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ACTIVIDAD 1
DESARROLLO DE LA PERSONA MORAL
DIMENSIONES DE LA PERSONALIDAD MORAL
CARACTERÍSTICAS INFANTILES Y PROCESOS DE APRENDIZAJE
APRENDIENTE:
VICTORIA AMADOR CARMONA
MEDIADOR:
ANTROP. LAURA ELENA PÉREZ MEDELLÍN
SEXTO SEMESTRE
GRUPO: 603
Las descripciones más generales de la persona moral ideal o de los factores personales
complejos que intervienen en el desarrollo moral, combinan elementos conceptuales,
motivacionales y afectivos. Sin embargo, no es clara la participación que tiene cada uno
de estos componentes en la determinación de las acciones morales, ni es claro cómo
se desarrollan e interrelacionan estos aspectos. El fin primordial de la educación es la
formación del ser humano integral, este fin todavía se visualiza como lejano. Ya que la
educación en el ámbito escolar se enfoca más a la adquisición del conocimiento, es
decir dejan a un lado la educación y formación, los aspectos sociales y afectivos que
conforman al ser humano, propiciando así el desarrollo de seres humanos
fragmentados, en los que la razón y la emoción no funcionan de manera coordinada,
dando lugar, entre otros, a la aparición de conductas sociales indeseables. La escuela
tiene como uno de sus objetivos educativos fomentar valores como el respeto, la
tolerancia, la solidaridad y la responsabilidad, entre otros, la realidad de la violencia que
se vive en las aulas se está convirtiendo en parte de la vida cotidiana entre alumnos y
profesores, por lo que la violencia escolar ha dejado de ser motivo de asombro, se
hace tan normal ver estas conductas en ellos. Lo cual debe ser considerado como una
alarma social.
Latapí (2002) señala que la formación cívica y ética debe, promover en los jóvenes la
identificación y el análisis de condiciones favorables para el desarrollo humano en
sociedades complejas, heterogéneas y multiculturales, mediante el conocimiento, el
ejercicio y la defensa de los derechos, la participación activa y responsable en los
colectivos de los que forma parte el individuo, y la formulación argumentada de juicios y
posturas ante asuntos públicos.
Enfatiza el autor, la formación cívica y ética debe atender el desarrollo de tres grandes
capacidades:
1) el juicio moral: Implica el desarrollo cognoscitivo y crítico del educando, el cual le
permite plantear correctamente los conflictos que se le presentan y, posteriormente,
aplicar principios apropiados para resolverlos.
2) la sensibilidad afectiva a los aspectos morales: Involucra el desarrollo de los
afectos, sentimientos y actitudes necesarios para que el alumno pueda tomar
decisiones congruentes con esos principios (empatía hacia los demás, comprensión del
punto de vista del otro, actitudes de solidaridad y cooperación, etc.) El desarrollo de
esta capacidad afectiva resulta primordial pues, tal y como señala Hoffman (2000), los
principios morales, aprendidos en contextos didácticos carecen de fuerza motivacional.
3) la autorregulación de los propios comportamientos: Se encuentra ligada con la
reflexión, la ponderación de las consecuencias y la capacidad para integrar las propias
acciones en una unidad vital. Del conjunto de estos aspectos, según Latapí (2002),
deberá surgir una personalidad moral, integrada, de convicciones claras y firmes,
consistente en sus principios y acciones, que sepa aprovechar las oportunidades de
desarrollo individual que le ofrece su sociedad, y esté plenamente consciente de que su
participación es importante para mejorarla.
La acción moral es el resultado del proceso de socialización, a través del cual hemos
aprendido a dirigir nuestras acciones. La dimensión ética involucra el proceso reflexivo
que nos permite fundamentar el conjunto de principios y normas que constituyen
nuestra moral. La Formación Cívica y Ética conlleva imperativos morales implícitos en la
propuesta del perfil de competencias, en tanto que éste delimita un conjunto de rasgos
de comportamiento que es deseable promover en los educandos mediante el
entendimiento colectivo del diálogo y el análisis crítico, el manejo y la solución de
conflictos y la práctica del respeto hacia sí mismo y los demás, lo cual dará como
resultado (idealmente) el desarrollo de sujetos participativos social y políticamente que
se apeguen a la legalidad, que tengan un elevado sentido de justicia y de comprensión
y aprecio por la democracia.
El ámbito de la formación moral ha estado influido básicamente por los estudios de los
teóricos que enfatizan, e incluso sobreestiman, el poder que tiene la razón para moldear
nuestra identidad moral y subestiman el rol de las emociones en este proceso. Destacar
el papel de las emociones en la conformación de la identidad moral, en muchas
ocasiones se cataloga como adoctrinamiento. Esta postura desconoce el hecho de que
para que los alumnos puedan discernir entre lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo
malo, lo justo y lo injusto, necesitan premisas de las cuales partir, mismas que no se
deducen racionalmente, ya que son, como señala Willis (2008), “preracionales” en gran
medida intuitivas y emocionales.