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LA LEYENDA DE MANCO CÁPAC Y MAMA OCLLO

Esta es probablemente la leyenda sobre el origen de


el Imperio Incaico más conocida, fue escrita por el cronista “Inca Garcilaso de la Vega”, cuya madre fue una
descendiente de personas de la nobleza Inca, por lo que pudo obtener importante información sobre los
orígenes de la cultura Inca.
 
Según la leyenda, Ayar Manco (Manco Cápac) y Mama Ocllo, su hermana y esposa, salieron del Lago
Titicaca, siendo ellos enviados por su padre, el “Dios Sol”. Se dice en esta leyenda que él los había enviado
con la misión de civilizar a la población y fundar un Imperio en su nombre.
 
La tarea encomendada a Manco Cápac era fundar una ciudad que posteriormente se convertiría en el
centro del mundo. Para poder encontrar el lugar exacto, el Dios Sol le entregó a Manco Cápac una vara de
oro y le dijo que viajara hacia el norte del Lago Titicaca y que mientras caminaba hundiera el bastón en la
tierra y el lugar en el que se hundiera con facilidad sería el designado a ser la cuna de su imperio.
 
Juntos Manco Cápac y Mama Ocllo, caminaron por días sin encontrar el lugar en el que la vara se hundiera
con facilidad, sin embargo no se dieron por vencidos.
 
Las personas que por esos caminos vivían los confundían con dioses debido a su vestimenta tan colorida y
la joyería brillante que usaban.
 
Días después de caminar mucho, ellos llegaron a un impresionante valle rodeado de majestuosas
montañas. la Vara de Oro por fin se hundió en ese lugar y fue así como ellos supieron que era en ese lugar,
que hoy es la ciudad de Cusco, donde debían fundar la capital del Imperio Incaico.
 
Desde ese momento Manco Cápac tomó la tarea de civilizar a todas las personas en el Valle del Cusco, les
enseñó a los hombres sobre agricultura, ganadería, pesca, construcción y sobre todo les enseñó a adorar a
su Dios principal El Sol. Mama Ocllo en cambio enseñó a las mujeres el desarrollo de las tareas domésticas
y la confección de telas y prendas que las cubrieran de su desnudez.
 
A partir de ese entonces Manco Cápac y Mama Ocllo fueron los fundadores de un gran imperio que
posteriormente sus descendientes se encargaron de transformar en lo que ahora conocemos fue el
Gran Imperio Inca.
 LA LEYENDA DE LOS HERMANOS AYAR
 
Esta leyenda fue escrita primero por Juan Diez de Betanzos, el vivía en Cusco y su lengua era el español, aunque aprendió a
hablar el quechua también. Él estuvo casado con una princesa inca que era descendiente directa de los Incas Pachacútec y
Atahualpa. En el año 1984, el historiador. En el año 1984, el historiador Luis E. Valcárcel redactó una versión más moderna
de esta leyenda y la publicó en su libro “Historia del Perú antiguo a través de la fuente escrita”.
 
Existe también una versión de esta misma leyenda escrita por el español Pedro Sarmiento de Gamboa, la leyenda fue
relatada en su libro “La historia de los Incas”. Ambas leyendas cuentan historias muy similares, sin embargo, la que se cuenta
en el libro de Sarmiento de Gamboa cuenta la historia con más detalles.
 
Según cuenta esta leyenda, el Dios Ticci Viracocha (que significa “Hacedor del Mundo”) envió a sus hijos más poderosos en
busca de tierras fértiles para que puedan cultivar su producto más preciado, el maíz, y lo compartiera con todos los hombres
en la tierra.
 
Es así como en el paraje Tambotoco de Pacaritambo, en el cerro Tampu Tocco, llamado así por las tres ventanas o cuevas
que ahí habían, salieron de la ventana central (Capac Tocco o Ventana Rica) los cuatro Hermanos Ayar. Cada uno de los
hermanos, al igual que sus hermanas-esposas, tenían poderes y habilidades especiales que debían usar para lograr su
misión.
 
La primera pareja estaba conformada por Mama Huaco (La guerrera) y Ayar Cachi. Ella era una mujer fuerte y hermosa,
mientras que él era el más dominante y belicoso de los hijos de Viracocha.
 
La segunda pareja estaba formada por Ayar Uchu y Mama Cora. Él, a diferencia de Ayar Cachi, era místico y religioso, podía
comunicarse con Viracocha mediante el viento, el agua, el fuego y la tierra. Mama Cora guardaba y transmitía los secretos de
las plantas medicinales que su padre les legó.
La tercera pareja estaba constituida por Mama Rahua y Ayar Aucca, ella era una mujer semidiosa, alegre y la más laboriosa
de las cuatro mujeres, sabía tejer y en cada textil guardaba la memoria y la historia de su padre Viracocha. Ayar Aucca en
cambio tenía una fuerte conexión con los espíritus ancestrales.
 
La última pareja conformada por el mayor de los Ayar y con más autoridad, Ayar Manco Cápac (Manco Cápac) quien tomó
ese nombre por el lugar del que salieron, junto a su esposa Mama Ocllo. Él se destacaba por ser astuto, sabio y un gran
estratega; el siempre llevaba consigo un halcón llamado Indi, al cual todos veneraban y temían.  Su esposa Mama Ocllo tenía
la ternura de una madre, pero a la vez con su mirada podía cautivar a cualquier fiera. Era la encargada de preservar las
familias.
 
Se cuenta en la leyenda que Ticci Viracocha le habría entregado a Ayar Manco una Vara de Oro, que sería la que
determinaría la tierra donde tendrían que cultivar el maiz e iniciar el gran imperio.
 
Durante el camino, se dió el primer conflicto entre Ayar Cachi, quien haciendo alarde de su poder dio un hondazo y derribó un
cerro, el resto de sus hermanos, temerosos y recelosos del poder de Ayar Cachi, decidieron deshacerse de él, por lo que le
pidieron que regresara a la cueva de Pacarina por suministros. Cuando Ayar Cachi entró a la cueva, fue traicionado por su
sirviente, quien puso una piedra en la entrada bloqueando de esta forma la salida de Ayar Cachi.  Se dice en la leyenda, que
al no poder salir Ayar Cachi habría gritado tan fuerte que causó que la tierra tiemble, se abran las montañas y el cielo se
sacuda y el sirviente quedó convertido en piedra.
 
El resto de los hermanos junto a sus esposas siguieron su camino y llegaron al cerro Huanacauri donde ellos encontraron un
ídolo de piedra con el mismo nombre de la montaña. Con mucho miedo, los tres hermanos entraron al lugar de culto, sin
embargo, uno de los hermanos, Ayar Uchu, desafió al ídolo saltando sobre él. Inmediatamente Ayar Uchu fue convertido en
piedra. Después de este incidente, los hermanos que quedaron siguieron su camino.
 
Mientras los dos hermanos seguían caminando en la búsqueda de tierras fértiles, Ayar Auca fue a explorar un área cercana.
Él obtuvo alas y se fue volando hacia un lugar llamado Pampa del Sol, al aterrizar ahí, Ayar Auca fue convertido en piedra.
 
Cuenta la historia que el viaje de los hermanos Ayar duró muchos años y que ellos fueron los que fundaron una gran
civilización. Cuando llegaron al Cusco tenían buenas semillas de maíz y estas al ser plantadas crecieron..
 
Al final, solo Ayar Manco (Manco Cápac), acompañado de las cuatro mujeres, fue capaz de llegar hasta el Valle del Cusco
donde al fin encontró tierras fértiles. En ese momento él pudo hundir la Vara de Oro que recibió de su padre, El Dios Sol, para
que Manco Cápac pudiera determinar el lugar en el que fundaría lo que posteriormente sería el Imperio Inca o también
conocido como Tawantinsuyo.
  Por último, podemos concluir que ambas leyendas coinciden en que lo que se buscaba eran tierras fértiles donde se pudiera
dar inicio a un gran imperio. Finalmente, lo más importante es la cultura y todo el legado histórico que el gran Imperio de los
Incas ha dejado para la región.

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