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GRUPO ARMADO DE

COLOMBIA

GRUPO ARMADO DE COLOMBIA (FARC)

WILSON JAVIER GUZMAN PEREZ COD: 2045116


ENSAYO SOBRE EL GRUPO ARMADO DE COLOMBIA

Para comenzar este ensayo quiero dar a conocer mi opinión sobre el grupo
armado de Colombia (FARC), y pues que a través del tiempo me ha podido
cambiar mi pensamiento ante ellos, y puedo decir que ellos tienen cosas
buenas, ya que pueden generar un cambio extremo en un país que ha sido
gobernada toda una vida por la Derecha, gobierno que ha estado untado más
por la corrupción que por otras cosas, en todo lo que he leído y he escrito
pude darme cuenta que si no generamos un cambio tanto de partido como
de pensamientos no vamos a hundir y a quedar sin país.

En mi punto de vista puedo llegar a decir que es bueno defender a los


grupos armados ya que por hoy más que nunca han levantado las banderas
de la paz y la reconciliación entre los colombianos. Quieren conseguir de las
clases dominantes el compromiso definitivo de erradicar la violencia como
respuesta a la inconformidad popular. También quieren que en nuestro país
se configure la más amplia democracia política, que se pueda hacer política
sin peligro de ser asesinado, que se abran las puertas a la solución efectiva
de las más graves carencias que afectan al pueblo colombiano.

Y cabe aclarar que hacen parte de la marea mundial contra el imperialismo y


el neoliberalismo, contra la guerra, contra la destrucción del medio
ambiente, contra el patriarcado y toda forma de discriminación entre los
seres humanos. Ellos creen en la integración Latinoamericana y Caribeña,
creen que toda nación tiene derecho a su soberanía, a decidir libre y
democráticamente su destino, sin injerencias extranjeras. Mentalizan a un
mundo mejor, sin abismales diferencias económicas y sociales, en paz y
armonía. Un mundo en el que un día termine por fin la explotación
capitalista.

Será indispensable mantener la participación política del nuevo partido para


conservar la paz lograda hasta ahora y seguir avanzando. Es una buena
noticia para la democracia que quienes estuvieron en armas puedan dejarlas
y continúen con sus ideas en las mismas condiciones que cualquier otro
ciudadano. Por un lado, se logra desterrar la violencia de la política y por
otro se promueve la libertad de expresión. Ambas son condiciones
esenciales de una democracia.

Por el bien de la democracia es mejor que la Farc se afirme en la decisión


que tomó, que se acerque a los colombianos tolerantes, dispuestos a la
convivencia y abiertos a la reconciliación. Las heridas de un conflicto
armado prolongado permanecen aún frescas y sanarlas ahora está en las
manos de los ciudadanos, de las instituciones, de los políticos y medios de
comunicación que buscan que este proceso salga adelante, con respeto a
las ideas contrarias, sin exclusiones y sin satanizaciones. Ese sería el mejor
espejo para atraer al Ejército de Liberación Nacional y lograr, por fin, una paz
total que termine definitivamente el ciclo guerrillero en Colombia y en
América Latina.
Que la Farc continúe desarrollándose como un actor más de la vida política
en Colombia es una señal de madurez de su democracia.

En mi poco conocimiento sobre los ideales de la FARC en ayuda del cambio


de Colombia podemos decir que, ellos apuestan por un modelo
agroindustrial que permita aprovechar las oportunidades generadas por los
tratados de libre comercio, la guerrilla reclama redistribución de la tierra y
apoyo para el campesinado.

Así las cosas, la paz en Colombia requerirá de políticas de desarrollo rural


que puedan potenciar la agroindustria sin sacrificar la economía campesina
y los proyectos de desarrollo alternativos de las comunidades que a menudo
se sienten amenazas por las "locomotoras del desarrollo" las cuales han
sido impulsadas por el gobierno de la (DERECHA), Y aunque saben que es
difícil, un principio de acuerdo sobre el tema es ciertamente viable.

Una indicación en ese sentido podría ser la decisión del gobierno de


congelar el proceso de aprobación de un proyecto de ley de Desarrollo
Rural.

El objetivo de ellos es, poder eventualmente integrar a la propuesta lo que se


acuerde en las conversaciones de paz.

También podemos hablar sobre la participación política para las FARC, las
primeras dificultades serán de tipo legal, pues la legislación colombiana veta
la entrada en la arena política de quienes hayan sido requeridos por la
justicia.

Y si los obstáculos locales son superados a través de una amnistía o algún


otro acto legislativo, como la reglamentación del denominado Marco para la
Paz, los guerrilleros todavía podrían tener que hacer frente a requerimientos
internacionales.

La otra cara de la moneda es la necesidad de garantías "para el ejercicio de


la oposición política en general, y en particular para los nuevos movimientos
que surjan luego del Acuerdo Final", que hace parte de las propuestas para
el mejorar a Colombia en manos de la FARC.
El acuerdo preliminar de La Habana menciona específicamente el tema del
acceso a los medios de comunicación.

Pero el problema arranca con las amenazas a la integridad física que en


Colombia siempre han sufrido quienes ondean banderas políticas similares a
las reivindicadas por la guerrilla, por lo que la capacidad del gobierno para
ofrecer verdaderas garantías de seguridad será fundamental.

Pero podemos decir también que la Farc además de generar cambios


también actualmente tiene partidos que defienden sus opiniones e
ideologías, como lo podemos decir a jerga colombiana ( LA IZQUIERDA), lo
cual con sus actos de los mandatarios que ha tenido los diferentes
municipios de nuestro Pais, hablan por si solos, si puede haber un cambio
radical en manos de ellos, sin olvidar que el actual Gobierno presidencial
encabezado por un mandatario de “ partido de la derecha”, no están de
acuerdo y por ello La  historia política de la izquierda ha sido trágica.  Le han
eliminado y asesinado  sus líderes más importantes. El fascismo de este
país, los grupos paramilitares y una derecha recalcitrante se dieron el gusto
de acabar con un partido en pleno, más de cinco mil miembros de la UP, lo
que constituyó el peor genocidio político de este país; le asesinaron tres
candidatos a la presidencia en plena campaña; todas las semanas, todas las
semanas desde hace muchos años, aparecen noticias sobre el asesinato de
sindicalistas. Políticamente hablando su peor problema  ha sido los
enfrentamientos entre sus miembros. Cuando han sido alternativas de
poder, siempre aparece un revanchismo típico de la izquierda, un
enfrentamiento entre las líneas de poder alrededor de concepciones de
estado y la politiquería de la cual no es ajena.

Sí existen las izquierdas en Colombia, dispersas, fragmentadas, confundidas


en una búsqueda no todas las veces afortunada; una cosa es que vengamos
de una derrota, pensada internacionalmente, de las izquierdas, un retroceso
enorme del movimiento obrero, un desprestigio de las ideas socialistas, y
otra cosa es la desaparición de las causas, de las razones estructurales que
motivan a nivel internacional y nacional unas ideas de izquierda, unas raíces
y unas justificaciones, para apelar al rescate o mejor dirfarenacimiento-
reestructuración, un nuevo comienzo de unos planteamientos de izquierda
en Colombia.

El polo democrático, ha jugado un papel preponderante en los últimos doce


años como partido de izquierda. Antes lo hizo el M-19, quien desapareció por
sus luchas internas irreconciliables. El polo ha ganado la Alcaldía de Bogotá
varias ocasiones, es el único partido de oposición y tiene una organización
de partido. El problema más serio que enfrenta hoy, es su propia división. Es
un hecho que en los últimos años han desertado personas de suma
importancia y el movimiento se ha quedado con la línea más radical.  No se
explica cómo el polo repite la historia nefasta de todos los movimientos de
izquierda, mueren por sus contradicciones internas.

La última decisión del polo fue la expulsión del partido comunista por el
apoyo que le dio a la conformación de la marcha patriótica, que según el
ministerio de defensa fue patrocinada por la FARC. 

Estamos en  una crisis de partidos muy grave. Los partidos tradicionales


sobreviven gracias a la burocracia, al manejo de las cuotas en los últimos
gobiernos, pero dejan mucho que desear como partidos desde la
perspectiva ideológica y organizacional. Los partidos nuevos: el verde, los 
de centro, los de derecha,  se están jugando muy en serio para las próximas
elecciones, pero aún les falta mucho pelo para moño, como dicen las
señoras. Ojala la izquierda no sea inferior al momento histórico que le
corresponde hoy. No son sanas sus divisiones, ojala no sea inferior a sus
expectativas.  

La izquierda aspira a compartir y vivir en igualdad; la derecha a poseer y


dominar. El triunfo de la derecha es el de la competitividad sobre la
cooperación; el de la depredación sobre la convivencia; el del individuo
sobre la sociedad y el del interés privado sobre el general. Desde un punto
de vista estrictamente biológico, la derecha representa el instinto más
primario de la especie, y la izquierda el más evolucionado.

Esto no significa que la gente de derechas sea menos inteligente, instruida o


capaz que la de izquierdas. Al contrario, debido a la posición más elevada
que ostenta habitualmente en la sociedad, suele disfrutar de mayores
recursos, preparación y conocimientos que ella.

Izquierda y derecha constituyen en definitiva una forma de ser y de estar en


el mundo. Representan mucho más un talante, una disposición y una
voluntad, que una ideología o doctrina política.

Para que la izquierda llegue a representar una verdadera opción alternativa


de poder, lo primero que habría que cuestionar es su relación con las
instituciones. Existe tradicionalmente una tendencia fuerte dentro de la
izquierda colombiana a denegar la política “típica”, a desestimar las
elecciones y a desconfiar del aparato estatal. Si bien es cierto que la política
no se reduce a las elecciones y al ejercicio de gobernar, estos representan
etapas imprescindibles, por lo menos en el sistema político actual, para
poder incidir en los cambios de la sociedad. En otras palabras, es claro que
no todos los problemas se pueden resolver desde el Estado, sin embargo
muy pocos encuentran soluciones a largo plazo fuera de éste. Lo que
plantea la necesidad de aprender a adaptarse al sistema vigente, con todas
sus imperfecciones, en aras de acceder a las instituciones y tener la
oportunidad de cambiarlo desde ahí.
Debería parecer evidente que el camino hacia el poder pasa por una apertura
hacia amplios sectores de la sociedad. Sin embargo, se puede seguir
observando una fuerte propensión dentro de la izquierda a dirigirse ante
todo a sus propios adeptos y seguidores, en vez de hablarle al país entero.
Hay una tendencia a observar la sociedad y sus dinámicas internas de
manera distorsionada y a pegarse a modelos teóricos rígidos. En otros
términos, a tomar sus deseos por la realidad y a no adaptar sus análisis en
función de los movimientos que atraviesan al conjunto social. Hasta existe
un cierto “vanguardismo” que se manifiesta en la creencia de que, por
pertenecer a una organización de izquierda, se sabe mejor que el mismo
pueblo lo que éste quiere, y por lo tanto que no hay necesidad de escucharlo
sino de orientarlo hacia la concretización de una supuesta “revolución”. De
la misma manera, algunos siguen creyendo en una clase “centinela” que
abriría el camino para el resto de la sociedad o en la imagen de un pueblo
mitificado, cuya “naturaleza” progresista sólo habría que revelar. Se hace
necesario, por el contrario, representarse los sectores populares como son,
en toda su complejidad y sus posibles contradicciones, y dirigirse al
conjunto del país.
En conclusión podemos decir que Si bien ha habido gobiernos locales de
izquierda en Bogotá, y en alguna medida en Cali con Ospina y Pasto con
Navarro, sus resultados han estado por debajo de las expectativas en
materia social. Si a esto se suma el ambiente de corrupción que rodeó al
gobierno de Samuel Moreno y la impredecible y errática gestión de Petro, la
construcción de un escenario en el que los ciudadanos puedan apostarle a
un proyecto de izquierda en lo nacional parece bastante lejano.
En todo caso, mientras el problema central de Colombia sea la violencia, la
agenda social será un pie de página en la discusión pública y un factor poco
determinante en la elección de los gobernantes, y así las cosas, la derecha
tiene todo para seguir en el poder.

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