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La cosa puede ser entendida como un ente material o inmaterial, sin embargo, hay legislaciones
que se reservan el uso del vocablo “cosa” únicamente para aludir a los entes corporales.
Muchas han sido las definiciones aportadas por los diferentes autores que componen la doctrina
tradicional, tanto desde el punto de vista vulgar como jurídico. En la primera de las concepciones
Piña Valles[5] cita, por ejemplo, las siguientes definiciones, “Es todo objeto que existe en el mundo
exterior, fuera del hombre (Blonval); “Es una porción del mundo exterior” (Egaña) o “Es todo lo
que existe físicamente, con excepción del hombre” (Granadillo).
Desde el punto de vista jurídico, el cual es el que importa en esta materia, se pueden citar los de
Biondi Biondo, Ferrara y José Castán Tobeñas, expuestos por Florencia Márquez[6] en sus clases
de Derecho Civil II.
El primero de los autores expone que “Por cosa jurídicamente podemos entender cualquier
entidad material o inmaterial que tenga relevancia jurídica, es decir, que pueda ser tomada como
objeto de una relación jurídica.”
Por su parte, Ferrara indica que “Cosa es todo bien económico que tenga existencia autónoma y
que sea capaz de ser sometida al señorío del hombre o de la persona.”
José Castán Tobeñas plantea que “Cosa es una entidad material o inmaterial que teniendo
existencia autónoma puede ser utilizada por las personas para satisfacer con ellas sus necesidades,
generalmente económicas.”
Que la entidad sea capaz de proporcionar una satisfacción al hombre. Con esta característica se
quiere expresar que esa “cosa” debe brindar a su titular o poseedor precario[7] un bienestar, sea
para su disfrute y uso, como un bienestar económico.
Que sea susceptible de apropiación. Las cosas, bien sean materiales o inmateriales, deben ser
objeto del derecho de propiedad, es decir, brindar a las personas la posibilidad de apropiarse de
ellos para la satisfacción de sus necesidades.
Que tenga existencia separada e independiente de los demás objetos que le rodean. Las cosas
deben ser autónomas, deben ser distintas a todas las demás que se encuentran en su entorno;
deben ser identificadas o identificables para poder individualizarlas y poder establecerse una
relación jurídica con la persona.
Extrañeza del sujeto. La independencia no solo debe ser respecto de las otras cosas de su entorno,
sino que debe ser también la cosa extraña al sujeto en virtud de la posibilidad de transmisión de
propiedad a personas diferentes de su titular actual.
Hay autores que sostienen que es indispensable decir que poseen valor económico; respecto a
esta situación algunos plantean que la segunda característica mencionada ya engloba en cierta
medida la dotación económica de la cosa, sin embargo, autores como Gert Kummerov[8] dotan a
las cosas de una característica especial que es la “Gestión económica autónoma”.
Esta característica alude a la posibilidad de valoración económica de las cosas atendiendo a la
individualización de las mismas (bienes materiales e inmateriales) y al espacio que ocupan (bienes
materiales).
Desde tiempos remotos se ha planteado la distinción entre la cosa y los bienes, así, para los
antiguos romanos, como lo indica Aguilar Gorrondona[9], los bienes (bona) era una división de la
cosa (res), permitiendo a los autores tradicionales considerar que la cosa es el género y el bien la
especie.
Esta consideración o relación de género – especie pareciera ser la adoptada por la legislación
venezolana, esto de acuerdo con lo establecido en el artículo 525 del Código Civil Venezolano. Este
artículo dispone que “Las cosas que pueden ser objeto de propiedad pública o privada son bienes
muebles e inmuebles.”, es decir, da a entender que los bienes forman parte de las cosas.
Sin embargo, revisando más adelante, en el mismo Código Civil, se encuentran frases como las
contenidas en el encabezado del artículo 528, “Son inmuebles por su destinación: las cosas que el
propietario del suelo ha puesto en él para su uso, cultivo y beneficio, tales como…” o en el artículo
797, “Las cosas que no son de la propiedad de nadie, pero que pueden llegar a serlo de alguien, se
adquieren por la ocupación; tales son los animales que son objeto de la caza o de la pesca, el
tesoro y las cosas muebles abandonadas.”
Estas frases citadas permiten pensar que para la legislación venezolana los términos “cosa” y
“bien” son equivalentes.
De acuerdo con Aguilar[10], las cosas se pueden clasificar de innumerables maneras, atendiendo a
sus cualidades particulares como el tamaño, forma, color, por ejemplo. Pero en esta ocasión se
hará un estudio de las cualidades jurídicamente relevantes. En ese sentido pueden considerarse
las siguientes:
Incorporales: Son los que se perciben a través del intelecto, tanto que el autor Castán Tobeñas,
citado por Florencia Márquez[11], dice que se percibe con los “ojos de la mente”. Esta categoría
de bienes ha permitido entender la noción de la “Propiedad Intelectual”, la cual se encuentra
contenida en el artículo 546 del Código Civil Venezolano; el mismo establece que “El producto o
valor del trabajo o industria lícitos, así como las producciones del ingenio o del talento de
cualquiera persona, son propiedad suya…”
Atendiendo a la Determinación
Genéricas: Son aquéllas que están designadas por caracteres que les son comunes a todas las de
su género o especie.
Específicas: Son aquéllas designadas por sus caracteres propios, que les permiten diferenciarlas de
las demás de su mismo género.
· En materia de derechos reales, pues tienen por objeto cosas específicas.
· En materia de obligaciones; porque sucede que pueden existir obligaciones que tengan por
objeto cosas genéricas o específicas.
· En materia de la llamada “pérdida de la cosa debida”[12]. Esta materia señala que cuando una
cosa específica que constituía la prestación de un negocio jurídico de alguna manera se extinguía,
se extinguía la obligación por vía de consecuencia.
· En materia de legados[13]. Se permite al testador legar un bien mueble genérico o específico,
aún cuando el mismo no se encuentre dentro de su patrimonio. El cumplimiento del mismo
corresponde a los herederos, quienes deberán adquirir el bien legado a favor del legatario que
haya sido beneficiario del mismo en el testamento.
Atendiendo al Fraccionamiento
Divisibles: Son las cosas que se pueden fraccionar, conservando cada fracción resultante de la
división la misma esencia y función del todo, de manera que entre el “todo” y la “parte” existe
solo una diferencia cuantitativa, mas no de calidad.
Indivisibles: Son aquéllas cosas que al partirse pierden su esencia y función, de manera que no
pueden ser utilizadas para el fin que estaban destinadas. La indivisibilidad, en ocasiones, es
impuesta por la voluntad de las partes o por mandato legal, ya que una cosa divisible puede
convertirse perfectamente en indivisible.
· En materia de servidumbres. El artículo 756 del Código Civil Venezolano señala que existiendo un
predio dominante de una servidumbre indivisible que pertenece a muchas personas, si uno de los
propietarios lo utilizare, aprovechará la suspensión de la prescripción para todos los
copropietarios.
· En materia de comunidad. Los artículos 768 y 769, ejusdem, señalan que los miembros de una
comunidad no están obligados a permanecer en ella, pudiendo solicitar la división de la misma y la
adjudicación de su cuota parte, sin embargo, si el bien objeto de la comunidad perdiera su
función, bien sea social o económica, el mismo no podrá dividirse.
· En materia de obligaciones. Disponen los artículos 1.250 y 1.252 del sustantivo civil que las
obligaciones serán indivisibles cuando tienen por objeto un hecho indivisible, la constitución o la
transmisión de un derecho no susceptible de división. También será indivisible la contraprestación
del deudor respecto del acreedor.
· En materia de sucesiones. Salvo disposición expresa del testador, el artículo 1.067 del Código Civil
permite a los herederos solicitar la partición de la herencia.
Atendiendo a la posibilidad de Sustitución
Fungibles: Son aquéllas que, por no estar individualmente designadas en una relación jurídica,
pueden, por su naturaleza o por un acuerdo entre las partes, ser sustituidas por otras.
Tiene interés en todas aquéllas relaciones jurídicas en las cuales una persona hace entrega de una
cosa para luego ser devuelta.
Consumibles o de Uso Simple: Son aquéllas entidades cuyo primer uso las destruye en forma
inmediata o la pone fuera del poder de disposición del sujeto.
Inconsumibles o de Uso Repetido: En sentido contrario, son aquéllas entidades cuyo primer uso no
las destruye en forma inmediata, ni la pone fuera del poder de disposición del sujeto.
Futuras: No existen en la naturaleza al momento de referirse a ellas, pero se prevé que pueden
llegar a existir.
El artículo 1.156 del Código Civil Venezolano dispone, expresamente, que “Las cosas futuras
pueden ser objeto de los contratos…”, sin embargo, tal y como lo señala Sánchez Brito[15], En
aquellos contratos en los que se transfiere la propiedad del bien objeto del mismo, el efecto
traslativo no se verificará al momento de perfeccionamiento de la relación contractual, sino al
evidenciarse la existencia del bien.
Principales: Entes a los cuales se les une otro para su uso, perfección o complemento.
El inconveniente en este aspecto se presenta cuando las cosas pertenecen a personas diferentes,
situación que será comentada posteriormente, en el apartado del Derecho de Propiedad y la
accesión como medio de adquisición de la misma.
No Registrables: Son las cosas que, por su naturaleza, no ameritan de publicidad registral para
producir efectos jurídicos frente a todos.
El artículo 1.920 del Código Civil Venezolano establece cuáles son los instrumentos que deben ser
registrados y, por tanto, cuales son los bienes objeto de los contratos que han de cumplir con la
formalidad registral.
Artículo 1.920.- Además de los actos que por disposiciones especiales están sometidos a la
formalidad del registro, deben registrarse:
1º.- Todo acto entre vivos, sea a título gratuito, sea a título oneroso, traslativo de propiedad de
inmuebles, o de otros bienes o derechos susceptibles de hipoteca.
2º.- Los actos entre vivos que constituyan o modifiquen servidumbres prediales, derechos de uso o
de habitación, o que transfieran el ejercicio del derecho de usufructo.
3º.- Los actos entre vivos, de renuncia a los derechos enunciados en los dos números precedentes.
4º.- Los actos de adjudicación judicial de inmuebles u otros bienes y derechos susceptibles de
hipoteca.
6º.- Los contratos de sociedad que tengan por objeto el goce de bienes inmuebles, cuando la
duración de la sociedad exceda de seis años o sea indeterminada.
7º.- Los actos y las sentencias de los cuales resulte la liberación o la cesión de alquileres o de
rentas aun no vencidas, por un término que exceda de un año.
8º.- Las sentencias que declaren la existencia de una convención verbal de la naturaleza de las
enunciadas en los números precedentes.
Singulares: Son aquéllas que constituyen una unidad natural o artificial en la que sus elementos
están unidos o compenetrados entre sí, a veces identificados y separables.
· Las cosas simples pueden ser dadas por la naturaleza o por producto del hombre,
mientras que las compuestas son solo cosas artificiales.
· En las cosas simples los elementos no se pueden individualizar ni separar, en tanto
que en las compuestas sí.
· En las cosas simples, por lo general, los diversos elementos tienen similar importancia,
es decir, que por regla general, los elementos son todos importantes para formar el todo. Caso
contrario surge con las cosas compuestas, en las cuales existen cosas con mayor relevancia
respecto de otras, para la función del todo.
Universales: Conjunto de bienes corporales o incorporales que, con base en una unión idealizada,
la cosa es considerada como un todo o una sola cosa, generalmente con un nombre propio.
En este aspecto se hace necesaria la referencia a las “Universalidades de Hecho”, entendidas como
un conglomerado de cosas corporales y autónomas, generalmente homogéneas, que propietario
reúne como un todo. Para la configuración de la “Universalidad de Hecho” se requiere:
Las cosas sin propietarios, o son bienes comunes o son res nullius, es decir, cosa de nadie, siendo
éstas, apropiables por el primero que tome posesión efectiva de ellas, con ánimo de dueño y sin
restricción alguna.
Cosas de Libre Tráfico (Res in commercium): Aquéllas cosas que, por su naturaleza o destino son
objeto de negocios jurídicos, sin que pese sobre ellas ninguna prohibición.
Cosas de Tráfico Restringido y del Tráfico Prohibido: Cosas que, pudiendo considerarse dentro del
comercio, inciden dentro de una prohibición legal que restringe o elimina definitivamente, tales
como las armas o explosivos, narcóticos, sustancias estupefacientes, órganos humanos, por
ejemplo.
Atendiendo a la Pertenencia
Cosas pertenecientes a la Nación, a los Estados, a los Municipios y a los establecimientos públicos,
pudiendo ser del dominio público o de dominio privado (Art. 538 C.C.V.)
Bienes del Dominio Privado: Todos los pertenecientes a los tres niveles político territoriales,
excluyendo los bienes del dominio público.