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INSTITUTO SUPERIOR BELÉN

PROFESORADO PARA LA ENSEÑANZA PRIMARIA

CÁTEDRA: CS. SOCIALES Y SU ENSEÑANZA II

DOCENTE: VERA MARCELO

HISTÓRIA DE LA CONSTITUCIÓN ARGENTINA

Autora: Baez Eliana Edith

Campo Grande – Misiones


2020
Intentos por sancionar una constitución en Argentina

➢ Asamblea del año 1813

El último día del mes de enero de 1813 inició sus sesiones la Asamblea General Constituyente
-convocadas por el Triunvirato el año anterior- con dos objetivos muy claros: declarar la
independencia y dictar una constitución para el estado naciente.
Esta Asamblea despertó muchas expectativas, tranquilizó el panorama político, y aunque algunos
dudaban de sus alcances y representatividad, las provincias del interior enviaron sus diputados a la
misma. José Gervasio de Artigas, aunque se manifestaba descontento con la política localista de
Buenos Aires vio en la Asamblea la posibilidad de darle una nueva estructura políitica al país.
A diferencia de lo que sucedido con los órganos de gobierno anteriormente, los miembros de la
Asamblea no juraron fidelidad al rey Fernando VII de España y ésta declaró soberana, es decir
superior a cualquier otra autoridad, inclusive al Triunvirato que la había convocado. Pero,
lamentablemente, no pudo concluir con ninguno de los objetivos que se había propuesto.
Las derrotas sufridas por el Ejército del Norte, en Vilcapugio y Ayohuma, empeñado en la lucha
contra las fuerzas realistas enviadas desde el Virreinato del Perú complicaron la situación interna. El
avance realista sobre territorio argentino era una posibilidad cercana, que ponía en peligro la causa
de la revolución.
En el ámbito internacional, el fracaso de la campaña de Napoleón Bonaparte en territorio ruso
significaba la desintegración de su imperio, y consecuencia, los monarcas europeos retornaban a sus
tronos usurpados. En estas circunstancias, el rey Fernando VII de regreso a España, se proponía
recuperar sus posesiones, disponiendo pera ello el envío de refuerzos para luchar contra los
revolucionarios americanos.
Estos acontecimientos sumieron en la indecisión a la Asamblea, temerosa de adoptar medidas de
fondo que luego no pudiera sostener.
A pesar de no realizar los principales fines propuestos, la Asamblea se abocó al dictado de
numerosas disposiciones fundamentales.
Promulgó leyes sobre la organización de la administración pública como un Reglamento de Justicia,
creando las Cámaras de Apelaciones.Prohibió la aplicación de tormentos para investigación de la
verdad.
Dispuso la creación de un órgano ejecutivo que concentraba todo el poder en una sola persona, con
el nombre de Director, y un Consejo de Estado, con fines de asesoramiento al nuevo ejecutivo.
Mandó a abolir el escudo de Armas de España, y la efigie de los antiguos monarcas fue sustituida en
las monedas por el escudo nacional. En los documentos públicos se suprimió toda invocación al rey
de España, reemplazándola por “la soberanía de los pueblos, cuya voluntad representan los
diputados”.
Estableció la libertad de vientres, que garantizaba la libertad e igualdad a todos los hijos de esclavas
que nacieran en adelante en el territorio de las Provincias Unidas. Suprimió los títulos de nobleza y
eliminó el mayorazgo, por el cual desde antiguo, heredaba toda la fortuna del padre el hijo mayor.
Suprimió también las encomiendas y las mitas.
Por último declaró fiesta cívica al 25 de Mayo y encargó la composición de una canción patria, que
sería nuestro himno nacional.
Si bien esta Asamblea no hizo la explícita declaración de la Independencia, su fecunda labor
legislativa ratificó, indirectamente, la vocación independentista de los patriotas.

➢ 1819

A tres años de haberse declarado la Independencia de España en la ciudad de Tucumán, el


Congreso, ahora instalado en la ciudad de Buenos Aires, decidió dar una Constitución definitiva al
país, completando así los fines para los cuales había sido originalmente convocado.
Una comisión encargada en la preparación del proyecto examinó los antecedentes constitucionales
que se habían elaborados con anterioridad: los presentados en la Asamblea del Año XIII y los
Reglamentos Provisorios de 1815 y 1817.
Así, se elaboró proyecto, que obtuvo la aprobación del Congreso el 22 de abril de 1819, y fue jurada
con toda solemnidad el 25 de mayo de ese año, sin sospechar que tendría solo una vida efímera.
La Constitución dictada organizaba las funciones estatales con la conocida división de los poderes,
en las tareas legislativas, ejecutivas y judiciales.
El Supremo Poder Ejecutivo sería desempeñado por el Director de Estado, quien sería designado
por el Congreso por mayoría de sufragios y al que se le otorgaban amplias atribuciones.
La función legislativa quedaba a cargo de dos cámaras, una de Representantes y otra de Senadores,
siendo en consecuencia el primer antecedente en el país del sistema bicameral que luego
adoptaría la Constitución de 1853.
Los miembros de la Cámara de Representantes eran los diputados -que representaban a pueblo de
las provincias- tendrían la iniciativa en contribuciones, y el derecho de acusar a los miembros de los
otros poderes y a “ministros diplomáticos, arzobispos, obispos, generales, gobernadores y altos
jueces provinciales” ante el Senado por “delitos que merecieran penas de muerte y otra infamante”.
Serían Senadores los representantes de las provincias, además de tres senadores militares con grado
no menor a Coronel Mayor; un Obispo y tres eclesiásticos; un senador por cada Universidad; y el
Director del Estado, una vez concluido su mandato. Esta conformación del Senado era claramente
aristocrática, ya que se reservaba a una clase determinada el derecho de formar la cámara alta o
Senado.
El Poder Judicial se constituía con una Alta Corte de Justicia de siete jueces y dos fiscales letrados,
antecedente de nuestra Corte Suprema, cuyos miembros eran designados por el Director con
acuerdo del Senado. Las atribuciones que se le acordaban fueron tomadas de la Suprema Corte de
los Estados Unidos
En su parte general contenía una “Declaración de derechos de la nación y de los particulares, como
a la vida, a la reputación, a la libertad, a la seguridad y a la propiedad. Algunos de sus artículos
serían luego transcriptos casi textualmente en la Constitución de 1853.
El texto constitucional desconocía prácticamente la existencia de las provincias y nada explicitaba
sobre sus gobiernos, aunque podía inferirse que los nombraba el Director de Estado, ya que éste
estaba facultado para nombrar todos los empleos que no se exceptúen especialmente en esta
Constitución.
Fue una constitución espléndidamente elaborada para que no fuera esto, ni aquello, ya que no
contenía ninguna declaración franca y expresa sobre la forma de gobierno que debería tener el
Estado; dejando, quizás, abierto el camino para una monarquía temperada, según la frase de moda
entre los congresales, y consecuente con las gestiones que realizaba el Directorio.
Otra particularidad de esta carta magna era su ceremonial aristocrático: los miembros de los tres
poderes reunidos tendrían el tratamiento de Soberanía y Soberano Señor; el Congreso, el de Alteza
Serenísima; y Serenísimo Señor, cada Cámara Alteza a secas. Esto revela las aspiraciones
monárquicas de los miembros del gobierno.
Esta constitución significaba la muerte de las aspiraciones de autonomía de las provincias, de tener
su propio gobierno, del federalismo histórico, y de las aspiraciones democráticas y republicanas.
Su sanción fue recibida con repudio por las provincias, lo cual demuestra que no representaba los
valores que movilizaban a los pueblos. Su carácter centralista la colocaba al margen de la vida del
país. Al no respetar los localismos dio pie a la guerra civil que estaba gestándose y precipitó la crisis
en vez de aplacarla.

➢ 1826

El año 1825 se inició para las Provincias Unidas del Río de la Plata bajo los más favorables
auspicios.
Las noticias del triunfo patriota en la batalla de Ayacucho (1824) que selló definitivamente la
libertad de América, coincidieron con la instalación de un Congreso General Constituyente en
Buenos Aires donde las provincias mediante el dictado de la Ley Fundamental renovaron sus deseos
de ser parte de una nación sin renunciar a sus autonomías, e instruían al Congreso para el dictado de
una constitución.
Aquella ley ordenaba que para entrar en vigencia la Constitución a dictarse, debía ser aceptada por
todas las provincias. Pero la facción unitaria, no conformes con ello, trató de obtener el control del
Congreso y lograr la promulgación de una constitución que respondiera a sus intereses. Para ello, lo
primero que hicieron fue duplicar el número de los diputados que cada provincia tendría en el
congreso. Esto favorecía exclusivamente a Buenos Aires que tenía sus diputados viviendo allí, sin
gastos, sin viajes, por lo que éstos se incorporarían inmediatamente, restándole la mayoría a las
demás provincias que se demorarían en enviar a sus representantes.
En diciembre de 1826, estando en mayoría los unitarios, lograban la sanción de una constitución.
Esta constitución aseguraba la libertad e independencia de toda dominación extranjera, y establecía
el sistema de gobierno representativo y republicano, pero en contra al sentir de las provincias,
establecía un régimen de carácter unitario y centralista.
El Poder Ejecutivo estaría a cargo de un Presidente que duraría 5 años en su cargo, y el Poder
legislativo sería bicameral, integrado por diputados elegidos por el pueblo, y senadores que
representaban a las provincias.
Las provincias tendrían un gobernador, elegido por el Presidente de la nación y que dependían de
éste.
El marcado centralismo que inspiraba a la nueva Constitución fue suficiente para que obtuviera el
rechazo de las provincias.
La Constitución dictada en el año 1826, también de tipo unitaria o centralista, consagraba un
Poder Ejecutivo en manos de un Presidente y un régimen Legislativo bicameral. Establecía
que los gobernadores provinciales eran designados por el Presidente con el acuerdo del
Senado. Al no coincidir con las aspiraciones del interior fue rechazada por las provincias antes
de leerla, por considerarla un atropello a sus propios intereses, y a sus autonomías.

➢ 1853

El Cabildo de la ciudad de Santa Fe sería sede del Congreso Constituyente. A mediados de


noviembre de 1852, ya se encontraban en la ciudad la mayor parte los representantes de las
provincias., quienes bajo la presidencia de Fray José Manuel Pérez comenzaron a reunirse en
sesiones preparatorias a la instalación del congreso.
 
La inauguración oficial se hizo el 20 de noviembre bajo la presidencia del diputado por Salta, Facundo Suviría.
Manuel Leiva, representante de Santa Fe, fue designado vicepresidente, y fueron secretarios los diputados
Delfín Huergo, por San Luis, y Juan Francisco Seguí, otro diputado por Santa Fe.

 
Las sesiones del congreso se desarrollaron hasta el 7 de marzo de 1854, y sus tareas se dividieron en
legislativas y constituyentes.

 
La Comisión encargada de redactar un proyecto de Carta Magna estuvo formada por los diputados José
Benjamín Gorostiaga (Santiago del Estero), Juan Del Campillo (Córdoba), Juan María Gutiérrez (Entre Ríos),
Salustiano Zavalía (Tucumán), Pedro Días Colodrero (Corrientes), Martín Zapata (Mendoza) y Manuel Leiva
(Santa Fe).

 
Una vez presentado por la Comisión, el articulado del proyecto pasó a debate en sesiones que comenzaron el
20 de abril de 1853, y duró solo diez días, de modo que puede afirmarse que no se hizo un examen minucioso
de los artículos, sino que los diputados confiaron en la labor realizada por los redactores del proyecto
propuesto.

Inicialmente, el propio presidente del congreso, Facundo Zuviría, se había opuesto a que se sancionara la
Constitución por considerarlo impropio mientras Buenos Aires continuara separada del resto de las provincias.
Finalmente, la Constitución obtuvo aprobación el 1ro. de mayo de 1853.

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