Sunteți pe pagina 1din 6

La naturaleza y madurez del adorador

Adorar lo que sabemos

No podemos hablar de "adoración" sin primero hablar del "adorador", toda adoración
se pervierte si el adorador no es verdadero, por más que sea la adoración o canción
más extraordinaria que el mundo haya visto/escuchado jamás.
Por eso lo primero que debemos entender es por qué se necesita adoradores
maduros. La madurez no es una opción si hablamos de producir en el tiempo presente
lo que Dios espera que se produzca; hablar de que nuestra vida ya no nos pertenece,
sino que vive Él en nosotros, puede sonar hermoso y romántico en el plano de una
canción, pero ¿por qué no podemos ver como una realidad esto que cantamos en
nuestra generación? La respuesta es: por nuestra inmadurez como adoradores.
Todo lo que pertenece al Reino de Dios es universal, es decir, nos incluye a todos. El
peor daño que se le puede hacer a temas relevantes en el Reino de Dios es
sectorizarlos: “los del grupo de adoración", “los del grupo de intercesión", “los del
grupo de protocolo".
Cuando se sectoriza lo que es universal, entonces caemos en un error, ignorando la
obra del Señor en la cruz; antes de la cruz había un sacerdocio levítico, una tribu
separada, la cual ministraba ofrendas y adoración al Señor, pero el orden fue
cambiado, hoy nosotros no somos “levitas", sacerdotes según el orden de Aarón, o de
Leví, no somos salmistas, somos adoradores, independientemente de que toquemos o
no un instrumento, somos adoradores porque Dios nos ha escogido como real
sacerdocio, por lo tanto, cada creyente es un sacerdote, un ministro, un adorador. El
apóstol Pablo en 2 Corintios 3 dice que todos fuimos hechos ministros competentes,
en este sentido, no se refiere a algo que debemos alcanzar, sino algo que somos.
Sin embargo, la razón por la cual esta realidad no se evidencia es porque no hemos
alcanzado la madurez necesaria. El niño, entre tanto que es niño, en nada difiere del
esclavo, aunque es señor de todo, ¿por qué? porque no ha sido señalado el tiempo por
el Padre hasta ahora. ¿Qué quiere decir esto? Que hay un momento en el que el Padre
tiene que validar nuestra función, hay un momento en el que el Padre tiene que decir
“ahora estás maduro".
El desarrollo pleno de nuestra función y de Su expresión en la tierra, es en el sentido
de que nosotros seamos hallados por Dios maduros en nuestra asignación. Y no hay
peor daño para una generación que alguien que ejerza su función con altos niveles de
inmadurez. El daño no se produce por la obra de Satanás, el daño se produce por
gente que no es perita, que no es exacta para determinar ciertos asuntos.
Difícilmente usted se dejaría practicar una cirugía delicada por un estudiante de
medicina, por el contrario, confiaría sólo en su médico de cabecera.
¿Cuántas veces las cosas del Reino de Dios, las cosas eternas, las cosas que pertenecen
a la vida y a la piedad caen en manos de pasantes? Los asuntos eternos de Dios no
pueden ser tratados ligeramente.
ADORAR LO QUE SABEMOS

Juan 4:20-22 “Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en
Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora
viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo
que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los
judíos.”

La base de toda adoración está en saber. Se adora lo que se sabe, lo que se ha


revelado al espíritu. No podemos cantar acerca de un Dios de justicia, si no sabemos
verdaderamente que Él es justo, por muy agradable que suene la melodía. La
adoración que es efectiva no es la que se repite, sino la que se sabe. Por eso Jesús le
dice a la mujer: “ustedes adoran lo que no saben".

Mateo 11:27 Todas las cosas me han sido entregadas por mi ...

Rom 9: 15 Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia,
y me compadeceré del que yo me compadezca.

Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene
16 

misericordia.

En cuanto a esto, necesitamos entender que hubo un día en que todos nosotros “no
supimos", entonces la base con la que trabajaremos en este tiempo será la humildad,
la humildad de poder decir: “yo tampoco sabía".
Ahora bien, no es lo mismo saber que tener información. Saber es haber tenido una
experiencia con el Cuerpo de Cristo, una experiencia con el Hijo, no es algo que
podemos incorporar a nuestras vidas como información que escuchamos de un
predicador. El saber es diferente a la información. Una persona puede tener
información y sin embargo no saber. Esta era la discusión de Jesús. ¿Se puede adorar
lo que no se sabe? Sí, pero no significa que esa adoración será la que agradará al Padre.
No somos nosotros quienes definimos nuestra adoración. Es Dios mismo quien define
si esa adoración le llegó a Él (como sucedió con las ofrendas de Caín y Abel). Esto no
tiene que ver con cantidad de adoración, sino con la calidad de la adoración que
ofrecemos.
En cuanto a la calidad de la adoración, necesitamos entender que la mejora de la
canción no está basada en la mejora de una letra, sino en cuánto el adorador ha visto
con mayor nitidez a Cristo. No se trata de la modernización de las canciones, sino de
que Cristo sea más nítido en aquellos que ofrecen adoración.
Nuestro nivel de adoración no está determinado por la canción que estemos cantando
en una reunión, nuestra adoración está determinada por lo que nosotros sabemos, por
lo que nos ha sido revelado al espíritu:

1 Corintios 2:12 “Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu
que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido (...)"
Desde el conocimiento de aquello que Dios nos ha concedido es que debemos adorar,
no desde la necesidad. La madurez nos permite tener acceso a todo aquello que Dios
nos ha concedido en Cristo.

Gálatas 4:1-2 “Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere
del esclavo, aunque es señor de todo; sino que está bajo tutores y curadores hasta el
tiempo señalado por el padre."

Adorar lo que sabemos, adorar lo que conocemos,


adorar lo que nos ha sido revelado.

Juan 4:19-26 “Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres
adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar. Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en
Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo
que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. Mas la hora viene, y ahora es,
cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren . Dios es
Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. Le dijo la
mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará
todas las cosas. Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.”

Tenemos que desinstalar la idea de que Dios está deprimido porque nosotros no lo
adoramos, Dios ya estaba lleno de adoración antes de que nosotros naciéramos,
nosotros no nacimos para adorar en el trono. Nosotros nacimos para que, como
adoradores, seamos una expresión del trono de Dios en la tierra.

No somos adoradores porque a Dios le falte adoración, somos adoradores


porque el mundo necesita conocer que Dios es adorado en la tierra.

Por consiguiente, Dios no busca nuestra adoración, Él busca que seamos adoradores.
La diferencia más grande entre la adoración del Antiguo Pacto y la del Nuevo Pacto,
radica en la diferencia entre altar y trono. La adoración de altar tiene que ver con algo
externo, y está relacionada a la tierra, a una geografía. Sin embargo, Dios no opera
externamente, sino internamente. Por eso, ser una expresión -desde nuestro interior-
del trono de Dios en la tierra, siempre será mucho más efectivo que levantar altares
externos.
No podemos sujetar a una geografía la adoración a Dios. No podemos sujetar a una
nación la adoración a Dios. En Él no hay muchas naciones, sino, solamente, Su nación:

Gálatas 3:28 "Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer;
porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús."
La mujer samaritana dijo: "Nuestros padres adoraron en este lugar y adoraron así (...)",
ella lo hacía por tradición, pero el Señor le estaba diciendo "eso ya no es así” Hay
una revelación mayor de lo que Dios quiere hacer.

Salmos 47:6-7 "Cantad a Dios, cantad; cantad a nuestro Rey, cantad; porque Dios es
el Rey de toda la tierra; cantad con inteligencia."

La canción en el espíritu no tiene ropaje cultural, es una canción que nace en la


revelación del espíritu, no sale de nuestros sentimientos, no cantamos nuestras
tragedias, ni nuestras circunstancias sino Su Realidad.

El punto de partida es Su trono, “cantad con inteligencia porque Dios es Rey sobre la
tierra".

Salmo 47:7 "(...) porque Dios es el Rey de toda la tierra; cantad con inteligencia."

Nuestra calidad e inteligencia como adoradores va a notificar al mundo espiritual que


Dios sí está en la tierra, y las puertas del Hades no podrán prevalecer contra esa
adoración. Cuando la gente se pregunta ¿dónde está Dios?, en realidad la pregunta
debería ser ¿dónde están los adoradores?
La samaritana adoraba conforme a lo que había aprendido, pero Jesús vino a
establecer el nuevo orden; no buscamos su presencia, no tenemos un sistema aarónico
con símbolos, adoramos desde la Verdad.

VERDADEROS ADORADORES

Juan 4:23-24 "Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque también el Padre tales
adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en
verdad es necesario que adoren."

La verdadera adoración, puede ser expresada por el acceso que nos ha sido dado en el
Nuevo Pacto.
Este pasaje tan conocido, nos confronta con una realidad contundente. Jesús está
anunciando la próxima llegada de los "verdaderos adoradores". La mujer samaritana
habla con Jesús acerca de la adoración como quién sabe de lo que habla. Además,
compara sus conceptos de adoración y los de su pueblo con los conceptos judíos. La
razón por la cual una mujer no conectada a lo religioso puede deliberar y discutir sobre
adoración, responde al hecho de que este tema se discutía comúnmente en diversos
ámbitos sociales. Sin embargo, Jesús evita la controversia y en vez de eso le declara
algo muy poderoso, al manifestar que existen verdaderos adoradores, los cuales no
han sido conocidos hasta su llegada.
Si existen verdaderos adoradores, entonces existen los falsos. Es la adoración
verdadera la que hace verdaderos a los adoradores. El secreto no está en la intención
del adorador, sino en la manera en que adora, y Jesús establece esa manera: "en
espíritu y en verdad". Esa es la única geografía en la que puede expresarse una
verdadera adoración: en Cristo.
Toda intención de adoración que podemos leer en la biblia antes de Cristo, sólo debe
ser entendida como un anuncio de la verdadera adoración que vendría.
Toda expresión llamada "adoración" que podamos encontrar antes del sacrificio de
Cristo, no debe ser entendida como adoración, sino sólo como expresiones que
esperaban la manifestación de la verdadera adoración en manos de los verdaderos.

La adoración verdadera no responde a expresiones musicales, ni sacrificios


humanos, sino a una expresión más nítida de CRISTO siendo formado en
nuestros corazones.

La adoración está íntimamente ligada a la obediencia.


Dios nunca recibirá lo que nuestras intenciones proporcionan, sino sólo aquello que
nace de Su intención y voluntad. Por lo tanto, la obediencia a Dios es un aspecto
clave en nuestra vida de adoración.
Sin embargo, muchos hombres en el antiguo pacto obedecieron a Dios, y aún así Jesús
declara que la tierra no había aún conocido a los verdaderos adoradores. Aquellos
salmistas y profetas del antiguo pacto sólo pudieron anunciar lo que vendría en
Cristo.
La obediencia que el Nuevo Pacto nos ofrece tiene CALIDAD. Es la calidad de la
obediencia la que determina si ésta puede ser llamada verdadera adoración. No es
suficiente con tan sólo oír la voz de Dios y ejecutar sus directivas. Esa es la obediencia
de un esclavo, pero el Padre recibe como adoración la obediencia que se produce por
naturaleza; la obediencia del Hijo.

MANIFESTACIÓN DE LA NATURALEZA DE CRISTO


Nada puede ser llamada adoración verdadera a menos que su expresión produzca
una manifestación más precisa y perfecta de la naturaleza de Cristo, la cual portamos
en nuestro espíritu por Su Gracia.
En el trono de Dios pierde valor toda palabra o expresión artística que los hombres
puedan expresar, a menos que dichas personas muestren un mayor fruto de madurez
al expresarlo. Los ángeles pueden ofrecer a Dios expresiones artísticas absolutamente
maravillosas, pero nunca podrán manifestar la naturaleza misma del Hijo, y eso debe
ser lo que nos absorba por completo.
La adoración verdadera no está en el hacer, sino en el ser que busca manifestarse.
Esa naturaleza se abre camino en nuestro hombre natural para ejecutar acciones sólo
explicables por Cristo en nosotros.

Mateo 3:16-17 “ Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí
los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y
venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Éste es mi Hijo amado, en quien
tengo complacencia.”

La voz del Padre establece en este episodio un nuevo orden de adoración. Jesús aún no
había hecho milagros ni sufrido en la cruz. La fuente de complacencia que el Padre
recibe del Hijo no tiene que ver con acciones o expresiones físicas, verbales o artísticas.
El Padre se complace en Cristo por el aroma de Su naturaleza manifestándose al
mundo de forma madura.
La palabra hebrea ‘huios' (traducida como hijo) nos habla de un hijo que ha crecido y
madurado; es el hijo que está listo para administrar en la casa del padre.

No tiene que ver sólo con portar una misma genética, sino que además dicha
vida se evidencie con conductas, carácter y criterios que representan al Padre.

Sólo Cristo pudo ofrecer esa adoración al Padre. Por Su sacrificio en la cruz y en Su
resurrección fuimos hechos participes de Su naturaleza. Por lo tanto, no adoramos por
intención o fuerzas humanas, sino por Gracia.
La madurez espiritual nos lleva a encontrarnos con la dirección de Dios, la que provoca
la respuesta de Su naturaleza en nosotros. En esa Gracia podemos acceder a la
obediencia perfeccionada y precisa del Nuevo Pacto: la persona de Cristo manifestada
en nosotros. La calidad de la obediencia en el Nuevo Pacto se sustenta en la naturaleza
de Dios que crece y madura hasta llegar a una estatura.
Sólo ese tipo específico y preciso de obediencia nos lleva a encontrarnos con los
conflictos y dificultades programadas por el Padre. Ellas nos permiten acceder y
participar de sucesos con calidad eterna; verdaderos avances en lo que Él se propuso y
nos ha propuesto en Cristo Jesús.
Para acceder a la madurez espiritual es plenamente necesario el bautismo verdadero,
en el espíritu, en el cual la naturaleza operativa del “Primer Adán” sea llevada a la
muerte y la naturaleza del “Postrer Adán” crezca y se manifieste.

¿QUÉ SIGNIFICA EN ESPÍRITU Y EN VERDAD?


La palabra verdad en el nuevo pacto se traduce “realidad”, nuestra realidad es
nuestra adoración. Adorar en espíritu y en nuestra realidad.
La pregunta es: ¿Nuestra realidad adora a Dios? ¿Adoramos con nuestra realidad?
En este tiempo tenemos que trabajar inteligencia, entendimiento, sacar todos los
sentimientos si es posible en esta primera etapa, para que no sean el ingrediente
número uno de nuestra adoración, sino que pueda ser la revelación que Dios nos va
dando desde Su trono.
Esta es la adoración de la iglesia del nuevo pacto, no es un hermano cantando en la
reunión, es la realidad de los santos.
La calidad de la adoración que expresamos a Dios, produce en nosotros como
consecuencia una calidad de obediencia que Israel no pudo GENERAR, sino que nos
fue reservada y otorgada por Gracia.

S-ar putea să vă placă și