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El escritor Bram Stoker afirma: "el conocimiento es más fuerte que la memoria, y no debemos

confiar en lo más débil". Esta afirmación adquiere un poder sobrecogedor cuando se aplica a los
estudiantes y sus procesos de aprendizaje.

En una edad de tantos cambios (físicos y psicológicos) los adolescentes están expuestos
continuamente a bombardeos de información provenientes de los medios de comunicación, las
redes sociales y del entorno en general. En una etapa, en la que se toman decisiones
trascendentales para el resto de la vida, los jóvenes están fuertemente condicionados por las
presiones de grupo y múltiples circunstancias de su contexto social. Estas situaciones representan
un reto para los maestros y maestras, que les lleva a cuestionarse sobre la importancia del que
hacer educativo; de las herramientas utilizadas para impartir el conocimiento y sobre la
pertinencia de los mismos.

Lo anterior, plantea la necesidad de transformar los procesos pedagógicos y el quehacer de los


maestros en el aula; de ofrecer una educación de calidad que bride a los estudiantes
herramientas útiles para afrontar los retos que les presenta el mundo actual; de implementar
estrategias creativas e innovadoras como alternativas frente a las prácticas pedagógicas
tradicionales en las que, los procesos de aprendizaje se construían de manera unidireccional y los
estudiantes se constituían en observadores-receptores pasivos. Desde esta perspectiva el
constructivismo aparece como un referente pedagógico que permite subvertir el orden de las
dinámicas de aprendizaje en el aula para convertir a los estudiantes en agentes de sus procesos
formativos.

El constructivismo defiende la idea de que el hombre es el verdadero protagonista de su proceso


de aprendizaje que se produce a partir de aquello que ya conocía y se alimenta de la experiencia y
el contacto socio-cultural. Si se compara el proceso constructivista de aprendizaje con la
elaboración de un edificio, los pre-saberes constituirían bases sólidas y necesarias, la experiencia
en el contexto y el contacto social, amalgaman y generan conexiones con la realidad. Los nuevos
esquemas mentales provocarán diversas formas de percibir el mundo, siendo estos a su vez las
bases de aquello que en un futuro se aprenderá.

Otra definición de constructivismo afirma que las personas construyen su propio conocimiento y
entendimiento sobre el mundo, a través de la experimentación y reflexión sobre las mismas. Este
esfuerzo de modelación de una teoría del aprendizaje a través de la construcción de conocimiento
se atribuye a personajes tan importantes como Piaget y Dewey con el establecimiento de teorías
sobre el desarrollo educacional infantil y posteriormente a Vygostky, Bruner y Ausubel, quienes
fueron moldeando la teoría y enriqueciéndola en varios sentidos.

Cuando se aborda la práctica desde el punto de vista personal, se ha observado una gran
influencia del constructivismo social desarrollado por Vygotsky, a partir del cual han prosperado
otras concepciones sociales sobre el aprendizaje. Éstas amplían o modifican algunos de sus
postulados, pero la esencia del enfoque constructivista social permanece. Lo fundamental del
enfoque de Vygotsky consiste en considerar al individuo como el resultado del proceso histórico y
social donde el lenguaje desempeña un papel esencial. Para Vygotsky, el conocimiento es un
proceso de interacción entre el sujeto y el medio, pero el medio entendido social y culturalmente,
no solamente como un espacio físico.

De Ausubel (quien baso sus teorías en los estudios de Jean Piaget) se recibe una de las
contribuciones más sustancial en el quehacer docente. Expone el aprendizaje no únicamente
como la trasmisión de contenidos, sino como una experiencia significativa para el aprendiz. Lo
anterior implica significatividad lógica, al permitir que los materiales se presenten en una
secuencia lógica de conceptos y significatividad psicológica de los conocimientos antiguos como
entes fundamentales para entrelazar los nuevos. Posteriormente estos se acomodan dentro de las
estructuras cognitivas anteriores.

Aspectos fundamentales, que se ajustan al desarrollo cotidiano del aula, son tomados en cuenta
dentro del aprendizaje constructivista, tales como la posibilidad de tener múltiples
representaciones de la realidad que evidencien la complejidad del mundo real, el empleo de
tareas significativas y en contexto que sean atractivas para el estudiante, el fomentar en cada
actividad el pensamiento crítico, la reflexión, experimentación y el razonamiento y la posibilidad
de generar el conocimiento de manera colaborativa.

Con base en las actividades pedagógicas desarrolladas se puede afirmar que el objetivo es la
construcción en los estudiantes de un pensamiento crítico y reflexivo (tan demandado en la
actualidad) y el trabajo colaborativo. Actualmente se ha observado la tendencia a preferir un
ambiente escolar (al igual que laboral) cooperativo que permita el abordar de manera creativa y
multidisciplinaria problemas que de lo contrario, se resolverían desde una única perspectiva. En el
contexto de los trabajos colaborativos se ha tenido la oportunidad de atestiguar el desarrollo
multidireccional de los estudiantes, mediante la aplicación conjunta de las diversas inteligencias
que resultan en la generación de productos tan interesantes y profundos como
sorprendentemente creativos.

Esto demanda de los educadores y las educadoras un profundo compromiso de mejoramiento y


cualificación, enfocado en encontrar y en muchas ocasiones descubrir las potencialidades de cada
uno de los estudiantes y al mismo tiempo alimentar la práctica mediante el estudio y análisis de
otras experiencias significativas, información del área de estudio y las herramientas disponibles
para hacer de la educación un proceso motivador, enriquecedor y ante todo placentero.

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