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FILOSOFÍA DE LA CIENCIA
PROGRAMA DE FILOSOFÍA
Indexada en
Philosopher’s Index
Red de revistas científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugual (RedALyC)
PROGRAMA DE FILOSOFÍA
UNIVERSIDAD EL BOSQUE
Rector Carlos Felipe Escobar Roa, MS, MD
Vicerrector Académico Miguel Ruíz Rubiano, MEd.,MD
Vicerrector Administrativo Rafael Sánchez París, MBA, MD
Director del Programa de Filosofía Carlos Escobar Uribe
Héctor R. Bentolila 2
R esumen
En el presente trabajo se ofrece una descripción de la estructura interpretativa de la
experiencia tal como aparece en la hermenéutica de Gadamer en su obra Verdad y
Método. Para ello se tiene en cuenta la relación de dicha hermenéutica con la herme-
néutica de la facticidad de Heidegger tras un análisis de la misma a partir de la cual
se exponen los elementos principales que integran la estructura interpretativa de la
experiencia. Luego se concluye con una presentación de dicha estructura en la forma
en que es enunciada por Gadamer mediante el análisis de la conciencia de la historia
efectual. Allí se pone de manifiesto el carácter dialéctico e histórico de la esencia de la
experiencia y, finalmente se destaca su relación con la tradición y el lenguaje.
Palabras clave: experiencia, estructura, hermenéutica, comunicación
A bstract
The following paper is presented as a description of the interpretative structure of the
experience such as it is developed in the hermeneutic philosophy that Hans Gadamer
formulates in his greater work: True and Method. The description speaks about the
relationship and the debt that this philosophy has with the hermeneutical facticity of
Martin Heidegger through an analysis of the understanding as an original way of
Dasain´s being, from which depict the main elements that integrates the universal
structure of experience as interpretation according to Gadamer. This essay pretends
to show or clarify the character of such structure both historical and dialectic which
the German philosopher conceives as experience possibility condition through the
consciousness of the effectual history formula. The essence of experience is discovered
joined to tradition and language as transmission and communication.
Key words: Experience, Structure, Hermeneutic, Communication
1
Artículo recibido: 12 de enero de 2011. Aceptado: 2 de mayo de 2011.
Profesor Universidad Nacional del Nordeste. Licenciado en Filosofía, Universidad Nacional del
2
L a hermenéutica filosófica en el
contexto de la filosofía actual
[6]
Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia • Vol. XI ∙ No. 22 • 2011 • Págs. 27-56
[7]
La estructura hermenéutica de la experiencia en Gadamer
experiencia dialéctica que reúne en sí misma la propia vida del espíritu. Pero
en confrontación con Hegel, para quien “la vida del espíritu consiste más en
bien en reconocerse a sí mismo en el ser otro”; —el espíritu se orienta hacia “lo
positivo que se le aparece como extraño, y tiene que aprender a reconciliarse
con ello reconociéndolo como propio”—, Gadamer considera el “compor-
tamiento histórico del espíritu” no al modo de una superación formal, sino
como “una experiencia que experimenta realidad y es ella misma real” (420).
Vista de esta manera, la experiencia hermenéutica se distancia considerable-
mente, hasta oponérsele, del modelo de experiencia de la ciencia moderna. Sin
embargo, en tanto ella resume el aspecto originario del pensar y del conocer,
constituye al mismo tiempo “el presupuesto necesario de la ciencia misma”.
Hay pues una ambigüedad del sentido de experiencia que se anuncia ya en el
título de Verdad y método. En este caso, la preposición conjuntiva no une los
términos sino que los separa, refiriéndolos a instancias opuestas: la experiencia
del “acontecer del ser” en que la verdad se hace manifiesta y la del método
que reduce la experiencia de la verdad al procedimiento de constatación de la
correspondencia entre enunciado y mundo.
Gadamer dirige su crítica hacia el planteo de la ciencia moderna que
asimila la verdad al método, asimilación que se traslada también al intento
de autonomización de las ciencias del espíritu. Con este fin, el punto de
partida de su argumentación es como él mismo afirma el problema de la
“correcta comprensión de las ciencias del espíritu frente a las ciencias de la
naturaleza” (Gadamer 23). Sobre esta base Gadamer rechaza el punto de
vista del historicismo defendido por Dilthey, que aun cuando parte de la
historicidad general del saber humano, continúa centrando el problema de la
comprensión de las ciencias del espíritu en la cuestión del método (comprensión
por oposición a explicación). Al mismo tiempo, defiende la especificidad
hermenéutica de las ciencias del espíritu oponiendo a la abstracción
objetivadora del método la experiencia viva del pensar: mientras la primera
busca liberar a la experiencia de los elementos subjetivos o interpretativos
mediante su ordenación y organización metodológica, la segunda afirma su
carácter histórico-lingüístico. La experiencia en la que nos hallamos y desde
la cual nos orientamos comprendiendo acontece siempre como interpretación,
es decir, desde distintas perspectivas.
No cabe dudas de que en esta valoración de la experiencia la hermenéutica
gadameriana continúa el análisis de la hermenéutica de Heidegger, tal como
se halla expuesta en Ser y Tiempo y como se prolonga luego en sus obras
tardías —De camino al habla— en el sentido de la radicalización del “estar
arrojado histórico” del ser del hombre. Sin embargo, en la profundización de
[8]
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La estructura hermenéutica de la experiencia en Gadamer
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La estructura hermenéutica de la experiencia en Gadamer
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La estructura hermenéutica de la experiencia en Gadamer
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La particular apertura por la que se accede a una nueva experiencia desde una
experiencia previa, que se nos ha develado como error o equivocación, hace de
la comprensión interpretadora un evento o suceso irrepetible y, por lo tanto
histórico. En este sentido nos recuerda Gadamer no es posible hacer dos veces
la misma experiencia. “Una misma cosa no puede convertirse para uno en
una experiencia nueva. Sólo un nuevo hecho inesperado puede proporcionar
al que posee experiencia una nueva experiencia” (429). El movimiento que
define el paso de la experiencia previa a la nueva tiene la forma de “la inver-
sión de la conciencia”, y a través de ésta el saber se reconcilia con lo extraño
apropiándose de él. Gadamer apela aquí a Hegel para mostrar la verdadera
esencia de la experiencia que consiste en ser un movimiento dialéctico en el
cual el “que experimenta se hace consciente de su experiencia” ganando de
este modo “un nuevo horizonte dentro del cual algo puede convertirse para
él en experiencia” (429-430). La vuelta reflexiva que implica dicha inversión
hace posible la revisión de nuestros conceptos y la adecuada interpretación de
los prejuicios de los habíamos partido en la experiencia inicial. En este giro
hermenéutico hacia nuestra comprensión habitual la dialéctica de la expe-
riencia se consuma para Gadamer en la “apertura de la experiencia que es
puesta en funcionamiento por la experiencia misma” (432).
Por lo tanto, la experiencia es experiencia de nuestra propia historicidad y
forma parte de la esencial finitud del hombre. En tanto historicidad que se
desenvuelve en el tiempo y se comprende siempre de modo diferente la expe-
riencia tiene que ver también con la tradición. Pero “la tradición no es simple
acontecer que pudiera conocerse o dominarse por la experiencia, sino que es
lenguaje, esto es, habla por sí misma como lo hace un tú” (Gadamer 434). La
actividad aclaratoria de nuestra situación hermenéutica (interpretación) y de
la experiencia que surge en ella tiene que ser realizada como diálogo. El tú que
la tradición representa no es un objeto sino que se comporta respecto a objetos,
y la comprensión que media entre el tú y el intérprete acontece en la conversa-
ción. De esta manera, “comprender lo que alguien dice es ponerse de acuerdo
en la cosa, no ponerse en el lugar del otro y reproducir sus vivencias” (461).
En la experiencia del comprender el lenguaje constituye el medio o condición
de posibilidad del acuerdo entre interlocutores y del consenso sobre la cosa. El
problema hermenéutico se convierte así en el problema del correcto acuerdo
sobre un asunto que se manifiesta en la conversación. Como puede verse, en el
planteo filosófico de Gadamer, la experiencia tiene una estructura interpreta-
tiva que se expresa a través de los acuerdos mediados lingüísticamente. En ella,
el lenguaje es “el medio universal en el que se realiza la comprensión misma.
La forma de realización de la comprensión es la interpretación” (467).
[15]
La estructura hermenéutica de la experiencia en Gadamer
Conclusión
Cuando se compara la estructura de la experiencia que se manifiesta en el
análisis de la hermenéutica de la facticidad de Heidegger con el desarrollo
que ésta alcanza en la hermenéutica de Gadamer se puede ver con claridad
la transformación lingüístico-dialógica del comprender heideggeriano, que es
visto ahora como acuerdo intersubjetivo. El modo posibilitante de ese acuerdo
es el diálogo que acontece en la forma de la pregunta y la respuesta. Dicho
diálogo a su vez se entiende como una conversación ininterrumpida con la
historia de la tradición que opera en nuestras experiencias del mundo. Al igual
que el entender práctico descripto por Heidegger, comprender pre-predicativo
(comprensión), el comprender gadameriano también se da en el mundo de la
vida y constituye el núcleo de la estructura de la experiencia.
En la experiencia del mundo de la vida, la comprensión, en cuanto acuerdo
intersubjetivo en la cosa, presupone el lenguaje del cual los interlocutores parti-
cipan mediante la conversación. El lenguaje es así el medio en el cual se realiza
la comprensión. Pero en la medida en que la tradición habla en el lenguaje
como un tú, resulta el presupuesto necesario e ineludible de la comunicación
cotidiana. Por otra parte, toda comprensión es interpretación, una interpre-
tación cuyo sentido queda asegurado en la conversación por los presupuestos
del lenguaje que los interlocutores comparten. Cuando los presupuestos que
articulan el marco referencial de los hablantes resultan problematizados, la
interpretación se convierte en necesidad de una nueva comprensión o acuerdo.
En este sentido, la interpretación, cuya meta consiste en aclarar la comprensión,
asume la forma de la inversión de la conciencia de la experiencia. Cuando
la comprensión sostenida por el acuerdo sobre algo a partir del lenguaje
compartido en la conversación experimenta alguna distorsión, entonces la
interpretación cotidiana del mundo se vuelve sobre sí en un esfuerzo por aclarar
el lenguaje, que asume la forma de un preguntar y responder por la tradición.
Esta actitud reflexiva de la interpretación se asienta sobre la estructura esen-
cialmente abierta de la experiencia. Cada interpretación que los interlocutores
hacen para aclarar el lenguaje que hablan deviene en una nueva experiencia y
constituye un movimiento más en el acontecer de la experiencia general. En
ella como dice Gadamer “el ser que se interpreta es lenguaje”.
Finalmente, queda aclarada así la estructura interpretativa de la expe-
riencia en la hermenéutica de Gadamer. Ella se manifiesta en el modo de
ser del Dasein en tanto ese modo de ser consiste en el acuerdo lingüístico
e intersubjetivo acerca de algo. Acuerdo que es sostenido por el lenguaje
que habla a través del tú de la historia de la tradición. Al mismo tiempo,
[16]
Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia • Vol. XI ∙ No. 22 • 2011 • Págs. 27-56
Trabajos citados
Conill, Jesús. El enigma del animal fantástico. Madrid: Tecnos, 1991.
Gadamer, Hans-Georg. Verdad y Método I, Fundamentos de una hermenéu-
tica filosófica. Trad. Ana A. Aparicio y Rafael de Agapito. 5ª ed. Salamanca:
Sígueme, 1993.
Grondin, Jean. Introducción a la hermenéutica filosófica. Trad. Angela A. de
Pilári. Barcelona: Herder, 1999.
Gutierrez, Carlos. “¿Círculo o diálogo? El comprender de Heidegger a Gadamer”.
Areté, Revista de Filosofía 12.1 (2000): 133-143.
Heidegger, Martín. Ser y Tiempo. Trad. J. Gaos. 2ª ed. México: Fondo de
Cultura Económica, 1962.
Vattimo, Gianni. “Dialéctica, diferencia y pensamiento débil”. El pensamiento
débil. Eds. G. Vattimo & P. A. Rovatti. Trad. Luis Santiago. Madrid:
Cátedra-Teorema, 1988. 18-42.
—. Ética de la Interpretación. Trad. José Luis Etcheverry. Buenos Aires: Paidós,
1992.
[17]
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Teología Económica de Salvación: Exilio
en tiempos de eugenesia social 1
R esumen
En los tiempos modernos la eugenesia social es la manifestación del control de la
vida en el exilio colectivo. Es la versión actualizada del racismo que reduce la vida
a lo mínimo desechable y, simultáneamente, convoca a la búsqueda infinita de
salvación. La ficción del bien común o del progreso tecnológico entretienen a la
población con promesas de bienestar, salvación y vida digna para todos mientras
se tejen y ajustan las cadenas de la esclavitud. El concepto de gubernamentalidad
implica conjuntamente la convivencia del bien con el mal o con la barbarie; ambos
son parte de un mismo proyecto político.
Palabras clave: muerte en vida, salvación y abandono, gobierno del mal
A bstract
In modern times, social eugenics is a manifestation of life control within the
collective exile. This is an updated version of racism devoted to reducing life to a
repulsive minimum while, simultaneously, eugenics calls to an infinite search for
salvation. Both the common good and technological progress-based fiction amuse
people with promises of well-being, salvation, and a dignified life for all and
sundry while the slave chains of our times get forged and adjusted. The govern-
mental concept implies that good lives together with either evil or barbarousness
inasmuch as both form part of the same political project.
Key words: Life at death’s door, Salvation and abandonment, Government of Evil
1
Artículo recibido: 12 de enero de 2011. Aceptado: 2 de mayo de 2011.
2
Correo electrónico: dfrankel200@yahoo.com.ar.
Teología Económica de Salvación: Exilio en tiempos de eugenesia social
3
Este presupuesto coloca en cuestión a las interpretaciones modernas de la modernidad que han
contribuido con la ficción del progreso indefinido, de sostener la omnipotencia de la razón, de
imaginar un mundo mejor con promesas de igualdad, paz, garantía de derechos. Sin embargo
no han advertido ni han podido impedir el desenlace eugenésico de exclusión de la vida digna.
Los resultados que observamos constituyen una nueva reconceptualizacion de la exclusión y la
expulsión social, adaptados a los nuevos tiempos: deshechos sociales, multitudes excluidas, racismo.
4
Las cifras de población existente por debajo del umbral de pobreza son muy altas; desde los
últimos 20 años existe una tendencia al crecimiento de esas cifras, no sólo respecto de los números
absolutos sino también en el porcentaje del número de pobres dentro de la población total. De
acuerdo con datos entregados por la CEPAL, entre los años 1997 y 2000, la pobreza creció de 204
a 220 millones. El 75% de la fuerza de trabajo dentro del 75% de la población de la región tiene
ingresos insuficientes para sacarlo de una situación de pobreza. En Centroamérica la situación
de pobreza de la población es acuciante: el 75% de los guatemaltecos (el 86% de la población
indígena es pobre, sobre el 54% de la población no indígena), el 73% de los hondureños, el 68%
de los nicaragüenses y el 53% de los salvadoreños viven bajo esta condición. En Brasil el 43,5% de
la población gana menos de 2 dólares diarios, y en la Argentina la tercera parte de la población y
el 45% de los niños viven en situación de pobreza. Respecto de la educación, el promedio de años
de escolaridad en América Latina es de 5,2 años, la mitad de los años necesarios para emerger de
la pobreza. Por otro lado, de acuerdo con datos proporcionados por la Organización Panamericana
de la Salud, la falta a servicios de agua potable y alcantarillado afecta a una tercera parte de la
población latinoamericana, mientras el 30% de los niños vive en casas sin acceso a redes de agua
potable y un 40% en viviendas sin un adecuado sistema de eliminación de excretas. Estas dos
últimas condiciones seguramente son el factor central que determina a la diarrea como una de
las dos principales causas de muerte infantil de la región (Kliksberg, B.). Según algunos estudios
optimistas la pobreza alcanza al 30% de la población (Barómetro de Deuda Social Argentina).
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Teología Económica de Salvación: Exilio en tiempos de eugenesia social
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Teología Económica de Salvación: Exilio en tiempos de eugenesia social
Eugenesia Social
En estos tiempos la dimensión biopolítica dominante es la eugenesia social
por cuanto constituye la intervención de los poderes públicos sobre los cuerpos
y sobre los seres vivos (Frankel 2008 245-246)7.
La vida —su conservación, prolongación, estiramiento— es uno de los obje-
tivos de las políticas públicas. Pero también lo es la producción de la muerte
en vida, la vida en condiciones de indignidad y de sobrevivencia. Por eso, estos
tiempos caracterizan al sometimiento colectivo más despiadado que envuelve
a las mayorías y se distingue de la vida digna sólo otorgada a los elegidos.
La sociedad eugenésica de estos tiempos implica la combinación de dos
mensajes simultáneos: despliegue de la vida y, al mismo tiempo, sumisión
colectiva a condiciones de sobrevivencia.
Todo estado compromete una decisión sobre la vida y la muerte. La zoé es
parte constituyente de las políticas públicas por cuanto la vida biológica se ha
convertido en el objeto y el objetivo de la política. Es la versión actualizada de la
dominación en un estado de confrontación permanente de guerra de razas sin
razas8 que incluye al formato biológico en sus dimensiones históricas y sociales.
En su versión biológica es la aplicación al perfeccionamiento de la especie
humana; da lugar a una propuesta de selección artificial que, anticipándose a
la propia obra de la naturaleza, impide de antemano a los menos aptos parti-
cipar en la lucha por la vida —struggle for life— “augurándoles que saldrán
perdedores” (Miranda 99).
El formato biológico de la eugenesia está dirigido a mejorar la salud y a incre-
mentar el rendimiento poblacional al incrementar la tasa de reproducción de
7
Desde fines del siglo XIX conceptos como poblacionismo, eugenesia, darwinismo, higiene social o
higiene de la raza pasaron a ocupar un lugar central en la agenda pública y, por lo tanto, en estrategias
biopoliticas tendientes en asegurar estrategias de gubernamentalidad sostenidas en la discriminación. A
modo de guía para el lector interesado en tal problemática, citamos los siguientes trabajos: Bocalandro
& Carvajal (1948), Miranda (2008), Habermas (2002), Negri (2007), Palma & Wolovelsky (2006),
Pende (1948), Vallejo (2008), Vallejo & Miranda (2002, 2004), Vezzetti (1983), Winckelmann (2008).
8
La biología molecular o la antropología física demuestran la nula relevancia que tiene la noción
de razas como estrategia de dominación. Lejos quedan las cuestiones hereditarias, genéticas. En
estos tiempos la noción de razas es adoptada como criterio de discriminación en el plano de la
cultura y del lenguaje en cuanto existen masas poblacionales inferiores sobre las cuales se ejerce
la dominación. Sin embargo el discurso y prácticas del poder profundizan las diferencias en
el domino de la vida, de las definiciones de normalidad y de las expulsiones de los diferentes,
considerados como patológicos —anómicos, inadaptados, desviados, marginados— que engrosan
el ejército supernumerario de excluidos.
[24]
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Juan y Carla son dos personas jóvenes… hombre y mujer…. hay un pero…
hay algo que los hace niños y junto a la hija de Carla parecen tres niños…
Hay algo que los pone en igualdad de condiciones… son tres personas con
padecimiento psíquico… eso sería lo de menos cuando hoy todos hablamos
de la integración y la inclusión, sin embargo son sus necesidades insatisfe-
chas las que los vuelven niños como también la marcada falta de afecto.
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Teología Económica de Salvación: Exilio en tiempos de eugenesia social
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Por extensión las dimensiones jurídicas y médicas conservan sus presupuestos mesiánicos. La
monstruosidad como confluencia entre lo divino y lo demoníaco tiene alojamiento no sólo en la
razonabilidad del derecho administrativo que justifica la provisión de bienes dispendiados por el
Estado sino también en la asociación con la enfermedad (Foucault 1996).
10
Porque en Auschwitz se reafirma la tensión existente entre la utópica idea del progreso y la
hecatombe, el fin escatológico de la sociedad.
11
En cuanto a su relación con el pacto social, Negri plantea que el Leviatán es un monstruo definido
[27]
Teología Económica de Salvación: Exilio en tiempos de eugenesia social
el origen del mal está en Dios y que, junto a la monstruosidad, es parte del
proyecto del Orden: “ Si no quiere Dios que el mal exista porque no lo prohíbe?
[...] Dios hizo el mal y lo tolera […] Él lo ha creado, ya que pudiendo suprimirlo
lo deja avanzar por el continuo uso sin molestarse en abolirlo?” (Leibniz 235).
Del mismo modo “los monstruos están dentro del orden […] están dentro de
las reglas y se dan en conformidad con las voluntades generales” (Leibniz 277)12.
Toda la concepción cristiana de la política tiene un dualismo constitutivo
entre un bien que supuestamente todo lo gobierna y un mal que es nece-
sario para que el bien pueda ejercerse. Por otra parte, el mal es necesario para
suscitar temor y obediencia al bien. Sin el mal, no habría posibilidad de un
ejercicio político del bien y, en ese sentido, se transforma en necesario para
cierto tipo de racionalidad gubernamental.
Tal como plantea Ludueña, el enfrentamiento por el dominio del Universo y el
gobierno del mundo es entre Cristo y el Anticristo —enviado éste por el diablo
y encarnando la potencia del mal. El Anticristo representa una doble figura por
cuanto se empeña en mostrarse como Dios; persuadiéndose de que él mismo es
Dios. La figura maligna del Anticristo asentará su reino en el templo de Dios
y seducirá a aquellos que lo adoran como a Cristo. ¿Por qué “Dios deja actuar
por tanto tiempo al Anticristo? ¿Por qué permite que cause hambre, destrucción
muerte y arrasamiento de todo cuanto constituye el mundo humano? ¿Por qué,
en un primer momento, cuando el Mal se presenta, el Ungido mesiánico se retira
de la escena del mundo y deja hacer a su contra figura maligna?” (Ludueña).
En otras palabras la perspectiva secularizada se apropia de esta posición
dualista del bien que fomenta el mal. En el estado de eugenesia social el mal
está enmascarado por la idea del bien común. Es el mismísimo poder que
enuncia el bien común pero que se disipa en su proyección social y poblacional
y se concreta en el mal; el mal constituye la esencia de los actos de gobierno.
por un orden que se construye centralmente sobre un soberano para contener multitudes y evitar
la anarquía y el desorden.
12
Uzin (2010) destaca la película italiana de la década de los sesenta I Mostri (Los monstruos) del
director italiano Dino Risi en la que el progreso instala y justifica monstruosidades: la hipocresía,
el desprecio, la mentira, el egoísmo, la manipulación... el abuso. El primer episodio protagonizado
por Ugo Tognazzi “La educación sentimental”, relata la relación entre un padre y su hijo; un niño
de aproximadamente 7 años al que su padre lleva a la escuela. En ese trayecto el padre le enseña
a su hijo a mentir, a robar, a desconfiar del otro. Sus palabras caen como pesados juicios sobre
la alteridad y sobre el tratamiento de los otros: los pobres no existen, quien pega primero pega
dos veces, es mejor un lindo proceso que un lindo funeral, no confíes en nadie, tu vecino es tu
enemigo... En ese recorrido todo es falsedad, robo, desobediencia de las normas: el padre rompe el
pacto social, lo desobedece, lo ignora.
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Reyes Mate explica que la solución agustiniana implica preparar el terreno para
banalizar el mal desmaterializándolo con el enunciado de que el mal es de los
hombres. También adelanta la figura del homo sacer en tanto Dios no redime
males materiales sino morales. La pobreza, la desigualdad, el sometimiento no
son para resolver en este mundo. Por eso es innecesario suprimirlos. La injusticia
social no es juzgada porque se juzga el pecado pero no la injusticia. (Mate). No
hay exigencia que se dé cuenta de la obligación de cumplir con los derechos. La
miseria moral es el núcleo de todo poder estatal establecido por un poder sobe-
rano último que decide sobre la legitimidad o ilegitimidad de sus actos sin ningún
otro fundamento que la fuerza o la violencia […]” (Arribas 76) 13.
Definimos al mal como radical por su profundidad y extensión en los actos
de gobierno; constituye el presupuesto velado detrás del bien banal, espectacular,
coyuntural, efímero14. Su profundidad se traduce en la necesariedad de produ-
cirlo en cada acto de gobierno - mentir, manipular, ocultar, coaccionar, someter,
vigilar, asesinar, etc, - permaneciendo el bien como un presupuesto superfluo,
banal. Es el artificio necesario de todos quienes detentan una cuota de poder -
funcionarios políticos, de administración o cuadros técnicos- para cumplir con
el ejercicio del gobierno. Los actos de gobierno no pueden imaginarse sin la
necesaria recurrencia a astillas mesiánicas para reclamar obediencia universal15.
La barbarie de estos tiempos responde a la economía de salvación. La barbarie
consiste en repetir indefinidamente que los tiempos del final del sufrimiento en
este único mundo están por terminar. La barbarie se complace en provocar el
derrumbe de los cuerpos, amenazar con un final escatológico y al mismo tiempo
13
La figura de la criminalidad es un atributo soberano de sostenimiento del poder. El poder necesita
justificar su potencia y su despotismo y violencia generando criminales de modo de encontrar
justificativos para que el soberano enfrente los peligros y amenazas. La justificación de la dominación
es la multiplicación de los malhechores. Tanto uno como el otro, criminal y soberano son monstruos
en tanto quiebran el pacto social. “Quieren imponer su ley arbitraria” (Foucault 2008 309). La
literatura jacobina caracteriza al soberano como monstruo en tanto ha quebrado el pacto social.
Es quién enfrenta al pueblo infringiendo las leyes ejerciendo el dominio siempre al margen de la
ley o dictaminando la ley y luego suspendiéndola: “todos los monstruos son descendientes de Luis
XVI” (ibid 309) . La condena al rey implica tomar en cuenta nuevamente la figura de criminalidad
—criminalidad de derecho común (el criminal) y criminalidad política (el soberano)— en tanto
rechazan el pacto social e imponen la ley a su arbitrio. Por su parte la literatura antijacobina ve en la
historia de la Revolución la obra de monstruos que han quebrado el pacto social: El monstruo es el
pueblo que subvierte el orden institucional al propugnar el cambio social, la revolución.
14
El autor ya consideró recientemente el problema de la radicalidad del Mal Banal (Fränkel 2010).
15
En Kiefer (1989) interpreta, en su Melencholia, un avión de plomo, similar a los que mandó
construir Hitler en sus últimos momentos, que lleva en una de sus alas el conocido poliedro del
grabado de Durero; es decir, que la maldad e injusticia constituyen un estado de amnesia histórica.
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Teología Económica de Salvación: Exilio en tiempos de eugenesia social
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Deleuze plantea que de la muerte única permanece la esencia singular que es eterna. El hombre
bueno es quien conquista en vida la eternidad, para quien la muerte, siempre lo exterior, significa
poca cosa. Si durante la vida se abona el crecimiento de afectos, amistades, amores, menos cosas se
pierden al perder la existencia; mayor es la parte que persiste y permanece indemne; y menor es la
parte que muere y a lo que lo malo afecta (cf. Spinoza Ética V, 38-40 en Deleuze). Por el contrario
cuantas más inadecuadas y tristes son las afecciones, mayor es relativamente la parte de nosotros
que muere; y menor la capacidad inmune.
[31]
Teología Económica de Salvación: Exilio en tiempos de eugenesia social
ojos. Pues inclusive cuando los amigos mueren juntos o, mejor dicho en el
mismo momento, su amistad habrá estado desde el principio estructurada por
la posibilidad de que uno de los dos vea morir al otro, y que el superviviente
se quede solo para enterrarle, para recordarle y guardar luto por él. (ibid. 21).
Lo que experimento ante la muerte del otro y especialmente si lo amo no
sólo es ausencia, desaparición sino el final de la vida; es decir, de la posibilidad
que tiene un mundo (siempre único) de aparecer a tal vivo. Simultáneamente
hay una infinita esperanza de que el final del mundo sea el final de este
mundo y no del único mundo. Como si fuera posible, como si fuera real, toda
repetición de un final inacabado, infinito. Pero, insistimos, el final es único e
irreversible. Para el sobreviviente es una experiencia insoportable, imposible
de sobrellevar. Por eso la esperanza es que la muerte única de este mundo no
implique el final porque subsiste la oculta esperanza de otros mundos.
En la muerte singular, única, hay despedida, un adiós único; el saludo
resigna la esperanza siempre abierta al retorno. Porque saludar a los muertos
es invocar sus presencias, es llamar a su salvación; saludar, es estar presente;
saludar su salvación —estar salvus, indemne, intacto, “la invitación o la
inyunción con vistas al ser-salvo”. (Nancy 2004 58). El consuelo opera para
fortalecer la desolación, el dolor, la pérdida irreparable del muerto que desapa-
rece y es despedido por el vivo que lo saluda con un adiós irremediable. Aquí
el saludo, la despedida confirman la desaparición, interpelan un mundo que
se ha terminado y para ese único particular es el fin del mundo. El adiós
es llamar al muerto por su nombre, recuperar su singularidad, invocar su
nombre, saludarlo, despedirse, conservar la propiedad del recuerdo, del afecto,
resignificar su existencia trascendental.
En la muerte singular la anastasis es recusada no sólo “en el sentido corriente
que haría que los cuerpos vueltos a la vida se levantaran y anduvieran, sino
incluso en el sentido de prestar consuelo en la esperanza de la existencia de algún
Dios y de que el fin de un mundo no será el fin del mundo” (Nancy 2004 58).
La muerte singular y única confirma la presencia irrecuperable de la vida,
de una verdad saludada pero en ningún caso salvada, sin supervivencia ni
resurgencia.
Por el contrario, la eugenesia social deviene en muerte colectiva; porque las
políticas permiten el resurgir cotidiano de los muertos y, al mismo tiempo,
prestan consuelos provisorios puesto que el final de las penurias de este mundo
es circunstancial. Lo mesiánico anima la ilusión de la salvación. Lo mesiánico
despierta en el esquema del poder “el anuncio de un fin siempre incumplido
[32]
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[33]
Teología Económica de Salvación: Exilio en tiempos de eugenesia social
20
En la Critica de la Filosofía del Derecho de Hegel, Marx ve la posibilidad de una emancipación
universal en la formación de una clase que, con cadenas radicales, amenaza disolver todos los
padecimientos. Posee un carácter universal, no reclama ningún derecho particular, porque contra
ella se comete no una injusticia particular sino una injusticia general. Sólo ella puede reconquistar
al hombre. El proletariado asume el papel de Cristo porque en Cristo también, se manifiesta lo
inhumano hasta el último extremo (Taubes 234).
21
El tiempo mesiánico de Pablo es el tiempo en el que el Mesías ya llegó; un tiempo no cronológico,
suspendido, en el que se vive “como si” en el mundo ese tiempo continuara, aunque se sabe que no es
así. El tiempo mesiánico de Pablo “no es el final del tiempo, sino el tiempo del final”, “una porción
del tiempo profano que sufre la contracción que lo transforma íntegramente” (Agamben 2006).
[34]
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[35]
Teología Económica de Salvación: Exilio en tiempos de eugenesia social
Conclusiones
La combinación entre lo político y lo mesiánico recusa la idea del resto
como foco salvador. Ya en Auschwitz se disuelve la idea del resto como foco
salvador25. “En Auschwitz murió el hombre y la idea del hombre” (Sabato
22
La marca que instala Auschwitz es el intento absoluto por lograr lo peor de la muerte; representa el
punto culminante de una política de la vida, que se invierte en práctica de muerte, es el producto
-degenerado al extremo- de la biopolítica que demuestra la imposibilidad de aniquilar los nombres:
“Es necesario por lo tanto matar esta muerte, y eso es lo que es peor que la muerte. Porque si la
muerte puede ser aniquilada es porque no hay nada a lo que pueda matar. Ni siquiera el nombre de
judío” (con referencia a Lyotard, véase Derrida, J.).
23
La idea mesiánica difiere de la idea apocalíptica de un mundo totalmente nuevo, venidero.
24
Ludueña Romandini plantea que, desde el oscuro pasaje de la Segunda Epístola a los Tesalonienses,
la preocupación de la teoría política es fundar la legitimidad o ilegitimidad de la constitución del
poder: 2.6: Ahora sabéis qué es lo que lo retiene (to katechon) para que revele a su debido tiempo
; 2.7: Pues en efecto, el misterio de la anomia ya esta en acto, sólo hasta que el que lo retiene
(ho katechon) sea quitado de en medio. En tanto para para Schmitt, ka-echon significa la fuerza
histórica, capaz de detener la aparición del anticristo, la fuerza de bien que detiene la destrucción,
la muerte total para Agamben es la fuerza negativa que se opone, esconde o retrasa el estado de
anomia que caracteriza al tiempo mesiánico (el Imperio o toda autoridad constituida) (Ludueña).
25
La idea primitiva del resto no es de origen religioso ni cultual, sino político y militar. La guerra tendía
[36]
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158); “La caída del hombre es una realidad donde la burocracia y el poder han
tomado el espacio de la metafísica y de los Dioses” (Sabato 159).
Pero si la dilación es infinita la noción de resto al cual salvar es inoperante salvo
si se trata de los elegidos. Se actualiza nuevamente la discusión teológica de la
modernidad respecto a la pregunta que formula Leibniz en la Teodicea respecto a
que si Dios quiere verdaderamente salvar a todos los hombres ¿por qué entonces
no los salva? Discusión a la que contribuye Malebranche cuando formula que las
estrategias divinas sólo se rigen por leyes generales y, por ello, los destinatarios de
la salvación son sólo para algunos, los elegidos (Malebranche 268).
Los tiempos de salvación se dilatan para los exilados y se contraen cada vez
más para los elegidos quienes forman parte del extremo más angosto de la
brecha de desigualdad; la notable inversión de estos tiempos es que la salva-
ción concreta y real opera sólo en la dirección de quienes cuentan con la
posibilidad de la vida digna.
Del mismo modo se legitima la idea del mal radical como presupuesto teoló-
gico secularizado. La connivencia con el mal y la monstruosidad forma parte
del orden del mundo y de las necesidades de Dios por el gobierno del universo
(Malebranche 268). Es más, el mal tiene origen en la voluntad de Dios “Dios
ha permitido el pecado y la miseria y concurrir y contribuir a ella […] aunque,
absolutamente hablando, haya podido evitar estos males” (Leibniz 35).
La sociedad eugenésica refleja el fin de las utopías salvadoras, del triunfo
de la revolución social o del anuncio de Marx acerca del fin del “reino de
la necesidad” y, con ello, del derrumbe de la sociedad de clases capitalista.
Estos tiempos demuestran que ya no hay más apóstol, héroe o clase social
que cuente con capacidad de redimir las penas de este mundo; no hay más
un proletariado que salve y redima las penas de este mundo. También lejos
queda la esperanza en otro mundo “como el que recibe la llamada crucificado
con el Mesías, muere al viejo mundo para resucitar a una nueva vida, así el
en principio a la aniquilación total del enemigo; pero como esto no siempre se obtenía, quedaba
entonces un pequeño resto. El peligro eran los sobrevivientes pues podían constituir un peligro para
la nación vecina. Podía suceder, no obstante, que el resto superviviente fuera el núcleo de un nuevo
pueblo. En este caso, la permanencia de un resto podía representar la señal de esperanza para el pueblo
en cuestión. La supervivencia de un resto puede caracterizar unas veces la magnitud del castigo que
Yahwéh inflige o permite que se inflija a su pueblo, como cuando se dice que sólo “sobrevive un resto”;
pero, asimismo, puede evocar también la esperanza. Este resto salvado por juicio divino constituye
un elemento esencial de la esperanza bíblica. Yahwéh no extermina del todo a su pueblo, sino que
deja con vida a una pequeña parte que será el núcleo de la nueva nación. “En aquel día, dice el Señor,
reuniré a las ovejas, recogeré a las dispersas y a las que he tratado con dureza. De las cojas haré un
resto y de las dispersas una nación fuerte” (Agamben 2006 60).
[37]
Teología Económica de Salvación: Exilio en tiempos de eugenesia social
Trabajos citados
Agamben, Giorgio. Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo. Homo
Sacer III. Trad. Antonio Gimeno Cuspinera. Valencia: Pre-Textos, 2005.
—. El tiempo que resta. Comentario a la Carta a los Romanos. Trad. Antonio
Piñero Sáenz. Madrid: Trotta, 2006..
26
En que lo queda después Auschwitz, es una sociedad vigilante en la que se destruye la vida privada
como el espíritu público y hace que el sujeto- como individuo y ciudadano-sea constantemente
vigilado” (Bárcena 14).
[38]
Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia • Vol. XI ∙ No. 22 • 2011 • Págs. 27-56
—. Signatura Rerum. Trad. Flavia Costa & Mercedes Ruvitoso. Buenos Aires:
Adriana Hidalgo, 2009.
Anónimo. Relatos de la vida indigna de ser vivida. Compilación de textos sobre
la desinstitucionalizacion psiquiátrica. Mimeo. Luján: Hospital Domingo
Cabred, 2007.
Arribas, Sonia. “A la altura del Mesías: La comunidad, el tiempo, la revolu-
ción”. Mate & Zamora. 65-94.
Bárcena, Fernando. La esfinge muda, El aprendizaje del dolor después de
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Barómetro de Deuda Social Argentina. Buenos Aires, Universidad Católica
Argentina, 2009.
Bell, Danel. El fin de las ideologías. Madrid: Tecnos, 1964.
Benjamin, Walter. “Fragmento Teológico Político”. 1920-1921. Discursos
Interrumpidos. Trad. José Muñoz Millanes. Madrid: Taurus, 1982.
—. Conceptos de Filosofía de la Historia. Trad. Héctor Murena. La Plata:
Caronte-Derramar, 2007.
Berger, Peter & Luckmann, Thomas. La construcción social de la realidad.
Trad. Silvia Zuleta. Buenos Aires: Amorrortu, 1999.
Bocalandro, Carlos & Carvajal, Jorge. “Evolución de la protección materno
infantil en los últimos años, en la Provincia de Buenos Aires”. I Congreso
Nacional de Higiene y Medicina Social. 1948.
Casullo, Nicolás. “Prefacio a la Segunda Edición Ampliada y Actualizada”. El
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Centro de Estudios e Investigación Social Nelson Mandela de Derechos
Humanos. Chaco, 2007.
Deleuze, Gilles. Spinoza: Filosofía Práctica. Trad. Antonio Escohotado.
Buenos Aires: Tusquets, 2004.
Derrida, Jacques. Cada vez Única, el fin del Mundo. Trad. Manuel Arranz
Lázaro. Valencia: Pre Textos, 2005.
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Hombres Infames. Trad. Julia Varela & Fernando Alvarez-Uría. La Plata:
Caronte, 1996. 25-46.
—. Los Anormales. Trad. Horacio Pons. Buenos Aires: Fondo de Cultura
Económica, 2008.
[39]
Teología Económica de Salvación: Exilio en tiempos de eugenesia social
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Teología Económica de Salvación: Exilio en tiempos de eugenesia social
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Ciencia y biopoder: Del discurso científico a la
instrumentalización biopolítica del saber 1-2
Daniel Lesteime3
R esumen
El presente artículo parte del análisis de las categorías de biopoder y biopolítica,
introducidas en el discurso filosófico contemporáneo a partir de la década de los
70 por el filósofo Michel Foucault y desarrolladas en la actualidad por Giorgio
Agamben, Roberto Esposito y Toni Negri & Michael Hardt, entre otros. A partir de
dichas categorías se pretende señalar su posible vinculación con el discurso científico
oficial sobre la vida, enarbolado por las epistemologías formalistas, de corte neopo-
sitivista y funcionales a la consolidación del orden capitalista posfordista. En tal
sentido, esta propuesta apunta a elucidar de qué forma la vida resulta o no afectada
por la estrategia tecnocientífica, develando de qué manera se lleva a cabo -desde el
discurso científico- la instrumentalización del saber de y sobre la vida que deviene
biopolítica. Para ello, el trabajo asume una perspectiva preponderantemente episte-
mológica, desde una visión ampliada hacia la producción social del biosaber.
Palabras clave: Tecnociencia, Biopolítica, Biosaber, Orden capitalista, Epistemo-
logía ampliada, Genealogía
A bstract
This article starts from the analysis of the categories of biopower and biopolitics,
introduced in the contemporary philosophical discourse in the 70’s by philosopher
Michel Foucault and developed in the present by philosophers such as Giorgio
Agamben, Roberto Esposito and Toni Negri & Micheal Hardt, among others. From
these categories, this work intends to point out their possible relation to the official
scientific discourse about life, raised by the formalist epistemologies of neopositivist
slant and functional to the consolidation of the post-fordist capitalist order. In view
of that, this proposal aims at explaining in what ways life is affected by the techno-
scientific strategy by revealing, from the scientific discourse, the manners in which
the instrumentation of the knowledge of and about life is carried out to become
biopolitic. To accomplish this, the work assumes a predominant epistemological
perspective, from an extended vision towards the social production of bioknowledge.
Keywords: Technoscience, Biopolitics, Bioknowledge, Capitalist Order, Extended
Epistemology, Genealogy
Ciencia y biopoder: Del discurso científico a la instrumentalización biopolítica del saber
1
Artículo recibido: 12 de enero de 2011. Aceptado: 2 de mayo de 2011.
2
El presente artículo forma parte del Proyecto de Investigación UNLa 33A/071 “Biopolítica y
Etica. Tecnologías de poder-saber y redes interdisciplinarias”, Centro de Investigaciones en Teorías
y Prácticas Científicas y Centro de Ética del Departamento de Humanidades y Artes, Universidad
Nacional de Lanús, dirigido por la Dra. Esther Diaz.
3
Licenciado en Filosofía (UNNE), Profesor en Filosofía y Pedagogía y Profesor en Ciencias Sociales
(UADER), Profesor en Ciencias de la Educación (ISP), Especialización y maestría en Metodología
de la Investigación Científica (UNLa) y Doctorando en Filosofía (UNLa). Director de Carrera de
Profesorado de Filosofía del Instituto Superior Goya. Docente del ISG y de la UCP e investigador
del Centro de Teorías y Prácticas Científicas (Dpto de Humanidades y Artes –UNLa / CONICET
). Correo electrónico: dlesteime@hotmail.com.
Introducción
Esta propuesta surge con el objeto de analizar la relación entre tecnociencia
y biopoder, buscando indagar la posible relación entre la categoría de biopolí-
tica —surgida de la filosofía posestructuralista francesa e italiana y extendida
actualmente al corpus de la filosofía política en general— y la noción de tecno-
ciencia, con la cual desde los años 60 se alude a la indisoluble relación entre
ciencia y tecnología y la imposibilidad de que exista una sin la otra1.
Para ello se parte de un enfoque interdisciplinario que vincula la reflexión
política y la reflexión sobre la ciencia desde la perspectiva de una epistemología
ampliada2. En este sentido, un antecedente ineludible resultan los trabajos de
Michel Foucault, a quien se considera el creador de las categorías biopoder y
biopolítica y que conforman el resultado más radical de su genealogía del saber3.
Estas categorías resultan centrales en el debate político contemporáneo en
autores como Agamben, Esposito, Negri y Donna Haraway, entre otros. En
ellos, no obstante, la relación entre ciencia y biopoder o su instrumentaliza-
1
En función de esta aclaración, en adelante, técnica, ciencia y tecnociencia se utilizarán como
sinónimos, aunque no lo son.
2
Entendemos por epistemología ampliada a aquella que, a diferencia de la epistemología anglosajona,
supone una reflexión sobre la ciencia que se orienta por una racionalidad histórica, que atiende a
la complejidad de la ciencia, de la historia y de la vida y a la relación con lo cultural, lo social, lo
psicológico y lo político (cf. Díaz 2005, 2007).
3
Si bien estos términos existían previamente, no habían sido trabajado filosóficamente antes de
Foucault, aunque el concepto de biopoder ya se encuentra en la filosofía nietzscheana.
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Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia • Vol. XI ∙ No. 22 • 2011 • Págs. 27-56
ción en tanto biopolítica aparece insinuada más de una vez aunque no siempre
llegue a ser explicitada. Así, por ejemplo, Agamben parece referirse justamente
a esta relación en su obra Infancia e historia, cuando denuncia la expropiación
de la experiencia —que podría hacerse extensible a la vida— en el programa
moderno de fundamentación del conocimiento y su reducción de la expe-
riencia al “caso” y el “experimento”. Otro tanto se puede decir del análisis
que dicho autor hace de las condiciones a que es reducido el ser humano:
nuda vida, mera zoé, perdiendo su condición de bios, es decir, de vida legiti-
mada desde lo político-social para ser manipulada por la técnica tanto en los
campos de concentración nazis, como en las cárceles actuales (Guantánamo,
por ejemplo) o en las terapias intensivas de los centros hospitalarios.
Asimismo Espósito describe, como un ejemplo paradójico de intromisión de
lo político en la vida y sobre la vida, el fallo de la Corte de Casación francesa
de noviembre de 2000 de reconocer el derecho del niño Nicolás Perruche,
afectado de gravísimas lesiones congénitas, a demandar al médico que no
había efectuado el diagnóstico correcto de rubéola a su madre embarazada,
impidiéndole así abortar conforme a su expresa voluntad. Sobre esto, Espósito
se pregunta “¿Cómo puede un individuo actuar jurídicamente contra la única
circunstancia —la de su propio nacimiento— que le brinda subjetividad jurí-
dica?” (Esposito 2006 9). Para este autor, ello plantea una dificultad lógica y
ontológica sobre la cual es posible entrever la necesaria imbricación entre el
saber científico, que posibilita a un individuo anticiparse al futuro mediante
la predicción de su propia salud antes de nacer y el saber político que vuelve
posible —desde lo jurídico— imponer un orden eugenésico sobre la sociedad.
Por otra parte, pensadores como Paolo Virno, Emmanuel Lizcano y Toni Negri
& Michael Hardt, recogiendo los análisis de Foucault y Gilles Deleuze, han suge-
rido también una relación entre ciencia y biopoder al analizar críticamente las
solidaridades manifiestas del discurso cientificista que justifica las relaciones entre
técnica y poder, con el capitalismo posfordista y la legitimación de sus prácticas
intervencionistas sobre la vida de los individuos y la soberanía de los pueblos.
Por otro lado, todos estos autores coinciden, en líneas generales, en un abor-
daje preponderantemente político del asunto, mientras que la intención de
esta propuesta es explicitar, desde un abordaje de tipo epistemológico, lo que
en los autores antes mencionados resulta implícito. Un antecedente de este
tipo de abordaje lo constituye en nuestro medio la obra de la epistemóloga
argentina Esther Díaz.
...
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Ciencia y biopoder: Del discurso científico a la instrumentalización biopolítica del saber
[46]
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Ciencia y biopoder: Del discurso científico a la instrumentalización biopolítica del saber
A modo de conclusión
Las categorías de biopoder y biopolítica si bien vienen siendo usadas en
el campo de la filosofía política, —de donde proceden originariamente—
resultan fecundas para otro tipo de análisis.
Por ello, en este trabajo se pretende emplearlas para clarificar la importancia
que cobra la tecnociencia en el marco de las sociedades poscapitalistas que
legitiman sus prácticas biopolíticas desde los saberes que una epistemología a
su servicio consolida.
[48]
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Trabajos citados
Agamben, Giorgio. Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo. Homo
sacer III. Valencia: Pre-Textos, 2000.
—. Homo Sacer. El poder soberano y la nuda vida, Valencia: Pre-Textos, 2003.
—. Estado de excepción, Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2004.
Agassi, Joseph. El bien, el mal y la ciencia. Las dimensiones éticas de la empresa
científico- técnica. Madrid: Tecnos, 1982.
Bachelard, Gastón. Epistemología. Barcelona: Anagrama, 1973.
Deleuze, Gilles. Spinoza: filosofía práctica, Barcelona, Tusquet, 1984.
—. Foucault, Barcelona, Paidós, 1987.
Deleuze, Gilles, & Guattari, Félix. ¿Qué es la filosofía? Barcelona: Anagrama,
1993.
Diaz, Esther. “Las imprecisas fronteras entre vida y conocimiento”. En: Pers-
pectivas Metodológicas, Nº 5, Remedios de Escalada: UNLa, 2005.
—. Entre la tecnociencia y el deseo. La construcción de una epistemología ampliada,
Buenos Aires: Biblos, 2007.
Esposito, Roberto. Communitas. Orígen y destino de la comunidad. Buenos
Aires: Amorrortu, 2003.
—. Immunitas. Protección y negación de la vida. Buenos Aires: Amorrortu,
2005.
[49]
Ciencia y biopoder: Del discurso científico a la instrumentalización biopolítica del saber
[50]
Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia • Vol. XI ∙ No. 22 • 2011 • Págs. 27-56
Putnam, Hilary. “Lo que las teorías no son”, En: Filosofía de la ciencia: teoría y
observación. L. Olivé & Pérez Ransanz, A., comps. México: Siglo Veintiuno,
1989.
Rifkin, Jeremy. El siglo de la biotecnología. Barcelona: Crítica, 1999.
Shapin, Steven & Schaffer, Simon. El Leviatán y la bomba de vacío. Hobbes,
Boyle y la vida experimental. Quilmes: UNQUI, 2005.
[51]
DIVISIÓN DE POSGRADOS
Y FORMACIÓN AVANZADA
R esumen
En este artículo consideramos los desplazamientos que producen las categorías de
la arqueología del saber propuesta por Michel Foucault en el terreno del debate
epistemológico de las ciencias humanas. Explicitando el alcance de esta perspectiva,
planteamos la importancia de indagar las complejas tensiones que han ido configu-
rando la relación entre los lenguajes que se despliegan en el campo de estas ciencias
y los ordenamientos discursivos que responden a las pretensiones de una metadiscur-
sividad criterial.
Palabras clave: epistéme, Ciencias humanas, discursos, a priori histórico, justifica-
ción epistemológica.
A bstract
In this article we consider the movements produced by the categories of the archaeo-
logy of knowledge given by Michel Foucault in the field of epistemological debate
in the human sciences. Explaining the reach of this perspective, we remark the
importance of investigating the complex tensions that have configured the relations
between languages that are deployed in the field of these sciences and discursive
systems that respond to the claims of a criterial metadiscourse.
Key words: epistéme, human sciences, discourses, historical a priori, epistemological
justification.
1
Artículo recibido: 12 de enero de 2011. Aceptado: 2 de mayo de 2011.
2
Correo electrónico: pilarbritos@arnet.com.ar.
La arqueología del saber: una relectura de las tensiones epistemológicas de las ciencias humanas
3
Nos referimos a la propuesta que Michel Foucault desarrolla en sus primeras obras y a su específica
sistematización en el texto L’archéologie du savoir [AS] publicado en 1969.
[54]
Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia • Vol. XI ∙ No. 22 • 2011 • Págs. 27-56
4
En esta perspectiva, nos parece interesante destacar dos momentos: el momento en que la experiencia
humana pasa a constituirse en objeto de conocimiento y sus significados se enuncian según los
cánones de los procedimientos de objetivación: observación, clasificación, jerarquización, etc.; y
luego el momento en que la experiencia revela sus significados a propósito de las preguntas que se
plantean desde una mirada interpretativa que sospecha de los límites del lenguaje expreso. Como
veremos más adelante, Foucault trabaja el primer momento al exponer las condiciones del nacimiento
de las ciencias humanas en Las palabras y las cosas y el segundo momento al discutir las pretensiones y
efectos de una ‘hermenéutica del sujeto’. En el presente trabajo sólo desarrollamos el primer momento.
5
‘Una arqueología de las ciencias humanas’ es el subtítulo de Las palabras y las cosas, obra publicada
por Michel Foucault en 1966.
[55]
La arqueología del saber: una relectura de las tensiones epistemológicas de las ciencias humanas
El archivo es, ante todo, la ley de lo que puede ser dicho, el sistema que
rige la aparición de los enunciados como acontecimientos singulares. [...]
Es lo que define el modo de actualidad del enunciado-cosa; es el sistema
de su funcionamiento [...]. El archivo define un nivel particular [...y...]
hace aparecer las reglas de una práctica que permite a los enunciados a
la vez subsistir y modificarse regularmente (AS 170-171).
Lo que queremos subrayar aquí es que hablar de a priori histórico y de
archivo implica entender que las condiciones de posibilidad efectiva de las
formaciones discursivas no pueden ser analizadas en referencia a un contexto
[56]
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[57]
La arqueología del saber: una relectura de las tensiones epistemológicas de las ciencias humanas
Esta es la tarea del arqueólogo: rastrear las capas previas en el relieve de los
discursos, acceder al archivo de las cosas dichas. Y ésta es también su fron-
tera. Puesto que la totalidad de los archivos no es en tanto tal analizable, se
interrumpe la tensión interrogativa de la filosofía trascendental. Y finalmente
se acaba desmintiendo la pretensión de justificar las opciones que orientan la
trama discursiva apelando a una criterialidad que pudiera conformarse más
allá de los propios límites enunciativos (cf. AS 172).
La tensión kantiana entre quaestio iuris y quaestio facti no se diluye sino que
se sitúa ahora en el terreno mismo de las cosas dichas. Es decir, sólo podemos
mantener la distinción entre un plano metadiscursivo y uno discursivo a
sabiendas que ambos se conforman, tanto en su correspondencia como en su
diferencialidad, en el movimiento de las prácticas discursivas.
Entonces, si confrontamos estas líneas de lectura con las perspectivas de
análisis del paradigma epistemológico clásico vemos que, a partir de esta
noción de ‘a priori histórico’... por una parte, se conmueve el suelo de proble-
matización que había centrado la discusión en la figura de una racionalidad
criterial exterior a los discursos que intenta regular8; por otra parte, se resiste a
debilitar la fuerza del análisis crítico consintiendo una solución relativista que
asimile los procedimientos de justificación de los ‘discursos válidos’ a procesos
de aceptación meramente empíricos (socio-históricos)9.
Más allá de las discusiones que se suscitaron en torno a este planteo, está
claro que en la propuesta foucaultiana se afirma la necesidad de un despla-
zamiento: el juego de condiciones epistémicas de las prácticas discursivas
ha de ser analizado en su positividad, y, en consecuencia, el alcance de sus
pretensiones criteriales ha de ser reconsiderado atendiendo a la contingencia y
discontinuidad de su estatuto relacional10.
8
En escritos posteriores Foucault expone una mirada genealógica a través de la cual se desnaturaliza
el archivo de esta racionalidad criterial analizando “el conjunto de reglas según las cuales se
discrimina lo verdadero de lo falso y se liga a lo verdadero efectos políticos de poder”. (cf. Foucault
1979 188).
9
Podemos remitir aquí a la confrontación entre Foucault y Rorty (cf. Britos 2004).
10
En un ‘segundo’ desplazamiento, las regulaciones que organizan la distribución de los discursos
en una época dada y su incidencia en la configuración de la experiencia de los individuos va a ser
trabajada en términos de ‘régimen de verdad’. Se trata de un movimiento que marca el paso de la
arqueología a la genealogía foucaultianas, cuando el filósofo francés retoma las claves de la crítica
nietzscheana a la vinculación entre razón y poder y propone analizar/desnaturalizar las ‘políticas
de verdad’ hegemónicas. (cf. Foucault 1979 189).
[58]
Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia • Vol. XI ∙ No. 22 • 2011 • Págs. 27-56
11
A propósito de la Historia Natural, Foucault remarca: “una disposición fundamental del saber
que ordena el conocimiento de los seres según la posibilidad de representarlos en un sistema de
nombres” (LMC 170).
12
Esta relación entre saber, poder y discurso constituye un eje central en la obra de Foucault, y
resulta especialmente interesante para discutir la cuestión que anima esta indagación. Es preciso
retomarla en el contexto de la genealogía.
[59]
La arqueología del saber: una relectura de las tensiones epistemológicas de las ciencias humanas
Podemos ciertamente pensar que todos estos saberes que indagaban las formas
de la vida, el lenguaje y los intercambios económicos eran maneras de codificar
lo humano; sin embargo, en sus diagramas de identidades y diferencias esto no
tenía mayor relevancia. Si el hombre aparecía en el cuadro no era en un plano
distinto del resto de los elementos considerados; su presencia no dejaba marcas
que demandaran un tratamiento epistémico diferente. Más aún, podríamos
decir que el sistema de signos se conformaba y se validaba en total prescin-
dencia de lo humano. Y es que, en tanto el régimen general de la representación
organizara su propio lenguaje como un sistema de signos, la relación entre
los significados incluidos en el cuadro y el sujeto que los produce (los inspira/
los interpreta/los ordena) no sería problematizada. La relación entre signos y
significados tenía que evitar todo espesor; dar cuenta de la transparencia era el
requisito de validación. “El límite del saber será la transparencia perfecta de las
representaciones a los signos que las ordenan” (cf. LMC 91)13.
En este punto es preciso remitirnos al comentario que hace Foucault en una
interpretación de ‘Las Meninas’ señalando que el cuadro de Velásquez resume
el a priori de la relación epistémica clásica: el sujeto de la representación, en
tanto tal, queda siempre fuera del cuadro; la condición de posibilidad de su
saber está dada por un lenguaje que deja fuera la posibilidad de vincular las
formas representadas al proceso mismo de representación. “Como si el pintor
no pudiera ser visto a la vez sobre el cuadro en el que se le representa y ver
aquel en el que se ocupa de representar algo. Reina en el umbral de estas dos
visibilidades incompatibles” (LMC 20).
Siguiendo la perspectiva de este análisis arqueológico cabe anticipar que será
justamente la tensión entre el sujeto de conocimiento y el sujeto objetivado
lo que dará lugar a una nueva epistéme, la cual pretenderá conocer y pensar
lo humano en los límites mismos de la representación14. Esto implicará, sin
13
También leemos: “Entre el signo y su contenido no hay ningún elemento intermediario, ni ninguna
opacidad. [...] En la época clásica, la ciencia pura de los signos tiene el valor del discurso inmediato
del significado” (LMC 80-81).
14
Más adelante, cuando abordemos la cuestión de la relación saber-poder en el ejercicio de estas
prácticas discursivas podremos retomar este señalamiento para preguntarnos hasta qué punto la
eficacia de la ‘voluntad de saber’ no reside justamente en anular esta tensión privilegiando sin
más el punto de vista desubjetivizado de los discursos serios. La discusión que queda pendiente
es la de la relación entre criterios que validan la representación y los criterios para abordar la
compleja relación entre lo objetivado y el lenguaje objetivante. Este es, sin dudas, un eje central en
el debate acerca de las condiciones de posibilidad del saber acerca de la experiencia humana y de
los lenguajes habilitados en el campo. Retomaremos algunos aspectos a propósito del origen de la
psicología.
[60]
Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia • Vol. XI ∙ No. 22 • 2011 • Págs. 27-56
El fin del pensamiento clásico –de esta epistéme que ha hecho posible la
gramática general, la historia natural y la ciencia de las riquezas- coin-
cidirá con la retirada de la representación, o más bien con la liberación,
por lo que respecta a la representación, del lenguaje, de lo vivo y de la
necesidad. El espíritu oscuro pero obstinado de un pueblo que habla, la
violencia y el esfuerzo incesante de la vida, la fuerza sorda de las necesi-
dades, escaparán al modo de ser de la representación (LMC 222).
Se van produciendo así las condiciones para que desde el lenguaje de la
biología, la filología y la economía política no sólo se indaguen los fenó-
menos en su movimiento de configuración sino que se habiliten las voces
que preguntan por las condiciones que hacen posible esta experiencia15. Ya no
15
Ciertamente, y tal como Foucault lo señala en uno de los apartados del texto, esta epistéme
[61]
La arqueología del saber: una relectura de las tensiones epistemológicas de las ciencias humanas
basta con trazar el cuadro general de la formas gramaticales, hay que abordar
el lenguaje como empiricidad productora de signos; ya no vale la clasificación
exhaustiva de los seres vivos, es preciso tratar la vida en la tensión de su movi-
miento; ya no interesa detenerse en las reglas del intercambio de riquezas, hay
que cuestionar la experiencia del trabajo que produce este valor. En cada caso,
el régimen de conjunto sólo se hará inteligible en la medida en que se piense
atravesado por los modos de temporalidad de la experiencia humana.
Se configura así un nuevo contexto de interrogación en el que el hombre
ya no aparece como una figura caracterizable en el cuadro de las representa-
ciones sino como aquel que produce/ordena/modifica lo representado, aquel
que finalmente se caracteriza porque “puede ser conocido en la medida en que
habla, vive, trabaja” (Foucault 1966 501).
De modo más general, el hombre no es, para las ciencias humanas, este
ser vivo que tiene una forma muy particular (una fisiología muy especial y
una autonomía casi única); es ese ser vivo que, desde el interior de la vida
a la cual pertenece por completo y por la cual está atravesado todo su ser,
constituye representaciones gracias a las cuales vive y a partir de las cuales
detenta esta extraña capacidad de poder representar justamente la vida.
moderna comparte con la filosofía kantiana con la preocupación por interrogar las condiciones de
posibilidad de la experiencia (cf. LMC Cap. 7).
[62]
Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia • Vol. XI ∙ No. 22 • 2011 • Págs. 27-56
hablante) y aquello que permite a este mismo ser saber (o tratar de saber)
lo que es la vida, en qué consisten la esencia del trabajo y sus leyes y de
qué manera puede él hablar (LMC 363-364).
Tensiones y complejidades
Los escritos de Foucault dejan en claro que el hecho de plantear que el
hombre surge como objeto de conocimiento en un momento histórico preciso
no significa creer que el hombre yacía ahí, en el espacio de lo desconocido
y, a partir de ese momento, los discursos serios empezaron a ocuparse de
su estudio. El juego de problematizaciones que rompe la continuidad del
tratamiento epistémico propuesto por el régimen de representación no está
pensado como un gesto que, superando los límites de la perspectiva anterior,
atiende a una verdad subyacente. Cuando se afirma que los interrogantes que
dan lugar a las ciencias del hombre desafían los límites de la representación
se expone un movimiento que no puede leerse en términos de progreso. La
transformación de la epistéme no es resultado de una pretensión de avance
del conocimiento (que pudiera estar articulada con ciertos intereses prácticos)
sino de una discontinuidad en el régimen de problematizaciones que orienta
el esfuerzo de la investigación. Así como el quiebre de la relación de similitud
entre las palabras y las cosas pudo dar lugar al ordenamiento clásico, es ahora
la tensión entre lo representado y su condición de posibilidad la que consti-
tuirá el lenguaje de una nueva perspectiva epistémica.
El hombre —como objeto de conocimiento— nace en el seno de esta
tensión. Y su figura estará viva en tanto se mantenga la pretensión de abordar
la multiplicidad empírica desde ciertas claves que aportan inteligibilidad en la
medida en que se mantienen ellas mismas irrepresentables16 . Esta es la condi-
ción epistemológica de las formaciones discursivas que hoy reconocemos con
el nombre de ciencias humanas.
Foucault dirá que las ciencias humanas “aparecieron el día que el hombre
se constituyó en la cultura occidental a la vez como aquello que hay que
pensar y aquello que hay que conocer [...] Es un acontecimiento en el orden
16
Para volver sobre la cuestión del suelo criterial sobre el que se organizan estos discursos, es preciso
remarcar que en este régimen de lecturas de la experiencia, las ‘claves’ de la vida, el trabajo y
el lenguaje no sólo permiten decir la relación entre lo percibido y la actividad subjetiva; ellas
constituyen nudos categoriales capaces de articular las preguntas y problematizaciones de cada
campo en su abordaje de la multiplicidad empírica; nudos que, a su vez, tendrán que ser pensados
en la perspectiva del sentido que ellos mismos pretenden hacer inteligible.
[63]
La arqueología del saber: una relectura de las tensiones epistemológicas de las ciencias humanas
[64]
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[65]
La arqueología del saber: una relectura de las tensiones epistemológicas de las ciencias humanas
Es en este sentido que Foucault necesita explicitar la diferencia entre ‘enunciado y proposición. (cf.
17
AS Cap. 3, 1).
18
Acá cabría remarcar que la presencia o la necesidad de esta ‘elección’ no es privativa de la psicología,
[66]
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A modo de síntesis...
Hemos recurrido a los trabajos de Michel Foucault correspondientes a la
primera etapa de su obra en función de indagar las categorías de un análisis
arqueológico de la relación entre los lenguajes que se despliegan en el campo
de las ciencias humanas y los ordenamientos discursivos que se producen en
torno a las pretensiones de una racionalidad criterial.
A través de este análisis, las ciencias del hombre se exponen en su calidad
de saberes que, gestados en la tensión de un lenguaje que pretende conocer
y pensar lo humano en los límites mismos de la representación, necesitan
desplegarse en un espacio interdiscursivo. Esto significa que las prácticas epis-
ni siquiera de las ciencias humanas. En oportunidad de exponer algunas consideraciones acerca del
trabajo de G.Canghilem, Foucault refiere a las paradojas que habitan la historia de las ciencias de
la vida, las cuales sólo se han podido desarrollar en la medida en que para atender al desafío que les
proponía el problema específico de la enfermedad buscaron a partir del vitalismo los indicadores
teóricos de los problemas a resolver y los indicadores críticos de las reducciones a evitar. Nos
interesa subrayar especialmente aquí la frase con la que Foucault cierra este tramo de su exposición
para aclarar que “se trataba de una exigencia más que de un método, de una moral más que de una
teoría” (Foucault 1985 773).
19
Expresión utilizada por G. Deleuze quien afirma que “toda la filosofía de Foucault es una
pragmática de lo múltiple” (cf. Deleuze 1986 113).
[67]
La arqueología del saber: una relectura de las tensiones epistemológicas de las ciencias humanas
témicas que configuran estos campos del saber no pueden ser legítimamente
validadas desde un ordenamiento metadiscursivo unitario y estable; no sólo
porque sus formaciones discursivas necesitan recurrir a criterios diversos para
habilitar perspectivas epistémicas complejas, sino porque, en última instancia,
tienen que admitir la imposibilidad de justificar sus opciones epistémicas, la
imposibilidad de dar cuenta de su propio archivo.
Al mismo tiempo, sostener esta perspectiva no implica considerar que la
validez de las prácticas epistémicas únicamente podrá ser discutida en el
marco de los regímenes discursivos en los que se producen. De los trabajos de
Foucault no se deriva una solución relativista sino que se refuerza la posibilidad
de una nueva crítica epistemológica. Esto es, si el rastreo de las discontinui-
dades históricas de los regímenes epistémicos hace visibles los desplazamientos
criteriales, el análisis no puede concluir en una convalidación contextual de
los saberes; más bien al contrario, al dar cuenta de la fragilidad constitutiva
de estas ciencias, se ofrecen claves para una lectura crítica de los monumentos
discursivos que tienden a olvidar las raíces históricas que han hecho posible
sus estructuraciones epistémicas.
Trabajos citados
Britos, María del Pilar. “Richard Rorty: justificación y práctica social”.
Cuadernos de Epistemología 1 (2004). CIFPE- FCE-UNER, Paraná.
Deleuze, Gilles. Foucault. Paris: Ed. De Minuit, 1986.
Foucault, Michel. “La recherche scientifique et la psychologie”, 1957. Dits et
Écrits. Vol. 1. 137-159.
—. Les mots et les choses [LMS]. Paris: Gallimard, 1966.
—. “Les mots et les choses”, 1966. Dits et Écrits. Vol. 1. 498-503.
—. L’archéologie du savoir [AS]. Paris: Galllimard, 1969.
—. “Verdad y poder”. Microfísica del poder. Madrid: La Piqueta, 1979.
—. “Foucault”, 1984. Dits et Écrits. Vol. 4. 631-636.
—. “La vie: l’expérience et la science”. 1985. Dits et Écrits. Vol. 4. 774-775.
—. Dits et Écrits. 4 Vols. Ed. Daniel Defert. Paris: Gallimard, 1994.
—. Una lectura de Kant. Buenos Aires: Siglo XXI, 2009.
[68]
Conocimiento científico, interpretación y experiencia 1
Héctor R. Bentolila 2
R esumen
El artículo reúne dos temáticas que en el pensamiento contemporáneo suelen
presentarse separadas yasociadas con saberes diferentes: el conocimiento cientí-
fico, identificado con las ciencias fáctico-naturales y elanálisis epistemológico de las
mismas; y la interpretación, ligada a la reflexión fenomenológica y a la ontologíadel
conocimiento desarrollada por la hermenéutica filosófica. Se trata de explicitar una
posible manera deabordar ambas temáticas, tomando como eje de indagación la
estructura hermenéutica de la experienciadesarrollada por Gadamer en Verdad y
método. Al hacerlo, el trabajo intenta pensar el conocimiento científicodesde una
perspectiva más amplia que la estrictamente metodológica y que ve en el adjetivo
“científico” unamodalidad más de interpretación del conocimiento en general y no su
rasgo esencial (universal).
Palabras clave: Conocimiento científico, Interpretación, Modalidad de experiencia.
A bstract
This paper gathers two subjects that are used to be presented as separated and asso-
ciated with different knowledge: scientific knowledge, related to the natural-facts
sciences and the epistemological analysis of themselves; and the interpretation
related to the phenomenological reflection and the ontology knowledge developed
by the hermeneutic philosophy. It is intended to explain a possible way of approa-
ching both subjects and taking as central theme of enquiry; on one hand the logic of
the scientific experience treated by Karl Popper as logic of research and on the other
hand the hermeneutical structure of the experience developed by Hans G. Gadamer
in his work Truth and Method. The paper pretends to think the scientific knowledge
from a wider perspective than the rigorously methodological one, providing that the
adjective “scientific” is seen as a further modality of interpretation in general know-
ledge before the essential feature (universal) of any world experience.
Keywords: Scientific knowledge, Interpretation, Modality of experience.
1
Artículo recibido: 12 de enero de 2011. Aceptado: 2 de mayo de 2011.
Profesor Universidad Nacional del Nordeste. Licenciado en Filosofía, Universidad Nacional del
2
A modo introductorio
Conocimiento científico e interpretación se asocian a menudo con dos
modos opuestos de asumir la experiencia del mundo: por un lado, la expe-
riencia racional, controlada, repetible y ordenada metodológicamente y, por
otro lado, la experiencia de la vida, cambiante, irrepetible y sometida a los
‘efectos de la historia’. Solidarios con ambas concepciones de la experiencia
son las nociones correlativas de distanciamiento objetivador, en alusión a la
condición posibilitante de la ciencia y por la cual se accede a un mundo de
objetos, y la depertenencia epocal o histórica, por medio de la cual se vuelve
posible penetrar en la comprensión de los límites de la experiencia constitutiva
de mundo. Me propongo en este trabajo trazar una descripción de la rela-
ción entre conocimiento científico e interpretación o, mejor, entre experiencia
racional y experiencia histórica tomando como punto de partida precisamente
las nociones de distanciamiento y pertenencia. A tal efecto, considero la epis-
temología de Karl Popper y la hermenéutica de Hans G. Gadamer como
modelos de las dos concepciones de la experiencia aludidas. Mi interés en una
y otra no es arbitrario, ni pretendo tampoco hacer aquí un análisis detallado
las mismas. Más bien, lo que busco es mostrar en lo posible de qué forma
la caracterización de la experiencia que se desprende de la teoría del conoci-
miento de ambos autoresofrece a mi juicio un buen cuadro de la estructura
general de la experiencia y de sus momentos constitutivos.
I
Dentro de la teoría de la ciencia, la epistemología de Karl Popper es
quizas la que más preponderancia ha otorgado al tema de la experiencia. Ya
en La lógica de la investigación científica, Popper la presenta como el método
de investigación científica (1980 38), asimilando sus condiciones de posibi-
lidad con las del conocimiento racional crítico. En cuanto tal, la estructura
de la experiencia queda referida a los procedimientos de justificación de
los enunciados de la ciencia, es decir, a la explicación de la conexión entre
las conjeturas propuestas por el científico y la observación empírica. No
obstante, a pesar de la importancia que el filósofo concede a la experiencia,
su concepto de la misma es estrecho.
Al asumir la experiencia de esta manera, Popper no niega que pueda
haber otras maneras de entenderla, pero presupone que la única que puede
garantizar un conocimiento racional, fundado empíricamente y abierto a la
crítica, es la experiencia científica. Ésta, la experiencia en sentido positivo,
[70]
Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia • Vol. XI ∙ No. 22 • 2011 • Págs. 27-56
[71]
Conocimiento científico, interpretación y experiencia
[72]
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II
Frente al concepto de experiencia racional de la ciencia positiva, el otro
concepto de experiencia proviene de la hermenéutica filosófica que inauguran
Heidegger y, especialmente Gadamer. A diferencia de la hermenéutica clásica
que continúa centrando la comprensión de las ciencias del espíritu en la cues-
tión del método, Gadamer concibe la teoría de la interpretación no en “el
sentido de una metodología, sino en el de una teoría de la experiencia real que
es el pensar” (19). Esta experiencia es esencialmente histórica y reúne en sí, de
modo dialéctico, la propia vida del espíritu. La misma suprime desde el prin-
cipio todo sobrevuelo, toda superación formal y todo distanciamiento alienante
propios del idealismo especulativo y del metodologismo cientificista. La expe-
riencia hermenéutica de la vida del espíritu es para Gadamer “una experiencia
que experimenta realidad y es ella misma real” (420).
El punto de partida de Gadamer es la “correcta comprensión de las ciencias
del espíritu frente a las ciencias de la naturaleza”. En tal sentido, opone a
la abstracción objetivadora del método, la especificidad hermenéutica de la
experiencia viva del pensar: mientras la primera busca liberar la experiencia
de elementos subjetivos o interpretativos mediante su ordenación y organi-
zación metodológica, la segunda afirma su carácter histórico-lingüístico. La
experiencia en la que nos hallamos y desde la cual nos orientamos compren-
diendo se desarrolla siempre como interpretación, es decir, desde distintas
perspectivas. Sobre esta modalidad originaria del comprender humano, ante-
[73]
Conocimiento científico, interpretación y experiencia
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Conocimiento científico, interpretación y experiencia
[76]
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Conclusión
Como puede inferirse de lo expuesto hasta aquí, los sentidos que expresan
la experiencia científica y la experiencia hermenéutica se encuentran arti-
culados en la estructura general de la experiencia como sus momentos
constitutivos. De igual manera, conocimiento científico e interpretación
convergen en dicha estructura como modalidades derivadas de las instan-
cias correlativas de distanciamiento y pertenencia. El conocimiento científico
resulta así un ingrediente del proceso de la experiencia relativo a la inter-
pretación objetivadora del mundo. El otro ingrediente de este es, como se
vió, la interpretación del comprender que precede toda toma de distancia
objetivadora como autoesclarecimiento de los prejuicios en el diálogo con
la tradición. Antes que la reflexión sobre las representaciones o enunciados
hipotéticos con los que nos dirigimos al mundo, y mucho antes también
que el análisis sobre su validez, la reflexión se realiza en la experiencia de
la vida como comprensión intersubjetiva. La interpretación que realiza esta
comprensión genera a mi juicio un conocimiento del conocimiento que expli-
cita la estructura hermenéutica de la experiencia bajo los modos relativos del
encontrarse de los “agentes encarnados” (“ser-en-el-mundo”). La experiencia
de la vida acontece para ellos como experiencia de la propia historicidad;
experiencia que tiene la forma de la conciencia de la historia efectual. Desde
ella, la distancia objetivadora de la experiencia científica se lleva a cabo desde
la pertenencia infranquebale al continuum de interpretaciones del mundo en
el que se mueve el agente que hace ciencia.
[77]
Conocimiento científico, interpretación y experiencia
Trabajos citados
Gadamer, Hans-Georg.Verdad y Método I, Fundamentos de una hermenéutica
filosófica. Trad. Ana A. Aparicio y Rafael de Agapito. 5ª ed. Salamanca:
Sígueme, 1993.
Heler, Mario.Ciencia Incierta. La producción social del conocimiento, Buenos
Aires: Biblos, 2005.
Popper, Karl.La lógica de la investigación científica. Trad. VíctorSánchez
Zavala, 5ª ed. Madrid: Tecnos, 1980.
—.Conocimiento objetivo, un enfoque evolucionista.Trad. Carlos S. Santos. 4ª
ed. Madrid: Tecnos, 1992.
—. Conjeturas y refutaciones. El desarrollo del conocimiento científico. Trad.
Nestor Míguez. Barcelona: Paidós, 1994.
Taylor, Charles.Argumentos filosóficos. Ensayos sobre el conocimiento, el lenguaje
y la modernidad, Buenos Aires: Paidós, 1997.
[78]
La anomalía histérica en el origen del psicoanálisis 1
Fernando Canale2
R esumen
Este artículo no tiene como finalidad una descripción exhaustiva ni pormenorizada
de la teoría psicoanalítica, sino que por el contrario, su objetivo es bastante más
modesto. Lo que se busca en estas breves páginas espensara la revolución freudiana
desde una perspectiva epistemológica que permita situar con precisión la anomalía
en juego en el origen de éste paradigma, y la transformación que éste mismo supone
en la forma de abordar las patologías mentales en su estatuto clínico y metodológico.
A bstract
The finality of this article is not an exhaustive or a detailed description of the
psychoanalytictheory, on the contrary, its objective is quite more modest. Our main
concern in these short pages is to think the Freudian revolution from an epistemo-
logical perspective that allows us to place the anomaly at issue at the origin of this
paradigm with precision, and the transformation that this paradigm implies in the
way of dealing with mental pathologies in their clinic and methodological statute.
1
Artículo recibido: 12 de enero de 2011. Aceptado: 2 de mayo de 2011.
2
Licenciado en Psicología. Profesor Universidad Autónoma de Entre Ríos - Argentina. Correo
electrónico: fernando29psi@hotmail.com.
La anomalía histérica en el origen del psicoanálisis
I
Si intentamos localizar una premisa fundamental sobre la que descansa el
paradigma médico, probablemente,lleguemos a la conclusión de que éste se
sostiene en considerarque el organismo humano no tiene ninguna posibilidad
de mentir.A diferencia del Genio Engañoso de Descartes, esta premisa epis-
temológica establece que las relaciones entre la patología y su causa orgánica
no son arbitrarias y obedecen a una lógica estricta que el médico debe poder
detectar con precisión.Así, el buen clínico tomará a los síntomas como índices
naturalesque le permitan establecer relaciones universales entre determinado
cuadro clínico y su causalidad orgánica.
Ahora bien, este enfoque no se ha mantenido únicamente en los límites de
la enfermedad orgánica. Por el contrario, durante siglos la premisa axiomática
de que el cuerpo no miente, ha sostenido un papel protagónico a la hora de
teorizar la etiología de las enfermedades mentales. Nos encontramos, de esta
manera, cómo en distintos autoressubyace un intento de reducir dichas pato-
logías a una causalidad únicamente orgánica; donde la lesión, la herencia yla
degeneración se convierten en las explicaciones favoritas a la hora de abordar
patologías como la histeria.
Es en este contexto, en el cual reina el paradigma biologicista, dondetiene
lugar la invención de la teoría psicoanalítica. En este sentido, tomaremos
a continuación a un autor representativo de este período para mostrar con
mayor contundencia la ruptura que supone la revolución freudiana del saber.
Jean Marie Charcot, nacido en París en el año 1825, se especializó en
neurología destacándose en este campo durante mucho tiempo. A partir de
su ingreso en el hospital de la Salpetriere, Charcot, se interesó en la histeria
transformándose en un referente en la investigación de esta patología. En tal
sentido, nos encontramos que exponía en el prefacio del libro de uno de sus
discípulos, las siguientes consideraciones:
[80]
Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia • Vol. XI ∙ No. 22 • 2011 • Págs. 27-56
[81]
La anomalía histérica en el origen del psicoanálisis
II
Casi al pasar, mencionamos al comienzo de este artículo, que desde el para-
digma médico se piensa a los síntomas como índices naturales. En dicho sentido,
debemos decir enforma sintética que esta clases de signos consisten en que“tienen
una conexión física con el objeto que indica” (Eco57). De esta manera, el índice
se diferencia del símbolo y del icono; dado que en el primero se sostiene una
relación arbitraria con el objeto que denota; mientras que en el segundo, el tipo
de relación en juego con el objeto es de semejanza. Así, relaciones indiciales
típicas son las que se producen entre el humo y el fuego; entre el pie y su huella;
entre un golpe y un moretón; relaciones en las cuales las marcas físicas que el
objeto dejapermiten conducir al interprete hacia elreferente.
En tal sentido, el síntoma médico debe ser considerado como un signo
natural que sostiene una relación indicial5 con la enfermedad que manifiesta,
debido a que las relaciones entre el síntoma y su etiología contemplan el orden
de la semejanza o de la arbitrariedad; sino que los síntomas son huellas que
produce la enfermedad y que le permiten al médico realizar un diagnóstico
preciso y planificar un tratamiento.
Por otro lado, el planteo psicoanalítico se separa en forma rotundaen el
modo de entender al síntoma.En este sentido, el psicoanálisis, supone un modo
completamente novedoso de pensar al síntoma neurótico.Desde el inicio de la
teorización freudiana, el síntoma aparece teorizado como la expresión simbó-
la parálisis histéricaes similar a una parálisis cortical pero no continua con las determinaciones
anatómicas que corresponderían a esta última. Por lo tanto, si se supone que existe una lesión
orgánica aún no descubierta,es completamente inconciliablecon este planteo que la parálisis
histérica rompa con las leyes de la anatomía nerviosa.
5
De todos modos, es necesario destacar lo teorizado porUmberto Eco donde el síntoma médico
pertenece a la clase de signos llamados signos naturales o síntomas. Estos signos son similares a los
del tipo indicial, pero se diferencian en que los mismos no evocan una ausencia; sino que referente
y signo se dan en forma simultanea. Así, el síntoma seorigina en la presencia de la enfermedad, al
igual que el humo en la presencia del fuego. No representando una ausencia del referente como es
el caso, por ejemplo, de la huella y el pie y de otros signos indiciales.
[82]
Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia • Vol. XI ∙ No. 22 • 2011 • Págs. 27-56
6
Es en este sentido que Jacques Lacan (1957) afirmaque el síntoma es una metáfora.
[83]
La anomalía histérica en el origen del psicoanálisis
el médico quien porta el saber sobre la causa del padecimiento. Mientras que por
el contrario, el psicoanálisis revierte está situación siendo el paciente quien sabe
sin saberlo. De esta manera, la posición del analista supone un vuelco radical a
la relación tradicional entre médico y paciente; posición que implica el desafío
de propiciar un espacio que permita al analizante valorizar su propia palabra
como medio de cura y quedebe permitir que ésta puede desplegarse con el fin
de revelar la lógica secreta de sus síntomas, descubriendoasíla extraña e íntima
verdad que habita en el inconsciente y en la cual el sujeto debe reconocerse.
En síntesis, hemos visto a lo largo de este artículo como las hipótesis freu-
dianas son un intento de lidiar con la anomalía que producía la parálisis
histérica para la medicina de la época; anomalía reconocida por Freud y que se
convierte en el origen de la teoría psicoanalítica, y queimplica la modificación
de perspectivas conceptuales con respecto al paradigma anterior; modifica-
ción que hemos denominado aquícomo la revolución freudiana del saber.
Trabajos citados
Bercherie, Paul.Génesis de los conceptos freudianos, Buenos Aires: Paidos, 1988
[1983].
Eco, Umberto.Signo.2ª ed. Trad. Francisco Serra Cantarell. Barcelona: Labor,
1994.
Freud, Sigmund. “Histeria”. 1888. Obras CompetasVol. 1. 41-65.
—. “Algunas consideraciones con miras a un estudio comparativo de las
parálisis motrices orgánicas e histéricas”. 1893.Obras Competas Vol. 1.
191-210.
—. “Historial clínico 5: Señorita Elizabeth Von R.” 1892-1895. Obras
Competas Vol. 2. 151-194.
—. “Las neuropsicosis de defensa”. 1894. Obras Competas Vol. 3.41-61.
—. Obras Completas. 24 vols. 2ª Ed. Trad. José Luis Etcheverry.Buenos Aires:
Amorrortu, 1980-1986.
Kuhn, Thomas S.La estructura de las revoluciones científicas.México: Fondo de
Cultura Económica, 1991 [1962].
Lacan, Jacques, “La instancia de la letra en el inconsciente, o la razón desde
Freud”. 1957. Escritosvol. 1. México: Siglo XXI, 2002. 461-495.
[84]
Ciencia neutra versus ciencia crítica 1
R esumen
En su versión oficial, la ciencia moderna se promueve a sí misma como la actividad
y el producto de una comunidad científica abocada a la búsqueda de un saber desin-
teresado, éticamente neutral. Desde luego, ‘desinterés’ y ‘neutralidad’ no deben
confundirse aquí con indiferencia ya que toda la actividad científica está guiada por
un tono confiado y optimista con resonancias confusas de progreso y bienestar. Sin
embargo, tras preguntarnos cómo se compatibiliza un saber puro, inmaculado y
blanco con la oscuridad implícita en esta neutralidad ética, ya no sabemos muy bien
en qué escenario posible ubicar el confiado optimismo científico.
Palabras clave: ciencia moderna, neutralidad ética, optimismo científico.
A bstract
In its official version, modern science promotes itself as the activity and the product of
a scientific community committed to the search of non-interested, ethically neutral
knowledge. Of course, ‘non-interest’ and ‘neutrality’ should not here be confused
with indifference , inasmuch as all scientific activity is guided by a confident and
optimistic tone with confusing resonances of progress and well-being. Nevertheless,
following the question about how to reconcile pure, immaculate, white knowledge
with the obscurity contained in this ethical neutrality, we do no longer very well
known in which possible setting to place confident scientific optimism.
Key words: modern science, ethically neutrality, scientific optimism.
1
Artículo recibido: 12 de enero de 2011. Aceptado: 2 de mayo de 2011.
2
Doctorado en Ciencias Sociales (UNER). Master de Filosofía y Crítica de la Cultura
Contemporánea (París 8). Magister Scientiae en Educación (UNER). Profesora Titular de las
cátedras de Filosofía Política y Problemática de la Ciencia (UNER) y Ética (UADER). Correo
electrónico: angelinauzin@gmail.com.
Ciencia neutra versus ciencia crítica
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cual a la realidad de las ideas sólo se accede por reflexión. La utilidad y eficacia
de la ciencia aparecen como una derivación secundaria de su actividad.
Cabe la inquietud, entonces, si la próxima revolución científica que
conduzca a un nuevo paradigma no debiera ser una revolución ética. Kuhn
nos acostumbró a la idea de que las revoluciones científicas se producen como
consecuencia de una crisis del saber que ya no es capaz de resolver problemas
que, en consecuencia, se vuelven anomalías. Circunscriptas al ámbito del
conocimiento, las anomalías no podrían superar un esquema típico ilustrado
por el pasaje del modelo ptolemaico al copernicano. Pero lo que aquí se cues-
tiona es si la ciencia no debe revisar supuestos de otro orden que están en la
base de sus prácticas: su modo de apropiación del saber, su modo de cortarlo
y aislarlo de la comunidad de la cual lo extrae para encerrarlo asépticamente
en un laboratorio... ¿No es hora de que un aire de democracia barra esos
ambientes viciados de elitismo?
Así, la neutralidad planteada como virtud por la ciencia clásica deviene inten-
cionalmente falaz ya que desde esta posición puede realizarse cualquier tipo de
aplicación —desde bombas guiadas por láser o armas bacteriológicas hasta saté-
lites de comunicación— sin el riesgo de ser estigmatizado por la sospecha de
alianza con el poder. De este modo, Klimovsky puede hablar cómodamente de
‘ciencia martillo’: una serie de dispositivos conceptuales que el científico produce
por puro amor al saber y cuyo empleo escapa al campo de sus decisiones.
Que la ciencia pura se trata de una construcción mediática se puede ilustrar
con un ejemplo que nos muestre el momento de su aparición: las primeras
investigaciones en antropología social moderna fueron realizados por funcio-
narios ingleses que contaban con el apoyo de la administración colonial para
mejor conocimiento de los habitantes nativos; lo mismo ocurrió en Estados
Unidos donde los estudios de antropología han estado ligados a la política
de los gobiernos en la medida en que describen problemas administrativos
o asuntos de Estado: “Como ocurre con otras ciencias contemporáneas, sus
progresos se realizan a la sombra de intereses cuya naturaleza no coincide
siempre con el objetivo cultural de la disciplina”. (Evans-Pritchard 7).
Al presentar su “descargo”, Evans-Pritchard realiza una verdadera inversión
del desarrollo histórico de la antropología cuyo origen está en los informes que
agentes coloniales, misioneros, exploradores, aventureros, etc. llevaban a su
regreso a la metrópolis. Es decir que si el antropólogo “no dicta las políticas
a seguir” es porque éstas, en lugar de ser la aplicación de una investigación
desinteresada, ya han sido dictadas de antemano y son la condición de posibi-
lidad del desarrollo de esta disciplina.
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Trabajos citados
Angulo, José Félix; Contreras, José & Santos, Miguel Ángel. “Evaluación
educativa y participación democrática”. Teoría y desarrollo del currículo.
Málaga: Aljibe Editorial. 1990.
Evans-Pritchard, Edward E. Antropología social. Trad. Sara Hebe Goldenberg.
Buenos Aires: Nueva Visión, 1984.
Klimovsky, Gregorio. Las desventuras del conocimiento científico. Una intro-
ducción la epistemología. Buenos Aires: A-Z Editora, 1997.
Kuhn, Thomas. S. La estructura de las revoluciones científicas. Trad. Agustín
Contín. México: Fondo de Cultura Económica, 2006.
Popper, Karl. R. La lógica de la investigación científica. Trad. Víctor Sánchez.
Madrid: Editorial Tecnos. 1973.
—. Conjeturas y refutaciones. El desarrollo del conocimiento científico. Trad.
Nestor Míguez. Barcelona: Paidós, 1967.
Sagan, Karl. Cosmos. Trad. Miquel Muntaner i Pascual & Ma. del Mar Moya
Tasis. Barcelona: Planeta, 1982.
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