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cuestionando todos sus movimientos, ve a las personas como seres
codiciosos. Cuando un esclavo aparece ante él dispuesto a sacrificar su
libertad para salvar a su hermano, Kwan sabe que el hombre le pertenece
a él. Él hará todo en su poder para salvar a su pareja, incluso si va en
contra de los mejores intereses de su pueblo.
Alex nunca se puso de pie por sí mismo, porque su hermano siempre
lo protegió. Cuando el rey Kwan los amenaza, él da un paso hacia
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delante, dispuesto a sacrificar su libertad para salvar a su hermano.
Siendo reivindicado por un rey, las emociones lo asustan. Kwan da vida a
sus fantasías, pero él es un rey, un hombre que Alex no merece.
Alex cuestiona su lugar en la vida de Kwan. Al ser un antiguo esclavo
sin educación, ¿Alex puede ver lo que Kwan ve en él y descubrir su propio
valor? ¿Podrá él convencer a Kwan para gobernar con el corazón? ¿Van a
encontrar un terreno común para conseguir el placer que tanto anhelan?
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Capítulo Dos
El corazón de Alex se aceleró cuando comprendió la realidad de la
situación, pero era difícil de procesar. Las imágenes pasaron a cámara
lenta mientras trataba de entender. La última hora debió haber sido un
sueño. No podía ser real, pero todavía sentía el calor en los labios, como 23
un recuerdo vivo y maravilloso. El beso prometía mucho y quiso ir más
allá y descubrir dónde llevaría. Nunca antes se sintió tan seguro y amado
como cuando estaba en los brazos del rey. El hombre se comprometió a
apartar todos los males y mantenerle a salvo, y era lo suficientemente
poderoso como para hacerlo.
Kwan. Su nombre era Kwan y quería que Alex usase ese nombre. El
hombre era el pecado en dos piernas. Alto, musculoso y al mando, pero
lo confortó con un cálido abrazo. El rey exigió la rendición completa y él
se la daría si eso significaba más toques suaves. El calor se reunió en su
estómago. Los toques prometían más. Quería que fueran menos castos e
hiciesen sus piernas oscilar.
Una mano delicada apretó su hombro. Alex miró a su hermano mayor.
La preocupación en el rostro de Zander era como agua helada
vertiéndose sobre su cuerpo. El sueño oscureció cuando la duda penetró
¿Esa era la razón de la tristeza de Zander? ¿Sabía que este sueño
terminaría mal? El dolor lo rasgó mientras su corazón latía dolorosamente
en su pecho. ¿Y si hubiera sido una mentira? Quería tanto que fuera
verdad, pero parecía poco probable ¿El rey mentiría para ayudarle? Él era
primo de Tyran, así que tal vez por eso lo hizo. Tenía más sentido eso,
que pensar que Kwan le pertenecía. Era muy difícil de aceptar eso. Sin
embargo, no estaba dispuesto a dejarlo ir. Tantas otras veces, el miedo se
lo impidió, pero no esta vez. Ya no iba a esconderse debajo de la cama.
― Vas a gastar el suelo. ― Zander bromeó.
Miró hacia abajo y, efectivamente, estaba caminando. Eso es lo que él
hacía para relajarse, pero empezó a caminar sin saber lo que estaba
sucediendo.
― Estoy tratando de pensar. ― La excusa era coja, pero necesitaba
decir algo, porque la sonrisa llena de pena de Zander le hizo sentir peor.
― ¿Qué estás tratando de averiguar? ― Zander pidió soltando el plato
de comida.
Alex suspiró y se sentó al lado de su hermano mayor. Tal vez si hablara
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de ello, las cosas mejorarían. Se mordió el labio inferior, debatiendo si
hablar lo ayudaría o se sentiría diez veces peor ¿Sería posible?
― Te vi con Tyran. Yo sé que él no forzó una relación y que estáis
juntos. Pero no es lo que planeaste.
― Es cierto, pero cuando huimos, no tenía planes. Sin embargo todo
funcionó.
Zander le frotó la espalda, como había hecho muchas veces antes. Alex
resistió el impulso de apartarle la mano, pero lo dejo porque no quería
hacer daño a su hermano. Para Zander, él siempre sería un niño. Sin
embargo, las palabras de su hermano le hirieron. Zander siempre se
encargó de todo. Había pensado en el futuro y planeado su fuga,
mientras que Alex trató de mantenerse sin pisar los talones de su
hermano.
― ¿Tú eres feliz? ― Alex preguntó finalmente, volviendo de nuevo a la
conversación. Si tenía alguna duda, la sonrisa en el rostro de su hermano
mayor cambió eso.
― Yo le quiero. Él me dio todo lo que quería y necesitaba. ― Zander se
volvió hacia él. ― Pero esto no es sobre mí. Se trata de ti y de los
cambios en tu vida ¿Qué sientes?
Pavor. Felicidad. Miedo. Emoción. Estaba por todo el lugar. Incluso
ahora la atracción le llamaba. Las promesas seductoras de más
conservaron su piel enrojecida. Esa pregunta no podía ser respondida.
Alex no sabía si había una respuesta.
Respiró profundo, ahora apreciando el aire que el beso de Kwan robó
de sus pulmones. El gran adorno en el pecho tenía un ritmo constante
que nadie más podía oír. Zander había conseguido la felicidad y eso es lo
que él quería. Ten cuidado con lo que deseas, su voz interior se burló.
― Quiero conocer a Kwan. ― Esta respuesta parecía suficientemente
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neutra. Dejó de lado la parte de trepando sobre él, porque lo último que
quería era que su hermano cuestionara su moralidad, pero las manos que
lo tocaron dejaron su piel ardiendo por más. No era suficiente. Decir a
Zander a su necesidad asustaría a su hermano mayor, que pasaba horas
ladrando y mordiendo a cualquier persona que lo miraba durante un
largo tiempo. No, a pesar de que su hermano era su amigo más cercano,
no podía compartir eso. Por primera vez en su vida, Alex se sintió
totalmente solo.
― ¿Quieres quedarte con él?
¿Su hermano miró a Kwan? ¿A qué hombre no le gustaría estar al lado
del rey en la cama? Sin embargo, Alex no iría allí. Hace unas semanas,
había sentido envidia de la felicidad de su hermano. Amaba a Zander y se
retorcía por su relación, pero los sueños nocturnos hacían eso difícil,
anhelaba por alguien al que ahora podía nombrar ¿Pero se merecía a
Kwan?
― Él es un rey. ― Eso dijo todo. El hombre era rico y poderoso, Alex
era un don nadie, un hombre sin hogar, un ex esclavo que no había sido
instruido correctamente.
― Esto no es un cuento de hadas, Alex. El hecho de que él es un rey no
significa "felices para siempre".
Zander todavía no lo veía como un hombre. Sí, le encantaban las
historias con final feliz, pero nunca las creyó. Él era un esclavo. Los sueños
eran lo único que tenía, y el rey Kwan parecía un hombre que había salido
de sus sueños. No de los infantiles, que Zander asumió llenaban sus
noches ¿Estaba listo para una relación apasionada con alguien que
gobernaba un mundo? No, él se sentía inadecuado ¿Qué tenía que
ofrecer? Una hermosa sonrisa no ayudaba mucho. Oh, espera, impidió
que su tío lo golpease en la cara y le golpeó solamente su cuerpo
¿Contaba eso? La duda se mantuvo ¿Y si lo intentase y no lo consiguiera?
Nunca avergonzaría a Kwan o lo forzaría.
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― Zan, él es perfecto. Un guerrero fuerte. Un gran líder. Pero mírame.
Nunca luché por cualquier cosa. Tú luchaste mis batallas ¿Qué puedo
ofrecerle? ― Ya estaba. Sus manos temblaban por finalmente ser capaz
de expresar sus temores.
― ¿Es eso lo que piensas? ¿Qué no tienes nada que ofrecerme? ― Dijo
Kwan.
Alex se tensó ante el tono de mando. Estupendo, finalmente fue capaz
de expresar su miedo y el hombre para el que quería ser fuerte, le
escuchó ¿El universo lo odiaba?
Zander le palmeó el hombro y se dirigió a Tyran, que lo esperaba en la
puerta. El capitán atrajo a su hermano en un fuerte abrazo, antes de darle
una pequeña sonrisa.
― Vamos a dejarlos a los dos solos.
― Pero, nosotros... ― Antes de que Zander pudiera terminar, fue
sacado de la sala.
La mirada firme que Kwan le dio, obligó a su cabeza a ir hacia abajo, en
sumisión. Esperó. Las palmas de sus manos estaban mojadas por el sudor.
Sentía que acababa de ser lanzado al espacio y estaba colgado en la
puerta de carga, mientras que el oscuro vacío trataba de consumirlo. La
presencia de Kwan no aliviaba la tensión. No, tenerlo tan cerca hizo que
su cuerpo quemara.
El silencio sacudió aún más la confianza ya inestable. Inclinó la cabeza
hacia arriba. Kwan estaba delante, con dos fuertes brazos cruzados sobre
el pecho poderoso. Alex olvidó los nervios y las dudas y devoró la
espléndida vista. Todo lo que vio fue los brazos rígidos, un poderoso
mentón y ojos que parecía llegar a su alma. No, no podía mirar a los ojos
marrones dorados por más tiempo. Su mirada vagó hacia abajo y se
detuvo en los pantalones oscuros ajustados que dejaban poco a la
imaginación.
Kwan cerró el espacio entre ellos. La mano fuerte se posó en su
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hombro y un escalofrío de deseo recorrió su cuerpo. El toque lo dejo con
ganas de más.
― ¿Es eso lo que piensas?
Él siseó. Cierto. Nada era más humillante que tener al objeto de sus
fantasías oírle derramar toda la duda y la incertidumbre que lo
atormentaba. No importa lo que pareciera, se negó a mentir u ocultar la
verdad.
― Temo que sea un sueño y en cualquier momento, va a terminar. O
me despertaré o te darás cuenta de que cometiste un error.
Kwan resopló.
― No es probable. Yo no cometo errores.
Las palabras arrogantes le hicieron pestañear. Todos cometían errores.
Sus labios se curvaron hacia arriba con la respuesta inesperada, pero
contuvo su sonrisa.
― No terminaste tu plato.
Miró a la comida movida, pero casi sin tocar. El jefe sirvió el mismo
desecho verde que proporcionaba en cada comida. Incluso si la comida
era para que fuera fuerte, su estómago estaba demasiado inquieto para
digerirla.
― No puedo comer más. ― Confesó.
Kwan se acercó más.
Sus ojos se abrieron.
― Eres demasiado delgado. ¿Por qué te niegas el sustento? – Preguntó
Kwan.
Alex tragó. La pregunta tomó unos segundos para filtrar a través de su
mente.
― Soy un manojo de nervios. Todo lo que trato de comer vuelve más
tarde.
Fuertes dedos frotaron la palma de su mano, moviéndose hacia abajo
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para dibujar una vena azul en su muñeca. El gesto fue muy amable, sobre
todo viniendo de un hombre que podía romper el hueso en dos, pero la
bondad era inconfundible.
― ¿Por qué estás nervioso? Nunca voy a hacerte daño.
Alex vio algo inesperado. Sus temores y ansiedades reflejadas en él. No
tan intensos, pero aún ahí. Tragó saliva.
― Una parte de mí está esperando que me digas que esto es una
broma. No puedo pertenecerte.
Kwan se inclinó hacia delante. El corazón de Alex latió
vergonzosamente alto. Tenía las mejillas sonrojadas. Por eso odiaba su
piel pálida. El cambio de color hacía imposible ocultar sus sentimientos.
Cerró los ojos y sintió la presión de un beso en la frente. La amabilidad
hizo a su cabeza girar. Él extendió la mano y agarró el brazo de Kwan
antes de caer al suelo.
― Créelo. Tú eres mío.
Estas palabras provocaron una oleada de alivio para él. Sólo de
escuchar la determinación en ellas le hicieron creer un poco más.
Kwan lo atrajo más cerca.
― Hoy, puedes dejar eso. ― Hizo un gesto hacia la mezcla en el plato.
– Pero mañana espero que limpies el plato. ― Cogió el brazo de Alex. ―
Ven. Tenemos que hablar.
¿No era lo que estaban haciendo? Aun así, siguió a Kwan, encantado
de que la orden le diera algo en qué concentrarse. Si se le permitiera,
seguiría a Kwan siempre. No importa si lo único que podía hacer era
mirar hacia atrás y nunca caminar a su lado.
Se quedó sin aliento cuando giraron por un pasillo lleno de más
riqueza de la que había visto en su vida. Se quedó boquiabierto con el
revestimiento de la pared hecho de diamantes y oro. Kwan no se detuvo
hasta que se acercó a las puertas dobles al final del pasillo. Estaba
acostumbrado a la riqueza que casi había congelado a Alex a la mitad del
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camino.
Las puertas dobles abrían a una gran sala de estar, más lujosa que los
pasillos de los que provenían. Siguió a Kwan al interior. El espacio era
grande, con muebles elegantes y mesas pesadas que se ajustaban a la
fuerte personalidad del rey. Cuando se trasladó a la ventana, se quedó sin
aliento. Desde allí, la ciudad iluminada parecía miles de joyas.
― La gente de mi mundo era pobre. Yo vivía en una gran mansión,
pero las calles estaban llenas de mendigos. Incluso sin dinero, eran
felices. Las familias se reunían y hablaban durante todo el día. Amigos se
reunían en las calles. Todo lo que hice fue mirar detrás de una ventana. ―
Sus ojos se cerraron mientras trataba de memorizar la vista, en caso de
que se lo llevaran lejos de ella. ― Tu ciudad es hermosa y da un poco de
miedo, pero no quiero ver detrás de una ventana.
Kwan se apoyó en su espalda. Brazos fuertes lo acercaron más cuando
el rey lo abrazó por detrás. Cerró los ojos al sentir que las terminaciones
nerviosas despertaron con el toque íntimo. Se inclinó hacia el calor, que
lo envolvió como un escudo hecho de amor y aceptación.
― Me encanta tu honestidad. ― Un suave beso fue colocado en la
cabeza. ― Este mundo es el tuyo. Tú no eres un extraño, sino el
compañero de un rey. Si deseas caminar por las calles, entonces, los
guardias te llevarán. Eres libre. Nunca te encerraré detrás de una puerta.
Él parpadeó.
― Suena demasiado bueno para ser verdad. Dices todas las palabras
correctas, pero... ― Alex se encogió de hombros, dejando de lado la parte
siguiente. No soy alguien para impresionar. Yo sólo soy un esclavo.
― Esto no es un sueño. Tú eres mío. ― Los dedos se frotaron contra
sus labios, dibujando una línea en el pliegue. ― Tus suaves labios,
hermoso cuerpo y espíritu fuerte hablan a mi alma.
Las palabras zumbaban para él. Cerró los ojos, con la esperanza de
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escuchar más.
― Me senté en el trono durante mucho tiempo y, por primera vez,
alguien no rogó por su vida, sino voluntariamente renunció a ella para
salvar a alguien. ― Apretó sus frentes juntos. Alex cerró los ojos y trató
de controlar su respiración. ― Pensé que era refrescante. Todo el mundo
trata de impresionarme. Nadie discute, pero tu honestidad es radiante.
Kwan acercó los labios. Alex se preparó para el beso que esperaba que
siguiera.
― Entonces, dulzura, antes de mí, ¿alguna vez has sido besado? ―
Preguntó Kwan.
― Es Alex, no dulzura. ― Levantó la barbilla, a la espera de la respuesta
de Kwan.
Poder fluía del rey, pero él no tenía miedo. Incluso cuando el rey
amenazó con devolverlo a una vida de esclavitud, había algo noble en la
postura del hombre ¿Con qué frecuencia Kwan hizo lo que había que
hacer para mantener a su gente a salvo? Zander dejó a su tío golpearlo
para protegerle. Las acciones y errores de Alex tuvieron consecuencias,
pero siempre fue otro quien las sufrió. Cuando Kwan ordenó su regreso,
él reconoció el arrepentimiento. Después de todo, lo veía cuando se
miraba en el espejo. Golpes minúsculos erizaron su piel cuando
desapareció lentamente el espacio entre ellos.
― Es dulzura, si yo quiero.
Alex negó con la cabeza.
― No quiero ser "dulzura" o "pequeño". Los hombres se aprovechan
de los hombres más pequeños, incluso los más agradables. Ellos son
vistos como débiles. Quiero ser fuerte. Tal vez no en cuerpo, pero al
menos de nombre.
Kwan rió. Una mano aterrizó parte posterior de su cuello.
― ¿No ves la feroz determinación dentro de ti? El hombre que se
acercó a mí y prácticamente ordenó su propia muerte no era un hombre
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débil.
El calor inundó sus mejillas.
― Aun así, los otros no vieron más allá de mi cuerpo, no mi corazón.
Me alegro de que tú lo veas. ― Lo decía en serio. Mientras que este
hombre lo viera, estaba bien.
Kwan asintió.
― Está bien, tigre.
Él se rió.
― Los tigres son feroces.
Kwan puso un mechón de pelo hacia atrás. Cerró los ojos cuando una
gran mano le acarició la mejilla.
― ¿Vas a echarme? ― La pregunta salió. ― Quiero decir, está bien.
Entiendo si es necesario. ― Eso es. Sigue hablando y cava el agujero un
poco más profundo. ― He estado libre durante semanas. Tuve la
oportunidad de desear cosas y soñar. Saber cómo es la libertad será
suficiente.
― ¿Qué es lo que sueñas? ― Preguntó Kwan.
Se mordió el labio inferior. De todas las cosas a preguntar, esto era,
como mínimo, inesperado.
― Libertad. Yo quería ser un sanador. No me gusta el dolor, pero los
curanderos ayudan a otros. ― Sintió el calor quemar a través de él
cuando confesó la siguiente parte. ― Yo fantaseaba sobre encontrar un
hombre que me ame, como Tyran ama a mi hermano. ― El agua casi
ahogó sus ojos, pero él luchó contra las lágrimas. Los hombres como él
no merecían sueños. Él se encogió detrás de su hermano. Luchar no
importaba. No era fuerte, así que siempre cedió.
― ¿Por qué estás dispuesto a renunciar tan fácilmente? ― Le preguntó
el rey.
Bajó la cabeza.
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― Cuando mi tío se enojaba, nos atacaba, pero Zan siempre arrojó su
cuerpo delante del mío. Él lo desafiaba y comenzaba la paliza. Fue
siempre peor, porque debería haberme sucedido a mí. Mi hermano
siempre trató de protegerme. Me puse de pie por razones egoístas. Yo
quería protegerlo, incluso si eso significaba extender mis piernas para la
mitad de la galaxia.
El cuerpo de Kwan se puso rígido.
― ¿Te volverías de buen grado un juguete sexual? ¿Es eso?
Él negó con la cabeza.
― Todavía tengo un par de meses hasta que mi tío me pueda vender
legalmente. Planeaba escapar o morir en el intento. ― Hizo una pausa. ―
Empecé a aceptar el destino, que tendría que escapar de la tienda de
mascotas y de los cazadores de recompensas. Mis ojos estaban abiertos.
Kwan se endureció.
― ¿Alguien te ha tocado?
― No, pero algunos de los hombres en estas tiendas parecía perdidos
y dolía verlos. En pocos años, habría sido mi futuro. Quiero algo diferente,
pero me dijeron que no es posible, porque tengo que abrir las piernas
para los que me compren. ― Bajó la cabeza. ― No voy a vivir con eso. ―
Era egoísta, pero desde que llegó a la nave de Tyran, Alex había decidido
morir antes de convertirse en un esclavo sexual.
El rey tomó un puño de pelo y tiró su cabeza hacia atrás. No era un
tirón doloroso, más bien una orden.
― Vivirás. Pase lo que pase, no te darás por vencido. Voy a cumplir tus
sueños, pero tienes que vivir.
Los oscuros ojos dorados se llenaron de calidez.
― ¿Por qué? ¿Por qué harías eso por mí? ― ¿El rey no escuchaba sus
palabras describiendo su oscuro pasado? ¿No era posible que Kwan viera
su debilidad?
― Por qué es mi compañero. Nuestra raza ama a un hombre. Nos
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emparejamos con ellos. Son nuestros. Tú eres mío.
Alex cerró los ojos y por primera vez, aceptó esas palabras.
Capítulo Tres
― Ah no. Es demasiado pronto para que duerman en la misma
habitación. ― Dijo Zander. ― No confío en él.
Señaló a Kwan como si insultar al rey no significara nada, pero
admiraba la ferocidad detrás de la acción. No muchos se atrevieron a 34
faltarle el respeto abiertamente. En este momento, Zander actuó como un
guerrero que va a morir. En circunstancias normales, castigaría al otro
hombre, pero tenían algo en común: el deseo de mantener a Alex seguro.
Para ello él daría libertades al hermano de su compañero que no existían
para nadie.
Tyran, sin embargo, era otra cosa. El hombre entendió la línea fina en la
punta de los pies bajo Zander. Su primo no detuvo el discurso de su
compañero, pero rondó cerca del humano ladrando, silenciosamente
advirtiendo a Kwan para mantener la distancia.
― ¿No vas a detenerlo? ― Preguntó Kwan a Tyran. Ya era suficiente.
Su primo lo estudió durante un minuto. Kwan se endureció y se acercó
a Alex. El instinto se hizo cargo cuando su cuerpo se puso en una
posición de batalla, listo para proteger a su compañero a toda costa.
Los ojos del Tyran se abrieron antes de que endureciese su reacción. A
lo largo de su vida, Kwan nunca se había sentido así. Si alguien tocara a
Alex, él rompería la mano del hombre fuera. Tyran entendió esto. Puso su
mano sobre el hombro de Zander.
― Eso es suficiente, Zander. Kwan es el compañero de Alex. –Acercó a
su compañero más cerca. ― Como compañeros se pertenecen uno al
otro. ¿Privarías a tu hermano de lo que tenemos?
Zander se relajó en los brazos de Tyran. Mientras que una mano
consoladora frotó el cuerpo en tensión de Zander, la mirada de muerte
nunca se suavizó.
― Zan, todo estará bien. ― Alex dijo, tratando de acercarse a su
hermano, pero Kwan lo sujetó.
Él no iba a dejar a Alex salir de la seguridad de sus brazos. No, si por él
fuera, su compañero nunca dejaría su lado.
Alex gritó, mientras trataba de liberarse, pero se sentía más como un
tirón de un cachorro en una pierna del pantalón. El calor y el aroma de
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vainilla seductora empujaron a Kwan más cerca del borde. Se lamió los
labios, que deseaban saborear el dulce sabor. Nunca antes había estado
tan cerca de deslizarse fuera de control. Él necesitaba poseer cada suave
centímetro. Su compañero no tenía el cuerpo rígido de un guerrero y le
gustaba eso. Sus dedos rozaron el brazo de Alex, tratando de calmar a la
bestia que quería escapar. Él necesitaba tener y poseer cada centímetro
de su compañero, empezar por su cuerpo y llegar hasta su corazón. Nada
podría estar fuera de su alcance. Quería llenar la habitación con la risa
feliz de Alex y sus gemidos lascivos.
― No estás listo. ― Dijo Zander. ― No te apresures. Espera hasta que
estés seguro.
Un gruñido escapó. Nadie le decía a su compañero qué hacer excepto
él. Nadie iba a mantenerlos separados. Hermano o no, este hombre no
iba a separarlos. A partir de esta noche, Alex dormía desnudo junto a él,
su sangre iba a alimentarlo, y su cuerpo a satisfacerlo.
Alex puso los ojos en blanco y miró a Zander.
― Yo sé lo que quiero y es él. No te preocupes, Zan.
― Sigues siendo menor de edad. ― Zander argumentó, ni siquiera
escuchando las palabras de su hermano.
Era tiempo para descartar esta afirmación ridícula. Cuando mirara de
nuevo el inicio de su relación, no habría nada para empañar el recuerdo.
El hecho de que él se preocupaba le sorprendió. Sostuvo al pequeño ser
humano como un salvavidas que mantenía la oscuridad a distancia. La ira
que amenazaba con salir libre no era tan fuerte. Mientras sus dedos
tocaran el brazo de su compañero, nada podría forzarlo al límite.
― La ley no permite que Alex celebre un contrato sexual o laboral en
un sex shop, pero la ley no se opone a una relación. En este mundo,
veinte años es la edad legal de apareamiento. Tu hermano se considera
un adulto completo en nuestro pueblo.
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Zander bajó derrotado la cabeza, su victoria fue muy fácil. Kwan casi
dejó escapar un suspiro cuando la realidad lo golpeó. Entonces, el
hermano de su compañero lo sabía también. Nadie conocía las leyes
mejor que él, y el pequeño humano trató de desafiarlo al respecto.
Hombre insensato, pero todavía no disminuyó el respeto que sentía.
― No le hagas daño. Alex tiene un buen corazón. Él no ve mal a su
alrededor. Yo sólo quiero que mi hermano sea feliz.
Kwan asintió. La impotencia del otro hombre tiró de él. No quería que
las cosas terminaran así.
― Yo lo sé. Es por eso que te dejé hablar de la manera que hablaste a
un rey. Cualquier otro habría sido azotado hasta la muerte.
Tyran se acercó a Zander, como si ese comentario fuera una amenaza.
Alex gimió.
Kwan pasó una mano reconfortante por el brazo de su compañero.
― Pero no voy a hacerte daño. Tú eres de la familia. Voy a escuchar tus
preocupaciones, si se refieren a mi compañero. No porque yo valore tu
opinión, sino para ver si tus palabras contienen algo de verdad. Si me
perdí algo que puede lastimar a Alex y tú lo has visto, quiero oírlo. Pero
todo lo que dijiste, ya lo sé.
― Eso es suficiente, Zander. ― Tyran ordenó.
Zander se mordió el labio. Si tenía alguna duda de que Zander jugaba
un papel de sumiso dentro y fuera de la habitación, desapareció. El
cachorro feroz bajó la cabeza en derrota.
― Gracias. ― Kwan dijo después de un largo momento de silencio.
Esperó hasta que Tyran paró de darle una mirada de quién
en―el――infierno―eres por sus palabras de gratitud. El hecho de que él
nunca dijo estas palabras no significaba que él no sabía cómo usarlas.
― ¿Qué dijiste? ― Preguntó Tyran.
Kwan balanceó la cabeza, resistiendo el impulso de rodar los ojos. Si lo
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hiciera, Tyran se podría desmayar, y la última cosa que quería ver era al
fuerte guerrero desmayado.
― Alex está aquí debido a su amor y protección feroz. ― Miró a
Zander. ― A través de los años, renunció a mucho para mantenerle a
salvo. Es por eso que siempre voy a escuchar lo que tiene que decir
cuando esté preocupado. Nunca olvidaré que está en mis brazos por su
causa. ― Cogió a Alex en un fuerte abrazo. ― Ahora es mi turno para
cuidar de él.
Zander le tendió la mano dura. El hombre prácticamente desafió a
Kwan a tomarla, pero también le desafió a no hacerlo. Sin dudarlo, él se
acercó y estrechó la mano de Zander.
― Si le haces daño, estoy detrás de ti. No hay trono lo suficientemente
alto o castillo con foso de suficiente profundidad para impedirme ir a por
ti.
― Si le hago daño, voy a permitir tus castigos. ― Dijo Kwan.
― Alex es mi hermano, también. ― Añadió Tyran. ― Si le haces daño,
te las verás conmigo, primo. ― El tono feroz no dejó ninguna duda de
que hablaba en serio.
Alex levantó la barbilla.
― ¿Qué pasa si yo hago daño a Kwan? ¿Quién me va a castigar? No es
justo ver mi dolor como algo diferente.
Tyran y Zander miraron Alex. Los dos hombres estaban sin palabras.
Kwan decidió ayudarlos. Después de todo, eran familia.
― Es imposible que tú me hagas daño. Eres perfecto, cariñoso, así que
sé tú mismo y todo estará bien.
Alex se volvió hacia él. Fue casi cegado por la sonrisa y los ojos brillante
¿Habría visto alguna vez tanta alegría en la cara de alguien?
Tyran y Zander se fueron. Oyó el clic cuando la puerta se cerró detrás
de ellos. Sus pasos resonaban mientras caminaban por el pasillo,
dejándolos solos en frente de dos grandes puertas dobles que daban a la
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habitación del rey.
― Es hora de dormir. ― Dijo Kwan. Levantó la barbilla de Alex. Pasó el
dedo por la yugular del cuello de su compañero. Después, él probaría
todas las partes del delicioso hombre. Ninguna pulgada se salvaría. Alex
tembló, mostrando que él ansiaba más. La lengua rosada lamió los labios,
enviando un mensaje al pene de Kwan que saltó en respuesta. Quería
empujar a su compañero contra la pared y hundirse en el paraíso. Casi
podía oír los gritos de placer, pero la primera vez de su compañero no
sería así. Se merecía una cama y toques amorosos, no rasgar la ropa y un
pene golpeándolo con poca consideración para su placer. Kwan bajó la
mano y atravesó las puertas dobles.
Alex miró hacia dentro, estudiando el área antes de dar unos pasos
vacilantes entrando. Cuando entró en la habitación, la puerta se quedó
abierta. Su compañero respiró hondo cuando se dio cuenta de la cama.
Se acercó y entonces, las puertas se cerraron. Alex saltó. Dedos nerviosos
jugaron con el dobladillo de su camisa. Kwan extendió una mano firme y
Alex lo miró. Su brazo temblaba cuando extendió la mano hacia él.
El deseo ardía en los profundos ojos azules de Alex. La lujuria ardía en
esos ojos. Usó todo su autocontrol para no tirar a Alex en la cama. Esos
ojos se movieron lentamente hacia arriba y hacia abajo de su cuerpo,
demorándose en su pecho y deteniéndose a mirar su pene cubierto. La
lengua salió, lamiendo los labios carnosos y Kwan imaginó esa boca
alrededor de su eje cuando su lengua se deslizó hacia arriba y hacia
abajo. Él no pudo contenerse. La necesidad de probar y devorar el dulce
néctar desafió su control.
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Estaban en los brazos el uno del otro. Ninguno de los dos quería
moverse, pero pronto tendrían que volver al mundo. Un rey sólo podía
estar en la cama por un tiempo antes de que los problemas se
amontonasen. Sólo su apareamiento contuvo a los asesores de llamar a
su puerta, pero los últimos días no fueron suficientes.
― Quiero saber más acerca de tu pasado. ― Kwan quería saberlo todo.
Él sabía que los detalles no eran buenos, pero tenía que oírlo todo.
― Esta es una pregunta capciosa. ― Alex se frotó los dedos por el
pecho.
― ¿Esto significa que no vas a responder? ― Se necesitaría tiempo
para acostumbrarse a dejar que alguien lo desobedeciera o rechazara su
voluntad, pero no obligaría a Alex a compartir. Su compañero significaba
mucho para hacerle daño de esa manera.
― No sé lo que pasó con mis padres o nada sobre ellos. ― Alex hizo
una pausa por un momento, Kwan pensó que iba a parar, pero luego
empezaron las palabras. ― Hay una parte vacía de mi vida. Incluso Zan
no podía llenarla con respuestas. Mi tío se hizo cargo de nosotros. Él no
era amable, pero nuestra vida allí no comenzó tan horrible. Al principio,
todo lo que teníamos que hacer era limpiar y cuidar la casa. Yo aún no
estaba en edad escolar. Y así fue durante mucho tiempo. Cuando llegó el
momento de aprender... ― Hubo otra pausa, pero Alex se quedó quieto.
― Adelante. ― Dijo Kwan. Abrazó a su compañero más cerca de él.
― Nunca fui a la escuela. Aprendí a leer con el personal de la cocina,
pero incluso eso era difícil. Zander aprendió rápidamente. Por la noche
leía para mí.
Hubo un peso que Kwan no entendía, una tristeza que rompió su
corazón.
― ¿Qué hay de malo en eso?
Alex levantó la cabeza y sus ojos azules tenían miedo y pesar.
― Yo soy un ignorante.
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― Tú eres mi pareja. Si quieres aprender, entonces voy a contratar
maestros.
― ¿No te molesta que yo no esté familiarizado con las leyes o la
historia?
― Claro que no ¿Te molesta a ti que yo lo esté?
Alex frunció la nariz.
― Eso no es el mismo. ― Luego sonrió. ― Zan dijo lo mismo. Yo le dije
que quería ser un sanador, y en vez de reírse, me animó.
Sólo una cosa más que tenía que agradecer al hermano de su
compañero. Qué diferente había sido su vida. Alex había trabajado
mientras él aprendió a ser el rey. Una persona mantuvo a este hombre
puro e inocente.
― Amas a tu hermano.
― Se suponía que yo debía ser un esclavo, vendido al mejor postor
para el sexo. Sólo por casualidad y un hermano determinado a darme un
futuro diferente fui capaz de escapar a este destino. Zander es
inteligente. Podía haberme dejado en cualquier momento, pero por mí se
quedó. Yo no sólo lo amo, sino que le debo todo por salvar mi vida y
darme esperanza. Te encontré a causa de él.
― Sí, creo que él es parte de la familia.
Los labios de Alex subieron por las esquinas.
― Sí, y va a rasgar tus pelotas si me haces daño. Él hablaba en serio.
Zan puede ser muy protector conmigo.
― Cualquier persona que te lastime voy lentamente a torturarla y
matarla. Nadie va a hacerte daño. ― Podía imaginar el dolor del otro
hombre y nunca quiso que Alex lo experimentara de nuevo.
― ¿Y tú? ― Preguntó Alex. ― Háblame de su vida.
― Yo soy el rey. Todo el mundo hace lo que le pido y nadie me dice la
verdad. Pasé mi formación inicial de la vida aprendiendo a gobernar y,
58
desde entonces, eso es lo que hice.
Alex se incorporó y lo miró.
― Tú haces una diferencia en la vida de las personas. Me salvaste de
mi destino. Es lo que importa. Es posible que no hayas elegido tu vida,
pero has hecho cosas buenas.
Kwan sonrió ante la respuesta ingenua. Salvó a Alex porque eran
compañeros. Una parte de él sabía que si este no hubiera sido el caso, su
dulce Alex habría sido encarcelado durante un año y luego vendido.
― No soy tan grande, pero si a ti te lo parece, entonces está bien.
Alex sacudió la cabeza y cayó en los brazos de Kwan.
― No puedo dejar de sentir que has estado tan atrapado como yo. No
en una habitación, pero obligado a ser algo que no quieres ser.
Algunos días él se sentía así también. Otros envidiaban el poder.
Controlaba ejércitos ricos, pero nunca podría unirse a la lucha o salir a
hacer un viaje sólo porque quería un descanso. Kwan se había sentido así
toda su vida, pero sólo Alex lo había visto.
― Mañana, te unirás a mí. Quiero que te sientes junto a mí, mientras
yo gobierno a nuestro pueblo. ― Era egoísta. Su mundo no era en blanco
y negro, pero ayudaría a Alex a navegar por el camino.
― Por supuesto. No quiero volver a separarme de ti.
Una parte de él se sentía culpable por llevar a Alex en su mundo, pero
necesitaba a su compañero para ver todo y comprender sus caminos.
59
Capítulo Cinco
Alex se movió en el banco. La superficie dura presionaba su culo,
recordándole los intensos golpes de la noche anterior. El dolor colocó
una sonrisa en su cara. Estar acoplado y poseído le dio un propósito, pero
no respuestas. No sabía lo que se esperaba del compañero del rey. 60
Además de sentarse al lado de Kwan, ¿tenía que hacer algo? ¿Él debería
sentarse con un rostro de piedra y sólo escuchar, asintiendo de vez en
cuando y mostrando interés, o debería seguir sentado y permanecer
bonito? Las preguntas se amontonaban antes de encontrar las
respuestas, dejándolo más confuso e incierto.
Al menos su culo dolorido le dio algo en qué concentrarse, lo que le
hizo pensar en un tema menos importante, uno que él no tenía miedo de
contestar. Los guerreros nunca utilizaban almohadas o cojines en sus
asientos ¿Por qué? Sí, era una cosa tonta para pensar, pero su falta de
importancia alivió sus nervios. Ahora que se concentró en este asunto sin
importancia, empujó todo fuera y comenzó a notar cosas diferentes,
como que todas las sillas y asientos eran duros y estaban hechos de
madera, metal o plástico resistente. Ninguno de ellos tenía
amortiguación.
No se dio cuenta de inmediato, pero estar sentado en la dura superficie
hizo un punto para él. Nadie se movía, excepto él. Y para empeorar las
cosas, cada vez que se movía alguien lo miraba con una mirada que no
tenía ninguna simpatía. Era más como satisfacción. Lo que era extraño
¿Por qué importaba si él estaba cómodo o con el culo dolorido?
Aun así, el pensamiento estúpido no podía ser respondido. Cuando
volvió a mirar a su alrededor, Corbin le dirigió una mirada fría ¿Qué le
hizo él a este hombre? Nunca había visto tanto odio antes. El hombre
pesaba menos que un guerrero, y con los brazos finos y baja estatura, él
no era ni un poco intimidante. Alex suspiró. Corbin podía no dar miedo,
pero todavía era más aterrador que él. Aun así, la mirada de muerte fría
que le causó escalofríos en su columna era innecesaria.
Independientemente de la hostilidad, se negó a enroscarse en el regazo
de Kwan como un gato asustado.
No le importaba ser visto como débil. No, él lo aceptó. Mientras que él
rasgaba papel, estos hombres cortaban árboles por la mitad. Kwan le
había dado la libertad y el amor, pero Alex le había dado sus problemas
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al rey. Nadie en esta sala quería aceptarlo como compañero del rey. Para
estos hombres, él era un ex esclavo que sólo trajo problemas.
Si empezaba quejándose de su dolor de culo y pidiendo una almohada,
sería visto como mimado. Ese pensamiento casi le forzó una sonrisa. Él,
mimado. No, estaba muy lejos de serlo. No, a menos que una manta para
acurrucarse mientras dormía en el suelo fuera considerado un lujo. Nunca
fue mimado, pero él estaba dolorido. No pienses en tu culo. En esta sala,
débil era peor que mimado, por lo que trató de sentarse sin retorcerse.
Después de esto, tenía que tener una charla con Kwan sobre follar duro y
sillas duras. Pero no iba a quejarse. Esta raza guerrera nunca se quejaba
¿Se consideraba débil expresar molestias? Se encogió de hombros, sin
saber la respuesta.
Nadie se salvó de los asientos incómodos. El trono del rey era de
madera con un diseño intrincado y sin almohada. Si el rey no usaba una
almohada, entonces, ¿qué esperanza tenía de hacer estas reuniones
soportables? Mientras Kwan no se quejara de las sillas duras, entonces
Alex tampoco se quejaría. Así que él ignoró la vocecita lloriqueando "Mi
culo duele” y trató de dejar de retorcerse mientras estaba sentado en una
sala llena de guerreros con duros culos.
Era un error juzgar por el aspecto, pero si se viera obligado a utilizar
una palabra para describir a los hombres que llenaban la sala, sería
"estúpidos". Saludos amistosos o felicitaciones nunca sucedieron. Él no
creía que las miradas frías que enviaron una ola de miedo eran una cálida
bienvenida mal entendida. Prefería que todo el mundo ignorara su
existencia, a que lo despreciaran. Cada vez que encontró los ojos de
alguien, su mirada se estrechaba, evaluando y amenazando, lo que le
llevó a tocar a Kwan en busca de confort cuando el miedo lo consumió.
Él quería encerrarse en la habitación y esperar a Kwan. Sí, ese era el
camino del cobarde. La libertad estaba esperando fuera de esa puerta.
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Todo lo que tenía que hacer era atravesarla, pero Kwan lo quería aquí
para escuchar los temas presentados ante el rey.
Hace apenas una semana, estaba en el otro lado, de pie delante del rey,
ordenando que el monarca estoico lo devolviese a la esclavitud. Las cosas
habían cambiado. Ahora, se sentó junto a su compañero cuando el rey
juzgaba. La mayoría de los delitos eran de cobardía. El código de honor
en el que estos hombres vivían, no perdonaba la debilidad. Esto lo tenía
preocupado. Él había sido un esclavo y estos hombres consideraban a los
esclavos impotentes. Tal vez esta fue la razón para el frío mirar
implacable.
El último hombre que apareció había asaltado una clínica para robar la
medicina para su hijo recién nacido. Hubo un ligero temblor en su voz
cuando él explicó la situación, pero nadie, excepto Alex sabía lo que se
sentía al estar a merced de algo que no podías controlar. Este hombre era
impotente frente a una enfermedad, pero no causó ninguna simpatía. Ni
siquiera pidiendo clemencia ayudó. No, lo hizo peor. El delito cometido
por un hombre indefenso solo encontró una respuesta fría, pero
articulada, uniendo ira y disgusto, dejando a Alex triste y confundido.
Kwan gobernaba la raza más fuerte y más rica de guerreros, pero algo
faltaba ¿Bondad? Él negó con la cabeza. No, no es eso. Compasión. Eso
era. No hubo compasión. Nadie trató de entender. Sólo las reglas y la
fuerza importaban.
Se sentó cuando el próximo hombre entró vestido con un uniforme
militar. A pesar de que su posición lo confundió, la gran cantidad de
medallas de oro le dijo que este hombre tenía una posición alta. Los
guardias se apartaron para dejar espacio para el hombre como si en
cualquier momento iba a agarrarlos por sus gargantas y exprimir la vida
de sus cuerpos.
― No sé por qué estoy aquí. ― El hombre dijo. Dejó escapar un
bostezo que era muy casual al comparecer ante un rey.
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― Ha intentado matar a su hijo.
― No lo llame así. Él es un desperdicio de tiempo perdido. Yo no tengo
hijo.
― Su opinión sobre él no le da el derecho a matarlo. ― Kwan se volvió
hacia la izquierda. ― ¿Qué pasó con el niño? ― Le preguntó al consejero
de pie junto a las escaleras que conducían al trono.
― Fue trasladado a la academia. Una de niños pequeños. ― Stanick,
uno de los principales asesores de Kwan dijo ― Los informes confirman
que el niño está enfermo y no va ser nada en la vida. Todavía es un
recurso. Puede ser un pensador, pero si este no es el caso, se necesita
gente para hacer frente a las tareas del hogar.
El comentario "recurso" dejó a Alex apretando los puños. Nadie tenía el
derecho de decidir el futuro de un niño de ocho años de edad.
Kwan asintió.
― Que esta sea una lección para usted. Nadie puede juzgar más que
yo. Usted no tiene derecho a matar a su hijo porque él no pudo estar a la
altura de sus expectativas. Desde este día en adelante, usted no tendrá
ningún contacto con el niño y le mantendrá económicamente y será
responsable de todas sus necesidades.
El guerrero bajó la cabeza en conformidad, Alex no sintió ningún
remordimiento ¿El hombre trató de sofocar la vida del cuerpo del niño y
eso era todo? ¿Tomar la custodia del niño del agresor? ¿Qué hay del
castigo? El tipo anterior que intentó robar la medicina para su hijo, fue
condenado a tres años de prisión y se consideró leve.
― Además. ― Agregó Kwan. La sala quedó en silencio. ― No tendrás
otros niños.
― ¿Qué? ― Preguntó el hombre.
Alex parpadeó. Eso fue una sorpresa. ¿Será que Kwan iba a castrar al
hombre?
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― Puesto que usted no sabe cómo tratar a un niño, no tendrá otro.
Cuando su hijo alcance la mayoría de edad, puede elegir si lo perdonara.
― ¿Y si muere antes de alcanzar la mayoría de edad? ― Preguntó el
hombre.
La frialdad en los ojos del hombre le decía todo a Alex. Este hombre
planeaba no dejar a su hijo con vida ¿Será que Kwan también se dio
cuenta?
― Usted no tendrá hijos. Así que es mejor esperar que llegue a la edad
adulta. Usted no tendrá ningún contacto con él. ― Kwan levantó la mano
y los guardias arrastraron al hombre de la sala antes de que pudiera
protestar por la decisión.
Alex se llenó de orgullo. Su Kwan protegía a los débiles y aplicaba un
castigo apropiado.
― ¿Puedo hablar? ― Uno de los asesores intervino.
Alex eliminó la necesidad de poner los ojos en blanco.
Kwan asintió.
― Eso fue muy duro. Este hombre es un oficial condecorado.
― Él es un abusador de niños y aspirante a asesino. La ley exige un
castigo apropiado. ― Dijo Kwan.
― El niño no va a ser nada en la vida. Su muerte sería una bondad para
nuestra raza. No debemos castigar a un hombre...
― ¿Cómo puede decir eso? ― Preguntó Alex. Golpeó la mano en la
boca, cuando todo el mundo en la sala se volvió a mirarlo. Deja que
miren. Bajó la mano y enderezó la espalda. No importaba lo que pasara,
no retrocedería.
Kwan puso su mano en el brazo.
― La ley es clara. No elegimos quién las sigue y quién puede matar sin
castigo. Tomé una decisión y no voy a escuchar nada más al respecto.
La mirada fría del consejero envió un escalofrío por la columna
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vertebral de Alex, pero el hombre asintió con la cabeza y se alejó.
Corbin se aclaró la garganta.
― Tiene que ser reprendido. ― Levantó un brazo y señaló con el dedo
a Alex. ― Habló fuera de tiempo.
Los ojos de Kwan se estrecharon.
― Yo me encargo de eso. En privado. ― Su tono desafio a alguien en
la sala de discordar, pero no envió miedo a través de Alex. Él debería
tenerlo, pero confiaba que Kwan no le haría daño.
Todos en la sala dieron un paso atrás. Las palabras de Kwan eran como
fuego que amenazaba con quemar las personas cercanas a él.
― Ahora, ¿hay más casos hoy? ― Dio unos golpecitos con los dedos
sobre el brazo del sillón, un gesto de impaciencia que dejó a todos
sintiéndose incómodos.
Estos hombres tenían miedo de su rey. Alex se quedó quieto y pensó
en el descubrimiento. A juzgar por el tono feliz de Corbin, interrumpir a
un rey tenía un fuerte castigo, pero eso no le asustaba. Kwan era su
compañero, lo que lo decía todo. No, él no le haría daño, Kwan sólo
necesitaba recordarle que la interrupción no estaba permitida.
La actitud de los asesores más cercanos de su rey le preocupaba. No
confiaban en Kwan. Algunos, como Corbin, cuestionaban al gobernante
con palabras como, es en el mejor interés de nuestro pueblo, esa es la
forma en que se ha hecho, o nuestro pueblo sufrirá, como si estuvieran
tratando de hacer que Kwan pareciera débil. Los únicos autorizados a
cuestionar al rey eran los consejeros y esas palabras tuvieron poco efecto
sobre Kwan. El rey conocía la ley y la defendió a cada desafío, citando
casos anteriores e incluso reafirmando la ley, citándola de memoria. Tener
que estar siempre en guardia contra los ataques, desgastaba la energía
de Kwan. Cuando le estrechó la mano, realmente quería atacar.
Le dolió verlo. El mundo de fantasía que había imaginado, no existía en
este lugar. Los gobernantes del planeta habían ocultado las leyes y Kwan
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gobernaba con el libro de la ley en la mano. Alex se preguntó si Kwan
creía en sus palabras o simplemente en la ley. No importa lo mucho que
trató de averiguarlo, Alex no pudo identificar lo que Kwan quería. El
hombre se sentó en el trono, frío, estoico y helado, pero en privado, él
era cálido, amable y cariñoso ¿Cuál era el verdadero Kwan?
Capítulo Seis
Kwan fue capaz de mantener sus manos sin arrancar la cabeza de
Corbin ¿Cómo se atrevía a exigir el castigo por las palabras de su
compañero? La ley puede dictar que el castigo era necesario, pero él
nunca iba a azotar a su compañero. Al menos, no de la manera que 67
dictaban las leyes.
Cualquier interrupción durante la decisión era recibida con latigazos
rápidos y eficientes en la espalda, pero Alex era diferente. Habló porque
creía que había algo mal. Esa inocencia y el punto de vista ingenuo le
dieron algo nuevo y puro. Él nunca cambiaría. Si Corbin insistiese, el
hombre podía encontrarse de pie en una pequeña estación espacial,
contando y organizando suministros, que es lo que se merecía.
Kwan vio cómo Corbin amenazó abiertamente a Alex con una mirada
mortal y fría. Sí, habían sido amantes, pero eso sólo era difícil como el
infierno. No había comparación entre su compañero y una pareja sexual,
y eso es todo lo que Corbin había sido, un culo apretado. Ellos estaban
separados desde hacía años, pero su compañero irritaba al otro hombre.
Aun así, a Kwan no le importaba, siempre y cuando no hiciera daño a
Alex. Pero si su frialdad tocase a su dulce compañero, Corbin pagaría.
Sólo la felicidad de Alex importaba.
― Lo siento, Kwan. ― Alex murmuró mientras la puerta del cuarto se
cerró detrás de ellos.
― No te disculpes por decir lo que pensabas. No importa lo mal que
parecía ― quería a su compañero siempre un paso en frente. Es por eso
que se enamoró ¿Amor? ¿De verdad creía eso? Miró al hombre con el
corazón roto en frente de él. Los guerreros no mostraban mucha
emoción. En lugar de enojarse, él extendió la mano para tocarlo.
― Querían castigarme. ― Alex se frotó los dedos sobre la palma de la
mano. ― Tal vez me lo merecía.
― Nunca. Tú eres mi compañero. Esto hace que tu opinión sea más
importante que una habitación llena de asesores.
― Pero yo no soy educado. Me dejo llevar por los sentimientos. Metí la
pata, pero él me hizo enojar. Nadie quería proteger al niño.
Kwan frotó la barbilla de Alex con el pulgar. Su mano callosa debajo de
la cabeza de su compañero, sosteniéndolo, por eso, Alex lo miró.
― No voy a mentir. Las interrupciones como esta me hacen quedar
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mal, pero no me importa. Conocer tu opinión ayuda a concentrarme. Si
piensas que estoy haciendo lo correcto o lo incorrecto, quiero escucharte.
Eso no va a cambiar. Si Corbin u otros asesores tratan de cambiar esto,
entonces, voy a reescribir la ley.
Una sonrisa se dibujó en los labios de Alex.
― Gracias. ― Sus ojos se movían a distancia antes de volver hacia él.
― Aun así, tengo que ser castigado. ― El tono no tenía miedo. En todo
caso, Alex estaba entusiasmado con la idea.
― Vamos a ver. ― Kwan vio a su compañero morder su labio en
anticipación. ― Estoy pensando en atarte las manos a la espalda y luego
ponerte montándome, tu polla dura rebotando entre nuestros cuerpos a
mi merced, porque no vas a ser capaz de tocarla.
Alex se estremeció y luego asintió con mucho entusiasmo.
― Quítate la ropa. ― Kwan ordenó.
Sin dudarlo, Alex arrancó la camisa azul oscuro. Kwan sonrió. Su
compañero no tenía idea de lo mucho que esta camisa costaba. No, ¿por
qué no? Sus ojos saltaron al guardarropa que fue entregado una mañana
después de que Tyran y Zander fueran de compras con su dinero. Zander
había hecho un punto en gastar una cantidad obscena de dinero, como
una prueba para ver si él valoraba su cuenta bancaria más que a su
hermano. Kwan pasó con nota. El costo de la ropa no significaba nada
para él.
Las manos de Alex temblaban mientras empujaba hacia abajo los
pantalones sueltos de algodón. Cuando salió de la tela, estaba desnudo y
listo para su toque.
― ¿Que he dicho sobre tu castigo?
Su compañero se humedeció los labios. La piel blanca cremosa de Alex
se sonrojó y cambió a un tono adorable de rosa.
― Vas a atar mis manos detrás de mi espalda y luego voy a montarte.
― En la palabra "montarte," Alex miró hacia otro lado. Así que, después
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de todo lo que compartieron, algunas cosas todavía lo avergonzaban.
― Bien, Tigre. Ahora ve a la caja y ábrela.
Alex obedeció inmediatamente. Se acercó y abrió la caja y se quedó sin
aliento con la variedad de juguetes. El endurecimiento de su pene mostró
su excitación.
― Tráeme las esposas acolchadas.
Su compañero se inclinó, asegurándose de que su trasero suave,
quedase a su vista. El pequeño provocador no se acobardó ante la
perspectiva de un castigo. En todo caso, estaba emocionado. El destino
los hizo compatibles en todos los sentidos. Cuando él dio las esposas a
Kwan, se mordió el labio tratando de contener algo.
― Dime lo que está mal.
La orden tenía a Alex en posición de atención. Miró alrededor de la
habitación.
― Basta con mirarme a mí. Así que dime.
Su compañero era un natural en la obediencia.
― ¿Vamos a jugar con todas estas cosas?
Kwan rió.
― Oh vamos, pero vamos a tomar las cosas con calma. Ni siquiera eres
un caballero. Aun. Ahora date la vuelta.
Estudió la piel de color blanco cremoso del culo de su compañero. Los
huesos eran evidentes en su pecho y sus muslos necesitaban un poco
más de carne, pero el hombre era la perfección. El bajo peso se podía
corregir fácilmente después de las comidas consistentes que él le ofrecía
para asegurarse de que Alex las consumía. El moretón en el cuello colocó
una sonrisa en su cara. Él había mordido y alimentándose de ese cuello.
Incluso ahora, sentía sus dientes empujar hacia fuera, exigiendo el dulce
sabor de la sangre. Para su especie, esa marca era la última señal de
posesión.
― Las manos detrás de la espalda. ― Dijo, inclinándose y susurrando
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en el oído de su compañero.
Alex se estremeció y puso sus muñecas juntas. Kwan cerró las esposas
acolchadas alrededor de sus muñecas y tiró para asegurarse de que no se
soltasen.
― Estás a mi merced. ¿Eso te asusta?
― No. ― Dijo Alex. ― Estoy ansioso por eso.
― Los castigos no fueron hechos para ser disfrutados. No debería
parecer que te gustan.
Alex bajó la cabeza.
― Estoy ansioso por tu contacto, no importa cual. Yo voy siempre a
quererte.
Él chupó el cuello de su compañero.
― Me complaces cada segundo que estamos juntos. ― Esto sólo
animó más a su compañero. Alex se volvió y humedeció los labios, en
silencio pidiendo un beso ¿Quién era él para negárselo?
Cuando tocó sus labios, no fue amable como hasta ahora, sino una
fuerte demanda que quería la entrega total de su compañero. Esta era
una prueba para ver hasta dónde podía empujar a su compañero. El sexo
de hacer el amor de forma dulce había sido bueno, pero a Kwan le
gustaba duro también. Mordió un poco el labio inferior de Alex. El
hombre saboreó la sensación de dientes presionando la carne sensible.
Se movió hacia abajo y lamió y besó, cavando su lengua en la curva del
cuello de su compañero. Un gemido escapó de los labios de Alex, lo que
obligó a Kwan a moverse más abajo.
― Me gusta oír lo que hago por ti. Es música. ― Sus labios se
cernieron sobre el pezón de Alex. Cuando dijo las palabras, su aliento
acarició el bulto rosa. Él usó las dos manos para darles vida, y ellos
respondieron muy bien a su toque.
― Kwan, más abajo. ― Alex imploró.
― ¿Abajo? ― Le preguntó. Su compañero tenía un largo camino a
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recorrer. No tenía derecho a exigir, sino esperar a sus toques. Se movió
más bajo, pero pasó por la polla dura sin tocarla. Colocó besos en el
interior de los muslos de Alex.
Alex echó la cabeza hacia atrás. Kwan sentía las piernas tensas bajo su
tacto. Temblaban, dejándole sentirse más en control. Dio un paso atrás.
Uno de ellos llevaba mucha ropa. Alex trató de seguirle mientras se
alejaba, pero una mano descansó sobre el pecho de su compañero para
impedirle seguir adelante.
― Estate quieto y mira. Si eres bueno, voy a dejar que me pruebes.
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Capítulo Ocho
En el tercer día sentado junto a Kwan como el compañero del rey, Alex
no podía permanecer en silencio mientras los guardias arrastraron a un
hombre delgado a través de la habitación y lo arrojaron delante del
trono. El hombre trató de pasar a los guardias, pero ellos lo acorralaron. 89
Algunos se burlaban de él y uno lo tiró de una patada al suelo. Alex
odiaba este tipo de brutalidad. Estaba a punto de levantarse cuando
Kwan le tomó la mano. Su rey apretó y se relajó, confiando en Kwan para
hacer frente a la situación. Tal vez ese era el problema. Ambos veían el
mundo de manera diferente.
El hombre se encogió. Su pelo negro oscuro cubría su cara cuando se
volvió para mirarlos. Sus ojos violetas se estrecharon. El rostro del
hombre estaba sucio y magullado, pero lo que le sorprendió fue la edad
del hombre. Parecía más joven que él. Alex trató de darle una sonrisa
tranquilizadora, pero se encontró con una mirada menos que amable. Él
no quería irritarlo. No, para enfrentar el mundo tenía que ser
desconfiado, eso le puso triste.
― ¿Cuál es el cargo? ― Preguntó Kwan.
― Él estaba pidiendo comida en las calles en la estación espacial. Había
habido informes durante algunas semanas, pero finalmente lo
encontramos.
― Le tomó tanto tiempo porque todos ustedes son idiotas.
Los rostros de los guardias se pusieron rojos de ira. Algunos se
acercaron y levantaron un puño.
― Suficiente ― Kwan dijo con un tono que envió miedo por él, y él
amaba al rey. Sólo podía imaginar cómo se sentían todos los demás.
El hombre de pelo oscuro levantó la barbilla, pero mantuvo la boca
cerrada.
Alex dio gracias en silencio al hombre por tener un poco de sentido
común.
Kwan se rascó la barbilla.
― Tienes un olor.
Volvió la cabeza hacia atrás y miró al rey.
― ¿Lo niegas? ¿Cuánto hace que tomaste una ducha?
― ¿Importa si estoy limpio o no? ― Él trató de parecer valiente, pero
hubo un ligero temblor que traicionó su miedo.
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― ¿Cuál es tu nombre? ― Preguntó Alex. Él sonrió, tratando de
tranquilizar al hombre, que todo iba a estar bien. Kwan apretó un poco la
muñeca con más fuerza, pero no lo suficiente como para hacer daño. Él
golpeó el brazo de Kwan y se liberó. No, su compañero tenía que
entender que se trataba de un hombre y que todos los hombres tenían
nombres.
― Swift ― Se hinchó el pecho como si estuviera orgulloso del nombre.
― Swift. Eso es un nombre poco común. ― Alex quería la historia
detrás de esa expresión satisfecha.
Swift se encogió de hombros.
― Me lo di a mí mismo. No recuerdo que nadie me llamara por un
nombre y yo quería uno.
Las palabras sonaron infantiles y dejaron a Alex triste. Alguien le había
dado un nombre. Si no lo hubieran hecho, ¿habría anhelado uno,
también? ¿Cómo llamaban a Swift antes de eso?
― Esclavo ― Kwan gruñó. ― No hables con mi compañero. Él no es
alguien que guste de ti y puedas comunicarte con él.
Alex se congeló. Una vez había estado en el lugar de Swift, indefenso y
asustado.
― Kwan, está bien. Me gusta este hombre. Tiene un espíritu fuerte.
Ojos de oro―marrón fríos silenciosamente ordenaron a Alex estar en
silencio, pero él inclinó la cabeza en desafío. Él tenía mucho en común
con Swift para no ayudarle.
― No existen esclavos en este mundo. Las marcas en el brazo del
hombre muestran propiedad.
― Swift ― Alex dijo, interrumpiendo a Kwan. ― Su nombre es Swift. ―
Cuanto antes el rey reconociera esto, mejor.
Kwan continuó, ignorando la interrupción de Alex.
― Él rogó por dinero en las calles. Los maestros no dejan a sus
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esclavos sueltos. ― Ahora él miraba a Swift. Alex vio cómo sus ojos se
abrieron por tener todo ese poder centrado en él.
― ¿De dónde vienes? ― La voz de Kwan fue dura e implacable.
Alex bajó la cabeza, incapaz de mirar la escena dolorosa
desplegándose. Cada palabra dura que Kwan dijo le empujó más cerca
del borde. Si él cayese, no había forma de saber lo que pasaría. Miró a
Swift y pudo verse en el suelo, incapaz de pedir, pero decidido a seguir
siendo libre. Este podía haber sido su destino. No había marcas de
cicatrices en la piel, ya que iba a ser vendido como esclavo de cama. Un
día, un maestro podría tallar su nombre en su piel y etiquetarlo como
propiedad.
Los ojos de Swift se estrecharon, pero se mantuvo en silencio. Alex casi
se echó a reír. La acción le recordó su primera vez en esta sala.
― Stanick, busque las marcas a través del sistema. Averigüe quién es el
dueño y devuélvelo.
Swift se puso tenso. Su rostro palideció. Parecía a punto de vomitar en
el suelo en cualquier momento.
― He estado solo durante una década. Usted no me puede enviar de
vuelta. Él me va a matar.
Kwan resopló.
― Una década. No me gustan los mentirosos. Tú vas a volver en
cuanto tu amo sea descubierto.
― No, él no va ― Alex gritó, ignorando a Swift y a todos los demás en
la sala para centrarse en su pareja. ― No puedes devolverlo. Míralo. ―
Señaló al hombre temblando. ― Está aterrorizado. Lo más probable es
que sea abusado. La mayoría de los esclavos lo son ― Él lo sabía por
experiencia personal. Kwan se tensó ante el recordatorio. ― Se ve más
joven que yo. No podemos devolverlo para esa vida.
― No aquí. Discutiremos esto más tarde ― Kwan ordenó.
92
― Sí, aquí ― Alex protestó. ― No voy a quedarme callado. La
esclavitud está mal ¿Cómo puedes aceptar eso?
Kwan lo agarró del brazo y lo apretó.
― La esclavitud es ilegal en este planeta ― dijo Kwan.
Alex puso su pie en el suelo.
― Y Swift está en este planeta.
Por primera vez, la mirada de Kwan combinaba con las otras miradas
frías en la habitación. Odiaba la forma en que todos lo miraban, pero le
rompió el corazón ver esa mirada en Kwan.
Alex negó con la cabeza.
― No puedo verlo. Es un error y lo sabes. ― Sacó su brazo libre y se
dirigió a la puerta.
― Yo no te di permiso para salir.
Alex se encogió de hombros.
― No es necesario. Saldré si quiero. ― Era infantil, pero ahora algo se
rompería si se quedaba.
No volvió la espalda mientras salía de la habitación. Sabiendo que
Kwan iba a imponer una ley bárbara lo dejó paralizado. Le dolió. Sus pies
cogieron velocidad cuando se dirigía hacia la única persona que hizo
todo lo mejor, Zander.
― Zan ― gritó mientras se acercaba a la habitación de invitados. Se
abrazó a su hermano. ― Es horrible.
Tyran cerró la puerta y miró a Alex.
― ¿Que sucedió? ― Le preguntó el guerrero.
― Kwan va a devolver un esclavo. El hombre estaba aterrorizado. No
quería volver. Los guardias lo encontraron en las calles pidiendo comida.
Nadie le había dado un nombre. Y nadie quería ayudarle. ― Trató de
contener las lágrimas.
Zander dio Tyran una señal con la cabeza y el guerrero salió de la
habitación.
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― Ali, Kwan es el rey. Debe seguir las reglas.
― No cuando eso significa la muerte de alguien. ― No, hay más que
eso. ― Podría haber sido yo ¿Por qué Kwan no le ayuda?
― Los reyes no tienen la libertad de actuar.
La semana pasada, vio como las reglas y las leyes de su compañero
eran aplicadas
― Kwan en el trono era diferente. Cada vez que emitía un juicio, citaba
una ley o precedente.
― ¿No es su trabajo? ― Preguntó Zander.
Alex negó con la cabeza.
― No cuando eso va en contra de su corazón. Él no quiere devolver al
esclavo. En el fondo quiere dar al hombre una oportunidad, pero no
puede a causa de algún sentido de la justicia. Puedo ver eso. Él actúa frío
a causa de eso. No soy sólo yo que quiero eso, pero Kwan no va contra
las reglas.
― Sin reglas puede haber una guerra.
Alex negó con la cabeza.
― Las reglas no pueden ser tan simples como leer un libro escrito. A
veces lo que hay aquí ― señaló su pecho ― es importante. ― Hizo una
pausa. ― No puedo verle desistir así. Me duele porque le duele. Él va a
endurecer el corazón y hacer algo que nunca podría perdonarle. ― Bajó
la cabeza. ― Yo era como ese hombre.
Tyran entró, sosteniendo dos tazas de té.
― Alex, tienes que hablar con Kwan sobre eso, no con tu hermano.
― ¿Y si no me escucha? ¿Entonces qué? ― Preguntó Alex. Tenía miedo
de que todo se vendría abajo.
― Entonces vuestra relación no va a funcionar.
Después de una hora, Alex volvió a su habitación. Con la esperanza de
que todavía se considerara su habitación.
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Abrió la puerta y miró a su compañero, de pie contra la pared.
― Hola ―. Cerró la puerta tras de sí.
― ¿Eso es todo lo que tienes que decir? ― Kwan exigió. La bondad
que Alex había conocido se había ido. La ira trató de empujarlo de
regreso, pero él se negó a ceder.
― ¿Quieres que me vaya? ― Alex forzó la pregunta fuera. Parte de su
corazón se rompió al pensar que ya no pertenecía aquí.
― ¿Es eso lo que quieres? ― Kwan se alzó sobre él. Sus ojos brillaban
de color rojo.
― Nunca, pero estás tan enojado. Te decepcioné. ― No podía soportar
verlo. ― Siempre supe que lo haría, pero me decepcionaste, también.
― ¿Te atreves a hablar así después de desobedecerme delante de mi
pueblo?
Alex negó con la cabeza.
― No, yo hablo así contigo. No voy a mirar mientras te niegas a
escuchar a tu corazón. Me duele mucho verte así.
Kwan miró asombrado. El hombre sólo se detuvo y lo miró como si
estuviera loco.
― Explícate. No podemos pretender que esta cuestión no se planteó.
Tenemos que hablar de tu comportamiento.
Alex se enderezó.
― Cuando nos conocimos, yo no creía que yo fuera digno de ti. Pensé
que era un error ¿Cómo podríamos estar juntos? Así que tú dijiste que te
sentiste atraído por mi honestidad. Yo no te creo, pero Zan dijo lo mismo
¿Yo puedo estar contigo y no ser esa persona? ¿La que dijiste que
querías? Eso significa que no puedo ir con la corriente y dejar que me
intimides para estar de acuerdo. Hoy me di cuenta de que tú no quieres
hacer daño al hombre, entonces hablé, porque tú no te sentías como si
pudieses y yo no podía dejar que eso sucediera. Por nosotros dos.
― Eres un ingenuo. Los juegos políticos sucios no te han manchado.
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Pero no es así de simple. La situación es complicada. No puedo ir en
contra de las leyes.
―No es fácil, porque tú no vas a permitir que lo sea. Tiene que haber
una manera. Quizás Swift puede permanecer como nuestro invitado.
― No puedo ofrecer santuario para hombres que pertenecen a otros
hombres.
― Se pertenecían a sí mismos antes de pertenecer a otra persona.
Antes de que nos conociéramos, esa fue mi vida. Me consideraban una
propiedad.
Kwan encaró esas palabras. Su compañero odiaba que le recordaran la
vida de Alex antes de que se conocieran. Él era el rey y esclavizado a un
trono, pero Alex había sido esclavizado.
― Ofrécele una opción ― dijo Alex.
Kwan dio un paso atrás.
― ¿Sabes lo que me estás pidiendo? Mis palabras deciden el destino
de mi pueblo.
― Tú no eres sólo un libro de reglas. Da un paso atrás y escucha esto.
― Puso su mano sobre el corazón de Kwan. ― Encontrarás las respuestas
aquí. Tú eres amable y gentil. Los otros hombres te desafían porque no
sienten tus fuertes creencias. Ellos no creen en un libro de leyes. Que
vean que no es tan fácil. ― Dejó que las palabras se hundieran antes
preguntar― ¿Crees que la esclavitud es mala?
― La odio ― Kwan respondió casi al instante.
― En su mundo, son esclavos, pero en este mundo pueden ser
visitantes ¿Tiene que irse? Tú me reconociste como uno de los tuyos,
pero yo no estoy pidiendo que los reconozcas. Simplemente reconoce
sus opciones. No los veas como propiedad, sino como personas. No me
atrevería a pedirte esto si no supiese, en el fondo, que eso es lo que
querías, también.
Kwan atrajo a su compañero en un fuerte abrazo.
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― Eres más fuerte que cualquier guerrero. Mi dulce compañero. ― Sus
cuerpos encajaban a la perfección. ― ¿Cómo se te ocurrió ese plan?
― Tyran. Él piensa que va a funcionar.
Kwan suspiró.
― Podemos intentarlo. Pero no te hagas muchas ilusiones.
― Gracias.
― No me des las gracias. Simplemente ámame.
― Yo ya lo hago. En el corto tiempo desde que nos conocimos, te
convertiste en mi corazón.
― Estas son las palabras que todo hombre quiere oír.
Alex se apartó y le dio un suave beso en los labios a Kwan.
― No voy a ser popular.
― La popularidad no es tan importante como la autoestima ― dijo
Alex.
Los ojos de Kwan se agrandaron. La verdad casi derribó a su
compañero de sus pies. Alex lo agarró del brazo.
― Yo lo hago complicado. Pero tú ves el camino correcto y apuntas
hacia él. ― Kwan extendió la mano y tiró de Alex más y lo sujetó en un
abrazo amoroso. ― Yo no puedo darles la libertad, pero les puedo
ofrecer un hogar. No puedo decir a mis guerreros que liberen a los
esclavos, pero puedo ofrecer santuario para los hombres que se han
liberado. En este mundo y en todas las estaciones espaciales en nuestro
territorio, ningún esclavo será perseguido y enviado de vuelta.
Alex apretó a Kwan con más fuerza en sus brazos. Sus ojos se
encontraron y antes de darse cuenta, se estaban besando. Las lenguas se
deslizaron una contra la otra. Cuando se apartaron, estaba sin aliento.
Cuanto más tiempo estaban juntos más confiado él se volvió. Alex dejó
su respiración salir y luego exigió más. Simplemente sintiendo una
degustación nunca sería suficiente. Amaba cada parte de su rey. Manos
impacientes rasgaron la tela de la camisa de Alex.
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― Voy a terminar con nada que ponerme, si sigues rompiendo mi ropa
― Alex rió ante la idea de sentarse desnudo al lado de su compañero
mientras que el hombre gobernaba un mundo.
― ¿Confías en mí?
Alex asintió.
― Confío en ti con mi cuerpo, mi vida y mi alma.
Capítulo Nueve
Zander dio a Alex un gran abrazo aplastante que casi sacó todo el aire
de sus pulmones. Se agarró a él más tiempo de lo necesario, pero estaba
bien. Él golpeó la espalda de su hermano, saboreando el calor y la fuerza.
Él estaba con Kwan porque Zander lo sacó del infierno y lo protegió. Sus 98
ojos comenzaron a lagrimear cuando se dio cuenta de que era eso.
― Abrazos de adiós son difíciles ― dijo Zander. Su mano frotó la
espalda de Alex antes de apartarse
― Eso es ― dijo Alex. Se secó los ojos, negándose a soltar una lágrima.
No, tenía que ser fuerte. Lo último que quería era que Zander mirase
hacia atrás y viera su cara llorosa. No, iba a decir adiós con una sonrisa.
― Te echare de menos, hermanito ― dijo Zander. ― Pero estarás bien.
― Zan, vamos a hablar todo el tiempo.
Era poco probable, y ambos lo sabían, pero la verdad era difícil de
aceptar. Con Zander viajando alrededor del espacio, sería difícil enviar
mensajes. Aun así, él iba a esperar por ellos. Enviar los de él era
imposible, pero él escribiría cada semana y cuando se reunieran de
nuevo, se los daría a su hermano.
― Voy a preguntar a Tyran si podemos permanecer más tiempo. Esto
no tiene por qué ser la despedida. Al menos no todavía.
Zander trató de apartarse, pero Alex lo agarró.
― No ―. Él negó con la cabeza. Una parte de él quería caminar sobre
Tyran con Zander y asegurarse de que su hermano nunca dejaría su lado,
pero él ya no necesitaba a su hermano mayor para mirar por encima de
su hombro. Tyran tenía un trabajo al que volver y Zander tenía una nueva
vida. No, tenía que ser él. Alex era un adulto, pero eso no significaba que
no echaría de menos a su hermano.
Tyran caminó detrás de Zander. Puso ambas manos sobre el hombro
del hombre más pequeño.
― Ven. Es la hora.
Zander miró a su compañero.
― Pero... ― Entonces se detuvo, dándose cuenta de que no había nada
que pudiera hacer para cambiar la situación, así que hizo lo único que
podía hacer y asintió con la cabeza en aceptación.
Kwan se acercó. Él extendió la mano hacia Zander.
Zander apartó la mirada y debatió durante un momento antes de
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extender la mano y apretarla.
― Yo voy a cuidar de él ― dijo Kwan.
Zander asintió, pero su rostro aún tenía un ligero disgusto.
― Lo sé, pero es difícil dejarle ir. Él es... ― Las palabras eran demasiado
difíciles para su hermano decirlas, por lo que dejó de intentarlo.
Era el turno de Alex. Se acercó a Tyran.
― Cuida de él. ― Señaló a Zander. ― Él se preocupa demasiado y
necesita relajarse. ― A continuación, una sonrisa pícara se formó en su
cara y él se acercó más. ― Tal vez más sexo irá a calmarlo.
― Oye, he oído eso. ― Zander cruzó los brazos sobre el pecho en
señal de protesta. Tyran puso un brazo sobre el hombro de su hermano y
lo atrajo a su cuerpo.
― Estará muy amarrado para preocuparse mucho. ― El doble sentido
tuvo a Alex sonriendo y a Zander sonrojándose. Palabras tales como "Me
gusta estar atado a una cama, también" fueron empujados hacia abajo.
Ahora, su hermano no estaba preparado para esta imagen. Ellos sólo
habían empezado a hablar de sexo, pero a veces se preguntó si su
hermano negó la verdad y no quería saber que él pasaba toda la noche
en el pene de su compañero.
Después de otro abrazo a su hermano, se despidieron por fin. Mientras
Tyran y Zander se fueron, su hermano solo se giró tres veces a mirarlo.
Aun así, fue una mejora. La última vez que se dio la vuelta, una sonrisa
pícara se formó.
― ¡Oh, Kwan! Alex fantasea con ser follado en tu trono.
La boca de Alex se abrió y volvió a cerrarla. Sí, era una fantasía que
compartió con su hermano, pero eso no significaba que quería
compartirla con su pareja. Sintió que se ruborizaba. Antes de que pudiera
gritar a Zander, su hermano se marchó.
― Eres bienvenido ― Dijo a Zander cuándo la puerta se cerró. ― Voy a
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hacer eso una realidad. ― Kwan le susurró al oído. La voz suave, sensual
prometió mucho sexo que iba a pasar en el salón del trono esta noche. Se
estremeció y se imaginó todos los juegos que ellos jugarían. ― Pero, voy
a añadir algo extra por compartir tus fantasías sexuales con alguien que
no sea yo. Tal vez, voy a doblarte más y follarte delante del trono. O me
sentaré en el trono contigo sobre mis rodillas y las nalgas en el aire,
mientras te zurro. La próxima vez que te sientes a mi lado mientras yo
gobierne, necesitaras un anillo para el pene para mantener tu eje hacia
abajo, ya que nunca olvidarás la forma en que te reclamé.
Esta promesa dejó a su pene de acuerdo. Se volvió a preguntar a Kwan
si hablaba en serio, pero no fue necesario. La expresión en el rostro de su
compañero lo decía todo. Esta noche estaría en su memoria para siempre.
Se quedaron en el puerto espacial para ver la nave llevar a su hermano
fuera de la pista de aterrizaje. Agarró la mano de Kwan cuando la nave se
preparó para su lanzamiento. Nada podría desviar sus ojos cuando los
motores se encendieron y la nave salió de la terminal de lanzamiento. Se
levantó y parecía flotar en el aire. A continuación, los motores lanzaron la
nave al espacio. Alex entrecerró los ojos, observando un pequeño punto
que esperaba que fuera la nave, pero no podía estar seguro. Estrechó la
mano de Kwan cuando él ya no podía pretender ver la nave. De esta
forma, su hermano se había ido.
― ¿Quieres ir con ellos? ― Preguntó Kwan.
Alex negó con la cabeza.
― ¿Y dejarte? ― Pasó un brazo alrededor del brazo de su compañero.
― Me necesitas mucho y te necesito. ― Una parte de él quería acusar a
su compañero de intentar deshacerse de él, pero la inseguridad ya no
llenaba su mente y Kwan podía no ver las palabras como una
provocación lúdica.
― Oh, te necesito. No sólo en mi cama, sino a mi lado ― susurró Kwan.
Golpeó al rey con su codo.
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― Es correcto. ¿Quién va a evitar que seas demasiado frío? Quiero que
sigas a tu corazón.
― Tú eres mi corazón. Y yo te seguiré a cualquier lugar.
― Le echaré de menos ― Alex admitió a su compañero.
― Por supuesto que sí. ― Kwan lo atrajo hacia sí.
― Pero si te dejo, yo no voy a sobrevivir. Tú eres tan importante para
mí.
Kwan se inclinó y le dio un suave beso en los labios.
― Nunca dudes que me siento de la misma manera.
No, Alex ya no dudaba de su lugar en el mundo de Kwan. Ellos estarían
juntos hasta el final de sus días.
Él entrelazó los dedos juntos y tiró de Kwan para salir. Cuanto más
pronto regresaran al castillo antes podrían desnudarse. Planeó mostrar a
Kwan cuánto habían mejorado sus técnicas de montar, mientras
bautizaban el trono.
― Te ves terriblemente emocionado ― dijo Kwan.
― Oh, me siento un poco vacío y espero que vayas a llenarme. Quiero
montarte toda la noche.
En lugar de correr, Kwan le dio un abrazo. Un embarazoso grito escapó
cuando fue arrastrado a los brazos de su compañero.
― Caminas demasiado lento. ― Le besó la frente a Alex cuando él lo
llevó fuera del puerto espacial. ― Tus piernas son demasiado cortas.
Alex pasó la lengua por los labios.
― No son demasiado cortas para envolverlas alrededor de tu cintura
cuando estás empujando dentro de mí.
― ¿En serio? ― Preguntó Kwan, arqueando una ceja. ― Vamos a tener
que comprobar eso. Primero de espaldas. Enseguida, en el suelo de la
sala del trono antes de que me montes mientras estoy sentado en mi
trono. Tal vez te voy a doblar sobre la silla en la que te sientas. Tengo la
intención de satisfacer tu fantasía. No estoy seguro de cuando voy a
102
enrojecer tu culo. Probablemente antes de que mi polla esté dentro de ti.
Voy a hundirme en tu culo rojo y me asegurarse de que todas tus
fantasías son satisfechas por mí. No quiero volver a oír de otro hombre
como tú quieres tomar mi pene.
― Oh, las posibilidades ― dijo Alex. ― No puedo esperar a ver cómo
puedes ser creativo. Voy a tratar de no olvidar, pero podría necesitarte
para recordarme. No me gusta compartir con tus asesores cuando quiero
levantarme.
Kwan gruñó con esas palabras. Alex paso saliva cuando los ojos de su
rey prometieron llevar su cuerpo en todas las posiciones imaginables.
Con la puesta de sol al fondo, Kwan llevó a Alex de vuelta al palacio. Su
vida estaba apenas empezando y las posibilidades de su futuro eran
infinitas.
FIN
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03 El Gatito de Theo
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