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Vol. 1, Num. 2
Maritza Montero
Universidad Central de Venezuela
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La Psicología en Argentina
Vol. 1, Num. 2
Introducción
La palabra paradigma, quizás debido a su uso cotidiano, aparenta un candor que está
lejos de tener; prueba de ello es la polémica desatada a fines de los años sesenta del siglo
veinte, debido a la conmoción causada por la obra Las revoluciones científicas (1962), de
Thomas Kuhn, en la cual tiene un lugar preponderante. Quienes discutían la tesis allí
tampoco Kuhn lo usaba con una sola acepción, como para su desvelo demostró una de sus
más fieles seguidoras: Margaret Masterman (1975), quien al salir en defensa del maestro hizo
sorprendentes por la vaguedad que las caracteriza. Por ejemplo, Egon Guba (1990), define el
representaciones y creencias.
modelo para producir e interpretar el conocimiento producido, el cual incluye una concepción
del sujeto cognoscente, una concepción del mundo en que vive ese sujeto y de las relaciones
entre ambos. Tal modelo supone entonces un conjunto sistemático de ideas y de prácticas
que regulan las interpretaciones que se producen acerca de la naturaleza y actividad humanas,
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acerca de sus orígenes y de sus efectos sobre las personas y la sociedad (Montero, 2002). De
él derivan modos preferentes de hacer para conocer a esas personas y al mundo en que viven,
dijera Kuhn (1962: 13), en proveer a la comunidad científica de modelos para describir y
comunidad científica, informal pero bien diferenciada, que se caracteriza por tener sus
específicos, e incluso por asumir una escala de valores similares” (Munné, 1989: 32).
Hasta bien entrada la década de los noventa se entendía la noción de paradigma como
un ámbito compuesto por tres dimensiones básicas: una ontológica, una epistemológica y una
“paradigmáticos” para las ciencias sociales tales como los de Lincoln y Guba (1985) y Guba
(1990), de gran influencia en las ciencias sociales donde esa trilogía ha regido el análisis de
los fenómenos a estudiar y de las teorías empleadas para ello. Así, el ya citado Guba
considera que un paradigma puede ser estudiado y caracterizado a partir de tres preguntas
1990: 17-18).
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metodológico, plantea: ¿Cómo hace quien investiga para lograr conocimiento? O como
también podríamos decir: ¿Cómo se hace para conocer? Estas preguntas son las que se han
hecho los filósofos y los científicos a lo largo de la historia; así como también, cada día
muchas personas, en muchos lugares. Tales preguntas son inevitables y son fundamentales,
pero no son las únicas que permitirán definir, describir, explicar, o interpretar al objeto de
estudio. El punto que quiero desarrollar es que los paradigmas abarcan más que esas tres
Para alguien que investiga desde una región del mundo con condiciones históricas y
culturales peculiaress (en este caso América Latina, pero podría igualmente estar situada en
Europa, Asia, Oceanía o África, e incluso en la misma América del Norte anglosajona), si
bien esas dimensiones resultaban no sólo correctas sino además necesarias; al tratar de
nada sencillo. ¿Dónde entra la definición del sujeto cognoscente cuando ese sujeto no
concuerda con la definición del científico académico? ¿Dónde entra el saber popular? ¿O la
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En el modelo dominante durante los años ochenta e inicios de los noventa del siglo
las tres dimensiones citadas, sin embargo a juicio de quienes las clasificaban ellas se
panorama se complicaba. Las teorías específicas podían ser muy complejas, por lo tanto
para poder lograr ese análisis tuve que partir de otra categorización previa: complejidad y
simplicidad, pero además debí añadir una celda más para incluir las teorías que cabalgaban
ubicadas en las cuatro corrientes identificadas por dichos autores. Más aun, las teorías con
frecuencia podían presentar aspectos principales que no cabían en ninguna de las tres
dimensiones fundamentales. Cuando estas cosas suceden hay dos vías a seguir,
descartarla, o en desechar los aspectos que no caben en las categorías establecidas, que es
como hacer como si no se los viera. La segunda es considerar que los criterios son
insuficientes y proceder a trabajar en otro sentido, en el cual se puede lograr algo mas
satisfactorio o no lograr nada (cosa triste, pero que también sucede con cierta frecuencia).
Este ejercicio me fue muy útil, pues me hizo reflexionar al mostrar las contradicciones y
lagunas, a la vez que me obligó a mirar las teorías desde otra perspectiva. Así encontré que
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primera que de la segunda), pero en sus trabajos ambos aspectos son algo de carácter
de 1989, Guba y Lincoln incluyen un capítulo titulado “Ética y política: Fracasos gemelos
en que está marcada por valores, en que no está libre de ellos, como lo pretendía el
positivismo. Esto es ratificado por Barnes (1984; c.p. Smith, 1990), quien dice: “el
indica que los factores políticos y los aspectos éticos son reconocidos, pero que no forman
parte de un paradigma.
puede ser un remanente de la consideración dominante que en los tres últimos siglos
House, 1990).
Latina está marcada no sólo por la redefinición del sujeto de conocimiento; por la
las dos nuevas dimensiones, ética y política, reconoce lo que ocurre en la práctica,
conocimiento. Por eso es posible decir que este paradigma amplía la concepción
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derivados, sean vitalicios. Sólo cumplen, durante cierto tiempo una función estructuradora
ética y política), deben verse como una suma integradora de aspectos inherentes al proceso
presentes y marcan el modo de conocer. Y eso ocurre porque los límites entre las cinco
totalidad que las incluye a todas. No van en fila india ni tienen un carácter ordinal, es decir,
no hay unos primero y otros después, ninguna dimensión precede a otra, puesto que todas
son interdependientes. Cada una de ellas toca a todas las demás en una sola relación. Hay
que ser (ontología) para conocer (epistemología) y ese conocer se efectúa siguiendo un
perspectiva integradora que va mas allá de posiciones como las de Lincoln (1990), cuya
perspicacia como investigadora ya le había mostrado que el objeto conocido puede ser un
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epistemología.
conocimiento sólo surge en las relaciones, de tal manera que la presencia del otro está
siempre presente aun cuando hayamos trabajado en solitario; porque la soledad, si bien
puede estar privada de la compañía física o afectiva de otros, no elimina la historia, ni las
experiencias ni los afectos surgidos de los contactos socializadores. Más aún, todo
aplicar sus aspectos negativos, ejercemos poder sobre otros. Y al respetar y admitir la
voces de los individuos que las integran, estamos respetando su derecho al espacio público.
Y eso es política.
Dicho de otro modo, toda epistemología está directamente relacionada con una
concepción ontológica que define al ser y al objeto del conocimiento, en función de los
cuales se produce una relación cognoscitiva. A su vez, el método que se aplique refleja
igualmente a esos dos aspectos. Esto es particularmente importante, por cuanto respecto
del método y de las técnicas que de él se derivan, se produce lo que sólo puedo calificar de
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definición de ese Otro como objeto o como sujeto, como ente cognoscente o como objeto
psicología social comunitaria, de donde pasa luego a la rama política, extendiéndose luego
Dimensión ontológica
Para una cierta psicología, que ha tenido un papel preponderante durante buena parte
del siglo XX, la naturaleza del ser que conoce, se ha centrado tradicionalmente, en el
individuo y su subjetividad, con énfasis en la interacción con los grupos en los cuales se da
una comunicación cara a cara, o bien a través de medios diseñados para ello. Ese ser
aislado, origen y destino de la interacción, es el que suele ser denominado “sujeto”. Pero la
psicología no trabaja sólo con “sujetos” aislados y muchas veces considerados pasivos o
meramente reactivos; trabaja con actores sociales. Es necesario entonces reconocer que el
protagoniza la vida cotidiana. Mas aun, al hablar de actor social se trata de alguien que
posee conocimientos y que continuamente los produce; por lo tanto es alguien que piensa,
actúa y crea, cuyo conocimiento debe ser tomado en cuenta. Por eso, no sólo se reconoce
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de nuevo saber, tanto científico como popular. Y el sujeto de conocimiento, cualquiera sea
su procedencia, es también un sujeto que critica, actúa y reflexiona desde la propia realidad
que construye, a partir del discurso y de las acciones y que interviene en el proceso de
producción de conocimiento.
Esto supone una relación entre sujeto cognoscente y objeto cognoscible, que cambia
entonces una relación sujeto-sujeto/objeto, pues hay un doble sujeto cognoscente. Y esa
relación puede tener muchas veces carácter dialógico, uniendo conocimiento científico y
Dimensión epistemológica
relación se plantea con carácter monista, lo cual significa que entre lo que se solía
denominar como relación “entre sujeto y objeto” no hay distancia. No son entidades
algunos objetos. Se trata de que ambos, sujeto y objeto, forman parte de una misma
totalidad, en una relación de mutua influencia. El sujeto construye una realidad, que a su
que tratamos con un monismo que supone internamente un movimiento continuo de mutua
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transformación entre sujetos cognoscentes y objetos conocidos, que contiene dentro de una
Pero además, esa construcción es social y por lo tanto relativa, pues responde a un
responde a ellos. Así, la realidad para esta concepción del saber es inherente a los sujetos
que la construyen cada día activa y simbólicamente, dándole existencia, y que son parte de
Dimensión metodológica
manera descrita, los métodos tradicionales, basados en lo que Fernández Christlieb (1994)
objeto, tienen una cabida limitada en este campo. Por eso, aunque muchos métodos
tradicionales siguen en vigencia, los métodos participativos y los discursivos son cada vez
de generar métodos que se transformen al mismo ritmo que cambian los fenómenos
sociales, y que sean capaces de producir preguntas y respuestas ante sus transformaciones y
ante los planteamientos que ellas hacen. Métodos cuya característica fundamental sea la
capacidad de cambiar según los cambios del campo de estudio, de tal manera que se
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así una forma de intervención y de estudio que responda a los intereses de la gente a la cual
Dimensión ética
En la vida cotidiana el campo de la ética suele ser bastante confuso. Por ejemplo, se
usa el término ética como sinónimo de moral o de buen comportamiento. O bien, bajo el
correctas que deberían ser ejecutadas por las personas que desempeñan una determinada
tarea, con lo cual la ética pasa a ser sinónimo de deontología. Es decir, del estudio de los
deberes que deben cumplirse en la práctica de una profesión u ocupación. Por ética se
Dussel), el estudio que tiene por objeto evaluar el juicio concerniente a la distinción entre el
bien y el mal (Lalande, 1953: 419). En tal sentido, la ética supone una reflexión genérica
orientar a las personas en su vida diaria. Y como ya lo dijo Aristóteles (1952, V3: 1130),
consideradas como buenas en un tiempo y lugar determinados. Hay una clara relación entre
los tres términos, pero no son indistintos. Las normas que regulan la actividad científica, la
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misma manera, los asuntos deontológicos, que son propios de toda disciplina científica,
regulan su práctica y están ligados a los métodos. En tanto que la visión del mundo que
puedan tener los “sujetos” y sus concepciones acerca de los origenes, aplicación y
propiedad del conocimiento, así como de las relaciones que los unen a ese mundo,
petrtenecen a la ética.
estar reducido a los códigos de buena práctica (cf.: Smith, 1990; House,1990; May, 1980;
Barnes,1984; c.p. Smith, 1990). No obstante cabe destacar que Smith presenta una relación
- La necesidad de responder por (dar cuenta de) las acciones llevadas a cabo por
ejecutados por los sujetos (Otros), de tal manera que haya relación entre
ambos mundos.
155).
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constituyen el eje de esta dimensión. La concepción ética pasa por el carácter incluyente y
preguntas fundamentales de carácter ético, que se han hecho algunos bien conocidos
- ¿Cuáles son los intereses que motivan esta investigación? (pregunta hecha por Fals Borda
En la base del acto de conocer siempre hay un ser humano, sea como Uno o como
Otro, por lo tanto, considerar que el ámbito ético comfigura una dimensión fundamental en
todo paradigma, se debe a que en toda concepción de la actividad científica está explícita o
implícita, una concepción del Otro del Uno. Ese Otro es definido ya sea por oposición o
por complementariedad respecto del Uno, de la misma manera que es definido el sujeto
cognoscente. Como tal se entiende al Uno que ejecuta la actividad de conocer, o que se
considera a si mismo como principal actor o actora de tal actividad. Este punto no debe ser
del Otro (y de los seres humanos en general) que se encuentra en la base de una
investigación, de un método o de una teoría, debe ser deducida ya que no se la expresa con
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se anuncian principios y procedimientos y se llevan a cabo acciones que nada tienen que
Dimensión política.
otras personas en ella. Igualmente, se refiere al poder y a sus líneas de acción, lo cual
constituye su núcleo central.1 Eso supone hacer y decir dentro de la sociedad en que
vivimos, y tiene que ver con el tener voz y hacerla oír y con el generar espacios para que
aquellos que han sido relegados al silencio puedan hablar y ser escuchados y se establezca
el diálogo. No se puede considerar que en una sociedad se sea libre cuando lo que se llama
diálogo sólo puede ocurrir entre aquellos que dicen lo mismo o hablan con la misma voz.
Por eso la relación dialógica que se propone en este paradigma, al generar un espacio de
Pero además, es también función política en cuanto plantea como uno de sus objetivos
sino también diversos. Se busca generar así una práctica realizada mediante acciones que
respondan a una proyección activa del individuo en su medio ambiente social, así como a
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Esta es una definición de la política en su sentido cívico, amplio y no reducido al quehacer e influencia de
los partidos políticos, cuyo carácter “contaminante” suele ser evitado por muchos científicos, desechando al
mismo tiempo el aspecto que aquí desarrollo0.
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entre Unos y Otros, sino en la intersubjetividad que al reconocer la humanidad del Otro,
permite que por ese acto, el Uno también sea humano. De tal manera que el carácter ético
Dussel (1974; 1998; 1998) y luego por Moreno (1993) y por Guareschi (1996). Es una
liberación. Pero en la obra temprana de Freire (1964; 1970) ya estaba planteado el carácter
dijo el maestro, y efectivamente, nadie puede ser que no se relacione. Es de esa ontología
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relaciones. El Uno/Yo se reconoce a sí mismo como tal debido a la presencia admitida del
Otro en esa relación mantenida por ambos. Somos en la relación y no podemos ser fuera de
por la relación.
Toda nuestra vida transcurre entre relaciones, se mueve en una red de relaciones.
intersubjetivo, sin lograr destruirlo, pues sólo podemos alejarnos de lo que conocemos y
cosa, en dirección a otra; de tal modo que la una no puede ser sin la otra (Guareschi, 1996:
83), pues las hace interdependientes. Tal concepción me parece que responde a la esencia
de lo social. No sólo se está en la relación, sino que se es en la relación. Nadie puede ser
con prescindencia del Otro, como el Otro es, igualmente, el correlato del Yo. Esto permite
pensar una psicología de personas-relación como las llama Guareschi (1996:83). Pero es
que la persona sólo puede existir en la relación. Mas allá de la relación sólo está el mundo
de las cosas, que es mundo en tanto nuestra relación con él lo define. La no-relación es el
vacío, la nada.
La psicología versa sobre formas específicas de relación entre personas unidas por
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describir, analizar o tratar a las personas como si fuesen entes aislados o a partir de
individuos aislados. El ser, en tanto que entidad individual, es una noción incompleta que
omite, mediante un ejercicio intelectual, una parte de si mismo: el otro, con el cual se
a una relación que permite que esa individualidad sea y se diferencie de otra. Una relación
en la cual Uno es con los Otros (y aun a pesar de ellos), sin dejar de ser singular, ya que
como también dijo Aristóteles (1952), sin la existencia de los otros seríamos o animales
Camps (1993) se refiere a esta contradicción, al decir que “el individuo deja de ser
ser egoísta, eso es no ser autónomo…” (p. 23). “…ciegamente nos adaptamos a las normas
establecidas”, para lo cual, “se tiene que evitar por todos los medios, la permeabilidad de
otras comportamientos y estilos de vida”. Y sin embargo añade que “…la autonomía [..] no
es incompatible con el diálogo y con la necesidad del otro” (Camps, 1993: 24). Camps
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relación que permite que esa individualidad sea y se diferencia de otra. Una relación en la
cual Uno es con los otros (y aun a pesar de ellos), sin dejar de ser singular, ya que como
dijo Aristóteles en su Ética a Nicómaco, sin la existencia de los otros seríamos o animales
Otro en su distintividad, y no sólo como una extensión del Yo o como su opositor. Pero
ambos autores, Levinas y Camps, hacen esto sin abandonar al individuo como unidad
en el último cuarto de siglo, que han brindado una praxis nutriente a la consideración de los
de cambio social que sostienen una relación dialógica con las psicólogas y psicólogos
1994, 1999a); bien sea desde la perspectiva psicosocial comunitaria, como desde la
manera naturalizada, terminan convirtiendo esa presencia en una forma ritualizada, que por
La ética y la Otredad
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producto (en el caso de la psicología) muy visibles en este paradigma. La concepción del
Otro como alguien complementario o vecino al Yo/Uno, o bien como alguien totalmente
opuesto justamente por carecer de esas dos cualidades2 está siempre presente, aunque no
del Otro es naturalizada, es decir, considerada como si perteneciese al orden natural de las
cosas en el mundo. Por eso ni se le discute ni se le define, salvo mediante estereotipos que
lo reducen al ámbito de los monstruos, los desviantes, los salvajes, los sucios o de los
Así, el Bien y el Mal son construidos a partir del Uno/Yo quien decide que son uno y
otro; que es lo claro y qué lo oscuro; lo correcto y lo incorrecto. Esta limitación del otro lo
reduce a ser la parte externa del Uno. E. Dussel, filósofo de origen argentino, residente en
convirtiéndola en ana-dialéctica (del griego anas que significa de más allá, de otro plano) o
cual critica su restricción proveniente de los lazos internos entre los tres elementos que
reconoce dentro de la totalidad. Así, la tesis que precede a la antítesis y esta, dan lugar a la
síntesis, originándose todas ellas dentro de la misma totalidad, de tal manera que la tesis
marca el horizonte y los límites de la antítesis. La síntesis por lo tanto, sólo puede estar
relacionada con la tesis y la antítesis y las tres, combinadas, producen una nueva totalidad.
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El salvaje o agreste en la antigüedad y en la Edad Media; los aborígenes americanos descritos por W.
Raleigh, o considerados sin alma por Ginés de Sepúlveda; los extraterrestres en el imaginario actual, por
ejemplo.
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Si bien este modo de pensar el pensamiento supera la condición cerrada del silogismo,
extraños o externos. Esa otredad supone aceptar como sujeto cognoscente a otro no
y psicología de la liberación.
La concepción de otredad con base en otro independiente deriva del examen crítico de
las obras de Buber (1923/1956) y de Levinas (1977). Sus trabajos han sido el fundamento
(Martín Baró, 1986; 1989; Montero, 1990; 2000). La episteme de la relación concibe al
base ética. Tiene, asimismo, consecuencias políticas. Ellas son: la liberación, la capacidad
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concepción de formas de episteme popular (Moreno, 1994); la inclusión del Otro en acción;
la liberación y la relación crítica entre todos estos aspectos y la totalidad participativa que
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Referencias
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