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GLOSARIO

Deseo:
El concepto de deseo en psicoanálisis es tan amplio que requiere de un arduo trabajo y
un minucioso recorrido por las enseñanzas de Freud y Lacan. Intentaremos en las
próximas líneas acercarnos hacia algunas formalizaciones e iluminar los nudos
conceptuales que creemos más sustanciosos.

El primer punto de referencia que tomaremos es el texto de Freud “Proyecto de una


psicología para neurólogos 1895 [1950]” en el que él describe dos experiencia míticas
primitivas que llama experiencia de satisfacción y experiencia de dolor; esta vez vamos
a detenernos en la experiencia de satisfacción para ubicar un antecedente de lo que
vamos a llamar el deseo. La experiencia de satisfacción funciona como la matriz
estructural que hace surgir y diferenciarse al deseo a partir de la necesidad.

"El desamparo propio del bebé humano hace éste necesite de otro, otro que se encarna
en distintos personajes (sean o no los padres biológicos) para satisfacer sus necesidades;
la cuestión es que de esa respuesta no surge la satisfacción esperada, no llega a calmar y
a colmar la necesidad biológica hambre por ejemplo, y sufre así una distorsión que
marcará a la necesidad para siempre. Entonces, esa huella, recuerdo, quedará inscripta
en el aparato psíquico como marca de esa satisfacción que una vez constituida en
experiencia de satisfacción adquiere un carácter mítico.

A partir de allí, la realización del deseo se diferencia de la satisfacción de la necesidad


porque la mira de la realización del deseo es volver a encontrar la percepción de la
huella que quedó grabada. Es decir, la forma de nostalgia que deja la experiencia mítica
de satisfacción se llama deseo."

"Algo de esto resurge en el niño que exige que le cuenten el mismo cuento con las
mismas palabras, que se vuelva a la misma escena dos veces, al mismo signo, aunque
éste nunca será igual a esa primera vez; siempre será diferente, nunca será idéntico a la
huella primera. Y también nos sucede a los adultos, si vamos por ejemplo a un
restaurante, la primera vez es la mejor, las siguientes nunca son iguales, siempre les
falta algo. La frescura de la primera vez queda como irrecuperable. Este es un
funcionamiento estructural, que se funda en que el ser hablante es un ser desamparado,
que es algo muy distinto a un ser inmaduro."

"Para Lacan el sistema freudiano implica una satisfacción peculiar, que nada tiene que
ver con el placer de la satisfacción del hambre biológico, sino más bien, con un hambre
de signos de presencia, de presencia mítica, que nunca volverá a ser hallada y que, en
realidad, deviene mítica après-coup."

¿Cómo articulamos esta experiencia de satisfacción con el deseo como deseo del otro en
Lacan? El Otro es el eje en cual gira esta experiencia y para Lacan alrededor del Otro se
estructura el deseo.

"Todo deseo humano se define respecto de otro; ya sea porque define el objeto en el
nivel del otro con minúscula de la competencia o rivalidad especular, o ya sea el deseo
del Otro con mayúscula. Lacan sostiene que el deseo nunca se define por su meta. El
objeto tendrá un lugar particular, pero no es un objeto predeterminado que ordena el
deseo en una causalidad final. Pero ¿cómo pasamos del deseo de reconocimiento o de la

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rivalidad imaginaria al deseo como deseo del Otro? ¿Cómo arribamos a la concepción
del deseo del Otro en tanto constituye el deseo propio del sujeto humano? Cuando
Lacan empieza a trabajar cómo pensar el concepto de deseo como deseo del Otro con
mayúscula, lleva a cabo una operación fundamental mostrando que la primera forma de
deseo que constituirá el deseo del niño es el deseo del Otro, de ese Otro primordial que
es la madre. El punto fundamental en la constitución subjetiva del niño es el
descubrimiento de ese Otro como deseante, por eso la primera subjetividad, la primera
falta, el primer deseo, pasa por el Otro."

"Entonces, el Otro con mayúscula opera porque es deseante, no porque da el pecho. El


verdadero objeto primordial en términos de Lacan es ese deseante que habita el Otro,
sin que el Otro lo sepa."

"La necesidad por sí sola, el hambre por ejemplo, no alcanza para Lacan, tampoco
alcanza en Freud, para generar una realidad propiamente humana. Es decir, a partir de la
experiencia de satisfacción o no satisfacción de la necesidad, no se funda la realidad
psíquica humana. Las teorías de esa época se preguntaban si la madre está
suficientemente presente o no, si la madre era, como dice Winnicott, suficientemente
buena como para permitir el desarrollo de la realidad."

"Esta presencia – ausencia, como en el juego freudiano, se articula con el ir y venir


materno, la madre que va y viene, que no se queda siempre, y precisamente la madre a
partir de las reiteradas ausencias / presencias, se constituye como madre simbólica, esa
que oscila, esa que el niño llama con el carretel (Freud describe el “fort da” como el
juego con el que un niño representa justamente este ir venir de la madre. Pueden
encontrarlo en su texto Mas allá del principio del placer, 1920). Lacan dirá que esa
madre introduce una posibilidad diferente que no es la de dar el objeto pecho, para
seguir con el ejemplo “hambre” sino que funda básicamente el hecho de que va y viene.
El objeto deviene indiferente, pues lo que importa es la posibilidad de que sea dado o no
dado. ¿Cuál es el valor del regalo? Que alguien lo de, no tanto el valor material del
objeto. Esa madre que da o no da, abre un campo diferente al de la satisfacción de la
necesidad, que es la satisfacción brindada por la presencia misma de la madre, que no es
lo mismo que la satisfacción del hambre. La madre, en el ir y venir, es más importante
que lo que ella aporta, que lo que ella trae, por ejemplo la mamadera. Lo propio de los
humanos es, no justamente la frustración en la dimensión de la necesidad, sino en la
dimensión del amor. Es decir que los objetos concretos son signos de la presencia, no
valen por su valor biológico o económico, sino por el valor de presencia que entrañan."

"El punto que Lacan va a trabajar, es qué quiere decir que la madre sea un Otro
dividido, un Otro barrado, un otro dotado de inconsciente. Quiere decir que la madre
tiene deseos, incluido deseo de deseo; su deseo de deseo no se centra sólo en el niño,
tiene que desear alguna otra cosa. Entonces, cuando Lacan pone la barra sobre la madre,
indica que en su función de deseante es más humanizadora que en su función de madre.
Es decir que lo que genera, lo que nos moviliza como sujetos, es la posición deseante de
la madre y no tanto sus cuidados."

Fuente: Fragmentos de Teóricos de Psicoanálisis Escuela Francesa UBA. Diana


Rabinovich.

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