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MUERTE

MUERTE.Platón afirmó que la filosofía es una meditación de la muerte. Toda vida


filosófica, escribió después Cicerón, es una commentatio mortis. Veinte siglos después
Santayana dijo que «una buena manera de probar el calibre de una filosofía es preguntar
lo que piensa acerca de la muerte». Según estas opiniones, una historia de las formas de
la «meditación de la muerte» podría coincidir con una historia de la filosofía. Ahora
bien, tales opiniones pueden entenderse en dos sentidos. En primer lugar, en el sentido
de que la filosofía es o exclusiva o primariamente una reflexión acerca de la muerte. En
segundo término, en el sentido de que la piedra de toque de numerosos sistemas
filosóficos está constituida por el problema de la muerte. Sólo este segundo sentido
parece plausible.

Por otro lado, la muerte puede ser entendida de dos maneras. Ante todo, de un modo
ambiguo, luego, de una manera restringida. Ampliamente entendida, la muerte es la
designación de todo fenómeno en el que se produce una cesación. En sentido
restringido, en cambio, la muerte es considerada exclusivamente como la muerte
humana. Lo habitual ha sido atenerse a este último significado, a veces por una razón
puramente terminológica y a veces porque se ha considerado que sólo en la muerte
humana adquiere plena significación el hecho de morir. Esto es especialmente evidente
en las direcciones más «existencialistas» del pensamiento filosófico, no sólo las
actuales, sino también las pasadas. En cierto modo, podría decirse que el significado de
la muerte ha oscilado entre dos concepciones extremas: una que concibe el morir por
analogía con la desintegración de lo inorgánico y aplica esta desintegración a la muerte
del hombre, y otra, en cambio, que concibe inclusive toda cesación por analogía con la
muerte humana.

Una historia de las ideas acerca de la muerte supone, en nuestra opinión, un detallado
análisis de las diversas concepciones del mundo —y no sólo de las filosofías— habidas
en el curso del pensamiento humano. Además, supone un análisis de los problemas
relativos al sentido de la vida y a la concepción de la inmortalidad, ya sea bajo la forma
de su afirmación, o bien bajo el aspecto de su negación. En todos los casos, en efecto,
resulta de ello una determinada idea de la muerte. Nos limitaremos aquí a señalar que
una dilucidación suficientemente amplia del problema de la muerte supone un examen
de todas las formas posibles de cesación aun en el caso de que, en último término, se
considere como cesación en sentido auténtico solamente la muerte humana. Hemos
realizado en otro lugar este examen (cfr. El sentido de la muerte, 1947, especialmente
cap. I). De él resulta, por lo pronto, que hay una distinta idea del fenómeno de la
cesación de acuerdo con ciertas últimas concepciones acerca de la naturaleza de la
realidad. El atomismo materialista, el atomismo espiritualista, el estructuralismo
materialista y el estructuralismo espiritualista defienden, en efecto, una diferente idea de
la muerte. Ahora bien, ninguna de estas concepciones entiende la muerte en un sentido
suficientemente amplio, justamente porque, a nuestro entender, la muerte se dice de
muchas maneras (desde la cesación hasta la muerte humana), de tal modo que puede
haber inclusive una forma de muerte específica para cada región de la realidad.
La analogia mortis que con tal motivo se pone de relieve puede explicar por qué —para
citar casos extremos— la concepción atomista materialista es capaz de entender el
fenómeno de la cesación en lo inorgánico, pero no el proceso de la muerte humana,
mientras que la concepción estructuralista espiritualista entiende bien el proceso de la
muerte humana, pero no el fenómeno de la cesación en lo inorgánico.

No se trata, pues, de adoptar una determinada idea del sentido de la cesación en una
determinada esfera de la realidad y aplicarla por extensión a todas las demás esferas (por
ejemplo, de concebir la muerte principalmente como cesación en la naturaleza
inorgánica y luego de aplicar este concepto a la realidad humana; o, a la inversa, de
partir de la muerte humana y luego concebir todas las demás formas de cesación como
especies, por acaso «inferiores», de la muerte humana). Se trata más bien de ver de qué
distintas maneras «cesan» varias formas de realidad y de intentar ver qué grados de
«cesabilidad» hay en el continuo de la Naturaleza. En El ser y la muerte (1962), el autor
de la presente obra ha formulado varias proposiciones relativas a la propiedad «ser
mortal», donde la expresión `ser mortal' resume cualquier modo de dejar de ser: «1) Ser
real es ser mortal; 2) Hay diversos grados de mortalidad, desde la mortalidad mínima a
la máxima; 3) La mortalidad mínima es la de la naturaleza inorgánica; 4) La mortalidad
máxima es la del ser humano; 5) Cada uno de los tipos, de ser incluidos en `la realidad',
es comprensible y analizable en virtud de su situación ontológica dentro de un conjunto
determinado por dos tendencias contrapuestas: una que va de lo menos mortal a lo más
mortal y otra que recorre la dirección inversa» (op. cit., § 9). Lo que se llama «muerte»
es entendido aquí como un fenómeno, o una «propiedad», que permite «situar» tipos de
entidades en el citado «continuo de la Naturaleza».

Ha sido común estudiar filosóficamente el problema de la muerte como problema de la


muerte humana. En la actualidad abundan los estudios biológicos, psicológicos,
sociológicos, médicos, legales, etc., sobre la muerte, con atención a casos concretos, a
los modos como en distintas comunidades y en diferentes clases sociales se hace frente
al hecho de que los seres humanos mueren. Estos estudios son importantes, porque
ponen de manifiesto que la muerte humana es un fenómeno social, a la vez que un
fenómeno natural. Por eso se tienen en cuenta no solamente los «moribundos» y los
«fallecidos», sino también los sobrevivientes. La investigación propia a que antes nos
referimos no deja de lado los citados estudios, pero atiende a la noción de «muerte» (o
de «cesación») como noción general filosófica y no solamente como un fenómeno
humano. En lo que toca al último se han contrapuesto dos tesis extremas: según una de
ellas, la muerte es simple cesación; según la otra, la muerte es «la propia muerte»,
irreductible e intransferible. Estimamos, por nuestro lado, que la llamada «mera
cesación» y la muerte «propiamente humana» funcionan a modo de conceptos-límites.
De la muerte humana se puede decir que es «más propia» que otras formas de cesación,
pero, a menos de cortar por completo la persona humana de sus raíces naturales, debe
admitirse que tal propiedad no es nunca completa.
Junto a una investigación filosófica de la muerte, puede procederse a una descripción y
análisis de las diversas ideas que se han tenido acerca de la muerte en el curso de la
historia, y en particular en el curso de la historia de la filosofía. Puede entonces
examinarse la idea de la muerte en el naturalismo, en el estoicismo, en el platonismo, en
el cristianismo, etc. También pueden estudiarse las diversas ideas de la muerte en
diversos «círculos culturales» o en varios períodos históricos. En la mayor parte de los
casos este estudio va ligado a un examen de las diversas ideas acerca de la supervivencia
y la inmortalidad (VÉASE).

Sobre el problema general de la muerte: O. Bloch, Vom Tode. Eine


allgemeinverständliche Darstellung, 2 vols., 1909. —G. Simmel, «Zur Metaphysik des
Todes», Logos, I (1910-1911), 57-70 [recogido en Lebensanschauung. Vier
metaphysische Kapitel. Cap. III: «Tod und Unsterblichkeit», 1918; 2ª ed., 1922 (trad.
esp.: Intuición de la vida. Cuatro capítulos de metafísica, 1950)]. —M. Heidegger, Sein
und Zeit, I, 1927, §§ 46-53 (trad. esp.: El ser y el tiempo, 1951; 2ª ed., 1961). —A. F.
Dina, La destinée, la mort et ses hypothèses, 1927. —R. Ruyer, «La mort et l'existence
absolue», Recherches philosophiques, 2 (1932-1933), 131-174. —Max Scheler, «Tod
und Fortleben», en Schriften aus dem Nachlass, I, 1933, reimp. en Gesammelte Werke,
vol. 10, 1957 (trad. esp.: Muerte y supervivencia. Ordo amoris, 1934). —P. L.
Landsberg, Die Erfahrung des Todes, 1937 (trad. esp.: Experiencia de la muerte 1940).
—Leopold Ziegler, Vom Tod, 1937. —I. Feier, Essais sur la mort, 1939. —J.-P.
Sartre, L'Être et le Néant, 1943, Parte IV (trad. esp.: El ser y la nada, 1950). —Romano
Guardini, Tod, Auferstehung, Ewigkeit, 1946. —Paul Chauchard, La mort, 1947. —José
Ferrater Mora, op. cit. en el texto del artículo. —R. Troisfontaines, M. d'Halluin et
al., La Mort, 1948. —Raoul Montandon, La mort, acte inconnu, 1948. —J.
Vuillemin, Essai sur la signification de la mort, 1949. —Béla von Brandenstein, Leben
und Tod. Grundlagen der Existenz, 1949. —C. J. Ducasse, Nature, Mind and Death,
1951 [The Paul Carus Lectures, 1949]. —Edgar Morin, L'homme et la mort, 1951;
nueva ed., 1970 (trad. esp.: El hombre y la muerte, 1970). —F. K. Feigel, Das Problem
des Todes, 1952. —José Echeverría, Réflexions métaphysiques sur la mort et le
problème du sujet, 1952. —A. Metzger, Freiheit und Tod, 1955. —Ursula von
Mangoldi, Der Tod als Antwort auf das Leben, 1957. —Ewald Wasmuth, Vom Sinn des
Todes, 1959. —M. F. Sciacca, Morte ed immortalità, 1959 [Opere complete, vol. 9]
(trad. esp.: Muerte e inmortalidad, 1962). —Jacques Choron, Modern Man and
Mortality, 1964. —Ph. Merlan, H. Freeman et al., Reflections on Life and Death, 1965
[artículos en número especial de Pacific Philosophy Forum]. —Vladimir
Jankélévitch,  La mort 1966. —Eugen Fink, Metaphysik und Tod, 1969. —D. Z.
Phillips, Death and Immortality, 1970. —Fridolin Wiplinger, Der personal verstandene
Tod. Todeserfahrung als Selbsterfahrung, 1970. —Warren Shibles, Death: An
Interdisciplinary Analysis, 1974. —Louis-Vincent Thomas, Anthropologie de la
mort, 1975. —Varios autores, artículos en el número especial de The Monist, 59, 2
(1975), titulado «Philosophical Problems of Death». —Johannes Schwartländer, Hans
Heimann et al., Der Mensch und sein Tod, 1976, ed. Johannes Schwartländer. —Peter
Koestenbaum, Is There an Answer to Death?, 1976. — Robert M. Veatch, Death,
Dying, and the Biological Evolution: Our Last Quest for Responsibility, 1976. —R. M.
Chisholm, P. Edwards, et al., Language, Metaphysics, and Death, 1978, ed. J. Donnelly.
—G. Scherer, Das Problem des Todes in der Philosophie, 1979; 2ª ed., 1988. —H.
Ebeling, Freiheit, Gleichheit, Sterblichkeit, 1982. —J. F. Rosenberg, Thinking Clearly
About Death, 1983. —Ph. Ariès, El hombre ante la muerte, 1983 (trad. esp.). —A.
Hartle, Death and the Disinterested Spectator: An Inquiry into the Nature of Philosophy,
1986. —R. F. Almeder, Death and Personal Survival: The Evidence for Life After
Death, 1992. —J. M. Fischer, ed., The Metaphysics of Death, 1993.

A esta bibliografía hay que agregar los trabajos de los autores que sin haber consagrado
obras especiales al problema de la muerte lo han considerado como central; así
Unamuno (especialmente en Del sentimiento trágico de la vida), Jaspers, etc. —Véase
también la bibliografía del artículo INMORTALIDAD.

Sobre el problema de la muerte especialmente en sentido biológico: A. Weismann, Die


Dauer des Lebens, 1882. —A. Dastre, La vie et la mort, 1909. —Doflein, Das
Unsterblichkeitsproblem im Tierreich, 1913. (Para resumen popular de las
investigaciones sobre el llamado problema de la inmortalidad de la célula, véase
Metalnikof, La lucha contra la muerte, trad. esp.; en él se hace referencia a las
investigaciones de Metchnikoff, Maupas, Woodruff, Calkins, etc.). —
Lipschütz, Allgemeine Physiologie des Todes, 1915. —P. Kammerer, Einzeltod,
Völkertod, biologische Unsterblichkeit, 1918. —G. Bohn, Les problèmes de la vie et de
la mort, 1925. —M. Vernet, La vie et la mort, 1952 (contra las tesis mecanicistas de A.
Dastre). —D. N. Walton, On Defining Death: An Analytic Study of the Concept of
Death in Philosophy and Medical Ethics, 1979. —D. Lamb, Death, Brain, and Ethics,
1985. — R. M. Zaner, ed., Death: Beyond Whole-Brain Criteria, 1988. —M. P.
Battin, The Least Worst Death: Essays in Bioethics on the End of Life, 1993.

Sobre el problema de la muerte, con particular atención a la cuestión del envejecimiento:


Ewald, Ueber Altern und Sterben, 1913. —Eugen Korschelt, Lebensdauer, Altern und
Tod, 1917; 3ª ed., aum., 1924. —Rafael Virasoro, Envejecimiento y muerte, 1939. —
Hans Driesch, Zur Problematik des Alterns, 1942. —Roger Mehl, Le vieillissement et la
mort, 1955; nueva ed., 1962. —M. Arniou, A. Berge, R. Biot et al., La vieillesse,
problème d'aujourd'hui, 1961 [Groupe lyonnais d'études médicales philosophiques et
biologiques]. —R. F. Weir, ed., Ethical Issues in Death and Dying, 1977. —B. R.
Barber, Advance Directives and the Pursuit of Death with Dignity, 1993.

El problema de la muerte en diversas culturas, épocas y autores: F. Lexa, Das Verhältnis


des Geistes, der Seele und Leibes bei den Aegyptern des alten Reiches, 1918. —E.
Stettner, Die Seelenwanderung bei Griechen und Römern, 1954. —E. Benz, Das
Todesproblem in der stoischen Philosophie, 1929. —J. Fallot, Le plaisir et la mort dans
la philosophie d'Épicure, 1952. —J. Fischer, Studien zum Todesgedanken in der alten
Kirche, I, 1954. —Jaroslav Pelikan, The Shape of Death: Life, Death, and Immortality
in the Early Fathers, 1961. —Philippe Aries, Western Attitudes toward Death: From the
Middle Ages to the Present, 1974 [Conferencias en John Hopkins University, 1973,
pronunciadas en francés]. —María Josefa González-Haba, La muerte en el pensamiento
del Maestro Eckhart, 1959. —Mario J. Valdés, Death in the Literature of Unamuno,
1964. —J. Wach, Das Problem des Todes in der Philosophie unserer Zeit, 1934. —A.
Sternberger, Der verstandene Tod. Eine Untersuchung über M. Heideggers
Existentialontologie, 1934. —James M. Demske, Sein, Mensch und Tod. Das
Todesproblem bei M. Heidegger, 1963 (hay también ed. inglesa). —Ugo Maria
Ugazio, Il problema della morte nella filosofia di Heidegger, 1976. —K. Lehman,
Der Tod bei Heidegger und Jaspers. Ein Beitrag zur Frage: Existentialphilosophie,
Existenzphilosophie und protestantische Theologie, 1939. —Régis Jolivet, Le problème
de la mort chez M. Heidegger et J. P. Sartre, 1950. —Ferdinand Reisinger, Der Tod im
marxistischen Denken heute, 1977. —U. M. Ugazio,  Il problema della morte nella
filosofia di Heidegger, 1976. —P. Edwards, Heidegger and Death: A Critical
Evaluation, 1980. —P. Ariès, La muerte en Occidente, 1982 (trad. esp.). —R.
Boothby, Death and Desire: Psychoanalytic Theory in Lacan's Return to Freud, 1991.

Bibliografía: S. Southard, Death and Dying: A Bibliographical Survey, 1991.

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