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LIBERALISMO.

Es una filosofía política que limita la intervención del Estado y de los poderes públicos en la
vida social, económica y cultural. Se impuso paulatinamente como corriente de pensamiento para la
organización estatal y para la actuación económica. Instauración del sistema de economía de “libre
mercado”, a través del libre juego de la oferta y la demanda. Tendencia predominante a la privatización de
fuentes y medios de producción con escasa o mínima intervención estatal, acotando ésta, exclusivamente
a la mediación en los conflictos que se generen entren los particulares.
Las crisis económicas de 1873 y 1890 impulsaron a distintos Estados europeos a intervenir en la economía
y en la planificación social.

ESTADO BENEFACTOR.Es un modelo de organización social que contempla el compromiso del Estado para
brindar servicios sociales a todos los habitantes de un país. En el Estado de Bienestar no había tanta
dependencia de los mercados como sí lo había en el Neoliberalismo, es decir, en éste, el mercado tiene
mucho que ver en la economía del país. Económicamente, intentó regular el mercado mediante un
desarrollo del sector público en áreas estratégicas de la producción y de los servicios. Socialmente, se
convirtió en garante de los derechos sociales.

El Estado de Bienestar es un fenómeno histórico y político del capitalismo desarrollado, entre fines de la
segunda guerra mundial y que comienza a desmontarse a mediados de los años setenta, y supone una
forma estatal diferente a la manera que hasta entonces el liberalismo había pensado la relación entre
sociedad, gobierno y economía.
Puede ser pensado como una respuesta al progresivo fortalecimiento del movimiento obrero como actor
social y político, capaz de exigir un cambio en sus condiciones de existencia social.
El período estuvo signado por dos procesos a nivel mundial: por un lado, un crecimiento económico
sostenido y antes nunca alcanzado, motorizado por la necesidad de reconstruir la Europa arrasada luego
del conflicto bélico. Por otro, el enfrentamiento entre EE.UU y la Unión Soviética, conocido como Guerra
Fría.
En el Estado benefactor una producción masiva requiere un consumo masivo, que sólo será posible a partir
del aumento del poder adquisitivo de los trabajadores.
La investigación científica se puso al servicio de la innovación tecnológica aplicada a la producción: la
automatización y la industrialización de la ciencia.
La sociedad que se configuró con los Estados de Bienestar era “nueva” también en otro sentido. Se trató de
la primera vez en la historia en que generaciones de jóvenes nacieron no sólo con amplios niveles de
cobertura social y en medio de un período de paz, sino que también ello implicó su posibilidad de
escolarizarse en todos los niveles posibles, exentos de la necesidad de emplearse para ello.
Triada ligadas a las políticas sociales del Estado de Bienestar:
El seguro social permite salir de una visión individualista de la sociedad.
Las intervenciones del Estado en política social deben ser puestas en relación con la problemática de las
presiones de los obreros respecto al mejoramiento de sus condiciones de vida y la necesidad de regular el
funcionamiento del mercado del trabajo y del sistema económico.

NEOLIBERALISMO.
El termino neoliberalismo es empleado por primera vez en 1934 por el francés Pirou. Hayec y Friedman son
los referentes más destacados del pensamiento neoliberal, fueron los inspiradores de las políticas signadas
por la restricción de la emisión monetaria, la defensa del libre mercado, la desregulación económica y
financiera y de la baja del costo de la fuerza de trabajo.
Según Dávilo, el neoliberalismo reactiva la concepción liberal que supone que el mercado es el lugar de
formación de una verdad, a la vez economía y política, capaz de mostrar cuanto y como intervenir. Los
defensores del neoliberalismo apoyan una amplia liberalización de la economía, el libre comercio, una
reducción del gasto público y la intervención del Estado en la economía a favor del sector privado.
En síntesis, las políticas del neoliberalismo eran la privatización de empresas estatales y la desregulación de
los mercados. Este modelo cree absolutamente en que la “ley de la oferta y la demanda” debe regir la libre
competencia de la industria nacional frente a la extranjera, y la privatización como método de financiación,
competitividad y equidad en el mercado.
El neoliberalismo es la “libertad del mercado”, esto implica que el Estado ya no deberá intervenir más y
deberá dejar el juego de la oferta y la demanda, manera en que el precio se libera. Es decir, el mercado va
a regular los precios y no el Estado.
Dardot y Laval caracterizan al neoliberalismo como un modo de gobierno productor de cierto tipo de
relaciones sociales, de ciertas maneras de vivir, de ciertas subjetividades. Con el neoliberalismo está en
juego el modo en que nos vemos llevados a comportarnos, a relacionarnos con los demás y con nosotros
mismos.
El neoliberalismo puede ser entendido de múltiples maneras:
a) Como una ideología o una política orientada a la defensa del libre mercado.
b) Como una concepción de un Estado no intervencionista.
c) Como un conjunto de ideas propias de una única expresión política o partidaria.
d) Como la expresión social del desarrollo de ciertos saberes.

El neoliberalismo se caracteriza como una racionalidad gubernamental, es una nueva forma de concebir la
emergencia del Estado, una nueva forma de gestión, de administración, de gerenciamiento de lo público y
de definición de sus objetivos. La racionalidad gubernamental es aquella actividad que tiene por objetivo
dar forma, guiar la conducta de las personas.
En la racionalidad gubernamental neoliberal puede reconocerse un principio lógico – estructurante: la
generalización de la competencia y la generación de sujetos que se conduzcan a sí mismos como a una
empresa; a partir de esta racionalidad cada uno es llevado a gerenciar y gestionar su propia existencia, a
ser empresario de sí. Reclama a los individuos que se conviertan en “empresarios de si” dispuestos a
maximizar o adecuar sus recursos de modo de adaptarse mejor a las necesidades del incremento de la
ganancia. El “empresario de sí” es aquel sujeto responsable de sí mismo. En el neoliberalismo, el individuo
para pensar en su éxito se desliga de todo el contexto social, tomando únicamente el esfuerzo individual.
 La construcción del Estado Neoliberal en Argentina – Ferrer (2012)
1) ¿Cuáles son las condiciones y objetivos políticos ligados a la construcción del Estado neoliberal?
2) Caracterice la primera y la segunda etapa del Estado neoliberal en Argentina.
3) ¿Cuáles son las etapas del Estado neoliberal en Argentina? Condiciones internas y externas.

La densidad nacional, el contexto externo y el Estado neoliberal.


La construcción del Estado neoliberal tiene como condición necesaria, eliminar la libertad de acción del
Estado nacional. Es decir, crear restricciones tales que, la libertad de maniobra de las políticas públicas
quede recortada. El objetivo político del neoliberalismo es permitir el libre despliegue de las fuerzas del
mercado y consolidar los intereses hegemónicos establecidos (intereses de los grandes capitalistas;
sectores importantes de la burguesía. Por ejemplo, FMI o banco mundial), es imprescindible maniatar al
Estado. Es decir, el neoliberalismo es tomado como una libertad del mercado, esto implica que el Estado ya
no deberá intervenir más y dejar el juego de la oferta y la demanda, manera en que el precio se libera.
Para tales fines, es preciso realizar reformas internas y crear compromisos externos que condicionen las
políticas públicas.

En un sentido más amplio, la globalización ha borrado las fronteras nacionales y ha transferido el poder a la
esfera transnacional, por lo tanto, el Estado nacional ha desaparecido. Entonces, es importante para
administrar los mercados.

Etapas del Estado neoliberal en Argentina. Políticas neoliberales en Argentina.


La experiencia fundamental del Estado neoliberal en la Argentina abarca el periodo de la dictadura (1976 –
1983) y bajo un gobierno constitucional, los años comprendidos entre fines de 1989 y la crisis final del
2001. Por lo tanto, la formación del Estado neoliberal tuvo lugar en dos etapas comprendidas entre 1976 y
2001 (25 años); ambas etapas abarcaron casi veinte años. Los años restantes corresponden al gobierno de
Alfonsín, quien heredo la crisis de la dictadura, que no pudo ser resuelta a pesar de la recuperación de la
democracia y la inspiración nacional del gobierno.
La formación del Estado neoliberal en la Argentina, con sus dos etapas, tuvo lugar en un contexto
caracterizado por el predominio de la financiarización.

Políticas neoliberales en Argentina:


 Primera etapa de la construcción del Estado neoliberal.
Dictadura cívica militar Argentina. Gobierno de facto. Duración: 7 años.
El inicio de la primera etapa del Estado neoliberal en la Argentina coincide con la consolidación de la
financiarización de la economía mundial.
La abundancia de crédito externo, desde fines de los años ’70, desalentó las políticas de equilibrio
macroeconómico. Financio niveles crecientes de déficit público y de pagos internacionales y culmino con
montañas de deudas. En esa época, en América Latina, el énfasis estaba puesto en la apertura de los
mercados, la desregulación financiera, la preferencia por la inversión extranjera sobre la nacional y la
reducción del Estado para garantizar el orden público y la libertad económica.
En la Argentina, la instalación del Estado neoliberal tomo el atajo de la dictadura. Aquí, los acontecimientos
del contexto externo se entrelazaron con la realidad interna. Dentro del país estallo el desorden
económico y social, la violencia y la renovada evidencia de la debilidad de nuestra densidad nacional. La
dictadura asumió el relato neoliberal y sentó las bases del Estado neoliberal. En consecuencia, en esta
primera etapa, el régimen fue impuesto por la fuerza, en el marco del terrorismo de Estado.
Los instrumentos fundamentales de la construcción del Estado neoliberal fueron: la desregulación
financiera y la apreciación del tipo de cambio. Los consecuentes desequilibrios macroeconómicos y el
aumento incesante de la deuda fueron acompañados por el deterioro del tejido económico y social. La
desindustrialización fracturó cadenas de valor, afecto particularmente a las pequeñas y medianas
empresas, aumento el desempleo y agravo la desigualdad en la distribución del ingreso.

Herencia económica recibida por el gobierno democrático:


a) Agravamiento de los problemas sociales.
b) Una deuda impagable.
c) Desorden de las finanzas públicas y el balance de pagos.
d) Desborde inflacionario.

Hacia 1982 concluye la primera etapa del Estado neoliberal en Argentina.

En síntesis, la dictadura llego para quebrar el modelo de industrialización que imperaba en el país (las
empresas quebraban por la libre importación, es decir, ingresaban productos más baratos al país y de esta
manera las industrias dejaban de producir), para reemplazarlo por un esquema donde las finanzas tomaron
un rol preponderante. Entonces, esta primera etapa coincide con la consolidación de la financiarización de
la economía mundial. Se anuncio una reforma financiera con el propósito de ir hacia la liberalización del
mercado financiero.
El plan económico tenía como objetivo detener la inflación y estimular la inversión extranjera. Debido a las
importaciones masivas, se produjo un efecto desastroso sobre la industria argentina, es decir, dentro del
país estallo el desorden económico y social. La abundancia de crédito externo, ocasiono el desequilibrio
macroeconómico, el cual dio como resultado una montaña de deudas.

 Segunda etapa de la construcción del Estado neoliberal.


Menemismo.Gobierno constitucional. Duración: 12 años.
La segunda etapa se sostuvo dentro de un régimen constitucional y fue ratificada en 1995. En la misma se
volvió a recurrir a la desregulación financiera y a la apreciación cambiaria, no ya, como en la primera etapa,
mediante una devaluación programada del tipo de cambio por debajo de la tasa de inflación sino con un
régimen más riguroso de convertibilidad, con un tipo de cambio fijo con el dólar estadounidense.
El contexto financiero internacional había mejorado para América Latina con la puesta en marcha de los
planes de refinanciamiento de deuda promovidos por los acreedores y el FMI. La convertibilidad tuvo un
escenario externo positivo y la posibilidad de iniciar una nueva fase de toma de deuda (en la primera etapa
habían surgido deudas debido a el crédito externo). Partió también con el crédito de haber controlado la
hiperinflación y la apariencia del establecimiento de un régimen económico y estable y en crecimiento.
En esta segunda etapa, la estrategia no se redujo, como en la primera, a redistribuir ingresos y aumentar la
proporción correspondiente a la renta financiera mediante la desregulación del régimen y la apreciación
cambiaria. En la primera etapa, la construcción del Estado neoliberal tropezaba con el obstáculo de un
gobierno de facto (dictadura) en el cual los titulares del poder administraban el entonces extendido sector
público.
El mismo abarcaba todas las grandes empresas públicas de la infraestructura de transportes, energía y
comunicaciones. La dictadura sostenía la sobrevivencia de ese sector público y además, carecía de las
condiciones necesarias para modificar el régimen jurídico institucional, regulatorio. Esas restricciones, en la
segunda etapa, desaparecieron. Un gobierno democrático contaba con toda la legitimidad necesaria para
avanzar en el terreno jurídico constitucional, en el marco del estado de derecho de la construcción del
Estado neoliberal.
Lo importante en esta etapa era transformar el ordenamiento legal (dictadura militar) y transferir el
comando de sectores fundamentales a manos privadas, principalmente extranjeras, para que, gobierne
quien gobierne, el poder del Estado estuviera disperso en sus diversas jurisdicciones y fuera incapaz de
ejecutar políticas públicas amenazantes para la financiarización y la distribución existente del poder.

En síntesis, en esta etapa se volvió a recurrir a la desregulación financiera y a la apreciación cambiaria


mediante un régimen de convertibilidad, con un tipo de cambio fijo con el dólar. Lo importante en esta
etapa era transferir el comando se sectores importantes a manos privadas, principalmente extranjeras.
Menem, como consecuencia de la hiperinflación (heredada por el gobierno de Alfonsín) y los altos índices
de pobreza que había en Argentina, decide desarrollar un plan que ponga fin al proceso inflacionario; para
esto, logra la “ley de convertibilidad”. De esta manera, logro estabilizar la economía, reducir los índices de
pobreza, favorecer las importaciones, etc. Además, la convertibilidad controlo la hiperinflación y la
apariencia del establecimiento de un régimen económico estable y en crecimiento.

 Ambas etapas.
Instrumentos semejantes.Desregulación financiera y la apreciación del tipo de cambio.
Instrumentos diferentes. Radican en las reformas del régimen jurídico institucional, terreno en el cual la
segunda etapa avanzo en profundidad, y en la provincialización de la propiedad de los recursos naturales.

Tanto la segunda etapa como la primera fueron reveladoras de la debilidad de la densidad nacional. En la
primera, porque la sociedad argentina no logro resolver sus conflictos en el marco de la transacción
política dentro de instituciones estables, se precipito en la vorágine de la violencia y el terrorismo de
Estado y, de allí, a la renuncia de un proyecto nacional, instalando el Estado neoliberal. En la segunda
etapa, es también la debilidad de la densidad nacional la que explica cómo, en el marco de la democracia,
se pudo agredir de tal manera los intereses fundamentales de la Nación y construir el Estado neoliberal
mas alborotador de la escena mundial contemporánea.
La construcción del Estado neoliberal fue mucho más ambiciosa en la primera etapa que en la segunda,
porque un régimen de facto (dictadura militar) es siempre transitorio y, en tales condiciones, el Estado
neoliberal se construye en fundamentos efímeros y vulnerables. En el marco de la democracia y de
instituciones estables, los fundamentos son más permanentes.
El Estado neoliberal en Argentina fue construido desde adentro y fue resultado de la debilidad de la
densidad nacional.

Principales campos de acción de las políticas neoliberales:

Reformas referidas a la redistribución del ingreso.


 Desregulación financiera: necesaria para permitir el despliegue del sector y de la especulación del
mundo del dinero.
Es la liberalización, es decir, proceso por el cual se pasa de una economía sujeta al control del Estado a
una economía del mercado, reduciendo la capacidad del Estado para intervenir directa o
indirectamente en la economía de un país. Un proceso de liberalización a menudo incluye la
privatización de empresas públicas.
 Apreciación cambiaria: por un lado, contribuye a generar el diferencial de tasas de interés entre la
plaza local y el mercado internacional, necesario para atraer los capitales especulativos. Por otro lado,
deteriora la competitividad de la producción doméstica, genera un déficit creciente en el balance de
pagos y acrecienta la demanda de crédito externo.
Es una alteración brusca en el tipo de cambio. En la dictadura se produjo una devaluación del tipo de
cambio por debajo de la tasa de inflación (“la tablita”). Sin embargo, la inflación aumento más que la
devaluación programada. Con el menemismo se recurrió a un régimen riguroso de convertibilidad.

Deuda externa impagable con recursos propios: esto requiere de el refinanciamiento externo continuo y la
subordinación de criterios de los mercados y la condicionalidades del FMI (Fondo Monetario
Internacional), que son los mismos que los del Estado neoliberal.

Compromisos legales externos: son los convenios que fueron firmados con otros países u organismos
internacionales, que subordinaban la resolución de problemas dudosos entre el gobierno argentino e
intereses extranjeros, a tribunales u organismo de arbitraje del exterior. Es decir, actos expresos de
renuncia voluntaria de soberanía.

Privatización, extranjerización de empresas públicas: en un Estado nacional pueden verificarse operaciones


de privatización de empresas públicas, formación de empresas mixtas (con empresas extranjeras y otros
medios), para incorporar a actividades solo desempeñadas por entes estatales, recursos privados de
tecnología, gestión, acceso a terceros mercados y capital. Las privatizaciones en la Argentina, tuvieron
lugar en la década de 1990, como un instrumento de la formación del Estado neoliberal. En 1990, hubo
una amplitud indiscriminada de este proceso: Argentina fue el único país del mundo que extranjerizo su
empresa petrolera y desmantelo los bienes tecnológicos acumulados por YPF.

Gestión del territorio y recursos naturales: la provincialización de la propiedad de los recursos naturales fue
la decisión más profunda de la estrategia neoliberal, en 1994. Provoco la dispersión de la gestión de los
recursos naturales en los gobiernos provinciales y facturo la unidad de las políticas de explotación de los
mismos, necesaria para integrar las cadenas de valor, defender el medio ambiente y la sociedad, maximizar
las rentas públicas y distribuirlas con equidad en el espacio federal.

4) Considere las características del gobierno de Alfonsín y el periodo vinculado a lo que Ferrer denomina
etapa de reparación (correspondiente al periodo de gobierno Kirchnerista).
Gobierno de Alfonsín.

Alfonsín recibió un país totalmente quebrado, con problemas sociales y una deuda externa altísima. Y se
manejó dentro de esos parámetros. Los primeros años estuvieron tranquilos, después surgió lo que fue la
“hiperinflación” (pagaban el sueldo día por día, porque aumentaba de un día para el otro. Es la subida del
nivel de precios muy rápida y continuada, que provoca que la gente no retenga el dinero, por su pérdida de
valor constante, y prefiera conservar las mercancías).
La hiperinflación argentina de 1989 fue un estallido hiperinflacionario sucedido en Argentina. Sucedido en
el primer semestre de 1989 e influyó fuertemente en la derrota electoral y posterior renuncia del
presidente Raúl Alfonsín. De esta manera asume Menem y comienza la segunda etapa de la construcción
del neoliberalismo con las privatizaciones.
Etapa de reparación.
La transformación del estado político, desde principios de este siglo hasta la actualidad, puso fin a la
construcción del Estado neoliberal en la Argentina. La recuperación de los equilibrios macroeconómicos y
la gobernabilidad del sistema posibilitaron las nuevas orientaciones de la política económica.

El contexto externo. La transición tuvo lugar en el contexto de profundos cambios en el escenario mundial
respecto de la situación que prevalecía en las dos etapas de la construcción del Estado neoliberal. Esos
cambios incluyeron la crisis de la financiarización y su prolongación en el tiempo.
Es previsible que la reparación del Estado nacional en la Argentina tenga lugar en un escenario de
turbulencias financieras internacionales, estallidos críticos focalizados e inestabilidad de las paridades
cambiarias de las principales monedas y, consecuentemente, de las condiciones de competitividad.

La transición. La reparación del Estado nacional ha recuperado varias de las funciones esenciales que lo
constituyen, pero subsisten restricciones heredadas de la segunda etapa del Estado neoliberal.
Las reformas introducidas para instalar el Estado neoliberal en la Argentina pueden clasificarse en dos
categorías: la primera, contiene aquellas reformas que son reversibles por el cambio de orientación de las
políticas públicas. La segunda, es el núcleo de las restricciones a la libertad de maniobra del Estado
nacional.
Es necesario diferenciar entre las restricciones a la libertad de maniobra de las políticas públicas impuestas
por el Estado neoliberal y de las que surgen de la normativa vigente en el orden político económico
mundial: las primeras se resuelven con la consolidación del Estado nacional. Las segundas, con la eficacia
de la política nacional de desarrollo y el manejo prudente y firme de las relaciones económicas
internacionales.

La densidad nacional. La progresiva transición desde el Estado neoliberal al Estado nacional en los últimos
años puede explicarse por los avances que se han logrado en esos componentes de la densidad nacional.

La reparación histórica viene de la mano de políticas nacionalistas, que fomentaban la industrialización y la


venta de importación de materias primas. Primero, sacaron el “uno a uno” (comprar todo importado,
porque era más barato que lo nacional) porque debido a eso se fundieron las industrias nacionales. Al
sacar el “uno a uno”, lo importado vuelve a estar caro para los argentinos y se comienza a fabricar, y a
impulsar la industria nacional, ya que ahora esto era más barato y no lo importado. Entonces, esa
diferenciación cambiaria que hay con el dólar fomenta la industrialización en Argentina.
Además, se hizo un arreglo con la deuda externa, se la refinanza (financiar: solventar un gasto, conceder el
capital que se necesita para algo), porque estaba fundido el país; y entonces, este arreglo permite tener
más soberanía sobre el país, porque cuando un país le debe a países extranjeros, estos países te obligan a
introducir empresas extranjeras y políticas de estado que perjudicaban a Argentina. Este arreglo los
mantiene afuera, así no se adoptan las políticas que nos imponen los países extranjeros y Argentina no
deja entrar las empresas que ellos quieren sin dejar nada al país, ya que las ganancias se las llevan. Este
hecho de refinanciamiento de la deuda, por un lado, favoreció al país en muchas cosas (por ejemplo,
manejar las políticas del país), pero, por otro lado, genero conflicto con los países poderosos, con Estados
Unidos, países de Europa, conflictos porque no podían manejarnos, ni ingresar empresas al país.
Ya no hubo más privatizaciones en esta etapa, como sí las había en la segunda etapa del neoliberalismo,
con Menem.
La reparación tuvo que ver con poder manejar el país y que aumente la soberanía del mismo.
 La salvación del alma moderna – Illouz.
 Introducción.
La doctrina terapéutica es entendida como el triunfo del individuo sobre la comunidad y además, es
moderna por excelencia. La crítica de la comunidad, en la modernidad, sostiene que la psicología expresa
un individualismo que fomenta las mismas enfermedades que asegura curar.
La práctica psicoanalítica nos hace buscar la verdad acerca de nosotros mismos, y es definida así en
términos de descubrimiento de esa verdad y de hallazgo de la emancipación en esa búsqueda. En la
modernidad, son efectivos los “discursos psi” ya que hacen de la práctica del autoconocimiento un acto
epistemológico y moral. Además, esos discursos son una tecnología política del yo y su objetivo de
emancipar al yo es lo que hace que el individuo sea dócil y disciplinado.
Allí donde los sociólogos comunitaristas ven el discurso terapéutico como el calce entre el yo y la sociedad,
Foucault sugiere que a través de la terapia el yo es puesto a trabajar para un sistema de poder y dentro de
él.
El propósito de Illouz no es documentar los efectos nocivos del discurso terapéutico ni discutir su potencial
emancipatorio, sino que su intención es apartar el campo de los estudios culturales de la “epistemología de
la sospecha”, es decir, quiere analizar la cultura sin la presunción de saber por adelantado como deberían
verse las relaciones sociales.
Utilizando el abordaje sociológico, Illouz propone para la sociología de la cultura dos principios:principio del
“agnosticismo” (tomar una postura amoral hacia los actores sociales) y el principio de simetría (explicar
fenómenos diferentes de manera similar o simétrica).
Illouz se aparta de los abordajes críticos a la cultura que descansan en la epistemología de la sospecha para
exponer como una práctica cultural lleva a cabo una práctica política específica. Se aparta de dichos
abordajes ya que una crítica de la cultura no puede ser llevada a cabo adecuadamente antes de entender
el mecanismo de la cultura.

El estudio del discurso terapéutico es llevado a cabo desde la perspectiva de la sociología de la cultura. La
exploración del ethos terapéutico es un terreno ideal para examinar “cómo funciona la cultura”. Esto es
cierto por numerosos motivos.
a) Para un estudioso de la cultura el lenguaje terapéutico tiene la virtud de ser un nuevo lenguaje del yo.
En ese sentido, representa una posibilidad de comprender de qué manera emergen las nuevas formas
culturales y como los nuevos lenguajes transforman las autocomprensiones que se introducen en las
relaciones sociales y en la acción; es decir, en la medida que el discurso terapéutico representa un
lenguaje del yo, nos permite poner de relieve la cuestión de la emergencia de nuevos códigos y
significados culturales y preguntarnos por las condiciones que hacen posible su difusión y su impacto
en toda la sociedad. . El discurso terapéutico ha “reformulado el nivel más profundo de los símbolos
identitarios”.
b) No hay otro marco cultural que haya ejercido una influencia tan decisiva en los modelos del yo
(análisis del lenguaje terapéutico como nuevo lenguaje del yo) del siglo XX.
La perspectiva terapéutica ha sido institucionalizada en varias esferas sociales de las sociedades
contemporáneas (organizaciones económicas, escuelas, ejércitos, etc.), es decir, la terapia ha logrado
un nivel inusual de legitimidad cultural en una gran variedad de grupos sociales, organizaciones,
instituciones y entornos culturales. El discurso terapéutico ha atravesado la modernidad y ha llegado a
constituirse como uno de los principales códigos con los cuales expresar, conformar y guiar el yo.
c) El discurso terapéutico ilustra los modos en que la cultura y el conocimiento se han imbricado
inextricablemente en las sociedades contemporáneas.
La psicología es, sin dudas, un cuerpo de conocimiento difundido a lo largo del mundo a través de una
amplia variedad de industrias culturales, en las cuales el conocimiento psicológico se convirtió en un
modo de representar al yo, lo que explica a su vez por que se apodero de las definiciones del yo de
manera tan firme y duradera. El conocimiento y los sistemas simbólicos han llegado a conformar lo
que somos porque son representados dentro de las instituciones sociales que les confieren autoridad
a ciertos modos de conocer y de hablar y los convierten en rutinas, de manera que puedan
transformarse en los códigos semióticos invisibles que organicen la conducta ordinaria y estructuren
los rituales de integración del yo.
d) El discurso terapéutico es un excelente lugar para el análisis cultural porque ha atravesado todo el
siglo XX, ganando cada vez mayor fuerza y alcance, es decir, permite actualizar la pregunta respecto a
cómo y por qué una estructura cultural persiste y se extiende.

La sociedad cultural y lo terapéutico.


Puede identificarse en la sociología cultural una serie de proposiciones que constituyen el núcleo de la
disciplina:
a) La cultura tiene una gran importancia por el hecho de ser quienes somos. Con la expresión de “ser
quiénes somos” Illouz se refiere al modo como le otorgamos sentido al hecho de ser quienes somos a
través de acciones conformadas por valores, imágenes y escenarios clave, ideales y hábitos de
pensamiento, a través de las historias que utilizamos para enmarcar nuestra experiencia y la de otros,
a través de relatos que utilizamos para explicar nuestros fracasos y éxitos. Nuestras acciones, nuestras
narrativas, nuestros relatos y nuestras categorías morales no solo nos ayudan a otorgarle sentido a
aquello que somos sino que son centrales en lo que respecta al modo como les comunicamos a otros
lo que somos, al modo como movilizamos su apoyo, a aquello que estamos dispuestos defender y por
lo que estamos dispuestos a luchar y a como nos orientamos frente a opciones ambiguas.
b) Los significados difieren en su capacidad para forzar definiciones de la realidad: algunos son más
poderosos y vinculantes que otros. Tradicionalmente, la sociología de la cultura ha estado interesada
en significados que tenían una medida importante de resonancia institucional, esto es, los significados
que son sancionados por poderosos marcos institucionales, y representados dentro de ellos.
El estudio de la cultura se interesa en significados que son representados en y a través de entornos
institucionales poderosos porque se da por supuesto que estos significados son mas condicionantes y
porque están más visiblemente conectados con el orden social.
El discurso terapéutico representa un modo formidablemente poderoso y moderno por excelencia de
institucionalizar el yo.
c) La cultura no causa nuestras acciones según el modo de la causalidad eficiente. Mientras que se
intenta rastrear el momento histórico durante el cual el discurso terapéutico conformo
progresivamente el lenguaje del yo, ahora es imposible aislar este lenguaje de otros códigos
“culturales maestros” que organizan el yo.
El discurso terapéutico ayuda a justificar la afirmación de que el lenguaje es central en la constitución
del yo en tanto es un medio para experimentar y expresar emociones.
d) Otra característica de la sociología de la cultura es su intento de hallar conexiones sistemáticas entre
significados y grupos sociales (productores, portadores, o consumidores de significados).
El discurso terapéutico es una serie de practicas lingüísticas con una base institucional fuerte
(organizado en departamentos universitarios, instituciones de investigación, etc.); emana de la clase
profesional de los psicólogos y ha hallado un público particularmente receptivo entre los miembros de
las nuevas clases medias y entre las mujeres; pero también es una visión del mundo anónima, sin
autor, dispersa en un deslumbrante conjunto de lugares sociales y culturales (talk shows televisivos,
internet, industria editorial, grupos de apoyo, consultoría para empresas, etc.)
El discurso terapéutico es un sistema de conocimiento formal, que tiene límites y reglas de escritura,
es producido en organizaciones formales y transportado a través de redes profesionales,
especialmente a través de productores de conocimiento. Además, es un sistema cultural informal,
difundido y amorfo, presente en culturas corrientes y en autocomprensiones.
e) A estas cuatro dimensiones que definen la sociología de la cultura, Illouz suma una dimensión más
como aporte personal que es desatendida por la sociología de la cultura. La cultura no ha logrado
prestarle la debida atención a lo que constituye el eslabón perdido central que conecta a la estructura
con la agencia personal, esto es, la emoción. La emoción es la energía interna que nos impulsa a llevar
a cabo un acto. Las emociones son significados culturales y relaciones sociales fusionados de manera
inseparable, y es esa fusión lo que les confiere la capacidad de impartir energía a la acción. Lo que
hace que la emoción lleve incrustada esa “energía” es el hecho de que siempre concierne al yo y a la
relación del yo con otros situados culturalmente. Por ejemplo: cuando alguien me dice “otra vez llega
tarde”, el hecho de que sienta vergüenza, enojo o culpa dependerá casi exclusivamente de la relación
que tenga con quien me lo dice; es decir, si es mi jefe me daría vergüenza, si se trata de un colega
probablemente me enoje, pero si me lo dice mi hijo lo más probable es que me sienta culpable.
La emoción es una entidad psicológica, pero es también un elemento cultural y social: por medio de la
emoción representamos las definiciones culturales de la condición de persona tal como se las expresa
en relaciones concretas e inmediatas, pero siempre definidas en términos culturales y sociales.
Las emociones son el aspecto energético de la acción (que involucra cognición, afecto, evaluación,
motivación y cuerpo) son significados culturales y relaciones sociales fusionados inescindiblemente. La
intensa fusión de los significados culturales y de las relaciones sociales también da a las emociones su
carácter prerreflexivo, a menudo semiconsciente.

Su estudio releva el modo como el lenguaje de la terapia ha reformulado el nivel más profundo de los
símbolos de identidad, mediante una visión que considera al discurso terapéutico al mismo tiempo como
un cuerpo de conocimientos formal y especializados y como un marco cultural que orienta las
autopercepciones y las percepciones de otros y genera prácticas emocionales específicas.

La terapia como un nuevo estilo emocional.


La palabra terapéutico concierne a la práctica de la “cura por la palabra”.
Al suprimir la distinción entre la cura por la palabra y el libro de autoayuda, espero mostrar la distinción
entre la cura por la palabra y el libro de autoayuda, Illouz espera mostrar que las esferas culturales
diferentes de la terapia popular y la terapia profesional están unidas por un estilo emocional común.
El estilo emocional es la combinación de modos como una cultura comienza a preocuparse por ciertas
emociones y crea técnicas especificas (lingüísticas, científicas, rituales) para aprehenderlas. Se establece un
estilo emocional cuando se formula una nueva “imaginación interpersonal”, esto es, un nuevo modo de
pensar la relación del yo con otros, imaginando sus potencialidades e implementándolas en la práctica.
El carácter de novedad cultural de este estilo emocional se hizo más evidente en la esfera del mundo
empresarial/corporal, ya que este da claves para llevar un control eficiente y, de esta manera, se
apropiaron de un lenguaje y unas técnicas que aseguraban la promoción de la armonía y la productividad.
 El sentimiento triunfante.
El objetivo del capítulo es reflexionar acerca de los modos en que la alianza entre el discurso terapéutico y
el espíritu de la autoayuda ha producido una narrativa del yo que a su vez ha transformado el discurso
autobiográfico, es decir, reflexionar acerca del modo en que son concebidas, relatadas y negociadas las
historias de vida en las interacciones, transformando así también la identidad.

La narrativa terapéutica de la personalidad.


 La narrativa terapéutica.
La doctrina terapéutica ha transformado en una enfermedad lo que antes era clasificado como un
problema moral, y puede así ser entendida como parte del fenómeno más amplio de la medicalización de
la vida social. En efecto, el discurso terapéutico ha llevado a cabo un registro cultural masivo de aquello
que previamente era definido como conducta inmoral, transformándola en una “enfermedad de la
voluntad”, una enfermedad que hace peligrar la capacidad del yo para controlar sus acciones y para
cambiarlas. El yo “autorrealizado” es aun imposible de definir, ya que el “yo real” se encuentra en
constante evolución y si, las necesidades, los sentimientos, los valores, las metas y la conducta de cada
persona cambian junto con la edad y la experiencia, entonces es imposible establecer qué es en realidad el
yo autorrealizado.
La narrativa es una categoría mediante la cual se comprende de qué manera la personalidad es constituida
a través de la cultura, como se comunica el yo con otros y como se le confiere un sentido al lugar que tiene
en un entorno social particular.
Una narrativa biográfica es una narrativa que selecciona y conecta los “hechos significativos” de la propia
vida, otorgando así a la vida de una persona un sentido, una dirección y un propósito.
Las narrativas moldean nuestra autocomprensión y los modos como interactuamos con los demás. De
hecho, el modo como captamos nuestra vida y se lo comunicamos a otros depende de la forma narrativa
que elijamos para “contar nuestras vidas”. Las historias de vida integran los distintos hechos de la propia
vida dentro de un marco o relato narrativo general que se ocupa de un tema general. Las narrativas del yo
recurren a narrativas, valores y argumentos más amplios, que dotan a estas historias personales de
sentidos socialmente significativos.
La principal característica de las narrativas terapéuticas es que la meta del relato dicta los hechos que son
seleccionados para contar la historia así como los modos en que esos hechos se conectan. En ese sentido,
las narrativas terapéuticas es retrospectivamente puesta en intriga o “escrita hacia atrás”: el final de la
historia (mis aprietos presentes, mi mejoramiento futuro) da inicio a la historia. La narración terapéutica
de historias es circular: contar una historia es contar una historia acerca de un “yo enfermo”. El cuidado de
si, representado a través de metáforas de la salud, promovía paradójicamente la perspectiva de un yo
“enfermo”, que necesitaba corregirse y transformarse.
Aquí llegamos a una paradoja extraordinaria: la cultura terapéutica debe generar una estructura narrativa
en la que el sufrimiento y la condición de víctima definan de hecho al yo.
La narrativa de autoayuda es sostenida por una narrativa de sufrimiento, y esto es así porque el
sufrimiento es el “nudo” central de la narrativa, aquello que la inicia y la motiva, que la ayuda a
desplegarse y la hace funcionar.

Las narrativas terapéuticas son tautológicas, porque una vez que un estado emocional (por ejemplo:
amor) es definido como saludable y deseable, entonces todas las conductas que no alcanzan ese ideal son
indicio de emociones problemáticas o de barreras inconscientes (deficiencias psicológicas), que a la vez
deben ser entendidas y manejadas en el marco de la narrativa terapéutica. Cualquier conducta que no
alcance el ideal terapéutico requiere una explicación. La naturaleza de la tautología es obvia: cualquier
aprieto del presente señala una herida del pasado; la estructura de la narrativa terapéutica puede producir
líneas argumentales contradictorias que organizan al yo de manera consistente al encontrar las causas de
una relación deficiente en un pasado reprimido u olvidado.

 Una narrativa demoniaca.


La narrativa terapéutica postula que la normalidad es la meta de la narrativa del yo, pero debido a que a
esa meta nunca se le da un contenido positivo lo que de hecho produce es una amplia variedad de
personas no autorrealizadas y por lo tanto enfermas. Así, la narrativa de la autoayuda es el mandato
mismo de esforzarse por lograr niveles más altos de salud y de autorrealización produce narrativas del
sufrimiento, es decir, es una narrativa de la enfermedad y del sufrimiento psíquico.

Parece inherente (relacionado) a la condición humana que ni siquiera el niño mas normalmente dotado,
con la madre mas optima, sea capaz de atravesar el proceso de separación – individuación sin crisis, de
salir indemne de la lucha por el acercamiento y de ingresar a la fase edípica sin dificultades en el
desarrollo. Si incluso el niño mas normalmente dotado y la madre mas optima producen dificultades y
crisis, entonces tanto los niños normales como los que padecen patologías no logran la salud mental, y por
lo tanto necesitan ayuda de la psicología para superar la crisis inherentes a la experiencia misma de la vida.
Esta visión básica de la salud se apoya en una narrativa de la enfermedad; esta puede ser caracterizada
como una narrativa demoníaca, la cual sitúa el origen del sufrimiento en un principio del mal que esta
fuera del sujeto. Esta forma del mal está dentro de la persona, y está oculto para los observadores e
incluso para el propio sujeto; el trauma puede dejar sus marcas destructivas sin que la persona sea
consciente de ello. Además, en la narrativa demoniaca la identidad de la persona es tomada y
transformada por este principio maligno, que ha ingresado insidiosamente en su alma y en su cuerpo. De
manera similar, en la narrativa terapéutica se forja una nueva identidad. Otra característica de la narrativa
demoníaca es que solo una persona que esté fuera del entorno del sujeto puede descifrar los signos de la
contaminación psíquica, motivo por el cual la confesión ocupa un lugar central en el proceso de
purificación, que debe seguir a la identificación de la posesión demoniaca.

La representación del yo a través de la terapia.


Los esquemas culturales son formas profundas de codificación, en tanto organizan la percepción del
mundo dentro de estructuras básicas que a su vez constriñen los modos en que nos comunicamos e
interactuamos con nuestro entorno. Debido a su amplia resonancia institucional, la narrativa terapéutica
se ha convertido en un esquema básico del yo, que organiza los relatos acerca del yo y, más
específicamente, el discurso autobiográfico.
La biografía terapéutica exige que la persona nos permita espiar en los rincones oscuros de su psiquis y
que esté dispuesta a contar una historia.
La narrativa terapéutica ha transformado significativamente el discurso autobiográfico en la medida en
que convierte la exposición pública del sufrimiento psíquico en un elemento central del relato de sí. La
narrativa del sufrimiento psíquico reasigna las biografías exitosas como biografías en las que el yo en si
mismo nunca está lo suficientemente “hecho” y en el cual el propio sufrimiento psíquico se convierte en
un aspecto constitutivo de la propia identidad.
La narrativa terapéutica consiste precisamente en extraer conclusiones a partir de los primeros años de
vida, es decir, consiste en adornar con el máximo significado todas las formas de sufrimiento.

La narrativa terapéutica ha tenido una amplia resonancia cultural:


a) La narrativa terapéutica trata y explica algunas emociones contradictorias como amar demasiado y no
amar lo suficiente, ser agresivo y no ser lo suficiente firme. La estructura terapéutica es una estructura
genérica que carece de contenido específico y por lo tanto es altamente móvil y flexible, adaptable a
una gran variedad de enfermedades, capaz de explicar la particularidad individual, pero capaz también
de ser compartida por otros.
b) La narrativa terapéutica explota simultáneamente al sujeto como un paciente y como un consumidor,
como alguien que necesita ser manejado y cuidado, y como alguien que puede, si se lo ayuda, poseer
control sobre sus acciones. En este respecto, fusiona dos construcciones contradictorias del yo que
funcionan en la cultura contemporánea: el yo como una víctima de las circunstancias sociales y el yo
como el único actor y autor de su propia vida.
c) La narrativa terapéutica utiliza el patrón cultural básico de la narrativa judeocristiana. Este patrón es al
mismo tiempo regresivo y progresivo: regresivo porque trata acerca de acontecimientos del pasado
que están todavía presentes y en funcionamiento en las vidas de las personas, y progresivo porque la
meta de la narrativa es establecer una redención desde el futuro, a saber, la salud emocional. De esa
manera, la narrativa es una herramienta eficiente para establecer una coherencia y una continuidad
para el yo.
d) La narrativa lo hace a uno responsable por el propio bienestar psíquico, pero eliminando toda noción
de culpabilidad moral. Además, libera a la persona del peso moral de estar en falta por vivir una vida
insatisfactoria.
e) La narrativa es performativa porque reorganiza la experiencia en la medida en que la relata. Una
amplia variedad de lugares sociales proporcionan una plataforma sobre la que es representada la
curación.
f) El discurso terapéutico es una estructura cultural contagiosa, porque puede ser duplicada y propagada
a parientes, nietos y cónyuges. Esto es posible porque recurren a una estructura simbólica que les
permite constituir su identidad como sujetos enfermos que necesitan ser curados.
g) La narrativa se apoya en el ideal (masculino) de la confianza en uno mismo a través de la puesta en
primer plano de la vida emocional, y porque permite el manejo de sí tanto en la esfera pública como
en la esfera privada. Esta narrativa no ostenta preferencia de género.
h) La narrativa terapéutica emerge del hecho de que el individuo se ha incrustado en una cultura
saturada con la noción de derechos. La narrativa terapéutica ha codificado el yo privado articulándolo
para las demandas de reconocimiento, demandas de que el propio sufrimiento privado debería ser
públicamente reconocido y remediado. Al tornarse público, este discurso no solo permite que el sujeto
obtenga una reparación simbólica (bajo la forma de un reconocimiento) sino que también lo obliga a
cambiar y a mejorar esa condición. De esta manera, este discurso inaugura un modelo de la
personalidad y la responsabilidad: hace que uno sea responsable del propio futuro pero no de su
propio pasado.

Una narrativa en acción.


Para circular la cultura, ésta debe corporizarse en prácticas sociales. Para ser operativas, las ideas
culturales necesitan cristalizarse en torno de objetos, rituales de interacción y representaciones sociales.
Los grupos de apoyo han servido como uno de los principales vehículos culturales para la traducción de la
estructura textual e institucional de la terapia en una representación cultural. En este sentido, la
emergencia de grupos de apoyo debería ser entendida como la otra cara de la moneda del lenguaje
terapéutico institucionalizado.
Los grupos de apoyo son muy diversos en orientación y en método. Sus temas y sus métodos van desde
grupos de meditación hasta grupos de capacitación en reafirmación personal, grupos para sobrevivientes
de abuso sexual, violaciones, traumas o genocidios, para personas que comen de manera compulsiva y
para personas con anorexia. Que pueda haber tal variedad de temas en torno de los cuales se organizan los
grupos de apoyo sugiere que hay una estructura cultural en común más profunda.
Dichos grupos activan y representan la estructura de las narrativas terapéuticas. El esquema de la narrativa
terapéutica hace posible poner en intriga al yo de modos que convierten a la narración del yo en una
representación pública.
Los grupos de apoyo se caracterizan por convertir las historias privadas en actos comunicativos públicos. Si
vemos al grupo de apoyo como un marco cultural en el que uno representa y adquiere una identidad
narrativa, entonces resulta obvio que el grupo de apoyo es una forma cultural en el sentido de que ésta es
una manera de organizar la experiencia social, de negociar la distancia entre el yo y los otros y de trazar los
límites entre el yo privado y el yo público.
Categorías narrativas, en las cuales los grupos de apoyo estructuran los encuentros y la narración de las
historias: primero, una narrativa terapéutica genérica, que concibe al yo como una entidad necesitada de
desarrollo y/o de reparación, y que emplaza al yo a volver a moldear el presente a través del ejercicio de la
memoria; segundo, una narrativa temática, compartida por todos los miembros del grupo de apoyo, que
constituye el centro y la experiencia compartida por todos los miembros de un grupo de apoyo; tercero,
una narrativa personal y personalizada para cada miembro.
Los grupos de apoyo emergen a partir de los trastornos y las crisis en el curso de la vida. Las experiencias
que necesitan ser narrativizadas son aquellas que revelan una brecha entre el yo y la sociedad y entre lo
ideal y lo real.
En esta perspectiva, el objeto principal de los grupos de apoyo es volver a narrar el yo y generar un sentido
para los acontecimientos que producen trastornos vitales. El taller (fórum: reunión de personas para tratar
un asunto de interés actual, ante un público que también puede expresar su opinión) trabaja sobre dos
categorías de problemas: la primera, está relacionada con la posición relativa del yo frente a los demás
(problemas de autoestima, reafirmación personal, complejo de inferioridad o superioridad, inseguridad); la
segunda categoría se relaciona con la viabilidad y la durabilidad de las relaciones con gente cercana y la
dificultad del yo para ingresar a tales relaciones.
El cambio llevado a cabo por uno mismo es la piedra basal del gran edificio cultural terapéutico, y puede
tener lugar solo si las enfermedades y el sufrimiento son primero definidos, etiquetados y categorizados.

Conclusión.
El discurso terapéutico ofrece interminables posibilidades de narrativizar coherentemente la historia de
vida a través de sus “enfermedades”. Este supuesto, central para el grupo de apoyo, es lo que hace que la
doctrina terapéutica funcione: su fracaso siempre puede ser corregido, y por ello tiene que ser de alguna
manera resultado de una “enfermedad de voluntad”, esto es, tiene que ser hecho por uno mismo.
La narrativa acerca del yo se convierte rápidamente en una narrativa en acción: una narrativa acerca del
proceso de comprensión de los propios problemas, acerca del trabajo con ellos y de su superación.
Las narrativas terapéuticas pueden ser responsabilizadas de otorgar demasiado interés a la propia vida, de
atar de manera demasiado ajustada el presente, el pasado y el futuro en una narrativa fluida de la herida
psíquica y del cambio llevado a cabo por uno mismo.

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