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“El estrés personal es algo que pasa desapercibido.

La persona enferma se
convierte en la prioridad y el cuidador (y la familia) olvida sus propias necesidades.
Las tareas diarias de cuidado– una crisis repentina, preocupación, problemas
financieros, buscar servicios comunitarios, lidiar con la burocracia, volviéndose un
defensor, y dejando de lado momentos importantísimos para los demás miembros
de la familia—disminuyen y roban la energía. Al final nos encontramos estresados,
esto puede causarnos depresión, ansiedad y enfermedades psicosomáticas.”  -
Eleanor Smith, Sociedad de Esquizofrenia Alberta

Un entorno familiar adecuado es primordial en la recuperación de una enfermedad


mental crónica. El papel jugado por la familia es esencial, aún más que en los
casos de enfermedad física, porque la proximidad con la persona con enfermedad
mental crónica,  actúa como un elemento contenedor, a la vez que realiza el
seguimiento del paciente, lo que permite aportar datos claves para el tratamiento.
En este sentido la familia puede contrarrestar la tendencia de los pacientes a
abandonar el tratamiento farmacológico y psicoterapéutico o bien puede realizar la
reeducación de hábitos de vida esenciales para el tratamiento.

Pero para cumplir correctamente la función, la familia necesita recibir apoyo por
parte de los profesionales y servicios de salud mental, sobre todo en los casos de
enfermedad mental crónica. Habrá que “contener al continente”, de otro modo la
familia enfrentará graves crisis que pueden llevar a su disolución. Se hace
necesario un trabajo informativo y referencial para la familia, orientado a situarla
ante la nueva realidad, disipar los miedos y a ofrecerle pautas de actuación
efectiva. Entonces la familia tendrá la posibilidad de desarrollar un papel activo y
de colaboración con la persona afectada, el cual servirá para levantar la
estigmatización del paciente mental: en algunas familias (y en general en la
sociedad toda) existe la idea de que la enfermedad mental está íntimamente
relacionada con la violencia. Pero esta idea no tiene base científica. No se puede
decir que las personas con enfermedades mentales sean más agresivas ni tengan
más probabilidades de cometer actos violentos o delictivos que personas sin
enfermedad mental. Las personas afectadas por una enfermedad mental
(correctamente tratadas) rara vez son peligrosas para la sociedad. Solamente
algunos trastornos mentales pueden desarrollar en ciertos episodios, conductas
agresivas hacia uno mismo o hacia el entorno familiar cuando la persona que lo
padece no está bajo tratamiento. En realidad, es más probable que las personas
con enfermedad mental sean víctimas de abusos y malos tratos, y vean
vulnerados sus derechos. De ahí la importancia del rol de la familia para prevenir
el abuso.

Adicionalmente es necesario implementar psicoterapias fomenten el diálogo


interfamiliar. Tratar en grupos separados al paciente y a su familia, no contribuye a
la comunicación y a la resolución de los conflictos. Muchos conflictos se originan
en el desconocimiento de las vivencias y miedos del otro así como en la culpa que
la situación genera. Por ello separarlos, implica armar una especie de “guión a
repetir”, donde cada parte se queja cíclicamente de sus males y establece un
discurso monótono con sus pares. Existen hoy muchos grupos, que hacen
psicoprofilaxis aplicando el modelo de “separación paciente-familia”, lo cual
contribuye aún más a la estigmatización del paciente, agravar las culpas y
desestabilizar a la familia. Sólo la interrelación posibilitará resolver las
experiencias que enfrentan estas familias en forma conjunta con el paciente. Las
dos campanas deberán escucharse para arribar a soluciones posibles. En
aquéllos casos en que la familia no pueda, por diversas circunstancias, cumplir el
rol de continente del enfermo, se recomienda un acompañamiento terapéutico
para el paciente. No obstante deberá mantenerse una psicoterapia de familia o
bien sesiones vinculares entre el paciente y los miembros de su familia. En
definitiva, recomponer los lazos familiares es tan importante como la medicación.
No existen salidas con sujetos aislados.

PAPEL DE LA FAMILIA EN EL TRATAMIENTO PSICOFARMACOLÓGICO

El proceso educativo continúa a través de la relación terapéutica y permite


clarificar dudas y aspectos que vayan surgiendo. Cuando un paciente no responde
a la primera línea terapéutica, el proceso se debe dirigir a las razones posibles por
lo que esto ha ocurrido, y razonar el segundo intento con sus estrategias
subsecuentes.  Como muchos trastornos psiquiátricos son recurrentes, se debe
educar al paciente y a la familia acerca de los síntomas tempranos de una recaída
para realizar una intervención temprana y preventiva. De esta manera el paciente
puede sufrir menos secuelas, se evitan hospitalizaciones, se prolonga la fase de
recuperación, se protege de exacerbaciones frecuentes y repetidas.

Quizás lo más importante para el cumplimiento del tratamiento es la participación


activa del paciente en la duración, la planificación, la implementación. Esto incluye
comunicación adecuada.  Las recomendaciones terapéuticas y su comprensión
deben estar enlazadas, deben hacerse en el contexto de  empatía y sinceridad. La
familia y la comunidad deben constituir apoyo. Se debe hacer énfasis en la
contribución de la medicación en la calidad de vida del paciente. Utilizar el
esquema terapéutico más sencillo.

El cumplimiento de la farmacoterapia puede ser estimulada por información


completa al paciente anciano acerca de lo que puede esperar razonablemente del
fármaco prescrito,  alistar a los familiares como auxiliares conocedores e
informados. Esto se logra explicando la farmacoterapia tanto al paciente como a
sus familiares usando la guía recomendada por Blackwell:

-la clave con frecuencia consiste en la explicación racional de la terapia hecha al


paciente, lo que influye en las expectativas, respuesta, cumplimiento, y habilidad
para tolerar efectos adversos.
-la discusión ideal sería:
-el nombre del fármaco
-su presentación
-el régimen y la dosis
-la razón para la prescripción
-la respuesta esperada
-los efectos adversos comunes
-la duración del tratamiento
-los efectos adversos deben ser explicados sin causar alarma.
-para algunos pacientes esquizofrénicos o con riesgo suicida la explicación debe
ser dada también a los familiares para que asuman responsabilidad, aunque en
ocasiones puede ser importante que el paciente asuma el control total.
-el paciente debe estar informado de las interacciones posibles con otras drogas  e
interferencias posibles con actividades como el conducir automotores.

Pacientes cuyas familias son muy expresivas de emociones (demandantes,


críticos, expectativas altas), tienen  tasas más elevadas de recaídas que aquellos
con familias poco expresivas de emociones. Es recomendable terapia de familia
para reducir las expresiones emocionales.

Emoción Expresada: en tanto más intolerantes, sobreinvolucrados, hostiles y


críticos son los familiares, más frecuentes son las recaídas.
Características de la emoción expresada (Vaughn (1981)
Intromisión
Enfado, tensión, ansiedad
Culpabilizarían del paciente
Intolerancia a los síntomas
Resentimiento
Presión para modificar el comportamiento

Teoría de la emoción expresada: hostilidad. Comentarios críticos. Exceso de


implicación emocional. Sobreprotección.

La familia debe ser educada acerca del trastorno y la necesidad del cumplimiento
del tratamiento.

La psicoeducación de la familia tiene un beneficio adicional alto junto al producido


por la medicación. Para prevenir recaídas  se debe enfatizar la importancia de una
transición ambiental cuidadosa de un paciente hospitalizado a un paciente
ambulatorio (Janicak P y otros 1993).
Psicoeducación: proceso a través del cual el individuo, la familia, la comunidad, se
informan, convencen, se fortalecen, se educan acerca de un problema de salud
mental, se convierten en protagonistas del proceso de salud, reciben
entrenamiento en técnicas para afrontar el problema. Un objetivo es mejorar la
calidad de vida del paciente y la familia, creando ambientes bajos en estresores y

Las familias son involucradas como agentes terapéuticos. Las intervenciones son
parte de un paquete terapéutico que incluye farmacoterapia y manejo clínico de la
rutina.A menudo involucra pacientes con esquizofrenia, otras psicosis, depresión,
ansiedad, desórdenes alimenticios, trastornos de personalidad. Reforzamiento de
fortalezas, recursos, habilidades propias del paciente para enfrentar la
enfermedad, evitar recaídas, contribución a su salud a largo plazo. Mientras mejor
conozca el paciente su enfermedad, mejor puede vivir con su condición .No
estigmatización de los trastornos, disminuir barreras para el tratamiento,
conocimiento de causas, y efectos de la enfermedad, disminuye riesgo de
recaídas.

El familiar también debe recibir terapia psicológica para lograr empatía con el
paciente, pero además para enseñarlo a manejar sentimientos de culpa e inclusive
la codependencia.

El paciente psiquiátrico que cuenta con apoyo de su familia tendrá menos recaídas
en su proceso de recuperación y tendrá un mejor apego al tratamiento, lo cual es
básico para el control de su patología., en contraste, hasta un 30% de pacientes
psiquiátricos vive un abandono tal que es evidente cuando llegan por sí mismos a
solicitar atención psiquiátrica.

En el caso de personas con adicciones, su comportamiento tiende a ser violento y


agresivo lo que propicia que sus allegados, en aras de su propia seguridad, opten
por evitar la cercanía con estos pacientes, apuntó. En otras situaciones, la familia
estigmatiza al enfermo mental rechazándolo por vergüenza a que se conozca su
problema, comentó, de ahí que el objetivo del tratamiento que se ofrece a estos
pacientes en el Centro sea lograr su reinserción social y que pueda ser lo más
independiente posible en su vida cotidiana.

Detalló que como ocurre con otras patologías, en el terreno de las enfermedades
mentales, su captación y tratamiento oportunos, es básico para lograr un mejor
control e inclusive para salvar la vida del paciente porque es sabido que los
suicidios generalmente están antecedidos por algún trastorno mental desatendido.

Recalcó que un aspecto básico en el asesoramiento al familiar, es hacerle ver que


la situación del paciente debe tomarse con seriedad, no minimizarla ni agobiarlo
con comentarios o pseudo estímulos en el sentido de que si se lo propone, él por
sí solo puede manejar su afección.

En este centro, que este 20 de julio cumple 36 años, el promedio mensual de


egresos es de 300, siendo los principales motivos los trastornos del estado de
ánimo, como es el caso de la depresión y la bipolaridad, seguidos por la
esquizofrenia y en un tercer sitio, las afecciones mentales derivadas de
adicciones, concluyó.

Como Aceptar la enfermedad psiquiátrica de un familiar

En primer lugar, es importante darse cuenta de que el familiar no actúa por


padecer una enfermedad. La persona no tiene el poder de controlar este problema
sin ayuda de la misma manera que no puede controlar su enfermedad mental. Si
se piensa en este problema como una enfermedad, se podría reducir la furia y la
culpa. Los familiares podrían aprender a darse cuenta de que los comportamientos
negativos no son algo personal y así les dolerá menos, dejarán de culpar a ellos
mismos y uno al otro por un trastorno que nadie provocó o pudo evitar.

Aceptar que un ser querido tiene un diagnóstico de enfermedad psiquiátrica toma


tiempo y es mejor si la familia se une, evitan echarse la culpa, crean un plan de
acción y se apoyan unos a los otros.
Es importante buscar el apoyo de otras familias que se enfrenten a problemas
similares. Este grupo de familias se podrían beneficiar de algunas reuniones
independientes para encontrar el mejor apoyo proveniente de personas con el
mismo problema.

Estos grupos de apoyo han sido sumamente beneficiosos para muchas familias,
dado que muchos grupos familiares se han visto disueltos por falta de toma de
decisiones en conjunto frente a la problemática.

En muchos casos el enfermo, niega la diagnosis, y los familiares eligen el espacio


del padecer y ser esclavo de la negativa a confrontar la exigencia de la terapéutica
necesaria para poder alcanzar el equilibrio.

En otros muchos casos el miembro de la familia enfermo, se aleja de la misma o


es alejado del grupo familiar, ante la imposibilidad de lograr un tratamiento
necesario para mantener los vínculos, no alcanzando así, en el más amplio de los
porcentajes un resultado positivo.

Cuando el trastorno mental que padece la persona es peligroso para sí mismo


(suicidas o personas gravemente incapacitadas) o para los demás (reacciones
adversas, violentas,desbordadas de mal gusto, extroversión exagerada, etc), la ley
permite el tratamiento involuntario. Cada distrito tiene un juzgado especial en el
que los familiares pueden plantear el caso.; Dado que el tratamiento involuntario
restringe la libertad de los pacientes hospitalizados los pacientes sometidos a este
régimen tienen que estar aprobados por una comisión judicial “ad hoc” y los
pacientes tienen derecho a recurrir ente ella u otras instancias legales oportunas.
Actualmente la hospitalización no puede ser indefinida, teniendo que ser
manifiestos los beneficios del tratamiento dentro de un período de tiempo definido.
En algunos casos graves crónicos e inmanejables los familiares y la
administración pueden solicitar trámites de incapacitación y de tutela.

Por último, los familiares se deben dar cuenta de que no pueden detener la
enfermedad de su ser querido. Lo que sí pueden hacer es evitar encubrirla o
facilitarle que lo siga negando. La familia puede llegar a conocer qué puede hacer
sobre el problema, pero debe aceptar que mucho está fuera de su control.

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