Sunteți pe pagina 1din 3

El plan del papa Francisco y la

rendija, por Dolores Aleixandre


17/04/2020

Estoy segura de que al novicio Jorge Mario Bergoglio le leyeron en su


tiempo de formación el Ejercicio de Perfección y Virtudes Cristianas,
del P. Alonso Rodríguez SJ, un clásico en los noviciados
preconciliares. A lo largo de densos capítulos y lenguaje del s. XVI,
cada virtud era encomiada con enjundia y pesantez, pero al final
aparecía esta frase para alivio de los oyentes: “Donde se confirma lo
dicho con algunos ejemplos”. A veces nos hacían reír por lo
inauditos y otras nos daban que pensar por su oportunidad e
ingenio.

EXCLUSIVA: El Papa escribe en Vida Nueva ‘Un plan para


resucitarʼ a la humanidad tras el coronavirus
LEE Y DESCARGA: ‘Un plan para resucitarʼ, la meditación del
papa Francisco para Vida Nueva (PDF)
EDITORIAL: Un regalo para salvar a la humanidad
Consulta la revista gratis durante la cuarentena: haz click aquí
Toda la actualidad de la Iglesia sobre el coronavirus, al detalle
Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los
contenidos

Algo así me ha pasado con la frase “Basta con abrir una rendija” de la
meditación Un plan para resucitar de Francisco –publicado en Vida
Nueva– que, por sí sola, tiene más densidad espiritual que cualquier
capítulo del P. Rodríguez. Creo que la rendija se lo debe a estar
emparentada con la mostaza, la levadura, la sal o el candil: si ella
consigue que lo hermético se abra y lo impenetrable se vuelva
transitable, es que posee esa misma secreta energía de
transformación que empuja a crecer, levantar una masa,
condimentar un alimento o iluminar la oscuridad.
Afirmar que “basta abrir una rendija”, supone también participar de la
terca confianza de Jesús en el poder de lo pequeño frente a lo
grandioso, de lo callado frente al griterío, de la mansedumbre frente
a la dominación. Y ya tenemos melodía para irla silbando mientras
caminamos hacia el Plan para resucitar de Francisco.

Ahora vienen los ejemplos para confirmar lo dicho y no hay que irse
muy lejos porque, para experto en abrir rendijas, el propio Jesús:

A Nicodemo, que protegía bajo luna blindada su suficiencia


erudita, le preguntó con nocturnidad y alevosía: “Nicodemo, ¿te
imaginas naciendo de nuevo sin recordar tus viejos
saberes?”. Y le provocó una fisura en su cristal.
Con Pedro aprovechó su deseo de destacar y le nombró piedra
importante de su reino; después le puso en las manos la toalla y
la jofaina y le dijo: “Ser el primero consiste en esto, colega”.
A la samaritana le descubrió las grietas de su cántaro y,
cuando ella se decidió a soltar aquel lastre, la lanzó a volar como
una cometa libre por encima de templos y santuarios.

En su encuentro con la cananea, fue él quien dejó abierta una


rendija para los “perritos” y ella aprovechó (“el genio de las
mujeres”), para colarse por ella y ensancharla. Y para cuando él quiso
reaccionar, ya habíamos entrado en tropel los gentiles y no quedaba
ni rastro de sus argumentos algo ultras del principio.
Conclusión: lo de “abrir rendijas” funciona. Debe ser por la
infalibilidad pontificia.

S-ar putea să vă placă și