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ANÁLISIS DE LA LECTURA DE LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA

El ser persona implica, entre otros atributos, la capacidad de poder relacionarse e

interactuar con los demás individuos. Ello en virtud de que la sociedad ha sido

creada por el mismo hombre, quien a su vez ha contribuido a organizarla

conforme  sus intereses, es decir, procurando alcanzar su felicidad. En esa

búsqueda de felicidad, el ser humano ha diseñado mecanismos de defensa que le

permitan salvaguardar uno de sus atributos más preciados: su dignidad.

En tal sentido, mediante la presente lectura, hace referencia el artículo 1 de la

Constitución del Perú de 1993 en la cual señala que “la defensa de la persona

humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del

Estado”, el cual, se erige como principio esencial de los valores de autonomía, de

seguridad, de igualdad y de libertad.

Asimismo, se recalca que existe en diversas teorías de las cuales existe la

problemática de las posibles violaciones del Estado y de los agentes de la

sociedad hacia la dignidad de la persona humana, por tal sentido, tales

organismos deben abstenerse de intervenir en el libre desarrollo de la persona

humana, llevándose que a la persona humana autónomamente tiene capacidades

y potencialidades por sí misma para el ejercicio de sus derechos fundamentales y

realizarse humanamente.

Cabe recalcar que desde una perspectiva humanista, la dignidad tiene como

sujeto al ser humano, y desde una perspectiva individual y social, refiere que la

dignidad está inmersa en la esfera de lo jurídico – político, por el cual, la dignidad


se lleva como un principio constitucional portador de valores sociales y de los

derechos de defensa de los hombre, y como se indicó con anterioridad la persona

no puede ser objeto del poder del Estado, con el fin de permitir el libre desarrollo

del hombre.

Para el caso del tema de la dignidad y teoría institucional, abarca primeramente

una perspectiva institucional, en la cual, refiere que ya no limita y controla al

Estado y a la sociedad, sino que dichas instituciones crean condiciones jurídicas,

políticas, sociales, económicas y culturales, las cuales tienen que permitir el

desarrollo de la persona humana, es por eso se dice que “la dignidad y la teoría

institucional tiene un aspecto inevitable, en tanto constituye una manifestación del

valor de la persona humana y de su libre desarrollo social” (Hauriou 1896: 43). Lo

que va permitir que la Teoría Institucional del Derecho analiza y desarrolla la

dignidad de la persona humana.

La dignidad de la persona humana enmarca preceptos universales tales como la

Carta de las Naciones Unidas de 1945, se creó una nueva forma de organización

democrática del Estado y de la Comunidad Internacional, la cual expresaba sobre

“reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el

valor de la persona humana (…)”. Asimismo el artículo 1 de la Declaración

Universal de Derechos Humanos de 1948 dispuso “todos los seres humanos

nacen libres e iguales en dignidad y derechos y dotados como están de razón y

conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”; la

Convención Americana de Derechos Humanos que estableció en su artículo 11.1


que “toda persona tiene derecho al respeto de su honra y al reconocimiento de su

dignidad”.

Para la internacionalización de los derechos humanos, se vió la etapa de

reconstrucción del Estado Nacional de la postguerra, formándose una crisis del

relativismo político y del derecho positivo establecido en el periodo de

entreguerras, la misma que forma una crisis de pensamiento constitucional. A

consecuencia de eso, se llevó a la conclusión de que la constitución y el sistema

legal serán instrumentos para la protección de la dignidad humana. Por otro lado

se considera que los “derechos fundamentales eran válidos solo en el marco de la

ley, mientras que en adelante la ley solo era válida en marco de los derechos

fundamentales” (Kruger 1950:12), por tanto la dignidad humana se basa en el

respeto de la persona humana como derecho natural del hombre imprescriptible e

inalienable.

Ahora bien, respecto al concepto de dignidad, la Constitución refiere que se basa

en un concepto jurídico abierto en la cual involucra el supuesto tratamiento de

ciertos patrones sustantivos e instrumentales de interpretación, en el que tienen a

valores espirituales y costumbres éticas individuales y comunitarias, las mismas

que irán construyendo la actuación de todas las personas, la sociedad y del

Estado. Por tal sentido opera una cláusula interpretativa, que permitirá tener o

contemplar una fusión de los derechos humanos positivos y los derechos

humanos morales. Por ello, con el fin de la protección y desarrollo de los

derechos fundamentales los encontramos en los valores propios de la dignidad del

hombre, que no deben estar al libre arbitrio de la interpretación del juez. Asimimo,
“la dignidad de la persona se constituye en el valor supremo y en el principio

jurídico que constituye la columna vertebral básica de todo el ordenamiento

constitucional y es fuente de todos los derechos fundamentales, irradiando todo el

sistema jurídico el que debe interpretarse y aplicarse conforme a las condiciones

en que dicha dignidad se realice de mejor forma” (Nogueira 1967: 34).

Una de las características fundamentales de la dignidad humana es que es

intangible, por lo que se plantea “si el propio afectado es de la opinión de sus

dignidad no ha sido violada mientras que otras personas piensan que sí se ha

producido una violación de la dignidad del afectado, por regla general debe ser

determinante la opinión de la persona afectada, pues a ésta no es dable imponer

las concepciones morales de terceros” (Munch: 22). En virtud de este fundamento

considero que la protección de la dignidad humana está acorde a la protección

estatal, en el cual existen derechos superiores relacionados con la tutela de la

integridad personal, tanto corporal, sexual, psíquica y espiritual del menos y del

adolescente. Uno de los casos que se podría ver es sobre el “cambio de sexo” de

un menor colombiano, que sus padres autorizaron a los médicos la mutilación de

sus genitales, y fue desde ese entonces que sus padres le dieron una educación,

trato y vestimenta de niña. Del caso, intervino la Corte Constitucional de Colombia,

que tuvo como accionar la tutela al derecho del menor de mantener su identidad

sexual y primando su dignidad personal. En tal sentido, se debe tener en cuenta

que tanto como la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad

constituyen principios jerárquicamente superiores para la interpretación, y lo

fundamental seria que se practique mediante nuestra Constitución y el Estado


tiene el derecho y el deber de garantizarla, incluso por grave que sea la afectación

al orden jurídico y a la seguridad nacional.

Respecto a las las funciones constitucionales de la dignidad tiene una dirección

positiva y negativa, en la primera que barca el desarrollo de la dignidad y negativa

en la que deben evitar afectar la dignidad humana a través de leyes, resoluciones

y actos administrativos. Una de las funciones es la función legitimadora, que tiene

función constitucional material e instrumental, la primera tiene como base un orden

fundamental de una comunidad democrática y libertaria y respecto a la segunda

que refiere a la relación de la dignidad y la Constitución; función ordenadora, la

que tiene la finalidad de evitar las infracciones directas o indirectas contra la

persona humana, que va delimitar las actividades de los poderes públicos y

privados; función temporal, propia de un carácter inviolable, que a la vez contiene

una fuerza de duración que otorga la estabilidad a la Constitución, la que se basa

en la voluntad política del pueblo de dar forma a los principios y valores de la

comunidad; función esencial, la que se asienta en los principios y valores que dan

sentido de unidad a un pueblo; función integradora, esta promueve la unidad del

pueblo y representa la unificación del mismo y se toma en cuenta que “la dignidad

de la persona constituye ese motor transformador de la propia realidad, que

permite el consenso y por ende la integración social” (Smend 1968:475-486). En

tal sentido, se puede afirmar que los factores generadores de unidad y de paz

nacen de los procesos espirituales, éticos y culturales de la comunidad; la función

limitadora que argumenta la limitación y control del Estado; la función libertaria,


que asegura la libertad y la autodeterminación de la persona humana vinculada

directamente con la tutela de los derechos fundamentales.

En tal sentido, funciones constitucionales de la dignidad humana está en relación

directa con las propias funciones de la Constitución, puesto que permite un

desarrollo constitucional, así como el aseguramiento de la libertad de la persona,

el establecimiento de la estructura organizativa básica del Estado, puesto que son

bases primordiales para llegar al cumplimiento de dicho fin.

Hay que recordar que la dignidad humana forma parte de un derecho fundamental

contemplado en nuestra Constitución Política del Perú. Y en relación la dignidad

deriva del respeto debido a uno mismo y a los demás como seres humanos, en la

cual los derechos humanos se constituyen para proteger, respetar y garantizar una

vida digna, estos deben partir de un sistema constitucional de los valores

relacionado con la dignidad humana, “entendida en doble perspectiva: teoría

absoluta que indaga sobre el mínimo intangible de la dignidad y la otra teoría

relativa que busca otros valores y bienes constitucionales que justifiquen limitar a

la dignidad” (López :109).

Los Derechos Fundamentales no son simples límites establecidos por la

Constitución, sino que, estos comprenden esencialmente

«tanto los presupuestos éticos como los componentes jurídicos, significando la relevancia

moral de una idea que compromete la dignidad humana y sus objetivos de autonomía

moral, y también la relevancia jurídica que convierte a los derechos en norma básica

material del Ordenamiento, y es instrumento necesario para que el individuo desarrolle en


la sociedad todas sus potencialidades. Los derechos fundamentales expresan tanto una

moralidad básica como una juridicidad básica” (Peces-Barba 2005: 12).

En tal sentido, la dignidad humana es el presupuesto del cual se desprenden los

Derechos Fundamentales, pues estos surgen con el fin de salvaguardarla y

procurar su efectividad. Esto puede apreciarse en la misma estructura de la

Constitución. En efecto, el artículo 1 señala que “La defensa de la persona

humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del

Estado”. A partir de esta premisa, que constituye el principio rector de nuestro

ordenamiento jurídico, es que la Constitución consagra en el artículo 2 los

Derechos Fundamentales de la persona para así garantizar la satisfacción de las

necesidades básicas necesarias para llevar una vida digna.

En atención a lo previamente señalado, consideramos que, efectivamente, existe

una clara relación causal entre la dignidad humana y los Derechos

Fundamentales. No obstante, ello representa, al mismo tiempo, un problema. En la

medida en que los Derechos Fundamentales surgen para proteger esta calidad de

la persona como fin en sí misma, lo cual es el valor supremo del ordenamiento, se

presenta el riesgo de no establecer una adecuada delimitación entre aquel

derecho que es “fundamental” y aquel que no lo es.

Finalmente, respecto los dilemas contemporáneos y perspectivas, dilemas como

del derecho a la vida y los novísimos desafíos del derecho genético, como la

manipulación genética del ser humano, las cuales son base de casos difíciles de

carácter jurídico y ético religioso. Es en tal sentido conveniente que la defensa de

la dignidad humana debe ser reforzada con la autonomía de la voluntad consiente


y la responsabilidad en el ejercicio de los derechos frente a la comunidad y los

terceros en resguardo de su propia dignidad, las cuales deben ser base del

respeto y de los demás, pero para que esto sea posible se requiere la mejor

interpretación institucional y moralmente la Constitución como norma de principios

y órdenes sociales concretos, y no solo por el cumplimiento de las reglas jurídicas,

sino más bien actuar y el respeto que el Estado debe brindar para el resguardo de

la dignidad de la persona humana.

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