La práctica de la inclusividad cotidiana ha sido, desde sus inicios, un tema de
controversia ya que la inclusión de personas con barreras físicas y cognitivas se ha transformado en un derecho y una obligación en los distintos componentes de nuestra sociedad, diferente a la de otro tiempo, que solía excluir. La inclusión de personas con discapacidades en las actividades cotidianas conlleva prácticas y políticas diseñadas para identificar y eliminar barreras que dificultan la capacidad de las personas de tener una participación plena en la sociedad, al igual que las personas sin discapacidades. La inclusión implica:
Recibir trato justo de otras personas (sin discriminación).
Hacer que los productos, las comunicaciones y el ambiente físico puedan ser utilizados por la mayor cantidad de personas posible (diseño universal). Modificar cosas, procedimientos o sistemas para permitir que una persona con una discapacidad los use al máximo posible (adaptaciones razonables). Eliminar la creencia de que las personas con discapacidades no están sanas o son menos capaces de hacer cosas (estigma, estereotipos).
No obstante, es necesario evaluar a nuestro alrededor si se ha logrado identificar el
porqué de la inclusividad y que de esta manera se colabore para fomentarla y aplicarla. Muchas veces, esto se logra recibiendo comentarios de las personas con discapacidades, generalmente mediante organizaciones. Afortunadamente, cada vez son mas las personas y empresas que han evidenciado que estas personas, a pesar de tener ciertas limitaciones, son perfectamente aptas y provechosas para el desarrollo de las empresas y la sociedad. Es por esto que muchas empresas hoy en día trabajan codo a codo con personas con este tipo de dificultades, algo que hasta hace pocos años era prácticamente impensable. Sin embargo, muchas otras no son incluyentes porque aun dudan de las capacidades de estos individuos o porque su infraestructura empresarial no es acorde a las necesidades básicas de todos, como, por ejemplo, un diseño universal en sus herramientas de trabajo. Por esta razón he recopilado 9 formas de fomentar la inclusión laboral. Aplicar estas recomendaciones en nuestra sociedad y en las empresas no implica una mayor inversión o esfuerzo, tan solo la consideración y concientización de las acciones realizadas y las prácticas inclusivas, para identificar y cambiar a aquellos que no promuevan o faciliten las mismas.