio
123
Elogio de Eneas
124
Capítulo 3 | Las dos Didos de Bocaccio
35
Billanovich, Petrarca letterato, pp. 119–24, 144–56. Acerca de la biblioteca de
Petrarca y de su disolución final, ver Marino Zorzi, La libreria di San Marco:
Libri, lettori, società nella Venezia dei Dogi (Milán: Mondadori, 1987), pp. 9–22.
36
Genealogie, II. 650; cf. Seniles IV. 5 de Petrarca, en Opera quae extant omnia (Basel:
Sebastianus Henricpetri, 1581), pp. 786–89, y Secretum, en Francesco Petrarca,
Prose, ed. G. Martellotti, P. G. Ricci, E. Cararra y E. Bianchi (Milán: Ricciardi,
n.d.), pp. 122–24.
125
Elogio de Eneas
126
Capítulo 3 | Las dos Didos de Bocaccio
127
Elogio de Eneas
128
Capítulo 3 | Las dos Didos de Bocaccio
37
Para el desarrollo de este tema, ver los trabajos generales de P. O. Kristeller,
«Studies on Renaissance Humanism during the Last Twenty Years», Studies in
the Renaissance 9 (1962): 21; y Eugenio Garin, Italian Humanism: Philosophy and
Civic Life in the Renaissance, trad. Peter Munz (Oxford: Basil Blackwell, 1965),
pp. 1–17, y la introducción del traductor, pp. xviixxiv. También, cf. más arriba,
capítulo 2, pp. 60-61, 87-88.
129
Elogio de Eneas
38
Branca, Boccaccio, pp. 200–4, y las obras citadas en pp. 216–17, notas 1, 4 y 6;
especialmente ver Linee di una storia della critica al Decameron (Milán: Albrighi e
Segati, 1939), pp. 1–7.
130
Capítulo 3 | Las dos Didos de Bocaccio
39
Petrarca letterato, pp. 144–76; ver también Branca, «Petrarch and Boccaccio»,
pp. 198–210; edición de Branca de la Amorosa visione, pp. lxv–clvii; y más arri-
ba, nota 6.
40
Restauri boccacceschi, pp. 138–40.
131
Elogio de Eneas
41
Branca, Boccaccio, pp. 200–204. También vale la pena tener en cuenta la histo-
ria de Tito y Gisippo, en la cual el elogio epideíctico de la virtud podría sugerir
el mundo de la poesía latina más que el abordaje de Boccaccio a la literatura en
italiano. Sin embargo, como Victoria Kirkham ha señalado, el sabor clásico de
esta historia está inusualmente afirmado, siendo así la excepción que prueba la
regla; ver «The Classic Bond of Friendship in Boccaccio’s Tito and Gisippo
(Decameron X. 8)», expuesto en una conferencia sobre «Los clásicos en la Edad
Media» en el Center for Medieval and Early Renaissance Studies, State
University of New York at Binghamton, 16–18 de octubre, 1986.
132
Capítulo 3 | Las dos Didos de Bocaccio
Petrarca sólo pudo hacer con comodidad luego de cambiar los nom-
bres de los personajes y alterar los parámetros de la historia con
Sofonisba, Massinissa y Escipión. El resultado es un Boccaccio que
está claramente en deuda con Petrarca, pero cuya contribución al
estudio de Virgilio en el Renacimiento sin embargo asume una sig-
nificación crítica por derecho propio.
133
Elogio de Eneas
134
Título del libro
CAPÍTULO IV
Coluccio Salutati
Basel, Universitätsbibliothek, F II 23 y el poeta
“diestro en el elogio y la condena”
135
Elogio de Eneas
136
Capítulo 4 | Coluccio Salutati
137
Elogio de Eneas
5
Ullman Humanism, pp. 129–30; y A. C. de la Mare, The Handwriting of Italian
Humanists (Oxford: Association Internationale de Bibliophilie, 1973), p. 32.
6
Ullman, Humanism, p. 254; la crítica de Virgilio se encuentra cerca del comien-
zo a la carta a Zonarini, Epistolario, I. 300.
7
Fol. 217r, transcripto en Ullman, Humanism, p. 167.
138
Capítulo 4 | Coluccio Salutati
8
La importancia de esta temprana adquisición para el desarrollo intelectual del
joven Salutati ha sido descripta en otra parte: Ullman, Humanism, pp. 44–45, y
Witt, Hercules at the Crossroads, p. 54. También sabemos que Salutati estaba bas-
tante interesado en Virgilio como para acudir a las conferencias dictadas por
Zanobi da Strada, amigo y admirador de Petrarca, y que esas conferencias tu-
vieron lugar en 1351 o 1352, justo antes de que Salutati comprara un texto de
esta poesía; Ullman, Humanism, p. 53; y Salutati, De laboribus Herculis, ed. B. L.
Ullman (Zurich: Thesaurus Mundi, 1951), II. 483–86.
9
De la Mare, Handwriting, p. 33.
10
Ibid., pp. 34–35, 38; Armando Petrucci, ed., Il protocollo notarile di Coluccio Salutati
(1372-73) (Milán: A. Giuffré, 1963), pp. 33–34, 36–37; y B. L. Ullman, The
Origin and Development of Humanistic Script, Storia e Letteratura, Raccolta di
Studi e Testi, 79 (Roma: Storia e Letteratura, 1960), pp. 11–15.
139
Elogio de Eneas
140
Capítulo 4 | Coluccio Salutati
141
Elogio de Eneas
142
Capítulo 4 | Coluccio Salutati
143
Elogio de Eneas
144
Capítulo 4 | Coluccio Salutati
Humanism, p. 251), Salutati debió haber tenido acceso a una versión más comple-
ta que los extractos del manuscrito Basel, ya que las extensas citas de Servio en De
laboribus Herculis no se restringen a lo que está citado en el manuscrito Basel.
14
Acerca del codex ambrosiano de Petrarca, ver más arriba, capítulo 2, nota 5.
Servio conservó su popularidad durante el siglo siguiente también; el censo de
G. Mambelli en Gli annali delle edizioni virgiliane (Florencia: Olschki, 1954) indi-
ca la existencia de una editio princeps de 1470, y casi la mitad de las ediciones de
Virgilio publicadas antes de 1500 van acompañadas por el comentario de Servio.
15
En realidad, Titón era hijo de Laomedonte. Para evitar una sobrecarga en las
notas, las citaciones del folio respecto de las notas de Salutati del manuscrito
Basel, los versos de referencia de la poesía de Virgilio (establecidos para la
1969 Oxford Classical Text edition de R. A. B. Mynors) y las referencias a
Servio (cuando sea preciso) serán incorporadas al texto. Desde luego, he colo-
cado la puntuación y las mayúsculas a los marginalia de Salutati.
145
Elogio de Eneas
(es cierto que Apolo da sus respuestas durante los seis meses
de invierno en la ciudad de Patara en Licia, de donde se le da
el nombre de “patareo”, y durante los seis meses de verano,
en Delos, donde fue criado, y al que, en concordancia, llama
“maternal”.)
(Servio sobre En. IV. 143–44, fol. 85v)
146
Capítulo 4 | Coluccio Salutati
romano que rigiera sobre la misma Italia por la cual alguna vez
había viajado el mismo Eneas.16 Así le parecía muy adecuado a
Salutati anotar con extremo cuidado las secciones del catálogo de
las tropas latinas en En. VII, identificar la ciudad de Nursia, la mon-
taña Massico y el río Volturno, los pueblos auruncos y oscanos
(Servio sobre En. VII. 715–30, fol. 133v).
Estos sentimientos de patriotismo condujeron a su turno a un
interés por la historia antigua, que aparece primordialmente en un
grupito de notas acerca del desfile de los héroes romanos al final de
la Eneida VI. Así Salutati usa a Servio para diferenciar a Catón el
Censor, el guerrero e historiador mencionado en En. VI. 841, de
Catón de Útica, y vuelve nuevamente a Servio para explicar la re-
ferencia a Coso en el mismo verso notando que éste ganó la spolia
opima contra “Laertem Gallicum Columnum” (i. e. Lars Tolomnius
de Veii, fol. 121v). La anotación acerca de la En. VI. 842 aclara
tanto las relaciones familiares como los elementos claves de la his-
toria romana:
147
Elogio de Eneas
148
Capítulo 4 | Coluccio Salutati
o espléndido,” en En. X. 562, fol. 167r), y que “flere est cum voce
lacrimari” (“lamentarse es llorar en palabras”); (Servio sobre En.
XI. 59, fol. 173v). A veces la nota rechaza un posible significado
considerándolo inapropiado para el contexto; así Sabino en En.
VII es descripto como “vitisator” (“el que planta vid”), esto es, “non
inventor vitis, sed qui vitis genus Italis populis demonstravit” (“no
el que descubrió las vides, sino el que mostró la variedad de vides
al pueblo italiano”; Servio sobre En. VII. 179, fol. 125r). Otras ve-
ces, Salutati se ve atraído por alguna derivación no acostumbrada,
como cuando anota que Cartago “lingua Penorum ´nova civitas´
dicitur” (“es llamada la ´nueva ciudad´ en la lengua púnica”, Servio
sobre En. I. 366, fol. 53v), mientras que en otra parte glosa palabras
raras con operaciones primordialmente técnicas: la “caetra” a que
se refiere Virgilio en En. VII. 732, por ejemplo, aparece como
“scetra” en los marginalia de Salutati y es definida como “scutum
de corio, quo utuntur Afri et Spani” (“escudo hecho de cueros que
usan los africanos e hispanos”; Servio sobre En. VII. 732, fol. 133v).
Otras notas se abocan al problema de las palabras comunes usadas
de modo no habitual. En los juegos fúnebres por Anquises, Eneas
puede ser llamado “pater” (“padre”) en el sentido de “paternum
habens iudicium vel equale”) (“poseer una capacidad de juicio ver-
daderamente igual a la de un padre”, en En. V. 424, fol. 101v); el
amor de Camila por los botines es “femenino” porque es “impatienti
et (in)rationabili” (“impaciente e irracional”, Servio sobre En. XI.
782, fol. 184v).
El segundo de estos grandes grupos de notas consiste en paráfra-
sis, en poner en otras palabras pasajes difíciles a fin de simplificar y
aclarar su contenido. En su forma más simple, estas anotaciones
convierten la palabra poética de Virgilio en algo más parecido a la
prosa común; tales notas se introducen con la frase “ordo est” (“el
orden es”). Como ejemplo, consideremos el pasaje de En. II. 604–
6 tal como aparece en el manuscrito Basel, y luego como es
reformulado por Salutati:
149
Elogio de Eneas
(Pues yo
rasgaré cada nube que cubre tus ojos
y obstruye tu visión humana.)
(Servio, fol. 69r)
150
Capítulo 4 | Coluccio Salutati
151
Elogio de Eneas
17
Una buena exposición acerca de este tema puede hallarse en Mary Louise
Lord, «Petrarch and Vergil’s First Eclogue: The Codex Ambrosianus», Harvard
Studies in Classical Philology 86 (1982): 260–61. Como Joel Brink, «Simone Martini,
Francesco Petrarca, and the Humanistic Program of the Virgil Frontispiece»,
Mediaevalia 3 (1977): 83–91, señala, la famosa miniatura al comienzo del codex
ambrosiano refleja esta misma tendencia a alegorizar el corpus virgiliano.
18
«Laurentius Vallas sprachliche Kommentare,» en Der Kommentar in der
Renaissance, ed. August Buck y Otto Herding, Kommission für Humanis-
musforschung, Mitteilung, 1 (Boppard: Boldt, 1975), p. 97; y Craig Kallendorf,
«Cristoforo Landino’s Aeneid and the Humanist Critical Tradition», Renaissance
Quarterly 36 (1983): 520–21.
19
Julian Ward Jones, Jr. ha estudiado este tema y encontró 183 notas alegóricas
en el comentario de Servio; ver su «An Analysis of the Allegorical Interpretations
in the Servian Commentary on the Aeneid», disertación doctoral, University of
North Carolina, 1959, con los hallazgos resumidos en su «Allegorical
Interpretation in Servius», Classical Journal 56 (1961): 220–21.
152
Capítulo 4 | Coluccio Salutati
20
El interés de Salutati por esta figura ha sido señalado por Witt, Hercules at the
Crossroads, p. 56. El manuscrito ha sido descripto por Ullman, Humanism, p.
197; y fechado por Petrucci, Il protocollo, pp. 33–34.
153
Elogio de Eneas
21
Una descripción breve y buena de las obras de Salutati puede hallarse en Ullman,
Humanism, pp. 19–36. La exposición de esas obras está integrada al desarrollo
político e intelectual de Salutati en Witt, Hercules at the Crossroads. Daniela De
Rosa ha estado preparando una minuciosa bibliografía sobre Salutati, «Cenni
bibliografici relativi a Coluccio Salutati», en Atti del convegno su Coluccio Salutati
(Buggiano: Comune di Buggiano, 1981), pp. 47–62.
22
Gran parte de las discusiones acerca de la crítica literaria de Salutati se ha
centrado en una famosa serie de cartas que abarcan los últimos treinta años de
su vida, en las cuales defiende la poesía contra los varios ataques de Giuliano
Zonarini, Giovanni da San Miniato, Giovanni Dominici y Pellegrino Zambeccari.
Estas cartas están publicadas en el Epistolario, I. 298–307, 321–29; III. 285–
308; y IV. 170–240. Un comentario agregado ha sido proporcionado por B. L.
Ullman, «Observations on Novati’s Edition of Salutati’s Letters», en sus Studies
in the Italian Renaissance (Roma: Storia e Letteratura, 1955), pp. 215–16, 232, 237.
Ullman, en Humanism, pp. 53–58, presenta un claro resumen de la correspon-
dencia y de los temas tratados, lo mismo que Joseph Cinquino, «Coluccio Salutati,
Defender of Poetry», Italica 26 (1949): 131–35. La exposición que sigue toma
debida cuenta de estas cartas, pero al comenzar con la definición de la poesía en
De laboribus Herculis, he llegado a un conjunto de conclusiones en cierto modo
diferentes; cf. Concetta C. Greenfield, Humanist and Scholastic Poetics, 1250-1500
(Lewisburg, Penn: Bucknell University, 1981), pp. 129–63; Danilo Aguzzi–
Barbagli, «Dante e la poetica di Coluccio Salutati», Italica 42 (1965): 108–31; y
Alan Fisher, «Three Meditations on the Destruction of Vergil’s Statue: The Early
Humanist Theory of Poetry», Renaissance Quarterly 40 (1987): 609–15, 630–35.
154
Capítulo 4 | Coluccio Salutati
23
Este trabajo existe de dos formas, la primera de las cuales es una larga carta a
Giovanni da Siena que fue presumiblemente abandonada a la muerte de
Giovanni en 1383 para dar lugar a un análisis menos comprehensivo y menos
personal. Esta parte, sin embargo, tampoco fue terminada; ver Ullman,
Humanism, pp. 21–26.
24
Humanism, p. 26.
25
Ver Jerrold Seigel, Rhetoric and Philosophy in Renaissance Humanism: The Union of
Eloquence and Wisdom, Petrarch to Valla (Princeton: Princeton University Press,
1968), pp. 3–30; y Hanna Gray, «Renaissance Humanism: The Pursuit of
Eloquence», Journal of the History of Ideas 24 (1963): 498.
26
Hay sugerencias ocasionales de una instancia estética en la temprana literatura
humanista. En su De studiis et litteris, por ejemplo, Bruni describe el encuentro
entre Dido y Eneas de un modo que da el primer paso en la distinción entre el
poema qua poema y los parámetros éticos de la realidad:
Equidem, si quando Didonis Aeneaeque amores apud Virgilium lego,
ingenium poetae admirari soleo, rem autem ipsam, quia fictam esse scio,
155
Elogio de Eneas
156
Capítulo 4 | Coluccio Salutati
157
Elogio de Eneas
158
Capítulo 4 | Coluccio Salutati
33
Cf. Epistolario, III. 493. En su reseña a Ullman (Humanism) y a Petrucci (Il
protocollo), Riccardo Fubini anota que en el pensamiento de Salutati, la poesía y
la oratoria podían vincularse como una disciplina abarcadora que acompasa el
conocimiento de todas las cosas (Rivista storica italiana 77 [1965]: 965-75).
34
Ver también la carta a Giovanni de’ Pierleoni, Epistolario, III. 494: “Sermocinalis
scientie pars est poetica, cuius proprium est metrico dicendi genere figuratoque
sermone in cortice verborum unum ostendere et aliud sumendo res aut verba pro
rebus aliis atque verbis medullitus importare”. (“Parte de la habilidad con las pala-
bras es el arte de la poesía, cuya naturaleza peculiar es mostrar una cosa compuesta
en metro y discurso figurado en la corteza verbal e introducir algo más en el inte-
rior tomando ciertos temas y palabras en lugar de otros temas y palabras”.)
35
Cf. Aristóteles, Poética 4 (1448b).
159
Elogio de Eneas
36
La admiración por el estilo de Virgilio era, desde luego, un lugar común entre
los humanistas. Petrarca, por ejemplo, reconocía a dos príncipes de la elocuen-
cia latina, Cicerón en prosa y Virgilio en verso (Familiares, ed. Vittorio Rossi y
Umberto Bosco, Edizione Nazionale delle Opere di Francesco Petrarca
[Florencia: Sansoni, 1933-1942], Libro XII, Epístola 3, verso 104), y este juicio
puede ser rastreado hacia atrás hasta Quintiliano (Inst. X.i. 85–86, 105). Ver
también Fam. XXII. 10.31–33 y XXIV. 11.1.
37
Este incidente, que suscitó considerables comentarios en los círculos humanis-
tas, es descripto por Novati en su nota introductoria a la carta (ibid., III. 285
sigs.); ver también la reacción de Vergerio ante el incidente en el Epistolario di
Pier Paolo Vergerio, ed. Leonardo Smith (Roma: Tipografia del Senato, 1934),
pp. 113 sigs.
160
Capítulo 4 | Coluccio Salutati
161
Elogio de Eneas
162
Capítulo 4 | Coluccio Salutati
42
Este era un tema preferido de Salutati, quien lo repitió en varios lugares:
Epistolario, I. 302–3; III. 539–41; IV. 200, y De laboribus Herculis I. 82–83; ver
Alfred von Martin, Mittelalterliche Welt– und Lebensanschauung im Spiegel der
Schriften Coluccio Salutatis (Munich: R. Oldenbourg, 1913), pp. 142–52.
163
Elogio de Eneas
164
Capítulo 4 | Coluccio Salutati
46
Él vuelve de hecho al esquema de Fulgencio una y otra vez. En De laboribus Herculis,
I. 351–52, por ejemplo, los siete ciervos que Eneas mata después de desembarcar
en Cartago (En. I. 180 sigs.) representan los siete años de la infancia.
47
Sobre Troya, I. 252; sobre las Arpías, I. 237–38; sobre Miseno, II. 578–82; y
sobre Eneida IV, I. 103–6. No deberíamos suponer que la alegoría moral de
Salutati es del todo original. La asociación de las Arpías con la avaricia, por
ejemplo, se encuentra en Fulgencio (Mythologiae, in Opera, p. 124), el tercer
mitógrafo vaticano (en Scriptores rerum mythicarum latini tres Romae nuper reperti,
ed. Georg Bode [Cellis: E. H. C. Schulze, 1834], I. 173), Bernardo Silvestris
(Commentary, pp. 74–75), y Boccaccio (Genealogie, II. 529–30). Salutati estaba
familiarizado con cada uno de estos autores, de modo que su exposición sobre
las Arpías debe verse, al menos en parte, como derivada, aunque estaba más
interesado en este aspecto que muchos críticos humanistas. Ver Ullman,
Humanism, pp. 219–20, 228–29, y 237–38; la introducción a la edición de Jones
del Commentary de Bernardo Silvestris, pp. xviii-xix; y Giorgio Padoan,
«Tradizione e fortuna del commento all’ ‘Eneide’ di Bernardo Silvestre,» Italia
medioevale e umanistica 3 (1960): 234–36. La alegoría moral de Salutati como un
todo depende de una tradición como esta, aunque la tarea de rastrear la historia
de cada asociación alegórica nos desviaría de la crítica virgiliana de Salutati.
165
Elogio de Eneas
166
Capítulo 4 | Coluccio Salutati
po (I. 181). Los ríos del infierno pueden ser también referidos a esta
unión, así el Leteo representa el olvido de la vida anterior del espí-
ritu, el Flegetón, los ardores de la pasión; el Aqueronte, los pecados
de los cuales nos arrepentimos; el Cocito, aquello que nos impulsa
a las lágrimas y el remordimiento; y el Estigio, lo que produce abo-
minación (II. 529–30).50 Al mismo tiempo, los ríos representan nues-
tros humores corporales (II. 535–36), o el proceso por el cual ansia-
mos algo, decidimos hacerlo y luego nos arrepentimos y penamos
por lo que hemos hecho (II. 554–55). Caronte, el barquero, repre-
senta la libertad de la voluntad (II. 556–57, 563–69), y Cerbero, las
necesidades corporales de alimento, bebida y sueño, mediante las
cuales el placer a veces seduce a la voluntad para que se rebele
contra la razón (II. 539–40, 606). Cuando el sendero de Eneas se
bifurca y un camino va hacia el Elíseo y el otro al Tártaro, Salutati
ve una demostración gráfica de la elección que todos los hombres
deben hacer entre la virtud y el vicio (I. 182, 213–14).51 Los castigos
asignados a los Grandes Pecadores, opina, hacen que esa elección
nos resulte más fácil (II. 530).52
Cuando consideramos la definición de Salutati del poeta y la
aplicación de sus principios poéticos a las obras de Virgilio, vemos
que hay un énfasis dominante en su crítica. La primera parte de la
definición requiere del poeta que sea de carácter firme, un desafío
que se podía lograr que Virgilio, como Salutati lo entendía, supera-
se. Este requerimiento está ligado a la segunda parte de la defini-
ción, en la cual se dice del poema que debe elogiar la virtud y con-
denar el vicio, porque Salutati no podía separar el contenido moral
de un poema del carácter del hombre que lo había escrito. En este
caso también, Virgilio es un poeta excelente, ya que la Eneida en
particular describe a un héroe que le sirve a Salutati como el mismo
modelo de la vida virtuosa. La tercera parte de la definición se re-
fiere al lenguaje poético, el cual transita libremente por las figuras
50
Salutati está citando a Macrobio, Somn. Scip., I.x. 9–15 aquí; su copia del texto
está ahora en Florencia, Biblioteca Medicea Laurenziana, 77.6.
51
Cf. De secolo et religione, ed. B. L. Ullman (Florencia: Olschki, 1957), pp. 63–64.
52
Salutati aquí se apoya nuevamente en Macrobio, Somn. Scip., I.x. 9–15.
167
Elogio de Eneas
168
Capítulo 4 | Coluccio Salutati
54
Citado por R. G. Austin, P. Vergili Maronis Aeneidos Liber Quartus (Oxford: Oxford
University Press, 1966), p. 131.
55
Las cartas en que este verso es utilizado aparecen en el Epistolario, I. 49, 320;
III. 162, 220, 388; IV. 265.
169
Elogio de Eneas
56
El comentario acerca del nivel literal de la historia se encuentra en I. 336; la
alegorización de Hércules se encuentra en I. 338.
170
Capítulo 4 | Coluccio Salutati
171
Elogio de Eneas
172
Título del libro
CAPÍTULO V
La Eneida inconclusa
Elogio y condena en los discursos
del Libro XIII de Maffeo Vegio
173
Elogio de Eneas
174
Capítulo 5 \ La Eneida inconclusa
9
D. V. Blandford, «Virgil and Vegio», Vergilius 5 (1959): 29–30; y George
Duckworth, «Maphaeus Vegius and Vergil’s Aeneid: A Metrical Comparison»,
Classical Philology 64 (1969): 1–6. W. S. Maguinness, «Maffeo Vegio continuatore
dell’ Eneide», Aevum 42 (1968): 478–85, ofrece una lectura moderna más afín.
10
Das Aeneissupplement, p. 15.
11
Maphaeus Vegius, p. 2; cf. pp. 24–29.
12
Mysteriously Meant: The Rediscovery of Pagan Symbolism and Allegorical Interpretation
in the Renaissance (Baltimore: Johns Hopkins, 1970), pp. 135–62. Cf. Remigio
Sabbadini, Storia del ciceronianismo e di altre questioni letterarie nell’ età della Rinascenza
(Turín: Loescher, 1885), pp. 103–11, una exposición acerca de la alegoría virgiliana
en el Renacimiento; y ver Domenico Comparetti, Vergil in the Middle Ages, trad. E.
F. M. Benecke (Hamden, Conn.: Archon Books, 1966; reimpreso de la edición
de Londres, 1895) respecto de los abordajes medievales al tema.
175
Elogio de Eneas
13
«Aeneia virtus: Vegio’s Supplementum to the Aeneid,» Classical Journal 62 (1971):
147, 153.
14
Ed. M. W. Fanning y A. S. Sullivan (Washington, D.C.: Catholic University
Press, 1933–1936).
15
Leonardo Bruni, De studiis et litteris, in Leonardo Bruni Aretino.
Humanistisch-philosophische Schriften, ed. H. Baron (Leipzig–Berlín: B. G. Teubner,
1928), pp. 5–19; Battista Guarino, De ordine docendi et studendi (Ferrara: Andreas
Belfortis Gallus, c. 1474); Aeneas Sylvius Piccolomini, De liberorum educatione,
ed. J. S. Nelson (Washington, D.C.: Catholic University Press, 1940); Pier Paolo
Vergerio, De ingenuis moribus et liberalibus studiis adulescentiae, ed. Attilio Gnesotto,
en Atti e memorie della R. Acc. di Scienze, Lettere ed Arti in Padova, n.s. 34 (1918):
75–I57. Los tratados de Bruni, Battista Guarino, Eneas Silvio y Vergerio han
sido traducidos por William H. Woodward, Vittorino da Feltre and Other Humanist
176
Capítulo 5 \ La Eneida inconclusa
Educators (New York: Columbia University, 1963). Estos tratados son interesan-
tes tanto por el desarrollo de los temas de crítica literaria como por los estudios
sobre la Eneida desde distintas perspectivas críticas; ver Craig Kallendorf,
«Ancient, Renaissance, and Modern: The Human in the Humanities», The Journal
of General Education 39,3 (1987):133-51.
177
Elogio de Eneas
178
Capítulo 5 \ La Eneida inconclusa
179
Elogio de Eneas
18
Brinton, Maphaeus Vegius, pp. 27–28; Allen, Mysteriously Meant, pp. 141–42; y
Vladimiro Zabughin, Vergilio nel Rinascimento italiano da Dante a Torquato Tasso
(Bolonis: N. Zanichelli, 1921–1923), I. 122–24. Respecto de las semejanzas en
el tratamiento de la Eneida de Vegio y las obras de otros humanistas, ver Craig
Kallendorf, «Maffeo Vegio’s Book Xlll and the Aeneid of Early Italian Humanism»,
in Altro Polo: The Classical Continuum in Italian Thought and Letters, ed. Anne
Reynolds (Sydney, Australia: University of Sydney, 1984), pp. 47–56.
19
Aunque el complemento más conocido a la Eneida es el Libro XIII de Vegio, no
fue el único intento. En 1419 Pier Candido Decembrio comenzó su Liber tertius
decimus Aeneidos suffectus per P. Candidum adolescentem, que se conserva en Milán,
Biblioteca Ambrosiana, D. 112 inf., fols. 173v–I75r y ha sido publicado por
Schneider, Das Aeneissupplement, pp. 136–38. El libro de Decembrio, sin embar-
go, consta de ochenta y nueve versos y no fue ampliamente distribuido, aun-
que al parecer Vegio lo conoció (ibid., pp. 17–18, y H. Kern, Supplemente zur
Äneis aus dem 15. und 17. Jahrhundert, Beilage zum Jahresberichte des K. Neuen
Gymnasiums in Nürnberg [Nuremberg: Buchdruckerei von J. L. Stich, 1896],
p. 18). También se hicieron dos intentos de completar la Eneida en el siglo
XVII, uno en 1651 por parte de Jan van Foreest, y el otro, por C. S. Villanova
en 1698. El complemento de Van Foreest consta de dos libros que suman 1200
hexámetros; se conserva en la Ciudad del Vaticano, Biblioteca Apostolica
Vaticana, Reg. lat. 1665 y ha sido publicado por Paul Gerhard Schmidt in
«Neolateinische Supplemente zur Aeneis, mit einer Edition der Exsequiae Turni
180
Capítulo 5 \ La Eneida inconclusa
des Jan van Foreest», in Acta Conventus Neo–Latini Lovaniensis: Proceedings of the
First International Congress of Neo–Latin Studies, Louvain, 23–28 August 1971, ed. J.
IJsewijn y E. Kessler (Lovaina: Leuven University Press, 1973), pp. 517–55. El
poema de Villanova fue publicado en París bajo el título Supplementum ad Aeneida
seu Aeneidos liber decimus tertius, y está descripto junto con el de van Foreest en
Kern, Supplemente, pp. 19–39. Un suplemento interesante a otro texto clásico
puede hallarse en Edmé R. Smits, «A Medieval Supplement to the Beginning
of Curtius Rufus’s Historia Alexandri: An Edition with Introduction», Viator 18
(1987): 89–124.
20
Brinton, Maphaeus Vegius, pp. 18-24.
21
Opera quae extant omnia (Basel: H. Petrus, 1551), p. 596 (ep. 104).
181
Elogio de Eneas
22
Brinton, Maphaeus Vegius, p. 17; y Remigio Sabbadini, Le scoperte dei codici latini
e greci ne’ secoli XIV e XV (Florencia: Sansoni, 1967; reimpreso de la edición de
Florencia, 1914), pp. 100, 114–15.
182
Capítulo 5 \ La Eneida inconclusa
23
Cf. Aristóteles, Ret. I.ix. 38–40 (1368a); Quintiliano, Inst. orat. III. 7.4.
183
Elogio de Eneas
24
Maphaeus Vegius, p. 4.
184
Capítulo 5 \ La Eneida inconclusa
LÁMINA 4: Ciudad del Vaticano, Biblioteca Apostólica Vaticana, Reg. lat. 1428, fol. 109v
185
Elogio de Eneas
186
Capítulo 5 \ La Eneida inconclusa
25
Este manuscrito está anotado por Schneider, Das Aeneissupplement, p. 28.
26
The Speeches in Vergil’s Aeneid (Princeton: Princeton University Press, 1972), p.
15. Highet provee un resumen muy útil de los estudios sobre los discursos de
Virgilio (pp. 8–14) y ofrece un valioso marco para el análisis y gran abundancia
de observaciones sutiles y detalladas, pero su estudio muestra una desconfianza
en la retórica formal que es curiosa en un análisis del arte de hablar de Virgilio.
Aunque sostiene que «La oratoria de Virgilio es parte de su poesía» (p. 56),
Highet cree que la mayoría de los discursos de la Eneida deberían ser analiza-
dos “más bien rastreando las diversas formas de emoción ... que mediante el
intento de imponerles cualquier esquema retórico” (pp. 278–79), y que “aun-
que Virgilio conoce el poder de la oratoria, no tiene una alta estima por ella” (p.
282). Vegio ciertamente encontró a Virgilio más afecto a la retórica.
187
Elogio de Eneas
27
Este porcentaje para la Eneida considera la narrativa de Eneas desde Eneida II.
3 a III. 715 como un largo discurso; ibid., pp. 302–3.
188
Capítulo 5 \ La Eneida inconclusa
28
Ibid., pp. 27–29, 40–43, 194, 327–29.
29
The Enduring Monument: A Study of the Idea of Praise in Renaissance Literary Theory
and Practice (Westport, Conn.: Greenwood Press, 1973; reimpresión de la edi-
ción de Chapel Hill, N.C., 1962), p. 32. Para mayor información acerca de la
intervención del epideíctico en la poesía, ver Theodore Burgess, Epideictic
Literature, University of Chicago Studies in Classical Philology, 3 (Chicago:
University of Chicago, 1902), pp. 166–94.
189
Elogio de Eneas
30
Ver, por ejemplo, Michael Putnam, The Poetry of the Aeneid: Four Studies in
Imaginative Unity and Design (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1965),
pp. 151–201.
190
Capítulo 5 \ La Eneida inconclusa
191
Elogio de Eneas
31
Todas las citas del Suplemento serán tomadas de la edición de Schneider y serán
incorporadas al texto, como también las citas de las obras de Virgilio, tomadas
de la edición de R. A. B. Mynors, Oxford Classical Text, P. Vergili Maronis Opera
(Oxford: Clarendon Press, 1969).
32
Las exposiciones típicas de los teóricos antiguos pueden ser encontradas en
Aristóteles, Ret. I.ix. 38–40 (1368a) y en Ad Herennium IV. 45–48; ver O. B.
Hardison, Jr., The Enduring Monument, p. 31.
192
Capítulo 5 \ La Eneida inconclusa
193
Elogio de Eneas
33
Muchos de los paralelismos citados en este capítulo, aunque no todos, también
pueden hallarse en la sección «Auctores, Similia» de la edición de Schneider.
34
Ambas directivas eran las preferidas de los humanistas italianos. Acerca de la
advertencia de Flegias, ver Boccaccio, Genealogie deorum gentilium, ed. Vincenzo
Romano, Scrittori d’ltalia, 201, Giovanni Boccaccio Opere, 11 (Bari: Laterza,
1951), vol .II, pp. 467–48; y Giovanni Pontano, De obedientia, in Ioannis Ioviani
Pontani opera omnia soluta oratione composita (Venecia: Aldus Manutius et socer
Andrea, 1518–1519), I. 26v. Respecto de la alocución de Eneas a Ascanio, ver
Petrarca, De otio religioso, en Opere latine, ed. Antonietta Bufano (Turín: Tipografia
Torinese, 1975), p. 740; Pontano, De fortitudine, in Opera omnia, I. 49v; y Francesco
Patrizi, Enneas de regno et regis institutione (París: Apud Galliotum Pratensem,
1531), I. 12.
35
Das Aeneissupplement, p. 21.
194
Capítulo 5 \ La Eneida inconclusa
(Oh, Arcades,
recuerda bien y repite a Evandro estas palabras:
“Cual lo tiene merecido, le devuelvo a Palante.
Libremente le otorgo que tribute a su hijo
los honores de un túmulo y que tenga el consuelo de enterrarlo;
aun así no le habrá costado poco la hospitalidad que diera a Eneas)
(En.. X. 491–95)
36
Ibid., p. 58.
195
Elogio de Eneas
37
Las limitaciones de espacio impiden un análisis detallado de los trece discursos
completos del Suplemento, pero vale la pena destacar que ni siquiera el padre de
Turno afirmará que su hijo es virtuoso. En un discurso emotivo ante el cadáver
de su hijo muerto, Dauno puede elogiar su belleza, su elocuencia y su fuerza
(Sup. 271–73), pero no puede afirmar que el destino de Turno sea injusto. Vegio
se cuida aquí también de no introducir ninguna ambigüedad moral en su poema.
196
Capítulo 5 \ La Eneida inconclusa
38
Schneider cita dieciséis ecos de la Eneida XI en los cuarenta y tres versos del
discurso de Drances, un número lo suficientemente elevado como para ser
notado por un lector sutil incluso en tiempos anteriores a las concordancias
modernas.
197
Elogio de Eneas
198
Capítulo 5 \ La Eneida inconclusa
199
Elogio de Eneas
39
«Aeneia virtus», p. 150. Las fuentes antiguas enseguida reconocen que muchos
discursos combinan elementos de más de una de las tradicionales genera orationis;
ver, por ejemplo, Ad Herennium III. 8.15.
40
Harry Caplan anota en la introducción a su edición del tratado (Loeb Classical
Library [Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1981], p. ix) que aunque
Lorenzo Valla cuestionaba la autoría ciceroniana del tratado a mediados del
siglo XV, no fue definitivamente separado de Cicerón hasta 1491. Las citas al
Ad Herennium siguen esta edición.
200
Capítulo 5 \ La Eneida inconclusa
201
Elogio de Eneas
202
Capítulo 5 \ La Eneida inconclusa
41
Maphaeus Vegius, p. 4.
42
Speeches, p. 251.
203
Elogio de Eneas
204
Capítulo 5 \ La Eneida inconclusa
•
paribus se legibus ambae
invictae gentes aeterna in foedera mittant.
205
Elogio de Eneas
206
Capítulo 5 \ La Eneida inconclusa
207
Elogio de Eneas
208
Capítulo 5 \ La Eneida inconclusa
209
Elogio de Eneas
211
Elogio de Eneas
212
Título del libro
CAPÍTULO VI
“Eres mi maestro”
Dante y la crítica de Virgilio de Cristóforo Landino
1
Registrado en Manfred Lentzen, Studien zur Dante-Exegese Cristoforo Landinos
(Colonia y Viena: Bohlau, 1971), p. 31 n. 15.
2
Acerca de la vida y obras de Landino, Angelo Maria Bandini, Specimen literaturae
Florentinae saeculi XV, in quo ... Christophori Landini gesta enarrantur (Florencia:
Rigaccius, 1747–1751) sigue siendo esencial, con información complementaria
contenida en Lentzen, Studien, pp. 1–26, y en Alessandro Perosa, «Una fonte
secentesca dello Specimen del Bandini in un codice della Biblioteca
Marucelliana», Bibliofilia 42 (1940): 229–56.
213
Elogio de Eneas
3
En los últimos años se ha realizado un considerable trabajo tendiente a fijar la
fecha y el contexto de las conferencias de Landino en el Studium florentino. Los
hallazgos más actualizados aparecen en Arthur Field, «Cristoforo Landino’s
First Lectures on Dante», Renaissance Quarterly 39 (1986): 21; basado en parte
en Roberto Cardini, La critica del Landino (Florencia: Sansoni, 1973), pp. 16–17,
334–41. Los descubrimientos de Field de un nuevo discurso inaugural de
Landino sobre Virgilio («An Inaugural Oration by Cristoforo Landino in Praise
of Virgil [From Codex ‘2’, Casa Cavalli, Ravenna]», Rinascimento, 2a ser., 21
[1981]: 235–45) y dos reportationes antes desconocidas de las conferencias de
Landino sobre Virgilio (anunciado en «A Manuscript of Cristoforo Landino’s
First Lectures on Virgil», Renaissance Quarterly 31 [1978]: 17–20, y «First Lectures
on Dante», pp. 17–24) han hecho mucho para enriquecer nuestra comprensión
del lugar de Virgilio en el desarrollo del pensamiento de Landino. El fechamiento
de las Disputationes Camaldulenses ha sido objeto de ciertas discusiones; yo acep-
to los argumentos de Peter Lohe en «Die Datierung der ‘Disputationes
Camaldulenses’ des Cristoforo Landino», Rinascimento 9 (1969): 291–99, y en
Disputationes Camaldulenses, ed. Peter Lohe (Florencia: Sansoni, 1980), pp. xxx–
xxxiii, en favor de 1472.
4
Virgilio nell’ arte e nella cultura europea (Catálogo de una exhibición presentada
en la Biblioteca Nazionale Centrale, Roma, 24 de septiembre al 24 de noviem-
bre de 1981), ed. Marcello Fagiolo (Roma: De Luca Editore, 1981), pp. 161–171.
Michael Baxandall, Painting and Experience in Fifteenth Century Italy (Oxford: Oxford
University Press, 1972), pp. 109–53, examina la crítica de Landino a los pintores
del Quattrocento en el proemio de su comentario a Dante sugiriendo que la
relación de Landino con las artes visuales merece un estudio más profundo.
5
La información de publicaciones del comentario a Virgilio de Landino puede
hallarse en Giuliano Mambelli, Gli annali delle edizioni vergiliane (Florencia:
Olschki, 1954), pp. 30–40. Las ediciones entradas bajo los números 56 y 71
también pueden haber contenido el comentario de Landino.
6
Carlo Dionisotti, «Dante nel Quattrocento», in Atti del Congresso Internazionale
di Studi Danteschi (20–27 aprile 1965), ed. Comitato Nazionale per le Celebrazioni
214
Capítulo 6 \ “Eres mi maestro”
del Vll Centenario della Nascità di Dante (Florencia: Sansoni, 1965), II. 374–
75; ver también el artículo de Dionisotti sobre Landino en la Enciclopedia dantesca
(Roma: Istituto della Enciclopedia Italiana, 1971), III. 566.
7
Información básica sobre la Academia Florentina o Platónica puede hallarse
en Paul O. Kristeller, «The Platonic Academy of Florence», in Renaissance Thought
II (New York: Harper and Row, 1965), pp. 89–101; Nesca A. Robb, Neoplatonism
of the Italian Renaissance (Londres: George Allen and Unwin, 1935); y A. della
Torre, Storia dell’ Accademia Platonica di Firenze (Turín: Bottega d’Erasmo, 1968;
reimpreso de la edición de Florencia, 1902).
8
Charles Trinkaus, In Our Image and Likeness: Humanity and Divinity in Italian
Humanist Thought (Chicago: University of Chicago Press, 1970), II. 712; y Eugenio
215
Elogio de Eneas
Garin, «La letteratura degli umanisti», en Storia della letteratura italiana III: Il
Quattrocento e l’ Ariosto (Milán: Garzanti, 1965), p. 294. Aun cuando no se pueda
establecer una conclusión tajante, la relación de Landino con Ficino y la Aca-
demia Platónica ha dominado obras como Lentzen, Studien, y Michael Murrin,
The Allegorical Epic: Essays in Its Rise and Decline (Chicago: University of Chicago
Press, 1980), pp.27–50. Silvio Gennai, «Cristoforo Landino commentatore di
Dante», en Atti del convegno di studi su aspetti e problemi della critica dantesca (Pisa
and Castello di Poppi, 7–10, ottobre 1965), ed. «Lectura Dantis Internazionale» y
Società Dante Alighieri (Roma: De Luca, 1967), p. 119, sigue el mismo abordaje:
“La verdadera originalidad de Landino consiste en la intención completamente
nueva de interpretar a Dante a la luz de la doctrina platónica”. Acerca del acen-
tuado énfasis en el pensamiento filosófico de Landino por parte de críticos re-
cientes, ver Mario Di Cesare, «Cristoforo Landino on the Name and the Nature
of Poetry: The Critic as Hero», The Chaucer Review 21 (1986): 155–59 y n. 8.
9
Este análisis aquí y el párrafo siguiente sigue a Field, «The Studium Florentinum
Controversy, 1455», History of Universities 3 (1983): 31–59. Este asunto ha des-
pertado considerables controversias, junto con la temprana literatura resumida
en ibid., p. 48 n. 3; son especialmente importantes las observaciones hechas
por Jerrold Seigel, «The Teaching of Argyropulos and the Rhetoric of the First
Humanists», in Action and Conviction in Early Modern Europe: Essays in Memory of
E. H. Harbison, ed. T. K. Rabb and J. E. Seigel (Princeton: Princeton University
Press, 1969), pp. 237–60; y Cardini, La critica, pp. 66–84.
216
Capítulo 6 \ “Eres mi maestro”
217
Elogio de Eneas
ratio”), con la sabiduría, “el sistema para vivir bien” (“bene vivendi
ratio”), y Landino hace lo mismo aquí.11 Pero el ejemplo de Cicerón
muestra que el filósofo no profesional debe aprender sólo tanta sabi-
duría como necesite para llegar a ser elocuente. Así este praefatio era
en un sentido un desafío a Argyropoulos, pero también un desafío a
leer el texto por su retórica más que por su contenido filosófico.
De seguro, Landino nunca negó la importancia del “sistema para
vivir bien,” pues estaba inextricablemente ligado a su entendimien-
to de lo que significaba enseñar retórica. Por el contrario, al paso
del tiempo, su trabajo se vio más y más influido por los estudios
filosóficos que florecían a su alrededor, y consideró tratados como
De anima que son predominantemente filosóficos. Sin embargo,
según lo que la evidencia conservada muestra, todas sus conferen-
cias se refirieron a retóricos y poetas, y gran parte de su fama des-
cansaba en sus extensos comentarios impresos sobre Virgilio, Dante
y Horacio. Así, mientas enriquecía continuamente el contenido fi-
losófico de su obra, Landino seguía siendo en primer lugar y en
una posición relevante, un retórico y un crítico literario.
Si vamos a la crítica de Landino sobre Virgilio con esto en men-
te, creo que estaremos en posición de reevaluar una parte conside-
rable de su obra. Comenzaré con la teoría literaria de Landino y
mostraré que el principio de elogio y condena está presente ahí
como parte del legado de la poética humanista, y que asume una
mayor importancia que la que los estudios previos le han reconoci-
do. El resto del capítulo se referirá al epitafio a Dante de Landino y
a sus esfuerzos para trazar una línea crítica que va vinculada a
Homero, Virgilio y Dante en torno a la visión epideíctica de la
poesía. Primero voy a describir cómo la virtud es elogiada y el vicio
condenado en las obras más importantes de Landino sobre Virgilio,
11
Ibid., I. 14–15. El mismo punto está desarrollado en el comentario a Dante
(sobre Inf. II. 68). He utilizado un reimpreso del comentario a Dante, Comedia
del divino poeta Fiorentino Dante Aleghieri col commento di Christoforo Landino
(Venecia: Octavianus Scotus, 1484), e incorporaré más referencias a este co-
mentario en el texto, preservando la ortografía de esta edición. El topos de la
sabiduría y la elocuencia ha sido estudiado por Jerrold Seigel, Rhetoric and
Philosophy in Renaissance Humanism (Princeton: Princeton University Press, 1968).
218
Capítulo 6 \ “Eres mi maestro”
12
Cardini, La critica, pp. 106–12; Manfred Lentzen, «Zum gegenwärtigen Stand
der Landino–Forschung», Wolfenbütteler Renaissance Mitteilungen 5 (1981): 92–
1OO; y Craig Kallendorf, «Cristoforo Landino’s Aeneid and the Humanist
Critical Tradition», Renaissance Quarterly 36 (1983): 523–26. Por razones que
pronto quedarán claras, no me agrada circunscribir el rótulo de “retórica” al
primero de estos abordajes, sin embargo preservaré el uso acostumbrado en
esta sección. Otras exposiciones más generales acerca de la crítica literaria de
Landino pueden hallarse en los artículos recopilados por Cardini en La critica;
August Buck, «Dichtung und Dichter bei Cristoforo Landino», Romanische
Forschungen 58/59 (1947): 233–46; y en Concetta Greenfield, Humanist and
Scholastic Poetics, 1250–1500 (Lewisburg, Penn.: Bucknell University Press, 1981),
pp. 214–29.
219
Elogio de Eneas
13
«Christophori Landini Florentini in Q. Horatii Flacci libros . . . interpretationes
incipiunt feliciter», en Scritti critici, I. 199.
14
«Christophori Landini Florentini . . . in P. Vergilii interpretationes prohemium
incipit feliciter», en Scritti critici, I. 233.
220
Capítulo 6 \ “Eres mi maestro”
221
Elogio de Eneas
18
Vladimiro Zabughin, Vergilio nel Rinascimento italiano da Dante a Torquato Tasso
(Bolonia: N. Zanichelli, 1921–1923), I. 198.
19
Petrarca, Invective contra medicum, ed. Pier Giorgio Ricci (Roma: Storia e
Letteratura, 1950), p. 66; Boccaccio, Genealogie deorum gentilium libri, ed.
Vincenzo Romano, Scrittori d’ltalia, 201, Giovanni Boccaccio Opere, 11 (Bari:
Laterza, 1951), II. 699, 738–43, y Il comento di Giovanni Boccaccio sopra la Commedia,
ed. Gaetano Milanesi (Florencia: Felice Le Monnier, 1863), I. 128–31; y Salutati,
De laboribus Herculis, ed. B. L. Ullman (Zurich: Thesaurus Mundi, 1951), I. 4–6;
ver Cardini, Scritti critici, II. 70–71. Una defensa más ingeniosa es la de Eneas
Silvio Piccolomini, quien argumentó que dado que la promiscuidad sexual era
manifiesta en la ciudad de Platón, los poetas deberían sentirse honrados de ser
expulsados (Opera quae extant omnia [Basel: H. Petrus, 1551], p. 598), pero no
deberíamos esperar que Landino continúe esto.
222
Capítulo 6 \ “Eres mi maestro”
20
En «La critica del Landino dalla ‘Xandra’ alle ‘Disputationes Camaldulenses’»,
La critica, pp. 39–65, Roberto Cardini muestra de qué modo Landino eventual-
mente se separa de los filólogos más estrictos de entre los humanistas.
223
Elogio de Eneas
21
«Comento di Cristoforo Landino Fiorentino sopra la Comedia di Dante Alighieri
poeta Fiorentino: Proemio», en Scritti critici, I. 137–47. Landino se apoya aquí
en un pasaje de la sección 7 del Libro XIV de la Genealogie de Boccaccio (II.
699–701), el cual está citado y expuesto más arriba en el capítulo 3, pp. 114-15.
Como muestra Pier Giorgio Ricci, Landino tenía más talento para el comenta-
rio y la exposición que para la composición poética; ver «Alla ricerca di
Cristoforo Landino», La Rinascità 4 (1941): 733–44.
224
Capítulo 6 \ “Eres mi maestro”
22
«In P. Vergilii interpretationes prohemium», in Scritti critici, I. 215–16.
225
Elogio de Eneas
23
«Comento . . . sopra la Comedia . . . Proemio,» Scritti critici, I. 152. El mismo
pasaje aparece en un discurso anterior dado por Landino cuando comenzó sus
conferencias públicas sobre la Divina Comedia, «Orazione fatta per Messer
Cristoforo Landino quando comincio a leggere la Comedia di Dante in Istudio»,
in Scritti critici, I. 54. Acerca de la datación de este discurso, ver más abajo, pp.
262-66. Deberíamos notar también que Landino no fue en modo alguno el
primero en acercarse a Dante con el topos de elogio y condena en mente. El
Profesor Robert Hollander me ha hecho notar el Preámbulo de John of Serravalle
a su comentario (c. 1416) a la Divina Comedia, que dice, «vult etenim Aristotiles
in Poetica, quod nobiles invenerunt poesim, quando fecerunt versus ad
exaltandum magna gesta et vituperandum turpia: dicit enim Aristotiles, quod
omnis oratio poetica nihil aliud est nisi laudatio vel vituperatio. Laudavit etenim
Dantes et vituperavit». («Aristóteles de hecho sostiene en su Poética que los
hombres nobles descubrieron la poesía cuando hicieron versos para exaltar las
grandes acciones y para condenar las bajas, pues Aristóteles dice que todo dis-
curso poético no es otra cosa que elogio o condena. Dante en realidad elogió y
condenó».) El pasaje aparece en la edición del comentario editada por M. de
Civezza y T. Domenichelli (Prato: Giachetti, 1891), p. 22. Antes, Benvenuto da
Imola había señalado el elogio y la condena como una parte especialmente
importante del poema de Dante; ver O. B. Hardison, Jr., The Enduring Monument:
A Study of the Idea of Praise in Renaissance Literary Theory and Practice (Chapel Hill:
University of North Carolina Press, 1962), p. 207 n. 37.
226
Capítulo 6 \ “Eres mi maestro”
24
Arthur Field, «First Lectures on Dante», p. 26, por ejemplo, muestra que los
argumentos para la conferencia inaugural sobre Dante aparecen en varios otros
lugares en la oeuvre de Landino.
25
Uso una transcripción de estas notas de las conferencias (MS 1368, fol. 203v)
hecha durante una visita a la Biblioteca Casanatense de Roma en el otoño de
1981, pero este pasaje en particular también está transcripto como un apéndice
en Field, «Beginning,» p. 530.
26
Ibid., fol. 203v del manuscrito, y p. 529 en Field, «Beginning».
227
Elogio de Eneas
228
Capítulo 6 \ “Eres mi maestro”
bién podemos encontrar una cuarta gradación que existe “in ipsa divina men-
te” (“en la mente de Dios”) y de la cual “reliquae [virtutes] omnes per ordinem
defluunt” (“todas las otras [virtudes] descienden en orden”, I.viii. 10), pero cuya
restricción a la mente de Dios hace que no sea directamente aplicable al viaje
de Eneas (Murrin, Allegorical Epic, p. 221 n. 67). El esquema también puede
encontrarse en De occasionibus sive causis ad intelligibilia nos ducentibus, de Profirio
tomado de Plotino, Enn. 1.2; Séneca, Epist. mor. 64; Petrarca, Fam. III. 12, y
Ficino, Theologia Platonica, XIV. 6, pero Landino no leía mucho en griego y el
trabajo de Ficino sobre Plotino y Porfirio aparece después de que se completa-
ron las Disputationes; ver P. O. Kristeller, Supplementum Ficinianum (Florencia:
Olschki, 1937), I.CXXVI–CXXVIII, CXXXV, CLVII–CLIX. Acerca de este
esquema, ver también Field, «An Inaugural Oration», p. 239 n. 1; y Lentzen,
Studien, pp. 87–94.
29
Roma, Biblioteca Casanatense, 1368, fol. 203v, y Field, «Beginning», p. 530.
229
Elogio de Eneas
30
Roma, Biblioteca Casanatense, 1368, fol. 203v, y Field, «Beginning», p. 530.
31
Esta doctrina de las dos Venus fue desarrollada por Marsilio Ficino en su co-
mentario al Banquete de Platón y se diseminó ampliamente en Florencia a fines
del Quattrocento; ver Edgar Wind, Pagan Mysteries in the Renaissance (New Haven:
Yale University Press, 1958), pp. 100–128. El comentario de Ficino al Banquete
fue completado en 1469, aunque más tarde se le hicieron cierto número de
agregados menores; ver Marsilio Ficino, Commentaire sur le banquet de Platon,
ed. R. Marcel (París: Les Belles Lettres, 1956), pp. 11–41; J. A. Devereux, S. J.,
«The Textual History of Ficino’s De amore», Renaissance Quarterly 28 (1975): 173–
74; y Kristeller, Supplementum Ficinianum, I.CXXIII–CXV. S. Gentile ha obser-
vado («Per la storia del testo del ‘Commentarium in Convivium’ di Marsilio
Ficino», Rinascimento 21 [1981]: 17) que Landino cita este trabajo en el Libro IV
de las Disputationes Camaldulenses (p. 214).
230
Capítulo 6 \ “Eres mi maestro”
32
En un apéndice a su comentario a Philebus, Ficino también alegoriza a Juno
como “studium imperandi”; ver Marsilio Ficino: The «Philebus» Commentary, ed.
y trad. M. J. B. Allen (Berkeley: University of California Press, 1975), p. 449,
citado por Lentzen, Studien, p. 153. Es difícil datar este trabajo con precisión,
231
Elogio de Eneas
232
Capítulo 6 \ “Eres mi maestro”
33
Uso la edición del comentario de Landino en Vergilius cum commentariis quinque
(Venecia: Bartolomeus Zanis de Portesio, 1493), fol. 220v.
233
Elogio de Eneas
34
«Cristoforo Landino’s Aeneid», pp. 534–47. El cambio de Landino en la tradi-
ción de Dido también es destacado por Earl Schreiber y Thomas Maresca en la
introducción a su Commentary on the First Six Books of Virgil’s «Aeneid,» by Bernardus
Silvestris (Lincoln, Nebr.: University of Nebraska Press, 1979), pp. xxx–xxxi.
234
Capítulo 6 \ “Eres mi maestro”
35
Acerca del debate humanista sobre los méritos relativos de Virgilio y Homero,
ver Zabughin, Vergilio, passim.
235
Elogio de Eneas
36
Landino inclusive da una explicación acerca de por qué, en el último viaje de
Odiseo, Dante se inclina por un relato que no está en Homero. Homero, escri-
be, pensó que el summum bonum se encontraba en los bienes materiales de esta
vida, pero para mostrar que había un bien más alto que ese, Dante envía a
Odiseo a un viaje final, un viaje que sólo puede terminar con la muerte de
Odiseo porque el saber de los paganos no podía satisfacer tal búsqueda (sobre
Inf. XXVI. 100–102, fol. o2r). Esto no congrúe por completo con lo que Landino
dice en otra parte, pero tiene sentido dentro del contexto de su interpretación
de la Divina Comedia.
37
Allegorical Epic, p. 31. Estos puntos están desarrollados más extensamente en Pierre
Courcelle, «Interprétations néo–platonisantes de livre VI de l’ Eneide», en Recherches
sur la tradition platonicienne (Vandoeuvres: Fondation Hardt, 1955), pp. 95–136.
236
Capítulo 6 \ “Eres mi maestro”
38
Leon Battista Alberti, p. 13.
39
Acerca de los estudios griegos de Landino, ver Field, «First Lectures on Dante»,
p. 27 n. 43; acerca de Landino y Jorge de Trebizond, ver John Monfasani, George
of Trebizond (Leiden: Brill, 1966), p. 44 n. 61.
237
Elogio de Eneas
40
Una breve referencia a estas traducciones, que culmina con la parcial inter-
pretación de Poliziano, puede encontrarse en Alice L. Rubinstein, «Imitation
and Style in Angelo Poliziano’s Iliad Translation», Renaissance Quarterly 36 (1983):
48–51. Hay mayor información en Agostino Pertusi, Leonzio Pilato fra Petrarca e
Boccaccio (Venecia: Istituto per la Collaborazione Culturale, 1964), pp. 521–29.
Carlo Marsuppini, maestro de Landino, también había traducido algo de Homero.
41
Landino probablemente no olvidaba lo vulnerable que era en este aspecto, ya
que en 1456 había criticado a Ficino por basar su Institutiones ad Platonicam
disciplinam sólo en fuentes latinas, y habría sido sumamente imprudente de su
parte repetir exactamente lo mismo con Homero; ver Marsilio Ficino e il ritorno
di Platone (Catálogo de una exhibición realizada en la Biblioteca Medicea
Laurenziana, 17 de mayo a 16 de junio de 1984), ed. S. Gentile, S. Niccoli y P.
Viti (Florencia: Casa Editrice Le Lettere, 1984), p. 24, con las citas bibliográfi-
cas listadas allí. Por cierto, uno de los problemas respecto de la candidatura de
Landino a la cátedra del Studium era su débil conocimiento del griego; ver
Field, «Studium Controversy», pp. 39, 41. Las historias corrientes del humanis-
mo rastrean el incremento de los estudios del griego en la época de Landino; se
encuentran panoramas generales en Rudolf Pfeiffer, History of Classical Scholarship
from 1300-1850 (Oxford: Clarendon Press, 1976), pp. 1–66; y en L. D. Reynolds
y N. G. Wilson, Scribes and Scholars: A Guide to the Transmission of Greek and Latin
Literature, 2a. ed. (Oxford: Clarendon Press, 1974), pp. 130–42.
238
Capítulo 6 \ “Eres mi maestro”
42
Dionisotti, «Dante nel Quattrocento», I. 333–78; y Garin, «Dante in the
Renaissance», en The Three Crowns of Florence: Humanist Assessments of Dante,
Petrarca, and Boccaccio, ed. y trad. David Thompson y Alan F. Nagel (Nueva
York: Harper and Row, 1972), pp. xiv–xv (con notas adicionales disponibles en
la versión original italiana, publicada en Rinascimento, ser. 2, 7 [1967]: 3–28).
También se puede encontrar información general sobre Dante en los siglos
XIV y XV en Cecil Grayson «Dante and the Renaissance», en Italian Studies
Presented to E. R. Vincent, ed. C. P. Brand, K. Foster y U. Limentani (Cambridge:
Heffer, 1962), pp. 57–75; Vittorio Rossi, «Dante nel Trecento e nel Quattrocento»,
en Dante e l´ Italia nel Vl centenario della morte del poeta (Roma: Fondazione Mar-
co Besso, 1921), pp. 285–318; Francesco Mazzoni, «La critica dantesca del secolo
XIV», Cultura e scuola 4 (1965): 285–97; y en las obras citadas en las notas a
varias páginas siguientes.
239
Elogio de Eneas
Aut cui tandem invideat qui Virgilio non invidet, nisi forte
sibi [Danthi] fullonum et cauponum et lanistarum
ceterorumve, qui quos volunt laudare vituperant, plausum et
raucum murmur invideat, quibus cum ipso Virgilio cumque Homero
carere me gratulor?
240
Capítulo 6 \ “Eres mi maestro”
Tal vez, como han observado otros críticos, haya cierta envidia en
lo que ha escrito Petrarca , o una simple aversión a lo vernáculo, o
una fundamental falta de comprensión de la Divina Comedia. Sin
embargo, fuera consciente o no, Petrarca se colocó en el tercer lu-
gar en la sucesión de los grandes poetas épicos, porque sin duda
esperaba que su Africa, y no la Divina Comedia, ocupara un lugar al
lado de las obras de Virgilio y Homero en las bibliotecas de la élite
erudita. A través de la ironía, Petrarca ha tratado el asunto con gra-
cia, pero cualquiera que lo conociera tan bien como Boccaccio, no
habría tenido dificultad en leer esta carta entre líneas.
Aunque Petrarca puede haber tenido dudas acerca de Dante y
su poesía, no podía controlar la respuesta de los lectores, y hay
pruebas de que la épica de Petrarca rápidamente comenzó a perder
en comparación con la Divina Comedia entre los lectores cultos del
temprano Renacimiento italiano. Por ejemplo, Nicola Festa llama
la atención respecto de Nápoles, Biblioteca Nazionale, V.E.39, un
manuscrito del siglo XV del Africa con cierto número de anotacio-
nes marginales y variantes. Una de esas notas, sobre Africa III. 424
sigs. (ver Lámina 5), presenta un extracto del comentario de
Benvenuto da Imola al Inferno V en el cual se discute la condena de
Dido por parte de Dante. La nota concluye que Dante puede ser
disculpado porque estaba apoyándose en el precedente de Virgilio,43
43
El texto de Fam. XXI. 15 puede encontrarse en el vol. 13 de la Edizione Nazionale
delle Opere di Francesco Petrarca, ed. Vittorio Rossi y Umberto Bosco
(Florencia: Sansoni, 1942), IV. 94–100. Como ha mostrado Giuliano Tanturli,
las cuestiones expuestas en esta carta probablemente nunca se resuelvan defini-
tivamente («Il disprezzo per Dante dal Petrarca al Bruni», Rinascimento, ser. 2,
25 [1985]: 200). Acerca de las ideas de Petrarca sobre la imitación, ver Thomas
Greene, The Light in Troy: Imitation and Discovery in Renaissance Poetry (New Haven:
Yale University Press, 1982), pp. 81–103. Puede hallarse bibliografía acerca de
Petrarca y Dante en Aldo Bernardo, «Petrarch’s Attitude toward Dante»,
Publications of the Modern Language Association 70 (1955): 500 n. 1, a lo que debe-
ría agregarse el siguiente ensayo que apareció después de la publicación del
estudio de Bernardo: Giocchino Paparelli, «Due modi opposti di leggere Dante:
Petrarca e Boccaccio», en Giovanni Boccaccio editore e interprete di Dante, ed. Societá
Dantesca Italiana (Florencia: Olschki, 1979), pp. 73–90. Sobre el manuscrito de
Nápoles, ver la edición de Festa del Africa, Edizione Nazionale delle Opere di
Francesco Petrarca, 1 (Florencia: Sansoni, 1926), p. xvii.
241
Elogio de Eneas
44
«Giovanni Boccaccio», en Enciclopedia dantesca, I. 645. Además de las obras
listadas más abajo sobre Boccaccio y Dante, ver Orazio Bacci, Il Boccaccio lettore
di Dante (Lectura Dantis Orsanmichele) (Florencia: Sansoni, 1913); Maria Perron–
Cabus, «Il Boccaccio per Dante», Miscellanea storica della Valdesa 21 (1913): 86–
100; Francesco Maggini, «Il Boccaccio dantista», Miscellanea storica della Valdesa
29 (1921): 116–22; E. G. Parodi, «Il Boccaccio in laude di Dante, ossia il mito
del poeta,» en Poeti antichi e moderni (Florencia: Sansoni, 1923), pp. 176–84;
Lorenzo Fontana, «Il culto del Boccaccio per Dante,» La Rassegna 51–56 (1943–
1948): 64–89; Pier Giorgio Ricci, «Le tre redazioni del ‘Trattatello in laude di
Dante’», Studi sul Boccaccio 8 (1974): 197–214; Giorgio Padoan, «Il Boccaccio
fedele di Dante», en Il Boccaccio, le Muse, il Parnasso e l’Arno (Florencia: Olschki,
1978), pp. 229–46; y Aldo Vallone, «Boccaccio lettore di Dante», en Giovanni
Boccaccio editore e interprete di Dante, pp. 91–117.
45
En Le vite di Dante, Petrarca e Boccaccio scritte fino al secolo decimosesto, ed. Angelo
Solerti (Milán: Vallardi, 1904), p. 98.
46
Ed. Pier Giorgio Ricci, Tutte le Opere di Giovanni Boccaccio, 3 (Milán:
Mondadori, 1974), p. 13. Acerca de más discusiones sobre las metáforas del
242
Capítulo 6 \ “Eres mi maestro”
243
Elogio de Eneas
244
Capítulo 6 \ “Eres mi maestro”
vina Comedia para preparar sus conferencias públicas sobre ese poe-
ma realizadas en los meses finales de su vida, Boccaccio en gran
medida reutilizó páginas de su anterior trabajo sobre Dante y su eru-
dición latina, sobre todo la proveniente de la Genealogie.47 Frente a la
oposición del Trecento a la Divina Comedia, Boccaccio negó cual-
quier revelación sobrenatural al autor e insistió en el carácter litera-
rio y retórico del poema, uno de los puntos de mayor cercanía con
los modelos clásicos.48 Por cierto, las circunstancias bajo las cuales le
fue solicitado que diera conferencias sobre la Divina Comedia lo alen-
taron a hacerlo, porque los ciudadanos que hicieron la petición a la
Signoria, reclamaron un conferencista que pudiera explicar el poema
245
Elogio de Eneas
246
Capítulo 6 \ “Eres mi maestro”
247
Elogio de Eneas
53
Ibid., II.76–77; y Genealogie, I. 134–35. Padoan, L’ultima opera, p. 18, ofrece
algunos comentarios interesantes acerca de cómo la reutilización del material
aquí incrementa el número de latinismos en el estilo del Comento.
248
Capítulo 6 \ “Eres mi maestro”
249
Elogio de Eneas
54
El texto de los Dialogi puede encontrarse en Prosatori latini del Quattrocento, ed.
Eugenio Garin (Milán: Ricciardi, 1952), pp. 44–99; este extracto aparece en la
p. 70 (cf. pp. 68–70). Una traducción inglesa de los Dialogi aparece en Thompson
y Nagel, Three Crowns, pp. 19–52. Respecto de la visión de Salutati sobre Dante,
ver Garin, «Dante», pp. xv–xvii.
55
Dialogi, p. 86; cf. pp. 86–90.
56
Entre las varias interpretaciones recientes de los Dialogi que influyen sobre
nuestra comprensión de la recepción de Dante a principios del Quattrocento,
ver especialmente Hans Baron, The Crisis of the Early Italian Renaissance: Civic
Humanism and Republican Liberty in an Age of Classicism and Tyranny, ed. rev.
(Princeton: Princeton University Press, 1966), pp. 225–69; Paolo Trovato, «Dai
‘Dialogi ad Petrum Paulum Histrum’ alle ‘Vite di Dante e del Petrarca.’ Appunti
su Leonardo Bruni e la tradizione trecentesca», Studi petrarcheschi, n.s. 2 (1985):
263–71; David Marsh, The Quattrocento Dialogue: Classical Tradition and Humanist
Innovation (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1980), pp. 24–37;
Garin, «Dante,» pp. xxi–xxvii; Dionisotti, «Dante nel Quattrocento,» p. 346; y
David Quint, «Humanism and Modernity: A Reconsideration of Bruni’s Dia-
logues», Renaissance Quarterly 38 (1985): 423–45.
250
Capítulo 6 \ “Eres mi maestro”
57
La vida de Dante de Bruni puede hallarse en Solerti, Le vite, pp. 97–107; ver
esp. pp. 104–5. Una traducción al inglés aparece en Thompson y Nagel, Three
Crowns, pp. 59–73.
58
Dionisotti, «Dante», p. 350.
59
Acerca de la vida de Dante de Manetti, ver Solerti, Le vite, p. 112. Sobre las
conferencias de Filelfo sobre Dante, ver Garin, «Dante», pp. xix–xx; y L. A.
Sheppard, «A Fifteenth Century Humanist, Francesco Filelfo», The Library, 4a.
ser., 16 (1935): 3–4.
251
Elogio de Eneas
60
Mario Santoro, «Cristoforo Landino e il volgare», Giornale storico della letteratura
italiana 131 (1954): 501–47; cf. Roberto Cardini, «Cristoforo Landino e
l’umanesimo volgare», en La critica, pp. 113–232. El locus classicus del topos de
translatio studii es Horacio, Epist. II.i. 156; ver E. R. Curtius, European Literature
and the Latin Middle Ages, trad. Willard R. Trask (Princeton: Princeton University
Press, 1953), p. 29.
61
«Orazione fatta per Cristofano da Pratovecchio quando cominciò a leggere i
Sonetti di messere Francesco Petrarca in Istudio», in Scritti critici, I. 37. En tanto
Landino sabía que su selección de autores en este conjunto sería controvertida,
esta prolusione le brinda una buena oportunidad para desarrollar sus ideas acer-
ca del volgare.
62
Ibid., I. 38.
252
Capítulo 6 \ “Eres mi maestro”
63
En Scritti critici, I. 101. Acerca de la conexión entre los comentarios a Dante de
Boccaccio y Landino, ver Lentzen, Studien, pp. 160, 168, 173–75; Carlo
Dionisotti, «Cristoforo Landino», en Enciclopedia dantesca, III. 567; y Frank Fata,
«Landino on Dante», disertación doctoral, Johns Hopkins University, 1966,
pp. 90–93. En Della fortuna di Dante nel secolo XVI (Pisa: Tipografia T. Nistri,
1890), pp. 173–76, Michele Barbi destaca la deuda de Landino para con
Francesco da Buti, especialmente en los comienzos de algunos de sus temas
platónicos.
253
Elogio de Eneas
64
Toynbee, «Boccaccio’s Commentary», p. 108.
65
Scritti critici, I. 104–5.
66
Il comento, I. 126.
254
Capítulo 6 \ “Eres mi maestro”
67
Acerca del significado de “selva”, ver el comentario a Dante, fol. b1v, y Disp.
Cam., pp. 129–30; sobre la rama dorada, comentario a Dante, fol. b2r, y Disp.
Cam., pp. 224–26; sobre el Cerbero, comentario a Dante, fol. e4v, y Disp. Cam.,
pp. 241–42; y sobre los ríos del infierno, comentario a Dante, fol. d2v, y Disp.
Cam., pp. 236–37.
68
«La linea esegetica: Benvenuto, Landino, Vellutello», en Atti del Congresso
Internazionale di Studi Danteschi, II. 289. Cf. Lentzen, Studien, pp. 159, 184.
255
Elogio de Eneas
256
Capítulo 6 \ “Eres mi maestro”
257
Elogio de Eneas
70
Resulta interesante constatar que los tres vicios contra los cuales los predicadores
posteriores del Renacimiento más se pronunciaban fueran también la avaricia, el
lujo y la ambición, y como ha mostrado John W. O’Malley, también estos predi-
cadores se guiaban por las normas del elogio y la condena; ver Praise and Blame in
Renaissance Rome: Rhetoric, Doctrine, and Reform in the Sacred Orators of the Papal
Court, c. 1450–1521 (Durham, N.C.: Duke University Press, 1979), p. 187.
71
La famosa disertación de Pico acerca de la dignidad del hombre puede encon-
trarse en De dignitate hominis, ed. Eugenio Garin, Respublica literaria, 1 (Berlín:
Verlag Gehlen, 1968), ver esp. p. 26. Eberhard Müller–Bochat, «Der allegorische
Aeneas und die Auslegung des danteschen Jenseits im 14. Jahrhundert», Deutsches
Dante–Jahrbuch 44/45 (1967): 59–81, anota que Pietro Alighieri había aplicado
antes el mismo esquema del descensus a la Divina Comedia.
259
Elogio de Eneas
72
Acerca de las vacilaciones de Petrarca sobre este aspecto, ver más arriba, capí-
tulo 2, pp. 67-69.
261
Elogio de Eneas
73
Studien, p. 186; cf. p. 143.
74
Cardini, «Cristoforo Landino e l’umanesimo volgare», en La critica, pp. 194–
96, sugiere esta posibilidad al pasar, pero sus intereses lo llevan a no fundamen-
tar esta afirmación; por cierto, su datación de las obras de Landino hace impo-
sible llegar a las conclusiones que se presentan en este capítulo.
75
Studien, pp. 150, 233.
76
La critica, pp. 19–20, 86–88, y 88n.
262
Capítulo 6 \ “Eres mi maestro”
77
Field, «First Lectures on Dante,» p. 20.
78
Acerca de Juno como “ambitio”, por ejemplo, ver sigs. 211v, 226v; acerca de
las dos Venus y de la relación de la Eneida con la vida activa y la vida
contemplativa, sigs. 204r–4v, 220r; acerca de las variadas formas del descensus
ad inferos, fol. 215sr. La Eneida, como repitió Landino a lo largo de su carrera,
fue escrita “para elogiar las virtudes y condenar los vicios” (“virtutes laudare et
vitia vituperare”; fol. 246r). Los puntos principales de la interpretación de Virgilio
por parte de Landino están resumidos al comienzo de sus conferencias en el
Libro Vl (sigs. 203v–204v), transcripto por Field, «Beginning», pp. 529–34.
79
Studien, pp. 32, 150, 233.
80
La critica, pp. 87–89 y n. 3, 152–54 y n. 38, 192–99, y 235–37. Acerca de la fecha
de esta disertación inaugural, ver también Manfred Lentzen, «Cristoforo Landinos
Antrittsvorlesung im Studio Fiorentino», Romanische Forschungen 8 (1969): 60–73.
263
Elogio de Eneas
264
Capítulo 6 \ “Eres mi maestro”
81
«First Lectures on Dante», pp. 25-45.
265
Elogio de Eneas
82
Buck, «Dichtung», p. 245, llega a la misma conclusión, aunque aborda la obra
de Landino desde una perspectiva en cierto modo diferente. Esto no quiere
decir que no hubieran más ataques humanistas a Dante; ver Cardini, «Cristoforo
Landino e l’umanesimo volgare», en La critica, pp. 217–18.
83
Lentzen, Studien, pp. 158–88; y Rossi, Il Quattrocento, ed. Aldo Vallone, 5a. ed.
(Milán: Vallardi, 1953), p. 336.
84
Dionisotti, «Dante nel Quattrocento», pp. 374–75.
266
Capítulo 6 \ “Eres mi maestro”
267
Elogio de Eneas
268
Título del libro
CAPÍTULO VII
Conclusión
269
Elogio de Eneas
270
Capítulo 7 \ Conclusión
271
Elogio de Eneas
272
Capítulo 7 \ Conclusión
1
O.B. Hardison, Jr., The Enduring Monument: A Study of the Idea of Praise in
Renaissance Literary Theory and Practice (Westport, Conn.: Greenwood Press, 1973;
reimpreso de la edición de Chapel Hill, N.C., 1962); y Brian Vickers, «Epideictic
and Epic in the Renaissance», New Literary History 14 (1982-1983): 497-537.
2
Della poesia romanzesca (Roma: Guglielmo Faciotto, 1596), pp. 28-29, citado en
Bernard Weinberg, A History of Literary Criticism in the Italian Renaissance, 2a. ed.
(Chicago: University of Chicago Press, 1974), II. 1065, y citado por Vickers,
«Epideictic and Epic», p. 519.
3
En Literary Criticism, Plato to Dryden, ed. Allan H. Gilbert (Detroit: Wayne State
University Press, 1962), p. 425.
273
Elogio de Eneas
4
Ibid., pp. 434-35.
274
Capítulo 7 \ Conclusión
5
Weinberg, History of Literary Criticism, y Trattati di poetica e retorica del Cinquecento,
ed. Bernard Weinberg, Scrittori d’ltalia, 4 vols. (Bari: Laterza, 1970-1974). Acer-
ca de la crítica en el siglo XVI, especialmente en Italia, ver también J. E. Spingarn,
A History of Literary Criticism in the Renaissance (New York: Columbia University
Press, 1899); Marvin T. Herrick, The Fusion of Horatian and Aristotelian Literary
Criticism, 1531-1555 (Urbana, lll.: University of lllinois Press, 1946); y Baxter
Hathaway, The Age of Criticism: The Late Renaissance in Italy (Ithaca, N.Y.: Cornell
University Press, 1962), y Marvels and Commonplaces: Renaissance Literary Criticism
(New York: Random House, 1968).
275
Elogio de Eneas
6
Poetica d’Aristotele vulgarizzata e sposta, ed. W. Romani (Bari: Laterza, 1978), I.
209-10.
7
Citado por Vickers, «Epideictic and Epic», p. 524.
276
Título del libro
Índice de manuscritos
277
Nombre del autor
278
Título del libro
Índice
PREFACIO ........................................................................................................ 15
CAPÍTULO 1
De la Antigüedad al Renacimiento
Modos de leer la Eneida de Virgilio ........................................................... 19
CAPÍTULO II
Francesco Pretrarca
Escipión, Eneas y la épica del elogio ......................................................... 49
CAPÍTULO III
Las dos Didos de Boccaccio
Virgilio, Petrarca y “Il Più Grande Discepolo” ....................................... 105
CAPÍTULO IV
Coluccio Salutati
Basel, Universitätsbibliothek, F II 23 y el poeta “diestro en el elogio y la
condena” ............................................................................................... 135
CAPÍTULO V
La Eneida inconclusa
Elogio y condena en los discursos del Libro XIII de Maffeo Vegio ....... 173
279
Nombre del autor
CAPÍTULO VI
“Eres mi maestro”
Dante y la crítica de Virgilio de Cristóforo Landino .............................. 213
CAPÍTULO VII
Conclusión .................................................................................................. 269
ÍNDICE DE LÁMINAS
Lámina 1
Ghent, Kathedraal, MS. 9, fol. 267v .......................................................... 13
Lámina 2
Basel, Universitätsbibliothek, F II 23, fol. 167r ....................................... 141
Lámina 3
Basel, Universitätsbibliothek, F II 23, fol. 166r ....................................... 143
Lámina 4
Ciudad del Vaticano, Biblioteca Apostólica Vaticana, Reg. lat.
1428, fol. 109v ....................................................................................... 185
Lámina 5
Nápoles, Biblioteca Nazionale, V. E. 39, fol. 30r .................................... 243
Lámina 6
Florencia, Biblioteca Medicea Laurenziana, 52.32, fol. 96r ................... 267
280
Título del libro
281
Nombre del autor
Este libro
se terminó de imprimir
en los talleres digitales de RIL® editores
Teléfono: 225-4269 / ril@rileditores.com
Santiago de Chile, mayo de 2005
282
Elogio de Eneas
Susana Cella
9 789562 844192