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Seminario “La Infancia y la Adolescencia ya no son las mismas”


Jueves 4 de octubre de 2001.
Dra. Silvia Bleichmar

El tema propuesto para nuestro encuentro de hoy remite a una pregunta: ¿qué se conserva de la
infancia que conocimos? Tema que voy a comenzar a desglosar a partir de una reflexión de inicio,
respecto a la inclusión de la categoría “infancia” en lugar de “niñez”, ya que a diferencia de la niñez,
que es un estadío cronológico, la infancia alude a un proceso de estructuración subjetivo; la niñez
es una etapa definida por el desarrollo, en tanto la infancia remite a los momentos constitutivos
estructurales de la subjetividad infantil. Y si bien la palabra infancia es un derivado de infans, que es
el ser humano pre-lenguajero, antes de tener palabra, es precisamente en el marco de este nuevo
paradigma del niño como sujeto, que debemos reubicarla, en razón de que los niños, aunque
hablaran, han estado privados de palabra por muchos años.
Por ello la cuestión acerca de qué es lo que cambia y qué se conserva de la infancia que
conocimos, se abre en una doble dimensión: por un lado, respecto a una reflexión acerca del
marco en el cual se constituyen hoy las condiciones de producción de subjetividad en la infancia,
vale decir del niño en tanto sujeto atravesado por las grandes cuestiones universales que remiten a
la identidad y la sexuación; por otra, con relación al modo con el cual el niño en tanto sujeto social
ha sido objeto de un proceso en el que se han derribado una serie de derechos logrados a lo largo
del tiempo tanto en nuestro país como en el mundo, y qué consecuencias esto acarrea así como las
vías por las cuales se marcan los intentos de reposicionarlos.
He insistido siempre en el hecho de que la esperanza de un país se mide por la propuesta que
tiene para la infancia; es a través de lo que se propone a los niños donde se ve claramente la
perspectiva de futuro que un país tiene. Y en el marco de la desconstrucción de la subjetividad, de
los procesos de des-subjetivización a los que asistimos en esta etapa histórica, es inevitable que los
niños sean arrasados por las mismas condiciones que rigen al conjunto de los seres humanos que
integran hoy nuestra sociedad.
La primera cuestión que quisiera subrayar respecto a este proceso de desconstrucción de la
subjetividad lo podemos denominar "la patologización de la sociedad civil", y consiste en subsumir
los efectos destructivos de un funcionamiento social que ha perdido toda brújula respecto a las
condiciones de protección de los ciudadanos en el diagnóstico de la patología individual de quien lo
padece; por ello la patologización de la sociedad civil es en este momento tal vez uno de los
aspectos más canallescos del modo con el cual se desresponsabiliza a los verdaderos actores del
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agravamiento de los padecimientos de la sociedad. Supongamos que alguien se queda sin trabajo y
esta profundamente abatido... al considerarlo un depresivo, medicarlo y endilgarle un diagnóstico
que lo cosifica se elude toda reflexión sobre las verdaderas causas que están destruyendo la salud
mental de la población. Del mismo modo veamos el caso de un niño, que no puede aguantar ocho o
diez horas de clase más tareas extraescolares, más clases el fin de semana, que vacila en su interés
escolar y tiende a dispersarse: el diagnóstico de desatención con hiperkinesis viene como anillo al
dedo para eludir la responsabilidad de estar instrumentando proyectos que se encuentran fuera de
toda posibilidad de tolerancia para la mayoría de la población infantil de la ciudad. Y es indudable
que algo anda mal, porque, o cambió la genética de esta ciudad, o algo está siendo planteado de
manera errónea, ya que parecería que el nuevo genotipo del niño porteño es el de un hiperkinético,
a partir del hecho de que los niños no pueden permanecer sentados la cantidad inconmensurable
de horas que se les proponen.
El terror de los padres a que los niños caigan de la cadena laboral cuando sean adultos, y el de los
colegios de no cumplir las demandas de padres a los cuales se ven obligados a satisfacer en tanto
clientes - en el caso de los colegios privados - y en tanto electores - en el de los colegios estatales -
conduce a la agudización de un fenómeno que considero de alto riesgo y que he denominado, ya
hace algún tiempo, "el fin de la infancia". El fin de la infancia en tanto moratoria de producción y de
creación de sujetos capaces de pensar bajo modos conducentes a la ampliación no solo de la
eficiencia sino fundamentalmente de la creatividad, en una sociedad que demanda de ella cada vez
más. El terror de los padres a que los niños caigan de la cadena productiva conduce a los niños a
verse compulsados a trabajar desde chiquitos, y no solo abriendo y cerrando coches, sino también
en el modo bajo el cual las tareas de formación les son propuestas, despojadas de todo caracter
lúdico, reducidas a la incorporación de conocimientos respecto a los cuales no hay producción de
pensamiento sino fundamentalmente adquisición de herramientas laborales. Por supuesto que esta
es una clara propuesta para el Tercer Mundo, para aquellos que se espera sean los capataces del
primero, y no sus científicos y poetas.
Cuando yo era pequeña, uno estudiaba para ganarse el premio Nóbel, como decían la mamá y el
papá. Era un país de inmigrantes y de migrantes internos, en el cual se esperaba que los hijos
vivieran mejor que los padres y que cumplieran no sólo sus sueños económicos, sino también sus
sueños de prestigio, las más amplias expectativas narcisísticas. Actualmente los niños estudian para
no vivir peor que sus abuelos. Yo tengo pacientes que dicen cosas extraordinarias, tales como: “Y
bueh, si no estudio y puedo ser tachero... ¿cuánto gana un taxista? ¿Ochocientos pesos?”... Y hacen
cálculos respecto de lo que les ocurriría si no estudiaran. Hay en ese discurso una caída evidente de
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los ideales respecto del conocimiento y la reducción del conocimiento a pura mercancía, pero a una
mercancía que no se reduce a los conocimientos adquiridos, sino a un verdadero proceso de des-
subjetivización, en la medida en que los sujetos mismos están preparándose para poder ser
subastados en el mercado de intercambio algún día, reducidas sus expectativas a ser comprados
por alguien, parcialmente comprados, por un tiempito, y lo grave es que estos sujetos no son
esclavos algodoneros del siglo XIX, sino los niños argentinos del siglo XXI.
El segundo tema al cual quiero referirme es a los cambios en los modos con los cuales esto influye
en la transmisión de conocimientos y en la forma en la cual se posicionan los niños ante los adultos
que transmiten conocimientos. Es indudable que hay dos estallidos severos, importantes, no digo
que sean de riesgo, sino importantes en los modelos tradicionales: uno de ellos tiene que ver con
las formas de procreación, vale decir con el estallido de la familia tradicional y otro tiene que ver
con el estallido de los modos de circulación de conocimientos. Hay una serie de falsos
enfrentamientos, en mi opinión bastante pobremente planteados respecto, por ejemplo, a la
escuela enfrentada a los medios de comunicación. El discurso dominante, entre los padres, es el
que considera a la televisión cono el obstáculo principal para que los niños no estudien, cuando en
mi experiencia veo adolescentes que se sacan un 4 en la botánica de Linneo que todavía les
enseñan en los colegios, mientras pueden, por otra parte, explicarme todo un programa de Animal
Planet o de Discovery Channel, y saben mucha más biología que lo que el colegio pretende
enseñarles.
Los nuevos movimientos producidos por los medios de comunicación han dado lugar también a
un estallido en los modos de los procesos tradicionales de simbolización, que a los adultos nos son
difíciles de seguir. Por ejemplo, no sé si todos los presentes conocen las diferencias entre Pókemon
y Digimon, y no es un chiste, es algo muy serio; los Pókemon existen -dentro del espacio virtual,
están en el espacio real- los Digimon son virtuales en todo sentido: dentro del espacio virtual,
existen en otro espacio virtual, son creados dentro del espacio virtual como otro espacio virtual. Y
los niños dicen entonces algo extraordinario -y yo tengo un montón de nietos con los que puedo
experimentar además de los pacientes-me dicen: “Pero, abuela, es muy fácil; los Digimon no
existen, los Pókemon sí existen”. Se ha producido así un desdoblamiento de los espacios virtuales
que implican nuevas formas de simbolización, y así como sabemos que la lógica combinatoria de
Piaget es una adquisición histórica, de la cultura - no es una lógica fundacional, como la lógica
binaria - estamos ahora ante modos de simbolización que no han sido conceptualizados todavía y
que no estamos en condiciones aún de instrumentar y darle la potencialidad que tienen.
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El tercer elemento que ha variado entonces, es el modo de emplazamiento de la familia y de la


escuela frente a los conocimientos. La familia y la escuela han dejado de ser los centros de
transmisión de conocimientos para ser los lugares de procesamiento de la información que los
niños poseen, y esto a todos los niveles. Con lo cual el maestro tiene que recuperar la vieja posición
del maestro, no como alguien que imparte instrucción sino como alguien que procesa la formación
del espíritu, digamos.
Claro que con diferencias en los distintos estamentos de la sociedad, y, en la medida en que no
varíen las condiciones, se plantea una situación muy compleja, porque en los niños pobres
indudablemente los maestros son compañeros de miseria, a partir de lo cual están descalificados
como modelo adulto ya que si no pueden vivir mejor ellos la pregunta que se hacen los niños es
cómo les pueden enseñar a vivir mejor. Y en los niños ricos, los maestros son empleados de los
padres, de modo que cómo les van a dar crédito si lo que el maestro aprendió no le sirvió para ser
jefe de los padres. Ustedes se dan cuenta que estamos en una situación muy complicada para
rearmar los sistemas de transferencia, de depositación de ideales y modelos en los adultos que
tienen a su cargo la formación de las nuevas generaciones.
Pero, además, es indudable que los niños están totalmente parasitados por las angustias
catastróficas de los padres, respecto al futuro; y no sólo de los padres, sino de todo el sistema
respecto al futuro, lo cual los deja carentes de una propuesta. Y este es uno de los derechos que
nosotros tenemos que restituir a la infancia; el derecho a los sueños; porque como decía una
paciente mía: “Silvia, yo no quiero proyectos, quiero sueños”, apuntando muy precisamente al
hecho de que es imposible, en realidad, estructurar proyectos, si no es sobre el trasfondo de los
sueños. Es imposible estudiar si uno no piensa que algún día va a ejercer una profesión, y es
imposible poder formar una pareja si uno no piensa que algún día va a poder casarse y criar a los
hijos. De manera que la relación proyecto – sueño es un derecho que los niños tienen a que
restituyamos en el eje de la sociedad.
Esto del lado de la cuestión del conocimiento, la escolaridad y los nuevos estallidos.
Otro tema que tiene que ver con esto está muy ligado a una cuestión que Eva Giberti ha trabajado
mucho en su libro “Los hijos de la fertilización asistida”, respecto a que las nuevas tecnologías
abren no sólo un campo de producción simbólica, sino un campo de producción reproductiva. La
humanidad ha tardado cientos de años, digamos milenios, en poder tener relaciones sexuales sin
procrear y ahora está, en este siglo, preocupadísima por procrear sin tener relaciones sexuales. Esto
es absolutamente extraordinario y se refleja muy claramente en el pensamiento infantil. Yo soy
psicoanalista y he sufrido varios golpes en estos años; por ejemplo el día que le interpreté a una
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niña la escena primaria, lo que los psicoanalistas llamamos escena primaria, vale decir la relación
sexual entre los padres como situación de exclusión, como escena de engendramiento. Y me
contestó: “¡Nooo!, Si vos sabés que a mí me adoptaron porque mi mamá no puede tener hijos”.
Otro fue, por ejemplo, el caso de una niña a la que le pregunté por qué pensaba que los hombres
tenían pene, tratando de ver que teoría tenía respecto a la diferencia anatómica de los sexos; y no
me contestó “porque a las mujeres se lo cortaron”, como pensaba Freud que era universal en tanto
teoría sexual infantil sino que me respondió algo extraordinario: “porque el espermatozoide es
largo y finito y necesita un canal adecuado para evacuar”... Siete años tiene... Y yo tuve una
sensación extraordinaria, porque siendo también una teoría sexual infantil, no era una teoría
científica, ya que no es verdad que el pene sea largo y finito para eso y además muchos colegas se
han ofendido horriblemente de que yo dijera que era finito y me vi obligada a aclarar "no fui yo, fue
mi paciente la que lo dijo”, bien, de todas maneras, sigue siendo una teoría sexual infantil, pero del
siglo XXI, y lo que sí se conserva es el mecanismo de producción de fantasía teorizante respecto al
enigma, pero lo que no se conserva es la teoría de la castración de la mujer del siglo XIX y
comienzos del XX.
Un niño de ocho años me explicó hace poco todo lo que hace a las relaciones sexuales; cómo se
producen, qué le pasa al hombre... todo. Y cuando terminó le dije: “¿Y vos sabés que así se hacen
los chicos?”. “¡No me digas!!” exclamó, en una mezcla de asombro y entusiasmo, “Eso nunca me lo
imaginé”. Es absolutamente extraordinario cómo se reflejan tanto en las nuevas respuestas como
en los nuevos enigmas de la infancia las nuevas formas de circulación de las grandes
transformaciones científicas respecto a los métodos reproductivos y a la sexualidad liberada de su
relación con el engendramiento.
He trabajado a lo largo de estos años para diferenciar dos conceptos: uno que tiene que ver con
la producción de subjetividad y el otro que tiene que ver con la constitución psíquica; diferenciación
necesaria ya que no es cierto que todo ha variado. He hablado de que los niños siguen produciendo
teorías sobre los enigmas, y que aunque les expliquen las cosas siguen metabolizando lo que
reciben y transformándolo en función de fantasías que los habitan. La diferencia estaría dada por lo
siguiente: la producción de subjetividad es el modo por el cual la sociedad define las leyes o reglas
con las cuales un sujeto tiene que incluirse en la vida social. Cuando yo era chica iba a la escuela del
Estado, y la maestra revisaba si teníamos pañuelo, y cuando estaba en segundo grado, como era un
país al cual no sólo se le planteaba como tarea dar de comer a sus habitantes sino producir nuevos
modos de la subjetividad e integrar a los inmigrantes del exterior y a los migrantes del interior, en
mi escuela, que era una escuela culta de provincia, de las escuelas normales mixtas de origen
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sarmientino, nos hacían llevar comida y nos enseñaban a usar los cubiertos. La alimentación escolar
actual, la función que cumple actualmente, es un índice del nivel de regresión del país en su
conjunto, más allá de que sea necesario otorgarla sabiendo que hay una enorme cantidad de niños
que requieren proteínas para aprender y calorías para poder estar sentados.
La propuesta de producción de subjetividad de cada época histórica esta plagada de aciertos y de
propuestas que no encuentran un destino, o incluso de mentiras al servicio de los gobernantes del
momento, y cada generación se siente un tanto satisfecha y un tanto estafada - el éxito educativo
depende de que haya mucha satisfacción y poca estafa - y de ese país en el que yo me crié han
quedado aciertos y desaciertos, verdades y mentiras, la más notable de ellas la que decía que "El
ahorro era la base de la fortuna" en un país que no ha podido superar una economía inflacionaria o
incluso hiperinflacionaria constante, de modo tal que los bancos o el Estado se lleven la fortuna y
nosotros nos quedemos con los ahorros1. Y hace poco tiempo encontré mi libreta de ahorro con $
2, 50 de aquella época... Nunca retirados porque la devaluación los hizo absolutamente inútiles...
Pero el país de esa época no me estafó con los conocimientos que me brindó, ni con los ideales que
me proporcionó.
Cada época histórica, cada modo de definir las relaciones entre los ciudadanos y el Estado, implica
un modo de producción de subjetividad: Producción de subjetividad en Atenas, en Esparta... los
modos en los cuales cada sociedad ha ido definiendo cómo deben ser los sujetos sociales. Algo que
nos conmociona hoy profundamente en la Argentina es ver el modo con el cual los aspectos
corruptos de las clases dominantes se han infiltrado en el conjunto de la sociedad, que se
manifiesta en el hecho de que en estos momentos, también en los niños, el respeto a la legalidad
está determinada por el castigo y no por la culpa. Transformación que podemos concebir como una
sustitución del enunciado “no lo hago porque eso es feo, no sería bueno si lo hiciera,” por este otro
más pragmático “no lo hago porque me pueden agarrar”. Y esto está en el discurso parental, no es
un problema de los niños, ya que los padres no les dicen hoy "no hagas eso que me muero de
vergüenza", sino "si te agarran vas a tener problemas". Recuerdo una anécdota no por graciosa
menos terrible, de un hecho ocurrido en México cuando vivía allá en los años duros de la dictadura.
En el estado de Tabasco, un niño de la comunidad campesina en transformación a partir de las
modificaciones producidas por el desarrollo petrolífero, fue atrapado por un robo; el jefe de policía,
una persona realmente encantadora, y lo digo en serio, un hombre puesto precisamente ahí por el
gobernador, cardenista de origen, para modificar la forma de la represión, llamó a la madre para

1
Esta conferencia fue realizada antes de los acontecimientos de diciembre de 2002, que tornan mas ciertas pero mas
dolorosas e irritantes estas cuestiones.
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decirle que su niño había robado. Y esta madre indígena agarró lo que se llama una reata, una
cuerda, y empezó a pegarle al pibe: “¿qué te crees: Qué eres presidente municipal para robar?
¿Qué te crees: qué eres gobernador para robar?”. Hasta que el jefe de policía dijo: “Basta, señora,
lléveselo”.
En nuestro país ha comenzado a escucharse también este discurso, y estamos frente a modos de
circulación de enunciados que implican la caída de sistemas valorativos y su reemplazo por otros; y
así como antes era una vergüenza tener piojos y robar, ahora los niños tienen piojos y roban. Y se
habla poco del robo en las escuelas. Los niños roban, por eso en todas las escuelas llevan los útiles
con su nombre; y no roban en las escuelas de pobres, roban en las escuelas de ricos. Lo cual da
cuenta de que no se trata de una situación producida por la carencia real solamente, sino por una
modificación del modo de concebir la relación al semejante, dando muestras también de que hay
una distancia en este momento entre la voracidad que se genera en el conjunto de la sociedad
frente a la enorme cantidad de bienes que circulan y las posibilidades que cada sujeto tiene para
adquirirlos, sabiendo que no los puede poseer aun cuando viva razonablemente bien, porque la
distancia que se ha generado en la masa de acumulación de riqueza es insalvable. Y es acá donde se
instala algo difícil de resolver, porque lo que se ha instalado es el reconocimiento del hiato que se
ha producido entre los poseedores reales de bienes y el resto del mundo, lo cual produce nuevos
modos de la subjetividad, no siendo el resultado simple de la pobreza.
Quisiera llegado a este punto plantear algo que me parece importante tener en cuenta: la miseria
por sí misma no engendra delincuencia; lo que engendra delincuencia es la descomposición social
de los países en retroceso. Y a lo que nosotros estamos asistiendo es a procesos de descomposición
social que no están determinados mecánicamente por la pobreza y que afectan el conjunto de la
sociedad2. Sin embargo, estos modos de subjetividad no son necesariamente homogéneos ni para
siempre, y dan cuenta más de la descomposición de modos previos que de una verdadera
instalación nueva, y de modo alentador podemos agregar que las formas espontáneas de
reconstrucción solidaria de la sociedad Argentina, los modos en que se producen en estos
momentos formas espontáneas de recomposición solidaria constituyen sistemas educativos básicos
para los niños3.

2
Lo cual se demostró en ciertas formas de saqueo que tuvieron lugar en diciembre de 2001, y que sorprendieron por el
grado de vandalismo que implicaron.
3
Nuevamente los hechos de diciembre de 2001, que seria banal reducir a una demanda económica, en los cuales
participaron familias enteras con los niños y abuelos, dan cuenta de este intento de recomposición , ya que lo que estuvo
en el centro de las protestas fue la humillación sufrida por la población a partir de las estafas reiteradas que los sectores
dominantes del capital financiero vienen ejerciendo a través de las medidas que implementan sus administradores
criollos.
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Vuelvo ahora entonces a la diferencia entre producción de subjetividad y la constitución psíquica.


La constitución psíquica tiene que ver con ciertos universales: las leyes de producción de la
inteligencia no varían; los modos de la simbolización varían en sus contenidos, pero transitan por
los mismos caminos que mantienen centralmente sus mismas formas, y aún los nuevos modos de
simbolización efecto de la circulación de los medios no parecen exceder las leyes que conocemos, si
bien vemos emerger formas realmente muy interesantes e inéditas que vamos a tener que
capturar para darles una conceptualización y estudiar su evolución en los próximos años.
Elementos de la constitución psíquica que sí se mantienen: más allá de los estallidos de la
contigüidad biológica, más allá de las alteraciones en los modelos familiares, donde debemos decir
que aquellos que siguen poniendo el eje de la cuestión en los modelos tradicionales, ya se han
quedado sin gente con la cual trabajar. Los modelos tradicionales han caducado en un porcentaje
altísimo, y han variado sustancialmente los modelos con los cuales funcionan las familias en nuestra
sociedad. No me corresponde a mí decirlo pero hay una enorme cantidad de familias en nuestra
ciudad con jefas de familias mujeres, hay un incremento de la desocupación masculina con mujeres
que salen a trabajar; hay una enorme cantidad de transformaciones efecto de las nuevas formas de
fertilización asistida - mujeres sin pareja que deciden engendrar, parejas homosexuales que buscan
modos de asistencia para tener hijos - y ya se están consagrando los primeros acuerdos para
cambio de atribución de sexo y se han ampliado las posibilidades de adopción para personas solas e
inclusive estamos en víspera de que se legalice la posibilidad de adopción por parte de
homosexuales. Hay un gran debate respecto de la adopción homosexual, lo cual empieza tornarse
un debate un tanto arcaico, porque a esta altura los homosexuales pueden engendrar: con los
nuevos medios de fertilización asistida, y en Estados Unidos hay una enorme cantidad de parejas
lesbianas que no tienen por qué adoptar porque hacen fertilización asistida y tienen hijos dentro de
la pareja, turnándose para tener niños, de hombres que consiguen una amiga con la cual hacer una
implantación de semen para poder tener niños.
Dejémonos entonces de discutir cuestiones secundarias cuando lo que se está planteando es qué
vamos a considerar nosotros como elementos centrales que se sostienen en la constitución del
psiquismo respecto a la relación adulto – niño. Es indudable que el viejo cuento del Edipo del niño
que amaba a la mamá y odiaba al papá ya tiene poco lugar: hay pocos niños con mamá y papá para
armar ese triángulo de ángulos isósceles tan armoniosos. Ahora los niños, si siguieran la propuesta
del drama original de Sófocles, tendrían que asesinar al padre, al padrastro, al vecino... Si Edipo
hubiera sido porteño hubiera tenido que salir al cruce de cuatro esquinas para liquidar todo lo que
se le oponía para el encuentro con la mamá. Pero es cierto, y esto es lo que se sostiene en la
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constitución de la subjetividad que no hay ninguna razón para que los seres humanos tengan hijos
más que su deseo de trascendencia y de amor. Un poco en serio, una poco en broma, he dicho que
los seres humanos tienen hijos para no morir de amor propio, porque en realidad no hay ninguna
otra razón, al menos en el horizonte de nuestra cultura. Se acabó “la prole para trabajar la tierra”,
ahora un niño es una boca más para comer y no dos brazos más para trabajar; de manera que no
hay ninguna razón para tener hijos más que el deseo de trascender y el narcisismo trasvasante; el
deseo de brindar el amor de uno mismo a otro. Y esto se sostiene y se va a sostener más allá de las
nuevas formas de fertilización asistida; se va a sostener aun cuando se cumplan las fantasías más
terribles de nuestra civilización: que se hagan embriones humanos para transplante de órganos,
porque en ese caso no estaremos hablando de seres humanos sujetos a las condiciones de la
humanización, sino de cuerpos humanos cosificados como objeto, y eso traerá otros problemas.
Cuando nos tocó presentar el libro de Eva Giberti "Los hijos de la fertilización asistida" afirmé que
era absurdo pensar, como creían algunos, que se iban a producir seres artificiales para la guerra,
porque la verdad es que con el ejército de desocupados que tenemos más las nuevas tecnologías,
quién querría procrear un bebé de probeta, que es carísimo, para mandarlos a morir en cualquier
lugar del mundo. Es absolutamente antieconómico hoy, cuando es más barato mandar a los
desocupados a morir en cualquier lugar del mundo. De manera que no nos pongamos apocalípticos,
ya que la producción posible de seres humanos con fines reproductivos, bajo sus diversas formas,
no escapa a la ley general: esos seres humanos, en principio, serán amados por quienes los han
encargado, ya que siempre el niño viene a paliar el deseo de trascendencia y la búsqueda de amor
del adulto: en su doble dimensión, de amar-ser amado.
Por ello hay que despojar de lo circunstancial la relación adulto – niño, para subrayar lo
fundamental en ella, que es la asimetría de poder y de saber del adulto sobre el niño. Y esta
asimetría de poder y de saber sobre el niño pone en el centro de nuestras preocupaciones la
cuestión central, que radica en el hecho de que la sociedad encuentre modos de legislación de la
relación adulto - niño, en la medida en que lo que sí se conserva del viejo concepto de Edipo que los
psicoanalistas alguna vez acuñamos, es que hay una circulación erótica entre el adulto y el niño que
tiene que ser pautada por la sociedad en razón de que el niño está en una situación de desventaja
respecto a conocimientos y posibilidades de dominio y que el adulto está en una posición de poder
respecto al cuerpo del niño.
Esta redefinición del Edipo debe plantear hoy que el famoso complejo de Edipo descubierto por
el psicoanálisis tiene que ser reformulado en términos tales que permitan sostener, una vez más
para este caso, los elementos que hacen a la constitución del psiquismo reconociendo aquellos
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elementos que han producido variaciones por relación a la producción de subjetividad. Para lo cual
propondremos la fórmula que nos parece adecuada al respecto de que el Edipo debe ser redefinido
como la interceptación que toda cultura ejerce respecto de la apropiación del cuerpo del niño como
lugar de goce del adulto. Lo cual nos lleva a cuestiones del debate cotidiano, como la que atañe a la
legislación del tema “Bolitas”: no podemos aceptar que la sociedad avale el discurso que deja a las
niñas sometidas al goce del adulto, bajo el enunciado encubridor de que ellas quisieron... Como
dicen las mamás: “Y bueno... la nena quería”. Ella quería pasearse en bombacha y corpiño por la 9
de Julio para ganar $ 50... o descender una escalera en ropa transparente bajo la cual se muestra un
cuerpo que esta a punto de su transformación... Esto es un escándalo. Los niños no pueden definir
los límites por los cuales el adulto se apropia de su cuerpo. Y hay un movimiento mundial muy
grave que intenta bajar la edad de consentimiento para la sexualidad, incluso hay sectas paidófilas
en este momento trabajando en varios países intentando bajar la edad de consenso. Y la edad de
consenso tiene que ser regulada no por el deseo del niño, ya que el deseo del niño está, en muchos
casos, alienado por la fuerza del deseo del adulto. La sociedad no puede definir sus regulaciones
por los deseos de los seres humanos sino precisamente sobre el deseo de los seres humanos.
Tenemos ya una historia terrible en la Argentina con la cuestión de los niños apropiados durante la
dictadura, y que se pretende zanjar de manera perversa a partir del deseo del niño, de lo que el
niño siente, sabiendo que estos niños han sido víctimas de una expropiación de su propia historia y
de sus propios sentimientos. Y, lamentablemente, una vez producido un hecho, no se puede legislar
de acuerdo a los efectos en la subjetividad de las víctimas, sino preservando la ley que las libera de
sus propias condiciones. Por eso no es posible legislar de acuerdo a lo que los seres humanos
sienten, sino que es necesario legislar respecto a las acciones de los seres humanos y luego hacerse
cargo de los sufrimientos que se producen.
He dado cuenta, al pasar, de las variaciones en la subjetividad infantil respecto a los modos con
los cuales circulan los enigmas. Señalé que la diferencia anatómica no tienen ya las respuestas que
tuvo en el Siglo XIX e inclusive en el siglo XX avanzado. Pero los niños siguen teorizando sobre la
diferencia sexual anatómica y siguen teniendo angustia, aun cuando hayan variado los modos de
ordenamiento de la angustia. No recibo prácticamente en este momento, más que en porcentajes
mínimos, niños varones que tengan angustia de castración, pero sí recibo niños que tienen angustia
de pasivización y de penetración; hay una enorme angustia violatoria en los niños de este país, y en
general en Occidente. Quienes hayan visto el film “Ciudad de Ángeles” pueden recordar el episodio
de ese niño que llega a morir porque no puede hablar con los adultos ya que estos son peligrosos:
vaga accidentado por las calles sin responder a las preguntas que le formulan para ayudarlo porque
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el otro humano se ha convertido en el mayor peligro. Y una de las cuestiones que se redefine hoy es
la cuestión abuso, y al elaborar las nueves leyes al respecto se toma en cuenta que las
penalizaciones deben que ser mayores para aquellos que tienen responsabilidades específicas con
los niños: los miembros de las fuerzas armadas y de seguridad, maestros, padres, padrastros,
sacerdotes... Todos aquellos que tienen poder de convicción sobre el niño, si transgreden de
manera tan grave, lo dejan inerme, ya que el abuso o el maltrato ejercido por estas personas
agudiza gravemente la caída de las condiciones de confianza de la infancia respecto al sostén que
el adulto debe brindarle.
Del mismo modo deben ser revisadas en el marco escolar las viejas ideas, que parecían avanzadas
en otra época, respecto al intercambio sexual en la infancia. Que un niño de 12 años le baje los
pantalones a uno de 6 en el baño no es un juego sexual, sino una situación clara de abuso. Los
juegos sexuales se dan en simetría, no en asimetría. Hay niños en este momento tratando de
sodomizar a los niños más pequeños, de primer grado, en los baños, y no es simple la tarea de
regular estas situaciones de desborde sin transformar las escuelas nuevamente en un panóptico, sin
producir situaciones de terror en la sociedad civil y sin incrementar más formas de fractura de los
lazos sociales. La única manera de hacerlo es restituirles a los niños la palabra. Lo único que puede
posibilitar esto es que los niños tengan condiciones para enunciar respecto a las situaciones que
padecen. Es indudable que esto ha cambiado enormemente en la Argentina: hace unos años no se
escuchaba a los niños cuando denunciaban situaciones de abuso, y hoy se los escucha y hay una
situación de alerta al respecto al empezar a creerles cada vez más comenzar a tomar medidas, más
allá de lo dificultosa que resulta siempre la cuestión probatoria. No es mi tema, pero he estado
trabajando junto con otros colegas en situaciones en las que hay que definir, para poder tomar
decisiones legales y terapéuticas, la veracidad de la denuncia apoyándose para ello no sólo en el
discurso sino las formas indiciarias que aparecen. En situaciones traumáticas es necesario tomar en
cuenta los modos mediante los cuales la realidad ingresa a través de indicios y considerar a la
fantasía cono una reelaboración de lo real; los niños pueden fantasear mucho, pero los detalles que
aparecen en los dibujos o en los relatos no son fantasiosos: generalmente dan cuenta de un
elemento real no digerido. Y la producción de nuevos modelos para producir posibilidades
diagnósticas de situaciones traumáticas severas que atraviesan los niños es parte de nuestra
responsabilidad.
Una o dos cuestiones más para ir cerrando mi intervención y abrir la posibilidad de debate.
Es indudable que los niños están expuestos a nuevas formas de circulación de imágenes y de
representaciones en general acerca de lo sexual que establecen una interceptación en los modos en
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los cuales se van constituyendo los procesos de pensamiento; y la dificultad para ordenar los
conocimientos no solo está determinada por el hecho de que trabajando en este momento un
exceso de horas, sino que se ven bombardeados por una cantidad de excitación que no pueden
metabolizar con los medios que poseen. Hay un acceso desmesurado no a la información, sino a
representaciones excitantes que se caracterizan por brindar imágenes o relatos sin las coordenadas
que permitirían su inclusión en un horizonte ordenador para el niño. Los canales dan en horarios
diurnos, cuando los niños están sentados ante el televisor, los anticipos de los programas
nocturnos, y en particular de los aspectos más eróticos o perturbantes de los mismos. Todo lo que
tienen que ver con los “Reality Show”, donde los niños se sientan esperando el momento en que
pase algo.
Tanto la recepción de imágenes excitantes sin relato que posibilite la metabolización, como la
información general recibida sin tiempo de procesamiento son los dos factores mayores que operan
como obstáculo para la adquisición de conocimientos y para la producción de una inteligencia
ordenada y ordenadora. Esta falta de procesamiento disminuye toda capacidad metabólica, y entre
los factores que impiden el ordenamiento de la información recibida opera otra variable, que es el
hecho de que en las mismas fuentes impartidoras de la información no hay jerarquización de lo
principal y lo secundario, ambos parecerían que pasan a ser del mismo orden, y ello tal vez en
virtud de que nadie sabe cuáles son los conocimientos que van a sobrevivir en los próximos años. La
enorme masa de conocimientos que se produce se ve acompañada por la velocidad de caducidad
que los acompaña, y es en virtud de esto que nadie se atreve a erradicar algunos y a dejar otros,
por lo cual se les da a los niños esa enorme masa de información que no pueden procesar, mas la
que ellos reciben por otras vías, o recogen por otras vías.
Nuestro desafió consiste precisamente en crear, sin hacer un discurso moralista y vacío, las
condiciones de procesamiento de los nuevos modos de circulación de información a los cuales
están expuestos los niños. Porque indudablemente en la medida en que los sistemas psíquicos
entran en cortocircuito a partir del exceso de estimulación que se recibe, más el deterioro de las
pautaciones valorativas respecto de la función del conocimiento, más las formas en que se
superponen permanentemente modelos interhumanos de adquisición de conocimientos y modelos
tecnológicos de adquisición de conocimientos - a partir de los cuales un chico puede perfectamente
autoabastecerse de conocimientos sin necesidad de un adulto que lo ayude a procesarlo - en la
medida en que no hay un adulto que ayude a procesar la información, hay una enorme cantidad de
ella que ingresa adecuadamente y otra que ingresa fantaseado por las líneas con las cuales siempre
el auto didactismo ha producido estos engendros extraños que hacen que las teorías circulen sin
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posibilidad de intercambio con el otro. En última instancia el control del delirio está dado por el
intercambio intersubjetivo, y no hay manera de controlar la validez del conocimiento si no es bajo
dos formas: su aplicación y la intercomunicación. Y en la infancia no hay aplicación posible, lo que
otorga a la interlocución un lugar fundamental..
El valor de la comunicación es extraordinario, y las formas de enlace virtual ocupan hoy un lugar
muy importante no solo en los niños, sino también en los adultos... Vemos personas de todas las
edades ratoneándose con “Cupido Net”... es algo maravilloso. Han disminuido los antidepresivos a
partir de que la gente puede entrar en esos canales de comunicación... Pero también es cierto que
el chateo es un modo de comunicación absolutamente fracturado, y que traslada el modelo del
lenguaje verbal sin los gestos ni intercambios corporales, de modo que produce a veces una
sensación absurda. En los adolescentes, por ejemplo, pueden pasar horas con: “hola”... “qué
onda”... “si” “acá estoy”... son sólo modos de marcar presencia...
Cómo lograremos los adultos una mediatización respecto a que estas nuevas formas de
subjetividad no estallen, que no fracasen en sus posibilidades de producción de inteligencia, que
no estallen y permitan organizaciones que sean al mismo tiempo creativas y racionales, constituye
nuestro gran desafíó.. Esta es la bisagra compleja en la que estamos colocados en este momento
del proceso de adquisición y producción de conocimientos. Y, en ese marco, cómo producir formas
metabólicas, ordenadas, con relación a la circulación de información sexual sin que esto se
convierta en una regresión oscurantista respecto al aporte que debemos brindar al niño de los
conocimientos que la sociedad está obligada a otorgarle para que pueda constituirse como sujeto
social.
Termino con una cuestión que considero de importancia.
Es indudable que el riesgo mayor que enfrentamos, en la sociedad occidental en general pero
muy en particular en lo que nos atañe, en nuestro país a partir de los modos con los cuales se ha
desplegado en los últimos años la circulación económica en el marco de lo que se llama "el
capitalismo salvaje", a un estallido de los procesos de subjetivación, relacionados directamente con
la cosificación de los procesos de inserción social a partir de la desaparición del reconocimiento del
otro en tanto otro y a su transformación de puro medio instrumental. Esto está dado de múltiples
maneras y nuestra sociedad argentina arrastra situaciones terribles: En los años setenta padecimos
el terrorismo de estado, a fines de los ochenta la hiperinflación, y en los noventa el modelo
devastador que combinó el saqueo por parte del capital financiero con la corrupción de los
ejecutores nativos, con las consecuencias de recesión y regresión histórica de todas las
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adquisiciones sociales logradas durante años. Es inevitable que una coherencia tan brutal haya
producido, en su contigüidad destructiva, una severa fractura de los procesos de subjetivación.
Sabemos de los intentos autónomos, extraordinarios, de resistencia a estos procesos de
desconstrucción subjetiva en los cuales se han comprometido muchos sectores de la educación, de
la salud, y de la sociedad civil en general. Espacios como éste en el cual hoy participamos es
indudablemente necesario para pensar cómo no dejarnos ganar por las formas de desubjetivación
imperantes, recuperar nuestra capacidad de pensar sin subordinarnos a una realidad regida
supuestamente por la economía y sus leyes de mercado es un paso imprescindible. Nos cabe la
responsabilidad de evitar que las próximas generaciones queden capturadas regresivamente por un
proyecto que las transforma simplemente en mano de obra barata, en virtud de lo cual el rescate
de la infancia de estos procesos en los cuales se combina la patologización escolar y el eficientismo
devienen fundamentales para evitar un destino en el cual el niño corre riesgo de constituir un
eslabón anticipado de una maquinaria que ha excentrado al sujeto de toda posibilidad de dominio
de la producción. Esta responsabilidad es nuestra obligación ética mayor.

Intervenciones del publico

¿Qué piensa usted de la cantidad de niños que están actualmente en tratamiento, a qué se debe ese
fenómeno?

A eso me refería, precisamente, con la patologización de la sociedad civil. O cambió la genética de


esta ciudad, o algo esta funcionando mal, cuando vemos la cantidad de niños medicados por
trastornos escolares. Los niños padecen actualmente no sólo un exceso laboral sino también
múltiples tratamientos porque hay una suerte de perfeccionismo de capacidades: neurológicos,
fonoaudiológicos, psicopedagógicos. El auxilio escolar, que en mis épocas de infancia era sólo para
los más problemáticos, para los que tenían problemas graves de aprendizaje, hoy se ha
generalizado, y ha aparecido algo sorprendente: en la Facultad de Psicología hay cartelitos de
gente que prepara alumnos para los exámenes... algo absolutamente puerilizante esto de que un
estudiante universitario necesite maestro particular, lo cual tiene que ver, por supuesto, con una
caída de los hábitos de estudio, pero también con una delegación del pensamiento, con una
pérdida de la capacidad de procesamiento singular y autónomo del conocimiento. ¿Pueden ustedes
imaginar a un médico que preparó "Anatomía" con el maestro particular? ¿O a un psicólogo que
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curso "Psicopatología" con clases de apoyo? El día que les llega un paciente tienen que llamar al
maestro particular para hacer el diagnóstico...

¿De qué manera influyen nuevos sistemas de fertilidad en las representaciones que la gente tiene
acerca de la concepción de los niños?
Es indudable que se han producido nuevas representaciones, y ligado a ello nuevas
fantasmáticas, las cuales se relacionan con los modos mediante los cuales los niños y los padres
procesan estas situaciones. Por ejemplo, un señor a cuya señora le hicieron una inseminación
asistida dice “yo comparto la paternidad con el médico”: esto no es un derivado directo de la
realidad, sino un procesamiento del orden de la fantasía de esta realidad, porque para tener este
hijo ha tenido que desearlo, tener relaciones sexuales con su esposa, o haberse ofrecido para que
empleen sus espermatozoides para concebir. De manera que no comparte la paternidad con el
médico, así como una mujer no comparte la maternidad con la partera por haber sido asistida para
tener un niño, pero el engendramiento es confirmación de masculinidad o de femineidad para un
sector muy amplio de nuestra cultura, y detrás del fantasma de no ser totalmente padre del niño
porque no lo ha procreado espontáneamente en el cuerpo de la madre se perfila en este señor el
temor de no ser suficientemente hombre. Estos fantasmas, de distinto tipo, son una producción
singular pero tienen un destino que depende de los modos con los cuales la cultura procesa las
representaciones compartidas sobre la sexualidad. Estamos viendo los primeros niños de probeta,
ya como adolescentes en este momento, en los consultorios, y se plantean cuestiones muy
interesantes, y lo que antes eran anormalidades ahora son, digamos, formas de engendramiento
que van circulando.
Ustedes se dan cuenta de que en las capas medias y altas de nuestro país - y de varios países de
Latinoamérica con una estructura similar, se ha producido un fenómeno muy extraño: Por una
parte, tenemos una enorme cantidad de niños adoptivos, con altos índices de infertilidad en estos
padres adoptantes similares a los del primer mundo. Por otra, los sectores pobres o incluso
pauperizados entregan sus niños por razones económicas y culturales al modo del tercer mundo;
se combina entonces un país escindido también en este plano, en el cual hay entrega de niños del
tercer mundo, con infertilidad de primer mundo. Es extraordinario lo que ha pasado en la
Argentina a partir de estos fenómenos de acumulación y escisión social, con sectores de las clases
altas que no pueden engendrar y sectores de las clases bajas que no pueden retener a sus hijos, y
en un mismo territorio problemas del primero y del tercer mundo. También incide en ello el
cambio de pautas de la sexualidad entre ninos y niñas, ha disminuido la edad de comienzo de la
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sexualidad y se produce un incremento en la cantidad de embarazos en adolescentes de todos los


sectores sociales. Antiguamente en las escuelas de monjas, cuando una adolescente se
embarazaba era un escándalo; ahora se la protege para que no aborte, y entonces van a la
graduación con la panza, viene el obispo, la saluda... es extraordinario y lógico al mismo tiempo: la
Iglesia ha elegido el mal menor... Y bien, se ha incrementado el número de madres adolescentes
que no pueden hacerse cargo de sus niños y cuya pertenencia a sectorores no necesariamente
marginales pero si de las capas medias empobrecidas las torna imposibilitadas de retener a sus
niños. Todos estos fenómenos no son necesariamente productores de patología ni riesgosos, y
depende de como los procese la sociedad, y del nivel de protección que brinde a los más
desprotegidos. No hay que alarmarse, ya que no está en estos fenómenos la razón de la
desintegración social ni de la producción de enfermedad mental, sino en el procesamiento que se
haga de los procesos de desubjetivización en su conjunto. La humanidad ha producido perversos,
psicóticos, torturadores, infanticidas, nacidos del lecho de seres supuestamente bien casados,
heterosexuales, y cuyas madres portaban camisones que tenían bordada la consigna moral de
castidad que afirmaba: “no es por vicio ni por fornicio sino por dar un hijo a tu servicio”.
Por mi parte soy muy poco moralista sobre los modos en que los seres humanos resuelven sus
pasiones y angustias siempre que no sea lesionando a otro, o dañándolo. Y la función que me
compete es hacerme cargo de los efectos sufrientes en los seres humanos que producen las
transformaciones en las pautas de cultura. Mi tarea consiste en ayudar a procesar estas
transformaciones, y no en condenarlas, por eso soy psicoanalista y no predicadora.

- Si el complejo de Edipo no tiene un valor simbólico en la estructuración subjetiva ¿qué viene a


ocupar su lugar?
El complejo de Edipo tiene una función estructurante, y por supuesto un valor simbólico, pero es
necesario despojarlo del moho con que se ha ido cubriendo a lo largo del tiempo, en virtud de
pretender conservarlo tal como fue acuñado en los tiempos de Freud. Hay que tener en cuenta que
inevitablemente los descubrimientos psicoanalíticos, en razón de que trabajan con la subjetividad
histórica, a medida que producen avances en el conocimiento se van cargando también de los
elementos pertenecientes a los momentos históricos por los cuales transitan. Y el descubrimiento
freudiano del Edipo es extraordinario, siempre y cuando nos demos cuenta hoy de que este ya no
pasa, en general, por el cuento canónico, sino por algo de carácter más universal, que consiste en
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la prohibición de la apropiación del cuerpo del niño como lugar de goce del adulto, por la
interceptación del intercambio sexual inter-generacional.
Para ello hay que hacer una verdadera revisión de conceptos, descartando también los modos
con los cuales quedó acuñada la función instituyente terciaria que tiene la cultura en la relación
adulto–niño. Es imposible hoy denominar a esta función terciaria “Nombre del Padre”, como la
llamó Lacan, o "Metáfora Paterna", si queremos rescatar, precisamente, la universalidad de esta
función de interceptación. Porque hay algo realmente extraordinario en el hecho de que Lacan
habiendo realizado un descubrimiento – a patir de Levy Strauss, por supuesto - respecto a la
función de desapropiación y circulación del niño con relación al adulto engendrador o criador, lo
haya denominado bajo los modos con los cuales la cultura de Occidente, y en particular la cultura
patriarcal francesa, concibieron la función de corte desde su perspectiva patriarcal. Trasciende allí
un pensamiento colonial desde el punto de vista político y hegeliano desde la perspectiva
filosófica, que da cuenta de la fantasía de haber llegado a la culminación de la historia bajo su
forma más acabada. Mucha gente que trabaja con abuso sabe perfectamente de los horrores que
han hecho mis colegas al considerar todo intento de una madre por sustraer al hijo del padre como
efecto de su narcisismo fálico, cuando en muchos casos se trataba de proteger al hijo del padre
seductor o incluso abusador, que se apropiaba del cuerpo del niño en una relación perversa que la
madre, precisamente, intentaba interceptar. Es necesario salir de estas tonterías reduccionistas
para dar su verdadero alcance estructural al concepto, operando sobre el un rescate que no lo
ideologice ni permita que quede capturado al servicio de lo más retrogrado de nuestra historia.

- ¿Cómo podemos, como docentes, impartir pautas de conducta en estos chicos, cuando desde la
familia no somos apoyados?

La relación entre familia y escuela se plantea en una complejidad que viene de lejos. Ustedes
saben que hubo en nuestro país, desde el S XIX una tensión fuerte entre la función de la escuela y la
función de los padres en la educación, donde la Iglesia sostuvo durante años que era la familia que
debía hacerse cargo de la educación mientras que el Estado fundamentalmente en sus pensadores
más avanzados y dentro de la misma institución educativa, se planteaba la centralización estatal
como requisito fundamental para la construcción del Estado – Nación. Y es también muy claro que
acá ha habido dos grandes proyectos educativos que tienen que ver con la construcción del Estado
Nación; el proyecto de Sarmiento a mediados del Siglo XIX y el proyecto de Perón a mediados del
Siglo XX. Más allá de mi distancia con el peronismo, no puedo dejar de reconocer que hubo un
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proyecto de Nación en Perón, y que este proyecto de Nación implicó, necesariamente, un proyecto
educacional en el cual podemos ver claramente la propuesta de producción de subjetividad que
implicaba, con sus aspectos, en mi opinión, positivos y negativos. Entre otras cosas, no comparto
que nos enseñaran, a través de la lectura de “La razón de mi vida” que la razón de la vida de una
mujer es un general – y esto al margen de mi respeto por Eva Perón. Hubiera preferido que Evita no
hubiera permitido que quede fijado en un libro escolar para las nuevas generaciones la frase que
dice “la razón de mi vida es el general”, y que seguramente hoy se hubiera muerto de vergüenza.
Pero yendo a lo fundamental, y no habiendo hoy un proyecto de Nación equiparables a los que
acabo de nombrar, es indudable que la función de la escuela debe ser, en gran medida, hacerse
cargo de paliar los efectos del nivel de desintegración de la sociedad civil. La escuela es una de las
pocas instituciones estatales que está en contacto con la gente en un momento en el cual ya no
quedan prácticamente instituciones... En los sesenta, cuando éramos estudiantes, llamábamos
“aparatos ideológicos del Estado” a ese conjunto de instituciones destinada a reproducir y
perpetuar la ideología dominante mediante el cumplimiento de ciertas tareas de protección a la
población – la salud y la educación entre ellas; ahora el estado ha devenido un administrador
pragmático de los intereses del capital financiero y lloramos para que vuelva a cumplir sus
funciones y a tener esos llamados aparatos ideológicos que han sido desintegrados. Yo quiero
hospitales, quiero escuelas, quiero todos los aparatos ideológicos del Estado… que me los
devuelvan y en su interior lucharemos por transformarlos para que sirvan lo mejor posible al país.
Pero dado que la escuela sigue existiendo, en mi opinión -y no siendo educadora -, pienso que
tendría que replantearse las formas de recomposición de ciertos nexos sociales con los padres. Es
indudable que algunas acciones del sindicalismo docente cumplieron por épocas esa función, en la
medida en que aglutinaron detrás de las preocupaciones de los docentes las problemáticas de la
familia en la defensa de la escuela pública. Pero también es cierto que las formas se agotaron en
razón de que tales medidas no obedecían a una propuesta retributiva sino que estaban centradas
en las necesidades de los docentes. Y en ese sentido no hubo propuestas de renovación pedagógica
ni de defensa de los contenidos, sino de los salarios – lo cual no debe ser subestimado, pero
indudablemente no es suficiente para que la población en su conjunto se haga cargo de ello como
único objetivo, por muy solidaria que sea la gente.
Esto creo que tiene relación con la cuestión acerca de cuáles son las formas con las cuales la
escuela debería abrir un nuevo horizonte respecto a las pautas. No se puede plantear la
precomposición de pautas para los niños si no se rediscuten los modelos de circulación de pautas
en la sociedad en su conjunto, desde la escuela misma. Tal vez hay que discutir hoy el rol de la
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escuela en el interior de toda la sociedad argentina cono instancia educativa, reconstituyente de los
nexos sociales. Volviendo a proponer algo del orden de la vigencia de los enunciados de los siglos
XIX y XX… pero no me compete a mí; no soy yo quien tiene que hacerlo y ni sé cómo se hace.

- ¿Qué pautas o conductas serían para el niño de hoy?

Ustedes saben la diferencia que hay entre lo sano y lo normal. Si yo digo “formemos niños
normales”, tengo que formar cretinos. En cada época histórica de crisis severa y de retroceso social
la normalidad pasa por la cretinez. Pero si tenemos confianza en el futuro, y en que la corrupción,
el pragmatismo y la inmoralidad son pasajeras en la historia, deberemos formar sujetos que,
aunque sean un poco disarmónicos con los intereses inmediatos, puedan pautarse en relación con
ciertas propuestas de recomposición social futura. Es indudable que esta es una pregunta que
apunta a la ideología, de modo que no la puedo responder como profesional sino como miembro
de la sociedad, y no sé si este es el espacio en el cual me corresponde responderla
ideológicamente. Si sé que hay algo que compartimos y por eso estamos acá, que es la
preocupación por la recomposición de las relaciones intersubjetivas en el interior de la infancia y
de los derechos del niño, y es alrededor de ese eje estructurante que hay que rediscutir toda la
cuestión de impartición de pautas. Los modelos de aprendizaje, los modelos de sexualidad, los
modelos de la pautación del ocio… El ocio está en este momento subvertido en su función; en los
niños pobres el ocio se ha convertido en formas marginales de intercambio atravesados por micro
culturas que claramente no se plantean la menor posibilidad de recomposición en el interior de la
sociedad. Y en los niños más ricos el ocio ha perdido todo lugar y lo lúdico ha quedado capturado
totalmente por el trabajo. El fin de semana es un fin de semana de trabajo. Y así cono Levy Strauss
contaba que un trobriandés decía que no se casaría con la hermana porque no tendría un cuñado
para ir a pescar, los niños de la clase media argentina no se casarían con la hermana porque no
tendrían un cuñado para jugar al tenis y para que le consiga trabajo algún día. Porque la vida de los
niños está determinada totalmente, sin resquicios visibles, por los intereses que constituyen los
micro - grupos en su interés inmediato, a partir de las fantasías que implican tanto el poder
económico y social como las catástrofes que conllevan para la mayoría. Y en ese marco es que se
juega la cuestión de que ya no hay lugar para el ocio de los niños, porque el tiempo libre ha
quedado despojado de ocio para todos los sectores sociales: en los pobres ya no hay infancia, ya
hay que trabajar desde el comienzo de la vida, aún cuando sea en brazos de alguien que pide
limosna. Y en el de los menos carenciados, porque deben trabajar desde ahora a un ritmo brutal
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en la adquisición de conocimientos y en la construcción de redes de pertenencia que les garanticen


alguna inserción futura.
.

- ¿“Articular proyectos sobre los sueños?” Los sueños también cambian. ¿Quisiera que hablara
un poco más sobre esto?.

Es evidente que uno de los problemas más serios que tenemos en este momento es la
imposibilidad de articular sueños. ¿Qué quiere decir recomponer los sueños sino recomponer el
derecho a pensar una sociedad en la cual no caminemos de manera inerme hacia el deterioro y la
pobreza? A partir de lo cual es posible la recuperación de los sueños individuales….

- Usted afirmó que la esperanza de un país puede verse en sus políticas de infancia. ¿En qué
situación ve a la Argentina con respecto a esto?

Yo agregaría algo: la situación de un país se ve no sólo en sus políticas de infancia sino en cómo
piensa a sus niños, en cómo la gente piensa a los niños. Siempre recuerdo con nostalgia que
cuando volví a la Argentina, en el 86, vi en una frutería de Boedo un cartel que decía “Señora,
¿quiere que su hijo cante cono Plácido Domingo? llévele nuestro melón Rocío de Miel. ¿Quiere que
su marido gane el Premio Nobel? llévele nuestros duraznos “prisco?”. Esos carteles en una
verdulería de Boedo daban cuenta de la existencia de la esperanza de país que todavía confiaba en
el futuro. Y esto se define a posteriori en las políticas y se realimenta con las políticas. La consigna
de que “En la nueva Argentina los únicos privilegiados son los niños” no se debió a la genialidad
de Perón; esa consigna expresaba la esperanza de un país de inmigrantes que confiaba plenamente
en que los hijos vivieran mejor que los padres, y por eso se regalaban pelotas y triciclos: no
solamente porque había excedente para comprarlos, sino porque había espacios lúdicos desde los
cuales soñar, a partir de que a eso venían las generaciones que llegaban tanto del interior como de
Europa.
El segundo aspecto que da cuenta de la esperanza de un país es aquello que se propone para los
viejos, ya que es a partir de aquello que se le está dando a las generaciones anteriores que se
propone un modelo ético las generaciones que vienen. Es realmente grave que en la Argentina se
haya empezado a llamar a los jubilados, “abuelos”, ya que con ello se está produciendo un relevo
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de una categoría social y política, la cual remite a la deuda que la sociedad tiene con quienes han
trabajado a lo largo de su vida y merecen que el estado les retribuya los ahorros realizados, por
una categoría que aúna lo familiar y la caridad. Es por eso que la expresión “abuelo” ha suprimido
de un golpe a un estamento con derechos en el interior de la sociedad, y lo ha transformado en
“los viejitos de los que tenemos que ocuparnos”. No es así, no son nuestros abuelitos. “Adopte un
abuelo”, toda esa chatarra moral que apareció hace un tiempo, para eludir la verdadera
responsabilidad del estado y sus políticos respecto a los trabajadores devenidos hoy jubilados. No,
no es correcto, y aún entendiendo que el Estado esté en crisis, tenemos la obligación de decir “es a
partir de que debemos reconocer como país que tenemos una deuda con las generaciones
anteriores donde debe afirmarse el derecho de que ella no se repita con las próximas
generaciones”.
Y del mismo modo ocurre con los niños. Necesitamos proyectar en los niños no solamente
políticas de infancia sino nuevos modelos con relación al futuro, y que se plasme a partir de esto un
ida y vuelta entre las políticas de infancia y los nuevos modelos para pensar al futuro con los niños.
Por eso yo estoy profundamente consternada por la ausencia de propuestas cotidianas para los
niños. Si bien hay bolsones, huecos de esperanza, así como hay bolsones de pobreza – o más bien,
a esta altura, lo que queda son saliencias de riqueza. Ustedes saben que es impactante cómo en
ciudades de provincia, inclusive muy alejadas, siguen dando teatro trashumante para los niños...
siguen existiendo propuestas. Indudablemente hay en la ciudad de Buenos Aires una militancia
recreativa que es impactante, una enorme cantidad de gente movilizándose para llevar a los niños
a ver espectáculos a veces con las últimas monedas que tiene. Y lo impactante es ver hasta a los
sectores más empobrecidos, que siguen llevando a los niños a ver teatro callejero, a ver
espectáculos gratuitos en plazas. Esto es absolutamente conmovedor; estamos viviendo los restos
de un país que tenemos que reconstruir. Y no nos podemos permitir jugar esta historia por más de
una generación, no podemos seguir viviendo de lo que fuimos.
También se dice que hoy los niños no leen; pero no es verdad que eso se debe a la televisión o a la
computadora, en realidad la mayor parte de los niños no leyeron nunca. En mi época no leía nadie;
no había televisión y tampoco leían; estaban diez horas con el balero. No mistifiquemos. Estaban
los que leían y los que no leían; los que leían seguimos leyendo y los que no leían no leyeron nunca.
La televisión no le quita la lectura a nadie… Ese es otro mito… Los presentes acá de más de cuarenta
años, que debían leer, por eso están acá ¿cuántos de sus compañeritos leían? Además a uno lo
cargaban, le decían cosas... Antes les decían “tragas”, hoy les dicen “nerds”. No es verdad que antes
se leía más. Es más, la televisión y el cine han acercado grandes procesos culturales a la gente. Han
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difundido y popularizado a los clásicos; todos los niños hoy conocen “Hamlet” a través de “El rey
León”. Se han producido fenómenos muy interesantes.
Yo no soy pesimista al respecto; aunque esté altamente preocupada, como lo está la mayoría de
la gente… Pero si uno hubiera vivido en la Europa del treinta y pico, en la Roma del Siglo V A.C.,
siempre hubiera encontrado la idea de que el mundo se va al demonio y hasta ahora
permanecemos... Y ha habido tiempo de juzgar a los criminales de guerra, y a Pilatos no le sirvió de
nada lavarse las manos.

- “Adolescente mata a otro”… “Violentos en recreo”. ¿Qué hacer con ellos en las escuelas?

Todos estamos muy impactados por la violencia escolar, no solamente entre pares sino con los
maestros. Y esto tiene que ver con la caída de los sistemas de referencia hacia los maestros, y con
la pérdida de confiabilidad de los adultos, entre los cuales se encuentran los maestros… Los
maestros han dejado de ser intocables, y es muy brutal la posibilidad de que se instalen
situaciones de terror con los adolescentes, pero tenemos que discutir en primer lugar cuál es la
razón de esta violencia, sin apelar a respuestas fáciles, trilladas, que ya no explican nada. Es
indudable que la violencia no es efecto de la desintegración familiar y tampoco de la televisión. No
se puede definir tan simplemente la cuestión. La violencia infantil y adolescente es sintomática en
el mundo en general, y en nuestro país toma forma propia, pero lo evidente es que no logra
canalizar el malestar que aqueja al conjunto de la sociedad. - es curioso que aparezca todavía poco
en las situaciones laborales, donde se producen diariamente situaciones de injusticia
verdaderamente indignantes.
Sé lo que no se debe hacer, y ello por diferentes razones. No se puede resolver con palpación de
armas, ya que nunca se ha resuelto por este medio la violencia adolescente ni infantil. No se puede
resolver poniendo máquina de detectar metales como en los aeropuertos. Eso no se puede hacer.
No se puede convertir las escuelas en un panóptico. Habrá que buscar formas de redefinición de
los enlaces. Tampoco se va a resolver bajando la edad de penalización, que es el otro aspecto al
que apuntan algunos, ya que bajar la edad de penalización incrementa el despojo de derechos de
la infancia cono lugar de protección. Pero quiero decir algo que todos sabemos pero que no hay
que dejar de recordar: todas las armas que llevan los niños, vienen de las casas. Con lo cual,
empecemos a discutir no sólo cómo controlar la violencia en las escuelas, sino qué está pasando
con la Justicia como entidad y con la impunidad. El otro día un juez mató a un asaltante.
Empecemos por debatir eso y por ver qué hacemos con el tema de las armas en la sociedad civil,
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que están siendo patrocinadas por muchos sectores como forma de autodefensa... Estamos
viviendo situaciones altamente preocupantes, pero es indudable que aún en el marco de la
gravedad de esta recesión económica y social que tenemos, no podemos abandonar la convicción
de que tenemos un país con reservas morales mayores de las que suponíamos. Y creo que hay que
trabajar con eso, recomponiéndolas4.

4
Los acontecimientos de diciembre dieron cuenta de estas reservas morales, al ponerse en juego durante los
acontecimientos de diciembre de 2001 la protesta de la población contra la impunidad del sistema político y financiero.

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