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Este documento introduce un dossier sobre cómo las imágenes, liberadas de la servidumbre humana después de Nietzsche, prometen transfigurar el saber filosófico contemporáneo a través de sus preguntas antimetafísicas. Argumenta que desde finales del siglo XX, con el auge de la cámara, toda filosofía se vuelve filosofía de la imagen y que pensar la cuestión de la imagen significa repensar radicalmente la cuestión del cristianismo desde una perspectiva postnietzscheana. Finalmente, sosti
Descriere originală:
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Titlu original
Silvia Schwarzböck - Introducción_ La imagen después de Nietzsche
Este documento introduce un dossier sobre cómo las imágenes, liberadas de la servidumbre humana después de Nietzsche, prometen transfigurar el saber filosófico contemporáneo a través de sus preguntas antimetafísicas. Argumenta que desde finales del siglo XX, con el auge de la cámara, toda filosofía se vuelve filosofía de la imagen y que pensar la cuestión de la imagen significa repensar radicalmente la cuestión del cristianismo desde una perspectiva postnietzscheana. Finalmente, sosti
Este documento introduce un dossier sobre cómo las imágenes, liberadas de la servidumbre humana después de Nietzsche, prometen transfigurar el saber filosófico contemporáneo a través de sus preguntas antimetafísicas. Argumenta que desde finales del siglo XX, con el auge de la cámara, toda filosofía se vuelve filosofía de la imagen y que pensar la cuestión de la imagen significa repensar radicalmente la cuestión del cristianismo desde una perspectiva postnietzscheana. Finalmente, sosti
La imagen, cuando se emancipa de la servidumbre humana, promete.
Liberada del texto, de la palabra, del concepto, de la religión, del arte, de la teoría, de la teoría del arte, de la estética burguesa, de la metafísica de la subjetividad y, por sobre todo, del sujeto, lo que la imagen promete (y lo promete a la filosofía, antes que a la sociedad) es que el fin del logo-falo- centrismo tendrá, sin fecha precisa, un final feliz, que su reino será, sin importar a partir de cuándo, el de la sensualidad polimorfa, la multiplici- dad sensible, el materialismo dionisíaco, la amistad con los espectros, el sí a todo no masoquista, la revuelta permanente, las comunidades imposibles, los devenires desantropomorfizadores, los autorretratos antiedípicos, las lenguas sin padre y la anarquía coronada (digital y no digital). Lo que no puede prometer la imagen –la vida verdadera- tampoco lo hace desear. Su axiomática, tan flexible como la del capitalismo, prescinde, radicalmente, de la distinción entre lo verdadero y lo falso. La imagen, una vez emancipada, no necesitará de enemigos. Los odiadores de la imagen (de Platón a Debord) serán parte, definitivamente, de la historia prenietzschea- na de la filosofía. La historia de la filosofía la habrán escrito, a esa altura, sólo los postnietzscheanos. Los artículos de este dossier, a propósito de esta escritura por venir, buscan pensar, desde distintas perspectivas postnietzscheanas, el modo en que la imagen transfigura, con sus preguntas antimetafísicas, el saber postmetafísico de la filosofía contemporánea. Desde finales del siglo XX, con el primado social de la cámara, toda filosofía contemporánea deviene, por desvíos en principio inesperados, una filosofía de la imagen. Y, al mismo tiempo, toda filosofía de la imagen, en lo que tiene de filosofía contempo- ránea, deviene una filosofía postnietzscheana. Si pensar de manera radi- calmente contemporánea significa pensar después de Nietzsche, pensar la cuestión de la imagen significa volver a pensar, de un modo radicalmente postnietzscheano, la cuestión del cristianismo: no se trata de pensar, ya, la cuestión moderna de lo sublime (la de la representación humana de lo
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Silvia Schwarzböck
inhumano), sino la del devenir posthumano de todas las representaciones,
de las sublimes y de las no sublimes. Las imágenes postnietzscheanas son, por su multiplicidad irreductible y por no ser sustitutas de nada superior (o inferior) a ellas, el festejo más largo (y el menos costoso) por la muerte de Dios. Las imágenes, en este sentido, en lo que tienen de postnietzscheanas, instan a la filosofía a que se ponga al mismo nivel que ellas (a su nivel de postmetafisidad, pero, sobre todo, a su nivel de saber sensible). Las imá- genes le exigen a lxs filósofxs (para que sean tan radicalmente postnietzs- cheanxs como ellas) reescribir la estética y, a la vez, reescribir el materia- lismo como saber sensible (el tema de los tres primeros artículos de este dossier, agrupados en el punto 1: “Por un materialismo otro. La cuestión de la imagen y la reescritura de la estética”); les demandan repensar, también, desde las obras artísticas mismas, cómo puede tener lugar en ellas, por su extrema falta de Pueblo, la revuelta (el tema de los dos artículos del punto 2: “El Pueblo por venir espera frente a un cubo negro. Filosofías de la imagen como filosofías contemporáneas”); lxs mueven a hacerse, sin más, preguntas filosóficas no nacidas de los libros, sino de los films [el tema del punto 3: “Imágenes para espectadores que (todavía) no existen. Poéticas de la imagen y lecciones sobre la estética (tomadas en un cine vacío)] y, por último, lxs desafían a ir más allá del giro icónico para reinventar la (filosofía) política (el tema del punto 4 del dossier: “¿Cómo profanar una imagen profana? Giro icónico, posporno y filosofía política”). De este modo, si cumple lo que promete, la imagen podría reescribir, siempre después de Nietzsche, la filosofía.
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