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FACULTAD DE TEOLOGÍA

Bienio de Teología Moral

LA VIRTUD DE LA CASTIDAD: INTEGRACIÓN PARA EL AMOR

LAS RELACIONES PREMATRIMONIALES

Prof. D. Alfonso Fernández Benito

D. Gabriel Alejandro Trejo Reyes

MADRID 2020
La relaciones prematrimoniales, es una práctica o una realidad muy frecuente en nuestros días no
sólo en los jóvenes sino también en personas ya adultas. Basta con prestar atención a las conversaciones o
guiones de las películas o programas televisivos, que más allá de mostrar un tema que despierte atracción,
muestran la realidad que se vive en la cultura; es decir, los medios de comunicación no sólo afectan la
cultura sino que también expresan muchas características de la misma. Nuestra cultura actual, posee
características muy marcadas por el pansexualismo que se podría entender, según Pérez-Soba, bajo tres
principios básicos: la reducción de la sexualidad a la genitalidad; el tratamiento de tal sexualidad como
objeto de consumo; y el valor de la genitalidad y el consumo sexual como una tendencia buena de la
sociedad1.

1
J. J. PÉREZ-SOBA, “El pansexualismo de la cultura actual”, en: https://www.almudi.org/articulos/7435-El-pansexualismo-de-la-
cultura-actual-Juan-Jose-Perez-Soba-Almudi-2004 (8 mayo 2020).
Sumado a esta realidad cultural, las relaciones prematrimoniales también tienen muchos adeptos
dentro de la Iglesia, que en medio de contradicciones pretenden no tumbar las murallas que custodian la
sexualidad entre un hombre y una mujer, sino que buscan saltarlas y así, dejar atrás toda una doctrina de
la Iglesia fundamentada en la ley divina y natural. Estas murallas, son las que pertenecen a la institución
del matrimonio, en la que dentro de las mismas, la Iglesia promueve y defiende la convivencia y el acto
conyugal.

Con el deseo de presentar los argumentos del magisterio de la Iglesia más que los argumentos de
quienes están a favor de las relaciones prematrimoniales, como es el caso de Marcelo Vidal 2, a
continuación se presentan tres puntos esenciales que custodian y fundamentan la sexualidad dentro del
matrimonio y no fuera.

En primer lugar, se tiene la inseparabilidad del significado unitivo y procreador, que de


manera legítima va a garantizar la licitud moral del acto genital humano. En el acto conyugal, los esposos
se donan el uno para el otro, entregando así su libertad espiritual. Los esposos, por medio del sacramento
del matrimonio y viviendo en la gracia de Dios, poseen todas las herramientas o elementos necesarios
para vivir a plenitud este significado unitivo del acto conyugal.

En segundo lugar, se encuentran las condiciones humanas dignas. El matrimonio le confiere al


hombre y a la mujer la capacidad de crecer de manera personal y familiar. Al manifestar su amor
externamente, por una parte, se da con la sociedad una rica interacción: descubren que en la sociedad es
válida su relación y como fieles, contribuyen a la instauración de la sociedad conyugal, expresando su
consentimiento ante la Iglesia haciéndose de esta manera, un sacramento de Cristo. Por otra parte, las
condiciones humanas dignas, también hacen referencia a la prole. Ya que el matrimonio, dándole
estabilidad al amor conyugal, ayudará de gran manera al hombre y a la mujer, a desplegar un amor
paternal y maternal respectivamente, donde los hijos no estén privados de desarrollarse digna y
adecuadamente, encontrando el camino y los medios necesarios para integrarse en la sociedad 3.

En tercer lugar, y no por ser el último es de menos importancia, el argumento soteriológico que
San Pablo utiliza en la ciudad de Corinto para abordar el tema de la fornicación y así, anunciar el
evangelio de la sexualidad4. Primero, el apóstol de los gentiles, argumenta que la fornicación es
profanación del cuerpo, ya que al estar con una prostituta (acto predominante en Corinto, donde se
practicaba el culto a Afrodita y existían más de mil prostitutas al servicio) el hombre se hace uno con ella,
y profana el Cuerpo glorioso de Cristo Resucitado del cual se forma parte desde el bautismo, siendo
cuerpo eclesial de Cristo. Por lo tanto, San Pablo, les hace ver que la fornicación no es una cosa tan
natural y normal como comer y beber, sino que es una acción mucho más trascendente y seria, tan seria
que se juegan hasta la vida eterna dada en Cristo. Es como que si el Apóstol le dijera al pueblo de
Corinto: esto (fornicación) que Uds. ven tan normal y común, en realidad es lo más fuera de lo normal y
común para un hombre y una mujer que dejan entrar a Cristo en sus vidas. Segundo, fornicar es, por lo
tanto, profanar el templo del Espíritu Santo, templo que desde el bautismo se erige para la vida eterna.
San Pablo, nos advierte, que nuestro cuerpo es templo vivo, no figura, del Espíritu Santo. El sexo no se
queda en el plano físico y externo, sino que conlleva a involucrarse en alma, cuerpo y espíritu, por lo que
una acción que es aparentemente sólo físico, está tocando las fibras y dimensiones más profundas del ser
humano. Tercero, si al fornicar profano al cuerpo glorioso de Cristo en la sintonía eclesial; profano el
templo del Espíritu Santo en la sintonía pneumatológico y bautismal; también profano el cuerpo de Cristo
en la sintonía sacramental; es decir, constituye un desprecio a la Eucaristía, Cuerpo Sacramental de
Cristo. San Pablo, con este fuerte argumento soteriológico, sella las paredes que custodian la sexualidad
dentro del matrimonio, insistiendo en huir de la fornicación y a glorificar a Dios con nuestros cuerpos.

En conclusión, es evidente que las relaciones prematrimoniales corresponden la jugada más


usada por el demonio en el juego de la vida, sobretodo en este torneo contemporáneo. Una jugada que

2
El autor presenta la abstinencia sexual prematrimonial como algo que debe ser normal pero no absoluto, ya que los novios tienen
el derecho de manifestar su amor de una manera progresiva y esta progresión evoca a las relaciones prematrimoniales siempre y
cuando no sean manifestación de un amor egoísta. De igual manera, el autor manifiesta la existencia de una pluralidad de
configuraciones “pre” y “extra” matrimoniales que van llevando al ideal del sacramento esponsal. (Cf. M. VIDAL, Moral de
actitudes..., p. 754; 756-757). El autor concluye que el acto de la genitalidad sexual no debe reducirse a la vida matrimonial.
3
Cf. SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE , Declaración acerca de ciertas cuestiones de ética sexual. Persona
Humana. 7.
4
I Co 6, 12-20.
más allá de llevar a los novios y a los mismos matrimonios (en caso de infidelidad) a levantar la orejona
(el gran trofeo de la vida), los llevará a la mayor cartulina roja que en sus vidas puedan experimentar (la
condenación). Estos retos de vivir e iluminar el Evangelio, no es algo de ahora, y con claridad lo vemos
en San Pablo, el reto es vivir con alegría, entusiasmo y creatividad lo que Dios desde siempre nos ha
invitado: vivir en Santidad. Que los argumentos soteriológicos que nos brinda San Pablo (somos cuerpo
eclesial de Cristo, templo del Espíritu Santo y somos uno con Cristo Eucaristía), y los que la moral,
iluminada por esta misma Palabra de Dios nos afirma (significado unitivo y procreador en el acto
conyugal), sean los muros del matrimonio que sigan custodiando la sagrada unión de un hombre y una
mujer; y que a su vez, sean muros tan fuertes que nada los pueda derrumbar y transparentes para que
muchas parejas se animen a vivirlo.

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