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La fisicidad de la catedral es un medio

por el cual nuestros ojos, provocados por la luz, dirigen nuestra mente a la
contemplación
de los asuntos finales, lo que Suger llama un edificación analógica y que también
es sinónimo
de las palabras que acompañan a las cosas. Esto se hace explícito a través de
la supervivencia extremadamente inusual de la descripción de los vitrales de la
abadía de Saint-Denis, una de las que se conoce como
el Ventanal Anagógico y que muestra a san Pablo. "Uno de estos, escribe Suger
urgiéndonos al paso de lo material a lo inmaterial, representa a san Pablo en un
molino
y a los profetas llevando sacos al molino. El significado es como sigue.
"Trabajando el molino, tú Pablo nos sacas la harina del salvado, haces manifiesto
el significado
más profundo de la Ley de Moisés. De tantos granos se hace el verdadero pan sin
salvado, nuestro pan y el pan de los ángeles
para siempre." Este será también el molino místico
que aparece en los "Cuentos de Canterbury"
de Chaucer, del siglo XIV, el cuento sobre un molinero. Aquí vemos las dos figuras
a cada lado de Pablo y su molino. A la izquierda de Pablo hay una mujer que
representa la sinagoga,
el Antiguo Testamento. Y a la derecha de Pablo, una mujer que representa a la
Iglesia, "Ecclesia", mientras Pablo hace el pan
verdadero de la Nueva Ley separando el salvado de la Vieja Ley. "Trabajando el
molino,
tú Pablo tú sacas la harina del salvado. Manifiestas el más íntimo significado de
la Ley de Moisés. De muchos granos se hace pan sin salvado,
alimento perpetuo nuestro y de los ángeles." Las palabras de Suger contienen
una interpretación alegórica de lo que el ojo ve, haciendo lo invisible visible a
través de palabras, en la frase del autor latino Horacio. "Ut pictura poesis,"
tal como es la pintura así es la poesía. Y éste es el proceso que une el Antiguo
y el Nuevo Testamento al entender alegóricamente o anagógicamente el Antiguo
Testamento,
la verdad del Nuevo Testamento queda clara. algo expresado como un "levantar el
velo"
que vimos en el Pseudo Dionisio como una ascensión hacia la luz
y aquí deshaciéndose del salvado. También, en el mismo ventanal, Suger nos dice que
el velo es quitado de la cara de Moisés, "lo que Moisés vela, la doctrina de Cristo
desvela. Quienes destierran a Moisés, soportan la Ley." En otra ventana, donde la
hija del Faraón
encuentra a Moisés en el arca, "Moisés y el arca es ese hijo del hombre a quien la
doncella real, la Iglesia, cría con piedad." Es interesante notar el detalle en
este vitral de la pintura sobre cristal que representa al niño Moisés en el arca. O
mejor dicho estas grandes manos
en la cabeza a los pies de su hermana Miriam, la figura de la izquierda en verde,
y la hija del Faraón junto a ella. En la misma ventana, donde el Señor se apareció
a Moisés
en el zarza ardiente, Suger escribe, "igual que este arbusto es visto arder sin
quemarse. Así el que esté lleno de este fuego divino,
arderá sin quemarse." También en la misma ventana donde
el Faraón está sumergido en el mar con sus jinetes, "lo que el bautismo hace a lo
buenos,
lo hace a la soldadesca del Faraón. Una forma parecida pero una causa diferente,"
En la misma ventana, dice Suger, donde Moisés recibe la Ley en la montaña, vemos
que "después de que la Ley ha sido dada a Moisés
la gracia de Cristo lo hace fuerte. La letra mata, pero la Gracia vivifica." Mira
la imagen de Moisés recibiendo
la Ley Antigua en el monte Sinaí, está rodeado de escenas importantes
de la historia del éxodo. Ya en el centro del rondel
al levantar Moisés las manos para recibir las Tablas, hay un indicio del becerro de
oro en el cuadrante inferior. En la mitad del rondel a la derecha abajo
vemos a los hebreos adorando el becerro de oro. A la izquierda Moisés rompe
las Tablas enfurecido. En la parte superior derecha,
la mano de Dios mata a los que aún adoran el becerro de oro
y en la parte superior izquierda, Moisés se encuentra en el monte Nebo,
el lugar de su muerte, mientras Dios en la parte superior
de la mitad rondel surge desde la nube ondulada. El signo icónico del cielo
señala el camino a la tierra prometida. Guiados por un prominente clérigo del siglo
XII, que también resulta que era
el maestro de la reconstruida iglesia de la abadía de Saint-Denis, vislumbramos
cómo la catedral gótica funcionaba como una herramienta
de enseñanza espiritual para aquellos que entraban allí, que es el tema de nuestra
próxima sesión.

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