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Becario CONICYT
Profesor guía
René Salinas M.
Tesis de Grado para optar al grado de Doctor en
Estudios Americanos con mención en Historia
Santiago – Chile
2012
TABLA DE CONTENIDOS
Agradecimientos 1
Presentación 2
I PARTE
Perspectivas de Análisis, Metodologías y Conceptos Teóricos 4
Introducción 4
II PARTE
CIENCIA, HIGIENE Y SANITARISMO 47
III PARTE
LA REGULACIÓN DEL CUERPO, LA MENTE Y EL ESPACIO 103
5.1 Educación, raza y gimnasia en los proyectos higienistas escolares en Chile 187
5.2 La higiene y el cuidado del cuerpo como proyecto pedagógico
en las escuelas públicas en Chile 200
5.3 El Vestuario como dispositivo de desarrollo físico 202
5.4 Fiscalización y juego durante los recreos escolares 206
5.5 Enfermedad e infancia en Argentina 209
5.6 Los niños débiles en los programas escolares públicos 214
5.7 Gimnasia e Higiene en los planes escolares en Argentina 216
5.8 La salud en la Escuela y políticas sanitarias en Chile 221
5.9 La higiene del cuerpo: 227
IV PARTE
La Conformación del sector médico profesionalizado 253
V PARTE
La conformación del Estado, la salud pública y los principios de libertad 361
Capítulo 12: El Estado, las instituciones médicas y el sanitarismo 361
Capítulo 13
Luchas Institucionales en el Proyecto de la salud Pública en Chile y Argentina 394
Conclusiones 432
Índice de Láminas 445
Índice de Cuadros 445
Fuentes 446
Bibliografía. 450
Agradecimientos
Al presentar esta tesis de grado doctoral, deseo agradecer el apoyo institucional por parte
de organismos del Estado de Chile como CONICYT quienes hicieron posible con su
apoyo económico la realización de esta tesis, siendo becario del programa de doctorado
nacional CONICYT durante gran parte del desarrollo de mis estudios e investigación.
Además agradezco a instituciones internacionales como el Instituto Francés en Chile,
que hizo posible, mediante una beca de movilidad doctoral la realización de la presente
investigación. Deseo agradecer, de la misma manera, a la Facultad de Medicina de la
Universidad de Buenos Aires, en cuya Biblioteca para investigadores encontré gran parte
del material utilizado en la investigación. A la Biblioteca del Maestro del Ministerio de
Educación de Argentina y el Instituto de Estudios Históricos de la Universidad Nacional
de la Pampa, donde pude acceder a bibliografía y asesorías tutoriales. Entre los
académicos argentinos agradezco especialmente el apoyo de las profesoras María Silvia
Di Liscia, de la Universidad de La Pampa; Marisa Miranda de la Universidad Nacional
de la Plata y Adriana Álvarez de la Universidad Nacional de Mar del Plata, quienes me
otorgaron nuevas perspectivas para asumir la investigación.
1
Presentación
Desde la década de 1990 los temas referentes al cuerpo y la bio-política se han abordado
en la discusión académica en Chile y Argentina desde los estudios históricos, del género
y estudios culturales, en autores como Néstor García Canclini, Antonio Cornejo Polar,
Dora Barrancos, Kemy Oyarzún, Manuel Vicuña entre otros, otorgando nuevas
categorías de análisis.
Los estudios de las ciencias y la medicina han aportado otras aristas de reflexión,
incursionando en áreas científicas como el higienismo, el evolucionismo, la eugenesia y
los planes de desarrollo y salubridad públicos.
2
pública. De este modo se generó una tensión evidente entre dos variantes sociales y
políticas dadas por el movimiento médico higienista, por una parte, y la modernización
del Estado por otra.
Existen varios trabajos en torno al desarrollo del Estado Asistencial y la influencia de las
clases medias desde la década de los años treinta del siglo XX en Chile, como las obras
de la historiadora María Angélica Illanes.
Sin embargo, creo necesario ahondar mucho más en la génesis del concepto mismo del
Estado Interventor y la Cuestión Social, surgida desde “el sector médico higienista
profesionalizado”.
3
I PARTE
Introducción
El sector médico profesional y académico, constituido desde las clases medias e imbuidos de las
ideas higienistas contribuyó a la centralización del Estado-Nacional en Chile y Argentina,
instándolo a asumir un rol social activo, mediante el desarrollo de reformas en el ámbito de la
salud y el establecimiento de políticas de higiene. Con este objetivo el sector médico, higienista
transformó el discurso ideológico liberal, al cual estaba en su mayoría adscrito, reformulando los
principios de libertad individual y estableciendo el precepto de “bien superior de la nación”. Este
proceso se vio reflejado en la instauración de planes de vacunación obligatoria, el
establecimiento de policías sanitarias y la conformación de cordones sanitarios y cuarentenas
portuarias.
El período temporal asumido para la investigación adopta hitos conceptuales que nos entregan
las pautas a seguir. Como marco histórico estos hitos pueden ser precisados en la conformación
del movimiento médico como sector profesional, tanto en Chile como en Argentina, hacia la
década de 1860 con la fundación de la Revista Médico Quirúrgica en 1864 y la Revista Médica
de Chile en 1872. Como límite de este estudio hemos asumido la fecha de consagración de un
sistema de salud pública centralizado en Chile con la promulgación del Código Sanitario de
1918 y en Argentina con el establecimiento del Departamento de Salubridad Nacional en 1917.
4
0.3 Objetivo general y nuevas perspectiva de investigación
Anterior a esa fecha fueron los gobiernos municipales los que se encargaron de
organizar la lucha contra las enfermedades, los planes de urbanización, la salud pública
y la regulación del ejercicio médico. Esta organización local entró en conflicto con los
sistemas de regulación de salud nacional con la creación de DNH, defendiendo con
ahínco su autonomía.
Otro de los aspectos que diferencian el proceso chileno del argentino es que en Chile el
movimiento médico, ya organizado hacia la década de 1870, emprendió un ataque hacia
las instituciones de beneficencia y caridad calificándolas de ineficientes e incitando al
Estado a hacerse cargo de los problemas sociales. En Argentina, en cambio, el sistema
de beneficencia, tal como lo señala la profesora María Silvia Di Lisia, funcionó
conjuntamente con el sector médico organizado y con los gobiernos municipales sin
generarse esta tensión.
5
Por otra parte, es interesante precisar que el movimiento médico no se compuso
homogéneamente, por lo menos para el caso argentino, ya que se constituyó de diversos
movimientos desde el anarquismo hasta médicos liberales.
Este último punto será la columna estructural de la investigación. Las políticas de salud
pública como los planes de vacunación atraviesan todos los ámbitos de interés en
materia de salubridad durante la segunda mitad del siglo XIX, tanto en Chile como en
Argentina.
Estas diferencias y desfases en los procesos políticos y sociales entre Chile y Argentina
han obligado a asumir la investigación no de una forma lineal y cronológica, sino en
forma temática, abordando ciertos hitos y procesos que pueden ser comparables como la
implantación de planes de vacunación obligatoria, los conflictos entre las instituciones
municipales de salud con los organismos centrales nacionales, el desarrollo de
programas de gimnasia escolares y la remodelación urbana higienista.
6
regulación, la profesionalización del sector médico y la inclusión del sector médico
higienista en las estructuras del Estado.
7
5- Estudio e Historia de la Ciencia: La ciencia no es un pensamiento neutral sino
político. Por lo tanto, es importante analizar ciertas teorías médicas y psiquiátricas,
puesto que tuvieron injerencia en la elaboración y modificación de políticas públicas
dirigidas hacia determinados sectores sociales y grupos étnicos.
En Chile se ha desarrollado con fuerza en los últimos veinte años una línea de
investigación ligada a la historia social, poniendo énfasis en los sistemas de control y
disciplinamiento. Sin embargo, no existe un área específica de estudios de las ciencias y
de la salud, cosa que se ha ido generando solo estos últimos cinco años, gracias al
trabajo de grupos de estudios e investigación.
En este ámbito destacan los trabajos realizados por María Angélica Illanes en torno a las
prácticas de la salud y la conformación del Estado de Chile, en particular su texto “En el
Nombre del Pueblo, del Estado y de la Ciencia. Historia de la Salud Pública: Chile
1880/1973. Hacia una Historia Social del siglo XX”1.
Illanes expone las alianzas de las agencias de gobierno con el sector médico en la
constitución del Estado Moderno. El concepto de modernidad quedó, de esta forma,
asociado a una idea de salud pública y social.
En esta misma línea podemos destacar el trabajo de Gonzalo Piwonka “Estado y salud
en Chile” y el texto desarrollado por Illanes referente a la instauración de las prácticas de
mediación social (visitadoras) entre los sectores marginales y el Estado2.
1
Ver Illanes, María Angélica. “En el Nombre del Pueblo, del Estado y de la Ciencia. Historia de la Salud
Pública: Chile 1880/1973. Hacia una Historia Social del siglo XX”. Santiago, Colectivo de Atención
Primaria, 1993.
2
Illanes, María Angélica. “Cuerpo y Sangre de la política: La Construcción histórica de las Visitadoras
Sociales”. Santiago, LOM Ediciones, 1997.
8
Igualmente se dan algunas luces en torno a las prácticas biopolíticas en los textos
realizados por Soledad Zarate “Dar a luz en Chile, siglo XIX: de la "ciencia de hembra"
a la ciencia obstétrica” donde se entrega un excelente estudio sobre las condiciones de
parto y salud que experimentaban las mujeres.
Otra investigación destacada es la compilación realizada por Zárate en el texto que reúne
una serie de artículos en torno a la historia de la salud corporal y mental en Chile, desde
el siglo XIX hasta mediados del siglo XX titulado “Por la Salud del Cuerpo”.3. En este
texto se abordan temas como el sanitarismo y las políticas públicas de salud, desde las
prácticas de beneficencia hasta las primeras estructuras gubernamentales de salubridad.
3
Zárate, Soledad compiladora, “Por la Salud de Cuerpo. Historia y Políticas Sanitarias en Chile”,
Santiago, 2008. Ediciones Universidad Alberto Hurtado.
4
Laval, Enrique. “Desarrollo de la Beneficencia en Chile durante la colonia”. Santiago, Museo Histórico
de la Medicina” Universidad de Chile.
5
Cruz-Coke, Ricardo. “Historia de la Medicina Chilena”. Santiago, 1995. Editorial Andrés Bello.
9
En este mismo lineamiento se encuentra el artículo de Amador Neghme, "Evolución de
la enseñanza médica en Chile: desde la inauguración de la Escuela de Medicina hasta
junio de 1968"6 .
Durante este período se llevó a cabo un proceso de profesionalización del sector médico
adquiriendo, inclusive, connotación de clase social, como lo sostiene el historiador Juan
Eduardo Vargas7, constituyéndose así en un grupo de presión ante el Estado.
A finales del siglo XX, este grupo había adquirido un alto grado de influencia en todos
los ámbitos de desarrollo nacional. La historiadora chilena Sol Serrano entrega algunos
antecedentes relevantes en torno a este proceso en su libro “Universidad y Nación”, en el
capítulo “Medicina. Los inicios de una profesionalización exitosa”.
Del mismo modo, son interesantes los aportes que entrega a la discusión el texto de
Pablo Gamus Gayan “Filantropía, Medicina y locura. La Casa de Orates de Santiago
1852-1894”, y uno de los trabajos del profesor René Salinas referente al tema titulado
"Salud, ideología y desarrollo social en Chile: 1830-1850"8.
6
Neghme, Amador, "Evolución de la enseñanza médica en Chile: desde la inauguración de la Escuela de
Medicina hasta junio de 1968", en RMCH, 1972, P.831.
7
Ponce de León, Macarena. “La Reforma de la Caridad Ilustrada: Del Socorro intramuros al Socorro
Extramuros, prácticas de caridad de Santiago. 1830-1880”. Tesis doctoral, Escuela de Historia,
Universidad Católica
8
En Cuadernos de Historia, Nº 3, 1983.
10
Ciencia”. Ambos forman parte de la compilación realizada por Sonia Montecinos
“Mujeres Chilenas Fragmentos de una Historia”9 .
Otro de los estudios que entrega valiosos aportes con respecto a las prácticas de la
beneficencia, y las medidas que las élites adoptaron con respecto a los grupos marginales
desde inicios de la era republicana en nuestro país, es el texto de Mario Cárdenas
llamado “Grupos marginados en los inicios de la era republicana: Vagabundos, mendigos
e indigentes”11.
9
Montesinos, Sonia, compiladora. “Mujeres Chilena Fragmentos de una Historia”. Santiago 2008.
Editorial Catalonia, Cátedra Género UNESCO, CIEG, Facultad de Ciencias Sociales Universidad de
Chile.
10
Bernardo Márquez Bretón, “Orígenes del Darwinismo en Chile”, Santiago de Chile, editorial Andrés
Bello, 1982.
11
Cárdenas, Mario. “Grupos marginados en los inicios de la era republicana: Vagabundo mendigos e
indigentes”, Cuadernos de Historia Nº 11, Santiago, Universidad de Chile, Diciembre de 1991.
12
Brito, Alejandra. “Del Rancho al Conventillo. Transformaciones de la identidad Popular en Chile, 1850-
1920” en Godoy C., Lorena; Hutchison, Elizabeth; Rosemblatt, Karin; Zárate, M. Soledad (eds.);
Disciplina y desacato. Construcción de identidad en Chile, siglos XIX y XX, Santiago, Ediciones Sur y
CEDEM, 1995, 37-39.
13
Ponce de León, Macarena. “Gobernar la Pobreza. Prácticas de Caridad y Beneficencia en la ciudad de
Santiago, 1830-1890”. Editorial Universitaria y Dibam. Santiago de Chile, 2011.
11
En el trabajo antes citado se tratan temas de relevancia como la relación del Estado y la
Iglesia hacia mediados del siglo XIX, y el proceso de urbanización de Santiago. Todo
esto determinado por la acción de caridad de las diversas instituciones de oficiales fuera
del Estado como hospicios, asilos y hospitales conventuales.
Existen excelentes estudios, entre los que destacan los de la historiadora María Silvia Di
Liscia; “Prácticas Médicas, Prácticas políticas. Rosas y la Vacuna Indígena”. En este
texto, Di Liscia da a conocer los nexos e intereses de los próceres republicanos en
Argentina al generar alianzas políticas con los clanes indígenas. Utilizando el discurso
médico y de salud como forma de conquista14.
14
María Silvia Di Liscia “Prácticas Médicas, Prácticas políticas. Rosas y la Vacuna Indígena”. Revista de
Historia Social y de las Mentalidades”. Espacio Público y trasgresión Social. Departamento de Historia
Universidad de Santiago de Chile Año VI N° 6 Primavera 2002.
15
González Leandri, Ricardo, "La profesión médica en Buenos Aires: 1852-1870", P. 36, en Mirta Z.
Lobato (ed.), Política, médicos y enfermedades. Lecturas de Historia de la Salud en Argentina, Buenos
Aires, 1996.
16
E. Cantón “Historia de la Medicina en el Río de la Plata desde su Descubrimiento hasta Nuestros Días”.
Madrid Biblioteca Hispano-Americana, Tomo II.
12
parte de la compilación de Antonio Aguilar “Historia general de la Medicina
Argentina”17.
En este mismo ámbito encontramos el artículo realizado por Cecilia Raffa, “El
Imaginario sanitario en Mendoza a fines del siglo XIX. Obras de Higiene y Salubridad
durante la intendencia de Luis Lagommaggiore”18.
Además, existen diversos trabajos de interés que pueden aportar al marco referencial
sobre el problema del higienismo y las prácticas de medicalización. Entre ellos destaca
el estudio realizado por Marco Cueto “Salud, Cultura y Sociedad en América Latina”20.
Dos obras claves de esta producción fueron la compilación “Sectores populares y vida
urbana”, (reeditada por Diego Armus en 1985 y 1990) e “Historia de la locura en
Argentina” de Hugo Vezzetti21.
17
T. García Castellanos “Síntesis Histórico Cultural. La ciencia en Argentina desde 1810” en A. Aguilar
Historia general de la Medicina Argentina. Córdoba, Dirección General de Publicaciones 1976.
18
Raffa, Cecilia. “El Imaginario sanitario en Mendoza a fines del siglo XIX. Obras de Higiene y
salubridad durante la intendencia de Luis Lagommaggiore
19
G. Furlog “Médicos Argentinos durante la Dominación Hispánica”. Buenos Aires, Huarpes, 1947.
20
Cueto, Marcos. “Salud Cultura y Sociedad en América Latina”. Lima IEP Ediciones y OPS 1996.
21
Vezzetti, Hugo, “La locura en la Argentina”, Buenos Aires, Paidós. 1985.
13
El eje de análisis en el caso de Vezzetti es la gran urbe y el impacto de la inmigración, en
áreas de infraestructura y vivienda. En tanto Armus se centra en la enfermedad y la
generación de espacios urbanos higiénicos.
Este período es definido por algunos historiadores, como María Silvia Di Liscia, como
"la edad de la inocencia" de la historiografía médica local, plagada hasta el momento de
historias autobiográficas, con sentido hagiográfico y cronológico.
22
Terán, Oscar, “En busca de la ideología argentina”, Buenos Aires, Catálogos Editora. 1986.
23
Terán, Oscar, “Vida intelectual en el Buenos Aires fin de siglo (1880-1910). Derivas de una cultura
científica (1880-1910)”, Buenos Aires, FCE. 2000.
24
Nari, Marcela. "Las prácticas anticonceptivas, la disminución de la natalidad y el debate médico,
1890-1940", en: M. Lobato, Política, médicos y enfermedades. Lecturas de historia de la salud en
Argentina, Buenos Aires, Universidad de Mar del Plata-Biblos. 1996. PP. 151-189.
25
Rosanvallon, Pierre La nouvelle question sociale. Repenser l'État-providence, Le Seuil, 1995. Coll.
Points essais, 1998.
14
Capítulo 1: Conceptos y perspectivas teóricas
Dado esto, consideramos relevante iniciar esta tesis abordando conceptos teóricos y
perspectivas de análisis relacionadas con la historia de la salud.
Se entiende por higienismo una corriente de pensamiento cuyas raíces pueden rastrearse
desde fines del siglo XVIII, de la mano de pensadores ambientalista e historiadores
ilustrados como Jean Baptiste Lamarck, Jules Michelet, Edgard Quinet y Felicité Robert
de Lamennais, quienes manifestaron un acentuado interés por las condiciones
ambientales.
15
Esta corriente responsabilizaba las condiciones ambientales como detonantes de cuadros
epidemiológicos y enfermedades degenerativas, afectando principalmente a grupos de
alto riesgo como mendigos, prostitutas y alcohólicos. Dichas ideas reconfiguraron el
espectro médico, valórico y judicial de la segunda mitad del siglo XIX.
26
Revista Médica de Chile, Tomo X, año 1853. P.6
16
Se pensaba que durante el verano se producía el período de más riesgo, ya que las
temperaturas elevadas generaban una destilación química de las aguas pantanosas. Estos
vapores, convertidos en efluvios volátiles, eran trasladados por el viento ocasionando
diversos tipos de morbidez.
Uno de los precursores en América Latina en el ámbito del higienismo fue el argentino
Guillermo Rawson, quien inauguró en 1873 la cátedra de higiene en la Facultad de
Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Más tarde, en 1881, publicó un estudio
sobre higienismo titulado “Observaciones sobre Higiene Internacional”.
Tras las epidemias de fiebre amarilla que se sucedieron en Buenos Aires entre 1870 y
1871, Rawson se dedicó al estudio de las epidemias, de las enfermedades y de la
higiene.
Este punto era esencial, ya que el higienismo, a diferencia de los sistemas de salud
clásicos, se abocaba a la prevención de las enfermedades y vicios originados, según este
pensamiento, en los espacios habitables. Por lo que el sujeto no era considerado un ente
aislado, sino relacionado con otros sujetos y la urbe.
En muchas partes de América Latina, entre las décadas de 1870 a 1920, se establecieron
programas de higienización y regulación urbana. En este sentido, se debe diferenciar
entre dos corrientes del higienismo: una ambientalista, formada principalmente por
27
Ver capítulo 4.6 “Desde la quebrada a los espacios higienistas en la ciudad de Valparaíso”.
17
ingenieros y urbanistas, y la otra médica que centraba su preocupación en la regulación
de los cuerpos y los programas de salud.
Hasta el siglo XIX, la carrera de medicina era, en Europa y América, un saber sustentado
en el criterio de autoridad. Los estudiantes leían el Dioscórides -escrito en el siglo II de
la era cristiana- no como una fuente histórica, sino como un texto de información útil
para la disciplina. Lo mismo sucedía con otras autoridades médicas como Hipócrates.
Los médicos discutían varias tradiciones, reconocían el pasado, e incluían los avances
técnicos y teóricos derivados de la Revolución Pastoriana.
18
Para la instrucción de entonces se requirió una nueva mentalidad, la que se denominó
“anatomopatológica”.
Los historiadores construyen las biografías de los médicos, subrayando los actos de
bondad con el prójimo, el desprendimiento económico, la capacidad de entrega y de
sufrimiento. Hay una identificación muy fuerte de la profesión con la religión, que
constituye otro ámbito de preocupación ideológica para la ciencia decimonónica.
El relato, de forma épica, remarca la idea de una lucha contra la enfermedad, la pobreza,
el desconocimiento y el oscurantismo. En esa lucha se enfrentan contra los errores del
pasado (el folclore, la tradición, la religión); el ámbito rural identificado con el saber de
curanderos, parteras, empíricos, hueseros; las supersticiones religiosas y los "malos
19
científicos" representados por lo que denominaba los charlatanes de la pseudo-ciencia,
como el magnetismo, el funambulismo, la sugestión, la homeopatía y el naturismo.
La tarea de los historiadores era realizar una recopilación de los saberes, aún los de la
época anterior y presentarlos en forma ordenada, demostrando la evolución del
pensamiento mágico al científico como producto del desarrollo de la civilización
occidental. No era necesario ejercer una labor crítica, sino reunir las curiosidades y
métodos extraños (una especie de "bestiario") de manera de constatar la ingenuidad
frente a la razón verdadera.
Finalmente cabe señalar que la dificultad por conformar a la medicina como parte de las
ciencias naturales/exactas y del método científico radicaba en que la medicina se refería
a enfermedades (de orden general) pero los médicos debían tratar con enfermos
(individuos). Ese es un punto fundamental para entender los límites del método
científico tradicional, y la formulación de leyes generales.
28
Saldaña, Juan. “Nuevas tendencias en la historia latinoamericana de las ciencias,” Cuadernos Ame, 2,
38. PP. 69-91. 1993
20
1.3 Historia de la salud pública, desde los estudios psiquiátricos y sociológicos
Hacia el año 1920 –aunque los inicios del proceso son anteriores-, comienza a
resquebrajarse el edificio configurado por la historiografía positivista. La sociología
funcionalista, a partir sobre todo de Robert Merton, le imprimió un giro al análisis
histórico, asumiendo las influencias sociales en el quehacer científico, incorporado bajo
el sello del externalismo29.
En esta área los trabajos de los médicos e historiadores Henry Sigerist y de sus
discípulos George Rosen y Erwin Ackerknetch contribuyeron a la renovación
epistemológica y metodológica producida entre los años 1920-1960. Ellos trataron de
combinar varios aspectos: erudición, visión histórica, experiencias médicas y
perspectivas cosmopolitas.
Sobre este punto no se debe ignorar la influencia de autores que desde el área de la
medicalización y la psiquiatría construyeron sujetos patologizados, y que contribuyeron
29
Una síntesis de algunas de estas discusiones en Kragh, Helge. An Introduction to the Historiography of
science, Cambridge University Press. 1987.
21
a la generación de un discurso de la normalización y el nacimiento de la psiquiatría
moderna en estudios sobre el sexo (Tardieu, Carlier, Moreau, Krafft-Ebing).
En el área de las relaciones sociales y los nexos reguladores del Estad uno de los más
influyentes investigadores fue el médico George Rosen, uno de los más influyentes
historiadores de Gran Bretaña, quien determinó un vinculo entre organizaciones, Estado
y legislación sanitario-higiénica, en el contexto de las transformaciones tecnológica e
industrial.
Una obra clave sobre la historia de la acción comunitaria de la salud, fue A History of
Public Health del historiador norteamericano George Rosen, publicada en Nueva York
en 195830. Esta obra relaciona la industrialización con las transformaciones médico-
sanitarias.
30
Rosen G.. “A History of Public Health”. New York: MD Publications; 1958.
22
factores no médicos, principalmente económico-sociales, que a su vez inciden en la
normativa, la legislación y la administración del Estado.
La historia médica para toda esta corriente historiográfica es relevante en la medida que
se relaciona con variables de uso médico para construir la historia que Fernand Braudel
y Marc Bloch denominaron como “total”.
23
de varios historiadores, como Gmerk y Goubert, reside en las regularidades y cambios
de amplios conjuntos sociales en relación con las pautas demográficas y la situación
política general.
Mientras que la historia de la salud pública era reconocida más por sociólogos que por
los mismos historiadores, volvería aparecer en años subsiguientes de la mano del análisis
del discurso.
24
En síntesis podemos señalar que mediante el sanitarismo se pretende impulsar la
unificación de todas las acciones públicas de asistencia médica e integrarlas en un
organismo único encargado de cumplir las funciones de salubridad, bajo una sola
directiva, con una misma política de acción dentro del ámbito geográfico de la nación.
En este marco, la atención en los estudios se centró en los mecanismos establecidos por
“agencias de control” para dominar, disciplinar y constituir identitariamente a los
sujetos, ya sean desde el ámbito educacional, penitenciario, moral, y médico.
25
Sociedades de Soberanía: basados en el ritual de la muerte.
Sociedades de Control: basada en las políticas reguladoras de la vida.
Sociedades disciplinarias: basadas en la internalización de los sistemas de
control.
Mediante este orden el cuerpo humano fue considerado un diagrama del poder,
estableciendo un modelo de desarrollo desde la infancia hasta la vejez. Esto con la
pretensión de evitar los posibles desvíos sexuales, reproducir la fuerza de trabajo y
mantener la forma de las relaciones sociales bajo parámetros los económicos
dominantes.
“El siglo XVIII inventó, por así decirlo, un régimen sinóptico de poder, un régimen de
ejercicio dentro del cuerpo social, más bien que desde arriba de él (…)
26
Por lo tanto uno no puede decir que el cambio en el nivel capilar del poder está
absolutamente atado a los cambios institucionales en el nivel de las formas centralizadas
del Estado”31.
El modelo disciplinario permite analizar las redes establecidas desde ciertas agencias no
asociadas tradicionalmente con el ejercicio del poder, como lo es el sector médico.
Puede estudiarse así su injerencia en el establecimiento de dinámicas de control
asociadas al cuerpo y la salud.
Sin embargo, el concepto de poder utilizado por Foucault dista mucho del entendido por
Said. Lo que el filósofo francés llama poder debiera ser comprendido bajo los prismas
liberales, donde éste se constituye en relación a la libertad de los sujetos, que los modela
y “los preserva en su autonomía, para envolverlos de un modo más completo”32.
31
Foucault, Michel. Un Dialogo Sobre La Prisión Entrevista con J.J. Brochier. Traducción de Fabio A.
Marulanda. V. En http://www.oocities.org/webprisiones/foucaultbrochier.htm.
32
Halperin, San Foucault, Ediciones Literales, Buenos Aires, 2004, P. 39. Otra de los detractores de
Foucault en este tópico es la teórica española Beatriz Preciado, quien argumenta que el análisis
foucaultiano se centran demasiado en un enfoque eurocentrista y mascultista. Su obsesión por el estudio
de la sexualidad masculina deja fuera una necesaria perspectiva de género. Por otro lado, y coincidiendo
en parte con Edaward Said, el tratamiento del poder que Foucault propone se remite únicamente a la
configuración y visualización de una cartografía del poder sobre el cuerpo, y no una política de
liberación y producción identitaria: “…mucha gente sigue pensando que los estudios queer son Foucault,
y los estudios queer han hecho una evaluación de Foucault y han hecho críticas fundamentales a
27
Esta línea de estudios basada en nuevas concepciones en torno al cuerpo y el poder es
denominada como “Historia de los Sistemas de Control”.
Es por ello que Bohosalvsky propone una mirada más crítica, fuera de la perspectiva
foucaultiana de análisis, para abordar los problemas de urbanización, salubridad, higiene
y disciplinamientos.
Foucault. La primera es que él nunca hizo análisis en términos de género (…) Efectivamente, hay una
herencia foucaultiana [en los estudios queer], pero cuidado, es una lectura muy particular de Foucault,
no es una lectura de Foucault en la que el poder es solamente un dispositivo de subjetivación y de
normalización”.
33
Bohoslavsky, Ernesto. “Instituciones y Formas de Control Social en América Latina 1840-1940”.
Prometeo. Buenos Aires Argentina. Buenos Aires.
28
Los estudios foucaultianos asumen una visión de los sistemas de control global y
absorbente, donde los sujetos se constituyen como agentes dentro del engranaje de este
sistema, sin posibilidades muchas veces de resistencia34.
Estos filósofos abordaron los problemas del poder desde los paradigmas científicos y su
impacto en los imaginarios físicos y simbólicos del cuerpo y del espacio.
34
Esta es la crítica que se ha hecho en general al desarrollo de la obra de Foucault y sus revisionistas, en la
corriente conocida en Argentina como “Estudios de los Sistemas de Control”. Ver Boholoavski.
35
Foucault, Michel Historia de la sexualidad, Ediciones Siglo XXI, México 1991.P.15.
29
El cuerpo es considerado del mismo modo como espacio y geografía, en el que las agencias
de dominación inscriben sus signos discursivos. Según Michel Foucault: “El cuerpo es
superficie de inscripción de los sucesos (mientras que el lenguaje los marca y las ideas los
disuelven), lugar de disociación del Yo (al cual intenta prestar la quimera de una unidad
substancial) volumen en perpetuo derrumbamiento”36.
Las investigaciones de Michel Foucault sobre “La historia de la locura” y “La historia de
la sexualidad”38 marcaron la pauta a seguir en las políticas del cuerpo. Además de una
serie de entrevistas concedidas por él en la década de los ochenta. Revisionistas de su
obra como David Halperin, Didier Eribon y Leo Bersani, han elaborado las políticas del
cuerpo como resistencia ante la normalización.
Los estudios de Foucault asumieron nueva importancia a partir de la 2da y 3era época de
Annales: la marginalidad política, social y cultural. Situando en la mira el proceso de
subordinación de las mujeres, de los enfermos, de los obreros, de los colegiales y
homoeerotica, a partir de conceptos controvertidos para la época como el “biopoder”.
36
Foucault, Michel. “Historia de la Sexualidad”. Siglo XXI, Madrid, España, 1998. P.15.
37
Ludwig Wittgenstein, «Los Cuadernos Azul y Marrón ». TECNOS, España. 2007.
38
Foucault, Michel. “Historia de la locura en la época clásica”. Tomo I, Fondo de Cultura Económica, DF.
México, 2006. “Historia de la Sexualidad”. Siglo XXI, Madrid, España, 1998.
30
Se otorga un carácter decididamente político a las nociones científicas y las teorías
médicas. En varias obras, como “Nacimiento de la clínica” e “Historia de la locura en la
época clásica”, Foucault hacía un uso diferente de las fuentes originalmente utilizadas
por las historias tradicionales de la medicina.
En Francia, a partir de una nueva era en la revista Annales (en esta ocasión, bajo el
auspicio de Jacques Le Goff) tomó importancia el estudio de creencias, sentimientos y
costumbres. Lo mismo en Estados Unidos, donde con la injerencia de los estudios
culturales y una crítica a los valores de la modernidad y la sociedad burguesa, surgió una
profunda revisión del papel de la historia estructural, relevando sujetos históricos no
tradicionales. La historia se aparta de los "grandes hombres" para rescatar las clases
populares y marginales: mendigos, locos, delincuentes y prostitutas, homosexuales y
enfermos, curanderos y brujas.
Esta atracción por temas inexplorados –como la historia de las luchas sociales y los
trabajadores- se desarrolla muy fértil, tanto para la posibilidad de relevo de nuevas
fuentes como de problemas teóricos.
La historia del cuerpo es, en este caso, la heredera más sobresaliente en relación con los
estudios históricos sobre salud y enfermedad, partiendo de un análisis semiótico de los
productos científicos.
31
“Así no aparece ante nuestros ojos más que una verdad que sería riqueza, fecundidad,
fuerza suave e insidiosamente universal. E ignoramos por el contrario la voluntad de
verdad, como prodigiosa maquinaria destinada a excluir todos aquellos que punto por
punto en nuestra historia han intentado soslayar esta voluntad de verdad…”39.
Como en muchos otros discursos científicos, el investigador devela lo que está oculto
por el lenguaje, quedando lo biológico y lo cultural íntimamente ligado y mutuamente
determinado.
Es así como una rama de la historia de la salud y la enfermedad tendría relación con la
representación del cuerpo (individual y colectivo), inmerso en la cultura.
De esta forma podemos analizar los procesos identitarios (de género, clase, raza, etnia)
desde las perspectivas de las relaciones del poder, asumiendo la normalización como un
mecanismo de sujeción.
39
Foucault, Michel. “Historia de la Sexualidad”. Tomo I, Siglo XXI, Madrid, España, 1998. P.12.
32
ligándola a la sexualidad mediante una “incitación política, económica y técnica a hablar
del sexo40.
En este contexto Foucault afirma que: “El poder se caracteriza por el hecho de que
constituye una relación estratégica que se ha estabilizado en instituciones (…)”41.
40
Foucault, Historia de la sexualidad, La voluntad del saber, El uso de los placeres, Siglo XXI Editores,
Madrid, 1996, Pp. 26-33.
41
Foucault, Michel, cit. Halperin, David, “San Foucault”, Ediciones Literales, Buenos Aires, 2004, P.109.
33
1.8 La perspectiva de Género y la Historia de la Sexualidad
Las lecturas discursivas conforman los ámbitos de poder y de injerencia en que los
individuos se desarrollan. El cuerpo, por consiguiente, se construye como un ámbito de
soberanía, reivindicación e individuación.
Dentro de los rasgos que determinan este discurso se encuentra el carácter de a-histórico,
lo que quiere decir que todos los argumentos en que se sostiene su autoridad son
disimulados como naturales y, por tanto, incuestionables.
Según el sociólogo francés Pierre Bourdieu, los discursos dominantes suelen adquirir el
carácter de neutral, universal y natural, por lo que su autoridad se encuentra instituida,
“naturalizadamente”, sin necesidad de justificación:
Esta pugna vital entre sujeción y soberanía hace transitar las imágenes del cuerpo desde
los márgenes de la vida privada hacia los espacios públicos.
El cuerpo y la sexualidad se han situado como vértices de estudios bases para el análisis
de procesos sociales e históricos no tradicionales.
42
Bourdieu, Pierre. “La Dominación Masculina”. Anagrama, Barcelona 1998. P.10.
34
La línea de estudios sobre el cuerpo y la sexualidad tienen una data reciente en la
historia del conocimiento, iniciándose con los trabajos de:
Bronislaw malinowski
Margaret Mead (relativismo cultural)
Ruth Benedict
Michel Foucault.
David Halperin
Leo Bersani
35
Didier Eribon
Beatriz Preciado
Judiht Butler
Entre estos autores destaca la sociolingüistica Judith Butler que abordó las teorías del
lenguaje perfomativo de Austin y Derrida generando nuevas hipótesis sobre la
construcción social de los sujetos como correlatos del lenguaje. También propuso el
mecanismo de de-construccion mediante la apropiación, la teatralización y la re
significación conocida como “género performativo”.
36
La nueva serie de los estudios de la vida privada en Chile impulsada por Rafael Sagredo
y Cristián Gazmuri intenta develar procesos íntimos de las relaciones de poder dentro de
ámbitos ocultos por la historiografía tradicional como lo son el hogar, la familia, la
sexualidad, el género y la identidad43.
En este contexto, es necesario ahondar sobre una definición de género desde el ámbito
disciplinar, no simplemente como una categoría referencial (hombres/mujeres), sino
como una perspectiva de análisis, donde lo masculino se encuentra asociado a relaciones
de poder y lo femenino a lo marginal o sometido.
Así, en nuestra cultura formamos parte de un sistema sexo/genero binario, es decir, dos
sexo (macho y hembra) y dos géneros (hombre y mujer).
Según la teórica del género Marta Lamas, género es “la reproducción simbólica de
nuestras diferencias sexuales”44. Históricamente estas diferencias han sido naturalizadas
con el fin de perpetuar el dominio de un género, generalmente el masculino, sobre el
otro. Esto se define como “patriarcado” o “dominación masculina”45.
Otras teóricas como la historiadora Joan Scott han propuesto nuevas definiciones de
género que abarcan otras relaciones de poder, incluyendo las categorías de clase, etnia y
raza entre otras, por lo que lo masculino es comprendido como dominación y lo
femenino como lo dominado.
En Argentina, una de las autoras que primero incorporó una interpretación de género a la
historia social argentina fue Dora Barranco, que junto con Marcela Nari establecieron un
43
Rafael Sagredo y Cristian Gazmuri, Dirección. “Historia De La Vida Privada En Chile. Tomo II: El
Chile Moderno De 1849 A 1925”.Taurus-Aguilar Chilena Ediciones. Santiago, 2006.
44
Marta Lamas. “Usos, Dificultades y Posibilidades De la Categoría Género”. Papeles de Población,
Universidad Autónoma del Estado de Toluca, México. 147-178. PP. México. 1999.
45
Bourdieu, Pierre, “La Dominación Masculina”. Anagrama, Barcelona, España. 2000.
37
nexo entre la historia social, el estudio de grupos vulnerables, en tanto a género y clase,
y los estudios de la salud.
38
Estas nuevas tendencias, como la “Historia de las ideas” o el análisis de discurso, son
fundamentales para develar los procesos que no dejaron una marca documental clara en
los registros demográficos o en los anales legales, y más bien se filtraron en los
discursos de agencias o sujetos.
La relevancia del análisis de las ideas es patente, pues todo discursos tiene un proceso
que puede ser más lento que las transformaciones tecnológicas, jurídicas o demográficas.
Por lo tanto, que un discurso no genere transformaciones visibles en apariencias en un
momento histórico no quiere decir que éste no se cristalizará muchas generaciones
después, cuando las circunstancias culturales y políticas sean propicias.
Es por ello que el estudio de las ideas en un tiempo histórico determinado nos podría
conceder luces para el hallazgo de resabios en el presente, y el germen de nuevos
procesos futuros enraizados en aquellos discursos. De este modo podemos señalar que
todo discurso conlleva un elemento residual y otro emergente. En Latinoamérica se han
aplicado estas mismas tendencias con variados resultados, permitiendo rescatar nuevas
fuentes junto a las tradicionales, documentos que evidencian de alguna forma la voz de
los sujetos, su sentir, sus anhelos y la forma en que fueron cooptados por las agencias de
control.
39
Sin embargo, puede ser de utilidad para un historiador abordar, de acuerdo a Eduardo
Menéndez, los diferentes sistemas médicos asumiendo su interconexión permanente. El
autor considera así tres modelos: el médico hegemónico, el médico alternativo
subordinado y el basado en la auto-atención.
46
Menéndez, Eduardo, “Modelo hegemónico, modelo alternativo subordinado, modelo de auto-atención.
Caracteres estructurales”, en: R. Campos, comp., La Antropología médica en México, México, Instituto
Mora, Universidad Autónoma. PP. 102-104. 1992.
40
En relación con las medicinas alternativas, la existencia de escuelas y practicantes de la
homeopatía para el siglo XIX, y su papel en la competencia por un espacio médico, fue
planteada por Ricardo González Leandri47.
47
González Leandri, Ricardo, Curar, persuadir, gobernar. La construcción histórica de la profesión
médica en Buenos Aires, 1852-1886, Madrid, CSIC. 1999.
48
Armus, Diego. “La ciudad impura. Salud, tuberculosis y cultura en Buenos Aires, 1870-1950”,
Buenos Aires, Edhasa. 2007.
49
Carbonetti, Adrián, “Enfermedad y sociedad. La tuberculosis en la ciudad de Córdoba, 1906-1947”,
Córdoba, Ediciones de la Municipalidad de Córdoba. 1997.
50
Guy, Donna, El sexo peligroso. La prostitución legal en Buenos Aires 1875-1955, Buenos Aires,
Sudamericana. 1994.
41
Justamente en esta investigación pretendemos entregar estos antecedentes, con el objeto
de dilucidar los mecanismos utilizados por el sector médico liberal para establecer un
modelo de incursión y regulación social.
En Argentina el estudio sobre la viruela se ha revalorado los últimos años pero aun
centrado en la ciudad de Buenos Aires, aún falta abordar casos provinciales como
Rosario y Córdoba y ciertas áreas del interior, como Tucumán y la Pampa.
La temática vuelve a ser una enfermedad, pero el eje no es Buenos Aires sino el interior.
En ese sentido, es la patología la que proporciona la justificación, puesto que el norte del
país resulta uno de los espacios donde Argentina se transforma menos en Europa y es
más parecida a lo que realmente es, es decir, a América Latina.
51
Álvarez, Adriana. “El desarrollo, la erradicación y la reemergencia del Paludismo y su vinculación
con la consolidación de las políticas públicas de sanidad rural en la Argentina, entre fines del siglo
XIX y mediados del XX”, Tesis doctoral UNCPBA. 2007.
42
La marcha de la enfermedad, con su número creciente de infectados, va a la par de la
“honrosa” modernidad y, por lo tanto, permite a muchos intelectuales prestar atención,
como en los tuberculosos y los locos.
En este marco, se esbozan dos tópicos: Por una parte, las referencias a las
representaciones y discursos patológicos desde el prisma de los pacientes, y no siempre
de las autoridades médicas. Por la otra parte, las representaciones de las enfermedades
en el arte, casi desapercibidas al menos en Argentina, adquieren un espacio propio. Se
trata de un encuentro ya sancionado con beneplácito por la historiografía de la ciencia de
mayor tradición, cuya lectura desde los estudios culturales lleva a la configuración de las
imágenes de la enfermedad como representaciones metafóricas de la barbarie, frente a
la "civilización" médica.
A pesar de los avances, aparecen ciertas áreas de vacancia. Sin ánimo de agotar este
listado, determinadas patologías como las enfermedades cardiovasculares y los diversos
tipos de cáncer, una de las principales causas de mortalidad actual, no tienen hasta el
presente una presencia destacada en la escena historiográfica. Tampoco sobresalen los
estudios sobre las terapias y remedios, salvo en casos y enfermedades puntuales, y
quedan por explorar las enormes posibilidades de la investigación médica.
43
Es necesario, entonces, abordar con los instrumentos teórico-metodológicos de la
disciplina diversas temáticas de gran amplitud y no poco interés, como la farmacopea, su
legislación y aplicación en el país, los contactos con diferentes laboratorios y fabricantes
y la aplicación tecnológica del diagnóstico, así como la publicidad médica y no médica
de los recursos terapéuticos.
Las gestiones patrimoniales en Chile se han impulsado desde fines de la década de los
años setenta, estableciendo un rescate, valorización, y divulgación de la historia e
identidades locales.
En este ámbito la salud ha cobrado una vital importancia ya que forma parte de los
procesos de constitución nacional, en los discursos pero también en las prácticas,
vestigios y espacios.
“La historia institucional, desde la fundación del Ministerio de Salud, es heredera del
devenir sanitario nacional, desde sus expresiones coloniales y de los pueblos originarios,
hasta la transcurrida en el siglo XX, proveniente de la Beneficencia y del Seguro
Obrero”52
Esta tendencia fue fortalecida por el Dr. Patricio Hevia Rivas, quien se desempeñó como
Jefe de la Unidad de Patrimonio Cultural de la Salud (UPCS). Este departamento
52
Lagos Gómez, Gene. El despliegue patrimonial en salud. Mucho más que edificios monumentales”. en
“Memoria de la Salud en Chile. Un patrimonio a Reconocer y Preservar”. Patrimonio Cultural N° 48
(Año XIII) Invierno de 2008 Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos. Santiago de Chile. P.6.
44
preserva tanto archivos y documentos, como objetos muebles de valor patrimonial y
diversas formas de expresión identitaria, plasmada en plataformas de índole inmaterial.
En el año 2002 se fundó la UPCS, con el objeto de estudiar, investigar, y catalogar los
insumos patrimoniales de este ámbito, estableciendo con ello el germen de una política
pública patrimonial de la salud.
53
Citado en Lagos Gómez, Gene. El despliegue patrimonial en salud. Mucho más que edificios
monumentales”. OP. Cit. P.6.
45
Bajo estas iniciativas se conformó la red latinoamericana de Historia y Patrimonio
Cultural de la Salud, HPCS, propiciando el establecimiento de un terreno fértil para el
rescate de nuestro acervo patrimonial en el área de la salud, motivando también la
investigación en estas áreas y rescatando nuevos sujetos históricos:
54
Hafemann Berbelagua, Michelle. “Dr. Carlos Molina: “Hemos asistido a un débil actor social
protagónico”. En Memoria de la Salud en Chile. Un patrimonio a Reconocer y Preservar”. Patrimonio
Cultural N° 48 (Año XIII) Invierno de 2008 Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos. Santiago de
Chile. P.8.
46
II PARTE Ciencia, Higiene y Sanitarismo
La ciencia puede ser entendida como un proceso discursivo, una forma de establecer
realidad a través del lenguaje, instituyendo mecanismos de control sobre los sujetos.
Como señalaba Foucault en una de sus obras claves, “Las Palabras y las Cosas…”56, la
ciencia moderna pudo avanzar en la denominación de objetos con palabras haciendo un
juego de identificación de unos con otros, lo cual significó cargar al lenguaje de un peso
inexistente antes de la experimentación y teorización científica. La transparencia del
lenguaje fue entonces un presupuesto necesario para la revolución científica del siglo
XVII.
55
Foucault, Michel, “El Orden del Discurso”, lección inaugural en el College de France, 2 de diciembre
de 1970, traducción de Alberto González Troyano, Ediciones Tusquets, Buenos Aires, 1992, P.6,
consultado en www.liber-accion.org enero de 2008.
56
Foucault, Michel. Les mots et les choses. Une archéologie des sciences humaines. París, Francia. 1966.
47
En este tipo de análisis la semiótica adquiere un rol trascendental, el lenguaje debe ser
interpretado y, por lo tanto, se requiere su decodificación57. El lenguaje pasa de ser un
recipiente vacío, para cargarse de significados políticos. No existe ningún concepto
"natural", sino que naturalizados por el discurso, es decir, se los puede “des-historizar”.
Esto significó una revolución en la percepción de que no hay separación real entre
lenguaje (como discurso) y ciencia. En este contexto, debemos asumir con precaución
los discursos emitidos en torno a la salud, la salubridad, el higienismo y la eugenesia
porque todos estos ámbitos nacen desde el discurso de agencias y ninguno puede ser
neutral ni irrelevante en la realidad social.
Tomhas Kun en su obra “La estructura de las revoluciones científicas” señala, a partir de
un análisis histórico, que los avances científicos, no se producen por la experimentación,
ni de manera lineal y progresiva, sino que se producen en base a los acuerdos de una
comunidad científica. Estos "paradigmas científicos" son también formas de ver el
mundo, y tienen relación con una interpretación de la realidad.
57
Algunas de estas cuestiones pueden profundizarse en Appleby, Hunt y Jacob, 2005.
48
Las comunidades científicas, instauradas como agencias de control, establecen
paradigmas mediante los que constituyen claves discursivas hegemónicas. El concepto
de paradigma comprende toda una gama de signos, símbolos y saberes que son
aceptados por una comunidad y por el que constituyen un discurso hegemónico. A este
respecto Kuhn señala: “En su uso establecido, un paradigma es un modelo o patrón
aceptado, y este aspecto de su significado me ha permitido apropiarme la palabra
‘paradigma’, a falta de otro término mejor”58.
En este contexto, se comprende el proceso seguido por el discurso científico en todos los
ámbitos culturales en Occidente desde el siglo XVIII. La modernidad abrió el espacio
para que muchos filósofos y científicos establecieran las coordenadas del discurso
dominante.
Retomando las premisas aristotélicas de constituir una “ciencia universal del ser”, el
discurso científico se estableció como hermenéutica, validando lenguajes y
nomenclaturas propias y excluyendo a otros signos que cayeron en el averno de lo
prosaico y el mito.
58
Kuhn, Thomas “La Estructura de las Revoluciones Científicas”. Fondo de Cultura Económica, México,
1995. P.51.
49
En esta línea, para encontrar la verdad se debe renunciar a toda enseñanza externa a sí
mismo, adhiriéndose a un único sistema, ya que según Descartes: “no hay tanta
perfección en las obras compuestas de varios trozos y hechas por las manos de muchos
maestros, como en aquellas en que uno sólo ha trabajado”59.
59
Descartes, René, “El Discurso del Método”, P.8. en
http://presencias.net/indpdm.html?http://presencias.net/invest/ht3017a.html
60
Para los griegos episteme se encuentra ligado al concepto de Aletheia que proviene del nominativo
Lethos (sombra), precedido de un prefijo de negación “a”, lo que significa que la búsqueda del
conocimiento es una revelación. En otros términos, abocarse a develar las dinámicas del ejercicio del
conocimiento.
50
Darwin. Las tesis del naturalista inglés, expuestas en 1860 en su obra el “Origen de las
Especies”, causaron impacto en la sociedad victoriana.
Los organismos, según él, se habían adaptado exitosamente a las condiciones físicas de
su hábitat a lo largo de millones de años, maximizando sus posibilidades de
supervivencia.
Estas ideas causaron un fuerte interés por temas como la salud, la higiene y la
preservación racial. La ciencia se situó en el centro de este discurso donde la moral, la
medicina y los nacionalismos establecían sus conceptos referentes al trabajo, la
producción, la reproducción, la defensa y la “higiene racial”.
En Chile estas teorías fueron difundidas por el pensador y científico prusiano Rodolfo
Amando Philippi, que en 1866 publicó su obra “Elementos de Historia Natural”61.
Revelación anticipada, ya que no fue hasta 1871 que Darwin expuso el principio
evolutivo del hombre en su obra “The Descent of Man and Selection in relation to Sex”.
Pese a las revelaciones de estos textos las teorías evolucionistas habían estado en el
tapete de la discusión desde hacía varias décadas atrás. En 1790 Jean Baptiste Lamarck
había dado a conocer su obra “Metamorfosis de las Plantas”, y en 1809 apareció su
“Filosofía Zoológica”. Tampoco hay que desestimar la influencia que tuvieron “Los
61
Texto de apoyo para el estudio de las Ciencias Naturales del Instituto Nacional. 1866.
62
Márquez Bretón, Bernardo. Orígenes del Darwinismo en Chile, editorial Andrés Bello, Santiago de
Chile, 1982, P.17.
51
principios de Geología” de Charles Lylle, en los cuales Darwin basó parte de sus
estudios63.
Las ciencias biológicas tuvieron su mayor hito durante la primera mitad del siglo XIX
con los trabajos del naturalista francés Claude Gay (1800-1873) quien viajó a Chile en
1828 invitado por el viajero Pedro Chapuis. Una vez en Chile se integró como profesor
de geografía en el Colegio de Santiago, y en 1830 es contratado por el gobierno de José
Tomás Ovalle para realizar un viaje de exploración por el territorio de Chile en un
período de tres años.
Con este hito se inicia la labor naturalista en Chile, atendiendo los recursos naturales del
territorio y su potencial económico. Los resultados de su investigación fueron
publicados y difundidos en los círculos intelectuales europeos en 1844, mediante una
extensa obra de 15 tomos titulada “Historia Física y Política de Chile”. Este estudio
obtuvo un gran reconocimiento tanto en Chile como en el exterior y fue publicado en 29
tomos hasta 1971.
Otro de los naturalistas y científicos connotados fue Roudolfo Phillipi, quien arribó a
Chile en diciembre de 1851, huyendo de las repercusiones políticas de la revolución de
1948 en Prusia.
63
Márquez Bretón, Bernardo. Orígenes del Darwinismo en Chile, editorial Andrés Bello, Santiago de
Chile, 1982, P.22.
52
país. Esto contribuyó a exasperar los ánimos, haciéndose manifiesto en la temprana
protesta contra las nuevas contrataciones de profesores alemanes en el Instituto Nacional
y la instauración de programas científicos en las escuelas. Hecho que finalmente acaeció
el año 1853 cuando el gobierno de Manuel Montt, por iniciativa de Andrés Bello, optó
por su inclusión.
64
El 27 de agosto de 1848, el Gobierno nombró a Bernardo Philippi agente de colonización, por lo que se
trasladó a Europa con instrucciones de contratar a los colonos. Durante 3 años realizó giras por diversos
estados alemanes, con el propósito de reclutar interesados para el plan de colonización. En mayo de
1849 embarcó al primer grupo, enviando a Chile más de 200 personas, entre ellas a su hermano
Roudolfo y su familia.
65
Papp, Desiderio. “Ideas Revolucionarias en la Ciencia”. Tomo II, Editorial Universitaria de la Univ. De
Chile. Santiago de Chile. 1977. P.216.
53
Venciendo las dificultades el discurso médico y científico terminó finalmente por
consolidarse. Durante el período de los gobiernos liberales, 1861-1891, se promulgó la
Ley Orgánica de Instrucción Secundaria y Superior, que garantizaba la autonomía de los
catedráticos y profesores en materia científica.
Otro de los promotores del estudio científico en Chile fue Bartolomé Mitre, argentino y
amigo cercano de Barros Arana, al que incitó -en una carta fechada el 20 de octubre de
1875-, a asumir una posición más activa en la polémica evolucionista y racial. De este
modo, y siguiendo las sugerencias de Mitre, Barros Arana incluyó en su magna obra
“Historia general de Chile”, publicada en 1884, un extenso capítulo referente a los
problemas del poligenismo y el monogenismo, y las distancias entre creacionistas y
transformistas:
66
Barros Arana, Diego. Elementos de Geografía Física, Pp. 23-24. Cita en Márquez Bretón, Bernardo.
(1982). “Orígenes del Darwinismo en Chile, Santiago de Chile”, Editorial Andrés Bello.P.38.
54
“…que no ve en las especies actuales, tanto en la flora como en la fauna, sino el
resultado de transformaciones y subdivisiones de especies anteriores. El hombre mismo
no sería más que el resultado de esta transformación, habría llegado a sus formas
actuales en un sólo centro, y de allí se habría extendido lenta y gradualmente por todo el
globo, modificándose por diversas condiciones de su existencia hasta formar las razas
actuales”67.
Así, el discurso científico irrumpió con fuerza en los ámbitos académicos y círculos
gobernantes del país, durante la segunda mitad del siglo XIX. Lo constata Barros Arana
en su introducción a la “Historia General de Chile”:
“Hace algunos años esta noción, en pugna con las ideas y preocupaciones reinantes, no
podían emitirse sino como una simple hipótesis y con mucha desconfianza”68.
En este contexto, el estudio de las ciencias se hizo cada vez más común. En el discurso
inaugural de la Biblioteca de Escritores de Chile, Jorge Huneus Gana señaló:
“La industria y sus progresos necesitan de las ciencias para iluminar a cada paso su
camino infinito, y por eso hemos creído que el historiador debe tomar nota del momento
y de la proporción en que la industria y las grandes leyes económicas del desarrollo de la
riqueza suelen contribuir al fomento de los estudios técnicos, que es como decir al
impulso indirecto pero positivo de las ciencias y de la respectiva producción intelectual
que a ellos corresponde”69.
67
Barros Arana, Diego. Historia General de Chile. Tomo I, Capítulo Primero. Cita en Márquez Bretón,
Bernardo.” Orígenes del Darwinismo en Chile”, op. cit. P.37.
68
Ibídem.
69
Huneeus Gana, Jorge. Cuadro Histórico de la Producción intelectual en Chile. P. 361. Cita en Márquez
Bretón, Bernardo. “Orígenes del Darwinismo en Chile”, op. cit. P. 31.
55
Este proceso posicionó al discurso científico como hermenéutica, situándolo en el centro
de diagrama cognoscitivo. Los proyectos de carácter científico se multiplicaron como
voz legitima del saber.
El carácter central de este texto se aboca a determinar los procesos estructurales del
desarrollo científico, desentrañando las fisuras y segmentos teóricos discursivos a través
de la historia. Kuhn lo resume en el prefacio del libro en los siguientes términos: “Para
que el cultivo de la historia de la ciencia adquiera cabal sentido y rinda todos los frutos
que promete, se impone el examen de ciertas coyunturas, propias del desenvolvimiento
científico. La ‘revolución científica’ es quizá la circunstancia en que el desarrollo de la
ciencia exhibe su plena peculiaridad, sin que importe gran cosa de qué materia se trate o
la época considerada”70.
70
Kuhn, Thomas S. La estructura de las revoluciones científicas, México, FCE. México, 1995. P.1.
56
La Historia, para Kuhn, se constituye como dispositivo de análisis eficaz en la labor
científica, introduciendo un elemento nuevo en el ámbito de las ciencias. De esta forma
la “historicidad” establece patrones de series históricas que el proceso científico va
superando. Estas son las estructuras de las revoluciones científicas que sostienen el
progreso de las “ciencias maduras”. La secuencia establecida constituye una línea de
progreso entre el establecimiento de un paradigma, determinado su crisis y posterior
instauración de un nuevo paradigma:
1. Establecimiento de un paradigma
2. Ciencia normal
3. Crisis
4. Revolución científica
5. Establecimiento de un nuevo paradigma
71
Kuhn, Thomas. “La Estructura de las Revoluciones Científicas”. op. cit. P.21.
57
Kuhn inicia este texto dejando constancia de las dificultades que se presentan al
momento de definir los alcances de la inventiva en los procesos de creación científica. El
simposio, concurrido en su mayoría por psicólogos, pretendía definir el tipo de
comportamiento inventivo aplicado en diferentes ámbitos científicos.
En la primera parte de la obra Kuhn se aboca a determinar las distancias entre método
convergente y método divergente. Para ello establece la importancia de la historia de las
ciencias como herramienta de análisis, mediante ésta se puede dilucidar los puntos de
quiebre existentes en la producción científica a lo largo de la historia.
72
Kuhn, Thomas, “La Tensión Esencial”: Tradición e Innovación en la Investigación Científica”. Fondo de
Cultura Económica. 1982.
73
Kuhn, Thomas, “La Tensión Esencial”: Tradición e Innovación en la Investigación Científica”. Fondo
de Cultura económica. 1982.
58
Pero este acento en la divergencia y la innovación científica, como parte del talento
imaginativo, lleva al autor a un nuevo planteamiento. ¿No se estará exagerando en la
imparcialidad y la flexibilidad como márgenes estructurales del quehacer científico?
Bajo esta perspectiva propone el concepto de “pensamiento convergente” como base
estructural de la investigación científica. Entendemos por pensamiento convergente el
avance científico sostenido en convenciones generales de la comunidad, que establece
“paradigmas”. Cada paradigma se encuentra sostenido sobre consensos académicos que
reemplazan al paradigma anterior. Su justificación radica en la comunidad.
Los dos modos de pensamiento entran en conflicto inevitablemente, por lo que Kuhn
señala: “…se infiere que uno de los requisitos primordiales para la investigación
científica de la mejor calidad es la capacidad para soportar una tensión que,
ocasionalmente, se volverá casi insoportable”74.
Kunn señala como inicio de la era científica al período iniciado por el astrónomo polaco
Nicolás Copernico. Hasta aquel momento la labor científica se desarrollaba con
autonomía desde las distintas escuelas existentes, cada una con sus propias tesis y sin
unidad ni complementación.
74
Kuhn, Thomas, “La Tensión Esencial”: Tradición e Innovación en la Investigación Científica”.
59
lento progreso. Este período, anterior al establecimiento de un paradigma, se le
denomina divergente, y existe en todas las áreas científicas.
Kuhn concibe este desarrollo de las ciencias como progresista. Antes del establecimiento
del paradigma, la labor científica fue lenta y no productiva. Una vez establecido el
método convergente la historia de la ciencia comienza un desarrollo ascendiente desde el
establecimiento de un determinado paradigma. Desde este punto el trabajo del científico
se aboca al desarrollo de soluciones posibles de enigmas y problemas que justificarán, a
la postre, el paradigma central. Cuando éste se debilita y entra en crisis, un paradigma
más amplio lo sustituye, de este modo el desarrollo científico se torna progresista75.
El concepto de paradigma comprende toda una gama de signos, símbolos y saberes que
son aceptados por una comunidad y por lo tanto constituyen un discurso hegemónico.
Como cada escuela hasta entonces defendía su autonomía, no existía un desarrollo
progresista de la ciencia. En cambio, a partir de Copérnico y más tarde con la revolución
newtoniana, se desarrolló lo que Kuhn señala como una reforma moderna del proceso
científico.
75
Es de notar que Kuhn concibe el desarrollo de la historia de las ciencias bajo conceptos “positivos”, es
decir, de progreso y desarrollo. Estos conceptos han sido abandonados en muchas ciencias consideradas
‘blandas’, como la historia y algunas áreas de la sociología, durante los últimos veinte años.
76
Kuhn, Thomas, “La Tensión Esencial”: Tradición e Innovación en la Investigación Científica”.
60
Cada revolución científica significa un avance en los procesos de investigación.
Como el método convergente es una forma de análisis repetitivo del corpus teórico y la
tradición científica, todo avance que se realiza en este margen se cimienta sobre
premisas consensuadas anteriormente: “las teorías nuevas y, en grado creciente, los
descubrimientos, dentro de las ciencias maduras, no ocurren independientemente del
pasado. Por lo contrario, surgen de teorías antiguas y dentro de la matriz de creencias
añejas acerca de los fenómenos, que el mundo contiene y no contiene”78.
En este punto Kuhn señala el valor que tienen las revoluciones científicas en el
desarrollo histórico de las ciencias. Pero la revolución es sólo una parte del avance
científico. Mucho del desarrollo de la ciencia se realiza en lo que se denomina “ciencia
normal”, con investigaciones de tipo convergente, aunque muchas veces este tipo de
labor conducen al establecimiento de nuevos paradigmas revolucionarios: “Pero los
cambios revolucionarios de una tradición científica son relativamente raros, y épocas
prolongadas de investigación convergentes son sus preliminares necesarios”79.
77
Kuhn, Thomas, “La Tensión Esencial”: Tradición e Innovación en la Investigación Científica”.
78
Kuhn, Thomas, “La Tensión Esencial”: Tradición e Innovación en la Investigación Científica”.
79
Kuhn, Thomas, “La Tensión Esencial”: Tradición e Innovación en la Investigación Científica”.
61
Esta relación de elementos residuales y emergentes en la historia de las ciencias, que
permiten el desarrollo científico mediante sustitución de paradigmas y ciclos
revolucionares y estables, es lo que contempla la “tensión esencial” en la labor del
científico.
Kuhn pone mucho énfasis en el agente subjetivo del desarrollo de las ciencias. El
científico debe lidiar con la red establecida y consensuada por la comunidad sosteniendo
su labor en ella, pero al mismo tiempo desmarcándose de ésta al momento de plantear
nuevos desafíos y elementos de prueba: “Muy a menudo el científico que logra el éxito
debe mostrar, simultáneamente, las características del tradicionalista y las del
iconoclasta”80.
80
Kuhn, Thomas, “La Tensión Esencial”: Tradición e Innovación en la Investigación Científica”.
81
Kuhn, Thomas S. “La estructura de las revoluciones científicas”, México, FCE. México. 1995. P.43.
62
capaz de atraer a la mayoría de los profesionales de la generación siguiente, las escuelas
más antiguas desaparecen gradualmente. Su desaparición se debe, en parte, a la
conversión de sus miembros al nuevo paradigma. Pero hay siempre hombres que se
aferran a alguna de las viejas opiniones y, simplemente, se les excluye de la profesión
que, a partir de entonces, pasa por alto sus trabajos”82.
En la segunda parte del texto Kuhn se adentra en los métodos pedagógicos aplicados
usualmente a los estudiantes de áreas científicas duras, a manera de develar las formas
de comportamiento usual ante los problemas científicos. La educación de los científicos
conduce, en gran medida, los códigos de trabajo que estos realizan posteriormente,
incidiendo en el desarrollo más amplio de las ciencias.
De esta forma, el arsenal teórico aplicado para resolver algún tipo de problema científico
más que empeñarse en el desarrollo del fenómeno se aplica al ajuste de este fenómeno a
las premisas preconcebidas en la teoría de las ciencias. Este es el sistema de pensamiento
convergente que en la historia de la enseñanza de las ciencias ha cumplido un rol
fundacional.
82
Kuhn, Thomas S. “La estructura de las revoluciones científicas”, México, FCE. México. 1995. P.46.
63
El investigador se sostiene sobre este discurso sin la necesidad de comprobar
empíricamente todo el cuerpo teórico, el texto los sostiene y corrobora por sí mismo. A
este respecto Kuhn señala: “Cuando un científico individual puede dar por sentado un
paradigma, no necesita ya, en sus trabajos principales, tratar de reconstruir
completamente su campo, desde sus principios, y justificar el uso de cada concepto
presentado. Esto puede quedar a cargo del escritor de libros de textos”.83
En los textos científicos en áreas como la física, biología o astronomía, los métodos
teóricos se abocan comúnmente al desarrollo de diferentes casos en vez de centrase,
como en otras ciencias, en una sola pero con distintas perspectivas de análisis.
En las ciencias sociales, durante las dos últimas décadas, se ha procedido a variar la
perspectiva de análisis más que a producir saberes disciplinares rígidos. Los estudios de
género persiguen este objetivo, como nexos interdisciplinarios se abocan al estudio de
problemas ya tratados por la historia, la lingüística y el análisis discursivo. Un ejemplo
emblemático es el estudio del cuerpo y la sexualidad; variar la visión que se tiene de
éstos ha producido nuevos razonamientos y visiones, utilizando las mismas
metodologías aplicadas a antiguas problemas, pero con perspectivas variadas84.
En el estudio de las ciencias denominadas duras, según señala Kuhn, ocurre lo opuesto:
no se encuentra una variedad de problemas potenciales a los que se debiera enfrentar en
el desarrollo de la labor científica, sino que se acota a una mínima y muy concreta
clasificación de problemas abordados mediante una metodología única.
Eso es lo que definimos como paradigma; una serie de conceptos metodológicos que
resuelven problemas únicos y que guían el desarrollo de una comunidad científica: “En
83
Kuhn, Thomas S. “La estructura de las revoluciones científicas”, México, FCE. México.
P. 47. 1995.
84
Ver capítulo sobre “historia del cuerpo desde el análisis semiótico y el lenguaje”
64
estos libros aparecen soluciones a problemas concretos que dentro de la profesión se
vienen aceptando como paradigmas”85.
“Los Paradigmas obtienen su status como tales debido a que tienen más éxito que sus
competidores para resolver problemas que el grupo de profesionales ha llegado a
reconocer como agudos. Sin embargo, el tener más éxito no quiere decir que tenga un
éxito completo en la resolución de un problema determinado, o que dé resultados
suficientemente satisfactorios con un número considerable de problemas”86.
85
Kuhn, Thomas, “La Tensión Esencial”: Tradición e Innovación en la Investigación Científica”.
86
Kuhn, Thomas S. “La estructura de las revoluciones científicas”, México, FCE. México.
P.52. 1995.
87
Kuhn, Thomas S. “La estructura de las revoluciones científicas”, México, FCE. México.
P.66. 1995.
65
1- “La educación en ciencias naturales no parece haber sido afectada por la
existencia de tales actitudes”.
2- “…esta técnica de exposición exclusiva a una tradición rígida ha producido una
inmensa clase de innovaciones”.
Según Kuhn, este es el momento de hablar de ciencia en el sentido moderno del término,
período en que se comienzan a obtener los mejores resultados. Como ejemplo, el autor
señala el ámbito de la ciencia óptica y analiza las divergencias existentes antes del
planteamiento de las ideas de Newton y una vez realizadas por éste. Desde aquel
momento se han producido tres revoluciones en el campo científico con respecto al
estudio de la luz, con la implantación de tres paradigmas distintos que reemplazaron
sucesivamente unos a otros, con toda una red metodológica y de conceptos asociadas a
ésta. El estudio científico contemporáneo en el ámbito de la óptica, se remite a la última
de estas revoluciones hacia principios del siglo XX.
La historia de las mentalidades propone, desde la segunda mitad del siglo XX, nuevas
perspectivas para el desarrollo histórico, ya no concebido bajo un carácter lineal y
progresista. La interdisciplinariedad de estos estudios han forzado a los historiadores a
relacionarse con disciplinas afines, pero muchas veces concebidas como distantes -por
ejemplo la psicología, la lingüística, el género-, con el fin de descifrar los tópicos
centrales del desarrollo histórico desde las mentalidades, que son: (1) lo racional, (2) lo
emotivo, (3) lo imaginario, (4) lo inconsciente y (5) la conducta.
66
No obstante, para Kuhn el desarrollo científico implica necesariamente una unidad en
torno a ideas consensuadas por una comunidad académica científica:
“Los hechos históricos sugieren fuertemente que, aunque se practique la ciencia –como
en la filosofía o en las ciencias del arte y la política- sin un consenso firme, esta práctica
más flexible no producirá la pauta de avances científicos rápidos y consecuentes que nos
han acostumbrados los siglos recientes”88.
En este ámbito Kuhn plantea la pregunta ¿Qué espera hacer en su carrera profesional un
científico que trabaja dentro de la tradición arraigada profundamente, y poco adiestrado
para recibir las opciones importantes? Básicamente, como ya se ha señalado, el trabajo
realizado por este tipo de investigadores se aboca a la resolución de problemas que
cohesionen el modelo ya existente.
De esta forma, muchos de los experimentos son sólo respaldos de cálculos teóricos
realizados con anterioridad en la comunidad científica, y ajustados al modelo
paradigmático: “Además, para mencionar otra clase más de problemas de investigación,
tómese en cuenta el trabajo realizado por muchos científicos que se dedican
constantemente a recoger los datos concretos (por ejemplo, los pesos atómicos, los
momentos nucleares) que hacen falta para la aplicación y la extensión de la teoría
existente”.
88
Kuhn, Thomas, “La Tensión Esencial”: Tradición e Innovación en la Investigación Científica”.
89
Kuhn, Thomas, “La Tensión Esencial”: Tradición e Innovación en la Investigación Científica”.
67
El objeto principal de la ciencia normal no pretende de ninguna forma establecer
quiebres que faciliten la irrupción de nuevos descubrimientos y paradigmas: “La
característica más sorprendente de los problemas de investigación normal que acabamos
de ver es quizá la de cuán poco aspiran a producir novedades importantes, conceptuales
o fenomenales”90. El carácter de la ciencia normal es, justamente, la solución de enigmas
con el fin de reafirmar el paradigma imperante: “Para los científicos, al menos, los
resultados obtenidos mediante la investigación normal son importantes, debido a que
contribuyen a aumentar el alcance y la precisión con la que puede aplicarse un
paradigma”91.
Estos espacios intermedios donde se originan crisis, son los más complicados dentro de
una “ciencia madura”, ya que el científico no puede aplicar ninguno de los dispositivos
conocidos. Este limbo teórico presenta una disyuntiva metodológica.
Kuhn señala que una postura flexible y divergente sólo conducirá al investigador a un
abismo de posibilidades poco concretas, sin obtener resultados de consideración. Lo más
probable es que retroceda a un período pre-consensual del desarrollo científico, con una
multiplicidad de posibilidades, pero sin la constitución de soluciones eficaces.
90
Kuhn, Thomas S. “La estructura de las revoluciones científicas”, México, FCE. México. 1995. P.68.
91
Kuhn, Thomas S. “La estructura de las revoluciones científicas”, México, FCE. México. 1995. P.69.
68
En una ciencia madura, como lo define Kuhn, el investigador rastreará las anomalías
desde una orilla ya recorrida en el cuerpo teórico, y desde ese margen aplicaría
dispositivos reconocidos: “En las ciencias maduras, el preludio a muchos
descubrimientos y a todas las teorías nuevas no consiste en la ignorancia, sino en el
reconocimiento de que algo anda mal en lo que se sabe y en lo que se cree”92.
La teoría conocida sirve como plataforma inicial ante los espacios críticos, y una vez
descubiertos nuevos dispositivos puede ser abandonada en vías de un nuevo paradigma.
Sólo una vez alcanzada esta orilla se puede romper con la tradición.
92
Kuhn, Thomas, “La Tensión Esencial”: Tradición e Innovación en la Investigación Científica”.
69
Este es justamente el génesis de una serie de reflexiones que conllevarán a concebir a los
sujetos como entidades complejas, que asumen y transforman lo biológico, bajo nuevas
concepciones valóricas y sociales.
El texto de Nicolai enriquece esta perspectiva científica estableciendo una “religión del
saber”93.
El estudio de las ciencias es, en resumen, y tal como lo expresa Michel Foucault, una
serie de mecanismos y “tecnologías del yo”, ligadas a una exploración de la sexualidad y
del universo95.
El Manual enfatiza que: “El profesor de ciencias también puede ayudar al alumno a
desarrollar un concepto racional y coherente del universo, y una sana filosofía de la vida,
entendiendo por concepto del universo una actitud hacia el mundo que lo rodea, y por
filosofía de la vida, las actitudes frente a sí mismo y a las demás personas”96.
La ética científica se encuentra unida a una innovación constante sin anclarse en los
viejos prejuicios morales, religiosos y técnicos: “…es así que el verdadero hombre de
93
Nicolai, Georg FR. “Valor Pedagógico de las Ciencias”. En “El Sentido de las Ciencias” Asociación
General de Profesores de Chile, Santiago de Chile 1934. Pp. 4-5.
94
Nicolai, Georg FR. “Valor Pedagógico de las Ciencias”. En “El Sentido de las Ciencias” Asociación
General de Profesores de Chile, Santiago de Chile 1934. P. 3.
95
Michel, Foucault. “Las tecnologías del yo”, Barcelona, Ed. Paidos Ibérica. S.A. 1995.
96
Cómo hacer de la enseñanza de las ciencias más funcional. Santiago de Chile.1947.Folleto.547. Museo
de la educación Gabriela Mistral.
70
ciencia está siempre dispuesto a descartar las viejas teorías cuando las nuevas
demuestran ser más útiles para el progreso del conocimiento científico. El hombre de
ciencias debe ser tolerante. Sabe que la ciencia tiene carácter internacional”97.
En ese proceso, que luego se determinará como el pasaje entre la primera y la segunda
transición epidemiológica, la lucha contra las enfermedades contagiosas había llevado a
limitar la mortalidad aguda, pero había incrementado las enfermedades crónicas
(tuberculosis, enfermedades degenerativas, por ejemplo), en la medida que la población
sobrevivía más años y no moría en la primera o segunda juventud. Esta situación
mostraba los límites concretos de la bactereología, que no podía entonces coronarse
como la disciplina de la salud y el bienestar social.
Los países europeos habían aplicado una serie de medidas para controlar aquéllos
sectores que, por diversas circunstancias, estaban lejos del sistema productivo. Esto se
implantó a través de una serie de instituciones, tanto públicas como privadas para excluir
y/o segregar, lo que Foucault denominó el "biopoder" sobre los cuerpos.
97
Ibidem.
71
Para las burguesías europeas la acumulación de población en las urbes y su descontrol
social, subproducto de la Revolución Industrial, habían tenido como consecuencia el
aumento de la peligrosidad social. Según esta visión, las reformas sanitarias y la
legislación entre represiva y filantrópica, consideraba a los sectores populares como
delincuentes o como niños, a los que había que enseñar prácticas que desconocían.
98
Grez, Sergio. “La cuestión social en Chile. Ideas y debates precursores (1804-1902)” DIBAM Chile
1995 P.9.
72
En argentina fue promovido por médicos de la talla de Emilio Coni y Eduardo Wilde el
último tercio del siglo XIX.
Durante la primera mitad del siglo XIX los problemas sociales y de salubridad no
estuvieron contenidos dentro de los programas políticos y de planificación de los
gobiernos. Esta función fue cedida a aquellas instituciones que históricamente habían
asumido la labor de asistencia, como la Iglesia, los sectores élites y las Órdenes
Religiosas (hospitalarios, ordenes educadoras como la Divina Providencia y Salesianas y
penitenciarias como las monjas del Buen Pastor).
La Iglesia asumía esta tarea desde la caridad e incitaba a las clases dominantes a adoptar
una actitud cristiana ante los más necesitados. Consideraba que la crisis social de fines
del siglo XIX era causa de la pérdida valores entre las clases dominantes. Así quedó
establecido en las encíclicas papales de León XIII (“Rerum Novarum”, 15 de mayo de
1891).
73
Con el desarrollo de las comunidades médicas profesionalizadas y liberales, al alero de
la Sociedad Médica de Santiago y la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile,
se incentivó un proceso de reforma sobre el sistema de salubridad.
El primer punto a precisar al abordar este proceso es justamente una definición del
concepto de Cuestión Social. Varios historiadores y sociólogos como el norteamericano
Jame O Morris, citado por Sergio Grez en su estudio sobre la Cuestión Social99, y el
francés Robert Castel, comprenden a este concepto como un proceso que afecta
principalmente a la clase obrera y media durante la implementación de los nuevos
sistemas de producción capitalista:
Este proceso, según Sergio Grez, se inició hacia la década de 1860 extendiéndose hasta a
inicios del siglo XX.
99
Grez, Sergio. “La Cuestión Social en Chile, Ideas y debates Precursores (1804-1902)” DIBAM. P.9.
100
Ibidem.
74
El programa higienista centró su interés en los sectores obreros, los que debían ser
cuidados y regulados para no caer en el degeneramiento físico y espiritual.
De esta forma, la Cuestión Social no solo puede ser comprendida como un proceso en el
ámbito de las relaciones laborales asalariadas y de consumo, sino también dentro del
contexto de las afectividades, la familia nuclear y la sexualidad.
Como lo señala Grez, los problemas sociales se discutían en Chile mucho antes que la
fecha indicada, e incluso intentaron establecer programas de salud públicos como los
organizados por Fray Chaparro a inicios del siglo XIX.
En este ámbito, es necesario considerar que si bien muchos ideólogos como Francisco
Bilbao, Victorino Lastarria y Santiago Arcos reflexionaron en torno a las problemas
sociales ideando formas de remediar las desigualdades, considero que muchas de estas
reflexiones se mantenían en un vértice de transformación entre el antiguo sistema,
basado en la relación de la tierra y la nueva producción liberal capitalista, sin apreciar ni
figurarse las nuevas formas de control basadas en la regulación de la vida.
Es posible precisar dos sectores que hacia la segunda mitad del siglo XIX se irían
situando en márgenes opuestos. Por un lado los antiguos liberales más radicalizados
101
Murillo, Adolfo. “Discurso Inaugural del primer Congreso General Científico chileno”. 1896
Concepción. Imprenta y encuadernación Roma, Santiago de Chile. P.16.
75
como Santiago Arcos, Bilbao y Lastarria quienes criticaban el antiguo sistema de
ordenación social y económica, pero que desconfiaban de las nuevas propuestas
liberales. Por otro lado, el sector médico casi en su totalidad se alineó con la ideología
liberal ya evolucionada hacia un concepto de asistencia, regulación y control por parte
de las instituciones públicas.
En Chile, uno de los principales precursores de esta corriente fue Fráncico Bilbao, quien
difundió y combatió ampliamente las desigualdades sociales existentes en el país. Bilbao
es considerado por algunos historiadores, como Sergio Grez, como uno de los
precursores de la Cuestión Social en Chile.
Francisco Bilbao se relacionó con las tendencias del Socialismo Utópico, durante su
exilio en Francia (1845-1850), denunciando luego en Chile las brutales condiciones de
vida de la clase trabajadora.
Difundió estas ideas en su diario "La Gaceta del Comercio", publicado en Valparaíso
entre 1842 a 1844. Durante su exilio en París, entre 1845 y 1850, conoció a Michelet,
Quinet y Lamennais, fundadores del pensamiento higienista ambientalista.
Los médicos fueron los primeros en utilizar el concepto de Cuestión Social a manera de
graficar las necesidades que el Estado y la sociedad requerían para su modernización.
Sergio Grez señala que a partir de 1880 se comienza a utilizar el término de Cuestión
Social, coincidiendo con el período cenit del movimiento médico: “Existe un virtual
consenso en la historiografía nacional en datar el surgimiento de los debates sobre la
Cuestión Social en Chile durante la década de 1880. Los historiadores coinciden en
señalar que el término Cuestión Social no nació en estas latitudes, sino con anterioridad
en Europa, acuñado por intelectuales y reformadores sociales”102.
102
Ibidem.
76
Este discurso se articulaba en términos raciales y nacionalistas. Según los médicos
higienistas, la causa principal del degeneramiento racial en las clases populares eran los
bajos salarios. Éstos impedían que los desposeídos se alimentaran mejor y heredaran a
su prole todas las enfermedades y males producto de estas carencias. Sólo con una
reforma en el sistema económico y laboral sería posible incidir en los hábitos higiénicos
y alimenticios de las clases populares.
El médico Augusto Orrego Luco lo expone en los siguientes términos: “Esa alza del
jornal que provoca el desarrollo de la industria, haría posible el cambio de alimentación,
un desarrollo más regular de nuestra raza, la higiene y la economía -que no tendrá jamás
un pueblo sumido en la miseria- y nos llevaría espontáneamente al cultivo moral e
intelectual”103.
Los objetivos principales de este proyecto higienista social eran, por un lado, el
fortalecimiento de la nación mediante un cuidado del cuerpo de los sujetos llamados a la
defensa nacional y el trabajo. En segundo término, pero no menos importante, evitar la
insurrección de las masas populares, que descontentas con las magras condiciones de
vida pudieran eventualmente rebelarse:
103
Orrego Luco, Augusto: “La cuestión social” Imprenta Barcelona, Santiago de Chile. 1897.
77
Hasta allí nos llevó la imprevisión, el salario bajo, la falta de industrias nacionales, la
miseria y la ociosidad del arrabal, y allí de nuevo nos veremos arrastrados si no
conseguimos extirpar esas calamidades económicas”104.
En consecuencia, la Cuestión Social se advino como una sombra sobre la estabilidad del
Estado y orden social.
Incluso, en un periodo muy posterior, la mala alimentación seguía siendo el yugo de las
clases populares, sobre todo en los espacios rurales. Así lo demuestran los estudios del
Consejo Nacional de Alimentación, fundado durante el Gobierno de Jorge Alessandri, y
dirigido por el médico Eduardo Cruz-Coke.
104
Orrego Luco, Augusto: “La cuestión social” Imprenta Barcelona, Santiago de Chile. 1897.
78
El Consejo Nacional de Alimentación fue ratificado por el decreto del 12 de febrero de
1937, estableciendo que el organismo procuraría el mejoramiento de la alimentación de
los habitantes del país y la salubridad nacional.
El primer gabinete que conformó el Consejo estuvo integrado, entre otros, por el Dr.
Luis Calvo Mackenna, profesor de Pediatría de la Escuela de Medicina de la
Universidad de Chile y Director del Patronato Nacional de la Infancia.
Los primeros estudios realizados por el Consejo dieron como resultado una alarmante
situación: “1) Subalimentación de una parte importante de la población infantil, con
todas sus consecuencias en el desarrollo corporal; 2) Insuficiencia de la producción en el
país, de los alimentos que la Comisión de Higiene de la Liga de las Naciones llama
alimentos protectores -leche, derivados, carne, huevos, verduras y frutas-, que contienen
substancias que estimulan el crecimiento, la inmunidad y la vitalidad general; 3)
Deficiencia de fósforo y calcio en los alimentos producidos en algunas regiones del país,
en especial del fósforo; 4) Falta de carne y alimentos proteicos a disposición de una
parte importante de la población, y 5) Poca variabilidad del régimen alimenticio
habitual”105.
Además, el informe agregaba que el 50% de la población del país aún vivía en zonas
rurales, dependiendo directa o indirectamente de la agricultura. La condiciones
alimenticias en el sector infantil eran graves, siendo foco de incubación de enfermedades
como “la tuberculosis y de las afecciones que se desarrollan en los terrenos
desamparados por las defensas orgánicas”106.
Ante esto, era necesario implementar medidas que asegurasen a la población del sector
rural superar el índice del sustento vegetativo.
105
Primer informe del Consejo de Alimentación. 1937.
106
Ibidem.
79
La alimentación se imponía, en consecuencia, como una de los factores primordiales para el
desarrollo y la salud de los sectores más vulnerables. El informe agregaba que:
Este informe ratifica que, aún después de un siglo de que políticos como Pedro Antonio
Palazuelos hiciera un dramático llamado en 1842 por mejorar las condiciones de vida de
los desposeídos, el Estado aún seguía siendo ineficaz en materia de alimentación e
higiene en ciertos sectores sociales: “Si el Estado no se encarga de ellos (…) temo que la
clase indigente se levante contra la sociedad y asalte para subsistir”108.
La constitución del discurso científico como “episteme” promovió una casta médico-
higienista preocupada de los problemas sociales. En la Revista Médica se define a la
‘higiene’ como una de las más importantes aplicaciones del médico en su rol de
‘terapeuta’: “La higiene no es otra cosa, que una de las más hermosas aplicaciones del
arte médico…”109.
El período coincide con la formación de una élite médico profesional que tiene su mayor
representación en la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile, la Sociedad
107
Ibidem.
108
19 de octubre, 1842. Sesiones de los Cuerpos Legislativos. Tomo XXX, P.433. Cárdenas Mario,
Grupos marginales en…OP. Cit. P.59.
109
Revista Médica de Chile, Volumen I, 1872, P.8.
80
Médica de Santiago y la Revista Médica de Santiago110, definida esta última como el
órgano difusor de la clase médica.
En un artículo titulado “El Rol del Médico” se señala: “La conservación de la salud, su
restablecimiento, ¿son los únicos objetos que le verdadero médico debe tener en vista? (…)
¿no tiene también, como el sacerdote que conduce a los mortales por el camino de la
moral…?”113.
Términos como disciplina y saneamiento eran la propuesta ante lo que los médicos
denominaban una corrupción del cuerpo y del alma. El higienismo, por tanto, no velaba
110
La Revista Médica fue fundada por 33 estudiantes de la Facultad de Medicina de la Universidad de
Chile junto a 13 médicos, la mayoría profesores de la Escuela de Medicina. Otro de los medios de
difusión fue la Revista de Higiene de Santiago fundada en 1894, órgano representativo del Consejo
Superior de Higiene Pública.
111
Revista Médica de Chile, Volumen I, 1872, P.8.
112
Otros médicos ilustres que formaron parte de la Sociedad Médica de Santiago fueron Rodolfo Amando
Philippi, Lorenzo Sazié, José Joaquín Aguirre, Augusto Orrego Luco, Roberto del Río.
113
Revista Médica de Santiago, Volumen I, 1872 P.6.
81
únicamente por el bienestar individual, sino por el desarrollo y la estabilidad de la
nación entera.
Durante el siglo XIX los sectores médicos se apropiaron del discurso positivista, liberal
e higienista desarrollando una ética de la producción y clasificación de los cuerpos y el
espacio.
En este tránsito desde las sociedades de soberanía a las disciplinarias y de control, los
sujetos son percibidos como geografías que pueden ser signadas con las marcas del
poder.
82
La familia se incluye en este diagrama como núcleo de producción, no solo de sujetos sino
también de identidades.
Los dispositivos de control interiorizados son reproducidos a través de todos los cuerpos,
espacios y sujetos. Foucault señala a este respecto: “Esto es sin duda lo que hay de
diabólico en esta idea como en todas las aplicaciones a que ha dado lugar. No existe en
ella un poder que radicaría totalmente en alguien y que ese alguien ejercería él solo y de
forma absoluta sobre los demás; es una máquina en la que todo el mundo está
aprisionado, tanto los que ejercen el poder como aquellos sobre los que el poder se
ejerce.”114.
En esta dinámica, los médicos se establecieron como agentes operacionales, generando una
tecnocracia científica en torno a la clasificación y la producción de sujetos. La higiene
social se constituyó, en consecuencia, como el evangelio de los agentes médicos, saneando
todas las virulencias del cuerpo social y del Estado.
114
Foucault. Michel. “El ojo del Poder” en Entrevista con Michel Foucault, en Jeremías Bentham, ‘El
Panóptico’. Barcelona, Ed. La Piqueta. 1980. Traducción de Julia Varela y Fernando Alvarez-Uría.
Disponible en: http://rie.cl/?a=1009.
83
Pero qué sucedía con aquellos sujetos que no se integraban al modelo de producción;
enfermos, locos, mendigos, cuya improductividad hacía peligrar todo el diagrama. Era
necesario, pues, establecer espacios de internamiento, con el fin no de segregar aquellos
sujetos, sino de reintegrarlos a la sociedad como elementos productivos.
Con esto se constituyó una reforma completa sobre el sistema penitenciario, concebido
desde aquel momento como un espacio de rehabilitación. Esta reforma condujo a la
conformación de un sujeto delictivo que incluía a todos los elementos díscolos del sistema
de productividad.
Foucault, en su texto “Vigilar y Castigar” (1975), señala que Benjamin Bentham planteó
los problemas del espacio en relación, justamente, al control y disciplina de los sujetos
díscolos, maximizando la productividad y el control al menor costo posible, por lo que se
sustituyó la vigilancia física y el castigo corporal por la mirada fiscalizadora.
Desde ese momento todas las prisiones y espacios correccionales eran elaborados según los
principios expuestos por Bentham y el “Panóptico”. Es decir, un edificio circular en cuyo
interior se emplaza un patio central con ventanas hacia el interior. En el centro de éste se
levanta una gran torre de vigilancia y en el extremo más alto se encuentra la caseta de
vigilancia, cubierta por pequeñas ventanas que no permiten la visión hacia su interior; ésta
aparece atravesada por amplias ventanas que se abren sobre la cara interior del círculo.
“El principio era: en la periferia un edificio circular; en el centro una torre; ésta aparece
atravesada por amplias ventanas que se abren sobre la cara interior del círculo. El edificio
periférico está dividido en celdas, cada una de las cuales ocupa todo el espesor del edificio.
84
Estas celdas tienen dos ventanas: una abierta hacia el interior que se corresponde con las
ventanas de la torre; y otra hacia el exterior que deja pasar la luz de un lado al otro de la
celda. Basta pues situar un vigilante en la torre central y encerrar en cada celda un loco, un
enfermo, un condenado, un obrero o un alumno. Mediante el efecto de contra-luz se pueden
captar desde la torre las siluetas prisioneras en las celdas de la periferia proyectadas y
recortadas en la luz. En suma, se invierte el principio de la mazmorra. La plena luz y la
mirada de un vigilante captan mejor que la sombra que en último término cumplía una
función protectora”115.
El interno sólo percibe la presencia del vigilante, sin siquiera verlo, pues la torre de
vigilancia simboliza el control absoluto que cada sujeto internaliza en sí, por lo tanto,
podría incluso desaparecer el vigilante, pero la vigilancia se reproduce entre los mismos
internos.
De esta forma también funcionaban los recintos hospitalarios, ya que los enfermos también,
dada su incapacidad productiva y su potencialidad contaminante eran considerados
disidentes al sistema.
Hasta en las acciones más cotidianas se evitaba el contacto con los internos: “Las
realizaciones de Claude-Nicolas Ledoux, concretamente la salina que construye en Arc-et-
Senans, se dirigen al mismo efecto de visibilidad, pero con un elemento suplementario: que
exista un punto central que sea el lugar del ejercicio y, al mismo tiempo, el lugar de registro
del saber”116.
El tercer tipo de sujetos a controlar eran los jóvenes, con el fin de evitar desviaciones en el
transcurso de su educación como el onanismo o las perversiones. En este ámbito cobra
115
Foucault, Michel, El ojo del Poder. Entrevista con Michel Foucault, en Bentham, Jeremías: El
Panóptico”. Ed. La Piqueta, Barcelona, 1980. Traducción de Julia Varela y Fernando Alvarez-Uría.
116
Ibidem.
85
relevancia la figura del “masturbador” al cual se le asignan una serie de corrupciones
físicas y morales.
En Paris el ejemplo máximo para el control de los alumnos fue la Escuela Militar de París
en 1755, y el Hotel-Dieu para los enfermos, ambos ideados para visibilizar a todos los
sujetos en amplias salas.“El espacio oscuro es asociado con la decadencia del antiguo
régimen monárquico, la pantalla de oscuridad que impide la entera visibilidad de las cosas,
las gentes, las verdades. Estos espacios se presentan como la “contra-figura” de las
transparencias y de las visibilidades que se intentan establecer entonces”117.
Este último punto es crucial en la ideología higienista del espacio, ya que era necesario no
sólo sanear esos cuerpos, sino evitar que contagiasen a los sanos. Para ello había que
asegurar el mínimo contacto, y permitir la circulación del aire.
117
Ibidem.
86
Lamina Nº 1.
Lamina Nº 2.
118
Publicada por: Gustavo A. Brandariz "Influjo del pensamiento científico en la arquitectura para la
salud: Argentina, 1880-1930". Revista de Historia y Humanidades Médicas Publicaciones de la Cátedra e
Instituto de Historia de la Medicina, Tercera época, Vol. 1, Nro. 1, Buenos Aires, 2005.
87
Lámina Nº 3.
119
Ibidem.
120
Ibidem.
121
Salessi, Hugo, “Médicos, maleantes y maricas. Higiene, criminología y homosexualidad en la
construcción de la nación argentina (Buenos Aires, 1817-1914)”, Rosario, Beatriz Viterbo. 1995,
P.171.
88
Sin embargo desde el establecimiento de espacios de vigilancia y control hospitalario en
las ciudades capitales hasta la implementación de un sistema a nivel nacional organizado
y eficiente hay mucha distancia.
Como la maquinaria de vigilancia y control del panóptico invade todos los espacios,
nadie puede escapar a su control, ni siquiera quien ejerce la fiscalización. El operario se
encuentra igualmente sumido bajo la vigilancia, todos ellos dominados y dominadores
forman parte de este aparato del poder. Desde ese punto de vista, el panóptico, devuelve
la mirada de control hacia su punto de partida. La desconfianza es, en consecuencia, un
elemento clave en la conformación de los mecanismos del poder.
122
Salessi, Hugo.” Médicos, maleantes y maricas. Higiene, criminología y homosexualidad en la
construcción de la nación argentina (Buenos Aires, 1817-1914)”, Rosario, Beatriz Viterbo.1995. P.298.
89
De la misma forma que la visibilidad y la mirada actuaban como contenedores sociales, en
el sistema penitenciario el castigo debía ser concebido a manera de rehabilitación,
sumado a la reclusión como acción punitiva. Todo esto acompañado de jornadas de
trabajo y estudios.
123
Vicuña Mackenna, Benjamín; “Memoria sobre el Sistema Penitenciario en General y su mejor
aplicación en Chile”, Santiago, Universidad de Chile, Impreso Dirección General de Prisiones, 1941.
P.15
90
El pensamiento higienista hipocrático concebía al delincuente como producto de su
medio, según la intervención de ciertos agentes ambientales que incidían en él y que
podían ser agentes de un contagio social si no se les internaba para su rehabilitación.
La criminología dio un paso más allá relacionando el carácter del sujeto delictivo con su
herencia genética y racial.
Hasta aquel momento el higienismo había elaborado, tal como se ha expuesto con
anterioridad, una reforma completa en cuanto a los espacios correccionales, como forma
de inclusión de los sujetos díscolos dentro del sistema de productividad.
91
Los estudios de Cesare Lombroso y Enrico Ferri concedieron la pauta para la
concepción de un sujeto delincuente, quien lleva inscrito en su diagrama genético el
signo delictivo. De esta forma el higienismo ambientalista cayó en el olvido y dio paso a
un sistema de pensamiento nuevo, ligado al estudio racial y el evolucionismo social.
A diferencia del sujeto disonante del sistema de productividad que era rehabilitado, en el
sistema higienista ambientalista el sujeto criminal de Lombroso se encontraba
constituido ajeno a la injerencia de algún elemento externo a su propia constitución
biológica. Ya no eran considerados como sujetos anómalos en cuanto a su
disfuncionalidad productiva, sino que el sujeto criminal de Lombroso adquiere marcados
rasgos de violencia y odio contra todo sistema de orden. La rehabilitación parece inútil
en este caso, ya que los agentes externos no inciden en su comportamiento. La
prevención parece del mismo modo inútil, dado que su conducta se encuentra
determinada por su carga genética.
En este punto se puede apreciar un giro sustancial en los objetivos médicos, ya que no
están conducidos hacia el estudio de la mortalidad infantil y la prevención de los ciclos
epidemiológicos, como en el higienismo ambientalista, sino hacia la natalidad, con el fin
de desentrañar los elementos que inciden en la generación de sujetos criminales. A este
respecto Luis Arteaga señala:
92
procreación, las taras hereditarias, los movimientos migratorios y la «decadencia de las
razas» apasionan a no pocos galenos”124.
“Los actos individuales de más caprichosas apariencias, que exigen un número mayor de
circunstancias fortuitas para poderse producir y en que la voluntad del hombre parece
dominar sin contrapeso, están sujetos, sin embargo, a una regularidad que pone de
relieve un factor extraño y superior a la simple voluntad del individuo.
124
Arteaga, Luis. Higienismo y ambientalismo en la medicina decimonónica. Departamento de Geografía.
Universidad de Barcelona. DYNAMIS Acta Hispanica ad Medicinae Scientiarumque Historiam
Illustrandam. Vol. 5-6, 1985-86, Pp. 417-425.ISSN: 0211-9536.
125
Ver Quijada, Mónica. “¿Qué Nación? Dinámicas y dicotomías de la Nación en el imaginario
hispanoamericano”. En Guerra Francoise-Xavier. “Inventando la Nación. Iberoamérica siglo XIX”.
F.C.E. México 2003.
93
Todos sabemos que la criminalidad obedece a las fórmulas de una estadística casi
absolutamente matemática, y que es posible decir de antemano no sólo cuál será la cifra
de los crímenes que se van a cometer el año próximo, sino su forma y hasta el
instrumento con que los van a perpetrar”126.
126
Orrego Luco, Augusto. “La cuestión social” Imprenta Barcelona, Santiago de Chile 1897.
127
Orrego Luco, Augusto. “La cuestión social” Imprenta Barcelona, Santiago de Chile 1897.
94
Capítulo 3: Sanidad e Higienismo
El Estado debía, en consecuencia, ahondar en los residuos oscuros que aún persistían del
antiguo régimen para articular un proceso social. En este contexto, la contención de los
grupos marginales se constituyó en una de las preocupaciones claves de las clases
dirigentes, asumiendo una política de rehabilitación de los sujetos díscolos.
Los conceptos de salubridad e higiene social fueron entendidos como dispositivos para
la implementación y articulación del sistema liberal y, al mismo tiempo, propulsar los
idearios de desarrollo social y construcción de un aparato que abarcara las estructuras
del Estado y la sociedad civil.
Este control y saneamiento de los espacios es llevado a cabo por una élite
profesionalizada de la salubridad denominado como “Inteligencia Médica”.
128
Foucault, Michel, “Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión”. México, FCE. 1988.
95
En Argentina, los conceptos de salubridad y modernidad fueron orientados muy
tempranamente a la integración de los grupos indígenas al ideario civilizatorio.
Hasta la década de 1820 los programas de salud en Argentina debieron luchar contra la
desorganización del mismo Estado. Además, con la falta de personal instruido
profesionalmente en los aspectos médicos y estadísticos. Para poder implementar con
éxito una política pública de salud se debía primero realizar un catastro geográfico y
demográfico del territorio y la población.
De esta forma y, tal como lo especifica Ernesto Bohoslavsky, el Estado argentino nació
unido a los conceptos de “territorio y Nación” como agentes estabilizadores, pero
también como los límites y fortaleza del propio Estado. Es por ello que se hacía
imprescindible realizar una exploración exhaustiva de los recursos nacionales,
incluyendo en esto a la misma población, como parte del potencial del Estado y la
riqueza de la Nación.
Un elemento clave en este movimiento fue la preocupación de las élites médicas por
asuntos como la mortalidad infantil, los procesos migratorios y el hacinamiento de las
clases populares.
96
Estos problemas eran considerados como asunto de carácter nacional, por lo que los
estudios científicos pretendían conceder una mirada de análisis crítica. En especial desde
áreas como la geografía, la medicina y la demografía, lo que queda graficado en el
artículo realizado para la Enciclopedia Chilena, en el área de medicina: “Se ha aseverado
que la demografía es la llave de la salubridad, en verdad, su estudio equivale, en cierto
modo, al examen clínico que practica el médico”129.
La definición roussoniana de la higiene ayuda a entender esta postura que tuvo muchos
adeptos durante todo el siglo XIX, y que parte del concepto del individuo como base de
la sociedad humana. Jean Jacques Rousseau consideraba a la higiene de suma relevancia
para el desarrollo social, sin embrago, hacia finales del siglo XVIII no existían políticas
a nivel institucional que la regulasen, remitiéndose a la voluntad, hábitos y virtud de los
individuos.
129
Anónimo, “Demografía. El telón de Fondo de la Salubridad”. Biblioteca del Congreso Nacional,
colección Enciclopedia Chilena, ítems 695.Biblioteca del Congreso Nacional de Chile.
97
La salud del hombre dependía de elementos naturales, pero corrompidos por la acción
del hombre como la contaminación del aire, la comida y bebida, el movimiento, además
de los vicios en los hábitos del descanso, el sueño y las pasiones.
La corriente higienista positivista pretendía luchar contra las superticiones y los habitos
populares religiosos que consideraban perniciosos para la higiene y la salud. Como lo
eran las aguas benditas y bautismales en las iglesias.
El agua bendita era especialmente controversial, pues se consideraba a dicha agua como
foco miasmas.
98
La amonestación parroquial, publicada en un periódico importante, parecía sugerir que
los médicos no se cuidaban de obedecer esa máxima católica. Se establecía la
trascendencia de “…la cura del alma, pues de ella proviene algunas veces la corporal, y
por experiencia se ve morir algunos sin confesar, por causa de no lo decir los médicos y
guardar lo que el derecho canónigo manda, y que por evitar lo susodicho, mandamos que
los Médicos y Cirujanos guarden lo dispuesto por derecho canónico en advertir a los
enfermos que se confiesen especialmente en las enfermedades agudas”130.
Algunas prácticas médicas recomendadas por los facultativos no eran aceptadas por todo
el conjunto social. Muchas personas se resistían, por ejemplo, a la vacunación contra la
viruela y al uso de mercurio, recomendado como sudorífico en la sífilis y otras graves
enfermedades crónicas. La terapéutica mercurial fue corriente en la medicina occidental
130
Telégrafo Mercantil, rural, político, económico e historiográfico del Río de la Plata, 1801-1802, en Di
Liscia, Silvia. “Saberes, terapias y prácticas indígenas, populares y científicas en Argentina” (1750-
1910). 2002.
99
hasta finales del siglo XIX. Su falta de aceptación se explicaba por una incorrecta
aplicación y una diferencia de temperamentos entre europeos y americanos.
Don Ambrosio O’Higgins realizó algunos empadronamientos que no pasaron de ser más
que anecdotarios. El primer censo serio se realizó en 1837, lo que marcó el punto de
inicio para el estudio de los fenómenos de la población. Así lo señala el ministro del
Interior durante el gobierno de Joaquín Prieto, don Joaquín Tocornal: “Desearía fijar
aquí como un punto de donde partir para calcular la marcha futura de la República, datos
estadísticos individuales y auténticos a cuya luz fuera posible formar un juicio seguro
sobre la condición física y moral del pueblo”131.
131
Citado en Enciclopedia Chilena, anónimo, “Demografía. El telón de Fondo de la Salubridad”.
Biblioteca del Congreso Nacional, colección Enciclopedia Chilena, ítems 695.
100
Sin embargo, en 1842 el ministro de Manuel Bulnes, Manuel Rengifio, lamentaba la
falta de técnica aplicada a los problemas de carácter nacional, señalando que “todo se
hace por medio del instinto, aventurando los más esenciales intereses del país”.132
En un solo día, el ministro del Interior, don Álvaro Covarrubias, anunció en 1865 que el
cambio “ha conducido a determinar, lo más exactamente que es dable, la población de
cada departamento, que es lo más importante”134. El señor Covarrubias incorporó en su
memoria datos sobre las relaciones entre habitantes y producción agrícola, riqueza
media, salubridad, inmigración, colonización y varios más. Así nació la contabilidad
humana.
Entre los censos de 1887 y 1907 la ciudad de Antofagasta había multiplicado por cuatro
y algo más sus habitantes; Viña del Mar cinco veces y Punta Arenas más de trece veces.
No equivale a negar que, por la insignificancia de los movimientos internacionales, la
población había aumentado, casi exclusivamente, a expensas del crecimiento natural o
vegetativo, vale decir, por el exceso de nacimientos sobre muerte, y que, en ese período,
era todavía bastante lento. Se calculaba que hacia 1930 dicha tasa de crecimiento debió
ser de 1,7%.
132
Ibidem.
133
Ibidem.
134
Ibidem.
101
Si bien entre 1835 y 1875 la población nacional se vio duplicada, este incremento
respondió, en buena medida, a la incorporación en la nacionalidad de muchos moradores
de las regiones que se iban ocupando.
Hasta 1940, Bolivia, Brasil, Ecuador, Colombia, Paraguay, Perú y Venezuela apenas
suponían de recuentos de una parte del territorio y estimaciones del restante. Para ese
entonces sólo tenían densidad y organización administrativa suficiente como para
practicar empadronamientos nominales y directos Argentina, Uruguay y Chile. Recién
en 1950 tuvo lugar el “Censo de las Américas”.
Resulta esperable que los médicos chilenos se interesaran en el pasado y, cuando era
necesario, perfeccionaran estos trabajos y registros. En este contexto, se estableció el
Centro Latinoamericano de Bioestadística, siendo Hernán Romero su secretario
ejecutivo, realizando una considerable labor en este sentido (y en materia de registros),
como también en el perfeccionamiento y divulgación de los certificados de defunción.
Esta institución apoyaba la labor de otras dentro del ámbito de la sanidad, fuerzas
armadas, sociedades de agricultura y minería, oficinas de planificación etc.
102
III PARTE
En Chile, la industrialización y el desarrollo urbanos originó hacia fines del siglo XIX la
constitución de una burguesía financiera diferenciada de las élites latifundistas.
Adoptando el pensamiento liberal como marco ideológico. De esta forma, se armó
políticamente un heterogéneo grupo de comerciantes, especuladores, extranjeros, nuevos
sectores profesionalizados e incluso miembros de la antigua élite señorial rural, quienes
mantuvieron negocios en variados ámbitos.
Desde los sectores medios y profesionales se constituyó una clase burguesa que
controlaba las economías urbanas, con identidad y clara conciencia de sí. De esta manera
se organizaron dos sectores claramente diferenciados, aunque no excluyentes, la
burguesía y las “élites señoriales”.
103
El signo de este sector era justamente la profesionalización y la ciencia.
La nueva clase actuó como un factor de cambio dentro de los sectores de derecha,
aunque una vez en la cima social, se aliaron a los sectores conservadores, accediendo a
ciertos signos de prestigio señoriales135.
Las clases populares, particularmente los peones, tendieron a oponerse a estas formas de
coacción, ejerciendo la huida como mecanismo de evasión y resistencia. De esta forma,
135
Romero, José L. “El Pensamiento Político de la Derecha Latinoamericana”, Paidos, Buenos Aires,
Argentina. 1970. P.104.
104
el vagabundaje se constituyó en una de las prácticas más habituales de la masculinidad
popular.
Sin embargo, no todos los mecanismos de resistencia eran de evasión, en muchas
ocasiones los sectores populares reaccionaron violentamente, confrontando a las clases
dominantes mediante huelgas, motines, levantamientos mineros y bandolerismo rural.
Siendo éstas manifestaciones espontaneas, pero recurrentes de la rebeldía popular.
Entendemos por “espacio” -de una manera amplia- el marco en que se desarrollan las
acciones humanas, representando en esa superficie valores e imaginarios culturales. Es
decir, el espacio no es un mero supuesto físico, sino el producto y, a la vez, marco
discursivo.
105
El hombre, al apropiarse del espacio lo resignifica adecuándolo a sus necesidades. Tal
como señala Gustavo Cataldo: “El espacio no es allí un mero objeto entre otros, ni siquiera
una representación empírica, sino condición a priori de todo representar”136.
En Chile, desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la consolidación del Estado
Asistencial, los mecanismos de control de las agencias dominantes, generaron una
dinámica del espacio público ideada como espacio político e ideológico; matriz discursiva
de los imaginarios científicos en torno al cuerpo.
Esta forma de control y diagramación del cuerpo como “locus” determina las dinámicas
reguladoras del espacio y de la vida. A este respecto Michel Foucault lo señala en términos
biopolíticos: "¿Cómo introducir esta atención, esta meticulosidad, este tipo de relación del
padre con su familia dentro de la gestión de un Estado?"137.
136
Cataldo, Gustavo. La Estructura del Espacio Humano. Revista de Filosofía. Universidad Metropolitana
de Ciencias de la Educación. Santiago de Chile. P.105.
137
Foucault Michel, "La gouvernementalité", Dits et Écrits, Tome IV,Pp. 641-642, citado en Lazzarato,
Mauricio, Del Biopoder a la Biopolítica, Revista Multitudes nº 1, París, marzo 2000.
106
El saber de los galenos hipocráticos adjudicaba a los elementos cierta incidencia en el
temperamento humano, determinado por la clásica teoría de los humores. Durante el siglo
XVIII, el conocimiento ilustrado trajo a colación muchas de aquellas antiguas premisas y
los médicos intentaron restablecer los nexos entre ambiente y población.
De esta forma, el higienismo nació como una preocupación por el ambiente, pero en
relación directa con los sujetos. Las teorías de los miasmas y vapores complementaron
estas ideas, señalando que todos aquellos lugares pestilentes, cementerios, mataderos,
hospicios, que relacionan a los sujetos con la enfermedad, la muerte y la putrefacción son
focos de contagio.
De esta forma los pensadores higienistas se abocaron con meticulosidad al estudio del
espacio, diferenciando cuatro ámbitos fundamentales que relacionan a los sujetos con el
espacio:
138
Ver en Foucault, Michel, “El ojo del Poder”. Entrevista con Michel Foucault, en Bentham, Jeremías: El
Panóptico”. Ed. La Piqueta, Barcelona, 1980. Traducción de Julia Varela y Fernando Alvarez-Uría.
107
En esta dinámica de clasificación y control de los espacios los sujetos fueron asociados a
diversos ámbitos según la identidad adscrita (ya sea de género clase, etnia e incluso deseo),
lo que originó un ordenamiento de todo el espectro espacial y poblacional.
“Veamos la ciudad que creó la Edad Media occidental. Animada y dominada por
mercaderes y banqueros, esta ciudad fue su obra. ¿Puede el historiador concebirla como
un simple objeto de tráfico, una simple ocasión de lucro? En absoluto, precisamente lo
contrario. Estos mercaderes y banqueros actuaban para promover el cambio y
generalizarlo, para extender el dominio del valor de cambio y sin embargo, la ciudad fue
para ellos mucho más valor de cambio, valor de uso”139.
La ciudad bajo esta perspectiva fue sin duda obra y producción. Obra como síntoma de
las emotividades, de las visiones, de los afectos y territorializaciones y, sobre todo,
producción como ideología de la transacción.
139
Lefebvre, Henri. “El derecho a la Ciudad” Barcelona, Ediciones Península. 1978. P.65.
108
Henri Lefevbre propone asumir conceptualmente el término de ciudad como un signo de
emplazamiento y la urbe como ámbito de interacción social y discursiva.
“Quizás convendría que introdujéramos aquí una distinción entre la ciudad, realidad
presente, inmediata, dato práctico sensible, arquitectónico, y, por otra parte, lo urbano,
realidad social compuesta por relaciones a concebir, a construir o reconstruir por el
pensamiento”140.
Pero es imposible delimitar claramente las distancias entre ambos conceptos, pues la
ciudad y la urbe se nutren de un elemento común; los sujetos.
En el caso hispánico la monarquía borbónica asumió con entusiasmo las reformas del
despotismo ilustrado, cambiando las antiguas estructuras de soberanía, pero sin alterar el
discurso de dominación de fondo. La verticalidad en la dominación se mantuvo.
140
Lefebvre, Henri. “El derecho a la Ciudad”. op. cit., P. 67.
109
En este contexto, las élites dominantes ilustradas se abocaron a reconfigurar el espacio
donde se emplazaban las nuevas estructuras de poder: el palacio, la iglesia, la plaza, los
espacios cívicos, los institutos militares, los seminarios seculares y, por sobre todo, las
casas de internamientos y correccionales.
110
Desde que los reyes católicos consolidaron el proyecto del Estado Moderno, unitario y
centralizado bajo una sola ley y una sola fe, la ciudad obtuvo un sitial de importancia en
el orden disciplinador. Instaurando una novedad urbanística excepcionalmente útil para
el expansionismo imperialista, la “ciudad maqueta”. Ésta es de rápida construcción,
trazada bajo el ya conocido plano damero, a manera de campamento.
111
En el caso de Santiago, desde la segunda mitad del siglo XIX, autores como Gabriel
Salazar e Igor Goicovic han planteado que la inmigración rural a esta zona provocó
desajustes en los sistemas de relacionales tanto económicas como sociales. La
instauración del sistema económico capitalista bajo la ideología liberal rompió con la
antigua forma del inquilinaje en las haciendas.
Por otra parte, la gran necesidad de mano de obra en las ciudades y los centros mineros
provocaron un traslado en masa, sobre todo de población masculina, a estas zonas.
Mucho de este contingente se localizó en las periferias de las ciudades en rancheríos,
mayoritariamente mujeres que establecieron pulperas y fondas con el fin de generar un
sistema de subsistencia autónomo.
De esta forma se pretendía que la ciudad de Santiago estuviera limpia de toda virulencia
y miasmas. Para ese entonces el higienismo ambientalista estimaba que muchas de las
enfermedades infecto-contagiosas se propagaban a través del aire, a través de estos
espacios virulentos y miasmáticos, que se concentraban justamente en las zonas urbanas
más insalubres. Es por ello que para combatir estas virulencias era necesaria una
oxigenación de la ciudad, a través de zonas verdes y cordones sanitarios.
112
4.4 La urbanización higienista de la ciudad de Santiago de Chile
Es así que la ciudad no sólo colonizó los espacios, sino también los cuerpos. En el centro
se erguía la ciudad patricia, ordenada y religiosa, pero en sus márgenes dominaban las
chinganas y el desorden.
141
Ver Rafael Montesinos. “Los Enfoques de la Masculinidad”. En Los retos de la Masculinidad. Gedisa,
Barcelona, 2002.
113
Si bien la Ilustración dio sus primeros pasos durante el sistema monárquico hispánico,
tal como lo hemos expuesto hasta el momento, no será hasta la irrupción del proceso
independentista en América cuando la ciudad se situará como emblema de la
modernidad, imprimiendo en los espacios y estructuras públicas las ordenanzas de la
civilidad.
En la ciudad se lee el texto del evolucionismo donde la historia se refleja como un orden
continuo de sucesos ascendientes. Es, en síntesis, el discurso positivista y racional que se
vislumbra en cada rincón de la urbe.
Walter Benjamín lo sintetiza claramente es su texto “París, capital del siglo XIX”, donde
se aprecia cómo la urbe decimonónica se convirtió en correlato de la modernidad. Donde
el discurso rousseauniano de la mirada y la transparencia se alzan como premisa
fundamental.
142
Benjamin, Walter. “Poesía y Capitalismo” Iluminaciones 2. Madrid. Taurus. 1972. P.179.
114
desplegaban en el corazón de la urbe los signos de su virilidad mediante la exhibición de
desfiles militares, escudos y estandartes, juegos de caña y corridas de toro.
Pero la plaza es también lugar de castigo, teatro de la muerte en el ritual del suplicio,
donde las agencias de dominio ostentan, mediante la brutalidad, el ejercicio del poder.
Desde que el filósofo francés Michel Foucault señaló, hacia inicios de la década de los
setenta, que el poder transitaba entre los cuerpos microfísicamente, traspasando nuestras
conciencias, interiorizándose en nuestros deseos y anhelos e instalándose en nuestros
discursos, no es posible concebir al espacio y al cuerpo como ajenos a las tecnologías
del poder.
Foucault sostiene que hasta la época clásica el poder se ejercía ostentosa y ritualmente,
mediante la exhibición de suplicios públicos, ejecuciones patibulares y autos de fe. La
muerte y el miedo inundaban el imaginario colectivo de los dominados, quienes del
mismo modo se hacían partícipes de aquel poder, ya que éste no se esgrime, sino que se
ejecuta.
143
Ver Butler, Judith. “Deshacer el Género”. Paidos. Barcelona 2006.
115
desempeña, pues una función jurídico política. Se trata de un ceremonial que tiene como
objeto reconstituir la soberanía por un instante ultrajada”144.
La modernidad para Foucault inaugura una sociedad donde tiene lugar ya no el derecho
de muerte, sino el poder sobre la vida: “Así pues, se trata de discursos que en última
instancia, tienen un poder de vida o de muerte (…) discursos de verdad, de verdad por su
estatus científico, o como discursos formulados, y formulados exclusivamente por
personas calificadas, dentro de una institución científica”145.
Bajo este contexto se reconfiguró la cara de las antiguas urbes coloniales. En el caso de
Santiago, el gran impulsor de esta revolución urbana fue Benjamín Vicuña Mackenna,
quien fue Intendente de Santiago entre 1872 y 1875.
Hacia la década de 1870, Santiago había sufrido una considerable alza su población. El
fisco se abocó a la creación de nuevos barrios residenciales, y a la distribución de las
clases medias, mediante el parcelamiento, rentabilidad y utilidad de antiguos predios
agrícolas en las periferias.
Fueron justamente dos empresas impulsadas por el Estado las que transformaron
radicalmente los nuevos márgenes de Santiago: “Una cultural como lo fue la Quinta
144
Foucault, Michel, “Vigilar y Castigar. Nacimiento de la Prisión”. Siglo XXI Editores. Argentina 2004.
P.54.
145
Foucault, Michel, “Los Anormales”. Fondo de Cultura Económica. México 2000. P.19.
146
Ibidem.
116
Normal de agricultura, y otra militar, el campo de Marte, ambas constituidas más tarde
en paseos para las clases altas”147.
Ciertamente la empresa más urgente era la planificación del entorno natural donde se
encontraba emplazada la ciudad, y que durante toda la Colonia fue escenario de los
arrebatos de la naturaleza el Río Mapocho.
Entre 1835 y 1840 se elaboró un proyecto para la canalización del Río, financiado por
un grupo de ciudadanos. Hacia 1850 la ciudad de Santiago contaba con una incipiente
red de drenajes y alcantarillados que durante todo el Período Colonial se utilizaron a
modo de canales a tajo abierto, irrigando y evacuando las aguas servidas; ahí se
instalaban, en plano inclinado, las redes de distribución de gas, agua, iluminación y
alcantarillado.
Son precisamente estos problemas de salubridad los que durante gran parte del siglo
XIX no pudieron ser solucionados, y que suscitaron un gran desafío a la obra de Vicuña
Mackenna.
El Intendente, imbuido de las nuevas ideas higienistas del espacio, consideraba que la
mayor parte de los males acaecidos en la ciudad radicaban principalmente en la
insalubridad.
147
De Ramón, Armando, Santiago de Chile. Editorial Sudamericana, Santiago de Chile, 2000. P.139.
117
En 1872, Benjamín Vicuña Mackenna presentó “un plan de transformación de
Santiago”, que transfiguraría el rostro de la ciudad, dando origen a “la ciudad moderna”.
Hacia ese entonces y, tal como lo señala el mismo Intendente, la ciudad de Santiago se
encontraba sumida en un somnoliento estado, su extensión no sobrepasaba lo que ahora
es la actual comuna de Santiago Centro. Según el censo de 1795, su población no
sobrepasa los 30.000 habitantes. En 1875 se elevó a 129.807 y en 1890 alcanza la cifra
de 256.403 habitantes, con una superficie urbana de 3.766 hectáreas.
Es en este punto Benjamín Vicuña Mackenna pondrá especial interés, solucionando los
problemas sanitarios de los sectores más abandonados, canalizando las aguas servidas y
construyendo un cordón sanitario de arboledas y parcelas frutales, con el objeto de
descontaminar los vapores de las aguas estancadas.
Del mismo modo, el Intendente trasladó las barriadas que se ubicaban en el centro de la
ciudad hacia los márgenes, proponiendo una delimitación de la urbe dentro de un camino
de cintura. Así se impedía su crecimiento desmesurado sobre sectores agrícolas.
Santiago fue completamente rediseñada rompiendo con la antigua división colonial que
subdividía las manzanas en cuatro solares, siendo reemplazada por los predios largos y
estrechos en las calles orientadas de oriente a poniente.
118
concebido como el marco donde la mirada debía desplazarse hacia todos los horizontes,
saneando la ciudad de los antiguos huecos de oscuridad y pestilencia.
“No hay nada que interese más al hombre después de la casa donde pasa un tercio de su
vida, que la calle donde pasa dos tercios de la vida, calle arriba, calle abajo,
callejeando”148.
Hasta ese entonces, Santiago sólo contaba con una plaza como espacio sociopolítico y
ecológico de encuentro e intercambio económico. En 1836, la Plaza de Armas
transformó su fisonomía otorgándole un aspecto más social y europeo, así quedaba atrás
la antigua plaza hispánica, donde se reunían todos los vecinos a festejar con desfiles
militares o corridas de toros o, simplemente, a cotizar algunos de los productos que se
ofrecían en el lado sur de la explanada.
De este modo, Vicuña Mackenna concedió una nueva perspectiva al antiguo rito del
“callejeo”, como proyección del ámbito privado hacia el espacio público.
“La idea de la casa, el rito del callejeo, son todas partes de un mismo concepto de vida
urbana: “la urbanidad” de la ciudad”149.
Vicuña Mackenna creó 18 nuevas plazas contando entre ellas la Plaza Yungay, la Plaza
Brasil, y la plaza aérea del cerro Santa Lucía. A ello se une la remodelación paisajística
de la ciudad; El parque Cousiño, con sus paseos, lagunas y pabellones, el cerro Santa
Lucía, transformado en jardín con su terraza y su puerta monumental y el parque de la
Quinta Normal de Agricultura.
148
Munizaga, Gil. Gustavo. Las Grandes etapas de la formación de Santiago. 2000. PP. 28-42. En
“Santiago Poniente, Desarrollo Urbano y Patrimonio”. Dirección de Obras Municipales de Santiago.
Auspiciado por: Ministère de la Culture et de la Communication, Ambassade de France au Chili, Ilustre
Municipalidad de Santiago, Ville de Paris. Santiago, Andros Productora Gráfica Ltda., 2000.
149
Ibidem.
119
La Alameda fue embellecida con un cordón de arboledas que unen los extremos de la
ciudad, también coronadas de espacios verdes como son la Quinta Normal y las parcelas
frutales de la zona oriente. Las avenidas céntricas como Calle Dieciocho, Ejército y
República son pavimentadas con adoquines de madera utilizados en los barrios más
elitistas, y granito, alquitrán, asfalto o piedras para el resto de la ciudad.
En 1900, del Intendente Enrique Cousiño transformó los terrenos generados por la
canalización del Mapocho en el Parque Forestal, conforme al proyecto del paisajista
francés Georges Dubois.
120
El organismo no era ajeno al proyecto de Benjamín Vicuña Mackenna, quien fuera
Secretario General de la entidad. Podría señalarse que muchos de los proyectos de esta
institución se fueron generando dentro de un plan mayor de reordenamiento urbano
proseguido durante la intendencia de Vicuña Mackenna.
Dado que inicialmente aquellos terrenos fueron utilizados como basureros y la basura,
con el tiempo, se convierte en tierra de hoja -una tierra muy fértil- la SNA consiguió en
comodato esos terrenos para establecer la Quinta Normal. Para esto se contrató a
grandes expertos, como Claudio Gay y a una serie de profesores, que hicieron de la
agricultura una técnica, incorporando en esta labor ideas y experiencias.
Además, se creó la Escuela de Artes y Oficios, donde Abelardo Núñez se dedicó de por
vida a la enseñanza. Esta entidad dio nacimiento, posteriormente, a la Universidad
Técnica del Estado (UTE) y luego a la Universidad de Santiago de Chile.
121
Por el norte Calle de Dardignac desde la calle de Pío IX hasta su unión con la de
Purísima, calle de la Dominica hasta la de la Recoleta, Avenida del Rosario hasta la del
Cementerio y calle del Panteón desde la avenida del Cementerio hasta la Cañadilla, calle
de Carri6n hasta la de las Hornillas, rio Mapocho desde la calle de Manuel Rodríguez
hasta la Alameda de Matucana.
Por el Poniente. Calle de las Hornillas desde la de Carrión hasta el Rio Mapocho,
Avenida de Maturana desde el río hasta la Avenida de las Delicias, calle de la Exposici6n
hasta el Camino de Cintura sección sur, Avenida Viel desde el Camino de Cintura
sección sur hasta la calle de Pedro Lagos y calle de San Diego desde la de Pedro Lagos
hasta la de Franklin.
Por el Sur Avenida sur del Camino de Cintura desde la Avenida Oriente del mismo hasta
la calle de Santa Rosa, desde la de Santa Rosa hasta la de San Diego, calle de Pedro
Lagos desde esta última hasta la Avenida Viel, y Avenida sur del Camino de Cintura
desde la Avenida Viel hasta la calle de la Exposición.
A esta diagramación hay que agregar algunos sectores adyacentes a la ciudad, como
barrios y poblaciones densísimas como el barrio León XIII, el del camino del Salto hasta
el Cementerio Parroquial; la población Valdés; el barrio del Matadero y Llano de
Subercaseaux; población Miranda; Lourdes; Providencia; San Miguel; Chuchunco y
Ñuñoa.
122
Estos nuevos barrios, según señala el médico Adolfo Murillo, han surgido por el
“movimiento comercial y tráfico de los ferrocarriles, con los nuevos que se han
edificado y con los que la expansión de su desarrollo le han ido incorporando”150.
Con este fin, el médico Alejandro del Río publicó su obra titulada “Resumen del
movimiento demográfico de la ciudad de Santiago”, que junto al “Boletín mensual de
demografía de la ciudad de Santiago”, concedieron la base científica que los médicos y
académicos higienistas requerían para el estudio de las condiciones de vida y salubridad
en la capital.
150
Murillo, Adolfo. “La Mortalidad en Santiago de Chile”. Revista Chilena de Hijiene. Imprenta Cervantes
(sin año) en Memoria Chilena
http://www.memoriachilena.cl/temas/documento_detalle.asp?id=MC0027488
123
Este fue uno de los puntos más conflictivos dentro del programa de salubridad de los
pensadores higienistas, ya que muchos se opusieron a perder márgenes de libertad en sus
hogares. Este malestar se expresó de forma patente en la resistencia a los programas de
vacunación obligatoria o la negación a enviar a sus familiares enfermos a lazaretos u
hospicios.
De este modo las élites se abocaron al ordenamiento espacial y social de estas hordas
que crecían populosamente. Un ejemplo de este ordenamiento fue la estructuración de
barrios como los de la calle Arturo Prat ubicada en el barrio matadero (antiguas calles
Exposición a la altura de Blanco Encalada).
El barrio se constituyó alrededor del establecimiento del matadero hacia 1847, cuando se
loteó, para el Municipio de Santiago, unos terrenos pertenecientes a Antonio Jacob Vial.
El antiguo matadero que funcionaba en el sitio que hoy ocupa la Basílica de la Gratitud
Nacional se mudó hacia el actual Barrio Franklin.
124
4.5 Desde la quebrada a los espacios higienistas en la ciudad de Valparaíso
Hacia mediados del siglo XIX, luego de la Revolución de 1948, se difundieron las ideas
de ideólogos del espacio y la urbe que impulsaron el concepto de “la ciudad utópica”.
Esta teoría sería considerada como “urbanismo progresista”.
En este contexto, algunos pensadores como Michael Owen, Charles Fourier, Victor
Prosper Considérant, Etienne Cabet y otros representantes de la corriente del
"Socialismo utópico" -y, más tarde, del anarquismo-, difundieron nuevos modelos
idealizados de asentamientos humanos. Esto con el fin de resolver los problemas creados
por la urbanización y la oposición entre el campo y la ciudad.
Fue bajo este tipo de influencias que, hacia la década de 1840, Valparaíso cobraría
relevancia como punto de entrada del flujo comercial en Chile. En este contexto muchos
se cuestionaron la organización, o bien, la desorganización de la ciudad, que había
crecido espontáneamente durante cuatro siglos.
125
Desde 1542, por decisión de Pedro de Valdivia, Valparaíso adquirió el carácter de puerto
de Santiago, lugar de salida de la agricultura de los valles del Maipo, Mapocho y
Casablanca. La Corona reconocerá a Valparaíso y Concepción como los únicos dos
puertos habilitados para el comercio exterior. Sin embargo, Concepción, e incluso
Papudo, tendrán más vida comercial que Valparaíso en el siglo XVII.
La ciudad de Valparaíso creció en torno a los hitos bélicos, como las baterías de San
Antonio fundadas en 1624 y las posterior declaración de Valparaíso como “plaza de
guerra” (1682), junto a la construcción de la fortaleza del Castillo de San José (Cerro
Cordillera, sobre actual Plaza Serrano) en 1692.
En 1791 fue instalado el Cabildo, que se ocupaba de las necesidades más urgentes como
limpiar las quebradas, derrumbes y avalanchas sobre el plano.
Las casas se levantaban de forma espontanea siguiendo el caudal de los ríos y de las
quebradas. La desembocadura de estos torrentes daría paso al establecimiento de
diversas plazas y parques, como la actual Plaza Victoria.
“Las cuencas hidrográficas que confluyen al plan de la ciudad, indicando los afluentes
(Quebradas) y su abovedamiento a medida que se incorporan a la trama urbana, muchos
de estos cauces en su tramo final son rectificados respecto de su situación de origen”151.
151
Álvarez Aránguiz Luis “Origen de los espacios públicos en Valparaíso: el discurso higienista y las
condiciones ambientales en el siglo XIX”. Revista de Urbanismo Universidad de Chile N°4 - Julio de
2001. P.3.
126
1792. Además de los enfermos locales, eran muchos los que bajaban de los barcos en
malas condiciones, tras el largo viaje de más de 3 meses desde Europa.
El gran problema fue la preservación del agua dulce de los torrentes. Guillermo
Weelright, fue quien implementó en 1850 el servicio de agua por cañería, iniciando sus
trabajos en la quebrada San Agustín.
El primer saneamiento de aguas se efectúo hacia 1860 por don Juan Melgarejo,
desarrollando un vasto programa de saneamiento de los cauces de las quebradas y
esteros encauzándolos, y también un programa para el adoquinado de las calles
principales de la ciudad (Serrano, La Planchada, San Juan de Dios- del Cabo)152.
“El saneamiento del agua de bebida genera una subutilización de las quebradas, entrando
en un proceso de abandono respecto de su recurso hídrico; posteriormente se utilizaran
para acceder a las sucesivas terrazas de Valparaíso, desarrollándose un proceso urbano
por acreción siguiendo el principio: Quebrada – Ladera – Cima. Este principio de
acreción se repetirá sucesivamente en tres terrazas de abrasión marina; ubicadas a 40,
110, 200 metros sobre el nivel del mar”153.
Durante el período Colonial la única calle comercial era Las Planchadas (hoy Serrano),
tras la Independencia la de la Aduana (hoy Prat).
152
Álvarez Aránguiz Luis “Origen de los espacios públicos en Valparaíso: el discurso higienista y las
condiciones ambientales en el siglo XIX”. Revista de Urbanismo Universidad de Chile N°4 - Julio de
2001. P.9.
153
Ibidem.
127
En 1811, con la Ley de Comercio y Navegación de ese año, se inició el auge de
Valparaíso. La población del Puerto subió de 3.000 a fines de la Colonia a 15.000 en
1823, entre ellos unos 3000 eran extranjeros.
Hacia 1830 ya había un comercio de unos 500 barcos de varias banderas, pero las
principales casas de comercio -Gibbs, Sewell- eran inglesas. Mientras que Alsop
controlaba el comercio a Nueva York y Baltimore. El comercio debía abastecer a los
mineros de la fiebre del oro de California desde 1848, y los de Australia desde 1855
cuando el otro comenzó a decaer.
Hacia la década de 1830 el municipio de Valparaíso tomó las riendas del problema
sanitario, fundándose la policía urbana. Es entonces cuando se procede a materializar
diversas obras de saneamiento, como el establecimiento de alcantarillados, el control de
los cursos de agua, adoquinamientos de las calles, etc.
154
Ver “Revista Chilena de Historia y Geografía” Tomo 32, Santiago 1919.
128
calamidades periódicas, el sector médico porteño se abocó a profesionalizar sus
esfuerzos:
“... A fines de 1831 apareció en Valparaíso una epidemia de escarlatina, lo que ayudó a
que esto cundiera fue el desaseo de la población y la falta de higiene, a pesar de que se
estructuraron las Juntas de Beneficencia y Salubridad; sólo en Santiago hasta donde
alcanzó la epidemia se registraron para 1831 un total de 1.409 personas muertas y para
1832 un total de 3.013 personas muertas. En esa época sólo había nueve médicos en
Santiago y cuatro en Valparaíso”.155
Una de las figuras destacadas en el ámbito del higienismo urbano fue el inglés Josué
Waddington, quien llego a Valparaíso en 1817. Se destacó por la construcción del canal
que lleva su nombre y fue el creador de un proyecto de quintas de hortalizas en torno a
la ciudad para abastecerla, además de consistir en un buen cordón sanitario. Este sistema
fue retomado más tarde por Benjamín Vicuña Mackenna para proponer la
implementación del cordón sanitario de la ciudad de Santiago, compuesta de arboledas
frutales en torno al denominado “camino de cintura”.
155
En cfr. Urrutia de Hazbun, Rosa. Lanza Lazcano, Carlos “Catástrofes en Chile 1541-1992”, Rosa
Urrutia de Hazbun. Carlos Lanza Lazcano. Editorial La Noria, Santiago, 1993.
156
Ver capítulo 2.2 El Discurso Científico en Chile.
129
En el área de la salud muchos médicos se radicaron en la ciudad contribuyendo a su
remodelación y desarrollo, tanto en el plano urbano como de asistencia.
Hacia 1850, el arribo del connotado médico higienista y político argentino Guillermo
Rawson a Valparaíso impulsó al movimiento higienista en la ciudad.
La segunda mitad del siglo XIX Valparaíso logró reconstituirse alzándose como la
principal plaza comercial y financiera de Chile. Se fundaron los primeros bancos y la
primera bolsa de valores del país (stock exchange), además de los primeros adelantos;
telégrafo, electricidad, tranvías, gas de cañería, teléfono.
Entre 1875 y 1876 se realizaron finalmente las defensas del malecón paralelo a la calle
Blanco, constituyendo el diagrama definitivo de la urbe.
Se considera que el periodo transcurrido desde 1848 y 1885, es la etapa más relevante de
la creación de espacio público en Valparaisi, ganando una extensa franja de terreno al
mar, lo que dio origen a la Av. Brasil, entre plaza Aníbal Pinto y avenida Argentina. En
todo este proyecto se incorporaron 6,3 Há, constituyéndose la "Gran Vía".
130
En una segunda etapa entre 1910 y 1930 el presidente Manuel Montt inició un plan de
urbanización que comprendía ganar nuevas fajas de tierra al borde marino, lo que dio
origen a la Avenida Errázuriz, tierras que estuvieron cubiertas de agua hasta mediados
del siglo XIX.
Luego del terremoto que asoló el puerto el día 16 de agosto del mismo año, se inició el
“Plan Valparaíso” de reconstrucción.
Desde entonces se habla de plan y de los cerros, conquistándose un nuevo borde marino;
el 4°, ya que al natural se agregó uno artificial en 1832 y otro en 1843.
Las instalaciones portuarias actuales se construyeron entre 1912 y 1919, por parte de la
firma S. Pearson & Son Ltd., incluyendo el rompeolas de 288 metros, malecón de 630
metros de largo, refuerzo y prolongaciones del Muelle Fiscal hasta 370 metros, malecón
de 200 metros frente a la calle Prat, espigón de 250 metros de largo con 100 metros de
ancho en su extremo; y 4 edificios de Aduana, galpones, escalas para pasajeros, 1.700
metros de vías férreas para grúas, 21.700 para otros fines, 73.000 metros cuadrados de
pavimentos de adoquines y un faro en el extremo del rompeolas.
Según señala Luis Álvarez Aránguiz en su estudio titulado “Origen de los espacios
públicos en Valparaíso: el discurso higienista y las condiciones ambientales en el siglo
XIX”, muchas de las obras integradas en este proyecto de urbanización higienista en
Valparaíso fueron financiadas por el fisco, comprobando con ello la relevancia que se le
asignaba al Estado en la regulación de los espacios y la Cuestión Social:
131
idea se apoya en que la participación de capitales de, por ejemplo, las sociedades
anónimas en trabajos urbanos, era mínima en comparación con otras áreas de mayor
interés, a notar, la administración local crea hacia mediados del s. XIX el cuerpo de
"Policía Urbana" encargada de las obras de equipamiento público”157.
Según los datos señalados por Luis Álvarez, del total de espacios públicos generados en
la zona del “Plan de de Valparaíso” el 78 % se originó a través de la degradación
ambiental (quebradas), y posteriormente labores de abovedamiento, cerrando los cursos
de agua, entregando y generando nuevo espacios. El 22 % restante constituyeron
parques originalmente privados como el Jardín Abadie (Parque Italia), y el Jardín del
Litre, que fueron concebidos como pulmones y focos de higienización del aire de la
ciudad.
Muchos pensadores higienistas idearon imaginarios sobre las ciudades ideales, que ellos
consideraban perfectas, limpias, ordenadas, tecnológicamente avanzadas, modernas y
157
Álvarez Aránguiz Luis “Origen de los espacios públicos en Valparaíso: el discurso higienista y las
condiciones ambientales en el siglo XIX”. P.14.
132
desarrolladas, con el fin de combatir los vicios y las insalubridades que provocaban las
enfermedades y el desajuste económico.
En este contexto, eran inevitables los desafíos de un provenir asociado a los problemas
de la metrópolis moderna, y en menor medida a los del mundo industrial. Se incubaron
los discursos de la degeneración y la regeneración de la forma y el cambio social
profundo.
La higiene estuvo en el centro mismo de esos discursos como forma de ejercitación del
poder; como técnica preventiva atenta a los problemas colectivos del ambiente urbano y
de su administración y gestión, como política social vinculada a la generación de la
tecnología utilizable en variados campos de acción: de la casa, barrio y la ciudad, de la
escuela, la fábrica y el taller.
Tres autores argentinos concentraron sus esfuerzos en idear estas ciudades imaginadas.
Aquiles Sione con su obra titulada “Buenos Aires en año 2080”, Pierre Quiroule,
imaginaba su “Ciudad de los hijos del sol”; y el reconocido médico higienista Emilio
Coni, quien escribió un texto titulado “Ciudad Higiénica o del Porvenir” publicada en
1918 en las “Memorias de un médico higienista (Contribución a la historia de la higiene
pública y social)”158.
El primer texto tratado en Argentina fue el de Aquiles Sione, hacía 1879, “Buenos Aires
en el año 2080, una historia verosímil”. El libro comienza con la llegada al puerto de la
ciudad de un inmenso buque capaz de hacer travesías diarias de más de 4 mil km. y que
acaba de terminar uno de sus frecuentes viajes intercontinentales. En la ciudad existen
grandes carros de movimiento eléctrico, que riegan, barren y levantan automáticamente
el polvo y el lodo de las calles y vías de circulación. La higiene es la base de la
158
“Memorias de un médico higienista (Contribución a la historia de la higiene pública y social)”. Buenos
Aires: A. Flaiban; 1918.
133
estabilidad de estas ciudades, existiendo toda una red imaginada de limpieza y sanidad
en torno a los espacios urbanos y recreacionales159.
Estas ciudades, por otra parte, permitían áreas de purificación. La ciudad imaginada
contaba con grandes avenidas, parques y zonas verdes que podían de alguna manera
oxigenar la ciudad, pero también permitir ciertos hábitos de recreación, movimiento y de
higiene corporal que sus habitantes requerían.
Por otro lado permitía una oxigenación y circulación del aire bastante buena como para
limpiar la ciudad de todo miasma y toda virulencia que pudiera concentrarse.
En tercer lugar estaba el agua. Según las teorías miasmáticas, se consideraba que el agua
podía generar ciertos miasmas y vapores considerados como la causa de todas las
virulencias infectocontagiosas, como la tuberculosis. Por lo tanto, permitir que las aguas
estén en constante movimiento y purificación ayudaba a frenar los focos de contagio que
circulaban en las ciudades.
En la ciudad imaginada por Sione, una avenida triunfal unía el parque con el centro
geográfico y administrativo de la ciudad, donde un panteón laico celebraba a quienes
habían contribuido a la consolidación de la civilización moderna.
Es curioso que en esta ciudad imaginada los héroes no sean patriotas, soldados,
guerreros y conquistadores, sino científicos, médicos e higienistas quienes colaboraron
en la construcción de esta ciudad moderna e ideal.
159
En Armus, Diego. “La ciudad impura. Salud, tuberculosis y cultura en Bue-nos Aires, 1870-1950.
Buenos aires, Edhasa, 2007.P.33.
134
Diego Armus apunta que durante el siglo XIX, el temprano bulevar de circunvalación de
1822 -asentado a lo largo de las líneas de las actuales avenidas Entre Ríos y Callao- el
plano de lago de 1869; el paseo periférico del viejo casco urbano, propuesto por Felipe
Cerillos en 1875; el bulevar de 1882, cuando el intendente Albert buscó regularizar el
tamaño del municipio; el de 1887, la actual avenida general Paz de 1888, definió los
límites legales de la ciudad capital160.
En cuanto a las áreas verdes, Diego Armus señala que Sion se adelanta unos años al
informe de 1882 del técnico de la Municipalidad Juan Comignes, sobre la
multifuncionalidad del parque metropolitano161.
El gran parque de Sion, que debía servir a la ciudad -pero muy especialmente a la zona
sur, donde años antes la epidemia de fiebre amarilla había hecho estragos-, tenía
funciones sanitarias, recreativas, estéticas, educativas y contemplativas, a las que se
suponía podían acceder todos los sectores sociales.
El parque que imagino Comignes sirvió como una suerte de insumo para el proyecto
más amplio del diseño y construcción; el parque de Palermo. Contaba con similar detalle
todas esas funciones y era igualmente enfático a la hora de definirlo como espacio
público, donde había lugar tanto para la élite como para la gente del pueblo.
Este último punto, sobre las clases sociales, es bastante relevante en los proyectos
higienistas, ya que las enfermedades traspasaban las barreras sociales y económicas.
160
Armus, Diego “la Ciudad Impura…” Buenos Aires Argentina, 2007.Pp.34-35.
161
Armus, Diego “la Ciudad Impura…” Buenos Aires Argentina, 2007.p.35
135
Muy pronto todas las castas de las sociedades, sobre todo las autoridades de Gobierno,
tomaron conciencia de que esto era un proyecto social global, e incluso nacional.
Los parques que rodeaban la ciudad, interconectaban los barrios de las clases altas con
los de las clases bajas y proveían ámbitos de esparcimiento tanto para ricos como para
pobres.
Otro de los autores utopistas urbanos fue Pierre Quiroule, quien publicó en 1914 “La
Ciudad anarquista americana”, obra de construcción revolucionaria. Es uno de los pocos
escritos políticos y sociales relevantes de la segunda mitad del siglo XIX. Establece una
crítica a la modernidad y la industrialización como foco y causa de toda corrupción,
tanto física como moral.
Quiroule estima que la enfermedad es producto de esta corrupción moderna, por lo que
la ciudad debía allegarse, justamente, a los parámetros naturales de las aldeas de antaño.
El campo y la vida de los colonos fue la idea a seguir por muchos de estos pensadores.
Para poder establecer una ciudad alejada de la modernidad, pero con la eficiencia de
ésta, Quiroule imaginó una ciudad pequeña de no más de 12 mil habitantes, que permitía
racionalmente las demandas de la producción, el consumo, la higiene y el bienestar.
Diego Armus sostiene que ese mundo, que no sería otra cosa que una red de comunas,
estaría marcado por las relaciones solidarias y no competitivas, representados en la
disolución de las familias, la racionalización del proceso productivo en función de un
136
consumo medido, la propiedad colectiva, el acceso igualitario a bienes y servicios, la
jornada laboral mínima y mucho tiempo libre162.
Es de notar que muchos de los pensadores higienistas liberales que representaban la otra
orilla de esta tendencia, despreciaron las ideas anarquistas sobre la ciudad, e incluso
combatieron abiertamente a muchos de los pensadores anarquistas higienistas que se
trasladador hacia la segunda mitad del siglo XIX, principalmente desde Italia y los
países latinos en Europa.
Según Diego Armus, “La ciudad de los hijos del sol” era, en gran medida, una ciudad
antimoderna. Allí no había lugar para la torturante preocupación por llegar al destino con
exactitud matemática, las horribles torres de hierro o los nuevos progresos que dan
esplendor a la ciudad moderna, y que son pretexto para la creación de más
reglamentaciones y recaudaciones163.
162
Armus, Diego “la Ciudad Impura…” Buenos Aires Argentina, 2007.P.36.
163
Armus, Diego “la Ciudad Impura…” Buenos Aires Argentina, 2007.Pp.38-40.
137
La ciudad de Quiroule es una ciudad pequeña, una aldea unida a la frontera con la
ruralidad, de esta forma, la oxigenación de esta comunidad estaba asegurada.
Quiroule señala que “las enfermedades habían sido en gran parte desterradas siendo sus
habitantes en su mayoría vegetarianos por gusto y convicción y no sometidos a labores
malsanas o extenuantes de costumbres sencillas y sin vicios, estaban sanos de cuerpo y
de espíritu”164.
Quiroule hace una crítica a todo el sistema médico y sanitario de la época, y a los
programas estatales de vacunación y medicación. Él señala que los mismos médicos se
han corrompido y se han vendido al sistema capitalista, cobrando por hora y cobrando
por servicios prestados165.
164
Citado en Armus, Diego “la Ciudad Impura…” Buenos Aires Argentina, 2007.P. 38.
165
Ahondar en el tema en el capítulo sobre cobros y patentes médicas.
138
En cuanto al ámbito familiar, Diego Armus sostiene que la familia monogámica ha sido
barrida por el triunfo del amor libre y las responsabilidades comunales en la crianza de
los niños166.
En tanto, las apreciaciones sobre la ciudad ideal para Emilio Coni, no representa una
huida de la ciudad moderna, sino una reformulación de ésta, ordenando los espacios
urbanos, las grandes avenidas y los parques para idear una afluencia, al igual que la
ciudad de Sione, como un ámbito donde los individuos puedan transitar, y también los
elementos como el agua y el aire pudieses desplazarse.
Según Diego Armus las ideas planteadas en el texto “Hygea a city of heald” de
Benjamin Richardson, publicado en 1826 y reproducido en español por la Revista
Médico Quirúrgica167, constituyeron la base del desarrollo de la modernidad en estas
ciudades ideadas.
Siguiendo las misma líneas de Richardson Emilio Coni escribió un texto adaptado a la
realidad argentina titulado “Progres de l'Hygiene dans la République Argentine”168.
Diego Armus señala que la ciudad argentina ideal, o del porvenir, era el resultado de una
visión que apuntaba a contener y acomodar los embates de la cuestión social y los
problemas urbanos incubados en el marco de la expansión económica agro
exportadora169.
166
Citado en Armus, Diego “la Ciudad Impura…” Buenos Aires Argentina, 2007.P.39.
167
Richardson B. Hygeia, la ciudad de la salud. Revista Médico Quirúrgica, publicación Quincenal.
Órgano de los Intereses Médicos Argentinos. 1876;(12):113-186.
168
Coni, Emilio. “Progres de l'Hygiene dans la République Argentine”París: Bailliere; 1887.
169
Diego Armus sostiene que hacia 1920 Emilio Coni ha variado su percepción y sus prioridades. Ya no es
el sanitarismo su principal preocupación, sino, el asistencialismo del Estado para afrontar la Cuestión
Social y las malas condiciones de los pobres. Es la salubridad de las ubres lo que le preocupa, mucho
más que el ambientalismo. Armus, Diego “la Ciudad Impura…” Buenos Aires Argentina, 2007
139
La ciudad de Coni luce como un barrio obrero modelo, donde la vivienda higiénica,
decente y moderna se realiza en un ideal de la ciudad reformada. Asoma influencias
muy variadas, tanto de la traducción del “City Beautiful Movement” como del
pintoresquismo del barrio jardín, donde no se cuestionan las cuadrículas existentes y una
cierta monotonía en la edificación parece querer condensar una fuerte vocación
igualitarista170.
Junto a las medidas sanitarias, la ciudad ideada por Coni también contenía una red
asistencial profiláctica y terapéutica, la que pretendía asistir a los enfermos, a las
comunidades vulnerables y a todos quienes estuvieran sometidos, de alguna u otra
forma, a las incomodidades de la modernización y de la industrialización.
170
Armus, Diego “la Ciudad Impura…” Buenos Aires Argentina, 2007.P.41.
171
Armus, Diego “La ciudad impura. Salud, tuberculosis y cultura en Bue- nos Aires, 1870-1950”.
Buenos Aires, Edhasa, 2007. P.44.
140
Finalmente, el tercer tipo de literatura de ficción que ideaba una ciudad moderna fue la
presentada en el diario “Crítica”, el 23 de octubre de 1977. Allí se titulaba un artículo
con el nombre de “Buenos Aires en el año 2177”.
Crítica era un periódico que asumía artículos pseudo científicos con periodicidad. De
este modo trataba de generar un gran impacto entre sus lectores, asociándose con
algunas emisoras radiales. En sus artículos incluían notas sobre biología y enfermedades,
pero también de parasicología, videncia y curantismo.
La ciudad ideal, pensada por Crítica, era una ciudad ultra moderna, donde la electricidad
había transformado la vida cotidiana de todos sus habitantes, el trabajo si bien era
normal, no era agotador y podía ser sobrellevado con dignidad por todas las personas.
Según señala Diego Armus con sus notas anticipatorias, Crítica reforzó la creencia en las
posibilidades de la razón científica, sus útiles aplicaciones en la vida cotidiana y la
convicción que el futuro podía pensarse como progreso. Su confianza en el poder de las
inmunizaciones era parte de esa apuesta173.
172
Armus, Diego “la Ciudad Impura…” op. cit.P.45.
173
Armus, Diego “la Ciudad Impura…” op. cit.P.46.
141
En síntesis, Crítica estaba absolutamente adherida al sistema desarrollista y progresista
del movimiento liberal, donde la ciencia y la tecnología podían concebir las
herramientas propicias para el desarrollo humano, pero también para el desarrollo
nacional.
El gran impacto que tuvo esta formulación fue en parte al alcance que tenía Crítica como
medio de comunicación. Este medio era un diario clave en la revaloración del
periodismo argentino, y en algún momento fue calificado como el de mayor divulgación
entre las clases medias y populares.
Si bien este concepto “verde” en la ciudad estaba presente en los tres modelos anteriores,
el sistema de ciudad verde, establecido por los higienistas ambientalistas, debía estar
abocada a la generación de espacios y cordones sanitarios mucho mayores a los
presentes en los modelos anteriores.
Tres imágenes fueron recurrentes en este modelo: el verde como pulmón, el verde
civilizado y el verde para la recreación.
142
Según señala Diego Armos, la imagen del pulmón estaba estrechamente ligada a la
recomposición física, individual y social. De esta forma, se debe comprender que la
ciudad era concebida como un organismo, de la misma manera como puede ser
concebido el cuerpo biológico174.
Según sostiene Diego Armus, desde fines de siglo XIX este discurso biológico del
cuerpo urbano quedó enlazado a otro más claramente urbanístico y financiero. Buenos
Aires no tenía, se decía, suficientes paseos y parques, en particular en las áreas más
dénsamente pobladas. Esto se atribuyó a imprevisión y se reconoció la necesidad de
hacer un esfuerzo para adquirir nuevo espacios verdes175.
174
Armus, Diego “la Ciudad Impura…” Buenos Aires Argentina, 2007.Pp.48-53.
175
Armus, Diego “la Ciudad Impura…” op. cit. P.50
143
creciendo desmedidamente. Esto para ocupar los contornos marginales, a extra muro de
la ciudad, como parques y áreas verdes recreacionales.
De esta forma, entre las intendencias de la segunda mitad del siglo XIX y, sobre todo la
de Adolfo Burich entre 1898 y 1902, se buscó consolidar una ciudad concentrada, densa
y con límites muy bien definidos.
Hacia mediados del siglo XIX, el pensamiento higienista ligó el cuerpo de los sujetos al
concepto de “ciudadano” y, en consecuencia, la sexualidad, la familia y el orden privado
fueron asumidos como un espacio político necesario de regulación.
Así se estableció un programa de ordenación y control de los sujetos junto a los espacios
públicos y privados.
En este capítulo exploraremos uno de los agentes que mayor preocupación suscitó entre
los higienistas, el erotismo, el que fue concebido como contaminación dentro del sistema
liberal de producción.
144
Especialmente peligroso para las clases elites fue este fenómeno en las clases
trabajadoras, pues se consideraba debilitaban las bases del sistema de producción. La
moral obrera fue establecida como punto crucial en el modelo de productividad. El
cuerpo debía mantenerse alejado de las sensaciones perturbadoras y dedicar sus energías
a la producción y no en al desvarío.
176
Ver Foucault, Michel, La Historia de la Sexualidad, La Voluntad del Saber. 1996 México editorial Siglo
XXI. y "Herculine Barbin llamada Alexina B" Presentada por M. Foucault. 1985.Ed.Revolución
145
Este ideal del progreso y la producción invadió los imaginarios corporales y sexuales en
todos los ámbitos del desarrollo social, generando una “ciencia sexual”177. Ésta normaría
la sexualidad de los individuos conduciéndolos a la producción y reproducción, y
condenando, a la vez, las prácticas concebidas como perversas (sodomía, onanismo).
En Chile estas ideas sobre la sexualidad como energía y productividad fueron asumidas
de manera similar. Aunque no encontramos en los boletines médicos artículos que hagan
referencia explícita a “la moral obrera” si hayamos artículos referentes a las prácticas y
enfermedades que pudieran debilitar este sistema de producción de sujetos como el
onanismo, el que fue fuertemente castigado por considerar que dicha práctica
perjudicaba a la institución familiar y el desarrollo de la especie humana. En un artículo
aparecido en la Revista Médica de Chile en 1887 se señala:
177
Foucault, Michel, La Historia de la Sexualidad, La Voluntad del Saber. 1996 México editorial Siglo
XXI. Capitulo “la Ciencia Sexualis”.
178
Araya González, Delfín. El Onanismo solitario Revista Médica de Chile. Diciembre de 1887, N° 6 P.
241.
146
“Estudiando el Onanismo desde antiguo, ha dado material para luchas sin cuento, en las
cuales se ha tratado de poner una valla a su desarrollo y sus consecuencias.
Aesio dice haber observado dispepsias, debilidad suma, enflaquecimiento, pérdida del
color, hundimiento de los ojos, caries vertebral.
Celso agrega la producción de apoplejías, letargos, epilepsia, parálisis, espasmos,
cegueras, gota dolorosa.
A lo observado pro estos maestros en los principales de nuestra era, agregaremos: la
constante dilatación de las pupilas con reacción nula bajo la influencia de la luz; la
pesadez de los párpados; los dolores frecuentes a lo largo de los nervios costales, en
términos de determinar neuralgias rebeldes y pertinaces; las palpitaciones cardiacas; las
diarreas colicuativas con tenesmo anal insoportable; catarro pulmonar crónico y disnea
habitual; aneurismas consecutivos a alteraciones en el parénquima cardíaco; calambres
dolorosos durante el acto onánico; mirada abatida; ojos empañados y hundidos; arrugas
generalizadas; gastritis y enteritis crónicas; fetidez del aliento; fiebre, etc.
En la esfera intelectual la memoria desfallece; las ideas se embotan y el paciente se torna
hipocondríaco, triste, displicente; la energía moral desaparece para dar campo a una
marcada timidez y falta de ánimo”179.
Pero lo más terrible de las consecuencias de la masturbación a juicio de los médicos era
el deterioro de una sexualidad encauzada dentro de los parámetros del matrimonio. Así
se expone en un caso expuesto por el doctor Delfín Araya en el mismo artículo de la
Revista Médica de Chile en la cual señala el caso de un antiguo compañero de internado
que a la edad de 27 años se acercó a su consulta para solicitarle consejo acerca de una
impotencia que le afectaba, perjudicando su vida conyugal:
179
Araya González, Delfín. El Onanismo solitario Revista Médica de Chile. Diciembre de 1887, N° 6
Pp.245-246.
147
“Instituimos el tratamiento conveniente para levantar las abatidas fuerzas de nuestro
amigo aconsejándole una razonada limitación en placer sexual.
Dos semanas después nos consultaba de nuevo y desesperado.
Las erecciones no habían adquirido la consistencia normal como lo deseaba. El pene
flácido le ofrecía un meato humedecido con un líquido viscoso y transparente,
derramado en abundancia al menor pensamiento erótico.
Un nuevo tratamiento terapéutico no cambió la situación. La ineficiencia del alcanfor,
nuez vómica, baños fríos generales y de asiento nos desconcertó.
Lo conminamos a ser franco en absoluto y en virtud de nuestra confianza le avanzamos
que le consideramos masturbador y masturbador incorregible. Nuestro cliente, como lo
hacen todos en general, concluyó ese día por donde debió empezar la primera vez que
nos consultó.
Desde niño había adquirido la costumbre de masturbarse, vicio que satisfizo desde la
edad de 12 años hasta la de 18, época en que contrajo matrimonio”180.
El remedio más eficaz, según Araya, era justamente el establecimiento de una sexualidad
disciplinada dentro de los márgenes del matrimonio:
“Le aconsejamos un uso metódico del coito natural, haciéndole entrever la necesidad de
tener un hijo, con la esperanza de que el amor de padre, tan desarrollado cuando los
niños son todavía un suspiro, que la menor brisa puede destruir, lo apartara de su
porfiado Onanismo”181.
Sin embargo, se corría el riesgo que fuera demasiado tarde, ya que la práctica excesiva
del onanismo podría derivar en esterilidad para el paciente.
180
Araya González, Delfín. El Onanismo solitario. Revista Médica de Chile. Diciembre de 1887, N°6.
P.246
181
Ibidem.
148
Araya señala que el paciente mejoró en el lapsus de un año repercutiendo positivamente,
no solo en su salud física, sino también en los ámbitos mentales y familiares:
El precepto freudiano del concepto de realidad y civilización cobra pleno sentido ante un
eros desbordado, descontrolado, indomable que incita al descuido y el desvarío183. Los
calores humorales pueden romper el orden de las agencias de control.
En este contexto, es revelador el caso de J.N., español de 33 años cuyo informe médico
fue expedido por los doctores Alberti Alberti y Florencio Castillo y publicado en la
Revista médico quirúrgica en junio de 1884 con el título “Un caso de erotismo”184.
182
Ibidem.
183
Ver Marcuse. “Eros y Civilización. Una Investigación Filosófica Acerca de Freud”. Ariel Filosofía,
Barcelona, España. 2010.
184
Caso clínico de un hombre identificado con las siglas J.N. cuyo expediente fue publicado en la Revista
Médico Quirúrgica en junio de 1884. J.N. se encontraba aquejado de un caso de “erotismo”, por lo que
fue intervenido por las agencias médico-policiales e internado con el objeto de una posible
rehabilitación.
149
El diagnóstico se inicia con una descripción del paciente previo a su diagnóstico,
señalando que J. N. era: “Sano y robusto, dedicado al trabajo, no abusaba de bebidas
espirituosas, ni excedía su poder sexual, usándolo regularmente”185.
El que sea un extranjero, español, de raza mediterránea, cálida y, según el pensamiento
médico, propenso a los desordenes no es casualidad. El pensamiento higienista a
mediados del siglo XIX generó un discurso anti inmigratorio plagado de matices
ideológicos y pseudo científicos, considerando a ciertas razas mediterráneas como
propensas a los desvaríos, desordenes y delincuencia.
La inmigración, en varios países americanos, fue una política establecida desde los
márgenes estamentales, con el fin de cumplir con el ideal positivista del progreso y el
fortalecimiento nacional. Se incentivó un flujo migratorio desde Europa, privilegiando a
aquellos países y razas que pudieran cumplir con un fortalecimiento poblacional y racial
185
Alberti y Castillo. “Un caso de erotismo”. Revista Médico Quirúrgica volumen 21. Buenos Aires Junio
1884. P. 123.
150
En este punto el peligro se encuentra oculto pero latente, basta con la presencia femenina
para desbordar su ímpetu viril, así lo señalan los doctores Alberti y Castillo en la causa
inicial de los desordenes de J. N. “Poco después de su llegada conoció a una familia
española, en cuyo seno se contaba a una joven que había de influir poderosamente en su
provenir”186.
Aunque en el informe de los médicos se señalaba que J.N. no recibió estímulo alguno
por parte ni de la joven ni de su familia, el hombre se obsesionó en un delirio amoroso,
descuidando todos los otros deberes. Su eros se apoderó completamente de su voluntad y
su sentido de realidad, obsesionándolo en la satisfacción de ese único placer.
“Viendo los amigos de J. N. que sus negocios iban mal, y se trastornaba su cerebro, lo
trasladaron á un pueblo vecino por una temporada, regresando de allí mas insano y
enamorado que antes… Sucedió entonces lo que se esperaba: la policía lo tomó,
remitiendolo al Hospicio de las Mercedes, en Buenos Aires”188.
186
Ibidem.
187
Ibidem.
188
Alberti y Castillo. “Un caso de erotismo”. Revista Médico Quirúrgica. OP.cit. pP. 123-124
151
Tal como se señala en los antecedentes, el caso se tornó público y los agentes del orden
debieron proceder, ya que el incidente amenazaba con agitar a toda la comunidad.
En este ámbito, es necesario reiterar que los sistemas de control hacia la segunda mitad
del siglo XIX, han dejado de ver los desordenes amorosos y sexuales como un asunto
privado. El derecho a la reserva y el individualismo que el liberalismo temprano había
defendido con ahínco, giraba sobre sus propios argumentos para intervenir los espacios y
el cuerpo de los ciudadanos.
J.N. fue aprendido por la policía y derivado al hospicio de las Mercedes en Buenos
Aires. Como en la mayoría de los establecimientos ideados para el control de los
internos, el hospicio mantenía las dinámicas de un recinto de disciplinamiento, siendo J.
N. sometido a un tratamiento de ocho meses de duchas frías y trabajo en la quinta del
hospicio. El pensamiento higienista liberal concebía al trabajo como la forma natural de
ordenación del cuerpo y la mente de los individuos, la base y equilibrio de todo el
sistema social. Se considera que el cuerpo masculino se encuentra acondicionado para el
trabajo, concediéndole con esto estabilidad a la mente y al espíritu.
Un punto interesante es que sean las fuerzas públicas, como lo era el sistema policial de
salud, el que se arrogaba el derecho a intervenir en los asuntos privados de los
individuos, adjudicándose atribuciones de control sobre el cuerpo de los insanos y
desadaptados, generalmente, contra su voluntad y conciencia. Así lo expresa el mismo J.
N. en sus declaraciones.
“Me prendieron por loco, dice, pero no lo era; sabía lo que me había sucedido;
comprendía sin embargo que algo extraño me pasaba, sentía algo indefinible que me
atraía hacia aquella joven, todo lo que yo atribuía a algún daño que se me hubiere dado
para después burlarse de mí”189.
189
Alberti y Castillo. “Un caso de erotismo”. Revista Médico Quirúrgica. op.cit. P.124.
152
El sistema policial se adecuó a las necesidades bio-políticas impuestas por las agencias
de control higienista, incluso mucho antes que los propios médicos estuvieran
legitimados y preparados para asumir esa labor sanitaria. Así lo señala Diego Galeano:
“Mucho antes de que los médicos del Consejo de Higiene Pública estuvieran
medianamente legitimados para ingresar en las casas de los enfermos, fue la policía la
encargada de practicar "visitas domiciliarias". Los vigilantes debían garantizar también
el cumplimiento de las disposiciones en materia de salubridad, retirando de las calles
objetos perjudiciales para la salud, rellenando pantanos y evitando el estancamiento de
aguas”190.
La policía sanitaria se estableció, de esta forma, como el brazo institucional que asumiría
junto al sector médico la función de regular los espacios y cuerpos de los individuos,
diluyendo la delgada frontera entre los asuntos públicos y las libertades privadas. A este
respecto Galeano sostiene:
“En Buenos Aires, la "policía sanitaria" constituía una de las funciones administrativas
básicas del gobierno comunal, desde los tiempos del cabildo. Los bandos de buen
gobierno habían intentado regular acciones que afectaban la limpieza de las calles, la
ubicación de la basura, la matanza de animales, el uso del agua y la relación de la ciudad
con el río. Este saber higiénico no estaba claramente institucionalizado, tal como lo
estaría el higienismo en las postrimerías del siglo XIX cuando hiciera su entrada en
escena el paradigma pasteuriano. Aún así, existieron discursos, proyectos y
reglamentaciones que apuntaron a transformar hábitos y espacios sospechados de inducir
ciertas enfermedades”191.
190
Galeano, Diego. “Médicos y policías durante la Epidemia de Fiebre Amarilla (Buenos Aires, 1871)”.
SALUD COLECTIVA, Buenos Aires. Enero - Abril, 2009. P.110.
191
Galeano, Diego. “Médicos y policías durante la epidemia de fiebre amarilla (Buenos Aires, 1871)”.
op.cit. P. 108.
153
¿Qué motivó este cambio en una sociedad donde el liberalismo había cobrado una
máxima relevancia? La respuesta se encuentra en la regulación del mercado y la
producción del trabajo. Esto trajo consigo un replanteamiento de las ideas primigenias
del liberalismo. En esta segunda etapa se incentivó al Estado a asumir un rol
preeminente en la regulación del trabajo y las fuerzas productivas.
Hacia la década de 1880 Argentina no era un país industrializado, pero las ideas en torno
a la producción y la salud de las masas trabajadoras estaba ya arraigada en las élites. Es
en este contexto donde se fortalecieron las instituciones policiales, con el fin de
mantener el orden social, ya sea en el ámbito delictivo o productivo.
Por otra parte, la contención de los focos epidemiológicos se constituyó en una de las
mayores preocupaciones. A este respecto Galeano señala:
Esta legitimidad que adquirió la Policía Sanitaria para acceder a los ámbitos privados de
los sujetos fue motivada, en parte, por los estados de emergencia y los ciclos
epidemiológicos. Se consideraba que las instituciones de gobierno debían abocarse al
establecimiento del bien comunal por encima de las libertades individuales, concepto
que se enfrenta contra las premisas del liberalismo temprano, que defiende las libertades
individuales por encima de todo ámbito.
“Por otra parte, la intervención policial en las casas particulares no solo asumía la forma
de inspecciones y desalojos. Durante las epidemias, algunas familias pudientes cuyas
residencias aún estaban localizadas en el centro de la ciudad, abandonaban sus
viviendas, dirigiéndose a la campaña en busca de un aire más puro. Esas casas
deshabitadas eran lugares sumamente propicios para los saqueos, más en esos momentos
en los que las autoridades estaban abocadas casi de lleno a los problemas de salubridad.
Inspecciones domiciliarias en hogares más bien precarios y custodia de la seguridad de
154
las residencias abandonadas, parece haber sido el doble carácter de la intervención
policial durante los azotes epidémicos”192.
Este sistema policial de salud se había establecido varias décadas antes, a raíz de la
necesidad de prevención e higenización de las zonas urbanas afectadas por las periódicas
epidemias. La crisis social de 1871, derivada de la epidemia de fiebre amarilla, tuvo un
correlato en el sistema económico e ideológico del Estado, evidenciando uno de los
aspectos críticos de la sociedad y el capitalismo. Por un lado la ideología liberal y el
sistema económico de mercado que se estaba ajustando a un capitalismo regulado por el
Estado y, por otro, las intervenciones en los ámbitos de la salubridad pública, que tendía
a restringir las libertades individuales y de comercio.
“El avance de las autoridades públicas sobre la esfera privada era legitimado por el
estado de apremio que habilitaba la epidemia. Muchas de las habituales obsesiones de la
policía urbana (la vida en los conventillos, las actividades en saladeros y mataderos, la
basura en las calles, la contaminación del río) eran en esta coyuntura elevadas a la
condición de urgencias. Y todos los actores comenzaron a hablar este lenguaje de la
excepción, que se convertiría más tarde en un vector discursivo de la Comisión
Popular193.
192
Galeano, Diego. “Médicos y policías durante la epidemia de fiebre amarilla (Buenos Aires, 1871)”.
op.cit. P. 109.
193
Ibidem.
155
Junto a los procesos señalados, se deben agregar las iniciativas de reforma que se
originaron desde dentro de la institución policial en 1867, año en que asume como jefe
del Departamento General de Policía Enrique O'Gorman, quien se dedicó a abordar las
problemas sanitarias desde un ámbito de la regulación. Para ello debió lidiar con el
desorden que existía en materia de atribuciones.
La calle, como espacio de autoridad, era disputada por varios agentes como los alcaldes
de calle, los serenos, los tenientes y la policía misma. Además, hacia esa misma fecha se
estaban estableciendo en la ciudad de Buenos Aires nuevas instituciones que lidiaban
por espacios de legitimidad con los antiguos organismos de control y gobierno.
“Las agencias destinadas a las políticas de salubridad eran una caja de resonancia de esa
multiplicidad: la comuna había creado una Comisión Municipal de Higiene que
disputaba el terreno tanto con la red asistencialista de parroquias como con el Consejo
de Higiene Pública, creado por las autoridades nacionales en 1852”194.
194
Galeano, Diego. “Médicos y policías durante la epidemia de fiebre amarilla (Buenos Aires, 1871)”.
op.cit. P. 110.
156
constantemente las deficientes medidas asumidas por las comisiones municipales de
salud y, con ello, apuntaba directamente sobre las élites médicas.
Galeno sostiene que es en este punto donde se origina la discusión sobre la injerencia de
los poderes públicos en los ámbitos de la salud195.
Fueron, sin duda, los ciclos epidémicos los que pusieron en alerta a todos los aparatos de
salud y de control, exhortando a que la policía se hiciera cargo de la regulación y
desalojos de los domicilios infectados. De esta forma, médicos y policías aportaron en la
constitución de un programa de control del cuerpo y de los espacios.
En ocasión, por ejemplo, del retorno del cólera en 1864, los redactores y colaboradores
de la Revista médico quirúrgica aprovecharon para enfatizar la relevancia de la higiene
como un elemento de primera necesidad en la vida social de todo individuo.
El impacto de las epidemias urbanas de la segunda mitad del siglo XIX y las primeras
décadas del XX propiciaron la construcción de los Estados Nacionales, tanto en materia
de vigilancia como de asistencia pública.
“En cuanto a la esfera familiar, la mirada de los higienistas se dirigió –como nunca
antes– hacia los conventillos y casas de inquilinato. En los digestos municipales de la
195
Galeano, Diego. “Médicos y policías durante la epidemia de fiebre amarilla (Buenos Aires, 1871)”.
op.cit. P.111.
157
década de 1870 se observan innumerables reglamentaciones sobre el uso de letrinas y
normativa sobre las casas habitadas por más de una familia. La memoria de la epidemia
de fiebre amarilla de 1871 fue clave para la conformación de ese imaginario que
asociaba enfermedad y vivienda popular”196.
En el caso de ciudades portuarias, como Buenos Aires, las regulaciones establecidas por
las agencias sanitarias se centraron principalmente en la norma del flujo portuario.
Establecieron medidas de cuarentena e inspección de mercancías y pasajeros. El cordón
era más bien administrativo que físico; pero del mismo modo se estableció una
regulación de los espacios urbanos con las medidas implementadas en otras ciudades, es
decir, una movilización de los focos infecciosos del centro de la ciudad hacia los
márgenes.
Si bien está claro que la preocupación por la higienización de los espacios y el control de
las epidemias antecedió, por mucho, a la conformación de un movimiento médico
higienista, fueron éstos quienes concedieron a los programas de salubridad un matiz
abiertamente ideológico.
196
Galeano, Diego. “Médicos y policías durante la Epidemia de Fiebre Amarilla (Buenos Aires, 1871)”.
op.cit. P.110.
197
Revista Médico Quirúrgica N°13, 8 de octubre, Buenos Aires, Argentina. Pp.199-201.
158
“Un despertador necesitaba el espíritu de ciudad y ese vino terrible, apremiante y
vengador en el cólera”. Y agrega, “una vez desarrollado (el cólera) en las capas
inferiores de la sociedad, estimulado por el miedo, a favor de la imprevisión, sube a las
capas superiores, y entonces la sociedad culta, los favorecidos de la fortuna, el que
nunca cuidó de la suerte de sus semejantes, paga con su vida o la de su familia su
egoísmo y su negligencia de los deberes que nos impone la sociedad”, (…) “el cólera es
hoy un vínculo que une al pobre con el rico, porque de la suerte de los unos depende la
vida y las familias de los otros”198.
Para evitar ese quiebre social era imprescindible, a su juico, establecer un programa
social liderado bajo parámetros higienistas. “Demos aguas corrientes al pueblo, luz a las
ciudades, templos a los cultos, leyes a la sociedad, constitución a la nación”. Una vez
superado el nivel sanitario era urgente, según propone, conceder al pueblo una base
educación conforme a los ideales del sector higienista, con el fin de conducir de buena
manera el proyecto social establecido: “Todo es necesario y excelente; pero si no damos
educación al pueblo, abundante sana, a manos llenas, la guerra civil devorará al Estado,
el cólera devorará cada año las poblaciones, porque la guerra civil y el cólera, son la
justicia de Dios, que castiga los pecados de los pueblos”199.
Queda claro que las epidemias pueden ser comprendías, en el contexto de análisis de
esta presentación, bajo la misma categoría del delirio erótico de J.N. Ambos casos
apuntan a un desequilibrio de la fuerza poblacional. En el caso de los ciclos
epidemiológicos, afectando a la salud del conjunto social, y en el caso de J.N., la fuerza
de trabajo individual, pero ambos concebidos como virulencias físicas y sociales.
198 Citado por Ricardo González Leandri en “Curar persuadir y Gobernar la Construcción Histórica
de la Profesión Médica en Buenos Aires 1852-1886”. Madrid 1999. P.71.
199
Ibidem.
159
En el proceso de J.N. el sistema policial y médico invadió radicalmente sus libertades
individuales bajo el pretexto de ser considerado un agente de contaminación social y
sobre todo incapaz de gobierno.
Bajo esta resolución se aisló a J.N., para rehabilitarlo de sus conductas supuestamente
insanas. A su vez, J.N. intentó desde el inicio de su internamiento contactarse con la
joven adolescente solicitándole el dinero que precisaba para escapar del hospicio,
sintiéndose víctima, junto a la chica, de una persecución.
Pero el telegrama no fue enviado, ya que el director del hospicio se negó a contactar al
interno con la familia de la joven, quedando J.N. detenido en el recinto de internamiento
por más de ocho meses.
El tratamiento en base a trabajo y duchas frías pretendía borrar de la mente y del espíritu
todos los desordenes eróticos generados en J. N., y así devolverlo a un sistema de trabajo
y producción.
“En J.N. las ideas son ordenadas, su voz clara, viste bien como lo exige su rol social.
Responde correctamente y su memoria lúcida recuerda, en sus menores detalles, su
estado pasado, y haciendo apreciaciones cruelmente lógicas como estas : ‘Se teme de
que llegue ya a fallar regresando a mi pueblo; y cómo me podrá suceder esto; cuando
200
Alberti y Castillo. “Un caso de erotismo”. Revista Médico Quirúrgica. op.cit.P.124.
160
tengo siempre presente ocho meses de manicomio, mis ahorros tirados y un oscuro
porvenir…”201.
“El capitalismo, que se desenvuelve a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX,
socializó un primer objeto, que fue el cuerpo, en función de la fuerza productiva, de la
fuerza laboral. El control de la sociedad sobre los individuos no opera simplemente por
la conciencia o por la ideología sino que se ejerce en el cuerpo, con el cuerpo. Para la
sociedad capitalista lo importante era lo biológico, lo somático, lo corporal antes que
nada. El cuerpo es una realidad Biopolítica; la medicina es una estrategia Biopolítica”202.
En el epígrafe del diagnóstico, el médico evidencia los signos sociales y culturales que
vulnerabilizan a J.N.:
“El criterio etiológico lo suministra el sexo, edad y condición social de J.N.; pues esta
forma de demencia es con mucho más frecuente en los hombre solteros, de la edad del
sujeto de nuestro examen, que en mujeres y hombres de menor edad”203.
201
Ibidem.
202
Michel Foucault. “Historia de la medicalización”. Capítulo 7 de “La vida de los hombres infames.
Ensayos sobre desviación y dominación”. Editorial Altamira.
203
Alberti y Castillo. “Un caso de erotismo”. Revista Médico Quirúrgica. op. cit. P.124.
161
Es importante recalcar en este punto que el pensamiento médico considera a la
sexualidad como un detonador de desordenes, siempre que ésta no se encause en las
formas sociales y naturales del matrimonio y la reproducción.
Es por ello que J.N. es considerado un individuo de alto riesgo, pues a la edad de 30
años aún se mantiene soltero y su ímpetu viril amenaza con desbordarse a falta de una
práctica sexual ordenada y productiva. El informe continúa a este respecto:
“De temperamento sanguíneo, en plena fuerza viril, olvida por algún tiempo el
cumplimiento del acto sexual, como lo hacía anteriormente, llegando el momento que
despierta con fuerza el sentido genésico, y el órgano central nervioso no acostumbrado a
estas impresiones amorosas, no resiste a estos impulsos… Su limitada educación y
pobreza de espíritu, contribuyeron al sacudimiento de las facultades intelectuales…”204.
En este sistema de producción, el cuerpo de los individuos fue asumido bajo una
perspectiva de la generación del trabajo y, con ello, el sostén de un sistema que
sobrepasaba las atribuciones personales. Por eso, el sistema de producción y desarrollo
de la modernidad y la corriente médico-higienista, consideraron aplicar antiguos
mecanismos existentes, como la policía sanitaria, para ponerla al servicio de este sistema
de producción de los cuerpos.
Los individuos perdieron su autonomía -si es que en algún momento la tuvieron- para
quedar a merced de la observación de los fiscales de la higiene y el desarrollo social. Los
médicos intervinieron arbitrariamente en la vida de los sujetos, internándoles en
hospicios de rehabilitación y sometiéndoles a regímenes de trabajo y saneamientos
físicos y morales.
204
Alberti y Castillo. “Un caso de erotismo”. Revista Médico Quirúrgica. op. cit. PP. 124-125.
162
La moral obrera se estableció como vértice clave en el desarrollo de la nación, la
producción y la fuerza poblacional, comprendida como trabajo y defensa. Doble tarea
debía realizar este segmento, pues la nación exigía una fuerza vital que la mantuviera
viva y libre. Poblar los territorios en riesgo, trabajar, producir y reproducirse eran sin
duda objetivos planificados desde las esferas ilustradas del Gobierno.
Médicos y pensadores aunaron esfuerzos por mantener intacto este sistema de toda
contaminación, ya sea física o ideológica, a costa incluso de quebrar las libertades
individuales de quienes aseguraban el sostén de un ideal mayor; la libertad y progreso de
la nación.
163
estas. Porque la higiene, no la de nuestros sábios, sino la verdadera higiene, es la que
debe regir todas las leyes”205.
Y más adelante en el artículo, el médico Guibourt reafirma esta idea en términos casi
mesiánicos.
“Concédase, pues a la higiene el derecho que tiene de intervenir en todo, y aún mas bien
de contribuir a la fundación de este todo y sin más que esto se verá bien pronto ir
desapareciendo, una tras otras todas las desgracias que aflijen al hombre. Y entre tanto,
permítasela siquiera dar o negar su sancion a la erección de fábricas, u otros
establecimientos y talleres públicos, en esta o la otra localidad, con aquellas o las otras
condiciones, que pueden, según sean, favorecer o arruinar, tanto al pobre obrero cuanto a
las poblaciones que participen de su buena o mala influencia…”206
Con la influencia de la inmigración -que ya desde 1880 traía consigo los albores de
ideologías y movimientos sociales y anarquistas-, los médicos se concentraron en
disciplinar al sector laboral. El éxito de esta empresa es relativo, pero el discurso se
desarrolló con energía desde las agencias académicas. Esto demuestra la relevancia que
habían cobrado estos temas en la producción científica e intelectual de ambos países.
En el artículo que se titula “De la influencia de las máquinas de coser sobre la salud y la
moral de las obreras”, Guibourt lo presenta en los siguientes términos:
205
Revista Médico Quirúrgica. “De la influencia de las máquinas de coser sobre la salud y la moral de las
obreras”. 13 de julio de 1866. P. 187.
206
Revista Médico Quirúrgica. “De la influencia de las máquinas de coser sobre la salud y la moral de las
obreras”. 13 de julio de 1866. P.189.
164
“Hace un mes, dice este digno médico, dos mujeres enteramente desconocidas una de
otra, que trabajaban en talleres diferentes, se presentaron a consultarme en un mismo
día. La primera, rubia, linfática, de mejillas desacabadas, descoloridas, delgada, y de
dorso arqueado: acusando violentos dolores epigrásticos, digestiones penosas, pérdidas
blancas continuas, y un estado de mal estar general y decadencia de fuerzas. Esta mujer,
sin indicación por mi parte, me dijo que atribuía todos estos accidentes a la máquina de
coser. Antes de entrar en el taller, donde trabajaba con esta máquina, era vigorosa,
gruesa, fresca, bien constituida, sin señal de alguna leucorrea; y desde hacía siete u ocho
meses que ella se ocupaba en esta clase de trabajo, había observado alterarse su salud,
perder su lozanía, extinguirse sus fuerzas, aparecer la leucorrea, que de día en día se
hacía más abundante. ‘por lo demás, añadió, no soy yo la sola que sufre de este modo:
muchas obreras de mi taller se hallaban en mismo casa que yo, y por la misma causa. El
movimiento continuo de los miembros inferiores, el estremecimiento, el balanceo de
todo el cuerpo las consume y les causan, como a mi, dolores en el dorso y estómago, y
sobre todo flujos blancos.”207
En este sentido, el caso se expone como una enfermedad laboral, en que el cuerpo se
involucra en su totalidad, desgastando su fortaleza y su “lozanía”.
207
Revista Médico Quirúrgica. “De la influencia de las máquinas de coser sobre la salud y la moral de las
obreras”. 13 de julio de 1866. P.187.
165
bastante viva, para obligarlas a cesar momentáneamente en el trabajo, salir del taller y
recurrir a las lociones de agua fresca”208.
En este punto, la propia paciente confirma que sumado al desgaste físico el malestar
viene acompañado de una gran excitación genital que le impide desarrollar su
producción con eficiencia.
De esta forma, el médico como agente establece un discurso moral en relación al cuerpo
y el trabajo.
“La segunda enferma que se presentó en esta misma consulta, era una mujer robusta,
morena, sonrosada, de temperamento sanguíneo. Ésta trabajaba en la máquina de coser
en uno de los talleres más importantes industriales. Su salud había sido siempre buena,
hasta que entró en este taller, donde había permanecido cosa de un año y que se había
visto obligada a abandonar a causa de la fatiga y de los dolores que le causaba la
208
Ibidem.
209
Foucault, Michel. “Historia de la sexualidad, La inquietud de Sí”. México, Siglo XXI.1991.
166
máquina. Respecto a los fenómenos de excitacion genital, sus respuestas fueron
afirmativas”210.
El mal es generalizado y afecta a gran cantidad de las mujeres que trabajan en el taller de
costura. En este punto, la labor médica entra a velar por los intereses de la economía, ya
que la enfermedad afecta la producción privada y nacional, necesitando también
capacitar constante nuevos contingentes de obreras.
“…Por esto el personal de este taller se renueva sin cesar, no es posible la permanencia
de unas mismas obreras por mucho tiempo; es un ir y venir continuo de mujeres, que
entran muy sanas y robustas, y de mujeres que salen flacas y debilitadas.”211
“…es de esperar que la mecanica, vistos los estragos a que dan lugar las máquinas de
coser en las pobres obreras, sujetas a los pedales por espacio de ‘diez, quince y hasta
diez y ocho horas diarias,- qué brutal inhumanidad,- no ha de tardar en hallar un
sustituto al pobre pié del ser mas delicado y digno de consideración que se conoce.
¡Pobre mujer! Si tú supieras cuál es tu misión en este globo, acaso te revelarías contra
tus verdugos; pero ya lo irás sabiendo al paso que hagas mérito para ello”212.
210
Revista Médico Quirúrgica. “De la influencia de las máquinas de coser sobre la salud y la moral de las
obreras”. 13 de julio de 1866. P.187.
211
Ibidem.
212
Ibidem.
167
placer no sólo sería inconveniente, según afirmaban algunos pensadores, para el
desarrollo de la concepción sino que abiertamente perjudicial213.
En este punto podemos señalar que la preocupación médica en cuanto a establecer una
moral del cuerpo y del trabajo no sólo se encontraba conducida a la regulación de la
producción económica, sino también la producción humana, ya que la población era
considerada un ámbito de riqueza nacional, como fuerza de trabajo, consumo y defensa.
“Y entre tanto, así por estos adelantos como por los infinitos que todos los días venimos
observando se adicionan a los medios de subsistencia y de perfeccionamiento del
trabajo, con menos fatiga y deterioro orgánico del obrero, demos gracias a la medicina, a
la higiene, que a esta y no a otra ciencia corresponde el descubrimiento de tales medios
por la presteza y exactitud con que duele hallarlos, y la franqueza con que dice a sus
auxiliares las demás ciencias, que le presten los recursos apropiados a satisfacer tales
necesidades”214.
“…Dediquémosnos nosotros a hacer ver hoy, mañana y todos los días, la imprescindible
necesidad de que los preceptos higiénicos, son los verdaderamente destinados a servir de
base a todas las leyes que rigen los pueblos civilizados, sin tener en cuenta para nada las
213
Para el caso de la construcción de los imaginarios corporales en occidente ver la obra de
Laqueur, Thomas. “La Construcción del Sexo. Cuerpo y Género Desde los Griegos hasta Freud”,
Madrid, Ediciones Cátedra, 1994.
214
Revista Médica Quirúgica, Buenos Aires Argentina. “De la influencia de las máquinas de coser sobre la
salud y la moral de las obreras”. Julio 1866.
168
absurdas teorías de los que sin conocer la preciosa ciencia de conservar la salud, la
ciencia que ha de ser un día la única medicina, y sin otro conocimiento ni criterio sobre
lo fisico y moral del hombre que muy superficiales estudios, económicos, y con un
orgullo, digno solo de compasión, tratan de arreglar y constituir la sociedad bajo de un
caos que ellos mismos no comprenden (…) No es posible esté lejos el dia en que la
antorcha resplandeciente de la higiene, ilumine hasta los más rudos entendimientos;
antes, empero, que esto suceda, preveo aún algunas vagas y tristes vicisitudes para la
humanidad, ¡Ojalá no sea así! ¡Así yo me equivoque, y aparezca tan desde luz de la
noche a la mañana!”215.
Dicha institución fue restablecida a petición del pensador Manuel de Salas, que obtuvo
del ministro de Interior, Francisco Antonio Pinto, una subvención derivada de las multas
215
Torres, Robustiniano. Revista Médico Quirúrgica. Buenos Aires Argentina. 13 de julio de 1866. P. 190.
216
El trabajo, en este sentido, concibe una triple función: función productiva, función simbólica y función
de domesticación o disciplinaria. La función productiva concierne a los cuerpos sanos y reproductivos
en tanto los cuerpos incapacitados; locos, enfermos y anormales deben ser disciplinados mediante el
trabajo y el castigo, ingresando de esta forma en el sistema productivo.
217
En este Sistema la arquitectura desempeñó un rol determinante. Todos los grandes proyectos de
vigilancia y de encierro retornaban al modelo de control y al “Panóptico”; un edificio circular dividido en
celdas con dos ventanas; una abierta hacia el interior que se corresponde con las ventanas de una torre de
vigilancia.
218
Institución que había sido fundada en 1726 como asilo para meretrices.
169
en la Corte de Apelaciones para la disposición de una casa correccional femenina. En
ésta se estableció un régimen de trabajo conventual, incitando a las internas a la
rehabilitación de delitos tan variados como la mendicidad, la prostitución y el
amancebamiento.
219
Gaceta de los Tribunales, Nº 109 marzo de 1844. Cita de Cárdenas, Mario, “Grupos marginados en los
inicios de la era republicana. Vagabundo mendigos e indigentes”, Cuadernos de Historia nº 11,
Departamento de Ciencias históricas, Facultad de Filosofía y humanidades, Universidad de Chile,
Santiago de Chile, Diciembre de 1991, pág.50.
220
Allende, Ramón, “Discurso de incorporación a la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de
Chile”, 1° de noviembre de 1885, Anales de la Universidad de Chile, tomo XXVII segundo semestre
de 1865, pág. 528. Consultado en “Memoria Chilena”, diciembre del año 2008,
http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0023712.pdf
170
el Hospital San Juan de Dios, heredero del Hospital de Nuestra Señora del Socorro,
creado en 1556221.
Con este objetivo se fundaron la Casa de Locos (1856), Casa de Orates (1883), Casa de
Expósitos (1856) y la Casa de Maternidad (1870). Ejemplo de este proceso de
asitencialismo lo encontramos en el discurso del médico Ramón Allende en la Facultad
de Medicina de la Universidad de Chile en 1865, donde enfatizaba la necesidad de
establecer casas de maternidad destinadas al auxilio de quienes, careciendo de medios de
asistencia o, simplemente, por “accidentes especiales”, hayan sido abandonadas.
221
Ver Cárdenas, Mario, “Grupos marginados en los inicios de la era republicana: Vagabundos mendigos e
indigentes”, Cuadernos de Historia nº 11, Departamento de Ciencias históricas, Facultad de Filosofía y
Humanidades, Universidad de Chile, Santiago de Chile, Diciembre de 1991.
222
Allende, Ramón, “Discurso de incorporación a la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de
Chile”, op. cit., P.526.
223
Allende, Ramón, “Discurso de incorporación a la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de
Chile”, op., cit., P. 527.
171
“Con ese establecimiento se evitaría otro crimen no menos atroz, la exposición; la
exposición, comprendeis, señores, lo que es un crimen horrible resultado tan solo de la
miseria y desesperación de una pobre madre”224.
La mujer, bajo este criterio, se encuentra en una situación de riesgo social, y así lo señala
Allende en el documento anteriormente citado: “Vereis con cuanta facilidad puede
romperse la armonía, que constituye la razón, en un cerebro poco educado, y afectado
violentamente por mil sufrimientos, vereis como os explicáis una locura momentánea
que arrastra a la mujer, a la madre a destruir su propia concepción, su propio fruto y
mancharse con la infamia”225.
Dado su intelecto débil y ánimo voluble, la mujer se encuentra expuesta a los desordenes
y la locura, por lo que en consecuencia es deber del Estado en su calidad patriarcal,
fiscalizar a todos aquellos sujetos de la feminidad.
La lucha contra el alcoholismo y la prostitución era considerada una cruzada moral. Así
lo constata un artículo publicado en el boletín “El Despertar de los trabajadores” el
domingo 24 de abril de 1921: “…los culpables de esta vergüenza nacional, repetimos, es
la torpe sociedad en que vivimos, la sanguijuela capitalista que se alimenta y vive
experimentando hasta la última gota de sudor de nuestras mujeres, sin importarles nada
del decaimiento de la raza y el mal nombre que por esta causa hemos conquistado en los
diferentes pueblos del mundo”226.
224
Ibidem.
225
Ibidem.
226
El Despertar de los Trabajadores de Iquique Nº 1985 domingo 24 de abril de 1921.
172
Tanto el alcoholismo como la prostitución eran percibidos como agentes degenerativos
de la raza y la nación. En otro artículo del 25 de junio de 1921 titulado “Las Orgías del
Alcalde”, la degeneración moral involucraba a la política, el alcoholismo y la
prostitución: “Las puertas de las cantinas y de los burdeles los están recibiendo
diariamente, todos los dueños de prostíbulos, para granjearse la benevolencia de los
alcaldes, los invitan hoy en uno, mañana en otro, haciendo banquetes rodeado de todas
las rameras se convierten en libidinosas orgías, mientras el champagne corre a torrentes
todo en aras de la inmunidad…”227.
La prostitución fue percibida como una “virulencia” que aquejaba a las mujeres
abandonadas o poco instruidas; rescatarlas era un deber nacional. “Debemos llegar hasta
aquellos antros del vicio llamados prostíbulos, donde han caído nuestras hermanas
envueltas en las redes de la miseria, viciadas por la maldad y el egoísmo. Debemos
llevar hasta ellas nuestra palabra de amor, tendiéndole nuestras manos y arrancarlas del
vicio…debemos ser sus guías, estrecharlas en nuestros corazones, olvidando su pasado
porque ellas no han sido culpables, han sido víctimas…”228.
227
El Despertar de los Trabajadores de Iquique Nº 2021 domingo 25 de junio de 1921.
228
El Despertar de los Trabajadores de Iquique, Nº 2739 miércoles 30 de abril de 1924.
229
Allende, Ramón, “Discurso de incorporación a la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de
Chile”, op., cit., P.527.
173
Según estos conceptos, la mujer corrompida y abandonada niega a su cuerpo el estado
natural de sus instintos como madre. Era necesario educarlas para el noble fin de la
maternidad. El médico Luis Calvo Mackenna, director de las Gotas de Leche del
Patronato de la Infancia, señalaba en un instructivo sobre maternidad que “las madres
ignoran la manera de criar y cuidar a sus hijitos, porque generalmente nadie que tenga la
preparación necesaria, se ha preocupado o ha tenido ocasión de darles los indispensables
consejos que esas madres siempre deben conocer”230.
La causa principal de este mal fue atribuido a la negligencia e ignorancia de las madres:
“Cuando se estudian las causa susceptibles de hacer variar las causas de la mortalidad
infantil de un país o de una ciudad, se apercibe que, mucho más que ninguna epidemia la
ignorancia de las madres y la ausencia de vigilancia de los recién nacidos son los
factores que contribuyen a mantener una mortalidad elevada”232.
230
Calvo Makenna, Luís, “Lo que Deben Saber las Madres para Criar a sus Niños”. Primer Congreso de
Protección de la Infancia, Tomo único, Imprenta Barcelona, Santiago de Chile, 1913, P. 1. En Memoria
Chilena consultada en diciembre del año 2008, P.1.
http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0023729.pdf
231
Körner, Victor, “Protección de las Madres durante el Embarazo, el Parto, el Pueperio, y su Influencia
sobre la Mortalidad Infantil”. Tomo único, Imprenta Barcelona, Santiago de Chile, 1913, P.1.En
Memoria Chilena consultada en diciembre del año 2008.
http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0023729.pdf
232
Simon, Robert, “Reducción de la Mortalidad Infantil del 1er año por la Asistencia á las Madres antes,
durante y después del Parto”. Primer Congreso de Protección de la Infancia, Tomo único, Imprenta
Barcelona, Santiago de Chile, 1913, P.1. En Memoria Chilena consultada en diciembre del año 2008,
pág.1. http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0023729.pdf
174
En este contexto, era indispensable generar los mecanismos necesarios para asegurar la
protección y control de las nuevas generaciones. A este respecto Vicuña Mackenna
señala: “Es la IGNORANCIA, esa nodriza maldita que amamanta todavía los pueblos
del Nuevo Mundo, el origen único tal vez de este desorden radical, que consume
nuestras sociedades, encendiéndose en su seno una guerra interminable, de las malas
pasiones contra la virtud, de la holgazanería contra el trabajo, de la ignorancia, en fin,
ciega, implacable y feroz, contra todo lo que tiene por base la civilización y la religión
misma”233.
“Si en Chile se hubiera hecho a favor de las mujeres respecto a instrucción tanto como
se ha trabajado en provecho de los hombres, todos los niños sabrían leer, escribir y
contar, porque las mujeres son las maestras natas del hogar doméstico”234.
La reforma educacional se situó como prioritaria dentro de los objetivos del movimiento
higienista, así se señala en el informe elaborado por el doctor Murillo a petición del
Ministerio de Instrucción Pública.
233
Vicuña Mackenna, Benjamín; “La Policía de Seguridad en las Grandes Ciudades Modernas”. op. cit.
Pp.11-12.
234
Miguel Luís Amunátegui, “Estudios sobre Instrucción Pública”, Tomo II, Santiago, Imprenta Nacional,
1894, pág. 261.
235
Díaz, Eloísa, “Breves observaciones sobre la aparición de la pubertad en la mujer Chilena y de las
predisposiciones patológicas propias del sexo”. Memorias para optar al grado de Licenciada en la
escuela de Medicina de la Universidad de Chile. 25 de diciembre de 1886, pág. 1.
175
“El deseo de contribuir, en cuanto me fuera permitido, a una reforma o una modificacion
que urgentemente reclamaba nuestro plan de estudios y nuestro sistema actual para
prevenir los frecuentes y desgraciados males que palpamos consecuencia de la viciosa
dirección que se ha dado hasta ahora a la enseñanza”236.
Durante las primeras décadas del siglo XIX, el Estado no se preocupó particularmente
de la enseñanza, quedando en manos de órdenes religiosas. Los primeros centros
educacionales femeninos estuvieron bajo la dirección de la Congregación de la
Providencia, invitadas a Chile por el gobierno de Manuel Montt. Y aunque la
Constitución de 1833 estipulaba un plan general de educación, éste no se cumplió hasta
1842 con la fundación de la Universidad de Chile. Ésta se convertiría en la
Superintendencia de Educación. Un año más tarde se emitió un decreto que regularizaba
la educación secundaria en del país, la que tiene su eco definitivo en la Ley de
Enseñanza Secundaria de 1879237.
En 1872 Antonia Tarragó y en 1876 Isabel Lebrun elevaron una solicitud al Estado para
que sus respectivas alumnas pudieran rendir los exámenes universitarios. Estas
iniciativas motivaron la posterior promulgación del Decreto Amunategui en 1879, que
facultaba a las mujeres al ingreso a la Universidad.
236
Informe del Doctor Murillo, Revista Médica, Volumen I, 1872 pág. 30.
237
En 1856 Manuel Montt constituye entre grupos de notables aristócratas la Sociedad de Instrucción
Primaria, con el fin de desarrollar el ámbito educacional público, pero es sólo a partir de la Ley Orgánica
de la Enseñanza de 1860, que el Estado otorga los primeros indicios en este ámbito.
176
Otro de los establecimientos para las clases medias fue el “Liceo Americano para Niñas
y Kindergarten para Niñitos” fundado en 1892. El cual pretendía establecer una
educación pública, humanista y artística para niñas de las clases medias: “cursando todas
las humanidades i curso artístico” (…)“Proporcionando a las chicas una educación
completa, según las exigencias actuales; instrucción primaria, secundaria o de
humanidades i artística. También se establece en la parte primaria un Kindergarten para
niñitos, según el sistema de Frôble”. (Liceo Americano para Niñas y Kindergarten para
Niñitos).
Educación intelectual:
Castellano, Francés, Inglés, Alemán, Matemáticas, Historia i jeografia, Ciencias físicas y
naturales, Filosofía i relijion.
Educación Física:
Caligrafía, dibujo a mano libre, trabajos manuales, canto coral, gimnasia, higiene, juego
de pelota, paseos mensuales.
Educación Moral:
Relijion (sic), Lecturas morales, Urbanidad.
Educación artística:
177
Declamación. Fotografía, dibujo natral, pintura al oleo, labores de mano, bordado
artístico, teoría musical y solfeo, piano, canto artístico, violín, guitarra, mandolino,
bandurria y baile238.
Fue en la segunda mitad del siglo XIX cuando los liceos femeninos fiscales hicieron su
aparición, tímidamente, adoptando el plan de estudios elaborado por Juana Gremler en
1893. En este plan las estudiantes debían ser preparadas para desempeñar su rol como
esposas y madres. De esta forma, se incentivaban los trabajos domésticos denominados
en el “Reglamento para los Liceos de Niñas” de 1900 como Economía Doméstica e
Higiene del Hogar.
El plan de estudios para las niñas se abocaba a su preparación como madres y no para el
desarrollo intelectual, así lo manifiesta Eloísa Díaz: “Sensible como mujer por
estructura, tímida por consecuencia de su sensibilidad especial, acató ella inconsciente la
prohibición injusta que se le imponía y temió traspasar la línea que se le señalara como
límite a su actividad social y a1 desarrollo de su inteligencia”239.
238
Prospecto del Liceo Americano para Niñas y Kindergarten para Niñitos” Santiago de Chile.1892
Museo de la Educación Gabriela Mistral, Chile. Folleto Nº 802-965.
239
Díaz, Eloísa, “Breves observaciones sobre la aparicion de la pubertad en la mujer Chilena i de las
predisposiciones patolojicas propias del sexo”. Memorias para optar al grado de Licenciada en la escuela
de Medicina d de la Universidad de Chile. 25 de diciembre de 1886, P.1.
178
peligros de una vida ociosa, y finalmente se atiende en especial al desarrollo físico por
medio de la gimnástica”240.
“Resulta que los ramos técnicos y de adorno tienen en el nuevo plan una importancia
desmedida para un Liceo de Niñas, que sólo tiene 8 años de estudio y debe perseguir
otros fines que el de dar a las alumnas cierta habilidad manual. Lejos estoy de negar la
importancia que pueda tener esta habilidad, pero un Liceo de Niñas no es el
establecimiento que debía dársele preferencia sobre los ramos que desarrollan el
carácter”241.
La educación estaba planificada para acentuar los signos de la clase y el género, situando
a cada quien en un orden y espacio. Teresa Prats de Sarraeta señala: “Su objetivo en
primer término, la educación lógica de la mujer, tendente a sostener la armonía de los
sexos y la solidez de los vínculos morales en la familia, y luego proporcionar a aquellas
que lo necesitan o tienen especial vocación, una esfera de labor adecuada a su sexo o a
su nivel social, a la vez que lucrativa y honrosa”242.
El movimiento médico adquirió cada vez más importancia en los círculos gobernantes,
inmiscuyéndose en temas como la educación pública. En un informe del doctor Murillo,
240
Prospecto del Liceo de Niñas Nº 2 de Santiago, Redactado en conformidad a los acuerdos de la Junta
de Vigilancia. Imprenta, Litografía i Encuadernación Barcelona, Santiago, 1900, PP. 14-15.
241
Gremler, Juana, Memoria del Liceo 1, A. M. E. Vol.1 588.
242
Prats de Sarraeta, Teresa, “Proyecto de Reorganización de los Liceos de Niñas de la República”,
Imprenta i Encuadernación Universitaria, Santiago, 1905, P.30.
179
solicitado por el Ministerio de Instrucción Pública, se daba cuenta de esta situación: “No
Hace Mucho tiempo el señor Ministro de Instrucción Pública acudió a la Facultad de
Medicina para proponerles e inetersarla en el estudio de algunas cuestiones de palpitante
interés. La facultad aceptó con placer tal invitacion y quedó empeñada en hacer lo que
estuviera de su parte para llenar los deseos del alto funcionario…”243.
Así también lo entendieron los pensadores liberales como Francisco Bilbao, Benjamín
Vicuña Mackenna y Manuel de Salas; este último obtuvo del ministro del Interior,
Francisco Antonio Pinto, una subvención para el establecimiento de una casa
correccional femenina derivada de las multas de la Corte de Apelaciones.
243
Informe del Doctor Murillo, Revista Médica de Chile, Volumen I, 1872, P. 29.
180
denunciaba las constantes fugas de internas desde la Casa debido a la estricta disciplina
a la que se encontraban sometidas244.
Hacia 1843, el recinto contaba con un dormitorio donde se alojaban 44 mujeres y doce
niños, no contaban con sala comedor, por lo que las internas debían ingerir sus alimentos
en los pasillos; cinco panes y dos comidas al día; los jueves y los domingos se les
proporcionaba carne y el resto de la semana frijoles, maíz con papas y cochayuyo. Al
igual que en la mayoría de las Casas de Internamiento, las jornadas de trabajo iban
acompañadas por sesiones de instrucción cristiana.
Vicuña Mackenna orienta a las mujeres, pues consideraba debían ser la tierra fértil
donde germine la sociedad. Los cimientos de la nueva República son corroídos por la
leche de madres ineptas e ignorantes. “Es la IGNORANCIA, esa nodriza maldita que
amamanta todavía los pueblos del Nuevo Mundo, el origen único tal vez de este
desorden radical, que consume nuestras sociedades”245.
244
Gaceta de los tribunales, nº 2, 13 de noviembre de 1841; nº 196 de 13 de diciembre de 1845, El
Araucano nº 685, 6 de octubre de 1843. Ver en Cárdenas, Mario, Grupos marginados en los inicios de
la era republicana…op. cit. P.50.
245
Vicuña Mackenna, Benjamín; “La Policía de Seguridad en las grandes ciudades modernas”, op. cit. P.
11-12.
246
Ibidem.
181
Durante las revoluciones americanas, muchas mujeres de las clases elites americanas
abogaron por una educación más digna y un estatus social preeminente, pero estos
fueron vanos esfuerzos al momento de esgrimir un sujeto político femenino, ya que ni
las mismas pensadoras ilustradas abogaban por este derecho. Para Clorinda Matto de
Turner, “la mujer ha nacido para madre y debe ser toda ternura y sentimientos, porque el
código que la rige es el corazón. Por esto pido para el varón el bullicio de la política,
donde todos se engañan unos a otros (…) y para la mujer el altar de la familia, donde
ella atiza el fuego sagrado…”247.
Felicia Moscoso, otra connotada pensadora ilustrada del Perú republicano, defendía la
importancia de las mujeres en su rol de madres al asegurar que “debe preferir la mujer
llenar su misión domestica, trabajando en formar el corazón de esos pequeños seres que
más tarde tienen que militar en las filas de la política de su país y que no serán más que
lo que sus madres quieran que sean”248.
Para Francisco de Paula Gonzáles Vigil, sólo en el hogar la mujer está segura, pues en la
tribuna política quedaría expuesta a la agresión e irreverencia de los hombres. “La mujer,
en el campo de la política, quedaría degradad desde los primeros pasos; porque estaría
expuesta a que los hombres le faltasen el respeto”249.
247
Clorinda Matto de Turner. “Luz entre sombras. Estudio filosófico-moral para las Madres de Familia en
el Perú Ilustrado”, Nº 81, Lima enero de 1889, P. 814. en Margarita Zegara. Mujeres y género en la
historia del Perú, ed. Margarita Zegara. Lima: CENDOC-Mujer, 1999.
248
Felicia Moscoso del Carvajal. “Ligeros Pensamientos consagrados a la mujer”. Lima Editorial, 1901,
en Margarita Zegara. Mujeres y género en la historia del Perú, ed. Margarita Zegara. Lima: CENDOC-
Mujer, 1999.
249
Francisco de Paula Gonzáles Vigil. “Importancia de la educación del bello sexo”, Lima, Instituto
Nacional de Cultura, 1976, P.27. en Margarita Zegara. Mujeres y género en la historia del Perú, ed.
Margarita Zegara. Lima: CENDOC-Mujer, 1999.
182
“…el mérito de la mujer consiste en ordenar la casa, en hacer feliz al marido, en
consolarle, en alentarle y en educar a sus hijos, es decir en hacer hombres…” 250.
muchas mujeres compartían esta idea. Así lo manifiesta la pensadora María del Pilar
Sinués en sus “Estudios acerca de la Educación de la Mujer”: “Creo que la mujer
necesita constantemente el amparo de un padre, de un esposo, de un hermano, de un
hijo”251.
En los procesos de modernización las mujeres fueron excluidas como sujetos políticos. En
Chile la carta de 1833, aunque no explícitamente, les negaba derechos civiles y públicos.
En 1884 una Reforma Constitucional estableció taxativamente en el artículo 40 que
solamente tiene derecho a votar los hombres.
Incluso mujeres instruidas y liberales como Martina Barros Borgoño o Amanda Labarca,
abogaban por un feminismo retirado de los espacios públicos. Mientras Barros prefería
250
Gentilini, Bernardo. “El Libro de la Mujer. Como Cristiana, Esposa, Madre, Educadora y Apóstol”,
Apostolado de la Prensa, Santiago, 1928. P.100.
251
Sinués, María del Pilar, “Estudios acerca de la Educación de la mujer”, Madrid, 1876, P.8.
252
Labarca, Amanda, ¿Adónde va la Mujer?, Ediciones Extra, Santiago, 1934, P.171.
183
postergar la lucha política y acceder primero a la lucha social: “Pero la mujer no reclama
esos derechos políticos, lo que ella necesita son sus derechos sociales”253; Labarca, en
tanto, se inclinaba por un “feminismo maternal latinoamericano”: “…surja un nuevo
evangelio feminista, más doméstico, más ligado al porvenir del hogar, de la familia, de los
hijos, que el feminismo sajón, que lleva la marca exageradamente individualista de su
raza”254.
253
Barros, Martina, prólogo a la traducción de la Obra de J. Stuart Mill, “La esclavitud de la mujer”, en
Revista de Santiago n° 2. Santiago, 1872-1873, P. 123.
254
Labarca, Amanda, “Nuestras actividades Femeninas”, 1923, en ¿A dónde va la mujer?, Santiago,
Ediciones Extra, 1934, P. 147.
255
F.M. Del Castillo, en Arrom, Silvia Marina. “Las mujeres de la Ciudad de México, 1790-1857”. Siglo
Veintiuno Editores. Madrid 1988. P. 31.
256
Labarca, Amanda, ¿Adónde va la Mujer? op. cit. P.23.
184
orden moral no se puede negar, en una palabra, menos distraída por ocupaciones
personales, tiene más facilidades para entregarse a placeres solitarios…”257.
La falta de educación de las mujeres acordes a su genere era considerado por todo ele
espectro ideológico como la causa de los crímenes y de la violencia, incluso cuando ellas
eran las víctimas. En un artículo aparecido en “El Despertar de los trabajadores” en
relación a un femicidio, se culpabiliza a la educación femenina como la causante del
deterioro familiar. “Nosotros creemos que la base de la felicidad conyugal es la
educación de la mujer, que por desagracia en la actualidad recibe, no solamente
intelectual, sino también moral, una educación malísima”258.
La mujer debe ser educada para ser la compañera y no dejarse seducir por las
frivolidades de su propia naturaleza: “Criada desde pequeña, lejos del contacto del
hombre, acostumbrada a mirar a este no como el compañero de su vida, sino como a un
enemigo peligroso, a quien hay que temerle(…) Por otra parte, desde que nace solo oye
halagos que van poco a poco corrompiendo su corazón (…) de su alma la modestia para
hacerla pretenciosa único orijen de porque es la mujer una flor que solo puede vivir de
engaños; para ella el hombre que no se galantea es un animal ridículo que le inspira asco
o por lo menos desprecio”259.
257
Dr. Federico Corominas. Vida conyugal y sexual. op. cit. 1962. [Consultado en julio del 2006]
disponible en: http://www.identidades.org/pasado/onanismo2.htm
258
El Despertar de los trabajadores de Iquique. Nº 1911, viernes 28 de enero de 1921.
259
Ibidem.
185
de enero de 1922, El Despertar de Los Trabajadores publicó un artículo firmado por la
militante María Elena Ramírez, dirigido a las mujeres proletarias, en un desesperado
llamado por romper con los viejos mitos biologisistas: “A nosotras (…) siempre se nos
dice que nuestra inferioridad mental, muscular es un hecho (…) basados en estos
ficticios argumentos pesa la tiranía masculina sobre nosotras…”260.
260
El Despertar de los Trabajadores de Iquique, viernes 27 de enero de 1922.
261
Ibidem.
262
El Despertar de los Trabajadores de Iquique, Viernes 27 de enero de 1922.
186
de sus hijos, no ha sabido ser esposa ni madre, no diremos modelo, pero ni siquiera de un
tipo ordinario. (...) Sombría inquietud es la que preocupa a la pobre conferencista
divorciada. La desdicha de su hogar, el no poder entenderse con su marido, le hace ver el
mundo de otro color, le parece que las demás mujeres son tan infelices como ella”263.
“Desde el primero del presente mes ha empezado a funcionar una escuela primaria en la
cárcel pública de este puerto fundada por el señor Nicolás Vallejos, abogado de la
oficina de defensa obrera. Ésta escuela es atendida por el señor Isaac Gálvez.”264.
263
Revista Católica, Santiago de Chile, abril de 1913, págs. 28-30.
264
El Despertar de los Trabajadores de Iquique, nº 1977, viernes 15 de abril de 1921.
187
Médicos connotados como el doctor Adolfo Murillo o Germán Shnneider, formularon
hacia la década de 1870 un plan de inclusión de gimnasia e higiene en los planes
normales de Educación Pública. Ellos consideraban que éste era el único método para
frenar la degeneración racial, evidenciando la preocupación médica y sanitaria en los
asuntos escolares.
En este ámbito era crucial fiscalizar los espacios educacionales con el fin de evitar estas
practicas. En un artículo públicado en la Revista Médica de Chile en diciembre de 1887 se
señalaba a la postura de los estudiantes en los pupitres como una de las causas del origen
del onanismo:
265
Araya González, Delfín. El Onanismo Solitario. Revista Médica de Chile. Diciembre de 1887. N°6
P.441.
188
“El que esto escribe ha podido salvar así, cuando era cirujano militar, a dos alumnos que
languidecían bajo el peso de enfermedades serias, y que lograron por medio de la
gimnasia robustecer su salud y progresar en sus estudios”266.
Abocados en este empeño, los pensadores higienistas establecieron durante el siglo XIX
las claves de una “raza chilena” como signo de la nación, intentando establecer soporte
biológico que concediera cohesión a las claves identitarias nacionales.
Si bien no se puede hablar de la existencia de una raza chilena con caracteres culturales
singulares, derivados de una plataforma biológica y esencialista, el concepto de raza es
asumido como un imaginario cohesionador, por lo que su coherencia pasa a un segundo
plano.
La salud física y moral de los ciudadanos, el cuidado del cuerpo, el control de los vicios,
la educación científica y física, la higiene y la gimnasia marcaron los parámetros de
desarrollo y progreso de la nación.
266
Murillo, Adolfo. Revista Médica, Volumen I, 1872, P. 29.
267
Subercaseaux, Bernardo, “Raza y Nación el caso de Chile” Revista A Contra Corriente, Vol. 5, No. 1,
Fall 2007, 29-63.
189
El médico chileno Adolfo Murillo señala en torno al concepto racial chileno que: “la
raza chilena, es una gran raza que ha dado pruebas de un patriotismo levantado; de un
amor a su tierra que en el mundo, si tiene igual, no podrá tener superior; es una raza
sufrida, fuerte, trabajadora, que tiene las grandes cualidades de sus primogenitores -los
vascos y araucanos- como también de sus defectos”.268
En este contexto destacan un texto escrito en 1916 y que recoge una larga tradición
higienista en torno al cuerpo.
El texto abordado en este análisis es la “Guía de gimnasia escolar para el uso de las
escuelas de instrucción primaria” escrito por Guillermo Martínez, en 1916269, el que
tiene como objetivo difundir y normar la gimnasia como una disciplina adscrita al
ámbito de las ciencias.
268
Murillo, Adolfo Discurso Inaugural del primer Congreso General Científico chileno. 1896 Concepción.
Imprenta y encuadernación Roma, Santiago de Chile P. 6.
269
Guía de Jimnasia escolar Guillermo Martínez Tomo I BMPE 371.73 M385g 1916 V.1 C.1 04545.
Museo de la Educación Gabriela Mistral, Santiago de Chile. Textos Escolares de Higiene y Gimnasia.
190
Así, toda práctica que conduzca al desarrollo físico del estudiante permitiría,
eventualmente, un desarrollo mental y moral de éste. Por tanto, estos manuales pueden
ser concebidos como textos ideológicos.
En este contexto, la salud física, el cuidado del cuerpo y la moral de los ciudadanos,
marcaron los parámetros de desarrollo y progreso. No es de extrañar, entonces, que
consideremos a la gimnasia como un proyecto de carácter nacionalista, ya que su
objetivo primordial es, justamente, fortalecer tanto al cuerpo biológico, como al cuerpo
social.
191
La gimnasia, en consecuencia, pretende la construcción de sujetos ideales en la
ciudadanía, afrontando las batallas de la vida y por sobre todo de la naturaleza. Es
común en estos tipos de relatos ensalzar la vida rural y la de los colonos, quienes
interpretan el ideal racial y ciudadano a seguir. Los hombres y mujeres de esfuerzo se
desarrollan lejos de los vicios de la ciudad, entre el aire puro y la fuerza de la naturaleza.
1) Que la enseñanza de la gimnasia sea obligatoria para todas las escuelas y colegios del
Estado.
2) Debe principiar después de los doce años, esto es, aguardando que los huesos tengan
ya cierta rigidez.
3) Las lecciones de esta materia deben darse cuatro veces por semana, durante media
hora, prohibiendo tomar el tiempo para estas lecciones de las horas que estén señaladas
para el recreo270.
En este ámbito, el Manual nos permite establecer el contexto educacional de las escuelas
públicas a inicios de siglo, y la preocupación de médicos y pedagogos por establecer un
programa higienista y racial en la educación chilena.
270
Guía de Jimnasia escolar Guillermo Martínez Tomo I BMPE 371.73 M385g 1916 V.1 C.1 04545.
Museo de la Educación Gabriela Mistral, Santiago de Chile. Textos Escolares de Higiene y Gimnasia.
192
Juke Ferry, quien es citado en el prólogo de esta obra, manifiesta su admiración por los
programas educacionales chilenos en torno a la gimnasia y al cuidado de la salud. El
objetivo de este sistema educacional, señalado claramente por Ferry es “popularizar la
educación física de una manera sencilla, rápida, general y práctica; al hacer desaparecer
la frecuente cuanto inmotivada aversión que existe por esta enseñanza; que es la que ha
de dar a las nuevas generaciones la fuerza y la salud”271.
Llama la atención que esta definición integre lo fisiológico con la razón y, por sobre
todo, con lo social mediante las costumbres, que podrían comprenderse como las normas
valóricas e históricas en las que nos encontramos insertos.
271
Prólogo “Manual de Jimnasia Escolar…” op. Cit., 1916.
272
Francisco Amorós, citado en Manual de Jimnasia Escolar…”,Santiago de Chile, 1916: P.1
193
haciéndoles, en fin, revestido con tan bellas condiciones, apto y capaz de prestar grandes
y señalados servicios así a su patria como a sus semejantes”273.
De esta forma nace lo que se considera como la gimnasia educativa o metodizada. Ésta
instruye a los estudiantes en tácticas que comprenden fuerza, ritmo, balance y agilidad,
junto a la higiene corporal y respiratoria.
Según señala Guillermo Martínez este programa educativo no sólo afecta al cuerpo,
también instruye el alma, dado que la naturaleza humana se compone de estos dos
elementos. Así, ingresa un carácter moralizante a la ciencia de la gimnasia, adjuntando a
este proyecto un valor social ausente en otros tipos de programas científicos del período.
273
Amorós, Francisco citado en Manual de Jimnasia Escolar…”,1916: P.1.
274 “
Guía de Jimnasia escolar Guillermo Martínez Tomo I BMPE 371.73 M385g 1916 V.1 C.1 04545.
Museo de la Educación Gabriela Mistral, Santiago de Chile. Textos Escolares de Higiene y
Gimnasia.P.
194
La propia Guía de Gimnasia lo expresa en los siguientes términos:
Es curioso, en este punto, que se considere a la enfermedad como parte de los vicios de
la sociedad moderna y no como un fenómeno natural.
Los maestros conocerán las necesidades de cada niño y niña, ajustando el programa a las
necesidades de cada quien. Por ejemplo, se recomienda que los ejercicios de manilla y
llamados de sala sean ejecutados por todos los estudiantes, menos los “gordos”, que sólo
realizarán ejercicios suaves.
En el punto 8 el autor enfatiza el ejemplo que deben dar los preceptores en el ámbito
social, tanto moral, como corpóreo: en las acciones, modales, actitudes y maneras que
adopten según su género o clase. Ya que las maneras, según señala el manual, son la
base de los movimientos gimnásticos que se aplican cotidianamente, por lo que su buena
ejecución repercutiría positivamente en las posturas físicas y el desarrollo del cuerpo.
275
Guía de Jimnasia escolar Guillermo Martínez Tomo I BMPE 371.73 M385g 1916 V.1 C.1 04545.
Museo de la Educación Gabriela Mistral, Santiago de Chile. Textos Escolares de Higiene y
Gimnasia.P.
195
“Los preceptores procurarán ser ante sus alumnos, un modelo de perfección, no solo a
las costumbres debidas a una buena sociedad sino hasta en sus más insignificantes
modales y acciones, observando en el andar una actitud puramente gimnástica a fin de
que los alumnos al imitarlo lo hagan de la perfección y no de los defectos”276.
Lámina Nº 4.
Pie de Foto: “Marchas jimnásticas”, primera figura en tácticas Jimnásticas del Manual de Jimnasia Escolar. En la
figura 1 se entrega la posición de alerta en al cual debe estar el alumno, hombros nivelados, talones en una misma
línea, piernas estradas y la cabeza derecha. Junto a la figura 1 se entregan algunas nociones sobre ejercicios y
marchas.
276
Carlier. citado en “Manual de Jimnasia Escolar…”, 1916: P.4.
196
Al considerar la gimnasia como la ciencia de los movimientos humanos, cuyo fin es
desarrollarnos como ciudadanos y defensores de la patria, no es de extrañar que mucho
de este programa educacional sea una instrucción militar. La marcha, en conclusión,
ayuda a adquirir hábitos de prevención, sigilo y ataque.
Sin embargo, no todos estuvieron de acuerdo con estos modelos. Junto al sistema
gimnástico marcial se establecieron modelos alternativos como el de “gimnasia
metodizada”. Éste se centraba en la formación integral del alumno y la relación de éste
con su entorno mediante la higiene278.
Queda de manifiesto que la “Guía de gimnasia para uso de las escuelas de instrucción
primaria”, como otros prospectos pedagógicos de la época, tiene como objeto alcanzar
un modelo corpóreo, psíquico y reproductivo acorde a las necesidades de la nación.
La figura dos está asociada a una serie de movimientos de la cabeza hacia los lados,
girándola de derecha a izquierda y viceversa e inclinado el cuello a una lado y hacia el
otro. El objetivo de estos movimientos es fortalecer la musculatura del cuello como
277
Armus, Diego. “La Ciudad Impura…”, 2007. Pp. 87-96.
278
Armus, Diego. “La Ciudad Impura…”, 2007. P.89.
279
Manual de Jimnasia Escolar para uso de las Escuelas Públicas, Santiago de Chile, 1916. P.7.
197
soporte de la cabeza. Esto permite mantener una postura erguida y la cabeza firme en lo
alto280.
Lámina Nº 5. Lámina Nª 6
Lámina 5:“Movimientos de Cabeza”, segunda posición en tácticas del movimiento del Manual de Jimnasia Escolar.
Lámina 6: posición de descanso en figura femenina (nº5) y primer movimiento de brazos en figura masculina (nº6) del
Manual de Jimnasia Escolar.
Las figuras cinco y seis están asociadas al tercer tipo de movimiento, el de “brazos”,
contemplándose una figura femenina, aunque en el texto aún se siguen dando las
instrucciones en forma masculina, neutralizando el discurso281.
280
Manual de Jimnasia Escolar para uso de las Escuelas Públicas, Santiago de Chile, 1916. P.10.
281
Manual de Jimnasia Escolar para uso de las Escuelas Públicas, Santiago de Chile, 1916. P.12
198
Los movimientos asumen un carácter más activo, moviendo los brazos y los codos de
adelante hacia atrás, en forma alternada cada brazo, a manera de lucha. En esta etapa del
ejercicio la imagen que se proyecta es una imagen masculina.
De esta forma los médicos y educadores establecieron una serie de normas que regulaba
el cuerpo, tanto en su desplazamiento, como en su estética. Moral, salud y desarrollo
marcaron las pautas a seguir en el plan reproductivo de la Nación.
199
5.2 La higiene y el cuidado del cuerpo como proyecto pedagógico en las escuelas
públicas en Chile
Otro importante texto que aborda el tema de la gimnasia y la higiene en los programas
escolares es el texto titulado “Observaciones relativas a la educación física de los
alumnos de las escuelas públicas”, escrito en 1916 por la “Inspección General de
Instrucción Primaria”282.
Este Manual forma parte de los prospectos escolares elaborados por la Inspección
General de Instrucción Primaria, es presentado como un manual de procedimientos
docentes y prácticas en los recintos escolares. Dirigido a los maestros, el texto los insta a
comprometerse con la educación de los jóvenes en forma activa.
En este lineamiento, se establece, primero, una mirada crítica del panorama escolar,
denunciando las deficientes medidas higiénicas, que tanto alumnos como maestros
mantienen en el espacio docente:
“…sin salir de Santiago cualquiera puede penetrarse de la poca importancia que algunos
maestros dan al aseo de sus alumnos y aún a la de ellos mismos, a pesar de que la
282
“Observaciones relativas a la educación física de los alumnos de las escuelas públicas”, 1916,
Inspección General de Instrucción Primaria. Museo de la Educación Gabriela Mistral. Folleto Nº 639.
200
escobilla y el jabón son altamente educadores. Es común encontrar, no solo en escuelas
primarias, sino también en escuelas de aplicación y a veces en las mismas escuelas
normales, a niños que se ocupan, durante el recreo, en escribir tareas, o repasar lecciones
o concluir sus costuras, y a otros que permanecen encerrados en las salas de clases por
haber llegado tarde. En algunas escuelas, mientras los niños se despedazan la ropa,
jugando juegos tan necios como impropios, los profesores conversan entre ellos con las
manos metidas en los bolsillos fuman horrorosamente y las profesoras se pasean del
brazo comentando la crónica del barrio y, cuando llega el invierno, se arrinconan
abrigadas hasta los ojos como para hacer resaltar más el frío de los pequeñuelos”283.
“…Los visitantes insisten especialmente en que se prohíba a los maestros que fumen en
la sala de clases… no solamente no debe fumarse en la sala de clases, si aún en el recinto
de la escuela debe permitirse que se haga”284.
283
Martínez, Guillermo. “Observaciones relativas a la educación física de los alumnos de las escuelas
públicas” 1916. P.4.
284
Martínez, Guillermo. “Observaciones relativas a la educación física de los alumnos de las escuelas
públicas” 1916. P.4.
201
Este último punto era de especial cuidado, ya que según los visitadores de las escuelas,
los propios maestros incentivaban este vicio mediante el ejemplo, en los patios de recreo
y en las aulas de clase.
“Las observaciones sobre el vestuario, sobre el aseo personal de los alumnos, sobre el
juego infantil y sobre el vicio del cigarro, ya muy esparcido entre los muchachos, están
destinadas a llamar la atención del profesorado a puntos esencialmente educativos que
deben formar el ambiente pedagógico de nuestras escuelas y que son, desgraciadamente,
muy descuidados, según hemos podido verlas en nuestras visitas, y como puede
comprobarlo quien quiera que llegue a nuestras escuelas sin aviso previo”285.
Sin lugar a dudas, uno de los signos más visibles que nos concede identidad es la
vestimenta, con ella expresamos quienes somos o lo que deseamos ser. Es, en síntesis, el
signo más patente de la cultura, asumiendo, sobre el cuerpo y la sexualidad los valores y
apreciaciones de una sociedad determinada.
285
Martínez, Guillermo. “Observaciones relativas a la educación física de los alumnos de las escuelas
públicas” 1916. P.6.
202
atuendo de niñas y adolescentes, como la prohibición del uso del corsé, pues lo
considera inapropiado para el buen desarrollo del cuerpo femenino.
También prohíbe el uso de tacos altos, aduciendo que perjudica la postura y colocación
de la pelvis y caderas.
“…El uso del corsé debe prohibirse terminantemente a las alumnas porque,
comprimiendo la caja huesosa del tórax, no la deja desarrollarse normalmente,
compromete el funcionamiento de los órganos vitales internos, desplaza el diafragma y,
en una palabra, deforma el cuerpo totalmente tanto exterior como interiormente”286.
“Los Congresos Higiénicos de los últimos años, nacionales y extranjeros, han condenado
unánimemente el uso del corsé y la escuela chilena debe marchar de acuerdo con el
progreso de las ciencias. Contemporizar es hacerse cómplices de la degeneración de la
raza. Tampoco debe permitirse que las alumnas usen zapatos de taco alto. Las maestras
explicarán a los padres por qué su uso es tan perjudicial para el desarrollo de los niños.
El taco alto levanta el cuerpo sobre los dedos de los pies y provoca en la articulación de
286
Martínez, Guillermo. “Observaciones relativas a la educación física de los alumnos de las escuelas
públicas” 1916. P.7.
203
la cadera un marcado desplazamiento que deja la pelvis en una posición inclinada que no
es la natural”287.
En este programa educativo, los fiscalizadores de los códigos genéricos son los
maestros, quienes deben regular la vestimenta, hábitos, maneras y lenguaje de niños y
niñas. Esto mediante la elaboración de un plan pedagógico que incluya a cada quien
según su género, edad y clase social.
Retomando el análisis del texto, el autor evidencia, a su criterio, los males que ocasiona
una clase de indumentaria y accesorios para el desarrollo fisiológico y reproductivo de la
mujer288.
“En la mujer, principalmente, este desorden produce grandes males que toman
caracteres graves en la época de la pubertad. La inmensa mayoría de las enfermedades
internas de las jóvenes se debe precisamente al uso y abuso del taco alto y del corsé. Las
maestras que se interesan por los problemas del mejoramiento de nuestra raza deben
desterrar ambos peligros de la escuela y su obligación es predicar con el ejemplo”289.
287
Martínez, Guillermo. “Observaciones relativas a la educación física de los alumnos de las escuelas
públicas” 1916. P.7.
288
Históricamente, la vestimenta femenina había sido objeto de manipulaciones en torno a un ideal de
belleza masculina. El uso de corsé, tacones, aretes, mantillas y otros accesorios generó un modelo de
vestimenta y belleza femenina en Occidente. En el siglo XIX, las tendencias femeninas del vestuario se
rebelaron abiertamente, rescatando los signos visuales de la feminidad y masculinidad. Hombres y
mujeres debían verse distintos, acentuando sus diferencias sexuales con una vestimenta ideada según
su género y sexo. En este contexto, las mujeres retomaron, nuevamente, los trajes llamativos y los
accesorios decorativos, sobre todo con las nuevas tendencias francesas de la moda. Los médicos y
otras agencias patriarcales reaccionaron en forma poco clara ante estas nuevas tendencias.
289
Martínez, Guillermo. “Observaciones relativas a la educación física de los alumnos de las escuelas
públicas” 1916. P.7
204
Así, el cuerpo femenino se relaciona ante todo con la producción de ciudadanos sanos
para la nación. Waldemar E. Coutts, médico jefe de la Sección de Higiene Social de la
Dirección General de Sanidad, ordenaba a las madres en relación a sus hijas, que
“deberían condenar enérgicamente sus pretensiones de esbeltez a expensas de
privaciones alimenticias o torturas corporales (corsé, fajas de goma, etc.) que no hacen
otra cosa que destruir su salud y enjaular sus órganos internos con manifiesto daño de
sus vida futura”290.
Las nodrizas eran expuestas en los folletos científicos y pedagógicos como personas de
escasa educación, hábitos antihigiénicos y moralmente inferiores, capaces de contaminar
al bebé con su leche.
En Chile, durante las primeras décadas del siglo XX, también se hicieron latentes estas
tendencias, llegando incluso a premiar a las mujeres que amantaran a sus hijos. Así lo
290
Waldemar E. Coutts, “Cómo Se Lo Diré A Mis Hijos?”, Santiago: Talleres San Vicente, 1931.P.10.
Museo de la Educación Gabriela Mistral, Santiago de Chile.
291
Sierra, Lucas. “Bases de la Higiene Moderna,” op. cit. Pp.9-11.
205
señaló el médico Luis Calvo Mackenna al rendir cuentas de su gestión como
administrador de la Gota de Leche en el Asilo para Madres en 1916. Y en un informe
leído ante el Primer Congreso Americano del Niño en Buenos Aires Argentina en Julio
de 1916. En ese informe se señalaba que en 1914 sólo un 12,6 % de las mujeres criaban
a sus hijos. Para revertir esta situación da cuenta del incentivo estatal que se prodigaba a
las mujeres que amantaran.292.
“Cada tres meses tiene lugar un concurso en el cual son premiados aquellos niños
criados por sus madres al seno exclusivo que se presentan en mejores condiciones de
salud y desarrollo y que, a1 mismo tiempo, hayan cumplido estrictamente los
reglamentos del servicio (asistencia, bafios, vacuna, condiciones de higiene de sus
domicilios, etc.)” 293.
El control de la sexualidad popular se estableció como uno de los puntos esenciales del
proyecto higienista, pues se consideraba a las clases pobres como fuentes de
contaminación y contagio de enfermedades venéreas para todo el resto de la población
amenazando con inhabilitar la fecundidad de toda la nación
292
Calvo Mackenna Luis, Gota de Leche. “Propaganda de la Lactancia Materna en las Gotas de Leche”.
Imprenta Universitaria Santiago de Chile, 1916. Primer Congreso Americano del Niño, Buenos Aires
Argentina. Julio de 1916.P.4.
293
Calvo Mackenna Luis, Gota de Leche. “Propaganda de la Lactancia Materna en las Gotas de Leche”.
OP. Cit..P.5.
206
“Durante los recreos los maestros vigilarán, dirigirán y fomentarán los juegos de los
alumnos, y si jugaran con ellos, su labor educativa sería más eficiente. La pedagogía
moderna asegura que los maestros que saben jugar y juegan con los alumnos son los
mejores maestros; y esto tiene su explicación por cuanto el juego da la ocasión mayor y
mejor, a los educadores, para conocer a fondo a sus discípulos. Al presente los maestros
no hacen esto y confían el cuidado de todos los niños a uno, o lo más a dos profesores,
de turno. Los demás, por lo general, aprovechan los recreos en los diarios, en alguna
novela de poco o ningún valor, en conversar, tejer, coser, o simplemente en no hacer
nada. Este estado de cosas no puede no debe continuar así…”294.
Los juegos deben ser estrictamente regulados, impidiéndose todos aquellos que puedan
obstruir un desarrollo físico adecuado. Prohibiéndose específicamente todos aquellos
que no contribuyan a un desarrollo moral pertinente y comprendan transgresiones a los
modelos normativos dominantes.
Los juegos que exigen inmovilidad más o menos prolongada tampoco deben ser
permitidos, dándose preferencia a los juegos de movimiento, especialmente a los de
carreras, que son los más recomendados por la higiene. Esto porque contribuyen al
desarrollo fisiológico y al espíritu competitivo de los niños, fortaleciéndolos física y
psíquicamente.
294
Martínez, Guillermo. Observaciones relativas a la educación física de los alumnos de las escuelas
públicas”. Santiago de Chile, 1916. P.11.
295
Martínez, Guillermo. Observaciones relativas a la educación física de los alumnos de las escuelas
públicas”. Santiago de Chile, 1916. P.12.
207
Si bien se consideraba que el juego y el deporte formaban parte íntegra del desarrollo
físico y moral del alumno se evitaba el ejercicio excesivo y la práctica de juegos
violentos, como era considerado el futbol.
“En las escuelas donde sea posible, se determinarán patios separados, o secciones de
patios a los niños de diferentes edades o tamaños, por consideraciones de orden
pedagógico y conveniencias morales”296.
El texto final del folleto cierra sus recomendaciones con un reiterado y enérgico llamado
a los educadores para contener el difundido hábito del tabaquismo entre estudiantes y
docentes:
“…Basados en el aforismo pedagógico de que el buen ejemplo vale más que una
montaña de consejos, nos vemos en la necesidad de solicitar de la Inspección General, la
prohibición absoluta, al personal docente de las escuelas, de fumar en el recinto escolar
y en los actos educativos… La escuela debe combatir los vicios, entre ellos el
tabaquismo, pero es necesario, es de absoluta necesidad que el maestro predique con el
ejemplo”297.
296
Martínez, Guillermo. Observaciones relativas a la educación física de los alumnos de las escuelas
públicas”. Santiago de Chile, 1916. P.12.
297
Martínez, Guillermo. Observaciones relativas a la educación física de los alumnos de las escuelas
públicas”. Santiago de Chile, 1916. P.12.
208
educación del alumno, y de toda la comunidad escolar, incluyéndose en ello a maestros y
padres.
En este ámbito, el Manual concede las pautas para que los docentes sean el reflejo de las
normas valóricas y fisiológicas del discurso educativo. Comprendiendo que sólo una
enseñanza global, que incluya cuerpo, mente y espíritu, podría instruir a las nuevas
generaciones de la nación.
La gimnasia y el cultivo de los hábitos en los programas escolares de principios del siglo
XX marcaron una tendencia eugenésica racial potente, que incluso hasta nuestros días
mantiene vigentes muchos de sus preceptos.
Se constituyó el modelo del niño pretuberculoso, que figuraba como un sujeto débil,
enfermizo, propenso no sólo a enfermedades físicas, sino también a enfermedades
psiquiátricas y morales. Era imprescindible fortalecer a la juventud para no caer en esta
figura médica.
209
Algunos autores, como Pedro Guerrero, se dedicaron profundamente a la investigación
del tema, y divulgaron sus resultados en múltiples y variadas conferencias y artículos
científicos. En ellos Guerrero exponía que la tuberculosis era una forma velada de
degeneración racial, por lo que era un deber nacional convertirla. Sin embargo, este
grupo de riesgo que era conformado por niños débiles, en realidad muchos de ellos eran
niños que padecían otras enfermedades como el sarampión, resfríos comunes y el
coqueluche298.
Muchos otros médicos y científicos estimaron que estos diagnósticos eran bastante
vagos. Emilio Coni sugería, por ejemplo, que no se debían confundir a estos niños
débiles con los menesterosos, llegando a la conclusión que gran parte de estos niños no
eran tuberculosos ni no podían ser considerados predispuesto a serlo, y que la palidez y
delgadez que ellos tenían eran atribuidos simplemente a las malas condiciones de vida a
las que estaban sometidos.
Las visitas a los consultorios pasaron de 2.709 en 1908 a casi 213 mil en 1929, y las
cocinas de lactantes recibieron a 390 mil visitantes en 1916 y 411 mil en 1929299.
El Estado argentino impulsó tres medidas y planes básicos para combatir las
enfermedades infantiles y la tuberculosis. El primero fue el sistema de colocación
298
Armus, Diego. “La Ciudad Impura…”. Capítulo 2 La forja del cuerpo sano: niñez, educación física,
futbol y tuberculosis pp. 75-103. 2007 Buenos Aires Argentina.
299
Ibidem.
210
familiar, destinado a bebés e infantes, el segundo era la educación física en las escuelas
y, por último, las colonias de vacaciones y las escuelas de verano para niños débiles.
Todo este sistema para combatir la tuberculosis tuvo sus inicios principalmente en las
investigaciones que corroboraron que la enfermedad no era hereditaria, por lo que se
podía tratar a los hijos de enfermos y recolocarlos en familias sanas. Por otra parte,
también se podía prevenir la enfermedad con un sistema eugenésico, o planes de
asistencia racial evitando la deformación física de los posibles infectados.
De esta forma, el sistema higienista se orientó más hacia las medidas ambientales y
condiciones de vida de estos niños débiles, antes que tratar a la enfermedad como un
asunto genético o profundamente racial.
Diego Armus afirma que se trató, entonces, de disminuir los riesgos de contagio en una
población que no estaba enferma pero que podía estarlo en el futuro. Así, los niños
pretuberculosos provenientes de lugares con enfermos, o cualquiera de los imprecisos
signos que les permitía ser calificados como tales, eran sacados de su hogar y colocados
con familias sustitutas supuestamente sanas300.
300
Ibidem.
211
se propuso limpiar la ciudad y crear espacios verdes y cordones sanitarios, con el fin de
evitar que se propulsaran focos de enfermedades infecciosas ambientalistas.
Por otro lado, se consideraba que el campo y la vida rural eran beneficiosos para evitar
la corrupción racial, física y también valórica.
Por otra parte, la masiva administración de la vacuna VCG, sostiene Armus, a los hijos
de madres tuberculosas internadas desde 1925 y a todos los niños nacidos en las
maternidades dependientes de la atención desde 1933, logró un total de más de 21 mil
niños vacunados a medidos de 1935302.
En el ámbito escolar, la figura más prominente forjada por los intelectuales, médicos y
educadores fue la imagen del hijo alumno; el hijo de una familia nuclear y alumno de
una escuela pública.
Por otra parte, los niños huérfanos también fueron una preocupación. Estos niños debían
ser asumidos bajo la protección del Estado. Al carecer de padres y una familia nuclear, la
sociedad civil y el Estado debían constituirse en su familia.
301
Ibidem.
302
Ibidem.
212
Diego Armus sostiene que en la década de 1910, en la base estatal, ya se había hecho
más que evidente en el notable aumento de número de alumnos y maestros que poblaban
las escuelas públicas y gratuitas303.
Todo este proceso se venía dando desde las dos últimas décadas del siglo XIX y fue
consolidado en inicios del siglo XX. Los ideales de esta educación era el fortalecimiento
del cuerpo, la preservación de la salud individual y colectiva, y la prevención de las
enfermedades, entre ellas la tuberculosis.
Esto motivó, hacia 1888, la creación del cuerpo médico escolar y el de visitadoras de
higiene escolar en 1929.
303
Ibidem.
304
Armus, Diego. “la Ciudad Impura…” Buenos Aires, Argentina. 2007. P.96.
213
5.6 Los niños débiles en los programas escolares públicos
Otro de los hitos en este programa de fortalecimiento de la juventud fueron las colonias
y escuelas para niños débiles. Este grupo era considerado de alto riesgo para contraer
ciertas enfermedades infecciosas degenerantes como la tuberculosis, por lo cual era
necesario fortalecerlos física y moralmente.
Al despuntar el siglo XX, tanto el Estado como el municipio, junto a más de media
docena de organizaciones de la sociedad civil, gestionaban las colonias para niños
débiles. En 1902 la Liga Argentina contra la Tuberculosis administraba una en Claypole,
y la Sociedad de Damas de Caridad otra en San Miguel, la cual desde 1907 había estado
recibiendo con regularidad a más de 100 niñas305.
Del mismo modo que las colonias escolares, se desarrollaron las escuelas para niños
débiles, impulsadas por el Cuerpo Médico Escolar y otros higienistas como Emilio Coni,
Genaro Sisto y Augusto Bunge. Años más tarde, el Consejo Nacional de Educación
liderado por José María Ramos Mejías se entusiasmó con la idea y la adoptó como parte
de los programas cotidianos escolares de las estructuras gubernamentales.
Tanto las colonias escolares que acogían a los alumnos en cortos períodos estivales,
como las escuelas para niños débiles que lo hacían desde septiembre a mayo, apuntaron
al fortalecimiento del cuerpo, la alimentación cuidada y supervisada, y el contacto
intenso con el aire y el sol, de manera de generar una red de profilaxis contra
enfermedades como la tuberculosis.
305
Ibidem.
214
Según señala Diego Armus, este énfasis en la recuperación fisiológica de los niños ya
era motivo de preocupación de Genaro Sisto, uno de sus más entusiastas impulsores, que
en 1904 advertía que era imprescindible que el criterio higiénico de las colonias primara
sobre el pedagógico306.
Este sistema recreativo alternaba con trabajos al aire libre, como cuidado de ganado,
actividades en las huertas, labores de cría de animales o construcción de ranchos con
materiales de la naturaleza.
Según sostiene Armus, las colonias expresaban una visión política de la infancia, donde
el Estado Municipal aparecía como un activo inversor en la sociedad del futuro, así
como un animador de lazos fraternales, sentimientos y acciones solidarias. De esta
forma los planes escolares inculcaron en los alumnos el trabajo en equipo, la
competitividad y por sobre todo la unidad ante peligros extranjeros.
Una de las aristas interesantes que devino de la imagen de los niños débiles y
pretuberculosos fue la preocupación por la cuestión social. Como se consideraba que
este grupo provenía de los estratos socioeconómicos más bajos, era importante atacar la
raíz del problema, solucionando los problemas sociales y económicos de estos sectores.
306
Armus, Diego. “la Ciudad Impura…” Buenos Aires, Argentina. 2007.P.98.
215
Según sostiene Diego Armus, de algún modo con las colonias escolares y las escuelas
para niños débiles, la lucha contra la tuberculosis desplegó uno de sus más activos
recursos.
Hacia fines del siglo XIX y principios del XX, muchos pensadores y educadores
intentaron generar alguna pauta científica en torno a la educación física, la higiene y los
programas escolares, con el fin de acabar con la metodología militarizada en la gimnasia
educacional.
En argentina, al igual que en el caso chileno, la educación pública se organizó desde los
márgenes del sector médico higienistas quienes establecieron planes de educación
basados en la gimnasia y la higiene. Los educadores de profesión se mantenían como
agente ejecutores de las normativas dictaminadas pro este sector
307
Di Liscia, María Silvia. “Médicos y maestros. Higiene, eugenesia y educación en Argentina, 1880-
1940”, en Graciela Nélida Salto y María Silvia Di Liscia (eds.), Medicina y educación en la Argentina:
imágenes y prácticas (1880-1940), Santa Rosa, Editorial de la Universidad de La Pampa, 2004. P.38.
216
El Consejo Nacional de Educación se estableció como el órgano rector de las políticas
higienistas, normando los programas a seguir en las escuelas públicas308. Estos
programas fueron regulados con la asistencia de los informes de las Inspecciones
Nacionales y los censos escolares309.
La Ley situó los intereses del niño, sus prácticas lúdicas y la experimentación, como
punto clave de la instrucción escolar. Se adoptaron las teorías de la Escuela Nueva y la
aplicación de las ciencias. La ley 1420 prohibió los castigos físicos como método
pedagógico, considerándoles como símbolo del oscurantismo y el atraso.
Esta autonomía, no obstante, se veía limitada por la facultad del gobierno nacional para
inspeccionar las escuelas provinciales bajo el argumento de supervisar las subvenciones
a dichos establecimientos.
308
Estas fueron publicadas en el Monitor de Educación Común (MEC, serie: 1898-1948).
309
El primer censo nacional se realizó en 1869. Cuyo resultado arrojó que en la Argentina vivían un
millón y medio de personas.
310
Di Liscia, María Silvia. “Médicos y maestros. Higiene, eugenesia y educación en Argentina, 1880-
1940”, en Graciela Nélida Salto y María Silvia Di Liscia (eds.), Medicina y educación en la Argentina:
imágenes y prácticas (1880-1940), Santa Rosa, Editorial de la Universidad de La Pampa, 2004. P.39.
217
Este sistema se implementó bajo la fiscalización de inspectores escolares, quienes, de la
misma forma que hacía la policía sanitaria, establecieron un régimen de control y
supervisión de la población escolar y de los establecimientos de instrucción pública.
En este contexto, y según señala Di Liscia, “los médicos escolares tenían como función
evitar la aglomeración de las clases, vacunar y revacunar a los alumnos, reglamentar la
instalación de aparatos de gimnasia y juegos físicos, estudiar los horarios, examinar a los
niños que no concurrían a clase por problemas de debilidad constitucional y enviar
instrucciones a los padres sobre las enfermedades transmisibles”311.
Los niños en edad escolar eran 413.459 y sólo 82.671 asistían a la escuela. Estos
informes reafirmaron la idea de las elites de la necesidad de instruir a la población joven,
dado el atraso en que permanecían en las zonas más alejadas.
311
Di Liscia, María Silvia. “Médicos y maestros. Higiene, eugenesia y educación en Argentina, 1880-
1940”, en Graciela Nélida Salto y María Silvia Di Liscia (eds.), Medicina y educación en la Argentina:
imágenes y prácticas (1880-1940), Santa Rosa, Editorial de la Universidad de La Pampa, 2004. P.40.
312
Di Liscia, María Silvia. “Médicos y maestros. Higiene, eugenesia y educación en Argentina, 1880-
1940”, en Graciela Nélida Salto y María Silvia Di Liscia (eds.), Medicina y educación en la Argentina:
imágenes y prácticas (1880-1940), Santa Rosa, Editorial de la Universidad de La Pampa, 2004. P.37
218
Algunas de las publicaciones más relevantes en el ámbito educacional fueron: “El Hogar
y la Escuela”, revista ilustrada de Educación, fundada y dirigida por la profesora Yole
Zolezzi, discípula de Sarah Eccleston en la Escuela Normal de Paraná. “Revista de
Enseñanza”, dirigida por Alfredo Ponce de León y que estaba orientada a colaborar con
la tarea diaria de los docentes y “La Revista Pedagógica”, dirigida por José María Gritta
y Rómulo Albino.
Otras figuras destacadas en este ámbito fueron el educador Francisco Berra, quien
fomentó desde sus escritos la educación gimnástica; Honorio Leguizamón, quien se
desempeñó como Director de la Escuela Normal de Varones de la Capital e incentivó el
empleo de aparatos gimnásticos propuestos por el Consejo Municipal de París en los
cursos de gimnasia; y Salustiano Pourteau, quien formulo el término “educación física”
como disciplina oficial dentro de los planes educacionales, en detrimento del concepto
de “gimnástica” usado comúnmente hacia la fecha por considerar que la educación física
se refiere a términos científicos del ejercicio.
Uno de los textos que más influyó en la formulación de una corriente higienista y
eugenésica en los programas educacionales fue el de A. G. Drachmann en 1879, el cual
proponía un programa de gimnasia higiénica para las niñas, regulando ejercicios
219
realizables no sólo en la escuela, sino también en la casa de familia313. El Dr. Lausen,
adaptó este mismo programa para ser introducido en los colegios de varones en
Argentina.
Otro de los ámbitos importantes dentro de los planes educacionales y los programas de
educación física fueron los deportes y los juegos al aire libre. De esta forma, se quería
incentivar el traslado de la educación desde las aulas de clases, consideradas viciadas
ambientalmente, por lugares más espaciosos, con aires frescos, en circulación y con una
buena luminosidad.
313
Drachmann, A.G. “Gimnasia higiénica para niñas en la escuela y en casa de familia. Buenos Aires”.
Librería Europea de L. Jacobsen y Ca., 1879.
220
Cada vez que en la Argentina o en otros países de Sudamérica, se ocasionaba algún tipo
de fricciones políticas o sociales, surgían desde diferentes ámbitos de la sociedad civil y
política, discursos que estimulaban la disciplina militar en la juventud, a manera de
fortalecer el ideal del soldado frente a un posible peligro de la soberanía nacional.
El plan de educación impulsado por esta ley pretendía inculcar en los alumnos una
relación de sus propios cuerpos con el conocimiento de la sociedad en la que se vivía,
inculcando también fuertes valores morales y éticos de carácter nacionalista.
Hacia 1895 los conflictos entre Argentina y Chile hicieron reavivar las tendencias
militarizadas en la educación escolar, por lo que la práctica y enseñanza de gimnasia
221
científica y metodizada quedó nuevamente postergada por un plan de carácter más
nacionalista.
Otro de los hitos más relevantes de este período fue la creación del Instituto de
Educación Física en 1912, que canalizó los esfuerzos de educadores, pensadores,
médicos, científicos y políticos por generar una política abierta educacional en torno a
la creación de jóvenes fuertes, saludables. A partir de esta idea se pretendía combatir
todas las virulencias morales, sociales y físicas que afectaban a la juventud argentina.
222
5.8 La salud en la Escuela y políticas sanitarias en Chile
Una de las áreas donde se establecieron más medidas sanitarias fue en la educación. El
manual de “Higiene, cultura y educación” de Rafael Morales forman parte de estas
iniciativas afines a una política de salubridad e higiene.
El texto se presenta como una guía de higiene para educadores y estudiantes, con el
objeto de establecer diversos procedimientos sanitarios y salubridad en los recintos
escolares, los espacios públicos y el hogar.
“El deseo de contribuir, en tanto me fuera permitido, a una reforma o una modificación
que urgentemente reclamaba nuestro plan de estudios i nuestro sistema actual para
prevenir los frecuentes i desgraciados males que palpamos consecuencia de la viciosa
dirección que se ha dado hasta ahora a la enseñanza, olvidándonos del físico, para
ocuparnos solo del desarrollo intelectual de la juventud, no me habría bien hecho vacilar
i temer tan penosa tarea, sino fuera, vuelvo a repetirlo, escases de mis fuerzas i la poca o
ninguna reparación para este jénero de trabajo”314.
314
Informe del Doctor Adolfo Murillo, Revista Médica, Volumen I, 1872 P. 30.
223
Médicos como el doctor Adolfo Murillo fomentaron el establecimiento de planes
educacionales en base a la higiene y la gimnasia. En este contexto publicó un manual de
educación y salud titulado: “De la educación física y de la enseñanza de la higiene en los
liceos y escuelas de la república”.
Mas que Higiene propiamente tal, debería llamar á este primer libro “Prácticas de
Higiene”, pues en mi concepto, si bien debe enseñarse la Higiene desde los primeros
años, no puede hacerse esta enseñanza de una manera razonada y científica, dado el
315
Adolfo Murillo. Plan de Educación para Escuelas Públicas 1872. P.7
224
desarrollo escaso de la intelectualidad infantil y dado los escasos conocimientos que aún
posee. Por esta razón, estas Prácticas de Higiene conducen á la creación de hábitos
higiénicos, sobre los que se cimentarán gradualmente los conocimientos y explicaciones
científicas, en armonía con los que los niños vayan aprendiendo en el ramos de las
Ciencias Naturales”316.
Es por ello que a fines del siglo XIX se multiplicaron las voces de expertos en temas
médicos y salubridad consolidando una casta de operadores docentes especialistas en
higiene. El Manual de Higiene lo estipula claramente: “Pesa sobre vosotros, señores
Profesores, la gran responsabilidad del porvenir de los niños que están bajo vuestra
dirección. Se os da amplia libertad para que podáis actuar como directores de una
juventud naciente; se os dio una preparación suficiente, para que penetrados de vuestra
alta y noble misión, pudierais realizar las aspiraciones del Gobierno en materias de
enseñanza; pues bien, ahora os corresponde desempeñaros como debéis y dar al país
hijos que digan relación con las exigencias modernas en el ramos de la enseñanza”317.
A su vez, los educandos son concebidos como la materia prima de la sociedad futura,
como la esencia que debe ser aplicada al proyecto civil y nacional de la Patria chilena:
“…Todos sabéis que los niños forman un elemento amoldable á todas las exigencias;
sabéis también que de la orientación que se da á un niño resultará su manifestación de
Hombre, sabéis también que un niño es un germen en el que hay buenos y malos
316
Morales, Rafael H. “Higiene, cultura y educación”. Museo de la Educación Gabriela Mistral. Imprenta
y encuadernación El Globo, Santiago, 1914. P.4
317
Morales, Rafael H. “Higiene, cultura y educación”. Museo de la Educación Gabriela Mistral. Imprenta
y encuadernación El Globo, Santiago, 1914. Pp.5-6.
225
caracteres hereditarios y sabéis también que cada niño viene de un medio social propio,
heterogéneo como colectividad… Los hábitos contraídos en los primeros años se
acentúan en el niño y, buenos ó malos perduran”318.
Como punto esencial dentro del programa de higiene, se planteaba el combate contra el
tabaquismo y el alcoholismo entre niños y adolescentes, mal muy difundido y conocido
en la sociedad urbana de Chile a fines del siglo XIX e inicios del XX.
318
Morales, Rafael H. “Higiene, cultura y educación”. Museo de la Educación Gabriela Mistral. Imprenta
y encuadernación El Globo, Santiago, 1914. P.6.
319
Morales, Rafael H. “Higiene, cultura y educación”. Museo de la Educación Gabriela Mistral. Imprenta
y encuadernación El Globo, Santiago, 1914.P.13.
226
Ignorando la envergadura real de este fenómeno, podemos inferir que era común el
hábito de fumar e incluso beber alcohol entre niños y adolecentes, ya que son numerosos
los prospectos que exhortan a los padres y maestros a evitar estos nocivos hábitos entre
la juventud. De esta forma, el manual se refiera a que: “Los niños que fuman son monos.
Son pequeños viciosos que poco á poco se enferman y concluyen por ponerse pálidos,
perdiendo la memoria y la inteligencia”320.
“Tiene el vino, como la cerveza, un veneno llamado alcohol. Aunque á veces es dulce y
agradable, es perjudicial por el alcohol que contiene. Los niños no deben beber vino ni
cerveza ni ninguna clase de licor porque se enferman del estómago, de los nervios y del
cerebro”321.
320
Morales, Rafael H. “Higiene, cultura y educación”. Museo de la Educación Gabriela Mistral. Imprenta
y encuadernación El Globo, Santiago, 1914. Pp.20-21.
321
Morales, Rafael H. “Higiene, cultura y educación”. Museo de la Educación Gabriela Mistral. P.50.
322
Ver a Michel Foucault. “La Historia de la Sexualidad”, “La Hermenéutica del Sujeto”.
227
a. Los ojos
El apartado sobre el cuerpo se inicia con un pequeño capítulo asignado a “Los ojos”, ya
que se considera a éstos como el aspecto más sublime del cuerpo humano, vínculo
directo entre materia y el espíritu.
…Hay niños desaseados que no se lavan bien al levantarse y que llevan los ojos sucios.
Estos niños luego se enferman de los párpados y pasan á la categoría de los
legañosos”323.
Luego de tratar el tema de los ojos el manual continúa con cada área del cuerpo
asignándoles un valor de utilidad social y moral.
b. Las orejas
Es relevante detenerse en el apartado que autor concede al cuidado de las orejas, ya que,
según señala, en este órgano se evidencian ciertos rasgos evolucionistas y raciales en el
discurso higienista, al adjudicarle a ciertos rasgos físicos, valores conductuales y
morales. De esta forma se dice que “una oreja proporcionada y bien formada indica que
la persona tiene muy buen oído”, en cambio “se dice que los niños flojos tiene las orejas
blandas, flexibles, lacias”324.
323
Morales, Rafael H. “Higiene, cultura y educación”. Museo de la Educación Gabriela Mistral. Imprenta
y encuadernación El Globo, Santiago, 1914. P.11.
324
Morales, Rafael H. “Higiene, cultura y educación”. Museo de la Educación Gabriela Mistral. Imprenta
y encuadernación El Globo, Santiago, 1914. P.13.
228
c. Las narices
El cuidado de las narices ejemplifica lo que hemos señalado con respeto al vínculo
establecido entre higiene y hábitos conductuales y morales: “Es signo de mala educación
meterse los dedos en las narices. Esta mala costumbre proviene del poco aseo y del poco
uso que se hace del pañuelo. Cada niño debe llevar siempre consigo un pañuelo limpio
para atender al aseo de su nariz.… Cuando un niño es desaseado, cuando no atiende
como debe al aseo de su nariz, se ve en la necesidad de permanecer con la boca abierta
para que se efectúe la respiración. Y un boquiabierto… ya saben Uds á lo que se
expone”325.
d. La boca
El apartado sobre el cuidado del cuerpo finaliza con la “boca”. Este es el órgano de la
sociabilidad, pues en su uso público se asocia al lenguaje y la comunicación, de ahí su
relevancia en el Sistema Educacional.
En este punto el texto de “Higiene, Cultura y Educación” se diferencia del texto “Hacia
la Salud de la Escuela”, ya que este último, como se ha señalado, proponía un cambio en
la consideración del alumno por parte de los adultos, concediéndoles un rol más activo
en el desarrollo social.
229
molestar á otros se ponen muy feos é incurren en una falta de educación. Esto lo hacen
generalmente los niños huasos y los tontos que no tienen palabras para expresarse” En
este sistema género/clase los pobres y campesinos también son asociados al ámbito de la
feminidad y la vulnerabilidad, por lo que comúnmente son ejemplificados como sujetos
de poca civilidad. Los niños que se lamen los labios incurren también en una gravísima
falta de educación”326.
e. El Comedor
…Los niños no deben meterse en la conversación de los grandes, los metetes son mal
educados”327.
Nuevamente se hace referencia al silencio que deben mantener los niños en este espacio
ante las conversaciones de los adultos, reiterando un método educacional en el que los
jóvenes son percibidos como sujetos incompletos.
326
Morales, Rafael H. “Higiene, cultura y educación”. Museo de la Educación Gabriela Mistral. Imprenta
y encuadernación El Globo, Santiago, 1914. Imprenta y encuadernación El Globo, Santiago, 1914.
Pp.15-16.
327
Morales, Rafael H. “Higiene, cultura y educación”. Museo de la Educación Gabriela Mistral. Imprenta
y encuadernación El Globo, Santiago, 1914. P.27.
230
f. El dormitorio
El autor termina su recorrido por los espacios domésticos con una analogía paralela entre
dos jóvenes, a los cuales describe en sus hábitos y espíritu. De uno señala que su
habitación se encuentra en desorden y sus hábitos son sucios y descuidados, mientras
que del otro señala que “hay en él su cama muy limpia y muy bien cuidada; una mesa en
que están colocados con todo orden los libros, cuadernos, lápices, gomas, secantes,
portaplumas, etc.
Tres sillas: una al frente de la mesa, otra al lado de la cama, cerca de los pies, la tercera
en un rincón, parece que sólo se usan dos de las tres sillas.
Una percha en que se nota los trajes de uso diario, cubiertos por una cortina de cretona;
una caja muy limpia; un cajoncito con útiles de lustrar completan el ajuar.
Hay, por último, un lavatorio muy sencillo; pero resaltan en él la limpieza del jarro, de la
taza y de la jabonera. Al lado, una mesita con todos los útiles de tocador y hay en ellas
escobillas de dientes, colocadas en un aparato de fierro, un estuche con tijeras, escobillas
para las uñas, dos peinetas muy limpias, una caja con pomada para los dientes, un
frasquito con elixir dentífrico, una botella de agua con su vaso, dos paños, á cual más
limpio, ¿qué dicen de este caballerito?”328.
328
Morales, Rafael H. “Higiene, cultura y educación”. Museo de la Educación Gabriela Mistral. Imprenta
y encuadernación El Globo, Santiago, 1914. Pp.29-30.
231
La disciplina asumida por este estudiante revela, según el autor, un orden también en su
mente y su espíritu, ya que el espacio que rodea a un sujeto es considerado parte del
espacio físico del cuerpo. De esta forma, nuestro cuerpo determinaría un espacio
determinado reflejando en él nuestros hábitos, ideas y valores.
Desde este discurso la calle se definió como un espacio peligroso, donde los jóvenes
podían ser mal influenciados por pandillas o amistades nocivas, que los llevarían al
alcoholismo o al tabaquismo.
Una vez abordado los espacios privados, el prospecto se concentra en los espacios
públicos. Éstos son concebidos como un lugar peligroso, ámbito de vicios. Los niños,
por pertenecer a los ámbitos de la feminidad, deben estar recluidos en los espacios
privados del hogar y el colegio, los cuales son custodiados por agentes masculinos: el
padre y el maestro:
“…En esta libertades prematuras se exponen los niños á contraer malos hábitos, malas
costumbres, se hacen de amistades peligrosas, de las que aprenden palabras impropias de
un niño culto y bien educado.
Estos caballeritos llagan á casa demasiado tarde, á veces á la hora de comer. Como
vienen apurados, van á la mesa sin peinarse, sin lavarse, y llenos de polvo. Estos niños
no tienen una mamá enérgica que vele por la conducta y deberes de sus hijos”329.
Es de notar que el autor hace referencia a las madres en su labor educadora dentro de los
espacios domésticos como las primeras responsables de la educación del niño. Si éste
329
Morales, Rafael H. “Higiene, cultura y educación”. Museo de la Educación Gabriela Mistral. pP.31-32.
232
abandona el hogar y se expone a los peligros y vicios de los espacios públicos, son las
madres las responsables de esto. Cualquier desviación o vicio en la conducta de un niño
es concebida como reflejo del mal carácter de su madre.
“En la calle está expuesto el niño á la observación y á la censura del público, que es muy
exigente en materias de educación La calle también es signo de observación como el
ámbito de la visibilidad y la reproducción de la mirada, los sujetos se constituyen como
tal mediante la mirada del “otro” por ello en los espacios públicos los jóvenes deben
reflejar los hábitos que correspondan a su estado y clase.
El niño se encuentra con miles de personas, conocidas unas, desconocidas otras; pero
todas prontas á una censura o á una alabanza. Si el niño es bien educadito, si va bien
limpio, con toda corrección, con toda seriedad, arranca de las personas con quienes se
encuentra una mirada de aprecio, un asentimiento tácito, una aprobación por su buen
comportamiento; muchas veces recibe una alabanza”330.
h. El recreo
Sin embargo, durante los períodos de recreo los profesores no sólo no participan
activamente de las actividades, sino que descuidan muchas veces a los alumnos, quienes
se entregan a prácticas viciosas. Así se deja constancia este prospecto: “Hay niños que a
330
Morales, Rafael H. “Higiene, cultura y educación”. Museo de la Educación Gabriela Mistral.P.40
233
la hora del recreo se esconden en un rincón del patio, en los escusados, etc. ¿A qué creen
Ud. Que van allí? A fumar… Nunca falta un hombre que lleve al colegio, escondidos
entre la ropa, en el ruedo del vestón, debajo del cuello, en el doblez de los pantalones, en
el forro del sombrero, entre los libro, varios cigarritos con que pasar las horas de recreo.
Y alrededor de este hombre se agrupan los murciélagos á olfatear el humo. No falta uno
que haya comprometido la cola, otro la contra-cola, otro, menos feliz, ha alcanzado unas
cuantas chupadas….
Otros niños forman grupos separados porque Fulano tiene la palabra y conversa, ó mejor
dicho cuenta cosas muy lindas, intercambiando, de ben(sic) en cuando , palabras soeces
que á los oídos de los mocozuelos suenan á gloria…
Eso se aprendió en la calle, con los amiguitos, ó con los sirvientes de la casa, con los
que, á veces, hay más intimidad que con la familia”331.
En este punto, el autor del manual de “Higiene, Cultura y Educación”, establece una
dialéctica antagónica entre cultura y naturaleza, sosteniendo que son los hábitos viciosos
y corrompidos de las sociedades urbanas las que provocan las enfermedades. El desgaste
331
Morales, Rafael H. “Higiene, cultura y educación”. Museo de la Educación Gabriela Mistral. P.
234
racial y el debilitamiento del cuerpo aportarían, justamente, a la propagación de diversas
enfermedades.
“No es natural que una persona se enferme. Tampoco lo es que haya tantas
enfermedades, cuya existencia parece estar ligada á la humanidad.
332
Morales, Rafael H. “Higiene, cultura y educación”. Museo de la Educación Gabriela Mistral. Imprenta
y encuadernación El Globo, Santiago, 1914. P 54.
333
Ver capítulo sobre gimnasia en las escuelas.
334
Morales, Rafael H. “Higiene, cultura y educación”. Museo de la Educación Gabriela Mistral. P 54.
235
miembro respetado de la colectividad, es uno de los muchos intereses que pueden
utilizarse en la formación de hábitos de temperancia”335.
Se considera al cuidado del cuerpo como la base del desarrollo físico, mental y moral:
Capítulo 6:
335
Unión panamericana Washington. “Hacia la Salud de la Escuela”. 1944. Folleto 286 Museo de la
Educación Gabriela Mistral, Santiago de Chile. P.13.
336
Unión panamericana Washington. “Hacia la Salud de la Escuela”. 1944. Folleto 286 Museo de la
Educación Gabriela Mistral, Santiago de Chile.
337
Unión panamericana Washington. “Hacia la Salud de la Escuela”. 1944. Folleto 286 Museo de la
Educación Gabriela Mistral, Santiago de Chile.
236
alcoholismo como “una enfermedad endémica, una verdadera calamidad pública que
roe las entrañas de nuestro organismo social”338.
Vicuña Mackenna señala que “las nociones verdaderas sobre la policía de seguridad
comienzan apenas a jerminar entre nosotros. ...como sentimiento jeneral, la policía i sus
ajentes son para nuestro pueblo i aun para la sociedad en jeneral un objeto casi repulsivo
al que siempre se juzga de mal ánimo i cuya intervención se mira por todos, mas o
menos, como algo que desdora, que enfada o que enoja” 339.
Hacia 1883 se estableció la Ley de Policía Sanitaria que concedía al Gobierno las
atribuciones de establecer cuarentena nacional y cerrar los puertos y puntos de acceso al
país en caso de epidemias, evitando así la propagación de contagio. Pero las medidas
fueron ineficientes. “La Ley estaba de acuerdo con los conocimientos de la época, pero
los nuevos conceptos bacteriológicos y epidemiológicos hicieron absurda la existencia
de cordones sanitarios e ilusa la inmensa mayoría de las disposiciones”340.
En 1886 se fundó la Policía Sanitaria como producto del asolamiento producido por la
epidemia de cólera. Dicho sistema sanitario fue completado después por una Ordenanza
General de Salubridad, dictada el 10 de Enero de 1887.
Tuvo el propósito de regular tanto las prácticas de la ciudadanía que atentaran contra la
higiene (contagio de enfermedades, vagancia, alcoholismo, prostitución), como la
regulación de los cordones sanitarios en los puertos y aduanas. Creando Juntas
Departamentales de Policía Sanitaria y una Junta General.
338
Revista de la Policía de Valparaíso, 1905 P.45.
339
Vicuña Mackenna, Benjamín, La Policía de Seguridad en las grandes ciudades modernas. Santiago de
Chile, Imprenta La República, 1875. P.03
340
María Silvia Di Liscia “Prácticas Médicas y Prácticas políticas. Rosas y la vacuna Indígena” En
Revista de Historia Social y de las mentalidades año VI n° 6 primavera 2002. P. 150.
237
En los capítulos posteriores se preciará en forma particular las funciones arrogadas a la
Policía sanitaria en diferentes organismos de salud pública.
Entre las mujeres, según señala la revista de la Policía de Valparaíso, el grupo más
susceptible ante la “plaga” del alcoholismo es el de las sirvientas domésticas, señalando
que “bien es conocida la mala calidad del servicio doméstico en Valparaíso. Las
sirvientas de manos, cocineras y lavanderas, por mui buen salario y trato que reciban,
sirven con puntualidad un poco de tiempo y después, o dejan el servicio, o son
despedidas por mala conducta (…) la causa eficiente de de esta situación anormal de la
servidumbre, no es otra que el vicio alcohólico que se estiende de una manera alarmante
entre las mujeres del pueblo”.342
En este ámbito se establece una marcada perspectiva de clase y género. Al igual que lo
señalado al respecto de los obreros, el descuido de las responsabilidades laborales y de
producción es justamente la inquietud que alberga el sistema de control.
341
Revista de la Policía de Valparaíso, 1905 P.46.
342
Revista de la Policía de Valparaíso, Chile, año I, octubre, 1906, Imprenta Cervantes. P.47.
238
ebriedad, señalando a este factor como el principal delito entre el sexo femenino, lo que
atenta contra los dos pilares básicos del sistema liberal:
El informe policial, agregaba, que el alcohol incitaba a las mujeres a cometer toda clase
de faltas como el abandono de hogar. De tres mujeres capturadas en dicho período por
abandono de sus familias, lo habían hecho después de haber consumido grandes
cantidades de alcohol en remoliendas. 344
Este mal ejemplo contaminaba, según señalan, a los hijos que heredan los hábitos de los
padres como alcohólicos.
El informe no consideran razones genéticas para estos males, más bien establece en el
hábito y la moral la reproducción de los vicios.
Queda claro que para el sistema de orden de inicios del siglo XX el alcoholismo
constituye la causa principal y detonante de los principales delitos. De los 2083
detenidos en octubre de 1906, solo 293 los fueron por causas ajenas al alcohol (abusos
de confianza, asaltos, estafas y heridas)345.
Varias eran las medidas preventivas que se proponían para terminar con el mal del
alcoholismo, entre las que se cuentan la elevación del costo de las patentes de alcoholes,
liberación de patentes por un tiempo a los locales que expendan bebidas sin alcohol,
343
Ibidem.
344
Ibidem.
345
Revista de la Policía de Valparaíso, Chile, año I, octubre, 1906, Imprenta Cervantes. P.48.
239
prohibición a los despachos de menestras de tener cantinas anexas, y multas a los
propietarios de cantinas y bares donde la policía arreste a sujetos bajo cargo de ebriedad
en la vía pública. Finalmente se recomendaba el aumento de dotación de la policía
abocada a estas tareas.
El objetivo de estas medidas punitivas no era el castigo por el castigo, sino una
rehabilitación de los sujetos marginales para su reintegración en el sistema liberal de
productividad.
Este sistema punitivo encontró su eco en las teorías de rehabilitación establecida por
médicos e higienistas, quienes consideran los vicios sociales como parte de una
epidemia. Así lo declara la revista de Policía de Valparaíso: “Los castigos infamantes,
están abolidos, en nuestra lejislacion i en las de las naciones cultas, como
contraproducentes al objeto de la sanción, cual es moralizar, rescatar delincuentes para la
comunidad. Los criminales, enfermos del alma, son susceptibles de curación en lugar a
propósito i por tratamientos especiales, como los enfermos del cuerpo adquieren la salud
en los hospitales, merced a un acertado tratamiento médico”346.
La primera ordenanza, del 17 de mayo de 1892, regulaba la ley de patentes sobre los
establecimientos. Estos negocios debían cerrarse a medianoche en las ciudades y al
atardecer en el campo.
En 1902 el Estado aprobó la Ley 1515, que regulaba los horarios de las licorerías, la
cual, según señala la Revista de Policía de Valparaíso, fue una iniciativa Gubernamental
para “proteger a las clases trabajadoras de su mayor enemigo, la embriaguez”347.
346
Revista de la Policía de Valparaíso, Chile, año I, octubre, 1906, Imprenta Cervantes. P.50.
347
Revista de la Policía de Valparaíso, 1907 P.52.
240
El artículo 74 de la Ley 1515 autorizaba a las fuerzas de fiscalización la inspección
nocturna de los locales de expendio de bebidas alcohólicas, incidiendo directamente en
la regulación de los ámbitos privados. De esta forma, la libertad de los individuos fue
abiertamente coartada al facultar el accionar de las fuerzas policiales en estos
procedimientos.
Como se ha señalado este discurso tiene un marcado carácter de clase, abocado a los
sectores trabajadores en su rol de productores. En un artículo publicado en el diario “La
Unión”, y citado en la Revista de Policía de Valparaíso en 1906, se señala la intención de
los industriales de organizarse para combatir este vicio que merma en sus intereses
económicos:
“En vista que dia a dia va tomando en la clase obrera mayores proporciones el vicio de
la embriaguez, siendo esta una de las causas principales que motiva la falta de brazos en
las obras públicas i particulares (…) al efecto varios industriales, dueños de fábricas
piensan llevara a cabo la formación de una sociedad que se denominaría la “Anti-
Alcohólica” i esta a su vez fundaría comités departamentales que trabajarían haciendo
una guerra tenaz a todos los comerciantes que espenden al por menor bebidas
alcohólicas”348.
Según señalan los datos recogidos por la Revista de Policía de Valparaíso, durante el
mes de diciembre se contabilizaron 739 detenciones menos que en el mes de noviembre
348
Revista de la Policía de Valparaíso, 1907 P.51.
241
producto del cierre de estos locales en las fechas de navidad y año nuevo, bajando de un
86,67% a un 78.11%349.
Sin embargo no siempre las autoridades se mantuvieron ajenas a este flagelo, en otro
artículo, publicado el 25 de junio titulado “Las Orgías del Alcalde (…)”, la degeneración
moral involucraba a la política, el alcoholismo y la prostitución:
349
Revista de la Policía de Valparaíso, Valparaíso, año I enero de 1907, nº 4, P.98.
350
El Despertar de los Trabajadores de Iquique, nº 1985 domingo 24 de abril de 1921.
351
El Despertar de los Trabajadores de Iquique, nº 2703 11 de marzo de 1924.
242
“Las puertas de las cantinas y de los burdeles los están recibiendo diariamente, todos los
dueños de prostíbulos, para granjearse la benevolencia de los alcaldes, los invitan hoy en
uno, mañana en otro, haciendo banquetes rodeado todas las rameras se convierten en
libidinosas orgías, mientras el champagne corre a torrentes todo en aras de la inmunidad,
para seguir explotando el vicio sin fiscalización alguna”352.
352
El Despertar de los Trabajadores de Iquique, nº 2021 domingo 25 de junio de 1921.
353
Kobort Kinoff, El Despertar de los Trabajadores. Nº 2664, jueves 31 de enero 1924.
354
El Despertar de los Trabajadores de Iquique, nº 2696 martes 26 de febrero de 1924
355
El Despertar de los Trabajadores de Iquique. nº 2739 miércoles 30 de abril de 1924.
243
6.3 La vagancia, mendicidad y el nuevo ethos del trabajo
La modernidad se inició con una nueva concepción del orden social: el trabajo es el
elemento cohesionador de la sociedad, y los individuos son integrados en esta
maquinaria social y moral.
356
Foucault, Michel. “Historia de la Locura”, op. Cit. P.81.
244
institucional. Del mismo modo intentaban romper con las antiguas metáforas religiosas
de la pobreza y la vagancia, viendo en éstas sólo el foco de las virulencias sociales y la
delincuencia.
De esta manera la educación, los espacios públicos, las casas de corrección y hospicios,
e incluso los hospitales, incluyeron dentro de sus disciplinas internas la noción de
trabajo como antídoto eficaz contra la ociosidad, causante, a criterio de los reformadores
higienistas, de las lacras sociales como el alcoholismo, la prostitución, la sodomía y la
delincuencia en general.
Michel Foucault se refiere a este nuevo ethos como el principal hito que anuncia una
nueva era, liberal y laica, instaurando “el sueño de una ciudad donde la obligación moral
245
con la ley civil… y esto por un doble movimiento que quita a la Pobreza su sentido
absoluto y a la Caridad el valor que obtiene de esta Pobreza socorrida”357.
En la Revista de Policía de Valparaíso se señala los objetivos por parte del Estado en
torno a mal de la vagancia: “Atacar este mal en su orijen, inducir i persuadir al individuo
a arrancar de sí esa segunda naturaleza funesta i corruptora i acariciar la aspiracion de
convertirse en un elemento útil a la sociedad, encontrar la solucion de este trascendental
problema, seria una de las obras mas patrióticas i humanitarias”358.
De esta forma, la vagancia fue sancionada como corruptora del cuerpo y la nación, lacra
de la improductividad y los vicios asociados a la calle.
Es decir, mientras los agentes higienistas intervenían las condiciones de desarrollo de los
individuos (ambiente, vestimenta, hábitos preventivos), el sanitarismo intervenía
directamente el cuerpo de los sujetos.
En Chile este proceso se cristalizó hacia 1925 con la creación del Ministerio de Higiene de
Chile, el que dirigió el Departamento de Higiene Social centralizando la educación
sanitaria359.
357
Foucault, Michel, “Historia de la Locura en la Época Clásica”, Tomo I. F.C.E. México, 1998. Pp.90-91.
358
Revista de la Policía de Valparaíso, Valparaíso, año I enero de 1907, nº 4, P.139.
359
El decreto que creó la División de Higiene social es de Marzo de 1925, y, el Ministerio de Higiene,
Asistencia, Trabajo y Previsión Social fue creado en Octubre de 1924. Con el advenimiento de Ibáñez,
246
Destacados higienistas en Chile como H. Pérez de Arce y los doctores Lucas Sierra y
Luis Calvo Mackenna se preocuparon por temas referentes a la salud, moral, y
productividad de la “raza chilena”. Considerando al cuerpo como fuente de
reproducción, fuerza de trabajo y nacionalismo. Por lo que el alcoholismo, las
enfermedades venéreas y la prostitución atentaban directamente contra el proyecto
nacional.
El autor previene sobre el “desarrollo creciente del alcoholismo en las mujeres, lo que
constituye un peligro para las familias y un amenaza para la sociedad, puesto que la
mayor parte de los enajenados y de los criminales son borrachos o hijos de padres
alcohólicos.”361
el ministerio pasó a llamarse de Bienestar Social. De la misma manera, la división pasó a llamarse
Departamento. Lo que importa, más allá de los nombres, es que en 1924, se da el primer paso de la
sanidad por la caridad de las elites a la sanidad como una preocupación social del Estado. Ver, María
Angélica Illanes, “En el nombre del Pueblo del Estado de la Ciencia,(...)” Historia Social De La
Salud Pública. Chile 1880-1973. Hacia Una Historia Social Del Siglo XX, de ahora en más “En El
Nombre.” (Santiago: La Unión,1993), pP.137-282.
360
Trabajo con el cual ganó el primer premio en el certamen del Ministerio de Hacienda en Chile en 1899,
361
H. Pérez de Arce, “El Alcohol considerado bajo su aspecto económico y social,” (Santiago: Imprenta
Nacional, 1899), passim.
247
El elemento eugenésico se encuentra claramente presente en este discurso, a través de la
transmisión de los vicios en la reproducción. “Enseña hoy la fisiología que el
alcoholismo se transmite por medio de la sangre y de las secreciones lácteas.”362
De esta manera, el discurso higienista planteaba que el cuerpo corrupto podía llevar a la
aniquilación de la “familia y de la sociedad.” La amenaza provenía del cuerpo y de la
sexualidad popular, de aquí la importancia “de esta materia de higiene y de moral.”
Al final de la Memoria se presenta un comentario firmado por un tal F.E. que, como
Arce y los médicos, proclamaban esta higiene como política del Estado a regir, sobre
todos, los cuerpos obreros: “Si creéis que se puede gobernar sin preocuparse de la
felicidad moral y material de la clase obrera . . . no sois dignos de gobernar.” El tema
del alcoholismo, como después el de la prostitución, exigía la necesaria vigilancia del
Estado en manos de los médicos que consideraba que la salud del pueblo debía ser
parte de una política pública363.
362
H. Pérez de Arce, “El Alcohol considerado bajo su aspecto económico y social,” (Santiago: Imprenta
Nacional, 1899), passim.
363
H. Pérez de Arce, “El Alcohol considerado bajo su aspecto económico y social,” (Santiago: Imprenta
Nacional, 1899), passim.
364
Lucas Sierra, “La Salud Nacional. Prevengamos las Enfermedades Venéreas,” (“La Salud Nacional,” de
ahora en más), (Santiago: Imprenta Universitaria, 1917), pP.15-16.
248
En un texto emitido a finales de la década de 1920 por el Departamento de Higiene
Social dependiente de la Dirección General de Sanidad titulado “Las enfermedades
venéreas,” se refiere a “Las obreras y las empleadas”, asociándolas a la figura de la
mujer popular y el ejercicio de la prostitución.
365
Lucas Sierra “Bases De La Higiene Moderna. Papel que en la difusión de sus principios debe
desempeñar la Mujer,” (Santiago: Imprenta Universitaria, 1916), Pp. 12-30.
366
Nelson A. Vargas Catalán, Historia de la Pediatría Chilena, (Santiago: Editorial Universitaria, 2002),
Pp.88-89.
249
Esta enfermedad se exhibía, trágicamente, en las marcas dejadas en el cuerpo de los
niños y mujeres como recuerdo permanente de la marginalidad.
Sin madres no hay hijos, y sin hijos no hay nación, por lo tanto, en términos del discurso
higienista no hay progreso ni evolución, sino degeneración en la raza chilena.
Sierra señalaba la relevancia de controlar esta epidemia dado que “en Chile, según
estudios estadísticos del Departamento de Higiene Social, en los diferentes servicios
hospitalarios para enfermedades de mujeres, se revela que un sesenta por ciento de las
operaciones sobre los órganos genitales internos de las mujeres son debido a
367
Sierra, Lucas. “La Salud Nacional. Prevengamos las Enfermedades Venéreas”, Santiago: Imprenta
Universitaria, 1917, P.11.
250
complicaciones de la gonorrea y que el porcentaje de estas operaciones entre mujeres de
quince a veinte años es, aproximadamente, un dieciocho por ciento.”368
368
Depto de Higiene Social, Gonorrea, P.10.
369
L.A Moradaga, “Riqueza Nacional. Alcoholismo y Prostitución,” (Santiago: Talleres Gráficos de los
Ferrocarriles del Estado de Chile, 1929), P. 4.
370
Citado en Álvaro Góngora Escobedo, La Prostitución En Santiago, 1813-1931. Visión de las Elites,
(Santiago: Ediciones de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, 1994), P. 21.
371
Citado de Góngora, Ibid, P.97.
251
Todas las mujeres acusadas rechazaron los cargos de regentear y/o practicar la
prostitución. Como expresa Carmela Alcayaga ante el Juez de La Serena en 1925 por la
acusación de tener casa de remolienda clandestina y expender licor: “Yo no niego que
tenga siempre licor en mi casa para mi uso y el de mi familia, no hay ley que me lo
prohibida. Pero sí que tenga casa de prostíbulo y licor para la venta. Los testigos
[policiales] nada dicen en este particular. ¿En dónde esta la infracción a la ley? ¿Han
declarado los testigos que han visto personas consumiendo licor en mi casa? ¿Mujeres
entregadas al negocio? No. Luego la condena entregada en mi contra no tiene
fundamento legal”372.
“Vedado estaba a la mujer chilena franquear el umbral sagrado del augusto templo de las
ciencias”373. La mujer se encontraba excluida del ejercicio científico y médico por
considerase contrario a su naturaleza. El texto anteriormente citado señala: “Hay reacios
que piensan que la mujer, haciéndose médico pierde los rasgos de su carácter, para
varonilizarse y abdicar así de las prerrogativas de que goza en la sociabilidad?”374.
372
Sumario Criminal 7363, iniciado el 30 de Junio de 1925, contra Carmela Alcayaga por infracción a la
Ley de Alcoholes, Archivo Criminal de La Serena, Chile.
373
Díaz, Eloísa, “Breves observaciones sobre la aparición de la pubertad en la mujer Chilena i de las
predisposiciones patolojicas propias del sexo”. Memorias para optar al grado de Licenciada en la
Escuela de Medicina de la Universidad de Chile. 25 de diciembre de 1886.
374
Ibidem.
252
Parte IV:
253
La consideración de las instituciones como “actores” también afecta al Estado, y se
expresa en la existencia de reglas de juego (leyes, reglamentaciones, etc.) legitimadas
mediante transformación dinámica gracias a la modificación de las fuerzas políticas y
sociales375.
En relación a las profesiones, los estudios de Sfartti Larson, basados en parte de los
presupuestos weberianos de racionalización de la sociedad, concluyeron que el proceso
general de profesionalización debe observarse en relación con la construcción social del
capitalismo. Johnson añadió la particularidad de la interconexión entre el surgimiento de
expertos y la consolidación estatal, cuestión central para estudiar entonces no sólo a los
profesionales, sino a las instituciones y el Estado377.
375
El nuevo institucionalismo, como “argumentación” más que como teoría, permite visualizar mejor el
proceso que intentamos definir (ver al respecto March y Olsen, 1993).
376
Friedland, Roger y Robert R. Alford. “La sociedad regresa al primer plano: Símbolos, prácticas y
contradicciones institucionales”, 1993, P.156.
377
En González Leandri, Ricardo “Las profesiones. Entre la vocación y el interés corporativo.
Fundamentos para su estudio histórico”. Madrid, Catriel. Buenos Aires Argentina, 1999. PP. 40-44.
254
Por ello, el estudio de las instituciones y las profesiones médicas es importante no sólo
porque nos habla de las crónicas y relatos de hospitales o de sus facultativos, sino
porque nos permite apuntalar mucho más nuestro conocimiento en relación con la
misma formación estatal.
Desde este lugar los médicos se opusieron a los discursos oligárquicos, interpelando al
Estado para que se hiciera cargo de la “cuestión social”. Discutieron con la misma
energía la labor de las Juntas de Beneficencia, a las que fueron desplazando de los
ámbitos de influencia y dirección de las instituciones médicas y sociales. Algunos
nombres de médicos ilustres que formaron parte de la Sociedad Médica de Santiago
fueron Rodulfo Amando Philippi, Lorenzo Sazié, José Joaquín Aguirre, Augusto Orrego
Luco y Roberto del Río, entre otros.
El órgano de expresión del discurso profesional fue la Revista Médica, fundada en 1872
por 33 estudiantes de la facultad de medicina d de la Universidad de Chile junto a 13
médicos, la mayoría profesores de la Escuela de Medicina. En ella participaron como
columnistas reconocidos personajes como los doctores Murillo y Shenneider, entre otros.
255
El Prospecto de la Revista Médica de Santiago, cuyo primer volumen apareció en 1872,
señala a ésta como un medio eficaz para que el naciente grupo médico profesionalizado
tenga la oportunidad de comunicación y transmisión de los avances científico: “La
necesidad de que su cuerpo médico, numeroso e inteligente como es, tenga un medio de
comunicarse recíprocamente los resultados de sus observaciones; los deberes, que ése
tiene de satisfacer las aspiraciones de la estudiosa juventud, que de día en día aumenta
alrededor de las cátedras de medicina”378.
Más adelante el prospecto enfatiza la relevancia que este órgano difusor entraña para las
ciencias y las necesidades nacionales: “Ese periódico procurará la difusión de la ciencia,
el esclarecimiento de cuestiones difíciles que muchas veces se presentan en la práctica
de la profesión, la generalización de la nociones mas indispensables de higiene pública, i
privada; él hará conocer el estado sanitario del país, i se aplicará a dilucidar las
cuestiones mas importantes de salubridad pública; él proporcionará datos estadísticos
precisos sobre el movimiento de los hospitales en tosa la República, dándonos una base
fija para juzgar sobre las afecciones endémicas o epidémicas de mas fácil desarrollo
entre nosotros”379.
378
Revista Médica de Chile, Volumen I, 1872, página 1.
379
Ibidem.
380
Vargas, Juan Eduardo. “Rasgos de la Autoimagen Social y Profesional de los Médicos (1872-1925)”
Ars Medica V.4 Nº4. Consultado en
http://escuela.med.puc.cl/publ/arsmedica/ArsMedica4/06Vargas.html
256
Su mayor representación en la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile381.
Otro de los medios de difusión fue la Revista de Higiene de Santiago fundada en 1894,
órgano representativo del Consejo Superior de Higiene Pública.
El movimiento médico profesional jugó un rol destacado ante las transformaciones que
se le exigía al Estado oligárquico. La burocratización y especialización de diferentes
espacios gubernamentales dio cabida a que muchos de los miembros de esta corriente
pudieran filtrarse a espacios reservado únicamente para las antiguas élites.
El movimiento médico adquirió cada vez más importancia en los círculos gobernantes,
influencia que se acrecentaría durante el gobierno de José Manuel Balmaceda y la
inauguración en 1888 del “I Congreso Médico Chileno”, en el cual participaron 246
médicos, 53 farmacéuticos y 7 naturalistas.
Ver también Vargas, Juan Eduardo.“Los profesionales y su influencia en las políticas del estado: el
caso de los médicos entre 1870-1970”. Proyecto Fondecyt N° 1980872. 1998.
381
Ver capítulo 7.5 La profesionalización médica desde la fundación de la Universidad de Chile
257
social, ya fuese en la salud pública, la educación, la familia, la sexualidad y el desarrollo
urbano.
Muchos de los médicos que lideraron este movimiento habían sido formados
principalmente en Europa. Es el caso del Doctor Orrego Luco, perteneciente a las
familias élites del país, y quien se educó en la Clínica del Doctor Charcot, en Francia.
Además, Orrego Luco se desempeñó como Ministro de Justicia e Instrucción Pública,
desde el 25 de noviembre de 1918 hasta el 3 de mayo de 1919, bajo la administración
del Presidente Juan Luis Sanfuentes Andonaegui. Apoyado por el Partido Radical, fue
electo diputado por el distrito de Osorno durante el período comprendido entre 1918 y
1921, integrando la Comisión Permanente de Relaciones Exteriores y Colonización.
Estas nuevas generaciones de galenos asumieron con entusiasmos las ideas positivistas
de desarrollo social, evolucionismo e higienismo, estableciendo una fuerte crítica a los
antiguos sistemas de asistencia y beneficencia que se encontraba aún hacia la década de
1870 mayoritariamente en manos de la oligarquía.
258
Aguirre Campos, Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile (1867-
1877; 1884-1889), Gobernador y Diputado por Los Andes entre 1858 y 1864, y
Diputado por Santiago en dos períodos: 1876-1878 y 1882-1891.
Otro de los médicos higienistas que participó activamente en la reforma del sistema
sanitario ocupando un escaño en el parlamento por el Partido Radical, fue el Doctor
Ramón Corbalán Melgarejo, quien fue electo diputado suplente por los distritos de
Copiapó en 1894 y por Arauco entre 1900 y 1906. Además fue electo diputado por
Santiago, y más tarde por Ovalle, Combarbalá e Illapel entre 1909 y 1918. Integró la
Comisión permanente de Salubridad Pública, de Hacienda y la Comisión Mixta de
Salud, formada en 1909, y promoviendo desde esta instancia, junto al diputado Paulino
Alfonso del Barrio, el proyecto de ley de “inspectores sanitarios”. En 1909 presentó a la
Cámara Baja el proyecto del Código Sanitario. Durante su labor parlamentaria ocupó
además el cargo de vicepresidente de la Cámara de Diputados y fue miembro del
Consejo Superior de Higiene, llegando a ser presidente de dicha institución382.
382
Además de su labor como Parlamentario Ramón Corbalán Melgarejo se desempeñó como Ministro de
Guerra y de Marina Durante el Gobierno del presidente Germán Riesco (1901-1906) volviendo a ocupar la
misma Cartera Ministerial entre 1913 a 1914 bajo el gobierno del Presidente Ramón Barros Luco.
259
Prontamente este movimiento inició una férrea crítica a los organismos de salubridad de
la época, instando al Estado a hacerse cargo de los problemas sociales y de salud.
Algunos autores han sostenido que este grupo médico adquirió características de clase,
integrándose mayoritariamente por jóvenes profesionales de clases medias, quienes se
opusieron abiertamente a las antiguas oligarquías. Así lo sostiene el historiador Juan
Eduardo Vargas, quien, siguiendo con las investigaciones de Sol Serrano, asegura que
“en términos generales podría decirse que los profesionales que egresaron de la
Universidad de Chile a lo largo del siglo XIX han sido considerados por los
historiadores como parte de la ‘clase media urbana’”383.
383
Vargas, Juan Eduardo. “Rasgos de la Autoimagen Social y Profesional de los Médicos (1872-1925)”
Ars Medica V.4 Nº4. Consultado en
http://escuela.med.puc.cl/publ/arsmedica/ArsMedica4/06Vargas.html
Ver también Vargas, Juan Eduardo.“Los profesionales y su influencia en las políticas del estado: el
caso de los médicos entre 1870-1970”. Proyecto Fondecyt N° 1980872. 1998.
384
Ibidem.
260
El discurso formulado por esta “clase médica” adquirió prontamente características
valóricas. La Revista Médica lo señala en su primer volumen, aparecido el año de 1872,
en él encontramos un artículo fundacional titulado “El Rol del Médico”, donde se
expresa que: “La medicina, es la ciencia que tiene por objeto precaver las enfermedades,
curarlas cuando se han desarrollado o a o menos, cuando esto ya no se puede conseguir,
hacer mas llevadera su existencia i duracion. De esta definición se deduce, que si la
medicina en abstracto es una ciencia, en su aplicación al individuo es un arte: es el saber
puesto en ejecución, o en otros términos, la aplicación de lo absoluto, de las reglas
jenerales de la ciencia, a la práctica, a un objeto dado”385.
Pero el rol del médico es asumido no en términos comunes, sino bajo altos preceptos
morales. Más adelante en el mismo artículo se señala a éste como “sacerdocio”,
consignando: “La conservacion de la salud, su restablecimiento, ¿son los únicos objetos
que le verdadero médico debe tener en vista? ¿no se propone nada mas elevado? ¿no
tiene tambien, como el sacerdote que conduce a los mortales por el camino de la moral,
no tiene, repito, el deber de contribuir al desarrollo moral de los seres humanos?”386.
385
Revista Médica de Chile, Volumen I, 1872 página 6.
386
Vargas, Juan Eduardo. “Rasgos de la Autoimagen Social y Profesional de los Médicos (1872-1925)”
Ars Medica V.4 Nº4. Consultado en
http://escuela.med.puc.cl/publ/arsmedica/ArsMedica4/06Vargas.html
Ver también Vargas, Juan Eduardo.“Los profesionales y su influencia en las políticas del estado: el
caso de los médicos entre 1870-1970”. Proyecto Fondecyt N° 1980872. 1998.
387
Revista Médica de Santiago, Volumen I, 1872 página 6.
261
Es evidente que este grupo profesional tiene clara conciencia de sí y de su rol social,
prácticamente como un ejercicio mesiánico; el carácter sagrado de su discurso son los
elementos fundacionales que le sostiene.
La conciencia de sí, su rol social y el carácter sagrado de su discurso son los elementos
fundacionales de este grupo social.
Si bien este movimiento se compuso, a partir de la segunda mitad del siglo XIX de
integrantes de clase medias, también e integraron elementos de las clases elites, por lo
que parece más acertado concebir a este movimiento como una élite profesional reunida
al alero de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile.
Si bien la profesionalización es un proceso que se inicia gradualmente desde fines del siglo
XIX, la fundación de la Universidad de Chile y la Escuela de Medicina en 1842, marcaron
un hito al formar médicos fuera de los márgenes de la Iglesia, bajo el prisma liberal y
positivista.
En cuanto a su identidad de clases, se debe señalar que la clase media era vista por los
nuevos grupos emergentes como una fuerza social renovadora, capaz de sanear los
antiguos vicios y proponer soluciones concretas y modernas. Juan Eduardo Vargas,
aludiendo a dichos del médico Aguirre, quien resalta a la “mesocracia” como dispositivo
social y político, dice: “El planteamiento del doctor Aguirre destacaba que la
‘mesocracia’ -esto es, una democracia basada en el influjo de la clase media- era su ideal
político y el que le convenía adoptar al país; y que la ciencia, al prescindir de los
abolengos y solo preocuparse del ‘bien común’, reflejaba los valores más profundos de
ese sector social”388.
388
Ibidem.
262
Desde esta orilla los grupos médicos asumieron claves identitarias que los situaban en
posición de crítica del antiguo sistema y comprometiéndose con los nuevos movimientos
sociales.
Desde mediados del siglo XIX, se habían gestado instancias de observación de las
condiciones sociales como la Sociedad de Socorro Mutuos, fundada en 1853. Desde
aquel momento se inició una fuerte campaña desde las élites médicas por crear
conciencia respeto a estos problemas, además de mejorar en el servicio de salud,
hospitales y lazaretos.
El paradigma impuesto por las Intelligentzias Médicas facilitó el acceso de este grupo
científico a diferentes ámbitos del desarrollo social y político, abarcando problemas
educacionales, urbanísticas, de salubridad y valóricas.
389
Revista Médica de Santiago, Volumen I, 1872, página 8.
263
es signo de credibilidad y respetabilidad. Pero esto no siempre fue así; el discurso liberal
temprano, aunque promotor de nuevas miradas laicizantes y humanistas, no aceptaba la
intervención de los sectores médicos profesionalizados en los ámbitos privados, como la
familia y el cuerpo de los individuos.
La autora Rosa del Olmo390 señala que los médicos liberales debieron encontrar la forma
de subvertir las premisas originales de liberalismo respecto a la propiedad privada y el
individuo, estipulando que la sociedad debía respetar el ámbito privado de los sujetos
siempre y cuando no se estuviera violando con esto un bien mayor, considerado en el
bienestar del Estado-Nación.
Bajo este sector profesional pudo ingresar en los ámbitos privados y establecer
programas de inclusión y normalización, mediante programas de vacunación forzada,
sanitarización de espacios públicos y privados, e incluso cuarentenas portuarias,
enfrentándose con ello a los sectores burgueses de exportadores.
En Chile la profesión médica, hacia fines del Período Colonial e inicios del Período
Republicano, no era considerada como un oficio digno de las clases oligarcas,
encontrándose en condiciones de inferioridad frente a otras profesiones de carácter más
“aristocrático”. Esta suerte de exclusión condujo al oficio médico a ser considerado
como una profesión degradante al nivel del sangrador y barbero, que durante el periodo
colonial laboraban en los servicios médicos como cirujano.
390
Del Olmo, Rosa. “América Latina y su Criminología”. Siglo XXI Editores Argentina. 1999.
264
Hasta el año 1813, la enseñanza de las ciencias médicas se encontraba en manos de la
Real Universidad de San Felipe, fundada en 1738391. Dicha institución estableció un
plan de estudios que consistía en la aprobación de los tres grados académicos básicos:
Bachiller en Artes, Bachiller en Medicina, y Doctor en Medicina. El plan de estudios
para obtener el grado de Bachiller en Artes, prerrequisito para el ingreso a la
Universidad de San Felipe, exigía la aprobación de diversos ramos de índole científico y
matemático como álgebra, geometría, geografía, física e historia natural392.
391
La fundación de la Universidad de San Felipe fue un primer notable intento de laicización de la
enseñanza la cual se encontraba hasta aquel entonces en manos eclesiásticas y órdenes religiosas.
392
El grado de Bachiller se obtenía en los colegios de enseñanza secundaria dirigidos por las instituciones
eclesiásticos, el más prestigioso era el Colegio de San Miguel de los Jesuitas.
265
Otra de las características que obstaculizaron el proceso de profesionalización fue el
contraste con el ámbito ritual y religioso que poseía el oficio médico, lo cual impedía
una modernización del área. Éste era asumido como un sacramento, mediante el cual el
postulante debía pronunciar un juramento ante Dios y el Soberano.
Pese a la solemnidad con que era asumida la consagración médica, este oficio era
considerado de segunda categoría, por debajo del derecho y la teología. A modo de
ejemplo, el Rector de la Universidad por decreto no podía ser médico e, inicialmente, los
grados de doctor estaban reservados únicamente para abogados y teólogos. La Corona
Española pretendía cambiar esta situación, por lo que se crearon hacia fines del siglo
XVIII diez cátedras nuevas que no se impartían en las universidades eclesiásticas.
Sin embargo, aunque la medicina era considerada un oficio valioso, estaba desvalorizado
en los ámbitos tradicionales y eclesiásticos, lo que frenaba el ingreso de jóvenes de las
élites a las cátedras de medicina: “Pero también faltaban los alumnos, ya que la
profesión de médico era considerada, degradante e indigna de la orden de
caballería…394”.
393
Cruz-Coke, Ricardo, “Historia de la Medicina en Chile”, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1995. P.
217.
394
Cruz-Coke, Ricardo, “Historia de la Medicina en Chile”, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1995. P.
218.
266
La política de los Borbón apuntaba a la modernización de los estamentos
gubernamentales y sociales, por lo que el potenciamiento de áreas de investigación
científicas y médicas era primordial. En este contexto, se procedió a fundar durante el
siglo XVIII una serie de instituciones académicas y de investigación. El establecimiento
de la Universidad de San Felipe, en 1747, por disposición de Felipe V de Borbón,
respondió a dicho objetivo, procediendo además a la laicización de la educación superior
y, en consecuencia, a la oposición de las escuelas tradicionales eclesiásticas jesuitas.
Pero pese a todos estos esfuerzos la enseñanza médica no logró adquirir un nivel de
estatus superior, siendo clausurada la cátedra de medicina en 1809 por falta de alumnos.
En 1822 se fundó una Junta de Sanidad compuesta por médicos extranjeros que llegaron
a Chile, impulsando un primer período de profesionalización de la medicina. Entre estos
médicos destacaron las figuras de Nataniel Cox, quien realizó sus estudios en el colegio
Real de Cirujanos de Londres; José Grajales y el irlandés Guillermo Blest. Debido a los
conflictos con el Protomedicato, que se sentía receloso de estos médicos extranjeros, la
Junta no obtuvo las metas esperadas.
267
La presencia de estos médicos extranjeros en los círculos sociales y científicos aportó un
grado de autoridad y respetabilidad al oficio médico entre las clases dominantes395.
Para cumplir con este objetivo, según Blest, era imprescindible establecer una escuela de
medicina a la altura de las existentes en Europa: “Nada se ha descuidado tanto á mi ver
en este pais como la educacion sobre tan importante ramo; asi es que no ecsiste un solo
establecimiento para su enseñanza, conforme ni que se acerque á los principios
adoptados como necesarios en todos ó la mayor parte de los pueblos de Europa”397.
Justamente hacia la década de 1820 podemos visualizar el germen del sector médico
profesionalizado con una conciencia e identidad. Así lo señala en su prospecto: “A tan
delicada empresa me ha movido el interes de la comunidad de que soy miembro, el
deseo de promover el adelantamiento y respetabilidad de una profesion á la cual
395
Serrano, Sol. Universidad y Nación. PP. 179-180. Ver Cruz-Coke, Ricardo, “Historia de la Medicina en
Chile”, Editorial Andrés Bello, Santiago 1995.
396
Blest, Guillermo. “Observaciones sobre el estado actual de la medicina en Chile” Imprenta de la
Independencia 1826. Publicada en Revista Médica de Chile 111, 1983. P.351.
397
Ibidem.
268
pertenezco, y de llamar en fin la atencion de las autoridades á la reforma del sistema de
educacion médica”398.
Según Blest el estamento médico ocupaba un sitial muy bajo en la jerarquía social y en
la de gobierno, ya sea por la costumbre o por el propio abandono de la educación
científica y médica en el país: “aludo á la opinion tan generalizada de que los Médicos
no merecen aun hoy dia, ocupar un puesto distinguido en la sociedad”399.
Al iniciar el texto, Blest señala algunas de las causas por las que considera no se le ha
dado la relevancia que requiere al estudio de la medicina en Chile; primero porque
muchos de quienes ejercen a la profesión no han tenido una profesión liberal; segundo
porque se carece de un sistema de estudio (establecimientos y programas) adecuados; y
tercero, por los bajos salarios que perciben los médicos. Blest critica fuertemente el nivel
educacional de los médicos chilenos, que “se creerá talvez suficiente que un barbero
cualesquiera renunciando á su humilde profesión y trabajo se dedique dos ó tres meses á
la asistencia de un hospital: que aprenda de memoria algunas frases médica”401.
De hecho, tan superficiales eran los estudios de medicina en las instituciones académicas
que incluso el Protomedicato, según lo señala Sol Serrano, no exigía la presentación de
títulos académicos para ser autorizados a ejercer el oficio médico402. Esto queda
398
Ibidem.
399
Blest, Guillermo. “Observaciones sobre el estado actual de la medicina en Chile”. Revista Médica op.
cit. P.352.
400
Ibidem.
401
Blest, Guillermo. “Observaciones sobre el estado actual de la medicina en Chile”. Revista Médica op.
cit. P.253.
402
Serrano, Sol. Universidad y Nación. P.180.
269
confirmado en el documento de Blest, quien denuncia la concesión de licencias
otorgadas por el sistema médico del Protomedicato a “cirujanos de segunda clase” a los
que considera simples curanderos: “Las leyes del protomedicato nos dan á entender que
a1 cirujano de segunda clase, despues de cierto tiempo determinado le será permitido
pasar un ecsamen de su aptitud para ser admitido en la de cirujano de primera clase ¡que
ley tan indulgente! ¡que consideracion para el interes del cirujano de segunda clase! iy
que negligencia sobre las vidas de los hombres!403.
Sobre el tema de los bajos salarios, Blest señala que para que un médico pueda ganar 10
pesos, que es lo que proporcionalmente obtienen por sus servicios los médicos en
Inglaterra, debe visitar 20 enfermos en el día, trasladándose, muchas veces, grandes
distancias entre uno y otro paciente. Esto repercutía enormemente en su especialización,
ya que al depender de los magros salarios de sus servicios a domicilios, los médicos no
pueden estudiar ni familiarizarse con los nuevos avances de la ciencia moderna. Esto
genera un círculo vicioso entre la formación, la reputación del oficio y los salarios
percibidos.
Para Blest era deber del gobierno encargarse de reformular el plan de educación y
concesión de licencias para el ejercicio de la medicina, regulando estas prácticas: “El
gobiemo debia escoger cuatro profesores en medicina entre los médicos que residen en
esta ciudad, que pudiesen mostrar documentos auténticos de haber estudiado la medicina
y cirujia en alguna universidad, debiendose considerar de ningun valor documentos de
médicos europeos que no tuviesen conecsion como catedriticos á profesores: debia
confiarse á cada uno de ellos un cierto número de enfermos de los hospitales publicos:
ademas á cada profesor se le debian confiar dos jovenes destinados ti la medicina y
obligados á un aprendizage de cuatro años, no pudiendo entrar en el hasta que no
403
Blest, Guillermo. “Observaciones sobre el estado actual de la medicina en Chile”. Revista Médica op.
cit. P.254.
270
hubiesen adquirido suficiente conocimiento de la lengua latina y que tuviesen 18 años de
edad, y aquellos que fuesen deseosos de empezar el estudio de la medicina”404.
Las propuestas de Blest fueron bien consideradas, y siete años más tarde el Instituto
Nacional reimpulsó la enseñanza de la medicina, otorgándole un nivel de
profesionalidad. En 1833 se inauguró la Escuela de Medicina de dicha institución con el
objeto de generar un grado de conciencia social sobre las deficientes condiciones de
salubridad e higiene concentradas en las principales urbes. Las clases teóricas se
realizaron en el Instituto, mientras que las de anatomía se hacían en un local a los pies
del Hospital San Juan de Dios llamado el anfiteatro. Dicho lugar era reconocido por las
pocas condiciones de higiene que presentaba.
En este proceso los médicos extranjeros fueron fundamentales, aportando una mirada
404
Blest, Guillermo. “Observaciones sobre el estado actual de la medicina en Chile”. Revista Médica op.
cit. P.257.
405
Guillermo Blest, eminente médico nacido en Irlanda e 1800, estudió medicina con destacados
profesores británicos como Alexander Monro III, cirugía con james Rusell y obstetricia con James
Hamilton. Fue el Director de la Escuela de Medicina de la universidad de Chile.
406
Lorenzo Sazié había sido discípulo de grandes maestros de la escuela francesa de medicina de la
Universidad de París siendo heredero de las corrientes higienistas en Francia y discípulo del higienista
René Laennec, en 1833 fue designado miembro titular de la Sociedad Anatómica y luego de la
Sociedad Frenológica.
271
crítica y científica sobre la formación de la profesión. Las cuatros primeras cátedras de
la Escuela de Medicina: anatomía, cirugía y obstetricia, medicina y farmacia estuvieron
a cargo de profesionales foráneos.
Hacia mediados del siglo XIX la situación comenzó a variar cuando eminentes
naturalistas como Claudio Gay, Ignacio Domeyko y Roudulfo Armando Philippi se
abocaron a la difusión del discurso científico y médico bajo el alero de nuevas
instituciones académicas y científicas como la Universidad de Chile.
A la vez, el Protomedicato dejó de tener relevancia, ya que todas las facultades que le
competían fueron asumidas por el nuevo organismo. La era de la profesionalización
médica y científica había comenzado.
El estatuto de Ley que dio origen a la Universidad estipulaba claramente que la nueva
Escuela de Medicina debería “velar por el cultivo y adelantamiento de las ciencias
médicas, dedicarse especialmente al estudio de las enfermedades endémicas de Chile y
de las epidémicas que afligen más frecuentemente la población de las ciudades y campos
272
del territorio chileno, dando a conocer los mejores medios preservativos y curativos,
dirigiendo sus observaciones a la mejora de la higiene pública y doméstica”407.
Entre los diez años transcurridos desde la fundación de la Escuela de Medicina del
Instituto Nacional y su traslado a la recién conformada Universidad de Chile, se
graduaron sólo cuatro alumnos: Francisco Rodríguez, Luis Ballester, Juan Mackenna y
Francisco Javier Tocornal, este último hijo del entonces Ministro del Interior y Canciller.
Estos nuevos médicos pertenecían todos a la clase social alta y con su graduación
hicieron subir de categoría a la profesión médica.
De esta forma el sector médico pudo excluir a otros que se mantuvieron al margen de la
academización y profesionalización del ejercicio de la medicina
407
Anónimo, “Articulo Sanidad Historia de la Medicina”. Biblioteca del Congreso Nacional, colección
Enciclopedia Chilena, ítems 2918. Biblioteca del Congreso Nacional de Chile.
408
Serrano, Sol. Universidad y Nación. P.182.
409
Serrano, Sol. Universidad y Nación. Chile en el siglo XIX. Editorial Universitaria. P. 178.
273
Según Serrano, este proceso nace desde los márgenes del Estado, lo que podría ser
representado en la propia fundación de la Universidad de Chile410. Sin embargo, si bien
la Universidad de Chile constituida como núcleo de autoridad científica y académica
normó las pautas en materia de salud y educación durante toda la segunda mitad del
siglo XIX, considero que no se puede hablar de una misma agencia, ya que como se ha
probado, son numerosos los testimonios de médicos asociados a la Universidad y la
Sociedad Médica de Santiago que criticaban la actitud de indiferencia del Estado frente a
las problemas sociales y de salubridad.
Aun así, durante la segunda mitad del siglo XIX, junto con la fundación de la Escuela de
Medicina de la Universidad de Chile, el ejercicio médico cobró nuevos bríos, lo que se
tradujo en la primera generación de médicos chilenos formados al alero de los médicos
extranjeros que llegaron a suplir la carencia de profesionales del área durante las décadas
de 1820 a 1830.
La identidad médica en Chile y Argentina durante la segunda mitad del siglo XIX se
constituyó de forma heterogénea en cuanto a clase, relación institucional e ideología.
410
Ibídem.
411
Serrano, Sol, Universidad y Nación. P.183.
274
El tema de pertenencia de clase por parte de los médicos en Chile aun es un tema que no
reúne consenso entre los investigadores. Nos remitiremos a develar, en este análisis, los
signos identitarios que fueron asumidos por algunos miembros del llamado “movimiento
médico”, contrastándolo con los antecedentes que se tienen de la conformación gremial
del sector.
Si bien es claro que el sector médico al organizarse en la Sociedad Medica asumió una
identidad gremial, no está del todo claro que esa identidad colectiva pudiera dar paso
también a una conciencia de clase. Sin embargo, uno de los autores que sí consideran
este proceso es el profesor Juan Eduardo Vargas, quien señala que junto a la
organización gremial y la articulación de un “movimiento” que aspirase a establecer las
políticas liberales de desarrollo social, estos mismos elementos pudieron generar claves
identitarias dentro de los grupos médicos.
Vargas señala que este grupo médico adquirió características de clase, siendo integrado
mayoritariamente por jóvenes profesionales de sectores medios, quienes se opusieron
abiertamente a las antiguas oligarquías. Siguiendo con las investigaciones de Sol
Serrano a este respecto, Vargas señala: “En términos generales podría decirse que los
profesionales que egresaron de la Universidad de Chile a lo largo del siglo XIX han sido
considerados por los historiadores como parte de la "clase media urbana"”412.
La clase media era apreciada como una fuerza social renovadora, capaz de sanear los
antiguos vicios y proponer soluciones concretas y modernas. Así lo señala Juan Eduardo
412
Vargas, Eduardo. Rasgos de la autoimagen social y profesional de los médicos (1872-1925) ARS
Médica Revista de Estudios Médicos Humanísticos. Vol.4 N° 4.
275
Vargas aludiendo al médico J. J. Aguirre, quien es un fiel exponente del mérito y el
esfuerzo de las clases medias.
Los conceptos del mérito y la idoneidad fueron claves para conformar la identidad de
estos nuevos profesionales, los que encarnaban los valores de la modernidad, según
señala Sol Serrano: “la modernidad inicial la aportaron los extranjeros con sus destrezas
formalmente adquiridas a través de las cuales contribuían a la transferencia del
conocimiento médico europeo. Pertenecían a un cuerpo profesional en ascenso que hacía
resaltar los valores burgueses de la meritocracia basada en los conocimientos adquiridos
y no en el origen social”413
Esta generación de médicos contribuyó a crear conciencia de los problemas sociales que
aquejaban al país, forjando en el corazón de las instituciones gubernamentales un
espíritu asistencialista denominado por la historiografía tradicional como “Cuestión
Social”. Prontamente este movimiento inició una férrea crítica a los organismos de
salubridad pública.
Después de esta fecha es difícil proseguir con la hipótesis de la clase como clave
estructural de la organización del movimiento médico, pues al integrarse paulatinamente
a las estructuras institucionales y del Estado, ya sea como asesores de los gobiernos
liberales o parlamentarios, éste se va fusionando a las clases oligarcas de las cuales
marcaban una notoria distancias en sus inicios. Además, el prestigio del oficio médico
413
Serrano, Sol. “Universidad y Nación…” op. cit. P. 184.
276
había aumentado considerablemente entre las clases dirigentes, por lo que no se
encontraba reservado ya únicamente a inmigrantes y jóvenes profesionales de clases
medias.
Al acceder a ámbitos de autoridad social y profesional el sector médico inició una campaña
de descrédito contra todos quienes no se habían formado en las escuelas de medicina
universitarias y no se encontraban afiliados a la sociedad médica oficial.
277
Los médicos adquirieron un amplio respaldo de parte de los sectores élites de la sociedad
basado en una estrategia de saber/poder, dirigida desde la academia y compartida sólo con
algunos iniciados, a quienes formaba y facultaba en el “arte de curar”. “La formación
científica permitió a los médicos crear una imagen corporativa de ser los salvadores de la
humanidad doliente”, como solía decirse en la época, por ser los portadores de un
conocimiento especializado que solo ellos podían administrar”414, asegura al respecto Sol
Serrano.
Los primeros en ser desacreditados fueron los curanderos, que hacia mediados del siglo
XIX formaban un importante sector social.
Dado a que los primeros egresados de la Escuela de Medicina fueron escasos, la mayoría
de la población dependería de la asistencia de farmacéuticos y curanderos no titulados. Es
por ello que en el decreto del 9 de octubre de 1844 y del 25 de octubre de 1845, se intentó
regular el ejercicio de estos últimos, estipulando que en los lugares que hubiese médicos
con tales acreditaciones no pueden ejercer aquellas personas que no estuviesen reconocidas
por las instituciones académicas legitimadas. Sin embargo, si no existe profesional alguno
en dichas áreas se puede tolerar tal ejercicio con una previa autorización de la
Intendencia416.
414
Serrano, Sol. “Universidad y Nación…”. op.cit. P.186.
415
Serrano, Sol. “Universidad y Nación…”. op.cit. P.187.
416
Serrano, Sol. “Universidad y Nación…”. op.cit. P.188.
278
La medicina indígena fue la primera en ser atacada, ampliamente utilizada desde el periodo
prehispánico en el territorito y durante el Periodo Colonial en Chile.
Ferrer critica a la casta dominante en estas culturas, la que, según él, ha monopolizado el
poder a través del abuso y la ignorancia.
417
Ferrer, Lautaro en J. Martín Garrido, Historia general de la medicina en Chile: (documentos inéditos,
biografías y bibliografías): desde el descubrimiento y conquista de Chile, en 1535, hasta nuestros días /
por Pedro Lautaro Ferrer. Talca: Impr. Talca de 1904. v.
418
Ferrer, Lautaro en J. Martín Garrido, Historia general de la medicina en Chile. op. cit. P.22
279
discurso con carácter de verdad: “Estas prácticas universales de las jeneraciones, son
fomentadas por el fanatismo y la ignorancia al través de la jeneraciones, son fomentadas
por los mismos interesados, por los mistificadores que así hacen cree á las masas, según
dice Reville ‘que ellos son hombres excepcionales que mantienen relaciones personales é
intimas con los espíritus…”419.
La diferencia expresada por Ferrer entre las prácticas médicas profesionales y las indígenas
radica, precisamente, en el conocimiento como mecanismo de poder. Mientras que, según
señala el autor, los magos y hechiceros velan sus prácticas bajo una cortina de
supersticiones mágicas, nublando el entendimiento del resto de la sociedad, los médicos
buscan en el conocimiento la verdad.
Sin embargo, dicha verdad no es clara para todos, sino que sólo para algunos iniciados,
justificando con esto la exclusión de otros en el ejercicio del poder. La magia y la ciencia
utilizan los mismo mecanismo de control y dominación (saber e ignorancia son la clave del
ejercicio del poder).
Los males ocasionados por este tipo de prácticas, según señala el autor, son de carácter
criminal, dada la negligencia o mala intención que se tenga por parte del curandero. “En las
provincias del sur existen numerosos expedientes judiciales motivados por los crímenes
que, inconsciente ó deliberadamente, han cometido los naturales á causa de habérseles
sugerido, por ejemplo, que sus desgracias ó enfermedades no terminarían sin haber
provocado otro daño, cuando no herir o envenenar á la persona que da como origen del
maleficio”420.
Los curanderos actuales, según señala ferrer, son los herederos de esta tradición de
superstición y engaño. “La sanción de las enfermedades está supeditada á un acto
419
Ferrer, Lautaro en J. Martín Garrido, Historia general de la medicina en Chile. op. cit. P.1.
420
Ferrer, Lautaro en J. Martín Garrido, Historia general de la medicina en Chile. op. cit. P.11.
280
sobrenatural para la creencia araucana, y es lógico que de aquí nazca la influencia
dominadora de los machis y hechiceros, cuyos sucesores criollos, los curanderos {o
hierbateros, aún continúan explotando la credulidad de los campesinos y del elemento
ignorante de las poblaciones”421.
Del mismo modo, el oficio de hechicero o curandero era asociado con la degeneración
física y racial: “En cuanto á los Huecubuyes, se sabe que vivían aislados en las cuevas de
las montañas. El padre Calancha, cronista de la orden agustiniana en América cree que
estos hechiceros, traen su origen de ciertas órdenes emanadas por los incas que hacían
tomar este oficio de flojos a los individuos poco aptos para el trabajo, a los inhábiles para la
guerra y la labranza, á los débiles y contrahechos”423.
Ferrer hace relación a una serie de casos judiciales seguidos por las autoridades hispanas
contra indios, brujos y hechiceros, los cuales, según asevera, eran más respetados en
algunas zonas como la isla de Chiloé que los propios gobernadores y sacerdotes.424
También da cuenta de cómo estos casos fueron utilizados por las autoridades para frenar la
charlatanería.
421
Ferrer, Lautaro en J. Martín Garrido, Historia general de la medicina en Chile. op. cit. P.12.
422
Ferrer, Lautaro en J. Martín Garrido, Historia general de la medicina en Chile. op. cit. P. 17.
423
Ferrer, Lautaro en J. Martín Garrido, Historia general de la medicina en Chile. op. cit. P. 18.
424
Ferrer, Lautaro en J. Martín Garrido, Historia general de la medicina en Chile. op. cit. P. 29.
281
De especial atención fue el renombrado caso conocido como “los médicos de la tierra”.
Hacia la década de 1880, durante la intendencia en Ancud de don Luis Martiniano
Rodríguez, este renombrado acontecimiento fue utilizado por autoridades y médicos
como propaganda, con el objeto de ratificar la preeminencia de la medicina profesional
en el mercado de la salud privada. Ferrer señala a este respecto que “otro manuscrito
inédito que se conserva en el archivo Vicuña Mackenna, es el que se refiere á los brujos de
Chiloé tomado de un expediente que llamó la atención pública el año 1880 y seguido en
Ancud para poner límite al desborde del charlatanismo de aquellos naturales”.425
Ferrer señala en el resumen del expediente que “fueron tantas y tan repetidas las quejas y
delaciones que tuvo de los abusos que dichos brujos cometían que al fin se decidió á
extirparlos”.426
425
Ibidem.
426
Ibidem.
282
Esta exclusión afectó muchas veces, incluso, a oros médicos o practicantes que habían
desarrollado el oficio por generaciones teniendo por parte de la población una amplia
acogida.
Además, se criticó con fuerza la injerencia de otras áreas de la salud como los
farmacéuticos que recetaban medicamentos sin el diagnostico médico.
En este contexto se publicaron una serie de anuncios en la Revista Médica de Chile,
orientados a extirpar este tipo de hábitos.
“Un reciente decreto gubernativo, que determina la nómina de los prácticos en farmacia
con derecho á regentar botica de la propiedad, ha contrariado con justísima razón á los
miembros de la Sociedad de Farmacia y al cuerpo de farmacéuticos titulados de la
República entera.
No basta, pues, adquirir un titulo profesional á expensas de costosos sacrificios
pecuniarios y de largos años de estudios; no importa que haya una corporación legal con
el título de Consejo de Higiene Púbica, la cual debe velar por todo lo que á su ramo
concierne, de la cual depende la comisión visitadora de boticas, la que debe informar
sobre la competencia y derechos de esto prácticos; no importa que la justicia criminal
pesquise á la fecha envenenamientos por recetas despachadas por prácticos autorizados
legalmente; el derecho adquirido por permiso anterior y el pernicioso influjo pueden más
que la salubridad pública; conceden más á la ignorancia que al estudio.
283
La Revista Medica se limita á amparar los derechos del titulado, á hacer suya la protesta
de los farmacéuticos y á llamar la atención sobre la responsabilidad que pesa sobre la
autoridad que gobierna”427.
Ante esta situación el sector academizado de farmacéuticos, que hasta ese entonces
pertenecían a una rama de la facultad de Medicina de la Universidad de Chile428, unió
esfuerzos con los médicos para evitar que prácticos pudieran ejercer tanto el oficio
farmacéutico, como el de médicos:
Con ello se intentaba cerrar fila en pos de una profesionalización de todo el sector de la
salud excluyendo a todo agente que ejerciera el oficio sin estar validado por las
instituciones académicas universitarias, todos ellos, ilustrados o no fueron denominados
como charlatanes y curanderos.
427
“Permiso para boticas” Revista Médica de Chile. Tomo XXVIII. Septiembre de 1900.N°9. P.320
428
La fundación de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacia nos e realizaría sino hasta 1911.
429
“Permiso para boticas” Revista Médica de Chile. Tomo XXVIII. Septiembre de 1900.N°9. Pp.358-
359.
284
Capítulo 8:
Durante la década de 1880 el proceso de constitución del sector médico, desde el aparato
estatal, se encontraba absolutamente cristalizado. De esto da cuenta la Ley 1284,
promulgada en agosto de 1883 la cual establece “la cesión del Hospital de Clínicas a la
Facultad de Ciencias Médicas de la UBA”430.
430
Pablo Souza y Diego Hurtado Los «Diputados Médicos»: Clínica y Política en La Disputa por los
Recursos Públicos en Buenos Aires (1906-1917) Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la
Ciencia, 2008, vol. LX, nº 2, julio-diciembre, págs. 233-260, ISSN: 0210-4466.
431
Revista Médico Quirúrgica. año 15 n° 13 octubre 8 de 1878, Buenos Aires Argentina P. 317
285
En la carta constitucional de la provincia de Buenos Aires de 1873 se estipulaba en su
ápice sobre instrucción secundaria y superior, que “la educación secundaria y superior
estará á cargo de la Universidad existente y de las que se fundaren en adelante en virtud
de leyes sancionadas por lejiislatura (sic)”432. Con esto la preeminencia de la
Universidad quedó sancionada por ley como órgano central de regulación de enseñanza
en la Provincia de Buenos Aires.
432 “
Constitución provincial sobre instrucción secundaria y superior secundaria y superior”, año 10 n° 15
noviembre 8 de 1873, Pp. 276 a 280.
433
Revista Médico Quirúrgica. “La escuela de medicina”, año 8 n° 14 octubre 23 de 1871 Buenos Aires,
Argentina. P.12.
286
8.2 La institucionalidad y asociatividad del sector médico en Argentina
Desde el siglo XVI la Corona española había intentado regular la profesión médica en la
península Ibérica y en las colonias. La creación del Protomedicato surgió con ese
propósito, al que se agregó en América el de la investigación botánica. Este tribunal
debía examinar a quienes deseaban ejercer la medicina y fiscalizar a los que la ejercían
para eliminar posibles abusos, debiendo también velar por la salud pública (en caso de
epidemias, por ejemplo) y por la organización de la enseñanza médica. En principio,
existieron dos protomedicatos: uno en México y otro en Lima, cuyas autoridades
designaban a su vez lugartenientes para las ciudades más importantes del Virreinato.
287
En 1780 se formalizó en el Río de la Plata un tribunal médico, cuyo primer protomédico
fue el doctor Miguel O’Gorman, quien creó a su vez la Academia de Medicina en
Montevideo y la Escuela de Medicina en Buenos Aires.
Sin embargo, la adecuación entre el antiguo sistema provincial y uno nuevo de carácter
nacional obstaculizó el funcionamiento de ambos:
288
“La conversión del Consejo provincial en el nuevo Departamento Nacional de Higiene
en 1880, con un reglamento más estricto, no logró cumplir con lo que de él se esperaba.
Por un lado una gama de atribuciones demasiado amplia resintió su efectividad, mientras
que por otro su subordinación con respecto a la Prefectura General del Puerto, limitó
mucho su esfera de acción, en un momento de plena efervescencia inmigratoria”434.
434
González, Leandri. Ricardo. “El Consejo Nacional de Higiene. Argentina, 1880-1900”. Anuario de
Estudios Americanos. Consultado en
http://estudiosamericanos.revistas.csic.es/index.php/estudiosamericanos/article/view/133/137
289
Esta debia componerse de veinte y cinco miembros, veinte médicos y cinco
farmacéuticos que de dividirían en secciones médica, quirurgicas y farmacéuticas. Es
evidente que se debería nombrar miembros, que considerandolo un gran honor el formar
parte de ella, darian de vez en cuando trabajos cientificos, que serian publicados en la
“Revista Médicos Quirúrgica”, dando de este modo cuenta de lo que se hacia.
El activo é inteligente Secretario de la finada Academia ya ha palpado los
inconvenientes que dieron por resultado su eclipse total, y creemos que él podria indicar
un buen reglamento para obviarlos.
Como esta sería de la dependencia del Sr. Ministro del Interior, el Dr. Rawson, que
comprende el bien que podría hacer para la ciencia médica, de la cual es una de las
primeras notabilidades en estos paises, esperamos que oirá nuestra indicación y que
podrecerá cuanto antes á decretar su fundacion y el nombramiento de sus miembros”435.
Si bien estas asociaciones se arrogaron la representación del “sector médico”, este grupo
no siempre se sintió motivado a trabajar dentro de sus márgenes. Así lo señala la revista
Médico Quirúrgica al criticar la “desidia” de los médicos que no asisten ni apoyan a
dichas instituciones gremiales: “La Asociacion Médica Bonaerense, después de cuatro
meses de vacaciones, dio principios, el 1° de abril, á sus reuniones semanales. La
concurrencia fue escasa, como de costumbre. No sabemos como esplicar la desidia de
algunos Socios, cuando no dudamos están convencidos de la utilidad de esas
reuniones”436.
435
Revista Médico Quirúrgica volumen 1 año 1864, Buenos Aires Argentina. P.54.
436
Revista Médico Quirúrgica volumen 1 año 1864, Buenos Aires, Argentina. P.3.
290
Estas organizaciones fortalecieron al denominado sector médico que, lejos de ser un
movimiento homogéneo, se armó desde los ámbitos de la diversidad con
enfrentamientos constantes con otros agentes sociales y de la salud institucional o
popular.
Este tipo de asociaciones implicó asumir los proyectos estatales de diverso signo
ideológico, tanto católico como socialista y liberal, pero principalmente el de tipo
liberal-positivista asociado al sector médico.
291
En el primer volumen de la Revista Médico Quirúrgica se exhortaba al sector médico a
romper con la inercia y los esfuerzos aislado y engendrar un movimiento asociado de
profesionales: “Tal seria lo que haría revivir en un instante este soplo indefinido, ese
algo oculto y misterioso que se llama ‘el cuerpo médico’; pero así como el tránsito de las
tinieblas á la luz refulgente no es soportable para la vista humana y es necesario irse
acostumbrando poco á poco, así también el Cuerpo Médico debe buscar su mejoría
empezando por estimularse un poco, emprendiendo algunas de las obras que tiene que
terminar para vivir en la memoria de la posteridad que la admirará y respetará tan solo
así”437.
Fue justamente la Revista médico quirúrgica el órgano vocero del sector médico
profesionalizado, que representó el proyecto ideológico y profesional de los médicos
liberales egresados de la Escuela de Medicina de Buenos Aires y adscritos a la Sociedad
Médica de Buenos Aires. De esta representatividad gremial e ideológica da cuenta el
primer número de la Revista publicado en 1864:
“La Revista Médico-Quirúrgica velará por los intéreses de nuestros cólegas, tenderá á
realzar la justa estima que tan sagrado sacerdocio merece en países civilizados y hará
que nuestra profesion, objeto de diarios ataques de parte de ignorantes y de la
especulación de descarados charlatanes, sea debidamente respetada por los unos y los
otros; cuenta para esto con el valioso contingente de los buenos, con los sentimientos de
justicia y de reconocimiento que quedan estampados en los corazones y con la
proteccion que nuestra empresa merece.
El incesante perfeccionamiento, los progresos que la ciencia médica hace en los pueblos
colocados á la vanguardia de la civilización, requiere un órgano que imponga á nuestros
aventajados prácticos de los adelantos, investigaciones, ensayos y adquisiciones que
hagan las diversas ramas de la ciencia médica.
437
Revista médico Quirúrgica. Volumen 1 “El Mal del Cuerpo Médico”, año I agosto 1864, Buenos Aires
Argentina P.157.
292
Hoy, en que dos asociaciones médicas trabajan en bien de la humanidad y del pais y en
que nuestra escuela anhela elevarse á un puesto digno, debe haber una voz, un eco que
trasmita sus esfuerzos y revele sus necesidades imperiosas”438.
438
“Nuestro propósito”. Revista Médico Quirúrgica, Buenos Aires Argentina. Volumen 1 año 1864, P.1.
439
Revista Medica Quirúrgica. Buenos Aires Argentina. Volumen 25 del 23 de mayo de 1888
293
llevar a cabo actos semejantes” y agrega el autor del texto “son estas las prácticas
ordinarias de los charlatanes, y son altamente reprochabas en un verdadero médico”440.
Art. 1: declarar perjudicial a los intereses científicos del país y a la dignidad profesional
las publicaciones en la prensa política de casos de medicina y cirugía, cuando estas
publicaciones no lleven la garantía de la firma de una persona autorizada en las ciencias
medica.
Con este primer artículo de la declaración la sociedad médica elevó su lucha contra sus
competidores en el campo del ejercicio de la medicina al nivel de una empresa nacional,
supeditando cualquier tipo de propaganda que genere beneficios comerciales para sus
competidores en el plano de la ilegalidad. Estas declaraciones se encuentran respaldadas
por la autoridad, que les otorga el discurso científico establecido como paradigma de
verdad en todos los planos de desarrollo nacional a finales del siglo XIX.
440
Revista Médico Quirúrgica. Buenos Aires Argentina. Volumen 25 “Charlatanismo profesional”, año
XXV n° 4 mayo 23 de 1888, Buenos Aires Argentina. Pp. 51 a 55.
294
Uno de los primeros trabajos elaborados en Buenos Aires por el médico y miembro del
Partido Unitario, Manuel Montes de Oca, “Ensayo sobre las enfermedades de Buenos
Aires, 1854”, analizaba la incidencia demográfica de diferentes enfermedades porteñas,
señalando que el principal riesgo sanitario lo constituían la dependencia de la población
hacia los charlatanes. Montes de Oca daba a entender que el grupo de curanderos era tan
amplio y variado que su labor dificultaba la de los facultativos.
Pocos años antes, el Consejo de Higiene Pública del gobierno porteño había estipulado
que nadie podía ejercer la medicina sin diploma o título expedido por el ex Tribunal o la
actual Facultad de Medicina. El reglamento señalaba que el Consejo haría público un
listado de médicos reconocidos, así como de cirujanos, parteras, farmacéuticos, dentistas
y flebotomistas de la ciudad y la campaña para ser utilizado por la policía, el Ministerio
de gobierno y las boticas. El artículo 6 imponía multas a todos aquellos que ejercieran
sin título, pero en una nota final, firmada posteriormente por el gobernador de Buenos
441
Carbonetti, Adrián. “Prácticas empíricas y medicina académica a mediados del siglo XIX. Un análisis
desde una perspectiva cuantitativa”, en: Jornadas Interinstitucionales sobre historia de la salud y la
enfermedad en América Latina, Benemérita Universidad de Puebla, Instituto de Ciencias Sociales y
Humanidades. 2009
295
Aires, Valentín Alsina, se aclaraba que la aprobación del reglamento se realizaba
entendiendo que las multas eran posibles sólo cuando hiciesen de ello una profesión.
De esta forma no sólo se limitó a denunciar a estos informales galenos, sino que también
se criticó el propio accionar del Consejo de Higiene Municipal en esta materia. En el
volumen primero de la Revista Médico Quirúrgica el año de 1864 se expresan estas
fuertes acusaciones: “Si persigue, como es de su deber, el curanderismo, y sino lo
estingue, por lo menos consigue enfrentarlo; tiene que con toda impunidad y descaro,
cobijándose bajo el famoso informe de un ilustrado Asesor del Gobierno, vende y
administra panaceas, elíxires y sanalotodo; tiene que tolerar estos escandalosos abusos,
porque teme no encontrar apoyo, si pretendiera cortarlos; tiene que sufrir que el
Gobierno de la Provincia de Buenos-Aires (lo decimos con dolor), haciendo á un lado la
Facultad, al Consejo y los derechos sagrados de los profesores de farmacia, instituya
farmacéutico a un intruso!”442.
No son desconocidos los conflictos suscitados entre los médicos asociados a la Facultad
de Medicina y la Revista Médico Quirúrgica con los profesionales y autoridades del
Consejo de Higiene Municipal. En este ámbito podemos apreciar un conflicto mayor de
autoridad y competencia en un contexto de luchas para legitimar una posición científica
ante la organización del Estado.
442
“El Consejo de Hijiene Pública”. Revista Médico Quirúrgica, Buenos Aires Argentina. Volumen 1, año
1864, P.21.
296
Es en base a estas luchas de poderes que la persecución del curanderismo, la crítica a las
instituciones municipales, y el fortalecimiento del discurso científico-positivista
adquiere ribetes políticos.
Uno de los ejemplos que expresa las opiniones de los médicos acerca de la libertad de
curar puede darse a partir del debate de las patentes que debían sacar los profesionales.
La Ley de Patentes, impuesto implantado a finales de 1860 a la actividad de los médicos
297
diplomados, les obligaba a pagar una cantidad fija para ejercer como tales, mientras que
los curanderos no tenían ninguna necesidad de sacar patente e igualmente curaba.
Ricardo González Leandri expresa que su cobro planteó serias dudas aún entre los jueces
de paz, por lo que el gobierno se vio en la necesidad de señalar que la patente se imponía
sólo a los médicos. Para éstos, el Consejo de Higiene sostenía una “libertad mal
entendida”, que frenaba a la medicina legítima e incrementaba el número de practicantes
ilegales443.
Su padre, Valentín Alsina, se había negado a aprobar las multas a personas que ejercieran
la medicina sin título, si lo hacían en forma intermitente y no como una profesión. Con
ello, se impedía de hecho una severa actuación oficial contra el curanderismo, ya que
muchos acusados podrían argüir que sólo curaban esporádicamente y lo hacían sólo a
443
González Leandri, Ricardo, “Curar, persuadir, gobernar. La construcción histórica de la profesión
médica en Buenos Aires, 1852-1886”, Madrid, CSIC.
444
Di Liscia, María Silvia, “Saberes, terapias y prácticas indígenas, populares y científicas en Argentina
(1750-1910)”, Madrid, Colección Biblioteca de Historia de América, Consejo Superior de Investigaciones
Científicas. 2003.
298
parientes y conocidos. Indirectamente, también se ponía en entredicho la intervención
médica, aceptando la medicina casera que se llevaba a cabo privadamente.
445
En Cignoli, Federico, 1953. Historia de la Farmacia Argentina, Rosario, Ruiz Editores. Di Liscia,
María Silvia, 2003, Saberes, terapias y prácticas indígenas, populares y científicas en Argentina
299
Este personaje no representa exactamente la imagen trazada por los médicos (inculta e
ignorante, que acumulaba errores y supersticiones), y a la vez, su figura culta y letrada
criticaba las inconsistencias de los médicos basándose en la necesidad de conocer los
recursos y también las enfermedades de cada lugar.
En el relato de Ciro Bayo, un maestro que estuvo en la campaña bonaerense a finales del
XIX, se mencionaba a un curandero, Ño Braulio, gaucho rastreador y baqueano de
Mansilla en la expedición de 1870, que aprovechando los conocimientos botánicos
adquiridos en esta profesión, circulaba por la llanura como curandero o médico
ambulante. Si bien no poseía estudios formales de medicina conocía de homeopatía y
yerbas lo que le facultaba ante el criterio popular para ejercer la medicina.
300
8.5 Médicos, homeópatas y farmacéuticos. Los conflictos profesionales en el
mercado de la salud y el libre ejercicio de la medicina
De mismo modo que en Chile, junto a los curanderos el sector médico atacó fuertemente
a los homeópatas. En un artículo de la Revista Médica de Buenos Aires sobre la “moral
médica” se expresa un juicio severo en contra de este tipo de oficios: “No hay duda
alguna que para los señores médicos homeópatas de esta capital, la moral medica es un
mito. Este periódico se ha ocupado varias veces de hacer conocer los procedimientos
poco decoroso que observan dichos médicos en el ejercicio de la profesión”447.
Los homeópatas son presentados como una especie de delincuentes que invaden los
espacios privados violando la intimidad familiar.
447
Revista médico quirúrgica.. “Moral médica”, año XXIV n° 3 mayo 8 de 1887 Buenos Aires Argentina.
P. 34
448
Ibidem.
301
El médico homeópata, en el caso expuesto, cambió la medicación de la niña, a lo cual la
familia consintió. El autor critica severamente esta actitud, acusando al profesional de
abusar de la ignorancia de una familia pobre. “No es de extrañar que una familia
ignorante y atribulada no guarde las consideraciones debidas al médico asistente, pero si
es altamente censurable que un joven médico, salido de nuestra escuela vaya á
posesionarse de un enfermo, sin guardar las formulas prescritas, no ya por la moral
médica, sinó por la más rudimentaria educación”449.
Queda claro que la preocupación del sector médico profesional no son los derechos de
las familias en busca del mejor tratamiento, la cual es presentada como “ignorante” e
incapacitada para ejercer un criterio de libertad, sino la competencia que se genera con
estos otros profesionales que se ganan la confianza de las familias.
En este contexto, una de las principales preocupaciones por parte del sector médico y de
las autoridades municipales de la Provincia de Buenos Aires fue frenar el expendio
clandestino de medicamentos realizados por farmacéuticos o médicos, sin autorización
del Consejo de Higiene de la ciudad de Buenos Aires, multando a los infractores con 300
pesos la primera vez y si volviesen a incurrir, duplicando el valor de la multa.
Con este objeto, en marzo de 1863, la comisión de exámen del Consejo de Higiene de
Buenos Aires se dirigió al ministro del interior, Guillermo Rawson, uno de los más
connotados médicos higienista de Argentina, informando la resolución de este
organismo, dictada el 13 de diciembre de 1861 referente a la práctica señalada. Dicho
informe pretendía generar un precedente para regular bajo los criterios legales acordados
por las autoridades de gobierno, las cuales pertenecen al propio sector médico
institucionalizado, tal como lo señala el informe al referirse a la participación activa que
449
Revista Médico Quirúrgica. “Moral médica”, año XXIV, N° 3, mayo 8 de 1887, Buenos Aires
Argentina. P. 35
302
tuvo el Ministro del Interior en la elaboración del informe de la comisión, siendo parte
de éste: “Circunstancias que el Sr. Ministro conoce, como miembro que ha sido de esta
comisión y en la que tomó una parte notable en sus trabajos”.450
La comisión enfatiza que, si bien se reconoce la “libertad de industria” para que todo
individuo pueda comerciar en el ámbito que desee, incluida la medicina, sus productos y
servicios; esta libertad se frena cuando se topa con lo que ellos denominan como “los
intereses legítimos de la sociedad”, expresados en las leyes que el gobierno determina.
Un gobierno manejado e integrado por el propio sector médico: “La comisión, en su
proyecto, ha partido de la base de que siendo cierto, como lo es, que la libertad de
industria es un derecho garantido por la Constitución, también lo es que ese derecho,
como todo otro para (que) sea lejitimamente ejercicio, debe circunscribirse dentro de la
órbita de las leyes que son dadas para salvaguardar los intereses también lejitimos de la
sociedad”451.
450
Revista Medica Quirúrgica “Carta de la Comisión nombrada para el examen de la resolución del
Consejo de Higiene de la provincia de Buenos Aires sobre remedios secretos” Volumen I, año I, marzo
16 1863. Buenos Aires Argentina, P. 157.
451
Ibídem.
303
La bandera que enarbolaron fue “la Higiene Pública”, bajo la cual los liberales e
higienistas asumieron la tarea de refrenar todas las conductas y prácticas que considerase
contrarias a ella.
Pero ¿en qué autoridad se sostiene este grupo de médicos para arrogarse el derecho de
ser precisamente ellos, y no otros, quienes deben velar por el establecimiento del bien
superior de la sociedad, por su salud y por su derecho a no ser engañada?
A su vez, y tal como lo señala el informe el Consejo de Higiene, por ser el organismo
institucional encargado de preservar la higiene y salubridad de la población, debe estar
dotado de todas las facultades inherentes a las policías públicas a la cual representa,
establecida en el reglamento sancionado por el Gobierno de Buenos Aires el 27 de
452
Revista Medica Quirúrgica “Carta de la Comisión nombrada para el examen de la resolución del
Consejo de Higiene de la provincia de Buenos Aires sobre remedios secretos” Volumen I, año I, marzo
16 1863. Buenos Aires Argentina, P. 158.
453
Ibídem.
454
Ibidem.
304
agosto de 1855, y en las cuales se estipula en el artículo 3º del título 1 “…de celar el
ejercicio de la medicina, de la farmacia y demás ramos del arte”455.
Por considerar que el farmacéutico no cumplía con la idoneidad para obtener el diploma,
los editores de la Revista solicitan al Consejo de Higiene que amoneste a ambos médicos
por respaldar dicha solicitud. De esta forma, el Consejo aspiraba a tener un estatuto tanto
fiscalizador como sancionador. La acusación se establecía en los siguientes términos:
“nos permitimos decir, que el hecho de firmar el médico de un pueblo, un documento,
455
Citado en Revista Medica Quirúrgica “Carta de la Comisión nombrada para el examen de la resolución
del Consejo de Higiene de la provincia de Buenos Aires sobre remedios secretos” Volumen I, año I,
marzo 16 1863. Buenos Aires Argentina, P.158.
305
pidiendo títulos para hombre que pueden (por ignorancia) envenenar esa población;
favorecerá indirectamente esos males con su firma autorizada, y corrompen las
costumbres, despreciando las leyes é instituciones del país.- El público debe saber que
un sentimiento que no se alcanza á comprender (á nos e el interés) ha elevado la
inteligencia de esos médicos, al punto de hacerse olvida que ellos mismos, se desprecian
comparándose con los comerciantes de la humanidad a costa tal vez de sus propias
vida”456.
Es necesario abordar otros elementos dentro del proceso de profesionalización, más allá
de la agencia académico-científica, y esto es el impacto que tuvieron los ciclos
epidemiológicos en la conformación de una élite de especialistas respaldados por las
autoridades de gobierno.
456
G. y Quiroñes. Revista Medica Quirúrgica Volumen I, año I, marzo 1863. Buenos Aires Argentina,
P.161.
306
ámbito donde operan los “arreglos corporalistas”, las estrategias asociativas y de
fomento de la identidad grupal y los mecanismo de “clausura” legales, credencialistas y
de carácter informal.”457.
De esta manera, los miembros del sector médico, afianzados en sus atribuciones,
pudieron ingresar en las estructuras del Estado hacia la década de 1880, coincidiendo
con la creación del Departamento Nacional de Higiene (DNH).
307
la organización del sector médico y la fundación de la Escuela de Medicina de la
Universidad de Chile, en Argentina los médicos extranjeros no se mesclaron, siempre,
con las clases dirigentes, manteniéndose, muchas veces, como otros profesionales
inmigrantes en los sectores medios y bajos.
Esto sumado a la desconfianza que generó el enorme flujo migratorio el último tercio del
siglo XX, contribuyó a idear la imagen del médico extranjero como un charlatán, o, en
menor medida, como un competidor.
308
Capítulo 9:
Este artículo hereda en gran parte las atribuciones ya establecidas para el Municipio de
Buenos Aires en el artículo 3º del título primero de agosto de 1833, en el que “se hayan
como principales las de proponer al Gobierno los medios de mejorar la salud pública, y
las de celar el ejercicio de la medicina de la farmacia, y de las demás artes de curar”.
Si bien esto respondió a una tradición médica que se había establecido junto a otros
organismo municipales, muchos médicos pertenecientes a las nuevas castas asociadas a
la Sociedad Médica, la Revista Medica Quirúrgica a la Escuela de Medicina y, por sobre
todo, a la corriente higienista; criticaron fuertemente las amplias atribuciones de los
309
Municipios en esta materia, lo que motivaría más tarde la creación del Departamento
Nacional de Higiene. Éste concentraría muchas de las atribuciones desplegadas en los
municipios.
En este contexto se puede apreciar una disputa entre dos sectores médicos poderosos
hacia mediados del siglo XIX: el municipal y el incipiente nacional.
En los siguientes capítulos analizaremos los conflictos y fricciones entre las Sociedades
Medica y la Facultad de Medicina de Buenos Aires en contra del sector médico
municipalizado, en temas como el ejercicio médico gratuito, las prestaciones en el
ejército y la administración de la vacuna.
310
“¡Por fin fué provista la plaza de médico del nuevo Hospital de dementes! El nombrado
ha sido el Dr. D. José M Uriarte. No se puede menos de censurar la conducta que ha
observado la Municipalidad, respecto de la Facultad de Medicina, con motivo de ese
nombramiento. La Municipalidad resolvió, primeramente proveer la plaza prévia una
oposición científica, con este objeto pidió la cooperación de la Facultad, y la halló al
momento.- Se señalaron y publicaron las bases del concurso, y se fijó plazo para la
inscripción de los candidatos; mas, una vez vencido el plazo, la Municipalidad, que
habia hecho contraer un compromiso á la Facultad para con los candidatos inscritos,
resolvió nombrar al médico que habia cuidado á los dementes en el Hospital general de
hombres. El nombrado reinició el primer dia de entrar en ejercicio, y con este motivo la
Municipalidad volvió al asunto de la oposición; pero esta vez la Facultad no quizo
esponerse á un nuevo desaire, propuesto a la Municipalidad una terna de Médicos aptos.-
La Municipalidad aceptó la idea y recibió la terna, pero muy lejos de hacer recaer el
nombramiento en uno de los tres, como era de esperarse, nombró á uno que no se
hallaba en ella.- Por lo demas creemos que el electo llenará debidamente su empleo, á
pesar de las mil dificultades que le son inherentes. Debe también esforzarse en no
defraudar las esperanzas de la Municipalidad, que tan favorable se le ha demostrado”459.
Este hecho motivó una fuerte contienda entre los médicos de la Escuela de Medicina
(UBA) y el Consejo de Higiene Municipal, el cual se prolongaría por dos décadas, hasta
la creación del un Departamento de Higiene con atribuciones nacionales.
Los médicos de la academia no eran los únicos que criticaban al Consejo de Higiene
Municipal; los farmacéuticos, que hacia la década de 1860 se encontraban fuertemente
organizados en sociedades autónomas, profesionalizadas y con la publicación periódica
de revistas científicas como la Revista Farmacéutica, también tomaron la parte en este
proceso de reorganización de las entidades públicas de salud.
459
Revista Médico Quirúrgica, Buenos Aires Argentina. Volumen 1 año 1864, P.3.
311
En un artículo publicado en el número 1 de la Revista Farmacéutica se criticaba el
accionar y organización del Consejo de Higiene en los siguientes términos: “Mas de una
vez hemos querido escribir sobre este tema, pero el desaliento nos ha hecho arrojar la
pluma que habiamos empuñado. Hoy, cediendo á exigencias que no podemos
desatender, vamos a escribir un articulo para la Revista; y ¿cómo no hacerlo sobre el
tema en cuestion, desde que estamos, tal vez mas que otros en aptitud de llamar la
atención sobre una institucion utilísima, hoy desprestijiada u desamparada por la
autoridad?460”
Nos admiramos de que la comisión redactora de ese periódico haya consentido en darle
cabida en sus columnas, haciéndose asi el éco de tan mezquinas y falsas ideas, cuya
responsabilidad evita el autor encubriéndose, para espresarlas, bajo el velo del anónimo;
no se hubiera valido de él si ellas fueron el fruto de una sana conviccion.
No entraremos pues en una discusión hasta que el nombre del autor, puesto al pié de sus
escritos nos revelen un franco y noble adversario”461.
460
Revista Médico Quirúrgica. Buenos Aires Argentina. Volumen 1 año 1864, P.21.
461
Revista Médico Quirúrgica. Año I N°4 Buenos Aires, mayo 23 de 1864.
312
del comunicado inserto en el número 2| de la revista Médica, no lo ha estado del todo,
por desgracia, con la definición y objeto á que se circunscribirían las atribuciones del
Consejo; pero, Sr doliente, Vd. Padece de dolo, pues en el tal articulo, que Vd. Pretende
atacar, no se señala objeto, no se da definición y mucho menos se hace lo que Vd. Llama
circunscribir l institución; si autor á su parecer necesaria, tal es el objeto del articulo, tal
es tambien lo que él mismo manifiesta”462.
La Revista Médica asumió esta defensa en términos gremiales, ya que veían en el ataque
al Consejo de Higiene un ataque contra todo el sector médico: “Convenimos con el
articulista que aquello de los remedios secretos es una mala plaga que debe espantarse
allende el mar de donde vienen; pero el doliente (que como tal no tiene sana y buena su
moral) se desata en esto y hace á los médicos culpables, solidarios, responsables y
alentadores de los remedios secretos …y esto por su conducta!!!... es decir, por los
precios fabulosos que cobran por la asistencia de los enfermos con lo que contribuyen en
gran medida…”463.
Está claro que la Revista Médica, junto a otras organizaciones como la Sociedad Médica
Bonaerense y la Facultad de Medicina de la UBA se arrogaron la representación del todo
el sector médico, constituyendo la ilusión de ser un conjunto cohesionado. Es en este
contexto que defienden a los médicos del Consejo de Higiene, aunque esta actitud no fue
siempre la misma. El apoyo hacia el Consejo no duró, ya que durante el transcurso de
siguiente año las fricciones entre ambas entidades se reanudaron con más intensidad. En
otro artículo escrito en la Revista Médico Quirúrgica en 1865 se señalaba que: “Las
Municipalidades ni por el objeto de su institución, ni por la forma de organización
pueden ser consideradas corporaciones competentes para iniciar y decidir sobre las
elevadas cuestiones de higiene pública”464.
462
Ibidem.
463
Ibidem.
464
M. Puiggari. “Artículos comunicados”: ¿debe la realización de las medidas higiénicas y sanitarias
fiarse – exclusivamente de la iniciativa de las municipalidades? año 2 n° 1, abril 8 de 1865. PP. 3-8.
313
El autor del artículo considera que el Consejo Municipal de Higiene, la mayoría de las
veces, se encuentra compuesto por buenos médicos pero malos higienistas. Claramente
lo que al autor le incomoda es la competencia que mantienen en ciertos puntos
tendientes a la regulación del ejercicio de la medicina y la lucha contra el charlatanismo,
pues muchos médicos intentaban, hacia mediados del siglo XIX, auto-legitimarse como
sector profesionalizado y desplazar en el mercado laboral y económico a los médicos
titulados y asociados.
Si bien en Chile esta pugna se dio principalmente entre dos grupos: los curanderos por
un lado y los médicos profesionalizados de la Escuela de Medicina de la Universidad de
Chile por el otro; en Argentina el cuadro fue mucho más complejo, participando
numerosos agentes en el ejercicio de la medicina, desde médicos municipales y
academicistas hasta curanderos, farmacéuticos, homeópatas y médicos extranjeros.
No era asunto menor el tema de quién o qué sector se arrogaba el derecho de combatir el
charlatanismo, regular los precios de medicamentos y atenciones médicas, y controlar la
Policía Sanitaria. El artículo 5º del citado decreto municipal de la ciudad de Buenos
Aires de 1833, establecía al Consejo Municipal y la Facultad de Medicina de la UBA
como las celadoras del ejercicio de la medicina y la regulación de venta de
medicamentos. De esta forma ambas entidades se constituyeron en parte en
competidoras legitimadas.
314
La disputa llegó a su clímax en marzo del año de 1865 cuando cuatro médicos
municipales fueron ofrecidos por el Municipio para cubrir las necesidades médicas
militares en el marco del conflicto bélico con Paraguay, conocido como “Guerra de la
Triple Alianza”, al quedar vacante hacia esa fecha el puesto de cirujano mayor del
ejército. Las autoridades de Buenos Aires ofrecieron los servicios de los médicos
municipales, cosa que exasperó a los galenos asociados a la Sociedad Médica de Buenos
Aires, pues consideraban un abuso de atribuciones por parte del Consejo de Higiene del
Municipio ante contiendas y situaciones de carácter nacional.
Además, según señalaba la Sociedad Médica, estos cuatro profesionales fueron forzados
a prestar servicios militares y a abandonar con ello a sus familias. Ante esta medida los
médicos municipales Manuel Arauz, Adolfo E. Peralta, Patricio Ramos, Santiago
Larrosa, José T. Baca, José A. Terry, Guillermo Zapiola y Juan A. Argerich, alentados
por la Sociedad Médica, protestaron en bloque durante el mes de mayo, apelando al
vicepresidente del Consejo Municipal, el Doctor Lorenzo Torres. “Sorprendidos por la
publicación de una especie de acuerdo, proyectado por el señor municipal Rocha, y
aprobado por los señores Torres, Echanguecia y Obligado, acuerdo por el cual se
465
“Los médicos municipales”. Revista médico quirúrgica Año 2, n° 3, marzo 8 de 1865. P. 39.
315
resuelve que cuatro de los médicos municipales sean puestos a disposición del Gobierno
Nacional, para que este lo estimen donde lo exijan las necesidades de la guerra. Venimos
Sor Presidente à protestar contra esta resolucion, renunciando si es preciso a nuestro
empleo, antes que acatar una disposicion que creemos atentatoria à nuestra dignidad y à
nuestros derechos, como empleados de la corporación municipal”466.
El artículo del “Pueblo” señala que dicha medida era innecesaria, ya que el gobierno
nacional, con apoyo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires,
habían ya suplido las necesidades requeridas por el ejército con el ofrecimiento de
servicios por parte de los practicantes de 3º, 4º y 5º año, los que después de un exámen
fueron consignados con el título de “cirujano mayor del ejército”. Ante esta
circunstancia, la medida adoptada por el Municipio expresa un desconocimiento y
desautorización de los acuerdos asumidos entre la facultad de Medicina y el Gobierno
Nacional.
466
“Los médicos municipales”. Revista médico quirúrgica Año 2, n° 3, marzo 8 de 1865. PP. 41-42.
467
Citado en “Los médicos municipales”. Revista médico quirúrgica Año 2, n° 3, marzo 8 de 1865. P.40.
316
Ante la protesta de la Sociedad Médica y los organismos de prensa, el municipio optó
por suspender a los médicos municipales que habían protestado contra esta medida, lo
que agravó aún más la situación. Como si no fuera poca la confusión, el Cuerpo Médico
del Ejército criticó la actitud de la Sociedad Médica y al grupo de médicos municipales
que se negaron a prestar los servicios exigidos por las autoridades, señalando que “tan
solo el respetable señor Muñiz a acudida à su llamado”468 lo que se consideró una falta
patriótica por parte de los médicos bonaerenses. Desde el ministerio de Guerra y Marina
el señor Julián Martínez felicitó la heroica iniciativa del médico Juan Muñiz en una carta
publicada en el periodo “La Tribuna” y reproducida en la Revista médico quirúrgica en
septiembre de 1865. “Impuesto el gobierno del patriótico ofrecimiento que ha hecho Vd.
De marchar al ejercito á asistir a los enfermos y heridos sin compensación alguna, me
han encargado le comunique el agradecimiento con que acepta esa oferta desinteresada à
nombre del país…”469.
Más allá de la intervención del Cuerpo Médico del Ejército, es claro apreciar en este
punto que la contienda se establece en última instancia entre el sector de los médicos
municipales con los asociados a la Escuela de Medicina de la UBA. Esto adquiere
ribetes gubernamentales al enfrentar del mismo modo a las autoridades de los gobiernos
municipales con los gobiernos nacionales, y es que a la fecha de 1865 aun el Gobierno
Nacional es bastante endeble y las instituciones sanitarias no se han consolidado,
enfrentándose constantemente con la competencia de los Consejos Municipales en esta
materia.
468
Citado en “Los médicos municipales”. Revista médico quirúrgica Año 2, n° 3, marzo 8 de 1865. P.43.
469
Julián Martínez 5 de septiembre de 1865. Reproducida en Revista médico Quirúrgica 8 de septiembre
de 1865, año 2 número 11. P.169.
317
gremiales y económicas del sector médico profesionalizado. Dos posiciones se
enfrentaban en pos de una regulación del servicio médico: por un lado el servicio
patriótico, el cual algunos médicos como el doctor Muñiz ofrecían de forma gratuita y
abnegada.
En este contexto, el sector médico junto a la opinión pública que lo respaldaba desde
periódicos como La Tribuna o El Pueblo, exigían una reforma global en cuanto a la
autonomía del sector, frente a la autoridad local de los municipios, la regulación de
remuneraciones en base a las propuestas que el propio sector estimase, y la calificación
de médicos especializado en el servicio militar con beneficios similares a los oficiales
del ejército.
Sin embargo esta postura tuvo también fuerte detractores, lo que se consigna en una
carta dirigida al editor del diario “La Nación Argentina” por el médico Nicanor
Albarellos a fines del año de 1865. En ésta se señala que en varias oportunidades el
periódico había expresado injuriantes expresiones contra el sector médico por no asumir
su responsabilidad patriótica en el conflicto bélico contra el Paraguay. Aludiendo
específicamente a la emisión del 29 de agosto del mismo año, en un artículo titulado
470
Tribuna, “Los Médicos del Ejército” citado en Revista médico quirúrgica Año 2, n° 3, marzo 8 de 1865.
P. 43.
318
“Médicos y Hospitales”: “…en ella refiriéndose al Dr. Molina demuestra el triste estado
à que están reducidos los “heridos privados de médicos, de camas, de ropas y de todo
auxilio”; y más adelanta señala: “entre tanto el doble deber de humanidad y patriotismo,
parece que no habla bastante alto á los médicos que están en Buenos Aires”471.
En esta misiva el doctor Albarellos cuenta que a principios del mes de mayo él se
presentó ante el general Mitre y el Presidente de la República señalando la necesidad de
levantar un hospital para heridos de guerra con 500 camas, y ofreció sus servicios junto
al de otros 8 médicos más en los que se contaba Adolfo Peralta, el mismo médico
municipal que se negó a prestar servicios en el ejército por mandato de las autoridades
municipales. Albarellos señalaba que la oferta fue en principio bien recibida por el
general Mitre y el Presidente, sin embargo, pasado el tiempo las autoridades pertinentes
no se manifestaron, por lo que el doctor Albarellos acudió al Ministro de Guerra y
Naval, el oficial Gelly, a lo que éste le contestó que no requerían de más servicios
médicos pues contaban con “siete en el cuerpo médico con el cirujano en Gefe y seis
que me da la municipalidad son trece…”472.
Los altercados entre médicos asociados a la Sociedad Médica, las autoridades del
Consejo de Higiene Municipal (que también eran médicos) y las autoridades del ejército,
marcaron el punto de inicio de un proceso de autonomía y legitimación originado desde
471
Nicanor Alabarellos, carta al redactor del diario la Nación Argentina Revista Médico Quirúrgica Sobre
los médicos y el ejército. 8-9-1865 año 2 n° 11, pp. 173-174.
472
Ibidem.
319
la academia y la Sociedad Médica y que se vio enfrentada contra otros sectores médicos
como los municipales y los del ejército.
Cuadro Nº 1
Cargo Nombre
Doctor Don Hilario Almeira.
Doctor Don Campolican Molina.
Doctor Don Joaquín Díaz de Bedoya.
Doctor Don Pedro Mallo.
Doctor Don Francisco Soler.
Doctor Don Manuel de Biedma.
Doctor Don Germán vega.
Doctor Don Francisco Barajas.
Doctor Don Ramón del Arca.
Doctor Don Ángel Gallardo.
Doctor Don Francisco J. Muñoz.
Profesor Don Isidro J. Muñoz.
Profesor Don Martín Beruti.
Cirujano Don Ricardo Sutton.
Cirujano Don N. Vidal de Cassis.
Cirujano Don Tomas Godrich.
Cirujano Don Miguel Gallegos.
Cirujano Don Lino Loureyro.
Cirujano Don Germán Segura.
Practicante Don Ricardo Gutiérrez.
Practicante Don Lucilo del Castillo.
Practicante Don José Artiz.
320
Practicante Don Eleodoro Damianoviche.
Practicante Don Juan B. Maggi.
Cargo Nombre
Practicante Don Antonio Silva.
Practicante Don Ángel Golfarini.
Practicante Don Bernardino Reparaz.
Farmacéutico Don Bernardino Bergara.
Farmacéutico Don Benjamín Canard.
Farmacéutico Don Cosme Masini.
Farmacéutico Don Bartolomé Navarro.
Farmacéutico Don Augusto Pressingé.
Farmacéutico Don Octavio Martes.
Farmacéutico Don Teodoro Rondao.
Farmacéutico Don J.J. Jaley Kayley.
Farmacéutico Don Joaquín Cascallares.
Farmacéutico Don N. Casdalda.
Pie de Cuadro: La Nómina de profesionales de la salud que servían en el ejército era bastante homogénea incluyendo a
practicantes y farmacéuticos que comúnmente se encontraban en litigios con los médicos profesionales por el mercado
de la salud.
321
de brazo a brazo podía trasmitir enfermedades como la sífilis. A este respecto los
secretarios del Consejo señalaron: “la vacuna humana acusada de poder trasmitir, una
enfermedad tan destructora como la sífilis, y de ser impotente, a veces, para preservar de
la viruela, ha necesitado, después de una serie de estudios, encontrar en la vacuna animal
la rejeneracion del invento de Jenner”473.
Los secretarios del Consejo de Higiene Pública informaban que habían tenido la
posibilidad de acceder a una cepa nueva en un animal perteneciente a un tal señor
Casares, lo que posibilitó regenerar la vacuna. Esta cepa fue entregada al médico
veterinario Carlos Remy.
El Consejo sugería al Gobierno establecer un establo y local donde preservar dicha cepa,
instaurando con ello un Instituto de Preservación de la Vacuna: “Los gastos que habría
que hacer para la instalación del servicio y para su sostenimiento mensual, serian muy
moderados con relación al gran resultado que se obtendría. Base á V. S saber á este
último respecto: 1º que la vacuna nunca se perdería, por pequeño que fuera el número de
personas vacunadas (…) pues que la vacuna animal se transmitiría constantemente de
ternera a ternera. 2º Que esta probado que nunca con la vacuna animal se transmite la
sífilis ni ninguna otra enfermedad. 3º Que una vez organizado el servicio, la vacuna sería
tan abundante que podría suministrarse a todo los puntos de la provincia; y 4º que el
virus vacinio se debilita por la trasmisión de brazo a brazo, y que su renovación y su
depuración se obtiene pasándolo al animal”474.
Con esta acción se pretendía generar un sistema de vacunación e higiene que traspasara
los límites tradicionales de los municipios, estableciendo un Instituto de Preservación de
la Vacuna a nivel nacional, y con ello un programa de vacunación de la misma
envergadura. Ante esta solicitud el Inspector General de Vacuna, doctor P. A. Mattos,
473
“Consejo de higiene y vacuna animal” carta de los secretarios del Consejo de Higiene Luis María
Drago y Leopoldo Montes de Oca, revista médico Quirúrgica, año 6 n° 9 agosto 8 de 1869 P.147
474
Revista Médico Quirúrgica. op. cit. P.148
322
reaccionó de forma negativa negando las afirmaciones señaladas por el Consejo de
Higiene al superior Gobierno, en cuanto a que la vacuna humana degeneraba en su
transmisión de brazo a brazo:
“…muchos pretenden que la vacuna humana dejenera, y han propuesto sustituirla por la
vacuna animal conservada por la trasmisión de un animal á otro. Yo mismo he tenido
mis temores de aquella dejeneracion; pero los que así piensan no han presentado hasta
ahora un hecho cierto., libre de dudas, hecho que estableciese esta verdad á los que se la
rebaten y sostienen la no dejeneración de la vacuna”475.
Según señalaba, no existe una degeneración de la vacuna tipo, sino sólo una variación
que afectaría las características primigenias.
Es claro que en este punto se entabla un litigio de injerencias entre las autoridades
municipales y las del Gobierno Nacional. En este contexto, el veterinario encargado del
experimento de depuración de la vacuna animal mandatado por el Consejo de Higiene,
doctor Carlos Remy, señaló en una carta dirigida a la Revista médico quirúrgica el 8
475
Inspector General de Vacuna. Comunicado (vacuna) Revista médico quirúrgica, año 6 n° 10 agosto 23
1869 P. 175.
476
Mattos, P.A. Proyecto de Administración de la Vacuna. 23 de marzo de 1870. En Revista médico
quirúrgica. “Vacuna”, año 7 n° 1 abril 8 de 1870 P.7.
P.7.
323
noviembre de 1869, que el hecho de que se prefiera la vacuna animal antes de la humana
brazo a brazo se debe a que algunos médicos, entre los que se encontraban los
especialistas de la Municipalidad, afirmaban que ésta se degeneraba en la aplicación de
brazo a brazo generando complicaciones y la muerte.
Además agrega: “La nota dirijida á la municipalidad por el señor Inspector de Vacuna
encierra dos proposiciones: La primera niega la dejeneración de la vacuna humana. La
segunda declara la insuficiencia de la vacuna animal, para suplir con ventaja á la
primera, olvidándose el señor Inspector de hablar de una tercera, que forma la base de
toda la cuestión, que es: la posibilidad de introducir con la vacunación de brazo á brazo
elementos peligrosos para los niños que la reciban”477.
Para probar su argumento a favor de la vacuna animal, el médico veterinario relató uno
de los experimentos que se habían realizado con la antigua cepa contenida en la Casa
Central de Vacuna. Con ella se inoculó a un niño de ocho años y luego se pasó el virus a
una vaca, constituyendo un cowpox artificial. Con esta cepa se inoculó a un segundo
animal y sucesivamente se retornó al estado humano inoculando con esta cepa a un
herrero de 34 años. Las pústulas que presentó eran de mejor calidad que las del niño, y
después de permanecer un día con fiebre en cama el hombre retornó a su trabajo. Con
ello se intentó demostrar que la vacuna animal fortaleció la cepa inicial humana. En
favor de su argumento agrega que la denominada vacuna antigua de tipo humana no es
más que cowpox que fue inoculada en personas y se ha trasmitido por esta vía. Además
asevera que es mucho más riesgoso el método de brazo a brazo porque este sistema
puede transmitir enfermedades como la sífilis478.
Este último punto fue especialmente debatido, ya que se temía que la sífilis pudiera
contagiarse a través de la vacunación, ya sea de brazo a brazo o por la cepa animal. Los
477
Artículo comunicado sobre la vacuna, Revista médico quirúrgica, año 6 n° 15 noviembre 8 de 1869 P.
256.
478
Revista Médico Quirúrgica. op. cit. P.258.
324
expertos se preocupaban especialmente de los niños, pues ya consideraban que la sífilis
en la niñez producía efectos mucho más devastadores que en los adultos. Estas
observaciones impactaron la opinión pública y popular, que se negó a recibir la
vacunación de brazo a brazo pues consideraba que dicha inoculación no era más que la
propagación de la enfermedad de la viruela y otros males.
Remy señala a este respecto que “una consideración importante hacia la introducción de
un servicio de vacunación animal mas apremiante en este país que en otro cualquiera de
Europa, es la mala reputación que goza la vacuna aquí. No solo lo hemos oído decir á
varios médicos, sinó también a muchas personas cuando buscábamos niños para
nuestros ensayos sobre la vacuna animal”479.
Es por esto que no fue asunto menor determinar el método a utilizar por las autoridades
de higiene, ya que representaba, en última instancia, el respeto y confianza por parte de
la ciudadanía. Ciertamente el asunto era de índole científico, sin embargo podemos
observar que debajo de esta discusión se encuentran algunos elementos de competencia
y autoridad en juego.
Como respuesta a los alegatos interpuestos por el doctor Remy, los integrantes de la
Comisión de Higiene de la Municipalidad acudieron a los académicos de la Facultad de
Medicina de la Universidad de Buenos Aires para respaldar sus argumentos. En este
ámbito la Facultad se constituye en el árbitro legítimo para todos los litigios originados
entre los medios asociados a los organismos nacionales y los municipales: “cuestión
vacuna: con motivo de la nota pasada á la municipalidad por el Inspector Jeneral de
Vacuna, publicada en la Revista, la sección de Hijiene de la Corporación hizo en un
informe un resumen de la importante cuestión vacuna. El todo fue sometido al dictamen
de la Facultad de Medicina, por considerar la Municipalidad que el Consejo de Hijiene
Pública y había esperesado su opinión en la nota sobre vacuna animal que también
479
Revista Médico Quirúrgica. op. cit. P.260.
325
hemos publicado. La facultad de Medicina ha pasado el asunto á informe de una
comisión compuesta de los Dres. D, Manuel Agusto Montes de Oca y D. Pedro. A.
Pardo, la cual aun no se ha espedido”480.
El asunto se prolongó por un año más, y en marzo de 1870 el inspector de vacuna, señor
Mattos, publicó en la Revista médico quirúrgica el proyecto propuesto a la
Municipalidad de Buenos Aires para la organización de la administración de la vacuna.
El proyecto señalaba como los puntos más relevantes los siguientes:
480
Revista Médico Quirúrgica. Buenos Aires Argentina. “Cuestión vacuna”, año 6 n° 16 23 de noviembre
de 1869 P. 262.
326
4º el Portero estará bajo las órdenes inmediatas del Administrador
7º para el acto de inoculación de la vacuna se solicitará de los señores curas, las
habitaciones dependientes de la Iglesia, y si estos no accediesen, las escuelas púbicas,
prefiriéndose la mas contigua á la Iglesia.
9º con el objeto de renovar la vacuna se ofrece un premio anual de seis mil S m/e., a la
persona que primero presentase durante el año una vaca con la mejor vacuna espontanea,
el verdadero Cow-pox.
10º para la obtención del premio se presentará el solicitante al administrador de vacuna,
indicándole el, lugar donde se halla la caca, el estado en que están las pústulas, los días
que tienen, la edad y color del animal y las condiciones en que se encuentra.
11º El administrador inmediatamente dará cuenta á la sección de Hijiene, y esta pasará
acompañada del administrador, del Presidente y Secretario del Consejo de Higiene, del
Presidente y Secretario de la Facultad de Medicina (cuya concurrencia se solicitará) y de
los Practicantes de vacuna, á reconocer las pústulas, y hallándolas de buena naturaleza
anotara la sección, el nombre del dueño de la vaca, la calle y número ó local del
establecimiento, la edad y color del animal, procediéndose á inocular la linfa vacinia en
tres o cuatro personas en presencia de la Comisión (…)
12º los preceptores y preceptoras de las Escuelas Municipales no admitirán niños que se
hallen vacunados y propenderán á que se vacunen los que no lo estén. Se procurará
recabar igual disposición para los Colejios y escuelas dependientes de la Sociedad de
Beneficencia y Departamento de Escuelas.
13º el Administrador queda encargado de la ejecución en todas sus partes de la presente
ordenanza.
14º quedan suprimidas las casas auxiliares de vacuna y derogadas las disposiciones
anteriores á esta ordenanza”481.
481
Revista Médico Quirúrgica. Buenos Aires Argentina. “Vacuna” y “Proyecto de Administración de la
Vacuna”, año 7 n° 1 abril 8 de 1870. Pp. 4-7.
327
Con este último punto el proyecto se aseguraba de impedir la injerencia de otros
organismos de nivel nacional que intentasen involucrarse, además que extendía su
autoridad sobre los planes de vacunación escolar en el municipio.
“Hace tiempo que el Consejo está preocupado con la idea de que es conveniente
establecer en el país un Conservatorio de Vacuna animal, Por dos distintas ocasiones,
una dirijiendose al Gobierno Nacional del quien entonces dependía, y otra al Gobierno
del Dr. Alsina, propuso á la Superioridad la plantación de aquel establecimiento
fundándose en una série de razones que pueden reducirse á las siguientes: 1ª mayor
energía del virus; 2ª posibilidad de conservarlo en grande escala, 3ª ámplia facilidad para
trasmitirlo, 4ª pureza del virus, siendo con él imposible la trasmisión de otra
enfermedad”482.
482
“Conservatorio de la vacuna animal”, año 8 n° 16 noviembre 23 de 1871 P.245.
328
indispensable), asume un carácter de estabilidad, para que en todo tiempo pueda
producir los resultados importantes que el Consejo espera de él”483.
483
Ibidem.
484
Revista Médico Quirúrgica. “Conservatorio vacuna animal”, año 9 n° 3 mayo 8 de 1872 Pp. 34-35.
329
Capítulo 10: La regulación del ejercicio médico en Argentina
Durante la segunda mitad del siglo XIX el sector médico, tanto en Chile como en
Argentina, se abocó a la tarea de establecer un proyecto político, social e ideológico que
permitiera asentar la base de su autoridad e influencia, en todos los ámbito de desarrollo
social, tanto en lo público como privado (ver capítulo sobre las libertades individuales).
Éste reaccionó contra la Ley de Patentes exigiendo que también se regulase el ejercicio
de sus competidores en el mercado de la salud, refiriéndose a los profesionales
extranjeros, farmacéuticos y curanderos que soslayaban los mecanismos de control
institucional485.
485
“La patente de los médicos”, Revista Médica, año 4 n° 6 1867. Pp. 82 a 84.
330
profesionales. La exclusión se agudizó a partir de 1860 cuando la comunidad médica
local se afianzaba y las generaciones jóvenes de médicos compitieran con los extranjeros
establecidos.
El Estado hizo uso del servicio de médicos extranjeros para suplir la deficiencia de
servicio en las provincias a las que los médicos argentinos no se encontraban dispuestos
a ir, lo que agudizó la crisis.
…La Revista Médica-Quirúrgica llamaba la atención sobre este punto: “¿Y los
numerosos médicos extranjeros, que ejercen diaria y públicamente a la par nuestra en
esta ciudad y su campaña, sin haber revalidado sus diplomas, sin constarnos si son o no
médicos, si sus títulos son falsificados o comprados a familias de facultativos que han
muerto en Europa? ¿Sacarán o no patente?”486.
Según sostenían, la regulación del ejercicio médico por parte de las autoridades debía
abocarse a la contención de las malas prácticas de quienes no hayan sido validados por
la Escuela de Medicina.
“De algún tiempo á esta parte la libertad mal entendida se convierte en licencia entre
nosotros, y las autoridades toleran el ejercicio ilegal de la medicina. El Consejo de
Higiene Pública se encoje de hombros y nos vuelve la espalda, porque no puede reprimir
ni remediar los males que pesan sobre esta población, con motivo del ejercicio ilícito de
la medicina, que de dia en dia aumenta el gremio de esplotadores de la humanidad,
porque carece de las atribuciones del antiguo Tribunal de Medicina y Farmacia”.
486
Ibidem. Citado, en Ricardo González, Curar, persuadir, gobernar la construcción histórica de la
profesión médica en Buenos Aires 1852-1886. p. 38
331
control institucional sobre el sector médico. Se quejaban de que no los protegiera de sus
competidores y, por el contrario, los agobiaban con requerimientos y restricciones.
“…sabemos que hay médicos que están dispuestos á no sacar la patente, y para no
revelarse á la ley, arrancarán las tablillas de sus puertas, renunciarán al grado de doctor y
se declararán curanderos. Y á fé que tienen razón, desde que el curandero ejerce
libremente sin que pese sobre él responsabilidad alguna, desde que las autoridades con
su silencia le conceden privilegios de que no goza el médico, vale mas declararse
curandero y eximirse de la patente”487.
En una carta emitida por el presidente del Consejo de Higiene en octubre de 1868, ante
la consulta de un Juez de Paz del Partido de Ayacucho referente a si se debe someter a
los curanderos de la localidad a la cancelación de patentes médicas, se señala:
“la Ley de patentes, Exmo, señor, impone esta contribución, á los médicos y cirujanos en
el ejercicio de su profesión.
487
“La patente de los médicos”, Revista Médica, año 4 n° 6 1867. P. 83.
Es necesario precisa en este punto la diferencia entre curanderos y homeópatas, ambos sectores rivales
de gremio médico en el mercado de la salud. La homeopatía se estableció como una nueva corriente
alterna al sector médico, en la cual trabajaban tanto diplomados como sujetos fuera del sistema
institucional, por lo cual no se les puede considerar del mismo orden que los curanderos. Si bien los
homeópatas competían en los sectores medios y acomodados incluso, los curanderos se desarrollaron
sobre todo en los sectores populares. Los denominados inteligentes son aquellos curanderos que se
arrogan una cierta especialidad como la cura de la fiebre o males de riñones o de ojo. El conflicto con
los curanderos se avino con el establecimiento de la normativa estatal del cobro de patentes a los
médicos diplomados.
332
Basta esta simple referencia para demostrar que los intrusos, los curanderos, los
aficionados al ejercicio de la medicina no deben ni pueden pagar patente.
“Será ciertamente una inmoralidad conceder á esos esplotadores un documento que hasta
cierto punto los garantiera contra la aplicación de las disposiciones vijentes que
condenan el curanderismo”488.
Si los médicos no contaban con la protección del Estado ante sus competidores en el
mercado de la salud en Chile y Argentina, ¿debían sentirse obligados a los
requerimientos sociales e institucionales en el ejercicio de su profesión? ¿Debían asistir
a un enfermo cuando este lo requiriera aunque no fueran cancelados sus servicios, o su
dignidad se menoscabara con dicha atención? ¿Estaban obligados por un deber moral
más allá de su propia libertad?
488
Luis Mª Drago. Presidente del Consejo de Higiene de Argentina. Buenos Aires, 15 de octubre de 1868,
publicado en la Revista Médica año 6 agosto 23 de 1869. pp. 160-161.
333
10.2 La caridad y el conflicto de las prestaciones médicas gratuitas en Argentina
La regulación del servicio médico fue puesta en discusión pública en agosto de 1870
cuando la Revista médico quirúrgica dio a conocer las opiniones gubernamentales en
este ámbito. Esto a causa de un incidente denunciado por un vecino en una localidad
solo identificada como “uno de los pueblos de nuestra campaña”.
“El vecino acusa á los médicos no haber querido asistirle un enfermo de sus familia, y
los médicos dicen no poder asistir á esta familia: 1º porque nunca se les ha abonado sus
honorarios; 2º porque son calumniados y denostados por ella; 3º porque temian que un
caso desgraciado les fuese maliciosamente inculpado”489.
Se requería urgentemente establecer una normativa que regulara el oficio de los médicos
aduciendo que, si bien estaban en su derecho de ejerce libremente las atenciones
médicas, existía una “obligación de sociabilidad” que le imponía el rol médico.
489
“Pugna vecinos y médicos”, Revista Médico Quirúrgica, Buenos Aires Argentina año 7 n° 23 mayo 8,
1870 P.39.
490
Ponce de León, Macarena “gobernar la pobreza. Prácticas de la caridad y beneficencia en la ciudad de
Santiago, 1830-1890. Editorial Universitaria, Dibam. 2011
334
La primera es asumida desde el vértice religioso y su práctica institucional estuvo ligada
en Chile hasta la segunda mitad del siglo XIX, principalmente a la Iglesia y los vecinos
ilustres.
“La medicina era un servicio privado destinado a las elites. Pero hacia quienes no podían
pagarla era un deber filantrópico o caritativo y, como tal, un ámbito de la
beneficencia”491.
“Por el solo hecho de ser ciudadanos, tienen el goce de todos los derechos de tales,
derechos que la carta fundamental les garante. Uno de esos derechos de que gozan
garantidos por la Constitución, es el de poder ejercer libremente sus profesión, arte ú
oficio, como cualquiera otro. Pero ¿qué se entiende por ejercer libremente una profesión,
arte ú oficio? Se entiende: 1º que sea licita y 2º que el que la ejerce, tiene toda la libertad
que necesita para usar de ella cuando quiera, como quiere, y con quien quiera, pues si asi
491
“Ponce de León, Macarena “gobernar la pobreza…” op. cit. P.80.
335
no fuese, dejaría de tener el derecho (garantido) de poder ejercer libremente una
profesión, arte ú oficio”492.
De acuerdo al informe emitido por el Fiscal y el Asesor del Estado, en las ciudades
grandes como Buenos Aires, los médicos podrían mantener su derecho a ejercer el oficio
cuando estos lo estimaran conveniente, pero en ciudades pequeñas, donde no existía un
contingente de médicos suficiente los profesionales debieran anteponer su “ética
médica” a sus intereses económicos.
Esto nos da cuenta de las enormes diferencias existentes en el universo social y político
de Argentina la segunda mitad del siglo XIX, la cual tuvo que asumir las implicaciones
que representaba un proyecto nacional.
Sectores marginales como las provincias de Río Bueno o los territorios Nacionales,
incorporados la segunda mitad del siglo XIX, tenían una escasa población e
infraestructura urbana que asegurara la implementación de un servicio de salud eficiente.
492
“Pugna vecinos y médicos”, Revista Médico Quirúrgica, Buenos Aires Argentina año 7 n° 23 mayo 8,
1870 P.39.
336
ciudadano. Pero entonces, ¡por qué nos e busca el verdadero remedio? ¿por qué no se
pone en juego los medios de conseguirlo, y no que se busca el mas fácil, el mas á la
mano, queriendo hollar los derechos justamente adquiridos, y cercenar la libertad de un
número determinado de ciudadanos, siquiera sea en beneficio de otros? (…) la
necesidad de salvar una vida amenazada, me impone un deber de conciencia, del cual
solo Dios es legislador, pero no un deber civil por cuya falta pueda ser castigado”493.
Las Revista Médico Quirúrgica señalaba que debiera existir un contingente determinado
de médicos abocados a las asistencias sociales que se requirieran como un servicio extra,
de la misma forma que existen agentes de seguridad encargados de velar por el orden
social y no convertir a todos los médicos en responsables del sistema de asistencia
pública violando sus derechos ciudadanos.
“Mucho se habla de los médicos, y ¿quién mas humanos y caritativos que ellos? Se sabe
todos los dolores que consuelan, todas las lágrimas que enjugan, toda la salud que
devuelven, todas las vidas que salvan sin que reciban ninguna recompensa, muchas
veces ni la de la gratitud. Déjeseles pues en libertad de cumplir con placer los deberes
que su corazón les impone, esos deberes de conciencia, esos deberes de cristiano y de
hombre, que ejercidos por obligación civil pierden todos su mérito y dejan de ser grato
el practicarlos”494.
493
“Pugna vecinos y médicos”. Revista Médica Quirúrgica, op cit. P.40.
494
Ibidem.
337
“…donde hay varios médicos si uno no concurre, lo hace otro cuya necesidad lo obliga á
no perder un cliente, y porque donde hay uno solo se halla siempre íntimamente ligado á
la localidad en que reside y sabe que un hecho de esa naturaleza seria su ruina”495.
El prestigio del médico -consideraban- era un valor tan fuerte en este sector profesional
que ninguno de estos osaría a desatenderlo.
Además, se confiaba en los valores humanos que, se daban por hecho, todo médico
poseía:
El artículo concluye con una respuesta ante los cuestionamientos esgrimidos sobre las
restricciones a las libertades individuales, señalando que estas, en el caso de ejercicio
médicos, se relacionan con la imposibilidad de utilizar la medicina en perjuicio de la
ciudadanía y no en la libertad que tenga cada médico de ejercer el bien de su profesión
cuando este lo estime:
“Eh ahí las restricciones que puede y debe tener el ejercicio de la medicina; pero de ahí á
llevar al medico contra su voluntad á asistir un enfermo, cuanta diferencia”497.
495
“Pugna vecinos y médicos”. Revista Médica Quirúrgica”, op. cit., p.41
496
Ibidem.
497
Ibidem.
338
Claramente la defensa que se establece intenta desviar un debate abierto por el mismo
sector médico en torno al bien común y social.
Asimismo, muchos exigían de parte de cuerpo médico particular una entrega social y
nacional más fuerte, solicitando gratuitamente la prestación de servicios en las
instituciones legales y municipales cuando éstas los requerían.
“Para una ciudad tan estendida, tan poblada como lo es la ciudad de Buenos Aires, dos
médicos de policía no son los bastantes para cumplir con las obligaciones que les
impone su empleo. De ahí se origina que muchas veces la autoridad tiene que recurrir
sin derecho á los médicos particulares, á exigirles servicios á que no están obligados (…)
Estos y otros muchísimos inconvenientes que no apuntamos, se remediarán con la
creación de dos plazas de Médicos de Policía, y con el aumento de los sueldos que gozan
los ya existentes”498.
Sin embargo, las mejoras no fueron implementadas y los municipios siguieron exigiendo
la prestación de servicios, muchas veces gratuito, de parte de médicos particulares.
498
“Mejoras en la Administración Médica”. Revista Médico Quirúrgica el 20 de agosto de 1864.
339
En un artículo publicado por la Revista Médica Quirúrgica el 8 de junio de 1870 se
aludía a un profesional de Buenos Aires al cual el Municipio no había cancelado la
remuneración por trabajos médico-legales.
Esta resolución fue un duro golpe para el sector médico que perdía parte de su
autonomía. Ante esto el sector exigió una mejor administración por parte de las
entidades gubernamentales del área sanitaria, con una mayor dotación de médicos
policías y mejores sueldos.
499
Citado en Revista Médico Quirúrgica, “La medicina en la República”, año 7 n° 12 septiembre 23 de
1870 p. 192
340
económico y político de la salud. Sin embargo, no fue la única agencia de poder y en la
pugna generada con los sistemas judiciales, los municipios e incluso otras agencias
médicas como el Consejo de Higiene fueron a la vez fiscalizados y controlados.
Sin embargo, tal como lo hemos apreciado en el capítulo anterior, junto con esta
consolidación se devino un fuerte cuestionamiento al ejercicio médico y a los cobros que
exigían por sus servicios.
341
La situación era bastante difícil pues los médicos debían competir entre ellos y otros
agentes informales de la salud por mantener una clientela. El historiador argentino
Gonzales Leandri así lo señala:
Su alto prestigio social, que provenía más de sus pertenencia a los sectores encumbrados
de la sociedad, de su ‘estilo de vida’ y de su cultura que de su rol técnico, daba confianza
a un público potencial compuesto por sus pares, único sector que podía afrontar el gasto
de un tratamiento médico”500.
Tal como señala Gonzales Leandri solo el sector de más elite de los médicos pudo
mantener un nivel de cobro acorde a su estilo de vida, el resto pertenecía a un amplio
sector de agentes especializados sin protección.
Es por ello que en 1852 se fundó la Asociación Médica Bonaerense, con el fin de
proteger los intereses de los médicos en el ámbito institucional y económico. Pero la
heterogeneidad del sector médico dificultó la asociatividad.
Muchas veces esta asociación, que reunía nominalmente a la mayoría de los médicos
profesionales nacionales y extranjeros, fue incapaz de congregar en sus asambleas a un
número pertinente de socios. Así lo señaló en diversas oportunidades la Revista Médico
Quirúrgica:
500
Gonzales Leandri, Ricardo Curar. “Persuadir, gobernar la construcción histórica de la profesión
médica en Buenos Aires 1852-1886”. Consejo Superior De Investigaciones Científicas, Buenos Aires
Argentina, 1999, P.5. Ver sobre este punto las relaciones con la élite médica chilena entre 1830 a 1880,
en Juan Eduardo Vargas “Del clientelismo a la institucionalización”.
342
“Tenemos que deplorar nuevamente que este centro de reunión, que forman la mayor
parte de los médicos distinguidos del país y estanjeros establecidos en esta ciudad, haya
vuelto, á caer en su proverbial apatía.
Unas veces porque no hay numero, y otras porque no hay quien presida a los pocos que
concurren, el hecho es que la Asociacion no se reúne.
Esto no es solamente lastimosos, y aunque cause pena decirlo, dá vergüenza que los
hombres que se dedican al ejercicio de una profesión científica, no quieran dedicar un
rato de la noche una vez por semana para comunicarse y hace un cambio provechoso de
ideas a favor de la ciencia que profesan”501.
501
Asociación Medica Bonaerense. Revista Médico Quirúrgica, “Asociación Médica Bonaerense”, año 14
enero 8 de 1878 p. 439.
343
La asociación se estableció como mecanismo de defensa en contra de la exclusión y
monopolización del mercado de la salud por parte de las elites médicas, que se habían
establecido con apoyo gubernamental desde las últimas décadas.
“En Buenos Aires gana dinero con facilidad el comerciante, el escribano el abogado y el
propietario que alquila; también gana sin dificultad el artesano y los individuos de las
demás clases de la sociedad sin las fatigas que se sufren en Londres y Paris. Todos
aumentan considerablemente sus honorarios ó salario, menos el médico que permanece
forzosamente en la antigua rutina. Esto se llama en añejo español, ley del embudo”503.
La tarifa que proponían los médicos era de 30 pesos por atención, la que se consideraba
equivalente a los cobros médicos en París que llegaban a 20 francos en consulta y 40
francos a domicilio. En Londres, señala el autor, los médicos cobraban desde 2 libras
esterlinas.
502
“Nuestros propósitos”, en Revista Médico Quirúrgica, 1869, año 6, n°1, 8 de abril, p.4. citado en
Ricardo González, P.33.
503
“Sobre la tarifa médica”. Revista Medico Quirúrgica, año 2, n° 19, enero 8 de 1866, p 295.
344
El estilo de vida modesto y casi paupérrimo de connotados médicos como Eduardo
Wilde hacía necesario -según ellos- el establecimiento de un sistema de remuneraciones
más justas y acordes a la misión “sagrada” que ejercían. Con respecto a la muerte del Dr.
Caballero, Wilde señalaba: “después de haber llenado tan fielmente y hasta sus últimos
instantes los sagrado deberes del su sacerdocio dejaba a su familia sin más remedio de
subsistencia que la caridad pública”504.
2º No hay profesión en cuyos miembros se exija mayor pureza de carácter y mas alto
grado de perfección moral, que en la profesión médica: alcanzar esta altura es obligación
que todo médico debe igualmente á su profesión y a sus dolientes.
504
Wilde, Eduardo. Revista Médicos Quirúrgica, 1864, año 1, n° 15,8 de noviembre, pp. 253-254. citado
en Ricardo González Leandri, P.24.
505
“Código de ética médica”, año 15 n° 13 octubre 8 de 1878 P. 308.
345
Se adaptó el código de ética de la Sociedad Médica Americana la que establecía estrictas
normas respecto a la atención de los médicos y su relación con otros profesionales,
estableciendo que si un paciente se atendía con uno no debía ser aceptado por un
segundo profesional sin el consentimiento del primero. Además, se establecía una
exclusión férrea de todos los agentes externos de la salud que no ingresasen en este
código ético.
Con estos e consolido un monopolio medico sobre el mercado de la salud, bajo matices
valóricos.
El Consejo de Higiene fue reemplazado en 1880, bajo el Gobierno de Julio A. Roca, por
el Departamento Nacional de Higiene, que tenía entre sus atribuciones informar a las
autoridades nacionales en caso de consulta oficial, ser perito en los juicios médico-
legales y, sobre todo, vigilar el ejercicio legal de la medicina, la farmacia y demás ramas
del arte de curar.
El Departamento Nacional de Higiene bregaba por una política más agresiva en términos
intervencionistas frente a las epidemias que no llegaban sólo por el Puerto de Buenos
Aires o que se distribuían más allá de él, hacia el resto de las provincias y territorios.
346
Para generar esta intervención se debían modificar las premisas del liberalismo
decimonónico, el cual no proyectaba una intervención del Estado en la relación capital-
trabajo.
Juan Suriano señala que “la concepción liberal había inventado e implementado una
política social sin Estado”506, donde los trabajadores eran concebidos como menores de
edad que debían ser educados por sus patrones507.
Este modelo dio su primera alerta en la crisis económica de 1890 impactando en los
sectores políticos y sociales planteándose la necesidad de regulaciones por parte del
Estado en los ámbitos económicos.
Se articuló una oposición política a partir de partidos de la Unión Cívica, Unión Cívica
Radical y el Partido Socialista, y también movimientos de signo progresista, como los
anarquistas.
506
Suriano, Juan. “Introducción. Una aproximación a la cuestión social en Argentina”, en: J. Suriano,
comp. La cuestión social en Argentina, 1870-1943, Buenos Aires, 2000. P. 12. La Colmena: 1-29.
507
Esto es parte de una estrategia de poder donde lo infantilizado es concebido bajo términos de debilidad
e irracionalidad, cayendo en esta categoría muchas veces mujeres, indígenas, proletariado.
347
antecedentes de esta legislación datan del Informe realizado a principios de siglo por el
médico y abogado Juan Bialet Massé.
Con la promulgación del Código del Trabajo y políticas más agresivas en torno a la
regulación del trabajo, la economía, las libertades individuales y el control de los
espacios públicos y privados se puso fin a un largo transitar del proyecto higienista,
basado en la profilaxis y el saneamiento ambiental. Derivó en la creación de un modelo
más intervencionista que alcanzó a otras instituciones (psiquiátricas y criminológicas) en
pos de una verdadera modificación de la “raza” argentina. Proceso que asume otros
dispositivos de regulación como el “sanitarismo” y la “eugenesia”.
Capítulo 11:
El concepto de modernidad fue asumido por las nuevas repúblicas como un anhelo por
despojarse de los antiguos imaginarios coloniales y constituir un discurso de
autolegitimación. Según Mónica Quijada diversas estrategias discursivas fueron
asumidas por los nuevos Estados, dando paso a una serie de “proyectos nacionales” que
establecieron dispositivos de conexión con imaginarios y discursos precolombinos que
dispusieran una continuidad y ascendencia respecto a los proyectos emergentes.
De esta forma, en varias naciones como México o Perú se adjudicaron una continuidad
histórica interrumpida por el imperio español, cuya legitimidad se encontraba en las
grandes naciones indígenas. En este ámbito es donde actúan los “mitos fundadores”
348
establecidos en el discurso nacionalista con el fin de pontificar ciertos rasgos identitarios
históricos permanentes cuyas raíces se hunden en la nebulosa mitología del tiempo.
Mónica Quijada señala que “en efecto, la necesidad de crear un ‘nosotros’ colectivo,
inherente al concepto ‘cívico’ de la nación, en tanto comunidad territorializada y
política, institucional, legal, económica y educacionalmente unificada, dio origen a la
voluntad de ‘etnización’ de la polity, voluntad reflejada en la instumentalización y
difusión de pautas culturales y lingüisticas, mitos de origen y un conjunto de símbolos
tendientes a la consolidación de la identidad colectiva, y que parece como programa
explícito de los gobernantes en los procesos de configuración de los Estados nacionales
en el siglo XIX y principios del XX”508.
Las diversas cartas magnas establecidas en Chile durante el período denominado como
de “ensayos constitucionales”, son una muestra clara del esfuerzo de los padres
fundadores por conceder a la joven República de Chile un carácter identitario propio que
afianzara y cohesionara el proyecto republicano. Pero se necesitaba mucho más que un
código legal y una carta constitucional para conceder al Estado de Chile el alma del
pueblo.
508
Quijada, Mónica. “¿Qué Nación? Dinámicas y dicotomías de la Nación en el imaginario
hispanoamericano”. En Guerra Francoise-Xavier. “Inventando la Nación. Iberoamérica siglo XIX”.
F.C.E. México 2003. P.289.
349
En los casos de Chile y Argentina, como lo señala Ernesto Bohoslavsky, no existe un
arsenal discursivo precolombino que justifique el concepto de nación509, por lo que se
debió echar mano a otros elementos que concedieran la unidad y coherencia discursiva
necesaria como plataforma a la constitución del Estado.
Ernesto Bohoslavsky señala que la nación argentina se constituyó como una entidad
nueva en una emergencia abrupta, producto del proceso independentista, pero sin
ninguna estructura que le afianzara históricamente. El discurso nacionalista aludió al
progreso y el futuro como sus principales claves identitarias.
En este contexto era imprescindible constituir, desde las bases del sector político, una
identidad nacional como germen de la sociedad civil; de esta forma Estado y Nación
formarían parte complementariamente de un mismo proyecto.
509
Ernesto Bohoslavsky. Territorio y Nacionalismo en Argentina, 1880-1980: Del Espacio al Cuerpo
Nacional. Encuentro de Latinoamericanistas Españoles (12. 2006. Santander): Viejas y nuevas alianzas
entre América Latina y España, s.l.: Espagne (2006). Consultado en http://halshs.archives-
ouvertes.fr/halshs-00104225/
350
Mónica Quijada establece en su análisis algunos rasgos distintivos entre las nociones de
Estado-nación y Patria, conceptos que fueron ampliamente utilizados en el corpus
discursivo de los próceres independentistas. “En el proceso de la emancipación, la
dimensión institucional de la nación actuó como un elemento organizador fundamental
de la voluntad política, instrumentalizado inicialmente no tanto por su afán
independentista, como por la aspiración a tomar parte activa en los cambios que ha
provocado la invasión napoleónica y el llamado a integrar la Junta Central. La palabra
nación aparece entonces con un sentido institucional específico, a la vez que voluntarista
y ocasionalmente modernizador”510.
Lo complejo era que en Chile el Estado antecedió a la conformación de una nación, por
lo que el proyecto político corría riesgo de desmoronarse. La respuesta fue establecer
ambos proyectos simultáneamente: “Aunque no ponemos en duda la argumentación que
sostiene que el Estado chileno antecedió a la nación, las constituciones construían
simultáneamente el Estado y definía las características con que la clase dirigente iba
adelantando su visión de nación”511.
510
Quijada, Mónica. “¿Qué Nación? Dinámicas y dicotomías de la Nación en el imaginario
hispanoamericano”. En Guerra Francoise-Xavier. “Inventando la Nación. Iberoamérica siglo XIX”.
F.C.E. México 2003. OP. Cit. P.293.
511
Stuven, Ana María, “La Seducción de un Orden”. Ediciones Universidad Católica, Santiago, 2000.
P.36.
351
de una cohesión nacional en la sociedad civil. “Desde lo político se trataba de crear un
estatuto político reconocido; desde lo socio-cultural, se trataba de concebir una
colectividad humana que conciliara los predicamentos de la política moderna con la
estructura íntima, los vínculos sociales, la relación con la historia, los valores y creencias
del grupo dirigente”512.
En esta misma línea, Mónica Quijada plantea que la nación sirvió como el elemento
cohesionador del discurso ideológico, ya distanciado del elemento diversificador de
Patria americana, y como fuerza centrípeta y de carácter unitario. “En el imaginario de
la emancipación, por ende, la nación aparecía como una construcción incluyente, en la
que la heterogeneidad y la ausencia de cohesión que a ella revincula, se irían esfumando
paulatinamente por obra de unas benéficas instituciones y una educación orientada a la
formación de ciudadanos”513.
512
Stuven, Ana María, “La Seducción de un Orden” op., cit, P.39.
513
Ver Quijada, Mónica. “Inventando la Nación. Iberoamérica siglo XIX”. En Dinámicas y Dicotomías de
la Nación. OP. Cit. P.309.
352
11.2 La consolidación del Estado en Argentina
El cuerpo individual y social es el sitio donde se encarnan las definiciones sobre las
posibilidades, las negaciones y los alcances del mensaje nacionalista, a la vez elusivo e
inclusivo. Para el discurso positivista, en la masa de los inmigrantes, en sus pasiones y
dolencias, también se cocinan los fermentos de la unión y la desunión nacional.
El territorio que hoy ocupa el Estado de Argentina era inicialmente un área marginal del
Imperio Español, adquiriendo mayor importancia a partir de 1750 a raíz de la apertura
del puerto de Buenos Aires. La Pampa y Patagonia, además del Norte y de la amplia
región chaqueña no estaban más que formalmente bajo control primero de la metrópoli y
luego del Estado independiente. Incluso gran parte de las provincias “históricas” como
Buenos Aires, Santa Fé, Córdoba y Mendoza eran territorios disputados con las
comunidades indígenas, con las cuales hubo tanto relaciones conflictivas como alianzas.
La sociedad rioplatense era concebida como una “frontera cultural” donde existían
intermediarios que transmitían elementos de un lado al otro, desdibujando y
modificando la propia idea de frontera.
A partir de 1852, con la caída de Rosas, el grupo unitario triunfante asumió la enorme
tarea de organizar legalmente el país. La mayoría eran liberales, pero al finalizar la larga
lucha contra los federales reconocían que el problema fundamental del país no era sólo
dar legitimidad, sino establecer en la Argentina un orden republicano que asegurara
estabilidad política. El sistema democrático debía permitir derechos políticos para toda
la población, pero el riesgo era que acabara bajo una dictadura populista, tal como
353
enseñaba el gobierno de Rosas, o bajo la anarquía política. Así se optó por dar forma a
una “república posible”, en camino hacia una “república verdadera”.
La formación del Estado argentino implicó imponer socialmente una capacidad externa
de poder, institucionalizando la autoridad a partir de medidas de coerción. A la vez, se
diferenciaba el control estatal a través de instituciones públicas de reconocida
legitimidad que debían internalizar una identidad colectiva.
Entre los años 1862 y 1880, durante las presidencias de Bartolomé Mitre, Domingo F.
Sarmiento y Nicolás Avellaneda, se produjeron importantes transformaciones políticas y
económicas en el país. La constitución de la unidad nacional bajo Mitre fue el inicio de
la creación de distintos mecanismos necesarios para el funcionamiento de la
administración, como los servicios de transporte y comunicaciones (correo, ferrocarriles,
telégrafo), la Aduana, el Banco Nación y la organización de un sistema legislativo y
judicial, cuyo mejor ejemplo fue la promulgación del Código Civil y Comercial.
354
organización del sistema educativo denominado “educación común” en la provincia de
Buenos Aires entre 1855 y 1860, retomándola en 1875 luego de su mandato presidencial.
La segunda mitad del siglo XIX entrañaría nuevos desafíos. La inmigración extranjera
en los territorios argentinos trajo consigo una preocupación entre las castas intelectuales
y de gobierno: la pérdida de soberanía. Se pensaba que con esta masiva irrupción no sólo
de individuos, sino también de ideologías, hábitos y tradiciones foráneas; se
contaminaría al cuerpo social.
Esto motivó una serie de estudios y publicaciones científicas y sociales en torno a los
peligros de la inmigración y la pérdida de identidad. Se culpó a las generaciones de
liberales de mediados del siglo XIX de haber propiciado la invasión extranjera,
desencadenando una reacción conservadora que intentaba rescatar las raíces sociales y
económicas de la tradición nacional argentina.
Sin embargo, esta tradición nacional jamás se había constituido como tal, ya que el
Estado argentino sólo tenía, hacia principios del siglo XX, un poco más de cincuenta
años, con un país dividido en diversos estatutos entre provincias y territorios nacionales,
estos últimos los más vulnerables dado su despoblamiento y marginalidad.
La unidad de la nación se encontró durante el último tercio del siglo XIX en peligro,
según pensaban los higienistas y nacionalistas, por los flujos migratorios, quienes
corrompían la raza y las creencias de la población. Es de notar que entre estos
inmigrantes venían muchos pensadores anarquistas quienes influyeron
considerablemente en el establecimiento de pensamiento crítico al liberal en Argentina.
355
El sector más influenciado fue ciertamente la juventud, que se mezclaba con las hordas
de recién llegados, asumiendo sus costumbres, lenguajes e ideas. Los jóvenes eran
percibidos como la riqueza de la nación, pues eran los llamados a sostener la soberanía
en caso de contiendas bélicas, o a proporcionar la fuerza de trabajo necesaria.
La inmigración en varios países americanos fue una política establecida desde los
márgenes estamentales con el fin de cumplir con el ideal positivista del progreso y el
fortalecimiento nacional.
Prontamente los médicos higienistas, aliados con las estructuras de poder, condenaron
las ideas anarquistas signándolas como una “virulencia” que infectaba los espacios
públicos y privados de la sociedad argentina.
Una contra respuesta conservadora, a inicios del siglo XX, condenó la inmigración,
culpando al liberalismo y las nuevas tendencias socialistas y anarquistas de contaminar
el espectro político-social, además de adjudicarle responsabilidad en la supuesta
356
desviación racial argentina y de no cumplir con las expectativas económicas esperadas
para la nación.
En Chile a la vez que se establecía un discurso épico sobre la imagen heroica de los
guerreros indígenas, se les criticó racialmente. Esta contradicción discursiva no le restó
efecto al programa liberal de raza y nación impulsado desde los sectores positivistas.
En base a esta supuesta debilidad racial heredada de los habitantes originarios del
territorio chileno, los pensadores e ideólogos liberales decimonónicos propusieron
formulas de incentivo poblacional en base a la inmigración.
Se consideraba que una nación exitosa basa su desarrollo sobre una fuerza poblacional
creciente. la Profesora Carmen Norambuena lo expone en los siguientes términos: “La
cuestión quedaba así planteada, según Manuel de Salas, uno de los medios que en forma
decisiva concurriría a ‘elevar el estado general del reino y, a reparar su decadencia y
514
Ferrer, Lautaro en J. Martín Garrido, Historia general de la medicina en Chile. op. cit. P.40.
357
ponerlos en el estado de prosperidad y vigor que se desea’, era precisamente el
incremento de la población”515.
Se estimaba que los grandes espacios habitables, que en el caso chileno se consideraban
como inconmensurables, debían ser explotados en base a un programa de poblamiento.
515
Norambuena, Carmen. “La Inmigración en el Pensamiento de la Intelectualidad Chilena 1810-1910”,
Revista Contribuciones, 1995, P. 74.
516
Norambuena, Carmen. “La Inmigración en el Pensamiento de la Intelectualidad Chilena 1810-1910”,
op., cit., P.75.
358
este tipo racial el mejor prospecto: trabajadores y de un físico apto para climas fríos y
rigurosos y, a diferencia de otros colonos europeos como los ingleses o franceses, se les
consideraba absolutamente adaptables a la nueva Patria.
En relación a los colonos chilenos, los pensadores liberales consideraban una mala
medida habilitar las tierras disponibles con éstos, ya que no se cumpliría en este caso
uno de los objetivos principales que es el mejoramiento racial y moral del pueblo
chileno.
517
Norambuena, Carmen. “La Inmigración en el Pensamiento de la Intelectualidad Chilena 1810-1910”,
op., cit., P. 77.
359
A juicio de Murillo la inmigración podría más bien debilitar nuestros rasgos originarios:
“La inmigración debe ser solo un auxiliar de nuestro crecimiento demográfico; tiene sus
peligros como tiene sus ventajas. Y ya lo hemos experimentado”518.
Murillo considera que las grandes naciones sólo han podido desarrollarse “con la sabia
exuberante de sus elementos propios”519.
Más allá del éxito o fracaso de este proyecto, es una muestra clara de los intentos por
renovar las claves de nuestros sistemas indentitarios en pos de la constitución de una
identidad nacional unitaria, pero que se ha desarrollado sobre una base fragmentada.
518
Murillo, Adolfo. “La Mortalidad Urbana en Chile”. Imprenta y Encuadernación Roma. Santiago de
Chile, 1896.
519
Murillo, Adolfo “Discurso Inaugural del primer Congreso General Científico chileno”. 1896
Concepción. Imprenta y encuadernación Roma Santiago de Chile. P.6.
360
V PARTE
Capítulo 12:
520
Citado en Enciclopedia Chilena, anónimo, Articulo Sanidad Historia de la Medicina Historia,
Biblioteca del Congreso Nacional, colección Enciclopedia Chilena, ítems 2918. Biblioteca del
Congreso Nacional de Chile.
361
La salubridad fue percibida durante la segunda mitad del siglo XIX como un asunto
público y ya no particular.
En este contexto fue necesario atender más a las investigaciones científicas y al sector
médico para poder hacer efectivas las medidas de prevención contra el contagio y
propagación de cuadro epidemiológicos.
Con este fin se creó en enero de 1887 la Ordenanza General de Salubridad, mediante la
cual se constituía la Junta General de Salubridad, con el objeto de asesorar al gobierno
en materia de salud e higiene pública. También se crearon las Juntas Departamentales de
Salubridad y, años más tarde, en 1892, se crearon el Servicio de Higiene Pública y el
Consejo Superior de Higiene Pública, en reemplazo de la anterior Junta de Salubridad.
521
María Silvia Di Liscia “Prácticas Médicas y Prácticas políticas. Rosas y la vacuna Indígena” En
Revista de Historia Social y de las mentalidades año VI n° 6 primavera 2002. P. 150.
362
municipales se encontraban en posición de regular y controlar la higiene y salubridad
pública; el aseo de las vías públicas, fiscalización en las normas de construcción y uso
de desagües, además de establecer normativas para mataderos, mercados, fábricas,
talleres y caballerizas.
Tanto en Chile como en Argentina podemos apreciar como los conceptos de salubridad y
modernidad, ajustados a la constitución y fortalecimiento del Estado, fueron asumidos
bajo el lema del desarrollo y el mejoramiento de las condiciones sociales de la
población.
522
Ibidem.
363
De esta forma, “las nociones de salubridad y modernización” formaron parte del
discurso, tanto de las élites profesionalizadas, como de las estructuras dominantes, para
conformar estrategias de desarrollo social, de inclusión y rehabilitación de los elementos
disidentes.
En este lineamiento los médicos Alejandro del Río y Corbalán Melgarejo presentaron un
proyecto de Ley ante el Congreso, cimentando el establecimiento del primer Código
Sanitario promulgado en 1918.
523
Ibidem.
364
Ministerio de Salud inició una época de cambio, y las exigencias del sector médico
pudieron, al fin, ser asumidas desde un estamento gubernamental y centralizado,
fundándose en 1952 el Colegio Médico.
Con el advenimiento de la República, una de las primeras medidas tomadas por los
padres fundadores, y que señalan un tímido esfuerzo por establecer una política
asistencial, fue la constitución mediante el decreto del 26 de enero de 1819, de una
comisión formada por los destacados vecinos de Santiago D. José de Truccios, D.
Joaquín Grez, D. Francisco Ramón de Vicuña, D. Santiago Antonio Campino, D. José
Antonio de Hice y D. Santiago Antonio Pérez, para hacerse cargo del Hospital de San
Juan de Dios”. Con esto el gobierno pretendía regular la asistencia, pero dejando en
manos de “notables” su administración sin una intervención directa en ella.
Algunas de las instituciones médicas que marcaron el vértice del desarrollo médico y
asistencial en nuestro país fueron el Hospital San Borja, el cual fue fundado en 1772 con
los bienes del noviciado jesuita confiscados por la Junta de Temporalidades, según dicen
los antecedentes proporcionados por Juan Contreras Arias en su artículo sobre el hospital
San Juan de Dios elaborado para la Enciclopedia Chilena.
El Hospital fue creado por iniciativa del Cabildo con el fin de crear un recinto
hospitalario para mujeres: “Siempre preocupado por el adelanto local, había pedido, por
medio del Conde de Aranda, la creación de dicho hospital en el antiguo noviciado de los
jesuitas (expulsados en 1767) ubicado entre las calles Castro y Dieciocho (…) bajo la
advocación de san Francisco de Borja. El Conde de Aranda ordenó a la Junta de
Temporalidades, encargada de administrar los bienes confiscados a los jesuitas, estudiar
el traspaso del noviciado al hospital, que finalmente fue aprobado por la Junta y por la
365
Real Audiencia, ya que se prestaba con sus amplias sales y celdas al objeto destinado
(1772)524.
Otra de las instituciones de salud fue el Hospital San Vicente de Paul, el que fue ideado
en primera instancia como internado de práctica para estudiantes de medicina: “La
iniciativa para la fundación de los Hospitales del Salvador y San Vicente de Paul, fue
debida al Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública del Presidente don Federico
Errázuriz, don Abdón Cinfuentes, quien, habiendo conocido en Europa el sistema de los
internados médicos para la enseñanza y práctica de la medicina y pareciéndole de gran
importancia, convocó a una reunión de los miembros de la Facultad de Medicina para
proponer la idea”525.
En 1872 se pusieron las primeras piedras del Hospital San Vicente de Paul y del
Salvador. El primero, que estaba en el costado sur de la Escuela, se convertiría en
Hospital Clínico Universitario. Este recinto significó un enorme avance en el desarrollo
de la medicina y la asistencia pública en nuestro país, pues por primera vez se
establecían los medios necesarios para que los estudiantes de la Escuela de Medicina de
la Universidad de Chile pudiesen efectuar sus ramos prácticos, estableciéndose el
internado en 1893.
524
Contreras Arias, Juan. “San Francisco de Borja, Hospital”, Biblioteca del Congreso Nacional,
Colección Enciclopedia Chilena, ECH 695 P.1. Biblioteca del Congreso Nacional de Chile.
525
De Ramón, Armando, “Hospital San Vicente de Paul”. Biblioteca del Congreso Nacional de Chile,
Colección Enciclopedia Chilena, ECH 695 P.1.
366
“En el curso de estos años se habían aumentado las salas y pabellones, así como los
servicios, se abrieron nuevas cátedras y se amplió el campo de atenciones a diversos
tipos de enfermedades. Durante toda esta época se venía pidiendo al gobierno que sólo
vino a cumplirse en 1921; al mismo tiempo que se solicitaba que se le confirmara como
hospital clínico, cosa que se realizó en 1929526.
En 1936 comenzó la construcción del nuevo hospital de San Vicente de Paul, el cual
abrió sus puertas en Octubre de 1952 con el nombre de Hospital Clínico José Joaquín
Aguirre527.
Otras leyes de tipo social y salud fueron la Ley del Seguro Obligatorio de 1924, ideada
por Exequiel González Cortés; la Ley de Medicina Preventiva (1938) redactada por
Cruz-Coke y en 1952 se promulgó la Ley que creó el Servicio Nacional de Salud, en el
cual se fusionaron la Dirección General de Sanidad y la Junta de Beneficencia.
526
Ibidem
527
Ibidem
367
Muchas de estas acciones representaron los esfuerzos de un grupo élite de la sociedad
que veía como un deber cristiano la asistencia a los más desposeídos, pero en ningún
caso como una responsabilidad institucional del Estado. De esta forma, se fundaron al
alero de organizaciones filantrópicas diversos hospicios como el Asilo Maternal de las
“Creches” en 1903, mediante la organización de un grupo de señoras ilustres dirigidas
por Teresa Cazzote de Concha.
La reforma higiénica de los sistemas de salud hizo crisis durante la década de 1880,
cuando el sector médico se encontraba lo suficientemente organizado para exigir el
saneamiento de los establecimientos que hasta aquel entonces habían sido administrados
por órdenes religiosas y el sistema de beneficencia.
368
Sin embargo el Hospital distaba mucho de ser un establecimiento higiénico y moderno,
como podría esperarse de un establecimiento para la educación del sector médico. Se le
cuestionaba, constantemente, su deplorable infraestructura y su carencia de medidas
higiénicas.
La discusión del sector médico expresada en la Revista Médica de Chile revelan las
perspectivas que tenían los médicos para reformar el sistema hospitalario:
“Este hospital, que tan rudos ataques ha recibido, ya por su situación o por sus
condiciones hijienicas, ha venido siendo de algun tiempo a esta parte el tema de
publicaciones médicas de mucho interés.
Hoy dia, gracias a la actividad i celo de sus administrados actual, comienza a sufrir
transformaciones que han sido interpretadas bajo aspectos variados, ya favorables, ya
adversos”528.
Si bien la nueva administración del Hospital san Juan de Dios mejoró sustancialmente
las condiciones higiénicas del establecimiento a criterio de algunos médicos no fue
suficiente, así lo expresa L. Ugarte Gutiérrez, quien señala:
“San Juan de Dios que sus condiciones hijiénicas de hoy son incomparablemente
mejores que las de hace un año o mas i esto es, i lo reconocemos gustosos, justo i exacto.
Pero lo que no comprenderemos jamás es que se pretenda sostener que esos trabajos le
han metamorfoseado, hasta cambiarle en un hospital modelo. I como si esto fuera poco,
que se llegue a negar lo que cada uno, que tiene el titulo de médico en ocho o diez años a
esta parte, ha podido ver con sus propios ojos, como casos de septicencia o de infección
puruelenta”529.
528
Santiago, julio 12 de 1877. L. Ugarte Gutiérrez. Revista Médica de Chile. P.32.
529
Santiago, julio 12 de 1877. L. Ugarte Gutiérrez. Revista Médica de Chile. P.33.
369
Ugarte interpela al redactor de la sección “Boletín” de la Revista Médica, el doctor
Jenaro Contardo, ya que según se señala, ha expresado en diversas instancias que el
Hospital San Juan de Dios se ha establecido como una institución de salud modelo.
“Rogamos a nuestro estimado colega, que redacta el Boletin, que estudie la cuestión en
este terreno, i el dia en que se crea con datos suficientes para emprender la discusión,
comparando a San Juan de Dios con los hospitales de otros países y con las
prescripciones de la higiene general, tendremos un verdadero placer en discutir la
cuestión punto por punto, anticipándole desde hoy esta afirmación, que espresa nuestra
manera de pensar”530.
Ante las acusaciones del señor Ugarte el redactor del Boletín contestó tajantemente que
jamás se había emitido un juicio sobre la condición modelo del Hospital, y que no
existen estudios comparativos entre los diversos establecimientos de salud en Santiago
que permitan establecer si el Hospital San Juan de Dios se encuentra en óptimas
condiciones higiénicas o carece de ellas.
“Se ha dicho de San Juan de Dios que “es un establecimiento anti-hijienico bajo todos
conceptos;” pero sin demostrarlo, sin presentar datos estadísticos comparativos respecto
de los demás hospitales de esta ciudad.
El antiguo Hotel-Dieu, como se puede ver en libros que andan en manos de todos, i, por
relación particular que ha tenido a bien hacernos el doctor F. R. Martinez, cuya
530
Ibidem.
370
fundación se remonta al año 600, está situado a orillas del Sena; tiene salas pequeñas,
bajas i mal ventiladas y su mortalidad es inferior a la del Lariboisiere, hospital modelo
en su construcción. Para muestro humilde modo de pensar, la cuestión de saber si
nuestro antiguo hospital es o no hijienicos, debe buscarse en los hechos, es decir, en la
mortalidad mas o menos crecida que ocasiona jeneralmenent la curación de ciertas
enfermedades i no en su situación demás condiciones. Esto que decimos de San Juan de
Dios debe referirse a los demás asilos, que tampoco cumplen con todos los requisitos
exijidos por la ciencia para ser llamados hospitales modelos”531.
Según se señala son las malas prácticas de los médicos, las causas de la mortalidad de
los enfermos más que las condiciones higiénicas del Hospital.
Muchos profesionales, según señala el autor del Boletín Médico, no mantienen las
medidas higiénicas necesarias en el instrumental y proceder durante las operaciones,
“sobre todo cuando las curaciones se ejecutan a la lijera, sin cuidado i con los mismos
útiles que han servido para curar a los rimeros atacados”.
Estas ideas se derivan de los estudios que habían hecho algunos médicos franceses como
Bouchardat, quien señalaba en su obra titulada Dict. Des progres des sciences médicales
que:
“La situación del hospital, el buen arreglo de las construcciones i una ventilación
conveniente, tiene ciertamente su utilidad, pero estas condiciones no desempeñan el rol
principal. Es así que en las salas bajas, humedad del Hotel-Dieu y las largas salas de la
Caridad, que se comunican unas con otras, hai una mortalidad menor que en las
construcciones espaciosas y menos arregladas del Necker y de la Piedad”532.
531
Contardo, Jenaro. Revista Médica de Chile, variedades, Boletín Médico, “Hijiene Hospitalaria”. Tomo
VI. 15 de agosto de 1877. P.83.
532
Ibidem.
371
Ante los argumentos señalados, tantos por el doctor Jenaro Contardo como por el
médico francés Boucahrdat, Ugarte admitía que las causas de mortalidad en los
establecimientos médicos son variadas y múltiples, sin embargo no se puede desconocer
que las condiciones higiénicas atenuarían o aumentarían dichas cifras.
Por otra parte, sostiene que no es buen criterio de análisis asumir la cifra de mortalidad
como índice de medición para considerar a un establecimiento de salud como bueno o
deficiente:
“Sostener que el hospital en que mueren michos es malo i aquel en que fallecen pocos es
bueno, es emplear con los hospitales el criterio que las comadres de arrabal usado con
los pobres médicos. Si sanó el enfermo, gran médico, sin igual por su ciencia; si murió,
todo lo contrario, lo mató.
Ese criterio, honorable colega, no sienta bien aquel que después de muchos años de
estudios i de sacrificios inestimables, tiene el buen deseo de llamarse médico i ante todo
médico útil a su país”533.
La higiene, según señala Ugarte, es la base de todo el sistema de salud, propiciado por el
adelanto científico y social.
Lamentablemente hacia fines de la década de 1880, según señala, aún se ignora por
muchos dentro del sector médico e, incluso, en las escuelas de medicina, la necesidad de
establecer a la higiene como un sistema de acción médico y social dentro de salud
pública:
533
L. Ugarte Gutiérrez. Revista Médica de Chile op. cit. P.117
372
descaro. A la ya grave falta de si olvido i desconocimiento se agrega el feo delito de
burlarla. Se ignora, es cierto, la influencia decisiva que ejerce en la práctica médica i así
se puede explicar talvez el que hasta se la suprimiera o se la olvidara en los programas
de estudios médicos”534.
Las disputas originadas dentro del cuerpo médico en torno a temas como la higiene en
los hospitales demuestra que aunque este sector se había profesionalizado con éxito,
alcanzado un alto grado de organización gremial y social, lejos estaba de mantener
posiciones únicas en cuanto al tema de la higiene pública y hospitalaria.
Las revelaciones del médico Ugarte Gutiérrez demuestran que muchos desestimaban a la
“teoría higienista” como relevante dentro de la lucha en contra de las enfermedades y
que aún hacia fines del siglo XIX se dudaba de la eficacia del ordenamiento y
saneamiento espacial en los recintos de salud.
Esto relativiza mucha de ideas que habíamos abordado con anterioridad al iniciar esta
investigación, referentes al éxito del higienismo ambiental y la regulación de los
espacios desde la década de 1870 en adelante.
534
Ibidem.
373
y de Jimnastica Medica é Higiénica, se mejore la condición de las policlínicas,
aumentando el servicio de especialidades, y así la obra de la beneficencia contará con el
aplauso del cuerpo médico y con el agradecimiento de las clases menesterosas”535.
Hacia la misma fecha los médicos que prestaban servicios en el sistema de hospitales
públicos y se encontraban relacionados con la Sociedad Médica de Santiago fundaron la
Asociación de Médica de los Hospitales, con el fin de reformar el sistema hospitalario
desde el sector médico profesionalizado536.
La organización del sector médico hospitalario trajo consigo una mejora no solo en la
práctica e infraestructura de los recintos, sino también en las condiciones laborales y
económicas de este sector. A principios del año de 1900 la Junta de Beneficencia acordó
en negociación con el sector de médico hospitalario aumentar sus remuneraciones.
“Ya en varias ocasiones s e habían intentado hacer algunas reformas en este sentido, sin
llegar á un resultado práctico, ahora la reforma es ya un hecho y el Supremo Gobierno
ha concedido los fondos necesarios para atender al mayor gasto, que llegará á 1,000 ó
1,200 pesos anuales para cada médico ó cirujano”537.
Este impuso por reformar la higiene de los hospitales, mejorar las condiciones de su
contingente médico y especializar los establecimientos según sexo, edad y tipo de
enfermedad a tratar, dio como resultado un nuevo impulso en las políticas sanitarias del
pais, creando nuevos recintos hospitalarios. El 15 de noviembre de 1913 Manuel
Arriarán, con la colaboración de Emilie Wait, levantaron el segundo hospital de niños de
Valparaíso.
535
Revista Médica de Chile, “El Servicio Hospitalario” Crónica. Tomo VIII año 1900. P.198.
536
Revista Médica de Chile, “Asociación Médica de Hospitales” Crónica. Tomo VIII año 1900. P.200.
537
Revista Médica de Chile, Tomo VIII, 1900. P.39.
374
12.4 Organización de la salud pública en Chile y el conflicto institucional
538
Revista Chilena de Higiene nº1 Tomo 1 1894.P.5.
375
de 1883, 8 de Agosto de 1887, 31 de Julio de 1888, 18 de Marzo de 1887); la Ley de
Cementerios (31 de Julio de 1823, 24 de Julio de 1882, 27 de Agosto de 1883, 25 de
Enero de 1887); el reglamento de Juntas de Beneficencia el 27 de Enero de 1886, y
reformulado el 31 de Julio de 1856, 19 de Diciembre de 1883, 12 de Octubre de 1884,
10 de Diciembre de 1856, 10 de Mayo de 1873 y 9 de Agosto de 1870; y finalmente el
de Sanidad Marítima el18 de Octubre de 1878 539.
La necesidad de unificar todos estos organismos y focalizar los esfuerzos hacia una
dirección motivó al Consejo de Higiene a presentar un proyecto de Ley. De esta forma el
21 de julio de 1882 el Consejo de Higiene de Valparaíso representado por su secretario
el doctor F. Puga Borne, elevó al Gobierno un proyecto de organización de la
administración sanitaria en Chile: “la primera tendencia de este proyecto es establecer la
unidad de dirección en el servicio, cualidad sin la cual toda fuerza de acción se pierde,
toda coordinación de trabajo es imposible i todo buen éxito ilusorio”540.
539
Revista Chilena de Higiene nº1 Tomo 1 1894.P.6
540
Várela, Federico. Archivos de la Junta de Higiene de Valparaíso, 1881-1882, Valparaíso, Imprenta de
«El Progreso», 1883, Pp. 70, 200. Citado en Revista Chilena de Higiene nº1 Tomo 1 1894.P.8.
541
Ibídem.
376
instituciones de salud, higiene y beneficencia existentes en aquel momento, el Tribunal
del Protomedicato y las Juntas de Vacuna y de Beneficencia542.
Este Organismo aspiraba a mantener la autonomía suficiente para regular con propiedad
vastos aspectos de la vida nacional, dependiendo solo del Ministro del Interior para el
Consejo Central y del Intendente o Gobernador respectivo para los Consejos
Departamentales. Solo en estos últimos los municipios se reservaban el derecho a
escoger a dos de sus siete miembros. Estos, sin embargo, quedarían supeditados al
control y fiscalización del Consejo en materia de higiene, que por lo que se ha señalado
comprendían amplios aspectos:
“ART. 7.0 Cuando las Municipalidades fueren requeridas por el Consejo de Hijiene
sobre una obra que éste considere insalubre o perjudicial a la hijiene, no podrán aquéllas
542
Várela, Federico. Archivos de la Junta de Higiene de Valparaíso, 1881-1882, Valparaíso, Imprenta de
«El Progreso», 1883, Pp. 70, 200. Citado en Revista Chilena de Higiene nº1 Tomo 1 1894.P.9.
543
Adolfo Murillo. – Tomas R. Torres. Presentación del Proyecto de creación del Consejo Superior de
Higiene, art. 3º. Sesión de la Cámara de Diputados, de 12 de Setiembre de 1882.
377
continuarlas sin la insistencia de los dos tercios de los municipales presentes a la sesión
en que se diere cuenta de las observaciones hechas por el Consejo”544.
Con esto se consagraba una vía institucional diferente a la asumida en Argentina, ya que
en este país los servicios nacionales como El Departamento Nacional de Higiene se
enfrentaron constantemente con los servicios municipales de las ciudades más
importantes del Estado que intentaban mantener su autonomía.
“ART. 2.0 Tres miembros de este Consejo serán nombrados directamente por el
Presidente de la República, i dos a propuesta de la Facultad de Medicina i Farmacia546.
544
Adolfo Murillo. – Tomas R. Torres. Proyecto de creación del Consejo Superior de Higiene, art. 7º.
Sesión de la Cámara de Diputados, de 12 de Setiembre de 1882.
545
Sesión de la Cámara de Diputados, de 12 de Setiembre de 1882.
546
Ibidem.
378
Este proyecto para muchos significaba una intromisión del sector médico y del Estado
en ámbitos considerados sagrados por el Liberalismo como el comercio y la propiedad
privada:
“Art. 8.° El Consejo podrá declarar en comiso las bebidas i comestibles deteriorados,
adulterados o averiados que se espendiesen como lejítimos i buenos, dando cuenta
inmediata a la autoridad respectiva.
Podrá también suspender la construcción de un edificio u obra particular que sea
malsana i ocasione perjuicio a terceros, dando cuenta inmediatamente a la autoridad
competente para que tome las medidas que juzgue necesarias o justas”547.
Además Letelier realizó una acérrima defensa en pos de la autonomía institucional de las
municipalidades frente al centralismo estatal, ya que según señalaban las disposiciones
547
Adolfo Murillo. – Tomas R. Torres. Proyecto de creación del Consejo Superior de Higiene, art. 8º.
Sesión de la Cámara de Diputados, de 12 de Setiembre de 1882.
548
Letelier R. Discusión proyecto de creación del Consejo Superior de Higiene. Sesión 2.a ordinaria en 5
de Junio de 1884.
379
legales los municipios, mediante la facultad otorgada por ley en 1891 eran las
encargadas directas de la regulación sanitaria: “¿podemos por una lei crear una autoridad
con facultades que pertenecen por la constitución a otras autoridades? Me parece que nó.
La Constitución ha dado a las Municipalidades la facultad de velar por la hijiene i la
salubridad públicas, i la lei no puede quitársela”549.
A estos dichos el diputado Adolfo Murillo, elaborador del proyecto, respondió que: “Las
funciones del Protomedicato eran completamente indefinidas, i se hace necesario dar
una organización regular a estas corporaciones, cualquiera que sea, por otra parte, el
549
Ibidem.
550
“El Tribunal del Protomedicato existió en Chile con sus atribuciones docentes, inspectivas y judiciales
hasta 1875. Permaneció únicamente como institución de supervigilancia de policía médico-sanitaria
hasta 1892, desapareciendo con motivo de la dictación de la ley que creó el Consejo Superior de
Higiene Pública e Instituto de Higiene, el 16 de septiembre de aquel año”. Laval R. Enrique. “El
protomedicato en el desarrollo de la salubridad en Chile durante la Colonia y la República”. Rev. Chil.
Infect. Edición aniversario 2003; 117.
551
Letelier R. Discusión proyecto de creación del Consejo Superior de Higiene. Sesión 2.a ordinaria en 5
de Junio de 1884.
380
nombre con que se las quiera designar. El hecho es que se hace indispensable establecer
Consejos de Hijiene, con el carácter de corporaciones simplemente administrativas, i es
a esto a lo que tiende el proyecto en todos sus artículos”552. Finalmente el diputado
Murrillo aludió en su intervención a un concepto comúnmente manipulado en la
discusión higienista y nacionalista: “el bien superior de la patria”: “Por lo demás, se trata
solo de la aprobación jeneral del proyecto, i no se concibe cómo pueda desconocer el
espíritu ilustrado i patriótico del señor Diputado por Talca la conveniencia i necesidad
imperiosa que hai en Chile de atender a la salubridad e hijiene públicas, en un pais en
que la mortalidad ha llegado a ser mas aterradora, a pesar de su benigno i hermoso
clima”553.
En el mismo tenor que el diputado Letelier, el diputado Conservador por San Fernando
Juan Nepomuceno Rafael Parga defendió la autonomía de los municipios ante las
atribuciones y autoridad del sector médico institucional y el centralismo gubernamental:
“La Constitución ha dado a las Municipalidades la facultad de cuidar de la policía de
salubridad; i esas corporaciones tienen bajo su inspección i vijilancia los hospitales,
hospicios, cárceles, etc., etc. Por consiguiente, el proyecto no hace otra cosa que
establecer un cambio de autoridades encargadas de las funciones relativas a la salubridad
e hijiene, siendo de notar que éstas son atribuciones constitucionales que no pueden ser
modificadas por medio de una lei”554.
Parga argumentaba que la creación de otro organismo con las mismas atribuciones que
los municipios en materia de higiene y salud solo tendería a obstaculizar en la
realización de funciones. Sin embargo señalaba que podría eventualmente ser
beneficioso si este organismo solo mantuviese facultades consultivas. Claramente el
tema eran las atribuciones y poder que cobrarían ciertos sectores sociales y políticos
552
Murillo, Adolfo. Discusión proyecto de creación del Consejo Superior de Higiene. Sesión 2.a ordinaria
en 5 de Junio de 1884.
553
Ibidem.
554
Juan Nepomuceno Rafael Parga. Discusión proyecto de creación del Consejo Superior de Higiene.
Sesión 2.a ordinaria en 5 de Junio de 1884.
381
frente a otros, en medio de las pugnas entre el centralismo gubernamental y el
denominado parlamentarismo.
Ante estos temores el diputado Guillermo Puelma Tupper, defensor del proyecto e
integrante de la Comisión de Educación y Beneficencia, ratificaba ante la Cámara en una
sesión posterior de discusión (4 de diciembre de 1886) las atribuciones en estados de
excepción y calamidad por parte de los organismos de higiene y salud, aspecto
justamente que conservadores y comerciantes temían, como pérdida de sus libertades
comerciales y personales: “El cólera, que tanto alarma a muchos, señores Diputados, es
prevenido principalmente de dos maneras: el aislamiento, porque se sabe que es
comunicado por las relaciones de pueblo a pueblo, lo que conduce a las cuarentenas, i el
establecimiento de cordones sanitarios i sobre todo por precauciones hijiénicas, las que
sirven no solo para impedir el desarrollo de este flajelo, sino el de cualquier otro, como
la viruela, por ejemplo. Con reglas fijas establecidas en una lei, cabe la reglamentación
por medio de una ordenanza por decretos gubernativos que el Gobierno está facultado
para dictar.”555.
Sin embargo dos años antes en la presentación del proyecto Puelma había negado dicho
autoritarismo en los siguientes términos: “No se trata de crear por este proyecto una
autoridad especial con atribuciones judiciales: trátase de establecer Consejos de hijiene
pública como los establecidos con mucha aceptación en Europa; pues, por medio de
ellos, puede la autoridad local perseguir muchos delitos que de otra manera quedarían
impunes. En todas partes los Consejos de hijiene son cuerpos de responsabilidad, que si
tienen alguna autoridad es la moral, por la posición respetable de las personas que los
forman. No proceden judicialmente sino solo moralmente. (…) Terminaré repitiendo que
no encuentro en este proyecto el autoritarismo que ve el honorable Diputado por Talca; i
555
Puelma Tupper, Guillermo, segunda discusión del proyecto de creación del Consejo Superior de
Higiene. Sesión 2.a ordinaria en 4 de diciembre de 1886.
382
creo que, vuelto el asunto a Comisión, seria otra vez informado sustancialmente en la
misma forma en que ahora se encuentra en la mesa”556.
La discusión acerca del proyecto se cerró sin ningún acuerdo en la primera sesión de
discusión el 5 de junio de 1884, siendo retomada dos años más tarde en la sesión del 4
de diciembre de 1886. Esa fecha se resolvió, a instancias del diputado Parga, nombrar
una comisión con el objeto de que redacte un proyecto de ley sobre higiene pública.
Finalmente, y luego de muchos forcejeos que demoraron el proyecto en la Cámara tres
años, el Gobierno, bajo la presidencia de José Manuel Balmaceda hizo uso de sus
facultades según los artículos 72 y 73 de la Constitución para despachar el proyecto de
Ley que daba creación al Servicio de Higiene Pública el 19 de enero de 1889.
6. ° Hacer presentes a las Municipalidades o autoridades loca les, siempre que lo estime
necesario i en tanto no se subsanen los inconvenientes que se hiciesen notar, las medidas
que juzgue propias i oportunas para dar las debidas condiciones de salubridad a los
mercados, mataderos, estanques i pozos de agua potable, cauces de agua de bebida o de
556
Puelma, Guillermo. Discusión proyecto de creación del Consejo Superior de Higiene. Sesión 2.a
ordinaria en 5 de Junio de 1884.
383
lluvia, canales de aseo o regadío, sumideros, alcantarillas, letrinas privadas o públicas,
baños, fuentes, pantanos, etc.”557.
Hacia fines del siglo XIX los principales centros urbanos del país como Santiago y
Valparaíso aun se mantenían en un deficiente estado higiénico. Así se señala en el
informe que emitiera el Consejo de Higiene de Valparaíso al Consejo Superior de
Higiene en febrero de 1900:
“Doloroso me es tener que dejar constancia que los trabajos del Consejo de Higiene
durante el año de que doy cuenta, han sido de poco provecho para la ciudad. A pesar que
el Consejo celebró 26 sesiones, envió 47 notas y evacuó numerosos informes más ó
menos importantes sobre diversos temas de higiene local, las medidas recomendadas,
con raras excepciones, no fueron favorablemente acogidas por las autoridades
administrativas encargadas de implantarlas”558.
Como el Consejo Nacional de Higiene mantenía una relación estrecha con las
autoridades de Gobierno pudo, a través del Intendente, (el cual también ejercía como
presidente del Consejo de Higiene de Valparaíso), encausar las medidas propuestas por
este organismo. Sin embargo los escollos prosiguieron y la sanción de la Ley de Higiene
de 1902 no modificó dicha situación, por lo que el sector médico junto al Instituto de
Higiene de Santiago y el Consejo Superior de Higiene se propusieron reformular la ley
557
Proyecto de Ley de creación del Servicio de Higiene Pública. 19 de enero de 1989.
558
Informe del Consejo de Higiene de Valparaíso al Consejo Superior de Higiene, Febrero de 1900,
Memorias del Consejo de Higiene de Valparaíso. Valparaíso: El Consejo, 1896-1903 (Valparaíso: Imp.
de La Patria) 8 v. P.217.
384
de organización del estado sanitario en Chile, enmarcada en la Ley de sanidad de
septiembre de 1902.
En este ámbito los mayores escollos del marco legal era el margen al que había sido
desplazado el accionar de los organismos de higiene, con carácter consultivo y técnico
simplemente. A este respecto el médico Alejandro del Río en las memorias décimas del
Instituto de Higiene de Santiago expresa: “La higiene consultiva, i la higiene técnica,
encerradas en el marco que les fija la lei de 1902, si bien han prestados servicios
inestimables, no son capaces de satisfacer las verdaderas necesidades del país en este
órden de cosas”559.
Estos esfuerzos sólo tuvieron sus frutos siete años más tarde al ser promulgado el primer
Código Sanitario en 1909. Finalmente en 1918 fue sancionado el Código Sanitario
definitivo mediante la promulgación de la Ley No. 3385 conforme al Diario Oficial de
fecha 22 junio de 1918. Además se Estableció la Dirección General de Sanidad y la
creación de organismos sanitarios en cada zona de salubridad. Según el artículo 4º de
Código solo un médico podría ejercer como director del Consejo Superior de Higiene
nombrado directamente por el Poder Ejecutivo. Además, la facultad de medicina de la
Universidad de Chile mantuvo amplias prerrogativas en el Consejo al proponer a seis de
los 12 candidatos al cargo de Director:
559
Del Río, Alejandro. Memorias X del Instituto de Higiene de Santiago correspondientes al año de 1902.
P.195-196.
560
Código Sanitario 1918 artículo 6º.
385
Finalmente en 1924 se creó el Ministerio de Higiene, Asistencia y Previsión Social, y se
rganizó la Caja de Seguro Obrero para cubrir los riesgos de enfermedad, invalidez, vejez
y muerte. Con esto se afianzaba un largo proceso que dio sus primeros pasos en la
creación de la Escuela de Medicina del Instituto Nacional e se integró en los procesos de
consolidación del Estado administrativo y moderno.
386
enfermedades, sus progresos, los mejores métodos curativos que se hayan
experimentado y las mejoras que puedan hacerse en la policía de salubridad, además de
promover la industria. Al mismo tiempo que nacía esta Junta en Santiago, se fundaban
otras en numerosas ciudades del país.
En la década de 1840 el Gobierno Nacional creó una comisión de seis señores ilustres
para administrar al Hospital San Juan de Dios. Dicha política de asistencia quedó en
manos de una Junta Central de Beneficencia y Salud Pública.
La crítica situación del erario nacional en los albores de nuestra República no permitía
introducir en el país las mejoras sociales en las proporciones convenientes, de ahí que las
aportaciones para el mantenimiento de los centros hospitalarios provinieran casi
exclusivamente de asignaciones, fondos, tierras, casas y otras propiedades que vecinos
acaudalados señalaban frecuentemente en sus testamentos a favor de las Juntas de
Beneficencia. Esta asignación de bienes les concedió una personalidad propia que
acentuó sus capacidades de administración y, más tarde, provocó el reconocimiento
estatal que se tradujo en forma de disposiciones supremas.
Fue así como el 27 de enero de 1886, por decreto supremo que lleva las firmas del
Presidente José Domingo Santa María y de su Ministro del Interior José Ignacio Vergara,
se dictó el primer Reglamento Orgánico General para las Juntas de Beneficencia, que
quedaron regidas por un sistema uniforme, investidas de una semi-autonomía y adscritas
a un centro administrativo común en el Ministerio del Interior que llevó el nombre de
“Sección de Higiene y Beneficencia”.
387
En virtud de este Reglamento, las juntas dispusieron de mayores facultades que antes y
pudieron proceder libremente en la contratación de comunidades religiosas, en los
horarios de los hospitales, en determinación de los requisitos para los internados en
Medicina, en la aprobación de bases para el arrendamiento de bienes por remate público,
en la designación de diversos personales, en las proveedurías y en otros aspectos de sus
administración.
Sólo en 1886, por Decreto del 27 de enero, se dictó el Reglamento general de las Juntas
de Beneficencia, las cuales en 1925 quedarían bajo la Dirección General de Beneficencia
y Asistencia Social, creada por el DL N° 689, reuniendo en ella a la Junta Central de
Beneficencia, la Dirección General de asistencia Social y sus establecimientos, institutos
y servicios.
388
En las provincias y departamentos funcionaban también Juntas de Beneficencia,
presididas por el Intendente y el Gobernador respectivo.
Este último establecimiento era uno de los Hospitales icónicos del servicio de salud el
que se encontraba dirigido hacia el año de 1887, por un ilustre ciudadano llamado Pedro
Antonio Errazuriz, supervisado directamente por el Ministerio del Interior:
“San Vicente de Paul está colocado bajo el celoso cuidado de nuestro estimable colega,
don Pedro Antonio Errázuriz, dedicado desde tiempo atrás a la beneficencia. Entiendo
que su administración es de todo punto independiente, que no está sujeto a una
inspección determinada, y que solo se encuentra baja la vigilancia siempre incierta y
descuidada del Ministerio del Interior”561.
561
Murillo, Adolfo, Revista Médica de Chile. Revista médica enero 1885-86 N° 7 año XIX. P.41.
562
Ibidem.
389
El doctor Adolfo Murillo criticó la actitud de la Junta Central de Beneficencia por no
hacerse cargo de tan importantes organismo de asistencia como lo eran el Hospital de
San Vicente de Paul o la Casa de Orates:
“Hablando con toda franqueza, los motivos que alegraron los señores de la Junta Central
De Beneficencia para no recibir la supervigilancia y dirección del hospital de San
Vicente de Paul, no los hemos, encontrado justificados . Sus apuros, en realidad graves,
y la penosa situación por la que hasta ahora atraviesa, no fueron ni son motivos
suficientes para no haberse hecho cargo, para rechazar la administración de San
Vicente”563.
Se requería, según criterio del autor del artículo médico, la centralización absoluta y no
parcial de los organismos de asistencia:
“Si anexo al Ministerio del Interior hubiera un consejo de sanidad, una oficina que de los
hospitales y asilos se ocupara de un modo exclusivo la cuestión sería distinta. Pero,
según nuestro sistema de asistencia, la mayoría de esas fundaciones dependen de la junta
de Beneficencia.
563
Murillo, Adolfo, Revista Médica de Chile. Revista médica enero 1885-86 N° 7 año XIX. P.42.
564
Ibidem.
390
Por estos motivos, y para no dejarlo desligado de la corporación que debía representarlo,
tomóse la determinación de que el administrador de dicho establecimiento formara parte
integrante de la Junta. Desde entonces lo vemos figurar allí”565.
En general, dentro de las ideas que en esa época prevalecían sobre higiene y asistencia,
la organización técnica del servicio, parcialmente o en conjunto, no era abordada. Esta
situación se señalaba en la práctica con un acentuado alejamiento de los médicos de las
funciones directivas de los Hospitales, entregados por completo a los administradores.
Semejante estado de cosas se mantuvo durante muchos años hasta que fue tomando vida
un movimiento de opinión que acertó a cristalizar la Junta de Beneficencia de Santiago,
llamando, en 1917, a todas las organizaciones similares del país a la celebración del I
Congreso de Beneficencia Pública, reunido en Santiago y con resonancia continental.
565
Ibidem.
391
Entre sus atribuciones contaba la inspección de los conventillos, la vacunación forzosa y
la confección de un registro de vecindad y pobreza, donde se inscribían quienes
deseaban recibir los servicios médicos gratuitos. Con esto se asumió la Cuestión Social
como parte del programa médico de la nación.
Este servicio aseguraría que fuera el Estado y no los médicos particulares quienes
asumieran el costo de los servicios sanitarios de los sectores populares, ya que estos no
podían pagar los altos costos de la medicina privada. También se impedía con esto que
este grupo cayera bajo el control de curanderos y otros competidores en sistema de la
salud.
Las damas de sociedad tenían hospitales y asilos a su cargo, como el Hospital Nacional
de Alienadas y el Hospital Rivadavia, ambos para mujeres; el Hospital de Niños; la Casa
de Expósitos, y el Asilo de Huérfanos.
Igual situación sucedía en otras partes del país donde la salud dependía de la
organización y el financiamiento privado, aunque gran parte de su presupuesto devenía
de subvenciones públicas.
392
En 1899 habían sido ingresados 26.943 enfermos y salieron curados 24.325,
considerando todas las instituciones dependientes de la Asistencia Pública. Las consultas
gratuitas en los diversos hospitales fueron en el mismo año de 279.740 enfermos566.
Faltaban médicos y hospitales en gran parte del país. Los servicios sanitarios y
hospitalarios se encontraban concentrados en la Capital Federal, mientras que en el
interior eran muy deficientes y escasos.
Fuera de Buenos Aires la ciudad de Rosario contaba hacia 1901 con un sistema de
administración y asistencia pública similar a la de Capital Federal, del cual dependía el
Hospital Rosario para mujeres y la maternidad. Otro hospital, mixto, estaba
subvencionado por la Sociedad de Beneficencia y la municipalidad y el Gobierno
Provincial.
566
González Leandri, Ricardo. Las profesiones. Entre la vocación y el interés corporativo. Fundamentos
para su estudio histórico. Madrid, Catriel. 1999. Pp. 208-209.
393
Capítulo 13:
El cólera apareció con rasgos epidémicos entre los años 1886 y 1887. Esto motivó la
promulgación de la Ley de Vacunación Obligatoria y la Ordenanza General de
Salubridad, estableciendo una Junta General de Salubridad, que tuvo carácter de
propositiva y asesora del Gobierno en materia de sanitarismo e higiene.
En este sentido, aún se considera que la mejor forma de combatir las enfermedades es la
profilaxis, mediante el saneamiento del cuerpo y de los espacios humanos. A raíz de esto
se promulgó, hacia 1906, la Ley de Habitaciones Populares y en 1909 el primer Código
Sanitario.
394
Así lo expone el médico Adolfo Murillo en su discurso inaugural del primer congreso
científico chileno, celebrando en la ciudad de Concepción en 1896: “Esa mortalidad a la
vez que es un problema económico de la más trascendental importancia, entraña una
cuestión social de interés inmediato, cuestión de raza, de nacionalidad y también de
afectos de hogar”567.
Más adelante Murillo lo expone en términos de capital al señalar que “el hombre es un
capital, una cifra que vale, un individuo que consume, un servidor del Estado, es
miembro de una comunidad que debe tener mutuos intereses, como iguales necesidades,
forma parte de un hogar y debe servir a la patria”568.
El médico Augusto Orrego Luco, en un texto escrito hacia 1867, describía la eventual
crisis demográfica y racial que sufría Chile producto de los elevados índices de
mortalidad y el peligro de la inmigración:
567
Murillo, Adolfo “Discurso Inaugural del primer Congreso General Científico Chileno”. 1896
Concepción. Imprenta y encuadernación Roma Santiago de Chile P.5.
568
Murillo, Adolfo “Discurso Inaugural del primer Congreso General Científico Chileno”. 1896
Concepción. Imprenta y encuadernación Roma Santiago de Chile P.5.
395
sociedades decrépitas, es un fenómeno anormal y peligroso en una sociedad que apenas
ha alcanzado la plenitud de su vigor”569.
La elevada natalidad se explica, según el autor, por las condiciones físicas y geográficas
de Chile, “donde la principal alimentación se encuentra basada en los vegetales, cosa
extraña para un frío como el nuestro, lo que contribuye a que se genere una alimentación
muy económica”570.
En ese contexto, el autor expone la salubridad como una empresa nacional, siendo deber
de los gobiernos “mantener y desarrollar las fuerzas vivas de la nación”.
Cuadro Nº 2.
569
Augusto, Orrego Luco. “La Cuestión Social”. Imprenta Barcelona, Santiago 1867.
570
Ibidem.
396
En el caso de Valparaíso y La Serena las defunciones superan en un 50% a los
nacimientos, cosa alarmante siendo éstas dos de las principales ciudades del país. En
Talca y Valdivia las cifras de bautizo y defunciones son más similares, pero aún superan
estas últimas a los nacimientos.
Cuadro Nº 3.
Murillo sospecha que en el caso de los nacimientos estas cifras pueden ser inexactas,
debido al mal ejercicio que para ese entonces mostraba el recién creado Registro Civil
de Chile.
571
Murillo, Adolfo “Discurso Inaugural del primer Congreso General Científico Chileno”. 1896
Concepción. Imprenta y encuadernación Roma Santiago de Chile P.7.
397
Hacia 1895, señala Murillo basándose en los estudios del doctor Ebererhard, en
Concepción se produjeron 1005 nacimientos y 1114 defunciones, lo que demuestra que
en los últimos 16 años la ciudad penquista ha aumentado en 10% su índice de mortalidad
en relación al número de nacimientos.
Un año antes Valparaíso era la ciudad con más defunciones en todo el país, con 6.548, es
decir, 61,31 defunciones cada mil habitantes.572
En Santiago las cifras de mortalidad fueron subiendo paulatinamente desde el año 1880
hasta 1889, comenzando con 9.101 defunciones y finalizando la década con 11.039. Su
máxima inclinación fue el año de 1885 con 15.026 defunciones, debido a la epidemia de
cólera que azoló la zona central del país.
Según demuestra el doctor Murillo, después del año de 1890 y hasta 1895 la cifra de
mortalidad aumentó pese a todas las disposiciones sanitarias y programas de vacunación
obligatoria establecidos desde 1887.
Con una población de 266.000 habitantes, en el año 1890 se registraron 14.351 muertes,
es decir, 53,95 defunciones por cada mil habitantes. Esta cifra se elevó consecutivamente
llegando en 1892 a 17.496 en una población de 270.000 habitantes, es decir, 59
defunciones cada mil habitantes.
572
Según censo de 1885. Ver Murillo, Adolfo Discurso Inaugural del primer Congreso General Científico
chileno. 1896 Concepción. Imprenta y encuadernación Roma Santiago de Chile P.9.
398
defunciones, es decir, 37.3 fallecimientos por cada mil habitantes, lo que consigna una
baja de 7%573.
Sin embargo, estas cifras aún eras muy elevadas en relación a otras urbes a nivel
mundial. Santiago se encontraba hacia 1890 entre las ciudades con el número más alto
de mortalidad en el mundo, ocupando el tercer lugar después de Bombay y Alejandría -la
primera con 52, 9 defunciones por mil habitantes y la segunda con 49,8-. Santiago, a su
vez, se elevaba a un 46,14 defunciones por cada mil habitantes.
Según demuestran las estadísticas del anuario, el primer mes de vida era el más crítico,
con una mortalidad de 18,80 por cada mil nacimientos, y registrándose 8,80 defunciones
cada mil habitantes durante los dos primeros años. Sólo después del los treinta años los
índices de mortalidad comenzaban a declinar575.
En Inglaterra las cifras eran del 81% de los niños menores de 10 años para las clases
aristocráticas, el 56% de las clases medias y burguesas y el 38% de las clases populares.
573
Murillo, Adolfo. La Mortalidad en Santiago de Chile, Revista Chilena de Hijiene. P.7.
574
Murillo, Adolfo Discurso Inaugural… op. cit. P.12.
575
Ibidem.
399
Para el médico Augusto Orrego Luco, esta elevada cifra de natalidad corresponde a un
rasgo de nuestra raza particularmente fecunda: “A la luz de los datos que arroja la
estadística, hemos dejado establecido en un artículo anterior que la cifra de los
nacimientos alcanza entre nosotros una altura muy considerable. Son pocos los pueblos
que tienen esa fecundidad de raza, superada en Europa solamente por la Rusia, la
Polonia, la Hungría, la Croacia, el Wurtemberg, la Servia y la Baviera”576.
Sin embargo, en otro texto del doctor Murillo titulado “la Mortalidad en Santiago”,
publicado en 1898 en la Revista Chilena de Higiene, señala que la mortalidad infantil
sólo representa -según los datos del doctor Alejandro del Río- un 33% del total de la
mortalidad en la ciudad de Santiago, menor al 35% de las ciudades alemanas577.
Esta disminución de la mortalidad infantil después del año de 1895 se debe, según señala
Murillo, a la creación de instituciones abocadas a la salud e higiene infantil como la
Protectora de la Infancia. No obstante, hasta esa fecha las cifras eran alarmantes. En una
estadística de 0 a 7 años: “la mortalidad de los párvulos estuvo en relaci6n del 55.6% en
1860; del 53.7% en 1861; del 56.5% en 1862; del 60.5% en 1863; del 63% en 1864; del
54.2% en 1865; del 53% en 1866; del 57.4% en 1867; del 57.8% en 1868; del 62.5% en
1869; es decir, del 57.6% en esa década. De 1876 6-1880 esa proporción fue de 58.93
por 100 defunciones”578.
Hacia la misma fecha Orrego Luco confirmaba las magras cifras expuestas por el doctor
Murillo. “Si se añade la mortalidad de los párvulos, que alcanza en Chile a la cifra
inverosímil de un 60%, según los cálculos menos abultados, se tendrá que reconocer que
576
Augusto, Orrego, Luco. “La Cuestión Social” Imprenta Barcelona, Santiago de Chile 1897.
577
Murillo, Adolfo. La Mortalidad en Santiago de Chile, Revista Chilena de Hijiene. P.11.
578
Ibidem.
400
un vicio sordo trabaja el organismo nacional, que un mal latente o por lo menos no bien
apreciado todavía se agita en las entrañas de nuestra sociedad”579.
La alta mortalidad para las principales ciudades del territorio chileno era producto de las
malas condiciones de vida, del hacinamiento y la insalubridad, pero también de las
enfermedades que prosperaban en estas pésimas condiciones, principalmente entre los
sectores populares.
Otra de las enfermedades más temidas era la tuberculosis, que adquirió una serie de
ribetes valóricos y mágicos en el imaginario popular y científico, asociando su
padecimiento a la generación de diversas deformaciones físicas y morales. En este
recuadro aparece como la tercera causa de mortalidad con un 7,12 defunciones por cada
mil habitantes.
Cuadro Nº 4.
579
Augusto, Orrego, Luco. “La Cuestión Social” Imprenta Barcelona, Santiago de Chile 1897.
401
Cólico 1,269 1,294 2,563 2,57
Afecciones cerebrales 2,191 2,653 4,844 4,55
Cólico 1,26 1,209 2,469 2,57
Disentería 1,096 0,915 2,011 2,02
Heridas 1,481 0,255 1,706 1,71
Asfixia 0,859 0,73 1,589 1,6
Alfombrilla 0,741 0,807 1,548 1,55
Espasmos 0,668 0,708 1,376 1,43
Meningitis tuberculosa 0,6 0,578 1,178 1,18
Ignoradas 6,836 6,572 13,408 13,5
Cuadro estadísticos de Adolfo Murillo en su Discurso Inaugural del primer Congreso General Científico chileno. 1896
Concepción. Imprenta y encuadernación Roma Santiago de Chile p. 14.
En este programa el agua actuaría como un purificante que, junto al aire, podrían evitar
un sin número de miasmas y virulencias. De esta manera se potenciarían las ventajas
naturales de las que dispone la ciudad de Santiago, dado su emplazamiento geográfico.
402
2- La urgencia de las medidas de salubridad recomendadas en el texto del trabajo de
que me ocupo y el perfeccionamiento de sus servicios de higiene580.
Estos objetivos, según Murillo, serían alcanzados gracias al apoyo de las instituciones
representativas del sector médico higienista como la Facultad de Medicina de la
Universidad de Chile y el Consejo Superior de Higiene.
Para un médico como Murillo no hay dudas al respecto, la resistencia ante estas medidas
es, por un lado la falta de voluntad por parte del Gobierno para implementarlas, y por
otro la carencia de un plan de estudios que ilustre a las jóvenes generaciones en los
beneficios y hábitos de la higiene.
“El Gobierno central debería implementar todas esas obras para asegurar el porvenir de
nuestra raza; organizar de mejor modo las corporaciones de higiene pública y difundir la
enseñanza de la higiene por todos los medios que estén a su alcance, especialmente en
las escuelas normales, de donde sale esa pléyade de maestros que debe llevar a la vez
que la luz a las inteligencias, los consejos para a sanidad del cuerpo: espíritus y cuerpos
sanos”581.
580
Murillo, Adolfo. “La Mortalidad en Santiago de Chile”, Revista Chilena de Hijiene. P.9.
581
Murillo, Adolfo Discurso Inaugural… op. cit. P.15.
403
reforma la habitación, que hace gente sana, que proporciona medios de trabajo y asilos
que restauren las fuerzas perdidas y que curan las dolencias del cuerpo y aún las del
alma”582.
En tanto a los ciclos epidemiológicos que azotaban el territorio nacional con una
constancia mortífera, muchos consideraban la viruela como un oscuro sino.
Murillo llama la atención de las autoridades sobre lo negligente del accionar de los
vacunadores, que mal pagados descuidan sus obligaciones: “Los vacunadores son
comparativamente pocos, mal recompensados y nada celosos de su deber. Los variolosos
y sus ropas contagiadas andan esparcidos libremente y sin precaución entre los
sanos...584.
582
Murillo, Adolfo. La Mortalidad en Santiago de Chile, Revista Chilena de Hijiene. Imprenta Cervantes
(sin fecha) P.15.
583
Revista Médica de Chile, Tomo X, año 1853, P.2.
584
Ibidem.
404
hogares y establecer la vacunación obligatoria de la población. A este último aspecto
señala que: “es posible salvar a los chilenos de esa cruel peste, generalizando la
vacunación sin cesar ; y creemos además que convendría emplear medidas coercitivas
contra toda resistencia irracional, que impida la ejecución, tanto de esa providencia,
como de los otros consejos de la higiene que tienden a aislar y destruir los contagios”585.
Respecto a las libertades individuales, los médicos abogaron por regular no solo los
hábitos higiénicos, sino también los sexuales y afectivos, interviniendo en la
reproducción y el matrimonio: “Prohíbanse los matrimonios de tales enfermos; o por lo
menos, autorícese la separación quoad thorum de los consortes inficionados, como
sucedía antiguamente con los leprosos. Sobre todo adóptense sin demora aquellas
providencias que refrenen a los viciosos, y que preserven a los que no lo son”586.
En este contexto, una de las enfermedades contagiosas con carácter de epidemia que más
impacto tuvo fue la sífilis, que era considerada como la más “asquerosa y degradante” de
las enfermedades. La proliferación de la sífilis, según los médicos redactores de la
585
Revista Médica de Chile, Tomo X, año 1853, P.3.
586
Revista Médica de Chile Tomo X. año 1853, P.4.
405
Revista Médica de Chile, se debía a la falta de una organización moderna y científica por
parte de las autoridades de gobierno y de la sociedad para afrontar esta enfermedad con
eficacia. “Si hubiese habido una exacta estadística médica, cual corresponde a una
sociedad bien organizada, sin duda que los datos que nos habría suministrado acerca de
esta general infección, importada de países extranjeros, no solo nos aterrarían, sino que
ya se hubiera levantado un inmenso clamor contra los gobiernos, que descuidan las
medidas de salubridad, contra los hombres del arte, que no las promueven
constantemente, y contra el inmoral y repugnante tráfico sexual, de donde procede el
envenenamiento común”587.
Finalmente, la fiebre maligna o chavalongo fue una de las enfermedades que más azoló
las zonas marginales de las urbes (principalmente Santiago y Valparaíso), prosperando
en las zonas insalubres de las barriadas.
Esta fue la excusa para que, en la década de 1870 se propusiera, por parte del Intendente
Benjamín Vicuña Mackenna, el saneamiento de Santiago, expulsando las barriadas hacia
fuera de la zona salubre de la capital. El concepto que se manejaba era, justamente, el
profiláctico que precisaba del fluir del agua y el viento para limpiar a la ciudad de los
miasmas contaminantes.
587
Ibidem.
588
Revista Médica de Chile Tomo X. año 1853, P.15.
406
13.2 Los programas de vacunación en Chile y el establecimiento de la Junta
Central de Vacuna.
En Chile desde las primeras décadas del período de la Conquista la viruela azoló a la
población de forma extrema. Así se señala en las crónicas de Góngora y Marmolejo,
afirmando que la epidemia fue introducida en el territorio por las huestes de Francisco
Villagra en la Serena el año de 1561589.
Tres años más tarde Carlos IV envió a sus colonias la expedición de la vacuna bajo la
dirección de Balmis, trasportando en ésta a 25 niños para ir inoculándola de brazo a
brazo durante la navegación.
El mismo año de 1808 fue organizada en Chile la Junta Central de Vacuna bajo la
coordinación del médico Manuel Julián Grajales, colaborador de la expedición de
Balmis y responsable de idear el reglamento del organismo y organización de las juntas
589
Citado en Ferrer Rodríguez, Pedro Lautaro. Historia general de la medicina en Chile: (documentos
inéditos, biografías y bibliografías): desde el descubrimiento y conquista de Chile, en 1535, hasta
nuestros días / por Pedro Lautaro Ferrer. Talca: Impr. Talca de J. Martín Garrido, 1904. Capitulo IX La
viruela : epidemias y enfermedades, recetas y sistemas curativos. P.254.
590
Ferrer Rodríguez, Pedro Lautaro. Historia general de la medicina en Chile: (documentos inéditos,
biografías y bibliografías): desde el descubrimiento y conquista de Chile, en 1535, hasta nuestros días /
por Pedro Lautaro Ferrer. Talca: Impr. Talca de J. Martín Garrido, 1904. Capitulo IX La viruela:
epidemias y enfermedades, recetas y sistemas curativos. P.255.
407
provinciales dependientes de ésta. La dirección oficial quedó en manos del Gobernador
García Carrasco y del Obispo de Santiago, quedando consagrada de esta forma una larga
tradición que delegaba en las instituciones eclesiásticas las labores de asistencia, salud y
beneficencia, plasmado en el decreto fundacional del organismo:
Sin embargo, los planes de vacunación impulsados desde este organismo no tuvieron la
acogida esperada por parte de la población, pues al igual que en otras partes de
Latinoamérica veían con desconfianza la labor de los médicos en este ámbito, incluso
los culpaban por la propagación de la enfermedad, ya que la vacuna era percibida como
parte de la contaminación virulenta de esta misma.
Por otra parte, según señala Adolfo Murillo, las guerras de independencia
desorganizaron todo el sistema establecido en torno a los planes de vacunación,
recrudeciendo con esto los ciclos epidemiológicos592.
Las epidemias fueron uno de los mayores detonantes en este proceso social, la Revista
Médica lo consigna señalando a la epidemia de la viruela como uno de los mayores flagelos
que azotaba el país sin lapsos desde 1863.
“Hace dos años que el jénio de la epidemia, como dice un profesor de Montpellier, ha
desatado las alas a la esporadicidad de la viruela que ha ido a cernerse sobre muchos
pueblos del antiguo como del nuevo continente. La India, la Francia, el Ejipto, Méjico son
testigos de sus devastaciones. Entre nosotros se puede decir que no ha dado sino pequeñas
591
Citado en Murillo, Adolfo “Discurso del Doctor Adolfo Murillo Presidente de la Junta Central de
Vacuna Pronunciado en la fiesta con que las sociedades científicas de Chile celebraron el l.er
centenario del descubrimiento de la vacuna”. Imprenta Enc i Litog. Esmeralda. Santiago de Chile
1904. P.28.
592
Murillo, Adolfo “Discurso del Doctor Adolfo Murillo Presidente de la Junta Central de Vacuna
Pronunciado en la fiesta con que las sociedades científicas de Chile celebraron el l.er centenario del
descubrimiento de la vacuna”. Imprenta Enc i Litog. Esmeralda. Santiago de Chile 1904. P.29.
408
treguas, pues la actual epidemia no es mas que una recrudescencia de la que empezó a fines
de setiembre de 1863”593.
En la primera crónica publicada en la Revista Médica del año 1872 se llamaba la atención
ante la apatía del Estado frente al flagelo de la epidemia, a la que mantiene oculta de la
sociedad civil: “Hace veinte años que venimos sufriendo una epidemia anual de viruela
pero la epidemia actual no ha llamado la atencion del público que las diezinueve anteriores.
Por temor de alamarlo se han estado ocultando al principio los estragos de la epidemia, sin
que se tomara ninguna medida que pusiera coto a la propagacion del mal; de ahí esa
indiferencia incomprensible en que vivia la población”594.
593
Revista Médica de Chile, Volumen I, 1872, P.9.
594
Revista Médica de Chile, Volumen I, 1872, P. 34.
595
Ibidem.
596
Informe del Consejo de Higiene Pública de Santiago 28 de septiembre de 1876. Citado por Adolfo
Murillo en Vacunación obligatoria. Discurso pronunciado en la Cámara de Diputados. En la sesión del
6 de julio de 1883. Imprenta de la República, de J. Núñez, P.24.
409
establecimiento de programas regulares y obligatorios de vacunación: “Los variolosos i
sus ropas contajiadas andan esparcidos libremente i sin precaución entre los sanos... ¿Por
ventura no hai autoridad ni arbitrios de qué echar mano, para oponer a la varióla su
antídoto específico, la vacuna; pero de un modo tan activo i jeneral que alcance a
preservar a todos, desterrando para siempre la epidemia? Nosotros, entretanto, estamos
de acuerdo con la opinión del señor protomédico Tocornal, en su Memoria sobre la
varióla, relativamente a que es posible salvar a los chilenos de esa cruel peste,
jeneralizando la vacunación sin cesar; i creemos ademas que convendría emplear
medidas coercitivas contra toda resistencia irracional, que impida la ejecución, tanto de
esa providencia, como de los otros consejos de la hijiene que tienden a aislar i destruir
los contajios”597.
597
Revista médica: contiene las memorias sobre las enfermedades que se están padeciendo en Chile, i los
medios que se deberían emplearse, con el objeto de prevenirlas i desterrarlas... Santiago: Impr. de Julio
Belin i Ca., 20 de junio de 1853.P.3.
598
Vacunación obligatoria. Discurso pronunciado en la Cámara de Diputados. En la sesión del 6 de julio
de 1883. Imprenta de la República, de J. Núñez, P.18.
410
Estos requerimientos se apoyaron sobre argumentos sociales ya que señalaban que gran
parte de los varilosos provenían de sectores vulnerables, en viviendas bajo deficientes
condiciones higiénicas. Así queda señalado en el cuadro que da a conocer el oficio y
clase de habitación de los variolosos entrados a cuatro lazaretos de Santiago en 1872.
Cuadro Nº 5.
El enfermo solo
Conventillo
Estudiantes
Con varios
Sirvientes
artesanos
Gañanes
Rancho
Varios
El cuadro revela que gañanes y sirvientas mantiene la cifra más alta de contagiados
además de quienes habitan en rancho o una habitación compartida con varias personas.
En 1876 la situación no parece haber variado mucho.
599
Jenaro Contardo. “Causas de La Propagación de La Viruela en Chile Excesiva Mortalidad que
Producen sus Epidemias en Santiago”. Memoria de Prueba para optar al grado de Licenciado en La
Facultad de Medicina. Revista Médica de Chile. 15 de dic. 1877. N°6. P.216.
411
Cuadro Nº 6.
MUJERES
Ocupación habitación
Pieza redonda
Lavanderas
Costureras
Con corral
Cocineras
Sirvientes
Sin oficio
Rancho
Varios
Entre los oficios femeninos el que corría más riesgo de contagio eran las costureras y
sirvientas, pues se consideraban que se encontraban en espacio encerrados propicios al
contagio.
Cuadro Nº 7.
HOMBRES
Oficio HABITACION
Pieza redonda
Artesanos y
Con corral
Sirvientes
Sin oficio
albañiles
Gañanes
Rancho
varios
412
En 1877 se desató una nueva epidemia en el centro sur de Chile, azotando fuertemente a
la zona de Lota la causa de la propagación, según los médicos, fue la ausencia de planes
de vacunación entre la población:
“En primer lugar, la falta completa de vacunaciones, no siendo exagerado decir que de
100 habitantes de esta localidad, 95 no habían sido jamás vacunados. Los restantes
habían recibido el virus vacuno, pero sin éxito alguno, y esto no es de extrañar, si se
considera el fluido que usan los vacunadores del Estado; son costras que ellos han
recogido a la suerte. Un solo hecho tengo a la vista y es bien comprobado: en una
escuela de niños se vacunaron como 100 personas, brotando la pústula de la vacuna solo
en dos”600.
La segunda causa de propagación según el médico eran los malos hábitos higiénicos de
la clase trabajadora, la principal afectada por las epidemias de viruela:
“La segunda causa de propagación, es el ningún cuidado higiénico que observan las
clases trabajadoras para presentarse de contraer la viruela. En la casa que había un
varioloso, los demás, que todavía no les atacaba la enfermedad, seguían viviendo en el
cuarto, y casi siempre durmiendo en un mismo lecho con el enfermo. El aseo del interior
de sus viviendas era terrible, y no se crea que se dejaba de tomar providencias y a veces
bastante enérgicas; pero esos hábitos son inveterados y se hace difícil corregirlos en el
momento, igual cosa seguía sucediendo con el método de vida que llevaban:
continuaban cometiendo sus excesos alcohólicos e intemperancias de toda especie”601.
600
“Epidemia de viruela en LOTA”. Revista Médica de Chile, mayo de 15 de 1978, N°10. P.367.
601
Ibidem.
413
trabajadoras o los sectores populares que habitaban hacinadamente en ranchos o
conventillos.
Pese a estas evidencias no fue hasta 1883 que la Junta solicitó a las autoridades de
Gobierno la promulgación de una Ley de Vacunación Obligatoria. Esta solicitud se
encontraba respaldada por políticos higienistas como Benjamín Vicuña Mackenna,
diputado Liberal por Coquimbo, que en sesión del 9 de junio de aquel año declaraba:
602
Citado en Vacunación obligatoria. Discurso pronunciado por el doctor Adolfo Murillo en la Cámara de
Diputados. En la sesión del 6 de julio de 1883. Imprenta de la República, de J. Núñez, P.19.
414
intervenir a los variolosos, apartarlos de su entorno familiar y recluirlos en lazaretos y
hospitales.
Es por ello que el proyecto fue resistido no sólo por los sectores conservadores, sino
también por muchos liberales que atribuían a esta Ley el desmoronamiento de
instituciones “sagradas” para ellos como “la familia nuclear burguesa” e ideas como la
libertad de los sujetos. Con respecto a este último punto Murillo señalaba: “Ruego a la
Cámara me permita indicarle lo que acerca del aislamiento de los variolosos se practica
en las principales naciones civilizadas, porque creo que de este modo obraré sobre su
ánimo respecto a ciertos escrúpulos que el presente proyecto de lei pueda despertarle
sobre una facultad del hombre que, segun Pagés, no ha sido todavia ni definida ni
comprendida”603.
Estas medidas tuvieron su inspiración en las leyes de salud promulgadas en los Estados
Unidos, haciendo Murillo referencia a los códigos de salud de Nueva York, Filadelfia y
Chicago, además de algunos países europeos como Suiza, en el cual el doctor Blanchard
estableció el concepto de “secuestración médica”: “La secuestracion completa de los
habitantes de la casa infectada. Sobre la puerta se coloca, un cartel que la anuncia, i
todas las personas que ahi viven no pueden tener con los de afuera nias que las
relaciones mas indispensables. Los niños de la casa dejan de frecuentar la escuela, i los
adultos abandonan momentaneamente los talleres en que trabajan. La secuestración no
es levantada sino despues de la declaracion del médico”604.
603
Vacunación obligatoria. Discurso pronunciado en la Cámara de Diputados. En la sesión del 6 de julio
de 1883. Imprenta de la República, de J. Núñez, P.13.
604
Vacunación obligatoria. Discurso pronunciado en la Cámara de Diputados. En la sesión del 6 de julio
de 1883. Imprenta de la República, de J. Núñez, pP.13-14.
415
curacion, los enfermos toman baños i se fumigan con desinfectantes los vestidos i la
ropa; las murallas se blanquean i todo se desinfecta”605.
La discusión se desarrolló bajo una álgida tensión, sobre todo porque para el año de
1883 se había producido uno de los más mortíferos ciclos de la enfermedad,
605
Ibidem.
606
Murillo, Adolfo. Vacunación obligatoria. Discurso pronunciado en la Cámara de Diputados. En la
sesión del 6 de julio de 1883. Imprenta de la República, de J. Núñez, P.26.
607
Vacunación obligatoria. Discurso pronunciado en la Cámara de Diputados. En la sesión del 6 de julio
de 1883. Imprenta de la República, de J. Núñez, P.11.
416
produciendo entre abril y mayo 117 muertes en el Lazareto del Salvador en Santiago y
130 en el Lazareto de Iquique: “I, Curiosa particularidad, señores Diputados: el orijen de
esta lei estii ligado con una epidemia i parece destinada a aprobarse en medio de otra no
menos mortífera que aquella. Segun los datos que acaban de publicarse, el lazareto del
Salvador ha tenido en el recién pasado mes de junio 58 altas por 117 defunciones “608.
No menos graves eran las cifras que arrojaba el lazareto de Iquique que entre los meses
de meses de abril a mayo había arrojado las siguientes cifras:
Cuadro Nº 8.
Resumen general
Entrados 222
Salidos 37
Muertos 130
Según los datos entregados por Murillo, hacia 1876 de los 5808 internos de los lazaretos
de Chile sólo el 10.38 por ciento de éstos se fueron vacunados, señalando la Junta
Central de Lazaretos en un informe emitido hacia las autoridades de Gobierno que sólo
fue posible establecer un programa eficaz de vacunación en aquellos establecimientos
sujetos a alguna autoridad como cárceles, colegios, hospicios y cuarteles609.
A estos antecedentes Murillo agrega que: “por 2,741 alta de enfermos no vacunados,
murieron l2, 416, proporción enorme; mientras que por 363 altas sobre vacunados, solo
hubo 103 defunciones”610.
608
Vacunación obligatoria. Discurso pronunciado en la Cámara de Diputados. En la sesión del 6 de julio
de 1883. Imprenta de la República, de J. Núñez, P.13.
609
Citado en Vacunación obligatoria. Discurso pronunciado en la Cámara de Diputados. En la sesión del 6
de julio de 1883. Imprenta de la República, de J. Núñez, P. 20-21.
610
Ibidem.
417
Para Santiago la vacunación entre 1858 y 1875 no superó el 14% de la población:
Cuadro Nº 9.
Año Población %
1857 4.8
1858 3.9
1859 2.8
1860 3.4
1861 3.4
1862 3.4
1863 2.1
1864 10.2
1865 6.8
1866 2.8
1867 4.1
1868 1.8
1869 7.2
1870 2.4
1871 2.4
1872 14.4
1873 2.0
1874 2.4
1875 1.2
611
Vacunación obligatoria. Discurso pronunciado en la Cámara de Diputados. En la sesión del 6 de julio
de 1883. Imprenta de la República, de J. Núñez, P.22.
418
discutido i deseado por el cuerpo médico, no solo de la capital, sino que también, me
atrevo a asegurarlo, por todo el cuerpo médico chileno”612.
612
Vacunación obligatoria. Discurso pronunciado en la Cámara de Diputados. En la sesión del 6 de julio
de 1883. Imprenta de la República, de J. Núñez, P. 4.
613
Vacunación obligatoria. Discurso pronunciado en la Cámara de Diputados. En la sesión del 6 de julio
de 1883. Imprenta de la República, de J. Núñez, P.13.
614
Vacunación obligatoria. Discurso pronunciado en la Cámara de Diputados. En la sesión del 6 de julio
de 1883. Imprenta de la República, de J. Núñez, Pp. 16-17.
615
Murillo, Adolfo. Vacunación obligatoria. Discurso pronunciado en la Cámara de Diputados. En la
sesión del 6 de julio de 1883. Imprenta de la República, de J. Núñez, P.27.
419
Uno de los argumentos a favor de los planes de vacunación era su menor costo con
respecto a las atenciones en hospitales y dispensarios era mucho mayor que los planes de
vacunación. Así se expone en la Memoria que la Junta Central de Vacuna dirigió al
Ministerio del Interior en abril de 1884, en los que se constata que los gastos que ha
ocasionado el servicio de la vacuna durante dicho año ascendían a $63,974.70,
dividendo esta suma por el total de vacunados, cada uno cuesta al Erario 33 ½ centavos.
De esta forma se pudo establecer hacia 1885 un sistema de vacunación regular en las
principales ciudades de Chile.
El informe señalaba que entre 1873 a 1882, hubo un término medio anual de 88,300
inoculados. En 1883, primer año después de la reorganización del servicio, hubo un
aumento de 94 % sobre ese término medio, y en 1884 alcanzó al 115 % de aumento
sobre ese mismo término medio616.
Además el informe señala que para a fecha todos los establecimientos de salud se
encontraban instaladas las Juntas de Vacuna a cargo de un médico que regulaba la
vacuna:
“En todos los departamentos de la República están ya instaladas las juntas de vacuna y
de todas ellas forma parte un médico, cuya obligación principal es velar por el
mantenimiento de la vacuna en condiciones convenientes y en examinar el estado de la
vacuna y la salud de los niños en quienes se efectúa ese mantenimiento y sirven de
vacuníferos. En cuanto a los vacunadores, ofrecen suficientes garantías de competencia,
puesto que desde hace más de tres años el Dr. Waldo Ugarte Serrano enseña en dos o
más cursos que anualmente se siguen en la Oficina Central, el arte de vacunar a todos los
que lo solicitan y acompañan certificados de buena conducta. Solo después de ser
616
Revista Médica de Chile, julio de 1885, N°2. P.200.
420
aprobados en la prueba teórica y práctica que rinden ante una comisión de la cual forma
parte un miembro de la Facultad de Medicina, son nombrados vacunadores”617.
Cuadro Nº 10.
De 1 a 7 De 7 a 15 De 15 a De 25 a Totales
años 25 60
Hombres.............. 46,379 28,164 11,745 10,611 96,899
En este contexto la vacuna fue asumida como una misión patriótica y sagrada. En otro
discurso pronunciado por Murillo frente a las Sociedades Científicas de Chile, en el
centenario del descubrimiento de la vacuna, señalaba en términos casi religiosos:
617
Ibidem.
618
Murillo, Adolfo Discurso el Doctor Adolfo Murillo Presidente de la Junta Central de Vacuna
Pronunciado en la fiesta con que las sociedades científicas de Chile celebraron el l.er centenario del
descubrimiento de la vacuna. P.29.
421
“Jenner es el brazo poderoso, el instrumento consciente de la Providencia que viene a
remediar un mal que aflijia a las naciones i que diezmaba sin piedad a los pueblos”619.
619
Murillo, Adolfo, Discurso el Doctor Adolfo Murillo Presidente de la Junta Central de Vacuna
Pronunciado en la fiesta con que las sociedades científicas de Chile celebraron el l.er centenario del
descubrimiento de la vacuna.
422
el resúmen de las vacunaciones efectuadas, los trabajos hechos i el progreso e
inconveniente que haya habido o con que haya tropesado la propagacion de la vacuna:
pedir el nombramiento de vacunadores estraordinarios cuando lo estime conveniente”620.
Sin embargo, los planes de vacunación fueron efectivos a medias en la Capital Nacional,
quedando las zonas periféricas aún bajo una alta tasa de mortalidad. Se pensaba que la
pobreza y las malas condiciones higiénicas propiciaban la incubación de la viruela. En el
periódico de izquierda el Despertar de Los Trabajadores se incitaba al Municipio a
atender estos problemas, a las que se considera responsables:
“LA VIRUELA
Este terrible flajelo que azota la población, continúa haciendo mayor número de
víctimas. La municipalidad debe extremar sus medidas de hijenización de la ciudad, para
evitar que las basuras y desperdicios arrojadas por basuras maleducadas o arrasados por
el viento, sigan siendo una amenaza en nuestras calles. Hemos viajado por algunas calles
de afuera la ciudad y nos espanta ver como se descuida el aseo del tugurio, precisamente
los sitios donde más se debe cuidar de asearlos en momentos de epidemia.
Las calles de los barrios obreros continúan como siempre tapados de basura e
inmundicias, que las hacen constituirse en una amenaza formidable para la salud de la
población. Primero de marzo de 1921”621.
620
Murillo, Adolfo, El Servicio de la Vacuna en Chile (Trabajo escrito en 1898) Pp. 34-35. Publicado en
Vacunación Obligatoria, Discurso en el Centenario de Jenner. Imprenta Enc i Litog. Esmeralda.
Santiago de Chile 1904.
621
El Despertar de los trabajadores 1 de marzo 1921.
423
Además, los ciclos epidemiológicos y los planes de vacunación proveyeron de la excusa
apropiada para que los galenos liberales reformaran las premisas sobre las libertades
individuales, incluso sobre el propio ejercicio económico y comercial.
“En 1830, cuando se declaró en Buenos Aires una epidemia de viruela que afectó sobre
todo a los indios denominados “pampas” que estaban en la ciudad, el gobernador los
visitó sin alarmarse ante el contagio. Mostró a los caciques que él también había sido
vacunado y estimuló que hiciesen lo mismo, obteniendo a cambio una rendida
admiración de los indígenas ante su valentía”622.
622
Di Liscia, María Silvia. “Marcados en la piel: vacunación y viruela en Argentina (1870-1910)”.
Ciência & Saúde Coletiva, vol. 16, núm. 2, febrero, 2011, pp. 409-422. Associação Brasileira de Pós-
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http://www.redalyc.org/redalyc/pdf/630/63018970005.pdf
623
Di Liscia, María Silvia “Prácticas médicas y prácticas políticas. Rosas y la vacuna indígena” Revistas
Usach Vol 1, No 6. 2002. Consultado en
http://www.revistas.usach.cl/ojs/index.php/historiasocial/article/view/319
424
La catedrática argentina expone que durante el gobierno de Juan Manuel Rosas se aplicó
un programa sistemático de vacunación de la población, incluyendo a los grupos
indígenas “Pampas”, que agrupaban una serie de clanes mapuches y huilliches.
Prosiguiendo, en parte, la políticas coloniales del protomedicato de vacunación.
Sin embargo, fue el proceso independentista el que impulsó un mayor desarrollo a las
prácticas de salud y combate epidemiológico en Argentina, con la utilización temprana
de la medicina militar (asunto que en Chile no se desarrollaría sino hasta el estallido del
conflicto bélico del Pacífico).
Este programa de asistencia formaba parte del antiguo proyecto de alianzas denominado
“negocio pacífico de indios”, que en sus inicios fue implementado por estancieros
particulares, para luego ser proseguido exitosamente por Rosas a un nivel institucional.
Esta política de amistad establecía el apoyo económico y social de los grupos dirigentes
de algunas etnias indígenas con el objeto de afianzar estrategias de alianzas militares.
Durante el gobierno de Rosas estas prácticas se extendieron al cuidado y atención de la
población indígena aliada en su integridad, mediante los programas de vacunas. A este
respecto, Di Liscia señala: “El hecho de que el Restaurador de las Leyes se empeñara en
vacunar no sólo a los caciques, sino a sus mujeres , niños y acompañantes al menos en
una ocasión confirmada, indica un interés por mejorar los vínculos de amistad,
transformando a los caciques en deudores de favores. Pero además, con este proceso
Rosas se aseguraba de que su imagen de protector de los indios estuviera equiparada con
la de protector de la salud, al generalizar la vacuna a toda la población, restringiendo el
número de infectados y los posibles focos de contagio”624.
624
Di Liscia, María Silvia “Prácticas médicas y prácticas políticas. Rosas y la vacuna Indígena” En
Revista de Historia Social y de las mentalidades año VI n° 6 primavera 2002. P. 150.
425
El hecho de que se preocupara de la vacunación masiva de un grupo considerado hasta
ese momento como ajeno a la nación argentina conllevaba la intención de asimilación.
En una carta que el dictador argentino Juan Manuel de Rosas dirige al administrador de
la vacuna, M. García Valdés, se señala la intención del Estado de propagar “el virus
vacuno entre los indígenas, reducidos y sometidos al Gobierno”625.
En Argentina desde la década de 1870 se discutió por parte del sector médico en
establecimiento de un sistema de vacunación obligatorio que pudiera frenar los ciclos
epidemiológicos que afectaban las principales ciudades. Sin embargo dicha cuestión no
fue fácil de resolver, al igual que en el caso chilenos los médicos higienistas se debieron
enfrentar contra quienes defendían las libertades individuales y de comercio, ya que se
625
Citado en Di Liscia, María Silvia “Prácticas Médicas y Prácticas políticas. Rosas y la vacuna Indígena”
En Revista de Historia Social y de las mentalidades año VI n° 6 primavera 2002.
426
veía en este proyecto como un intromisión por parte de los organismos institucionales en
los ámbitos privados de los individuos.
Además, hacia esa fecha aun existían un gran rechazo y desconfianza hacia la vacuna
misma ya que se consideraba que la inoculación brazo a brazo significaba el contagio de
la enfermedad misma, estas ideas estaban reforzadas por el hecho de que muchas veces
los vacunados experimentaban síntomas de la enfermedad pudiendo llegar a
desarrollarla en algunas ocasiones.
En este contexto el Consejo de Higiene Pública, en 1872, elevó al Ministro del Interior
el doctor Federico Pinedo un proyecto de vacunación obligatoria, señalando que:
“Siendo por otra parte reconocido que la vacuna es el único preservativo contra aquella
enfermedad; siendo un hecho fuera de controversia que en aquellos paises donde la
inoculación de la vacuna es obligatoria, los estragos de la viruela son infinitamente
menores, ya se presente bajo la forma endémica ó epidémica; habiendo mostrado
siempre la observación entre nosotros, que el mayor número de los atacados ha sido de
los individuos no vacunados; siendo sabido que en la mayoria de las veces es solo la
incuria ó la falta de costumbre la que retrae a las personas de hacerse vacunar ó
revacunar; y estando la autoridad en cumplimiento de uno de sus mas sagrados deberes,
obliga a ordenar que se ejecuten todos aquellos actos que garantan la salud de los
habitantes, sin que se menoscaben la libertad y los derechos individuales con la
obediencia a estos mandatos; el Consejo de Higiene Pública, (…) ha resuelto dirijirse a
V.S. por medio de esta nota, para solicitar del Superior Gobierno que patrocine ante la
honorable Lejislatura el adjunto Proyecto de Ley, que estatuye la vacunación obligatoria,
y recabe de ella su sanción inmediata”626.
626
Drago, Luís M. “Proyecto de ley sobre vacunación obligatoria”, dirigida al ministro del Interior el 23
de mayo de 1872. Revista Médico Quirúrgica, año 9 n° 10 agosto 23 de 1872 P.153.
427
El proyecto establecía los siguienets puntos:
Art. 3° Las personas que vengan de las provincias Argentinas o del exterior, y no hayan
sido vacunadas, quedan sujetas a lo prescrito en el art.
2° entendiendose que el plazo fijado corre para ellas desde el dia de su arribo a esta
Provincia.
Art. 4° Todos los habiatntes de la provincia estan obligadas a revacunarse cada ocho
años años, contados desde el dia de la anterior inoculación.
Art. 5° A mas del registro que cada Municipalidad debera llevar de los vacunados y
revacunados; se munira a cada uno de estos de un certificado sellado y firmado por el
Administrador de vacuna, en que conste la fecha de la vacunación o revacunación
practicada, asi como aquella en que debe revacunarse.
Art. 7° Ningun individuo podrá ser admitido en las escuelas públicas, colegios
particulares o estudios mayores, sin que presente el certificado oficial de haber sido
vacunado o revacunado en la época legal. Art. 8°
Ningun individuo podrá ocupar puesto público, o desempeñar comisión alguna, sin hacer
constar que ha cumplido con lo dispuesto en esta ley
art.
9° Los que no cumplan con esta ley, o los padres o tutores de aquellos que sean menores,
pagarán una multa de cien pesos moneda corriente, por cada vez que la infrinjieren.
428
Art. 10° La Municipalidad de la Ciudad por intermedio de la Administración de Vacuna
Facilitara la vacunación a los habitantes del municipio; y cada Municipalidad de
Campaña Procedera del mismo modo, sirviendose del Médico Municipal respectivo.
Art. 11° Las respectivas Municipalidades quedan encargadas del cumplimiento de todo
lo dispuesto en esta ley.
El proyecto fue rechazado por integrantes politicos del propio sector médico como
Justiniano Ledezma, que entre otras razones argumentó que un programa de vacunación
y revacunación obligatoria requería, necesariamente, que el sector de salud pública
tuviera facultades policiales, de las que hasta ese momento carecían.
En un escrito presentado por Ledezma ante la Sociedad Médica Bonaerense, explica las
razones por las que rechazó el proyecto de vacunación obligatoria, oponiéndose,
particularmente, al punto 7 del proyecto, el que señalaba como requerimiento para
acceder a la escuela y los hospitales un certificado de vacunación:
Según Ledezma este proyecto atentaba contra los derechos y libertades de los individuos
en principios tan basicos como la educación, la salud y el libre tránsito.
627
Ledezma, Justiniano. “Consideraciones sugeridas con motivo de los proyectos de vacunación
obligatoria”, año 15 n° 18 P.419.
429
Es claro que el punto en discusión eran las atribuciones de los médicos y organismos del
Estado ante la sociedad civil.
En 1882 se presentó un nuevo proeycto firmado por los médicos José Ramos Mejía,
Emilio Coni, Parodi, Salvarezza y Pirovano. Pero el proyecto fue rechazado de la misma
forma. No mejor suerte tuvo un proyecto de vacunación obligatoria presentado Mariano
Demaría, director del Instituto Veterinario en 1883.
Sin embargo, aun quedaban en manos de los estados y municipios la regulación de los
aspectos sanitarios internos, amparados por la Constituciòn de 1857. Esto generó
430
tensiones entre las autoridades federales y municpales con el Cosnejo de Salubridad, el
que se había instituido como un organismo centralizado con facultades a nivel nacional.
Este conflicto quedó resuelto en 1908 cuando el Congreso introdujo una modificación a
la Constitución que permitía al Consejo de Salubridad de la República regular las leyes
sobre ciudadanía, colonización e inmigración.
431
Conclusiones
Este sistema concedió las herramientas discursivas legítimas, para la construcción social
de lo biológico y la división sexual del trabajo, incluida la reproducción. Esta división de
trabajo y el espacio fortalecieron las dinámicas de la dominación burguesa, liberal,
patriarcal, y, desde este momento, científica.
628
Le Goff, Jacques, « Pensar la Historia ». Paidos, Buenos Aires, 1991, P.108.
432
higienista. Esta hipótesis puede confirmarse para el caso chileno, ya que
coincidió el establecimiento del paradigma de la modernidad y la conformación
del Estado Nación con el fortalecimiento del sector médico profesionalizado con
agencia de conocimiento y autoridad política, hacia la década de 1880.
De esta forma se originó una segunda etapa del liberalismo donde el mercado, el
espacio y las libertades individuales son reguladas y restringidas bajo la
concepción del “bien superior y la salud de la nación”.
433
Sin embargo, si bien propiciaron una ideología de la regulación institucional en
todos los ámbitos de desarrollo social, muchas veces se resistieron como gremio
a esta misma disciplina, cuando el Estado impuso pago de patentes a los médicos
profesionalizados, o a la emisión de certificados médicos.
Aunque, también es cierto que en las zonas céntricas de las grandes urbes se
establecieron programas sanitarios y de vacunación que redujeron los brotes de
epidemias como el cólera o la fiebre amarilla, éstos se desplazaron hacia otras
zonas y ciudades. Por ejemplo, al eliminarse la fiebre amarilla de Buenos Aires,
ésta se trasladó a la zona norte conocida con el nombre de “paludismo”, donde se
concentraba gran mano de obra emigrada por la explotación de la caña de azúcar.
En este contexto podemos concluir que se consumó una revolución sanitaria más
que una revolución demográfica en algunos países como Chile y Argentina
durante la segunda mitad del siglo XIX, lo que significa que las enfermedades se
434
desplazaron desde los sectores céntricos de las grandes urbes hasta las áreas
periféricas, o bien desde los márgenes capitales del país hacia el interior.
629
Estas ideas se encuentran en sintonía con una serie de estudios y reflexiones en torno al rol de la
civilización y la historia, y el establecimiento de sistemas de control no basados en los biológicos sino en
lo psíquico-social. Como los estudios del austríaco Sigsmund Freud en el malestar de la cultura, en el cual
se desarrolla una hipótesis que fusiona lo biológicos (en las pulsiones de vida y de muerte) con la
ordenación social, la represión moral y la revolución histórica.
Ligar los estudios de la enfermedad en Chile a inicios del siglo XX con las ideas del psicoanalista
austriaco podría ser en este estado de la investigación aventurado, pero sabemos que muchos de los
higienistas conocieron la obra del doctor Charcott en Francia y que éste y Freud eran conocidos y
seguramente se influenciaron mutuamente.
435
• Otro de los puntos que hemos concluido es que el movimiento higienista no se
compuso homogéneamente, ni tuvo un desarrollo constante y único en las
ciudades chilenas y argentinas como Buenos Aires, Rosario, Santiago y
Valparaíso.
En Chile, dado los documentos abordados, esta teoría no fue muy difundida;
encontrándose sólo manuales de higiene en los que se contienen indicaciones
sobre ejercicios militares y metodizados para la juventud o el uso de ciertas
indumentarias para el desarrollo físico, pero ninguno de estos aborda el término
de “eugenesia”. Por esto no podríamos respaldar en el estado de las
investigaciones actuales en Chile las aseveraciones de la profesora de la
Universidad Nacional de La Plata Marisa Miranda sobre que en América Latina
se aplicó una forma atenuada de eugenesia denominada “eugenesia
ambientalista” distinta de la “eugenesia genética” o médica de los nazis.
Si bien este modelo no nació con el movimiento médico, fue éste el que le
concedió su vértice de productividad liberal mediante el saneamiento y el control
del cuerpo y el espacio.
437
• Un mecanismo importante de control fue la educación, en la que los maestros
fueron percibidos como agentes ejecutores de un sistema científico de
aprendizaje basado en la higiene, la gimnasia y el nacionalismo.
La posición secundaria que tenían en este sistema queda atestiguado por la los
manuales de educación y prospectos escolares que fueron escritos, en este
período, en su mayoría por científicos y médicos y no por maestros.
La esfera del hogar y del trabajo basado en las ‘labores del sexo’ apoyó la
división de género
• En cuanto al control del espacio existen algunas dudas respecto al éxito del
proyecto higienista ambiental, incluso a su aceptación por todos los agentes
relevantes en el desarrollo nacional en Chile, la segunda mitad del siglo XIX, ya
que muchos dudaban de la eficacia del ordenamiento y saneamiento espacial en
los recintos de salud. Esto queda ratificado en el subtema referente a “la higiene
hospitalaria”.
439
La Iglesia había mantenido tradicionalmente el control de la vida de los sujetos a
través de los sacramentos, marcando hitos sagrados desde el nacimiento hasta la
muerte. Médicos y cirujanos no debían dejar morir a los enfermos sin que
hubieran recibido la confesión ni los santos óleos, implicándolos no sólo en la
curación de los cuerpos, sino en la salvación de las almas.
• Otras de las conclusiones relevantes en este estudio, es que tanto en Chile como
Argentina, se estableció una “moral obrera” desde los sectores médicos liberales,
con el fin de potenciar al sujetos “productivo”.
En Chile los documentos en torno a la moral obrera, por parte de los médicos no
fue tan explícita, pero de la misma manera las políticas de regulación de la mano
de obra “errante”, propició, por parte de algunos médicos, la conformación
discursiva de un modelo de trabajador.
440
Incluso, muchos educadores a principios del siglo XX heredaron estos conceptos
elaborando prospectos escolares donde el trabajo y producción fueron los
vértices del desarrollo humano y social.
441
• La profesionalización del sector médico puede ser concebida como un
mecanismo de identidad y cohesión de un sector de la medicina. Que excluyó a
otros ámbitos tradicionales de la salud, mediante un sistema de patentes, multas y
validaciones. Estos eximidos fueron calificados de “curanderos” y Charlatanes,
pero, muchas veces eran médicos practicantes no validados por las escuelas de
medicina formales o farmacéuticos.
443
Se argumenta que muchos sujetos pudieron soslayar los mecanismos de control
institucional, además de organizarse y resistirse ante la normalización, por lo que
estos sistemas de control no fueron tampoco en el ámbito personal, eficaces.
Sin embargo, el estudio del discurso de control es relevante, pues los procesos
históricos transfieren elementos residuales desde un período a otro y que una
ideología no se hubiese afianzado estructural y físicamente no significa que no
puede emergen o incidir en otros ámbitos de desarrollo social, en otro período
histórico.
444
INDICE DE LAMINAS
INDICE DE CUADROS.
445
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